Noche en blanco (libre)(+18)

Recuerdo del primer mensaje :

Desde mi matrimonio había tratado de esforzarme como el que mas por ser el hombre que cualquier dama hubiera querido poner en su vida.
Quizás fuera incapaz de albergar sentimientos,  algo que me robaron en la mas tierna infancia mientras dormía de forma apacible en la cuna. Eso me trasformó en un monstruo y la traición de mi esposa, en la bestia que soy ahora.
Había quedado en cinta, yo satisfecho por que mi linaje perdurara, por darle a ese vástago una vida que a mi me fue arrebatada, puse en él toda mis esperanzas y la imprudencia de mi mujer me arrebató la esperanza y en parte la razón.

Entre en una taberna oscura, bastante sombría pero abarrotada de gente, que posiblemente como yo deseaban tomar unas copas sin ser molestados.
El olor a alcohol entraba en mis fosas nasales acompañado de humo de tabaco, de opio y alguna otra sustancia entremezclada con sudor y sexo.

Me acerque a la barra y pedí una jarra de cerveza, que me fue servida de inmediato.
Hundí mis labios en el vidrio oscurecido de la taza y deje que aquella dulce bebida alcohólica calentara mi garganta y con ella mi cuerpo.
Deje reposar la bebida un instante sobre la mesa, era larga, de madera de roble llena de betas. Aquella noche nada me detendría, la oscuridad me consumía. Relamí mis labios sin soltar el mango dispuesto a seguir bebiendo sin pausa.
La búsqueda me había dado sed, y para que mentir la desesperación ganas de olvidar por una noche lo que buscaba.

Me fije en mi alrededor, la gente ya bastante ebria en su mayoría reía a carcajadas, ajena a sus problemas, podía sentir varias auras inmortales en el recinto, mas ninguna parecía desear problemas y al igual que yo hundían su cabeza en alcohol posiblemente tratando de olvidar como yo distintas afrentas.

Los sentimientos dolían, apretaban el alma y la retorcían pero ahora, con mi esposa arrodillada frente a mi, y sus ojos brillantes de la emoción, con la verdad titilando en ellos como dos estrellas fugaces que surcan el cielo, entendí que podíamos ser felices de nuevo.
El tiempo era efímero, ya habíamos experimentado ambos como el elixir se diluía forzandonos a apagarnos de nuevo, pero ahora, en este instante ¿por que hacerlo?

Tiré de su cintura para atraerla sobre mi regazo, las hojas cayeron al suelo escurriéndose entre mis dedos. No era mi hijo, cierto, pero ahora lo quería mas incluso que al sentirlo mio ¿importaba entonces de quien era hijo?
-Te quiero, claro que te quiero -atajé a susurrar contra sus labios en un roce efímero.

Eramos monstruos, lo sabíamos pero hoy escorpión y araña dejaban sus afiladas armas para reencontrarse como amantes de nuevo.
Nuestras lenguas se enredaron en un baile pasional, pero sincero, ambos sonreíamos contra la boca del otro al sentir las mariposas en el estomago y la piel erizarse bajo la yema de nuestros dedos.

Mi esposa se aceleraba, ansiosa de perderse en mi cuerpo, de sentir su calor y de que me adentrara en sus confines.
-Despacio -susurré sintiendo su húmedo y cálido aliento impactar contra mis labios -despacio, quiero sentirlo -pedí tirando de su camisón para despojarla de la tela que cubría su curvilíneo cuerpo.

La seda acarició su piel envolviendo mis manos y así acabo saliendo por su cabeza meciendo su pelo pardo, ese fue el único instante en el que nuestras bocas se separaron y de nuevo impactaron acariciándose hambrientas.
Acabamos sobre las sabanas blancas de nuestra cama, ella se movía despacio sobre mi verga alzada, con un suave pero calcinante vaivén de caderas. Espirábamos el mismo aire entre beso y beso, nos mirábamos a los ojos sintiendo aquello que hacía mucho no hacíamos, el amor.
Con el ultimo gruñido su cuerpo se venció sobre el mio, la abracé complacido incapaz de borrar la sonrisa de mis labios.
-¿y si dormimos en el invernadero, con las luciérnagas? -pregunté deslizando mis dedos por los mechones lacios de su pelo.

Eso le pareció una idea fantástica, su invernadero era de las pocas cosas que la hacían sentir bien incluso cuando estaba vacía por dentro. De hecho mandó llevar una de las camas dobles con un dosel de fina gasa hasta la parte del jardín de luciérnagas, tampoco quería que los bichos se les posaran encima sepultándolos.

El ambiente allí era mágico, ni con todo el poder de Lucio se podía conseguir algo así: el olor de las orquídeas, empolvado y limpio, el sonido del agua que caía por las distintas fuentes y cascadas artificiales que tenía, el rumor de las hojas al moverse con la suave brisa nocturna que entraba por los ventanales de cristal... Posiblemente fue una de las mejores noches de su vida, se durmieron abrazados y calmados. Los sentimientos arrasaban por donde pasaban, pero en este caso le había venido bien.

Los siguientes días fueron una familia unida, Arturo, Flamma, Lucio y Erline se tomaron unas pequeñas vacaciones viajando a la campiña francesa y siendo sólo una familia pudiente disfrutando de unos días de relax. Cuando regresaron a París era el momento de elegir instructores para Arturo, pues también tenía magia, como la que corría por Flamma, que aún era un bebé. Fue Lucio quien le diseñó el programa de educación al niño, él mejor que nadie podía entender qué donde corrían por su esencia y cómo sacarles mejor partido, aunque la parte complicada y oscura no se la enseñaría nadie, sólo él, pues para eso era el mejor.

Erline asistía a todas las clases de su hijo, no quería perderse nada, y aunque la magia latía débil en ella y no estaba por la labor de usarla, quería entenderlo todo para comprender a sus hijos y ayudarlos de alguna forma. Uniendo las fuerzas, haciendo que aprendiesen la magia de su padre y la supervivencia de su madre podrían ser grandes algún día.


En algún lugar del mar de Kara, al norte de Rusia, la prisión mágica de Absolom acogía al ilustre Longinus Sacro que en poco tiempo se había ganado a varios presos. La mayoría de los que allí se encontraban eran brujos que habían perdido la razón, descontrolados por su poder, pero en otros casos eran las cabezas de turco de conspiraciones y traiciones. Los magos y hechiceros eran muy dados a los juegos ocultos y a apuñalarse entre ellos por alcanzar cotas de poder inmenso. Longinus se consideraba a si mismo un mártir a manos de su esposa y su hijo, los desalmados que lo habían traicionado. Así que no dudó en unir fuerzas con otros ilustres como él.

En su celda aislada de las que había a los lados, contaba con las comodidades básicas, eso no le molestaba tanto como estar incomunicado, pero su vecino de celda, un ruso llamado Bogatyr llevaba ya unos cuantos años en Absolom y había descubierto la forma de comunicarse con otros reclusos. Saltándose los hechizos de silencio y campana insonora, el ruso había abierto un canal seguro para hablar cvon Longinus y juntos tramaban la forma de salir de aquella prisión perdida del mundo.

La pócima nos convirtió en familia, nunca vi mas felices a nuestros hijos ni a mi mujer mas bella que en esos días. Habíamos trasladado la alcoba al invernadero, allí hacíamos el amor cada noche y a veces la pasión nos arrastraba a el entre horas. Nos amábamos, pero el amor era debilidad y mientras lo hacía, otros confabulaban a nuestras espaldas, estaba tan ebrio de amor que no lo vi venir y eso amenazaba a mi familia.

Esa tarde me llegó una misiva, Höor estaba en París, me citaba en una de las tabernas, una que para nada era de mi estilo peo si muy adecuada al salvaje del conde.
Tenía ganas de verle, eramos amigos desde la infancia si es que se puede presumir que yo hubiera tenido de eso al ser un cuerpo inerte de sentimientos.
Mi esposa se acercó, sus dedos acariciaron mi mano y su mirada se ancló en mis lobunos ojos a modo de interrogación.
-No es nada importante -aseguré besando su frente -Höor, un viejo amigo esta en la ciudad y saldré a tomar con él unas jarras, volveré borracho a perderme entre tus piernas en ese invernadero -aseguré girándome para enredar mi lengua en un profundo y abrasivo beso.

Me di cuenta de que Erline miraba de soslayo aquella misiva, la conocía no eran celos de que pudiéramos acabar yendo ambos de putas, si no mas bien otra cosa, quizás la idea de salir y sentirse viva, hacía tanto que no consumíamos nada juntos, que no “jugábamos” eramos padres y últimamente los juegos de poder nos habían ocupado el tiempo restante a la paternidad.
-¿quieres venir querida? -pregunté deslizando mis manos hasta las nalgas de mi esposa -¿quieres abrirme las piernas en otra parte que n osea el invernadero? -apunte mordiendo su labio inferior.

El conde se alojaba en casa de la señorita Pain, ordené raudo a uno de lso sirvientes que llevara la respuesta.
Había otra cosa que me preocupaba, antes de tomar el elixir, me llegó una misiva de una tal Annabel, la curiosidad me había llevado a su casa, allí descubrí algo relacionado con el vikingo, Nessanie seguía viva, su alma había quedado anclada a la de la licantropa y allí continuaba su juego por conquistar toda Grecia. Traje de la muerte a Agarwaen, el príncipe de Mykonos ¿debía confesar? Nessanie quiso mantener relaciones, no lo hice por el acuerdo que mantenía con mi esposa, pero no por amor, ese que ahora si snetia.

La carta que Lucio había recibido era de su viejo amigo noruego. Erline dudaba que Lucio tuviera amigos de verdad, pensaba que seguramente habrían compartido borracheras, juergas y algunos negocios o favores, pero alguna forma ése hombre en concreto había obtenido la gracia de Sacro y cuando lo nombraba casi se podía decir que era con cariño. Eso le fomentó la curiosidad y asintió cuando su marido le preguntó si quería ir con él. Se vistió con las últimas sedas que le llegaron de Milán, esta vez un vestido de color negro y turquesa, enroscó su largo cabello en bucles que recogió en la nuca y ambos acudieron esa noche a la taberna que les indicaba el conde en la misiva.

Esperaba poder seguir después la juerga con Lucio, le gustaba de vez en cuando fumar un poco de opio y abstraerse del mundo, pero desde que se habían casado, habían necesitado todos los sentidos alerta para que no les alcanzasen los enemigos. No es que echase de menos las juergas al estilo Satine, donde ella era la estrella de carne, donde a veces bailaba ofreciendo un espectáculo digno de dioses, juergas donde corría el alcohol, las drogas y la lujuria más sórdida. Pero la liberación que supuso Lucio a su vida de mujer respetable casada con Olivier D'Amencourt, se había esfumado tras el nacimiento de su pequeña, y como el dicho rezaba: la cabra tira al monte.

— Tenemos una noche libre para divertirnos, y mañana volver a ser los padres respetables que somos.— "Respetables" ¡já! vaya palabra, eso nunca sería creible cuando de Erline se trataba.

Se apearon del coche de caballos en el local concretado y entraron, allí el olor del humo y el alcohol lo inmpregnaba todo. Lucio saludó a su amigo que resultó ser más alto y corpulento de lo que ella esperaba. Saludó al conde con educación estudiándolo al detalle, su capacidad de observación era innata.

— Un placer, os echamos de menos en la boda, pero no pasa nada, todos tenemos asuntos que atender. Al menos por fin hemos podido conocernos. Me dijo Lucio que tenéis varios hijos y uno en concreto tiene dones especiales como los de mi marido.

No lo dijo muy alto, porque en esa taberna podrían haber inquisidores, cazadores, espías o cualquier tipo de topos que pudieran beneficiarse de la información que saliera de la boca de los Sacro o del Cannif.

Höor nos esperaba en la barra con una jarra en su diestra conversando con una posadera de labios rojos que parecía divertida con las hazañas que le contaba el moreno. Höor tenía un don con las mujeres que no eran las suyas, pero al parecer era insoportable con las propias porque no le duraban demasiado.
La rubita parisina ya había pasado a mejor vida y no puede decir que no le avisé, esa mujer y él eran la noche y el día. Ahora por lo que sabía por las misivas que me enviaba con frecuencia andaba liado con una pirata, ya veríamos si esta aguantaba a mi amigo.

Nos saludamos efusivamente, Höor era intenso para todo y con un abrazo saludó a Erline que me miró de reojo mientras yo ladeaba la sonrisa y me encogía de hombros. Con otro podía sentarme mal esas confianzas, pero Höor era así, un bárbaro conde del norte.
-Encantado de conocerte Erline, me hubiera gustado asistir a la boda, pero seguro que Lucio te ha contado que el norte vive en guerra, así que...me fue imposible.

Posé mi mano en el hombro de Höor empujándolo hacía la barra y pedí dos copas de bourbon para mi preciosa esposa y para mi.
-Mejor tomamos asiento en un mesa ¿te parece? -le dije al conde indicándole una de las mesas mas alejadas frente a la lumbre.
La chica dijo que nos llevaría allí las bebidas y no tardamos demasiado en estar todos acomodados.
-¿Que pasa Höor? ¿ a que se debe tu visita? No es que no me alegre peor te conozco y París no es el lugar donde acudirías de vacaciones, eso y la inmediatez de la cita me hace pensar que tienes problemas ¿cierto?
-Yo siempre tengo problemas -bromeó -pero si, es mi hijo, ese que como bien dice tu esposa es..”como tu” es un niño listo, con muchas dotes pero...corre peligro, su historia es complicada y no viene a cuento, del futuro a venido alguien persiguiéndolo, lo quieren muerto, necesito que encuentres al viajero del tiempo.

¿Localizar un viajero del tiempo? eso era nuevo, no sabía que los viajes en el tiempo fueran posibles, pero después de lo que había visto con los Sacro,ya nada le extrañaba. El conde Cannif les contó por encima de qué se trataba el problema y lo cierto es que pintaba mal. También nombró por encima a una bruja nigromante que conocían de oídas, una de esas locas que seguramente vivía rodeada de gatos en su mansión, porque iba por libre, no pertenecía a ningún clan ni aquelarre, ni siquiera visitaba la Logia salvo muy de tarde en tarde.

— Si hay que infiltrarse, contad conmigo, tengo facilidad para el disfraz.— le dedicó media sonrisa a Lucio, pues el poder del cambio de apariencia lo había adquirido por ingerir su esencia.— No me puedo ni imaginar qué se sentirá al ver tan amenazado a un hijo... si algo así les sucediese a Arturo o Flamma...— abrió un pequeño medallón que portaba al cuello donde llevaba dos pequeños retratos de sus niños, mostrándoselos a Höor.— Creo que no es exagerado decir que ers el único amigo de Lucio, y aquí en París tenemos muchos enemigos. Prométeme que si nos pasa algo, velarás por nuestros hijos... lo mismo te ofrezco, no solo ahora, sino en adelante. Lucio y yo no tenemos más familia ni amigos, pero te garantizo que siempre cumplo mi palabra.

Si pudieran adivinar el futuro, verían que jamás pudo ser una promesa más cierta, pues Shelby acabaría en París bajo la protección de Lucio y Arturo y Flamma en Akershus bajo la protección de Höor. Pero en ese momento hablaban del inquisidor apodado Darkblade, un brujo poderoso que se había escapado de las garras de Varinäel y Elora, que a pesar de trabajar juntos no habían podido darle caza.

—¿Sabemos dónde se esconde y quién le protege? un hombre solo es vulnerable, pero remueve los cimientos de su equipo y caerá como cayó Viriato en Numancia.

Últimamente a Erline le había dado por leer libros sobre grandes batallas y generales. Muchas veces se aburría y pasaba las páginas leyendo entre líneas, pero estaba aprendiendo a pensar como Julio César o Maquiavelo.

Höor parecía agobiado, una actitud que el conde no solía lucir a menudo, él era implacable, como buen guerrero nunca claudicaba y como mejor bárbaro parecía anhelar la muerte en esa incesante búsqueda de Valhalla.
Esta vez no era él quien corría peligro si no su hijo y eso puede desestabilizar a cualquier hombre, incluso a mi amigo que ahora se enfrentaba con armas desconocidas, la magia y quizás su acero no serviría para proteger a Sirius.
-Cuenta conmigo, mi magia esta a tu disposición, y bueno como bien dice mi esposa, tiene un don para el disfraz y otras cosas -apunté acariciando la pierna de mi mujer enterrando en sus ojos los míos lobunos.

La conversación fue discernida, Höor nos contó la situación que atravesaba su familia, como había descubierto la llegada del inquisidor y como Elora Pain, una bruja de París bastante caótica estaba tratando de ayudarle también.
-Höor, has de ir con cuidado, esa bruja no pertenece a logia ninguna, no tengo buenas referencias de la nigromante y aunque conozco vuestra amistad puede intentando ayudar acabar estropeando las cosas mas, confiá en mi, desplegaré un activo que se convertirá en mis oídos, si ese inquisidor esta en París, lo encontraré.

Me eche a reír cuando mi mujer aseguró que Höor era mi único amigo, este ladeó la sonrisa con picaresca devolviendo sus pardos a la mirada felina de mi mujer.
-Eso es porque el resto no entienden al brujo -aseguró Höor que sabía que yo carecía de sentimientos, por contra con él siempre fui leal, mas o menos porque tenía informaciones sobre Nessanie que me guardaba pero en el fondo por su bien.

Höor dio su palabra a mi esposa de que si algo nos pasara, él se encargaría de esos niños, en su caso tenía a mas gente que se ocuparía de sus pequeños bárbaros, en el nuestro no. Pero si nos necesitaba Höor, que esperaba que no porque cargar con Niels supondría el caos de esta mi casa, nos tendría. El conde nos invitó al norte cuando tuviéramos algo de tiempo libre, no veía a mi preciosa araña pasando frio en tierra barbaras pero aceptamos y así quedó cerrada la conversación para pasar a beber y divertirnos, conversar de como estaban las cosas por París, por el norte...

Dos semanas más tarde...


La luna estaba grande y gibosa, esparciendo su luz plateada sobre los bosques frondosos de París. A lo lejos se podía escuchar algún aullido de los licántropos que dominaban esa porción del territorio, marcando los límites de sus propiedades, gritándole a los extraños que no debía pasar esa frontera si no querían caer bajo el colmillo y la garra.

La Inquisición era dueña de una propiedad en las entrañas del bosque, una hacienda protegida por altos muros de piedra con picas afiladas en sus partes altas. Rejas de acero bañadas en plata oscurecida por el tiempo y la humedad. Una red de túneles la comunicaba con otra hacienda cercana a la carretera, allí se apearon de las monturas y descendieron hasta la red de túneles, oscuros y abandonados por largo tiempo hasta que unas semanas antes habían decidido reabrir esa casa franca.

Darkblade acompañado de otros condenados, brujos y licanos, serpentearon bajo la tierra alcanzando la hacienda perdida del bosque. Allí les esperaba el refugio, un lugar donde poder reorganizarse, trazar planes y decidir el siguiente movimiento. Varinäel había acabado con varios de sus esbirros y aunque lo habían dejado tocado, sobreviviría, y renacería con más fuerza, como siempre sucedía con la estirpe de Caín.

Darkblade desplegó un mapa sobre una mesa grande y ovalada y señaló un punto. El resto del grupo se acercó a mirar lo que el inquisidor marcada con su yema: la mansión de Elora Paine. Allí se quedaban todos, allí estaba Sirius, allí es donde debían atacar con toda la contundencia que les permitieran sus poderes y habilidades.

Una de las sirvientas estaba avivando el fuego, echando maderos y limpiando de cenizas el suelo cercano a la chimenea, portaba una cofia, debía tener unos cincuenta años, el pelo cano y los ojos muy juntos. Acabó su faena cuando los inquisidores rompieron filas y se marchó con el cubo hacia las cocinas. Dejó los enseres en el armario de los trastos, se despidió de la cocinera y enfiló hacia los túneles. Salió al exterior en el otro lado, caminó unos minutos por la carretera y se detuvo. Una figura difusa había aparecido de pronto en mitad de la calzada, era alto y espigado. La mujer se detuvo entornando los ojos surcados de arrugas y tras vacilar unos segundos acortó la distancia hasta dicha figura que le tendió la mano; mano que ella aceptó y sin previo aviso se desvanecieron en el aire, como si allí no hubieran estado nunca.

La vos entrecortada de Erline rompió la tensión mientras varios ojos se clavaban en los suyos inquisitivamente.

— Van a atacar la mansión de Elora, el viernes por la noche.— y se quitó la cofia, lanzándola al suelo mientras su pelo regresaba al color original, las carnes fláccidas a las suyas propias y las arrugas se alisaban para dar paso a su piel de terciopelo.

Si alguien podía hacer aquel trabajo de espionaje sin duda era ella, mi mujer. La araña era muy capaz de tejer su red, de ser el centro de la fiesta, la bella dama adorada por todos los hombres y salir de difíciles situaciones.
En esta ocasión interpretaría el papel de su vida, bromeó conmigo sobre lo útil que le resultaba ahora haber pasado tanto tiempo con ese amigo raro que se echo en el teatro y que nos costó alguna que otra discusión, por supuesto muy “correcta” es lo que tenía la ausencia de sentimientos de ese momento.

La dejé, se había camuflado bien, sabía era capaz y aun así no deje de preocuparme ni un solo minuto de los que pasó fuera de mi mansión.
Ella me había pedido que no me acercara, la inquisición contaba con hechiceros que podían captar mi poder, por contra el suyo era ilusorio, apenas destacaría.

Cuando la vi aparecer varias horas después supe que todo había salido bien, abrí el portal y le tendí la mano para ayudarla a atravesarlo conmigo, con su marido, me sentía orgulloso de la araña.
Höor, Dani, Elora y Varinael nos esperaban en la mansión con serias caras de preocupación, la noticia de mi esposa fue un balde de agua fría, pero de algún modo y conociendo a aquella mujer caótica que dominaba la magia negra y la nigromancia ese ataque sería fácil de quebrar.

Höor, el mas bélico de los presentes no tardó en sacar su cuchillo de la bota, enarqué una ceja la verlo decidido a marcar sobre mi mesa de madera noble el mapa de la casa de Elora.
bárbaro ¿a ti no te han enseñado a pintar en papel.
El vikingo ladeó la sonrisa.
-Claro Lucio, pero esto quedaba mas épico.

La bruja le dio una colleja a su amigo recordandole que tenia los planos de la casa en su mansión y que lo mejor seria desplazarnos allí para ver todo insitu, si iban a atacar podíamos darle la vuelta a la situación y contraatacar de modo que allí mismo matáramos al inquisidor que seguía a nuestro hijo.

Así toda la comitiva salió rumbo a la mansión de Elora, el vampiro parecía divertido porque la bruja no dejaba de resoplar todo el tiempo, al parecer no contenta de que otro brujo como yo entrara en sus dominios, algo que Varinael aprovechó para hacer saña.

La mansión de la bruja negra era enorme, en estilo ostentoso y frío, más o menos como la de Lucio y Erline, no era un “hogar”, además de que daba mal fario el mero hecho de entrar, porque los entes atados, siempre vigilantes, dejaban sentir su energía en un aura de ultratumba. Ciertamente, si su objetivo era ahuyentar a la gente de su casa, lo conseguía con creces.

El grupo atravesó las verjas cuando la propietaria susurró una orden y levantó el encantamiento que la protegía, los hizo pasar a todos al salón principal y pidió a Jana que sirviese bebidas o comida para quienes gustasen de tomar algo. Se marchó a su despacho, a donde no pensaba dejar pasar a Lucio a menos que fuera necesario, porque no se fiaba un duro de él, y recogió los planos. Los extendió sobre la mesa y fueron comentándolo con calma.

—Este es el punto más débil.— apuntó Höor, que estaba más que acostumbrado a los asedios de Randulf, y vio de inmediato en el plano que la vaya suroeste, la que lindaba con el bosque estaba más guarecida de la vista de los mortales.

—Allí tengo un envenenador de almas.— Lucio enarcó una ceja, eso era alta magia nigromántica y estaba más que prohibida y no esperaba que la señorita Paine utilizase esos recursos tan limitados a los grandes brujos. Como vio la cara de interés de Erline, el ceño fruncido de Danielle, la sonrisa divertida de Höor y el rictus del vampiro, explicó lo que era.

— Es una especie de parca que introduce sus tentáculos invisibles en el alma de cualquiera que se acerque, la envenena y lo pudre desde dentro. ¿Veneno de fuego?

— De tierra. Empiezan a vomitarla, sacan hasta nabos y zanahorias por la boca.— contestó satisfecha la bruja. Era una muerte horrenda, ahogados por la tierra que los rellenaba y sintiendo el vacío del alma al morirse, era como estar muerto espiritualmente y sufrir agonía de la carne a la vez.

Erline tomó buena nota de que esa mujer era un fichaje interesante, le convenía tener tratos con ella por si en un futuro pudiera necesitar de alguna de sus habilidades, ya que ella apenas tenía una magia residual.

La bruja amiga de Höor nunca fue santo de mi devoción, pero eso no restaba que en esto estabamso todos juntos y colaboraría de momento con ella, eso si, bajo estricta vigilancia. La mayoría de lso brujos funcionabamos en logías, de este modo ademas de adiestrar nuestras artes podíamso tener algo asi como una “familía” unidos eramso mas fuertes y podíamos ocntrolar de algun modo nuestros poderes colocandolos a disposición del resto de la logía, yo era el lider de todas ellas y Elora era una bruja nigromante que iba por libre algo no demasiado bien visto en Francía.

Höor enseguida marcó ocn su datil el punto que veía mas debil mientras la bruja dandoselas de lider aseguró tener ese punto bien resguardecido, tras mi magistral interpretacion de su magia y la curiosa mirada felina de mi esposa que no dejaba pasar la oportunidad de apuntar a su lista otra futura aliada mas por si llegado el momento me tenía que apuñalar por la espalda todo quedó en nada.

Tras degustar de un buen aperitivo que la bruja puso a nuestra disposicion las mujeres se quedaron conversando en el gran salon mientras Höor y yo nos retirabamos al porche para fumar unas hierbas.

-¿como va todo con tu nueva amiga de correrias Höor?

-No me quejo -bromeó dando una calada – al menos no ha salido corriendo tras un mes en el norte – alegó en defensa de la pirata mientras el humo blanquecino emergia de sus labios ocn cada palabra -¿y tu mujer?

-No me quejo, al menos aun no me ha apuñalado por la espalda.

El norteño se echo a reír mientras yo llenaba mis pulmones de humo.

-Bueno, en realidad y literalmente si lo hizo ahora que recuerdo -corregí recordando su traición en nuestra noche de bodas cuando se alió con padre.

-Las mujeres son demasiado complicadas – dijo el norteño – solo las comprendo borracho y seguramente es porque pienso mas en como bajarles las bragas.

Ambos estallamos en carcajadas.

-Sirius, tu hijo, es poderoso Höor, noto desde aquí su aura, pocas he conocido como esa y con el maestro adecuado podría ser uno de los grandes.

-Lo siento amigo, peor mi hijo volverá al norte conmigo.

-No podrás controlarlo.

-Me las arreglaré.

Varinael se unió a la comitiva saliendo con una botella de vino blanco de su bodega dándole tragos.

-Tendríamos que clavar unas picas y sobre ellas varias cabezas de inquisidores, creo que darían ambientación a la tétrica mansión de la bruja.

-¿la bruja a la que te montas? -preguntó Lucio.

-Solo cuando me deja, a veces me manda al bicho ese que vomita para que no me acerque a su cámara -alegó guiñando un ojo.

—Nabos y zanahorias por la boca... con eso tendréis un buen pavo de Acción de gracias.— comentó sarcástica la pirata. Estaba más que harta de la magia y sus mierdas, de la corrupción que producía y los entuertos que generaba. Randulf se valía de ella para asediarlos, perseguirlos, aniquilarlos... y ellos sólo tenían a Giuliana, en Akershus no abundaba la magia potente y bien usada.

—A mi me parece... fascinante.— comentó Erline elevando la copa a sus voluptuosos labios clavando sus ojos de gata en las otras dos mujeres.— Tres maridos interesantes, el mío es con diferencia lo más oscuro de esta mansión ahora mismo, el tuyo parece bendecido por la buena suerte y el tuyo tiene que ser tremendo en la cama. Conocí a uno en mi época de prostituta que...— dejó la frase en el aire esperando la reacción de Elora al respecto.

— No es mi marido.— Apuntó con rapidez la bruja.— Joe Black ¿cierto? los espíritus no saben guardar secretos.— Elora sonrió de medio lado afilando la lengua, si esa mujer creía que podía entrar en bsu casa y pasarle por encima como un camión, lo tenía claro. Erline enarcó una ceja, no esperaba que esa mujer supiera algo que ni siquiera Lucio sabía, eso no lo habían hablado nunca y al parecer Elora lo conocía, quizás fuera "amigo" de su no-marido vampiro.— Conozco a los Black, les he hecho algunos trabajos. Dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno.

—Por los amigos del infierno.— Erline levantó la copa brindando por ello, esa frase solía decirla ella misma.

–¿Cómo conociste a tu marido? en el burdel?.— Preguntó la inglesa con curiosidad, pues la bruja y ella ya se habían tratado en Akershus y sabían al menos lo mínimo la una de la otra.

—Intenté seducirlo para matarlo.— Erline sonrió con indiferencia y se encogió de hombros.— Cada cual tiene sus aficiones ¿no?

Desde luego eran un equipo curioso para defender la mansión y al niño que nada de culpa tenía. El ataque de los Inquisidores no tardaría en producirse, así que Elora se puso en pie.

— Vosotras deberíais defender a los niños, quedaros con ellos. ¿Sabes empuñar un arma? una pistola quizás?.— Preguntó a Erline, porque sabía que Dani sí estaba hecha a pelear y defenderse con uñas y dientes.

— No como un asesino, pero dame cualquier cosa que me pueda servir si llegan al cuarto de los niños.— Erline era práctica, y sabía que si los que sabían luchar no podían contener la magia y la espada, tendría que pelear como fuera y con lo que hubiera, no había salida ni plan B, a menos que Lucio los teletransportase a otro lugar.

La bruja fue en busca de Lucio, debían crear algunos conjuros trampa, y con la potencia de la magia oscura del hechicero podrían poner aún más trampas alrededor de la mansión, pero ella sola no podía, se agotaría, necesitaban del poder de todos para que tantos encantamientos se mantuviesen vivos a la vez hasta que pudieran debilitar a los atacantes.

Los tres bromeábamos fuera dando tragos a la botella cuando la bruja nos jodió la fiesta, necesitaba de mi buen saber para poder colocar algunas trampas mas que aseguraran esa parte que Höor había señalado con su pericia en estrategias como la mas débil y mas fácil de ser asaltada por los inquisidores.
El vampiro la repasó de arriba a bajo con la mirada, se notaba la química que había entre esos dos aunque ninguno dijo nada, Höor comentó a la bruja que perimetraría las afueras con el vampiro pasandole el porro que estábamos fumando tras dar una rápida calada.

-Vamos bruja -le dije a Elora.

Esa mujer era caótica, de haber entrado en alguna logia su poder hubiera sido infinitamente mayor, bien controlado hubiera tenido grandes opciones de convertirse en una de las mejores brujas de París, pero claro, sola mas bien corría le riesgo de acabar en la hoguera de la plaza mayor, es lo que pasaba a las brujas sin aquelarre.

-Tus entes tienen todo bastante vigilado, pero creo que podríamos crear unos cuantos campos anti-magia para los hechiceros nigromantes que puedan controlarlos. Crearé un portal en la habitación donde Morgan y Erline se queden con los niños, si traspasan a los guerreros y nuestra magia les vendrá bien para huir con ellos, irán directos a mi logia, allí estarán protegidos.

Me humedecí los labios un momento pensando como abordar el tema, Höor era demasiado terco para escuchar mi consejo.

-No me ha pasado desapercibido que Sirius es tan hijo tuyo como del vikingo, sabes que aprecio a Höor es de los pocos en los que confió y eso en mi es extraño, así que os voy a dar un consejo como amigo, dejar a Sirius en mis manos, haré de el el mayor hechicero que jamas haya conocido el mundo. Tiene poderes que Höor no sabrá controlar y tu eres incapaz de controlarte a ti misma, Sirius en mi poder sera poderoso y tendrá un aquelarre a su disposición que lo protegerá de otros como este inquisidor.

Elora miró a Lucio enarcando una ceja mientras acariciaba con la mano una de las columnas de piedra del jardín donde podrían tejer las trampas invisibles. Sus labios se curvaron en una sonrisa zorruna, para eso la Paine era más lista que el hambre. hambre que Lucio jamás había pasado pero por contra ella sí.

—tampoco se me pasa por alto que tu mujer esconde muchos secretos, tantos como tú. Se murmura por ahí que Longinus Sacro está preso en la prisión de Hierro por una trampa que le tediste. Yo no ansío el poder ni Höor tampoco, y tú lo sobreestimas.

No es que se murmurase, es que ella lo sabía porque tenía ojos y oídos en todas partes, sus entes eran la mar de eficaces, pero no estaba en sus planes hacer chantaje a Lucio ni crearse más enemigos.

—Descuida Lucio, yo no entro en politiqueos. Si quieres gobernar París, por mi como si quieres ser el rey de Europa, todo tuyo. Pero le debo dos favores a Assur Black por culpa de tu gran nuevo amigo Varinäely no me vendría nada mal tu ayuda si llega el caso.

Encantó las estatuas de las fuentes y los jardines, un pequeño rayo eléctrico y negruzco que olía como a pelo quemado, se extendió de una a otra haciendo que cobrasen vida pero permaneciesen quietas hasta su orden, eso les serviría como pequeño ejército de contención ante la entrada de desconocidos en la propiedad.

—Yo también me sé el "piertotum locomotor", no soy una lerda, mi madre era de las mejores nigromantes de Francia, quizás Longinus la conociese, Edora.— Seguramente sí, porque su madre se ganó el odio y el respeto por igual de la mayoría de los clanes y aquelarres.— Nunca supe qué fue de ella, si algún día te llegan noticias, por favor, házmelo saber y ponle precio al favor. Prefiero hacer negocios que favores.

Repasaron el jardín entero estableciendo las primeras defensas que debían servir de barrera a los Inquisidores, mientras en la mansión Danielle y Erline cuidaban de los niños y hablaban entre ellas, al final del cuento eran humanas y poco podían hacer contra la magia o cualquier as que tuviera Darkblade en la manga, y que seguramente tardarían poco en descubrir.

Erline buscó cuchillos en la cocina y le dio uno a cada niño, si bien Fiolett, Valeska y Beth se habían quedado con Valeria en su mansión, Orn, Niels y Sirius estaban allí y menos el pequeño, los otros dos podían usar el arma en caso de que tratasen de sorprenderlos. Se quedó uno para ella, que guardó en el liguero que sujetaba sus medias y le tendió otro a Danielle, que aunque ya iba bien armada, había compartido con ella una de sus pistolas. Se recogió su suelta melena en un moño que afianzó con un palillo chino y mientras la pirata hablaba con los niños explicándoles qué hacer durante aquella especie de batalla, informándoles que Elora tenía espíritus que les protegerían y que no hicieran caso de nada de lo que vieran, la viuda de seda salió al pasillo y buscó con la mirada.

En el burdel no andaban faltos de trifulcas, de redadas y de todo tipo de asuntos turbios que convenía solucionar de formas creativas, así que decidió bloquear la entrada con muebles. Abrió varias habitaciones y sacó mesitas, escabeles, cómodas y sillones que fue apilando a modo de barricada, la completaría cuando supiera que había comenzado todo. Subió un hornillo de la cocina y varias ollas de aceite que pondría a hervir para que aquel que traspasase la barricada ardiera vivo al caerle del techo los baldes con el líquido humeante, para ello colocó una cuerda que al abrir la puerta volcaría sin remedio esa tortura. les dio a los niños varios vasos y platos para que los golpeasen con un rodillo de hacer pan y los rompieran en mnil añicos que serían una metralla estupenda, la pirata le explicó como llenar las botellas de vino con una mezcla explosiva. Volcaron el colchón y lo pusieron de canto recostado contra varios muebles, porque ellos se cubrirían tras él.

—¿Sabes hacer fuego, verdad?.— le preguntó a Sirius, que asintió muy serio.— estupendo. Cuando te lo diga necesitaré que enciendas varios de estos.— señaló los artefactos molotov con metralla que tenía sobre una mesita.— algún día tienes que venir a jugar con mi hijo Arturo, es como tú, pero nada de travesuras, que él casi me hace arder mi precioso invernadero.— le guiñó el ojo a Sirius que sonrió tímidamente al saber que había más niños como él y que sus padres los aceptaban con todo lo que traían de fábrica. Orn no dejaba de mirar a Erline embobado y Danielle le dio un pescozón.

—Demasiado para ti, pazguato. Céntrate. Protege a tus hermanos con tu vida, tu padre, Varinäel, Elora y Lucio serán la primera líneas, nosotras somos la segundo junto a los espíritus ¿lo entiendes? y tú eres la tercera. Si todo sale mal, Lucio abrirá un portal, salta dentro con niels y Sirius, ya os iremos a buscar ¿entendido?

Varinael y Höor serian los encargados del cuerpo a cuerpo, ambos eran guerreros, con el suficiente manejo con la espada como para quebrar a los enemigos y mandarlos al infierno. Tras ellos se colocó Lucio, podía parecer que ese hombre mas delgado y menos musculoso que los otros dos podía ser menos peligroso, gran error, pues Elora y él conformarían en segunda linea el grueso de la defensa mágica así como una ofensiva letal para todos aquellos que osaran poner un pie en la casa.

Höor con gran capacidad para diseñar ataques y en estrategia de asedios le pidió a Lucio que colocara unas trampas en unos lugares estratégicos, la idea era embotellarlos en un cuello de botella, eso ayudaría a los dos guerreros a combatir hombro contra hombro sin permitir ser rodeados mientras los dos hechiceros podrían atacar a distancia.

En la habitación Erline cogía el mando, Sirius miraba la situación con cara sería, no estaba asustado, ni lloraba como lo hubiera hecho cualquier niño en sus circunstancias, mas bien se mantenía impasible dispuesto a combatir si era eso lo que se necesitaba de él.

Niels gateaba pro la habitación intentando coger lo que Erline había dispuesto como trampas, el pequeño caos gruñía cada vez que Dani se lo impedía, Orn por contra miraba a la mujer de Lucio con cara de tonto hasta que se llevó un capón de Dani que lo hizo reírse.

-Dame unos años y veras -le respondió a Dani cuando aseguró que ella era demasiado para él.

Orn era un joven valiente, que siempre cuidaba de sus hermanos y si en algo no estaba de acuerdo era en tener que ser la tercera barrera, él pensaba que sus capacidades para la batalla eran mayores que las de Erline sin duda, porque sabía usar la espada, su padre lo había entrenado, peor guardó silencio atrapando a Niels antes de que acabara haciéndose daño -los cogeré y los pondré a salvo -le prometió a Dani para que estuviera tranquila- pero sabemos todos los aquí presentes que si superan la primera frontera será porque mi padre a muerto, padre nunca dejará que lleguen aquí.

Höor no solo era visto como un héroe ante los norteños, sus hijos tenían la misma visión de él, sabían que Höor nunca dejaría de luchar aunque no podían apostar lo mismo por los demás, Orn solo confiaba en Dani y en su padre.