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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danielle Morgan Lun Mar 12, 2018 4:18 pm

Por enésima vez se le vertió una gota de tinta sobre la página del libro de cuentas y resopló soltando un bufido y una maldición que se escuchó hasta en las cocinas.

No podía ser, ese balance de cuentas le estaba dando un quebradero de cabeza terrible, según sus operaciones, tenía una de las cuentas en números rojos, Akershus movía una cantidad de dinero exagerada, consumía sus arcas al galope y por mucho que los negocios de Höor fueran más o menos bien, los inversores no querían hacer cuentas con los rebeldes si podían sacar más tajada de hacerla con otros condados menos inestables y más ricos. La gente podia cazar y pescar, pero con eso no se compraba acero, pólvora o medicamentos. Con buena voluntad no se alimentaban las bocas de enfermos, huérfanos e inválidos. Con coraje no se financiaba el espionaje y los servicios y ella más que nadie lo sabía. Todos ponían de su parte; Giuliana costeaba el hospital casi con entero con su fortuna personal y la ayuda de su padre; Danielle se ocupaba de inversiones y negocios de ultramar donde las cosas no estaban tan feas, avalándolos con sus propios bienes; por supuesto Höor tenía toda su fortuna invertida en Akershus sin malgastar un céntimo en chorradas innecesarias.

Por eso se tomó tan mal que la extranjera venida por capricho de la reina fuera agasajada con atenciones especiales. Se hablaba entre el servicio de una fiesta. ¿Una fiesta? estaban locos? ese libro de cuentas tenía el saldo en negativo y le iba a tocar hacer malabarismos para reflotarla. Luego decían que Giuliana hacía magia…no, hacer magia era multiplicar la plata como los panes y los peces.

¿Por qué estaba tan picajosa? igual que habían celebrado la Navidad podían montar una pequeña recepción, no iban a importar el mejor champán francés, en Akershus se podían hacer fiestas con bajo presupuesto…pero le jodía que fuera para…”esa”.

Estaba gruñona, le dolía la cabeza de tanto rebanarse los sesos pensando cómo podrían revertir la situación y cuando miró por la ventana sintió que se la llevaban los demonios. Ulf y Höor reían y la extranjera se paseaba por allí como Pedro por su casa. Y ella encerrada haciendo cuentas mientras los muy inconscientes se lo pasaban en grande. Dio una voz y ordenó a un criado que le dijera a Höor que acudiese a su oficina. Esperó que el conde ocupara su lugar de trabajo, recogió el libro de cuentas y salió del despacho contiguo en tromba, cerrando las puertas tras de si con una patada. Dejó caer el libro frente a él con los labios fruncidos.

— Números rojos. Y tú andas planificando una estúpida fiesta.

Ulf y yo entrenábamos con los mas jóvenes en el patio de armas, aquel día estábamos de risas porque tras el viaje a Londres para que Dani diera su ultimo adiós a su padre las cosas habían estado tranquilas, la única novedad había sido la llegada de mi amiga enviada pro la reina de Inglaterra para que fuera escondida y de paso protegida.
Le debía un favor a Lena e hizo uso de el, creo no abusó pues sus barcos nos estaban ayudando a mantener a salvo Akershus.
Maisie se reía de las bromas que Ulf y yo nos gastábamos mientras el acero bailaba entre nuestras manos. Ulf saltaba la espada con las piernas abiertas como una rana, alegando que era un pirata imitando a Dani cuando manejaba su sable y daba saltitos esquivando el del enemigo.
Yo no podía evitar reirme porque de vez en cuando ponía morritos y me lanzaba besos y guiños de ojo.
La extranjera había congeniado con Ulf tras el primer encontronazo, así que pasábamos tiempo los tres juntos y habíamos hablado de hacerle una pequeña fiesta como bienvenida.

Fue entonces cuando una de las doncellas bajó a buscarme, su gesto lo decía todo , Dani quería que subiera de inmediato y mi mirada se cruzo como la de un niño que ha cometido la mayor de las trastadas con la de Ulf que ahora imitaba colgar de una soga sacando la lengua y balanceando su cuerpo con los ojos en blanco.
-Voy cortándole el mástil del palo mayor Höor o crees que en ese caso aprovechará el primer árbol que le pille de camino a Puerto.
Le lancé un golpe de espada que esquivó y secándome el sudor de la frente con el antebrazo subí escaleras arriba para ver que era eso que la había llevado a llamarme tan de inmediato.

Me dejó entrar, tragué saliva cuando la puerta se cerró a sus espaldas de un portazo, acababa de aposentar mi culo en el trono del trabajo cuando dejó caer el libro de cuentas ante mis ojos abierto por los claros humeros rojos que Akershus ostentaba.
-¿Te molesta la fiesta o los números rojos? -pregunté enarcando una ceja mientras una picara sonrisa asomaba de mis labios -no es la primera vez que estamos en números rojos Dani, se que haces un esfuerzo por que las cuentas salgan, pero...eso no es razón para no poder hacer una pequeña fiesta para la chica, algo que apenas lleve costes.

Tiré mi mano para atrapar la de Dani pero esta la apartó como si yo fuera fuego y quemara.
-No he gastado un céntimo en mi, todo lo aporto a estas cuentas Dani, llamaré al gestor si es necesario, tengo un par de palacetes heredados, uno está Flandes y el otro en Escocia. Ademas de algunas casonas repartidas por Europa. El patrimonio de mis negocios está todo invertido en esas cuentas, pero de ser necesario venderemos algo de esto, deja de preocuparte y de fruncir el ceño -susurré finalmente atrapando su cintura antes de que me quebrara y lanzándola sobre mi mientras esta exigía enfadada que la soltara. Deslicé mi nariz por su cuello cerrando los ojos.
-Ummm, hueles tan bien -desvié el tema dejando un reguero de besos por su piel sintiendo las cosquillas de su pelo corto en mi cara y ella las de mi barba de unos días. Me gustaba mucho estar con ella, nuestra relación se estaba afianzando, llevábamos poco tiempo y discutíamos, nos enfadábamos pero al final de la noche acaba entre sus brazos y muchas eran las noches que con suerte entre sus piernas, la necesitaba aunque no siempre se lo decía.
-Saldremos de esta -susurré mordiendo su mentón antes de llevar mis labios a su boca.-ademas…quiero estar contigo de fiesta, siempre estamos trabajando, una noche..tu, yo, unas botellas y los amigos ¿te parece?

—¿Tus casas y tu patrimonio? Estás chalado? Eso es lo único que les garantiza a tus hijos un vida digna si las cosas se tuercen. Me molesta que estéis ahí tú y Ulf jugando con las espadas, como si la guerra sólo fuera choque de aceros, como si fuerais quinceañeros tratando de divertir a la dama…pensando en una fiesta, Dios santo!! Estamos en números rojos y yo me devano los sesos por sacar adelante las cuentas para que toda esta gente, incluidos tus hijos y yo, no tengamos que comer piedras.— se levantó y caminó por la estancia gesticulando.— sé que saldremos de esta porque no dejaré que esto vuelva a suceder, he descuidado las cuentas porque siempre andamos ocupados. Pero no me digas que me ponga a tirar cohetes para agasajar a…esa. ¿Inglaterra no es lo suficientemente grande para que la prima de la reina vaya de fiesta en fiesta?.— ahora no estaba hablando de cuentas ni de descubiertos, le molestaba que le prestasen atención a ese florero refinado mientras ella se quedaba ciega frente a los libros de contabilidad. Gruñó el comentario cuando Höor la agarró y la olió. Por un instante casi la convenció de la conveniencia de esa pequeña fiesta porque era muy cierto que no tenían apenas momentos de relax o diversión, pero recordó que era en honor de la pija inglesa que venía a meterse en su terreno y agarró el libro de cuentas cerrándolo.— Números rojos. No tengo tiempo para ir a lamerle el culo a la prima de nadie.*

No pude evitar reír aunque intenté aguantar la risa porque sabía estaba celosa y admito una parte de mi disfrutaba viendo por primera vez en toda nuestra "relación" de esa guisa a la pirata a la que todo le resbalaba. Cerró el libro de cuentas con cara de pocos amigos dejándome claro que no habría fiesta de ningún tipo, que ya era suficiente si conseguía comprar grano para en el próximo invierno dar de comer a todos nuestros hijos.

Me puse en pie atajando la distancia que nos separaba, mi pecho se pegó a su espalda y mis brazos rodearon su cintura quedado asi abrazada por mi cuerpo.Dejé un reguero de besos por su cuello mordiendo el hueco que quedaba entre este y su medio hombro descubierto.
-Tenia ganas de celebrar contigo una fiesta, siempre estamos de gesta en gesta y por una noche diferente..no creo pase nada. A los hombres también les viene bien de vez en cuando darse una alegría, enfrentan con valor a Randulf cada día, alzan el acero por nosotros, por estas tierras, por sus familias y por el honor que tenemos los norteños peor a veces necesitamos...desfogarnos y una fiesta en la que acabar borrachos y perdidos entre las piernas de nuestras mujeres de vez en cuando es necesario. No lo veas como para agasajar a mi amiga Inglesa, si no para que el animo de las tropas crezca.

La giré enfrentando sus azules, mi nariz acarició la suya dejando que nuestros alientos se fundieran despacio.
-Siempre hago el tonto con Ulf en el patio de armas, pero ha tenido que venir una mujer de fuera para que te fijes en mi, tendré que traer a mas si con eso acaparo tu atención pirata.- Mordí su labio inferior con picardía, relamiéndome después incapaz de levantar mis pardos ahora dilatados de deseo de sus belfos entreabiertos -Me gusta verte celosa, te pones muy sexy cuando te enfadas por estas cosas, pero para tu información, no me gusta la extranjera, solo te quiero a ti -dije sin poder borrar la ladeada sonrisa que me gastaba en ese momento.

—¡No estoy celosa! ¿celosa yo? Pffff…ésa no me dura ni dos asaltos. Seguro que se las da de gran dama…meh, todas son como floreros engalanados. No entiendo qué os divierte tanto, si siempre dices que odias el té y las costumbres inglesas que sólo los británicos apreciamos.— Estaba realmente cabreada con el mundo, sobre todo por poner a Lady Pija en su camino.— desde luego Dios es un cachondo…estaba de juerga con Odín y le dijo “me sobra una pija inglesa” y el tuerto le dijo “pues mándala a Akershus, y verás lo que nos reimos”. Pfffff…— resopló ahuyentando su flequillo de los ojos y gruñendo cuando vio a Höor reirse.*
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Mensaje por Höor Cannif Lun Mar 12, 2018 4:20 pm

-Esta intentado adaptarse a esto, tu mejor que nadie deberías saber que no es fácil sentirte aquí uno mas, las norteñas no son muy amistosas y al parecer tampoco las inglesas.- apunte estallando en carcajadas llevando mi rostro a su cuello hasta dejarlo allí enterrado para que no me viera descojonarme e parte a su costa.-Anda quita ese ceño fruncido, sabes que podemos dar la fiesta y nos reímos con ella porque tiene salidas graciosas, todo lo que hacemos lo ve bárbaro y las cosas que dice nos hacen reir, también estamos en unos momentos tranquilos y eso quieras o no..pues nos hacen estar mas tranquilos, el ambiente es mas distendido y las bromas no cesan..es lo normal pirata.-Tiré de su cintura pegándola a mi de nuevo. -Ya que no estas celosa..entonces ¿hacemos una fiesta?*

No quería una fiesta en honor de la inglesa, no quería una fiesta y no quería una inglesa en su vida. Pero allí estaba pataleando como una cría rabiosa frente a otro crío que sólo pensaba en fiestas.

— ohhh…Höor Cannif, haz lo que quieras!! ¿quieres una fiesta? Pues hazla, la harás igualmente, pero no tengas la desvergüenza de pedirme encima que la prepare yo porque sé más de cosas británicas. Yo me lavo las manos en este asunto. Y ahora…voy a tratar de reflotar tu economía.— agarró el libro de cuentas y se dirigió a la puerta.— ¿A qué esperas? Ve a entrenar y a reirle las gracias.—Esta vez trató de ponerse seria y enfadada pero la expresión de Höor era malignamente divertida y no pudo evitar curvar los labios, carraspeando para recuperar la compostura. ¡¡¿Por qué?!! ¿por qué los dioses eran tan crueles con ella mandándole a un Höor adorable, que le decía cosas bonitas, con el que no se podía enfadar?*

Besé sus labios con una sonrisa picara, había cedido en eso de la fiesta, aunque no quería prepararla. Bueno, podíamos pedírselo a Giuliana, nosotros teníamos que hacer bastantes cosas a lo largo del día, entre ellas acercarnos a una aldea cercana a dar el pésame a la mujer del jefe que había fallecido de viejo y pronto su hijo asumiría su puesto como líder.
-Se lo pediré a Giuliana, seguro que se divierte preparando algo para la inglesa -apunté enarcando una ceja sabiendo de sobra que a la bruja le iba a hacer tan poca gracia como a Dani -por cierto tengo hambre -añadí poniendo cara de pervertido mientras me acercaba a ella y dejaba una retaila de mordiscos por su cuello -hambre de ti -añadí con un guiño pícaro -me voy a entrenar, vuelvo para comerte, quiero decir para comer. - Salí de allí riéndome y de nuevo bajé las escaleras de dos en dos hasta llegar al patio de armas fingiendo esta vez ser yo el estrangulado por la maroma de su barco.
-¡Tenemos fiesta! -añadí antes de volver a desenvainar la espada y lanzarme a mele contra el lobo.

Se sumergió entre los libros contables resoplando pero de mejor humor que antes, no se podía decir que Höor no la hiciera sentir deseada, especial. Exhaló el aire despacio. “¿Morgan, qué coño estás haciendo?” pensó. ¿Cuándo se había comportado ella como una adolescente estúpida?. Miró por la ventana observandolos como dos críos peleando con espadas y regresó los ojos a las cuentas frotándose las sienes. No cuadraba nada.

Tras una ardua mañana de trabajo comprobando balances, albaranes, movimientos…dio con el problema. El contable estaba metiendo la mano a la caja. Habían fondos desviados a operaciones que luego no se habían producido pero se habían cobrado. Eso era algo muy feo. No le dijo nada a Höor, por la tarde temprano bajó al puerto a hacer unas comprobaciones y cuando estuvo segura apretó el puño, ese desgraciado iba a pagarlo caro, robar por necesidad era algo desesperado, pero hacerlo por codicia era despreciable, porque les estaba robando a los huérfanos de Akershus, a las viudas y a quienes se dejaban la piel en una guerra larga y cruel.

Se acercó la hora de ir a presentar respetos a la aldea cercana y Danielle no aparecía, hasta que de pronto la puerta se abrió y por ella rodó un hombre grueso y grandullón que había servido los últimos años a los Cannif. Sangraba por una oreja que había sido cortada y la rubia portaba el sable en la mano también manchado. Lanzó la oreja a los pies de Höor mientras obligaba al tipo a arrodillarse.

— Díselo!! Díselo tú porque como no lo hagas te cortaré la lengua y te sacaré los ojos. Ten la puta decencia de mirarlo a los ojos y decirle que le estás robando.*

Era la hora de ir a presentar los respetos a la viuda y a su hijo, pero Dani no aparecía, Giuliana con el ceño no menos fruncido de lo que antes lo había tenido Dani enredaba sus dedos a los de Ulf mientras la inglesa parloteaba conmigo. Fue entonces cuando Dani irrumpió en escena con un hombre sin oreja, la sangre resbalaba por su sable y el trozo de carnaza cayó al suelo mientras el contable lloraba suplicando arrodillado que lo perdonara. Guardé silencio observándolo, mas fueron las palabras de Dani las que descubrieron la traición de su mano. No dudé, atajé la distancia con el gesto ensombrecido y sin mas saqué la daga del cinto hundiéndosela por debajo de la mandíbula atravesándolo sin darle tiempo a hablar hasta el craneo. La saqué de cuajo, los gritos desgarrados de la inglesa se unieron al silencio de una escena macabra para la que nosotros si estábamos acostumbrados.
-Aquí la traición no tiene perdón -aseguré soltando el cuerpo que se desplomó a mis pies.
Elevé la mirada perdiendo mis pardos en los de Dani mientras caminaba con la mano ensangrentada hacia ella.
-Gracias -susurré contra sus labios dejando mis dedos marcados de carmesí en su mejilla cuando la atrapé para besarla de forma apasionada. De nuevo Dani nos salvaba el culo, era tenaz en la batalla, pero también inteligente, lo suficiente como para saber que algo no cuadraba.*

Ese desgraciado había pagado todo su cabreo, todo lo que se le había acumulado en el pecho durante la mañana, pero es que cuanto más cabreada estaba, más se centraba en el trabajo y más resultados obtenía, nunca dirigía sus esfuerzos en vano. Ahora ante la situación que se había desarrollado frente a sus ojos era como si las piezas hubieran encajado como debían hacerlo y de pronto vio a la inglesa como lo que realmente era, una joven poco acostumbrada a la barbarie, y no una amenaza directa para ella. Quizás a la mañana siguiente cambiase de opinión al respecto, porque los celos eran absurdos, pero en ese momento con sangre de por medio, el beso de Höor le supo a triunfo de alguna manera y le devolvió la misma intensidad con la que él la había asaltado. Limpió el sable en la propia ropa del caído y miró a Ulf haciéndole el gesto de la soga.

— Cuidado no te pille robándole galletas a tu mujer. ¿Nos vamos?*

Todos estallamos en carcajadas ante la frase de la pirata, incluso Ulf que ahora tiraba del cuerpo de su mujer para meterle mano poniéndolo frente a él y asomando la cabeza por encima del hombro como si la escena que acabábamos de presenciar no dejara de ser una anécdota mas.

-Por robar galletas no te matan -le dijo Ulf a la inglesa para ver si recuperaba el color de su cara.

-Depende de que sean las galletas -bromeé riéndome llevándome un capón de la inglesa que parecía salir del trance tras mis palabras.

Aquí la traición no se perdonaba, nadie robaba a Akershus, ni nos vendían sin tener su justo castigo, de normal el Águila de sangre, pero en esta ocasión no tenía tiempo de tanto. Partimos hacía la ladea, pasamos allí unas horas dando el pésame a la familia. Conversé junto a Ulf con el hijo que ahora tomaría el mando de esta, mientras la mujeres lo hacían con la viuda animándola.

Al anochecer habíamos vuelto a Akershus para cenar con nuestros hijos que ya duchados y con el pijama puesto nos esperaban sentados en la mesa con cara de perros hambrientos.*

Lo cierto es que haber descubierto de dónde venía el agujero económico y haberle puesto remedio le había dejado una sensación muy positiva, se le habían despejado los nubarrones, con Akershus en el buen camino, y confiscando todos los bienes del contable ladrón, subsanarían el primer empujón. Se dio cuenta que no había comido nada más que un té y unas galletas de mantequilla a mediodía y estaba hambrienta. Se sentó al lado de Höor y directamente agarró un panecillo mordiéndolo mientras los niños la miraban algo atónitos, siempre esperaban a ponerse la servilleta y que diera la orden de poder comenzar y hoy ella se saltaba todas las reglas.

— ¿qué? Estoy hambrienta!! Mientras tú te divertías en el entreno yo estaba cazando ladrones.*

Nos echamos a reír mirándola, Dani solía guardar las formas pero en esta ocasión parecía ella la niña, tal fue así que los enanos lejos de lazarse a devorar todo lo que había en los platos se habían quedado atontados mirándola, aunque duró poco, pues tras sus palabras y como si fuera el cuerno sonando se lanzaron a por la comida de los platos.
-¿hambrienta en todos los sentido? -susurré en su oido llevando mi diestra por debajo del mantel hasta su muslo acariciandolo mientras ascendía por el despacio.

Me gustaba ver la cara de circunstancias que ponía cuando le metía mano delate de los niños, para ella no era algo normal, pero no así para los norteños que no nos cortábamos mucho.

Se inclinó sobre él para susurrarle.— esta noche la inglesa va a descubrir que los traidores no tienen perdón y que las paredes no amortiguan los gritos.— le robó una patata del plato y se la comió provocándolo. Sí, definitivamente el triunfo sentaba bien, aunque fueran pequeñas batallas ganadas cada dia.*

Mis orbes siguieron el trayecto de esa patata centrándome en sus gruesos belfos que mordí de inmediato llevándome un trozo de mi patata con ese gesto. Sus labios brillaron por el húmedo beso. Los niños palmearon al ver como nos besábamos mostrando nuestros sentimientos como de normal no soliamos hacer delante de ellos.
-Como sigas así, lo que va a descubrir..es que las paredes no van a aguantar mis embestidas -bromeé guiñándole un ojo antes de estallar los dos en carcajadas.
Era agradable esta calma, la que solía haber antes de la tormenta, en Akershus siempre acababa lloviendo, daba fe, mi hijo era Sirius.*



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Mensaje por Danielle Morgan Jue Mar 22, 2018 2:01 am

Ese día había sido intenso y terminó igual de intenso o más. Había estado cabreada como una mona por una estupidez de adolescentes, pero es que aún le causaba inseguridad esa relación con el conde Cannif, eran muy distintos y solían chocar con frecuencia. Además de que sus respectivas obligaciones a veces los mantenían separados durante días o semanas y que cuando la calma llegaba, apenas sabían saborearla. Dos titanes en continua lucha, y esta vez había perdido el buen juicio por una tontería. Pero…¿y qué? ¿Que acaso no era humana? Se encargó de que la inglesa y todo el puñetero castillo supiera quién hacía disfrutar al dueño del mismo y no se cortó demasiado en hacer ruido o pasearse envuelta en una manta hasta las cocinas a buscar algo de postre, ya que no se lo habían comido en la cena.

Mucho más relajada regresó a la habitación portando un plato lleno de frutas, nueces, uvas y cosas dulces, envuelta tan sólo en la manta, cosa rara en ella que no salía sin calzarse la casaca y las botas. Se sentó sobre la cama compartiendo con Höor el postre.

mmm…Nada de champán ni tonterías francesas. A los ingleses nos gusta más el brandy o el whisky. Al final te has salido con la tuya…habrá fiesta.— se metió en la boca una nuez y le puso una uva entre los labios al moreno.*

Durante el día cada uno habíamos estado ocupados en nuestras cosas, las de Dani muy útiles para Akershus pues había descubierto el agujero negro que había en las arcas de Akershus, con mi intervención maestra, se había terminado el problema y ahora, caída la noche por fin podríamos disfrutar de un rato ambos a solas.
Ambos acabamos enredados en el lecho, calentado con la fricción de nuestros cuerpos el ambiente. De normal Dani no gritaba en exceso, pero esa noche elevó mi nombre hasta el mismo Valhalla, algo que admito me excito de sobremanera convirtiendo las embestidas en una gesta salvaje que acabó con el cuerpo de ambos perlado en sudor cayendo complacido y laxo sobre el lecho.

Tras el polvo, Dani sintió hambre, así que bajó a por algo de fruta, me puse en pie desnudo y caminé descalzo hasta la lumbre, sobre las brasas introduje un par de troncos que azucé hasta que prendieron, las llamas naranjas lamieron mi piel antes de volver sobre las sabanas manchadas de nuestro encuentro.

Ladeé la sonrisa la verla entrar con un arsenal de piezas cortadas y una botella de Whisky.
-¿que celebramos? -pregunté ladeando la sonrisa -si que te he dejado hambrienta esta noche.
Dani tomó asiento a mi lado depositando una uva en mis labios que acabé enguyendo.
Sabía que hablar de la fiesta era como andar sobre arenas movedizas ni a Dani ni a Giuliana parecía hacerles especial ilusión la visita de mi amiga de la infancia y admito que una parte de mi se divertía al ver a Dani celosa, no acostumbraba a que a la pirata le importara nada, siempre era muy segura. -será una fiesta pequeña, sin grandes ostentaciones, servirá para divertir a los hombres, de vez en cuando hay que mantener la moral alta -aseveré llevando mi diestra hasta la bandeja cazando una nuez.*

celebramos que has conseguido sacarme de mis casillas. En serio que no lo entiendo, esta vez han sido…celos. Da igual, no quiero hablar de ello. No se volverá a repetir.— Lo dijo muy segura, pero eso no estaba en su mano, era algo irracional y estúpido y ella no se consideraba estúpida. Se pasó las manos por la cara colocándose el pelo más o menos, porque lo tenía revuelto.— Creo que los niños han pensado que estaba loca, que me había dado algo o …yo que sé.— Sonrió con una mueca antes de darle un trago a la botella. Siempre intentaba ser su ejemplo, no flaquear, porque esos niños ya tenían suficiente con no ver a su padre tan a menudo como quisieran, y éste aunque era buen padre tendía a ser más permisivo. Ella imponía reglas básicas y las hacía cumplir y esta vez se las había saltado todas a la torera. Cogió otra uva y se la comió, y después otra más, llenándose los carrillos como en Navidad.— pero la cara de la pija cuando entré con el contable sin oreja…no tenía desperdicio, y cuando le hiciste puré el cerebro…creo que Londres ya se han enterado, del grito que ha pegado.— rió algo divertida.*

Tomé otra uva riéndome mientras me la comía, no podía evitar en parte sentirme bien al saber de los celos reconocidos de la pirata, de normal era a la inversa, yo la parte mas posesiva de esta relación. Ella iba y venía con el barco, yo tenía gestas que librar y no siempre nos veiamos, cuando lo hacíamos teníamos encontronazos porque la distancia no siempre era buena en las relaciones que apenas había empezado hacía unos meses.
-Tendré que ir trayendo amigas a Akershus si a cambio de eso te vuelves asi de loca en la cama -apunté con picardia alzando el tronco ligeramente para ir al encuentro de sus labios, introduje mi lengua en us cavidad paladeando el sabor a fruta madura.
-El día que la trajimos su cara aun fue mas épica, se le abrió el baul de camino a Akershus ¿a quien cojones se le ocurre escapar con un baul? Ulf y yo nos reímos durante media tarde, la chica ha hecho un esfuerzo por adaptarse, no le vendrá mal la fiesta y tampoco a nosotros, últimamente estamos tan inmersos en los problemas de Akershus que no recuerdo la ultima vez que simplemente nos divertimos.*

¿Y que llevaba en el baúl? El cadáver de aquel a quien ha matado? Porque ninguna prima de una reina se escapa de su país si no es por un escándalo.— Le hizo sitio en la cama apoyando la cabeza en la palma de la mano y el codo en la almohada.— Si tu querida amiga La Majestad quiere seguir teniendo primas, mejor que las mande a las Islas Canarias a la playa, los españoles son mucho más amables que yo y…además hace buen tiempo.— Porque la única británica allí con derecho a opinar y cortar el bacalao era ella…mierda. Celos. Agh. Puso los ojos en blanco y se sacó los pensamientos de la cabeza.— jum. Entonces ya que vamos a hacer fiesta, ¿por qué no invitas a algunos líderes de las manadas o los benefactores de Akershus? Así aprovechamos y que se tomen unas copas y hablen entre ellos.— “y con suerte la inglesa encuentre a alguien con quien jugar al bridge y se largue de aqui”; eso lo pensó pero no lo dijo, obviamente.*

-Pues creo que huye de un matrimonio de conveniencia como el que afronta Len.. la reina de Inglaterra.- Dani conocía de mi amistad con ella, pero nunca habíamos hablado del grado de amistad que teníamos ,los rumores no podían correr sin perjudicar a la reina. - así que debe ser feo y gordo cuando prefiere convivir entre barbaros -apunté divertido -aquí hace mas frío -mi rostro adquirió un gesto travieso mientras llevaba mis dedos a los pectorales poniéndolos tiesos imitando los pezones de las mujeres -y así vais todo el día -apunté poniendo cara de pervertido llevándome un manotazo que me hizo reir cayendo enredado en el cuerpo de la pirata sobre el lecho -si, lo haré, hace tiempo no veo a algunos de los lideres de las manadas, se que últimamente han tenido problemas, ataques aislados en las fronteras, hablaré con ellos estará bien apagar fuegos y escuchar sus quejas.- Fruncí el ceño, al final esto iba a convertirse en trabajo para mi, me lo veía venir.*

Se llevó una colleja porque al poner ese gesto Dani frunció el ceño.— Así que le miras las tetas. Ajá. Creo que tengo algún peto de cuero de sobra…igual se lo regalo y le digo que es “por su bien aquí nunca se sabe cuando puede volar una saeta de Randulf”.— entornó los ojos y le hizo una mueca a Höor, esta vez no lo decía en serio. ¿O sí? no, realmente no. Exhaló el aire despacio y dejó el plato a un lado dejándose caer sobre la almohada. Bueno, habían solucionado el problema de la contabilidad y también había tropezado en el escalón más absurdo de su vida, pero era humana y en ese momento estaba en la cama con el hombre que la hacía reír y que le robaba el sueño si no estaba a su lado al dormirse. Se abrazó a Höor y tiró de la manta porque hasta que la chimenea alcanzase temperatura, se le erizaba la piel.

Maldito Cannif…me va a salir una úlcera por tu culpa…— murmuró contra sus labios antes de besarlos pensando que si le salía la úlcera, pues bebería mucha leche, qué remedio.


La fiesta la convocarían para el final de la semana, y ya que ella era la que sabía cómo estaban las arcas, se encargó de destinar las partidas necesarias a comida y bebida, así como unos pocos músicos que tocarían melodías tradicionales, como era la costumbre en las fiestas de la cosecha. Hacía frío todavía como para montarla fuera, con lo que decidió que se usara el comedor principal, en el que montaron mesas de banquete y en las que se servirían platos suculentos pero sencillos, no estaban como para servir perdices en escabeche, ni exquisiteces que no saciaran el hambre. Cómo única concesión a la inglesa agasajada, habría brandy para beber, Custard (una especie de natillas) y Battenberg Cake, un bizcocho de cuatro colores relleno de mermelada de albaricoque. No podía servir un afternoon tea en Akershus, se habrían meado de la risa con las pastas y los scones, sobre todo Ulf. Scones. Eso sí lo echaba de menos, era su momento preferido del día, tomarse un té negro, Earl grey con scones untados en mantequilla batida. El contable traidor había invertido una gran cantidad del dinero robado en plata: una vajilla, joyas, adornos…y esto lo guardaba en su casa, con lo cual lo confiscó y con ese botín pagó algunos de los costes de la fiesta.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Vie Mar 23, 2018 6:45 am

La fama es un efluvio; la popularidad, un accidente; las riquezas, efímeras. Sólo una cosa perdura: el carácter.
–Horace Greeley


Ya hacía un par de semanas desde mi llegada a Akershus y en aquel tiempo me había visto obligada a ver las cosas de otra manera. Si bien seguía siendo la misma Maisie Montbatten de siempre, especialmente para los demás que me seguían mirando como si acabara de caerme de un guindo, algo en mí había empezado a cambiar, aunque fuera muy lentamente y en pequeña cantidad. A pesar de verme rodeada de bárbaros, me había dado cuenta ya que no eran malas personas, su único problema era carecer de educación y formas, pero tenían buenas intenciones, eran amables y sabían cuidar de los suyos. Empezaba a percatarme que era mejor ser tosco en palabras que un galán que no movía un dedo por cuidar de su pueblo. Aunque su trato hacia las damas podría mejorar, esperaba en eso servir de ayuda, porque los guerreros de Höor iban por ahí medio desnudos como si no les debieran respeto a los ojos puros de las muchachas y les tocaban el culo con sus zarpas. Suspiré al pensar en ello y negué, intentando centrarme en las cosas buenas. Ya bastante me dolía la cabeza de pasarme horas al sol sin una pamela, como para que encima me sulfurara pensando en aquellas cosas que deseaba cambiar pero que yo sola no podía.

Me miré las uñas, o lo que quedaba de ellas, porque desde que pisara el norte, se me habían ido rompiendo y tras la tercera, había decidido cortármelas todas bien a ras del dedo y limarlas. Era imposible mantener algo bonito aquí, todo se ensuciaba, se agrietaba, se rasgaba o se rompía. El único vestido, el que llevaba a mi llegada, lo guardaba a cal y canto en el armario, bien doblado y protegido, porque era lo único decente que tenía, además de algunas joyas y el contenido de mi preciada caja de madera de roble tallada a mano. Pasé los dedos por mi cabello, peinándome con ellos, porque el cepillo también había venido en el arcón y, como todas las cosas que iban dentro, se perdió. Quería estar medio decente para la fiesta, pero como había ya descubierto en aquellas dos semanas, pasarse era pintarse una diana en la cara. Así que sólo me arreglé lo mínimo y como ropas me puse algunas de las prendas que me habían dado. Una blusa de color beige, unos pantalones oscuros que parecían de montar a caballo y unas botas de caño medio con las punteras gastadas y los tacones bajos. Me recogí el pelo en una cola alta, bastante prieta y solté después un par de mechones de cada lado para parecer más relajada y menos estirada. Aún me costaba creer que hicieran aquella celebración por mi, sobre todo porque la mayoría de las mujeres no parecían soportarme. Y aunque no me había cruzado aún con Daniel, la pareja de Höor, algo me decía que, aunque la fiesta la había organizado ella, tampoco le caía en gracia. Y eso que era inglesa como yo.

Cuando aún faltaba media hora para que la fiesta iniciara, decidí bajar y acercarme a la sala donde se celebraría. Aunque allí eran todos muy relajados, yo no podía dejar de lado mi puntualidad innata y más cuando aquella no era mi casa. Tenía la imperiosa necesidad de intentar llegar pronto y de mostrarme de utilidad, aunque entre risas, Ulf ya me había mencionado en más de una ocasión que de lo segundo me olvidara, que una princesita como yo, allí en Akershus, no servía para nada. La sala era muy amplia y el olor de la comida hizo que me rugieran las tripas. Me vinieron gratos recuerdos de mi hogar y por unos segundos, tuve que presionarme los párpados con dos dedos porque creí que lloraba. No podía mostrarme aún más débil de lo que ya me veía, porque cada vez que me cruzaba con alguna muchacha tenía la sensación de que quería saltarme encima y arrancarme la cabellera de cuajo o hundirme los ojos con los pulgares. Sé que todo debía estar en mi cabeza, que la añoranza magnificaba las cosas. Pero aunque no desearan convertirme en un cadáver, tampoco me querían como amiga. A pesar de la compañía de mi viejo amigo de la infancia, me sentía sola en tierras extrañas.


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Mensaje por Danielle Morgan Vie Mar 23, 2018 3:05 pm


El sonido inconfundible de las botas con tacón resonó en los pasillos del castillo. Botas con tacón…eso sólo se le podía ocurrir a una damisela. Con las manos tras la espalda y los dedos engarzados, mirados por la ventana hacia el exterior que empezaba a amenazar lluvia. Quizás Sirius estuviera enfadado, o quizás sólo fuera el mal tiempo del Norte. Llevaba el pelo sujeto en una coleta baja, recogiendo sus cortos mechones que apenas ni llegaban a los hombros, la casaca oscura ceñida a su cuerpo y una camisa blanca, metida por dentro en los pantalones, el fajín y el impoluto atuendo de capitán de barco. El sable pendía de su cintura y el reloj de bolsillo se adivinaba en el chaleco, por la cadenilla que pendía de un ojal. Lo sacó, abrió la tapa presionando el resorte y lo guardó de nuevo girándose hacia la extranjera, hija de la misma Inglaterra que la vio la nacer.

Puntual como el Big Ben, como no podía esperar menos de una buena británica. Como ve, somos las primeras.— Le tendió la mano para un apretón, erguida y con la otra mano todavía tras la espalda.— Soy la Almirante Morgan.— Las formas lo eran todo, y antes que Danielle, pirata, o “la furia esa con la que estás” como la llamaba Ulf cuando se refería a ella con Höor, era Almirante. Su rango le había costado una vida entera de sacrificios, hazañas y dura lucha por no sucumbir en un mundo de hombres. Verla con vestidos de seda era como ver una sirena en el mar, casi imposible.— Espero que no le disgusten las fiestas de Akershus. Ya he prohibido que hoy se fornique contra las paredes o se hagan peleas en el salón, pero fuera del castillo…no le garantizo que no suceda. Al menos hay Battenberg cake. Aquí el té no se valora, como ya habrá visto, pero yo tomo uno a las cinco, como es la tradición, así que si algun día quiere acompañarme, es el segundo despacho, el de al lado del conde.

Porque una cosa era ser celosa y la otra era ser educada. A un inglés no se le niega el té, eso sería mayor crueldad que encerrarlo en galeras. Además, así podría conocerla un poco más o…quizás al menos apartarla un poco de la vertiente “bárbara”, porque si alguien había en esa fortaleza que aún tuviera modales eran Giuliana y ella.*

La noche de la fiesta para la "inglesa" había llegado, lo chicos estaban animados de mas con la idea de una noche de diversión, borrachera y bailes. Unos cuantos mensajeros habían partido hacía un par de días misiva en mano hacia los bosques fronterizos para invitar a los jefes de las manadas. Hacía tiempo que no nos reuníamos, y de algún modo, conociendo los tiempos difíciles que estaban afrontando. Randulf ejercía ahora presión sobre las fronteras con varias escaramuzas que si bien habitan sido repelidas habían causado daños, los ánimos estaban caldeados y ya me habían llegado rumores del descontento de algunos licanos que no se sentían apoyados por Akershus.

Con unos pantalones marrones de monta, una camisola blanca, la armadura de cuero tachonado y las pieles sobre mis hombros bajé hasta el salón donde la pirata había dispuesto la celebración. Para mi sorpresa las dos puntuales inglesas ya estaba allí conversando, ladeé la sonrisa consciente de los encontronazos que Dani había tenido conmigo a causa de mi vieja amiga, algo me decía que al final acabarían haciéndose amigas. Me acerqué a ambas pasando mi brazo por encima de los hombros de Maisie pegando su cabeza contra la mía como afectuoso saludo. La joven se había esforzado por integrarse con nosotros, así que no podía recriminarle nada.
Ladeé la sonrisa acercándome a la pirata de inmediato mi diestra se perdió en sus nalgas con un manotazo y tirando de estas la orille contra mi cuerpo buscando sus labios.
Nuestras bocas se encontraron en un beso mas breve de lo que a mi me hubiera gustado, y esta vez no porque la pirata y sus modales lo interrumpieran, si no porque Ulf, que llegaba por detrás me cogió del pescuezo con una sonrisa tirando de mi.
-¡Deja los besos para cuando estemos borrachos! -dijo dándome un manotazo en el vientre -¡vamos a por unos bidones de hidromiel, que con lo que la pirata a preparado no hay por donde empezar! -dijo mirando a Dani sacándole la lengua para hacerla rabiar.

Negué sonriendo por los piques constantes que esos dos se traian y me acerqué a Giuliana que había llegado junto a su marido dejando un beso en su mejilla.
-No se como lo aguantas -susurré en su oido en broma mientras esta se reia complice.
-Por mi gran verga -añadio el general llevándose la diestra al paquete. Le dediqué un guiño de ojos a la pirata dejándome arrastrar por Ulf para bajar a las bodegas a por la bebida.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Vie Mar 23, 2018 4:38 pm

Las grandes pasiones amorosas comienzan con una copa de champagne y terminan con una taza de té.
–Honoré de Balzac


 
La rubia llegó en completo silencio, parecía flotar sobre el suelo, nada que ver con las pisadas despreocupadas y rudas de los habitantes de Akershus. Ellos eran guerreros, no espadachines, y no sabían bailar en el combate por lo que yo había podido apreciar en las prácticas a las que Höor me había obligado a asistir, y no sólo a mirar, sino que se empeñó en que yo empuñara una espada, como si mis manos estuvieran hechas para sujetar cualquier tipo de arma. Intenté convencerle que era inútil, pero él me dijo que en el norte todos debían saber luchar para protegerse a sí mismos y que yo no iba a ser una excepción. Así que cuando ella me saludó, me sorprendí y di un breve respingo, llevándome una mano al pecho. Aún con esa ahí, le tendí la otra y estreché la suya. Demasiada fuerza por parte de Danielle para mi gusto, pero todos allí eran demasiado bruscos en todo y, al parecer, habían contagiado a mi compatriota. –Intento relajarme un poco para amoldarme al norte, pero hay cosas… que cuestan.– Le dediqué una sonrisa, intentando no parecer tensa o nerviosa. De verdad deseaba hacer una amiga, aunque no creía que, precisamente ella, aceptara. –Un placer conocerla al fin, Almirante Morgan.– Cuando al fin logré liberar mi mano, la llevé a la espalda para mover los dedos un poco, abriendo y cerrando la diestra.
 
Iba a girarme y observar lo que había preparado para halagar su organización, riendo su gracia sobre el tipo de fiestas que se hacían en Akershus cuando escuché su mención a las fornicaciones y una mueca asomó a mi rostro. Me cubrí la boca con la mano, sorprendida, espantada. Pero enseguida recordé dónde me encontraba y que ella era la pareja sentimental del conde. Dejé de ocultarme tras mi zurda tras una breve tos fingida con la que intenté disimular lo currido. –El Battenberg cake siempre fue mi favorito y eso que no tengo un paladar muy decantado hacia lo dulce, pero supongo que para todo tenemos siempre excepciones.– Le sonreí de nuevo y con un leve gesto de cabeza, asentí a su invitación. –Me encantaría acompañarla alguna de estas tardes y, si desea, podríamos recordar juntas a Inglaterra.– Hablaba de ella como si fuera una persona, porque para mí era mucho más que un país, era mi hogar y mi familia. Aún no me había contestado, que apareció Höor e interrumpió nuestra charla. Enseguida se acercó a mí y me dio uno de sus saludos a los que aún intentaba habituarme. Eso de tocarse tanto me resultaba inquietante ahora, al menos ya no era incómodo. Desvié la mirada cuando se pusieron cariñosos, buscando darles algo de intimidad, pero Ulf no fue tan educado como yo y no dudó en arrastrar al conde del cuello. Aquellos dos hombres se pasaban el día jugando como niños, no entendía muy bien su relación, porque por separado parecían hombres adultos, pero en cuanto se acercaban el uno al otro, parecían volver a la infancia, a las burlas, las peleas y los retos de a ver quién orinaba más lejos. Nos dejaron de nuevo a solas, aunque ahora éramos tres mujeres. Tampoco conocía a la mujer de Ulf, pero debía ser una santa para aguantarle, de eso no cabía duda. Le dirigí una cordial sonrisa y una inclinación de cabeza cuando aún estaba lejos. Di un par de pasos para acercarme hacia ella y presentarme como correspondía cuando empezó a escucharse jaleo fuera de la sala, al parecer ya estaba llegando la gente. Apresuré mi paso para alcanzarla antes de que irrumpieran los demás asistentes y le tendí la mano. –Soy Maisie Mountbatten, es un placer conocerla.– Ya que los hombres de estas dos damas era los que me acompañaban en mis intentos por adaptarme, quería estar a buenas con ellas, aunque no lograra que llegáramos a ser nada más que simples conocidas.


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Mensaje por Viggo Ludvig Dom Mar 25, 2018 3:30 am

Hacía apenas unos días que reviví la misiva que Höor Cannif nos había hecho llegar para invitarnos a una fiesta en Akershus, si bien era cierto que las ultimas escaramuzas de Randulf no dejaba grandes lugares para la celebración, no decliné su oferta, pues algo me decía que el conde usaría la informal reunión para hablar de los problemas que ahora mismo asolaban nuestras tierras.
Höor era un hombre inteligente, seguramente si convocara un concilio despertaría los recelos, pero de este modo, en un ambiente mas distendido todos hablaríamos mas calmos.

Atravesé el portón de Akershus con un pequeño a mis espaldas, el invierno caía sobre nosotros feroz, el vaho era exhalado blanquecino por nuestros labios asi como por el incesante jadeo de los percherones que pronto uno de los soldados de Hóor se encargo de acomodar en sus establos.
Dentro del palacio estaba montada la fiesta, por lo que había escuchado el conde se había enredado con una inglesa, una pirata que unida a nuestra causa había junto a él protagonizado un mítico ataque por mar y tierra de forma coordinada que replegó por unos meses a los hombres del tirano dándonos un respiro a todos, tenía curiosidad por saber quien era esa tal Danielle.

Una vez dentro saludé a algunos de los invitados, allí a fin de cuentas nos conocíamos todos, la hidromiel corría por las jarras y la carne asada estaba deliciosa, también habían ciertas cosas que no había probado nunca, pero que aunque no estaba acostumbrado a su sabor estaban buenas.
Al fondo, rodeado de hombres y con Ulf a su lado vi al conde, me dirigí hacia allí con paso firme hasta quedar frente al conde.
-Menuda fiesta te has montado -le dije en plan jocoso antes de que este se riera acercándose a mi y fundiendonos en un abrazo -donde has escondido a la mujer que te abre las piernas.
-Mejor que no lo sepas -dijo Ulf acercándose para chocar su frente con la mía dándome un par de golpes en la espalda.

Ulf y yo nos conocíamos de siempre, nuestros padres eran amigos, a Höor le conocía desde niño.
-Esta es Dani -dijo presentándome a una chica de pelo corto y ojos grande perfectamente uniformada y con un cuerpo voluptuoso y curvilíneo, nada que ver con la doncella que la acompañaba de ojos claros, pelo largo y delicadas formas.
-Esta es mi amiga de la infancia, ha venido a pasar un tiempo en Akershus.
Sabía cuando Höor no quería dar demasiada información sobre algo, tampoco pegunté, tendría sus motivos para guardar silencio.
-Viggo -dije a modo de presentación -el norte habla de tus hazañas Morgan -aseguré con respeto mirando a la pirata -de seguro hablarían de tu belleza si te conocieran -apunté guiñándole un ojo con descaro a la joven que la acompañaba.

Me hubiera quedado un poco mas tirandole la caña a la morena, pero la llegada de Sahale acabó por reunirnos a varios jefes de las manadas empezando a contarle a Höor como estaban las cosas en las fronteras, la cosa no pintaba bien, cada vez las escaramuzas eran mas frecuentes y mi instinto me decía que Randulf preparaba algo gordo para encularnos hasta el fondo.


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Mensaje por Danielle Morgan Lun Mar 26, 2018 2:38 am

La mujer del general Ulf lo acompañaba, prendida de su brazo. Cuando le presentaron a la invitada cogió sus manos en un gesto cálido y le regaló una sonrisa.

un placer conocerla señorita Mountbatten, yo soy Giuliana, disculpe mi acento, mi padre es inglés y mi madre irlandesa pero crecí en Nueva Orleans. Espero que pronto se habitúe a estas tierras, y si mi marido y el conde la molestan, dígamelo y lo envío al sofá un par de noches.— La bruja había hecho de Akershus su hogar y vivía plenamente integrada entre sus gentes, algo imposible en París o en otros lugares donde miraban mal a las hechiceras y las quemaban por brujas. Ulf la miró poniendo una mueca, pues era de sobra conocido por todos que el sofá de Höor tenía un inquilino regular cuando hacía enfadar a la rubia.

Si alguien puede domar a la bestia es esta mujer, hágale caso.— intervino Danielle.— y si necesita cualquier cosa médica, también, Giuliana es un genio, es nuestra salvación.

Ulf decidió que era mejor escabullirse hacia donde estaba Höor, porque aún iba a recibir algun bufido por parte de su mujer o de las arpías inglesas.

¿recordar Inglaterra? claro, cómo no, cuando quiera. Aunque he vivido más tiempo en el mar que en tierra, pero esas cosas nunca se olvidan. De hecho este año celebramos la navidad, Giuliana la echaba de menos y yo también, estos bárbaros todo lo arreglan con sacrificios y sangre y hogueras. Eso sí, no he logrado que ninguno pruebe el té, creo que lo confunden con el agua bendita..— sonrió entre dientes con ese humor británico que la caracterizaba.

Conversaron un rato hasta que llegaron más invitados y Höor se acercó a presentarles a un tal Viggo. Ella lo conocía de oídas, ya que la mayoria de papeles pasaban por sus manos. Le dio la mano observando el porte del líder de la manada. Otro comentario jocoso y una sonrisita como la de Höor y Ulf...Madre del amor hermoso. Aquello parecía una guardería de bárbaros. No le cabía la menor duda que esos tres se reirían de las mismas gilipolleces cuando se juntaban.

Un placer señor Ludvig, siempre es mejor ponerle rostro a los nombres que leo sobre el papel. Está haciendo muy buen trabajo. Le ofrecería una copa pero creo que el conde quiere reunirlos antes de festejar. Nos vemos luego, espero que la velada sea de su agrado.

Cuando los hombres se alejaron Danielle enarcó la cejas y se sirvió un ron, era una ocasión especial, así que se lo podía permitir.

Cuidado chicas... no resbaléis con toda la testosterona que han dejado en el suelo.— Giuliana rompió a reir con su comentario, pocas veces la Almirante gastaba bromas así, sólo cuando estaba en petit comité.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Lun Mar 26, 2018 3:36 pm

A mi parecer, la almirante Morgan intentaba suavizar mi ánimo con comentarios graciosos, claro que todo podía ser cosa de mi necesidad por sentirme acogida. Era el primer trato que tenía con mujeres en el que no me daba la sensación de ser apuñalada con sus miradas. Reí las gracias, aunque algunas no las entendiera y mi rostro se iluminó al pensar en cómo se celebraban las navidades en casa.
-El té es una bebida que, me temo, no se aprecia fuera de Inglaterra. Recuerdo cuando estuve estudiando en La Sorbona, que allí tampoco comprendían mi amor por tomar un descanso a las cinco y disfrutar de unas pastas y una bebida caliente.
Fuimos interrumpidas por la llegada de un tal Ludvig que, como muchos allí, me miró como si fuera un conejo en mitad de un jardín lleno de lobos. Arrugué la frente, pero me ahorré los comentarios, intentando integrarme. Sólo deseaba sentir que no era una extraña para todos.*


Nos habíamos apartado de las mujeres para hablar con algunos mas de los alfas de las manadas, el semblante de estos delataba que las cosas no iban bien en las fronteras y que la preocupación se palpaba en el ambiente tensándolo como una soga.
-Höor los ataques cada vez son mas frecuentes, es cierto que de momento los estamos repeliendo, el espesor de los arboles ayuda y os arqueros crean una buena barrera natural difícilmente atravesable, pero Randulf crea seres cada vez mas invencibles, en la pelea a mele sufrimos demasiadas bajas y se de buenas fuentes que muchos están empezando a preguntarse ¿que hacéis vosotros los rebeldes por los que cuidamos vuestros muros?
Ulf gruñó dorando su mirada ante lo que él creiía una impertinencia, mas mi mano acabó anclada en su pecho para detener su avance, quería escuchar aquello que tenían que contar y si bien era cierto Sahale era seco y cortante en sus formas no camuflaba la verdad.
-¿Y tu Viggo? ¿que piensas? -pregunté notando como el cuerpo de mi general se destensaba y recuperaba su posición mas relajada.
-Pienso que Randulf esta buscando el modo de devolverte el ataque que Morgan y tu combinasteis por mar y por tierra, derrotar Akershus implica que la esperanza de un norte mejor caiga y para eso ha de darte muerte Höor, creo que trata de conseguir dos cosas con los ataques, una crear mal ambiente, enfrentarnos y debilitarnos, dos hacerte saltar de la madriguera como una liebre.*


Las conversaciones de los hombres se escuchaban desde su posición, ya que no estaban muy separadas. La pirata sostenía una copa con ron, qué narices! Un día es un dia.

— nos ha jodido el Ludvig con su don de la premonición. Pues claro que Randulf quiere contraatacar y aniquilarnos, sólo está buscando la ventaja. ¿Es que nadie a leído El arte de la Guerra?.— rezongó por lo bajo. Entendía que en Akershus ella era una extranjera, aunque participaba en las reuniones de trabajo, pero no dejaba de ser una mujer y además británica. No tenía la confianza de todo el mundo. En ese momento prefirió dejar a Höor con sus generales arreglando el mundo. Giuliana le preguntó a Maisie.

— ¿y qué le parece el castillo? Si quiere venir algun dia al hospital, allí siempre tenemos trabajo. Pero no lo digo porque venga a ayudar… eso es algo desagradable en ocasiones, tan sólo si quiere leerles cuentos a los niños o algo así, su compañía sería bien recibida.— se lo dijo con todo el candor del mundo, no pretendía forzarla a aceptar una tarea que quizás no le gustase.*


Las voces de los hombres nos alcanzaban, pero yo no terminaba de comprender su charla, tal vez porque intentaba centrarme más en las dos mujeres que me daban conversación y me dedicaban agradables sonrisas, aunque las de la almirante parecían más cínicas. En cuanto Giuliana me dirigió la palabra y la escuché con atención, asintiendo a sus palabras.
-Me encantaría ir y, de hecho, si pudiera, me gustaría ayudar. No sé si sería muy útil, pero aunque sea llevando cosas de un lugar a otro... Necesito sentir que sirvo para algo y, con su permiso le diré, que su marido insiste en que no lo hago.
No pretendía ofenderla, pero algo me decía que la almirante comprendería mis palabras y que la esposa del cambiante, también. Mis ojos se desviaron hacia la reunión masculina cuando pareció que había cierta tensión y alzaron más el volumen de su charla. Rápidamente clavé los ojos en una bandeja con scones y cogí uno. Me sentía muy cotilla y aunque en palacio había muchas mujeres que se dedicaban a escuchar tras las puertas, yo jamás había sido una de ellas.*


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Mensaje por Höor Cannif Lun Mar 26, 2018 3:36 pm

Randulf no era tan simple, si bien podía ser cierto que haberle metido la verga de Satán por el culo fue algo que de seguro lo había dejado escocido, dudaba mucho que esto se tratara de una pataleta para darnos nuestro merecido. Atacaba las fronteras por un motivo y lo hacía de forma escalonada y no dejando caer el groso de su ejercito en una de las fronteras porque quería remover el avispero y sin duda por lo que podía ver, lo estaba consiguiendo.
-Mañana partiré hacia una de las fronteras, empezaré por la de Sahale, quiero que me expliques in situ las cosas, vemos las opciones que tenemos para que no puedan ser cruzadas.

Las jarras iban corriendo entre nuestras manos, el ambiente gracias al alcohol empezaba a ser mas distendido y pronto la música de un grupo de juglares empezó a sonar llevando a distintas parejas a bailar. De normal estas fiestas las celebrábamos en el exterior, danzábamos frente al fuego, pero en esta ocasión e crudo invierno no lo permitía y Dani tuvo una buena idea preparándolo en el salón.
-Disfrutemos de la fiesta y hablemos a partir de mañana de guerra, las mujeres se aburren y esta fiesta es para Maisie.

Viggo ladeo la sonrisa acercándose a las mujeres como si mis palabras hubieran significado el pistoletazo de salida, Ulf me dio un codazo en la boca del estoma riéndose.
-¡Por eso es un león, el rey de la selva! -los dos nos reimos acercandonos al grupo jarra en mano.*

Danielle los vio disolver la reunión de badajos y acercarse a ellas, en especial el tal Ludvig con expresión de candoroso depredador. Sólo esperaba que dijera una patochada y que Maisie lo sacudiera con el fino humor inglés, sería épico. Y cómo no, el querido “marido adorable de Giuliana” ya le estaba dando codazos a Höor que también se reía. ¿Crecerían algún día o pensaban tener eternamente 15 años? Enarcó una ceja y se llevo el vaso a los labios murmurando.

— Aquí vienen… bye bye guerra, hola borrachera y baile. Si nos necesitas… silba. ¡Suerte!.— se lo dijo a Maisie y se arrancó a caminar hacia donde estaba Ulf.— ¿Tu no tienes una mujer a la que sacar a bailar? O es que también quieres monopolizarlo hasta en el baile?.— le hizo un movimiento con la cabeza a Ulf para que la dejase con Höor.— espero que me hubieras reservado al menos uno, con toda la lata que has dado con esta fiesta…*


Cuando las palabras de la almirante resonaron en mis oídos, busqué con la mirada a Giuliana, esperando que ella no decidiera también marcharse y dejarme sola, con lo que me había costado entablar una conversación decente con otras mujeres. Pero la súplica de mi mirada no sirvió de mucho cuando llegó Ulf a llevarse a su mujer. Le di un bocado al scone, intentando ahogar mis penas en comida, pero cuando alcé la vista con la boca llena como un roedor, me encontré de frente con aquel hombre llamado Ludvig y su sonrisa ladeada. Me cubrí los labios con una mano, intentando disimular lo imposible. Mastiqué tan rápido como pude y tragué, buscando con los ojos una copa que llevarme a los labios para hacer pasar más rápido la pasta. Una vez lo conseguí, tosí un poco y le tendí la mano para presentarme.
-Buenas noches, soy Maisie Mountbatten.*

Ulf moviendo la mano sobre su verga le dejo claro a la pirata lo que pensaba de sus palabras, peor dispersada la reunión todos íbamos de caza y Ulf no era de los que abandonaba a su presa delicada cerca de tanto alfa, así que atajó la distancia con un par de zancadas al ver que los corderos del redil se dispersaban y cazando a su mujer como un saco le dio un par de azotes en le culo poniendo rumbo a la pista de baile.
-¿quieres bailar? -preguntó con una ladeada sonrisa como si le importara mucho después del acto bárbaro la respuesta de la bruja.
Viggo había visto su oportunidad, así que de frente a la inglesa le dedico una mirada de arriba a bajo admirando sus proporciones sin demasiado disimulo, seguramente en tierras inglesas esto seria descortés, en las nuestras era un piropo en toda regla. Había que evaluar bien lo que pensabas disfrutar después en la cama.
Masie le tendió la mano para presentarse de forma correcta esperando que se la besara, pero ludvig identifico mas bien que aceptaba el baile no propuesto y afianzando su muñeca tiró de ella hacia la pista como si acabara de cazar el benado mas suculento.


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Mensaje por Danielle Morgan Lun Mar 26, 2018 3:37 pm

Llevé mis manos a la cintura de la pirata acercándome a ella.
-Así que quieres bailar en esa fiesta que no querías preparar -susurré acercando mis labios a su cuello depositando un par de besos -al final parece que no os lleváis tan mal ¿cierto?
Me gustaba dejarle claro que yo tenía la razón y aunque lo estaba haciendo de forma sutil la sonrisa picara se pinto en mis labios contra su piel -mañana partiré hacia los bosques del suroeste.*

—Jum… ya veremos. Podría ser peor.— Se refería obviamente a la inglesa, que no es que fuera la mujer más divertida del mundo pero tampoco parecía la más estúpida y estirada. No solía juzgar por las apariencias, pero esa vez se había dejado llevar por un incipiente sentimiento llamado “celos”, algo que no había experimentado antes porque en alta mar pronto se dio cuenta de cómo era Henry Morgan y lo que cabía esperar de él. Que partiese a los bosques del suroeste no era algo descabellado, pero sí que estaba flotando en el aire esa sensación de tener una espada de Damocles sobre sus cabezas, el golpe de Randulf vendría y sería contundente, lo que no sabían era cómo ni cuando.— Pues ten cuidado…y en ese caso, tendré que aprovechar hoy.— “por si no hay mañana”. Mierda. No quería pensar en eso, pero era una realidad en Akershus, una despiadada y asquerosa realidad, no era un eufemismo, cada día podía ser el último. Le siguió el paso, que para algo le habían enseñado protocolo y baile en el King’s School de Canterbury, hasta que chocaron con el pazguato de Ulf que en vez de bailar, parecía un elefante en una cacharrería.*


Desde que había llegado a Akershus había aprendido que los modales eran algo que no sólo escaseaban, sino que, directamente, no existían. Así que cuando le tendí la mano al hombre para que la estrechara como el máximo trato de cercanía con el que yo me veía cómoda, que éste tirara de mí hacia su cuerpo para sacarme a bailar, me descolocó por completo. Obviamente, sabía bailar, era inglesa y, además, prima de la reina. Era algo obligado el saber mover los pies en las innumerables fiestas que se celebraban en palacio, pero los británicos no nos acercábamos tanto.
-¿Le importaría darme algo de espacio?
Pregunté de la manera más cortés que pude, intentando empujarle con disimulo al poner una mano en su hombro. El calor que éste desprendía me resultaba algo violento pero no quería parecer la dama estirada que todos pensaban que era.*

Enarqué una ceja mirando a la inglesa cuando puso su mano en mi hombro empujándome ligeramente, pero pronto mi sonrisa se ladeo, había escuchado rumores sobre las extranjeras y mas sobre las niñas ricas que tenían que fingir no querer cuando querían, el "no" era un si gritado y mi diestra se poso en donde la espalda perdía su nombre orillándola mas contra mi cuerpo.
-no os preocupéis, no muerdo -susurré -bueno, eso no es del todo cierto -bromeé ¿y de donde vienes? ¿vas a quedarte por aquí mucho tiempo?.- la verdad es que no es que me importara lo segundo, mis cazas solían durar una noche.

Dani seguía mi ritmo con gracilidad, conversábamos y reíamos, aunque era evidente que los dos sabíamos que Randulf preparaba algo gordo y que a no mucho tardar sabríamos las consecuencias de aquellos ataques " esporádicos" a las fronteras.
-Tendremos que aprovechar la noche - dije dejando un mordisco entre cuello y hombro antes de hacerla girar entre mis brazos volviendo a recogerla con su espalda ligeramente inclinada hacia atras.
Ulf tropezó con la pirata justo cuando mis labios se acercaban peligrosamente a los de ella y la miró de soslayo asegurando que le invadía su espacio, Ulf tenia la virtud de interrumpirnos aun sin quererlo. Los dos se llevaban mal, pero a la hora de trabajar eran eficientes, ambos querían estas tierras por motivos distintos, para Ulf, el norte era su hogar y las gentes sus hermanos, para Dani era un hogar que no conocía pero por el que estaba dejándose la piel a cada paso.*


El tal Ludvig, no sólo no me cedió el espacio que le pedí, sino que encima, con toda la osadía del mundo, se tomó las confianzas que ningún hombre que no se desposara primero con una dama debería tener. Sentía cómo me ardían las mejillas y el calor se extendió por mi cuerpo hasta llegar a la mano, la cual abrí por completo tras apartarla del hombro ajeno del que había estado intentando distanciarme y alzando el brazo, tomé impulso para golpear el rostro del hombre con todas mis fuerzas. El bofetón resonó en la sala por encima de la música y algunos se giraron a mirarnos. Ahora la palma más que arderme, me dolía.
-¡¿Cómo se atreve a tocarle el culo a una dama?!*

La hostia de la morena retumbó en toda la estancia, tal fue la fuerza que puso que me giró ligeramente la cara, mis ojos volvieron a centrarse en los ajenos y antes de que pudiera reaccionar atrapé su diestra llevándosela tras la espalda, mi cuerpo se pego al ajeno lo suficiente como para hablar con ella sin levantar el tono.
-No permito que me golpeen sin un motivo y no entiendo el tuyo ¿no querías bailar? aflojé el agarré al notar su cara compungida, quizás porque le estaba haciendo daño y no era ni de lejos esa mi intención, menos faltarle el respeto a Höor, peor aquí en el norte un guantazo de una mujer podía ser devuelto.*
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Mensaje por Maisie Mountbatten Lun Abr 02, 2018 4:55 pm

Danielle se giró al oír el bofetón, iba a gruñirle a Ulf por darle un empujón cuando estaba a punto de besar a Höor pero vio a Lady Pija arrearle una sonora hostia más grande que un pan al tal Viggo que la miraba con cara de poker y ladeó la sonrisa.

— ¿lo ves? No soy la única que tiene la mano suelta…— le dijo al moreno que estaba aún agarrado a su cintura, pero se contuvo de reirse, porque no sabía hasta qué punto eso podía ser un incidente diplomático.*


Cuando el hombre me agarró de la muñeca y echó mi brazo hacia atrás, sentí una punzada de dolor subirme hasta el hombro y no contuve un quejido entre dientes. Arrugué el gesto, mirándole de reojo y debió ver lo que su acto me hacía, porque me liberó y enseguida me toqué el brazo con la otra mano.
-¿Desde cuando para bailar hay que bajar tanto la mano?
Si las miradas matasen, ahora mismo dos enormes puñales se clavarían en el cuello del tal Viggo por su descaro, no sólo por tocar de más, sino por su agresión física.
-Debería controlar su ira.
Le acusé sin remordimientos ni miramiento alguno.*

Höor que tenia al a pirata reclinada sobre sus brazos y se disponía a besarla la alzó la chocar con Ulf, mas si eso no fue suficiente la sonora bofetada lo llevó a girar la cabeza hasta encontrarse con un furibundo Viggo que ni de lejos comprendía lo ocurrido. Ulf se descojonaba mirando la escena y aseguraba a su mujer que él había enseñado a la pija a dar esos puñetazos.
-A mi me ha sonado mas a guantazo -aseguró el conde solo por contradecir a su amigo.
-Tu tienes la mano mas suelta que mi amiga, debe ser cosa de inglesas -dijo Höor enarcando una ceja.
-Debe ser la infusión del demonio que beben a las 5 -añadió Ulf metiendo cizaña -te prohibo que bebas de eso - espetó a su mujer señalándola con el indice.

Viggo que había detenido su ataque como si fuera una norteña y no una dama inglesa al darse cuenta de su error la soltó, aunque su rostro reflejaba en una parte el desconcierto y en otra la rabia de que una mujer lo dejara en ridículo.
-¿y donde quieres ponga la mano exactamente ?-preguntó mas perdido que un esquimal en el desierto -a ver para que crees que bailo contigo si no es para tocar cacho.
Las palabras de Viggo no tenían filtro pero eran razonable para como los vikingos veían el mundo -¿no pretender follar conmigo?*

Me fijé entonces en todas las miradas que se clavaban en nosotros y sentí el calor ascender hasta mis mejillas, que de seguro se pusieron rojas como tomates. De poder, me hubiese escondido, pero no había agujero en el que meterme y, además, se suponía aquella fiesta era para mí, no podía irme, sería toda una falta de respeto hacia Höor y Danielle que la habían preparado con esmero.
-La mano se pone en la cintura y otra sujetando la mía.
Respondí con calma, intentando que la gente dejara de pensar en lo ocurrido. Pero entonces escuché la pregunta y mis ojos se abrieron como platos.
-¿Qué has dicho? ¿Quién te crees que soy? ¡Soy Maisie Mountbatten!
Al darme cuenta de mi reacción y de que acababa de gritar mi nombre, cuando no sabía ni quiénes eran la mayoría de los presentes, me cubrí rápidamente la boca con la mano, con tal ímpetu que hasta me hice daño.*


Viggo se echo a reir a carcajadas mientras el resto de hombres que habían detenido el baile y estaban pendientes a la pareja se unían a su sonora risa.
-¿Y para que voy a querer poner mi mano en tu cintura si tienes el pandero un poco mas abajo? -preguntó elevando el tono acompasando su pregunta a los vitorees de los hombres por hablar así de claro. Aunque ni de lejos esa fue la mayor ofensa pronunciada por le vikingo, pues cuando su segunda pregunta llegó a los oídos de la "princesita" esta le gritó su nombre como si eso para Viggo fuera una respuesta al enigma de la mujer desconocida.
-Y yo soy Viggo Ludvig, encantado, hechas las presentaciones y ahora que nos conocemos ¿follamos?
Las risas retumbaron en el lugar cuando Hoor se acercó echándole el brazo por encima del cuello al cambiante, mas por salvar a su amiga que porque considerara una ofensa la actitud del Leon, que a fin de cuentas animado por el alcohol no hacía nada que no hiciera el resto de invitados, eso si, con norteñas que buscaban pasar la noche acompañadas y no solas como la inglesa.*


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Mensaje por Danielle Morgan Lun Abr 02, 2018 4:56 pm

Danielle puso los ojos en blanco y se acercó a Maisie, “pirata al rescate”.
— Vamos a por un brandy, que parece que los ánimos se han caldeado un poco. Y tú…— señaló a Ulf con el dedo.— deja de rondar a tu mujer como si fuera a robártela, porque de momento no tengo interés en ello, pero igual hasta me lo planteo para que le coja el guste el té y te de por culo a ti.— Se agarró al brazo de Maisie empujándola suavemente en dirección contraria a la de Viggo y Höor, susurrándole.— ¡Bien hecho! A veces me dan ganas de sacudirlos como a un saco de patatas y me contengo porque parece que el bicho raro soy yo…— puso dos vasos de brandy y le ofreció uno a la inglesa. Miró a Viggo y luego a Maisie aguantándose la sonrisa socarrona y enarcando las cejas.— Lo cierto es que está bueno. Que no te digo que quieras nada con él, pero así como dato…está bien.*


Sentí rabia cuando el hombre pareció tomarse a broma mi enfado y mi nombre, estaba claro que no sabía nada del mundo si no conocía el apellido Mountbatten. Por suerte para mí, se aproximó la Almirante Morgan a mi encuentro y me sacó de allí con elegancia, sin que pareciera que huía de un enfrentamiento que yo no deseaba. Los hombres allí eran unos bárbaros, eso lo supe desde mi llegada, pero este era el primero que me ponía una mano encima de esa manera.
-Pues ahora seremos dos bichos raros...
Respondí también en tono bajo, dejándome llevar y tomé el vaso que me ofreció, dándole un breve sorbo para calmarme. Ante el comentario que ella me hizo, dirigí mi mirada azulada en dirección al infractor y resoplé por la nariz, indignada.
-Puede ser todo lo guapo que quiera, que con esos modales, sólo se ganará más bofetadas.*

Höor tiró de Viggo hacía la barra donde se servían las jarras de hidromiel mientras este bufaba y resoplaba preguntando al conde de donde cojones había sacado una hembra tan frígida. Ulf, tras acompañar a la bruja junto a las mujeres, no fuera que se perdiera y algún gañan se la robara por el camino, ensanchó la sonrisa como un niño escuchando el comentario de la pirata acerca de los atributos de Viggo y como no le gustaba joder a Dani, y no precisamente en el buen sentido de la palabra se fue con Höor y Viggo a por una jarra.
-Tu almirante quiere tirarse al Leon -dijo ensanchando la sonrisa como si la información estuviera bien dada.
Viggo se descojonó por un momento al ver la cara de pocos amigos de Höor y sus celos compulsivos que intentaba no mostrar a menudo.
-No te cabrees, es una Inglesa, acostumbran a beber té, búscate una buena hembra, que aquí abundan y no te pasará como a este -dijo Ulf dandole un golpe al conde en el pecho -que tiene que aguantar los desaires de la pirata.*

La pirata ladeó la cabeza bebiendo un trago de su vaso imaginando el futuro más cercano lleno de gruñidos y resoplidos por parte del cambiante y de enfados y crujir de dientes de la inglesa. Ella ya lo había pasado con Höor desde que llegó, y eso que al ser mujer de mar estaba acostumbrada a los hombres rudos y maleducados.

— Pues ve ejercitando la palma, te van a salir callos. ¡Ah! Giuliana, mañana podría enseñarle el hospital y la escuela y si quiere aprovechar para preguntarte algo, pues que lo haga. Yo tengo que bajar al puerto antes de las doce que tengo negocios que atender. ¿Un té del demonio a las cinco? Tendré preparada la tetera.*

Estaba tan ofuscada que los sorbos se sucedieron a una velocidad inusitada y pronto tenía el vaso vacío entre mis dedos. Disimulé, cubriendo el vidrio con las falanges y fingiendo dar más tragos, cuando lo único que entraba en mi boca era aire.
-Me encantaría ir al hospital, ya le comenté antes que me gustaría poder ayudar en lo que sea, por ínfimo que parezca.
Le dediqué una sonrisa a Giuliana y otra a Danielle, que muy amablemente me ofrecía un rato de relax tomando té.
-A las cinco en punto estaré ahí, la puntualidad inglesa es algo que llevaré siempre en la sangre.
Comenté con orgullo, decidiendo dejar, finalmente, la copa sobre la mesa.*
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Mensaje por Höor Cannif Lun Abr 02, 2018 4:58 pm

Höor intentó omitir a Ulf negando con la cabeza para centrarse en Viggo y sus desaires.
-Deberías ir con ella mas despacio.
Ulf y Viggo se ríeeron al unísono como si el conde acabara de contar un chiste.
-Invitala a cenar, con las mujeres de fuera, hay que dar mas vueltas, el final es abrirlas de piernas, pero por Odin que no se note ¿sabéis jugar al ajedrez?
La mirada de los dos vikingos era un poema.
-Vale, olvidemos el ajedrez, ha de parecer que te importa lo que te cuenta -dijo Höor dando su peculiar clase magistral -tu asiente, sonríe y poco a poco llévala a tu terreno, unas copas y bueno, al final de la noche seguro esta mas receptiva.
-Me da pereza solo de escucharte Höor -añadió Ulf.
-Es como ir de caza ¿No sois depredadores? pues saboread el juego antes de comeros la pieza..tiene su diversión.
Los dos se miraron como si este ejemplo fuera mas asimilable para ellos.*

Desde luego Cannif era el tuerto en el país de los ciegos, porque no se podía ser más bruto y más gañán que Ulf y Viggo, de haberlos escuchado, la inglesa se habría dado media vuelta con su baúl, y ella la habría llevado con gusto hasta Tombuctu si ese fuera su deseo.

— ¿sabéis una cosa? Me he dado cuenta que a veces los hombres más “simples” dan menos dolores de cabeza. Henry Morgan era retorcido y cruel y era agotador. Si hay algo de bueno en este lugar es que sabes a qué atenerte. Esto es lo que hay Maisie, no diré que son encantadores… pero lo que ves es lo que hay. Al menos son auténticos. Seguramente estén debatiendo si emborracharse aquí o en la taberna o pelear o quién es más fuerte.— La bruja asintió divertida, Danielle expresaba en alto cosas que ella jamás se habría atrevido, aunque a veces pensaba igual, su marido era un hombre de costumbres sencillas y más cabezota que una mula.

— Si que tienen su encanto… admito que Ulf es muy terco y muy bestia cuando quiere…pero es un marido fiel y un padre estupendo. Es protector…
— Querrás decir celoso en extremo.
— Si, bueno… un poco celoso también, pero es porque necesita protegernos, va en su naturaleza.*

Escuché con atención lo que ambas decían. Y aunque entendía que ellas ponían como referencia a sus parejas, el tal Viggo nada tenía que ver con ellas. Entre Danielle y Höor, al igual que entre Giuliana y Ulf, había una relación estable y aunque siguiera siendo de bárbaros el toquetearse de más en público, al menos estaba, en cierto modo, justificado. Que el hombre aquel me tocara a mí el culo, no tenía cabida alguna en la lógica y menos aún en la caballerosidad. Pero antes de que fuera a comentar algo al respecto, caí en una de las cosas dichas por Giuliana y con curiosidad ladeé ligeramente la cabeza. Me mordí el labio, no teniendo claro si debiera preguntar, pero no creí que fuera un atrevimiento, no demasiado al menos.
-Disculpa, ¿has dicho que está en su naturaleza? ¿Y qué tiene de especial?*

Viggo se acabó la jarra de un trago y azuzado por Ulf que le dio un par de manotazos en la espalda como si fuera a enfrentar al mismo Randulf y Höor que lo llamaba a la calma salió disparado hacia las mujeres con la mejor de sus sonrisas pintada en la cara.
-Buenas -dijo volviendo plantarse frente a la "Inglesa de nombre importante" -me preguntaba a que hora quieres te recoja mañana para irnos a cenar, creo que eso te hará estar mas predispuesta a ..- Höor carraspeó desde la barra -quiero decir que así, tendrás otro concepto de mi -apuntó ladeando la sonrisa por la mentira épica que acaba de soltar.
Ulf se descojonaba desde la barra asegurando que asi le había ido al conde con Dani, que para pinchársela había tenido que hacerla almirante y comprarle tres barcos con el dinero de la reina iNglesa.
-Te hubiera salido mas barato ir de putas.*





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Mensaje por Maisie Mountbatten Miér Abr 04, 2018 3:27 pm

Giuliana miró a Maisie y luego a Danielle con esa mirada elocuente que entre ellas era como un diálogo. No lo sabía. No tenía ni idea de que en Akershus había gente con todo tipo de naturalezas sobrenaturales. Danielle asintió, indicándole que debía contárselo porque más pronto que tarde la inglesa descubriría lo evidente.

— Mi marido es un cambiante lobo, puede adoptar la forma de éste…y yo soy una bruja.— Danielle se rascó la sien y miró a Maisie.
— no te miente… aquí la única pringada soy yo, que no soy nada especial, sólo cuento con mi mala leche británica. Si te suena extraño e imposible, espérate a ver algunos de los que se pasean por aquí.

Ciertamente una explicación así tan sencilla y somera, podía parecer una broma, pero es que era la más pura realidad y Giuliana para que Maisie no sintiera que le estaban tomando el pelo tomó el vaso de la inglesa y lo hizo arder con un truco básico de mago, hasta que el alcohol se consumió.*


Vi como las dos mujeres se miraban y enseguida supe que algo tramaban, porque yo había mirado del mismo modo a mi prima Lena en muchas ocasiones. Mas cuando escuché su respuesta, mi reacción, obvia y esperada, fue reírme. Me estaban tomando el pelo, pensando que al ser inglesa, no entendería sus gracias norteñas. Despegué mis labios para decirles que ya valía de reírse de la invitada, pero vi como el vaso ardía y mis ojos se abrieron como platos.
Aún estaba aturdida, pensando que mi vista me engañaba, cuando se acercó de nuevo el tal Viggo, diciendo tonterías y, al final, invitándome a una supuesta cena. Sacudí la cabeza, mirando de nuevo a las damas. Alcé una mano, indicándole al hombre que esperara.
-¿Acabas de prenderle fuego al brandy, con la mente?
Regresé mi vista al que, al parecer, había cambiado de actitud, ¿sería otro truco de magia?
-¿Me estás invitando a cenar y ni te inmutas por lo que esta mujer acaba de hacer?
Estaba tan perdida, que hasta había olvidado mis modales y ya tuteaba a los presentes.*

Viggo miraba a la inglesa esperando su respuesta, enarcó una ceja al darse cuenta del desconcierto que presentaba ante un truco aparentemente sencillo.
Akershus, el norte mejor dicho, estaba plagado de magia, él era un ser sobrenatural en si mismo, esas cosas no lograban sorprenderlo a estas alturas del cuento.
-Es bruja -atajó como si es careciera de importancia, no así la respuesta que esperaba le diera sobre la cena.
-¿entonces? ¿a que hora te recojo?*

Giuliana se encogió de hombros por respuesta, no iba a decirle a Maisie “te dije que era bruja”, porque entendía que pensase que estaba de broma.
— No se lo acaba de creer, es normal, a mi también me costó al principio, pero he visto tantas cosas raras en mis viajes que esto no es para tanto.— Danielle intervino sirviéndole otro brandy y esta vez doble, que dejó sobre la mano de la invitada.— Así no se invita a cenar a una señorita, prueba así.— hizo una media reverencia e invitó a Viggo a practicarla, pero con media sonrisa en la cara, porque como se pusieran payasos Höor, Ulf y Viggo, las cosas podían acabar de forma muy loca.*


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Mensaje por Danielle Morgan Miér Abr 04, 2018 3:29 pm

No entendía nada, me estaban contando que en el mundo había brujas, algo más creíble que lo de que existieran hombres que se convertían en lobos, pero igualmente todo me desencajaba el pensamiento. Miré la copa que ahora reposaba sobre mi mano, dejada allí por la almirante Morgan y sin pensármelo mucho, le di un largo trago, mirando por encima del vidrio a Viggo.
-¿Y tú qué eres? Porque si ella es la única "pringada", eso significa que tú haces algo...
Tal y como lo dije me di cuenta que sonó como si estuviera en un circo y cada uno de los presentes tuviera su propia función. Me pasé la mano libre por la cara, desde la frente hacia el mentón y resoplé.
-Pensé que este era un país de bárbaros, pero ahora veo que es un país de locuras y yo cada vez encajo menos...
Le di otro trago más al brandy, demasiado largo, y al alzar la vista sentí que me mareaba un poco.*

Ulf dio un manotazo a Höor al ver como la pirata hacía la reverencia.
-Ya esta esta enseñando a Viggo como agacharse para que lo enculen, esa mujer tiene un fetiche con someter a los hombres -dijo riéndose a carcajadas -venga, vamos a ayudar a Viggo.
Höor no veía muy clara la situación, pero mejor estar cerca, que lejos y mas después de haber visto como la bruja liaba mas, si es que eso era posible, el momento prendiendo fuego a la copa para hacer alarde de la magia. Viggó miró fijamente a la inglesa que bebía ya por inercia.
-si quieres saber lo que soy, tendrás que cenar conmigo.
-Es el rey de la selva -dijo Ulf echando mano a la nalga de su mujer para marcar su pertenecía frente al resto de machos que había merodeando a las hembras.
-A la mierda el factor sorpresa -se quejó Viggo.
-A mi no me mires, yo solo soy el héroe -apunto Hoor con una picara sonrisa mirando a Masie.*

—Pues eso, que Höor y yo somos los únicos pringados. Pero tranquila que ya te acostumbrarás. ¿Por qué te crees que Randulf nos machaca con esta guerra de ese modo? Tiene criaturas y bestias en sus filas, el mundo es más oscuro de lo que pensamos. Pero bueno, dejemos los pensamientos lúgubres y celebremos, que esto es una fiesta. Préstame a tu marido, bruja, que tengo que regañarle un poco.— Cogió a Ulf y se lo llevó al centro de la sala a bailar, era falso que tuviera que regañarlo, sólo quería pedirle algo.— Ulf…yo vigilaré que no se meta en muchos problemas, pero no sabemos cómo le afectará lo que sois. Cuida tú de que Viggo no la lie mucho ¿de acuerdo?*


Al escuchar que debía aceptar lo de la cena para que me dijera lo que era, por un lado me disgustó y por otro hizo crecer mi interés, sin embargo, antes de que abriera la boca para aceptar, llegó Ulf y le quitó el misterio al asunto, diciendo que Viggo el rey de la selva. Mis cejas se arquearon y alzaron, las dos a la vez.
-Espera, ¿tú eres un lobo y tú un león?
Les miré a uno y a otro consecutivamente. Si que un hombre se convirtiera en un can me parecía demasiado, que lo hiciera en un felino gigante, ya me dejaba fuera de mí. Me llevé el vaso a los labios y al darle un breve sorbo, se me cerraron por un instante los ojos. Uff, mejor no darle más tragos al brandy. Tendí el brazo hacia delante y le di la copa a Viggo.
-Acábate esto por mí y cenaré contigo. Pero como intentes de nuevo lo de antes, no te llevarás sólo una bofetada, ya te lo aviso.*

Al menos la inglesa era hábil en las deducciones pese a ir borracha pensó Viggo ladeando la sonrisa mirando a Höor de soslayo. Su "mujer" se había llevado a Ulf, con el que tenía una relación bastante "rara" a bailar.
-Hoy creo que no mojemos ninguno ¿el burdel siempre esta abierto no? -preguntó entre susurros llevándose un capon del conde negando con la cabeza.
La inglesa llevó la copa contra el pecho del León que se la bebió de un trago sin problemas.
-Perfecto, te recojo a las 10 -aseguró con ese deje de seguridad que ostentaba.
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Mensaje por Höor Cannif Miér Abr 04, 2018 3:30 pm

La pirata bailaba con Ulf aun en la pista, este le aseguraba que Viggo sabía comportarse perfectamente, solo que las inglesas eran muy estiradas.
Viggo volvió a llevar su brazo al cuello de Höor para que n ose escuchara su siguiente pregunta.
-¿Y ahora que esta borracha no sería mas fácil asentir y sonreír para que me abra las piernas que mañana?
-Te acaba de decir que te va a soltar una Hotia Viggo ¿donde ves tu eso de que este receptiva? -preguntó el conde hundiendo sus dedos en el pelo ya con desesperación. Para que se metía en esto de dar clases a dos pazguatos.
-¿Bailas bruja? -dijo finalmente tendiéndole la mano a Giuliana que miraba hacía la pista de baile.
Tiró de ella aferrando su cintura con la diestra y enredando la zurda con su otra mano.
-puedes bailar con esa panza -bromeé guiñándole un ojo y dejando a Viggo y a Maisie solos*

Ulf ya la zarandeaba y volteaba a menudo, asi que si ese embarazo no le salía mal, sería un milagro. Bailó con Höor, que al menos tenía más arte que su marido, ya que se educó en la corte de pequeño y era un poco más diestro en esos menesteres. No podía tenérselo en cuenta al cambiante, que era un animal, literalmente hablando, y que se había criado espada en mano. En algun momento se encontraron cerca de Dani y Ulf y éste trató de soltar a la inglesa, que normalmente le daba cierta urticaria, pero la bruja lo pinchó.

— No, no, de eso nada!! Höor baila mejor que tú, déjame un rato con él y quédate tú con Danielle.
— Vaya, gracias por la parte que me toca, bruja. Peregrinos somos y en el camino nos encontraremos.— le hizo el signo de que la tenía vigilada mientras la rubia se reía en manos del conde.— Tu mujer es una gran mujer. Tiene más suerte de la que te mereces.— le dijo a Ulf.*


Como si tuviera una enfermedad contagiosa, pronto desaparecieron todos y me dejaron a solas con Viggo, el supuesto león. Ladeé un poco la cabeza, observándole. No sé qué pretendía encontrarle, si una cola, una melena que le rodeara el cuello o garras del tamaño de mi cara, pero yo, por mucho que buscara, sólo veía a un hombre normal y corriente frente a mí. Al erguir de nuevo el cuello, me percaté del calor que sentía en la cara y me llevé las manos a las mejillas.
-Hacía demasiado tiempo que no bebía tan rápido...
Comenté, entornando la vista y al final me di aire como pude, ahuecando el cuello de la camisa con la diestra.
-¿No hay dónde sentarse?
Estaba desubicada y si me giraba mucho a mirar, me marearía. Esperaba que el cambiante me indicara tras la pregunta.*

Höor daba vueltas a la mujer de Ulf con maña, había sido educado en la corte muchos eran los bailes que dominaba y aunque si bien era cierto cuando bailaba con los suyos eran un barbado mas, era muy capaz. Ulf gruñía mirándolo con esos celos patológicos que ostentaba mientras su mujer y el conde bromeaban.
-A ver si te crees que te vas a llevar a la que cocina bien y me vas a dejar a la del barco que leva anclas y que llama a un cañon verga de Satan - gruñía el general haciendo reir a todos los presentes.
-Si tu hijo sale moreno es porque es mío -bromeó Höor mientras Ulf trataba de alcanzarlo con la pierna para darle una patada. Bien sabían los presentes que si en vez de ser el conde quien bromeaba fuera cualquier oro le resultado sería una pelea encarnizada en el castillo.

Viggo rodeo la cintura de Maisie con el brazo afianzando su cuerpo contra el propio para que no se acabara cayendo, y por meter mano, todo sea dicho de paso.
-¿Vamos fuera? -preguntó clavando sus azules en los de la dama -no te estoy tocando el culo -aseguró sonriendo con picardía como si eso fuera ya una hazaña y motivo mas que suficiente como para que lo acompañara -podemos dar un paseo, veras como la temperatura de ahí fuera te quita rápido el ciego..que por mi podemos ir a tu habitación y ..-al ver la cara de Maisie alzó la mano -vale, solo era una sugerencia...
En su cabeza pensaba "hacer como que la escuche y me interesa lo que dice"
-¿Entonces dices que bebes te? -salió por ahí como podía haberlo hecho por otro lado mientras iba tirando de la “princesita" hacía la puerta de entrada.*











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Mensaje por Maisie Mountbatten Lun Abr 16, 2018 10:40 am

Si el hombre orgulloso supiese lo ridículo que aparece ante quien le conoce, por orgullo sería humilde.
–Marià Aguiló


Algo tramaba ese hombre, lo supe desde el principio, pero fue su cambio de actitud de un momento a otro, tras mantener una breve charla con mi viejo amigo Höor, que me convencí del todo. Además, era tan torpe que me soltó en voz alta que no me tocaba el culo, como si encima tuviera que darle las gracias por ser un hombre decente y no meter su mano donde no debía. Mi mirada se entornó, clavándose en los azulados ojos de Viggo que alzaba las manos tras percatarse de que su propuesta sobre ir a mi recámara, no me había hecho gracia alguna. Sin embargo, de lo que no me había ido dando cuenta fue de su treta y es que mientras yo le miraba mal y le regañaba con el dedo por intentar propasarse anteriormente, él me había ido llevando hasta la salida, y para cuando quise darme cuenta estábamos ya en los jardines y la fresca brisa cortaba mis coloradas mejillas. Mi cuerpo se sentía aún cálido por la copa de brandy que me había bebido como si fuera agua y que ahora recorría mis venas entremezclado con la sangre.

Miré a mi alrededor, intentando buscar apoyo moral o visual de Danielle o de Giuliana, las dos únicas mujeres que me habían tratado bien desde mi llegada y a las que, desesperadamente, ya consideraba aliadas o, tal vez, incluso amigas. –¿Dónde están los demás?– Pregunté con tono inocente para nada fingido. Realmente era una ilusa inglesa en un mundo de bárbaros, y aunque ya me había acostumbrado a ciertas cosas, era la primera vez que tenía un trato tan cercano con uno de los hombres del conde que no estuviera ya casado. Tenía todas las alertas encendidas y en mi cabeza sonaban las mismas campanas que en palacio cuando se producía un incendio.

Intenté entonces girar para alejarme, pero el brazo del cambiante rodeando mi cintura parecía de hierro forjado y no cedía. Miré su mano y mis ojos ascendieron por su pecho hasta encontrarse de nuevo con los orbes del hombre que me seguía observando. –Aquí cogeré frío enseguida, creo que es mejor que regresemos dentro… con el resto.– Aunque había deseado evitar confesar que estar a solas con él me incomodaba o, para ser más exactos, me ponía nerviosa, al final se me había escapado. Mentir nunca había sido mi fuerte, uno de los motivos por los que agradecía no ser una de las posibles sucesoras al trono. La política se me daba muy mal y poner buena cara cuando algo no me gustaba, aún peor.


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Mensaje por Viggo Ludvig Lun Abr 16, 2018 12:33 pm

No afloje el agarré, era un depredador con la presa entre sus zarpas y aunque ella no lo supiera, a estas alturas se había convertido en un botín preciado.
No estaba acostumbrado a que las mujeres me esquivaran, mas bien solían saltar a mis brazos y por contra esta parecía mas preocupada de huir como un ratón cuando ve a un gato, que de descubrir que escondía bajo la armadura.
-Dentro te mareras mas, hemos salido a tomar el aire -le recordé ladeando la sonrisa mientras llevaba la diestra al broche y lo aflojaba para sacarme la capa de piel curtida y con un rápido gesto cubrir sus hombros para que no enfermara.
-No quiero ser responsable de tus fiebres.
Tiré de los dos extremos pegándola mas a mi cuerpo, cerca, demasiado cerca mi aliento bañado en alcohol acarició su boca mientras mis ojos descendiendo hacia el broche para colocarlo se detuvo unos instantes en su boca de fresa.

Ladeé la sonrisa al sentir como temblaba, como una hoja en otoño a punto de caer, así era como se veía en estos instantes esa mujer.
-¿me tenéis miedo o es solo frio? -pregunté
Francamente tenia motivos para sendas cosas, era un hombre peligroso, y hacía fuera el suficiente frio como para que frente a nuestras bocas una neblina blanquecina acortar las distancias con cada palabra.
-Tranquila, no voy a comerte -susurré acabando de anclar la joya antes de darle una mínima distancia -te acompañaré a tu habitación mujer...y si no quieres que pase.. me marcharé.

Pude ver la duda en sus ojos, como si no me creyera, por eso cuando le tendí el brazo no hizo ademan de cogerlo.
-Se lo que piensas, no te equivocas, soy un bárbaro y estoy muy orgulloso de serlo, peor eso no resta ni por un instante que tenga honor y palabra, no vendría a casa de Höor a insultar a una de sus invitadas.
No comprendo tu forma de ser, no comprendo porque te muestras rehacía a todo y porque parece llevas un palo metido por le culo cuando andar sin el es mucho mas divertido, peor solo pretendo llegues sana y salva a tu cámara..lo demás es secundario ahora mismo.


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Mensaje por Maisie Mountbatten Mar Abr 17, 2018 5:50 pm

El valor crece osando y el miedo vacilando.
–Publio Siro


Aunque usé la excusa del frío para intentar regresar con los demás, para nada me esperé el gesto que tuvo el hombre que se hacía llamar Viggo conmigo. Se quitó las pieles que cubrían sus hombros y me rodeó con ellas, abrigando mi cuerpo que, mucho más menudo que el suyo, quedó envuelto casi al completo con aquella capa de pelo tupido. Mis ojos siguieron el gesto y cuando las manos ajenas estuvieron por debajo de mi mentón, mis orbes ascendieron hasta encontrarse con los foráneos. Ambos teníamos unos iris claros, los suyos más cristalinos, los míos más marinos. Despegué mis labios, dispuesta a agradecer aquel acto tan caballeroso, cuando la pregunta del cambiante me dejó muda unos segundos. ¿Qué si le tenía miedo? Era obvio que estar a solas con él me incomodaba, pero no era como si temiera que me matara. Conocía bien a Höor y no hubiese traído a su casa a alguien que considerara peligroso y menos aún le quitaría la vista de encima. Si estaba yo sin vigilancia en los jardines con el león, era porque mi viejo amigo de la infancia, le tenía la suficiente confianza. El conde era impulsivo, pero no un necio y aún menos confiado con el enemigo en la propia familia. Así que tener ahí a Viggo era lo mismo que darme su palabra de que a pesar de ser un bárbaro, aquel era un buena hombre. Aún y sabiendo todo aquello, me costaba, de pronto, articular las palabras, así que negué a lo que me había cuestionado.

Y por si con lo de abrigarme no me hubiese dejado suficientemente asombrada, lo último que me dijo el rey de la selva me dejó del todo estupefacta. Parpadeé un par de veces y con el meñique de mi diestra, disimuladamente me toqué un poco la oreja, ¿había oído bien? El que pretendía llevarme a la cama rato antes, ahora decía que sólo deseaba llevarme a mi recámara sana y salva. Miré a ambos lados como si esperara encontrarme algún peligro, ya que por las palabras del cambiante, necesitaba vigilancia para llegar a mi estancia. –¿Temes que me pierda por el camino?– Interrogué al hombre que me miraba de manera intensa y con una tranquila sonrisa que me daba más mala espina que cuando ésta era perversa. Mis cejas se arquearon y levanté una mano. –Espera, mejor no contestes, que temo salir escaldada s lo haces.– Los hombres del norte tenían la mala costumbre de burlarse de las mujeres o, tal vez, sólo fuera de mí. De cualquier modo, mejor dejaba que me llevara a mi habitación y así podría tumbarme un rato, porque el mundo empezaba a dar vueltas y la sensación no me agradaba. –Acompáñame entonces, si eres tan amable.– Hice un ademán con la mano para que éste la tomara y me guiara hacia las escaleras. Pero con lo que yo no contaba era con el aumento de torpeza por mi parte y en cuanto comenzamos a subir peldaños, me tropecé de mala manera y me fui a toda velocidad hacia un lado, sin poder sujetarme pues me faltaban reflejos dada la cantidad de brandy que corría por mis venas y la rapidez con la que me lo había tragado.


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