Victorian Vampires
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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Charles Moncrieff Mar Jun 26, 2018 11:08 am

Lo infinito no puede ser simple

Las luces de las velas reflejan el rictus de placer del hombre que se incorpora de su lugar en el sillón para acercarse lento a aquélla que le brindará el mejor de los manjares esta noche de luna nueva. Reconoce esa ansiedad quemando su garganta, lacerando su estómago que urge por tener el preciado líquido para regodearse de su sabor en el paladar, en la boca recorriendo cada parte de su ser hasta concentrarse en su corazón, en su psique y rematar en su sexo. Se sonríe con lascivia sabiendo lo que continuará. Cada paso que acorta la distancia es tormentoso, espolea su ser para que lo apure. "Lo bueno, se hace esperar". Cree firmemente en esa frase y por tanto, sus pasos siguen siendo contados, cadenciosos, sin la vulgaridad de la prisa. ¿Para qué si sabe a la perfección que ella no moverá un solo músculo hasta que le dé alcance?

Porque Sabah, su señora oscura, espera paciente. ¿Para qué arruinar algo que él ansía con la poca elegancia de la rapidez? Ocho pasos le separan de ésta, cuando el séptimo es dado, Charles se detiene ante ella. Su altura compensa en cierta manera el poder de dominación que ella tiene. De pie, alza el mentón al tiempo que su sonrisa se expande. Baja el tronco para agacharse, tomando a la fémina con una mano en la espalda, la otra bajo la corva de las rodillas para levantar su peso en el aire con galantería, con esa soberbia de quien se sabe poderoso en fuerza. Es como si alzara una pluma. Sus bíceps y tríceps se marcan bajo la levita que le cubre el tronco.

Meses han pasado desde su primer encuentro en aquél callejón, donde sentenciara su destino con las palabras de poder que enunció en voz alta, queriendo algo que estaba lejos de su alcance. En el instante en que cegó la vida de aquél violador, dio comienzo a su deseo. Se cumplen poco a poco las normas fijadas. Este paso que dará hoy, será el que no tendrá regreso. Desconociendo ésto, es que Charles acoge a la vampiresa contra su calidez para tomar asiento en el sillón colocando a la fémina contra su regazo en tanto su nariz se acerca a su cuello aspirando la más deliciosa y subyugante fragancia que tiene al alcance de un mordisco. Para el humano, será imposible atravesar con facilidad la epidermis con los dientes planos que posee. Para la vampiresa, es tan simple como ejercer una minúscula presión para apoderarse de lo que se ofrece con tanta rendición y placer. Oh sí, es para el inglés el anhelado mordisco, el Beso vampírico lo que ansía. Puede ofrecer y otorgar su cuello, cada parte de su cuerpo con renovado ímpetu. Saboreando de antemano las sensaciones que le brinda ese simple acto cuando los colmillos rompen la piel para alcanzar el líquido que ambos comparten sin reservas.

Su nariz sigue acariciando cada centímetro del cuello de ésta, llegando a su yugular donde deposita un devoto y suave ósculo antes de continuar su recorrido hasta el lóbulo abriendo la boca para atrapar el zarcillo que lo cubre. Succionando un poco éste antes de sonreír con deleite - ¿Demasiado lento para ti, Sabah? Sólo quiero alargar este instante, este momento que pocas veces me otorgas. Ésto no es un reproche, mi Sire. Te confirmo lo que sabes, cuánto me encanta que me permitas beber de ti. Cuánto me fascina y me excita saber que tu vitae recorrerá mi boca, cada parte de mi paladar, impregnando cada papila gustativa de tu sabor. De tu ser - susurra con voz ronca por el deseo, por el anhelo en tanto una de sus manos recorre el muslo femenino hasta llegar a su cadera y la otra se eleva por su columna hasta su nuca, jugueteando con los negros rizos de la que es ahora, la mujer más importante de su existencia.

No Cinder, no Arden, no Annabeth. Oh no. Sólo esta vampiresa con el poder de subyugar, de manipular, de someter la voluntad del León de Devonshire. Este Duque se puede hincarse ante ella si lo pidiera. Si lo deseara. Sólo con solicitarlo, puede hacer de él lo que le plazca. Y aún así, en tanto sus ojos se encuentran, puede vislumbrar un brillo de rebeldía, de total y completa oposición a que ella le trate como un monigote. Porque jamás será este inglés alguien a quien controlar con facilidad. Habrá instantes en que todo se salga de balance, que el propio carácter y la personalidad tan dominante como la de la egipcia choquen dejando estelas de fuego a su alrededor. Saber que llevar a Charles hasta este punto de total sumisión es harto complicado. Debe hacerse con finura, con elegancia o un simple vulgar movimiento es suficiente para despertar la rabia del León. Tan poderoso e intransigente como la propia Sabah. Dos criaturas peligrosas de por si, están envueltos en esta vorágine de decadencia. La primera, es la vampiresa con milenios a las espaldas que se encuentra subyugada por lo que alcanzara a acariciar hace tantos siglos y que se perdiera por la intervención de la traición.

El segundo, es el ahora Duque, un ser de por sí ambicioso y egocéntrico. Un total psicópata que siendo todavía un ser común y corriente, alcanzó el cargo de nobleza para dar fuerza a su personalidad, una que ahora sigue atenta a los movimientos de la que será su Sire en el futuro. Que complace como niega. Que halaga como corrige. La diferencia recae en que mientras la primera sabe cómo conducirse, el otro acepta en tanto sienta que se hace bajo sus términos. Donde la mentalidad no sea apabullada por el poderío innato de la eternidad. Se sabe en desventaja y tras tantos encuentros -más de doce en realidad-, se nota la perseverancia y la obstinación del hombre porque carece todavía de los rasgos en su aura que lo definirían como un esclavo a la sangre de la vampiresa. ¿Por qué? Por su propia fuerza de voluntad. Jamás ha encontrado Sabah tremendo poseedor de sus convicciones que defiende a rajatabla. Muchos podrán alardear de ello, en lugar de hacerlo solamente, el Moncrieff lo reafirma con cada movimiento, con cada actitud, con cada capricho que le concede a la milenaria mujer y se mantiene en sus trece de no caer preso por la esclavitud.

Un ghoul es algo que dista de ser parte de la personalidad del León de Devonshire, al contrario. La noche en que llegó con ella, después de tres meses de ausencia por un asunto del que sólo una nota escueta fue el único aviso de lo que iba a hacer, demostró cuán grande es por sus propios medios, cuán capaz era de pelear por lo que considera suyo: el poder y el reconocimiento. Esa noche, Charles Moncrieff llegó ataviado con sus ropajes más perfectos y elegantes. Con la enorme banda en su costado que gritaba por sí lo que él callaba. Que era Duque. No un simple lord, por supuesto que no. Un Duque tan cercano a la Corona que era imposible que, de darse el caso y fallecieran los actuales monarcas, olvidara pelear por el reino de Inglaterra. Tan cercano a la total pleitesía de un reino. Tan mortalmente cerca que podría quemarse los dedos, haciendo los movimientos para derrotar a los reyes actuales con tal de ser llamado Rey Charles Moncrieff.

Y sin embargo, olvida esos actuares porque tiene algo mejor en el tablero de ajedrez y por lo cual sacrificaría su propia esencia. La inmortalidad en un trago de sangre. La eterna vida en manos de esta vampiresa milenaria a la cual muchos veneran, más todos temen. Inquisición, licántropos, cambiantes, cazadores, todos cambian de dirección cuando ella ocupa su sitio. Ese poder es lo que anhela, por lo que se contenta con el cargo de Duque a sabiendas que obtendrá algo mil veces mejor. Y aquí está, con la sonrisa ladeada, con las manos firmes esperando paciente a que la vampiresa le dé oportunidad de obtener lo que con creces gana con sus acciones. Respetuoso, sus movimientos son elegantes, confiados al tiempo porque sabe que con cada paso que da, esta inmortalidad se acerca con firmeza. Un solo gesto es necesario para saber que puede proceder.

Y como tal, venerando a lo que es su más preciada posesión -porque para él, Sabah es suya. Es su vampiresa, su vitae le pertenece puesto que se ha ganado el lugar a su lado-, mima el cuello con otro beso suave y cálido, al tiempo que su índice recubierto por un dedal de oro que termina en punta filosa, recorre suave la yugular de la fémina, haciendo este momento mucho más lento, mucho más tortuoso para ambos. Para el inglés que está sediento. Para ella que quiere ver si esta succión será la que le dé por fin el acceso completo a la psique del humano tornándolo en su ghoul por y para siempre. La punta se detiene en un sitio. La presión es suave comparada a la que él es capaz de infringir. Esa uña artificial atraviesa la piel lento, tan lento que es desquiciante. Y justo cuando la primer gota de vitae emerge, cambia de posición para hacer un segundo orificio. ¿Por qué? Porque en su mente, Charles quiere tener el placer de sentirse de forma innatural un vampiro.

La segunda gota baja, más él no se apresura. Tarde que temprano llegará a ésta, por lo que lleva a su boca el dedal hasta que su músculo bucal emerge llevando su vitae a su paladar. Los ojos acerados del inglés se tornan más oscuros, esta vez, por más que lo intenta, es inevitable. Su boca va directo a la primer gota que baja por la clavícula desnuda de la vampiresa absorbiéndola, con la lengua subiendo hasta el origen. Repite el proceso con la segunda, dejando un rastro de cristalina sustancia hasta que, por fin, ambos orificios están ante él. Hinca los colmillos humanos para imitar a su objeto de deseo. Las manos se afirman a la cadera y a la nuca de la inmortal al tiempo que da primera y más poderosa de las succiones. Su mente se embota, su cuerpo es recorrido por un estremecimiento eléctrico que hace trizas sus terminaciones nerviosas.

Jadea con potencia, da un segundo trago poderoso y violento. La succión es remarcada por sus dientes presionando la herida para que sea imposible de cerrar. No mientras él está disfrutando. Atrapa el cuerpo de la fémina contra el suyo, suavidad contra el firme músculo. Gruñe al sentir cómo su miembro se hincha por las sensaciones, por este subidón de adrenalina. Cómo desea su pene salir de su confinamiento para dar rienda a las pasiones más bajas. La sexualidad se hace presente cuando la mano en la cadera baja recorriendo la suavidad de la seda hasta llegar a su borde subiendo ahora por sobre la piel helada de la vampiresa, cual marfil. Un sonido se propaga en la estancia, refleja la pasión y la excitación a partes iguales. Un ronroneo del León de Devonshire demuestra lo que siente, cómo le complace todo ésto. Y como si fuera la respuesta a la curiosa observación de la vampiresa, el aura del hombre, del noble Duque, refleja las marcas de la total posesión.

Esta vez, la fuerza de voluntad ha sido quebrada desde su propio origen. El ahora ghoul aprieta las manos para separar el rostro un instante de la herida, ansioso por más, anhelante de lo que tendrá al tiempo que la alza para sujetar su cintura contra su cuerpo en tanto su mano le abre las piernas colocando a la vampiresa sobre él a horcajadas demostrando la potencia que ahora impregna su cuerpo. Aplasta las caderas contra las suyas para tomar su nuca llevando de nuevo esa aparentemente frágil figura contra él, llevando su boca manchada por el infame líquido a su origen. Lamiendo antes de volver a succionar con vehemencia, perdiéndose en lo que le provoca. Una mano encuentra los femeninos glúteos sosteniéndolos en vilo hasta que la otra abre la bragueta liberando su miembro. El sonido de la tela que cubre las pudorosas partes de la vampiresa al rasgarse es el anuncio de sus intenciones. Al no encontrar impedimentos verbales o físicos, gruñe con satisfacción al llenar la oquedad vaginal de la vampiresa admirando cuán fría está comparado con la lava que es su pene ahora mismo. Y se hunde, se hunde en el abismo de la locura del cual apenas se separa unos momentos para iniciar un enloquecedor vaivén en tanto sigue bebiendo de ella como si fuera un crío que mama de los senos de su madre el líquido que le sustenta.

Convirtiendo la transformación del otrora Duque de Devonshire, al del ghoul que sólo pertenecerá por y para siempre, a Sabah.


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Mensaje por Sabah Mar Ago 07, 2018 12:21 pm

Después de tanto tiempo que había pasado en el que por cuestiones del destino, si es que para mí seguía existiendo alguien que escribiera mi camino como si fuera una humana que pudiera ser controlada por los dioses, me había encontrado con ese humano que había estado buscando desde hacía tanto tiempo, alguien que pudiera sacarme del tedio que era la inmortalidad en la que si no encontrabas algo que te motivara, esa pequeña chispa que hacía la vida mucho más amena y divertida era todo demasiado monótono y aburrido, noche tras noche en lo que todo era exactamente lo mismo sin que nada cambiara, la inmortalidad de un vampiro era algo que se prolongaba indefinidamente por el tiempo sin que nada se alterara, todo permanecía inmutable al paso del tiempo y eso es lo que más costaba para un vampiro; encontrar algo que lo cambiara todo. Yo había encontrado a Charles, un humano cuya hambre por el poder era más que patente si sabías sondear los pensamientos de un humano y saber cómo conducirlo para que finalmente, por su propia decisión, hicieran lo que tú querías con ellos. Había pronunciado las palabras adecuadas en aquel callejón, le había mostrado aquello que él más anhelaba conseguir y que era más fácil con mi ayuda y eso era algo que él también lo sabía, porque de lo contrario no hubiera aceptado mi oferta. Sin embargo había sido una sorpresa demasiado grata y agradable ver cómo había actuado en ese tiempo, darme cuenta de que su alma estaba tan oscura y era tan retorcida como la mía, que con él no tenía que contenerme porque le gustaba ser cruel y despiadada como lo era yo... patente había quedado la primera noche cuando fuimos a impartir justicia, esa noche en la que el sello entre ambos se formó y el pacto que nos uniría por siempre se firmó con sangre por parte de ambos, la primera noche que dio a una sucesión de más encuentros en la oscuridad de la noche donde ambos dejábamos salir a jugar lo que llevábamos dentro, nuestros demonios más oscuros que parecían entenderse y que salían a jugar por la noche cada vez que nos habíamos encontrado. Era todo cuanto una vampira, como yo, podía pedir de un humano como él; aunque su carácter le impedía doblegarse y entregar su voluntad por completo a mí era respetuoso, sabía de la importancia que tenía la sangre y que esta solamente se era merecedora si se ganaba a pulso y se conseguía con el esfuerzo y el sudor, y cada noche me lo había demostrado, por eso siempre me gustaba recompensarlo para que supiera que me complacía su actuar y su forma de ser. No pedía, no exigía, solamente tomaba cuando él lo consideraba adecuado y apropiado, tampoco tomaba a la fuerza... no habría podido hacerlo pero me gustaba ver que tenía unos valores dignos de admirar, que era el mejor candidato que hubiera podido encontrar en siglos, milenios quizás... y lo que a muchos les había costado meses y meses, incluso hasta años, a él simplemente con un par de meses había sido más que suficiente para que yo diera un paso como el que esa noche se iba a firmar entre ambos, algo que nos acercaba más y nos enlazaba más de lo que estábamos... una unión que difícilmente podía ser quebrada o superada, pero sí, solo un paso podía hacer eso y... quién sabía, él había entregado su alma al diablo que era y yo en algún momento lo reclamaría y lo tomaría.

Nuestra “relación” distaba mucho de algo sentimental y emocional, iba sobre los instintos, sobre la lujuria, la decadencia, la oscuridad... algo que difícilmente se podía tener con otro humano y que era más factible encontrar con un vampiro, sin embargo Charles a veces me recordaba lo que era ser humana, había perdido los “tiempos” de cuando yo misma era humana y me venía bien alguien como él para que me los recordara y así nuestros juegos fueran mucho más duraderos. Por supuesto que sabía de la relación que tenía con la licántropa, algo que no me molestaba en absoluto porque lo que yo quería de él, lo que yo obtenía de él... nadie más podría dárselo, siquiera esa licántropa. Lo que él obtenía  a cambio conmigo, estando a mi lado, a la licántropa le costaría adquirir en cien de sus vidas, y por sobre todo, no tenía mi vitae que él ansiaba y anhelada cada vez con más frecuencia. No era muy dada a darle siempre de mi sangre sino que lo había hecho en ocasiones especiales en todos los encuentros que habíamos mantenido, sin embargo esa noche las tornas cambiarían y estaba convencida que él daría un paso más en la dirección que él buscaba. Él también lo sabía y por ese mismo motivo esa noche no íbamos a salir de caza; esa noche lo esperaría en mi mansión ataviada con un camisón de algodón egipcio de color rojo, uno que contrastaba con mi moreno de piel, había pedido a los sirvientes que lo llevaran ante mi presencia directamente cuando llegara en lo que yo esperaba sentada en aquel sillón que tenía, uno elevado en un pequeño escalón como si fuera una especie de “trono”. Con las piernas cruzadas y el camisón como única prenda esperé, con una copa de buen vino, la llegada del que pronto se convertiría en mi ghoul, en mi esclavo de sangre... algo que no le había concedido a nadie, al menos, no desde un principio pues sí que había tenido esclavos, pero estos ya eran demasiado adictos a la sangre cuando yo los había hecho llamar. Con charles, sin embargo, viviría de primera mano la conversión y la notaría en el mismo instante. Finalmente no se hizo de rogar, escuché a las sirvientas que lo mandaban donde yo estaba, había pedido que se retiraran y no nos molestaran por lo que solo estaríamos los dos esa noche, sus pasos sin prisa alguna lo condujeron hasta donde me encontraba, me levanté esperando su llegada y lo repasaba con mis ojos, un espécimen ejemplar y de valor que ahora podía decir que era “mío”, y como de mi “propiedad” que era lo protegería y lo cuidaría aunque él se bastara por sí solo de velar por sí mismo, pero era algo innato en mí. Se paró a tan solo un paso de donde yo me encontraba, se inclinó ligeramente hacia delante y sus manos pasaron bajo mis rodillas, otra en mi espalda, para levantarme en vuelo hecho que me hizo sonreír dejándole hacer, esa noche era por completo suya, para él.

Se movió hasta sentarse en el sillón donde me pegó a su regazo, sus labios pronto comenzaron a recorrer mi cuello dejando un pequeño reguero por este hasta que dejó un beso en mi yugular, algo que ansiaba y anhelaba de manera ferviente. Subió hasta alcanzar el lóbulo de mi oreja donde lo apresó entre sus labios, sus palabras emergieron de sus labios de manera ronca y yo sonreí por ellas viendo lo que él deseaba, lo mucho que lo hacía, me gustaba ver el respeto que tenía y el saber que no debía de tomar las cosas a menos que así se lo indicaran mientras su mano recorría mí muslo, y la otra se enredaba en mis oscuros rizos. Y tras unos minutos en lo que no dije nada, esperando por ver sus reacciones, fue que finalmente le di el permiso que tanto estaba ansiando y anhelando; le di permiso para poder beber de mi sangre. Sus labios volvieron de nuevo a mi cuello besándolo en lo que pude ver ese dedal de oro que tenía, con el cual, fue que hizo el primer agujero en mi cuello de donde ya cayó la primera gota de sangre... sin embargo no se afanó por tomarla como un desesperado, como cualquier otro bajo el yugo de la sangre vampírica haría; Charles tenía mucha más clase que eso. Sorpresa fue lo que noté cuando hizo un segundo agujero en mi cuello, emulando así los colmillos que teníamos, y solo cuando la segunda gota se unió al juego... su boca restó la distancia llevándola a mi cuello, y comenzó a beber de mi sangre, succionando de los orificios que él mismo había creado no sin limpiar antes el dedal que tenía en su dedo índice. Una de sus manos la tenía en mi espalda, la otra sujetaba mis caderas, ladeé la cabeza dándole mejor acceso y cerré los ojos ante la agradable y placentera sensación que me recorrió al sentirlo presionar sus propios dientes en mi piel como si fuera un vampiro, quizás otros no sintieran placer con esto, pero en el contexto en el que se hacía en ese momento yo sí encontraba placer. Un jadeo emanó de sus labios y pude sentir como todo su cuerpo se tensó ante el estallido que mi sangre le provocó, la poderosa adrenalina que corría desaforada por su cuerpo abrasándolo, calcinando sus venas a cada segundo. Su miembro se alzó como consecuencia de lo potente que era la sangre de vampiro y sonreí, moví mi cadera provocándolo solo para escuchar su jadeo dejándole hacer en lo que mis manos recorrían su pecho y sus brazos, una la enredé en su pelo. Su mano bajó de mi cadera por mi muslo en una caricia abrasadora, jadeé por ello porque para un vampiro podía ser excitante que bebieran de él y muchos disfrutaban de ello, fue en ese preciso instante en el que pude apreciar el cambio en su aura, ese pequeño matiz que había visto en varios esclavos de sangre: una marca de posesión. Le costaba contenerse aunque se separó un poco de mi herida, echó la cabeza hacia atrás y lo observé con curiosidad al ver de primera mano el cambio que se había producido en él.



-¿Quieres más, Charles?
–Pregunté en un ronroneo notando cómo estaba el humano, lo potente que era el afrodisíaco de la sangre, el potente subidón de adrenalina que te daba y lo que provocaba en su cuerpo. Sí, lo tentaba para que siguiera porque aquello era el principio de su nueva etapa, de un nuevo comienzo para él. Sin decir mucho más sus manos en mis caderas me pegaron y me alzaron, separó mis piernas abriéndolas para sentarme sobre él a horcajadas, el camisón subió dejando al descubierto más piel de mis piernas, me pegó contra sus caderas y su mano en mi nuca aferrándome para volver a beber de mi sangre como si no tuviera suficiente- eso es, bebe de mí –dije en un leve jadeo dejándole hacer en todo momento, esa era su noche para que la disfrutara. Sin poder resistirse a lo que mi sangre provocaba en su cuerpo, a esa potente erección que marcaba contra mi cuerpo, me elevó de las nalgas y bajó su bragueta dejando su miembro libre, no tardó demasiado en colar una mano y rasgar mi ropa interior alzando más mi camisón- esta noche es tuya Charles, tómala como te plazca –fueron mis palabras que le daban la confirmación de que si quería tomarme no iba a oponerme, sus caderas se movieron y sentí cómo se hundía en mi interior penetrándome, arrancándonos a los dos un gemido en  lo que yo arqueaba mi cuerpo hacia él. Mis dedos desabrocharon su camisa para dejar su pecho al descubierto en lo que mi interior se hacía a él, a su tamaño y a su grosor, aunque no tardó en comenzar a moverse imponiendo un ritmo rápido entrando y saliendo, mis dedos recorrieron su pecho y me dejé hacer por él en lo que tomaba todo cuanto él quería de mí, abrí más mis piernas dándole un mejor acceso, moví mi cadera siguiéndole el ritmo encontrándolo en cada golpe, mi mano subió a su pelo y lo enredé en este para acercar más su rostro a mi cuello. Cerré los ojos y gemí por el placer que aquel acto nos otorgaba, él bebía de mí  convirtiéndose en algo de lo que ya no había vuelta atrás, mientras me penetraba tomándome en otro sentido totalmente diferente, encendido por el poder de mi sangre que lo incitaba a que siguiera moviéndose en mi interior, arrancándome jadeos disfrutando de ese momento, del momento en que convertía un humano a un esclavo de mi sangre... algo que no había hecho salvo que no fuera por pura maldad y crueldad, aunque no de mi sangre pero sí de otros vampiros- sigue Charles, no pares.... toma tanto como quieras –porque por esa noche, esa única noche, iba a concederle todo aquello que él quisiera.
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Mensaje por Charles Moncrieff Mar Ago 21, 2018 2:25 pm

Lo que para muchos es terrorífico,
para algunos, es fascinante.

Si mirara hacia atrás, su travesía por París, con variopintas personas, la mayoría mujeres porque ¿Qué más se le puede pedir a alguien como Charles, acostumbrado a la admiración femenina y a las constantes demostraciones de interés? Vería todo el camino recorrido. Cada una de ellas es un tema del enorme libro de su existencia que va cerrándose o abriéndose dependiendo de la ocasión, que le otorga sabiduría y aprendizaje a cada paso que da. Las sorpresas son múltiples. Desde mujeres como Cinder, su socia y amante, la futura señora del Duque de Devonshire como la relación siga viento en popa; siguiendo por Arden, aquélla que fuera hija de los amigos de sus padres y que le brindara tantos datos anhelados que permitieron encauzar mejor la búsqueda de sus hermanos; la elegante Femke, con sus obsequios para la persona en particular que esperaba ver y que tras un exabrupto típico de la vida de Moncrieff, diera una nueva oportunidad; de todas ellas, ninguna se compara con Sabah. Ella es quien hará realidad la mayor fantasía que el inglés tuviera en toda su existencia desde que conoció a los vampiros: ser uno de ellos.

Quiso la muerte que se cruzaran en un espectáculo digno de uno de sus actos para los ricos y poderosos, propio como la oscuridad misma, teñido de rojo para una vampiresa que ansía tan vital líquido; de recovecos tan secretos como la propia psique del León de Devonshire. Dios los hace y el diablo los une, dice el refrán. Y tal cual, para Charles fue como encontrar el cofre del tesoro tan cacareado e inaccesible. Lo atrapó con ambas manos y se condujo de forma tal, que la vampiresa accedió a sus demandas. A cambio, estará bajo sus comandos. En tanto no pierda su independencia y su libertad, tan anheladas como protegidas por el humano, está de acuerdo en dejar que ella lleve la batuta hasta que él pueda hacerlo sin necesidad de una mentora tras sus pasos. Ahora, en la mansión de Sabah, tomando su cuerpo en apariencia frágil, bebiendo el líquido rojizo que resbala por su boca hasta despertar cada célula de su cuerpo, comprende que todo ésto tiene un por qué y vale la pena seguir el camino iniciado. Bebe con anhelo, con placer en tanto su cuerpo se enciende como una llama que al contacto con el alcohol, explota. Él, en una erección insoportable que busca refugio entre los aterciopelados pétalos del sexo contrario.

Ella, en una deliciosa sensación de dominación comprendiendo que Charles es ahora y será para toda la eternidad, suyo. Un hombre que cambia su rango inicial de mortal, dando un paso más a la condición vampírica transformando su cuerpo en el de un ghoul. Atado a ella, viviendo por ella, respirando por ella. Y así entonces, el vínculo entre ellos se forma, como si fuera una cadena de acero irrompible que impedirá la traición por ambas partes. - Siempre quiero más de ti - responde su pregunta en tanto su cuerpo demanda la actividad, lo complace haciendo que ella le monte a horcajadas, rasgando la tela de sus prendas más íntimas para deslizarse sinuoso cual serpiente por su húmeda cueva buscando alivio a su desenfreno. Tomando bien esas caderas con las manos, el vaivén se torna exigente, demandante. El Duque está listo para el siguiente asalto, esta vez seguirá siendo él, quien lleve el ritmo y la batuta, perforando la profundidad del sexo de Sabah para dar a ambos el placer inconmensurable del orgasmo. La pasión es desenfrenada, las manos de la fémina se deshacen de la camisa masculina.

El tórax firme y vibrante del hombre queda al descubierto, no hay mayor regocijo que verla ansiosa, desquiciada, exultante por el acto que desata los instintos más bajos de ambos. La vitae es el puente que los une y no les permite alejarse. Las caderas masculinas se mueven incansables, las femeninas responden con un ritmo que enloquece al hombre. Y sus palabras son la gloria en un bocado. Las saborea disfrutando del momento, olvidando que ella es su Domitor para convertirse en su amante, en su exigente señor que lo desea todo de Sabah acomodando su cuerpo en el sillón para tomar sus piernas subiéndolas a los hombros masculinos y darle más profundo, más vibrante, más intenso. Agazapa el cuerpo cual felino haciendo que su miembro se hunda muy dentro, deseando partir en dos a esa belleza egipcia que se le entrega sin pudores, soltando las ropas para dejarla desnuda en tanto él conserva la mayor parte de las ropas como un lascivo pensaría lo mismo que Charles: ella se entrega en tanto yo, sigo con mis prendas demostrando que no me importa un ápice su rendición, tomándola y haciendo de ella mi juguete, mi marioneta, la muñeca más costosa y menos apreciada de todas porque con mi desdén podría romperse en mil pedazos.

Y su megalomanía reafirma estas locuras, estos insanos pensamientos porque ¿Quién estaría cuerdo tras probar la vitae? Tenerla en la boca es un subidón más alto, como una gran montaña que se escala y al llegar a la cima, se deja caer sin importar si el cuerpo se rompe en mil pedazos con tal de sentir el subidón de la adrenalina y del placer sin límites. Una mano se entromete dentro de sus cuerpos para acariciar el clítoris de su compañera, incapaz de llegar a la cima sin que ella le acompañe, afanándose en ello para que Sabah tenga la misma respuesta que él. Hasta que la fémina no tiene su orgasmo, es que se deja llevar. Cuando ve los signos inequívocos del clímax femenino, bombea en su interior hasta que por fin, siente cómo el orgasmo se anuncia con una corriente eléctrica que se desliza desde sus testículos, pasando por su base, el tronco y rematar en el glande provocando un aullido de placer entremezclado con gruñidos y gemidos en tanto aprieta los dientes contra la herida provocando que emane más vitae. El rostro se le mancha del carmesí sin que haga un esfuerzo en limpiarse, todo lo contrario. Mueve el rostro para embarrarlo en su epidermis antes de alzar el mismo y gemir cuando por fin, el último estertor le deja vacío los ductos seminales y puede sentir alivio. Es cuando se comporta diferente, cuando va relamiendo cada gota del preciado líquido hasta dejar limpia la herida, depositando suaves y sugerentes besos. Con sonrisa en la boca, parece un campeón que ha logrado la hazaña de ganar el premio más grande de todos.

Desliza las palmas por la epidermis tan suave, cual porcelana, apreciando su belleza, dejando las piernas acomodarse en el sillón, antes de sonreír perezoso mirando el cuerpo de su domitor. - Eres la tentación hecha mujer, la más grande y absoluta fémina a la que deberían reverenciar todos - deposita un último beso en su corazón antes de incorporarse arreglándose la bragueta antes de hacer lo propio con el cuerpo de la mujer, vistiéndola con movimientos económicos, mimando de cierta forma. Muy a su manera, Charles le demuestra cuán apreciada es para él - debería - calla, lo hace porque al parpadear, algo se activa en su cuerpo viendo un halo alrededor de ella. Entorna los ojos echando el cuerpo atrás confundido, con los ojos más pequeños como si de rendijas fueran, observa a su alrededor, por inercia, su sentido del oído empieza a escuchar los más nimios sonidos que le confunden. Más allá, un relincho de un caballo; por otro lado, un grito de un varón. La cabeza voltea conforme lo guían esos sonidos, - ¿Qué pasa? - tensa el cuerpo esperando un ataque.

Y lo tiene, son todos los sonidos, al tiempo que los olores y la visión que no necesita más luz que la de una simple vela para atrapar todo el lugar con un rápido movimiento. Se sienta apoyando la espalda contra el respaldo del sillón - ¿Sabah? - por inercia pide ayuda. A su manera, está solicitando que le apoye porque todo ésto le es desconocido. Atrapa su cabeza con las manos apoyando los codos sobre los muslos intentando cerrar los ojos para acostumbrarse a los sonidos. Y su mente coloca la última pieza del rompecabezas, - ghoul - es todo lo que pronuncia cuando un sonido de objetos caer, llega hasta su tímpano, provocando un respingo, casi salta de su asiento en dirección hacia donde provino. Desenfunda sus dientes emitiendo un gruñido, poniendo las manos sobre la tela del sillón. Rasguña la misma, puede escuchar perfectamente cómo sus uñas se hincan en ésta y la aruñan. Sus ojos viajan hasta sus manos, queriendo atrapar con ello el acto y catalogarlo en su mente embotada con todos los sentidos aumentados causando desorientación.


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Mensaje por Sabah Sáb Sep 29, 2018 12:20 pm

Cada vez estaba más convencida de que Charles era la elección perfecta, el mejor que había podido escoger para satisfacer esa oscuridad que llevaba dentro y que no todo el mundo compartía, que no eran fáciles de encontrar porque personas como él habían pocas. Y sin embargo había tenido la suerte de encontrarlo y desde entonces no había hecho sino que demostrarme cuán acertada había sido mi elección al fijarme en él, al darle unos privilegios que otros en su misma situación habían tardado meses e incluso años en tenerlos. Sin embargo Charles en los meses que llevábamos se había ganado todos y cada uno de los privilegios que le había ido concediendo y otorgando con el paso de estos meses ya que se lo había ganado. Sabía que lo que más ansiaba el “león” era el poder, algo que había quedado más que claro desde el principio y de lo que yo sin duda alguna podría ayudarle a obtenerlo. Era cierto que fue esclavo pero sin embargo buscaba ir más allá de ser un mero esclavo de sangre aun con los “poderes” o “atributos” que serlo le conferirían. La sangre de vampiro era adictiva y él, desde el principio, había mostrado dicha adicción por mi sangre sobre todo por lo antigua que era y lo había visto disfrutar con el subidón y el frenesí que le daba al beber de mi sangre. De normalidad no se lo concedería de no ser realmente necesario o se lo ganara, sabía que el beber demasiado de un mismo vampiro durante una continuidad alargada podría provocar que se convirtiera en un esclavo, de hecho sabía que esa misma noche era posible que se diera la conversión y él pudiera notarlo. Yo jamás había sido demasiado dada a conceder tal honor como ese, un esclavo de sangre adicta solamente a la mía, queriendo, ansiando y anhelando mi vitae y complaciéndome para que eso pasara. Siempre había tenido esclavos de sangre pero estos jamás los había formado yo, no los había hecho yo adictos y sin embargo con Charles iba a romper la primera de las normas impuestas por mí misma. Pero el humano se lo había ganado a pulso y cada acción suya me había gustado, porque él entendía lo importante que era la vitae, el regalo que le estaba dando al ofrecerle mi sangre y poder convertirlo en mi esclavo para que solo viniera a buscarme a mí, para que solo quisiera estar conmigo. Este sin duda alguna era un pensamiento demasiado egoísta, propio de una vampira tan antigua como lo era, pero no entrañaba nada emocional ni sentimental porque ambos sabíamos de qué iba el asunto y jamás íbamos a pasar esa línea porque a ninguno nos interesaba. Aquello era como un “negocio” más donde ambos sacábamos nuestra parte del otro, quizás él pudiera pensar que el que más obtenía era él pero se equivocaba, porque había pasado demasiadas noches tediosas en mi vida y diversión como él hacía muchos siglos que no encontraba. Él siempre tan respetuoso en sus maneras y en sus formas de hacer, jamás me había tratado como no me merecía incluso cuando sacábamos el carácter que teníamos a relucir, no es que nos hubiéramos enfrentado directamente pero sí habíamos dejado los términos y las condiciones claras, yo sabía que él jamás podría ser doblegado y aunque me divertía y tentaba la idea de hacerlo igual que él a mí me respetaba, así lo hacía yo con él. Lo que teníamos era para dar y recibir, y de eso era todo lo que se trataba la extraña “relación” que manteníamos.

Y esa noche, entre sus brazos montada sobre su cuerpo a horcajadas moviéndome sobre su miembro, es cuando su paso de humano a esclavo de sangre será llevado a cabo. La primera vez que convertía a un humano en esclavo, al menos de mi sangre y porque yo así lo quería, las demás veces había sido por pura maldad y crueldad y jamás de mi sangre... por eso, por esa noche, le permitiría obtener todo cuanto él quisiera mientras me entregaba a él desatando esos instintos salvajes y lujuriosos que nos llevaban al mismísimo paraíso, creado solamente para nosotros en esa noche llena de oportunidades para él, el comienzo de alguno nuevo entre ambos. Su boca en mi cuello presionando con sus dientes la herida mientras bebía de mí, el movimiento de sus caderas penetrándome en lo que yo me movía sobre él y le seguía el ritmo, el incesante latido de su corazón bajo la palma de mi mano tras quitar su camisa dejando su pecho al descubierto, mis manos paseándose por sus brazos era una combinación poderosa, potente, mis colmillos habían emergido mostrándose ante aquel momento salvaje marcado por sus embistes y mi sangre que descendía por su garganta en lo que se produciría el cambio, en que lo haría mi esclavo de sangre para siempre. Mío y de nadie más, mío porque yo así dejaría mi marca en él como su dueña, su ama. Mis dedos se enredaron en su pelo para apretar más su rostro contra mi cuello, sensaciones placenteras dejándole hacer y reí entre dientes cuando dijo que siempre quería más de mí, como el adicto que era. El ritmo es incrementado por ambas partes, nos movemos con rapidez chocando ambos cuerpos sintiendo su miembro caliente golpear mi interior dándome placer, mis palabras parecieron provocar una reacción en él porque enseguida me movió tumbándome sobre el sofá para tener más movimiento, para poder embestirme mejor... y no defraudó. Rudo se movió tras subir mis piernas a sus hombros dándole así un mejor acceso para penetrarme, ahora era como si pudiera llegar más hondo lo que me arrancó un gemido arqueando mi cuerpo hacia el suyo disfrutando de la sensación placentera. Acabó quitándome la ropa dejándome desnuda bajo su cuerpo mientras él seguía con su torso al descubierto y sus pantalones bajados lo necesario para darme con todo lo que tenía. Charles sin duda sabía cómo complacer a una mujer, y a esas alturas, lo que me gustaba para que disfrutara tanto como él en nuestras entregas, me gustaba su ferocidad salvaje, lo raudo que se movía, lo profundo que llegaba... pocos hombres sabían darle a una mujer lo que necesitaba. Coló una mano hasta llegar a mi sexo para acariciarlo, sus dedos presionaban el punto justo para hacerme perder el control, mis piernas se enroscaron a su cintura, mis uñas arañaron su espalda dejando surcos tras mi paso y le di acceso libre a mí cuello para que siguiera bebiendo y mordiendo. Mi cuerpo temblaba anunciando la llegada del orgasmo, se tensó y con sus dedos y sus rudas y profundas embestidas acabé alcanzando el orgasmo, mis interior contrayéndose presionando su miembro hasta que sentí que se corría dentro gruñendo y gimiendo sin apartar su rostro de mi cuello, mi otra mano en su nuca acariciándolo mientras él terminaba de beber, mientras el placer nos recorría a ambos, sintiendo que lamía la zona de la herida y dejaba algún que otro beso en esta. Ese era el respeto que pocos tenían, uno que él entendía muy bien. Sus manos recorrían mi piel permitiéndome bajar las piernas hasta dejarlas sobre el sofá mientras él me recorría con sus ojos como si fuera la primera vez que me viera desnuda, algo que no era así en absoluto.



-Sí, deberían... sin embargo no todos son tan dignos como tú para ello, por eso estás aquí ahora –mi mano ascendía por su pecho dejando que me vistiera, que volviera a colocar cada una de las prendas que me había quitado acariciándome, como si con ella me mostrara lo que me reverenciaba. Ante sus palabras enarqué una ceja mirándolo- ¿debería que, Charles? –Pregunté en lo que vi que entonces algo estaba cambiando en él, su aura comenzó a verse diferente como si el cambio se estuviera produciendo y sonreí observándole para ver sus reacciones y para ver si de daba cuenta de qué era exactamente lo que le estaba pasando. Su rostro se giraba en la dirección en la que provenían los ruidos, ahora que sus sentidos se habían desarrollado y podía escuchar cosas tan nimias como por ejemplo el paso de un caballo por la calle, cualquier pequeño ruido que antes pasaría por alto. Igual que las cosas que ahora podía ver y antes no, como si su visión captara más las cosas... con todo para él sería igual con sus sentidos. Es comprensible para él que piense que pueden atacarnos, sin embargo mi postura tranquila sentada en el sillón mirándolo debería de bastar para hacerle ver que eso no iba a ocurrir. Sin saber qué ocurría todavía se sentó apoyando los codos en sus muslos sosteniendo la cabeza, mi nombre salió de sus labios y solamente pude sonreír mientras esperaba un poco más ya que consideraba que era demasiado inteligente y que no tardaría en darse cuenta de la verdad. Es más, era como si fuera juntando las piezas poco a poco hasta dar con el resultado; la palabra ghoul salió de sus labios y yo sonreí porque ya sabía lo que era. Otro sonido y un gruñido que salió de sus labios, sus uñas incrustándose en la tela, se le notaba desorientado por lo que estaba pasando y yo me acerqué a él quedando a su lado, sabía que buscaba respuestas aunque él mismo se la había proporcionado directamente. Mi mano ascendió hasta tomar su mentón entre mis dedos para girarle la cara y que pudiera mirarme- tú mismo lo has dicho Charles, ¿acaso no pensabas que tras tomar tanta sangre no sucedería esto? –Pregunté mientras lo miraba, podía saber qué estaba sintiendo porque mi cambio a vampira también había sido en parte algo desorientado por cómo percibías las cosas, la manera en que los sentidos se habían aumentado y podías escuchar todo con más claridad y nitidez- este es el primer paso para lograr lo que más ansias Charles, ¿acaso no era tus ansias de poder lo que te habían orillado a estar conmigo? Saber que yo podía darte lo que tanto anhelabas... –mis dedos repasaron su mandíbula sintiendo la cálida piel bajo la yema de mis dedos. Su corazón latía acelerado por el nuevo cambio mientras él, seguramente, asimilaba todo en su cabeza- deberías de estar exultante en estos momentos, jamás le he dado a alguien de mi sangre a tan escala para que se convierta en lo que tú eres en estos momentos: un esclavo –mi pulgar repasa sus labios, deslizándose por estos- sin embargo esto te da un pequeño poder por encima de los demás humanos, mayores sentidos aumentados, algo más de fuerza, algo más de rapidez... no eres un vampiro, pero estás más cerca que nunca de serlo de lo que has estado en tu vida –porque no era mentira, su poder iría generándose con el tiempo hasta que alcanzara lo que él más ansiaba. De un pequeño tirón acerqué su rostro al mío para sonreír ladina mientras lo observaba- ¿y sabes qué más significa esto, Charles? Que eres mío, porque no dejaría que nadie más llevara mi sangre fluyendo por sus venas ni dejaría que nadie bebiera de mí como te lo permito a ti. Desde el momento en que te vi, en ese callejón, tu destino ya estaba ligado a mí para que me pertenecieras, para que me veneraras como solo tú sabes hacerlo a cambio de conseguir lo que más anhelas de todo, siendo yo la única que puede dártelo –mordí su labio inferior sin dejar de sonreír sabiendo que ese hombre, cada vez más, era mío de una manera en la que no podría serlo con ninguna otra mujer, incluso con aquella con la que estaba y amaba.
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Mensaje por Charles Moncrieff Lun Oct 08, 2018 2:15 am

Durante mucho tiempo Charles estuvo investigando las maneras de cambiar su cuerpo para ser más fuerte, más ágil y longevo. Las opciones fueron reducidas. De todo lo que pudo encontrar, una de ellas se nacía siendo tal cual: cambiante, así que no era una alternativa adecuada porque en su herencia no estaba esa habilidad. Se descartó de inmediato. Además de que los rumores hablaban de una vida extendida por algunos cuantos años más y sólo eso. Tendría la facultad de cambiar su cuerpo por uno animal, lo cual podría servir de algo. Y aunque tuviera en su sangre esa posibilidad, imaginarse como un perro o un gato no le hacía la menor de las gracias. Ya sabía que las formas a veces eran por linaje y otras, sin opción a ser elegidas.

La primera real alternativa, convertirse en hechicero, le obligaba a estudiar durante algún tiempo para obtener las facultades para crear hechizos, pociones e invocaciones. Si bien le llamaba la atención todo lo que versaba con la nigromancia, tampoco era adecuada para su ambición: se sabe que no tienen fuerza sobrenatural más allá de sus poderes y además, su rango de vida era parecido al de un humano común y corriente. Por más que se esforzara en ser el mejor hechicero, tendría el problema de que tarde que temprano moriría y sus conocimientos no le permitirían alargar su existencia. Descartado también.

La segunda, licántropo. Fuerza, velocidad y resistencia sobrenaturales aún sin que la luna llena estuviera en el firmamento. Sonaba grandioso. Para convertirse hacía falta una simple y llana mordida de un hombre lobo en la luna llena. Justo cuando estaba determinado a tomarlo como opción, conoció a Cinder quien le enseñó cuán difícil era controlar la bestia. Pensar en estar tres noches al mes con los instintos exacerbados y transformarse sin saber qué hacía durante ese tiempo, le enloquece. Para él, es la más grande de las tonterías el ser mordido por un licántropo. Descartó de inmediato la opción, sabiendo cuán necesaria era para él su autonomía, mantener el control sobre sus actos, ser el amo y señor de sus decisiones sin que una bestia le ganara a la conciencia y a la mente. Imposible ceder ante tal deseo.

Y la tercera, la más adecuada: transformarse en vampiro. Necesitaría a uno que se atreviera a tenerlo como su child a sabiendas de lo que Charles podría ser aún siendo un humano. Que confiara en él para que el cambio se diera. Y lo encontró sin proponerlo. Durante una noche donde decidió eliminar a una pequeña del martirio de trabajar para unos padres explotadores, encontró a Sabah. Hermosa, subyugante, misteriosa, logró conectar con ella de una forma sorprendente. Ahora, meses después, está en el proceso de convivir con la que será su sire cuando se aburra de él. De momento, todo va bien, el Duque cuida como nunca esta relación porque sabe que de ella, vendrá lo que siempre quiso: inmortalidad. Poder. Supremacía. Obtiene también enseñanzas, una visión diferente del mundo, vista desde los ojos de esta milenaria mujer, escuchando a veces cómo cambió la sociedad.

Es en este instante, donde todos los sentidos están dispersos, aumentados por la nueva condición que tiene, que observa el rostro de Sabah, denotando cada detalle de su piel, de esa vibrante combinación de irises que se entremezclan con algo que no sabe definir, más la hace lucir espectacular y obviamente, sobrenatural. Acaricia su mejilla con suavidad, aprendiendo de su tacto, de su fragancia. Con un leve dejo a algo que no sabría definir. En el futuro, sabría que eso es la vitae que se quedó en la superficie de la boca femenina. Hasta eso puede detectar. - Tienes razón, ésta era una de las consecuencias, no me arrepiento, sólo que me siento desorientado, demasiadas sensaciones y percepciones de golpe me aturden - hasta su voz se convierte en un susurro de la forma tan fuerte que resuena en sus oídos. Mordisquea su labio inferior en total silencio procurando acostumbrarse. Va a ser imposible hacerlo en menos de una hora, pero hace su mejor esfuerzo.

- Entiendo que éste es el primer paso, mi Sire - toma su mano besando el dorso de ésta, notando la dureza inapreciable de su epidermis, la sensación de la escasa calidez comparada a la suya. Esos pequeños detalles que antes se le escapaban, hoy son una fuente interminable de sensaciones que le bombardean abrumándolo. - Es lo que quería, sí. No reniego de ello, le repito, tengo que acostumbrarme - mantiene su mano contra la suya, como si fuera un ancla en este nuevo mundo - ¿Y entiendo que todo será mucho más fino cuando me convierta en vampiro? - recuerda entornando los ojos. Ni siquiera necesita de la luz de las velas para ver más allá. Y si ésto sólo es una parte de lo que obtendrá, será interesante de ahora en adelante. Entiende por qué para los sobrenaturales es tan fácil encontrar los rastros, si a eso se le suman los poderes como el de Cinder, que permite rastrear con eficiencia, se queda sorprendido.

Aprieta el pulgar de la fémina entre los labios, disfrutando de su sabor, mirando de nuevo sus ojos - exultante estoy, Sabah. Sé que a nadie le has dado lo que a mí y lo agradezco - hace una reverencia con la cabeza antes de tomar su mano para depositar un casto beso en el dorso. - Lo entiendo, un paso más a la inmortalidad. Es sorprendente, ahora entiendo muchas cosas - acaricia su mejilla antes de sonreír divertido - si no fuera porque ya abusé de vuestra merced, le diría que me interesa ver cómo es el sexo con estos sentidos - se sonríe demostrando su ánimo hilarante y bromista. Llega un momento que la luz es tanta, que se restriega los ojos con los puños. Los olores intensos y los sonidos aumentados le provocan una temporal jaqueca por el ataque a todos sus sentidos.

Se lleva la mano a la sien con incordio, ella atrapa su rostro diciendo esas palabras que le forman un hueco en el estómago. Se sonríe exultante, contento, triunfante. Acaricia su mejilla - soy tan tuyo como tú eres mía, Sabah. No habrá otra persona más importante que tú, porque me diste el don. No existirá alguien más porque estaré ligado a ti y tú a mí. Es la vitae lo que nos unirá para siempre, si mueres, lo sabré. Si muero, lo sabrás y prometo que si alguien te arrebata la vida, buscaré venganza. Porque eres a quien elegí. Mi creadora, mi sire, mi reina, mi todo - entiende la diferencia entre una mujer (Sabah) y otra (Cinder). Con la primera, generará un vínculo inquebrantable y eterno. Ni siquiera con su muerte dejará de sentirla porque estará en su vitae, en lo profundo de él. Con la segunda, eligió un vínculo de vida. Que se romperá cuando ella muera. No antes, no después.

Para Charles, ambas son indispensables por razones diferentes. Se complementan en su existencia dándole sentido a ésta. En cuanto muera Cinder, puede decidir entre elegir a otra o bien, quedarse viudo el resto de su existencia. No así con su Sire. Si ella muere... - ¿Qué pasará si algo te sucede? ¿Lo sentiré? ¿Sabré que te hicieron daño? ¿Podrás convocarme a través de la sangre? Si bien, esperé mucho para lograr este éxito, callé por prudencia, hasta que fuera tu ghoul o después, tu child. Me causa curiosidad, ¿Podré sentir si me necesitas? - acaricia su mejilla con la nariz, llevando su rostro hacia el cuello, aspirando su aroma, uno que ahora es más sabroso e incitante. Gruñe besando ahí, donde mordiera antes. - Ahora entiendo por qué es tan adictiva la vitae una vez que eres ghoul, porque como todos tus sentidos se potencian, descubres que no hay mejor droga que la que te da los satisfactores de poder que en los demás, se carece - acaricia su mejilla contra la suya.

Toma su cintura para acercar su cuerpo, haciendo que se siente en su regazo, mimándola como le place. Sonriendo de lado - segunda etapa, completada. Convertirme en tu ghoul - confiesa que, como en todo, tiene un plan demasiado elaborado y ahora, se está anotando un éxito con esta transformación.



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Mensaje por Sabah Miér Oct 24, 2018 11:45 am

Aunque Charles no lo pensara o lo viera de ese modo, había dado el mayor paso que había hecho en toda mi existencia con un humano, algo que jamás llegué a pensar que haría de manera detenida y que sin embargo las cosas se habían sucedido de esa manera porque era en parte algo que yo también quería que pasara, y sabía que sería así, ya que había dejado que él fuera bebiendo de mi sangre de una manera continuada y espaciada en aquellos meses desde que lo había conocido. Beber demasiado de la sangre de un vampiro traía sus consecuencias y esa noche supe, en cuanto lo vi entrar en mi mansión acercándose hasta donde me encontraba, que sería la noche donde diera el primer paso que él quería. Como vampira que era sabía lo que el humano quería, era como si todo él fuera gritándolo al viento de una forma tan fuerte que hasta parecía leerse con facilidad en él si es que sabías hacerlo, y si no bastaba con conocerlo un poco para ver cómo era y darte cuenta de lo que movía al humano, cuáles eran sus metas y sus objetivos en la vida. Admitía que los suyos eran bastante altos y que para ello requerían de ciertos aspectos, sin embargo se había portado tal y como se esperaba de él y por el momento no había tenido queja del humano en el tiempo que lo conocía y habíamos entablado aquella “relación”, por llamarlo de alguna forma. Sabía lo que él quería y que solo podría lograrlo a través de una sola manera; convirtiéndose en vampiro. Sabía sus anhelos y deseos y era por ello por lo que sabía también cómo manejarlo, admitía que su carácter me resultaba agradable y que tuviera esa firmeza en sus valores me gustaba porque eso lo hacía todo mucho más divertido, que no se doblegara ante mí a la primera hacía todo mucho más intenso e interesante por lo que cada noche a su lado era descubrir algo nuevo. Ni qué decir sobre la manera en la que se comportó, justo como yo quería y deseaba, siendo ese demonio perfecto encerrado en el cuerpo de un humano que no tenía reparos en hacer todo aquello que quería por muy macabro que fuera, por muy poco ético o moral que resultara. Desde la primera noche en que nos encontramos supe que él sería el compañero perfecto para amenizar mis noches y quitar ese tedio que últimamente me acompañaba... y no defraudó. Por ello y por sus muestras debía de recompensarlo, y eso era entregándole lo que él más ansiaba: mi sangre. Jamás había hecho aquel paso, sí era cierto que había tenido esclavos pero estos jamás los había convertido a raíz de mi sangre sino que más bien ya lo eran, también había convertido a cazadores en esclavos pero únicamente a través de la sangre de otros vampiros porque yo nunca había considerado a nadie digno de ese privilegio, sobre todo sabiendo del vínculo que se creaba cuando un humano pasaba a ser un ghoul... algo que, con Charles, había pasado por alto porque el humano se lo había ganado con creces y no me importaba crear ese vínculo entre ambos, uno que sería inquebrantable e indestructible y que nos uniría en todos los efectos prácticos aunque no tuviéramos nada el uno con el otro, mientras respetara lo que tenía conmigo y siguiera estando a mi lado él podía hacer con su vida lo que quisiera porque para eso era libre, es más, sabía que él tenía algo con cierta licántropa aunque no me importaba en absoluto, y eso me hizo pensar en cómo se tomaría la mujer que él fuera algo más “mío” que “suyo”, algo que ella nunca podría compartir ni tener con él. Y ese pensamiento me hizo ladear mi sonrisa mientras lo observaba, dejándole hacer y experimentar por primera vez lo que era ser un ghoul con todo lo que ello conllevaba.

El primer paso estaba dado y sabía que él no se arrepentía porque lo buscaba, lo quería y así había pasado, por eso dejé que se acostumbrara a las nuevas sensaciones que como humano eran totalmente diferentes, sus sentidos aumentados en un porcentaje aunque no tanto como los míos, pero sería capaz de ver todo con más nitidez, los colores más vivos, las sensaciones más fuertes... cualquier leve ruido ahora lo oiría con normalidad y eso presentaba un cambio en su vida diaria a la que tendría que acostumbrarse. Ya lo estaba viendo mientras descubría sus nuevos sentidos más sensibles y desarrollados dejándole hacer, sus dedos recorrieron mi piel como si por primera vez sintiera mi tacto en sus dedos, sus ojos observándome como si hubiera llevado una venda y me viera con claridad. Sonreí de lado cuando dijo que tantas sensaciones lo abrumaban y lo entendí, cuando me convertí en vampira todo fue un paso demasiado grande y desconcertante porque lo cambiaba absolutamente todo, a diferencia de cuando yo desperté como vampira él podría seguir saliendo a la luz del sol ya que para mí era un privilegio que se me había negado por mi maldición, igual que todos los vampiros. Como de costumbre sus modales exquisitos salieron a relucir cuando tomó mi mano dejando un beso en el dorso de esta, aceptando que sabía que era el primer paso, que era lo que quería y no renegaba de ello... pero que necesitaba acostumbrarse. Mi pulgar recorrió sus labios y este dejó un beso en mi dedo agradeciendo que le hubiera dado aquello que, jamás, le había otorgado a nadie. Y eso era algo que me gustaba de Charles: que sabía la importancia que tenía la sangre y le daba el lugar y el respeto que se merecía. No erraba cuando decía que cuando fuera vampiro sentiría el último grado con sus sentidos, en aquel momento era como si estuviera en un paso intermedio y siendo vampiro era como el punto final de aquella carrera que él quería alcanzar, su meta más preciada. Sonreí riéndome entre dientes cuando hizo alusión a probar el sexo con aquellos sentidos, ahora que lo podía sentir todo con más intensidad, percibir el mundo con otros ojos diferentes como si le hubieran quitado una venda, sentir como si sus manos hubieran estado con guantes durante toda su vida y ahora todo era diferente, nuevo, más sentido. Y sí, en eso tampoco erraba porque yo que había experimentado el placer como humana, y como vampira, admitía que siendo vampira no tenía nada que ver como cuando se es humano... todo lo sientes más, todo es más placentero porque tus sentidos son más perceptibles a todo, incluso a una caricia.



-Sé que tienes que acostumbrarte, esto no es más que el primer paso para lograr que realmente siempre has deseado, es el punto medio y deberás de adaptarte a ello porque cuando seas vampiro los sentidos volverán a aumentar de una manera que no te esperas... aunque ahora hayan mejorado un poco. En esencia sigues siendo un humano Charles, pero lo que te diferencia del resto es que tienes más fuerza, más velocidad y agilidad, la percepción de tus sentidos más desarrollados... sé que puedes oír y sentir, así como ver, cosas que antes parecías pasar por alto. Tranquilo, todos pasamos por ello y ese es también parte del camino que debes de recorrer –sonreí con mis dedos recorriendo su rostro paseándose por su incipiente barba- eres mi “responsabilidad” Charles, ahora más que nunca necesitas que alguien empiece a guiarte en tus pasos y yo estaré aquí para recorrerlos contigo, cualquier duda que tengas te la responderé, cualquier cosa que necesites estaré ahí para brindártela... no por nada ahora eres mío –y lo era, aunque ya lo fue desde el momento en que nos cruzamos en aquel callejón. No era amor, no había nada serio en ese sentido entre ambos porque los dos teníamos muy claro en qué consistía todo. Restregó sus ojos con sus dedos y elevé mis ojos para ver que seguramente fuera la luz de las velas, algo que como humano pasaba por alto ahora con sus nuevos poderes le era molesto- quiero que entiendas algo, aunque para otros pueda parecerlo para mí no eres ninguna “carga”, muchos vampiros juegan demasiado con los humanos y se extralimitan con lo que hacen con ellos, si tienen suerte, llegarán a convertirlos algún día para que sean como ellos... yo no pienso así, he hecho esto porque quería, he hecho esto porque lo merecías y te lo has ganado con creces, sabes que no doy mi sangre a nadie y esto solo reafirma lo que ya supe en aquel callejón: que eras mío –sonreí de manera ladina, como si siempre hubiera querido que llegáramos a este momento. Fueron sus palabras las que, con mis dedos en su mentón, esbozaron una sonrisa en mis labios siendo consciente de su total entrega, era incluso hasta “romántico” en cierto sentido que dijera que vengaría mi muerte en caso de producirse, pero sobre todo lo que más me gustó escuchar fue cómo me llamaba “mi reina”, porque así era y así sería durante toda su existencia- exacto Charles, no olvides que soy todo aquello cuanto una vez has anhelado y deseado -Sus preguntas no se hicieron de esperar mientras ladeaba mi rostro ahora con sus labios recorriendo de nuevo mi cuello, su nariz perfilando este sintiendo su cálido aliento impactar contra mi piel, dejó un mordisco en mi cuello y yo sonreí dejándole hacer porque como le había dicho; esa noche era suya. Sus preguntas no carecían de sentido y entendía que las hiciera, todo era confuso al principio- no Charles, las cosas no funcionan así incluso cuando te conviertas en vampiro y yo sea tu Sire. Siempre llevarás una parte de mi sangre en tu interior, eso es lo que hará que siempre sientas ese lazo, esa unión y esa conexión que te anclará a mí por el resto de tu existencia... pero no funciona así. Simplemente es un vínculo, pero no es como lo piensas porque no tiene mayor poder o efecto en ambos. Eso quiere decir que si te ocurre algo yo no podré saberlo, y viceversa. Lo que sí puedo decirte, por experiencia propia, es que mientras yo siga con vida sentirás como un ancla hacia mi persona, como si un imán te estuviera empujando siempre en mi dirección y no fueras capaz de separarte o alejarte, es como si sintieras tu vida conectada a la mía... sin embargo, si por alguna casualidad me pasara algo y muriera, el vínculo seguiría pero en menor medida, como si fuera un fuego convertido casi en cenizas, como si te “desligaras” de esa persona. Sé que no es fácil de entender y comprender en estos momentos, pero al menos es lo que yo sentí en su momento –y lo decía porque con mi Sire me había pasado exactamente eso, mientras permanecía con vida había sentido un vínculo que me anclaba a él, cuando lo maté ese vínculo había desaparecido o al menos si así su intensidad. Su mejilla se rozaba contra la mía en una leve caricia en lo que afirmaba que entendía por qué la sangre de vampiro era más adictiva- también porque es más excitante que ninguna otra droga; el colocón, la euforia, la adrenalina corriendo por cada parte de tu cuerpo... es algo por lo que muchos matarían –sus manos tomaron mi cintura para sentarme sobre sus piernas aunque dejándome de lado, lo miré cuando afirmó con esa seguridad que ostentaba que había cumplido algo que ya tenía elaborado en su mente y que había llevado acabo- ¿segunda etapa? –Pregunté en lo que enarqué una ceja- así que, ¿habías planeado todo esto y sabías que iba a funcionar? Vaya Charles, no dejas de sorprenderme –dije con una ladeada sonrisa porque desprendía seguridad en sí mismo, algo que no muchos hombres solían tener- aún estás acostumbrándote a esta nueva etapa, y más que quedarnos aquí esta noche, ¿quieres probarlo en acción real Charles? Nada mejor para aprender de ello y sobrellevarlo que en el terreno, aquí poco experimentarás y los siguientes días para ti van a ser intensos. Vayamos fuera, disfrutemos de la noche y a mi lado te prometo que te enseñaré a andar por esta nueva etapa. No dudo en que sabrás manejarlo, pero aquí encerrado no vas a descubrirlo –me levanté de su regazo y lo miré extendiendo mi mano- ven Charles, déjame mostrarte el nuevo camino que has decidido tomar –mis palabras en el tono justo y adecuado le hacían sonar como algo que él deseaba, algo que no podía rechazar porque en mis palabras había una promesa placentera, una diferente a todas las que él había tomado.
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Mensaje por Charles Moncrieff Vie Oct 26, 2018 8:09 am

Los olores llegan a sus fosas nasales haciendo notar que su sentido humano carecía de la sutil agudeza de los sobrenaturales. Cada parte de esta habitación genera una fragancia que es fuerte a su mente, que está a toda velocidad intentando acostumbrarse a esta descarga sensorial con poco éxito. Lo reconoce, le costará adaptarse al cambio. Incluso siente de forma diferente, sus manos, su culo sentado en el cómodo sillón aprecia las fibras de su ropa interior, de sus pantalones inclusive y en un extenso sentido, del acolchado asiento que se sume o recupera la forma dependiendo de los movimientos del inglés. Sus ropas son demasiado ligeras, el peso de la vampiresa sobre él, también. Su fuerza aumentó, observa sus manos sorprendido, incluso hay algunos movimientos como el de la flama que se le antojan curiosamente lentos. La voz de Sabah tiene matices que antes reconocía, pero no se comparan a lo que ahora detecta.

Está maravillado con todo ésto, incluso un poco renuente porque tendrá que aprender en medio de una vorágine de ocupaciones que cada vez le saturan más y más. Agradece que la entrevista con el padre de Cinder, se diera mucho antes. Seguro que con el olfato más desarrollado que el suyo, detectaría ese olor a vitae vampírica y la situación se saldría de control. La risa entre dientes de Sabah es interesante para él, que la observa maravillado por la manera en que su vista se afinó. Puede ver cada peca del moreno rostro que antes le pasó desapercibida. Como si tuviera un velo y al convertirse, cayera dejando que todo fuera más nítido. La belleza de sus ojos le hipnotiza, la forma en que habla, mueve sus labios haciendo que fije la mirada en éstos, lo lubricados que se ven, lo sedosos. Ansiaría probar de nuevo, eso sería impertinente. Ya le dio suficiente, tiene que controlar sus impulsos. Ya tendrá oportunidad, de eso está seguro.

Sus palabras tranquilizan su ser, su mente que busca respuestas es reconfortada. Asiente con la cabeza, el típico gesto Moncrieff aparece en sus facciones uniendo las cejas hacia el centro dejando visibles sus tres arrugas. - Si se potencian más cuando sea vampiro, tendré que aislarme, fingir que me voy a algún lugar porque después de esta saturación de los sentidos, no sé qué voy a hacer cuando sea transformado - para él, está confirmado. Igual para ella, que habla de ello como si fuera lo más natural. Están sentadas las bases de su trato y ambos pretenden cumplir a rajatabla. Eso le da seguridad también. Su mano se alarga sujetando uno de los mechones sedosos de la vampiresa, lo acaricia con suavidad, a conciencia apreciando su tacto, lo lleva a su nariz apoderándose de su aroma en tanto ella sigue hablando con ese timbre que le produce escalofríos. Es la voz de su Domitor y como tal, hay una parte de él que quiere ponerle el mundo a sus pies por más que su psique se rebele ante tal desacato y atentado a su independencia tan celosamente protegida.

La caricia sobre su rostro, fomenta que la cabeza del inglés le busque. Un sonido de gusto emana de sus labios, vibrando con fuerza por sus cuerdas vocales. Se sonríe de lado burlón - ¿Soy tuyo? Odio la forma en que lo dices porque me incita a la rebeldía y a demostrarte que si soy tuyo, eres mía. Es algo que se materializa en mi ser, un instinto de posesión, de territorialidad como los lobos, eres mía y por lo tanto, cualquier idea a que te hagan daño, es detestable. ¿Me explico? No dudes que voy a preguntar y agradezco que me ayudes, me guíes, mi señora - deposita un beso en su frente en señal de veneración. De entre todos los vampiros que pudo encontrar para dar este paso, acepta que Sabah fue la mejor elección a pesar de sus difíciles inicios donde ella quería dominar y Charles se negaba a que tuviera éxito. Su piel sabe también diferente, le deja un regusto en los labios que se lleva a la boca con un movimiento de su músculo bucal.

Se sonríe socarrón y ufano con sus siguientes palabras, le guiña el ojo izquierdo con coquetería - vamos, Sabah. Ambos sabemos que si fuera una carga para ti, estaría muerto o bien, muy lejos de tu presencia. Agradezco que me halagues, que me hagas sentir especial - se burla un poco, demostrando que para él, hay un compañerismo propio de dos entes que se comprenden, se aceptan, ayudan y potencian - sabes que desde aquél encuentro en el callejón, fue difícil nuestra marcha. Una vez puestos todas las condiciones, que paliaste todos mis miedos, puedo expresarme como soy. Sin medias tintas, sin temor a que me juzgues mal. Si querías a un monstruo, lo soy en lo profundo de mi recatada conducta. Agradezco que valores mi esfuerzo, pero entiende algo. No lo hago para halagarte, para lamerte los tacones. Lo hago porque es lo que considero justo para un igual. Seas vampiresa o no, eso dista de que te maltrate o te humille. Escuchas mis palabras, comprendes mis puntos de vista, decidimos juntos. Ahí está donde tengo que devolverte las gracias y pedir que no me hinches el ego porque lo que te agrada, te lo ganaste a pulso. Mi respeto, mi devoción, mi prudencia - acaricia su mejilla con sentimientos entrecruzados.

Decir que la ama dista de ser lo que muchos pensarían porque es cierto, generó sentimientos por su domitor, ahora más que la vitae reina en su cuerpo. - Te amo, no me corto para decirlo. Amo tu esencia, tu mente, tu actuar, tus decisiones. Amo todo lo que representas, lo anhelo, pero tampoco me ayudará ser un impaciente. Eres quien lleva la batuta, la experta, la que tiene más tiempo en este mundo. Pisotear tu figura, tu mente, tu esencia es estúpido. Si me das tanto, ¿Por qué no corresponder a tus atenciones? En ésto se basa el compañerismo que nos unirá por mucho tiempo. Me proteges y correspondo. Me respetas y te imito. Me quieres, soy tuyo y sé que siento lo mismo. Eres mía, te quiero y te amo porque eres la mujer que elegí para compartir el resto de mi existencia vampírica no como mi amante, mi esposa o alguna estupidez así. Serás mi creadora y nadie puede quitarte ese lugar. Eres mi diosa, ¿Por qué no venerar tu figura como tal? - es sincero, tanto que es brutal. Como un cuchillo filoso corta la mantequilla con facilidad impresionante dejando un tajo imposible de unir.

La explicación sobre su vínculo es confusa para su lógica mente. A pesar de ello, dista de impacientarse, - entiendo, ya lo apreciaré cuando sea el momento. Comprendo que es algo que se siente, que las palabras poco pueden decir para esclarecer el vínculo. Y si quedan resquicios de éste, ha de ser porque a finales de cuentas, parte de tu vitae es la que me dará la existencia eterna y eso, será una cicatriz que nadie podría borrar - pone en palabras su razonamiento. Deposita otro beso en su frente abrazada a él, acomodada en su regazo, en este momento relajado. Se sonríe contra la piel que acaricia con los labios haciendo perceptible el gesto - por supuesto, ser tu ghoul. La tercera es ser tu child, mi señora. ¿Acaso crees que lo tendría todo al azar? Creí que me conocías. No dejo nada sin explorar, sin analizar, soy metódico, salirme de ese estándar es ajeno a mi personalidad - la estrecha entre sus brazos apreciando lo diminuto de su figura. Aprovechando en disfrutar de este instante relajado.

- Funcionaría si daba todo de mí, si te protegía, te respetaba y te valoraba como lo que eres, una señora de la noche. Poderosa, inmortal, pero tu búsqueda de un compañero hace tangible la necesidad de compañía. Ser tu compañero es lo que asegura mis éxitos en lo que busco, la inmortalidad. De inicio fue un toma y daca: me querías tuyo, exigía mi pago. Hoy, después de tantas noches, Sabah, hasta tú comprenderás que eres mi pilar en esta nueva vida y como tal, te cuidaré. Tus propios actos hacen que te idolatre, admire y respete. No pude elegir mejor sire, no pude elegir mejor demonio personal, aliado, mentor. Eso eres, mis sentimientos deben estar a un lado. Sé que lo que aprecio y siento, es parte de lo que todo ghoul siente hacia su Domitor. Así que como tal, concéntrate en la lógica haciendo a un lado las emociones: en tanto me respetes, me des mi lugar y no me pisotees, te cuidaré como la joya más apreciada en mi vida - está dicho, está hecho. Se le escurre de entre los brazos con una nueva lección. El inglés se pone en pie, arreglando sus ropajes con pulidos movimientos antes de alargar y tomar su mano - vamos pues, ten paciencia si me quedo estúpido mirando algo. Antes, la simple idea me parecía hilarante, hoy la temo - confiesa todo.

Entiende que se ganó el derecho a emitir sus palabras, sus sentires sin reproches o que lo juzguen. Avanza hasta salir de la mansión de Sabah, admirando todo, escuchando el fino rumor del viento, apreciando el frío en la piel de su rostro, los pequeños pedazos de basura que ignoró antes. Si ésto es siendo ghoul, cuando sea un vampiro será un ataque a todos los sentidos - definitivo, tendré que refundirme en mi mansión un año hasta tener firme mi sed de sangre y de paso, los sentidos aumentados. Y qué decir de la fuerza y la velocidad - porque siente que todo va más lento de lo que puede apreciar. Tendrá que hacer algunos cambios los siguientes días, lo primero será llamar a Alfred porque es al único que le confiaría su seguridad y su secreto.


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Mensaje por Sabah Sáb Nov 24, 2018 12:13 pm

Charles se había convertido en mío desde el mismo momento en que nos habíamos cruzado en aquel callejón, como si fuera algo del destino que unía nuestros caminos, como una respuesta a las plegarias que había lanzado a la noche para que estas fueran mucho más amenas. Y él había respondido de una manera sorprendentemente rápida, había conseguido en muy poco tiempo lo que a otros un pequeño paso les había costado meses, o puede que incluso años. Sin embargo Charles era todo cuanto yo quería, anhelaba y necesitaba, porque era con él con quien ahora amenizaba y divertía mis noches, el demonio que siempre había querido a mi lado para divertirnos entre oscuros y macabros deseos que él tornaba realidad llevado por mis palabras. La primera noche había demostrado cuán merecedor era de estar a mi lado, recordarla provocaba un escalofrío placentero por todo mi cuerpo al ver cómo había ejecutado a la perfección mis órdenes, cómo había sabido manejarse en todo momento y cómo había buscado que yo quedara complacida con sus actos. Era una bestia en potencia, era un demonio digno de estar a mi lado y aunque el camino recorrido no había sido fácil porque su carácter le impedía doblegarse, ambos habíamos llegado a un acuerdo donde ambos nos beneficiábamos mutuamente y sacábamos placer con lo que hacíamos. Él no se doblegó jamás y a mí que se rebelara contra mí de esa forma me encantaba, porque denotaba el carácter que tenía y lo firme que se mantenía en ese aspecto que ni incluso yo podía con él. Charles era perfecto y, como tal, una vez asentadas nuestras bases y consolidada la “relación” que teníamos supe que sería él quien pudiera ser el primero al que convirtiera en vampiro. Siempre me había negado a hacerlo porque eso suponía ya no solo una carga, sino una responsabilidad y unos lazos que por el momento no había estado dispuesta de aceptar... hasta su llegada. Sabía que pronto se convertiría en un esclavo de sangre por las veces que había tomado de la misma, sabía que su camino cada vez quedaba más unido al mío y eso solo provocaba una sonrisa ladina en mis labios porque ese hombre ya era mío, mucho más de lo que pudiera ser con la licántropo con la que mantenía una relación, porque esto superaba todo lo terrenal y lo físico. La unión era una que ni ella podría revocar, sobre todo, porque bien sabía que Charles no se dejaría morder por un licántropo ya que sus aspiraciones quedarían a mitad de camino como lobo, pero como vampiro sería capaz de alcanzar y lograr todo lo que se propusiera. Y por eso sabía que esa noche daría un paso más a su conversión en vampiro, estrechando aún más nuestro lazo y más se estrecharía aún cuando se convirtiera en un vampiro por completo.

Sonreí ladina cuando le dije que era mío para ver aquella reacción, esa sonrisa que tenía en sus labios por mis palabras sabiendo que le había gustado porque él era posesivo, mis dedos acariciaban su pecho con lentitud mientras le dejaba expresarse porque siempre era algo que le había permitido con total libertad, era libre de mostrar sus opiniones o pensamientos porque no era quién para cortarlos. Él sabía igual que yo que era mío, que me pertenecía y que siempre lo haría a partir de esa noche porque nadie podría romper el vínculo, no el que estábamos formando con nuestras acciones. Charles es gentil en muchas de sus acciones para conmigo, muestra rasgos que no pensarías ver en él como por ejemplo cuando dejó un beso en mi frente tras decir esas palabras, dejándome claro que va a protegerme y que no permitirá que nadie pueda hacerme daño porque él jamás lo permitiría. Y por supuesto que sabía que él no lo hacía por complacerme o halagarme, jamás lo había hecho por ese motivo, sino porque más bien porque es el intercambio que él correspondo justo para la forma en que lo tratan a él... y es algo que me quedó muy claro la primera noche que nos encontramos cuando mi venganza la entendió y él, con sus palabras, dijo que haría exactamente lo mismo. Sus dedos acariciaron mi mejilla mientras yo lo observaba sentada sobre él, fue entonces cuando sus palabras salieron sentenciando en parte aquel momento con lo que él no solo pensaba, sino también sentía. Lo miré de manera fija dejándole expresarse de nuevo y que sacara todo lo que llevaba dentro, porque por mucho que él me dijera que me amaba ambos sabíamos que nunca se daría tal afecto entre ambos, que nuestras formas de amar distaban mucho de ser lo que los demás podían pensar o concebir. Nos pertenecíamos, porque él era mío pero yo también era suya por igual, nos queríamos sí, por esos anhelos y por ser lo que exactamente éramos y queríamos para la otra persona... pero amor, al menos, no del tipo de “amor” convencional que la gente entendía era lo que se daba entre nosotros. Y fue brutalmente sincero con sus palabras, sin embargo me gustaba que lo expresara de esa forma y no se cortara a la hora de hacerlo por lo que yo pudiera pensar. Él, más que ningún otro, era capaz de comprender con precisión y exactitud aquello que otros pasaban por alto; él me veneraba casi como su diosa, él entendía y comprendía todo lo intrincado que era compartir un vínculo tan potente como el que se forjaba entre ambos, y que me hiciera ver que para él era su diosa porque ocuparía un puesto que nadie más lograría alcanzar, era algo que me gustaba y que no evité expresar con mi sonrisa mientras una leve risilla salía de mis labios.



-Me gusta que me veneres como tal, no te lo pido ni lo exijo tampoco, que lo hagas por tu libre elección es algo que dice demasiado de cómo eres, y de cómo piensas de míaseguré mientras él seguía hablando ahora alegando que él no dejaba nada al azar, algo que me hizo enarcar una ceja porque bien sabía que ese hombre tenía todos y cada uno de los cabos bien atados, ya que no me extrañaba en absoluto que primero quisiera convertirse en Ghoul para más adelante que yo le otorgara la inmortalidad como está deseando. Ahora aunque fuera un humano era un tanto diferente, sus sentidos se habían desarrollado un poco más y debía de acostumbrarse a su nuevo cambio. Nada demasiado relevante en comparación con ser humano, pero sí cuando todo venía de golpe y sin esperarlo. Cuando fuera vampiro sería mucho peor y esta pequeña prueba le venía bien para hacerse una idea de lo que le va a esperar cuando lo convierta. Encerrados allí dentro no íbamos a hacer nada por lo que salir a la calle sería el primer paso que debería de dar esa noche, así podría saber a qué se atenía y medir sus propios impulsos, medir todas y cada una de las respuestas a sus sentidos. Mis palabras sonaron como una invitación que nadie rechazaría y, como tal, tras arreglar su ropa tomó mi mano pidiéndome que le tuviera algo de paciencia en lo que yo solo sonreí mientras tiraba de él y abandonábamos la comodidad de mi mansión para exponernos en la calle. Mis sentidos estaban fijos en el hombre que me acompañaba, de manera caballerosa, me ofreció su brazo para que lo rodeara y comenzáramos a andar hasta salir a la calle y comenzar a perdernos entre la ciudad hasta el mismo corazón de esta, donde más se pondría a prueba sus sentidos. Lo miré de reojo por sus palabras y mi mano fue hacia la suya para acariciar sus nudillos con las yemas de mis dedos en un ademán tranquilizador- será todo muy diferente, los cambios que ahora puedas notar no serán en nada comparados a los que experimentarás llegado el momento. Pero puedes estar tranquilo, la transición y los primeros días los pasarás conmigo en mi mansión mientras te vas acostumbrado al menos por la primera semana a lo que has ansiado y anhelado ser –giré mi rostro para mirarle- y en eso, Charles, no admito réplica alguna –aseguré rauda antes de que pudiera negarse- eres consciente de lo antigua que soy, eres consciente del poder que hay tras mi persona y como tal también sabes que tengo enemigos no solo en París, pero principalmente estos son los que podrían lograr hacerme un daño masivo si tan solo se propusieran atacarte aprovechando la vulnerabilidad recién convertido –dije parándome para que le quedara claro ese punto, algo que no permitiría que pasara porque sería darles un punto débil, algo con lo que atacarme sin piedad. Me puse frente a él pero con las distancias cortas entre ambos, mi mano se elevó hasta su rostro donde mis dedos acariciaron su barba- entiende que al aceptar que te convirtiera te estás exponiendo a ser el blanco de mis enemigos, aquel a quien atacar para hacerme el mayor daño posible y yo no permitiré que eso pase. Eres mío, protejo lo que es mío y no dejaré que esa primera semana la pases lejos de mí, te quedarás en mi mansión para en esa semana controlar tu sed de sangre, tengo grandes expectativas puestas en ti Charles, no me decepciones ahora negándote a ello –me había acercado a él para quedar mi rostro cerca del suyo, de manera consciente había repasado mi labio inferior notando cómo sus ojos captaban ese movimiento y se quedaban fijos en mis labios, mi mano subió hasta su nuca enredando mis dedos en su pelo- tu ambición conllevaba sacrificios Charles, pero sé que eres bien consciente de ellos –aseguré acortando más la distancia, mi aliento gélido se mezclaba con el suyo más cálido, mi roce en sus labios apenas casi efímero antes de buscar un beso, lascivo, acabando por morder su inferior para elevar mis ojos a los suyos- y eso me lleva a la siguiente pregunta; ella –dije porque bien sabía que estaba con una licántropa, él era libre de hacer y deshacer en su vida pero bien sabía que cuando se convirtiera su relación sería diferente- vampiros y licántropos han estado enfrentados por milenios, aunque tus sentimientos por ella sean fuertes no dejarán de serlo como humano. Mi sangre reaccionará Charles, puede que no ahora, pero cuando te convierta en un igual tu rivalidad aflorará en su presencia y quizás te lleve demasiado tiempo el acostumbrarte; quizás incluso puede que no lo hagas nunca. ¿Has pensado también en eso, mi demonio? –Sabía que sí, sin embargo, quería saber su opinión al respecto- ven, vayamos a ver cómo sientes y notas tus sentidos ahora –volví a tomar su brazo para conducirlo por las calles de la ciudad, mis sentidos mucho más desarrollados de los suyos captaron el aroma de sangre fresca, humana, y supe que alguien se estaría alimentando- ven, vayamos por aquí –dije para ver qué era capaz de empezar a captar, de cómo se desenvolvía en una pelea y cómo ahora podía parar mejor los golpes y captar mejor los movimientos- esta noche como he dicho es tuya, sin embargo, ¿has oído hablar del “Il Peccato Nostro”? Es un lugar al que quiero ir contigo esta noche.
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Mensaje por Charles Moncrieff Jue Dic 06, 2018 6:11 pm

Por un momento estuvo en desacuerdo en acompañarla para exponerse a la calle justo cuando recuperó la coherencia. Si se oculta ahora, cuando salga en soledad, será mucho más difícil. Es más oportuno que ella le acompañe, que le ayude a acostumbrarse a esta nueva condición que se veía venir como siguiera bebiendo de la vitae vampírica. Ni siquiera se esforzó en hacer las cuentas para ver cuándo le correspondería esclavizarse a ella. Suena estúpido en el instante en que busca que le transforme. Ser su child sería para Charles su máximo deseo hecho realidad y para ello, la vitae es tan importante como la causa de su futura esclavitud porque estaría conectado con ella por siempre. Hoy, siendo un hecho su conversión a ghoul, acomoda sus prendas tomando su sombrero y el bastón para acompañar a la mujer al exterior, tal cual es su fervor. Y el suyo, el del inglés, es complacerla no por lamebotas, todo lo contrario. Lo hace por la convicción, porque entiende que ella puede comprender todo lo que le sucede y explicarle cómo combatir lo que le saque de balance o algo parecido. Es la misma devoción de un alumno a su primera maestra o institutriz que demuestra cuánto es lo que sabe y sobre todo, cuánto es lo que soportó y vivió durante el tiempo que él no se cruzó en su camino.

La ciudad si bien está dormida la mayor parte de ésta pues la colase trabajadora se encuentran durmiendo en sus hogares. Las personas que se encuentran deambulando lo hacen porque tienen algo más interesante por cumplir o porque las circunstancias les obligan a abandonar el calor de sus camas y la comodidad de sus techos. Luego entonces, los ruidos son más apagados que con la ciudad envuelta por la locura del día. Esta caída de actividad es lo que agradece. De ser lo contrario, tendría una saturación a todos sus sentidos a tal magnitud, que enloquecería en pocos instantes. Las palabras de la vampiresa con respecto a su transformación se escuchan más fuertes  que los ruidos del entorno, por razones obvias al estar a su lado. Va contestar, pero alguien grita a lo lejos. Su cabeza se orienta hacia allá queriendo encontrar una nueva pista con respecto de quién fue o por qué lo hizo. El sonido no se repite. La forma en que esa voz salió de la garganta parecería llena de miedo y zozobra, como si intentara que un evento desafortunado la alcanzara.

Las razones de la egipcia son historia para el Duque quien ya pensó en eso y mucho más. - Entiendo que las circunstancias no son las adecuadas para alguien de tu forje y estatus. Así que no te preocupes, lo comprendo bien y no busco desobedecer. Incluso, me parecería que una semana sería un tiempo relativamente corto - sus ojos voltean hacia ella en tanto la intensidad de sus orbes se incrementa. Por inercia, mira al cielo, la luna se vestirá de lleno al siguiente día. Es mal presagio porque significa que un ghoul como él, tendrá que ser precavido ahora porque cualquier licántropo podría olfatear su sangre. Es un objetivo mucho más interesante o bien, perfecto para satisfacer cualquier afrenta más antigua que la leyenda sobre la enemistad de los hombres lobo y los vampiros. Los movimientos de Sabah son hipnóticos. El músculo bucal de la fémina lubrica sus labios y eso es suficiente para que la mirada de Charles permanezca ahí esperando qué más hará. Su tacto en la nuca es frío, tanto que ahora sí puede percibir la ausencia de cualquier sensación de calor a diferencia de cuando lo hacía como un humano vulgar.

Es como si antes de transformarse, tuviera gripe y todo lo viera distorsionado por la misma enfermedad y la vitae fuera su medicina para volver a la "normalidad". Cada explicación que da, es permitida por el inglés hasta que intercambian alientos, enfrascándose en un beso lascivo, lujurioso, que le incita a llevarla a un callejón y colarse entre sus piernas para ver qué tal se siente ahora el sexo con estos sentidos desarrollados. Se contiene con sonrisa ladeada al ver cuál es su ímpetu inicial. Su cuerpo anhela el de Sabah con tanto ahínco que parece quemar. Para su fortuna, desvía el tema hacia lo que justo meditaba antes. Los licántropos. De paso, le da una estocada con lo de Cinder. Permanece en silencio alzando una ceja divertido. - No me quita el sueño. Ella sabe que quiero ser uno de los tuyos, Sabah. Si para cuando suceda, el olor que ella despida, así como tu sangre, me impulsan a atacarle, tendremos que ver de qué manera solucionarlo. Y si no se puede, aceptaré que se marcha de mi lado porque ésto también es con respecto a ella. ¿Y si tu vitae mezclada con la mía incita a su lobo interior? ¿Y si me ataca a pesar de que yo la acepte? Estoy dispuesto a seguir siendo su socio, porque el negocio lo lleva viento en popa. Si no se puede, no se pudo y a continuar - es demasiado frío, pero así piensa y razona.

Es demasiado especial con sus relaciones, primero entran por su mente, después intervienen los sentimientos. Si se entrecruzan ambos y tiran en direcciones contrarias, primará su intelecto. Sonríe cuando le toma del brazo guiándolo por las calles, - tengo todo pensado, me doy el tiempo para ello, por eso estoy viviendo en el hotel y no en mi mansión, donde ella se encuentra. No me agrada la idea de que alguien sepa que tengo a alguien a mi lado por lo mismo que tú me ofreces refugio los primeros días de mi transformación. Considero que en algunos círculos, el poseer a alguien es señal de debilidad. Como si fuera tu punto más flaco y los demás creyeran que golpeando ahí, podrán hacerte caer. La diferencia es que ni ella, ni yo, somos unos inválidos y quien venga a por nosotros, sudará sangre para hacernos caer - avanza negando con la cabeza con la última pregunta - ni idea. Mis primeros días en París fueron demasiado activos, pero tras el nombramiento de Duque, tuve que ser más precavido con mis salidas. Muchos me tienen en la mira, la Corona sobre todo, así que me voy lento - es coherente con sus actos y con la apariencia que quiere conservar a ojos de los demás.

En una de las calles, se detiene de golpe. Por inercia aspira profundo cerrando los ojos. Juraría que... inspira de nueva cuenta concentrándose. El típico gesto Moncrieff aparece en sus facciones haciendo que las cejas procuren unirse por el centro de su rostro, creando tres gruesas arrugas en donde intentan acercarse. - Juraría que... - susurra muy bajo, casi imperceptible para alguien ajeno a las habilidades de su compañera. Mira a su diestra, a su siniestra, opta por negar con la cabeza de a poco y lento - ha de ser el viento y mi imaginación - se consuela avanzando de nueva cuenta - bueno, dime, ¿De qué lugar hablamos y qué es lo que tienes pensado, querida Sabah? ¿Vas a deleitar mis sentidos con algo o vas a ponerme a prueba? - la observa de reojo con una sonrisa ladeada. Un carruaje pasa por su lado y vuelve a detenerse de golpe mirando el interior del mismo con la misma concentración de antes. ¿Será? Vuelve a aspirar intentando captar la esencia de ese perfume. - ¿Conrad? - se le forman de nuevo las arrugas en el entrecejo con sus cejas uniéndose por el centro. - Perdón, pero juraría que olí un aroma de alguien a quien conozco, pero está muerto - se acomoda el sombrero con impaciencia.


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Mensaje por Sabah Miér Dic 19, 2018 6:27 am

Sabía que de todos los “candidatos” que podrían haber tenido la opción o la más mínima remota oportunidad de convertirse en vampiros dándoles mi sangre, Charles era el que más se había ganado el puesto en apenas unos meses en comparación con el tiempo que los demás lo habían intentado. Sabía que para algunos el ser un vampiro era demasiado tentador y lo intentaba de todas las formas, sin embargo nadie como él para ganarse ese derecho exclusivo que no le había permitido a nadie porque no los veía dignos de tal poder como conllevaría beber de mi sangre y convertirse en un ser más de la noche. Jamás había encontrado nadie con el cual me pudiera plantear la opción de hacerlo porque siempre había tenido la premisa de que jamás nadie se convertiría por mí y pasaría a crear ese lazo de unión que había entre uno y otro, principalmente, porque me alejaba todo lo posible de crear esos lazos con alguien que me hiciera ser débil, que me diera un punto flanco frente a mis enemigos para que puedan infligirme la mayor de las estocadas posibles. Pero Charles se lo había ganado con creces y en pocos meses, después de una relación intensa con sus tira y afloja donde él siempre había dejado claro su carácter y aquello por lo que no se doblegaría nunca, ya había dado el primer paso hacia lo que él quería; convertirse en vampiro. Era consciente de que las primeras semanas serían clave y con los enemigos que tenía en París lo más seguro es que intentaran atacarlo para destruirlo... sin embargo no pensaba correr ese riesgo y dejarlo solo las primeras semanas donde él era más vulnerable, mi idea era que se quedara en mi mansión hasta que pudiera controlarse y después lo dejaría libre para que hiciera lo que él quisiera con ese vínculo ya formado. Sonreí de lado cuando no puso pega alguna para mis palabras y accedió a quedarse ese tiempo quizás porque él mismo se estaba dando cuenta que si siendo un ghoul la experiencia ya era totalmente diferente, cuando fuera vampiro con los sentidos aumentados con un gran potencial no podría controlarse. Ahora se sentía embotado por todo lo que percibía como si siempre durante toda su vida hubiera llevado una venda, y ahora, pudiera ver el mundo tal y como siempre había sido... siendo vampiro todo se intensificaría mucho más y sería algo que él tendría que controlar. Sobre todo la sed, recordaba cuando yo desperté como vampira y la sed que me recorrió doblándome de dolor, obligándome a tomar sustento porque eso era lo que hacía, el cuerpo ya te preparaba quisieras o no a tomar sangre porque era la única opción y salida que había. Y más si teníamos en cuenta que él mantenía una relación con una licántropa, los primeros días e incluso horas podría ser que él quisiera matarla, que ninguno de los dos pudiera obviar ese ancestral odio y se pelearan nada más él pisara su mansión... con eso debía de llevar cuidado porque mientras era humano las cosas eran diferentes, estar con una licántropa no afectaba en nada pero ahora que mi sangre corría por sus venas, que su olor era diferente... lo más seguro es que todo cambiara entorno a ellos.

Yo sabía de la relación que mantenía con ella, algo que no me importaba porque él era libre de hacer y deshacer a su antojo, pero tenía claro que ella jamás podría darle lo que él tanto ansiaba y al final, de una forma u otra, sería yo la que acabara “ganando”, porque cuando se convirtiera en vampiro nada podría hacer para que ambos estuvieran juntos... quizás como ghoul funcionara, pero no como vampiro cuando el odio era más patente. Al final Charles sería mío de una forma en la que nadie más podría tenerlo, porque yo siempre ganaba y aunque no hubieran sentimientos de por medio, no hacía falta. Sin embargo me había preguntado qué sería de su relación con la loba cuando fuera un vampiro al completo, aunque bien sabía que por mucho que ella le diera jamás podría darle todo cuanto ansiaba mientras que yo sí lo haría, mis ojos lo observaron estando frente a él tras lamer mi labio inferior en el beso que nos habíamos dado, mis dedos enredados en su nuca en lo que esperaba una respuesta de sus labios a un tema que me tenía un tanto intrigada: ella. Sabía que hablar de esto podría no ser fácil para él, pero si de algo tenía que ser consciente, es que siendo vampiro sería muy complicado mantener una relación con una loba cuando mi sangre milenaria corriera por sus venas, potente y oscura, con ese odio ancestral que siempre había habido entre las dos razas. Fruncí ligeramente el ceño cuando habló sobre ver cómo podrían solucionarlo pero, lejos de que eso me molestara, lo que sí lo hizo fue cuando mencionó que ella podría atacarlo a pesar de que él la aceptara. Si algo tenía claro es que lo que era mío, mío era y lo protegía con todo lo que tenía. Él había sido consciente y había visto lo que le hice a un hombre cuando atacó a una de mis sirvientas y eso que la pobre joven no era para mí nada más que una criada... cuando tocaban lo que de verdad era mío, porque es lo que sería él cuando fuera un vampiro, arrasaría con todos aquellos que intentaran hacerle daño. Y si eso incluía a su loba a mí no me importaba en absoluto, otra loba más que despellejar de las tantas que había matado. Y eso era algo que quería le quedara muy claro a él, porque si en algún momento me enteraba que lo que era mío era atacado, yo respondería sin lugar a dudas de igual medida tal y como había hecho con la joven criada, dándole una lección al hombre y “maldiciéndolo” para que jamás pudiera hacer algo así a ninguna otra joven. Por lo que antes de continuar mis dedos tomaron su mentón para que me mirara a los ojos y, de esa manera, no pudiera ver atisbo de duda en mis palabras para que le quedara claro cuál sería mi movimiento si eso llegara a suceder alguna vez.


-Siempre has sido y serás libre para ir y venir, para tener las relaciones que quieras... sin embargo creo que no hace falta que te diga, Charles, que como toquen lo que es mío no me quedaré de brazos cruzados
–afirmé mientras lo miraba de manera fija- si ella te ataca y yo me entero de eso, y créeme, lo haré porque no podrás ocultármelo por mucho que tú quieras... la mataré, ¿ha quedado claro ese punto? Nadie toca lo que es mío, nadie Charles, y creo que ya lo demostré la primera noche en que nos conocimos cuando fuimos a por ese humano –mi pulgar repasó sus labios- si ese punto lo tienes claro, entonces bien –dije para separarme y comenzar a andar de nuevo, ahora que tenía los sentidos algo más aumentados quería llevarlo a un club de vampiros donde los humanos se prestaban para que bebieras de ellos, la gran mayoría adictos a la sangre de vampiro que mediante el club encontraban una forma de lo que ellos llamaban “servir” a los vampiros sin tener un dueño fijo. Miré de reojo a Charles cuando habló sobre sus primeros días en París que fueron ajetreados y que tras el nombramiento que había recibido se cuidaba mucho más ya que al parecer tenían la mira puesta en él- así que, ¿ya no más salidas nocturnas a buscar a pobres niñas para librarlas del sufrimiento? –Pregunté porque la primera noche que nos encontramos y nos conocimos, había sido demasiado oscuro y sangriento el escenario donde lo encontré- está bien, las altas clases se caracterizan precisamente por dar una imagen en la mayoría de las ocasiones que no representa realmente al hombre que intenta darla. No son mejores por ello y en lo general tienen secretos más oscuros que ocultar y que tratan de subsanar con buenas acciones y dando una imagen de sí mismos diferente a lo que son... me he topado con gente así a lo largo de mi existencia, y al final, todo cae por su propio peso Charles –mientras íbamos de camino en una de las calles se paró de golpe logrando que yo lo mirara con atención por lo que pudiera ser, vi sus ojos cerrados y como intentaba captar un aroma y eso me hizo sonreír porque significaba que intentaba adaptarse y aprender de sus nuevos poderes, lo observé con detenimiento mientras miraba a un lado y a otro en lo que terminó diciendo que sería su imaginación o el viento, pero quizás no lo fuera tanto y seguimos camino mientras le prestaba atención. Reí cuando me lanzó aquella pregunta y mi mano libre ascendió por su pecho de manera lenta con cierta diversión- pretendo hacer ambas cosas Charles, deleitar tus sentidos y al mismo tiempo ponerte a prueba ahora que tienes estos sentidos más desarrollados... a ver cómo te desenvuelves –aseguré cuando de nuevo se detuvo de golpe, algo debía de haber oído para tenerlo así y la pregunta sobre el nombre de un hombre mientras yo lo miraba, hasta que finalmente pensó que se había equivocado o eso es lo que quizás él podría haber pensado mientras se colocaba el sombrero, el agarre de mi brazo con el suyo fue lo que hizo que parara su andadura y se quedara quieto- ¿igual de muerta que lo estoy yo, Charles? –Pregunté para que entendiera que, quizás, no estaba tan equivocado- te diré algo, la esencia de cada persona es única e irrepetible, pero esta pese a que nos hayamos convertido en vampiro sigue estando patente en nosotros, no cambie, no se desvirtúa y a veces se potencia –aseguré mientras me acercaba y lo miraba para despejar sus dudas- quizás haya muerto a ojos de la sociedad y siga su vida como vampiro, esto no es más que una prueba de cómo tus sentidos han aumentado y potenciado Charles. No dudes de ellos pues aunque no puedas verlo con tus ojos, ahora tienes más sentidos para percatarte de las cosas –aseguré mientras sonreía de lado- pero si quieres salir de dudas, puedo investigarlo, así sabrás si errabas o no –aunque con sus sentidos lo dudaba, la esencia permanecía siempre en la persona y no cambiaba o se alteraba- no te inquietes, no será la primera vez que te suceda esto pero estoy aquí para guiarte ¿recuerdas? Por eso hemos salido, para ocasiones como esta... no te frustres Charles, todo lleva su tiempo de adaptación –mis dedos recorrieron su rostro con una sonrisa- y ahora ven, vayamos a divertirnos un rato y a ponerte un tanto a prueba –dije mientras rodeaba de nuevo su brazo y seguíamos camino hasta llegar a la zona comercial de la ciudad, tras unas calles que cruzamos llegamos hasta la puerta del local donde había acudido en varias ocasiones- es un lugar donde los humanos se prestan para que beban de ellos, se entregan voluntariamente a los vampiros... y aunque a mí me gusta más cazar mis propias presas, a veces vengo aquí para divertirme. ¿Preparado para entrar?
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Mensaje por Charles Moncrieff Jue Dic 27, 2018 6:47 am

La mayor parte del tiempo el inglés tiene una fachada impenetrable, quien intente perforar alguna parte de su coraza, se llevará un garrazo a su tamaño. Detesta mostrar aristas que puedan ser utilizadas para hacerle daño con posterioridad y eso significa mantener a buen resguardo sus pensamientos, sentimientos y relaciones. En cuanto tiene confianza con alguien, se la va dando a cuentagotas para encontrar si este ser es capaz de mantener el secreto de lo que le confía. Con Sabah, ha pasado esta etapa sin duda alguna, por eso sus palabras son más fáciles de ser escuchadas. Contesta a lo que le preguntan de la misma forma en que si hablara de si lloverá al día siguiente o de cuál es su comida favorita sabiendo que entre ellos, los secretos deberán ser pocos porque tendrán una relación que se basará en la confianza y más vale que ambos aprendan a dar al otro todo aquello que pueda ayudar que lo defiendan en el futuro.

Se detiene cuando le toman por el mentón. Su mirada se deposita en los orbes de Sabah en tanto las preguntas se conglomeran en sus pupilas esperando paciente a ver qué es lo que ella necesita saber. De a poco, con cada reunión, aprende lo que para su futura sire es importante. Las afirmaciones distan de ser para él, algo que le guste. Y como tal, el Duque siente que la adrenalina le envuelve, el corazón golpetea a ritmo acelerado. Ladea la cabeza y antes de que eche a andar, le detiene por el brazo con suavidad no exento de firmeza. - Aquí discrepamos, Sabah. No estoy de acuerdo y te diré por qué. En toda relación hay una persona que pone la mejilla y otra que la besa. Para que entiendas, te lo explicaré así: tú eres mi domitor y pones la mejilla para que yo te adore y obedezca, pero cuando se trata de salir de tu aburrimiento, me buscas y soy yo el que debo poner la mejilla para con tus avances, me convenzas de hacer lo que tú quieres. Se llama dominación y cuando ésta se convierte en reciprocidad, es que las relaciones avanzan. Yo busco la reciprocidad en Cinder y funciona. Como humano, funciona. La diferencia radica en que quiero echarle encima algo muy pesado como mi transformación y ahí, es donde ambos tendremos que trabajar si queremos seguir unidos. Si tú tocas a Cinder, ten por seguro que me lastimarás. ¿Dónde está eso de que “como toquen lo que es mío no me quedaré de brazos cruzados? Estarías en una disyuntiva: si tocas a Cinder me lastimas. Si no la tocas, ¿Acaso crees que soy manco como para no defenderme de la que es mi amante, socia y futura esposa? A diferencia de aquella mujer que ansiaba la muerte de su violador, yo no la deseo. Mantén tus manos alejadas de mi licántropa porque me darás derecho a meter las manos cuando algún ente te interese y te haga daño.  Cuando vives la relación amorosa, te ríes por las caricias o los golpes que recibes. ¿No crees? Y no importa si soy masoquista, es mi decisión vivir con ello. No intervengas, Sabah o me voy a molestar y ahí sí, romperé relaciones, pero contigo, no con ella - deja clara su posición.

Tajante, fuerte, independiente, evitará que Sabah se meta donde no le importa y para él, Cinder es algo que mantendrá a un lado de cualquiera relación con su domitor. Continúa el camino dejando la conversación atrás. El comentario sobre las niñas deja una sonrisa enigmática - la bestia, bestia es y nada va a cambiar eso. La diferencia radica en que tu mano derecha nunca debe saber lo que la izquierda hace, Sabah - tal cual es, lo menciona. Seguro que su domitor lo comprenderá perfectamente. Otra vez el olor, Charles se queda mal posicionado, entiende que si lo siente, es porque es real. La lección de Sabah refuerza sus sospechas. Si es así, ¿Qué puede hacer al respecto? Tiene demasiadas incógnitas y ninguna respuesta más que la esencial: es él. -  Estaba en un grado superior a ti en cuanto muerte, ya era un vampiro cuando lo conocí. Gracias a él, supe que existían - continúa su camino, pero su cuerpo está en completa tensión. Espera que en cualquier momento aparezca y dialoguen. Le debe mucho, lo que teme es que se oponga terminantemente a que Charles sea transformado.

- De acuerdo, ponme a prueba, pero ya te digo que a tu lado me siento más tranquilo de experimentar que si estuviera solo - de reojo, mira por encima de su hombro hasta llegar al sitio que ella eligió. El saber qué es, le forma una sonrisa. - Nunca creí que asistieras a una carnicería, te hacía más a la cacería y la obtención de tus satisfactores por tus propios colmillos y esfuerzos que una presa dócil. Aunque pienso que en ocasiones está bien, ¿Para qué correr tanto si tienes quien hace fila para darles lo que quieren? - asiente con su pregunta, esperando a que ella empiece. En cuanto ingresan al lugar, Charles se comporta como todo un típico caballero inglés, observando a su alrededor, calculando posibilidades, vías de escape y cualquier otra característica que pudiera darle una ventaja mínima. No conoce el sitio y prefiere mil veces estar preparado para evitar sorpresas.

Una vez sentados en una mesa, el Duque pide sin dudar una buena botella de whiskey. Es un ghoul, ¿Por qué pediría sangre? Además, le interesa disfrutar todavía de los vicios y los gustos mortales antes de que su propio paladar se eche a perder y todo tenga el sabor de la ceniza. Se sirve en un vaso disfrutando del sabor con tranquilidad, esperando a ver qué es lo que le tiene preparado la egipcia. Por supuesto, es todo un caballero, presta toda su atención en la fémina, ni siquiera mira a su alrededor buscando una presa a sabiendas que ninguna podría compararse a su futura sire.


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Mensaje por Sabah Sáb Ene 19, 2019 12:16 pm

Charles tenía un carácter marcado y definido que había dejado entrever en todos aquellos meses que llevábamos viéndonos, desde la primera noche había dejado constancia del carácter del mismo y este había sido patente aquel tiempo donde era un humano, sí, pero como él a veces había dicho era como un león de fiero que no dudaba en defender aquello que él creía y consideraba. Desde el principio habíamos dejado claros los términos de nuestra relación y en lo que se basaría la misma, además de haber demostrado que era el mejor candidato que pudiera haber encontrado en mi existencia para ganarse la vida eterna convirtiéndolo en un vampiro sabía perfectamente que el momento llegaría cuando menos nos lo esperábamos aunque su conversión a ghoul era algo que bien sabía sucedería tras la sangre que había tomado en aquellos meses. Los dos éramos libres para hacer lo que ambos quisiéramos siempre y cuando no afectara a lo que ya teníamos pactado como una regla no hablada o escrita que se había instalado entre ambos, pero era consciente de que las relaciones entre ghouls y licántropos, especialmente cuando mi sangre corría por sus venas, no era algo que llevara a buen puerto porque éramos rivales ancestrales, que perduraban a través de los milenios y la enemistad sería demasiado grande para ser salvada. Sin embargo él parecía estar convencido en lo que tenía con la licántropa y aunque su amenaza flotó en el aire como una voluta de polvo que bailaba al son del viento, simplemente sonreí ladina. ¿Creía que me amilanaría por sus palabras? Si pensaba eso es que no me conocía en absoluto, y como tal, no era digno de tomar mi sangre o que lo convirtiera en alguien como yo pese a lo mucho que lo buscaba. No me importaba su amenaza en lo más mínimo, porque al final, la enemistad sería demasiado grande cuando fuera un vampiro y por mucho amor que existiera entre ambos no sería suficiente... pero el amor era a veces ciego y nos ponía una venda para no ver las cosas. Yo también fui demasiado ingenua una vez cuando era una humana, había amado a un hombre que hizo todo lo posible por ganarse el lugar que se merecía y que todos pensaban que ocuparía por sus grandes logros y hazañas, ocupar un lugar en la alta sociedad para poder pedirme como estábamos deseando y no tener que vernos a escondidas para que no nos castigaran pues nadie podía aventurarse a tener una relación con una sacerdotisa, porque estaba prohibido. Solo aquellos dignos y merecedores podían hacerlo, Kefrén había luchado por intentarlo cuando murió peleando como el mejor guerrero que había conocido en mi vida... el amor me hizo ser crédula y débil cuando él no volvió, y aunque las situaciones no eran iguales a Charles también le pasaría cuando fuera un vampiro y esos genes que odiaban a los licántropos le forzaran a terminar con lo que tenía. Sin embargo no dije nada, mantuve la sonrisa ladina en mis labios y seguí andando porque yo ya le había avisado y quedaba constancia de ello. Inconscientemente mi mano fue hacia el medallón que tenía de cuando fui humana y una sacerdotisa de Hathor en el templo de Dendera, ¿cuántas veces no había deseado por encontrarme de nuevo con él? Pero la vida era injusta, y por mucho que lo había intentado solamente un objeto me concedería el deseo que traerlo de vuelta, y aún seguía con mi búsqueda porque no me rendía de encontrarlo. Tenía toda una existencia por delante.

Esa noche iba a servirle a Charles para hacerle ver las diferencias que podía encontrar de ser un humano a ser un ghoul, quizás para algunos no fuera demasiado pero él ya empezaba a notar el cambio y los diferentes estados que podía encontrar así como sus efectos. Sus sentidos estaban más agudizados y ante la duda que tuvo le expliqué que la esencia jamás se perdía, vampiro o no, era algo innato para cada persona y jamás desaparecía aunque lleváramos una existencia siendo unos “no muertos” pero esta noche él estaba comprobando que las cosas eran diferentes y que el más mínimo cambio incluso para un ghoul como él era bastante significativo. Así que era probable que quien pensaba que era el del carruaje lo fuera, al fin y al cabo sus sentidos estaban más desarrollados ahora y podía percibir mejor las cosas. Sin duda llevarle a aquel lugar sería algo que pudiera ayudarle así como quizás divertirle, ya que podría aprender tan solo con estar allí un par de noches y ver cómo era aquel mundo de una manera totalmente diferente a la normal. Sonreí observándolo de reojo porque parecía que cada uno de los ruidos que escuchaba lo ponían en tensión como si esperara que algo, o alguien, saltara sobre él aquella noche como una bestia sedienta de sangre. Y podría ser el caso pero mis sentidos más desarrollados lo notarían y evitarían aquel encuentro. Giré mi rostro para observarlo y llevé mi mano a su pecho para captar su atención durante unos segundos, lo miré de manera fija y sonreí como si intentara tranquilizarlo en lo que él se hacía a su nueva condición y se ponía en sintonía con sus nuevos sentidos aumentados. Tiré de su barba ligeramente para hacerle ver que seguíamos el camino y mientras nos adentrábamos por aquellas calles de la ciudad rumbo a la zona comercial tras unos cuantos minutos llegamos por fin a la entrada. Reí entre dientes por la manera y la forma que tenía de ver aquel lugar y negué con la cabeza levemente, era un depredador y no podía evitar eso que estaba tan innato en mí porque siempre buscaría las presas para cazarlas y satisfacerme de una buena cacería llena de sangre, aparte tenía también a esclavos de sangre que me alimentaban cuando simplemente quería pasar una velada tranquila y no me apetecía salir de caza, otras ocasiones acababa allí aunque no solía frecuentar aquel lugar solo cuando me sentía aburrida y quería un digno espectáculo, allí los vampiros eran libres de estar tranquilos sabiendo que no les pasaría nada, además habían espectáculos por la noche que amenizaban el lugar y no se iba necesariamente para conseguir algo de sangre. Tras llevar tantos milenios de existencia tenías que buscar las formas en las que encontrar algo con lo que divertirte a la vez que saciarte, quizás él no pudiera entenderlo debido a su corta vida, quizás algún día llegara a entenderlo de verdad.



-No suelo venir aquí demasiado a menudo –confesé mientras nos acercábamos a la puerta- soy una depredadora Charles, está en mí el ir a cazar para alimentarme y satisfacer mi sed de sangre, pero eso no quita que no tenga algún que otro esclavo de sangre que me alimente y me sacie cuando así lo deseo, o noches donde el tedio es tan alto que vengo aquí porque ofrecen espectáculos y puedo divertirme sin pensar en nada más –dije al llegar a la puerta, de normalidad la entrada a humanos estaba prohibida pero si iban acompañados de un vampiro no decían nada en absoluto. Charles entró tras de mí abriéndonos paso por aquel lugar donde los humanos se ofrecían a los vampiros solo para sentir el dulce colocón que se obtenía al ser mordido por un vampiro, al fondo un escenario donde varias jóvenes bellas bailaban al son de la música. Nos sentamos en una de las mesas y esperé a que pidiera, cuando pidió el whisky pedí lo mismo que él porque no siempre se debía de pedir sangre para ello. Podía verlo inspeccionar el lugar y sonreí divertida dando el primer trago al vaso, me fijé entonces en los vampiros que habían por el lugar distinguiendo a un par de ellos que conocía y que no eran tan antiguos como yo. Podía notar los ojos de Charles puestos en mí mientras inspeccionaba todo a nuestro alrededor- y dime, ¿qué piensas de este sitio ahora que puedes ver por ti mismo lo que es? –Los humanos iban ligeramente vestidos, los vampiros en las mesas solos o acompañados por sus esclavos o algún que otro humano que habían cogido del local- los que son adictos a nuestra sangre vienen aquí para sentir el colocón que les proporciona ser utilizados, algo que ni la droga más fuerte es capaz de hacerte sentir –dije mientras mi dedo repasaba el borde de la copa- aquí encuentran la satisfacción que no les es posible encontrar de otra forma, les da igual quién si pueden obtener aquello que desean –no era difícil sentir el olor a sangre en el lugar, es más, la pareja que había al lado cuya humana estaba sentada en el regazo del vampiro estaba siendo alimentada con la sangre de este mientras sus jadeos ahogados se escuchaban donde nos encontrábamos- ¿percibes eso, Charles? –Pregunté con curiosidad observándolo con mi dedo ascendiendo por su pecho, ahora él también podía sentir el olor de la vitae de vampiro y me hacía curiosidad saber si sentiría esa pequeña necesidad por cualquier sangre, o simplemente por la mía- esta noche ya te has alimentado, pero yo aún no lo he hecho así que dime... ¿qué quieres que haga?Pregunté mirándolo con una sonrisa maliciosa en mis labios- ¿me vas a ofrecer tu sangre para que lo haga? ¿Vas a escogerme una de las presas que se ofrecen para que pueda beber de ella? –Mientras preguntaba una vampira, bastante joven, se acercó hacia donde estábamos mirando de manera fija al humano, su pregunta no me pilló desprevenida cuando dijo si lo compartía echándome a reír ligeramente para mirarlo a él- parece que llamas la atención allí donde vas –aseguré divertida para negar a la vampira y dar otro trago a la copa, me percaté entonces de cierto vampiro que, sentado al fondo del todo, cruzó su mirada con la mía- quiero advertirte de algo Charles, ¿ves aquel vampiro con guardaespaldas del fondo? Si alguna vez lo ves, si alguna vez te encuentras con ellos... corre –sus ojos me observaron casi ofendidos por mis palabras- no me malinterpretes, no quiero que luches contra ellos porque su intención sería atraparte para hacerme daño. En el mundo de las sombras los enemigos son retorcidos y ese en concreto es uno de mis enemigos, se llama Sanca y aunque es un vampiro más joven que yo su Sire es alguien poderoso. Así que, ¿me harás caso en eso o como de costumbre interpondrás tu voluntad? En este local existe el pacto de no agresión, cualquiera que lo incumpla verá la muerte a manos del sol, pero fuera no hay regla alguna.
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 What you deny submits to you, what you accept transforms you [Sabah] +18 Empty Re: What you deny submits to you, what you accept transforms you [Sabah] +18

Mensaje por Charles Moncrieff Sáb Ene 19, 2019 10:05 pm

El sitio es "pintoresco", plagado de personas que comercian con una sola moneda: sangre. Vampiros, ghouls y humanos, los tres grupos van y vienen buscando a alguien con quien estar para hacer dos procesos: beber o dejar que beban. En tanto le sirven el whiskey, observa a su alrededor, tomando nota de los que permanecen en el sitio, los que llegan y lo abandonan. Inclusive, hay algunos más que parecieran dirigir sus pasos a zonas más "exclusivas" con parte del rebaño que se les ofrece en el sitio o bien, con alguna cacería que obtuvieron esta noche. Todo parece controlado, hay varias figuras que parecieran estar atentos a cualquier eventualidad con tal de intervenir y que el ambiente continúe en el mismo estadio de normalidad.

La música es interesante, las mujeres que bailan, es con el fin de exhibirse y ser compradas por bolsillos abultados. El Duque podría comprarlas a todas de no ser que ve aburrido el sitio si lo piensa desde la oportunidad de obtener un shot de adrenalina. La voz de Sabah lo saca de sus meditaciones, toma la botella para servir dos vasos notando que ella está dispuesta a seguir su ejemplo. Le ofrece primero a ella, después a él. Chocan los cristales para beber un poco en un brindis que aparenta normalidad, nada dentro de lo común puesto que el sitio de por sí es una línea curva en la recta que Charles sigue. En sus planes medidos, pocas son las sorpresas que puede tener y de hacerlo, está preparado para buscar las formas de salir del atolladero, que un sitio con demasiados vampiros lo pone nervioso.

No es miedo, es disgusto por no tenerlo todo controlado, pero después de ver la mecánica, las salidas, entradas y las personas presentes, parece que se serena. - Por supuesto que tienes ghouls, entre ellos estoy yo - se sonríe con cierto ánimo de bromear con ella meditando sus palabras. Revuelve el whiskey contra los hielos en total silencio haciéndose una idea sobre el sitio tal cual le pide ella. - Es interesante y puede ser tomado en cuenta para cuando haya una redada de la Inquisición, evitado las calles y encontrando alimento en demasía. Supongo que para esos momentos, el sitio estará abarrotado - saca del abrigo una caja de plata y de ésta, extrae un largo cilindro de tabaco que enciende con las velas de la mesa, soltando la primera bocanada de humo.

Se acomoda observando los ires y venires, divirtiéndose en cierta forma con las conductas de la mayoría de los asistentes. Aspira la vitae humana y al mismo tiempo la vampírica. Siente que se le reseca la boca de ansiedad por la segunda, pero todas tienen algo que le provoca un gesto de inconformidad. La falange de su domitor recorre su tórax y sonríe de lado. - Si te refieres a los gemidos de la mujer de a lado, sí. En cambio, si es por la vitae, la puedo apreciar. Lo curioso es que ninguna me llama para abrir la boca - le guiña un ojo acariciando un mechón de sus cabellos hipnotizado y contento por estar aquí a su lado. Su comisura diestra se eleva en una mueca burlona - ¿Quieres que elija a alguien para ver cómo se orgasmea aquí frente a mis ojos o tengo que dilucidar si quiero sentir ese placer? Lo pones difícil - se mofa porque por supuesto ella sabe la respuesta.

La vampira joven se acerca a preguntar a Sabah, como debiera ser, si lo compartía y ni siquiera el comentario de su Domitor hizo mella, susurra a su oído - y tú sabrás por qué quiere mi vitae, por qué en este lugar llamo tanto la atención, a finales de cuentas soy tu ghoul, Sabah - le gustaría saber el por qué de que le miren. Intrigado por ser el centro de las miradas y cuando Sabah le habla del hombre en la esquina, le presta atención queriendo saber por qué es tan importante para que ella haga hincapié. Su explicación no cae en saco roto. Sus ojos vuelven a los de la egipcia, acariciando su mejilla. - Creo que estás desviando la atención de un punto muy importante, Sabah. Yo impongo mi voluntad cuando sé que no estoy en desventaja y que tengo una igualdad de circunstancias. Si me dices que él sólo querrá atraparme para vengarse de ti, hablamos de un ámbito muy diferente. No es una competencia mental, si no física y ahí, llevo las de perder - porque si Sanca es un vampiro menos antiguo que su Domitor, significa que es milenario.

Y ya se lo dijo Cinder: una cosa es un neonato, pero un vampiro de tantos años, sería imposible de vencer. Y si trae a sus custodios, es porque alguno o varios son vampiros. Están hablando de un nido. - Un vampiro puede ser derrotado siempre que no sea mayor de mil años. Y puedo buscar las formas de hacerle ver su suerte, pero de ataque perpetrado por un vampiro de más años, no saldré vivo. Y si le agregas sus guardias, ¿Qué me queda? Me parece que rogaré por no encontrarlo nunca por las calles. Dices que corra, soy un humano. Un ghoul y cualquier vampiro neonato puede alcanzarme. Si son varios, tendré un nido en mi contra. No creo salir avante - le hace ver conforme a sus razones.

Si Sabah desviara la mirada a Sanca, lo vería sonreír de forma interesada. Si pudiera leer sus pensamientos, estaría notando el peligro de haber llevado a Charles a ese lugar, porque Sanca reconoce ahora mismo la mente prodigiosa del Moncrieff y cómo, discretamente, le llama a uno de sus guardias señalando al Duque de Devonshire para que ponga a unos cuantos a seguir sus pasos. Es interesante lo que la egipcia ha descubierto y el vampiro quiere verlo más de cerca porque como le convenga tenerlo, pedirá a su sire que le permita transformarlo rogando que no sea su líder quien lo exija para sí.


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Mensaje por Sabah Mar Feb 19, 2019 5:29 am

Llevar a Charles a aquel lugar era una prueba más para él ahora que se estaba acostumbrando a sus sentidos, a las nuevas sensaciones y percepciones que lo acompañarían y formarían parte de su vida hasta que se diera el siguiente cambio, algo que nunca había hecho a lo largo de toda mi existencia; convertir a nadie en un vampiro. Los había visto convertirse en esclavos por su sangre, los había visto desesperarse por tomar más de la misma y volverse locos ansiando por más... pero yo jamás había tenido esclavos de sangre convertidos por mi propia sangre, y mucho menos había convertido a nadie en un vampiro porque pensaba y seguía pensando que era un paso demasiado importante y que hacerlo conllevaba estrechar unos lazos que durante tres milenios yo me había empeñado en poner como barrera para no tener que hacerlo. O al menos era lo que pensaba hasta que había encontrado a la persona indicada para llegar a plantearme siquiera el hecho de seguir adelante y dar un paso más hacia aquella dirección. No iba a ser fácil para mí y lo había meditado antes incluso de que Charles se convirtiera en mi ghoul, había meditado todas las opciones que habían para determinar si me convenía o no el convertirlo en un vampiro cuando fuera mi ghoul porque si algo tenía claro es que de las veces que había bebido de mi sangre el que lo hiciera no era más que una cuestión de tiempo. Me llegué a preguntar muchas veces si sería el indicado y el correcto pero siempre hallaba la misma respuesta; sí. Lo cierto es que reunía y tenía todas las características para poder seguir adelante y me gustaba su forma de ser, cómo pensaba las cosas, cómo se desenvolvía y quizás con el tiempo tuviera algo más la mente abierta en otros aspectos y que concernían sobre todo al mundo sobrenatural porque una vez te metías en ese mundo ya era complicado para salir. Por suerte para él estaba decidiendo sus pasos y no parecía importarle ser un ghoul, es más, con las miras que tenía sabía perfectamente que a él le gustaba esa nueva condición y más le gustaría ser un vampiro que era ya el último nivel que podía alcanzar y para todo lo que quería hacer él era lo que más le valdría. Lo sabía porque lo había escuchado hablar sobre lo que pretendía, sus ansias de poder... lo había estudiado bien y que me dijera que ya lo tenía todo planeado sacaba una sonrisa en mis labios ladeada porque ese hombre era mucho más de lo que aparentaba, y por eso mismo se había ganado el único derecho que no había tenido nadie en todos estos milenios... una tarea para nada sencilla pero que sabía que él podría llegar a cumplirla a la perfección, quizás con algunos matices que no encontraba de acuerdo pero ¿quién era yo para decirle qué debía de hacer y qué no? Ya se daría cuenta él, con el tiempo, que algunas relaciones eran imposibles de conllevar y que el odio ancestral que se tenían ciertas razas era imposible de conllevar pero eso ya lo iría descubriendo conforme pasara el tiempo y él mismo se diera cuenta de que algunas cosas eran imposibles.

Ladeé mi sonrisa cuando la joven vampiresa se acercó para preguntar tal y como debía de ser si podía beber de la sangre del humano, reí por ello pero mi negativa fue clara cuando las palabras de Charles susurradas en mi oreja hizo que mis dedos se pasearan por su cabello enredándose en sus mechones, para mí era un tanto evidente por qué llamaba la atención de algunas de las féminas que había en el lugar y algo me decía que también de algunos hombres. Charles no pasaba indiferente, su aura era una de las cosas que más llamaba la atención y es que era tan fuerte y con tanto magnetismo que se te hacía imposible no contemplarlo y no fijarte en él... quizás también aumentada por el hecho de que ya no era un humano en su totalidad, sino que había dado un pequeño salto y eso era todo más atractivo o al menos a mí me lo resultaba. Si los demás podían notar eso mismo en su aura seguramente estarían deseando saber cómo era su sangre, allí en el local habían decenas de hombres y mujeres esperando para que bebieran de ellos pero no era nada tan novedoso y llamativo como el humano que estaba a mi lado... y que intentara cualquier tocar lo que era mío porque, puede que no allí, pero fuera le esperara la peor y más lenta de las muertes. En el lugar el pacto de no agresión se debía de cumplir para con todos pero fuera nada, ni nadie, impedía nos atacáramos. Entendí perfectamente a la joven vampiresa que vino a preguntar porque yo también habría hecho lo mismo, los dedos de Charles se deslizaban por uno de los mechones de mi pelo y ladeé mi rostro para contemplarlo de cerca. Oh, claro que sabía por qué llamaba tanto la atención pero para él quizás esos pequeños matices y detalles no eran perceptibles dado el poco tiempo que llevaba conmigo en aquel mundo. Pero su aura era lo que más destacaba, y luego él que acompañaba aún más a que la curiosidad creciera en uno mismo... y claro, ¿cómo no intentar probar la sangre de alguien como él? Por eso me reí cuando vino la joven vampiresa porque la entendía a la perfección, mis ojos se clavaron en los de él cuando dijo con un tono un poco de mofa que era una decisión difícil elegir entre verme alimentarme de otro, o hacerlo directamente de él. Mi mano recorrió su pecho porque bien sabía que prefería que bebiera de él, satisfacerme de él, darle esa sensación plena y placentera cuando hundíamos nuestros colmillos en su piel para alimentarnos y saciarnos. Sin embargo también le quise advertir sobre aquel vampiro, no me fiaba de ninguno y en especial de aquellos que me tenían como un peligro y como a una potencial rival. Quizás no había sido tan buena idea llevar allí a Charles pero quería ponerle a prueba en un lugar donde la sangre estaba más próxima y la tentación se encontraba cada par de pasos.



-Claro que sé por qué levantas tanto interés Charles, porque ven en ti lo mismo que yo vi cuando te conocí aquella noche en el callejón... pero multiplicado ahora que eres mi ghoul –aclaré con una sonrisa sintiendo bajo mi palma el latir incesante de su corazón- es bueno que entiendas y puedas aprecias los matices ahora que estás más en este mundo, pero aún te queda un largo camino por recorrer de mi mano Charles –aseguré mientras lo miraba sin perder la sonrisa ladina- sé que no quieres que me alimente de otro, sé que quieres que lo haga de ti y ser tú quien se lleve tan placentera sensación –mis dedos recorrían su cuello mientras mis palabras eran un susurro bajo pero ya audible para él, tentadoras y provocadoras- entiendo tus conceptos y tu manera de pensar, no he querido decir en ningún momento que no fueras capaz de apañártelas solo que... lleves cuidado con ellos, es todo –y quizás era que no debería de haberlo llevado allí y ahora veía el error que había cometido, aunque me gustaba saber que aunque podía percibir el aroma de la sangre ninguna le llamaba la atención ni le hacía la boca agua tanto como la mía- me gusta que solo sientas adicción por mi sangre o solo quieras la mía –dije mientras mis colmillos asomaban por mis labios en una clara intención que él bien conocía, mis dedos que todavía seguían en su pelo lo acercaron hasta mí para exponer su cuello que primero lamí notando su pulso bajo mi lengua y cómo su sangre corría desaforada por las mismas, cómo su corazón palpitaba expectante por lo que iba a hacerle. Reí contra su piel sintiendo que se erizaba para finalmente hundir mis colmillos en su carne, su sangre manó y me encargué de no desperdiciar ni una sola gota mientras él disfrutaba de la agradable y placentera sensación eufórica de lo que provocaba un mordisco. Una marca más que lo tildaba como mío, una marca más de manera que pudiera encontrarlo con mayor facilidad gracias a mis sentidos y a mis dones que podía utilizar para ello. Bebí aunque no tanto ni lo que me hubiera gustado sino para complacerme, separándome no sin antes lamer la herida limpiando su piel de todo rastro de sangre así también como mis labios, lo contemplé por unos segundos con una sonrisa ladeada- ¿cómo es ahora la sensación tras tener tus sentidos algo más aumentados? ¿Es todo más intenso para ti, Charles? –Quise preguntar en lo que terminábamos de tomar las copas que habíamos pedido para salir de allí, su primera prueba de fuego había pasado y ahora solo le quedaba acostumbrarse a todos los sonidos y todo lo que le rodeaba y que antes no podía sentirlo. Terminadas las copas era el momento de volver porque el sol saldría pronto y yo debía de retirarme a descansar a la mansión hasta esperar un nuevo atardecer. El, galante como siempre y tal como lo caracterizaba, me acompañó de vuelta a la mansión donde justo en la puerta lo miré observándolo de manera detenida preguntándome si se presentaría así ante la licántropa- ¿quieres quedarte? –Pregunté dejándole la invitación por si así lo quería- tardarás quizás un par de días en acostumbrarte a las percepciones y a los sonidos... eres libre de quedarte por esta noche si lo deseas, sino, ya sabes dónde encontrarme y esperaré por nuestro nuevo encuentro –mi mano en su cuello lo acercó para dejarlo frente a mí esperando una respuesta aunque ya sabía, o intuía, que no pasaría esa noche allí.
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Mensaje por Charles Moncrieff Jue Mar 14, 2019 2:36 pm

Si fuera un lugar donde Charles se sintiera seguro, la elección sería perfecta. El conflicto radica en que no lo es. Entre tantos vampiros, ghouls y humanos en constante entrega y obtención de vitae, hay un hueco en el estómago del Duque de Devonshire incrementado por la vista de ese personaje al fondo de la sala, que Sabah señalase como un enemigo en particular. Uno suyo, tan antiguo como ella misma y a su mente vienen las palabras de Cinder de que ningún licántropo se enfrentaría a un vampiro tan antiguo pues saldría mal parado. Si es así, el inglés corre un grave peligro como lo fichen y lo empiecen a seguir.

No tiene un escudo contra el cual los embates de esta criatura puedan rebotar. Su defensa está rota y por un momento, ni siquiera la actitud de Sabah le tranquiliza. La fuerza de su aura, de su personalidad cual león en pleno territorio que cuida y resguarda de extraños, es digna de alabar y de perseguir. Si estuviera en plena capacidad, podría contrarrestar cualquier ataque. No lo está, al contrario, el vampiro frente a ellos es una buena razón para que le pique la nuca y se sienta irascible de pronto. - Me parece, querida Sabah, que no fue el momento para traerme a este lugar. Estoy justo en la transición de ghoul a humano y en lugar de mantenerme tranquilo, me siento nervioso por la situación de ese hombre a lo lejos sentado - toma su vaso con licor para darle un trago pequeño.

Los hielos chocan entre ellos, creando un sonido que le obliga a cerrar los ojos porque le aturde. Relame sus labios negando con la cabeza, moviendo de diestra a siniestra en un ritmo marcado y lento. - No escuchaste. Atiende a mis palabras. Aunque me adviertas sobre él, no puedo hacerle frente. Ni siquiera Cinder o cualquier licántropo de poder lograrían salir avantes contra un vampiro milenario como tú. Dices que él es igual. ¿Notas el error al traerme aquí? ¿Al ponerme como objetivo? Si yo fuera él, tomando en cuenta que estás sola la mayor parte del tiempo, que no tienes a nadie a tu lado, porque créeme que sabría eso. El verte con un ghoul, significaría cuán preciado es para ti. Lo vigilaría para darle una muerte o para darte un buen escarmiento, lo transformaría para obtener toda la información de ti. ¿A que no pensaste en eso? - frunce los labios con molestia.

El típico gesto Moncrieff aparece en su rictus. - Ya estamos aquí, el arrepentimiento no tiene cabida en ésto. Disfrutemos del momento - acaricia sus cabellos con suavidad, sonriendo con perezoso movimiento relajado y acomodado contra el respaldo del sillón en el que se encuentra. Charles es bastante atractivo a los ojos de los presentes tal cual hizo ver Sabah, las miradas parecen seguirlo en todos sus movimientos, en sus palabras y de paso, su olor es realmente intoxicante. Es como tener un vial de puro poder, de energía dinámica que es adictiva. - A toda mujer le gusta saber que es única en la vida del hombre que es importante para ella - acomoda un par de mechones del cabello de la fémina tras la oreja.

Galante, coqueto, sus atenciones están con ella y nada más. Un ghoul atento a su domitor, pero al mismo tiempo, se nota la fuerza con la que se domina. Es eso, medido en todos y cada uno de sus movimientos como si no deseara que nadie supiera en realidad qué esperar del Duque de Devonshire. Se acaricia la barba con las falanges de sus dedos del pulgar hasta el anular. Repasa la línea de la mandíbula con ese gesto de coquetería que le nace con sus dos mujeres. La visión de los largos colmillos le provoca un hueco en el estómago. La ansiedad típica previa a estos momentos, es delirante. Intoxica sus sentidos y se enfoca sólo en ella. Al inicio, es así, conforme pasa el tiempo, frunce los labios pues están en un lugar público y que le diga que nadie le atacará, no lo deja tan tranquilo. El cuello es dejado al aire, la lengua deja un húmedo camino haciendo temblar al inglés.

La penetración de esas dagas diminutas en su cuello, bien incrustadas en su piel haciendo resonar cuando la epidermis se resiste a ser horadada, es delirante. Traga saliva y suelta un hondo gemido angustioso y por igual, placentero. Su diestra sube con celeridad a la nuca de la fémina sosteniendo y acariciando con urgencia, en un afán de que continúe. La primera succión le roba un gruñido que resuena en toda su caja torácica alertando a los demás vampiros que sin duda, posan sus ojos en la pareja. En ese ghoul que se antoja y provoca que más de uno, encaje sus colmillos en la mísera rata que tienen al lado cuando ante sus ojos, la mejor carne es mostrada por Sabah. La presa más jugosa, apetitosa de todas, vuelve a gruñir al sentir que está enloqueciendo su mente con cada succión.

Aspira profundo apretando la cintura de la fémina contra él, a punto de que el orgasmo llegue, pero se contiene. Lo hace con una fuerza de voluntad que es admirada por muchos, pero sobre todo por un vampiro al fondo que sonríe satisfecho. Sabah le ha puesto en bandeja de plata a un magnífico ejemplar para su progenie. Y no va a desperdiciar la oportunidad de hacerlo suyo. Esa sangre que todos huelen, que ansían y por la que matarían, será suya. Y ni siquiera la egipcia podrá evitarlo. No habrá absolutamente nadie que lo impida.

Al terminar, Charles sonríe divertido observando el rostro de la mujer con una ceja arqueada. - Bien sabes lo que provocas - no duda, le arrebata tremendo y pasional beso, que la vampiresa que pidiera antes que lo compartiera, se pone en pie impulsada por un resorte y avanza lento hasta ellos. El ghoul la observa de reojo susurrando a la oreja de su domitor antes de alejarse. - Otra vez vienen a interesarse - toma el vaso dando un largo trago para aclarar su garganta y dicho y hecho. La mujer sonríe a Sabah. - ¿Cuánto quieres por una sola mordida? - se relame los colmillos observando al ghoul.- Nunca podrías tener lo suficiente para tener una sola gota - le contesta haciendo que se aleje algo ofendida.

Se sonríe un poco con esa egolatría que se gasta. Pasea su mano por el cabello de la vampiresa, terminan los tragos y se levantan para ir al hogar de Sabah y por supuesto que Charles la va a acompañar. Le gusta sentir que puede protegerla aunque sea de los ojos de la sociedad. En el umbral de la mansión, ante las preguntas de su ahora domitor, Charles medita. Entorna los ojos y suspira profundo. - No hoy, tengo muchas cosas por hacer en el hotel y prefiero estar presente para ello, pero no me olvido, Sabah. Si alguna vez te decides a transformarme, avísame para limpiar mi agenda - acomoda con cierto cariño los mechones de su cabello tras la oreja. - Sí, nos veremos pronto, lo prometo. Te mandaré un mensaje con un sirviente - le roba el último beso para sonreír ladino alejándose y tomar el carruaje que le lleve a sus ocupaciones.

Por el rabillo del ojo ve algo, pero al voltear, no hay nadie. Le disgusta sentirse perseguido. Lo odia en extremo.



TEMA FINALIZADO


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