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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Mar Santini Sáb Oct 01, 2011 8:13 am

*El hombre agonizó a los pies de la mujer quien con una sonrisa autosuficiente aun recordaba el placer de haber clavado el puñal en el cuerpo del hombre dejando como su señal unos arañazos profundos que la dejaron aun si cabe más orgullosa de ese trabajo. Los hombres se creian que solo por ser varones merecían más respeto de las mujeres -mucho más aun si esta era prostituta- pero mar se habia jurado que ella escogeria a sus propios clientes sin dejarse amarrar a los borrachos que obscurecian aun más aquella posicion, lo que habia sucedido era un resumen que se repetía en las calles de Paris un hombre que solicita los servicios de una mujer pero que no queria pagar sino obligarla a la fornicacion para despues irse a contarlo a sus amigotes pero siempre hay una presa inadecuada para esas ofensas al genero femenino y esa presa era nada más y nada menos que Mar* Ahora quien va a respetar a quien ¿eh bastardo? *Pocas veces se dejaba guiar por la repugnancia pero en ese caso haciendo caso omiso a su ley de silencio escupió en el cuerpo de aquel hombre presentando una sonrisa aún si cabe más provocativa.

Iba a seguir buscando a sus clientes pero en un momento de lucidez sus orbes viajaron perezosamente hacia el vestido, acariciaba sus muslos con la misma provocacion que su sonrisa unas gotas de sangre que rozaban sinuosamente sus piernas desnudas, su vientre estaba completamente manchado de sangre y sus cabellos mostraban la tesis del caos inscrita en unos mechones rebeldes y acusados, no tuvo tiempo para maldecir solo limpió el puñal y lo dejo sobre aquel cuerpo quitándose los tacones para caminar hacia la laguna; Los pasos de Mar siempre eran cautelosos vigilando siempre su exterior, con algún que otro obstáculo -cristales y algunas piedras molestas que habian herido sus pies- llegó a su parte favorita de Paris, la laguna aunque supuso que se debia a su nombre "mar" que reflejaba ya el amor de la muchacha por el medio acuático.

Dejó los zapatos con brusquedad en el suelo dirigiéndose con insólita calma en el agua, su piel se erizo ante el cambio brusco de temperatura que estaba a punto de sufrir, su cuello, sus brazos, sus piernas mostraban indicios de erizamiento exponiendo a gritos que no querían entrar en ese sitio que tan frío era pero ella entró, dejando que sus articulaciones se tensaran unos segundos para permitirse el lujo de relajarse al llevar unos minutos; No se quitó el vestido pero lo frotó con firmeza golpeando las zonas centrales donde la sangre habia golpeado aprovechando que aun estaba "fresca". Cada golpe del agua parecia incluso más frío que el anterior pero quien lo diria por los movimientos enérgicos que provenian de ella incluso no se distinguía ningun temblor que hiciese pensar a alguien que efectivamente estaba pasando un mal rato en aquella laguna*


Mmmm *un quejido de placer sonó en sus labios entreabiertos cuando se permitó pensar una vez más en el poder que se siente ante arrebatar la vida de una persona, no era poder lo que deseaba sino el orgasmo que sucedia cuando se declaraba superior en aquellos aspectos, una mujer casi siempre, era el arma más mortal a la que el hombre podía enfrentarse*


Última edición por Mar Santini el Vie Ene 20, 2012 12:39 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Gédéon Lémieux Jue Nov 03, 2011 4:21 pm

Había perdido todo el encanto. La noche se veía tan corriente como cuando la abrazó por primera vez, no lo había notado hasta ahora. Mentira tras mentira, la admiración que sus hermanas sentían por él sólo era una jodida blasfemia, estaba consciente que tarde o temprano lo descubrirían y entonces cada una de ellas tomaría una decisión, desgraciadamente no puede luchar contra las dos, pero para eso tenía a Pierre y a su bruja. El primero haría lo que fuera necesario con tal de obtener riquezas ¡Por supuesto! En la decadencia de este mundo el dinero lo es todo, la segunda… La luna aterciopelada se cobijaba entre un manto de nubes, y al sentir su rose en esa cara plateada se carcajeaba la desgraciada. Líderc caminaba por los pasillos laberínticos del bosque hasta que, sin darse cuenta, llegó a las orillas de la laguna. Los búhos, los murciélagos, las alimañas, todos y cada uno de ellos sintieron su presencia y mejor se despidieron de la tierra que les había sido heredada, le temían al depredador. Su traje negro rechazaba la luminosidad que esa luna ofrecía a sus hijos y su mirada azulada se agazapó en un pensamiento. Matar.

Odiaba que Aneska disfrutara del sufrimiento de los demás y era egoísta porque tras esa máscara de caballerosidad se escondía el demonio y esta noche lo sacaría a relucir sin importarle nada. Por eso eligió un sendero lo suficientemente aparcado de la civilización para que sus gritos no fueran escuchados a kilómetros de distancia, pero ensimismado en sus pensamientos, olvidó algo… El juguete. Cogió un pedazo de madera y lo arrojó en las profundidades de la laguna, el “glug, glug” mientras se sumergía para flotar de nuevo, irrumpió en el silencio del viento. Acompasada la noche se dispuso a meditar las cosas, si Aneska llegase a morir, si Ishtar… ¡Maldita sea! ¿Quién lo acompañaría el resto de la eternidad? No habría amantes como ellas en un millón de años. No es que las amara, no es que sintiera un apego a ellas, es que pensaba en su soledad, en si mismo… Si había batallado para que la depravación las encontrara al alba, manipular otros cuerpos como los de sus hermanas, era iniciar de nuevo y una completa pérdida de tiempo. Alguien lo interrumpió.

Del otro lado de la laguna una dama se sumerge en el agua, el frío le cala hasta en los huesos, Lidérc pudo percibirlo en lo erizado de su piel y la rugosidad de sus pechos por debajo de la prenda que cubría esa desnudez. “Ma chèrie” Susurró dentro de si mismo, se saboreo la yugular de la chica más que a su cuerpo, para perfecciones sólo una… Lysipe. Antes que vampiro fue hombre y como todo malnacido, su libido comenzó a opacar la razón que le encontraba todas las noches ¿Qué es lo que se necesita para perder la cabeza? Lidérc nunca la perdería por completo, era una bestia pensante. Tampoco se despojó de sus prendas al aventarse al agua. El chapoteó resonó, cualquiera habría notado su presencia. Comenzó a nadar sin preocuparle asustarla o que corriera lejos de él, la alcanzaría en un segundo, se escondiera en donde se escondiera, él podía olerla… Su cuerpo destilaba la peste del sexo y esos encajes se lo confirmaban… Sonrió como un lunático mientras se acercaba lentamente, haciendo todo el ruido posible, quería que ella supiera que no estaba sola. –Y en le menú de hoy tenemos, cortesana marinada en las aguas termales de la laguna- Comentó cuando se encontraba a escasos metros de ella, los colmillos se asomaron por encima de sus labios y la mirada celeste, se tiñó de un negro famélico.


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Mensaje por Mar Santini Vie Nov 04, 2011 9:15 am

*Su tranquilidad se habia ido al infierno cuando alguien más entró a la laguna, con habilidad se movió para quedar justamente en frente de aquel hombre o mejor dicho como si le esperase, no temía a la desnudez en la que se encontraba ahora incluso le hacia moverse con mayor confianza pero estaba en el agua y perdia todas las credenciales de poder significar un reto para aquel vampiro. Los conocía especialmente porque trabajaba para uno que casualmente siempre habia admirado pero una cosa era quien admiraba y otra muy distinta era ese que se habia acercado de esa forma, aún olía a sangre y se preguntó por unos segundos si lo olería* Eso creeis vos, monsieur *No tardó ni medio segundo en abofetear su rostro visiblemente molesta por su presencia, ¿estaba loca? nunca se iba a dejar dominar por nadie ya fuera vampiro o humano su caracter era el de una mujer salvaje que aun cuando se dedicaba a ser cortesana era capaz de devorar a cualquiera que se quisiera hechar sobre ella sin su consentimiento*

Creia que los vampiros tenian modales ¿no podeis esperar a que salga para secarme? o creeis que por ser una puta debo de enfrentarme a vos de esta manera *Sonrió de costado mientras seguia mirandole a los ojos, claro que algunas ocasiones habia distribuido sus miradas de sus orbes hacia sus colmillos los cuales empeaban a hacerle sentir inexplicablemente tranquila. Si éste era su último baño al menos lo disfrutaria como solía hacer. Las mujeres sumisas no eran lo suyo, ser alguien que dejaba que los demas decidiesen le habia costado más de una discusión pues en el burdel predominaban ese tipo de mujeres y ella como firme defensora de ellas discutia como la que más porque fueran respetadas aunque ellas despues se quejaban porque de ese modo según decian tenian más clientes. Alzó el rostro bien sabia que no debia de darle la espalda a ningun vampiro porque muchos no entendian de que era caballeroso y que no cuando tenian hambre tenian solo eso.

Pero Mar empezó a andar claro que sin darle la espalda dejando que algun que otro tropiezo ridiculo le hiciese perder el equilibrio recuperandose a los pocos segundos, habia trabajado en las calles, matando, oponiendose, espiando lo que a lo mejor le serviría para enfrentarse a ese vampiro, ni sabia su nombre...era ridiculo. Salió hacia la orilla, dejando que la luna acariciase la figura de su cuerpo como si del mismo sol se tratase pero en vez de secarle o de darle calor era el frio y la monotonía del invierno lo que cubría su cuerpo, como cualquier humano el cambio de temperatura le sentaba mal podia notarse sus labios perdiendo el color a causa del frio pero aun asi no dejó que saliera nada más de su boca que la misma sonrisa que le habia dedicado a él.

La tela del vestido se apretó, transparentando desde sus piernas hasta sus turgentes senos de los cuales siempre que tenia ocasion presumía. Sus hombros estaban al descubierto pues debido al peso del agua la tela del vestido parecia querer bajar, querer ponerse a salvo de ese peso extra que no podía soportar la delicadeza de la misma tela, sin importarle nada empezó a quitar el exceso de agua con rapidez, aunque toda la rapidez sería poco como el otro dijera de "devorarle" conocia a los de su estirpe pero se habia concentrado en los caballerosos, no en los hambrientos. Una vez que estaba lista observó una vez más al vampiro. Atractivo, joder sabia que era un hombre atractivo lo cual aumentaba su deseo no sexual sino de tener eso que llamaban una pelea justa, los orbes que habian cambiado de color, los colmillos le hicieron palpar sus porpios dientes decepcionandose incluso cuando no habia tocado nada interesante en ellos*


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Mensaje por Gédéon Lémieux Dom Nov 13, 2011 5:51 pm

Esa puta cometió el peor error de su vida, mostrar agallas. ¿En verdad era tan idiota como para pensar que por no tenerle miedo él la iba a respetar un poco? Vamos, la gente sin escrúpulos no se detiene por nada. Lidérc giró su rostro siguiendo el paso de su mano, su mirada se clavó en la orilla de la laguna y esa maldita sonrisa se extendió a través de sus labios. Se relamió para sentir el golpe como un incentivo más a su excitación, rápidamente se dio cuenta que el sexo no es salvaje si no estaba Aneska en medio de toda esa sangre. El ‘caballero’ la dejó hablar como la mujer que es, el simple hecho de escucharla le resultaba bastante tedioso, todo lo que su boca escupía a manera de frases es absurdo ¡Es una puta, maldita sea! Para ellas no existe respeto, el trato no es el mismo que con una dama de sociedad y, a estas alturas ya debería saberlo. Ellas no eligen a sus clientes porque sus clientes no follan con cualquiera y menos los que, como él, tienen el dinero suficiente para elegir. Para su desgracia, Lidérc estaba en medio de la nada y no había ninguna otra cortesana en la cual saciar su apetito sexual.

Una de sus cejas se arqueó y comenzó a burlarse de ella de la forma más descarada posible. Discutir sobre las posiciones sociales con una perra como ella, era una pérdida de tiempo. Dejó que se sintiera confiada y retrocediera la cantidad de pasos que pensaba la apartarían de su destino. ¡Mira que atrevida es la ignorancia! En su fuero interno, Lidérc no sabía si explotar en llamas por lo ridículo que parecía todo eso o alucinar a que la jodida velada se teñiría de sangre para hacerlo más emocionante. Mientras ella andaba él supuso que sería la ocasión perfecta para romper el silencio –No me jodas-Mencionó con acompañado con un chasquido de su lengua entre esos caninos, sacudió su cabeza negando su acción y reparó sus ojos en los de la cortesana, famélico. –No puedo tenerle respeto a una mujer que no respeta a si misma, chèrie- Podría ser el más desgraciado de todos los demonios, pero en sus palabras se ven todos esos siglos que ha vivido, insultar a una mujer es su pasatiempo favorito pero como ya se dijo, no es lo mismo con una puta conocida que con una zorra a la que matará después.

El agua de la laguna mojó el vestido de la chica de tal forma que la curvatura en su cuerpo se resaltó. La lascivia lo llenó de golpes en la única parte de él que no piensa con racionalidad, su entrepierna. Sonrió con la mitad de los labios y sin pensárselo dos veces se aproximó hasta ella inmediatamente para tener una mejor visión de esos montículos en sus pechos, se los saboreó como si de la sangre de una virgen se tratara. Rasgó la punta de su lengua sin querer. Era un vampiro, pero antes que eso fue un hombre y joder, todos son presa de la lujuria. La pescó por el cabello mirándola fijamente a los ojos y arremetió en contra de sus labios. Si cometía alguna otra imprudencia en su contra, la puta se sacaría la lotería en los maltratos, entre más le diese guerra, más lo ponía y quizá sea eso lo que ella quiere y tal vez eso es lo que él buscaba esa noche. -No importa lo que hagas, te tomaré y no habrá pago ¡Entiéndelo!- Mordió sus labios y tragó la gota de sangre que salió de ella.


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Mensaje por Mar Santini Vie Dic 02, 2011 12:10 pm

*No respondió pero estuvo a punto, es cierto que las cortesanas eran tratadas como unas prostitutas que no se amaban pues el cuerpo siempre debia de ser lo más importante para el ser humano en cambio era un reclamo para ella, se vendia por dinero pero tambien para conseguir información, aquel hombre le estaba quebrando los nervios por como se estaba clavando las uñas en las palmas, queria abofetearse de nuevo pero bien habia aprendido que no habría ninguna segunda ocasión especialmente con un vampiro, si hubiera sido un simple humano le habria reventado a golpes incluso aunque fuera un hombre pero incluso si le diera la oportunidad de golpearle ¿cuanto tardaria en reponerse, 10, 15 minutos ? jadeó cuando se acercó*

No me jodas tu a mí *escupió con crueldad mientras sus cabellos acariciaban sus hombros con cierta sensualidad, le gustaba el sexo ¿para que negarlo? la violencia del sexo era lo que más le excitaba pero bastaba decirlo para que ademas de puta le llamasen masoquista ¿tan desesperado estaba que le iba a follar ahi sin mas? eso contando con que siguiera viva. No respondio al beso pero cuando la mordida llego y la sangre caliente acaricio sus labios abiertos le miró a los ojos con una sonrisa en los labios* No se con cuantas te has encontrado pero seguro que todas han dicho una frase " no soy lo que piensas que soy "

*A pesar de la ligera asfixia que sentia, podia respirar, hablaba suave para no forzarse demasiado la garganta, se relamió, dejando en su lengua el metálico sabor de la sangre. A los pocos minutos coloco las manos en la muñeca ajena, sin hacer fuerza, sabia perfectamente que por mucho que intentase escapar acabaria jodida realmente jodida si el otrose lo proponia en menos de lo que cantaba un gallo* ¿Te gusta esto? * podria haber hecho un movimiento lascivo pero en vez de eso se mordio con fuerza el labio y la lengua, gotas de sangre cayeron por su mentón, pero otras justo sobre la muñeca de aquel hombre de tez clara*

¿o esto? *Esta vez fué ella quien mordió los labios de aquel hombre llenandolos de su sangre, colando con cierto dominio su lengua en la boca de aquel desconocido dejando caer algunas gotas de sangre, se alejó utilizando ahora sus manos para limpiarse la boca como si aquel contacto que habia buscado al principio ahora no sirviera para nada. Tenia un sabor bastante atrayente incluso si hubiera sido su cliente no habria vacilado en comportarse con una dosis de obscenidad que hasta los vampiros no conocían. Fingiría ser sumisa, fingiría que se dejaria hacer, sería ella misma violenta y como siempre salvaje buscando ser dominante pero también esperaria hasta que tuviera la oportunidad para darle un golpe y despues escapar, no seria la primera vez que las putas corrian desnudas por paris presas de algun delirio, de alguna mujer de media noche que les seguia por acostarse con su marido*

Off- Lamento mucho que mi post no sea demasiado bueno. Tambien la tardanza, mi mente se negaba a dejar que las ideas fluyesen.


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Mensaje por Gédéon Lémieux Lun Dic 12, 2011 4:16 pm

-Ciertamente no lo eres- Respondió a su duda. Durante siglos las mujeres siempre han mencionado esa frase para sentirse mejor que el resto. Son animales salvajes que luchan por su territorio y después se quejan por el comportamiento que tiene el hombre para con ellas. Siendo completamente honestos, Lidérc reconocía que todas las féminas tienen algo en común, pero ninguna de ellas es igual, porque cada individuo por muy copia que sea, siempre tendrá un defecto más o una virtud que los hará únicos. Su ceja derecha se alzó, ver como tomaba la iniciativa después de la primera impresión siempre es excitante, a pesar de lo que se crea, al hombre le gustan las mujeres que son atrevidas, una puta como ella ¡Oh, dulce delirio! Siguió con la mirada celeste el camino que su sangre recorrió hasta la muñeca, el tacto de ese fluido con su piel fue cálido, como si por primera vez después de nueve siglos, pudiera sentir las llamas del fuego en la palma de su mano. Le gustó, se saboreo el color carmín de la sangre, incluso relamió sus labios internamente topándose con esos colmillos amenazantes en su dentadura, la lengua se le rasgó pero necesitaba más que un arañazo para poder sangrar. -¿Qué si me gusta? Dime a ¿qué hombre no le apetece ver como una mujer se entrega como lo haces tú esta noche?- La sonrisa se extendió de oreja a oreja y para cuando ella lo besó, él ya se había consumido en el delirio de la lujuria.

En ese beso, el fuego se unió con el hielo, creando una danza de descomunal brutalidad y belleza. Tragó lo que la herida en sus labios emanaba. La sangre de putas no es un festín para los vampiros, porque sabe a sexo, porque está desgastada, porque perdió todo el sentido… ¡Blasfemias! La sangre de vírgenes y la de las putas sabe igual, es ¡sangre maldita sea! Pero para un vampiro como él y el resto, es enormemente placentero jactarse de que la sangre virginal es la mejor. Si de comparaciones se trata, no hay mejor elixir de la inmortal y más si es de una bella dama. Gimió por debajo y después ¿Ronroneo? Era como ver a un felino domado por la caricia de su amo. Se soltó, su muñeca fue liberada y esta a su vez bajo hasta la altura de su cintura para abrazarla, atraerla a él y no soltarla. El roce de sus dedos sobre la columna vertebral de la chica, fue sólo un estímulo para que arquera su espalda y quedar en la clásica posición de un beso romántico. Dentro de sus bocas, la batalla era desenfrenada entre sus lenguas, la del él dirigía y la de ella obedecía. En un efímero lapso de tiempo, le mordió la lengua, su sangre fue el toque perfecto a la escena vampírica, puesto que ahora todo su mentón se había bañado de escarlata.

Continuó con el juego, se separó de ella saboreando los vestigios que quedaron en sus labios de esa sangre. Su mirada se volvió famélica, negra. Quería devorarla mientras su miembro perforaba hasta lo recóndito de sus entrañas. La tomó por el cuello, perdió el control. No, a decir verdad él nunca perdía el control simplemente se mostraba como la fiera que era y no el caballero que representaba. Descendió hasta su cuello y alucinó con desgarrarle la garganta, pero eso la desangraría y moriría antes de poder tomarla. Continuo bajando, importando muy poco que el agua ocultara su rostro en sus profundidades. Lamió como bestia hambrienta los montículos de su pecho y su lengua infernal apreció cada jodido detalle de ellos, la rugosidad y el sabor que tenían. Miles de hombres habían pasado por allí, dejando su particular sabor en ella, pero no importaba porque el sexo, la lujuria y la indecencia son los condimentos perfectos para un vampiro, hasta parece presunción decir que ellos nacieron para dos cosas, tener sexo y beber sangre.

Naufragó como un niñato perdido entre las olas del mar y su cuerpo. No se diferenciaba si la humedad era provocada por el o se trataba del pigmento del agua en su piel. Cuando estuvo a punto de hundirse en sus caderas, se puso de pie con una sonrisa malévola en el rostro, la misma sonrisa que se tiene cuando se ha reconocido la victoria sobre algo o alguien. Su mano izquierda pasó por detrás de sus rodillas y la derecha tomó su posición en su espalda. Sin importar cuanto se esforzara, él la había cargado y conducido a la orilla de la laguna en donde podría apreciar su desnudez de una forma artísticamente libidinosa. Si a ella le gustaban los tratos amargos, Lidérc no se lo concedería porque es más fácil ir en contra de sus deseos que saciar los propios. La dejó sobre el suelo con delicadeza, su cuerpo cubría el de ella. Cuando al fin la espalda ajena tocó tierra su mano izquierda fue quien se deslizó desde su rodilla, por la pierna, el glúteo, la cadera, la cintura, el pecho, el cuello, hasta llegar a sus mejillas y retirar un mechón de su cabello que se había traspasado hasta su rostro. –Yo tampoco soy la sombra de los demás- Susurró en sus labios. Su miembro amenazaba con destrozar el pantalón y asomarse a reclamar lo que se pretendía sería suyo, pero Lidérc era más astuto y no se permitiría el perder los estribos. Sí, era una bajeza tomarla por la fuerza y eso no representaba ningún trofeo, sería mejor presunción el decir que la domó con su tacto –Primera vez que he sido rechazado, puedes irte- Se dejó caer al lado de su cuerpo para observar como las copas de los árboles ocultaban el firmamento.


FDR: Descuida, a mí me pareció perfecto y por el retraso... Este, no tengo nada que disculparte.


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Mensaje por Mar Santini Mar Dic 20, 2011 8:55 am

* "Las putas no tienen deseos sino órdenes que seguir" eso era lo que siempre se había reclamado ella pero dios ¡ ese olor ! le estaba enloqueciendo como si ella misma hubiera pedido ese encuentro, no se sentía humillada porque eso era lo que recibía por el día a día, el sexo era algo de lo que los humanos desde la edad antigüa disfrutaban como siervos a sus propios deseos pues el culto a dios ha ido perdiéndose más el culto a uno mismo se ha ido agrandando. El choque de ambas lenguas o como los besos provocaban suficiente adrenalina como para hacerle sonreír era un buen culto, una manera de ser violada sin serlo e incluso de disfrutarlo, el sonido de la sangre parecía abandonarla como si estuvieran de acuerdo a los deseos de la dueña, atragantándose con los gemidos que nunca saldrían porque habia aprendido a dominarlos de una forma clara e ininterrumpida, ella tenia dinero perder una noche en lascivia sin compromisos era como hacer su trabajo sin recibir ninguna bonificación, las horas extras le parecian una delicia siempre y cuando el bolsillo estuviera cargado o aquel tipo valiera la pena, éste parecia que tenia ambas cosas pero solo conseguiría una de ellas.

Se alejó dejando un hilo de sangre caer por su boca, nunca le habia parecido una visión tan hermosa como la de un hombre hambriento, los ojos negros del varón parecían espejos para ella, el alejamiento duró lo que un suspiro permitido para volver a aquel agarre en su cuello, lengua, fría, áspera, recorriendo hábilmente cada figura que su cuerpo creaba o como sus senos se endurecían dejando tambien esa inspiración de sexo, pezones que se notaban trás la ropa como actores de segundo plano que a decir verdad nunca habían sido ignorados porque a los hombres les enloquecían. Lo que no estab del todo comoda era con aparentar ser sumisa, habria rasgado la espalda de ese hombre porque despues de todo no dejaría señal ni recuerdo, quiso decir "ahora quien se comporta como una puta" por lo hábil que era se notaba que habia estado con varias mujeres incluso más de lo que ella nunca habría imaginado.

Se dejó llevar, mirando a ese idiota ¡ le estaba dominando ! lo estaba sintiendo, le estaba dejando que eligiese que le quisiera que le rogase que le follase { aunque era mejor decir otra palabra seria ignorar que quería decir } en ese mismo instante, pero tambien le gustaban como a cualquier mujer los tactos suaves. Sabía donde tocar, le habia dejado acostada en una zona blanda que realzaba tanto sus senos como sus caderas mientras el agua recorría sus piernas desnudas haciendo la visión más erótica posible, los ojos claros de mar parecian contraponerse a los oscuros de aquel hombre, sabia lo que queria lo peor es que estaba lográndolo, era una especie de juego donde si ella daba el brazo a torcer el ganaría y si lo daba ella ambos perderían. La humedad de su sexo no seria visible gracias al agua pero podia comprobar de reojo aquella erección*

Entonces habeis optado como compañera a alguna de vuestras acompañantes, diestra o siniestra ¿no? *No se movió mientras colocaba la mano sobre el mentón de aquel hombre, aun se estaba relamiendo por el beso pero también por el sabor que la sangre había dejado en su boca, sonrió con coqueteria acostumbrada ya a hacerlo dejando que sus manos se extendiesen mientras la curva femenina de su espalda se acentuaba aun cuando estuviera en aquella postura* Entonces, debería dejaros solos *se levantó con algo de lentitud, estaba completamente empapada, sus pezones dolían enojados de que no hubieran sido pellizcados, ni mordidos como siempre sucedía en la noche la suerte de haber nacido mujer era que a pesar de todo podría disimular el olor a sexo o al menos su excitación. ¿Le dejaría marchar sin más? colocó las manos en las caderas por unos segundos mientras volteaba a mirarle* Sois un gran amante, sabeis lo que una mujer quiere cuando quiere y como ha de quererlo. Quizás es por eso que estoy parada y no he salido corriendo como habriais esperado

*Se sentó a un lado suyo con las piernas flexionadas, no era una postura muy femenina pero no le apetecia fingirse dama y señora delante de ese hombre, el no era un caballero y habia dejado bien claro lo que sentía asi que no tenía ningun deseo de fingir que era una mujer de modales sabidos siendo lo que realmente era, una prostituta* Shit *maldijo en inglés* deberia usar tambien mi diestra y siniestra


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Mensaje por Gédéon Lémieux Lun Ene 09, 2012 3:05 pm

Parpadeó dos veces antes de mirar el rostro de su noche. Se había quedado ahí a la espera que él reaccionara como se supone tiene que ser, pero la paciencia para los vampiros se ha convertido en algo más que una simple palabra ¿acaso no son tan pacientes como para existir en una eternidad en donde la historia cae denigrantemente en la monotonía y la absurdez? Pocas cosas logran sorprender a la vida, son los momentos inesperados los que enloquecen y dan “color” al pasar de los siglos. El suspiro que dejó salir denota la capacidad que tiene para escuchar como un caballero, pero al mismo tiempo enfadarse como el hombre que es. El rostro de Lidérc se llenó de arrugas por completo al observar como la dama se sentaba a su lado como un niñato queriendo jugar con la tierra que pisa. Utilizó los codos para levantarse tres cuartos recostándose sobre ellos, ladeó la mitad de su cuerpo para quedar así en una posición bastante comprometedora. El cáliz de Mar le saludaba, lo invitó a saciar su sed de esa maldita vena y es que su desnudez era tan sólo otro grado de insubordinación. La mueca en los labios del varón se desvaneció para negar con la cabeza tres veces antes de poder emitir palabra alguna. No porque no lo quisiera o no tuviera nada que decir, si no porque es falta de educación interrumpir la exposición de la otra persona, aunque en esos tiempos la opinión de una mujer no contara en lo absoluto. Pero Lidérc siempre las escuchó aún cuando no tuvieran nada interesante que decir, a pesar de que sus labios no pronunciaran frase alguna, él siempre tomó nota de las mujeres es así como se enteró de sus debilidades, de sus defectos y las virtudes que podrían tener. Diamantes en bruto, eso eran algunas de ellas ¿sería bastante rápido asegurar que esa puta era uno de ellos? Chasqueó la lengua.

-¡Míreme! Me tiene al borde de la excitación y ¿pretende no haberlo sentido? No es el olor de su piel lo que amerita el deleite del hombre, tampoco se encuentra en sus labios o en su entrepierna…- Le guiñó un ojo. Una de sus manos comenzó a dibujar garabatos en la tierra lodosa a la orilla de la laguna. ¿cuántas veces tenía que repetir esa letanía? Las Nasic lo sabían porque él mismo se encargó de educarlas a su antojo, era una reverenda jodedera el saber que todo lo que les enseñó lo malgastarían con otro amante. No se deben confundir los celos con el territorialismo, lo que es suyo aunque caiga en manos ajenas siempre regresará... -¿Su diestra y siniestra?- Se carcajeó al escuchar esa frase. Las mujeres tenían en un concepto errado a los hombres y no las culparía por ello. Ser un cabrón no implica valer madre y que cualquier error que se cometa sea indiferente, ser un cabrón tampoco es andar por la vida tomando lo que se desea sólo porque se tiene el poder ¿Qué chiste tiene? Ser un cabrón es joderle la vida a alguien que presume de mejor placeres que los propios y, ese era precisamente el tipo de cabrón que era Lidérc. -¿Sabe porque no se ha ido?- Se sentó en la misma posición que ella, serían un par de niños jugando a “la hora de té” Golpeó la tierra con furia. Tenía paciencia es verdad, pero su libido… -Porque está tan enardecida como yo- Se acercó hasta ella como pudo, sus manos acariciaron la blanca piel de sus rodillas y con suavidad las desdoblaron para dejarlas estilizadas sobre la tierra. Poco a poco fue cubriendo el cuerpo de Mar con el suyo, sin besos, ni caricias solo su vaho humedeciendo la zona específica por la cual iba pasando su rostro. Deja su rastro por sus piernas, al lado de sus caderas, en la diminuta cintura y en ese ombligo lleno de perfección, cuna de la locura. Subió por la fina línea de su vientre hasta el valle de sus pechos, quiso morderlos con furia pero se abstuvo… Aún no. Sus manos encarcelaron el cuerpo de la cortesana, y su miembro quedó clavado en medio de su entrepierna sólo para rosarla.

Con su sonrisa triunfal, llegó hasta los labios de la mujer y los besó pausadamente… Distinguiendo la textura de ellos, saboreando esa suavidad y el calor que se desprendía de ellos. Tragar su saliva, confundir sus lenguas embriagarse de ella. ¡¿Sólo sexo?! ¿Alguien podría explicar a qué se refiere esa frase? ¿Sólo sexo? Nada, es sólo sexo… Porque también se siente, porque también se vive ¡Que ironía! Se separó de esos labios sabor a hiel, y desciendió por su barbilla, recorrió la mandíbula con su vaho y trató de morder el lóbulo, pero fue sólo un rasguño lo que hizo. Acarició su cabello con la mano mientras se mantenía suspendido por la otra, deslizó sus gélidos dedos por el arco de su cuello creando círculos imaginarios en su piel, sus labios se aproximaron para lamer, soplar y besar, no quería excitarla sólo estaba consciente que erotizarla era mucho mejor porque así la preparaba para el deslizamiento de su miembro en el interior del suyo. Abarcó parte de sus senos con la lengua y rasguñó con sus incisivos, lo enrojecido de su tez se desvanecería al alba al igual que él. En lugar de acudir al llamado de su cáliz, se pasó de largo a sus brazos, en donde lamió sus hombros y recorrió cada centímetro hasta llegar al rincón de la articulación en su codo arañó y mordisqueó esta parte hasta saciarse, continuó su trayecto y encontró entonces la muñeca. Esta parte del cuerpos es bastante susceptible a la presión por lo cual, sin ningún reparo clavó allí sus colmillos, apretando, dejando que el peso de su mordedura la ofuscara. Retorció sus dedos, besó la palma de la mano y mordisqueó suavemente las yemas de sus dedos.

Regresó a la admiración de su cuerpo sin haber desvanecido el contacto de su piel en la última zona que exploró de ella. Comenzó por la punta de sus pies, jugueteó con cada uno de sus dedos y succionó el gordo como si fuese su propio cáliz el que le sirviera un festín digno de reyes. Lengüeteó la parte trasera de su tobillo y ascendió por sus pantorrillas para desgarrarlas con los colmillos y absolver con su boca la sangre que se brotaba de la herida. Siguió masajeándolos intentando mover los huesos de su interior con un ritmo suave y sostenido, en ese momento hiso una pausa para escuchar su respuesta con los oídos y percibirla con las manos. Si todo eso no lograba enloquecerla es porque se trata de una dama frígida, sin embargo, hasta ellas tienen su talón de Aquiles y él lo encontraría. Levantó la mirada hasta sus orbes para verlos completamente incendiados ante la muestra de placer que él le ofrecía, no estaba completamente seguro de ser el primero que la tocara de esa manera pero esto era apenas el comienzo para una velada inolvidable ¿quién lo diría, salió a buscar comida y encontró algo mucho mejor? La luna sería testigo del pacto carnal que entre ambos comenzaba a establecerse y, como un loco desquiciado subió por la curvatura de sus piernas moldeando con caricias los músculos que las formaban, se acunó en su ombligo e introdujo su lengua en él. Ahora ya podía escucharla a ella, con su respiración, sí le suplicaba… pero aún no. Rebuscó con ambas manos la copa de sus pechos, delineándolos con impaciencia suavidad y decoro. Refulgió en el reflejo de sus ojos y supo que sería el momento. Levantó ligeramente su pelvis y la dejó caer encima de ella provocando que el rose de sus sexos fuese pausado, incitante, deseante y con una demanda muda… El cuerpo de ella pedía penetración, el de él…


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Mensaje por Mar Santini Vie Ene 20, 2012 12:38 pm

*El aire tomaba parte en una extraña encrucijada que los humanos no podrían entender demasiaso, solo chocaba contra sus rizos húmedos recordando que ella habia estado antes en el agua includo con el hedor a salado que tomaba posesión de su piel era suficiente para clamarlo en voz alta pero si no llegaba a ser suficiente, la ropa que se pegaba contra su cuerpo era un reflejo de eso, pasó como un suspiro un rizo pelirrojo que se encadenó contra su piel mientras el silencio inicial era suficiente para mantenerlos callados a pesar del ruido que la propia respiración de la cortesana estaba creando, tenía frio pero parecía no tenerlo por como se comportaba dejando que las gotas de agua pasearan divertidas como en un tobogán por sus brazos delgados, terminó por apartar la vista de un punto fijo para ponerla en otro lado ¿no era idiotez lo que ahora estaba haciendo? habría sido mejor salir huyendo pues no había muchas otras probabilidades de que le fuera a encontrar y si lo hacían no creia que el fuera a perder el tiempo con ella, olía a sexo y a tensión sexual, aroma al que ya se había acostumbrado en los encuentros con los clientes aunque solo necesitaba un cigarrillo para apaciguar la espera sabiendo que antes de que cayese la primera ceniza al suelo estaría en la cama con aquel hombre entre las piernas* Lo veo * Replicó al viajar con la mirada hacia la entrepierna erecta de ese hombre, no era inocente o pura como para ir diciendo estupideces sobre que no conocía lo que era una erección*

Eso también se ve * Estaba ardiendo de deseo, era una rosa en un florero que se sabía la más deseada con cada mirada, una prostituta no se hacía sino que nacía especialmente las más vulnerables al placer, el que una cortesana negase que el sexo le gustaba podía ser el pan de cada dia pero 8 de cada 10 cortesanas mentían, Mar se encontraba en la encuesta que afirmaba que habia momentos en la cama que disfrutaba como una jodida perra ¿se podía decir perra a estas alturas? muchos lo considerarían como una falta, vejación algo machista que un hombre diría pero si fueran al burdel se encontrarian que efectivamente todas estaban siendo llamadas perras con una sonrisa en la boca claro que en esos momentos se pagaban sus honorarios y ella en cambio si dejaba que hiciera lo que hiciera era por el sexo, le miró fijamente a los ojos en todo momento incluso se permitió el lujo de pestañear por unos segundos para volver su visión a la suya, aquel hombre empezaba a posicionarse sobre su cuerpo "sal" replicaba interiormente un angelito que como siempre acababa ignorando. " Sal y alejate, estas en su trampa" pero una risita interior replicaba " cuan placentero es caer en ella..." un ronroneo sumergió en sus labios en un suspiró efímero separando éstos, una pequeña abertura para respirar mientras se recostaba en la arena* Pero eso ya lo sabiais...* No enturbió el momento con palabras, solo su respiración mientras sus rodillas se plegaban a los costados de aquel hombre como si fueran una prenda o un objeto de decoración pues al hacerlo sus entrepiernas chocaron un poco más deleitándose de ese encuentro.

El beso no era los que normalmente recibía, aquel hombre se sabía ya dueño de ella de una manera tan simple como que ella se estaba dejando, pausadamente su lengua parecia responder como una obediente aprendiz a los deseos de su maestro, tentando a aquella lengua recreándose en aquellos besos que después tuvieron lugar, sus labios se abrieron suspirando satisfechos cuando aquellos toques se ofrecian, elevó el mentón ladeando despues el rostro para que continuaran aquellos besos en su recorrido, los mechones pelirrojos acariciaron la pálida piel de Mar santini enmarcando sus labios vacíos de carmín abrirse y cerrarse. No habia salido demasiados sonidos, se permitó acariciar los cabellos del hombre incluso apretándolos con firmeza pero nunca sin hacer daño acercándolo hasta sus senos "¿hasta cuando va a soportar ser tan suave?" se preguntó interiormente mientras miraba hacia el techo con una sonrisa en sus labios humedos, los senos se alzaban duros castañeando sus pezones en aquella boca sin oponerse a que hiciera lo que quisiera con ellos pareciendole hasta agradable el sabor de la dureza contagiada con la premura de la suavidad, acercó su boca a la de aquel hombre mordiendo su labio superior antes de dejarle partir hacia su muñeca*Ah...* El primer sonido de sus labios salió con elegancia haciéndose esperar, mejor que un orgasmo prolongado fué el sentir esos colmillos en su piel.

No, definitivamente no era como las demás mujeres, un hombre que no temía por su estatus al chupar los pies de unas mujer de ese modo sin duda merecía su respeto como buen don juan, el olía a sexo igual que a ella por eso cuando aquellos colmillos recorrieron nuevamente su piel arqueó su cuerpo placenteramente, felinamente sus hombros se tensaron arqueando su pecho hacia delante dejando las caderas aferradas a la tierra como si el mero hecho de moverlas pudiera suponer un pecado* Noto que os gusta dejar marca *Resonó su voz como una canción suave mientras tomaba el mentón ajeno mirandole fijamente a los ojos, acaricio sus labios con los dientes volteándose de pronto, cambiando de posición, la luna se burlaba de ambos dejando que los claros o los oscuros se fundiesen en un tono mixto, sus muslos chocaban contra las caderas de su acompañante, le miraba con los ojos entrecerrados sin perder detalle de su cuerpo, ahora, la cortesana movia sus caderas como en un baile erótico, dejando que su sexo brindase calor a su entrepierna, estaba humedo, húmedo por el placer y por aquella impaciencia. No iba a decir en alto lo que pensaba pero solo su mirada, o sus labios o sus pezones duros ya bastaba para exponer lo que sentía. Lo deseaba*

Es mi turno *Acarició el torso del amante, arañando la tela con sus propios dedos mientras respiraba suavemente. Era... como conocer el paraíso que se vierte en un whiskey aguado, quería más, sentir a su garganta rechistar porque quemaba así se sentía ella, abrió su camisa acercándo sus labios a su pecho, lo besó aprovechando las lamidas y los besos de la misma manera paseando los índices por los pezones frotandolos rítmicamente, el mismo ritmo que el de sus caderas, cuando se movian, cada vez mas lento pero profundo, se rozaban comiendose a besos su erección y el sexo de la cortesaba, movió sus caderas quitándose totalmente las prendas mojadas, tirándolas a un lado, sus cabellos escondían su rostro pero dejaban muestra de una sonrisa suave cuando separó sus labios vaginales con la mano derecha, bajando la cremallera del pantalón con su mano izquierda, sacando su miembro erecto le dedicó unas caricias para que despues el choque entre ambos fuera mas directo, su clitoris chocaba contra el glande ajeno en pausados golpes, que se prolongaron unos minutos más hasta que sonrió descarada* ¿Deseais que os torture con mi sexo o con mi boca?


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Mensaje por Gédéon Lémieux Lun Feb 06, 2012 4:39 pm

Encrucijada. La peste que acarreaba el viento en ese instante era sólo el perfume de la lujuria y la excitación impregnada en su piel. Clásico que el sabor de una dama palidezca a un hombre, mejor aún si se trataba de un vampiro con el hambre de Lidérc. Húmeda, sensible y arrebatadora, así la veía con sus orbes una mujer que sería capaz de hacerle perder la cabeza a cualquier ingrato hombre que se pasara por las sábanas de su cama, pero él estaba muy lejos de ser cualquiera y ella lo había notado con tan sólo verlo, es por eso que él también quería jugar hasta los límites, darse cuenta de hasta donde serían ambos cuerpos capaz de llegar. Sus cabellos caían a lo largo de su espalda, con esos risos poco pronunciados a causa de lo mojado en la laguna. El agua dejó entrar en él una sensación bastante enriquecedora, era como un afrodisiaco y, aunque él no pudiera sentir el frío como tal, al menos la textura si podía percibirla de una forma casi extraordinaria. Continuó viajando por su cuerpo, cubriendo cada centímetro de su piel con sus besos y el desliz de sus colmillos, las huellas rojizas de estos quedaban marcadas sobre ella esporádicamente. Su lengua también era partícipe del trabajo y cómo no, si en la saliva se guardan algunos condimentos esenciales para la estimulación de esas zonas erógenas en la mujer. Ella reconocía su trabajo al danzar bajo su cuerpo con esos espasmos y aqueos de su espalda, tantos años atrapado en esta jodida existencia, alguna enseñanza debieron dejarle en cuanto al trato en la cama. No sería una sorpresa saber que, mientras a ella la trata con el tacto de una flor, a las demás las tomaba por el cuello para asfixiarlas mientras las penetraba, eso es lo que más le gusta del sexo… es encabronadamente impredecible y con cada puta, lady, señora o anciana con la que se meta, sería diferente.

Una sonrisa llena de intensiones sombrías, apareció en los labios de aquel hombre que juega sin pudor alguno a ser el amante perfecto de esta noche. Cierto es que ella tendría clientes que la harían alardear en sus orgasmos, muchos otros que ni siquiera una berrido le sacarían, no importaba realmente si él era el mejor de todos o no… de lo que se aseguraría es, como siempre, de que nunca se le olvide por más placer en éxtasis que le regalen los otros, ella pensaría en él durante breves segundos. Las manos de Mar se movían a través de él como las de un ciego explorando el exterior y lo disfrutaba, jodidamente tan banal como suena, lo disfrutaba… Y así se deslizó un par de veces más sobre ella, acariciando su tersa piel con la yema de sus dedos, degustando lo que devoraría más adelante. Sus pechos se alzaban sobre su cuerpo con ese encanto, sus manos se posaron gustosas sobre la curva de ellos y absorbiendo con delicado desenfreno su contorno… Un jadeo casi inaudible se precipitó por su garganta al sentir la diferencia de textura en su pezón, la rugosidad de este invitaba a ser probado por su boca y así fue… La lengua de Lidérc se paseó por ambos arcos y cuencas. Su sabor era mucho mejor al que había imaginado, está por demás destacar que cada zona de un cuerpo ajeno tiene una diferencia entre sus sabores. Los colmillos se clavaron en ese sitio y la sangre tiño con su tonalidad escarlata el vientre de la chica. Los dedos temblorosos de Lidérc recorrieron el sendero para mancharse de ella, fueron elevados hasta los labios de Mar y los introdujo con sutil fuerza. Él quería que se probara, que supiera cual es su valor en todo esto, estaba seguro que ella lo comprendía pero aún así no es una ofensa hacer un cumplido como ese. Sacó ambos dedos de su boca, la mezcla de su sangre con su saliva, serían el sepulcro perfecto para su sexo, así que dejó que su mano viajara hasta la intimidad de Mar y depositó sobre su clítoris y labios la esencia que guardaba entre sus dedos.

Esperaba poco más que un jadeo y así fue. El salvaje espíritu que tienta a los humanos, ya se había apoderado de ella, regalándole a Lidérc una satisfactoria respuesta. Sus manos se encontraron y su cremallera fue desbotonada. Su imponente falo se asomó por encima de la prenda buscando como ladrón donde esconderse del frío. Encontré frente a él, el cálido abrazo de su cavidad, e intentó adentrarse en ella, pero era una hombre que gustaba de las torturas, ¿Qué importaba si la desesperación era de Mar o propia? Dejó que ambos sexos se rosaran, su miembro notó pues, la delicada caricia de su cáliz acompañado por la humedad, la humedad de su excitación. Bajar y beber de su flor era tan sólo una de las tantas ideas que tenía en mente, pero fue ella quién decidió romper el silencio con una cuestión que dejaría a Lidérc con una sonrisa inverosímil en la comisura de sus labios. Su ceja derecha se arqueó arrogantemente, mientras sus manos comenzaron a acariciar sus brazos y la el dobladillo de sus codos, apartó un mechón de su cabello que ocultaba celoso, el pezón de la chica… -Con lo que te salga mejor el trabajo, no queremos un cliente insatisfecho o ¿Sí?- Murmuró acercándose hasta sus labios, para enfatizar la palabra clave de esa oración. Desgarró su labio inferior y tragó la gota de sangre que brotó de la herida. Descendió por ella hasta encontrarse cara a cara con su intimidad, tomó con la mano derecha su pierna la alzó por encima de su hombro…. Después con la misma mano, separó con notoria impaciencia sus labios vaginales. Se quedó sosiego durante un par de segundos, sólo admirando la obra. Respiró muy cerca de ella con su gélido aliento, tratando de hacer que se estremeciera en un espasmo idílico. Lo logró. Su barbilla rosó su entrepierna seguido de su lengua. Transitó con círculos y pequeñas succiones desde el borde de su cavidad hasta su clítoris. Lamía y empapaba, empapaba y lamia… Era un festín que el demonio envidiaría si no fuera él mismo. Se aferró a la pierna que tenía por encima de su hombro y la atrajo más a él con fuerza, sus colmillos se desenfundaron por inercia y uno de ellos dejó una herida superficial, pero el ardor sería sin lugar alguna, descomunal…


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Mensaje por Mar Santini Dom Feb 26, 2012 3:49 pm

*¿En que se distinguían el cielo del infierno en aquel mismo instante? el paraiso estaba a un centímetro de hundirse en el olimpo de los cadaveres que no tenian moneda para responder a las necesidades de caronte, para que negar que no le importaba demasiado lo que sucediese con tal de que ese placer le matase primero que lo hiciera aquel hombre, sus piernas se abrían con la dominación flexible que poseian las cortesanas meciendo sus caderas a un tortuoso pero lascivo vaiven que con sus movimientos parecía ajeno al dolor a la saliva, a como su labio inferior goteaba por aquella mordida que había sufrido mientras un hilo de saliva retomaba su lugar cayendo por sus senos endurecidos. Por primera vez no podía hablar perdiendose en la sensación de ser acariciada por aquella erección dejandole con una sonrisa satisfecha en la boca mirandole fijamente a los ojos.

Tenia esa mirada, la mirada de alguien que se sabia importante dominante e incluso con los deseos de hacer lo que quisiera, ella volvió a parecer al obediente ratita que jugaba con el gato, sus mechones parecian intocables mientras cubrian sus húmedos hombros, podia probar ese elixir que a los vampiros tanto gustaba incluso buscó con los dientes aquella herida para clavar sus dientes en ella y succionar la sangre que saliera de su labio, seria el placer que demonios sabia ella pero le encantaba saborearlo, chupandose aquello mientras se relamia dejando restos humedos en su lengua que parecia más roja que cualquier pintalabios carmin que tuvieran sus labios. Le observó, a través de aquella postura tan incitante que le erizaba completamente, su tobillo chocaba contra las anchas espaldas de aquel hombre haciendo un sonido fugaz.

Queria sentir aquella hombria enterrarse bien hondo en su interior como cualquier perra en celo que lo sentiría, esta bien, ella cuando estaba excitada no era que tuviera mucho sentido del respeto hacia su persona, algo por lo que habia sido criticada hasta ella misma por las numerosas humillaciones, los orgasmos a veces eran más abundantes dependiendo tanto del placer como la ganas que tenias de obedecer, ponerse a cuatro, estar atada, los cabellos apretados, insultos, a eso se acostumbraba una mujer pero cuando alguien lograba hacerlo de una forma erótica causaba en la mujer unos impulsos eléctricos capaces de hacerle gemir. Eso mismo estaba haciendo ella mientras sus cabellos intentaban esconder sus ojos, consiguiendolo durante unos segundos en los que ella recuperaba su aliento clavando el tobillo en la espalda ajena con esa mordida.

El placer era obvio lo que le llevaba al paraiso, incluso el dolor, la mordida en uno de sus labios vaginales le habia hecho estremecer, el sudor mezclado con la humedad parecian el limon que maltrata las heridas, no hacia falta mirar más para saber que estaría enrojecida pero no le importó, al contrario colocó una de las manos en sus labios dando una ligera mordida a la uña suspirando agitado, se acordaria de aquel hombre de eso no habia duda, se incorporó un momento acariciando completamente su espalda acariciandole con los dedos las gotas de sangre que caian de su labio vaginal metiendoselo en la boca para volver a chuparlo mirandole fijamente, mientras se volvia a recostar, a parecer sumisa a dejarse llevar mientras el golpeteo del aire que tenia un olor dulzón a sexo le acompañaba como una velada de lo más perfecta*

Off- Lamento que sea corto, mi ordenador está dando las ultimas cabezadas y me ha borrado los post 3 veces, pero no deseaba dejarte esperando mas la respuesta.


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Mensaje por Gédéon Lémieux Lun Abr 02, 2012 11:50 pm

La suavidad de su piel lo golpeó en la lengua mientras absorbía con exquisitez el néctar que brotó de su entrepierna. Dulce, viscoso y con un color semitransparente. Se deslizaba por su garganta y a través de sus dedos ayudándolo a recorrer su cavidad, la vulva de su feminidad y la prominencia poco más arriba de este. Su propio jugo servía como lubricante para nutrir la falta de humedad en esta zona. Lidérc la sometía a lengüetazos en donde se movía de arriba hacia abajo y viceversa. Succionó en algunas ocasiones, permitiendo que el frío de sus caninos rosase apenas la piel de su amante. Lo gélido de su ser contra la calidez en ella provocaban una reacción poco usual. Las caderas de Mar no mintieron, poco a poco se fue moviendo al ritmo en que él chupaba lentamente y sin ninguna prisa fueron aumentando los movimientos. Las manos del vampiro se aferraban a las piernas de la cortesana con fuerza pero sin llegar a lastimarla, aún restaba noche que verter sobre ella. Los cabellos castaños del varón eran despeinados por las caricias de la mujer quien, a manera de exigencia, se sujetaba a ellos en la búsqueda por dirigir sus movimientos.

Gozó del sabor encontrado en la mujer frente a él. Las fauces del vampiro se llenaron con sus fluidos y parecía ser sangre inmortal que bebía desenfrenadamente. Con su lengua rodeaba el clítoris de Mar con funestas estocadas hacia él, lo besaba, lo lamía cual caramelo y derrocaba su éxtasis en ahogados jadeos. No podía concentrarse en otra cosa que no fuese ella y el sensual desliz de su cuerpo sobre la tierra. Las gotas de sudor en su cuerpo se confundían con el agua que quedó de la laguna. Enfocándose en ella, continuó con su masaje en su sensibilidad. La chorreante cavidad pedía a gritos ser profanada. Bajó hasta ella alternando entre el dulce y la vulva. Con cada contracción de su pelvis, él sonreía macabramente. El vals tomó un ritmo acelerado, cada vez más apresurado que el segundo anterior, la sangre que corría por sus venas se veía manipulada por los latidos de su corazón y, su respirar parecía hacerla convulsionar, justo cuando él notó que el orgasmo se aproximaría a la joven cortesana, se retiró bruscamente de su altar. Levantó la mirada hasta sus orbes y dejó que su gélido vaho acariciara la excitación de Mar.

Como felino acechante ascendió por su cuerpo cubriéndola por completo. Beso la puntilla en donde comienza su intimidad y con una fina línea acentuada con la lengua subió hasta su vientre en donde se encuentra el ombligo, sumergió el trozo de carne de boca y disfrutó del momento. Continuó con su camino hasta que su falo se encontró golpeando el estrecho rincón que había estimulado con su lengua, potente, erguido y con el ansiedad de clavarse en las profundidades de ella. Llegando a su barbilla mordisqueó un poco para después besarla con cierto frenesí. Con la mano izquierda buscó acomodar su miembro en la entrada de su cavidad, pero en lugar de atormentarla con una penetración y embestidas seguidas una tras otra, sólo roso su puntilla con el deseoso altar de la fémina. Sostenido por el codo de su mano derecha, disfrutaba observarla fijamente bajo él. Devoró sus labios y al final profundizó en sus entrañas. Con la ayuda de sus rodillas, la pelvis de Lidérc pudo subir y bajar en un baile casi predecible ajustándose a las contracciones de ella. Pudo percibir como se abría para darle espacio al bulto de carne que la profanaba, el roce de sus paredes con su falo y el quejido silencioso de su sexualidad era lo único que necesitaba para saber lo que le apetecía a la chica. Y sí, rápidamente fue empapándose de ella pretendiendo ser una esponja que necesitaba de su sabia.

Mientras corría su cuerpo sobre la mujer convertida en amante, la levantó junto con él. Se sentó sobre el suelo con las piernas rodeando las caderas de Mar y sin salirse de ella inició el ritual de estocadas alimentando su boca con las protuberancias de sus pechos, los apretó y lamió con sus labios, la carne que no podía cubrir con ellos se le desbordaba por otra parte y el color rojizo que observaba en donde ya había estado le sugería cada vez un poco más a esa excitación demente que se apoderaba de él. Las embestidas tomaron forma y se acrecentaron con avidez. Las manos del vampiro acariciaban la espalda de la puta, su columna vertebral, las costillas, la nuca, los hombros y el dorso de sus codos, cada rincón al que no tenía acceso con la vista, era cubierto por los dedos y palmas del inmortal. La suave piel de la humana era como un lienzo en donde él pintaría su obra maestra, la total entrega en el ¿Sexo? No, a como él lo veía y a como había iniciado con ella no sólo se trataba de la simplicidad del sexo, él estaba marcando en Mar Santini la diferencia. Su boca se colocó al lado de su lóbulo –...Alastor...- Susurró jadeando concediéndole el nombre que gritaría esta y muchas otras noches más en las que él sería el protagonista de sus fantasías. Introdujo su lengua en su oído mientras que en la parte baja de sus cuerpos, los asaltos de ambas pelvis se convulsionaban entre espasmos de placer, buscando más, retorciéndose en medio de fuertes golpeteos que se escuchaban a lo lejos en ese silencio en la laguna.


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Mensaje por Mar Santini Miér Abr 25, 2012 9:11 am

*Ella siempre había sentido ese deseo que la convertía en como llamaban los hombres “una puta sin escrúpulos” era una mujer que gozaba cuando se acostaba con otros ( cuando éstos lo valían no todos podían ponerse la medalla de haberle hecho gozar ) porque para hacer algo que no te gustaba como vender tu cuerpo se necesitaba no valor, ni estómago, sino placer. Debes de sentir placer para sacar provecho a las malas situaciones, los borrachos se apropiaban de tu cuerpo pero el placer era que mientras ellos dormían tu podías llevarte una buena parte de lo que ellos tuvieran en los bolsillos, dominar tu comportamiento para no alejar al primero que te pareciese repulsivo e incluso encontrar algo que te hiciese abrir de piernas era la tarea de una cortesana, Mar al principio fue una cualquiera ascendiendo hasta ser una cortesana de lujo, pero olvidaba a veces que el lujo no era equiparable al placer, pues ¿no estaba ahora disfrutando como no lo había hecho en bastante tiempo? Todo era gracias a que ese hombre sabía como hacer disfrutar a una mujer.

No sería la primera tampoco la ultima ni la intermedia eso era lo que le hacía disfrutar aún más, si después de ésto se le ocurría algo como matarla o hacerle algo ella al menos habría tenido su sesión de placer, no podía negarlo sabía como moverse, su sexo estaba hambriento de aquella lengua, mostrándo su humedad sin pudor alguno, sus muslos temblaban no eran unos muslos delgados sino que eran carnosos, estaban húmedos, temblorosos pero también brillantes mientras la noche parecíese caer sobre ambos, cerró los ojos en un momento dejandose influenciar por todo lo que sentía desde que su cuerpo comenzaba a sentir su orgasmo hasta el que sus labios se abriesen plenamente en un fugaz deseo por escaparse algunos gemidos ruidosos, ella no tenía esa costumbre de ser ruidosa a no ser que el cliente lo exigiese.

Se controló, era dificil, era dificil no gritar que siguiera como si la vida le fuese en el intento y su garganta le ordenase que debía de seguir pidiendo mas, para que pedir como una loca si sabía que su cuerpo lo estaba clamando a su propia manera, sería de ciegos pasar por alto como sus pies se contrarían, como su cuerpo temblaban cuando la cortesana apretaba su interior para aletargar el orgasmo que segundos atrás estaba dispuesto a empapar todo su ser; Como una serpiente él estaba subiendo por su cuerpo, ella abrió los ojos mirandole fijamente, sus lacrimales parecían recibir ordenes de humedecer sus orbes pero a su vez de estar alerta y no hacer movimientos bruscos, ella odiaba cuando el regocijo se deleitaba a su costa, una mujer orgullosa con ansias de dominación no se dejaba cohibir e incluso ni mucho menos se dejaba dominar por el entretenimiento del placer * Hah

*Ya no eran dos, ni eran propiamente uno, se habían unido encontrando un agrado ardiente, él estaba frío pero ella lo sentía arder sobre su cuerpo, los roces se volvían embestidas, las indirectas estaban nageando pro ambos labios hasta volverse pecaminosas formas de obscenidad, la pelirroja acaparó las caderas de “Alastor” como le había dicho, cerró los ojos subiendo con sus dedos pro su espalda, apretando sus dígitos sin dejar más marca que el paso de sus dedos desde su espalda hasta su nuca, la mano derecha subió completamente hacia los cabellos ya despeinados del hombre, la otra prefirió dejar constancia de su presencia aferrandose a ese trozo de piel de su espalda, arqueó completamente su pecho hacia delante, felinamente golpeaba sus senos contra el torso masculino que hacía de muro para que el movimiento de ella fuese limitado, le gustaba sentir ese placer, sus rizos parecían volver a la vida mientras la humedad de la laguna, ahora era sudor, mezcla de sudor y saliva por como movía el rostro apegandole * Mar Santini

*Mordió su oído, sus dientes no dejaron marca pero si lo hizo una succión que se encargó de dar en el lóbulo en donde había susurrado * Alastor *Tuvo que apretar los dientes, sus contracciones estaban siendo inevitables, el hombre debía de sentir su interior húmedo lubricado por la dedicación a la que se había empleado antes pero también apretado, su clitoris estaba hinchado goteando lo que era el principio de su orgasmo; La cortesana no dio más señales de que estaba llegando a su orgasmo más que lo necesario, el temblor de su cuerpo como su vientre se contraría pareciendo desaparecer bajo los movimientos de su cuerpo, el no poder seguir el vaivén de las embestidas, de los movimientos, escaparse un gemido fue lo siguiente, sus labios estaban rojos, se los había mordido dejando aquella marca dificil de esconder. Al diablo la contención estaba a punto de gritar, sus orbes aún brillaban entretenidos, satisfechos pero ¿no había la noche hecho sino nada más que comenzar? Sus rodillas consiguieron hacerse un sitio en los costados del varón para que los movimientos de ellos fuesen más acompasados, empezó a gotear más, más, el goteo, las contracciones... el orgasmo optando una vez más por el lenguaje del corporal que parecía dominar al lenguaje de los labios en estos momentos. La cortesana siempre habia encontrado más placer en insinuar con sus curvas que en mascullar obviedades, sus dígitos temblaban incluso ella lo hacia mientras el cuerpo de Liderc parecía una manta eficaz sobre su cuerpo protegiéndola y al mismo tiempo exponiéndola *

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