Un paseíto nocturno por los jardines (LIBRE)

por **Dayana Di Villa** Vie Jul 22, 2011 4:57 am

Aquella noche no había podido hacer nada que verdaderamente me interesara. A decir verdad estaba algo sedienta, pero no había encontrado por ahora nadie interesante de quién beber, aunque era probable que después de un rato eso me importase poco.
Por suerte la noche acababa de empezar, y aún había mucha por delante, por lo que decidí darme un paseo por aquellos jardines que tanto me gustaban. Eran preciosos, aquellas flores por la noche eran más hermosas y misteriosas.
Pero sin embargo, ¿qué es lo que no me parecía más hermoso por la noche? Tenía que admitir que siempre había sido así desde que me había hecho inmortal. No había apenas nadie por los jardines a aquella hora, aunque algunos se giraban a mirarme disimuladamente, debido probablemente a mi belleza. Yo misma me había encargado de arreglarme aquella noche. Llevaba un vestido elegante, de un color rojo sangre y algunas tonalidades de esmeralda que realzaban mi belleza.
Tal vez me pasase luego por un café, o asistiese a algún baile, podía colarme en todos los que me diera la gana sin preocuparme lo más mínimo de las represalias, ya que podía hacer uso de mis poderes para engañar a los humanos.
Ay, los humanos...esos seres tan débiles y tan fáciles de engañar. Era tan fácil que hasta resultaba aburrido, si era sincera. Suerte que podía refugiarme en las artes y los libros, y en los pocos amigos que tenía.
Y es cierto que seguía teniendo amigos humanos, que no sabían que yo me había convertido en un vampiro y que creían que había encontrado el modo de escapar...pero me daba pena dejarlos marchar, les había tenido y quizás les siguiese teniendo algo de cariño. Mejor que dejase el tiempo correr para ellos, hasta que la muerte los arrancase de la faz de la tierra. De todos modos, pronto tendría que alejarme de ellos o matarlos, si no quería yo que sospechasen lo que era.
Sumida en estos pensamientos, me paseaba por los jardines a paso elegante, tocando de vez en cuando algunas flores...

por **Ellen Garner** Vie Jul 22, 2011 9:49 am

Una suave brisa acarició su cabello mientras observaba desde su ventana las silenciosas calles de París. Silenciosas en esa zona, sabía que más allá se levantaría una fiesta repleta de música de la mano de los gitanos. Tampoco le llamaba mucho la atención. Quería aventurarse, o quizás... Volvió a acomodarse el flequillo detrás de las orejas, ya que molestaba a su visión. De vez en cuando se veían parejas paseando, de la mano, charlando alegremente. Era todo obra de la venida del verano, que había revolucionado la ciudad como nunca.

Se volvió a su habitación vacía, buscando algo entretenido para hacer. La noche era joven, y que mejor idea que salir a pasear. La curiosidad era su debilidad, y sabía que disfrutaría de estar algunas horas fuera de esas cuatro paredes. Sonrió para sus adentros, sin decidir aun su destino, quitándose la ropa para luego quedar en su forma felina. Ese sentimiento de libertad la recorrió de pies a cabeza, dejándola en cuatro patas, como ya estaba acostumbrada.

Saltó al marco de su ventana con agilidad, y bajó por los tejados vecinos hacia la calle. Los animales allí pasaban desapercibidos, sobretodo los pequeños como ella. Pasó una pata por su frente hasta sus bigotes, acomodando el pelo, pasando la lengua por sus guarras, y luego volviendo la vista a la calle, atenta a algo o alguien que le llamara la atención. Allí, en la oscuridad de un rincón, nadie se percataría de su presencia, y de eso estaba agradecida.

No pasaron 5 minutos que la felina encontró algo interesante a la vista. Una mujer que irradiaba belleza cruzó con paso ligero y elegante frente a ella, sin siquiera mirarla. La siguió con la mirada, interesada. Su aroma era exquisito, quedó en el ambiente intoxicantemente. Había algo de ella, su belleza, su vestido, sus ojos...

Sus patas se movieron solas, siguiéndola en la oscuridad. Se dirigía al jardín botánico, el cual jamás había visitado aun. Siguió sus pasos sigilosamente, en el silencio. No sabía si interceptar su camino o no, quizás esa noche estaría de espectadora simplemente. Debía consultarlo con su conciencia antes de hacer un movimiento precipitado. Iba justo detrás de ella, si se detenía, la descubriría. No todos los días un gato seguía a una persona sin razón aparente.

por **Dayana Di Villa** Lun Jul 25, 2011 5:07 am

Pasé durante un buen rato ensimismada en mis pensamientos, disfrutando lisa y llanamente de la noche. Aún no me había decidido a nada y probablemente tardase mucho rato todavía en hacerlo, a lo sumo un par de horas, porque a mí me gustaba cazar cuando era tarde, en las horas apropiadas para un baile de la gran sociedad. Así que cogí una flor y me la puse en el pelo.
La flor era una amapola roja como la sangre. Las amapolas eran mis flores favoritas por dos motivos: por su color y por lo efímeras que eran. ¡Eran tan frágiles y duraban tan poco tiempo!
Era la única amapola que vi por allí. La verdad es que era un misterio ver como había podido ir a parar allí, ya que esas flores suelen estar por la primavera. Aunque quizás esa flor fuese más fuerte de la cuenta. Así que sonreí y me la puse, sin que nadie me viese, a pesar de que estaba segura de que había más de una persona mirándome y admirando mi belleza. Ya no era solamente por mi vanidad, era porque sabía que era la pura verdad.
Aquella noche oía también la actividad nocturna, podía oír las conversaciones de la gente. Aún todavía, a pesar de los siete años que llevaba siendo una criatura de la noche, se me hacía extraño eso de tener mis sentidos aumentados, y de poder oír todo lo que quisiera, a pesar de que ya me había acostumbrado a usar mis nuevas habilidades.
Pero tenía que admitir que era bastante divertido, aunque las conversaciones que estaba oyendo a mi alrededor eran tan...¿banales? Sí, señoras y señores, lo suficiente como para aburrirme y dejar de prestar atención en dos minutos así que traté de oír más los ruidos que la noche provocaban, el movimiento de sus criaturas, que a veces era más fascinante, sin duda alguna.
Había algunos insectos haciendo sus ruiditos y sus vuelos, algunos pequeños animales que se ocultaban por ahí, pero nada más, a pesar de que algunos de esos sonidos estaban cerca mía.
Entonces miré a mi alrededor y me puse a cantar. Una canción inventada,pero en francés, que era melancólica pero hermosa a más no poder. A voz baja, como si quisiese formar parte de la noche.

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