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Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach

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Mensaje por Ludwig Tobias Wittelsbach Mar Oct 18, 2011 8:15 pm

Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Escudofi-3







Franz Xaver Richter, miembro de la Escuela de Mannheim, importante centro de música desde el siglo XVIII. Sinfonía nº5 en Do Mayor, Cuarteto de Cuerda en Do Mayor, Sinfonía nº 29 en Sol Mayor (2 partes).





LUDWIG TOBIAS WITTELSBACH

•Fecha de Nacimiento: 23 - Abril - 1777
•Edad: 23
•Especie: Humano


•Tipo y Clase Social:

Ludwig IV del Sacro Imperio
y VII del Palatinado


• Emperador del Imperio Germánico•
• Conde y Elector palatino del Rin •

Príncipe del Palatinado-Veldenz, Conde del Sarre y de Worms, Señor de Fráncfort, de Espira, de Landau y de Coblenza, Duque de Maguncia y de Tréveris y Señor y Protector del Medio Rin.
(Nobleza)



•Orientación Sexual: Homoflexible

•Lugar de Nacimiento:
Palacio de Mannheim
(Palatinado del Rin)



•Ciudades en su Pasado:
- Mannheim
- Múnich
- Coblenza
•Residencias actuales:
- Osterschloss, Mannheim
- Pfalzer Schloss, París
- Kaiserpfalz, Colonia


•Apellidos reales:
1. von Pfalz-Zweibrücken-Birkenfeld
2.Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg
3. von Pfalz-Sulzbach
4. Stark


•Mottos:
In den Gottes Hand. Wir, gerecht, gutmütig und frei
[En las manos de Dios. Nosotros, justos, benévolos y libres]
Wissen bietet Freihet
[El conocimiento proporciona Libertad]




Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Desfi-2


De altura elevada, quedándose a las puertas del metro noventa, Ludwig es un chico caracterizado por un porte digno de su nombre, aunque no duda en romperlo si se encuentra lo suficientemente confidente en el contexto adecuado. Su pelo castaño, rara vez no liso u ondulado levemente, delimita la mitad superior de un rostro de rasgos varoniles, aunque jóvenes. Unos alargados y carnosos labios se centran en la inferior, mientras que una curiosa nariz, fina, pero con una punta tenuemente gruesa y redondeada, divide esa cara a la mitad y unos marcados pómulos y mandíbulas la enmarcan. Sus ojos, finos y prolongados, cuentan con unos iris de un tono azulado, algo grisáceo, los cuales, de vez en cuando, quedan enmarcados por una leve sombra, a causa del gusto del muchacho por trasnochar. Por último, unas orejas no demasiado sobresalientes terminan de definir el rostro.

En lo referido al cuerpo, éste es fornido, aunque sin rayar en la exageración, fruto del ejercicio que suele realizar, varias veces a la semana, por seguir el dicho latino, desvirtuado de su significado original, ”mens sana in corpore sano”. Sus manos son alargadas, no tan suaves como caracteriza a un noble, debido a la afición del chico a aventurarse por las montañas bávaras, pero sin embargo tampoco tan rugosas como alguien que las use para trabajar, y sus pies, debido a su altura, también son algo más grandes de lo normal. Por último, su piel se encuentra levemente bronceada y surcada de alguna cicatriz no demasiado profunda, a excepción de la que le recorre el lateral de su pierna derecha. Hecha en una de sus aventuras en una caída, parte del el glúteo hasta mitad del muslo y en ocasiones le dificulta el andar por el dolor.

Su vista no es tan perfecta como quizás debiera, y le cuesta distinguir las formas a partir de una determinada distancia; su miopía, sin embargo, no es demasiado acentuada. Otro de sus defectos es su inferior tolerancia al alcohol destilado, a excepción del vodka, por lo que el malestar al día siguiente de la ingesta, si ésta ha sido lo suficientemente cuantiosa, puede ser bastante exagerado.

Su vestimenta cuando se encuentra en lugares habitados es acorde a su clase social: calzas, calzón, camisa, chaleco, una pañuelo al cuello y un frac de cola abierta, en ocasiones acompañado de un bicornio, como bien dicta la moda del momento, aunque generalmente con el pelo al descubierto, rechazando el uso de pelucas. Sin embargo, los días que no sale de casa suele llevar una bata cubriendo el pijama, dado que se encuentra más cómodo así. En determinadas ocasiones, entre las que se encuentran sus excursiones, suele vestir de manera menos formal, llevando ropajes que pudieran considerarse de clases inferiores.



Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Despsi-2


La personalidad de Ludwig ha presentado una línea de desarrollo sin demasiadas virulencias o cambios de rumbo, siendo así que los eventos que ha vivido, en vez de desviarlo en gran medida de la ruta trazada, se han constituido como un reafirmante de la misma. Sin embargo, dos momentos marcarían su devenir, confiriéndole una nueva orientación, sin abandonar la anterior, para bien o para mal.


EL IMPÍO LIBERAL

Nacido entre las clases más que pudientes del Sacro Imperio, Ludwig ha sido enseñado para comportarse como tal, sobretodo teniendo en cuenta que era hijo del posible receptor de una de las herencias más importantes del Imperio. A pesar de eso y, para disgusto de muchos, desde temprana edad tuvo una personalidad activa y los modales de las clases altas, tan medidos y sosegados, no parecían haber sido creados pensando exactamente en él. Con el paso de los años, su forma de proceder terminó siendo una mezcolanza de ambas, sobreponiéndose en ocasiones la una a la otra, pero especialmente la cortés en los últimos tiempos. No le gusta la hipocresía, aunque sabe que tiene que hacer uso de ella para proteger ciertos intereses, por muy incómodo que le resulte, pero aún así tiene en estima el uso de las formalidades si no es con conocidos.

Es amable, respetuoso y suele callarse las críticas que puedan ser tomadas a mal. Esto es debido a que Ludwig tiende a evitar incomodar a las personas, aunque no llega a significar que rechace una confrontación, si ésta es verbal y razonada, en especial si gana la suficiente confianza. No es alguien violento, aunque tampoco rehúye una pelea si es realmente necesaria o las vías diplomáticas se han visto sobrepasadas, intentando templar su nervio, pero pudiendo perder el control en determinadas situaciones. No suele discriminar a nadie por su condición social, pues, de pequeño, en ocasiones se divertía más con chiquillos de estratos inferiores que con los que le correspondía pasar el tiempo, por lo que buscaba su compañía a pesar de las reprimendas. Tiende a proteger al débil, considerándolo casi como un deber moral, en ocasiones metiéndose en situaciones donde no le llaman.

Se podría decir que Ludwig era un vividor, a su manera, aunque es una costumbre que ha ido abandonando a medida que sus responsabilidades aumentaban. Sus aficiones son más bien físicas, gustándole la esgrima o el tenis como el deporte, y estando habituado a practicar gimnasia;

Escudo del
Palatinado del Rin
además, era asiduo al montañismo y a la escalada en cierta manera. Sin embargo, también es, en parte, un hombre culto, quizás en buena medida por la necesidad de recibir una educación, aunque también por propia voluntad. Comprende el arte, pese a no tener dotes para el dibujo o la pintura; en cambio, puede defenderse con la talla en madera, haciendo pequeñas figuras, con ayuda de cuchillo o navaja, a modo de pasatiempo. Le gusta la lectura, aunque tampoco dedica excesivo tiempo a ello, y sabe tocar el piano, en un nivel intermedio, como parte de su formación. En lo referente a idiomas, aparte del dominio del alemán, en una de las variantes de los dialectos medios, domina a la perfección el francés, el inglés y el latín y sabe defenderse en italiano; además, tiene conocimientos básicos de castellano y ruso, pero no lo suficiente como para comunicarse correctamente.
Su condición sexual, sospechada por sí mismo a los doce años de edad y confirmada a los dieciséis, casi le ha forzado a tener una moral un tanto abierta y flexible, aunque tiene un concepto propio de lo que está bien y mal; sin embargo, rara vez es la que no está dispuesto a dialogar acerca de esto, pese a ser reticente a cambiar de opinión. A pesar de, estando tanto en Múnich como en Mannheim, acostumbraba a ir a la iglesia, al menos dos veces al mes, hasta que promulgara la Carta Palatina, no es creyente, en el sentido cristiano de la palabra, principalmente por aceptar su sexualidad y sentirse atacado por cualquiera de las religiones que conoce. Él mismo ve incoherencias dentro del seno de la Iglesia católica, a la que se supone que pertenecía, y, por lo tanto, no puede creer en ella. Sin embargo, sí tiene sus propias creencias y no niega la existencia de Dios, sino, más bien, cree en el suyo propio. Es, por lo tanto, deísta, y su ”divinidad” es algo informe, sin definir por completo y adquiriendo diversas facetas a lo largo de su propio desarrollo personal o estado anímico. Normalmente tiende a presentarse como un ser de sabiduría suprema que quiere velar por el bien de sus ”hijos” pero sin maldad o bondad, pues el muchacho llega incluso a dudar de la existencia de estos conceptos, sustituyéndolos por una interpretación personal de la realidad, es decir: no hay nada bueno o malo, sino conflictos de intereses, infortunios e ignorancia. Ante la ausencia de bien y mal, deposita su fe en otras cuestiones, que no son, sino, lo que él ve como las máximas virtudes o cualidades que puede alcanzar el hombre: la Justicia, la Benevolencia y la Libertad. Si sumamos esto a considerarse responsable, en parte, del bienestar de sus súbditos, quiere encaminar su gobierno a fomentarlas en el Palatinado y, en la medida en la que sea posible, en el Imperio.

La Libertad es la que prevalece sobre las otras dos, confiriéndola dicho carácter, quizás, por la imposibilidad del ser humano de encontrar otro ideal supremo y universal, común a todos y, por lo tanto, intentando garantizar la libre elección de uno, individualmente, en la medida de lo posible, ya que diferencia la Libertad del libertinaje; por lo tanto, es necesario contar con la Justicia para que la primera no se convierta en la segunda. Pero, un punto fundamental de su pensamiento, es que considera que sólo el con el conocimiento se puede alcanzar la Libertad, ya que, alguien ignorante, no tiene capacidad de decisión pura, al estar limitado por una mente no crítica y estar influido por una fe que no podemos llegar a asegurar, entre otras índoles. Además, el conocimiento es necesario para alcanzar la Justicia, porque, cuanto menos se tenga, la Justicia será más ”ciega”. Por último, la Benevolencia sí que podría considerarse como una herencia cristiana, pues considera que amar al prójimo, ser compasivo y perdonar, es como amar a Dios. Por otro lado, considera que el ”mal”, entendido de manera individualista, sólo se puede combatir a través del conocimiento, de forma que a través de la Justicia se encargase de los conflictos de intereses, la ignorancia se paliase a través de su propio conocer y los infortunios por medio de previsión y, además, Benevolencia.

Considera el gobierno ideal actual el Despotismo Ilustrado, más por necesidad que por preferencia, pues al creer en la Libertad, cree en alguna manera en la democracia, aunque quizás una restringida sin atender siempre a la mayoría si ésta tiende a restar libertades a una minoría. Como el grueso del pueblo es ignorante y analfabeto, lo considera acrítico y, por lo tanto, lejos del Conocimiento y las virtudes, e incapaz de gobernar. Por lo tanto, su misión no consistiría tanto en dotar de un sistema representativo a la población como garantizar su acceso al conocimiento, de forma que, en un futuro, pudiese tener el derecho a dirigirse a sí mismo. Esa es la razón por la cual la Monarquía constitucional que plantea tiene un censo electoral bastante restringido, en el que sólo pueden votar aquellos que hayan superado un ejercicio o prueba con el que acrediten sus conocimientos y su capacidad para alcanzar el razonamiento lógico y la necesaria crítica.

Al margen de todas las cuestiones morales, Ludwig es una persona humana y también tiene sus manías y sus vicios. Hace tiempo que no deja caerse por tabernas de mala muerte, pero eso no quiere decir que no tenga un gusto adquirido por la bebida en general y el vino en particular, quizás como muestra de pertenecer al estado que controla la aplastante mayoría de producción del caldo de Alemania. Culinariamente, no le gustan la berenjena, los hongos ni el tomate, y tiene aversión por la mayoría de las vísceras. Además sufre de una claustrofobia no demasiado agudizada, sólo surgiendo cuando está apresado sin poder moverse o el saberse encerrado en un espacio sumamente bajo, ocasiones en las que puede empezar a sufrir de ansiedad y a perder el dominio de sus actos.


EL DÉSPOTA EGÓLATRA
A raíz del evento que sufriera en Múnich a la edad de trece años, en el que la Princesa Katra casi es asesinada, el renano-bávaro padecía eventuales ataques de paranoia y de manía persecutoria, que le nublan el raciocinio. En dichos momentos tendía a pensar que existían complots en contra de él, llegando a opinar que, incluso sus más allegados en estado de cordura, intentaban matarle o traicionarle. En un principio no eran demasiado fuertes por regla general, pero hace un par de meses, otro suceso se sumó a dicho desorden.

Cuando Friedrich Alexander Wettin, heredero al Ducado de Sajonia-Gotha-Altenburg y varón con el que perdió la virginidad, fue descubierto en una situación comprometedora con su mozo de cuadras, Ludwig comenzó a preocuparse. No sólo estaba el hecho de poder ser delatado por el sajón, sino, además, el comenzar a ser consciente de verdad de que tendría que pasar el resto de su vida ocultando ese mismo secreto y temiendo ser descubierto. Esos pensamientos empezaron a alimentar dicha manía, que, de pronto, era más frecuente.

Los eventos se dieron por el tiempo en el que alcanzó el rango de conde-elector, algo que, en realidad no afectó en gran medida a sus planes para con el estado renano, pero que sí dieron pie a un importante cambio en él. Su mente, por alguna razón, empezó a dividirse, alargando esos eventos pasajeros hasta hacerlos periodos consistentes y a diferenciar y afianzar rasgos de ese nuevo estado que, incluso, se contradecían con su forma de ser, llegando a encontrar incluso lógica e independencia.

Así fue como una nueva personalidad, independiente, surgió en Ludwig. Al desarrollarse a partir de la dolencia anterior, ésta constituye una parte importante de la misma y por lo tanto presenta rasgos de reserva e insociabilidad. Según las premisas, todo el mundo tiende a aprovecharse, no sabía sí de los otros, pero seguramente sí de él, en especial debido a su escalada social y en poder, y por eso no son dignos de confianza. Además, se muestra rencoroso ante las ofensas o los fallos ajenos que le afecten, siéndole casi imposible el perdonar.

Pese a eso, no es retraído o tímido, y su ego es bastante crecido. Tiende a sobrevalorar sus aciertos y a menospreciar sus errores, hasta el punto de negarlos y volverse violento si hacen mención de ellos. Cree que ha nacido para gobernar y que, contrariamente a su otra personalidad, los demás están y deben permanecer por debajo de él. El resto son herramientas para lograr sus métodos, al igual que los demás quieren verlo como tal, y, por lo tanto, debe guardarse siempre las espaldas y no dar su mano, a no ser que pueda ganar algo a cambio. Su actitud es soberbia, cínica y arrogante y tiende a disfrutar de la sensación de control y, sobretodo, poder, saciándose, pero siempre llegando a ansiar más.

Ambas personalidades son conscientes de la existencia de la otra, pero es un secreto que no han contado a nadie, por muy evidente que resulte a veces. En ocasiones ambas están presentes, aunque sólo una tiene el control del cuerpo y la otra sólo es una segunda voz dentro de su cabeza. No siempre una recuerda lo vivido por la otra y rara vez el cambio de éstas es brusco, siendo más frecuente que se dé tras dormir o al estar en soledad, aunque a veces está desencadenada por algún suceso que dé pie a la mutación.


EL EMPERADOR NACIONALISTA
Al convertirse en emperador, ambas personalidades tomaron una determinación similar, aunque con objetivos parcialmente diferentes. Como cabeza del Imperio, se propusieron perpetuar la centralización iniciada por el antiguo gobernante, aunque desvinculándola de Viena e intentando convertir el país en un estado moderno bajo la idea de nación.

Los pueblos germánicos nunca habían estado unidos, en un principio habían sido un buen número de tribus, y, a pesar de que buena parte de ellas hubieran quedado dentro del Imperio franco, en realidad la unión nunca fue la base de sus relaciones. El Sacro, como heredero de dicho Imperio, tampoco había contado con la característica de la unidad o de un fuerte poder real, disminuyéndose con el paso del tiempo, y siendo algo que constituía un punto débil para la región centroeuropea.

Ludwig se ha propuesto cambiar eso. Sus idea está basada en la reformulación del Sacro Imperio Romano Germánico, para deducirlo, sencillamente, en el Imperio Germánico, desvinculando la cuestión religiosa de nombre, forma y funcionamiento, así como buscando una consistencia y cohesión. El país tiene un potencial como pocos, o quizás ninguno, en Europa, y se ha visto desangrado a base de luchas con fundamentos, pero sin sentido, entre hermanos. El emperador de los Wittelsbach ha decidido que había llegado la hora de poner fin a eso y fomentar el germanismo como una idea superior a las demás.

Esas fueron las razones por las que Hungría e Iliria no pasaran a formar parte de iure del Imperio, a pesar de que la Corona bohemia, eslava y no germánica, no se desvinculara aún del mismo y las principales bases para su política.


Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Conpa-2


HISTORIA

Los orígenes del Palatinado hay que buscarlos en el siglo X, en el Condado Palatino de Lotaringia, gobernado por la casa Ezzonen. En 1085 moriría el último Conde Palatino de Lotaringia, Hermann II, y los territorios se redujeron a los que se encontraban a las orillas del Rin, por lo que pasó a denominarse Condado Palatino del Rin.

En la Dieta de Worms de 1156, el Emperador del Sacro Imperio, Federico I Barbaroja, otorgó a su hermano el Palatinado, instaurando la primera línea hereditaria en el estado: los Hohenstaufen, aunque en 1195 la casa de Welf los sustituiría hasta comienzos del siglo XIII, cuando, por matrimonio, el Condado pasaría a formar parte de las posesiones del Duque de Baviera (el Condado no sería parte del ducado, en cualquier caso), de la dinastía Wittelsbach. En 1329 (Tratado de Pavía), el Palatinado volvería a tener gobernador propio, aunque de la misma casa.

Con el paso del tiempo, el gobernante del Palatinado ganaría los cargos hereditarios de Gran Senescal del Imperio y vicario imperial (que gobernaba en nombre del emperador) de Franconia, Suabia, el Rin y el sur de Alemania. Durante el siglo XV el Palatinado se dividió, aunque volvió a juntarse a lo largo de dicha época.

Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Pfalzdistritos
Distritos y provincias del Condado Palatino del Rin


En medio de la propagación del protestantismo, el Conde Palatino adoptó el luteranismo en 1545, y con él la oficialidad del estado, y en 1559 el calvinismo, convirtiéndose en uno de los principales centros europeos de dicha creencia y apoyando a las rebeliones en Francia y los Países Bajos. Ese año fue el año en el que el Palatinado pasó a ser gobernado por ramas menores de la casa Wittelsbach (Simmer hasta finales del siglo XVII, cuando les sucederían los Neuburg).

La Guerra de los Treinta Años sacudió el Palatinado, ya que apoyó a los rebeldes en contra del archiduque de Austria, y pronto fue ocupado y añadido, nuevamente, a las propiedades del Duque de Baviera. Con el tratado de Westfalia el Palatinado volvería al hijo del conde destituido, aunque sin el Alto Palatinado. La guerra sacudió con crudeza el estado, aunque se recuperaría más que efectivamente del desastre a lo largo de los dos siguientes siglos, convirtiéndose en una potencia en la medida de su extensión.

Los Neuburg (1685 – 1742) eran de creencia católica. Pronto la capitalidad, que había permanecido en Heidelberg, fue transladada a Düsseldorf, aunque volvería a la ciudad anterior para terminar siendo Mannheim la que ostentase el título. En 1742 Carlos IV Teodoro heredó el Condado, que fusionó en 1777 otra vez a Baviera, al heredar el Ducado. Sería el único representante de la rama Sulzbach, pues moriría sin descendencia, aunque su sucesor seguiría formando parte de la casa Wittelsbach. Durante su reinado tuvo que hacer frente a la disminución de poder que supuso el gobierno del Emperador Francisco II, aunque el Palatinado, gracias al Imperial Decreto Palatino (ver anexo), otorgado en 1492, quedó parcialmente al margen de dicha centralización, aunque vio peligrar el título electoral. A causa de estas condiciones relativamente favorables al resto del Imperio, la región aumentó aún más su crecimiento demográfico y económico, algo que continuaría siendo fomentado cuando el Conde-Elector Ludwig VII fuese coronado.

CARACTERÍSTICAS

Desde el siglo XVII, el Palatinado cuenta con alrededor de 20.000 kilómetros cuadrados de extensión a orillas del río Rin. Su población ha variado a lo largo de la historia, llevándose la Guerra de los Treinta Años a casi dos tercios de la población y la Guerra de los Nueve años volviendo a aniquilar a la mitad; sin embargo, durante el siglo XVIII, el crecimiento de población ha resultado ser muy elevado: si en 1675 la población había descendido hasta 350.000 habitantes, en un siglo llegó a quintuplicarse hasta superar con creces el millón y medio de almas en el año actual, teniendo una densidad de entre 80 y 90 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que la convierte en una de las regiones más pobladas del Imperio. Mannheim, su principal ciudad, no ganó la capitalidad hasta 1720, por lo que aún no alcanza en importancia a Viena o Berlín. Sin embargo, desde entonces ha vivido un gran crecimiento, multiplicando su población hasta los 40.000 habitantes y ha sido fruto de varios proyectos arquitectónicos, en especial el de Tungestadt, un nuevo distrito al norte de la ciudad con motivo del nuevo orden que Ludwig VII quería implantar. La religión oficial desde 1685 fue católica (ninguneado dicho título desde 1800 por la Carta Palatina) aunque la fe calvinista sigue teniendo amplia importancia, así como hay presencia de comunidades judías. El idioma más hablado es el Pfälzisch/Pfaelzisch, un dialecto del alto alemán, aunque la población judía usa el yiddish y los inmigrantes tienden a tener como primera lengua el francés.

El país es conocido como la Toscana alemana o el Jardín de Europa debido al suelo fértil y al clima relativamente cálido. La agricultura, por lo tanto, era una parte importante de la población (horticultura y los mejores viñedos de Alemania), así como la cría de ovejas, la explotación de los bosques y la minería al norte del estado (mercurio). En el siglo XVIII los Príncipes Electores promovieron una industrialización, no fue tan fuerte como en otras zonas de Europa, siendo las principales exportaciones la seda y la porcelana producida en el mismo territorio. En ese mismo siglo se construyeron canales desde el río Neckar, convirtiendo a Mannheim la encrucijada de todos los caminos del Palatinado y, por lo tanto, su centro comercial. A pesar de todo, los altos impuestos supusieron un freno al desarrollo económico de la zona hasta mediados del siglo XVIII.

La zona está poblada de castillos, fortalezas y palacios, unos cuantos en ruinas, pero otros tantos en buen estado. La mayor densidad de éstos se encuentra en la provincia de Coblenza, aunque su presencia se encuentra repartida por todo el estado. Sus orígenes y motivos son diversos, desde la función defensiva y militar hasta su mero uso como residencia. Algunos de los más importantes o impresionantes son los castillos de Katz, Eltz, Lahneck, el de Thurant con sus viñedos, o el de Pfalzgrafenstein, enclavado en una isla en medio del Rin; también los palacios de Saarbrücken y de Zweibrücken, en el distrito de Sarre, así como la fortaleza de Ehreitstein, frente a Coblenza.

Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Pfalzfortalezas
Algunos castillos y fortalezas del Condado Palatino del Rin


Políticamente el Palatinado tiene amplios derechos y libertades, siendo así, sobretodo, desde el año 1495, en el que un decreto imperial garantizaba privilegios al estado renano. Además influía ampliamente en regiones alrededor suyo, casi estados satélites (como los Arzobispados de Worms y Espira o las Ciudades Libres de Heilbronn o Wimpfens), algunos de los cuales terminaron uniéndose al territorio palatino desde el siglo XV hasta mediados del pasado, a través de herencias, paces y tratados




Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Bio-3

El veintiséis de Abril de mil setecientos setenta y siete nacía en el Palacio de Mannheim, hogar de los condes-electores del Palatinado del Rin, el segundo hijo del que estaría destinado a ser Maximilian I Joseph von Bayern y Sophia Olympia Ginalkopulus, al que llamarían Ludwig Tobias (Luís Tobías). Su familia había estado al mando de dichos territorios desde hacía más de seis siglos y, aunque en un principio estos se encontrasen divididos, todos terminaron desembocando en Carlos IV, quien no tenía descendencia legítima, lo que hacía de Maximilian, su primo quinto, el primer candidato a la sucesión.

Ludwig fue recibido con cariño por sus padres, como lo había sido su hermano mayor, Albrecht, y como lo serían sus tres hermanos menores, Margareta, Elisabeth y Karl. Su infancia, en general, debiera haber transcurrido sin complicaciones o contrariedades, propias de un niño sin demasiadas preocupaciones y con todas las necesidades cubiertas; sin embargo, la naturaleza del muchacho dificultaba aquella simplista concepción. Cumplido el lustro de edad, comenzó su educación con el mismo profesor que instruía a su hermano, el cual le sacaba tres años, algo que uniría a ambos varones; él, pese a lo normal de aquello entre las clases pudientes, no dejaba de ser un infante y prefería jugar y divertirse, pero encontrando aburridos y formales hasta casi llegar a ser estirados a los jóvenes que llegaban a palacio, en cuanto una pequeña oportunidad se le presentaba, se escapaba a la ciudad para mezclarse con niños y adolescentes de estratos sociales inferiores. De hecho, su mejor amigo, Hanke, era hijo de un zapatero, con el que perdió el contacto cuando hubo de abandonar la ciudad para irse a Baviera.

Varios sucesos en la pronta vida del muchacho lo marcarían, quizás no bruscamente, pero sí fomentando el desarrollo de varias ideas y formas de proceder que con los años se irían asentando, configurando su personalidad. El primero de ellos sucedió cuando el chico contaba con ocho años. En una de sus huidas, Ludwig se alejó de la capital en dirección sur, internándose en los bosques para explorar. Tal fue su suerte que, evidentemente, se perdió, errando en su intento de hallar el camino de vuelta a casa. Cuando el hambre acechaba y la noche estaba a punto de cernirse sobre él, encontró una pequeña cabaña escondida cercana a un claro. Su propietaria no era otra que una practicante de las artes prohibidas que se encontraba en su interior, la cual lo acogió y cuidó aquella noche, mostrándole sus dotes. El chico sintió admiración y miedo a la vez, pero nunca el horror que su padre expresó, como fiel católico, a la mañana siguiente cuando el muchacho regresó al palacio y le relató lo acaecido; Maximilian mandó perseguir a la bruja, pero nadie encontró rastro de ella. Sin embargo, dado que Ludwig no podía ver maldad en aquella mujer, sembró la semilla que le llevaría a intentar luchar contra el fanatismo y a buscar la libertad.

El segundo de ellos acaeció tres años después, en Saarbrücken, la capital del Sarre, donde se encontraba pasando unos días junto a la familia de sus tíos segundos. Mientras se hallaba con su prima Leyna jugando en los jardines del palacio de la ciudad, un grupo de hombres lograron alcanzarles y llevárseles a la fuerza a una casa de la ciudad, escondiéndoles allí para pedir un rescate a cambio de liberar a los secuestrados. Los padres del muchacho y de la chica estuvieron a punto de ceder al chantaje, hasta que los militares encargados de la seguridad del palacio lograron encontrar el refugio en la pequeña villa. Sea como fuere, los cuatro días que estuvieron encerrados quedaron grabados a fuego en Ludwig, el cual se mostró no tan confiado, desde aquel momento, con desconocidos en ocasiones que pudieran suponer peligrosas.

A la edad de doce años fue enviado a Múnich junto con su hermano para quedar bajo la tutela del Duque de Baviera y Conde palatino del Rin, Carlos IV, quien no parecía tener intenciones de concebir más hijos y quería asegurarse la buena educación de ambos.

Carlos IV
de Baviera
En la corte bávara, de cierto carácter puritano en bastantes aspectos, los dos muchachos comenzaron a relacionarse con un número más amplio de nobles, haciendo especial amistad Ludwig con un grupo que compartía sus aficiones por el deporte, aunque no de manera tan aventurera como él acostumbraba. Dentro de ese grupo se encontraba Friedrich Alexander Wettin, primer hijo varón del Duque de Sajonia-Gotha-Altenburg, quien acostumbraba a pasar largas temporadas en la capital de ese estado al norte de los Alpes. Su relación con él se fue estrechando, compartiendo no sólo gustos, sino además opiniones y puntos de vista en bastantes ocasiones, hasta convertirse en su nuevo mejor amigo, dada la pérdida de contacto con el anterior. Por aquel entonces también conoció a la princesa heredera del emperador Francisco II de Habsburgo, Katra Di Alessandro, quien acostumbraba a visitar las múltiples cortes dentro del Imperio, incluyendo la bávara. El chico se sorprendió por su carácter y por la falta de pelos en la lengua y, aunque le pusiese nervioso que otros pudiesen escucharla, le agradaba la sinceridad, que incluso podría resultar obscena y peligrosa, que surgía de sus palabras. A pesar de todo, no fue lo más memorable de su estancia, sino el evento acaecido durante uno de los bailes, comunes en la Residencia de Múnich. En mitad de la noche, un pequeño burgués llamado Josef Fiedler logró infiltrarse en el palacio, pretendiendo atentar contra Katra, llevándose la vida de un noble al errar en el disparo. El pánico cundió durante el cuarto de hora que se tardó en reducir al hombre intentando evitar más heridos, momentos en los que Ludwig sintió realmente miedo y que tuvieron consecuencias derivadas para él, desarrollando más adelante esporádicos periodos de paranoia y manía persecutoria. Los motivos que el hombre tuvo para intentar asesinar a Katra fue la política restrictiva que su padre estaba llevando a cabo, que favorecía a Austria y limitaba al resto de estados, restándoles independencia e imponiéndoles mayores tasas fiscales, lo que aumentaba su impopularidad. Esas medidas afectaban también a Baviera, aunque no al Palatinado, que, desde 1492 contaba con el Imperial Decreto Palatino, al cual Carlos IV acudió para salvar esa mitad de su patrimonio del poder de Viena.

Los dos hermanos Wittelsbach tenían por costumbre regresar varias veces al año a su tierra natal, en especial en fechas

Algunos de los lugares
que Ludwig tendía a habitar
señaladas como los días de Navidad o varias semanas en verano. Ludwig en un principio regresaba con su familia, pero pronto comenzó a frecuentar los castillos de Thurant y de Eltz, por lo que la ciudad de Coblenza se le hizo parcialmente conocida. Así mismo, tenía una gran predilección por el castillo aduanero de Pfalzgrafenstein, ya que su posición en medio de una isla del Rin, entre el pueblo de Klaub en una orilla y el castillo de Gutenfels en la otra, provocaba en él una extraña sensación, mezcla del aislamiento y del sentirse cerca de una localidad habitada. Fue el el Burg Eltz donde su prima Lucie llegara a tentarlo y a convencerlo, a base de la insistencia y el cariño que sentía por ella, de que mantuviera relaciones sexuales con ella. Así fue como Ludwig perdió su virginidad, a pesar de que sospechase su preferencia por su mismo género, en la cima de aquella colina junto al Mosela. Ese fue un secreto que no compartió jamás con nadie, por la obviedad del incesto, no sólo a ojos de la Iglesia, sino, sobretodo, del pueblo; por eso, Ludwig debió guardarse sus dudas para sí mismo.

Su padre y el duque terminaron decidiendo en 1793 que, en cuanto ambos muriesen, las posesiones de la familia volverían a separarse, yendo a parar el territorio más extenso, el ducado de Baviera, al hermano de Maximilian y el Palatinado a su heredero, por el momento Albrecht. La muerte de éste un año después le supuso una gran pérdida, pero le convirtió en el futuro Conde palatino, al ser el siguiente en la línea de sucesión. A partir de ese momento, Ludwig comenzó a pasar gran parte del año otra vez en Mannheim, para adquirir los conocimientos necesarios acerca del estado que, antes o después, pasaría a gobernar. A partir de entonces, Ludwig recibió las condecoraciones propias del Palatinado, pasando a formar parte de la Orden Palatina y la Condal Orden palatina de San Miguel Arcángel.

Ese mismo año fue decisivo en la vida personal de Ludwig, pues fue cuando el futuro conde pudo confirmar las sospechas sobre su sexualidad con Friedrich Alexander Wettin, a quien llamaba por su segundo nombre de pila. Tras una noche de borrachera, comunes entre sus amistades, ambos muchachos se besaron en la intimidad. Semanas después, compartió cama por primera vez con un hombre y pasaron a ser amantes esporádicos, aunque formalmente su relación nunca pasó de la sexualidad y el compañerismo, a pesar de que dicho contacto empezase a afectar a los sentimientos del renano. No mucho después, el que se convirtiera en el heredero del estado emplazado en Turingia sería prometido y debió marcharse de Múnich, para pena de Ludwig. No mucho después a él mismo intentaron comprometerle, a la edad de diecisiete años, con la hija del duque de Clermont-Tonnerre, en Francia, pero él se negó en rotundo a dicha proposición, sobretodo en ese momento que hacía no tanto que había descubierto su inclinación sexual, aunque lo mantuviera en secreto.

En los años posteriores, Ludwig se aficionó a viajar, pasando a visitar no sólo las principales ciudades alemanas, como Hannover o Dresde, sino también visitando el extranjero, yendo a Berlín, París, Londres, Viena o, incluso, en una ocasión, a San Petersburgo. Sin embargo todo aquello cambió en 1799, su padre y Carlos IV sufrieron un fatídico

Algunos de los palacios
en el Palatinado
accidente que acabó con sus vidas. La familia sufrió un duro revés, pero, aunque lo sintiese y le entristeciera, aquello no afectó en sobremanera al hijo, por no tener una relación excesivamente cerrada con su progenitor.

A su vuelta a Mannheim, todo parecía listo para la coronación y sucesión al trono, salvo por un pequeño detalle: el Cetro dorado del Palatinado (Pfalzgoldenzepter), necesario para que dicha ceremonia se llevase a cabo estaba desaparecido. Ludwig no tomó aquello como algo realmente importante, pero su familia y el arzobispo de Maguncia consideraban que era vital tener dicha reliquia, así que el condado se quedó sin conde, por el momento. Al parecer, Carlos IV también había sido un joven aventurero en su juventud y había viajado por todo el mundo recolectando obras de arte y tesoros que guardaba en algún lugar que sólo él parecía conocer. El testamento del fallecido explicaba que en aquel lugar había ocultado el cetro, sin dar indicación alguna de su localización; el único dato que daba a mayores era una pista: ”Donde duerme la reina y defensora de París”. A partir de ese momento, a Ludwig sólo le quedaban dos salidas: renunciar a ser legalmente el Conde Palatino o intentar encontrar el cetro. Ludwig no se lo pensó dos veces antes de emprender el viaje a la capital francesa en busca de resolver el enigma.

En París Ludwig comenzó sus movimientos políticos, entablando relaciones con importantes nobles franceses y retomando contacto con antiguas amistades del extranjero. Sin embargo, posiblemente tres fueron los sucesos que hacen tan sumamente remarcable esta primera estancia en la capital gala. El primero fue el encontrar una prometida en Maia Suschter, hija de los marqueses de Heusden, en un matrimonio de conveniencia que, sin embargo, fue revocado no mucho después, al enterarse de que ésta había ejercido de meretriz, lo cual lo convertiría en un escándalo que, a ojos de sus asesores, no se podía permitir. El segundo, el volver a retomar contacto con Darcy Trudeau, a quien había conocido anteriormente en Londres, por el que pasaría a formar parte, en cierta medida, de la Hermandad del Dragón Azul, un grupo de rebeldes que pretendían derrocar la monarquía de los Fontaine, con quienes no sólo compartía algunas ideas (aunque difiriese en otras), sino que, además, podían convertirse en unos poderosos aliados de lograr sus objetivos. Y el último y tercero sería el rencontrarse con Sara Ascarlani y Shanon Owen, nobles imperiales en el exilio después de haber intentado destronar al autócrata emperador, que serían sus futuras aliadas cuando éste desapareciese, secuestrado, junto a casi toda su familia, dejando libre el cargo de emperador. Así, cuando el muchacho recuperó el tesoro en una cripta en los subterráneos de Santa Genoveva de París (tesoro que sumó a la Bibliotheca Palatina para crear uno de los primeros museos del mundo), había no sólo conseguido asegurarse la legalidad formal de su título, sino, además, entablar esas relaciones que serían determinantes para los años venideros.

Una vez de regreso en Mannheim, el chico fue sometido a la ceremonia que lo convertiría realmente en Luis VII Tobías del Palatinado y no sólo en soberano de él. Una vez hecho eso, Ludwig procedió a dar paso a la siguiente parte de un plan que llevaba años elaborando. Sus medidas liberalizadoras, a su manera, le llevaron a promulgar, el 23 de Mayo de 1799 la Carta Palatina, una Constitución otorgada que modernizaba evidentemente la estructura política del estado renano y que omitía la mención del estado como católico, algo que marcaría el proceder de sus reformas, que buscaban eliminar la supremacía de ésta. También Ludwig continuó su reforma de Mannheim, construyendo dos nuevos Palacios (de Justicia y de la Dieta palatina) en el nuevo distrito, Tugenstadt. La situación, obviamente, no gustó al Vaticano que, sin embargo, poco pudo hacer para un duro revés que sufriría su fe en el plano político.

Poco antes de la muerte de su padre, Ludwig se enteró de que el muchacho con el que perdió la virginidad, Alexander, había sido descubierto intimando con su mozo de cuadras, lo cual supuso, no sólo una desagradable noticia, sino, además, el inicio de un periodo que terminaría fraguando el trastorno de identidad disociativo que le afectaría desde entonces. Su presencia constituiría un revés tanto personal como político, dada la contrariedad entre ambas personalidad.

En Julio de 1799, los conspiradores lograrían hacer desaparecer a la familia imperial del mapa, salvo a Katra, la heredera. Con este panorama, los príncipes electores se precipitaron para evitar que la hija de los Habsburgo reclamara la corona imperial y, pronto, se reunieron en Fráncfort. Ludwig, que contaba con el apoyo de su primo, elector de Baviera, Shanon, electora de Brandemburgo y el suyo propio por el Palatinado, logró erigirse como emperador por mayoría. Así, el rey de Romanos logró que las leyes se modificaran para que pudiese haber dos emperadores gobernando conjuntamente, sin necesidad de matrimonio o de que uno estuviese sobre el otro, por lo que sería coronado junto con Shanon II de Prusia y I del Sacro Imperio en la catedral de Aquisgrán. La política que ambos plantearían sería muy diferente a la del anterior emperador, creando un estado más centralizado, pero con menor poder de los emperadores, devolviendo la verdadera fuente de éste a la Dieta. La nueva capital del estado sería oficialmente Colonia, donde se construiría el Palacio Imperial a partir de la unión y ampliación de edificios anteriores, y donde la Dieta se reuniría permanentemente a partir de entonces. También se intentaría crear un estado más fuerte, sobretodo evitando que países extranjeros, como Dinamarca, votasen en el Parlamento, como venía siendo costumbre. Sin embargo, Ludwig pasaría bastante tiempo en la capital gala, pues en buena medida la política internacional se movía en los palacios del lugar y le interesaba tener ciertas noticias de los movimientos de la Hermandad; además, en lo personal, la ciudad le agradaba, así como el Palacio que el Conde palatino contaba en ella, el Pfalzer Schloss.


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Mensaje por Ludwig Tobias Wittelsbach Vie Dic 23, 2011 12:02 am



Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach ANEXOS-1


Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Expcab2



1. Corona Imperial del Sacro Imperio.
2. Motto personal: In den Gottes Hand. Wier: Gerecht, Gutmütig und Frei.
3. Casco condal con león palatino como címera.
4. Leones rampantes como tenantes por el Palatinado.
5. Escudo de Landau.
6. Escudo de Fráncfort del Meno.
7. Escudo de Espira.
8. Escudo de Worms.
9. Escudo de Coblenza.
10. Escudo de Veldenz.
11. Escudo del Sarre.
12. y 13. Bandera de Baviera y escudo tradicional
del Palatinado (escudo de la Casa Wittelsbach).
14. Escudo de Tréveris.
15. Escudo de Maguncia.
16. Cadena de la Orden Palatina.
17. Medalla de la Condal Orden palatina de San Miguel Arcángel.

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Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Expcab3

Orden Palatina


Creada en 1478 por Felipe I del Palatinado para conmemorar el nacimiento de su primer hijo, Luis V, serviría como muestra de distinción entre los nobles cercanos a la familia y, posteriormente, como reconocimiento a personas que hubieran servido meritosamente al Palatinado. Con la creación de la Condal Orden palatina de San Miguel Arcángel, pasó a un segundo plano, por ser de un rango inferior y, además de, por regla general, ser otorgada junto con la otra (aunque la Orden Palatina no significaba recibir la otra). La condecoración es una cadena de oro con cruces y escudos del Palatinado, en ocasiones con el león en oro también y con el fondo en azabache procedente de Asturias, España; en el resto, la mayoría, suele ser simplemente metal esmaltado.


Condal Orden palatina de
San Miguel Arcángel


Las crónicas cuentan que, en 1679 Felipe Guillermo del Palatinado se encontraba con su familia de paso en la ciudad de Neustadt, de regreso de Francia y de camino hacia Heidelberg, la capital por entonces. En dicha estancia, la hija menor de los condes, Dorotea Sofía de Neuburg, de ánimo jovial y aventurero, que contaba tan sólo con nueve años de edad, se separó de su aya en una travesura, pretendiendo alcanzar los bosques que se encontraban justo al oeste de dicha localidad, los Bosques Palatinos. La chiquilla consiguió su objetivo, pero, no contenta con eso, comenzó a andar, internándose más y más en dicho lugar, que poco a poco se volvía más frondoso. Al cabo de un tiempo no supo volver. La niña, asustada y desesperada, empezó a intentar regresar, pero, ante la imposibilidad de eso, se arrodilló y rezó a Dios y a San Miguel para que la ayudasen a volver con su familia. A pesar de la oscuridad que estaba trayendo el anochecer, en algún lugar del bosque, una luz blanca se encendió y la muchacha, esperanzada, la siguió. Ésta le guió hasta un claro, donde, junto a un arroyo, se encontraban unas mantas y una cesta con comida. Dorotea, agradecida, se alimentó y se durmió. A la mañana siguiente, la chica encontró un rastro en el suelo que la llevó de vuelta a la ciudad, donde su familia, atormentada, la recibió con ilusión. La niña les contó lo sucedido y su padre decidió conmemorar el suceso con la creación de la Condal Orden palatina de San Miguel Arcángel, la cual se convertiría la más importante del estado renano, sólo ostentada por algunos miembros de la familia del Conde palatino o por ilustres personajes realmente importantes para el Conde o el estado. La condecoración, en prácticamente la totalidad de las ocasiones, ha ido acompañada del collar de la Orden Palatina, siempre con azabaches y oro en los escudos, y es realizada en oro, un círculo de aguamarina, lapislázuli o de espinela azul cobalto y el dragón en crisoprasa rusa o esmeralda.

Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Anexobajo



Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Expcab4-1

Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Tungenresumen
De arriba abajo: Ostenschloss (Palacio de Oriente, residencia condal)
Palacios Gemelos (Justicia y Dieta)
Perspectiva de Pfalzer Allee
Residencias en Tungestadt

Ludwig VII del Palatinado, consciente y de la opinión de que su estado y su corte no tenían una capital digna del renombre y posición de éste, que pudiese ser rival de las otras ciudades cortesanas del Sacro Imperio, tomó la determinación de remodelar Mannheim con el afán de solventar dicha situación.

El antecedente de este proyecto es el complejo creado durante el siglo XVII al norte de la ciudad, al otro lado del río Neckar. Éste consistía en dos hileras casi continuas de edificios de una planta que se extendían hacia el pequeño palacete que terminaría convirtiéndose en el Ostenschloss. Estos edificios fueron cayendo en desuso a partir de su deterioro en plena Guerra de Sucesión del Palatinado y no volvieron a recobrar su esplendor hasta que, en 1794, el futuro conde Ludwig VII iniciase obras para rehabilitar el palacop y expandirlo, momento que se considera el verdadero inicio de Tungestadt.
Pocos meses después, transmitió sus intenciones para con la ciudad a los que, posiblemente, terminasen convirtiéndose en sus consejeros, los cuales ya estaban llevando el gobierno del estado. Aún dependiente de Baviera, solicitaron permiso al Duque para empezar a tomar unas medidas con las que pretendían reducir el gasto de la corte y la administración, fomentar la industria y el comercio (fábricas nacionales, menor carga impositiva, etc.) y políticas que atrajesen población al estado y, en especial, a la ciudad. La intención de esto era lograr preparar un panorama propicio para, en un futuro próximo, poder aumentar los ingresos del estado. En apenas cinco años, Mannheim pasó de 35.000 habitantes a 40.000 y se comenzó a consolidar como el principal enlace comercial entre Francia y los Países Bajos, al norte y oeste, y el resto del Imperio, al sur y este.

A finales de 1797 comenzaron las obras de restauración de los edificios que conectaran el palacio con el resto de Mannheim y que servirían tanto de residencias como de edificios oficiales. También se elevó dos niveles todos los edificios, se embaldosó el suelo de la avenida y se la dividió en tres plazas, la primera de ellas abierta al río y la tercera, el triple de larga que las otras dos, abierta al Palacio.

En Diciembre de 1800, al promulgarse la Carta Palatina, se daría comienzo a la tercera parte de este proyecto, ya habiéndose completado el Ostenschloss (salvo la cúpula, que estaba en construcción). Poe él, el distrito pasaba a denominarse Tugendstadt (Ciudad de las Virtudes) y se destinaba a convertirse en el centro administrativo del Palatinado. Así pues, los edificios ya en construcción quedarían asignados a diversas funciones de gobierno (diplomacia, administración, ministerios, banco nacional, la Bibliotheca Palatina, etc.) y se empezarían a edificar dos nuevos palacios, a ambos lados del Oster Schloss y siguiendo su modelo: el Palacio de la Dieta y el Palacio de Justicia. Además, se preveía la construcción de tres arcos triunfales, cada uno en el centro de una de las plazas, dedicados a las tres virtudes, aunque se consideraban secundarios y, por lo tanto, el esfuerzo se destinaba al resto del proyecto.

Por este momento se comenzó la subasta de las tierras aledañas a Pfalzer Allee para aumentar los recursos del estado y, además, fomentar los habitantes en el lugar. Las cláusulas de la venta venían a indicar que era obligatorio la construcción de edificios y que debían seguir unos órdenes semejantes a los aledaños, para evitar que el sueño de dotar con una gran capital al Palatinado se viniese abajo. Por lo tanto, pronto comenzaron las obras de Palacios de nobles menores, ricos burgueses y otros gobernantes de otros estados del Imperio, encuadrados alrededor de la Flusser Allee y la Rheinlander Allee. Al tiempo que se iniciaban dichos proyectos, las obras civiles necesarias se extendían.

A medida que los edificios pasaban a estar disponibles para su uso, se comenzaron a ocupar. El Mannheim Schloss, que había servido como sede provisional de toda la administración mientras los nuevos edificios se completaban, quedó libre para convertirse en la recién fundada Universidad de Mannheim. 1803 fue la fecha de inicio de la construcción de los arcos en las plazas y del plan de remodelación de la Flusser Allee, convirtiéndola en una vía de paseo a lo largo del norte del río Neckar.


Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Tugenstadplanot
Leyenda:

A. Ostenschloss (Palacio de Oriente, residencia condal)
B. Pfalzstag (Palacio de la Dieta Palatina)
C. Gerichtshof (Palacio de Justicia)
D. Oberrheinlandstag (Palacio de Alta Renania)
E. Botschafter Residenz (Residencia de Embajadores)
F. Bibliotheca Palatina (Biblioteca Palatina)
G. Wissensministerium (Ministerio de Educación)
I. Repräsentanter Residenz (Residencia de Representantes)
J. Pfalzerbank (Banco Palatinol)
K. Mannheimrat (Ayuntamiento)
L. Handelministerium (Ministerio de Comercio)
1. Gerechtigkeitplatz (Plaza de la Justicia)
2. Gutmütigkeitplatz (Plaza de la Bondad)
3. Freihetplatz (Plaza de la Libertad)
4. Tugendsplatz (Plaza de las Virtudes)
5. Pfalzer Allee (Avenida del Palatinado)
6. Gräflicher Allee (Avenida Condal)
7. Rheinlander Allee (Avenida de Renania)
8. Flusser Allee (Avenida del Río)
9. Tugender Allee (Avenida de las Virtudes)
10 Pfalzgarten (Jardines del Palatinado)
11. Ostengarten (Jardines de Oriente)
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Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Expcab


Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Mapaexp-7


CRONOLOGÍA


1618 – Inicio de la Guerra de los Treinta Años.

1621 – El Sarre (parte de Nassau) y el Arzobispado de Tréveris solicitan la protección del Palatinado. Inicio de los Protectorados.

1623 – El Palatinado es conquistado y pasa a una unión personal con Maximiliano I de Baviera.

1648 – Fin de la Guerra de los Treinta Años. Restitución del hijo del anterior Conde Palatino (Carlos I Luis). Pérdida del Alto Palatinado y la mayoría del territorio en el Eifel y anexión del resto de los protectorados y del bajo Mosa (de los Hasburgo).

1687 – Herencia matrimonial del Ducado de Zweibrücken.

1689 – Espira y Landau tomadas de Francia en la Guerra de Sucesión Palatina.

1738 – Se dan las Revoluciones de Maguncia y Fráncfort, duramente reprimidas por los gobernantes locales. Estados aledaños interfieren en el conflicto y Fráncfort pasaría a formar parte del Palatinado y el Arzobispado de Maguncia quedaría dividido entre éste y Würzburgo.

1757 – Hessen-Kassel, Hessen-Darmstadt y el Palatinado inician diálogos que terminarían fraguando en el Tratado de Hanau. El Palatinado queda configurado, prácticamente, entre los ríos Mosa, al oeste, el Rin y el Meno, al norte, y Francia, al sur. La consolidación en la región terminaría antes de 1800 con la anexión de pequeños estados rodeados por el Palatinado.
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Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Decreto-3

Desde hoy, día siete de Agosto del año mil cuatrocientos noventa y dos de Nuestro Señor, su Majestad Imperial Federico III de Habsburgo y el Conde Palatino del Rin Federico I firman éste el presente acuerdo y decreto y a acatar los dictámenes que se presentan a continuación, así como debieren hacer sus futuros sucesores:

I. El Condado Palatino del Rin se entiende como parte indiscutible del Sacro Imperio Romano Germánico.

II. El Conde Palatino es domini terrae de aquestas tierras y dominios que cayeran en su posesión.


III. El Conde Palatino tiene potestad para gobernar y administrar justicia así como placiere, siempre y cuando sus medidas no llegasen a hacer mal y daño al Imperio.

IV. El Condado Palatino queda libre de impuestos por parte del Emperador, siendo libre de recaudar los que el conde considerase para su propio tesoro, así de súbditos como de tránsito o portazgos o de cualquier otra índole

V. El Condado Palatino tiene el derecho de defender sus montes, valles y tierras y por eso pudiere formar ejército y levantar muros, fortalezas, castillos o murallas dentro o fuera de las villas y ciudades.


VI. El Conde Palatino es libre de entablar alianzas y mandar emprender acciones bélicas en el extranjero, ahora, sin poder entablar combate contra el emperador, sus ciudades o soldados.

VII. El Conde Palatino y su estado tienen derecho para enviar y recibir misiones diplomáticos con aquellos que quisieren sin importar su índole.


VIII. Así mismo, tienen poder para entablar precios de aranceles y recaudarlos, así como entablar comercio con quienes quisieren.

IX. El Palatinado del Rin es capaz para ganar tierras foráneas sin que signifique su establecimiento como parte configurativa del Sacro Imperio.



En Roma a 7 de Agosto de 1495:
Federico III de Habsburgo y Federico I del Palatinado
Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Anexobajo



Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Carta-2

A día de veintitrés de Mayo de este año de mil setecientos noventa y nueve, yo, Ludwig VII Tobias Wittelsbach, Conde-Príncipe libre del Palatinado del Rin, me dispongo a promulgar esta carta que servirá para instaurar una necesaria Constitución que reforme y reestructure nuestro estado, sin que ello signifique la declaración de independencia respecto al Sacro Imperio Romano Germánico. En lo referente a dicha misión, he venido a decretar y sancionar lo siguiente:


TÍTULO PRELIMINAR
1. El Condado Palatino del Rin (Pfalzgrafschaft bei Rhein), o Palatinado del Rin (Pfalz bei Rhein), se constituye en un Estado basado en los valores de las tres máximas virtudes, a saber: Igualdad, Justicia y Libertad, y busca con sus medidas extender dichos beneficios a todos sus súbditos por igual.

2. La soberanía nacional procede tanto del pueblo como del monarca reinante, cuya misión será garantizar la prevalencia de las virtudes y los intereses de los individuos del estado y del propio estado por encima de todos los demás.

3. La forma política adoptada a partir de este momento es una Monarquía constitucional.

4. El idioma oficial del estado es el alto alemán en su variante palatina (Pfälztsisch), pero garantizando y protegiendo el uso de otras lenguas de importancia general. Todo ciudadano tiene el derecho a aprender esta lengua y a usarla.

5. Los símbolos del Palatinado del Rin son el escudo y las dos banderas. La primera bandera está dividida en dieciséis franjas horizontales iguales, presentando el siguiente orden de colores comenzando por la parte superior: gules, azul, blanco y oro, repitiendo hasta completar; sobre estos, centrado, un león rampante en oro mirando hacia la diestra, con corona, lengua, boca y garras en gulés; la segunda bandera presenta la misma disposición, salvo con el león dirigido hacia la siniestra y con el campo por completo en sable. El escudo, en forma francesa, cuartelado, , en el primero y cuarto, fusado o fuselado, de plata y azur, puesto en banda, por Baviera, y en el segundo y tercero, de sable, un león rampante de oro orientado hacia la diestra, armado lampasado y coronado de gules; al timbre, Birreta de Príncipe Elector del Sacro Imperio.

6. La capital del estado se emplaza en Mannheim, aunque con especial atención a Heidelberg y Frankenthal como segundas capitales o capitales históricas.


TÍTULO PRIMERO:
De los Ciudadanos.
1. Son ciudadanos palatinos:
a. Toda persona nacida en el territorio palatino y que sus padres residieran de forma permanente en ella.
b. Los hijos de padre o madre palatinos.
c. Los extranjeros que hayan ganado la vecindad durante diez años en cualquier localidad del estado.

2. Los ciudadanos tienen libertad de expresión y derecho a publicar sus ideas sin censura previa, salvo en caso de declararse el Estado de Necesidad.

3. Todo ciudadano tiene derecho a dirigir peticiones por escrito a la Dieta Palatina y al monarca, según la normativa vigente, que, en ningún caso, podrá discriminar a los ciudadanos por cuestiones de índole personal, no así delictivas.

4. Todo ciudadano está capacitado para ocupar un puesto en la administración, siendo elegido exclusivamente por sus méritos o descartado por sus crímenes.

5. Es deber de todo ciudadano defender su patria, tanto económica como bélicamente, pasando a formar parte del ejército de ser requerido.

6. Ningún ciudadano puede ser arrestado en contra de su voluntad sin la orden directa del monarca o de la mayoría de la Dieta Palatina o sin el mandato de un juez.

7. Todo ciudadano tiene derecho a una educación básica, pública y gratuita, habiendo al menos una escuela en cada Oberämter y cada Ciudad capitalina del estado.


TÍTULO SEGUNDO:
De las Asambleas.
8. La potestad para legislar recae tanto en la Dieta Palatina como en el monarca.

9. El monarca podrá formar una Cámara de Notables formada por los hombres que considere aptos para el cargo de ministros y que se encargarán de un sector específico del Gobierno del estado.


TÍTULO TERCERO:
De la Dieta Palatina y del Acceso al Voto.
10. La Dieta Palatina, Pfalzstag, es el órgano legislativo del estado que representa al pueblo y es función e ambos promulgar o derogar leyes.

11. Estará compuesta por un mínimo de treinta y un máximo de sesenta parlamentarios, en función del censo electoral.

12. Los parlamentarios serán elegidos de forma directa y proporcional por los ciudadanos con derecho a voto.

13. El Derecho a voto no es nato, sino ganado a través de la muestra de criterio y conocimiento. Para esto será necesario ser probado en un Ejercicio de Acceso al Voto propuesto y aprobado por el monarca junto con la Cámara de Notables, si ésta ha sido instaurada, en la que se valorarán conocimientos de cultura básica y general, accesible desde la enseñanza pública establecida en el momento. El contenido de dicha prueba es secreto bajo sanción económica, pena de prisión e, incluso, limitación de derechos, a juzgar por la normativa vigente, pero sin ser nunca impune.

14. Cualquier ciudadano puede aspirar a ser elegido parlamentario, aunque será necesario, no sólo que haya sido probado en la ya mencionada prueba, sino, además, en otra a mayores que requerirán de conocimientos más complejos, establecidos así mismo por el monarca y la Cámara de Notables. El estado deberá posibilitar el estudio de dichos conocimientos a aquellos que hayan demostrado su valía, bien por sus calificaciones en la enseñanza pública o bien por el Ejercicio de Acceso al Voto. El contenido de esta prueba también es secreto, siendo considerada su divulgación como traición a los principios del estado y al estado en sí.

15. El monarca y su heredero no podrán formar parte de la Dieta Imperial o votar para la elección de los parlamentarios, aunque sí tendrán el derecho de presenciar las sesiones o participar en ellas sin tener derecho a voto.

16. La sede de la Dieta Palatina será cualquiera de las tres capitales, prevaleciendo la principal, Mannheim, sobre las demás y siendo necesario la mayoría absoluta del voto del Parlamento y la aprobación real para trasladar su ubicación.

17. La Dieta Palatina será permanente en la ciudad designada para tal función, salvo en caso de declararse el Estado de Necesidad.

18. Cada Parlamento tendrá una duración de tres años y once meses, salvo disolución por mayoría absoluta de la cámara o declaración del Estado de Necesidad. El mes restante hasta el cuarto año será el respectivo a nuevas elecciones y la formación de un nuevo Parlamento.

19. La Dieta Palatina tiene la obligación de designar un Representante por mayoría absoluta en un plazo de dos meses desde las últimas elecciones. Si se llega al término del periodo dado sin un Representante, será el monarca el encargado de designar dicho cargo.

20. Las sesiones de la Dieta Palatina serán públicas y de libre acceso, pudiendo estar el público separado de los parlamentarios, pero siendo capaz de ver y oír todo lo ocurrido.

21. Los Presupuestos Generales deberán ser presentados anualmente por el monarca, la Cámara de Notables o el Representante a la Dieta Palatina, la cual deberá aprobarlos por mayoría absoluta para poder darse por válidos, así como deberá contar por la aprobación del monarca.

22. Los parlamentarios son inviolables por sus opiniones y votos en el ejercicio de su cargo, a excepción de que estos vayan en contra de los principios del estado o directamente en contra de los derechos de los ciudadanos, en cuyo caso, podrán ser cesados de su cargo, concediendo a su voto el valor de nulo.


TÍTULO CUARTO:
Del monarca o Conde-Príncipe Palatino.
23. La potestad legislativa recae sobre el monarca, así como en la Dieta Palatina. El monarca puede introducir leyes a través de decretos reales que deberán ser aprobados por un tercio de la Dieta.

24. Así mismo, el monarca tiene el deber del poder ejecutivo, que puede hacer recaer en ministros si forma el Consejo de Notables.

25. También es suyo el derecho a disponer y dirigir la fuerza armada del estado.

26. Cualquier tratado o pacto con una potencia extranjera deberá partir del monarca o ser aprobada por él, incluyendo declaraciones de guerra o de paz.

27. El monarca tiene derecho al veto legislativo o suspensivo de las resoluciones de la Dieta Palatina, según considere para garantizar la igualdad o la libertad de los ciudadanos, así como los intereses del estado.

28. La dotación económica al monarca y su familia estará estipulada anualmente en los Presupuestos Generales.

29. El cónyuge del monarca no tendrá derecho a formar parte del gobierno.


TÍTULO QUINTO:
De la sucesión del monarca y la regencia.

30. La sucesión al Trono del Palatinado será según el orden regular de primogenitura, prefiriendo siempre la línea anterior a las posteriores, estando en igualdad de condiciones el varón y la hembra.

31. Si llegasen a suspenderse todas las líneas sucesorias, sería el pueblo, a través de la Dieta Palatina, la que designaría sucesor al trono, o bien sería el anterior monarca quien designaría a su sucesor, con la aprobación del Parlamento.

32. El heredero se considera apto para gobernar a la edad de quince años. Si la corona recae en él sin haber cumplido la edad, se instaurará una regencia.

33. La regencia recae en el padre o la madre del monarca, y en su defecto el pariente más próximo a suceder al trono, a ejercer la regencia.

34. Para que el pariente más próximo ejerza la Regencia, necesita ser ciudadano palatino, tener veinte años cumplidos, y no estar excluido de la sucesión al trono. El padre o la madre del monarca sólo podrán ejercer la regencia permaneciendo viudos

35. El Regente prestará juramento de fidelidad al monarca, a esta carta, a los principios del estado y a los intereses estatales y de sus ciudadanos.

36. Si no hubiere ninguna persona a quien corresponda la regencia, será el monarca anterior, con la aprobación de la Dieta Palatina, quien designe a éste o, en ausencia de dicha resolución, la propia Dieta Palatina.


TÍTULO SEXTO:
De la administración de Justicia.
37. La potestad de aplicar e interpretar las leyes en juicios civiles y criminales corresponde en exclusividad a los Tribunales y Juzgados competentes, sin tener más funciones que juzgar y hacer que se ejecute lo juzgado.

38. Un juez no puede pasar a formar parte del Parlamento sin dejar su cargo, o a la inversa.

39. Las leyes determinarán los Tribunales y Juzgados que ha de haber, la organización de cada uno, sus facultades, el modo de ejercer y las calidades que han de tener sus individuos.

40. Los juicios en materias criminales serán públicos, en la forma que determinen las leyes.

41. Ningún magistrado o juez podrá ser depuesto de su destino, temporal o perpetuo, sino por sentencia ejecutoriada; ni suspendido sino por auto judicial.


TÍTULO SÉPTIMO:
De la organización territorial.
42. El estado está dividido en cinco distritos con sus correspondientes provincias, a saber: Alto Rin (Frankenthal, Maguncia y Worms, con capital en Maguncia), Mosela (Coblenza, Simmern y Veldez, con capital en Coblenza), Palatinado del Sur o Meridional (Espira, Heidelberg y Landau, con capital en Heidelberg), Renania Oriental (Boxberg, Darmstadt, Fráncfort, Mannheim y Mosbach, con capital en Mannheim) y Sarre (Lauterecken, Saarbrücken y Tréveris, con capital en Tréveris).

43. Cada distrito tendrá un Consejo formado por un representante de cada ayuntamiento dentro del mismo, con sede en cada capital.

44. Cada Consejo podrá enviar un delegado al monarca y a la Dieta Palatina para exponer y defender los deseos y los intereses de dicho territorio y sus habitantes.

45. Los ayuntamientos serán designados por sufragio entre los ciudadanos con derecho a Voto, vecinos de dicha localidad.

46. No podrá imponerse ni cobrarse ninguna contribución ni arbitrio que no esté autorizado por la ley de Presupuestos u otra especial.

47. Igual autorización de la Dieta Palatina se necesita para vender o donar las propiedades del estado, no así las privadas.


TÍTULO OCTAVO:
Del Estado de Necesidad .
48. Se considera Estado de Necesidad a un momento en el que, debido a una situación de singulares características, como una guerra, se suspenden la efectividad de la Dieta Palatina, pasando a ser únicamente un órgano consultivo y cuya función es aconsejar al monarca o al Ministro Protector.

49. El monarca o la Dieta Palatina pueden decretar el Estado de Necesidad.

50. Los poderes ejecutivo y legislativo recaen en el monarca o en el monarca y en el Ministro Protector, si ha sido designado, teniendo el primero derecho a veto en la voluntad del segundo.

51. El Ministro Protector puede ser designado por la Dieta Palatina en el momento que ésta tome noticia de la declaración del Estado de Necesidad y, sólo si la Dieta Palatina no lo ha designado, el monarca tiene derecho a ser él quien realice dicha elección.

52. El Estado de Necesidad dará fin cuando la situación de singulares características haya concluido, reinstaurando el equilibrio propio y natural descrito en esta carta.


En el Palacio de Mannheim a 27 de Diciembre de 1800.

Ludwig IV Tobias, el Impío, Wittelsbach Firmalud
Yo, el Conde Palatino del Rin y Príncipe Elector, Ludwig VII Tobias Wittelsbach.
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Última edición por Ludwig Tobias Wittelsbach el Lun Mar 19, 2012 5:11 pm, editado 4 veces


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