: Balthier ~ Kageyama :

por **Balthier Kageyama** Vie Dic 23, 2011 1:45 pm

Lagomorfos:

BALTHIER

Kageyama

~ 5 años ~ Clase Alta ~ Heterosexual
~ Humano/Cambiaforma/LAGOMORFOS ~ Irlanda ~

HABILIDADES:

Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando mas rápido que un humano normal.
Fuerza sobrehumana: Fuerza que supera la de un humano y un animal común perteneciente a la familia que sea.
Sanación acelerada: Habilidad para curar rápidamente de cualquier lesión. El tiempo de recuperación varía según el personaje. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
Sentido del peligro: Habilidad para percibir el peligro personal. Es una forma limitada de precognición.

Descripción Física:

Tiene el aspecto de un querubín, que se ha escapado de los cielos para traer amor y paz con muchas de sus bellas sonrisas. De cabellos rizados cual ángel de la guarda, los ojos son de un tono aguamarina que puedes ver el mar reflejados en ellos. Mide 106,40cm., su piel pálida, pero tirando un poco hacia tonos tostados. Sus mejillas rosadas son el encanto de muchas damas que han pasado por los ojos de Balthier. No suele, no le gusta llevar ropas pegadas, aunque es un niño, quien sea quien le cuida ahora, le viste como quiere, pero Balthier podria tener la última palabra al respecto. De una mirada profunda e inexperta, Balthier, ve los colores con bastante saturacion, una fotografia en blanco y negro, bastante desaturada, se reconoce con anteojos.

D. Psicológica:

Es un niño alegre, que en su vida anterior, bueno, en su corta vida no vio a nadie más que sus padres. Ellos le educaron poco, pero ya de por sí, él era la viva imagen de la diversión, del cariño y de un niño obediente, tiene sus rabietas, pero también su caprichos. Es curioso y tiene afán por el violín, sus padres le introdujeron a que tocase el violín, tanto le gusto aquel mundo, que ya soñaba con tocar grandes melodías. Atento y a veces bastante llorón cuando no tiene lo que quiere o simplemente no está alegre. No conoce que es la mentira, no conoce el mundo, no sabe cómo es él mismo. Tan solo el está solo, desorientado en un nuevo mundo que ya no es verde y campos libres, alrededor de rocas en las que iba a ver a los cangrejos. Ahora, es tímido, pero conversa con la gente, poco al principio, pero en cuanto va conociendo a más gente, conforme los conoce mas y mas, es mas extrovertido que al principio.

Historia:

Hace tiempo, aunque tan solo han pasado cinco años desde que el accidente pasó, el pequeño Balthier ya tiene cinco años. Él era tan solo nada, un pequeño con el que solo se le podía prestar atención para mantenerlo entretenido. Algo fue rápido para él, inédito.

04 de Abril, 1795

Nace Balthier después de nueve meses de espera, de incontables momentos de terror en la familia Glasgow. Meredith no tuvo un parto fácil, paso por numerosos derrames de sangre, pero algunos insignificantes, aunque eso no permitía que Frey Glasgow se quedara tranquilo, al contrario, él y su actitud nerviosa, no le ayudaban en nada. Pensó que por culpa del niño, de su poca atención a su mujer debido a sus numerosas horas de investigación entre laboratorios y tubos de ensayo, la perdería. Para su asombro, el destino le sonrió, su mujer sobrevivió al parto y un bello niño llego a la familia. Había heredado sus cabellos dorados, los ojos de su madre, verdes como el azul de los mares que le rodeaban por las islas Irlandesas.

1800, Irlanda

Meredith consiguió recuperar el ánimo tras el dificultoso parto, paso los años con su hijo, su padre lo pasaba también con ellos, eran una familia estable, pero en un momento de sus vidas la madre, estaba cerca de su hijo, ambos sentados en los campos de Irlanda bajo la protección de las hojas de un árbol que crecía en abundancia por los numerosos días de lluvia que hubo. Ambos, sonriendo, la madre relataba las aventuras de un famoso escritor de teatro, Balthier, la escuchaba, pero solamente observaba su belleza, la dulzura de sus palabras ya que mas no podía hacer, algo entendía, pero se perdía, o se distraía en cuanto veía algún diente de león volar por el aire libremente.

-Bueno es tarde mi amor...-Dijo con dulzura, con amor mientras cogía en brazos al pequeño Balthier. Regresaron a su pequeña mansión en lo alto de las montañas, pero para cuando llegaron, la sorpresa los sobrecogió en el acto. La mansión en llamas, Balthier observaba el paisaje nocturno, no entendía nada de nada, ¿Por qué aquel gesto triste en su madre? ¿Qué pasaba? ¿Qué era eso? ¿Era eso a lo que su padre le dijo que no se acercara, que era peligroso, pero a la vez tentador? Se agarro del cuello de la camisa de su madre, ella echo a correr tras haberse recuperado del shock al ver la mansión en llamas, corrió sujetando con cuidado al pequeño Balthier, estando dentro de la casa, esta intento buscar a su marido ¿Dónde estaría? Dejo a Balthier para cogerlo de la mano pues ya el pequeño Balthier andaba como todo un campeón, seguía a su madre bien agarrado de la mano, yendo por cada rincón, algunos eran inaccesibles por el fuego, pero no había rastro de su marido, por ninguna parte.

Solo el fuego se lo comía todo a su paso. Balthier, comenzó a llorar. Su madre le agarro entre sus brazos para comenzar a susurrarle el amor que sentía hacia el pequeño, ella fuerte a pesar de sus finos rasgos, estaba soportando lo que sería la reciente perdida de alguien especial para ambos. Un sonido entre las llamas, una sombra, ella con Balthier en brazos aminoro la velocidad de la prisa que le entro al pensar que sería un ladrón, el causante de este antoatroz, pero no, no era alguien que vino de las sombras, nadie del infierno, era Frey Glasgow, con una mano ocultando parte de su rostro, arrastrándose por la pared, Meredith quiso acercarse, pero por el miedo que iba ocupando su cuerpo, iba rechazando la nueva imagen de Frey ante sus ojos, tapaba a Balthier con su pasmina de muchos colores, ella quería que no viera nada, que no viera la imagen de su padre, deformada por el fuego, quizás algún experimento que fallo de repente...y miro a Balthier a los ojos. Aquellos ojos del color del mar. Serían los últimos que vería, aquellos rizos de querubín, los últimos en los que enredaría sus dedos, aquella sonrisa, la última que le llenaría de amor su corazón, pero ella había vivido bastante y a su pequeño, le quedaba una vida por delante...

-Balthier, te quiero. . .-Fue lo último que le dijo al pequeño.
-Y yo...mama... ¿Y papa?-Su madre negó con rapidez, quería tranquilizarlo, le acariciaba sus cabellos dorados, le miraba a los ojos y reprimía las lagrimas para que no la viera llorar.
-Papá está bien...-Dijo con suavidad-...Está bien...-Dijo mucho antes de que Balthier dijera palabra alguna, privándole de más preguntas y durmiéndole finalmente con un leve toque de sus dedos. El ser alguien sobrenatural, tenía sus ventajas y más si la tradición continuaba.

Dormido y lejos de cualquier peligro, Balthier no había dado señales de sus poderes de cambia formas. Al igual que sus padres, el posiblemente habría heredado aquel poder, pero desconocían que aspecto tendría en cuanto creciera, pero no lo llegarían a saber, pues ellos cruzaron al otro lado, a un lugar en el que Balthier no podría ir.

El cómo de como Balthier llego a tierra extranjera, el no lo sabe, pero después de una semana en un sitio con muchos niños, estaba solo. El más abierto de los niños, el no entendía porque estaba sin su madre, ni con su padre ¿Qué había pasado? Se miraba las manitas y estaba sentado en el jardín, a la vista de varias ayudantes del orfanato. Estaba triste. Su mirada se alzo sin emoción alguna, una imagen demoledora para un corazón cálido como la de un adulto. Él movió su mano a su derecha y cogió un trozo grande de zanahoria y lentamente lo introdujo en su boca. Balanceaba sus piernas pues el banco era alto para él. Comía y veía a la gente pasar. Pasar y pasar.

¿Dónde estaba su familia? ¿Qué había pasado?