Probándose un nuevo vestido, encontrando ¿una nueva amistad? - (Keiko Osaka)

Sabía que este día tenía que llegar, más próximo o más lejano, pero no iba a tardar mucho más, su cambio de ropaje era más que necesario, por mucho que la disgustara tenía que abandonar por un tiempo sus adorados vestidos con el corsé ajustado. Su marido llevaba semanas diciéndoselo con preocupación, sus corsés con cada semana que pasaba se volvían más arduos de llevar, la iban oprimiendo y haciendo que el respirar se convirtiera en una batalla. Ahora mismo, Aëryn necesitaba ropa más cómoda, algo más holgada y que le diera más libertad, su pequeño lo necesitaba y para ser honestos, ella también. Aëryn se arregló con ayuda de una doncella y la mirada atenta de su marido, aquel vampiro malhumorado con ella por la testarudez de la joven por ir por la mañana y no al anochecer, como solía hacer en otras ocasiones. - Nosotros estaremos bien, amor. Ve a conciliar el sueño antes de que la pequeña se despierte y sea imposible - Sonrió dulcemente y besó a su marido antes de salir de la habitación y caminar hasta la de la pequeña Anne, quedándose unos minutos mirándola dormir plácidamente.

La carroza paró enfrente de la boutique, sonriendo y más nerviosa de lo que estaba anteriormente salió con la ayuda del cochero,ntrando a la tienda segundos después. - Buenos días. - sonrió con dulzura, la modista se acercó a ella en cuanto la vio, saludándola con amabilidad antes de llamar a sus ayudantes y acompañándola hacia los vestidores y comenzando una pequeña charla mientras la ayudaban a desvestirse primero y a colocarle el vestido con cuidado para que no se pinchara con los alfileres.

El vestido era bastante elegante y sofisticado, el atuendo típico de las jóvenes damiselas de la clase alta, o quizá para una ocasión especial para algunas. Se componía de dos colores, la falda era de un azul intenso, el mismo color de los bordados que tenía el corsé de color blanco. Salió del vestidor con paso lento, hablando con una de las ayudantes mientras caminaba hacia el espejo que había en un lateral de la tienda, el vestidor tenía uno pero siempre había pensado que era un lugar demasiado oscuro. La joven rubia suspiró algo disgustada, no era que el vestido no le gustase porque era perfecto y no le cambiaría ni un mínimo detalle, sino que era por aquello que ahora mismo estaba tocando con una de sus manos. El corsé, aquella prenda ajustada y que tanto le gustaba, se había cambiado por uno más ligero y que apretaba menos desde abajo de su pecho hasta el comienzo de la falda, una substitución más que lógica y comprensible ya que por su estado necesitaba aquél cambio - No es nada, el vestido es perfecto. No sería capaz de cambiarle ni siquiera un hilo - sonrió a una de las modistas al ver su cara de preocupación. Pasó su mano por su vientre ya abultado y notorio, 4 meses le quedaba para tener aquel bebé en sus brazos - Es solo que extrañaré aquella prenda - sonrió algo divertida, regresando su vista al espejo y a ver como le quedaba el vestido.