Una vida trás otra ( Sinnove )

por **Govinda** Jue Ago 16, 2012 7:13 pm

Recién había llegado y ya estaba llamando la atención. Aunque no en la forma en como muchos pensarían que una mujer llamaría la atención en una nueva ciudad. Contrario a lo que uno pudiera pensar, ella no andaba con vestidos provocativos y de vistosos colores, tampoco se paseaba por los lugares más elegantes y cultos, mezclándose con la alta sociedad, no se peinaba el cabello con sendos arreglos florales ni se maquillaba para ponerse una máscara de vanidad. Ella llamaba la atención por su capa vieja y raída, por su túnica que parecía salida de la época medieval, unos anchos pantalones que más bien parecían una falda y un enorme camisón que ocultaba todo rastro de feminidad de su cuerpo.

De hecho uno podría pensar que se trataba de un hombre, de un jovenzuelo con el pecho plano y con los brazos desnutridos. El cabello no era muy largo y estaba descuidado, el rostro sin una gota de maquillaje lucía pálido e inclusive amarillento, luciendo los rasgos típicos de su raza. Govinda se encontraba sentada sobre unas cajas de madera que probablemente habían contenido tomares y zanahorias pues algunos rastros de estos se podían ver en las esquinas, un corrillo de pocas personas se había hecho al rededor de ella, la mayoría pordioseros que no tenían nada mejor que hacer a esas horas de la noche y que no podían conciliar el sueño por el hambre que seguramente llevaban aguantando todo el día.

- No estoy contradiciendo a la iglesia mis queridos amigos - Decía ella con una voz cálida y aterciopelada, contraria a su apariencia física - Yo al igual que vosotros, soy una gran admiradora del Maestro Jesucristo, pero os traigo además otro lado de la verdad, a todo aquel que quiera detenerse y escuchar - Comentó sin ser ceremoniosa, la humildad era lo más característico de ella - La verdad siempre nos rodea y nosotros nos empeñamos en buscarla en todas partes menos en donde realmente está -

Govinda se llevó una mano al pecho y se señaló el corazón, apuntándolo con un dedo delgado y paliducho.

por **Sinnove Lindstrom** Vie Ago 17, 2012 5:51 am

Me había levantado especialmente tarde ese día, no importándome la posibilidad de perder a los escasos clientes que solían acercarse al burdel a plena luz del día. Horas más tarde, cuando por fin la luna le ganó la batalla al sol, intenté escabullirme por la puerta de atrás, pasando completamente desapercibida. Por una vez en mi vida, no estaba saliendo a la calle en busca de una posible presa a la que embaucar a cambio de unas cuantas monedas, si no todo lo contrario. En la medida de lo posible, quería cumplir la promesa que le había hecho a Santana de no volver a vender mi cuerpo, y para eso, debía evitar pasar mi tiempo en el lugar que había sido mi hogar durante los últimos años. Habría ocasiones en las que no podría evitarlo, pero yo iba a poner todo mi empeño.

Para cubrirme aún más las espaldas, decidí ir al único lugar en el que jamás encontraría a alguien interesado en mí, no porque no lo estuvieran, si no porque nadie podría permitirse pagar a una cortesana. La zona pobre de París. El lugar donde la gente gastaba sus pocas monedas en un pedazo de pan y en seguir manteniendo un techo bajo el que poder refugiarse por las noches. Un lugar seguro para mí.

Comencé a vagabundear por las calles a paso tranquilo, ya que no regresaría al burdel hasta bien entrado el amanecer, momento en el que las criaturas nocturnas como yo desaparecían de las calles, dejando paso a aquellos que se sentían confortables con la luz del día.
Una hora más tarde mi atención se vio captada por un corrillo de gente que empezaba a formarse alrededor de unas cajas. Al acercarme un poco más pude ver y escuchar como una persona se dirigía a la escasa multitud que había tenido el detalle de detenerse a escuchar sus palabras. No pude determinar si se trataba de una mujer o de un muchacho de corta edad, ya que su aspecto era un tanto ambíguo, lo que ayudó a despertar mi curiosidad.

Sus palabras captaron mi atención. No me consideraba una persona religiosa en absoluto pero siempre había sabido mantener la boca bien cerrada para no tener problemas. Sin embargo, esta persona no parecía tener ningún inconveniente en expresar sus pensamientos en voz alta y en plena calle.
Me acerqué un poco más, formando parte ya del pequeño corrillo alrededor de las cajas. Tampoco tenía nada mejor que hacer así que ¿por qué no darle una oportunidad a la verdad que nuestro orador misterioso decía tener?

por **Govinda** Vie Ago 17, 2012 10:26 am

Algunas personas no parecían para nada interesadas en las palabras de Govinda y se acomodaban en sus hogares hechos de cajas y papel para dormir, otros sin embargo se habían quedado para escuchar, quizás no tenían nada mejor que hacer, o quizás (y esto era lo más probable) en su miseria y desesperación habían perdido la fé en Jesús, quien los había olvidado y ese Dios generoso del cual se impartía enseñanzas en la iglesia no era tan equitativo y mucho menos justo. Se sabía que los obispos y el mismo papa, ostentaban una vida llena de riquezas y comodidades.

- De donde yo vengo, el mundo se mira de otra manera - Continuó con tranquilidad - He viajado por medio mundo y he visto muchas cosas, muchos dioses y muchos mitos - Explicó, de hecho, aún le faltaba todo el continente Americano, pero se podía decir que era medio mundo.

- ¿De donde viene Joven Maestro? - Preguntó un niño de unos 10 años, se veía sucio y no debería estar fuera de cama (o quizás no tenía una cama) Govinda le sonrió.

- De las tierras de Buddha - Respondió, nadie se sorprendió, porque al parecer nadie sabía quien era ese tal buddha - El pueblo de donde provengo se llama Katmandu, capital de Nepal, un país perdido en esplendías montañas congeladas, donde abundan los monasterios budistas, yo crecí en uno de ellos - Explicó.

- ¿Y que es un bu...bu...budis-esa cosa? - Preguntó, esta vez una mujer de una treintena de años, de cabello amarillo, quemado y maltratado por el sol.

- El budismo es una forma de vida, una doctrina en la que tu tienes el poder sobre tu vida, tu tienes el poder del cambio... sin temerle a un Dios - Continuó, esta vez hubieron murmullos entre la gente - Por eso es que, hay que cambiar en esta vida y vivirla acorde a los principios... de lo contrario, cuando reencarnes en la próxima vida... podrías tener que pagar por tu karma -Concluyó, la gente se miraba entre si con confusión y Govinda notó a una mujer que se veía fuera de contexto, sus ropas estaban limpias y se notaba que se había alimentado bien.

- Tu no eres de por aquí, señorita ¿verdad? - Se dirigió a ella con curiosidad - Pero el destino te ha traído a este lugar... quizás también estés buscando otra verdad... -

por **Sinnove Lindstrom** Vie Ago 17, 2012 6:09 pm

Aunque en un principio me había acercado por pura ociosidad, no tardé demasiado en empezar a interesarme realmente por lo que ella estaba diciendo. Porque sí, después de haber escuchado su voz y de haber podido observarla más de cerca, estaba completamente segura de que me hallaba ante la presencia de una fémina, lo que despertaba aún más mi curiosidad.
Al parecer no fui la única que se sintió intrigada por su presencia, ya que las preguntas no tardaron en sucederse de boca de los más atrevidos. Yo preferí seguir escuchando, observando, ya que eran muchos los cuentistas que se dedicaban a estafar a las almas más incautas.

No había oido hablar nunca del lugar que ella estaba describiendo, aunque eso tampoco era algo extraordinario, ya que mis conocimientos acerca del mundo eran prácticamente nulos. Seguí escuchando con atención, tratando de imaginar su país, el monasterio del que hablaba y los ya mentados budistas, aunque como no estaba segura de cuál podría ser su apariencia, terminé dibujándolos en mi mente a imagen y semejanza de la muchacha.

Una sola palabra hizo que todas las imágenes desaparecieran de mi cabeza, dejando mi mente sumida en un fondo negro. Mis ojos se abrieron como platos, buscando la mirada de la mujer con sumo interés. ¿Reencarnación? ¿Acaso había escuchado mal?
Y entonces ella se dirigió a mí, como si hubiese escuchado mis pensamientos. Miré a ambos lados, asegurándome de que no me había equivocado, pero no había duda de que la muchacha me estaba hablando.

—Predicáis un mensaje poco convencional que ha captado mi atención, ciertamente—contesté a sus palabras de una manera un tanto ambígua, ya que no quería hacerme ilusiones tan rápidamente—No sé si será la verdad o no, pero estoy dispuesta a daros una oportunidad para convencerme de ello—por dentro deseaba que así fuera, que me convenciera. Quizás esta misteriosa extranjera había traido la respuesta a mis inquietudes desde el otro lado del mundo.

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