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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Levana Maréchal Lun Ago 20, 2012 4:58 pm

"Al hacer una profunda reverencia a uno,
siempre se vuelve la espalda a otro."
Anonimo


Llevaba una semana compartiendo su hogar con un desconocido. Quizás ya no era un desconocido. En los ojos del rubio se podía ver odio todo el tiempo, pero había aprendido a ver el cariño que ahora portaba por su persona. Mientras ella le daba techo, el joven le ofrecía protección. Una extraña relación, dónde el acercamiento físico no era el principal, sino el compartir la simple presencia silenciosa del otro. La castaña se sentía afortunada, por primera vez desde su violación, se sentía parte de algo, importante para alguien, él estaba siendo ahora su familia, y aunque ambos no lo notaban, una especie de amor enfermizo crecía en el interior del cuero marchito de la bruja. Reconocer que su vida había mejorado le costaba mucho trabajo, seguía creyendo que alguien la había maldecido, y que su vida estaba atada en una especie de ancla, bajo el mar muerto, ahogando sus esperanzas de una vida feliz y común. En ocasiones se adentraba a la habitación de junto para observar al muchacho dormir, le parecía bastante peculiar reconocer el aura angelical que tenía al dormir, y durante el día demostrar con ahínco un demonio que venía de dentro, un demonio que ella aseguraba no existía, y que sólo inventaba. El rubio había pasado por una vida difícil, quizás ahora que sabía parte de su historia, comprendía el porqué de su carácter, y así como él lo era para ella, ella buscaba ser el bálsamo de esas heridas pasadas.

Levana no pudo conciliar el sueño esa noche con normalidad. Tuvo demasiadas pesadillas, o quizás ideas reales. Las sombras hacían una especie de baile al rededor de un cuerpo masculino, lo reconoció con rapidez y supo que el cuerpo sin vida era de Callum, ellas danzaban victoriosas a su alrededor, sabían que sin él a los alrededores de la bruja podrían volver a tomar el control de sus emociones, de sus ideas, pero sobretodo de su cuerpo. El sueño fue tan real que al abrir los ojos en medio de la noche, notó como su cuerpo sudaba, y el frío que sentía a pesar de estar a mitad del verano. Se levantó de un salto hasta alcanzar la puerta ajena, y encontrar a un Callum dormido plácidamente. -"Sabes que, pronto podemos hacer tu sueño realidad, es cuestión de tiempo, de control. Levana volveré a tomar el control de su exquisita figura, y en tus manos correrá la sangre del muerto de hambre"- La chica movió con fuerza la cabeza, eliminó las voces con un grito ahogado en el interior de su mente, en un abrir y cerrar de ojos todas se esfumaron, dejando una especie de resplandor luminoso en las zonas oscuras dónde ellas avanzaban.

-"¿A dónde vas brujita? Mientras más lejos estés de esa presencia, más fácil será para nosotros volver a controlarte"- No le importó la hora, mucho menos las amenazas que empleaban hacía ella. Decidió que esa noche necesitaba volver a retomar un poco esa protección propia, alejarse de toda compañía, y adentrarse a sus miedos, quienes le traía las mejores protecciones y barreras para un dolor más profundo. Levana avanzaba a paso lento y tranquilo por el bosque, se alejaba del túnel de arboles que escondían su casa. Comprendía que quizás aun era muy noche, y rezaba porque Callum no se despertara, la buscará y la trajera de regreso a casa, el chico en ocasiones era bastante protector, pero sobretodo territorial.

- ¿Acaso no te puedes esconder aunque sea una noche? Tú eres la complice de aquellos malditos que causan dolor, de esos que lastiman como lo hicieron conmigo - La bruja refunfuñó repetidas veces, odiaba tener que ver a la luna, ella en lo alto había visto cuando la habían violado, le daba pena que la contemplara cuando era la única que sabía su secreto; sin dejar de avanzar, la joven se encontraba ahora con su reflejo en las aguas del lado. Sus pies se liberaron de los zapatos de tacón, y se adentraron al agua fría haciendo que respingara, pero algo extraño pasaba, no podía existir una completa tranquilidad en su vida, y como si de una verdadera gitana relacionada con el arte de la adivinación, pudo adivinar de una futura presencia. Sus oídos percibieron pasos, pues el crujir de las plantas delataba. Se giró para intentar visualizar a un posible intruso, prepararse para un posible ataque - ¿Quién anda ahí? - Exigió saber en voz alta. Adentrando un poco más las piernas al agua. Las habilidades que Levana tenía, muchas de ellas se relacionaban con la conexión de la madre naturaleza, uno de sus signos era el fuego, por el dolor, el caos y la destrucción, el otro se trataba del agua, que gracias a el podía destruir y lastimar con la naturalidad de la vida, algo extraño, difícil de explicar, pero que sin duda solo ella sabía manejar. Esperó tranquila, impaciente. Mientras el sonido de los pasos se hacía más fuerte su corazón retumbaba como caballeros al ruedo. La figura apareció, y entonces supo quien era - ¡Estás viva! - La alegría de Levana era clara, desbordaba por sus orbes, extraño proveniente de ella, pero la bruja que estaba frente a su figura era a la única que había aprendido a confiar sin sentir miedo de un posible ataque.


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Mensaje por Invitado Mar Ago 21, 2012 7:00 am

Ellos no hablaron aquella noche. Me desperté en las ruinas de una antigua construcción de manufacturas, envuelta en telas rotas de poca calidad, y fue el silencio lo que me inundó. Ellos no estaban. Sólo se escuchaban las gotas de agua con su constante toc, toc, caer por las paredes de piedra y ladrillo. Nada más. Bueno, el aullido de un lobo en la distancia, el viento entre los árboles, su voz gritando mi nombre... ¿su voz?

Alchemilla... Alchemilla, ven a buscarme, ven conmigo, ¡vamos a jugar! Alchemilla, ¿dónde estás?

Me levanté del suelo inmediatamente, sin que me importara nada más. Cerré los ojos con fuerza, llevé las manos a mis orejas para captar mejor el débil susurro que era su voz, respiré hondo, me concentré, esperé. Y la espera no dio al principio sus frutos.

A lo mejor lo había soñado. A lo mejor sólo me había parecido escuchar su voz y Alessa no estaba realmente en el bosque. A lo mejor alguien había tratado de imitar cómo sonaba mi hermana, con su tono cantarín y alegre, para engañarme. Sí, podría ser, pero... ¿Y si era cierto? ¿Y si estaba por allí? ¡Qué difícil era saber si era una trampa o era real!

Vamos, Alchemilla, ¿a qué esperas? ¡Ven con nosotros!

¿Nosotros?

Alchemilla, queremos jugar contigo...

– ¡Joshua! – exclamé, cuando escuché su voz a lo lejos, perdida en la distancia, mezclándose y confundiéndose con las risas de mi hermana. ¿Cómo había podido dudar de si aquello era real? ¡Ellos no mentían, ellos nunca me mentirían, eran mi familia! Y, si me ofrecían jugar, ¡eso significaba que ellos estaban bien! Sonreí, me sacudí el polvo y la suciedad del vestido antaño blanco que llevaba, miré a la lejanía, a la luna que me clavaba la mirada y me la devolvía, aumenté la sonrisa.

– ¿Sabes qué, luna? ¡Esta vez gano yo! Ellos me esperan... ¡Voy a verlos otra vez! – le dije, con tono de confidencia que terminó en una risita, y salí corriendo de allí en dirección al verdor del bosque, que se extendía como si fuera eterno, como si los árboles compartieran mi regocijo... pero sólo fue un momento.

Las voces se callaron, dejé de escucharlos tan pronto como me hube adentrado en la vegetación, y el follaje se tornó de pronto hostil. Los árboles, con sus troncos ennegrecidos y retorcidos, ocultaban mil monstruos que siseaban, chillaban y gruñían; cada paso se volvía en mi contra porque los alertaba, pero tenía que estar tranquila, ¡sí, siempre tranquila!, o de lo contrario no podría encontrar a mis hermanos.

Decidí salir hacia algún claro donde pudiera retomar la búsqueda de Alessa y Josh, y la cómplice luna me indicó el camino a través de la vegetación. ¿A dónde me conducía? No lo sabía, pero confiaba en ella, ¡me debía una victoria, por fin! Por eso la escuché, y por eso caminé sin pausa hacia lo que se reveló como una laguna, en la que vi a una figura que, instintivamente, me hizo sonreír.

No era ni Alessa ni Josh; no era una amenaza; no era una desconocida; no era una cualquiera. Era ella, Levana, alguien que me había escuchado y me había apoyado, alguien que me entendía cuando los demás no, alguien que siempre había estado ahí salvo cuando, claro, las circunstancias y los monstruos lo habían impedido. ¡Era ella! ¡Y estaba viva!

No pensé. Salí, de nuevo, corriendo hacia ella, sin importarme que estuviera en medio de la laguna, sin que me molestara que las plantas se me enredaran en las piernas y frenaran mi paso, sin que nada me impidiera llegar hasta ella y rodearla rápidamente con mis brazos, en un contacto que se me antojó sorprendentemente natural pese a lo apresurado. Enseguida la solté, y la miré con la sonrisa de mis labios también en mis ojos.

– ¡Levana, cuánto tiempo sin verte! Estás... ¡estás bien! ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha ido todo? ¡Cuéntamelo, quiero saber! ¡Estás maravillosamente viva! – exclamé, trabándome con las palabras sólo al principio, pues tal era mi felicidad (una empañada por la ausencia de mis hermanos, pero mayor que en mucho, mucho tiempo) que casi ni podía hablar... ¡Era Levana! ¡Y estaba bien! Podríamos volver a ayudarnos mutuamente, como en los viejos tiempos... ¡No la había perdido!
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Mensaje por Levana Maréchal Dom Ago 26, 2012 12:57 am

Quizás en un abrir y cerrar de ojos el destino de una persona puede cambiar. Su figura permanecía inmóvil, como si se tratase de una estatua colocada enfrente del mar. Marinos contaban que sus mujeres permanecerían en los limites, en las orillas del agua para esperarlos por el día, y durante la noche cantarían cuales sirenas hechiceras para volver a traerlos a su lugar de origen. De ser ciertas tales historias, quizás ella sería una Sirena cantando a la luna por el regreso de la cordura, su locura traspasaba la realidad, se disparaba como un rayo al universo, expandía su energía, sus pensamientos, y duplicaba el odio y el temor de los desconocidos ante lo poco común de su figura. Ella rezaba por volver a la normalidad, pero siempre que lo hacía, preguntas cómo ¿Que es lo normal?, ¿Ellos están mal o soy yo?, venían a su cabeza. Sólo conocía su mundo, uno que la protegía de la maldad común de la raza humana, y que ella veía como sobrenatural. Su violación le había enseñado que un animal era más fiel, amoroso y confiable que un humano, y entonces parada frente a la luna, cantando algo desconocido desde su corazón roto, descubrió que su locura no era mala, que lo maldito era ella, y que tenía el privilegio de la inanidad para protegerse de la normalidad. ¿Extraño? ¿Difícil de comprender? Si poco era entendida entonces estaba en el camino correcto, no pretendía ser aceptada, simplemente respetada; ninguna sirena puede ser descubierta, pues sus magia interna sería robada, y aunque lo sabía, se dejó ver por la sombra que ahora envolvía en brazos su figura.

- Uhmmm- Apenas pudo procesar tanta información. Un encuentro poco esperado pero no por eso menos deseado, un abrazo efusivo, espontáneo, y lleno de sinceridad, desde su violación no había sentido tanta muestra de afecto e importancia hacía su persona. Todo era tan raro, tan nuevo, tan agradable que sintió mareos. "Oh Levana, la otra perra loca está viva, y viene con compañía, será más fácil tomar el poderío de tu figura, de tu mente" La voz no se cayó, soltó una endemoniada carcajada que hizo erizar la piel de la bruja, sintió tan real esa amenaza que su cuerpo se tensó. Apenas pudo corresponder el abrazo, sus manos cayeron con pesadez en dirección al agua, y salpicaron su rostro y el ajeno. "Que lindas cachorritas, deberás dejarnos entrar en Callum, con su fuerza podríamos tomarlas a amibas ¿No te gustaría Levana? Sentir el calor de dos cuerpos desnudos sobre el tuyo, seguramente gritarías como esa vez" Sollozó sin ser descubierta - No, no quiero - Dijo en voz alta, evidentemente contestando a sus compañeras de tortura, no a Alchemilla. Una parte de ella se sentía protegida, y otra vulnerable, la locura de ambas, mezcladas podía llevarla a otro encierro, o peor aún a la muerte. ¿Maréchal deseaba morir? No, a pesar de la maldición que se adjudicaba (una imaginaria) deseaba poder vivir, llegar a encontrar la paz.

- Tú también estás viva - Recalcó sin expresión alguna. No quería que la notara indiferente, de hecho Levana Maréchal se sentía feliz, viva, sorprendida por las vueltas que daba la vida. Un día se encontraba sola, hablando con caballos, sintiendo que nadie podría soportar la cruz que cargaba con ella, y al día siguiente, vivir con un chico extraño pero que la protegía, y encontrándose a mitad de la noche a la única persona que podría llamar amiga. El problema con ella radicaba en su inseguridad, en el miedo de volver a experimentar un ataque psicológico, físico, pero sobretodo el miedo a una perdida, por eso se encogía como un caracol en su caparazón. - Me ayudó a escapar un rubio del lugar dónde nos tenían encerrados, ¿Lo recuerdas? Dice que su nombre es Callum, el fue quien inicio el caos, quien termino con los buenos, y me ayudo a salir para marchitar lo que se coloque frente a mi - Con buenos se refería a los doctores, quienes fingían tener interés en arreglar sus problemas mentales.

-¿Estuviste cuando sucedió? Seguramente estabas fuera… - Soltó una risita traviesa, una natural, tomó sus manos y la dirigió a la orilla - La casa endemonia comenzó a arder, se veían grandes luces rojas que llenaban de calor las paredes, los cuartos, incluso las plantas, se escuchaban gritos, llanto, y yo estaba escondida bajo la regadera de un baño - "Y te veías hermosa, tú figura se notaba, se reflejaba en el espejo del baño, deseaba que te tocarás para nosotras, pero tus miedos no nos dejaron lograrlo" La voz que mandaba sobre las otras la interrumpió, ocasionándole un escalofrío. - Él que habló con el diablo para hacer el caos me ayudo a salir ¿Por qué? Aún no lo sé, pero ahora vive conmigo - Confesó, enredando sus dedos en los ajenos - ¿Qué hiciste tú después? Estás tan bonita como antes - Para Levana, Alchemilla era una especie de muñeca, de esas que si tocas de enamoran, que si lastimas te entristeces, y que si provocas te aniquila, una extraña versión muñeca claro, pero era de esas que habitaban en su mente. Una ilusión, un sueño, y una realidad al verla y sentirla entre sus dedos. Pero cabía la posibilidad de que estuviera soñando, en su cama ¿Sería posible sentir frío en un sueño?


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Mensaje por Invitado Dom Ago 26, 2012 4:12 pm

"Aguanta la respiración, querida: nos hundimos."

Un abrazo cálido, lleno de aprecio, espontáneo. Un abrazo que significaba tanto “te he echado de menos” como un “¡estás viva!” que mis palabras habían sabido reflejar. Un acercamiento de quienes, hacía poco, habíamos estado cerca física y espiritualmente. Algo que servía como contacto humano, como nexo de unión, que podía significar el principio de todo... pero que duró poco. Porque todo lo bueno siempre dura poco.

¿Es que pensabas, princesa, que esto podía estar disponible para siempre? ¡Piensa otra vez!

Levana, que significaba paz. Levana, cuyo nombre gritaba comprensión. Levana, un refugio en todo el caos que era nuestra vida. Levana, alguien con una causa similar e ideales compartidos. Levana, en quien confiaba más que en mí misma... Quien me había traicionado.

Y todo por su culpa. No, por culpa de ella no, por culpa de Callum. ¿Que si había oído hablar de él? ¡Ja! Ese incendio casi me cuesta la vida, ¿y pensaba que no había escuchado su nombre, el del causante de que estuviera a punto de perder toda oportunidad de reencontrarme con mis hermanos? ¡Eso nunca!

Grábalo bien en tu cabeza, Alchemilla: Callum. Él, que no quiere que encuentres a Alessa y a Josh, sólo puede querer matarla. ¡A tu Levana!

Toda sonrisa se me borró del rostro rápidamente. Incluso mi cuerpo, de pronto tenso, se separó de ella, y retrocedí varios pasos, aún con el agua hasta los muslos. No, ella no. Tenía que ser una broma... Era una broma, ¿verdad? Y después saldría mi familia a decirme que todo estaba bien, que ellos lo habían organizado como un juego antes de tomar el té, ¡tenía que ser eso, claro! Pero... ¿por qué mi familia no aparecía? ¿Por qué Levana seguía hablando, cubriéndose de gloria con cada palabra que decía? ¿Por qué...?

Porque lo real es esto. Lo real somos nosotros. Lo real es que han engañado a tu amiga y no eres nadie para poder evitarlo, ¡nadie!

Pero no, ¡no! Levana y yo éramos amigas, ella me escucharía, ella, que me llevaba a la orilla de nuevo, sabría que yo sólo miraba por ella y por que Callum no la matara... ¡Sólo le traería problemas! Sh, sh, callad, yo sé lo que digo, yo sé por qué lo digo, ¡no digáis nada! ¡Cerrad esas malditas y apestosas bocas de las que sólo salen mentiras dispuestas a envenenar los oídos de los incautos! ¡Yo no me dejaré convencer!

– ¿Te refieres a él, a ese demente peligroso? ¡Casi nos mata! Los demás gritaban, arañaban las paredes, ¡se convertían en teas humeantes a la luz de la luna, que luchaban por ser un nuevo sol! A mí el fuego me sorprendió en la cama. Me trajo malas sensaciones; ellos... ellos me advirtieron. – murmuré, bajando la cabeza y con las imágenes de mi hermana ardiendo en llamas frente a mí, casi como si la viera...

¡Muere! Deja de chillar como una zorra, ¡morirás!

– ¡No! – exclamé, con las manos en la cabeza, que me dolía a horrores. Tenía los ojos cerrados, el cuerpo encogido sobre sí mismo en un ademán protector, la garganta seca, los dedos apretados con tanta fuerza que estarían blancos, y temblaba. Temblaba por lo que había visto, el rostro de mi hermana alternándose con el de Levana. Temblaba de miedo, de expectativa, de... ¡de ira!

– Yo sobreviví, siempre lo hago, soy fuerte y sobre todo no puedo permitirme morir sin encontrar a mis hermanos. Pero tú... Tú has caído en la boca del lobo, Levana. ¿No lo entiendes? ¡Te hará lo mismo que a ellos! El fuego se propaga, basta una chispa para encenderlo y un soplido para alimentarlo, ¡y estamos bajo un huracán en medio de un granero en llamas! Tienes que alejarte de él, ¿me oyes? Tienes que hacerlo. – supliqué, con los ojos casi fuera de sus órbitas, los labios casi blancos, mis manos casi rompiendo las suyas por la fuerza con que las apretaba.

No va a escucharte, Alchemilla, está cegada por él... y por lo que siente. ¡Es mucho más de lo que sentirá por ti nunca! Y eso le costará la vida... ¡Niñata estúpida!

No, ella me escucharía, era inteligente, y sobre todo tenía que encontrar a su hermano. Aquel había sido nuestro trato, en su día: ayudarnos. Éramos las únicas que podíamos entender por lo que estábamos pasando sin nuestra familia, ¡las únicas que comprendían que los escucháramos! Y un engendro peligroso quería arruinarlo todo... ¡No! ¡Por encima de mi cadáver!
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Mensaje por Levana Maréchal Jue Sep 13, 2012 4:39 pm

Cerca y lejos, todo podía ser cuando se trataba de ellas dos. No había más, no se trataba de escoger entre muchos colores sólo uno, pues ellas podían tomar todos, mezclarlos y manejarlos a su beneficio. Quizás para una mente cerrada como la mayor parte del porcentaje de las personas no podían apreciar esa mezcla, pero había quienes se regocijaban al notar lo que ellas eran realidad eran. Se trataban de pajaritos que nacían para volar, para ser libres y expresarse, pero al comenzar su vuelo poco balas de traición y poder atravesaban sus alas y caían, logrando ser pisoteadas, y pocas volvían a remontar su misión, aunque claro, ellas aún no podían lograrlo. La distancia entre ellas era tan corta y al mismo tiempo mientras las palabras brotaban como agua en una fuente, se sentía larga, destructiva y engañosa. Sus manos se entrelazaban con fuerza, con temblor en ellas, pero la bruja de ojos oscuros no dejaba de hablar, no media sus palabras, esas que marcaban cada kilometro de distancia entre ellas, que hacía complicado el reencuentro, y el futuro de la amistad, o de una amistad con un rubio que a ella la había salvado. Levana se sentía tan a salvo con esas dos personas, que de sólo pensar en escoger entre las dos le dolió el corazón, y éste comenzó a bombear de forma acelerada, vivir sin él otro aún sería más complicado. ¿Cómo podría quitar de su vida a alguien que en su momento la había salvado, y que había aprendido a amar pese a dolores de cabeza, gritos, voces, y recuerdos de una violación?

"¿Ves? Nosotros nunca te hacemos escoger, siempre te dejamos hacer libre de errar y sufrir, en cambio ella quiere que escojas, quiere que sufras por una perdida, ¿Qué será después? ¿Y si te pide que nos dejes también a nosotras? ¿No lo ves Levana? Ella te hará como ese gitano, te haré sentir confianza, y después abusará de ti de mil y un maneras, recuerda que el dolor no sólo se forma cuando te tocan como ellos te tocaron, ella te dará dolores más grandes, deberías dejarla, si, y también a él, y quedarte sola con nosotros, siempre te cuidamos ¿Acaso no has sobrevivido sola y entre las sombras bien? Sólo escuchando historias sangrientas que te relatamos y aveces te mostramos cuando cierra los ojos " Se mordisqueó el labio con fuerza para infringirse dolor, de esa forma se enfocaba en el dolor físico, ahuyentaba a las voces y se podía concentrar en lo que verdaderamente valía la pena, como sus deseos, la manera de protegerse de los demás, y ahora el buscar la mejor salida para no sólo estar con Alchemilla, también con Callum sin tener que sentirse entre la espada y la pared. Además que, cuando las voces hablaban demasiado sólo indicaba que buscaban algún pretexto para engañarla pues se sentían amenazadas.

- ¿Alchemilla cuándo dejaste de confiar en mi? - Levana tenía el rostro arrugado, mostrando una mueca de inconformidad por lo que ella decía. - ¿Acaso en algún momento hice algo para que desconfíes de mi poca cordura? Sé que aquellas que tengo en mi cabeza, que me guían no son las más confiables porque me quieren sola, y llenas de poder, pero no me quieren ver muerta por nadie más, sino por ellas mismas, así que confía en mi - Suspiró al verla alejarse. Le dio la espalda, y sus manos se bajaron para juguetear con el agua. "Ella no te quiere, mira como te pone, mira, no te quiere, solo te utiliza, seguramente no está loca, se hace la loca para utilizarte" - Cállense, cállense, o me sumerjo y no vuelvo a salir a la superficie - Amenazó en voz alta, bastante abrumada, había deseado salir de su casa para poder distraerse un poco de su nuevo estilo de vida, y ver la oscuridad más profunda dentro de la oscuridad no le estaba ayudando para sentirse bien. Negó repetidas veces - Yo no escuché esos gritos, quizás por eso no conozco lo peligroso que es - Se encogió de hombros con naturalidad.

- El tiene una habilidad de destruir pero al mismo tiempo de sanar - Se giró para poder verla a los ojos, Levana dejó a un lado la poca fuerza se había adquirido para reprocharle sus palabras, volvía a jorobarse, a hacerse pequeña, a desviar la mirada y sentirse insignificante por arremedar a su amiga. Estiró su mano mostrando la marca de la mordida que le había hecho Callum, una profunda que apenas comenzaba a cicatrizar con naturalidad - ¿Ves esto? Él me lo hizo porque yo lo ataqué, porque le tenía miedo y creía que me dañaría como a los demás, pero no lo hizo, tiene tanto miedo como nosotras, también le han hecho daño, deberías conocerlo, en ocasiones me hace sentir más fuerte que él. Es como yo, no le gusta que lo toquen, y el sabe que le tengo miedo a las cercanías, respeta ese espacio, contigo es diferente, porque sé que si tu me acracias es para aliviar mis dolores internos, no para lastimarme - Le sonrió de manera torpe, sin atreverse a verla, simplemente queriendo que le creyera, que creyera en ella.


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Mensaje por Invitado Dom Sep 16, 2012 10:09 am

Ella tenía que escucharme y, por eso, lo haría, ¡claro que sí! Yo sólo me preocupaba por mi amiga Levana, por mi dulce Levana, ¡no quería que le hicieran daño! ¡No quería que la hirieran, y más alguien que era peligroso! Sh, sh, lo sé, él puede oírme aunque esto sólo lo piense, ¡él está al acecho! Porque quiere matar a mi Levana... ¡Quiere hacerle daño! Y yo no pensaba impedirlo porque ella era mi amiga y no me quedaba nadie más que ella, ¿verdad? Claro, claro que sí.

¡Eres una ilusa si piensas que va a elegirte por encima de él! Con suerte ya la habrá corrompido... ¡Sí, aún más, y ella se deja porque ya está perdida, por y para siempre!

¡Basta, basta ya! Él no le haría nada porque yo me aseguraría de ello. Aunque tuviera que luchar a capa y espada con Levana la haría entrar en razón, sí. Le mostraría que él hacía arder todo lo que tocaba y que ella no era una excepción, se lo mostraría, la ayudaría a buscar a su hermano como él nunca lo haría, y Levana confiaría en mí.

Eres estúpida, Alchemilla... ¡Escúchala! ¡Te odia, te odia por su culpa!

La sensación me llenó de un sudor helado que me puso la piel de la espalda de gallina y me hizo tragar saliva. Sus palabras se me clavaron como cuchillos, resonaban en el eco de las risas de ellos, que me repetían que era mi culpa, ¡todo aquello lo era! Y tenían razón. Si yo hubiera estado con ella, Callum no se habría apoderado de su cordura, ¡era mi culpa! Y por eso clavé las uñas con saña en la palma de mis manos, para hacerme sufrir una milésima del dolor que la esperaba a ella como siguiera con él... ¡Tenía que evitarlo!

– Confío en ti, Levana, en quien no confío es en él. ¿Es que no lo entiendes? ¡Te va a encender como una hoguera el día de San Juan! ¡Te va a sumir en las mismas llamas que destruyeron el hospital! ¡Quiere herirte, y tú estás cegada! Pero me tienes a mí, yo te cuidaré. No necesitas a nadie más. – le dije, y entonces sonreí, de manera abierta y cordial... creo. Aunque, por lo que sé, quizá aquella sonrisa significaba incluso que estaba dispuesta a matarlo si era necesario, ¡y eso era cierto, sí!

Si la hiere, nosotros mismos nos aseguraremos de guiarte, Alchemilla... ¡Y lo hará! Sabes que vas a tener que mancharte la mano con la sangre de Callum, así que esperamos que no te tiemble el pulso.

No lo hará. Nunca lo hará.

– Mataré a todo aquel que te haga daño, Levana, te lo prometo. Ellos saben que es verdad, que no le permitiré nada a nadie, ¡nada de nada! – exclamé, con la mano ensangrentada y con las marcas de mis uñas en los labios primero y en el corazón después, como una promesa. Era un juramento, uno solemne. Uno que las dos sabíamos que cumpliría.

Con la otra mano, cogí la suya, la mordida. Examiné su herida con el ceño fruncido, y deposité un beso en ella.

Sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy...

– Él no tiene miedo, Levana. Él tiene odio. Él nos detesta a todos, quiere destruir, solamente destruir, y le da igual a quien. ¡Da igual quién se le ponga por delante, lo eliminará! No confíes en él... ¡Tienes que confiar en mí, en tu Alchemilla! ¿Alguna vez te he fallado, Levana? ¿Alguna vez te he herido? ¡Nunca! ¡Y mira lo que te ha hecho él! – añadí, con el ceño fruncido, tragando saliva, intentando que me escuchara, que me hiciera caso, que salvara la vida. ¡Podía hacerlo!

Tienes que ser más vehemente, Alchemilla, o la demente de tu amiga nunca te escuchará.

¡Ella no está demente, sólo está sola y perdida como yo!

¿Y qué pasa con esas supuestas voces de su cabeza...? ¡Ella no cree que nosotros seamos reales, y sin embargo tú eso lo sabes perfectamente!

Sí, lo sé. Haré que entre en razón.

– Yo nunca te haría daño, no a ti. Tú no eres hostil, y no buscas destruirme como lo hicieron con mis hermanos... ¡Tú quieres ayudarme! Y por eso te ayudo yo a ti. Él es un monstruo... ¡No te fíes! – finalicé, y solté su mano, que había quedado manchada de la sangre de las mías propias. Haría que lo entendiera. Costara lo que costase.
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Mensaje por Levana Maréchal Lun Sep 24, 2012 5:30 am

Tuvo miedo, a ella misma, a su bruja amiga, a Callum y a la mezcla de todos ellos en un mismo lugar. Tenía miedo porque sabía que con la locura no se podía jugar. Que su mente estaba tan torcida como la de esas dos personas, a las únicas que había aprendido a querer. Sabía que sus inseguridades eran validas, que ellas tenían fundamentos, que los hechos le hacían tener miedo y dudar. Por un lado Alchemilla odiaba a ese que quería, lo quería hacer a un lado, y ella se sentía contenta, cómoda, y feliz por primera vez con un hombre. Por otro lado Callum había quemado ese lugar, y casi la quemaba a ella. Todo comenzaba confundirla, todo comenzó a darle vueltas. Se llevó las manos a la cabeza, cubriendo las orejas y rozando las cienes. -"¿Acaso quieres que la callemos? Podemos hacerlo Levana, ella te estaba confundiendo, ella te va a dar un dolor de cabeza, ella te hará daño, mucho, te lo va a quitar, lo hará sufrir, lo hará sangrar, ¿eso quieres Levana? ¿Quieres ver a Callum arder? Ella es como el fuego, una llama pequeña, pero cuando le soples, cuando lo hagas incendiara todo, y si ellos dos están juntos te incendiaran, y se incendiaran" - Aquello podría tener parte de razón, aquello era lógico, juntos serían una especie de bomba, algo que pudiera ahogarla peor que cualquiera de sus pesadillas. Que pudiera matarla de manera interna, y que le haría desear matar por cegarse dentro de esos temores plasmados día con día.

El beso que le dio en la marca le borró el miedo que se estaba apoderando de su interior. Levana parpadeó, aquel gesto era demasiado hermoso, demasiado puro y sincero para ella. No pudo evitar sonreírle de forma amplia, amorosa, y única. Ella no sonreía, ella ni siquiera mirada a los ojos, ella no tenía esperanza ni amor a nadie, ni siquiera para si misma, pero en ese momento, ese gesto, ese beso la hizo creerlo, la hizo darse cuenta que entre su locura, entre su puente, su mundo, su abismo, y la oscuridad que la consumía si existía luz, esperanza pero sobre todo vida. Se había quedado perdida en sus pensamientos, observando la oscuridad entre sus sombras internas, no había burlas, no había palabras, no había nada, solo ella abrazada a la claridad de una cordura que no existía pero que se había inventado en ese momento. Estiró la mano y acaricio los cabellos de la otra bruja, negros como la noche, hermosos ante sus ojos, ella era hermosa para Levana, por dentro y por fuera, siempre va a quererla a su lado, pero también a él, algo tendría que hacer para que le permitieran tenerlos a los dos en un mismo mundo.

- No Alchemilla, no lo hagas, no te lastimes - Susurró muy bajo, observando la sangre de su brazo, y ahora tomando ella con fuerza el brazo ajeno. Sin dejar de soltarla, quizás era delicada, pequeña y frágil, pero era su Alchemilla, y no podía verla bañada de su propio carmín. - No te lastimes, no te dañes, si lo haces me lastimas a mi, quiero que sonrías y que tengas esperanza como yo lo he tenido estos días, no te lastimes, no te lastimes - Volvió a repetir, y extendió aquella palma con cuidado, Levana estaba a punto de lamer esas heridas, de succionar la sangre que salía escandalosa por la escena, pero estaba conciente que de hacerlo podría infectarla. - Vamos a presionar, quizás te duela un poco pero yo nunca haré algo que te haga daño ¿entendiste? - La bruja Maréchal había olvidado por unos momentos el tema de Callum, era lo que menos le robaba el sueño en ese momento, lo que la preocupaba era la mano de aquella su única amiga, de su familia, porque Alchemilla solo la tenía a ella, y ella solamente tenía a Alchemilla, sus desgracias las habían unido, las habían vuelto lo único que tenían, su verdadera familia.

- La luna está en lo más alto, no sé si sean mis sueños raros, o que mi mente me traiciona para verte mejor, pero podemos experimentar un poco, he estado practicando - Cerró los ojos por unos momentos y luego los abrió, mirando a la luna y jalando con suavidad el cuerpo y la mano de Alchemilla. Sin importar que se mojaran las prendas, ni nada. El agua les llegó hasta la cintura, y suspiró, saltando al mismo tiempo por el frío que abrazaba su cuerpo. Levana se puso de pie y coloco la palma de la mano de Alchemilla en el agua, abierta y dejando que la luna la viera. Cerró los ojos de nuevo y se concentró, pensando en el alma amiga de un niño que había conocido en el sanatorio, y que no la había dejado sola, el niño podía traer curaciones, lo sabía porque le había hecho a ella en las piernas y en los brazos, lo sabía porque él estaba ahí, en medio de ellas, tocando las manos, acunándolas entre las suyas pequeñas - Quizás no se cure del todo pero dejará de sangrar, y no dolerá - Susurró, y soltó la mano en el agua, pero obviamente seguía en la misma posición, el fantasma seguía sosteniéndola - Te llevaré a mi casa, y verás a Callum, quiero que hablen… - Susurró decidida, metida en el transe, deseando que se curara, lucida, y dejando a un lado su miedo solo por ella.


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Mensaje por Invitado Miér Sep 26, 2012 1:30 pm

El dolor de las heridas me palpitaba, punzante, con cada latido del corazón que tenía guardado en mi pecho. Pum pum, pum pum, pum pum; era lento, tranquilo, pero de pronto se aceleraba, y luego volvía a tranquilizarse, y así sucesivamente. Era el corazón de alguien nervioso. Era mi corazón, roto por la pérdida, dolorido por la venganza y el odio. Era mi negro corazón, del que manaba sangre roja.

Tu sangre es para el sacrificio, para la promesa. Vale la pena cada gota que derramas si sirve para convencer a tu amiga, porque de otro modo no lo harás, ¡está cegada por él!

Sí, mi sangre y mi dolor no eran nada comparados con los de Levana. Ella estaba presa por sus sentimientos, ¡barrotes de hierro duro e inexpugnable!, y no era capaz de ver la realidad, que a mí se me presentaba con tanta claridad como la veía a ella: él la heriría, nos heriría a todos los que la protegíamos, y después la mataría. Así era Callum. Y así se esforzaba ella por no creer que era. ¡¿Por qué no me escuchaba?!

Ah, el amor...

¿Amor? ¡El amor, salvo el fraternal, era una tontería! Sólo conseguía debilitar, hacerte dependiente de alguien que nunca siente lo mismo, ¡y que encima usa ese sentimiento para herirte! El amor es lo peor que te puede pasar. Y ella lo sentía, por eso Callum podría atacarla. Tenía que sacarla de su error, ¡tenía que hacer algo!

Y sólo tú puedes ayudarla, Alchemilla. Sabes que es cierto.

Sí, lo sé. La ayudaré, como también pienso ayudarla a extirparlo de su vida.

Muy bien, princesa. Pero tus esfuerzos no van a servir de nada.

¿No? No, no iban a hacerlo. Ella cambió de tema y se centró en mí, en vez de en Callum. ¿Por qué no entendía que la sangre era buena y necesaria para ayudarla? Si curaba mi herida no tendría esperanzas de ayudarla, ¡me quedaría sin una manera de hacerlo, y tendría que adelantar la muerte de Callum! Porque él iba a morir. Eso quedaba fuera de toda discusión, yo lo mataría para proteger a Levana, y punto.

Pero la que necesita que la protejan eres tú. Es a ti a quien curan.

Era cierto. Ella me había conducido hasta la laguna, y estaba utilizando un hechizo para curarme cuando no se lo había pedido. ¡No quería que lo hiciera! El dolor era necesario. El dolor era agradable, si se pensaba que siempre traería un dulce fruto consigo. Pero no aparté la mano, porque para cuando quise hacerlo ella ya había terminado y la herida estaba casi curada. Casi, no del todo.

– Gracias, pero no tenías por qué hacerlo. Ellos aprecian la sangre, ¿sabes? Sí, la consideran básica. Es su tributo, así me ayudarán, sólo necesitan verla de vez en cuando. – respondí, con una sonrisa, y con la mano de nuevo apoyada en mi cuerpo, esta vez protegida para que no me dijera nada si reabría la herida. Era necesario.

No nos entiende, Alchemilla.

Sí, claro que lo hace, pero no con Callum delante... ¡Maldito fuera! Le había nublado el juicio y la había puesto contra mí, que era la única persona que la comprendía y podía protegerla. Pero no lo conseguiría, no. Antes muerta.

– Ven, Levana, deja que el agua siga su curso sin nosotras en él. Vamos a la orilla. – le dije, y la cogí de la mano para sacarla del centro de la laguna por... ¿miedo? Sí, por miedo a que se ahogara. No quería que lo hiciera, el agua... ¡el agua era mala! Había algo sucio en ella, algo...

No pude seguir. En cuanto llegué a la orilla, una imagen me bombardeó la cabeza, me hizo cerrar los ojos con fuerza y apretar las manos contra las sienes. Era Levana... ¡era ella ardiendo! Pero ¿por qué se parecía a mi hermana...? ¡No era Alessa, era Levana! Tenía que ayudarlas a ambas.

– No voy a verlo. ¿Me has oído? No pienso cruzar palabra alguna con él. Va a hacerte daño, e intentará que yo deje de protegerte. Te alejará, porque te quiere únicamente para ti, y eso no voy a permitirlo. Yo me quedo, Levana. Y tampoco dejaré que tú te vayas. – añadí, abriendo los ojos y con expresión sombría en el rostro, pues estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de ayudarla. Cualquier cosa.
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Mensaje por Levana Maréchal Mar Oct 16, 2012 4:29 pm

Se dio cuenta que las cosas estaban bastante mal, se dio cuenta que la luna no estaba siendo su amiga como otras veces. Levana siempre se escondía en el bosque, bajo la luz de la luna, ella siempre le hacía un camino claro para saber por dónde pisar, el poder de la luna, sumado con la energía negra de su hechicería la había hecho sobrevivir todo ese tiempo, incluso por eso tenía una mansión escondida entre el bosque, entre arboles y enredaderas, la razón era simple, así se sentía protegida, nadie sospecharía y nadie podría dar con ella. Por primera vez en toda su vida la luna la había traicionado, le había traído a Alchemilla en la peor de las situaciones, pero no era algo malo verla, al contrario, la bruja de cabellos castaños amaba a su amiga la loca, si, tan loca como ella, por eso la amaba, porque entre ambas locuras había una normalidad infinita, había un lugar, un mundo dentro de ese mundo maldito que las hacía sentir que pertenecían, incluso sintió deseos de poder pedirle ser de ella, y no precisamente del modo carnal, pues los pensamientos que ella tenía nada tenían que ver con la sexualidad, ella temía todo el tiempo, a cada momento, temía que la tocaran, que la acariciarían ¿Por qué? Por que las caricias la habían llevado a la locura infinita que sentía en ese momento. Locura que quizás podía ser actuada, o quizás no…

¿Qué era Levana en realidad? ¿De verdad estaba loca como todos decían? No, quizás ella era la mejor actriz del mundo, si, y aquello podía ser auto-defensa, una especie de escudo que nadie estaría dispuesto a descubrir por temor a llegar a su locura. ¿Era cuerda? No lo sabían, pues los cuerdos no pueden llegar a esos momentos, no pueden actuar de esa forma, y no pueden llorar bajo la caricia del viento. La locura era tan extrema que las voces la seguían. ¿Pero y si todos escuchan voces y las escondían? Todos pueden mentir y al mismo tiempo decir la verdad, todos pueden llorar y quizás estén sonriendo por dentro. ¿Quién sabía la verdad? Nadie, ni siquiera Levana la sabía, pero entre las mentiras, verdaderos, confusiones y claridad del agua ella si sabía una cosa, una única cosa que la había dejado vivir un poco más. Amaba a Callum, y también amaba a Alchemilla, amores distintos que la destruían al mismo tiempo y la llevaban a la vida. Todo puede ser así, pero ¿Qué no te lleva a la muerte? Vivir te lleva a morir, haber muerto es simple consecuencia de haber vivido.

- ¿Qué es el daño para ti Alchemilla? Dime, quiero que me digas que es el daño, él no me ha quemado, no ha tocado nada mío, ni siquiera me ha tocado a mi después de encontrarlo, él me ha sonreído y me ha abrazado, y nunca pensé abrazar a un hombre, es extraño, no me quiere para él, pero tampoco quiere que el mundo me dañe, no lo entiendes, y al no querer entenderlo también me dañas. ¿No lo ves? no soy tan frágil, no soy tan débil, sabía hacerlo, sabía protegerme, lo supe hacer todo éste tiempo, pero no me crees, no me crees porque no tienes confianza en mi - Bajó la mirada, y le apartó las manos ajenas de su cuerpo, no quería escucharle, no quería verla porque le dolía que no quisiera ni siquiera saludarlo, ella podía darle techo a ambos, su casa era grande, amplia, su casa era hermosa y llena de armonía, Callum la cuidaba como si fuera suya, pero ella no leía, ella no me creía, ¿por qué no lo hacía? Levana quería que lo hiciera, Alchemilla era su amor "Oh Alchemilla mi amor, creéme por favor", pensó para si misma, pudo escuchar su voz dentro de su cabeza, sus pensamientos dentro de ella, las voces estaban tranquilas, las voces no decían nada, disfrutaban del espectáculo, de la "separación".

- No me voy a ir sin ti, ¿Entendiste? ¡No lo haré! Pero tampoco pienso quedarme en medio de éste lugar, y sino vas, sino me acompañas es porque no me quieres en realidad, aceptado, no me quieres, tú eres la que no quiere que conozca más, él no es malo, y tú no me quieres creer ¡No confías en mi Alchemilla! ¡No lo haces! - Le reclamó desde el fondo de su corazón, sintiendo como la rabia le hacía el cuerpo temblar, sintiendo como su interior comenzaba a llorar, y como sus ojos se llenaban de de agua que le arruinaban la vista. Se mordió el labio inferior, y cerró los ojos evitando que las lagrimas cayeran, pero fue inevitable, ella comienzo a llorar, con un dolor inmenso, con un dolor altanero que la estaba casi llevando a la ofensa propia. - ¡No Alchemilla! Yo no pienso perderte de nuevo, peor tampoco pienso perderle a él, no pienso y no quiero, ¿Entendiste? No me va bien eso, y no puedes condicionarme, porque él no lo hace, ¡el podría ayudarnos! Si, a encontrar a nuestros hermanos, porque es listo, escurridizo, y es muy fuerte, mucho, creéme por favor - De nuevo la suplica en sus palabras, y es que no quería nada sin ella, pero tampoco sin él.


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Mensaje por Invitado Sáb Nov 03, 2012 6:07 pm

Ya es tarde para ella, Alchemilla, ya la ha embaucado...

Ellos lo decían alto y claro; sus voces resonaban con ecos aterradores, tan fuertes que me dejaban sorda y hacían que apretara la mandíbula con fuerza para ignorarlos, pero cuanto más lo intentaba yo, más tenaces eran ellos en sus esfuerzos, unos que no podía ignorar... Tenían razón. ¡No, no tenían razón! Yo confiaba en Levana, y Levana confiaba en mí y no en un muchacho cualquiera que sólo quería destruirla, ¿verdad?

¡Pues no! Sus palabras iban dirigidas en mi contra, era yo quien estaba perdiendo la batalla, y todo por culpa de aquel chico... ¿Por qué me había robado a mi única amiga? ¿Por qué? ¡Que se buscara una cualquiera para embaucar, pero que dejara en paz a mi Levana, que sólo era una víctima inocente en aquella crucifixión brutal del destino contra ella! Aunque ya era tarde... ella ya había caído...

Levana es débil, y tú serás lo siguiente. Él se vale de ella para confundirte, para convencerte y para que te unas a su guerra, ¡y estás cayendo por el amor que profesas a tu amiga!

No, yo no caería en sus redes; era demasiado fuerte para sucumbir a su embrujo tan patético, y los tenía a ellos, ¡ellos me protegerían! Sí, ellos siempre eran mi salvaguarda, mi protección, el ancla que me aferraba a la seguridad del barco y me impedían hundirme en alta mar, pero Levana... Me negaba a creer que fuera tarde para ella, pese a que en sus palabras aún pudiera notar la defensa de Callum. ¡No, amiga mía, resiste!

Agarré sus muñecas con mis manos, quizá con demasiada fuerza, pero no me di cuenta porque la miraba a los ojos, suplicante. Intentaba que ella escuchara el consejo de quienes no la queríamos ver muerta, trataba por todos los medios de hacer que viera que sólo miraba por su bien, no como quien exploraba todas sus debilidades para agrietarla y finalmente dejarla en ruinas. Yo miraba por ella, y aún así desconfiaba de mí...

No se merece ser tu amiga. No tengas cuidado, Alchemilla.

– ¿Es que no te das cuenta de nada, Levana! ¡El daño es perderte, que mueras y no puedas encontrar a tus hermanos, que me separes de mi mejor amiga! Y eso es lo que él está haciendo, te está alejando de mí porque te quiere sólo para él, porque sabe que yo sólo me preocupo por ti y te alejaré de él por tu bien. Aún no te ha hecho nada, dices, pero te equivocas... ¡Te estás enamorando! – exclamé, sin soltar sus muñecas y con furia en la mirada.

Era todo culpa del amor, culpa de un Cupido suelto que se había alejado de su madre y había hecho una carnicería con sus flechas. Levana no me escuchaba porque lo quería, y ¿quién era yo para competir con ese amor tan profundo que parecía sentir hacia quien la asesinaría? Sólo era la que lo quería apartar de él, ¡porque eso era lo que había que hacer!

– El amor te destruirá, Levana. Sólo puedes confiar en la amistad y en la familiaridad, nada más. Cupido te ha cegado, no espero que lo comprendas, como tampoco espero que quieras verme en tu funeral. Te lo habremos advertido, y aún así tú habrás hecho lo que te ha venido en gana porque no has querido escucharnos... Ellos lo dicen claro. Ellos, yo, incluso tu mente lo hace. Lo grita, ¡escúchalo! – añadí, intentando que entrara en razón y con los brazos escuálidos gesticulando para dar más énfasis a mis palabras: cualquier cosa con tal de que me creyera.

Has perdido la guerra de antemano, princesa.

Ella nunca me creerá, porque piensa que no confío en ella.

Déjate de delicadezas.

– Es él en quien no confío, Levana, en ti sí que lo hago. Vas a perderme porque has elegido al enemigo inadecuado en tu batalla; yo soy tan fuerte como él, y comprendo tus motivos y tu búsqueda, ¡bien saben ellos que lo hago!, mucho mejor que él. Pero si vas a elegir a cualquiera antes que a tu amiga, que sólo busca lo mejor para ti, ya has hecho tu elección. – concluí, y me giré para no verle la cara.

Buen ultimátum. La cuestión es, ahora, si serás capaz de cumplirlo...

Lo haré. O estaba conmigo, o estaba contra mí, no había más posibilidades que esas. La certeza era tal mientras yo esperaba su reacción, con los puños apretados y un rictus de rabia en el rostro del que Robbie, el maldito conejo, pronto se hizo partícipe. ¿La herirían si dejaba de mostrarle mi apoyo...?
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Mensaje por Levana Maréchal Mar Nov 20, 2012 2:04 pm

Para Levana, la actitud de su amiga le estaba pareciendo demasiado infantil. No entendía en que momento había tomado tales posiciones, porqué le tenía tanta saña a Callum, pero sobre todo, no entendía por qué no confiaba en ella, y sus palabras. Era cierto, Callum no era el joven más dulce, o incluso el más tranquilo, o amoroso del mundo, tenía una gran cola que le pisaran, pero ellas tampoco eran las más sanas o cuerdas del planeta. Ambas escuchaban voces, ellas a su vez les pedían cosas no muy puritanas. Por ejemplo, a Levana más de una vez sus voces le habían pedido asesinar a muchas personas, incluso a sus tíos, quienes habían sido buenos desde siempre con ella, a pesar de saber que una, era una bruja, y que dos, sabían el secreto de aquellos demonios internos que le hablaban. Con todo y esas ordenes, la joven había sido fuerte, y una gran guerrera, evitando así que sus impulsos, y la confianza que les tenía a esas intrusas, hicieran una catástrofe. Levana ya tenía vidas en sus manos, sangre derramaba, y no estaba dispuesta a tener más, por eso le había dado la oportunidad a Callum, y no se arrepentía.

Quizás estaba teniendo episodios de lucidez, o simplemente entendía que su amiga la estaba chantajeando. Al ser tan iguales en algunos aspectos, sabía descifrar por completo algunos modos de ser, pero por otro lado, las partes distintas de ambas muchas veces la hacían caer ante palabras cómo las que su amiga estaba diciendo en ese momento. Era cierto, se sentía muy confundida, escuchar las palabras, y suplicas de su amiga, y por otro lado los recuerdos no tan malos que ahora podía tener con Callum. Sonrió al recordar al último, pues los últimos días la había estado cuidado cómo si se tratara de un tesoro, cómo alguien de verdad delicada, y eso le hacía creer que su amigo no era mala persona. Era su amigo ¿qué más podía ser? ¿No era entonces cierto que el amor no es egoísta y acepta muchos detalles de los que son amados? ¿Por qué tenía que negarse Alchemilla? ¿por qué no simplemente les daba el beneficio de la duda? En verdad la joven se estaba comenzando a poner de mal humor, y cuando eso ocurría actúa cómo si fuera otra persona.

- ¡Basta ya! ¡Pareces un niño de cinco años! ¡Parece que sólo es un capricho! ¡Qué sólo quieres salirte con la tuya, cómo siempre! ¡Basta, Alchemilla! ¡Estás siendo egoísta!- La mayor parte del tiempo, el rostro de Levana no tenía expresiones distintas a la de una mujer insegura y triste, siempre era de esa manera, no había otra alternativa para ella, pero en ese mismo instante otra expresión estaba teniendo, lo cual era verdaderamente extraño. Estaba enojada, furiosa, molesta, colérica, y también el tono rojizo que había obtenido su color de piel en la cara, le sumaba la rabia, y el dramatismo a la situación. - No tienes derecho a condicionar mi amistad, menos cuando pasamos peores situaciones en ese lugar. No tienes derecho a eliminar de mi vida a quienes yo quiero tener, sólo porque no estás segura ¡No lo conoces! - Sus manos se habían vuelto dos pequeños puños - Si te consuela, al volver a casa no estará más, hoy se marchaba - Decía nada más que la verdad.

- Enamorada… ¡Qué tonterías dices! - Soltó una carcajada amplia, de esas que incluso parecen macabras - No, tú mejor que nadie sabe el miedo que me da estar con alguien, no quiero que me vuelvan a tocar cómo antes, ni todas esas cosas feas que aún sueño - Se encoge de hombros. Camina un poco, después sus manos pasan entre los ajenos, y se enredan a la altura de su estomago dándole un fuerte abrazo desde la espalda de ella. - No te enojes más, no quiero discusiones, seguramente Callum ya no estará ahora mismo, y es muy probable que no vuelva, tiene manías extrañas, y una de ellas es no permanecer mucho tiempo en un lugar - Le sonríe y la estrecha con fuerza. - Vamos a mi casa, debes conocerla, está escondida entre arboles, enredaderas, y flores, nadie sabe cómo entrar, sólo salir, y quiero que tú entres, hay comida, un techo y sabanas calientes, además quiero que estés ahí conmigo - Recarga su rostro en su espalda, intentando tranquilizar las aguas, ella era su mejor amiga, debían estar bien, se tenían mutuamente, y nada más.


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Mensaje por Invitado Sáb Nov 24, 2012 3:22 pm

Robbie lo sabía, él lo había intuido desde el principio. Esa estúpida sonrisa de satisfacción que se dibujó en su cara manchada de sangre y rosa, ¡rosa!, habló por sí misma antes de que lo hiciera Levana. Me decía que la mataría, que iba a herirla porque ella ya había decidido que él estaba por encima de nuestra amistad. Me decía que Levana me había traicionado. Y yo no quería creerlo, pero cuando ella respondió me vio obligada a hacerlo.

Es una traidora que, además, quiere hacer que seas tú quien parezcas la culpable.

¿Que yo era la caprichosa! ¡Yo no era quien estaba eligiendo a un asesino por encima de la única persona que la conocía, la apoyaba y la comprendía! ¡Yo no era quien estaba obsesionada por un ideal que la acabaría destruyendo! No, yo escuchaba, yo estaba atenta a quienes se preocupaban por mí. Yo la obligaba a elegir la vida, y no la muerte. Yo le daba un futuro. Y ella se estaba preocupando por destruírselo, algo que como amiga no podía permitir, mucho menos a manos de Robbie.

Tiene pinta de ser tan apetitosa...

La voz del conejo era escalofriante, tanto como la recordaba, tanto que me puso la piel de gallina. La voz del conejo rezumaba amenaza, odio puro que casi me intoxicaba y me impedía respirar con normalidad, auténtico sadismo que aceleraba mi corazón. Lo escuchaba dentro de mi pecho, latiendo al ritmo de las palabras de un Robbie que quería sangre, y que estaba dispuesto a lo que fuera por conseguirla. Teníamos que irnos de allí si quería salvarla, y pese a que me hubiera traicionado yo no lo haría. Ella era mi mejor amiga, y también la única, así que era mi deber.

– Vamos, pero no a tu casa. – comencé, con voz normal, que bajé junto a mi tono cuando me acerqué a ella rápidamente. – Él nos va a cazar, no quiero que nos encuentre. Robbie está aquí... ¡Escúchalo afilar sus uñas contra los troncos de los árboles! – añadí, en un susurro apresurado tras el que miré a mi alrededor, a tiempo de ver al consejo rebuscando entre sus ropas su arma, su enorme cuchillo de carnicero, más grande que yo.

Lavarse las manos, sentarse a la mesa, pedir la comida: así es como se empieza.

Él canturreaba, y los instrumentos que lo acompañaban eran únicamente el sonido de las criaturas nocturnas y el de su cuchillo siendo afilado, el metal arrancando chispas de su filo cada vez que se rozaba con una piedra lo suficientemente dura. Estaba distraído. Dios, estaba distraído, ¡no se daba cuenta de nada porque estaba demasiado ocupado planeando su cena y cómo nos mataría!

– Ven, ahora es nuestro momento, en cuanto yo te diga empieza a correr. – avisé a Levana, y después asentí para mí misma con firmeza, como dando más valor a mis palabras. Si no huíamos, no podríamos ponernos a salvo, y eso era exactamente lo que quería evitar. Además, conocía bien aquel bosque, y Levana también, así que esa era nuestra única opción.

Permanecí unos segundos a la espera, con la vista clavada en Robbie. Si tan sólo tuviera a Scarlet para darme valor... Pero no, estaba yo sola con la tarea encomendada de ayudar a mi amiga aunque me hubiera traicionado, y eso era lo que haría, sí. Aproveché que él siguió distraído, borrando manchas de sangre y óxido de su enorme cuchillo, para hacer un gesto con la cabeza a Levana, pero no dejé que reaccionara: fui más rápida. Atrapé su brazo, y salí corriendo.

La desesperación y las ansias de seguir con vida me hicieron ser rápida, era lo único que lo explicaba. En unos minutos de carrera agónica, con nuestras respiraciones jadeantes al máximo, ya estábamos lo suficientemente lejos de la vista de Robbie para considerarnos a salvo y que parar a descansar no supusiera ningún peligro.

Bien jugado, Alchemilla.

– Estamos a salvo, él no nos persigue ya más. – añadí, con algo parecido a una sonrisa en los labios, pese a que mi expresión quedaba deformada por el cansancio que, de pronto, sentía. ¿Por qué todo se veía borroso...? ¿Por qué me resultaba difícil permanecer en pie? ¿Por qué estaba en el suelo, si hace nada estaba de pie...? ¿Por qué todo se va haciendo negro...?

Fácil, Alchemilla. Has perdido el conocimiento.
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Mensaje por Levana Maréchal Dom Dic 30, 2012 1:50 am

No puede existir la felicidad en la vida de una bruja, menos de una loca llena de traumas, debe existir lo malo siempre, pues cada paso que da es una maldición repartida a todo aquel que se cruce frente a ella, por esa razón, y algunas más no había querido tener amistades, incluso temía de sus tíos, la obscuridad podría llegar a apoderarse de ellos, y aunque su querida bruja Alchemilla estuviera en las mismas sombras que ella, no deseaba hundirla más con las que llevaba sobre los hombros. En ocasiones creía que si su amiga se alejaba volvería a retomar la cordura perdida tiempo atrás, pero ¿Cómo podía ella hacer que si amiga la entendiera si se rehusaba a escucharle? Aquello era tan complicado cómo lo que se encontraba en sus pensamientos, pero no por eso desistiría de mostrar o dar a entender. Se quedó pensativa, analizando qué hacer, recordando rostros de su familia, de sus "amigos", de Callum, y de la que estaba frente a ella, y se dio cuenta que su balanza estaba pareja porque los tenía a ellos dos, los necesitaba a los dos.

Levana no entendía muchas cosas de Alchemilla, por ejemplo algunas maldades, pensamientos, o reacciones, pero sabía que cuando su querida amiga los tenía, más valía hacerles caso a ignorarlos, pues de ignorarlos las cosas podrían ser muy peligrosas. Por esa razón en vez de discutir se quedó en silencio. Miró de un lado a otro, en busca de aquel peligro, en busca de la amenaza, y aunque no hubiera nadie, la bruja Maréchal sintió cómo si piel se erizaba, y la respiración se le aceleraba. Carraspeó, sus manos se posaron en los brazos ajenos, poco a poco ejerció fricción para evitar que su cuerpo mostrara el miedo que ahora tenía. Sin duda cualquiera que estuviera cerca las tacharía de locas, de enfermas, pero poco les importaba, ¿Estaban locas no? ¿Qué más importaba si alguien más se los decía? Levana tenía demasiadas ganas de gritar para sacar la tensión acumulada en su cuerpo, en su cabeza había tranquilidad, ninguna voz que le estuviera molestando o apoyando, y eso también ocasionaba una crisis nerviosa en ella.

El jalón la hizo tomar una gran bocana de aire, aquello fue una gran ventaja, pues de gritar habría llamado demasiado la atención del "atacante". Su mano libre simplemente jaló la tela del vestido ligero, dejando que las piernas tuvieran más movilidad, las brujas corrían cómo si no hubiera mañana, pero al poco tiempo Levana sentía que su corazón estaba por salir de su pecho. Se estaba mareando de tanto correr, no estaba acostumbrada a hacer ejercicios físicos, de hecho los odiaba. Dio las gracias cuando su amiga se detuvo, y se inclinó, tomándose de las piernas para buscar regular la respiración, sus ojos estaban cerrados con fuerza, sintió incluso el sudor recorrer de su cuero cabelludo hasta su mentón, pero antes de recobrar la tranquilidad de su cuerpo, un sonido sordo la hizo respingar, y voltear a su alrededor, buscando la razón del sonido. Su primera reacción fue llevar sus manos al rostro a causa del espanto que le daba ver a su amiga en el suelo. "NO SEAS IDIOTA, LEVANA, EL MIEDO NO IMPORTA, IMPORTA ALCHEMILLA". Las voces en su cabeza gritaron en unísono, y aunque la bruja sabía que tenían razón, le fue inevitable sentir miedo, y dolor por el grito sordo en su cabeza.

- Aguanta querida, te pondré a salvo - Levana se agachó, primero tomó el rostro ajeno, revisando si existía alguna especie de golpe con efectos secundarios, cómo una cortada, sangre, o simples raspones, pero para su buena suerte el rostro estaba bien. Después pasó la mano sobre el pecho de su amiga intentando sentir su respiración y al mismo tiempo el corazón. Otra buena señal, positiva señal, pues tenía un ritmo tranquilo. Se puso de pie de nueva cuenta, y tomó su amiga de la cintura, levantándola cómo le fue posible. La ventaja de no sólo escuchar voces, sino poseer un demonio dentro, le daba la fuerza para poder llevar a un lugar a salvo a su amiga, y aunque estaba segura al levantarse le haría un desplante, Levana no tenía otro lugar mejor que su hogar. Así, la estuvo arrastrando un largo tiempo, incluso tomó un descanso pues sus brazos llegaron a temblarle. Al llegar a casa la recostó en la alfombra de su sala, frente a una gran chimenea que se encontraba encendida. Colocó un cojín bajo su cabeza, y buscó una sabana gruesa para taparla. En su casa tenía gran cantidad de hierbas, así que tendría algo para despertarla, o para cuarta cuando se despertara, todo dependía de cómo se sintiera su amiga. La miró preocupada, le acarició el rostro, y besó su frente de forma dulce - Levántate Alchemilla, levántate por favor, quiero verte bien - Le suplicó al cuerpo adormecido de su amiga.


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Mensaje por Invitado Jue Ene 03, 2013 7:40 am

El rostro de Callum y el de Robbie se superponían, no distinguía uno de otro porque se mezclaban y los dos tenían la misma expresión de ira y sadismo pintada en sus rasgos. ¡Ah, Levana, si tan sólo pudieras ver lo que yo veo...! Me tenía apresada, atada con cuerdas que me hacían daño en las muñecas y me impedían moverme. Me tenía a su merced, y afilaba un cuchillo contra una piedra cercana.

Ella es apetitosa, pero tú servirás como aperitivo... Porque sólo eres un saco de huesos, no tienes carne que alimente. ¡Y tenemos hambre!

¡Hasta hablaba con la voz de ese chico! O, al menos, tenía que ser su voz, porque no era la de Robbie, y al mismo tiempo sí lo era. ¡Qué confusión...! Pero ese era el menor de mis problemas, porque estaba en peligro. Tanto daba que fuera Robbie o Callum quien me comería, ¡alguno terminaría haciéndolo! Y no podía permitirlo; mis hermanos contaban conmigo, tenía que luchar, por ellos...

Es inútil, ¡deja de resistirte!

¡Jamás! Intentaba desasirme, pero las cuerdas se hincaban en mi piel y me hacían heridas de las que la sangre bajaba de manera lenta y viscosa. Eso les abría el apetito, lo veía en sus expresiones de satisfacción y en la manera de relamerse como si estuvieran delante de un plato de comida particularmente apetecible y llevaran días sin comer... ¡Lo veía en ellos!

Cuando terminaron de afilar el cuchillo, se armaron con él y le arrancaron reflejos a la luz del fuego en el que luego me cocinarían. Sonrieron, hombre y conejo, y se abalanzaron sobre mí con el arma en la mano. Me mordí el labio inferior para no gritar y darles el placer de verme sufrir, y cuando sentí el frío metal del filo en mi piel fue cuando me arrancaron de allí y me vi en un abrir y cerrar de ojos en un lugar distinto.

– ¿Qué... dónde están Robbie y Callum? ¡Tenían un cuchillo, iban a...! – exclamé, y cuando mencioné el cuchillo me incorporé y me llevé las manos al vientre, donde no tenía ninguna herida ni ninguna marca de ningún arma. Claro, era normal, no habían llegado a usarlo contra mí... ¡Por supuesto! Pero, ¿y las marcas de las sogas? Sí, eso estaría, ¡claro!

Examiné mis muñecas, y las encontré llenas de cortes viejos y heridas nuevas. Las marcas que las adornaban, rojas e inflamadas, se parecían tanto a los rastros de mis uñas que me parecía increíblemente gracioso, casi una coincidencia, que fueran producto de las sogas, pero no lo dudé ni por un momento. ¿Qué otra cosa podía haberlas causado?

Miré entonces a mi alrededor, vi a Levana y vi el lugar en el que nos encontrábamos... ¿Su casa? ¡No, nos había conducido directas a la trampa del conejo! Él se había aliado con Callum para que fuéramos presa fácil, y no había sido rival suficiente para ellos, que se habían salido con la suya... Pero no me rendiría, ¡no! Lucharía para conseguir que no nos mataran ni a mí ni a Levana, porque nuestras familias nos necesitaban.

– ¿Qué has hecho, Levana...? ¡Los has traído hasta aquí! Tenemos que protegernos, tenemos que valernos de una barricada que les impida pasar... ¿Tienes muebles o cosas de madera que podamos utilizar? ¿Qué tal aquella mesa? – inquirí, señalando a mi alrededor y súbitamente llena de energía... provocada por el miedo. ¿Por qué, si no? Tenía que defenderme, y lo haría aunque fuera lo último que hiciera en mi vida... y podía serlo. No, no puedo pensar eso o fracasaré.

Vamos, Alchemilla, haz entrar a Levana en razón y defendeos...

Sí, eso era, tenía que despertarla de su ensimismamiento, y tenía que hacerlo rápido. Me puse en pie y la cogí del brazo para que me ayudara, pero me encontré con cierta resistencia por su parte. Fruncí el ceño y la miré con expresión extrañada, porque no lo entendía. ¿Por qué no luchaba? ¡Tenía que defenderse o sería presa fácil! ¿Es que quería morir...? No, ¡no se lo permitiría! Jamás. Ella no moriría, igual que mis hermanos. Y haría lo que hiciera falta para asegurarme de ello.
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Mensaje por Levana Maréchal Dom Ene 20, 2013 4:47 pm

Los ojos de Levana iban y venían de un lado a otro, examinando el cuerpo de su amiga, pero no, no lo hacía con morbo, aunque aceptaba que su amiga era de las mujeres más hermosas que había conocido, no lo pensaba de tal manera, examinaba simplemente las reacciones que pudiera tener, si temblaba o si su piel se erizaba, pero nada de eso pasaba. Su querida amiga bruja permanecía tranquila, durmiendo como un bebé, como un ángel caído del cielo, sin tormentos, sin preocupaciones. Ella daría cualquier cosa por verla en ese estado, tan tranquilo, tan sereno, tan lleno de paz y amor, pero ¿qué podía hacer para que los tormentos se detuvieran? Por más que planteaba planes, e ideas iban y venían por su cabeza, nada le daba una explicación, eso la llenaba de frustración, su vida tan insignificante, ¿qué demonio querría tener la vida de Levana? ¿Quién aceptaría su alma putrefacta? Nada, ni siquiera los demonios que tenía dentro del cuerpo? Ella era un títere que vivía para morir, que vivía para sufrir como una especie de mártir, porque quizás con el tiempo su vida sería un ejemplo, sólo quizás.

La dejó recostada por unos momentos. Se fue en dirección a la cocina, le parecía abrumador tanto silencio en su mente. ¿Por qué motivo sus voces la dejaban sola? Ellas si que eran una traicionera. Cuando volvieran les gritaría tanto dentro de su mente, tanto que las fastidiaría y las volvería a echar, o sería capaz de buscar a Callum para ahuyentarlas, porque ellas le tenían miedo. Sacó una pequeña olla de barró la cual llenó de leche, agregó un poco de cacao molido y espero frente al fuego a que comenzara a hervir. Espero tranquila, en silencio, incluso tarareó una canción, de las pocas que sabía, y la casa se lleno de una energía positiva que pocas veces se le otorgaba a ella. La leche ya estaba formada de burbujas, lo cual indicaba que era el punto correcto. Con un trapo tomó la manga de la jarra y colocó el café en las tazas. No espero más tiempo y se encaminó a la sala, dónde su amiga seguía recostada.

- Shhhtttt. No hay nadie Alchemilla, no hay nadie aquí, nadie se te ha acercado, te he estado cuidando - Dejó las tazas sobre la pequeña mesita, se sentó a su lado, y le tomó las manos intentando que su amiga se calmara. Sus manos se estiraron hasta sus mejillas, dando suaves caricias, intentando que la viera tranquila, y que esa energía se le contagiara. - ¡Alchemilla, basta! Te he dicho que no dejaré que te hagan daño, no dejaré que Callum se te acerque sino lo deseas, note llevaré a él, por favor tranquiliza tu cuerpo - Le soltó, se puso de pie y suspiró, dejando que su amiga tuviera un poco de espacio. Levana intento sonreírle, pero era demasiada la alteración de su amiga, sin poder evitarlo rodó los ojos, y se sentó frente a ella, la débil Levana estaba completamente cansada. Mucha energía en tan poco tiempo no le hacía bien. Cerró los ojos, tomó varias bocanas de aire, sintió sus músculos relajarse, cuando sintió que todo estaba más tranquilo, volvió a abrir los ojos, buscando la figura ajena.

- Nadie nos ha seguido Alchemilla ¡Nadie! Mi casa es demasiado segura, incluso aunque alguien haya pisado sus suelos, entrado por la puerta principal, no podría volver a entrar por su propia cuenta, por favor, ya cálmate - Carraspeó un poco, se llevó las manos a las cienes dando un suave masaje. - ¿Podemos dejar de pensar en daños? ¿En que me llevan? ¿En que podemos morir? He estado demasiado tranquila estos días, quiero que sientas la tranquilidad que tengo yo, quizás con esto podemos pensar de manera más clara y encontrar a nuestros hermanos ¿No lo habías pensado? Debemos dejar de pensar en lo mal que estamos, por favor, Alchemilla, por favor, estoy cansada de tener miedo, de escapar ¿No lo ves? - Se llevó las manos al rostro, mismo que frotó. La ignoró por unos momentos.

- ¿Confiarás en mi por favor? ¿Solo unos momentos? - Y se acercó, abrazándola con fuerza, sin importar que la volviera a rechazar - No hay conejos, ni siquiera cucarachas, porque he puesto veneno por todos lados, no hay arañas, no hay Callums - Eso último lo dijo de forma muy suave, casi triste, porque había deseado que el chico permaneciera más tiempo a su lado, pero no, ambos debían tomar caminos distintos ¿no era así? Levana lo quería, tanto como quería a su amiga, ¿por qué no tener a los dos? Quiso gritar liberando su cuerpo, intentando aclarar su mente silenciosa para recibir respuestas.


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Mensaje por Invitado Lun Ene 21, 2013 11:19 am

Yo no era una cobarde, y convencería a Levana pasara lo que pasase porque esa era la única manera que tenía de salvarla, y ella era mi amiga, ¡la única persona en la que confiaba!, así que no la perdería. No como había perdido a mi familia... ¡Basta! Mis hermanos estaban vivos, lo sabía, lo notaba en la sangre y en los huesos, y acabaría llegando a ellos. En cuanto a mis padres... Bueno. Mi padre mejor haría estando muerto que vivo, porque cuando lo encontrara le haría pagar por todo, lenta y dolorosamente. Entonces, mi venganza acabaría y podría dedicarme a vivir en paz. Sí...

No. Nunca habrá paz para ti, porque la traición te viene dada hasta por los más cercanos a ti. Mira a Levana.

¿Por qué no me hacía caso! Yo tenía razón, ¡claro que la tenía! Ellos vendrían a atacarnos, y nos matarían, y ella se dejaría matar por el estúpido Callum, que nublaba su mente. Si tan sólo me escuchara... Pero, esperad, ¿qué está diciendo? Aún en tensión, escuché sus palabras, primero con el ceño fruncido pero, después, con más atención. Lo que decía parecía tener sentido. Y a ellos los escuchaba cada vez más lejos...

Pero no te hemos abandonado, Alchemilla, seguimos pendientes de ti y cuidándote. Tienes que estar bien... ¡para que así podamos comerte!

No, no lo haréis, ¡jamás! Por fin veía claro que Levana estaba en lo cierto: estábamos seguras. Mientras permaneciera en aquella casa y ella me jurara que Callum no entraría, ya que de hacerlo traería el mal consigo, todo estaría bien. ¿Cómo había podido ser tan estúpida de no verlo...? ¡Y la había llegado a acusar de que me intentaba echar a los perros y a los conejos aliados de ese chico!

– Oh, Levana, cuánto lo lamento... Tienes razón. ¡Siempre la tienes! – exclamé, vehementemente y con un intento de sonrisa en los labios que, sin embargo, contrastaba con mis ojos muy abiertos, ya que parte de mí aún esperaba que nos atacaran... Nunca estaba de más ser precavida, y más cuando se trata de ellos. ¿Verdad que no?

Cierto.

Gracias, lo sé. Solté el brazo de Levana, por fin, y me froté mis propios brazos con las manos, súbitamente helada. En la casa, el mordisco gélido de la baja temperatura me atacó rápidamente, y no pude evitar tiritar, mordiéndome el labio inferior. Tenía que compensar mi error, algo que sólo haría con ella porque Levana era la única que se merecía que la cuidara, y por eso ayudaría y haría de aquel un lugar más acogedor. Aunque ya lo era sin Callums de por medio...

– Podemos taparnos con mantas, beber algo y, entonces, centrarnos en nuestros hermanos. Si la casa es segura... No, como lo es, no tendremos que preocuparnos por ellos y no más por nosotras. Seguro que, entre las dos, conseguimos encontrarlos. ¡Ya verás como sí! – añadí, y sonreí de nuevo, algo menos mecánicamente que antes, de manera más natural, más sincera... más extraña para mí.

Quita esa mueca de la cara, ¿quieres?

Lo que os pasa es que estáis celosos porque no podéis entrar, ¡lo sé bien! Pues tendréis que aguantaros, porque no pienso dejaros pasar. Nunca. Esta noche nos pertenece a Levana y a mí, y conseguiremos hacer los planes para encontrar a nuestros hermanos de una vez por todas. Incluso... A lo mejor ella podía ayudarme en mi venganza. Quizá podría...

No. Tu padre es sólo tuyo, eres tú quien debe hacerle pagar por sus crímenes. ¿Recuerdas cómo te ataba fuerte cuando eras pequeña? Hará lo mismo con ella. Y no quieres ponerla en peligro.

Me acaricié las marcas que lucía en la muñeca, un resto lejano de aquella vida que había terminado, y negué con la cabeza. Ese tiempo había pasado; lo que ahora estaba frente a nosotras era la esperanza de poder tener una familia de nuevo... de recuperar lo que nos habían arrebatado. ¿Cómo iba a desperdiciar esa oportunidad? Simplemente no podía. Y ella tampoco.

– He visto rastros de mi padre aquí y allí, pero no hay nada claro. No sé dónde puede tener a mis hermanos, pero sé que están vivos. Lo siento aquí. – expliqué, señalándome el pecho con la mano, a la altura de donde latía mi corazón, habitualmente acelerado pero, en aquel momento, calmo... por primera vez en mucho tiempo. Y eso, en vez de gustarme, me parecía que era ponernos en peligro aún más, pero confiaría en ella. Sólo por Levana.
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Mensaje por Levana Maréchal Lun Feb 18, 2013 5:53 pm

Levana sintió una especie de paz interna cuando notó que las cosas se estaban calmando, pero le abrumó lo feliz que se estaba sintiendo al ver a su amiga con esa sonrisa, por más tenue que fuera. Se sintió demasiado bien, muy en paz, como cuando Callum le pidió perdón por todo el daño que le había hecho, sintió que nada podría estar mejor en ese momento, pero notó que estar junto a su amiga sin discutir, y con un futuro prometedor, para buscar ambas a sus familias, era incluso igual de maravilloso que estando con el rubio. Ella los amaba a los dos, aunque claro, no lo diría de tal manera, menos porque el amor por Callum era extraño, demasiado complicado y peligroso, pero el chiste de todo era el amor que podía sentir por ambos, y que en su interior no podía separar, pero que tenia que expresar lo hacía, aquello le dolía le era demasiado complicado, pero también le era placentero y único. Querida de todo, quería hacer mucho, quería llorar y al mismo tiempo sonreír, en definitiva quizás si estaba loca, muy loca.

"Será muy bueno que disfrutes de la felicidad que estás experimentando, Levana, recuerda que cuando sientes cosas muy bonitas, terminas llorando, y queriendo quitarte la vida ¿cuántas veces llevas así? Son pocas, pero te recuerdo que la última vez estuviste a punto de lograrlo ¿cuántas pastillas consumiste? ¿Cuantos golpes en la cabeza te diste? ¿Recuerdas esa sensación de estar amarrada en una cama? ¿Recuerdas como ese cuervo tocaba tus piernas deseoso? Si, reviviste dolores, temores, y ganas de morir, quizás con ella te pase los mismo ¿por qué confías en ella cuando te quiere quitar a Callum, entre los dos podrían matarte bien" - El silencio se hizo presente por un corto tiempo, Levana se había perdido, una de las voces, la que menos aparecería hacía acto de presencia, hablándole con tranquilidad, incluso con cierta dulzura, trayéndola a la realidad, una que para nada le gustaba, pero que no le quedaba de otra.

Está vez, la loca no quiso hacerle caso a las voces, simplemente intento eliminar todo rastro de ellas de nuevo, está vez no grito, está vez se acercó a su amiga para dejar un beso sobre sus labios, que para nada era sexual, al contrario, solo fue un roce breve, que ni siquiera duró más de dos segundos, era como sellar un pacto, como decirle que confiaba en ella, que siempre estaría a su lado, que nada más importaba, que ellas estarían juntas siempre, después la abrazó con fuerza, sintiendo que Alchemilla podría ser su siempre protectora y acompañante, y en ese instante, en medio de tanta complicidad, las voces se disolvieron. No había rastro de ninguna, ni siquiera sus sombras, era demasiado extraño que se esfumaran por actos tan puros y transparentes como esos, pero quizás las voces le temían a lo bueno, al amor sincero, lo sabría muy pronto, porque no se quedaría quieta, cuando volvieran a aparecer, haría lo mismo, quizás podría hacer que desaparecieran.

- Tengo una tía que siempre me prepara comida, todas las mañanas paso a su casa para traer una charola de alimentos, ella es y será lo que siempre imagine de una madre, ella sabe lo que me pasó, ella conoce todo de mi, y no me juzga, está noche me dio porciones extra de alimento, no sé porque - Le sonrió - Pero si tienes hambre puedo darte algo antes de ir a la cama - Le comentó, dejando de lado toda platica de un futuro que necesitaban - Necesito que estés bien alimentada, y muy fuerte para todo aquello que vayamos a hacer ¿no lo crees? -Le dirigió una sonrisa cómplice - Además, creo que a tus hermanos les gustará ver que su hermana es toda una guerrera bien alimentada, tienes que tener fuerza para cargarlos cuando los veas, debilucha no podrás hacer nada - Eso último lo dijo en broma, pero se puso de pie, caminando a uno de las puertas que guardaban sabanas y demás cosas para arrojarle un par.

- Se siente bien tenerte en casa - Le comentó mientras caminaba a la cocina, llena de tranquilidad, llena de serenidad - Está ya es tú casa también, porque yo quiero que así lo sea, y respecto a tu padre, el no puede entrar, nunca, nadie que no queramos que entre, ellos no pueden, porque podríamos matarlos si intentan hacer algo, porque ya no me da miedo de hacer daño si el mundo me lo ha hecho ¿No lo crees divertido? No tener que pensar en lo malo y lo bueno porque tenemos en el derecho, porque ellos no pueden juzgarnos - Si tono de voz subía y subía, creyendo que su amiga se había quedado en medio de la sala, Levana no notaba que en ocasiones no tomaba demasiado de forma inmediata las palabras que le dirigían, en ocasiones los temas los recordaba después y los trataba, seguro más tarde hablarían del futuro, cuando lo recordara, lo mejor de todo es que Alchemilla entendía sus esporádicos episodios de amnesia en los temas.


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Mensaje por Invitado Mar Feb 26, 2013 11:22 am

Ella iba a ayudarme. Iba a hacerlo, sí, me acogería en su casa... Pero no tenía a Scarlet. No, Levana nunca tendría a mi querida Scarlet. Era ella quien me protegía de la niebla oscura que camuflaba a mi padre en su seno para que no viera sus tropelías, pero aún así lo hacía, ¡ellos me lo contaban! Sí, cuando mi padre quería ocultarse y, con él, al paradero de mis hermanos perdidos, los tenía a ellos para que me susurraran al oído sus intenciones y cómo encontrarlo.

Pero ahora no hay niebla.

No, ahora no hay niebla. Estábamos en casa de Levana, en la seguridad de su hogar, y no dejaría entrar a nadie, ni a los monstruos, ni a Callum ni a mi padre. Ninguno de ellos me heriría, y ella lo selló con un beso. Era una especie de trato por el que nos jurábamos protección mutua, como la que ella me sugirió al ofrecerme la comida. Sonreí. O, al menos, lo intenté.

“No hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en la desgracia.” – recité, y entonces la miré. Dante. Nada menos que un fragmento del Infierno de la Divina Comedia del maestro Alighieri explicaba nuestra situación. Era irónico... O no. Era bonito que, de algo que trataba sobre el eterno castigo, pudiera extraerse algo que supusiera tanta paz como su negación. O eso me había dicho mi madre.

– Ahora tenemos que descansar, comer y reponer fuerzas. No podemos pensar en lo sucedido, tenemos que mirar al futuro. Entonces estaremos con nuestras familias, y tú conocerás a Alessa y a Joshua. Te encantarán... Mi gemela siempre ha sido la más guapa de las dos, y Josh es... no, era el hombrecito de la casa. – añadí, y borré de mi mente el dolor de los recuerdos felices, tal como decía Dante. Bendito fuera...

Tu maldición es recordarlo.

¿Qué? Y, de pronto, me vinieron a la mente todos los buenos momentos pasados, la felicidad de entonces, cuando mi madre aún vivía, y mi padre no había apartado a mis hermanos de mí. La respiración me faltó un momento, tuve que agacharme y agarrarme las rodillas, apretando los ojos contra ella. Ni siquiera las chiribitas de colores que salían cuando presionaba los ojos borraban las imágenes de mis hermanos. Entonces...

Vamos, Alchemilla, no cierres los ojos con más fuerza, no apartes la imagen de tu mente, asúmelo, míralo, céntrate en ello. Sabes lo que es...

Sangre, agua y fuego. Los cuerpos de mi padre, mi hermano y Alessa. ¡Pero no es real, nada de esto lo es! No, no lo es. Abrí los ojos y vi a Levana de nuevo: ella era lo real, lo que podía comprobar con mis sentidos. Lo que había besado, quien me había ayudado.

Ellos sisearon cuando me incorporé, de nuevo, y sacudí el polvo de mi vestido. Estaban enfadados, y no entendía por qué... bueno, sí, porque me había resistido a sus engaños. Sus palabras eran un arma de doble filo que, si no manejaba con cuidado, me cortaría. Y, por una vez, había salido indemne, sin más sangre en mis manos que la que aún veía en mi mente sobre la garganta rajada de mi padre, en mi mente.

– No sabía que tenías una tía. – le dije, con la satisfacción interna de ver a mi enemigo muerto. Eso no me molestaba, me proporcionaba una paz de espíritu la mar de agradable. Lo que me molestaba era la imagen de mis hermanos, demasiado recurrente últimamente. Sería mi miedo a perderlos, que me hacía ver eso. Sí, tenía que ser mi miedo...

¿Engañándote a ti misma, Alchemilla? No, no debes decir mentiras...
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Mensaje por Levana Maréchal Vie Abr 19, 2013 8:13 pm

Hace mucho tiempo, cuando apenas se trataba de una pequeña niña, cuando ni siquiera conocía a aquel gitano que le marcó la vida, cuando de verdad creía que sus padres la amaban como a nada ni nadie, en ese tiempo sintió que había conocido el amor, que todo aquello bueno de verdad existía, que el mudo tenía esperanza y no simple dolor, pero estaba demasiado equivocada. El amor según lo poco que había experimentado de él, y de lo que veía con la familia de sus tíos, era incondicional, te defendía con uñas, garras y dientes, era sincero, poco egoísta, poco interesado, todo eso sumado a que te hacía sentir bien, no te marcaba para siempre la vida. ¿Cómo era posible que siquiera quisiera pensar en volver? No, debía de ser demasiado buena, o como dicen, estúpida para querer volver a aquello que la volvió, como todos suelen llamarle: una puta loca. Quizás el corazón de esa castaña seguía intacto, quizás no había sido aun manchado y solo estaba confundido, al igual que el de su amiga Alchemilla.

Alchemilla y Levana eran dos locas que habían estado ¿en el momento equivocado? ¿en el lugar equivocado? ¿Habían visto lo indebido? Quizás si, quizás no, pero a pesar de su locura estaban aprendiendo a vivir, a respirar. La meta bizarra y absurda que tenían en la cabeza de recuperar a sus seres queridos era lo que las mantenía de pie. Jamás encontrarían a un ser muerto, quizás si ellas mismas mueren, o comprenden sobre la magia y los invoquen, pero mientras no comprendan la verdadera realidad, y su alma asimile la perdida, y la culpa, jamás podrán comprender que pasó, y despejar la locura. Ambas cargaban con demonios aguerridos y tercos que jamás las dejarían solas. ¿Acaso ella deseaba que la dejaran? Incluso aunque sonara absurdo, ella no deseaba que esos gritones demonios se fueran, le hacían falta cuando se callaban, ellos la mantenían viva, y la hacían reaccionar para protegerse, sin las voces sería nada.

- Pero que cosas dices, eres realmente hermosa, muy, muy hermosa, la más hermosa de todas las chicas que yo he conocido - Le dice con una emoción y sinceridad completa - No puedo imaginar la belleza de tu hermana, seguramente me nublara los sentidos - Le comentó tomándole las manos con mucha emoción - Tu eres para mi, la mujer más hermosa de todas, y la única que vale la pena - Le dedica una sonrisa amplia y luego con burla le saca la lengua - No debo dejar por eso que te encuentre Callum, puede enamorarse de ti, y tú eres mía, pero él también es mío, cada uno por su parte - Terminó de decir. Sus manos terminaron de calentar aquel alimento que tenía frente a ellas. La tenía de la bruja cocinaba realmente bien, con sólo oler el estomago gruñía deseoso. Llevó una cuchara a la comida y luego dio una cucharada para disfrutar del sabor.

- Mi tía era la hermana más pequeña de mi madre, ella al igual que yo tenemos una especie de energía dentro, también su esposo, y sus hijos, mi madre nunca comprendió mis habilidades, creo que por eso me mandó con ese loco a que me tocara - Comentó con tranquilidad - Anda, come un poco, quiero verte fuerte - Terminó de decir, pero Levana sabía muy bien que su amiga era la más fuerte y más hermosa de todas - Cuando escapé de mi ciudad natal el único lugar al que pensé podía llegar era aquí, y para mi buena suerte mi tía me recibió sin problemas, aunque mi cuerpo estaba lleno de sangre - Suspiró apartando un poco el plato - Ellos entienden mis manías, incluso la manera en la que repelo el acercamiento a las personas, ellos me han enseñado que no todos son como mis padres, o los gitanos o ese tipo de cosas - concluyó sin dejar de sonreírle, para ella se sentía muy bien liberarse un poco más.

- Antes de recibir un abrazo de Callum, con los únicos hombres que había tenido está clase de gestos eran mi tío y mi primo. El mayor me ve como una pequeña hija, ese señor tiene la mirada más transparente que he conocido, incluso las voces le tienen miedo por tanta bondad, mi primo por ejemplo, el es más juguetón, y busca la manera de hacerme sonreír, aunque sus chistes son demasiado… no los entiendo, tampoco él entiende cuando le cuento de las voces, y preferimos tomar distancia, al menos los tengo a ellos, aunque me de miedo ponerlos en peligro, o convivir demasiado - Se terminó por encoger de hombros. Su amiga ahora era como su familia, ella debía conocer esos detalles, se los merecía como nadie, y se sentía tan bien al contarle de como vivía. Aunque claro, Levana muchas veces sólo veía a sus familiares por el alimento diario que le daban, pero sólo por eso, y ellos jamás se lo echaban en cara.


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Mensaje por Invitado Sáb Abr 27, 2013 8:52 am

Callum, Callum, ¡siempre Callum! Parecía no poder quitarse de la boca ese nombre que a mí se me atragantaba. Callum. ¿Qué hechicería había ejercido sobre ella para nublarle la cabeza de esa manera? ¡Ni siquiera sus amigos eran capaces de ayudarla! Ellos no gritaban con la suficiente fuerza para que la escucharan, no como vosotros. Vosotros hacéis que yo lo tenga claro y que sepa que debo apartarla de él.

Callum va a destrozarla, y ni tú ni su familia podréis ayudarla.

¡No, eso no es así! Ella tenía a su familia, incluso a su hermano cuando yo la ayudara a encontrarla, solamente yo, no él. Bueno, yo sola no, también ellos, mis amigos y si ella quería los suyos. Y seguro que necesitaba amigos, teniendo ahí a Callum. ¡Esa rata traidora! Lo pagaría caro cuando la tocara.

¿Cuando? ¿No piensas más bien que será un condicional, si la toca?

Jamás. Él la herirá, yo lo sé y lucharé por evitarlo, pero para eso tengo que conseguir que confíe en mí más y que su mente envenenada por él vuelva a la luz. ¿Y qué mejor que demostrarle que seguía siendo su amiga para conseguirlo?

– Alessa es mucho más hermosa que yo. Mamá y Josh decían que éramos iguales, pero ella siempre ha sido mejor. Sonríe más, y siempre tiene el pelo limpio y trenzado. Además, sus vestidos nunca se ensucian. – respondí, luchando por no hundirme en mis recuerdos de mi hermana gemela, cosa difícil al verme reflejada en los cubiertos brillantes y metálicos.

¿La recuerdas, Alchemilla, o es simplemente tu imagen la que ves cuando piensas en ella? Y a Josh, ¿también lo recuerdas? ¿O simplemente piensas en una versión más joven de tu padre?

Josh nunca fue como mi padre, él se parece a mi hermana y a mí, y un poco a mi madre, pero nunca a Murphy. No, cuanto más diferente fuera respecto a Murphy mucho mejor. ¡Maldito bastardo, nos había herido como el que más! Y yo se lo haría pagar junto a Callum porque trabajaban juntos, lo sabía, tenían que hacerlo.

Pero no se lo digas, Alchemilla, o Levana se volverá contra ti.

– Me gustaría conocer a tu familia. Si se han preocupado por ti y te han cuidado, seguro que al tener eso en común nos llevamos bien. No dije que Callum y yo jamás nos llevaríamos bien porque él quería usarla, y eso estuvo bien. – Me gustaría presentarte a mi familia, pero sólo podrás conocer a mis hermanos, cuando los encontremos. Mi madre murió y mi padre morirá por lo que ha hecho. – añadí, tranquila.

Murphy fallecería por mi causa, y eso era un hecho tan cierto como que Levana era mi amiga o Callum la traicionaría al final, tarde o temprano. No me asustaba hablar de algo que pasaría, pero no sabía si ella se lo tomaría bien. ¿Y si pensaba que estaba loca? ¡No, yo no lo estaba, y ella no podía pensarlo!

Pero ¿y si estás loca?

– Fue él quien se llevó a mis hermanos. No parará ante nada para matarlos. Por eso tengo que ayudarlos y matarlo, porque él no es mi familia, ya no. No es como la tuya. Mi padre no tiene esa clase de mirada. A los tuyos los protegeré, pero a él no. – me apresuré a explicar. No dije que, dentro de la palabra él, no contaba únicamente a mi padre, sino también a Callum. Eso tampoco lo entendería.

No, Alchemilla, ella está cegada y eres tú quien debe mantener la cordura.

Pero también debía ceder un poco, y era verdad que me moría de hambre, así que comí un poco, apenas lo suficiente para decir que lo había probado y que ella era una magnífica cocinera, porque lo era. Excepto a la hora de elegir compañía, y obviándolos a ellos, era buena en todo. Y por eso era mi amiga.
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