living on such sweet nothing [privado]

por **Ainna Minel** Jue Nov 08, 2012 10:37 am

Alannah se encuentra en su habitación, esas cuatro paredes donde se encuentra casi todo el día encerrada ¿para que salir? ¿Para que gastarse la miseria de sueldo que recibía? Ese dinero estaba siendo guardado en un pequeño cofre detrás de todos esos trajes elegantes que le habían regalado los hombres viejos con los que se acostaba, o bien eran parte del uniforme que se iban intercambiando entre sus compañeras.

Aquella tarde había recibido una carta, la lee con detalle y no puede evitar llorar, tal vez por que le alegra saber que se encuentran bien en su natal Barcelona, también las lagrimas son de dolor, por mentirles tan fríamente que es una “bailarina famosa en Paris”, pudo llegar a serlo, pero para todo también se necesita dinero, se necesita clase y ella, no tiene nada de eso, solo es una chica campesina que viajo y dejo atrás a su familia en busca de un sueño.

Tocan a su puerta, momento de que el burdel sea abierto, dobla la carta, la terminara de leer después, revisa su maquillaje en un pequeño espejo, ninguna imperfección, las lagrimas apenas causaron que se corra el rímel, que consigue limpiar con un pañuelo, la sonrisa, aparece iluminando sus ojos, su semblante cambia completamente, revisa el corsé negro que cubre sus curvas y este a su vez cubierto por un abrigo de tela casi nula, que solo era un adorno más a su ropa (o a la ausencia de ella).

Salió de su habitación dirigiéndose al salón principal que estaba repleto de hombres buscando alguien que cumpla y realice sus deseos esa noche, tal vez la carta la afecto de más, no se atrevía a aceptar a nadie esa noche en especial, los despachaba con una sonrisa y su contestación era sencilla, “lo siento, estoy indispuesta esta noche”, la palabra indispuesta era una palabra poderosa para una cortesana, significaba que estaba en sus días, algo que disgustaba a los hombres, otros que parecían no importarles, pero que no podían tocarlas, tomaba un poco de agua, tampoco es que tuviera ganas de beber alcohol, esperaba a un solo hombre y rogaba internamente que apareciera, lo quería, tal vez más de lo que una cortesana debe querer a su cliente, pero esa noche no importaba nada, giro en el banco donde se encontraba sentada mirando hacia la puerta, “por favor, llega”, decía internamente.