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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Yulianna Záitseva Vie Mar 29, 2013 9:13 am

"Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande,
sólo es posible avanzar cuando se mira lejos".






Los parpados de Yulianna no pudieron cerrarse aquella noche por más de dos minutos seguidos. Era como si su mente no le dejase en paz por alguna razón concreta que ella aun no podía descifrar en su psiquis. Recostada sobre un lecho de  sabanas claras y apelmazadas en diferentes sectores allí se encontraba, desnuda y silente junto a su durmiente hermano. El Sol comenzaba lentamente a salir, haciendo que las transparencias de las largas cortinas que pendían en el inmenso ventanal frente a la cama se notasen con más claridad a medida que el astro rey se asomaba por el horizonte.

Quizás si fuese otra despertaría  a su mellizo con un beso en la frente, o con una delicada caricia matinal, pero Yulianna era más que consciente que ese tipo de sentimentalismos no encajaban en absoluto en aquella relación de sangre, piel y devoción. Stiva era sumamente estricto con el tema de la involucración sentimental, pero ella, ella jamás entendería completamente eso.

Se levantó silenciosamente de su frustrado descanso, caminando descalza hasta aquel hermoso ventanal de cristal que permitía observar el horizonte con claridad. Estaban en una vieja casa a las afueras de la ciudad, donde podían relucir todas sus perversiones sin ser juzgados por nadie. Después de todo, Yulianna era viuda para los ojos de la sociedad y Stiva era un simple conocido. La gente jamás sospecho de su lazo sanguíneo.
Los zafirinos de la rusa se posaron sobre el hombre que le quitaba el sueño. Dormido Stiva parecía tan vulnerable, accesible y encantador, aún más que cuando utilizaba todas sus herramientas de seducción para atraer a una que otra ricachona de alta alcurnia.
Yulianna creyó que podría amar eternamente a su mellizo si éste fuese siempre así; estático, silente y vulnerable. Todo lo opuesto a lo que el peligroso ruso era en realidad.

Indagando aún en su mente que podría ser aquello que le inquietaba, Yulianna notó sin quererlo que su Dios le estaba dando una señal, no había otra explicación. Aquella inquietud solo podía ser generada por la fuerza de Odín, único ser capaz de anular cualquier tranquilidad en una persona tan fría y calculadora como Yulianna lo era. Deduciendo  que podía significar aquel mensaje, la rusa caminaba de un lado a otro de la recamara, luciendo silenciosamente sus exquisitas curvas, aquellos vergeles de piel solamente transitados por su mellizo.

- Odín quiere que avancemos, que quebremos nuestra tranquilidad – comentó al aire, como si afirmase para sí misma aquella sentencia con la que se había hecho. Era hora de dar el próximo paso, de hacerse con más poder, más fuerza y más sangre. Unos cuantos meses habían pasado ya desde la última ofrenda realizada para el Dios escandinavo. El momento de sacrificar nuevamente a alguien por Odín había llegado. A cambio el seguramente ofrecería un nuevo sendero, otro pétalo de victoria y poder para los mellizos.  Yulianna relamió sus labios codiciosamente, tratando de imaginarse como sabría aquella nueva pizca de lujos y riquezas. Un pequeño escalofrío recorrió su espalda, al punto de erizar su piel y hasta sus rosáceos pezones al descubierto. Odín le había acariciado en el preciso instante que Stiva comenzaba a moverse en la cama, despertado de su momentáneo letargo.

El tiempo corría, y la impaciencia comenzaba a nacer nuevamente en la rusa.


Última edición por Yulianna Záitseva el Mar Mayo 20, 2014 10:56 pm, editado 3 veces


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Mensaje por Stiva Záitsev Vie Mar 29, 2013 3:14 pm

Encuentra lo que amas y deja que te mate.


Room Of Angel by Artist on Grooveshark


Las insondables noches de insomnio en el  ruso eran materia prima para sus próximos planes, las ideas fluían como si fuesen manantiales de agua; nítidas, tomaban su cauce y mientras más difícil resultase su objetivo mayor satisfacción causaría a su vanidad, una de la cual Stiva estaba totalmente seguro de alimentar día tras día. Pero estás desistian extrañamente principalmente cuando entre sus brazos yaciera Yulianna y ésta respondiera a sus necesidades.

El único sentimiento que le ataba a ella –o le aproximaba- era el estrecho lazo familiar convertido en ese ‘amor’ obsesivo y lascivo para ambos, una necesidad maliciosa dónde no le gustaba compartir en absoluto pero que mientras existieran objetivos más valiosos para él esa relación no trascendería más allá del plano físico pasional o sexual.

-La historia está elaborada por episodios que desencadenan acciones –

La terrible transformación de ambos hermanos era disimulada previsoramente –como dos desconocidos frente a todos- sus acciones pasadas hablaban de la poca o nula humanidad que ellos tenían y que para desgracia de muchos que cayesen en sus manos no dudaban ni un segundo en traspasar la línea de las máscaras y caretas de un principio para obtener lo que necesitaban; beldad, inmortalidad, poder o riquezas.

El tiempo hacia mella en el espíritu, sólo Odín con su gran sabiduría le exigía vislumbrarse lo que conseguía en el camino de magia, sangre y sacrificios. Entre pensamientos ambiguos –y otros no tanto- sus ojos se abrieron perezosamente al sentir el reflejo de las primeras luces de la mañana sobre el rostro, extendiendo sus brazos alcanzó a rozar con sus dedos las sabanas que demarcaban la ausencia de su compañera obligándose a sí mismo a despertar para buscar con detenimiento entre la habitación el incipiente de ese cuerpo esbelto que había acariciado más de una vez. Sin ser sorpresa la silueta delgada de su melliza danzaba bajo la incertidumbre de preguntas que buscaba responder, esa mueca sobre sus labios consistían en suposiciones bien hechas y que deliciosamente apetecibles invitaban a los mortales a deleitarse con sus sabor. La avaricia del poder la exentaba del sueño, no se resistía a la paradoja del placer.

Entre la conexión existente, los lazos se mantenían fuertes pero distantes pese a ello el brujo sabia con exactitud lo que sucedía ante sus ojos determinantes, la mirada sedienta por confirmar sus teorías asediaban bajo el interés que puede tener un animal aterradoramente feroz sobre la presa más vulnerable e indefensa a Valentina llamándole únicamente con ella, invitándola a desistir de sus pensamientos -Majestuosa…-interrumpió soberbio reincorporándose sobre el borde del lecho visualmente desnudo exhibiendo su metro y ochenta y tantos de un cuerpo esbelto, varonil, la incógnita que las mujeres ancianas logran atesorar perdiendo la cordura, conservándose bajo su encanto hasta que son despojadas de lo que Stiva le interesa; su fortuna.

-…la mañana quiero decir…- agregó con sátira esperando sonar más descarado de lo que comúnmente es, los halagos hacia Yulianna iban reforzados en un doble sentido que sólo ella podía lograr entender. Por lo que a él respectaba no se sabía hasta qué punto era capaz de fingir -Has vuelto a dormir nada…si continuas haciéndolo arruinaras tu salud. Aunque...os ruego que cuando despertéis abandones la habitación, tus pasos pueden ser un cincel golpeando el suelo fuertemente con un martillo....–aseguró tomando unos pantalones de la época confeccionados exclusivamente así como un delgado camisón de algodón que cubre medianamente sus cicatrices en el dorso y otras tantas sobre su espalda media, recuerdos oscuros que le trasladan hasta su niñez haciéndole recordar aquella historia familiar enterrada en las profundidades más perversas de su alma.


Última edición por Stiva Záitsev el Lun Jun 02, 2014 9:15 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Yulianna Záitseva Sáb Mar 30, 2013 2:21 am

"El destino no reina sin la complicidad
secreta del instinto y de la voluntad".






En ocasiones a Yulianna le generaba cierta gracia oír comentarios preventivos de parte de su hermano hacia ella, quizás porque la rusa estaba tan acostumbrada a vislumbrar a su mellizo como un maldito despiadado que poco podía ofrecer en cuanto a sentimientos cálidos, claro, dejando de lado lo apasionado que éste llegaba a ser cuando la lujuria invadía su perfecta y atrayente figura.

La fémina alzó una ceja ante aquel comentario de doble filo a la par que sus azulados y penetrantes ojos se hacían de cabeza a los pies con la anatomía de Stiva; sus únicos y envolventes ópalos, sus finos e intrigantes labios. Su torso demarcado a cincel, su abdomen plano, su fina cintura. Hasta la forma en que su miembro adormecido recaía sobre sus testículos le parecían a Yulianna algo digno de observar para deleitarse en completo silencio. Una contemplación a la que no podía negarse por más que quisiese.

- Que el sonido de mis pasos haya retumbado en vuestra mente tal vez no es más que otra señal de nuestro Señor Odín para que dejéis ese letargo de vagabundo y centréis la mente en algo valioso, mucho más que el dormir – profirió de forma tajante, anulando completamente cualquier queja de su hermano del ambiente, claro estaba que para ella no era tiempo de atender estupideces como esas. Aquella no era una jornada para quedarse tonteando sobre las sabanas hasta el mediodía, no, el amanecer había llamado a Yulianna por una razón y lo mejor sería deducir exactamente por qué en esos instantes, antes de que su mente se nublase nuevamente. Pocas y contadas fueron las veces en las que las premoniciones arribadas a la mente y alma de Yulianna finalizaron siendo erróneas o confusas, por lo que ésta siempre se dejaba guiar por las mismas, arrastrando a su mellizo a la fuerza con ella si era necesario.



Ochos años atrás…

Yulianna gustaba de sentarse por las tardes en el pórtico de su casa, pues la humilde y pequeña residencia de los Záitsev tenía la particularidad y suerte de poseer una hermosa vista hacia los bosques rusos, aquellos de altos arboles de pino que se teñían completamente de blanco en los extensos inviernos de Ekaterimburgo. Con un par de guantes de lana hechos por sí misma y una inmensa bufanda a juego con éstos, la rusa solía vislumbrar el atardecer de su tierra todos los días, deseando en su interior que la vida que tenía por delante fuese mucho más prometedora que la que le tocaba por soportar en presentes días.

Una de esas tantas tardes, mientras la joven observaba hacer a los copos de nieve alrededor de la casa, una extraña imagen se presentó ante sus ojos, anulando completamente cualquier sensación propia del espacio donde Yulianna realmente se situaba en aquel entonces. Los azulados orbes de la adolescente se abrieron como nunca antes frente a las revelaciones que se mostraban una tras otra a escasos pasos de su persona.

“Sus vidas cambiarán, pero para todo cambio es necesario un sacrificio… Un sacrificio de color rubí”.

Yulianna jamás volvió a olvidar esas palabras pronunciadas por aquel adulto hombre esbelto  y firme, de tez blanca y barbas prominentes. Ella no sabía de quien se trataba, por lo menos no en ese momento, solo el destino se encargaría de desvelar las piezas que la mente de la rusa divisaron con muchos años de antelación.

Desde ese día, Yulianna confió ciegamente en aquellas visiones que se le presentaban. A veces las compartía con su hermano, otras tantas no por miedo a que éste creyese que estaba loca. Aquel don presentaba para la rusa una bendición y una maldición al mismo instante ¿Quién gustaría de conocer el día de su muerte antes de que eso sucediese?



Se envolvió el cuerpo con una bata de seda negra, adornada con algunos encajes delicados con forma de pequeñas flores. Un detalle vivaz que resaltaba en la pálida y casi mortuoria apariencia que Yulianna podía tener por algunos momentos.
Ya algo arropada clavó sus ojos sobre los de su hermano, intentando transmitirle la seriedad que el asunto tenía para ella - Creo que es hora de conseguir una nueva ofrenda… - comentó fugazmente, liberando sus palabras de forma rápida, como si en el fondo no quisiese decir eso. El último sacrificio no había sucedido hace mucho tiempo y Yulianna temía que su hermano generase la idea de que la rusa estaba tomando el asunto de las muertes de forma desmedida, ofreciendo sangre a Odín innecesariamente solo para recibir beneficios con más asiduidad.  Stiva era fiel a su Dios, pero eso no significaba que creyese todo lo que éste solicitase a través de la mente de Yulianna. El maldito podía ser tan desconfiado a veces, que quitar sus dudas era toda una odisea. Y en aquel momento, cuando la paciencia comienza lentamente a consumirse como la llama de una vela, Yulianna no estaba precisamente para dar muchas explicaciones.

- ¿Os apetecéis algo de comer? - Cuestionó bruscamente, señalando una bandeja de frutas a la par que intentaba suavizar el tema expuesto sobre la mesa.


Última edición por Yulianna Záitseva el Mar Mayo 20, 2014 10:05 pm, editado 2 veces


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Mensaje por Stiva Záitsev Lun Abr 08, 2013 2:15 am

If I Had a Heart by Fever Ray on Grooveshark

“Muéstrate despacio, que las ansias en la espera,
preña a la mente de ideas extravagantes y placenteras”


Las pupilas se posaron con marcada ironía sobre las de Yulianna, tenía el conocimiento de lo atractivo que podía resultar para las mujeres, atractivo que osadamente utilizaba para mediar todos sus planes y conseguirlos, no importaba que tipo de cabezas tenía que pisar –incluyendo a su propia familia- Stiva era tan descarado que no le importaba desear un poco más a su propia melliza, no le importaba que fuese sangre de su sangre –un hijo de puta- un total y reverendo hijo de puta.

Abrochó el último botón acomodando su camisón dándole un aspecto desinteresado, con una exhalación desesperada despeinó su cabello castaño en una muestra de molestia que sabía, pasaría después de la reprimenda de la rusa. Particularmente Yulianna era un baúl de desafíos –la única- que le parecía uno y por ello le divertía excesivamente manipularle, pues en cierto modo le distinguía como acreedor de un trofeo magnífico y digno de disfrutarse - Parad querida mía…que el único que ha de darme ordenes en éste lugar es el mismo Odín en persona…¿Qué tiene de malo disfrutar de todo lo que hemos cosechado después de tanto esfuerzo?...- sus palabras eran punzantes, incitaban a una confrontación, a la batalla de dos lenguas que habían nacido exclusivamente para elogiarse una a otra y desafiarse en el intento de superar sus propios miedos. Finalmente desterrando el letargo de su rostro en el que la barba le daba una apariencia más interesante y madura logró captar con mayor atención la curvatura del cuello de aquella que culminaba en un retoque místico sobre los hombros y seguía su camino hasta las clavículas que sobresalían adulando su delgadez, más no una delgadez exagerada, sino una bien proporcionada de largas piernas torneadas, un trasero redondo el cual gozaba mordiendo con encono mientras la poseía. Sus senos aún conservaban su firmeza natural y sus salientes pezones destilaban la gracia de la mujer en la que estaba convertida, si aquello era un pecado por el cual sería condenado con mayor severidad  no le importaba -Yulianna le seguiría hasta el mismo Infierno si fuese necesario-.

Hasta ese momento lo que importaba era congraciarse a los designios de Odín, pues el uno con el otro lo estaban ya perfectamente, con un andar moroso pero que disipaba la insolencia ante las palabras de su hermana en dónde le exhortaba al orden y disciplina, alcanzó con la punta de su dedo índice el listón del camisón negro de la rubia del que suavemente alzó una de sus puntas para desatarle propiamente con el fin de desnudarle, contemplar su cuerpo hasta saciarse, hasta el momento en que a éste le fuese suficiente - No cubráis tu cuerpo mientras me ofreces un banquete por degustar, prefiero sea tu carne la que saboreé con mi lengua y de tus labios pueda beber el vino añejo que más me gusta…- le invita con un suspiro que se jacta de su deseo por ella y el cual intencionalmente desata sobre el lóbulo de su oreja. La sonrisa del ruso acompaña sus intenciones matutinas, no hay don que sacie a la bestia que lleva dentro, esa que le da por seducir con vehemencia a su contraparte –y como disfrutaba haciéndolo-.

(…) Era común que Stiva desconfiase de su hermana, pues su propia sombra era capaz de traicionarle si ella tuviera la oportunidad de hacerlo. Pero sus ojos se mantenían siempre a la expectativa; alertas, la curiosidad, la intrusión,  destacaba al brujo. El cuidado que tenía para aventurarse a descubrir todo lo que encerraba  su reservada hermana Valentina era excepcional, un hábito que no pasaría por alto, sobre todo tratándose de alguien que goza por contener el control de todo lo que le rodea, ejercer dominio sobre personas, situaciones o cosas, un maldito que evidenciaría los errores de cualquiera dejándoles como el peor de los idiotas. No era excepción su pequeña Diosa sin altar, si ella era capaz de asesinar sin remordimiento a su sangre ¿Qué le hacía diferente a Stiva?, en algún momento habrían de acabarse mutuamente, pues un mundo en dónde dos cabezas desean tanto es posible que desaparezcan.

La lucha entre ambos consistía en apretar y soltar, dar y tomar, más nunca perder o intentar, sólo existían dos caminos; Ese en dónde preexistía un camino ideal para alcanzar sus metas y ese otro en dónde fallar no era una opción, costase lo que costase Stiva y Valentina conseguirían cumplir sus caprichos por más codiciosos que estos fueran ¿En qué consistía su pecado? Si ya estaba anotado en las primeras líneas el sacrificio de sus progenitores. En cierto modo, Stiva agradecía esos ojos impacientados de una elocuente mujer, era posible que examinarla y situarla en su deseo le cegara a tal punto de idealizarla, era perfecta e imperfecta a la vez, curiosamente eso no importaba, pese a que se amaba a sí mismo y muchas veces adoptaba los siete pecados capitales con desfachatez, sano o insano el amor por ella era irracionalmente lógico tras unas historias como las suyas. (…)

-Tiendo a desaparecer cuando tenéis esa mirada inquisitiva en vuestro rostro, pero me apetece tanto devorarte completa, follarte hasta que me pidáis que pare para explicarme cualquiera que haya sido vuestra visión…o simplemente mientras tengáis un orgasmo tras otro me develes sus palabras…- entona lascivo rodando su barbilla contra el cuello de la joven en una caricia por demás sugestiva, aquella gala de su hipnótica virilidad demostrada a metros de distancia y que es imposible de pasar por alto a pocos centímetros de cualquiera que se háyase sometida a una situación como ésta. Era difícil convencerle de lo contrario, de obtener su atención o mantenerla, si realmente existía un motivo para que Odín exigiese otra ofrenda la rusa tendría que persuadirlo muy por encima de sus dones sexuales.



Última edición por Stiva Záitsev el Lun Jun 02, 2014 9:19 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Yulianna Záitseva Jue Abr 25, 2013 6:55 pm

"Es un principio indiscutible que para saber mandar bien,
es preciso saber obedecer".



Cada día que transcurría, cada vez que Stiva se deleitaba retorcidamente con la carne de Yulianna, ésta comenzaba a notar que su mellizo se había percatado finalmente de aquel sentimiento que la rusa resguardaba secretamente en su interior y que, sin quererlo del todo así, sobrepasaba los límites estipulados por ambos en el pasado.
¿Pero cómo hacer para no dar un paso más hacia aquel abismo que su hermano representaba? Jamás conoció a un hombre como él; de mirada única y mente sádica. De labios carnosos y movimientos de cadera interminables a la hora de penetrarle a ella hasta el clímax pasional máximo. Odín no podría haber concebido sobre la Tierra a otro individuo como aquel brujo y quizás esa era la razón principal por la que Yulianna había caído silenciosamente en un mar de amor por Stiva que jornada tras jornada le ahogaba con más vehemencia.

¿Nacería un sentimiento mutuo ante una necesaria confesión? Por supuesto que no. El maldito era demasiado vanidoso como para admitir algún tipo de emoción despertada por alguien que no fuese él mismo. Todo lo demás era sensiblería innecesaria, ridícula y patética. Y estaba claro que Yulianna no podía permitirse una proyección tan débil de sí misma frente a su hermano, por lo menos no si anhelaba continuar en un mismo sendero de metas junto a su inigualable presencia.  Por la presente la rusa no tenía más que continuar callando su sentir, más siendo el doble de cautelosa al denotar que su mellizo no dudaría en manipularle más de lo habitual si descubriese aquel fino hilillo del cual jalar para obtener lo que quisiese, incluyendo el sacarla completamente de su futuro.

- Os recuerdo que no sois dueño de mi cuerpo como para solicitar su desnudez cuando os plazca – confirió para ejercer reminiscencia en el brujo de que no todo lo que desease se le serviría en bandeja de plata y por más que sus armas de seducción fuesen infalibles, era la mente de Yulianna el escudo impenetrable que le permitía a la castaña retirarse de aquella batalla cuando viese oportuno, sin rasguños ni exquisitas folladas de por medio.
- Si os dijera que nuestro Señor nos tiene preparada una gran recompensa ¿Aún continuaría con las mismas ganas de follarme que hasta ahora? – probarle de vez en cuando era algo que Yulianna disfrutaba. Bien sabido tenía que a Stiva poco le gustaba que le negasen aquello que su caprichosa mente se marcase como objetivo. Mucho menos que para alejar su objeto de deseo se utilizase ni más ni menos que algo que sus peculiares ojos no podían vislumbrar. Él no había sido bendecido con el don de la clarividencia como Yulianna, por lo que en ese aspecto en particular el apetitoso caballero se veía obligadamente atado a escuchar lo que su hermana pudiese o quisiese informarle sobre sus repentinas visiones, imágenes que ella creían eran enviadas por la gracia divina de Odín.
De ese asunto también nacía una dualidad espinosa; por un lado el agradecimiento de que uno de los dos fuese capaz de ver más allá del presente en el que vivían, pero por otro lado la desconfianza también crecía, pues Yulianna estaba segura para aquel entonces de que Stiva no creía completamente en lo que ella compartía con él tras recibir algún mensaje divino en el plano egoísta de sus sueños, solamente decodificados por la bruja.

Tarde o temprano aquellas dos fieras terminarían por devorarse una a la otra. La Tierra no era un espacio suficientemente amplio para que dos mentes tan codiciosas conviviesen, menos una junto a la otra. Un final algo trágico pero del que Yulianna no parecía asombrarse mucho. Posiblemente el día a día junto a su hermano estuviese mermando lo no tan lejano de ese dramático futuro, pues Stiva últimamente proyectaba un egoísmo inquietante, que la misma Yulianna ya no podía sobrellevar como de costumbre.

- ¿Qué os hace pensar que dejaría a vuestra persona alimentarse a través de mí? Os confiáis demasiado en su encanto innato, hermano mío – una leve sonrisa se dibujó en el espabilado rostro de la rusa, buscando esclarecer por unos instantes todas aquellas ideas tormentosas que venían de la mano del futuro con su hermano. Yulianna también debía comprender aquello que el ruso decía y que en cierta forma también era cierto; ambos se merecían un periodo de goce, de disfrutar todo lo logrado junto a la presencia de Odín hasta el momento ¿Por qué tal concebimiento le costaba tanto? Al parecer la insaciable sed de anhelar más y más había consumido esa capacidad en Yulianna, mucho, mucho tiempo atrás.

Semidesnuda, la rusa se permitió sentir la caricia de la piel cálida de su mellizo contra la suya. Aquella barba levemente crecida raspaba peculiarmente la tersa piel de Yulianna quien discretamente llenaba sus pulmones del aroma natural de Stiva, veneno letal y placentero que siempre terminaba por convencerle de todo. Pero no, no en aquella ocasión. La rusa actuó repentinamente y con una de sus manos tomó la mandíbula del caballero con firmeza, así clavó sus ojos azulados en los impares de tonalidad de él – Ni entre orgasmos, ni entre folladas… O quizás sí, pero os compartiré lo que he visto cuando yo así lo desee ¿Esta claro? – aquella lucha de egos, de sentirse por un instante uno mejor que el otro parecía ser parte de la naturaleza de aquel dúo único que se adoraba y odiaba al mismo tiempo.


Última edición por Yulianna Záitseva el Mar Mayo 20, 2014 10:08 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Stiva Záitsev Dom Abr 28, 2013 3:54 am

Él no le pudo decir nada bonito porque tenía la boca sucia de silencio
de tan gastadas que tenía las palabras. Sólo les quedó la piel para entenderse

Distintas ideas pasaron por la cabeza de Stiva, la primera de ellas era dominar con mucha más presunción el carácter fuerte de ésta, sus habilidades como brujo eran cuestión de instantes para poderlas utilizar, pero aunque él deseara tener mucho más que el cuerpo de su melliza una sola regla pautaba sus principios; exenta queda la magia en la propia sangre. No se trataba de misericordia, esa palabra no existía en su diccionario, pero el vínculo entre ambos era silenciosamente respetado por él, además ¿De qué servía teneros como títere?, le divertían sus retorcidas respuestas, sus engaños apresurados en dónde pataleaba para salir a flote de aquella corriente arremolinada que él compadecía todo el tiempo. Eso era, una maldita manzana podrida que esperaba ser levantada del suelo y que, difícilmente se rescataba. Algún día serviría como abono para la tierra, desechando lo que no valía de sí mismo.

¡Cómo deseó el invierno! Austeramente,
en orden minucioso de blanco y negro,
de hielo y roca, todo deslindado,
el corazón a fría disciplina sometió,
exacto cual copo de nieve.


Entonces, entrelazando sus dedos deparó un mohín de expectativa fingida hacia la rusa, como idolatraba a su musa consentida, si tan sólo existiese una razón más fuerte para llegar a amarle como ella lo necesitaba. Los ojos no mentían; eran un par de libros totalmente abiertos, unos que gracias a su estrecha relación había aprendido a examinar, pero en muchas otras ocasiones prefería ignorar lo que ambiguamente Valentina se resistía a demostraros. Pero los sentimientos  por su parte estaban enterrados en el corazón, muy en lo profundo, seis metros bajo tierra junto a sus padres -Hermana mía, estáis evitándome nuevamente ¿o es que la noche que habéis pasado en mi cama no ha dibujado esa sonrisa de complacencia tan habitual que hiende vuestro rostro después de follaros con todas mis ganas?...- elegía por persuadirle de otras maneras “hijo de mil putas, cien veces”, se maldecía en su interior, sofocándola hasta llenarla de rabia…-Vuestro cuerpo no es mío, lo sé…pero no podéis negar lo que es evidente a mi olfato, mi gusto y a mi tacto. Vuestra piel se eriza con un roce de mis dedos o el cuerpo, su transpiración no vacila en florecer entre los poros de vuestra piel y si mi intuición no me traiciona, diría que desea…- inquirió raspando con su barbilla nuevamente el hombro de la rusa delineando con su lengua el camino húmedo hasta su lóbulo izquierdo en el que; por último, instaló un beso pulcro, suave como la piel aterciopelada de la bruja -…deseas alimentarme muy bien…-

En su interior reía desfachatadamente ¿cómo podía ser tan miserable? No tenía consideraciones y nunca las tendría. De qué le servirían?. Por supuesto nada más para despertar su conciencia y castigarle, para reprocharse una y mil veces los nombres de sus víctimas y tatuárselas a fuego y hierro sobre la espalda ¿y sufrir por ellos o ellas, esas mujeres que bien o mal le beneficiaban al ruso? ¡Ni de coña!. Sus reflexiones le ahuyentaban del deseo puramente carnal, su cuerpo tomaba distancia de un poco a más hasta apartarse completamente de una melliza exasperada. El rostro de Stiva parecía haber sido esculpido por el propio Odín, el semblante lucia insípido, se trataba de otro ente diferente, uno que actuaria con alevosía y ventaja si lo decidía -¿Continuar con las ganas de follarte…? Veras…- realizó una pausa lúgubre,  esa habitación parecía ser la única cómplice de lo que sucediese tras las cuatro paredes y Stiva se disponía a complicar la conversación todavía más. Odín, maestro de maestros, merecía más que ella, que él ¿y porque le condicionaba a no escucharle más que por boca propia de su hermana? ¡NADIE! demarcaba UN SOLO límite, hallaría en algún momento la forma de no necesitarle.

Suspiró por última vez y de sus orbes resplandecía la curiosidad por el saber.

-Cuando hayáis decidido decirme lo que vuestro maestro y el mío ha pedido, puede ser que sea algo tarde como para llevar a cabo su designio querida mía…así que si sois inteligente habréis de decírmelo ahora o enmudeciereis y no seré yo quien sea castigado por irreflexión y osadía…- situó como respuesta final cubriendo su dorso con un saco de chiffon y seda oscura como toque restante a su vestimenta.



Última edición por Stiva Záitsev el Lun Jun 02, 2014 9:20 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Yulianna Záitseva Lun Mayo 27, 2013 8:26 am

"Y todo silencio se romperá cuando a lo lejos
alguien exclame con sinceridad; ¡Viva el Rey!".



Ya bastaba su atractivo físico y su particular forma de ver al mundo como para tener que sumar a la retórica como otra arma conformante de su infinito arsenal de utensilios para alcanzar lo que se le antojase. Pero Stiva tenía todas aquellas peculiaridades de su lado, algunas talladas a lo largo del tiempo, otras residentes en su interior desde siempre. Odín le había bendecido y castigado al mismo tiempo con cada una de las habilidades que radicaban en su ser desde su nacimiento.

Las formas de trato del ruso hacia su melliza eran tan cambiantes como las estaciones; de un soleado y despejado verano lleno de atenciones y halagos innecesarios podía pasar a un invierno gélido y desértico, donde palabras congeladas cortaban como la ráfaga de viento más feroz de Ekaterimburgo. Aquellos cambios de actitud no tenían nada de malo, eran parte de él, eso estaba más que claro. El dilema yacía en que Yulianna comenzaba lentamente a perder aquella cualidad de sobrellevar esas tempestades repentinas como lo hacía antes ¿Un tema de paciencia? Ella creía que no, al contrario, internamente sentía que sentimiento de espera había madurado enormemente, más desde que había visualizado un premio solamente para ella que prometía mucho más que una vida rodeada de lujos y comodidades superficiales.

- Podréis juzgarme por innumerables pecados, pero jamás usad vuestros labios para calificarme de veneradora incompetente – la seriedad se dibujó en el rostro de la damisela, pues no toleraba en absoluto siquiera la idea de que alguien se atreviese a proyectarla como una mala devota ¡Por amor a Odín ella había asesinado a sus propios padres! Solamente una mente tan maliciosa como la de su hermano era capaz de soltar una acusación tan asquerosa y ofensiva. Pero así era él; mil que se tornaba vinagre cuando menos se lo esperaba.

Volvió a arroparse en su bata oscura sin reparo, sin interés de si a su mellizo le importaba eso o no. Caminó hasta el ventanal principal de la habitación y observando el horizonte alzo su mentón, enfocando su mirada en aquella línea lejana, donde el cielo y la tierra se acariciaban por mero compromiso – Debemos partir a tierras lejanas... A Inglaterra – la orden fue impartida de forma clara y sin acompañamiento de explicación alguna, como si tal acto no fuese necesario en absoluto. Lo dictaminado debía cumplirse y punto, sin cuestionamientos de por medio.

Generalmente las visiones de Yulianna tendían a ser imágenes o palabras, de vez en tanto secuencias que ella misma era capaz de decodificar sin problemas. En otras oportunidades todo se armaba un poco más lento, como si de un rompecabezas se tratase, donde cada paso hacia encajar una ficha nueva. Pero la visión de aquella noche anterior fue sumamente precisa y clara. No había nada que descifrar; todo lo que Stiva y ella debían de realizar había sido proyectado con una trasparencia única. La rusa creyó que el sueño se dio de esa manera solamente porque la relevancia que éste mismo tenía en el futuro de ambos no podía permitir fallo alguno. Odín había querido que su poder llegase a un punto tal que en la mano de los Záitsev estaría el destino de toda una sociedad, de toda una nación.

- Empacaremos lo necesario y partiremos esta noche. Que la servidumbre y demás se encarguen del mantenimiento de las casas y demás… Estaremos un buen tiempo lejos de aquí – giró la cabeza hacia un lado y le sonrió sinceramente a su hermano. No sabía bien porque, pero tras la mirada hacia el horizonte, todas y cada una de las tormentas dentro de su ser cesaron por un tiempo, en el que, silenciosamente se permitió alegrarse por él. El maldito ni sabía lo que Odín le tenía preparado, y más aún, que alcanzaría todo a través de ella. Yulianna comenzaba a tener las riendas de una nueva aventura que pese a no dejar una recompensa llamativa para ella, si lo haría para su hermano. Y a partir de ahí, el camino de la rusa comenzaría a iluminarse de una forma diferente; con un Sol solamente para ella.


Última edición por Yulianna Záitseva el Mar Mayo 20, 2014 10:13 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Stiva Záitsev Jue Mayo 30, 2013 1:28 pm

Oasis by Tarja Turunen on Grooveshark
I won't help if you wait for me, I'm a slave to the dark
I Know I'm not saint, you see. The Dawn is when it starts
feel the shadow of my oblivion hoping mercy would
show her face on the road to your own perdition
in the coal-blackened rain.



La escuchaba, claro que lo hacía y mientras le conviniera seguiría en ese estado que tanto le encantaba conservar. El tono punzante, definitivo de una rusa exasperada le excitaba, que atractiva le parecía la escena en dónde la esclavizaba y sometía a su antojo, a regodeo de Stiva lograba lo que él se propusiera, si fuera el caso de hacerle callar, por supuesto que lo haría –si no saliese algo más interesante de sus labios- ¡Maldita sea como la deseaba!.

Sonrío irónico, sujeto a las intensiones que le exponía su melliza Valentina, por Odín que le hacía difícil pensar en otra cosa que no fuese tenerla entre sus brazos, era una mujer sensual, dominante –aunque no tanto como él- se concentró en otra cosa que no fuere el cuerpo delgado y la curvatura de su cuello suave, dejando fluir la charla de ella y la escucha de él, prefería hacerlo de aquella manera. Parecía incluso permisivo, condescendiente con la razón de su única existencia, una que se negaba a aceptar abiertamente, pero sin su melliza el mundo sería tan vacio e inexistente como el infierno que le esperaba -¿Escocia?...- comentó entre dientes, remachando la misma frase que su hermana ¿Acaso Odín, el gran padre de todo, tenía otros planes más ambiciosos?, ¿sería verdad o simplemente se dejaría llevar por la ambición de su hermana? Para desgracia de ella le conocía, pero no recurriría a otros métodos para descubrir la verdad – ¿Habéis dicho Escocia?...ese país subdesarrollado que permaneció por siglos bajo el poder de Inglaterra…- expuso inteligentemente, estaba muy bien informado de lo que ocurría a su alrededor, navegaba con la bandera desinteresada de la ambición y la gloria, pero el ruso era acreedor de una mente tan meticulosa e inteligente que muchas veces asustaba. Imaginaos a un león con la inteligencia de un joven superdotado, imaginaos al caos y la nada atrapados en un recipiente humano con heterocroma. Sus ojos avanzaron estudiando escrupulosamente a Valentina, desde la cabeza hasta los pies, el lenguaje corporal decía más de mil palabras, pero desistió refunfuñando y alzando su mentón envuelto por el fino vello facial -¿Qué podéis encontrar ahí en Escocia, querida hermana, vuestra visión está tan nublada ya que no podéis determinar exactamente lo que Odín desea para nosotros? Por favor no me hagáis pensar que estas perdiendo tu habilidad para interpretar los designios del gran maestro…-

Entonces expresó con sarcasmo y malicia, directo a la yugular, con los colmillos afilados directos a destrozar cualquier idea posible, le altercaría y cuestionaría hasta estar totalmente seguro de lo que ella decía. Le fascinaba ser tan hijo de puta, por Odín que se deleitaba con los cambios de humor en su amante y había elegido precisamente pinchar con agujas su ego inflado, todo fuera por reconciliarle en la cama y vaya que siempre lograba lo que él se proponía. Su ojo ámbar y azulado se detuvieron para presenciar la escena, su semblante era desfachatado, insolente y perverso, a su apariencia le daba un aire de superioridad intelectual y el desinterés que se le sumaba era otro problema con el cual, ella debería lidiar toda su vida.



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Mensaje por Yulianna Záitseva Vie Ago 23, 2013 4:44 pm

"We remember tonight
for the rest of our lives"




Jamás dejaría de lado aquella insolencia ¿O acaso si, en el preciso momento en que las palabras mágicas saliesen expulsadas de la boca de su hermana? Stiva a veces era dominado por aquel personaje que tanto tiempo atrás había creado para ser indestructible e indomable.  Pero Yulianna era consciente de que el susurro del poder a veces podía arrastrar al galán a donde se le antojase siempre y cuando la recompensa fuese, como siempre, mayor a la anteriormente alcanzada. Más y más hasta la misma eternidad. Y hacia allí se dirigían ambos, a veces con pasos, a veces con zancadas pero sin detenerse nunca. Eso era exactamente lo que el gran Odín deseaba desde hace milenios; dos hijos incansables que nunca diesen un paso atrás.

- Iremos a Inglaterra, donde me coronaré reina y vuestra persona, futuro esposo mío terminara dirigiendo una nación entera luego que el Rey actual fallezca, repentina y misteriosamente – despojó a la novedad, sonriendo, tratando de resguardar las ansias por ver la reacción de su mellizo ¡Reyes, serían putos reyes de un país entero! La gracia de Odín acariciaba las espaldas de Yulianna y ella podía sentir plenamente la mano divina que ahora le acompañaba. La rusa se vislumbraba bendita entre todas las nórdicas que alguna vez le sirvieron al Dios del norte. Después de tanto tiempo la deidad había encontrado a la mujer perfecta, al recipiente exacto para llevar adelante sus planes sin equivocaciones, sin fallos propios de los humanos. A los ojos de Odín Yulianna era casi tan divina como él.

Camino hacia el hombre que carcomía su deseo y le observo fijamente. Se detuvo y aun sonriente,  contemplando aquellos dos orbes maliciosos, uno azulado y otro ambarino, le extendió la mano a su hermano, invitándole sin temor a su próxima aventura, a su futura coronación. Al reinado que tanto había añorado el ruso. Yulianna ya se imaginaba al joven erguido observando como toda una legión de soldados se arrodillarían ante él. La rusa visualizaba en su mente las conquistas, las guerras y las expansiones de territorio. Palpaba sobre su sedosa piel la caricia de la victoria, del sexo desenfrenado con la realeza. Escuchaba los gritos fervientes de una nación que adoraba a su Rey y que le seria fiel hasta el mismo final. Y allí se vislumbraba ella, un paso más atrás de él, dirigiendo las cuerdas de la marioneta en la que Stiva se convertiría. La castaña manejaría el espectáculo desde ahora en más y gracias a Odín, todo terminaría cuando ella lo desease. Su voz decretaría, sus ojos apuntarían, su índice sentenciaría y Stiva, él solo debería de seguir las órdenes por su propio bien ¿O se rebelaría ante los designios de su Dios?

-¿Os atrevéis a acompañarme? Si vuestra respuesta es “no” solo espero que Dios tenga compasión de vuestra alma ante una acción tan terrible como darle la espalda a sus designios -  vocablos precisos, llenos de amenaza camuflada pero rotundamente ciertos para la rusa, pues así veía ella lo que un rechazo a las indicaciones de Odín podía llegar a generar; la muerte.


Última edición por Yulianna Záitseva el Mar Mayo 20, 2014 10:15 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Stiva Záitsev Lun Sep 23, 2013 12:34 am

Si el caso fuese en el que la rusa no tuviera un vínculo tan cercano cómo el que tenían ya le habría callado a punta de azotes en las posaderas, estaba confinado a creer en  sus visiones las cuales, después de todo, los habían llevado hasta dónde se encontraban actualmente, no obstante, ninguna de ellas le aseguraban la verdad y mucho menos que llegarían hasta el objetivo si no es que tuvieran que arriesgar más de la cuenta y Stiva no arriesgaba todo por nada, nada que no fuese seguro valía la pena para él o ella -Tenéis mucha confianza en lo que dices, Valentina…-le llamaba por primera vez por su nombre con esa voz rasposa y masculina cuando ameritaba algo de seriedad el asunto, el brujo podía hacerlo sin mediar palabras, directo al punto, consistente en sus acciones, un líder nato al cual no le costaba poner en tela de juicio las palabras de quién desde su infancia había considerado la única mujer en su vida –peligrosamente- la única, la pequeña niña de largos cabellos ondulados que había adoptado bajo su cuidado, misma que ahora era una mujer que se entregaba a displicencia de un hombre oscuro, sumergido en la oscuridad -Vuestros ojos dicen que estáis dudando en el hecho ¿tenéis idea de que al tomar el rumbo que me reveláis deberemos acabar no con un Rey, sino con una monarquía absoluta en la que mandaran dos hermanos sujetos a ser desplazados por la propia corte y asesinados ¿tenéis idea que vuestra vida y la mía correra peligro más de lo pensado?- insinúa ocultando su terror por siquiera pensar en perderle delineando una sonrisa transparente en su rostro, aquellas que de sólo verse es posible apreciar la intención de su portador. Y las intenciones del varón distaban de tener conciencias o remordimientos, llegaría hasta las últimas consecuencias para lograr hacerse del poder que necesitaba.

No obstante ¿sería capaz de compartir el poder con esa que le ofrecía la mano a distancia? ¿Qué era lo que realmente movía las intenciones del ruso por debajo del agua en dónde la corriente parecía ir más rápido que en la superficie? Era un libro en blanco pero en el cual difícilmente se podía escribir o saber que había escrito antes, ansiaba el poder, la satisfacción de poder contener en sus manos la vara con la que mediría a sus enemigos –pues todos sin excepciones representaban una molestia para él- cualquiera por menos importante que fuese dentro de la sociedad resultaba una piensa interesante que mover dentro de su tablero de ajedrez, tanto los peones como los reyes le darían la suficiente fuerza para alcanzar sus objetivos por las lejanos que se vieran de su persona. ¿Tendría que pisar alguna cabeza en su caso? Lo haría. Todas las que fueran necesarias, inclusive las de sus “allegados” sirvientes, políticos o reyes, no importaba la diferencia de clases sociales, todos tenían un papel en la historia que lentamente tejía a base de méritos y engaños, después de todos no era más que un usurpador sin moral, nunca se había tocado el corazón para tomar la vida de esos que le atormentaban todas las piedras de su camino eran barridas sin escatimar recursos. Todas y cada una de ellas.

Pero ahí frente a la rusa de cabellos castaños escuchaba el grito del verdadero poder sobre una nación entera, finalmente cabía la posibilidad de conseguir cumplir sus menesteres y ciertamente le seducía pensar en palpar el trono de un rey de una potencia como la de Escocia. Odín le ponía en el sendero de la iluminación total ¡Ahora confirmaba que los reyes no nacían, sino que se hacían a medida que cruzaban por las odiseas de un sendero del gran maestro!. Fue en ese momento en que sus orbes bicolor se iluminaron con un brillo particularmente malicioso, uno que podía aterrarle, su rostro descolocado por la ambición se turbó tensando la mandíbula en una mueca irreconocible, su expresión parecía reflejar lo que era realmente; un maldito hijo de puta capaz de lograr toda clase de deseos...

Conteniéndose giró su cuerpo varonil hacia la fémina frente a él posando una de sus manos sobre la suya, enlazando sus largos dedos con los suyos, cómo si se tratase de un pacto más allá de lo entendible por los propios mortales -Seguiremos el destino que nos habéis impuesto el gran Odín, mon dieu…y será él testigo de nuestros grandes logros...-


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Mensaje por Yulianna Záitseva Mar Mayo 20, 2014 11:03 pm


Las costillas ensangrentadas liberaban un crujir particular, indescriptible sonido que lentamente se apaciguaba al tiempo que aquellas dos hileras de huesos se abrían sobre las espaldas de sus mutilados dueños para formar las extendidas y rubíes alas de las Águilas de Sangre.
Los cuerpos que yacían frente a los ojos de la rusa eran los de sus padres. Yulianna les observaba estática, sumergida en la magnificencia de aquel espectáculo mortuorio y divino a la vez a los que ella, bajo mentiras y conjuros les había arrastrado. La mente de la bruja había recordado dicha imagen debido a que su corazón latía casi con la misma emoción que aquella noche tras escuchar la respuesta positiva de su mellizo. La calidez desprendida de esos dedos entrelazados aseguraba en el interior de Yulianna que Stiva estaba seguro de aventurarse a las tierras inglesas a conseguir lo que estaba predestinado para ambos. Y si el ruso se encontraba convencido de algo, ella podía asegurar ciegamente que éste haría todo lo posible y más para arribar a su objetivo. No habría vida que valiese tanto para detenerle.

- En nombre de nuestro Señor, traeremos la gloria a las tierras inglesas. El pueblo se arrodillara ante nosotros hermano mío. Eso simbolizara la redención de esos humanos ante la inmensidad de Odín – confirió la castaña, sumergida en la magnificencia de imaginarse al acto; hordas de humanos siendo dirigidos por Stiva y por ende, guiados por los designios del único Dios capaz de llevarles a él y su hermana a la inmortalidad completa.

"Y entonces soñaré con zarcos horizontes,
Jardines, surtidores quejándose en el mármol,
Con besos y con pájaros que cantan noche y día,
Lo que el Idilio alberga de puro y de infantil.
El Motín, golpeando sin éxito en los vidrios,
No hará que del pupitre se levante mi frente,
Pues estaré gozando la voluptuosidad,
De que la Primavera a mi capricho irrumpa,
De hacer que se alce un sol en mi pecho, y crear
Una atmósfera tierna de mis ideas quemantes."


Ahogada por la ansiedad, liberó bruscamente las manos rusticas de su mellizo y apoyo las suyas, delicadas y pequeñas sobre el pecho de él. Yulianna mantuvo silencio por unos instantes, como si buscase sincronizar la emoción de sus latidos con los de Stiva, igual de codicioso pero siempre mucho más reservado y oscuro - ¿No creéis que esta damisela frente a vuestros maléficos ojos merezca una recompensa por servirle tan dadivosamente? – el cuestionamiento fue acompañado por aquella mirada lujuriosa, que entremezclaba sentimientos que solamente Yulianna fusionaba tan particularmente: deseo, malicia y provocación. Un par de ojos a los que muchos les temerían, pero sabía que Stiva no era de esa clase. Por algo ella le veía como el único hombre. El único.



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Mensaje por Stiva Záitsev Lun Jun 02, 2014 9:12 pm

Sus manos aterciopeladas acariciaron el torso de Stiva envueltas por la liviandad, el anhelo por recibir una infalible recompensa, pero su orgullo se limitaba a resolverle lo necesario a su melliza, ni más ni menos, siempre y cuando le mantuviese comiendo de su mano cómo el juguete que ésta representaba. Yulianna era pues, un mal muy necesario, algo que jamás alejaría de su vida; pues sin ella no habría un objetivo por perseguir más allá de lo inevitable.

Sus ojos bicolores se enfocaron en esos del mismo tono turquesa que luchaban por leerle silenciosamente, expresivos, distintos, con un magnetismo calculador que atrapaba a sus víctimas sobre la telaraña que tejía minuciosamente hasta alcanzar engullir lo que deseaba. En cambio, el efecto en el ruso era por supuesto, todo lo contrario, ahí no había miedo, ni duda, tampoco alguna clase de sermón por su repentina actitud, simplemente existía la mezquindad, el egoísmo distante de lo que ella pregonaba, existía la necesidad de desaparecerla de la faz de la tierra y llegaría hasta las últimas consecuencias. De esa manera un cosquilleo revoloteo en su interior convirtiendo la sensación en una carga eléctrica que inundo todo su sistema nervioso -Tienes visión…- mencionó, tomando ambas manos entre las suyas, entrelazando sus dedos como dos lías hechas a la medida, dos hilos que formaban una perfecta obra de arte. Aquello, era una especie de pesadilla con un poco de miel encima de las hojuelas que tanto detestaba el brujo –irónicamente- lo que buscaba celosamente su hermana a costa de algunos caprichos que ni bien o mal cumplía a propósito colmando su propio saco de nimiedades –Eres joven, hermana, eres bella y poseéis un brío vehemente lleno de fuerza, eso os admiro de vos, si tenéis un poco de conciencia sabrás que si os recompensaré será bajo mis términos, no bajo los vuestros.  Hace mucho tiempo ya que he conocido vuestras habilidades…pero aunque la visión sea uno de los ingredientes más deseados por los brujos, yo prefiero caminar sobre tierra firme…- la metáfora en sus palabras era sencilla de entender, mientras tanto en el rostro del ruso un aire de superioridad se coló entre sus fauces haciéndole ver todavía más perverso –Todo lo que eres me pertenece, eres el veneno que correrá por mi cuerpo toda la vida, mi karma, la distancia entre el estar loco y cuerdo, Yulianna, si serás mía toda la eternidad, también sufrirás las consecuencias de pactar con el diablo.- sentenció tomándola de la cintura y el cuello para acercarla a él hasta ceñirle contra su cuerpo casi asfixiándola por la fuerza con que se imponía su anatomía.

De ésta manera y sin sentido alguno, aquel cuerpo femenino gradualmente explorado por el brujo parecía responder instintivamente a sus ásperas caricias, de igual forma, él correspondía adaptando sus manos hasta los glúteos de Yulianna los cuales atrapó sin más para alzarla sobre su cintura sellando aquel momento con un impulsivo beso que obligó a callar sus lóbregos pensamientos. Allí, el pecado se enterraba como semilla cosechando una de las relaciones más enfermizas de aquellos rusos que se enternecían bajo caretas simuladas por la verdad, ambos eran el desliz de un Dios que no existía más que en sus propias mentes y servía de pretexto para cumplir sus propios deseos.


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Mensaje por Yulianna Záitseva Miér Sep 10, 2014 5:02 am

"El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable.
Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad."



Yulianna solía orarle a su deidad nórdica por iluminación, por sentir que cada uno de su actos eran vigilados por ese par de ojos divinos que no le permitirían caer en la desgracia, después de todo, una hija tan devota y servicial como lo era la rusa jamás sería descuidada por un ser tan misericordioso y justo como Odín.

¿Por qué jamás suplicó por liberarse de su hermano? La relación entre ella y Stiva era adictiva, necesaria para vivir. Pero en la faz de la Tierra no existía aún droga que no fuese mortal y Yulianna sabía, quizás muy en el fondo de sus retorcidos y penosos pensamientos, que algún día quizás su mellizo la arrastrase hacia la misma muerte. Y siendo esto así ¿Dónde quedarían los deseos de compartir una eternidad juntos, borrando en nombre del mismo Dos y alcanzando la majestuosidad que siempre habían anhelado? La codicia yaciente en el interior de la hechicera solía responder punzantemente esas preguntas, susurrándole maliciosamente al oído de la castaña de que, cuando alguien lo anhela todo, nunca querría compartirlo con alguien más. Después de todo, el abarcamiento absoluto de algo, jamás implica pluralidad.

Pero pese a todo lo sobreentendido en su psiquis, Yulianna no hacía más que continuar avanzando descalza sobre aquel terreno impregnado en rosales que con cada día, sembraban más sobre su piel el dolor que las espinas del jardín de Stiva producían en ella. Y lentamente las fuerzas iban mermando. Y lentamente la rusa iba muriendo cada noche un poco más sin siquiera ser consciente de ello.

Las manos ásperas, los ojos bicolores. El ceño todopoderoso y tajante. Stiva se encontraba en plena metamorfosis, y su humanidad iba quedando cada vez más sumergida en un pozo que paulatinamente se llenaba de aguas turbias que jamás le permitirían volver a respirar como el que en un tiempo atrás alguna vez fue.
¿Pero cómo ella podría dejar de amarle? Tampoco sabía respuesta sobre si pudiese cambiarle. Parte de aquella bestia había sido tallada con las manos de la rusa. Una obra de la que ahora algo arrepentida se sentía, sobre todo tras asumir que no podía enmendar lo ya hecho. Entonces le amaría así, perverso, tajante e hiriente. Porque solo se necesita estar verdaderamente enamorada para saber lo masoquista que una puede llegar a ser. Y Yulianna lo estaba profundamente de su mellizo.

Sentir los labios de él sobre los suyos, era como dejar que el veneno entrase directamente en su torrente sanguíneo, permitiéndole infectar cada recoveco de su ser. Pero era más exquisita la anestesia que Stiva le proporcionaba con su pasión, que la muerte silenciosa que Yulianna captaba en sus visiones recurrentes.
Bastaba un momento, un beso, una caricia y él sabía que mantendría a la hechicera calmada por un tiempo.

- Mi deseo no es imponeros nada hermano mío. Los anhelos de mi alma van en guiarle por caminos que no traigan penurias o atrasos a vuestra vida – le sonrió levemente, quizás por un increíble candidez que pocas veces dejaba aflorar en sus ojos, sobre su piel… Ante su humanidad.


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Mensaje por Stiva Záitsev Lun Oct 27, 2014 1:24 am

Despacio sus manos se deslizaron a través de la piel tersa de Yulianna deteniéndose sobre su mentón el cual sostuvo con dos de sus dedos como si de aquella forma admirase con mayor cuidado la valiosa pieza que sostenía entre sus brazos. Éstas navegaban como una embarcación perdida en la inmensidad del mar, ese lugar inexplorado por el hombre, un lugar lóbrego y adverso, dónde el golpe de las olas es parecido al impetuoso corazón del ruso. Stiva proveía de ilusiones que se cumplían sí así lo deseaba, por otro lado, Odín era una imagen que usaba de pretexto para sus pretensiones lejos de su melliza.

A su vez, las imágenes de su próximo objetivo pasaban por su cabeza como los hechos palpables que le aguardaba el destino, pronto, ambos se distanciarían para poder lograr llegar hasta el trono que legaría un poder absoluto -No tenéis nada que perder, hermana- simuló su tono condescendiente, ese mismo que usualmente utilizaba con su pálida marioneta.

El veneno corría por sus venas cual torrente de sangre, impregnaba cada poro de su piel, él por su parte parecía inmune a las caricias de la rusa, no obstante, todas sus labios parecían contener ese liquido primordial que le obsequiaba la propia enfermedad que lo consumía desde su nacimiento, ambos estaban unidos por la propia sangre, ambos eran hermanos más allá de compartir los mismo genes. Eran pues, las almas destinadas a convertirse la trampa perversa de sus propias convicciones, pues uno no sobrevivía sin el otro.

Pese a no parecerlo, la mujer era el talón de Aquiles del joven ruso que se escurría éntrelas sombras sigilosamente, el ambicioso hechicero que suavemente hundía sus incisivos en su largo cuello como si éste fuese a ser devorado, la acción, lucia precisamente como una proclamación de poder sobre un ente que le pertenecía desde antaño, la proclamación de un cuerpo que disfrutaba a sus anchas después de protegerle con recelo, pues nadie miraría a Yulianna del modo en que Stiva lo hacia.

-Me habéis mostrado el camino hacia nuestra propia perdición, ¿pero es tu decisión acompañarme hasta aquel objetivo que ni bien arrastrando nuestros ojos perversos por ellos, podríamos perder la cabeza de una forma inigualable? Tendréis que estar loca por seguirme hasta las entrañas del propio infierno, y no creer que puedes perder una gran parte de ti misma en ello…Yulianna, tan joven y tan hermosa como jamás lo serás, quizás obtendréis la vida eterna que tanto buscáis…os admiraré con perversión, con lujuria, con anhelo, con el mismo anhelo con el que se desea la corona más preciada y vuestro cuerpo será mi templo hasta el día en que el destino decida separarnos…-


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