Dicen que el diablo puede ser tu mejor amigo...[Sara Ascarlani/Gemini Virgell]

por **Geminie Virgell** Jue Abr 04, 2013 5:35 am

No pudo evitar aquello que tanto anhelaba. Estaba en un burdel lleno de cortesanas haciendo lo de cada noche y cada hora sin tener en cuenta el tiempo que se les pasaba volando entre sabanas de satén. No fue un comienzo muy educado pues ahora ella se buscaba la vida sola entre los pedidos que atendía, yendo a fiestas y más fiestas, después teniendo sexo prácticamente en alguna esquina de algún pasillo. Aquella no sería una noche diferente. Ella misma seria quien diera el paso final al acabar la obra o sería otra persona. Ahora ella estaba en aquel elegante vestido rojo con encajes de color negro, con un bello recogido pero no tan llamativo.

Miraba a alrededor de toda la habitación viendo como cada mujer y cada hombre la miraban sin tener en cuenta que era de mala educación. Suspirando en la esquina con copa en mano esperaba su turno para poder irse. La habían contratado. No sabía quién, tan solo le llego una carta en la que ponía que viniera a la fiesta y simplemente firmo anónimo. Era un hombre muy común entre los desconocidos, pero tenía mucha mentira y cobardía tras ese nombre. Anónimo. Sinónimo de cobarde, de no enfrentarse cara a cara. Pero ¿ella que era? Comenzó a encontrarse algo agobiada en aquel lugar de gente estirada.

Hubo un chico o dos que le invito a salir a bailar y ella acepto, y de tal palo, tal astilla. Los movimientos en la pista de baile eran de admirar y se movía como si hubiera bailado desde siempre. Eso es lo que te llevaba a ser cortesana y tener la ventaja de ser un animal que se mueve entre los gatos. Consigues agilidad, movimiento y ves los movimientos ajenos del enemigo. El baile era lo mismo. Solo que con otra persona. Lo único que no te esperabas es que se apagaran las luces de repente. Luces, velas y las cortinas, todo en penumbra. La habitación solo se llenaba de murmullos entre la gente, comentando lo que pasaba. Un momento ideal, tu seguías bailando con aquel joven que comenzaba a asustarse. Seguía, pero del susto, el acompañante de baile de Geminie se fue de aquel lugar hasta encontrarse con una pared, en el trayecto, la había llamado “loca, para, deja de bailar loca” Comenzó a rascarse la mejilla pues siempre le picaba cuando estaba conmocionada.

No sabía que pasaba en aquel rincón. Suspiro tranquila. Se fue de la sala lentamente. Estaba aburrida de ver a gente tan normal a su alrededor. A una persona que la había traído, la dedico una mirada. Le sonrió y Geminie fue quitándose la ropa lentamente, el recogido, dejando su cuerpo solamente con su piel casi pálida y lentamente fue transformándose en aquel minino. La muchacha que ayudaba a Geminie aquella noche, tenía sus ropas entre sus brazos que después la metió en una bolsa que lentamente fue escondiéndola en un lugar seguro tras las grandes cortinas de los ventanales. Suspirando brevemente, esta se quedo mirando a la mujer que escondió sus ropas, se le acerco y le lamio los pies y después el minino se fue de nuevo a aquella sala en donde volvió la luz. Se quedo quieta, observando a la gente que reaccionaba de nuevo teniendo esta vez, caras que mostraban una sensación de alivio.

“Cobardes” Simplemente fue lo que pensó Geminie al verlos minuciosamente a cada uno. Hasta que se tuvo que fijar en una persona que era mujer, y que estaba sentada en una silla, bebiendo un espeso liquido carmesí....Aquello sí que ya le pareció raro.