Cubreme con tus besos y enseñame a ser feliz - 18+ (privado) Flasback

Caminó por el salón hasta llegar a la cristalera, que con sus puertas abiertas y las cortinas tamizando el sol que entraba a la imponente habitación invitaban a contemplar el hermoso paisaje que creaba el mar y su costa. Llevaba puesto un vestido de gazas color celeste como sus ojos, sus elegantes  y definidos hombros se apreciaban bajo la transparencia del genero, el escote algo pronunciado  dejaba adivinar su busto generoso. Sus pies calzados con unas sandalias al estilo griego y sin tacón le daba una imagen de ninfa o de sacerdotisa de alguno de los ritos paganos de la fertilidad, sus cabellos negros peinados en un recogido acentuaban la elegancia de su cuello largo.

Con sus manos corrió la cortina y el sol le hizo entrecerrar sus ojos, cubrió con la palma de su mano el sol que le molestaba para intentar encontrar a su esposo, quien como todo hombre ocupado en sus asuntos, se encontraba hablando con diferentes personajes cerca del embarcadero. El caballero que hablaba animadamente con Hayden se quedó en silencio y la contempló de una forma arrobadora, como si hubiera visto un ángel o una aparición. Giulia se sintió incómoda y no supo si huir al interior de la mansión o saludar con una dulce sonrisa a su esposo que se daba vuelta tratando de entender que era lo que había llamado tanto la atención de su compañero. Al hacer contacto visual, ella bajó la mirada avergonzada, no entendía porque esa sensación la envargaba, nunca se había sentido insegura o con miedos de provocar una acción que molestara,  pero desde que Hayden había entrado a su vida, todo en ella cambio.

Se dirigió a la balaustrada y apoyada en ella observó el reflejo del sol en el agua, las góndolas que llevaban o traían desde pasajeros importantes hasta diferentes bultos de mercancía, pasaban  de manera afiebrada, la ciudad se notaba pujante y viva, tan distinta a su villa de Arezzo. En una de  esas embarcaciones pasó un pequeño niño,  de no mas de tres años, quien al verla le saludó con su pequeña mano, ella sonrió y le contestó el saludo, mientras lo veía alejarse, iba con su familia, la madre la contempló de arriba a bajo, de manera despectiva, es que para la sociedad de Venecia la forma en que ella se había vestido era reprobatoria, pero solo quería verse bella para su marido, lo demás no le importaba.

Cuanto deseaba que el Señor de los Cielos les diera un hijo,  su ilusión  era que la llegada del pequeño hiciera que su amado Hayden,  no quisiera salir a cumplir mas misiones, algo en ella le decía que nada bueno podía salir de eso. - debes decirle que se cuide de la Alianza – se dijo, temía que él se enojara si le contaba que ella había pertenecido a esa Sociedad, pero si había pertenecido a esa sociedad fue porque deseaba vivir en paz, y así ver feliz a su hermano y su amada Maryeva – que será de ellos – pensó angustiada, hacía semanas que no tenía ni una noticia, era como si la tierra se los hubiera tragado. Negó con la cabeza, no deseaba pensar en tragedias, - seguramente estarán ya en Londres - intentando apaciguar el sentimiento de incertidumbre que la embargaba. Temía la reacción de su amado, pero más se sobresaltaba al pensar en una posible redada en la que la vida de su esposo corriera peligro.

Los pasos firmes le avisaron que el hombre de su vida se acercaba a ella, los brazos rodeándola, la barbilla masculina en el hueco de su cuello y hombro la hicieron estremecer, deseaba que la cubriera con sus besos y caricias, como en su noche de bodas, anhelaba huir del mundo en ese lecho que los cobijaba y protegía de todos, de todo. Suspiró mientras cerraba sus ojos y cruzaba sus brazos cubriendo con ellos los de él  que la rodeaban posesivos, - te amo – susurró mientras se daba vuelta y lo contemplaba a los ojos, - amore mio, te amaré por toda la eternidad -.

Si, como una ninfa se veía su esposa. Aunque para sus creencias religiosas la consideraría un ángel antes que un ser fantástico penado siglos atrás como pagano y aunque la mente de la familia Vaggö no era tan conservadora sino más bien renacentista, Hayden prefería guardar respeto a lo que dijese la religión pese a no estar de acuerdo con todo y cuestionar la mayoría de los pensamientos.

La tomó por detrás en un abrazo cariñoso, ella buscó verle el rostro mientras le decía que lo amaba. Hayden reflexionó en las palabras de su esposa, no creía en la eternidad ni en una vida más allá de la muerte pese a ser un siervo de la inquisición, pero entendía que esas palabras tenían otro significado; él no respondió sino más bien quiso demostrar con hechos su amor y la besó acortando la distancia, los cuerpos se excitaron al contacto y Hayden sintió la presión de los senos de su mujer sobre su propio pecho y se excitó aún más.

-Bella mia, amorè y dueña de mia vita, te amo y quiero compartir toda mi vida contigo. Por ti soy capaz de desafiar a la muerte- dijo pues sabía que el beso no sería suficiente, sabía que su esposa esperaba una respuesta y aunque él no creía en muchas cosas recordó la historia de Orfeo y Euridice, era un romance trágico y sin embargo él sería capaz de ser el Orfeo de Giulia. De pronto, los gestos en Hayden se entristecieron momentáneamente, recordó la visita que había tenido momentos antes.

- Tendréis que reunirte con varios inquisidores en una calle parisina, hay una misión a cargo de la condenada Selene Ladomie, llegarás a la catedral de Notre Dame donde te darán la ubicación exacta de la reunión- informó el enviado. -Padre tomaré esta misión pero quiero que informéis al Vaticano que será mi último trabajo- rebatió Hayden sin negarse, el joven tenía bien presente la conversación con su maestro que le recomendaba dejar la orden y también la platica con Giulia en la que le pedía que abandonara la iglesia, que lo hiciera por ella; sin embargo, Hayden se había negado, ahora pensaba diferente. -¿Piensas desertar como lo hizo Ruggero?- continuó el padre abriendo un debate pacífico, Hayden le sonrió a la estocada bien seleccionada del padre Albertini. -La iglesia aprobó mi matrimonio y usted mejor que nadie debéis de saber que era algo que esperarían de mí y como dije asistiré a este llamado para después entregarme a mi esposa pues he hecho los juramentos frente a Dios y a nuestro señor no puedo faltarle- todo terminó en un estrechamiento de manos y serio el señor de la casa había entrado a buscar a su esposa.

Cuando Hayden se percató de que Giulia había notado su expresión ensombrecida él le sonrió para que no dedujera que se trataban de noticias que sabía a ella no le agradarían en lo más mínimo. -Señora mía, no puedo callarme y os tengo que decir que vuestro atuendo es maravilloso y ha despertado en mi una posesiva y obsesiva necesidad por poseerte como lo hice en nuestra noche de bodas. Vayamos a nuestra alcoba que quiero amar vuestro cuerpo, quiero llenaros de caricias y besos- dijo mientras le tomaba la barbilla con sus dedos, después la besó y cogiéndose de las manos entraron.

Se apretó a su cuerpo, sintiendo en su oído el latido del corazón de su amado, - como  puede ser que tan bella música calme la angustia y alegre mi alma – pensó, mientras suspiraba cerrando sus ojos para embriagarse con el aroma que desprendía el cuerpo de Hayden. Los labios se unieron y su cuerpo ardió de pasión como un leño en el hogar, deseaba desaparecer del mundo solo para unirse eternamente a ese ser que le daba las fuerzas para seguir a pesar de la triste y complicada historia que llevaba en sus hombros.

Las palabras de su amado habían acariciado su espíritu, pero pensar en la muerte la hizo estremecer, - shhhh... no la nombres – le dijo colocando sus delgados dedos en los labios de su amado y sumergiendo su mirada en la de él. La luz que aquellos orbes le daban, se ensombreció por un momento, como si una nube de tormenta hubiera oscurecido el cielo mas diáfano, tuvo miedo de los pensamientos de su adorado, - en que piensas, bien amado, que te alejas de mi lado  ensombreciendo  vuestra alma – caviló en silencio, contemplando el rostro de Hayden.

No tardó su amado en  mudar de expresión, dedicándole una sonrisa arrobadora, pero el alma de Giulia había captado el sutil cambio, supo le ocultaba algo, que no deseaba que ella se preocupara, tal vez porque pensaba que no era importante, - no hagas algo que te ponga en peligro – le rogó en silencio mirándolo a los ojos. Lo sabía arrogante y vanidoso, creído en sus habilidades como soldado, como ella lo era en sus dones como cazadora, aunque nunca lo hubiera ejercido del todo  - eres arrogante y jactancioso, como yo – caviló, sonriendo intentando alejar las dudas que su corazón albergaba, -  no debes preocuparte, es  sumamente inteligente y fuerte, ademas no se meterá en ningún problema, no arriesgará  su vida, él me ha prometido que estaremos juntos toda la vida y cuidará de mi como yo de él  - pensó mientras acariciaba el filo de la mandíbula de su amado, recorriendo con sus dedos, su mirada, el cuello y el pecho masculino.

Giulia se ruborizó  escuchando las palabras de su esposo, ella también deseaba amarlo, sentir que la pasión los unía y fundía. Sintió sus labios rosar los suyos, el beso apasionado, la lengua rosando su lengua, suspiró en la boca de su amante y se dejó llevar tomada de la mano. Entraron a la mansión caminaron por el salón azul, llamado así por estar tapizado en una seda oriental satinada del color del zafiro, con los muebles de madera de cerezo, que daban a la habitación una calidez e intimidad, volviéndola elegante y muy masculina.

Al llegar a la amplia escalera y comenzar a subirla,  se giró enfrentándolo, buscó los ojos celestes que tanto amaba, su rostro se iluminó con una sonrisa cargada de picardía, le rodeó con sus brazos el cuello dejando que sus dedos se entrelazaran con el cabello de Hayden, mientras sus labios buscaban exigentes los de él, besándolo apasionadamente. Luego siguió besando  la comisura de los labios, la mandíbula, el lugar entre el cuello y el hombro, hundió allí su rostro, inspirando suave y profundamente, entonces le dijo – llevame contigo donde vayas, amor –  en un susurro al oído – no me dejes aquí en Venecia  – ella no era una mujer a quien se le podían esconder las cosas fácilmente, sabía que la conversación entre los hombres había sido seria. El viento le ayudó a escuchar algunas frases, París y Notre Dame, no podían traer nada bueno y ella lo sabía. Sintió los brazos tomarla fuertemente y cargarla en andas, subiéndola por escalera, no importaba cual fuera el futuro, solo deseaba estar a su lado, en lo bueno y en lo malo como había jurado el día mas feliz de su vida.

Hayden se entregó totalmente a su amada, a sus besos, al recorrido de los dedos delgados sobre su cabello obscuro y entonces escuchó las palabras de su bella Giulia. No supo que decirle, sin embargo, sabía que no podía llevarla, no debía hacerlo. La tomó y la llevó a andas hasta el cuarto sin decir nada, con un semblante seguro y camaleónico. Giulia descansó su rostro sobre el pecho masculino y en breve llegaron a la puerta.

Continuaron su andar hasta que él la depositó sobre la cama y luego se acostó a un lado, se vieron de frente y él la besó, sus manos recorrieron la superficie del vestido mientras continuaba besando esa boca deseada. Cuando terminó de explorar el vestido se puso encima de ella y le acarició el rostro, luego sus dedos fueron descendiendo por el cuello hasta el canalillo del pronunciado escote que ella se había puesto para él, para su esposo, su amado.

Hayden sintió deseos de acariciar los generosos pechos de su esposa, de besarlos y descansar en ellos. Pero se encontraba inquieto por la petición de su esposa. -Giulia, me prometí no hablar contigo sobre mis misiones para no preocuparte que me he dado cuenta que no debo ocultaros nada. Por supuesto que te llevaría a cualquier lado, no podría permitirme dejaros sola a merced de otros, amore della mia vita, no quiero perderos. Fui enviado a una misión de la inquisición. Iré a París a reunirme con varios inquisidores para emboscar un ataque sobre Francia...- se detuvo alejándose de ella y se sentó a orillas de la cama. -Pocas semanas antes de nuestro matrimonio estuve envuelto en un ataque que se hizo en la catedral de París, allí se resguardaban importantes tesoros, así como planos y estrategias de la Iglesia. No fue un saqueó total, pero si se apoderaron de una información valiosa además de que tuvimos el deceso de un aliado. Nuestro espionaje identificó a los ladrones como miembros de una orden clandestina que aún no podemos identificar se cree que se hacen llamar la Alianza pero no tenemos una información concreta. Una de nuestras espías obtuvo la información de un ataque de dicha organización así que se levantó la orden para emboscarlos y capturar al menos a uno de ellos para interrogarlo... esta será mi última misión, hablé con el padre y se me autorizará mi baja ya no lucharé más- Hayden se dio media vuelta y la vio frente a él, estaba pensativa a lo que el inquisidor le sonrió.

-Necesito que te quedéis aquí para recoger el acta que se te entregará, la exoneración de mis servicios, no tardaré, así como terminé la misión regresaré, lo administrativo ya se ocuparan otros- y sin permitir que ella dijese algo se arrojó a sus labios besándola con pasión. Hayden se levantó atraiéndola a él, dejándola hincada sobre la cama. -Me gusta que traigas el cabello suelto- le dijo y en un movimiento deshizo el elaborado peinado de su esposa que cayó con elegancia sobre su perfumada piel, después tomó  los sujetadores del vestido y moviéndolos hacía los hombros los dejó caer mostrando la desnudez de sus pechos, de los bien proporcionados y firmes pechos de su amada. Él le había sugerido no usar sujetador y ella le había obedecido, al menos, no mientras no salieran de casa.

Ella se dejó recorrer por las manos que la habían despertado a la pasión, a esa necesidad imperiosa de ser un solo ser, una sola alma. Cada beso que él le daba, era el elixir que necesitaba para exorcizar  toda una vida de soledad y angustia, - solamente los que hemos soportado la existencia solos, siendo los parias del mundo, sabemos que el alma se entrega una sola vez – caviló, mientras abría sus ojos y buscaba la mirada de su amado, sintió que las lagrimas trepaban a sus orbes, no estaba triste, pero saberse tan amada, creaba un temor continuo en su alma, por lo que el futuro tuviera planeado para ellos, - ¿y si el destino es cruel como siempre lo fue? – pensó angustiada.

Hayden colocó su cuerpo sobre el suyo, sin cargar todo el peso, pero el contacto la excitó, presintiendo lo que vendría, su corazón se aceleró y despegó su espalda del lecho para poder buscar esa miel que existía en los labios de su amado. Pero él jugaba con ella y los dedos masculinos recorrieron su cuello, sus hombros, descendieron audaces y provocativos por su escote, acariciando sus pechos, Giulia suspiró, cuando estaban juntos, todos sus miedos volaban lejos de ese santuario que era su habitación.

Se dio cuenta que a pesar de lo amoroso y predispuesto que estaba para amarla, algo no estaba bien, sabía que sus anteriores palabras lo habían molestado, - no debí decirle nada – pensó con tristeza. Estaba a punto de preguntar que era lo que le preocupaba cuando Hayden se alejó, sentándose en el borde del lecho, dándole un poco la espalda, – no – fue su pensamiento cuando el calor de su esposo la abandonó – ¿que pasa? – se dijo con las lagrimas agolpadas en la garganta y los ojos inundados de dolor. Lo que él le contó fue un golpe, ella había estado involucrada en esa misión, - pero era solo robar libros – caviló mientras observaba el rostro de su amado – nadie debía salir lastimado... bueno solo yo salí con una herida algo seria – pensó recordando la casi imperceptible huella que tenía en su costado izquierdo, gracias a los cuidados de una bruja y de Cocimo que la ayudaron en ese momento. Ni siquiera lo había visto, -¿estabas allí? - le preguntó en silencio, ya que ella al desmayarse, no había visto a los inquisidores saliendo de la catedral y al despertar por los lenguetazos de su caballo, había montado sobre él como pudo y huido de allí gracias a la neblina creada por la bruja. Al llegar a la mansión su fiel mayordomo la estaba esperando como todas las veces que ella salía de cacería.

Se fue acercando a él moviéndose lentamente por el lecho mientras lo escuchaba. Cuando le dijo lo de la misión supo que era una trampa, no podía ser de otra forma, ella sabía que dentro de la Alianza había inquisidores y que ellos planeaban algo. Intentó despejar su mente de la sensación de peligro que le hacía doler el estomago, - no vayas – le dijo en un susurro que él no escucho.

El al mirarla le sonrió dulce, seductor, posesivo, como si lo que acabara de decirle casi no tuviera importancia, pero para ella si la tenía, y si debía viajar a escondidas hasta Paris lo haría, sin que él se enterara y participaría de esa maldita redada, solo para cuidar de él, aunque después Hayden se cabreara con ella, Giulia no permitiría que nada malo le pasara a su adorado.

Segura de la decisión que había tomado, dejó que de su mente se esfumaran los miedos y las dudas. El beso que le daba la embriagaba nuevamente de pasión, el la levantó poniéndola de rodillas sobre el lecho, mirándose a los ojos,  él  acarició sus cabellos, soltando el peinado, las manos masculinas siguieron su recorrido descendiendo por el cuello y los hombros, para luego dejar al descubierto sus pecho blancos y turgentes, de pezones rosados y aureola pequeña, al instante éstos se volvieron puntiagudos, erectos, por el solo rose de la tela al dejarla caer. Suspiró con la cabeza inclinada sobre el hombro de su esposo, su alma y cuerpo pedían ser amados.

Acarició la espalda con sus manos y posteriormente besó esos labios que amaba, se perdieron en un beso profundo, él sintió la piel desnuda y pronto ella le despojó de su camisa para que las pieles se tocaran y compartieran el mutuo calor, los pechos oprimidos en sus pectorales fuertes le causaron una gran excitación y su miembro creció. En esos momentos sólo ella era dueña de sus pensamientos, sólo ella vivía en él y no permitiría que nadie más se entrometiera, no quiso pensar en lo que sucedería después, tan sólo quería vivir el momento, unir su cuerpo con el de Giulia y derrochar esa pasión que ambos tenían acumulado y ansiaban liberar.

Ambos cayeron recostados, se miraron unos instantes y después el busco la boca de su amada mientras su mano acariciaba el vientre y con delicadeza subía por el torso hasta los voluptuosos pechos que ansiaban la caricia con desesperación. Hayden tragó el gemido de su esposa al tiempo que sus dos manos se apoderaban de lo que le pertenecía, el beso se intensificó y las manos abandonaron los pechos para bajar a la cintura, fue ahí donde el inquisidor se distrajo, sus manos delinearon una casi imperceptible cicatriz, una herida que pese a ya haberla visto en su noche de bodas era hasta ese momento en que reparó que en aquel encuentro en el teatro no poseía. -¿Amor mío, hasta cuando dejasteis de matar... de cazar?- pensó pero no le importaba preguntar, lo importante para él era que estuviera allí, semidesnuda y esperando que la caricias dieran un paso adelante.

Hayden dejó los labios y comenzó a besar la barbilla, el cuello, ambos senos, el torso, el vientre; y al final le sacó el vestido arrojándolo sin delicadeza, Giulia poseía muchos vestidos y tenían la riqueza para comprar muchos más por lo que no se sentiría mal si el vestido se desgarraba. Fue así que sus bragas se visualizaron a los ojos fascinados del inquisidor. Hayden acarició la zona erógena oculta en las bragas, la estímulo hasta que se humedeció, el hombre vio el rubor de su esposa y le sonrió para transmitirle confianza, se sentía como si fuera la primera vez que tomaría el cuerpo de su amada. -¿Recuerdas la noche del teatro, dónde estuvimos a punto de dejarnos llevar por la pasión?- dijo de pronto y le fue sacando las bragas hasta dejarla completamente desnuda. El inquisidor continuó estimulando la vulva, los labios y el clítoris con sus dedos, contemplaba la zona con un cariño alejado de la lujuria, quería disfrutar el momento, llevar el acto sexual al límite y creía que con el cariño lo alcanzaría más que con la lujuria. -En aquel entonces me sentía arrepentimiento de no tomarte, ahora sé que hice bien, porque no hay mejor amor que el de marido y mujer... te amo Giulia, te amo tanto que daría todo con tal de estar contigo- su voz romántica acompañó con sutileza la penetración que el dedo índice hacía sobre la vagina que los uniría una vez más.

Sus manos recorrieron los pectorales fuertes de su esposo, el cuello y la espalda mientras cerraba los ojos y disfrutaba de ese beso. La lengua de su amado invadía su boca  conquistando, avasallando, dominando todos sus sentidos, ella la aprisionaba entre sus labios succionando leve y tímidamente. Los delgados dedos de Giulia se deslizaban por la nuca, hasta los cabello castaño claros de Hayden, tirando levemente de ellos. Con su mano libre acariciaba el hombro y omóplato izquierdo, arañando inconscientemente con sus uñas, la piel del ser que mas amaba y en el que se sentía completa.

Él dejó sus labios, rojos e inflamados por el beso apasionado, recorrió con besos y pequeñas lamidas la sensible piel de su cuello ocasionando que Giulia gimiera de placer, sus pieles se rosaban y el abrazo se volvió exigente, a la altura de su vientre pudo sentir la excitación de su amado aprisionada entre sus pantalones y suavemente deslizó sus manos hasta lograr soltar los botones que la mantenían cautiva, pero no se animó a tomarlo, tampoco tuvo tiempo, pues él la tumbó sobre las sabanas sin previo aviso. La hizo soltar un pequeño grito de sorpresa y risas que iluminaron su rostro, un destello especial se podía distinguir en las pupilas de Giulia, era la pasión que solo él podría despertar, él era su alfa y su omega, su principio y su final. Resopló intentando liberarse y buscando sus labios que no consiguió, Su amado tenía todo el dominio de la situación y aunque se podía decir que la antigua señorita Di Arezzo no se dejaría dominar ni perder el control de todo lo que la rodeaba, la señora Vaggö, deseaba que su esposo la condujera a esa hoguera de sensaciones en que los cuerpos de los amantes arderían  el uno por el otro. No debió suplicar por los besos, él la besaba con adoración quitandole el aliento   y provocando que gimiera sin pudores. Las manos de Hayden recorrieron su vientre y se posaron en sus pecho que endurecieron sus pezones apenas sentir la calidez de esos dedos que los cubrían por momentos y los torturaban luego.

Ella dejaba que la cubriera con sus caricias, echando la cabeza hacia atrás cerrando sus ojos, abriendo las piernas para dejar lugar a su esposo que seguía explorándola con cada caricia, los dedos  rosaron la cicatriz que la cambia formas Riful había ocasionado en el ágil cuerpo de la joven y ésta se estremeció. Los ojos del inquisidor se centraron el la casi imperceptible marca, cuatro lineas rosadas que grabaron en su cuerpo un zarpazo, un recordatorio de que nunca más deseaba ocultar  nada a su amado. La mirada de sorpresa e incógnita le hizo pensar si sería buena idea decirle porqué de la existencia de esa marca tatuando su costado, pero como siempre tuvo miedo de ser juzgada,  - puedo soportar el desprecio de cualquiera, pero del único que mi corazón no resistiría es el tuyo amado  Hayden, por eso no puedo contártelo - caviló  mientras atraía con su mano el  rostro del inquisidor, distrayendo su atención, alisando la linea de expresión que se formaba en su frente cuando algo lo preocupaba.

Los besos prosiguieron, encendiéndola, aprestando su cuerpo a recibirlo en sus entrañas, a unirlos como solo podían convertirse en un solo ser, en una sola alma, unión que alejaba por un instante todo lo terrible e injusto que sucedía día a día, hora a hora, fuera de esos muros.

Los besos recorrieron su cuello, hombro y descendieron a sus pechos, labios aprisionaban sus pezones y dentro de la boca masculina, eran acariciados íntimamente por la lengua. Giulia gemía arqueando su esbelta silueta, acercándose mas a su amado, con una mano se sostenía semi sentada y con la otra tiraba de los cabellos de Hayden  cercando y profundizando las sensaciones a cada gemido que los besos le provocaban.  

Le pareció oírlo gruñir, ¿o acaso era ella la que gemía como un felino? En un movimiento rápido  Hayden le sacó el vestido que terminó en el piso lejos del lecho. Lo observó mirar fascinado la ropa intima de Giulia, quien intentó cohibida juntar las piernas ocultando su zona erógena de los ojos cargados de pasión de aquel hombre, pero  no la dejó. La mano de Hayden se posó sobre su ropa y comenzó acariciándola, estimulándola, haciendo que gimiera, pronto humedeció, todo su cuerpo deseaba ser poseída, su rostro se encendió y lo observó a los ojos con vergüenza, pero al contemplarlo sonreír intentando darle confianza y seguridad sintió que la conquistaba. Abrió  aun mas sus piernas, permitiendo que él tomara todo lo que quisiera.

El le recordó la noche en el teatro y a su mente llegaron las imagen de esos ojos encendidos por la ira al principio y luego cargados de pasión, - si - contestó  entre gemidos a la pregunta de su amado, quien mientras le hablaba la desnudaba completamente. Hayden la acariciaba, estimulándola,  los dos tenían la vista nublada por la pasión. Giulia entendía cada una de las palabras que él pronunciaba, aquel “te amo” pronunciado por los labios de su amado, llegó a su mente con la contundencia de una saeta, - nada en el mundo vale la pena si no el amor que nos tenemos, nada es mas importante, ni un mundo menos sangriento, ni el cese definitivo de los combates entre sobrenaturales y la iglesia, solo tu y yo, el amor, dulce y puro, que me prodigas, sin siquiera merecerte - pensó mientas una lagrima caía furtiva por su mejilla.

Él la penetró con uno de sus dedos, Giulia no pudo contener un gemido, levantó sus caderas ayudando a la penetración y cerrando sus ojos, - ven a mi, amor mio - le dijo mientras con una mano acariciaba el torso de su amado.

La mano sobre su torso y la invitación de Giulia fue como un hechizo que hizo que Hayden subiera por el cuerpo de su esposa hasta llegar a sus labios. Se fue sacando el pantalón liberando totalmente su miembro que cayó sobre la piel desnuda de su amada, estaba caliente y excitado; Hayden la besó con intensidad mientras con una mano llevaba su miembro a los labios vaginales de su amante, éste naturalmente acarició la zona, flotándose sosbre la zona erogena mientras Hayden besaba con más pasión.

Poco a poco el miembro se fue introduciendo a la vagina, primero fue el glande. Hayden emitió un gemido y se alejó de los labios de su amada y con sus ojos miró a la zona erogena. Giulia aún era muy estrecha por lo que Hayden tuvo que forzar un poco la entrada, ella gimió dejando escapar unas lágrimas, Hayden jadeó y se entregó a los labios de ella que los buscaba con intensa necesidad.

Las piernas de su amada se abrieron para que los embistes delicados de Hayden pudieran penetrarla con más profundidad, el inquisidor no pudo contener ningún jadeo y el simple hecho de mirar el rostro de su amada ya lo excitaba, aprisionó las delgadas manos de Giulia con las fuertes de él y volvió a besarla cayendo el peso de su cuerpo sobre sus pechos bien proporcionados. Hayden se detuvo dentro de ella, con el miembro completamente adentro y tomándole las piernas las dirigió hacía arriba, para luego depositarlas en un costado haciendo que su cuerpo se ladeara así que Hayden se recostó y una vez detrás de ella continuó embistiéndola mientras con su brazo izquierdo la sujetaba del cuello, el derecho se extendía para que los dedos juguetones castigaran el clítoris.

Hayden besaba la oreja de su amada, la mordía, después removió su cabello a un costado y besó la nuca, luego la espalda mientras aceleraba el ritmo, pero entonces quiso verla para besar esos ansiados labios y retiró su miembro de la cuna de vida, la hizo girar hacía él y se besaron. El miembro le ardía y posado en el vientre de su amada añoraba volver a unirse a ella, pero él no lo hacía, tan sólo besaba a su esposa, sus manos jugueteaban con los senos, torturaban los pezones y la boca amaba el cuello, los hombros dejando marcas de su amor por la piel blanca de su esposa.

-tomalo- dijo Hayden a Giulia, deseaba sentir la mano de ella en su miembro, ansiaba que esos dedos delgados acariciaran el glande y estimularan el miembro en sí, quería sentirla dominante, quería que Giulia lo amara a él y entonces él se recostó completamente para que ella hiciera lo que quisiese, ya sea unirse a él estando ella arriba o excitarlo al punto en el que él buscara penetrarla como ya lo habían hecho minutos antes.

Se perdió en los besos que él le daba, las caricias, el latido acompasado de sus cuerpos y sus almas. Hayden la poseyó lentamente, cuidando cada embestida para que su cuerpo no sufriera. Así la pasión la fue consumiendo lentamente junto a su amado. Podía sentir como él la colmaba, como su cuerpo se amoldaba, aunque por un segundo sintió molestias por ser estrecha, pero se encontraba tan excitada, húmeda, que pronto se dejó arrastrar por esa danza de cuerpos, de jadeos. Sentirlo gemir, le enervaba el alma, su propio cuerpo reaccionaba y ella también gemía intentando silenciar sus gritos en la boca de su amante.

Cruzó las piernas a su espalda para que no la abandonara, no deseaba que saliera de ella, quería tenerlo así por siempre, unidos eternamente. Sus brazos lo atrajeron, las manos recorrieron su espalda y el cuello masculino hundiéndolas en el cabellos, - no te vayas, no me dejes, no me olvides – dijo mentalmente, sorprendiéndose al decir que pudiera olvidarle - ¿acaso eso sería posible? yo no podría olvidarte jamás... amor – caviló mientras secaba con sus dedos el sudor de la frente masculina. Se aferró aun mas a él, con el rostro en el cuello, besándolo, lamiéndolo, respirando su esencia.  Hayden tomo las delicadas manos femeninas y las apretó contra las sabanas, Giulia gruño, deseaba tener un poco el control, no dejaba de ser la cazadora,  aquella que en mitad del bosque había defendido a ese mismo hombre de peligros y muerte, no era una muñeca de porcelana, aunque él la tratara a veces como si lo fuera y ella se dejara cuidar.

Jadeó con las caricias, y los besos, sus parpados se cerraron intentando disfrutar esa dominación que no la perturbaba y que tanto añoraba cuando no estaba Hayden a su lado. Él la giró poniéndose atrás de ella, los labios masculinos tocaron su cuello, lengua rosó su piel, Giulia gimió e intentó llevar su cuerpo hacia tras, liberarse del contacto que le erizaba la piel, los pezones estaban mas inflamados y deseosos de la boca y las manos del amante. Sus manos a apretaron las sabanas, arrugándolas, intentando contener los gemidos y gritos de placer, pero le fue imposible, el orgasmo la hizo temblar, gemir, una sensación de plenitud la invadió, gruño, cuando sintió como su amado  se retiraba de su interior, le reprochó con la mirada. Pero él le sonreía, la besó y acarició los pezones,  torturándolos, con sus labios, el hombre, marcaban la piel blanca de tatuajes, señales que podían ser tomados por una forma de marcar territorio, que a ella le complacía, rió al sentir el ardor que dejaban esas huellas. Seguramente debería taparlas, por el pudor que los demás sentirían al verlas, en cambio,  de poder,  Giulia las mostraría con orgullo, para ella significaban la pasión que devoraba sus cuerpos. Rió feliz mientras sentía el peso del cuerpo de su marido, el miembro erecto en su vientre y los ojos encendidos de su amante, - tomalo – fueron las palabras de su amado, ella le sonrió y mordí el labio inferior de Hayden antes de incorporarse y contemplar como él se acomodaba en el lecho.

Con la mirada recorrió la extensión del cuerpo masculino, cada milímetro de él era su mas importante tesoro. Su mano izquierda apoyada en las sabanas  recibía el peso de su cuerpo, mientras con la derecha delineaba el rostro de su amado, el cuello, los pectorales, el vientre plano y bajaba hasta acariciar sus piernas, sin tocar su miembro haciéndolo desear el contacto, dejando en claro, quien, en ese momento tenía el dominio de la situación. Sonrió con picardía, mordiéndose el labio y mirándolo a los ojos. Podía ver la frustración y el deseo en los orbes de Hayden, y cuando parecía que se quejaría, los acarició en su parte intima, con suavidad pero sin pudores. Dirigió su mirada al miembro de su amado, lo tomó con las dos manos se inclinó y sus dedos se deslizaron por él, pasando  desde el glande, tallo y acunando con delicadeza sus testículos.

Se  subió arriba del cuerpo de su amado y lentamente lo beso desde la frente, los parpados, los labios, la barbilla, el cuello, bajando por los hombros, - ni una sola cicatriz – pensó mientras seguía besando el pecho, y el vientre de su amado, - yo tengo mas cicatrices de combate que él, demuestra que buen guerrero es – se dijo orgullosa del hombre que era su pareja. Siguió concentrada su atención en  la proximidad de la zona erógena del cuerpo de Hayden. El miembro erecto de su amante fueron acariciados por  los pechos de Giulia, quien se movió juguetona golpeando suavemente con ellos el capullo,  para que él sintiera mucho mas placer.

Siguió descendiendo, volviendo con las caricias en el miembro y los testículos. Se animó a bajar su rostro, a escasos centímetros del glande, con la mirada buscó la ajena antes de abrir su boca y tomar en  ella el miembro de su amante que creció poniéndose duro y caliente. El movimiento de la cabeza de Hayden  hacia atrás, sus ojos cerrados, el gemido, todo eso la encendió aun mas, siguió lamiendo, mojándolo todo, para luego cruzar sus piernas por sobre las caderas masculinas y dejarse caer suavemente sobre el falo de su esposo, gimiendo al sentir como entraba en su interior, estaba sudorosa, con las piernas a cada  lado del cuerpo de Hayden y comenzó a moverse a un ritmo acompasado mientras tomaba los hombros masculinos y tiraba hacia ella, en un intento por incorporarlo, para que la boca masculina se uniera con la suya.

Giulia se apoderó de la situación como Hayden había deseado que lo hiciera, sentir el tacto de sus uñas en esos delicados dedos recorrer cada extremidad disparó una corriente en todo el cuerpo de Hayden que le hizo cerrar por tan simple e intenso placer, Giulia jugó con él un intercambio de miradas y mientras más se dedicaba a acariciar su cuerpo más ansiaba que tomara su miembro y cuando llegó el momento extraño por un momento el roce de sus dedos por su cuerpo, cada beso depositado le dieron un sosiego hasta que los pechos que tanto amaba, tan perfectos y generosos acariciaron su glande y después vino el momento, Giulia llevó el miembro de Hayden a la boca y lo lamió un par de instantes. El calor del aliento de su amada sobre su glande le hicieron que se estremeciera.

Su esposa buscó ahora la penetración y acomodándose por voluntad propia cayó sobre el miembro, en suaves embestidas que fueron tomando un ritmo y una velocidad mayor, la mujer que tanto amaba lo atrajo hacía ella y Hayden no desobedeció ahora él sería su esclavo, su vasallo, y ella su domadora. Sus labios se unieron y sus brazos la aprisionaron aplastando sus pechos con los de él, los movimientos de Giulia continuaban aunque ya no eran tan intensos como antes por la distancia tan corta y la nueva postura. Hayden entonces sin poder evitarlo se fue apoderando de la situación, reclinó el cuerpo de Giulia y atacó sus pechos, saboreando los pezones, mordiendo los senos salvajemente y después de cinco minutos de besar, lamer, morder y rasguñar senos y pezones se dejó acostar.

Entonces Hayden tomó de los muslos a Giulia cargándola hasta que el glande estuvo a punto de salir, la bajó un poco y comenzó a embestirla mientras la mantenía suspendida, a veces el cuerpo de ella bajaba cuando los brazos de él se perdían con la intensidad de la copula, pero la volvía alzar. El placer tan distinto al que estaban probando hizo que Hayden tuviera una idea, dejó caer a Giulia sobre su miembro y luego moviéndose a un costado se separó de ella poniéndose de pie, su esposa le reprochó pero de inmediato él le extendió los brazos -ven- le dijo y cuando ella le obedeció la reincorporó en la cama dejando su zona erógena a merced de su rostro.

Hayden metió su boca en aquella zona que le daba tanto placer, le tomó de las nalgas y lo acercó aún más a él, la lengua se introdujo a la vagina y comenzó a moverse por todas partes, un sonido irreverente se producía al tiempo que Hayden seguía apretando las nalgas de su esposa para que no huyera del placer, de la tortura que la lengua mantenía en el interior de su esposa. Sintió los dedos de su esposa sobre su cabeza y después de más minutos de tortura Hayden la cargó y mientras la iba bajando hasta tenerla a la altura de la penetración, acomodó las piernas de ella sobre sus brazos y la fue penetrando.

Mientras caminaba de espaldas para ponerse junto en medio de la habitación, Hayden alzaba y bajaba el cuerpo de su esposa siendo esos movimientos las embestidas de Hayden, Giulia estaba bien sujetada al cuello de su esposo para no perder el equilibrio y que cayeran, los besos en los pechos en ese momento no podían realizarse, no cuando era la primera vez que Hayden practicaba esa postura cansada. El sonido del choque de los cuerpos, los gemidos de ambos fue lo que mantenía las fuerzas de Hayden al máximo.

Cuando él sintió que un calambre en el brazo derecho lo asaltaba fue llevando a su esposa al tocador, la depositó ahí al tiempo que varios objetos caían al suelo, Hayden no dejó de embestirla pese a que su brazo cayó acalambrado a un costado, el placer era inmensamente superior a lo que representara una simple molestia muscular.

Decir que Giulia amaba a ese hombre, era apenas tener un esbozo de lo que realmente era su adoración por Hayden. Poder disfrutar con él de esos momentos en que se convertían en un solo ser  fue el deleite de la italiana. El beso que él le devolvía, cargado de pasión, hacían que la mujer se perdiera en aquel juego de caricias. Aunque parecía que perdía el control de la situación, en verdad eso poco le preocupaba, sentir cada uno de los besos que su esposo le prodigaban consistía en todo su afán, el poderle dar la misma intensidad de pasión, su mas importante destino, quería entregarle un poco de la felicidad que él le había concedido, el día en que había llegado a su vida.

Cada vez que él se alejaba, Giulia, le reprochaba con gestos de disgustos, a los que luego seguían una dulce sonrisa. Hayden se movía por todo el lecho, atrayendo a su amante  de un lado a otro, manteniendo el control de la situación. Perdida en las sensaciones y la pasión, lo contempló como el rostro amado se perdía entre sus largas y torneadas piernas, el aliento cálido le hizo estremecer, ya que él estaba muy cerca de su vulva . Las manos masculinas se apoderaron de sus nalga y la anclaron, la boca de su marido, tomó posesión de sus labios vaginales y la lengua entró en su interior lamiendo y degustando la pasión que en ella se diluía. Giulia gemía, sus pezones reaccionaban a esas caricias, Giulia gritó sin pudor cuando un orgasmo la atravesó, se ruborizó pensando en que su amante estaba allí recibiendo sus jugos, las paredes de su vagina se contraían y ella perdida en la pasión había tomado los cabellos de su esposo y ahora estaba totalmente avergonzada.

Cuando él la cargó sobre sus brazos, con las piernas de ella bien abiertas, pensó en lo incomodo que él estaría, pero se divirtió  cavilando en la imaginación que desbordaba en él para disfrutar de diferentes maneras y alargar esas danza de placer. Giulia, se dejó acomodar y aferró sus brazos al cuello masculino, lo miró a los ojos, mientras la conducía de espaldas a la mitad de la habitación, rió feliz. Buscó la boca de su amado y saboreó los rastros de su propio orgasmo, - algo salobre y frutal – se dijo mientras continuaba expectante a lo que su amado deseaba hacer y clavaba sus ojos en los de Hayden preguntando en silencio cual sería el nuevo juego.

Los movimientos de los brazos masculinos, la penetración y el jadeo de su amante la hicieron cerrar los ojos e inclinar su cabeza hacia atrás, haciendo aun más difícil para él mantener el equilibrio, pero en verdad ella estaba perdida en el gran placer que su amado le prodigaba. El falo de su amante colmaba su interior, por momentos volvía  casi a salir para luego sentir nuevamente la penetración una y otra vez. Llevó su cabeza  hacia adelante y la inclinó hasta que su barbilla se clavo en el hombro masculino, giró un poco y comenzó a besar y lamer el cuello de su amante, que estaba sudoroso por el esfuerzo y el placer, - amor, deja que baje, te cansarás – susurró cuando sintió que el brazo derecho de su amante comenzaba a cansarse. Pero Hayden estaba ciego en el propio placer, Giulia sonrió y volvió a besar el cuello, - te amo, vida mía – unas lagrimas asomaron, no era tristeza, solo que estaba tan agradecida por todo lo que él había traído a su vida, - me has colmado de dicha, paz y amor... que más podría pedir – caviló mientras se aferraba aun mas al cuello y la espalda de su amante.

Hayden la condujo hasta una cómoda en donde, la depositó mientras con sus manos, ambos, tiraban al suelo los objetos con tal de tener un lugar donde apoyarse y continuar amándose. Giulia siguió aferrada al cuello de su marido,  cruzó las piernas en la cintura masculina y llevó sus caderas al borde del mueble, su espalda chocaba con la pared y su cabeza también, apoyada así, buscó su mirada, - te amo – susurró, mientras acercaba su boca al rostro de Hayden que mostraba el esfuerzo y la pasión que recorría todo su cuerpo. Giulia soltó el cuello y con sus manos tomó el rostro de su esposo para dirigir la mirada de su amado a la suya, - Hayden, amor, te amo, te amaré toda mi vida... por favor... no me olvides – le imploró abrazándose a él nuevamente, escondiendo su rostro y la angustia de sentir que mas temprano que tarde, él, se iría lejos de ella.

Hayden detuvo las embestidas pero no sacó su miembro del interior de su esposa, jadeaba como ella lo hacía pero le sonrió. -Amor mío, jamás podría olvidarme de ti- embistió una vez y después la besó con pasión. -No más misiones, no seré más inquisidor. La Iglesia me ha liberado y juntos, aquí; cuidaremos de nuestros hijos- la cargó sin sacar su miembro y la recostó en la cama. -¿Qué crees que tengamos primero?- dijo olvidándose un momento de que estaban haciendo el amor se recostó a un lado de ella y acomodó los cabellos sudados que estaban pegados en alguna parte del rostro del amor de su vida -Me gustaría una niña ¿sabes? Quieren mucho a los papás- soltó una risa y besó a Guilia.

-Ven acá- le dijo y la sentó encima de él y ella se acomodó por cuenta propia para iniciar a copular. -Dame tus manos- y entrelazándolas sólo contemplaba como brincaba sobre él. Hayden gemía y le sonreía. -Pero podría salir de cacería con mi hijo- dijo jadeando, Guilia casi no le permitía hablar con ese ritmo fuerte y constante que llevaban. Lo que decía se amor era bien discutible y él no podía más que sonreír. -Estoy seguro que no existe un hombre más feliz en la vida que yo y un matrimonio mejor que el nuestro- dejó de tomarle las manos y las llevó a las caderas ayudándose para levantar medio cuerpo y besar ambos senos. Besó también la boca y la miró a los ojos. -Eres la mujer más hermosa de todo el mundo- volvió a besarla y la tumbó en la cama.

-Eso fue lo que me dijo mi padre y eso que para él no había una mujer más bella que mi madre[/b]- rió de alegría, el miembro se había escapado del calor de la vagina pero no demoró en llevarlo dentro y continuaron las embestidas, Hayden besó el cuello, los senos y constantemente la boca. -Dios eres tan hermosa que sé es pecado que tu eres más perfecto que todo su trabajo- dejó de embestir y se dejó caer sobre ella echándose a reír. -No quiero que este día termine nunca- y la besó para continuar embistiéndola sintiendo ya un escalofríos en su cuerpo y una especie de calambre en su estomago.