Robar al rico para mantener al pobre || Libre

por **Milenka Sandoje** Sáb Ago 03, 2013 3:37 pm

Podrán encadenarme las manos
podrán encadenarme los pies
pero jamás podrán encadenarme las ideas

La carpa estaba completamente lista. Aparte de la que tienda que se encontraba en la zona comercial, había decidido poner una a las afueras del mercado ambulante. Una que reflejara el espíritu de el pueblo no respeta. ¿Por qué no respetado? Tantas distinciones sociales, tantas discriminaciones que nos han hecho ir perdiendo números de personas. Quería que se reflejara su naturaleza salvaje, su aire de aventura, sus colores llenos de vida y hacer que incluso el más "miserable" quisiera estar a su alrededor disfrutando de sus colores. Era cierto que era de las pocas beneficiadas con las telas que eran enviadas de aquel pueblo donde nací, pero lo que muchos no sabían es que muchas de las ganancias eran enviados a ellos, incluso dinero extra mandado a orfelinatos pues ¿Para que tener tanto dinero sino es compartido? El dinero llama al poder, el poder a la destrucción y no solo a la destrucción del que lo tiene sino a todo aquel que este a su alrededor cuando camina. Encendí un incienso con la ayuda de los fósforos. ¿A quién se le había ocurrido tan ingeniosa idea? Nada de piedras para prender la leña como me había enseñado mi madre, aquí en Paris todo era tan elegante y practico, o bueno al menos la mayoría de las cosas.

Un grupo de niños se había acercado a la carpa pues los olores y los sonidos habían hecho que su curiosidad se despertará. Que diferencia en ellos son sus trajes hechos a la medida con aquella tela fina, que diferencia con aquellos niños que se encontraban dentro de mi pequeño local alimentándose de lo que hace semanas no hacían. Sin embargo la inocencia se veía en su rostro, ese rostro tan tranquilo, esa sonrisa tan dulce, esa mirada sincera que aun no estaba corrompida por el deseo de sus padres, ellos los que se veían igual que los demás, que jugaban con una piedra con el primero que veían al salir, por ellos las flores debían de llenarnos de su magia, el sol de su luz y energía y la música de sus sonrisas.

Una voz fue la que hizo se pusieran alerta y volvieran a esos majestuosos carruajes, aquellos grandes y ostentosos medios de transporte no se movieron ni un poco al contrario, la puerta se abrió y una señora con brillantes exagerados descendía con la ayuda de su chofer. Mordí mi labio para no hacer una mueca de desprecio, lo cierto era que odiaba a ese tipo de gente, esa que nos ve a los demás por encima del hombro, como si fuéramos una raza diferente, como si los animales fueran más privilegiados que nosotros. Su voz chillona pregunto por las telas más caras finas que tenía, también me preguntó si podía ir a su hogar a bordar su nombre en cortinas, asentí, dinero era dinero más comida para poder comprar más personas con alimento al despertar. Como si una enfermedad contagiosa tuviera hizo que su chofer se despidiera de mi de la mano mientras volvía a ponerse cómoda en aquellos asientos. El hombre se disculpó verdaderamente apenado, me limite a sonreírle y entonces perdí el rastro de ellos a lo lejos cuando se iban directo a casa.Las indicaciones para llegar a aquella mansión no me habían sido difíciles, de hecho sabía muy bien de Paris pues había estado vagando por las calles para poder aprender y que nadie quisiera hacerme un poco tonta.

Cerré la carpa cuando la noche se estaba haciendo presente y me dirigí a aquel lugar. Estaba cansada si, pero al menos debía ir a conocer el terreno, poder ver aquellas cortinas, y saber que colores serían los apropiados para traer. La puerta de la casa se me abrió hasta asegurarse que era la persona correcta, también después de que aquel guardia pusiera sus horrendas manos en el cuerpo "comprobando" que no tenía nada peligroso. Hice mi trabajo como era debido y entonces aquel hombre llego, dejando en claro que yo había llamado su atención, dejando en claro también que este siempre tenía lo que quería. Bufé e ignore en toda mi estadía a aquel lugar hasta que vi como trataba a su ama de llames, hasta que vi aquella cachetada cuando la mujer temblorosa mostró como uno de sus hermanos había arruinado su ropa, gruñí con fuerza bastante molesta, casi cometía el error de soltar un grito cuando vi la negación de la mujer y salí de aquel lugar molesta. ¿Qué le dolería perder a aquel caprichoso joven?

Me despedí del portero y salí a paso apresurado para poder volver con la comunidad con la que ahora vivía, mi cama me esperaba y en un profundo sueño caí pensando antes claro en que podría sacar de provecho de aquellos ricos abusivos. Los días comenzaron a pasar, mi trabajo en aquel lugar era pagado con creces por la rapidez y la calidad con lo que lo hacía. ¡Pues claro que me apresuraba! No deseaba ver a ese hombre. Una tarde un pequeño paquete llego a la mansión y un error grande había cometido al mostrarme de que se trataba. Esa pequeña llave que tenía según por lo que decían un tesoro importante en Versalles y que pronto sería mía.

Era cierto no necesitaba robar, mucho menos dinero para por lo menos tener un pan que comer pero había aprendido a hacerlo cuando estaba de aldea en aldea y cuando daba de comer a aquellos pobres con el dinero de los ricos. Aquella noche al finalizar el trabajo en vez de dormir había preparado toda una estrategia para entrar al lugar sin ser vista y salir sin ningún problema. La llave sería mía y Paris se paralizaría buscando aquel objeto. ¿Sospechosa? Si, quizás lo era pero sobre aquellos que sirven no se pasa, no cuando sin ellos la gente rica no sería nada. Escondida entre los arboles traseros me encontraba, las luces del lugar se iban apagando una a una en el transcurso de la noche, segura estaba que nadie me había seguido, unos minutos más y entraría, estaba segura de eso.

por **Shoko A. Walker** Jue Oct 03, 2013 9:57 am

Los días de hasta entonces habían sido dolorosos. Hacía un año que perdí a mis hijos y para colmo algunos indeseables me destrozaron la caravana donde dormía y donde tenía los ultimos recuerdos de mis pequeños. Estaba desolada cuando un hombre se acercó a mi, junto a su esposa. Los conocía, claro que los conocía. Mi hermano Luisandro y su esposa Margaret siempre habían sido como unos padres para mi, los únicos que me creian, junto a mi hermana Armoni, de mis extraños dones sobre las personas.

Me acogieron en su caravana y yo me encargué de alimentarlos con mis dotes culinarias. Es más, me animaron a entretenerme y venderlas dulces y esponjosas recetas que me venian a la cabeza y llevaba a la realidad. Unos dulces aquí, otros sabores por allá. Los niños y adultos me empezaban a hacer cola aun a sabiendas de mi sangre gitana. Y eso, sinceramente, me alegraba mucho.
Pero un cliente extraño apareció, apartando a todos los pobres a los que les empezaba a dar lo que no se había vendido durante el día de forma gratuita, en medio de la noche. Era una mujer muy peripuesta con gran sombrero-que más que sombrero creí que habia cogido una palmera y se la había colocado encima si soy sincera.- y quitó a todos, adelantándose para mirarme con desprecio y con un abanico tapando su rostro. Lo cerró con rapidez y lo poso en su mano como si lo hubiese intentado robar. Mi hermano muy protector se adelantó desde su lugar para poderse a mi lado por si acaso llegaba el momento y necesitaba protección.

-Se dice que eres la gitana que prepara los mejores dulces de todo este lado de Francia.-Dijo, ahora que estaba tan cerca podía ver más que una arruga parecia un surco en su cara. Tanto dinero...para ¿que? se vuelven viejas igualmente por muchas joyas que lleven.- Bien pues tengo una comida importante en una semana. Y queria que tu estuvieses en la cocina preparando todo. ¿Seria capaz una gitanita como tu de hacer eso sin robarme nada?

Eché atrás a Luisandro y le mire un tanto mal a ella quien levanto la cabeza como superioridad. Le sonrei lo más falsa que pude y vi en su aura como me veia. Era horrenda, su aura estaba podrida de odio, poder, aberraciones que casi me hicieron vomitar.

-Claro, estare dispuesta a cocinar para usted, siempre y cuando el precio sea considerable.-Ella tan solo asintió y me dio su dirección. En una semana debía estar allí cocinando...ojala el asesinato estuviese permitido. Le hubiese dado mucho veneno en el pastel.

Una semana despues a diferencia de la peticion de mi hermano de no ir, aparecí en la casa, o bueno, me dirigia a ella cuando observé algo familiar. Un rostro de pasadas que me llamó la atención.

-Chica...yo te conozco. Vives fuera del mercado y das de comer a los niños ¿cierto?-Dije amablemnte. Pues recordaba que mis hijos fueron a ella una vez cunado no les podia hacer nada para que se llevasen a la boca un trocito de pan.- Si...tu eras...la que iene las mejores telas...¿Como te llamabas...?

por **Milenka Sandoje** Lun Oct 14, 2013 10:58 pm

Había estudiado durante mucho tiempo aquel lugar. Sabía los horarios de los dueños, de sus hijos, de sus invitados e incluso de la gente que trabajaba en el servio domestico, todo me lo había estudiado para no tener que cometer algún error. Debía cometer aquel delito de la manera más limpia posible. Siempre me he considerado una gitana inteligente, no será la excepción está vez, no tiene porque serlo; es por eso que me escondo. La noche es mi mejor amiga, no sólo eso, se encuentra nublado. De esa manera sé que no podrá verse ni mi sombra entre los arboles. Nadie podría observarme. Espero a que den las diez de la noche. Contando unos segundos me salgo de entre los arbustos. Comienzo a caminar por los alrededores antes de empezar a trepar los muros para inmiscuirme dentro de la propiedad. Camino como si estuviera haciendo cualquier cosa y me encontrara por esa zona por mera casualidad.

- ¿Que hace usted aquí? - Comento con total recelo. Mi rostro muestra una mueca llena de molestia. Esta mujer arruina mis planes, pero bueno, quizás sea una señal del universo, de esas que los dioses te mandan para no realizar actos buenos que parezcan malos y me lleven a tener consecuencias graves. Aunque me noto muy irritada, tomo algunas bocanas de aire para tranquilizarme, esa mujer no tiene la culpa, no tiene porque pagar con los platos rotos. - Si, soy yo, pero no repita lo que hago, no lo realizo con la finalidad de ser reconocida por eso, así que mejor evitemos el tema ¿le parece? - No es que me molestara, no por completo, pero cuando haces alguna obra de corazón, no necesitas que te lo aplaudan, o que te recuerden por eso, las personas necesitaban aprender a diferenciar todo aquello, porque si querían ser reconocidas por sus logros, entonces se trataba de personas mezquinas que no valía la pena recordar.

- Tibo, ese es mi nombre - No le estaba mintiendo, para nada, pero le estaba dando mi nombre no conocido, de hecho a nadie se lo había dicho, pero es que si la mujer me llegaba a reconocer en otro lado, me aferraría a mentir diciendo que mi nombre verdadero era Milenka, aquello era lo mejor que podía hacer, nada de exponerme - ¿Necesitas algo? Porque la verdad tengo algo de prisa - Me adelante a decir antes de que la mujer dijera algo. No tenía ganas de perder el tiempo, era momento de poder hacerme de una joya preciada para poder conseguir el dinero y alimentar a más bocas inocentes que se mataban de hambre para que esos malditos ricos vivieran como reyes. Los detestaba a todos, siempre lo haría, porque ninguno marcaba la diferencia, al menos de los que había conocido.

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