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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danna Dianceht Lun Ago 12, 2013 7:37 am


El destino tiene dos maneras de herirnos: negándose a nuestros deseos y cumpliéndolos.


No  veía el momento de llegar a mi destino y este no era más que  el comercio  de los más selectos y caros vinos de todo el mundo, los vinos del señor Chassier, producidos en los viñedos Camelia Linn en tierras italianas. La exquisitez de los vinos, la esencia eterno, muchas decían que era el mismísimo elixir de la vida, y que una sola gota de esos vinos, te hacían recomponerte de nuevo. No negaba cualquier habladuría sobre ellos, pero denotaba una exageración,  no quedaba en duda de la exquisitez del más bueno de sus vinos, el cual se vendía nada más y nada menos, que por oro…pero llegar a decir que era el elixir, la esencia de la vida quizás era una exageración. Suspirando contra el cristal de la ventanita del carruaje,  admiraba la vida parisina. Me encontraba entre las calles de París, con las últimas luces del sol en el firmamento, a las puertas de la noche. Por suerte donde me dirigía, como me habían dicho, solo el dueño atendía por las noches. Llegaría a la hora esperada, pero sin cita concertada, por unos problemas con los correspondencia, de esa misma semana, bien podrían citarla otro dia. Aún así esperaba que la atendieran ya que en un pasado las dos empresas fueron aliadas, hasta que un poco antes de la muerte de mis padres no se supo más.

Aún me acordaba del dueño de los viñedos. Deiran se llamaba aquel joven, del que de jovencita me enamoré perdidamente, ahora ya debía ser un hombre mayor, con familia e hijos. Deiran asistía cada verano una pequeña temporada al castillo, donde mi madre aprovechaba para abrir los salones y hacer fiestas, y padre para cerrar tratos con él. Mientras la pequeña Danna se dedicaba a perseguirle  y a otorgarle su compañía. Seguramente era mas una molestia que cualquier otra cosa. Yo apenas era una niña y él ya era todo un hombre. Una sonrisa de añoranza se posó en mis labios, perdiéndome en los recuerdos, dándome cuenta de que en aquellos tiempos todo había sido perfecto, había sido feliz. Con la mirada en la ventanilla, seguí admirando el paisaje de la ciudad. Faltaba muy poco para llegar.

Solo tuvieron que pasar unos pocos minutos para que finalmente el carruaje se parara en un estruendo. Tras aquel viaje los caballos debían de estar muertos de cansancio. Lo primero que hice al bajar de allí, fue enviar a Víctor en busca de agua y comida para ellos. Victo asintió y me encaminé hacia el edificio de los chassiers. El vestido vaporoso se mecía al ritmo de mis pasos y movimientos del cuerpo, de color trigueño, realzaba mi intensa mirada y delicada figura. Con confianza entré, viendo lo que era una salita pequeña, donde se recibían las visitas, en que curiosamente no había nadie. Cerré la puerta tras ella y tosí ligeramente, anunciando así mi presencia.

A los pocos segundos un joven apareció por una puerta colindante al pequeño salón y con un fruncido ceño m miró de arriba abajo, preguntándose quien seria. Algo molesta por la mirada que me pegaba, decidi hablar yo primera, anunciando el orden de mi visita.- Busco al propietario, señor Chassier - Anuncié.

- ¿Y usted es? –  Inquirió el joven. - Vengo de parte de mieles Dianceht - contesté, sin revelar que era la misma dueña de las mieles y nada más y nadie menos que la duquesa Danna Dianceht de Escocia. Si algo no me agradaba era que cuando se daba a conocer, todo el mundo me trataba diferente, a todo me decían que si, me ponían las posibilidades al plato, sin tener que ganarme nada, y eso me enfurecía. Tenía aires de negociadora y podía hacer cualquier cosa sin tener que usar mi cuna real y mis contactos.

- ¿Reservó cita con antelación, madame? – Negué con la cabeza -  Dianne, señorita Dianne y no, todo fue muy acelerado y no pudimos ponernos en contacto con ustedes. No hasta llegar a Paris, en que llegué apenas hará unos pocos minutos -

- Ya veo..Espérenme un momento - el joven empleado se fue, dejándome sola, momento que aproveché para observar el lugar. Sin duda los Chassier no carecían de fortuna ni de medios, ya que el comercio contaba con todo lo necesario y más, hasta se decía que tenía parte de sus cosechas escondidos en él, en un grande sótano, donde reposaban para su exclusivo deleite personal del dueño. Observé las fotos de la mesita y sonreí, acordándome de Deiran. Ahora seguramente fuera uno de sus hijos quien llevara el comercio. Es lo que se hacía mas normalmente con las clases adineradas, a la que uno de los varones era capaz de llevar los negocios, estos pasaban de manos del padre a hijo y así sucesivamente. ¿Sería el hijo de Deiran su viva imagen?. Me mordi el labio ante aquello, si le volvía a ver de seguro que recordaría bellos momentos, pero también malos. Como el fin de la amistad de ellos dos, en cuanto dejó de visitarnos y cerró los tratos con padre, abandonando a una inocente niña a manos de una bestia, como resultó ser mi padre, quien se encargó de corromperme y destrozar mi vida, ms esperanzas.

De repente inquieta, noté que alguien se acercaba, otra presencia diferente a la del joven empleado. Por protección me mimetizé y cambió el olor, camuflandolo. Nunca se sabia quien podia ser y por la alarma de mi loba, no era un humano más. ¿Habría llegado a tiempo de camuflarse?. Esperé con actitud tranquila, observando la sala, esperando que aquellos pasos que oía, llegaran hacia mí.




Los recuerdos dolorosos, resultan muchas veces dulces. Como cuando te regalaba flores, aquellas rosas rojas que solo rompía para ti ¿Te acuerdas? Aquellas sonrisas que nos dimos en secreto, tiernas e inocentes que tu correspondias…pero terminaron. Esta vez por eso no fue el invierno el culpable, fuiste tú.
Y yo como flor de primavera, te esperé cada verano…


Última edición por Danna Dianceht el Lun Ago 26, 2013 9:09 pm, editado 3 veces


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Mensaje por Deiran Chassier Lun Ago 12, 2013 10:06 pm

Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.
Albert Schweitzer

‘’Cada quien cuenta la historia como mejor le convenga, cada quien mira el horizonte y la verdad según su tiempo, según sus días…’’. Una cita muy interesante, cerré el libro que con afán leía y me pregunté por qué el tiempo avanzaba tan despacio, por qué el viento no soplaba con intensidad, por qué mis manos a pesar de estar en el fuego no ardían y mis labios encontraron la respuesta; soy un vampiro. Me reí con cinismo ante aquel descubrimiento, quizás después de doscientos cincuenta años aún no lograba asimilarlo, qué infante me sentí. Sentado en mi despacho, meditaba en la eternidad, la época, las personas, el mundo. ¿Cómo es que cambian las cosas? ¿Cómo la primavera llega a su fin y poco a poco todo se enfría hasta mermar el calor? De vez en cuando esos debates me aquejaban, me molestaba un poco por eso en momentos así deseaba cenar a alguien. Tomé un poco de vino y se deslizó el sabor por mi garganta, definitivamente exquisito pero tenía que trabajar. Comencé a buscar unos papeles que tenía empapelados entre cosas viejas y fotografías. La evolución de mi viñedo desde ya más de dos siglos. Me pregunté qué había sido de las personas que antes había conocido, cuando era alguien más simpático claro está. Mi cara que denotaba un porte serio y juvenil había cambiado tanto. Con el paso del tiempo poco a poco caes en cuenta que aferrarse a lo que antes eras no es lo mejor, hieres a quien te aprecia y te hieres tú mismo.  Lo decía porque había fingido mi muere unas cuatro veces por tales razones por eso y por un sentido egoísta de protección me había apartado de los humanos.
Saqué un gran paquete de libros de contabilidad de unos treinta años, necesitaba encontrar unos pagarés que por alguna extraña razón era donde los había guardado, siempre he querido ser precavido y prudente con mis cosas por eso las encubría en lugares donde normalmente nadie quisiese buscar.  Cayeron en el suelo dos hojas y con ella una rosa seca. Mis ojos se sorprendieron un poco, la recogí y mi dedo se pinchó con una espina ‘’A pesar del tiempo las rosas muertas siempre puedan infringirte dolor o alegría…’’. Sonreí por y llevé mi dedo medio pinchado a mi boca dándole una pequeña lamida impregnándose mi paladar del sabor a hierro. Olisqueé la flor muerta y me trajo su perfume, el de aquella pequeña que gritaba mi nombre, prácticamente me había remontado a esa época.
En esos años cuando le conocí, buscaba nuevos horizontes, afincar nuevas relaciones y expandir mí vino, hacerlo uno de los mejores del mundo ¿Por qué no? Había entablado relaciones con el rey de Escocia, era más un tratado de libre comercio entre nuestras empresas, él surtía con mi producto en su reino y yo vendía el suyo. Cada verano, una carta llegaba a mis manos, eran de los Reyes, siempre de negocios aquel viaje pero con especiales invitaciones a banquetes y fiestas que por ese tiempo era muy popular y yo claro no desaprovecharía las oportunidades, después de todo un vampiro no solo de sangre vive… Así es que dice el popular dicho. Suspiré.
La joven de piel morena y cabellos largos correteaba a mi lado, me llenaba de flores y danzaba diciendo que era una ada en el jardín. El que sólo pude ver de noche. Se sentaba en mis piernas y jugaba a hacerse la dormida, yo sólo le seguía la travesura. Me hizo hacer un anillo de ramas y decir que eran de compromiso, era una chiquilla jugando ser grande y yo el demonio que le cuidaba. Mis ojos se fueron de nuevo a la ventana y pensé en las cartas que había dejado de recibir, me preguntaba qué sería de su vida.
Salí un momento del despacho, todo estaba muy callado, como si esperase a que algo pasara, ya antes lo había vivido, un montón de siglos. Me adentré a una de las bodegas, donde solo yo y Marshall tenía acceso, uno de mis empleados que por años había trabajado conmigo. Pero quería estar solo.
Mis sentidos se percataron del detener de unas ruedas, el olor a alguien diferente se dispersó por todo el lugar, inundándome de curiosidad. —Un cliente más…- me dije y llené mi copa de nuevo, tomando un sorbo y cerrando la pequeña llave que abría uno de los barriles conservados en el helado sótano. Caminé hacía el frente, sentándome en uno de los sofás y la puerta fue golpeada. Fruncí el cejo, no quería ver a nadie pero el olor se hacía más fuerte —Mi señor, la señorita Dianceht le busca- miré al hombre con el rabo del ojo y solté mis labios del cristal. —Imposible….- murmuré y me levanté del asiento —Muy bien, ahora salgo, tú deberías irte si no quieres correr con mala suerte, hoy no estoy de humor…- dije malhumorado —¡Vete!- ordené viendo como el hombre salía a paso rápido de mi vista y yo me camuflajeaba a velocidad rápida por  en medio de los estantes con vino, cuando el olor a lobo desapareció —No puede ser…- dije aún más con misterio pensado, debía de estar errado, mis sentidos debían de estarme jugando una broma, por lo pronto quería ver cuánto aquella pequeñita había crecido, sería una mujer hermosa.
Mis ojos se posaron en el delicado cuerpo, yo solo fingí no hacerlo, pasándome una mano por el cabello salí de las sombras y como alma judía aparecí frente a ella, así como cuando le asustaba de niña, cuando jugaba a las escondidas. —Mis ojos deben de estarme mintiendo o quizás ya estoy demasiado viejo para dilucidar qué es real… ¿Eres tú?- dije con una sonrisa enseñando mis blancos dientes y mis ojos verdes se compenetraron con los ajenos. Le escudriñé con la mirada. —¡Así que eres tú…!- me fui hasta donde ella estaba y le sujeté por la cintura levantándole en el aire  y besándole su mano —Condesa…- hice una reverencia —Es un placer tenerla en mi humilde negocio…- levantando la vista con mis jades ojos aun conservando los labios pegados a su fina mano. Se me había olvidado algo por ahora sufriría de  demencia, todo a su debido tiempo.

‘’El amor hace pasar el tiempo; el tiempo hace pasar el amor.’’
Tantos recuerdos que traigo por dentro, recuerdo tu aroma y tus finas manos rodearme el rostro… Has crecido tanto y cambiado que me pregunto, si la pequeña niña que conocí aún había en ese cuerpo de mujer que mis ojos aprecian...


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Mensaje por Danna Dianceht Dom Ago 18, 2013 5:51 am

El recuerdo es el perfume del alma.
George Sand


El joven se fue, dejándome sola en mis pensamientos y observaciones. Vagué por la sala recordando bellos momentos de mi infancia. Aquellos veranos siempre habían tenido su magia, las visitas tan esperadas de Deiran y su media sonrisa. Aquella que tan bien conocía y echaba en falta el resto del año, donde todo siempre era monótono, mis clases, deberes reales, presentaciones, mi madre y padre…hasta la muerte de madre y finalmente la de padre. Suspiré. Ahora debía de tener sus cincuenta años o más, debía de estar retirado en una gran mansión disfrutando de los nietos e hijos. Todo y que aun tenía una espina clavada en mi corazón con él. No le gustaba que le tocase hasta que finalmente se dejó y a partir de aquel momento me dejó hacer cualquier cosa…hasta una vez dormí con él todo y despertarme de vuelta en mi habitación. Sonreí ante aquel día y volví a lo que me preocupaba. La fría piel de Deiran… Hasta ahora no lo había pensando, pero aún el recuerdo fría a mi tacto juvenil menos cuando le acariciaba y pasaba cierta calidez a su fino y tan bello rostro.

¿Podría ser un vampiro? En aquel entonces yo solo era una niña, nunca me había dado cuenta o había pensado demasiado en aquel pequeño detalle de Deiran, para mi él siempre sería perfecto, mi primer amor y único amor de juventud. Un amor secreto que en silencio lo padecí y así murió.

No sé cuánto tiempo tardó aquel joven en volver, ni lo que esperé hasta sentir un aroma peculiar viniendo a mí. Me envaré por dentro, al reconocer el efluvio, era el aroma de un vampiro. Pero… ¿Qué hacia un vampiro por estos lares? ¿Trabajando para los Chassiers? Y si se acercaba hacia mi debía de ser que se trataba de alguien importante. Ya que dudaba que enviasen a alguien  inexperto en el comercio como con los vinos, cuando se trataba de atender a alguien de la realeza. En verdad me daba igual quien me atendiera, solo quería volver a reabrir los tratos del pasado con ellos. Trayendo sus vinos a mi querida y amada Escocia.

Sintiéndole cada vez más cerca, me aseguré de nuevo de encontrarme camuflada en olor y esencia, lo que no podía asegurar era mi aura, la que últimamente no me dejaba esconderla del todo. Suspiré, con una mano recogiéndome el cabello y en aquel preciso momento alcé la mirada, hacia la aparición del vampiro ante mí, recordándome los juegos de escondidas que de niña  jugaba tanto con Deiran. Fruncí el ceño un instante…Un momento…No podía ser. Mis ojos debían de hacerme una mala pasada. Me volví loca o definitivamente aquella sonrisa, le pertenecía a él. Yo también le escudriñe con la mirada, pero poco hizo falta para reconocerlo, seguía siendo el mismo. El mismo rostro, misma sonrisa, aquellos ojos y su tono de voz.- ¡¡¡DEIRAN!!!- Exclamé contenta. - ¿Demasiado viejo? - Negué con la cabeza - ¡Mírate bien! Si sigues igual que de antaño! Solo un poco más serio quizás- Sonreí y dejé que me tomara de la cintura, levantándome en el aire.

En ningún momento mi sonrisa abandonó el rostro, aún notando su frio tacto y con la certeza de que era un vampiro. Él seria siempre mi Deiran, el príncipe de la noche y aquello nada lo cambiaria. Absorta grabándome en mi memoria su rostro le correspondí a la reverencia con mi hojiverde mirada en la suya. – Es mío el placer de encontrarme aquí y encontrarte, no pensé verte. – Tomé mi mano libre y le acaricié el rostro como de pequeña hacia. Le sonreí tiernamente – Sigues siendo el mismo – Murmuré viendo en sus ojos la misma mirada que hacia tanto no veía de nuevo.- Veo que te va todo muy bien con los vinos - sin apartar mi mano de su mejilla, hice un breve vistazo de nuevo a la sala hasta volver mis ojos de nuevo a él – Mi padre si de algo supo siempre, era de buenos negocios y contactos importantes. Contigo nunca se equivocó. - Agregué una tierna sonrisa a mis palabras.

Me moría de ganas por echarme a sus brazos y confesarle la falta que había hecho en los veranos de Escocia, sobre todo para la vida de aquella joven niña terca como sí sola. No obstante, no era el momento, ambos habíamos crecido y como bien pasó, ellos rompieron los acuerdos y con aquello fue con lo que padre hizo que dejáramos de ver a Deiran cada verano, privándome de su compañía en aquellos tiempos. Peró ahora, aqui con él, me volvía a sentir de nuevo aquella pequeña niña, que no dejaba nunca de sonreir a aquel invitado de cada verano, su protector de la oscuridad.



"No cambié...En realidad nunca lo hice.
Sigo siendo aquella pequeña que te buscaba por el día y te soñaba en la noche."


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Mensaje por Deiran Chassier Mar Ago 20, 2013 3:43 pm

La soledad es el precio de la libertad.
Carmen Díez de Ribera
El olor no se disipaba con nada, a pesar que por ratos las olas de aire eran calmas y con sabor a perfume parisino mezclado con rosas, mis sentidos no podían ser engañados ¿Qué era lo que quería ocultar? Me quedé hundido minutos en mis pensamientos como si de adentro mis demonios se revolcaran por la inquietud de tener algo que hacer, quería arremeter contra una criatura sobrenatural; una loba. Estaba frente a ella teniéndole de nuevo en mis brazos, aún recuerdo aquellos tiempos. La única diferencia entre el ayer y el ahora es que aquella pequeña niña de cabellos largos marrones que corría por mi atención se había ido y ahora estaba una hermosa mujer a mis ojos. Esbelta figura, piernas largas  y esos mismos ojos que deliberaban sinceridad en el ambiente realmente encantadora. Le escuché gritarme y mis vellos se erizaron como si me hubiese espantado por tanto ruido -Así como de niña… me dije a mi mismo y le correspondí con  una sincera sonrisa yéndome hasta ella. Negué sus palabras porque no eran ciertas, ambos habíamos cambiado, quizás yo con esta misma cara pero los años en mi tenían un significativo peso equilibrados entre sabiduría, dureza, muerte y sangre. En ella notaba la energía y viveza de un humano pero también de un animal.
Mientras le sostenía en mis brazos al saludo presioné mis dientes imaginándome qué era lo que le había ocurrido para que hubiese terminando en licántropa. Pensé en un millón de posibilidades que le dieron vuelta a mi cabeza y me autocontrolé, ya habría tiempo para eso, seguramente también ella se estaría cuestionando por qué yo jamás había cambiado, seguía siendo el mismo aunque me suponía que ya conocía de la existencia de los vampiros. Su calidez se fundió con mi cuerpo, era aún más cálida que cualquier humano. Quizás una habilidad propia de su condición, era la primera vez que tenía contacto con un licántripo de manera ‘’amigable’’.  —Claro, igual… ¿Cómo podría cambiar?- quise persuadirla y solté una sonrisa viéndole a los ojos, jamás los perdería de nuevo —¿Qué hay de ti? El tiempo te ha favorecido, no recuerdo haberte visto la última vez tan grande…- le acaricié su pequeña cabeza y con una mano le tire hasta darle un beso en la frente —Los años te han venido bien eh!- ambas miradas estaban enlazadas.
—Yo no pensé en recibir tan agradable visita, pensé que te habías ido del continente siempre soñaste con un mundo nuevo…- dije en son de broma y negué mis pensamientos recordando. —Sí, la Vinería ha crecido a manera provechosa estos últimos años, como vez me he extendido hasta París y la principal sucursal en Parma está yendo muy bien, he logrado encabezar el primer puesto a nivel continental- dije con un tono calmado y recio —¿Cómo está Escocia? Con tan bella Duquesa no dudo que vaya de lo mejor, hace mucho no tengo noticias de ti… Desde que….- cerré mis labios pues en boca cerrada no entran moscas. Recordé muy bien el presente que tuve que enviar cuando me di cuenta que el conde había muerto. Mis ojos se sintieron compungidos pero corté de raíz el momento extendiendo mi mano para ofrecérsela y dándole un beso nuevamente solté una sonrisa —¿Será que tu visita es para enlazar nuevos convenios? ¿Ahora le serviré a la Duquesa? Me sentiría triste si solo es a eso…- dije con cierto cuidado y pensativo sonriéndole de lado.
—Acompáñame que este no es el mejor sitio para una conversación…- mencioné llevándola del brazo haciendo referencia hacia el despacho pero no, con ella quería tener un detalle especial así que le llevé al sótano en donde sabía que algún día aquel tesoro que por años había guardad sería descubierto nuevamente, solo esperaba que ella lo recordase. Abrí la puerta de fino acabado y el olor a vino, frutas y algo más comenzó a embriagar todo el aire. Dejé que ella entrara primero y le señalé los asientos en la pequeña sala de estar condicionada. —Si no estás con prisa vamos a degustar un poco de vino… Ahora que tienes edad y no te tengo que inventar alguna excusa así como cuando eras niña y te molestabas por no darte de mí copa…- dije llevándola hasta el asiento con una sonrisa dibujada ¿Cuándo fue la última vez que alguien había pisado este sitio a excepción mía? ¿Cuándo había dejado de sonreír?
 
‘’Todo cambia, las personas, el tiempo, el espacio. Nada es estático, benigno ni excelso pero veo en tus ojos que esa regla que me ha enseñado la vida contigo cumple la excepción…’’


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Mensaje por Danna Dianceht Miér Ago 21, 2013 7:50 am

No perdamos nada de nuestro tiempo; quizá los hubo más bellos,
pero este es el nuestro.

Jean Paul Sartre


Mis sentidos de loba se encontraban atento a cualquier movimiento de Deiran, por más que en mi mente lo encontrara una tontería, Deiran era un vampiro y como vampiro al igual que mi parte animal sentían un odio arraigado de hace milenios, como el perro y el gato; enemigos naturales. Pero al contrario de lo que mi loba aclamaba, yo me encontraba tranquila y a salvo con él, como cuando era niña que nunca temí con él. Deiran quien me vigilaba por las noches, me acompañaba a los jardines y me dejaba sentarme en su regazo mientras hablaba con mi padre y no quería irme a dormir, terminando dormida muchas veces allí mismo, en su pecho frio bajo la mirada reprobatoria de mi padre y la dulce de mi madre. Habían sido tiempos felices, al menos para mí, para él al ser de su condición, como mas lo pensaba más dudas tenia… ¿Qué habría sido para él, el tener que cuidar de una niña por las noches? ¿Una tortura? O su cariño como sus ojos se deleitaban en los ajenos y su sonrisa que alumbraba su tez, indicaban lo contrario? Dudas y dudas pero aquí, mirándole desaparecían en el olvido.

- La última vez que te vi tendría unos doce años… es normal que haya cambiado. Ya han pasado  treinta años desde entonces – Mencioné sonriéndole, cerrando los ojos al sentir el frio beso en la frente. Los besos que me daba de buenas noches en aquellos tiempos. Abrí los ojos y nos miramos el uno al otro, como si tras todo aquel tiempo no nos pudiésemos creer que estuviéramos de nuevo aquí, reencontrándonos tras tan tiempo y tantos cambios en nuestras vidas.
Asentí a sus palabras, era un hecho que sus viñedos eran reconocidos a nivel continental y que muchas lenguas hablaban de un considerado titulo de la mejor vinería y cosechas del mundo conocido. Me alegraba mucho por ello, en estos días costaba llegar a lo más alto y Deiran tras muchos esfuerzos y quebraderos de cabeza que de seguro pese a su condición de inmortal tuvo que aguantar y sufrir con sus viñedos, se lo merecía. El esfuerzo siempre debía de ser reconocido y si había calidad en él, aún más. – Escocia no podría estar mejor. Igual de chismosos, de frescos y tranquilos… allí todo sucede más lento, mas apaciblemente no como en las ciudades, donde todos van con prisa y la multitud se acumulan en las calles y sus avenidas tan transitadas…- Narré sonriéndole hasta que terminó callándose y yo también  hice lo mismo. Si, la última vez que supe de él fue cuando tras unos años sin vernos, recibí el presente floral para el funeral de mi padre. Había esperado que asistiera o viniera tras aquel día, sin duda… no volvió a aparecer nunca más. Hasta hoy que lo había encontrado de nuevo.

La tristeza de mi rostro, duró un momento, hasta que me extendió mi mano ofreciéndomela y tras besarme nuevamente se ofreció para acompañarme y hablar en un lugar más privado. Ambos sabíamos que no había nadie escuchando pero por comodidad sería mejor. Asintiendo a su petición, dejé que me llevara del brazo por el comercio, que para mi sorpresa resultaba más grande de lo que desde un principio creí. Bajamos unas escaleras y pronto el olor a la madera, a las viñas y un toque dulce inundó mi cabeza. Admiré todo y esperé al entrar en lo que parecía un sótano, que tras aquella reunión me enseñara el resto de la vinería.

Al entrar en el sótano, el olor a vino, frutas y un toque picante, delicioso y algo más que no llegaba a discriminar llegaron en un efluvio a mis fosas nasales, descubriéndome cerrando los ojos ante la exquisitez de aquel aroma – Exquisito, dulce, picante…una explosión de aroma y sabor – Abrí los ojos y le miré interrogándole con la mirada. ¿Qué escondía en aquel lugar? ¿Qué vino de tal paladar exigente y único escondía tras estas paredes? Sonriendo me senté, deseando probar ya ese vino, esa reliquia que escandia al mundo. ¿Sería la primera en probarlo? – Ansío ya probar aquello que me quieras dar. Pensé haber probado todos los vinos de tu vinería a lo largo de estos años, pero este escapa a mi memoria…- dije sonriendole bebiendo de su sonrisa. Se parecía mucho a la que de pequeña me deleitaba a cada instante, riéndose de mi inocencia y bondad. ¿Seguiría siendo igual? O ¿Al descubrir mi alter ego de loba, todo cambiara entre nosotros? – De pequeña en efecto no me dejaste nunca probar ni una sola gota, pero terca de mí me escaqueaba, iba a las cocinas y probaba gota. Me temo por eso, que en esas edades para mi paladar aquello era demasiado ¿fuerte? – reí acordándome de la primera vez que probé vino a escondidas y mi mueca asqueada que lo dijo todo, llegándome a la memoria que aquel día me parecía haber sido pillada, pero nadie se presentó ante mí. Abrí los ojos y le miré - ¿Fuiste tú la sombra que aquel día me siguió? Ahora me llega a la memoria…me sentía vigilada y dejé rápidamente el vino en su lugar tras probar mi primer sorbo – Le sonreí – Mis padres me hubieran regañado, solo había alguien que nunca lo habría hecho…- sacudí la cabeza sonriendo tiernamente hacia él. Él siempre había estado allí el tiempo que permaneció conmigo.

Observé cada uno de sus movimientos con mis ojos hojiverdes clavados en él – Vengo como bien prevés a abrir nuevos convenios, nada me gustaría más que de nuevo estar en contacto… pero también venia a verte, a conocer a tu familia o los nuevos dueños…No imaginé encontrarte. Has sido algo inesperado y nada me agrada más que verte de nuevo – me mordí el labio acallando mis palabras, había faltado poco para reconocer que me había hecho falta en aquellos momentos que mi vida se derrumbó de las más viles formas. De aquello, ya hablaríamos más tarde, ahora la curiosidad tiraba de mí, como la curiosidad malsana del gato ante cualquier movimiento de su entorno.


“Me adentro en tu sonrisa y sigue siendo la misma. Te observo y no puedo evitar preguntarme … ¿nace de mi presencia? O es solo una sonrisa más en una máscara repleta de inmortalidad? Me incluiré en la excepción, por que tus ojos me dicen que solo fui yo, soy y siempre seré... la protagonista de tu dulce sonrisa….”


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Mensaje por Deiran Chassier Vie Ago 23, 2013 8:24 pm

 
Los espíritus vulgares carecen de destino.  
Platón
Pensaba enteramente en todas las posibilidades y no se me ocurría ninguna ¿En qué momento había Danna dejado de ser humana? Le sonreí asintiendo sus palabras y notando la hora, era un poco tarde. Sabía que en el lugar solo quedábamos seis personas, Danna, dos empleados, mi mayordomo de confianza, el cochero y yo pero ninguno estaba cerca. La sensación molesta de soledad que antes me aquejaba había desaparecido, quizás era porque me sentía transportado, noche de luna llena, noche de recuerdos dice un dicho. Se me había olvidado la última vez que había pasado en compañía a estas horas de la noche y menos con la pequeña que se escabullía entre las sábanas de la habitación casi permeable que el rey de Escocia me preparaba a mis llegadas. Se me había olvidado hace cuanto no sonreía sinceramente sin ningún estorbo y de manera natural, era ella quien revivía poco a poco el ser que se había perdido en una oscuridad eterna y no encontraba salida alguna.
—¿Hace doce años? ¡Cuánto tiempo! A penas siento que fue ayer… La niña de los risos dulces que reía y era tan pequeña como ¿la de ahora?- viendo las diferencias de alturas y haciendo una broma teniéndole de nuevo cerca para darle un beso. Su calidez me recordó a la maternal que jamás tuve. Eran como dos olas de viento que chocaban y hacía explosión ¿Quién calentaría a quién? Sonreí quedándome ido en la nada recordando demasiado. Las memorias pueden ser engañosas y apreciables solo debes invertirlas viendo el ángulo que mejor te parezca. Sonreí complacido a sus palabras. El flujo del tiempo es mágico, arrastra sabiduría, años de esfuerzo y empeño. Verdaderamente Danna era toda una mujer, no era más aquella niña, aunque sus acciones, su mirada, hasta su risa me recordaba a la pequeña, quizás no había cambiado eso solo los minutos me lo develaría. —Escocia siempre ha sido uno de los países donde su paz me ha tranquilizado, quizás es su gente, claro nada se compara con mi querida Italia…- dije sonriendo como queriendo molestarla con aquello todo con un perfecto acento italiano. Supliqué porque el tiempo se aligerara más despacio ¡Qué terrible silencio! Inmuté para mí mismo observándole la cara a la joven loba llevándola de aquella incomodidad a uno de mis lugares favoritos de toda París; mi sótano.
Le observé con cuidado cuando abría la puerta del lugar, era como una niña pequeña emocionada por algún juguete nuevo. Negué a sus palabras y terminé de separar la puerta del marco —Esa percepción es la que te da un vino cualquiera éste es más que una explosión de sabor… Es un juego de alcanzar el cielo. Quien lo toque primero gana. Esa es mi meta, mi objetivo, que tu paladar se transporte a lugares donde jamás ha estado o donde siempre quiso estarlo, donde tu memoria recuerde el sabor de tu primer beso o quizás recuerdos que hayas olvidado…- diciendo aquello solté una pequeña sonrisa cohibida por el rechinar de la puerta. —Creo que te olvidas de un buen detalle, de uno muy importante, la técnica no está en lo novedoso sino en lo capaz que sea este licor de hacerte recordar…- le dije sonriendo y no sabía por qué hablaba en metáfora.
Sentandome a su par le escuchaba con detenimiento riendo calmadamente perdiéndome en sus labios. El silencio y sus palabras acobijaban mi noche. —Eras muy pequeña para que yo te dejase beber de mi copa ¿no recuerdas lo que hacía para compensarte por ser una buena niña?- alcé una ceja y me levanté del asiento siempre escuchándole —¿Te diste cuenta que era yo? Eras traviesa, obstinada, sabía que no te quedarías con la sensación de querer probar el vino que tu padre tanto alababa- mencioné todo aquello de espaldas a ella y caminando hasta uno de los estantes enorme con uno que otro barril —¿De verdad no recuerdas cómo te compensaba?- para desaparecer sin que ella notase mi ausencia, al menos no sus ojos.
En aquella ausencia tomé rápidamente una fría botella, de detalles especiales y bordes convexos y angostos. De un tamaño pequeño y considerable y con un olor diferente a todos los tipos de alcohol y vino del lugar. Sabía que frente al sofá donde estaba sentada Danna habían unas copas. Apareciendo nuevamente detrás de aquella pila de barriles caminé despacio sin tan solo un cabello despeinarse, colocándome justo frente a ella le mostré la pequeña botella, cogiendo una copa entre mis dedos y destapando aquel corcho que aprisionaba todo el sabor —Recuerda su aroma… Era tu licor bañado en miel- sirviendo hasta la mitad de vino, siendo una combinación de frutas ácidas y dulces, una pizca de canela y pimienta fermentado ligeramente endulzado con miel. El licor que había creado especialmente para ella; para la niña de cabellos dulces.
Voy a confesarte mis secretos en tanto tú reveles los tuyos. Mi instinto me susurra tu presencia, tu dulzura ¿Crees capaz de recuperar el demonio?

 


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Mensaje por Danna Dianceht Lun Ago 26, 2013 7:18 pm

Para no sentir el horrible peso del tiempo sobre sus espaldas, hay que embriagarse sin tregua.
De vino, de poesía o de virtud, a vuestra elección.
Pero embriáguese.

Baudelaire



Parecía mi adorado Deiran, pero tampoco era completamente él. Era extraño, lucia su misma sonrisa, me volvía a hacer sentir participe y dueña de su cariño, pero algo en aquella mirada, me hacía dudar. ¿Habría descubierto mi condición, como yo la suya? ¿Seguiríamos sin confesarnos hasta que irremediablemente saliera todo a la luz? Por el transcurso del encuentro así parecía y no sería yo quien finalizara la emoción de vernos de nuevo, por tan desagradable revelación. Así que seguí escuchándole con una dulce sonrisa en mis labios, transportándome a instantes al pasado, recordando tantas situaciones y momentos junto a él. Recuerdos bonitos, tiernos e intocables para mí. Aún recuerdo mi enamoramiento con él, como esperaba cada verano al final del camino que le llevaría a mi casa, o esperándole en mi jardín escondida tras dejar una nota en su alcoba, diciéndole que me encontrará… Era tan pequeña y tan soñadora por aquel entonces.

Reí ante la mención de mis rizos, aquellos que con el paso del tiempo terminé perdiendo hasta reemplazarlos por el liso cabello que lucía, el que caía como una fina cascada a mi espalda. Sus palabras me hicieron reír, aquellas bromas... de pequeña también bromeaba mucho conmigo, sacándome de quicio muchas de esas veces, recordé en una gran sonrisa que no podia mas que evidenciar mi felicidad en aquellos momentos. Y así en un mar de sonrisas, llevada por nada más que un joven caballero encantador, llegamos a su sótano, y por lo que parecía, tras observar su rostro, uno de sus lugares predilectos. Ya podía imaginármelo tras el gran escritorio, repasando papeles y contratos, poniendo en orden sus asuntos mientras a su lado una bella copa con uno de sus mejores vinos le esperaban para ser tastados por su excelente paladar.

Sentada no podía quitarle la mirada de encima ¿Qué tenía Deiran? Sus ojos, aquellos que narraban las mil y una aventuras que jamás imaginarias, sabiduría…mucha sabiduría y una nube de oscuridad, todo y que parecía que mi presencia la alejara de él. Escuché sus palabras con suma atención, sin perderme ni un atisbo de pasión y emoción de su voz, cuando relataba sus sensaciones del vino y su explosión de sabor.

- Un buen vino bien puede merecer la pena, pero los mejores vinos, en concretos los tuyos, si tu meta es que hagan recordar, alzar nuestras almas y tocar el cielo a cada trago de aquel preciado y dulce vino…Lo lograste. - Le alabé, aún con la mente y sentidos en el aroma de los licores del sótano y aquella mezcla inconfundible de picante con dulce, lo prohibido con lo tentador.- Clases de vinos solo hay dos: el buen vino y el mejor vino – cité – Y creo que tu pasión absoluta hacia los viñedos y sus frutos, dan pie al título de mejor vinería. Hasta cuando hablas  transmites este amor, pasión, gracia y lo satisfecho que estas con ellos. Como dijo Dalí “Quien sabe degustar no bebe jamás el vino, sino que degusta secretos." Ya ves, no eres el único que piensa en hacer que un simple sorbo pueda alzarte al cielo – Añadí esperando que se volviera hacia mí.

Sonriéndome, se sentó finalmente riendo al hacerle evocar aquellos recuerdos de pequeña. Contagiándome de su sonrisa, no pude más que seguirle y esbozar mi sonrisa y risa al aire. Intenté recordar aquello que me preguntaba incesante. ¿Qué me hacía para compensarme por ser una buena niña? – No me acuerdo…- musite contrariada conmigo misma. Siempre me acordaba de todo, ¿Por qué aquello escapaba aquello de mi mente? Algo tenía claro.. No podía ser nada malo, Deiran nunca lo fue conmigo en el pasado.
Ensimismada en mis pensamientos, ni cuenta me di de su efímera desaparición, hasta que volvió sobresaltándome al colocarse frente  a mi mostrándome una pequeña botella.

Superando el sobresaltó, acordándome que era una vampiro. Me levanté de donde me encontraba sentada cómodamente y le sonreí e imperceptiblemente olí el aroma que provenía de aquella botella. ¡Era aquel olor nuevo… aquella mezcla única! – ¿Es este el vino del que me hablabas? – Pregunté, aunque más bien sonó como una afirmación, sabedora de que en poco tiempo, degustaría aquel glorioso y novedoso aroma que por alguna extraña razón me hacían evocar mi niñez.

Esperé paciente sin perder mi compostura, por más que mis ojos resaltaban en la noche de impaciencia y curiosidad, a que sirviera las copas con aquel vino. Su obra secreta. Al destapar el corcho, todo el aroma vino a mí, extasiándome. Cerré los ojos diferenciando cada desliz de sabor, cada compenetración en ellos. Creía haber olido cierto aroma parecido – Me resulta familiar – dije en una sonrisa. Abrí los ojos y tomé la copa entre mis dedos, con el preciado vino esperando por mí. - ¿Mi licor bañado en miel? – Pregunté. Clavé mi mirada en sus ojos y mirándole creí tener la solución al enigma. Aquel aroma me era conocido, porque yo misma fui la inventora. De pequeña, cuando una noche Deiran me explicó cómo se hacían los vinos, tras acostarme e irse de mi lado. Escapé por la ventana, dirigiéndome a los pequeños viñedos que teníamos nosotros, ya que a madre le gustaba mucho la uva. Tomé un poco de uva y como alma endiablada que planea un retorcido plan en su mente, corrí hacia la cocina, donde se guardaba la miel. Al llegar la agarré y con la idea en mente de ser algún dia mejor que Deiran, junte en mi paladar el sabor de la uva con la miel de mis tierras, creando un sabor único. Licor y miel juntos.

Solo faltó que él me descubriera, que así sucedió y como niña que busca el perdón para no ser regañada, poniendo mi sonrisa más inocente en mi adorable rostro, le dije que cerrara los ojos, que quería que probase un nuevo sabor… mi sabor. – Aquel día… aquella noche - me rectifiqué- En donde mezclé el sabor de una uva y la dulce miel de las abejas. El mismo aroma... el licor proveniente de ello, con muchos más ingredientes. Recuerdo como tras aquello, en los años siguientes me distes a probar de un licor, el que enloquecida por el sabor y aroma que tanto me agradaba, demasiado pronto me lo terminaba. Tú solo me dejabas tomar de aquel - Le miré - ¿Era este? - sonreí, diferenciando cada ingrediente - Pero lo mejorastes... -

En efecto aquel vino parecía tener más ingredientes, así mismo la esencia era la misma. Licor con miel, una dulce contradicción.
Alcé la copa, sin perder nunca su mirada de la mía y chocamos en un brindis. – Y ahora decidme… ¿Por qué brindamos? – le pregunté en una dulce sonrisa, esperando que como de costumbre me sorprendiera, como antaño siempre lo hizo.




Todo demonio puede ser reedimido por el dulce corazón de una dama.


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Mensaje por Deiran Chassier Sáb Sep 21, 2013 1:57 am

‘’En el cielo no hay perdón para almas como yo, para especies como la mía, como la tuya, por eso danzar, hablar  y degustar una buena copa de vino endulza la amargura, empalaga la zozobra y arrulla al pequeño demonio que pide sangre y dolor..’’
Después de haber seguido aquello de manera ‘’natural’’ y extraña me sentía perdido, como remontado a épocas pasadas ¿Qué era lo que había cambiado? ¿Ella? ¿Yo? La verdad no lo sabía. La intriga y el tiempo a veces no son muy buenos enemigos, de algo estaba seguro, recordaba cada detalle, cada momento de todas mis vivencias recorridas. Era como un tumulto de buenos recuerdos atiborrados por el olor a licántropo que se escurría por toda la habitación. Estaba fingiendo que estaba ahí pero en realidad guardaba más allá de mis labios el secreto que pronto estaría por escupir. Miré un reloj de pie que había en aquel sótano olía a un dulce demonio todo el sitio, me era molesto pero podía con ello. En mi cabeza me preguntaba si ella notaría en mi algo extraño, claro, lejos de que ya había descubierto mi ‘’secreto’’ que no era humano. Esbocé una sonrisa en todo aquello y me pregunté si se cuestionaba el por qué de mi condición así como yo la de ella. Estaba sediento de verdad, de interrogantes pero me frené en seco. -Todo a su debido tiempo- me dije a mi mismo y traté de tranquilizarme.
Mis demonios me rondaban como sombras sedientas de muerte pero en mi cabeza sólo retumbaba la pequeña vocecilla de aquella niña de cabellos largos que correteaba a los lados de donde me encontraba. Y es que cerraba los ojos sentía como si de una máquina del tiempo los recuerdos revivieran desde aquel entonces. De repente todo cambiaba, ella, yo, el escenario. Ya no era un sótano, era el jardín, una mesa de té y la luna, no esas cuatro paredes que nos encerraban. Cómo era posible que pudiese sentirme vivo después de tanto tiempo. Aquello no era concebible en mi cabeza, pero definitivamente era ella quien me hacía remontarme a esos bellos recuerdos.
Mis pensamientos se quedaron ausentes por un tiempo y se quebrajaron uno a uno cuando la voz femenina me desconcentró. —Claro, créeme que he vivido una epifanía, ahora, aquí contigo, no es que sea el vino claro está. Hay momentos, sentimientos que logran sublimarte más allá de una copa…- dije lo último como un susurro —Recuerdos que hacen sentirte vivo… Que te llenan y teletransportan.  Además de que siempre he tenido una visión diferente, no quiero que mi vino sea para embriagarse, quiero sea compartido en momentos únicos, de esos que se coleccionen, una buena cena, una buena compañía. - solté la copa de mis labios y la sostuve en mi mano —Claro, ahora que si contigo he logrado mi cometido me doy por servido- solté una sonrisa dedicada a ella y los recuerdos que se entre mecían en mi memoria y me erizaban la piel. —Sabes que no soy fan de vanagloriarme con mi trabajo pero es muy satisfactorio escucharlo de alguien a que estimo- esbocé una media sonrisa y murmuré —He crecido tanto, tanto como tu…- alcé una ceja como si con ella tratase de seducirle —Mírate tú, una mujer hecha y derecha, Condesa de Escocia y me imagino que futura madre de muchos… ¿niños?- mencioné aquello con cierta claridad —Y espero que mi vino no sea el que saque secretos a fuerza, ya sabes a lo que me refiero…- solté la primera  piedra sobre lo que quería con afán hace rato hablar, pero no, aún no era el momento.
Mi mirada se compenetró tanto con la de ella que podía escarbar entre su memoria y hacerle recordar, su voz me distrajo nuevamente y esbocé por segunda vez una sonrisa retornando su sonora risa en el aire. —Vamos, sé que si eres más acuciosa podrás recordarlo. Desde niña eras muy inteligente sé que puedes hacerlo…- incentivé sonriendo de una manera más natural y no tan forzada ¿cuánto tiempo había pasado desde que no gozaba de una buena compañía?
Viéndole no le perdía de encima, la cuidaba como así una delicada flor necesita el agua y un poco de luz aunque dudaba que lo último fuese yo quien se lo inyectase. Observé de cerca su reacción, había saltado como en defensa a un agresor, sentí que dentro de mí brotaba una sonrisa, no cambiaba. —Así es, este es del vino que te hablaba, esta botella…- con una sonrisa sincera dedicada a ella afirmé sus palabras, disfruté de sus gestos de humana afirmando una a una sus palabras —Lo recordaste Danna… Este es tu licor, un licor que con el tiempo he querido conservar para mí, por ti, por tu ocurrencia de desafiarme, el licor bañado en miel que dentro de poco llevará tu apellido y será distribuido exclusivamente por mí- dije en un tono  suave y gentil. —Claro, no será para cualquier público, será exclusivo para  niños como tú, sedientos de curiosidad, alumbrados por la chispa de vida que a muchos nos hace falta, para que cuando se les niegue una buena copa puedan éstos compartir y atesorar el momento, guardarlo y revivirlo años más tarde…- le dije tomando la copa llena.
Frente a ella con las miradas compenetradas le rogué por chocar la copa —Esta noche brindaremos por ti, por tu visita, la grata compañía, la noche del tiempo y el espacio, el flujo que une y separa y vuelve a juntar… Que guarda y cambia, que acepta y juzga. Por eso y más brindaremos, ¿quieres añadir algo más?- chocando una copa con la otra y despidiendo un sonido muy armonioso.


‘’La desesperanza se ha apoderado del alma del demonio que se vuelve gentil con la sonrisa de la que un día calentó sus fríos días.’’


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Mensaje por Danna Dianceht Jue Sep 26, 2013 5:48 pm

La más desarmada ternura, así como el más sangriento de los poderes, necesitan la confesión.
Michel Foucault

La tensión parecía reírse de mí. Me encontraba calmada, tranquila y apacible, resguardándome en mis recuerdos de juventud a su lado, cuando la tensión crecía a nuestro alrededor, pese a mis esfuerzos de que no se diera el caso. En mi interior algo se preparaba, se tensaba. Como quien avista al depredador y se esconde en su madriguera para arremeter en cuando el confiado morador se acercara lo suficiente para plantarle cara. Mi loba gruñía en mis adentros, avisando de las oscuras vibraciones de mí alrededor, me pedía cautela…como si algo la hubiera despertado de su sueño. Los susurros de un demonio quizás. Pero allí solo estábamos Deiran y yo, no sentía a nadie más a nuestro alrededor. Y si lo hubiera, Deiran de seguro habría saltado ya descubriendo al inoportuno morador, y aquel no era el caso. Así que solo podía ser que todo se debiera a la naturaleza eterna de Deiran, la que yo hasta hace poco tiempo había ignorado por completo, sin caer en las obvias características que compartía con los vampiros.

Ciega, si. Irremediablemente ciega a la verdadera naturaleza de Deiran desde pequeña. Ahora aún más me asombraba el aguante que mostró con la pequeña aquella que una vez fui. La pequeña y pesada, terca – como ahora- niña de los rizos dulces. No dejaba de seguirle, solo en mis vigilias de sueño, él encontraba la paz y aún así, fueron muchas noches las que en medio de la noche me levantaba tras una pesadilla y corría en su busca, asustada, necesitada de consuelo. Y como a madre no había quien la levantara, me aprovechaba de la presencia de Deiran y acudía a mi príncipe. Ahora entendía porque algunas noches no le encontraba en el castillo y como era capaz de aparecerse y desaparecer ante mi vista como por arte de magia. Ahora entendía muchas cosas, algo que sin duda alguna, él aún no entendería, si de verdad como creía, sabía que tenía ante sí a una licantropa.

El malestar de mi loba, quizás se podía definir con aquello. El conocimiento de Deiran o su intuición al respecto, podía haber sido la señal que activó mi alarma, ya que los vampiros siempre habían sido enemigos de los licántropos y viceversa. ¿El porque? Estaba muy lejos yo de esos conocimientos para acertar en la respuesta. Mi espíritu de niña creía a Deiran incapaz de hacerme daño alguno, confiaría hasta mi propia vida al joven que conocí de pequeña. Pero ahora conocía la faceta que no había querido ver; la más oscura, la más temible…el vampiro. Refunfuñe en mis adentros ante mis pensamientos. Me encontraba de nuevo ante él, con una copa en mano y escuchando su agradable y hasta dulce voz, aquella misma voz que más de una vez le había contado cuentos de pequeña o historias para que me durmiera en sus brazos o acurrucado en su regazo, hasta que finalmente me llevaba a la cama una vez dormida. Debía, tenía que confiar en él. Seguramente era lo único de mi juventud que conservaba de buenos recuerdos, su amor por él, aquel inocente deseo de verle…Y además su actitud para el momento había sido muy buena, quizás no era el de antes, pero es que yo misma tampoco era la misma criatura inocente de diez años que jugaba al escondite con él. La vida había pasado y también sus fracturas y dolores de cabeza.

Alejándome de mis pensamientos, le escuché con una sonrisa en mis labios, cayendo en cada gesto de su rostro, cada ceja alzada dando un cierto toque galante a sus palabras y aquellos susurros pecaminosos. Asentí a cada una de sus palabras hasta que oí lo de los ¿niños? ¿Ser madre? Tosí tras mi sorpresa de oír aquello – Supongo que primero deberé encontrar a alguien dispuesto a asumir un ducado y obviamente, a aguantar mi terquedad – le sonreí – Pero coincido contigo en que hemos crecido, y cambiado mucho. Aún a riesgo de que parezca ayer, cuando nos vimos por última vez hace ya tantos años atrás - dije en una sonrisa mirándole, sin dejar que sus ojos escaparon de los míos, cuando un comentario suyo me hizo fruncir el ceño ¿Secretos? – No creo que sea una buena idea que alguien se sincera yendo tomado. Sinceramente, nunca me he encontrado en el caso... pero supongo que mejor si debes contar algún secreto hacerlo cuando sepas que dices y a quien…- Alzé una ceja confundida, como si no hubiera entendido lo que había intentado sugerir con aquello. Ese comentario solo me hacia darme cuenta de que Deiran conocía aquella parte de mi y esperaba de que fuera yo quien rompiera el voto de silencio.

Seguí asintiendo a sus palabras, emocionándome en cuanto me hizo partícipe de sus ideas para con aquel vino, que ni más ni menos era distribuirlo a mi nombre. Mis ojos brillaron ante aquello- Oh, Deiran! No debías tomarte la molestia. Este licor puede estar bien con cualquier otro nombre, uno en el que incluya el tuyo –Murmuré humildemente. Aún así mi alegría era notable y la emoción también. Respirando, calmándome, tomé yo también la copa, chocándola con la ajena, mostrándome de acuerdo con cada de sus palabras y motivos por los cuales brindar esa noche de reencuentros.

Al preguntarme si quería añadir algo mas, asentí – Por los buenos momentos que han pasado y pasaran y…por aquellos secretos que piden a gritos ser liberados de sus jaulas – Ahí lo solté. El indicio que en los próximos momentos se daría a conocer el grande secreto que ambos conocíamos y desconocíamos del otro. Le miré a los ojos, oyendo el chin chin de las copas y lentamente tomé el vaso, probando aquel exquisito licor con lentitud, deseando que me diera fuerzas para confesarme ante Deiran.



Mientras sientas frio, quédate junto a mí que yo te alojaré en mi calidez, arropándote como antaño el diablo vestido de príncipe, hizo conmigo. Y si lo que sientes es vacio, déjame llenarte de dulces melodías.


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Mensaje por Deiran Chassier Sáb Oct 12, 2013 9:43 pm

Infierno divino, hazla que huya de mí.
Estaba escuchándole, la verdad había sido más la ausencia de los pensamientos de ella que la conversación, sinceramente estaba sorprendido, ensimismado en mi mundo, su cabeza era un mar de ideas erróneas así como verdaderas. Admito que fue un poco premeditado de mi parte meterme en la cabeza de Danna pero es quedó de otra estaba tan callada que no quedó de otra o a menos esa fue la excusa que me di mi mismo para sentirme ‘’mejor’’. Esperé un rato pues lo más seguro es que sacara una buena conclusión pero en el arte de asesinar no hay espera más infinita que darle paz a tu enemigo. Mordí mis labios  he intenté ignorar aquello autocalmandome, tenía que esperar a que de su boca saliese la confesión que tanto esperaba, en ese entonces me preguntaba, por qué, cuándo, dónde, cómo había sido pero todo se respondería a su tiempo. Más come ansia el pobre, el que jamás prueba pan.

Sonreí hasta verle volver, estaba despistada, sino hubiese sido por la oportunidad y el aprecio que aun en mis adentros guardaba le hubiese atacado, ¿estaría ella pensando igual? Me había detenido poco antes que se percatara que sabía que dudaba ella de mi pero aún así guardaba cierta confianza por los viejos tiempos. Pude haber visto con mis propios ojos, ver reflejado por la visión remota qué era lo que había sucedido con su vida todo este tiempo pero me era más satisfactorio escucharlo de ella misma, aunque el golpe fuese a ser más duro, le había prometido desde niña que iba a estar ahí para ella y mirarnos ahora me causaba cierto repudio, sin saber el uno del otro, era más el karma y la mala suerte, la desgracia de lo que soy ahora la que me invadía como asfixiándome, jamás hubiese querido una vida sobrenatural para ella. Cazar o morir, vivir o matar ¿qué es lo que pretendía? —Como que estas perdida, ¿recuerdos?- alcé una ceja —O quizás sea otra cosa…- esbocé una sonrisa fingida y cubierta de misterio. Asentí con un gesto sincero ante su mención —Claro que sí, apuesto que ya hay más de algún joven detrás de tu piel, tu carisma y tu belleza, sólo es que lo decidas y pronto te veré como..- con un tono de ironía—¿Madre?- terminando la frase con cierto cuidado sin dejar ver mi repulsión por dicho acontecimiento, no consideraba más aquello como una maldición, nacer en un mundo retorcido y quebrarse, ser parte de esto. Entendí muy bien que ella estaba al tanto que conocía su situación de licántropo y era más que obvio que yo me dotaba de inmortalidad —Créeme, he visto esto por cientos de años- dije dándole una pista más a su rompecabezas —Hay un dicho popular ‘’Los niños y borrachos siempre dicen la verdad’’- esbocé una sonrisa casi tirando a carcajada —Claro, con esto no quiero decir que vayas a emborracharte o algo así, a menos que tu lo quieras pero créeme, no he cambiado tanto como para permitir que lo hagas- incrustándome en sus ojos. Pronto se revelaría la verdadera identidad que jamás fue secreto entre ambos.

Negué a terminar de darle la copa —¿Molestia? ¿Lo dices en serio?- me quedé hundido en la ventana a su alma —No podría tomar créditos que no me corresponden, soy un- ¿hombre? Omití la palabra y rectifiqué de inmediato —Soy alguien de palabra, me gusta hacer las cosas de manera justa siempre y cuando ‘’justicia’’ entre dentro de mi criterio de vocabulario- guiñé un ojo mostrando levemente mis colmillos queriendo persuadir la situación. Al chocar la copa sabía que era momento de quebrar el silencio, revelarnos, mostrarle que conmigo siempre podría ser quien fue. —Danna…- susurré tan permisible que sabía que ella me podía escuchar. —¿Hace cuánto  que no eres humana?- colocando la copa casi finalizada en la mesa que tenía al frente y colocándome de pie dándole la espalda, quizás aquello le diera el valor para decírmelo, tampoco se trataba de juzgarle, quién era yo para aquello. —Y no me refiero en juego, esto tiene la seriedad del asunto- diciendo con un tono áspero en la voz —No es necesario seguir fingiendo más, lo supe desde que ese carruaje venía a unos pocos metros de la vinería sabes…- dirigiéndole de nuevo la mirada —¿Quién fue?- omitiendo una de las preguntas, una de las que consideraba más grave —Por supuesto que después de casi cuarenta años no seguirás creyendo que es que he encontrado algún elixir mágico, la piedra filosofal y que por eso sigo siendo el mismo- yendo hasta donde está ella con suma agilidad para colocarme detrás y susurrarle al oído —Soy un vampiro- diciendo de manera suave y pausada con mis labios cerca de su oído acariciándole el cabello.

‘’¿Qué pensaras ahora, que ya no puedo ver el amanecer?’’


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Mensaje por Danna Dianceht Jue Oct 17, 2013 3:55 pm

Ahora compartimos un mismo destino,
somos cómplices del mismo secreto.


En mi confianza ciega, ni cuenta me di que había abierto la mente dejando paso a la mente de Deiran, quien en todo momento se encontró observando y midiendo mis palabras como reacciones. Llamadme inocente, pero el recuerdo pesaba más que el instinto y mis recuerdos me aseguraban que no temiera de Deiran, no de quien me había prometido resguardarme para siempre de las sombras, todo y que visto lo visto, ni él pudo salvarme de las sombras de mi propia familia. Todo esto me inducia a pensar hasta que punto Deiran había sabido del secreto de mi familia o hasta que punto, como yo, era totalmente inocente de esconder tal macabro secreto. Bien podía asegurar que si Deiran hubiese  la naturaleza y los motivos, como ansias de mi padre, lo hubiera matado antes de que me tocara un solo pelo de mi pequeña cabeza en aquel entonces, protegiéndome de la maldita bestia que arrebató mi vida tan atrozmente.

Su voz finalmente me sacó de aquel trance de pensamientos. Volteándome a mirarle le sonreí y asentí a sus palabras con total naturalidad. — Los recuerdos a veces son traicioneros. Y me encontraba recordando aquellos tiempos en que no era más que una revoltosa pequeña que andaba bajo tu sombra—Reí ante sus palabras, asintiendo lo mas suavemente que podía —No te preocupes, pasara aún tiempo antes de que te encuentres con una invitación a un evento de los nuevos duques de Escocia. Sin embargo es cierto que en unos años debo encontrar aquel que haga de duque o el ducado de la familia de mi madre corre el peligro de terminar en otras manos. –Suspiré— Ya sabes…las mujeres no podemos valernos sin un hombre al lado —murmuré con cierta ironía escondida en esas venenosas palabras, ya que pensaba todo lo contrario y así lo demostraba con mis más de veinte seis años frente del ducado por mí misma, heredando el titulo cuando no era más que una jovencita niña que tuvo que crecer demasiado rápido.

Cada vez sentía el ambiente más cargado y Deiran me iba echando a los lobos, con sus palabras escondidas en el misterio, en sus sonrisas en donde podía jurar avistar sus colmillos… o quizás era un truco de mi mente. No lo sabía. Pero se acercaba el momento de la verdad…estaba muy cerca ya. Seguí con mi sonrisa y atenta a sus palabras, hasta que tras mi petición y chocar las copas en un chin chin, ahí me lo encontré, de frente. Las cartas se estaban echando sobre la mesa. Tomé la copa y bebí de ella, en un largo sorbo, sentía su mirada y sus palabras demandantes de la verdad. Me giré hacia él, finalmente se sabría la verdad. — Entonces veo innecesario esto…—murmuré mirándole al mismo tiempo que dejaba de esconder mi maldita esencia de licántropo. Era consciente de que en cualquier momento podía atacarme, aún así su voz me hablaba en tono permisivo y hasta cariñoso. Me permití sonreír cuando me preguntó que quien fue el maldito asesino de mi inocencia. Tomé aire y fijando mi mirada en la ajena, empecé por relatarle lo más elemental. —Hace veinte seis años que dejé de ser humana — Esperé ver en su rostro la expresión del desconcierto y la sorpresa, al caer que para aquel entonces no debía de tener más de dieciséis añitos, justamente cuando me quedé sin familia definitivamente. — Y sí…fue justo al morir mi padre. Seguramente de haber venido lo hubieras sabido solo verme y quién sabe, quizás te habrías apiadado de mí. Terminando con mi corta vida—dije con cierta tristeza, acordándome por unos segundos de la imagen desolada que tras la muerte de mi padre presenté durante meses. Me había encontrado sola y muy pérdida, sin nadie que pudiera aclararme mis dudas, sin nadie a quien poderle contar sin que me acusaran de demente. Justamente en esos días fue cuando deseé ver a Deiran, le había necesitado, él siempre me había cuidado a su forma y aconsejado. Pero en aquel tiempo solo había habido un vacio frente a mí.

Dejando que el silencio creciera entre nosotros, supongo que Deiran debía de estar pensativo sobre lo que le había revelado, aproveché para dirigirme a una de las mesitas y dejar mi copa vacía sobre ella. — ¿Quién fue? Parece irónico que justo me transformen cuando padre muere… no crees?—  dejé caer esa pequeña pista, de espaldas a él. Oyendo su voz, intuí su cercanía hasta encontrarme con su pecho en mi espalda y sus labios en mi oído. Cerré los ojos sintiendo la caricia en mi cabello y sonreí ante su revelación. — Yo también lo supe solo verte…esperaba encontrarte canoso y ¡mírate¡— negué ligeramente la cabeza sonriendo- Además tu piel fría… de pequeña te conocí así y así te quería, nunca me pregunté por qué éramos diferente. Solo te decía cuando hacía calor que me abrazaras y me gustaba mucho cuando lo hacías. Por lo que, ¿para que preguntarme el por qué de ello, cuando estaba a gusto entre tus fríos brazos? Lo que aún no entiendo como no caí antes, una vez que fui testigo del mundo sobrenatural en el que estamos inmersos y del que ahora somos cómplices de cierta forma. Pero el que seas un vampiro, no me importa. Nunca me ha importado Deiran— Suspiré dándome la vuelta, enfrentándome con sus ojos de nuevo, esta vez muy cerca de mí — No te temo— Admití tomando una de sus manos, sintiendo el contraste de ambas pieles y temperaturas.

Me encontraba tentada a acercarme su mano a mi mejilla, volver a sentir su contacto como de pequeña, pero ahora no parecía ser el momento para recuperar lo perdido. Tristemente le sonreí – Me hiciste tanta falta... Bueno vayamos a lo que te estarás preguntando y no te he respondido. Pero ahora más que nunca me pregunto cómo que nunca lo supiste…y si de verdad fuiste burlado por él, sin duda era más fuerte de lo que nunca consideré o más listo. ¿Te acuerdas que mi madre murió? — le pregunté mirándolo sin perder jamás la mirada — Mi madre fue despedazada por…un lobo— conseguí decir con voz temblorosa— Y aquel mismo lobo, fue quien me convirtió, tres años después… Fue mi padre Deiran, fue mi maldito p-padre— Me falló la voz y ya no pude decir más, solo esperar que Deiran se apiadará de mí y me abrazará, meciéndome con él. Como de pequeña. — Aquella pequeña niña murió ese día, en cada zarpazo, en los dientes de la bestia y no pude hacer nada... solo rogar que terminara pronto— Y sin poder contenerme, lloré en silencio, agarrada todavía a su mano.


"Mi inocente alma te aceptó hace tantos años, que no puedes pedirme que piense mal de ti
¿Podrás perdonarme tú, por ser lo que soy?"


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Mensaje por Deiran Chassier Lun Oct 28, 2013 8:27 am

Luna, calla de una vez esta mentira. Ensordece sus palabras y remóntame a esa época, de vino, miel y la pequeña que solía esconderse….
Mis ojos eran tan verdes opacos como un sinnúmero de pensamientos tras su ausencia. ¿Quién era ella? ¿Dónde estaba aquella pequeña? Me quedé recordando una que otra vivencia con la piel de Danna, sus cabellos rozar mis manos y le miré de nuevo. Parecía que el silencio finalmente se había roto, le había dado por hablar. Su voz, el tono que utilizaba no era el mismo, cierto aire de nostalgia invadía mi espacio y por un momento pensé que estaba en una obra teatral, esas en donde no sabes que tú eres el protagonista de la escena, recordé ‘’Esta es la vida, la que elegí, la que le ha corrompido el alma a ella, que le ha apartado de ser normal’’ sonreí a para mí. ¿Normal? ¿Qué es ser normal? En mí no encontraba una definición cuerdamente aceptable. Es tan subjetivo, lo que para ellos puede ser una aberración para mí se ha convertido en lo más natural y digo ellos porque son aquellos que tienen preceptos, perjuicios que se atreven a juzgar los hechos ajenos, yo no soy nadie y ella. Esa pequeña con aquel rostro de ángel que tenía frente de mí, era la misma pequeña que protegía cuando con monstruos soñaba.

—En eso tienes razón- rompí el silencio —Pero los recuerdos hablan por sí solos, ellos cuentan su historia sin necesidad de forzarlos- mencioné suavemente con una leve sonrisa marcada en mi rostro. Ni mi tacto frío podía ser tan helado como algunas palabras que por momentos salían sin ser forzadas. —En tu caso, no dudo que no puedas valerte por ti misma, siempre lo has sido al menos hasta donde recuerdo. Sólo cuando creías que había debajo de tu cama un animal que te arrebataba las sábanas según tú- murmuré con una sonrisa un poco más amplia trayendo a mi memoria un recuerdo más. —Quiero saber pronto quién será el afortunado- levanté la copa  como si estuviera brindando por la vida de esa pequeña dama.

No quité mi vista de encima, quizás le había colocado en una situación de aprieto. Es que ella no se esperaba tal confesión he de suponer y menos conmigo, después de ya muchos años seguro me creía muerto o muy viejo para tener que darme explicaciones pero ahí vienen mis palabras a su recuerdo, cuando le dije que ‘’Siempre estaré para ti, así el tiempo recorra, el mundo se parta, el tiempo se quiebre. La noche llega con ella, mis ojos a ti’’ ¿se le habrían olvidado esas palabras? Quizás ahora fuesen un poco más elocuentes y con mucho más sentido. —Entonces dime ¿Qué es lo necesario? Si esto no lo es- no podía dejar de lado mi humor ácido por alguna extraña razón ya era parte de mí. Terminando aquello el ambiente se inundó del olor a lycan. Mis ojos dejaron aquella expresión de sarcasmo a una más seria. No me sorprendía, desde que su carruaje paró frente a mí, lo supe, una loba con esencia de mujer pero mi molestia no erradicaba en que era de una especie enemiga, ni no quién, ese era el dato más importante que quería conocer. Mis dientes crujieron dentro, ladeando el rostro un poco y devolviéndole mi atención, no era momento para ser impulsivo. —Te escucho- murmuré con un tono frío siempre mi mirada con la suya desde aquel lugar frente a ella. Mi rostro se quedó inexpresivo, sintiendo por dentro el odio infinito, no esperaba más. Era él. Una mano se posó sobre una repisa de madera y presionándola con tanta fuerza que crujió —Entonces mis cálculos no estaban tan mal….- dije con cierto choque ‘’Fue él’’ me repetía dentro de mí sin anticiparme a lo que sus labios me fuesen a confesar — Por eso el afán de finalizar el trato conmigo, sabía que no lo permitiría- susurré para mí mismo negando a sus palabras —Siendo esto o no siempre te protegería- confesé en un susurro —Jamás te haría daño- murmuré devolviéndole la mirada. Observando sus ojos claros, la mirada sincera, me percaté de su mano, más cálida que antes, su aroma era diferente pero ella era la misma niña que jugaba a ser princesa, claro jamás fue alejado de la realidad. Estando tan cerca podía distinguir su historia, el recorrido y los momentos, cosas que me había llevado años aprender. Su aura tan mágica estaba intacta aunque con cierto toque que poco a poco se rompía.  —Mi pequeña- le susurré al oído trayéndola conmigo en brazos, así como cuando le arrullaba, estaba un tanto agradecido por disuadir el temor que generaba mi condición. Parecía que cuando estaba con ella era otro.

Besé una de sus cálidas mejillas y con una mano le mantuve sobre mi pecho. Era como un cuento terrorífico para niños, ¿cómo podía ser posible aquello? Y no es que me extrañara porque en mi vida de demonio había visto y hecho cosas que eran una completa descarrío. Pero con ella  ¿Por qué?  Acepté todas sus palabras ya sabiendo desde un poco antes que todo se había ordenado tal y como la historia avanzaba. —Unos meses antes, ahora que lo recuerdo, tu padre me mencionó que ya no quería mi presencia más en tu casa, que las relaciones entre ambos estaban rotas y que, si alguna vez existió entre ambos una amistad entendería que no debía de volver, ni verte a ti ni nada. Me dijo que tenía planes para ti, para tu futuro, serías…- negué lo último —Diferente- agregué con cierta indiferencia. Me culpaba por aquella situación y me odiaba por ello, de saberlo jamás hubiese pasado pero ella era ya tan lejana a mí como yo a ella aunque mis pensamientos siempre recorrieran con la voz de su recuerdo. Le sostuve con un poco más de fuerza. Siempre con su mano aferrada a la mía. No quería preguntar más, indagar sobre esa noche, con lo que me había contado era suficiente, la imagen en mí se había recreado perfectamente, era innecesario infringirle más dolor —No has muerto, no digas estupideces… Estas aquí con una nueva piel, no tienes por qué ver hacia atrás.- mis palabras salieron controlando a las suyas con dureza. Es que quizás había perdido el tacto pero llorar con ella no podía aunque mi inexistente alma ya lo estaba haciendo.
‘’Jamás podré juzgar tu templo, tu vida, tu ser. Eres Danna, la pequeña de la que me enamoré, ahora la acepto y hoy aun nada de eso ha cambiado’


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Mensaje por Danna Dianceht Miér Nov 13, 2013 3:16 pm


Llévame a esos años de juventud y risas por doquier, donde lo único que importaba era pasear de tu mano y beber de tus dulces sonrisas hasta el anochecer.

¿Por qué no desaparecía nunca este dolor? Es que a caso no pensaba remitir con el paso de los años? Parecía ser ayer cuando había salido a perseguir el gatito con el que dormía en las noches por el jardín, sin miedo, con la seguridad de encontrarme en casa y de que no me podía ocurrir nada. Que farsa mas grande la que me creé aquella noche y de que forma mas atroz me di de frente con la realidad, al avistar por aquellos segundos los colmillos de la bestia, que aún a hoy en día recordaba en mis mas oscuras pesadillas, antes de que este se echara encima de mí y bajo su peso, indefensa agonizara con cada herida de aquel salvaje animal. Aún podía sentir las lagrimas impotentes que derramé al sentir aquel dolor y no poder hacer nada para huir de allí, alejarme con vida, y como mi inocente mente se cerró atemorizada cuando empezaron a fallarme las fuerzas y caí sin remedio en la inconsciencia con el corazón encogido de miedo, pensando que iba a morir, que nunca mas despertaría de aquel eterno sueño.

Pero desperté, y lo primero que recuerdo fue la gente a mi alrededor, y intentar levantarme confundida, terminando en el suelo gritando de dolor ante cada herida, cada punzada de aquellos dientes y garras que habían destrozado mi delicada piel. Todos decían “El lobo, el lobo”, pero bien sabia yo que aquello no era un lobo, si no una bestia, la misma bestia que seguramente habría matado a madre, también en el jardín en el que había intentado terminar con mi corta vida. Tras los gritos de dolor, de un momento a otro me sentí levantada y llevada a mi habitación, cargada por mi propio padre, quien se encargó de mandarme a los médicos y de que me dieran algo para dormirme antes de proceder a sanar mis heridas. Cada vez que pensaba en mi padre… ¿Como había podido?

Tras ser rodeada por los brazos de Deiran y acercada a él de modo que él podía consolarme mientras yo lloraba en su frío abrazo, pensé en lo que me había dicho, en lo que me había contado y en ningún momento le podía culpar de nada a él. Él solo había hecho caso a mi padre y se había alejado… ¿Quién sabría que lo que tenía pensado para mi, era destruir mi vida de aquella atroz y salvaje forma? Me apreté más contra él, terminando por apoyar mi cabeza en su hombro. – Tu tampoco podías haber sabido lo que me deparaba, lo que quería para mi aquel salvaje. Nadie podría haber hecho algo para impedirlo. Era astuto y bien sabia resguardarse y esconder su naturaleza, para ti resultaba imposible haber caído en otra cosa tras sus palabras. Podrías haber desconfiado, pero solo habría sido eso, desconfianza. – dije intuyendo sus pensamientos, tras oír el tono de su voz, que aunque podía parecer frío, había un trasfondo oscuro, de arrepentimiento tras sus palabras. – Si de alguien fue culpa esa noche, fue mía, que fui la que me escapé por la ventana tras mi gato que había huido y asustada por que no se perdiera en la noche, le seguí sin importarme que fuera luna llena. – susurré contra su piel del hombro, derramando unas pocas lagrimas mas. Me apretó mas contra él y tomando una de mis manos la apretó contra si, apoyándome en todo momento. En mi interior sabia que deseaba que dejara de llorar, pero nunca antes había podido hablar de esa noche, y el poder desahogarme y que alguien me consolara, entendiendo mi sufrimiento, era lo mejor que había podido soñar. Ya que en todos estos años, solo había podido llorar en silencio, bajo los muros de mi castillo en Escocia.

Escuché sus últimas palabras y negué con la cabeza. Yo sentía aquella niña muerta desde aquella noche, por más que él dijera lo contrario, la inocencia, mi bondadosa alma aquella noche había sido derruida por una oscuridad que aún hoy a día me asustaba. – Comparto alma con una bestia que me posee en las lunas llenas, donde pierdo todo de mí, y al despertarme lo primero que veo es mi cuerpo ensangrentado, mi cabeza confundida y perdida en bosques que no conozco, al tiro de cualquier cazador o de vampiro que deseé divertirse con una licantropa en la noche. – Le expliqué, más seguramente él entendía de mi sufrimiento. Para alguien para mi el simple pensamiento de matar animales, ya me dolía… terminar con la vida de un mortal, para mi aquella idea era un infierno – Aún por suerte creo que no he tenido victimas humanas, solo animales…pero el día que suceda….me sentiré morir de nuevo Deiran. Otra vez, por que aunque digas que no, yo sé que esa niña esta escondida, casi muerta en mi interior, compartiendo cuerpo con una temible y salvaje bestia. La bestia que terminó en su primera noche de luna llena, con la vida de su mismo padre y creador – Así fue como le conté quien mató a mi padre y como fue. Tras mi primera noche, mi loba enloqueció y ya fuera por el sentimiento de intenso odio hacia él por haber matado a mi madre, y lo que me había echo, se tiró de lleno a su cuello y mi padre confundido, poco pudo hacer contra las fauces de mi loba, una vez le atraparon del cuello. - Por cierto...tú conocias su naturaleza, o te tenía engañado como a todos? - No pude resistir el impulso de preguntarselo, todo y que algo me decía que ni él habia sabido de su salvaje naturaleza hasta esta misma noche.

El ambiente se tensó de un momento a otro y reprimiendo mis últimas lagrimas, me contenía. No quería verle furioso, y sin duda querría dejar ya de hablar sobre lo que me había llevado a esa situación, que ambos sentíamos. – Ya dejo de llorar… - dije con voz tembloroso, aún en su abrazo y tomando con fuerza una de sus manos, como si él fuera quien me sostuviera en todo momento. – Necesitaba contárselo a alguien, sentir un abrazo sincero… he estado tan sola Deiran desde aquella noche. Ya no supe más de ti y tampoco te busqué con el pensamiento en mi mente de que era indigna de tus abrazos y elogios, ahora que era nada más que una salvaje bestia algunas noches. Así que cuando me vuelves a llamar mi pequeña me devuelves una parte de mí que andaba escondida. – sonreí y besé su hombro como de pequeña muchas veces había hecho al no llegar a su mejilla en algunas ocasiones – Me agrada poder contar contigo, que puedas llegar a asimilar mi presencia…- dudé un poco, frunciendo levemente el ceño – Por que… ¿ No te molesta mi presencia, no? – Pregunté dudando, pues bien sabia que los vampiros odiaban a los licántropos y al inerves también, por mas que yo no sintiera para nada aquella norma erguida en mi persona. – Si en algún momento deseas darme un mordisco avísame, así no me piíllas desprevenida y puedo asimilar el golpe – Bromeé separandome levemente de su abrazo, alzando la mirada hacia sus ojos, y allí me quedé mirándole fijamente, con una pequeña sonrisa curvando mis labios. – Gracias por seguir existiendo….- le dije al tiempo que una última lágrima corría por mi mejilla. – Y dime, a ti ¿como te ha ido la vida? Han pasado tantos años… -


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Mensaje por Deiran Chassier Jue Dic 12, 2013 3:53 pm

Aquellas palabras son sólo eso, articulaciones que vagan en el viento, navegan y se clavan en esta cabeza que sólo sabe escucharte.
Estaba pensativo, poco a poco todo cobró sentido, sus sollozos en mi regazo desgarraban mi ser, ausentaban todo buen pensamiento maldiciéndome constantemente porque aquella licántropa que tenía justo a mi par, era mi princesa de antaño. Trataba de sostenerla, haciéndole sentirse un poco más cómoda con la suficiente fuerza pero delicada como cuando de deshoja una rosa por el rose del aire. Su calor era un contraste bélico contra mi piel, aquella temperatura que era más viva que la de cualquier humano en especial. Ella sola narraba su historia sin decir una sola palabra. Sus pensamientos dictaban las letras que se escribían en el lienzo llevándome a la escena de los  hechos. De solo imaginarme aquella inocencia me hizo pensar en cuando cazaba por las noches sin importarme quien estuviese en mi encuentro, lo único importante era saciar aquella sed y las ganas de morir con el día.
¿Ella realmente se estaba dando cuenta que estaba leyendo su mente? Me pregunté para mi mismo sin una respuesta algo concreta, no me importaba eso ahora. Sin musitar ni una palabra dejé que aquel brote de sentimientos saliera como catarata golpeando las piedras a su caer, parecía estarse ahogando en su propio mar. Miré hacia el techo de aquel sótano con olor a uvas que susurraban una leve música con los versos desalmados de la narración de Danna. Eran una conjugación imperfecta. Odiaba aquello, no a ella, o lo que me estuviese contando. Odiaba el mundo. Una vez más me cuestione que clase de justicia se hacía cuando se tomaba por vengaza a alguien indefenso. Apreté mi cien como si algo me doliese pero era imposible, lo que estaba pensando era totalmente contradictorio a mi estilo de acechador innato. Jamás me había detenido a hacerlo y no es que no fuese válido pero se habían metido con alguien que guardaba un enorme aprecio, recuerdos, momentos, un pequeño e infantil pseudoamor encadenado a una protección.
—Si lo hubiese sabido jamás lo hubiese permitido- le dije algo distante con una voz casi distante y no es que yo quería que ella pensara que no me importara sino más bien viera la gravedad de aquel asunto. Pero qué más podía hacer, en mis manos no estaba aquello de retroceder el tiempo y haber acabado todo con esa profecía. —Tú eras una pequeña muy traviesa Danna, inocente, desconocedora de la maldad de este mundo enfermo. Alguien que pintaba ponis en una hoja de papel, castillos y príncipes- murmuré viéndole y sosteniendo un poco más su cuerpo —No quiero volver a oírte decir que fue tu culpa- advertí más aquello como un mandato que como consejo. Buscando en una de las bolsas de mi chaqueta saqué un pequeño pañuelo de seda, lo llevé hasta sus mejillas y comencé a secar sus lágrimas que eran tan gruesas como la lluvia de otoño. Negué con la cabeza cuando ella me preguntó que si conocía el estado natural de su padre y en cierta manera sospechaba pero no estaba seguro, la verdad estaba más centrado en los negocios sucios que aquel hombre estaba dispuesto a proponerme por lo cual al rehusarme me ha aceptar su demanda. Pero después del relato de Danna todo era un poco más que un fácil rompecabezas que poco a poco encajaba. -Ciertamente Danna jamás lo supe- no valía la pena seguir causando dolor —Él era un hombre muy listo, alguien que visionaba cosas más allá de lo que tú o yo a esa edad podíamos imaginarnos- apoyé mi barbilla sobre su cabeza sin hacer mucho peso.
Agradecí cuando de sus adentros ella tomaba fuerzas para dejar de llorar, realmente era muy fuerte y eso me hacía sentir un poco mejor. Recordé cuando se caía al buscar mariposas en el jardín, jamás lloraba, siempre se ponía en pie y danzaba de nuevo corriendo con ligereza para atraparlas. —Así está mejor- asentí cuando ella lo dijo —Siempre estaré aquí para ti princesa- dije susurrante  al ver que ella se separaba de mí — Sea cual sea lo que quieras contarme, lo que sea aquí estaré para ti, siempre con una copa de buen vino y un regañadiente consejo- le miré sonriendo de lado y negando a su broma —Jamás me molestaría tu presencia, por el contrario, no sé si te estorbe la mía. Mi condición, mi sed- murmuré un poco seducido y me levanté para queda justo frente a ella —No podría siquiera pensar en morderte- le besé la mejilla y aflojé aquella corbata colocándome un poco más relajado. No dije nada  sobre seguir existiendo porque ni yo estaba seguro de que si quería seguirlo haciendo, poco a poco perdía la ‘’fe’’.
Crují mis vertebras y miré —Pues verás, no tengo nada muy relevante que contarte…Sigo expandiendo mis empresas que por lo pronto es lo más importante…- alcé una ceja —Ya te lo había dicho y si lo que quieres es información personal sobre mi situación sentimental pues… fuera de foco-dije en son de mal chiste —Nunca he sido participe de una relación ni mucho menos- recordé hace un par de meses a aquel hombre y negué, eso no valía la pena comentarlo. —Los vampiros por lo general Danna, se juntan cuando su existencia es tan miserable que son incapaces de llevarla a cargo solos. Yo antes prefiero ser calcinado por el sol.- sonreí tomando su mano para que se levantase conmigo y llevándole hasta otra parte de la vinería, así aquello no se convertiría tan monótono y aburrido. Volviendo a subir las gradas para salir al vestíbulo principal me detuve y le dije con cuidado —Tienes que entender, que ahora compartes una situación única, entre tú y esa loba… O aprendes a domarla o ella te hará caer primero y creo que no te gusta perder- le miré —Eres fuerte, lo sé. No somos más humanos por ello no debes sentir algún tipo de penalización por tus actos, es hoy cuando cuentas con gracia divina- dije de manera tranquila y ‘’cálida’’. —Creo que Escocia sería un buen lugar para comenzar otra Vinería ‘’Camelia’’- dije sonriendo ya ampliamente —Pronto iré de visita por allí espero y me recibas- le abracé oliendo a despedida —-Me alegró mucho haberte encontrado hoy pequeña o más bien… que me hayas encontrado, quizás fue más reconfortante para ambos de lo que crees besé su mano y guarde su rostro nuevamente como si un archivo de papeles viejos decidiese cambiarse por uno nuevo, uno donde siempre oliese a licor bañado en miel y lobo.
Inicia una nueva época, otra que nos invita a vivir para conocernos más. Mi protección, aprecio y estima comienzan y terminarán contigo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


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Licor bañado en miel [Privado] Empty Re: Licor bañado en miel [Privado]

Mensaje por Danna Dianceht Jue Dic 26, 2013 7:49 pm

En el millar de ocasiones que visité parís, de haber sabido que te encontraría, habría acudido rápidamente a ti. Porque sigues siendo todo para la pequeña de mi interior, y mucho, para la loba y mujer del exterior.

En su abrazo me sentía protegida, como si por unos instantes volviera a ser la pequeña niña que en las noches quería estar con el príncipe de sus noches y sueños y que se dormía en aquellos brazos que ahora la mecían, solo que para entonces yo era una risueña y alegre niña enamorada, no la joven licantropa que ahora era. Aún así me sentía bien y no quería separarme de aquel abrazo por nada del mundo.

Cuando Deiran me dijo que jamás hubiese permitido mi conversión de haberlo sabido, respiré tranquila. En aquellos años de soledad y dolor en los que me acostumbré sola a aquel mundo lleno de maldad, pensé muchas veces en él, haciéndome siempre la misma pregunta… ¿Por qué no había ido a visitarme? Me había sentido tan perdida que hasta llegué a pensar que me daba igual en verdad, que aquel príncipe que me visitaba en los veranos me había dejado, abandonándome al yugo de mi malvado padre. Y ahora saber que ciertamente no era así y que de haberlo sabido, él habría acudido en mi ayuda a protegerme de mi propia familia, me hacia llorar un poco más. Pero estas lágrimas por lo contrario eran de cierta alegría y consuelo, de que él nunca me había olvidado.

Sonriéndole al sentir un pañuelo de seda, secando mis mejillas, le miré agradecida de su presencia y de aquel momento en que había podido llorar junto a él, y poco a poco dejé de llorar. Él al ver que mis ojos cesaron en llorar, asintió orgulloso, al tiempo que me separaba un poco de él para calmarme. En sus brazos solo quería consuelo, aquel que durante tantos años me había sido negado con la muerte de mi madre y después con la ausencia del mismo Deiran.

Me alegra que estés aquí para mí. Creo que volveré más a menudo por aquí a partir de ahora. —Dije sonriendo, cerrando los ojos en cuanto sus labios besaron mi mejilla tras unos instantes después. — Me alegro también que no pienses en eso. Ni aun siendo lo que soy, soy buena para plantar cara o luchar…supongo que nací para ser una duquesa peculiar. Pero al fin y al cabo, duquesa. Puedo protegerme en mi castillo de todo mal que se cierna sobre mí, en cambio fuera de mis dominios, siento que aún todo me es muy nuevo y que en muchas ocasiones no sé bien que esperarme. —Le confesé pensando en los breves encuentros con otras criaturas sobrenaturales. Por el momento siempre había salido indemne de esos encuentros, menos de un vampiro que enloquecido me persiguió una noche entera, hasta que los rayos del sol me salvaron de él.

Pensando un momento en el hecho de que él fuera un vampiro, me imaginé por unos segundos que hubiera ocurrido de haber seguido siendo humana. ¿Habría cedido alguna vez a la tentación finalmente también conmigo? O aquella protección y amor que me prometió de pequeña, me hacia intocable para él y la sed de los vampiros? Negué con la cabeza quitando esos pensamientos de mi mente, volviendo mi atención a mi príncipe eterno.

Reí ante sus palabras. — Sigues siendo entonces un aburrido. Tienes que venirte más a Escocia, allí conmigo nunca te aburriste. O me metía en líos yo solita de los que me sacabas entre risas y leves regaños que terminaban en abrazos, o me metían en líos otras personas y acudías tú a mi rescate. Como cuando padre me regañaba y me salvabas de él animándome la noche entera con la promesa de que me contarías un cuento, tras un breve paseo por los jardines de tu mano. — Reí acordándome de aquellos momentos, para seguidamente ante sus últimas palabras fruncir el ceño negada a que dejara de vivir. Todo y que de forma u otra, la verdad era que yo no le vería morir, porque lo más seguro era de que mi vida terminara mucho antes que la suya. Por más que me doliese admitir aquello, pese a todo seguía siendo una mortal, con la supervivencia mínima del doble de edad normal en los mortales, pero morirá mas tarde o temprano. Como mi familia. — La soledad suena muy triste Deiran, hasta alguien como tú alguna vez debe de tener a alguien para cuidar, mimar y querer. —Comenté antes de tomar su mano levantándome del sillón en que me encontraba y sin perder ni un pequeño rastro de mi sonrisa alzando mis suaves labios, dejé que me enseñara toda su vinería por dentro, hasta terminar tras un buen rato de nuevo en el vestíbulo principal, en el que nos detuvimos antes del adiós final de aquella noche. De la que yo no quería dar por terminada.

Te prometo intentar poder con ella, hacerme yo con el poder. Poco a poco avanzaré por el camino…no me gusta sentirme atada y silenciada por esta parte de mi que ahora llevo en mi interior. — Le dije asintiendo y agradeciendo sus palabras de ánimos y confort. — Te estaré agradecida siempre por estas palabras. Y claro! Creo que Escocia daría muy buenos resultados con tu vino. Somos gentes de hidromiel, pero creo que tus licores bien pueden competir con nuestros mercados, sin dejar de perjudicarnos en ningún ámbito. —Sonreí en su abrazo incapaz de separarme de él. Pero a regañadientes acepté que se separara de mí y me besara la mano una última vez. Ahora sí, todo aquello era ya una triste pero muy bonita despedida, que recordaría siempre por el aroma a licor bañado en miel junto con el dulzor que nos había dejado aquel reencuentro tras tantos años.

Cuando quieras venir a Escocia, avísame, y mi castillo abrirá sus puertas para ti, como en el pasado lo fueron. Solo te pido, que no tardes en volver…Ven en unos meses, o yo misma vendré y agarrándote por tus frías orejas te llevaré a los verdes parajes de mi tierra. —Murmuré riendo suavemente abrazándole una última vez, besándole la mejilla. — Debo irme. He amado como nunca el volverte a ver. Soy consciente de que ha sido reconfortante para ambos volver a vernos, todo y en esas circunstancias inesperadas. —Le sonreí al tiempo que de reojo observaba como los caballos de mi carruaje lucían cansados y nerviosos por llegar a sus cuadras para descansar.

Hasta pronto Deiran. Hasta pronto mi príncipe… —Me despedí con una dulce sonrisa, acordándome de llamarle como le llamaba de pequeña a todas horas. Mi príncipe de la noche, el príncipe de los veranos, el príncipe de todos y cada uno de mis sueños de infancia.

Tras una última mirada que guardaría siempre en mis recuerdos, me alejé al fin de él y abriendo la puerta de aquella vinería, salí al exterior, volviendo a mi vida de duquesa. En la que ahora debía de subir al carruaje y dirigirme al hotel en que me alojaba. Pero mi mente seguía junto a Deiran, en aquel licor exclusivo para mí y en aquel ultimo abrazo que nos habíamos dado. Ahora más que nunca podía confirmar que el reencuentro sabía a Licor bañado en Miel.


"Esto no es ni será nunca jamás una nueva despedida, es un hasta pronto...
Te quiere, la niña de tus ojos."



TERMINADO


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"El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia."
William Shakespeare


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