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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Lun Oct 14, 2013 8:36 pm

“Sentimientos que vienen, sentimientos que no quiero que se vayan. Hoy y siempre estaré a tu lado. Te he encadenado con mi eternidad. Te he enamorado con mi fiel vida, con mi luz, con las partículas de felicidad que solo conmigo tendrás.” 

El tiempo ha pasado desde aquel encuentro que nos unió para siempre. Todas aquellas personas que me decían que debía perder la fe. ¡Ja! ¡Ahora se ven! He ganado! Gané por sobre todas y todos aquellos que querían a mi hermoso cuervo negro. No sé cómo lo hice, siquiera quiero entenderlo. Solo me interesa saber que está a mi lado y que nunca se irá. He dormido acurrucado a su pecho desde aquel entonces, intentando no separarme, queriendo obligarle a quedarse conmigo en la cama cada vez que podía. Quejándome cuando se quería ir por la noche. Pero no importaba eso, nunca me enojaba, ya no podía hacerlo! Había comprendido que enojarme era abrir la puerta a que me ignore, a que haga lo que quiera aún con más emoción. Por eso le dejaba ser, a pesar de mis celos enfermizos. A pesar de olerlo por todas partes cada vez que llegaba de algún lugar. Sonrojándome, avergonzándome de mi mismo. Había olores que no me preocupaban, pero los perfumes caros y el olor a sangre parecida durante dos noches seguidas me volvían loco. Estaba claro que no podíamos seguir de esa forma. Yo estaba obsesionado, como no lo había estado antes. Y por ello decidimos hacer un viaje. Uno donde nada ni nadie nos molestara. Le convencí –no sé cómo- de que me lleve a recorrer el oriente, visitar aquel que se supone fue mi hogar. Estaba enloquecido con la idea de ir a ver y comprar artes de la parte asiática del continente. Y no pasaron más de tres semanas hasta que estuvo todo organizado. Necesitábamos más que simples boletos para ir de viaje.

Había que ir en un barco privado, uno que tuviese víctimas para no morir de hambre. Que tuviese ataúdes o recamaras en la parte de abajo para poder dormir cómodamente. Todo necesitaba estar arreglado y por ello compré varios esclavos y ancianos. Me traumaba un poco el hecho de cómpralos para alimentarnos, pero ya les había dicho que no morirían. O al menos no por mi boca, pues bien sabía yo que Nicolás era un poco bruto.
— M-Mon Amour! Ya os he dicho que no podéis matarlo. No podemos ir tirando cadáveres al mar mientras viajamos! — Le reprendía cada tanto mientras la risa salía de mis labios, jugueteándole, negando mientras las últimas cosas eran arregladas. Viajaríamos de noche, para que nadie nos pueda notar. Habíamos contratado a tres hombres que sabían ir hacía allí, uno para la noche, otro para el día y un último de refuerzo. Y así las mil valijas empezaron a ser subidas al puerto. Poco estaríamos allí, quería empezar a navegar lo antes posible, desprenderme de todo lo que era la hermosa Paris. Allí dejaba recuerdos, la Alianza, que acababa de ser desintegrada… Dejaba los malos recuerdos y también los buenos. Pero no era una despedida, pronto volvería. Ya le había mandado cartas a todos los que necesitaban saber dónde me había ido. Sería aproximadamente un mes o un poco más. Allí encontraría la paz con mi cuervo negro, teníamos que empezar a entendernos… Nuestras almas, muertas, estaban unidas, nos mantenían los sentimientos con calor, con un fuego que esperaba no se apagara nunca.

— Estáis listo? Me prometéis que no me descompondré en el camino, no? Oh! Estoy ansioso por llegar, podríamos comprar muchas pinturas, me gustaría un tapizado nuevo para el sillón. — Hablaba al cuervo con desdén, mientras pasaba una mano por entre las ajenas, sujetándole, entrelazando mis dedos con alegoría. Derritiéndome por sus ojos color cielo, me temblaba la boca por verle, sus labios me provocaban querer besarle, pero me daba vergüenza, allí había algunas otras personas y aparte no quería ser mal educado. Él siempre se quejaba de eso, pero yo no había sido educado como él, tenía otras costumbres y siempre terminaba por hacerle bromas de mal gusto donde terminaba haciéndome un pequeño bollo de vergüenza y risa. Es que me daba la sensación de tener a un anciano a mi lado, pero era un anciano con una mente retorcida y eso me agradaba. — Traje algunas partituras, me las podéis corregir luego? Creo que hay un salto de notas que está raro… Ah! Dormiremos ahora? Podríamos quedarnos arriba en la proa, que tal con un vino? Hice traer los mejores! — Alzando un dedo derrochaba glamour, sacándole la lengua, acomodando mi traje que era color bordo oscuro, con bordados en plateado. Mi ropa era gamuzada y estaba recién terminada. Me había hecho hacer más de cien trajes y algún que otro era seductor para el día, cuando nos íbamos a dormir y quería algún que otro mimo por parte del ave negra. Siempre intentaba hacerlo caer, porque la tentación era uno de mis pecados más sublimes. Donde más me gustaba tirarme. Era algo prohibido y por eso me encantaba. — Anda, vamos a disfrutar, si? — Le reprochaba mientras subía por aquel puentecito, esperando a despegar, cuando el viento sople en mi cara, sabría que todo estaría atrás. Nada ocurriría o al menos… Eso es lo que quería pensar.


“Los cuentos terminan siempre con un trágico final. Cuando uno no ve las verdaderas reseñas de lo prohibido.” 
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Mar Oct 29, 2013 12:50 pm

En esta sórdida caverna de amor, se ha amado, se ha poseído, se ha contado pero aunque se amase, se poseyese o contase este oculto misterio no se hubiese encontrado.


Ofreciéndole la bienvenida a su nicho, permanece a su lado como un galán que le sigue acortejando, torturándole insanamente pero dulcemente es el final, le hace el amor deslumbrando en éxtasis y no necesita nada más que a él, pero un castigo ha de ser este amor u odio, todo era relativo, atado a su bipolaridad, había noches que no toleraba sus deseos, como un chiquillo que se aferraba a algo, no deseaba cumplir sus caprichos que por ello luchaba por no caer en sus redes, aquella mirada tierna de un verdadero demonio que seduce, se guardaba el secreto del porque se iba de su lado, por no caer en tentación aunque a veces habían noches en las que se salía con la suya y dejaba pasar sus groserías…

Abrumado se sentía por la intoxicación de su presencia, por las heridas que no sanaban pero se olvidaban que dolían, perfectamente, clandestinamente carcomidas por tan solo al tenerlo porque ningún alquimista ha conseguido el elixir de la vida fantaseada que lleva esa muñequilla, como un conjuro que su existencia brinda, hundido profundamente en este ensueño que no se alcanza un final, enamorado, deleitado con tristeza y la helada oscuridad conllevaba emociones que se creyeron ser desaparecidas, lleno de desbordantes locuras, ese cadáver lleno de dulzura pero una plaga aterradora, él daba el espíritu fugaz con su débil resplandor o el arrebato que habitaba en sus caprichos que solo una marioneta podría anhelar, pero esa bella marioneta que no necesitaba de mas hilos se movía con ficciones de endeble romance, vestido de harapos de locura por la pasión que danzaba con ardor, siendo la inspiración de sus escritos, sonetos que fluían siempre en cualquier lugar, al tenerlo, al estar lejos de él por el trabajo o cuando simplemente salía a sus caminatas buscando no olvidar la soledad.

Compartiendo un secreto, que era este cosmo que yace de una hermosa y podrida alucinación, los sentidos suavemente deslizándose hasta paralizarse, atándolos con hilos de seda para que nadie pueda escapar uno del otro, él era una flor que se volvía ave y al final en muñeca por murmurar amor con labios rojos los pecados que han madurado completamente y que se han hecho miel. Preguntándose si esto era el verdadero significado de amar, sin tener la mínima noción, ni la idea de que se entiende por amor y otros términos como “alegría” pero místicamente el romance lo define a la perfección, lo que llaman amor, precioso y verdadero el cuervo se refiere como “pecado” o el “crimen” Pero finalmente aprobó que esa muñequilla si le amaba, ofreciéndole todo, con lo principal e interrogativa “¿Puedo confiar en ti, mi querubín hermoso?...Su respuesta le hizo depositar la confianza, sus acciones, sus sentimientos porque ese amor es mortecino, dar la vida, dar la muerte por permanecer juntos más allá del final, estar con respeto así con coraje, pero una pregunta no fue respondida, aquella que ponía en duda el complemento del amor “¿Cumplirías mi petición de matarme si pende tu existencia de la mía? ¡Egoismo, pero un cuervo debe morir solo y no acompañado, esta es la tragedia que se debe pagar por el pecado de amar, por ello decidido, con suma confianza deposita a su querube, ligados al destino maldito, a una dulce desesperación de tenerlo solo para él, prohibiéndole que deje a las personas que le rodean. Pero era una catástrofe este deseo, la muñequilla utilizaba sus encantos para apaciguar el torbellino que engendraban las peleas, se rehusaba a dejar a sus "amigos" pero era todo, tenia que ser todo para el cuervo, que la idea de un viaje no era lo que ël quería pero la muñeca quería tiempo para estar juntos, se rehusaba la ave a viajar que lo pensó, tan solo por la idea de conocer el lugar donde vivía su amado le intereso, ya había visitado corea pero necesitaba saber más de esa muñeca. Que la aceptacion le domino a viajar, solo para descifrar mas de ese secreto misterioso que egendraba...Llegando el momento donde todo cambiaria drasticamente y descifrando la mirada al estar frente a él.

-Sí, estoy listo, aunque sabes que solo necesito una cosa y espero que me obedezcas…-sentía la delicada piel de su compañero al estar a su lado, jugaba con sus dedos al coquetearse mientras le penetra con la mirada.- Lo he prometido y así será…-con una trampa en sus labios se veía, sabiendo que les observaban no presto atención a ello, si no a los gestos de esa muñequilla mal portada, …-Si puedo, le revisare cuando andes dormido…-atrayéndole de la cintura…-No quiero dormir, me fascina la idea del vino... De tus labios..-se le acerca a sus labios, estando en cierta distancia por ser provocado que le regresaba lo mismo pero con mayor peligro a que cayera.- Dame un beso antes de que partamos…-reteniéndo­le a pleno puente, parecia ser la despedida de Paris, dejando guardado en ese espacio el inicio de una historia completamente dolorosa siendo un pajarillo hermoso que pasa a su lado volando con un cantar dulcisimo y espera ese beso para partir, cavando una conversacion que solo los enamorados podian descifrar.


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Mensaje por Invitado Sáb Nov 02, 2013 1:05 am

“Mírame a los ojos, dime la verdad, ¿qué ves? Estás tú en mis ojos, en lo profundo, en mi oscuridad, en aquel pozo sin fin que hurga en mi presente y futuro, pero desconoce del pasado. Yo lo sé perfectamente, eres tú, el que tiene que al fin aceptarlo.” 

Sus palabras… ¡Ah! Todas sus palabras eran una copa de fuego bien áspera.  Un sentimiento demasiado perfecto como para ser juzgado, cuando te enamoras de alguien, sientes que todo el tiempo tienes algo revolviendo tu cabeza y tu estómago. Y luego, cuando ya entiendes lo que significa, se detiene parcialmente. Logras ver que todo lo hace bien, que es perfecto por donde lo veas, aunque claro, todo eso es producto de la imaginación, que nos proyecta a la persona como un ideal... Pero a mí no me importaba, yo estaba feliz pensando que era todo, una pura realidad. Y por eso me sentía demasiado feliz, le sonreía como un tonto, dejando ver mis dientes blancos y filosos. Asentía a sus ridículas palabras; aún si el solo hablara en otros idiomas, yo le seguiría diciendo que sí. En la proa corría un viento hermoso, volaba mis cabellos y los hacía mezclar de forma chistosa y los ajenos estaban igual. Pero había una gran diferente, él se veía completamente excitante de ese modo. Sus cabellos largos iban hacía atrás, esa quijada enmarcada, ni una sombra de sonrisa se dejaba ver; mantenía unos ojos furiosos, esos ojos color cielo que tanto me enamoraban. Aún no podía creerlo… Después de tanto tiempo, de tanto luchar. Habían pasado demasiadas cosas que él no sabía. Tenía que ir comunicándole todo y eso me daba miedo. Aunque tenía la esperanza de que ahora, él me escuchaba con otros sentimientos. Ya no existía tan profundamente esa negación hacia mí. Éramos malditos, éramos de los malditos que primero se queman en una hoguera y por eso debíamos cuidarnos. Y yo pensaba cuidar de él para toda la eternidad…

—Haré lo que queráis, este viaje es para vosotros, hermoso cuervo…— La respuesta en un susurro de canto fue largada desde mi garganta, carrasposa, melodiosa, con toda esa ternura acumulada que tenía. Mis ojos y mejillas estaban dulcemente maquillados ese día, usualmente, iba con la cara sin retocar y aunque mis rasgos eran hermosos, cuando dejaba que el suave rubor se apegue a mis mejillas mi rostro se volvía como el de un pequeño ángel, lo mismo con un suave color negro en mis ojos. Claro que para los que me conocían eso no era más que algo demasiado tétrico, un pequeño demonio vestido de blanco, aunque la realidad era que mis sentimientos eran completamente puros y más, para con el ave negra. Con él, era “diferente”, con él podía ser yo mismo. Un ser inocente, lleno de curiosidad y pasión. Cosas que nadie podía entender, cosas por las cuales era despreciado y apartado y por eso mismo había decidido guardarlas en mi interior. — Veréis que lo disfrutaréis mucho. ¡Aish! Vosotros nunca queréis dormir… con toooooda la eternidad por delante y no queréis “desperdiciar tiempo” — Le susurré al final, para que nadie oiga la palabra “eternidad” y le miré con reproche, sonriéndole gustosamente, porque a pesar de todo, me encantaba saber que él mantenía sus ojos sobre mí, cuando yo dormía.

— Muy bien, vayamos por el vino entonces… ¿E-eh? ¿Qué sucede..? — Dejando salir un suspiro que se mezclaba con emoción, vergüenza, excitación y curiosidad. Me tenía agarrado de la cintura y yo pensaba qué es lo que pretendería hacer. ¿Me iba a besar en medio del barco, dejando que muchas personas nos vieran? Daba gracias que era invierno y de noche, las luces apenas nos iluminaban tenuemente y pasaríamos un tanto desapercibidos, yo en mi interior quería que todos sepan que ese cuerpo hermoso era mío. Pero no podía hacerlo público, tenía que mantener una imagen y él también! Me puse nervioso con su mirada, sentía que mi corazón latía rápidamente. Pero eso era una simple y triste fantasía. Mi cabeza estaba pensando mil cosas en un solo momento. No me podía negar, le había dicho expresamente que cumpliría sus órdenes. No quería que se enojara, recién había empezado el viaje. Bien. Sí, lo haría, le daría lo que quisiera. Los humanos se olvidan de todo y algunos pensarían que vieron mal. Sí, eso mismo. Me convencía a mí mismo, dejando salir un jadeo, sonriéndole cuando al final la orden obvia salió al aire.

Me sujetaba fuertemente de sus ropas, mordiendo mi labio, esperando no caer. Si lo hacía, destrozaría a ese cuervo por días enteros. Pero no, no sucedió, solo me miraba y yo lo miraba, esperando, dándole tiempo a que pensara en lo que me acababa de decir y al final, dejando salir un pequeño bufido me acerqué.
— ¡S-sois de lo peor! — Me quejé sobre sus labios, es un susurro certero, besándolos como si fuesen un manjar, rápida y fugazmente. Pero de forma sabrosa, le había mordido el inferior, luego el superior y había depositado un pequeño beso seco. Le había pasado todo lo que estaba sintiendo, porque me sentía como nuevo, lleno de un espíritu más rejuvenecido de lo que usualmente aparentaba. Y a los instantes de eso, me había escabullido por entre sus brazos y piernas, corriendo hacía la parte alta del barco. Sentía calor por todos lados y tuve que cubrirme la boca, pues de repente pensaba que mis labios iban a salir caminando, huyendo de la vergüenza. Miré a ambos lados y allí estaba la mesa, dispuesta para ambos, con vino y dos copas, todo lo necesario para disfrutar la noche, que era nuestro día.

— ¡Las encontré! ¡Aquí están las copas, venid, que acaban de gritar que zarpamos! — Con las mejillas sonrojadas alzaba una de mis manos, llamando la atención del cuervo, mordiendo aún mi labio, esperando que el venga hacía mí una vez más. Sintiendo como al fin despegábamos de aquella hermosa ciudad, que tenía guardada muchas experiencias, buenas y malas.


“Pero es el futuro y el pasado el que nos asecha. Cuando la felicidad comienza, la tragedia aparece y siempre, después de todo final feliz, existe un comienzo tormentoso.”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Lun Nov 04, 2013 5:56 pm

Mi romance nocturno; Mi suspiro, una frágil melodía que se hunde dentro del silencio, sumergiéndome dentro del pensamiento de nuestra noche, vago entre el tiempo y el pecado, convirtiéndome en tu galán  

Desnudando la seducción, el coqueteo a su amante, sintiéndose loco por su perfume que persiste en el frió viento, ahí lo tiene, observándole, tomándole de las caderas para que no se vaya, admira su hermosa sonrisa que destroza, su risilla que le incita a seducirle, queriendo que se esté quieto mientras la poca luz le alumbra, pero no hay necesidad de ello, entre las sombras puede describirle a la perfección, sintiéndolo frágil e inocente, su querida mirada y su hermosa voz se pierde, su dulce piel que adorna , es él, el único mundo adornado para este cuervo juguetón que alucina con sus pequeños gestos. Siendo esa carnosidad rojiza el que le recuerde lo perdido que esta por él…

Apreciando su exquisita caricia con ese susurro, podía abrazar su aliento entre la piel, sonriendo por dentro mas no lo pinta en esa mascara siempre mostrada como la frialdad que era, sin un semblante que admirar y todo por sus pequeños reproches que son embellecidos con su rostro hermoso. Siendo un dulce castigo para ese niño mantenerlo cautivo para pedirle el beso que tanto anhela obtener con su timidez…
-¡Bésame!...-con voz débil, acariciando sus curvas al presionarlas, hundiéndose en ese encantador acercamiento.- Me has dicho que me darás lo que quiera y quiero que me beses…-esperando con los labios claramente ofrecidos, sin acercarse puesto que añoraba que él lo hiciera, si no tendría que robárselo sin importarle nada, pues era un deslumbrante éxtasis atractivo, era momento de que nadie en el mundo pudiera interrumpirles. Manteniendo la mirada refleja en él, esperaba un poco para que obedeciera, dejando pasar la lengua sobre los propios labios al cantar victoria, saboreando su aliento en un frenesí sensual, rastreando sus labios que los entrelazo con los movimientos sensuales del contrario, humedeciéndole su carnosidad, seductoramente capturaba esencias aromáticas por sus jugosos movimientos, disfrutando de ese exquisito beso que necesitaba de mas, quería detenerle en cuanto se alejó que solo quedo relamerse los labios guardando su sabor…


Negando por haber escapado de manera provocada, como una mariposa se alejó, atrevida y divina, sin perderle de vista que podía sentirse atraído e ir tras de él, así que dirigió los pasos a donde se encontraba, acariciándole sutilmente el viento a su ropaje, vestía  elegante para la noche, con sus cabellos sueltos que se agitaban con locura por seducir hasta los ojos mas brillosos, pasando al fin el puente que una mirada disfruto y el barco comenzó a zarpar…

Acercándose más, se deleita por el cuidado que había hecho para que permaneciera a gusto a su lado, confiando completamente en el que por ello se dejaba llevar a donde su querido quisiera pero sorprendiéndose por el decorado de la mesa y el vino que acompañaban las copas de una pareja…-Me gustaría entonces hacer un brindis.-pasa a su lado se inspira y coge la botella de vino que le descorcha, produciendo el sonido al ser arrojado, como un truck y se dedica a servirle a su compañero…- ¿Sabes porque amo demasiado el vino tinto?-le preguntaba mientras se deslizaba el rojizo liquido en la copa de vidrio a medio inclinar.- El vino bien conservado posee un poder que se admira, esta copa sanguinolenta te brinda el mejor beso de tu doncella absorbiéndote en el paraíso de tus sueños…-proseguía con la voz seducida, terminando de servir aquella copa y se dirige a la otra…- su sabor es del corazón de la uva, fuerte es su licor, amargo como las penas y débil como el amor, brinda fantasías por el calor que te engendra y por más que quieras dejarlo nunca le dices adiós, porque te enamoras, te aferras a sus caricias…-termina y se acerca a él con ambas copas, brindándole la suya que se queda de frente.- Por eso quiero brindar contigo antes que vayas a dormir, que el vino tinto es como yo hago el amor…-se le iba a acercar pero solo elevo la copa y le dio un trago por cierta confesión, detonando el éxtasis que siempre le apoderaba al beber…-Entonces brinda amor mío, quiero brindar por ti, por ser quien me embriagues, por el que haya dominado mis instintos, por haberme convertido en delicia de tus besos…-El aire y el vino van con los dos amantes, regalando pétalos hechos palabras, dichosos que no hay fin, nacen y mueren mientras viven, teniendo esta eternidad de la naturaleza y libre coquetea queriendo enamorarle cada vez mas.-¡Brindo! Por ser mi muñequilla más amada, ya eres parte de mi por lo tanto quiero que siempre permanezcas en mis ojos, protegerte es lo que tanto quiero por ello te pido que confíes en mi así como yo lo estoy haciendo…-eleva la mano a su mejilla y le regala una caricia-Je t'aime-sin desprender sonido alguno, solo sus labios parecen murmurar, acercándose a besar su frente y alza la copa para chocar la copa con la suya por las palabras dichas y las que aún permanecen cautivas.


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Mensaje por Invitado Dom Nov 10, 2013 10:57 pm

“Desde siempre has sido mi eterno galán. Mi cuervo enmascarado. Aquel ser que esconde sus sentimientos, el típico hombre que toda mujer quiere, seductor, misterioso. Era una hermosa flor marchitándose. Eres mi flor~ Mi paraíso.”
El ya habitual golpeteo de mis lágrimas contra mis ojos resonaba en la penumbra. Como si quisiera imitar los sonidos de un corazón latiendo a mil por horas, como si necesitara aire, como si mi sangre en verdad se moviera. Es que eran sus ojos, los que me martillaban, me volvían loco, inestable, me derretían con solo un golpe de frío. ¡Ah, maldito sea este cuervo que vino a llevarme al infierno! Yo era su tentación y él la mía, mi manzana del edén. Como la boca de un lobo, negra, profunda e infinita. ¿Era posible amar tan desesperadamente como yo lo hacía? Estaba feliz, después de haber rechazado a tantas personas que eran ‘casi’ perfectas para mí. Pude obtener al único que concluía lo llamado ‘perfección’. La perfección que solo yo buscaba y entendía.
Eran los besos de un remolino, podía sentir el escozor en mi piel, maldito ser era el que penetraba en mis labios y lengua. Éxtasis desenfrenado, locura siniestra. ¡Oh maldito rufián! Alguna vez me volvería poderoso y podría estar a su altura, en algún futuro yo podría darle toda esa pasión que él me devolvía, esos ojos tan podridos de misericordia. No había placer más oscuro que el de verle sus cabellos al viento con esa penetrante mirada que simplemente ¡Plaf! Me derretía como un cubito de hielo al fuego. Daba gracias a la santísima luna a que había escapado, pero aún seguía sintiendo su tacto, sus manos aún estaban en mi esencia, mi aroma a jazmín era parte de mi cuerpo y la caricia que me proporcionaba casi me hacía trastabillar. Jadear de emoción intentando controlar mis sentimientos tan poco ordenados.

El frufrú de nuestras ropas era la entonación principal y pude ver en sus ojos lo mucho que le había gustado la decoración. Estaba claro que en mi tiempo libre me la pasaba mirando decorados de interiores, exteriores, jardines y todo lo que tenga que ver con formar un ambiente hermoso e ilustrado. A pesar de que yo, no era para nada un estudiante de época. Pero ya habría tiempo para eso, ahora sí, empezaba a desear la eternidad. — ¿Un brindis? ¡Ah, uhh~! Eso sonó bonito. — Fue el sonrojo lo que me llevó a susurrar aquello, el sonido del corcho cuando ¡Plafk! Se salió, me hizo erizar todos los bellos de mi cuerpo, retorcer de placer como si fuese yo aquella botella. En verdad, estaba delirando. Aplaudí dos veces, intentando desviar aquellos pensamientos y le vi. Sus celestes ojos reflejaban la lujuria y el vino rojizo deslizándose dentro de la copa parecía venir desde su piel. Sentí mi nuez de adán subiendo y bajando, temblaba enteramente, tomando la copa que él me acercaba. ¿Había palabras para poder responder a aquella poesía de realidad? Imposible, estaba boquiabierto, deslumbrado por la fantasía de tenerlo en frente, seducido por su estrategia. Transpirando frío, mientras me removía poniendo mí mejor cara de gato mojado, mostrando mis enormes ojos directamente contra los suyos que cuando la copa se acercó a la otra, dejé salir un pequeño jadeo de placer.

—Entonces… Quiero disfrutar del vino. —
El murmuro se acechó entre mis dientes, mi sonrisa se enfocó en la ajena y una dulce risa salió de mí mismo. Sus palabras eran deliciosas acariciaban cada herida que él mismo me había hecho. Me decía “Sí, yo soy el que te dejo estas marcas y nunca te las quitaré.” Y yo lo aceptaba, aceptaba tener las cicatrices del dolor, con tal de que estas mismas sean puntos erógenos en mi vida. — Mon Amour, que ser tan oscuro que me mostráis hoy, deseo poder veros así todas las noches. Mi cuervo negro, domar vuestros instintos es lo único que me ha dejado seguir viviendo. Brindo por la pasión de vos, de este poeta que me atormenta con sus palabras. — Sonriendo por puro instinto, con el sonrojo a carne viva, relamiendo mis labios mientras la tonalidad de estos se torna violentamente rojiza. —De estas que me enamoran con cada segundo que pasa. De poder hacerlo, de poder liberarme de estas cadenas que yo mismo me he impuesto hoy, ya me hubiese tirado sobre vuestro pecho. Violado como una flor y yo dispuesto a pincharme con estas espinas. — Me acercaba, a sus labios, mirándole a los ojos seduciéndole, queriéndole estampar contra algún lugar, darle el placer que se merecía. Gritarle lo mucho que lo odiaba por haberme hecho esperar tanto tiempo para tenerlo. Pero así era mejor, así podía disfrutar cada momento como si fuese el último.


— Confío como si fueses los recuerdos perdidos en mi memoria. Confío en vos como confío en que si me expongo al sol me hago cenizas. No lo dudéis, porque si lo hacéis, tendréis mi venganza. Así como se la di en un pasado, pero esta vez ganaré a la primera, mi señor… — Subiendo la cabeza cuando él fue destinado a besar mi frente, mordiendo su labio inferior, clavando uno de mis colmillos que pude sentir la sangre por mi garganta y jadeé placenteramente, separándome como si nada hubiese pasado, relamiendo mi paladar, en tanto subía la copa y terminaba de brindar. Dando un sorbo a aquel vino exquisito que se mezclaba con la sangre y me dejaba completamente excitado. Sintiendo como ya estábamos en el mar, miraba hacia delante y solo había oscuridad al igual que por detrás. Él camino al fin se hacía realidad. Podía sentir el hermoso placer de vivir nuevamente. La felicidad recorría mis entrañas, y me apoyé delicadamente en mi mano, mirando al horizonte, descubriendo la felicidad única. Aquello que me hacía sentir vivo y eso que no dejaría escapar nunca más. Él era su propia existencia. — Os amo, vos sois, todo lo que necesito y no dejaré que os escapéis nunca más. Nunca más. Aún si os escapáis al infierno, os voy a perseguir. — Fue un susurro que se dejó guiar por el viento, mientras mi mirada iba hacia el horizonte, firme en lo que decía. Eran las palabras de un enamorado, que no tenía duda alguna en lo que escondía su corazón.

“Y el tiempo pasa y seguimos existiendo. Pero cuando tú salgas de mi lado, pereceré. Porque no hay nadie más perfecto que tú. Tú quien congelas mi cuerpo con cada mirada. Tú quien hierves mi sangre con cada pasada. Haces que me sienta vivo y por eso te ataré a mí, para siempre.”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Miér Nov 13, 2013 10:43 pm

[…]¡Oh! El cielo,  el mar y tú… sobre las olas de la existencia, en el vocerío del viento y del agua, el pensamiento del poeta esta siempre flotando y bailando porque la silueta de su musa se muestra desnuda al tacto…. ~

Este viaje apenas comenzaba pero podía sentirse complacido de seguir en este sendero sin final imaginado mientras siga acompañado de su amado, pues se abría una caja de sueños con el fluir del agua, serenamente queriéndose entregar como el ofrecimiento del aire por siempre, escuchando un azul murmullo porque aun llevaba ese beso que era acariciado por los pétalos de los labios, con suaves retazos de piel, etérea ventosa fugaz y sensible aura a plasmar como sello adherido de ser a ser, de piel a piel, escuchando el sonido de la debilidad, la pasión que sentía por sus provocaciones, esos dulces y suaves jadeos que llenaban a este muerto corazón a querer danza tan solo por deseo, detonando siempre la mirada de un peligroso filo que se aferra a su imagen sin despegarla un solo instante, siendo penetrada que se torna sincera y oscura por verle siempre con éxtasis.

Fluyendo más y más como el barco que prosigue al horizonte,  asintiendo tras apreciar aquella tórrida mirada, respondiéndole con esta inmensa sombra de sentimientos que lentamente se dejan vislumbrar ante las palabras bañadas de ardor por las ansias de permanecer en silencio haciéndole el amor, siendo este el secreto, no deja de mirarle, pareciese que fuese un sueño que teme perder,  contemplando lo más hermoso, aceptando que jamás encontrara las palabras que puedan expresarlo; a pesar de ser un poeta, a pesar de desnudar el verso no hay manera de decir a la perfección cuanto le quiere. Pero de su rostro maquillado por la luz lunar esconde una sonrisa por haber atrapado la belleza que encierran esos hermosos ojos, él parecía escapar de la mirada pero sabía que no dejaba de estar allí, porque dejo de ser un juego para que cayera, lo dejó por solo ansiar cautivarlo y dejar paralizados sus sentidos, detener el tiempo en cuanto las copas chocaron y el sonido producido relució guardando sus aplausos que era todo un placer apreciar su sonrojo; este dulce delirio era el más amado castigo de eternidad y que dicha de ser acompañado de su cantarina voz.
-¿Y si disfrutas de ambas cosas, del vino y de mí?...-con la voz perdida en el viento como un oleaje,  tratando de acariciarle con las distorsionadas vibraciones siendo imposible dejar la tentación, la lujuria pues sería como tratar de ocultar el cielo o vaciar el mar…. Y por sus palabras que significaban más que cualquier cosa.-Cada noche lo hare si es lo que deseas y si esto te mantiene a seguir viviendo buscare la manera de que jamás termine…-el licor del color carmesí ya embriagaba el vacío, el elixir del hilo al percibirlo incrementaba, cogiendo el destino del  teñido vino es cómo se ve de los labios de su amado y con un susurro es como cae a la corrupción a ese entrelazamiento de suspiros enloquecidos que descontrolan con los coqueteos, seducciones, mirándose uno al otro y sabiendo que ambos caen con la mirada que relucían las palabras de una ferviente tentación descrita en esa voz…-¡Salud! Por esa dulce poesía que me has dado…-los labios se movieron de forma lenta, refugiándose en la caricia que su mano le hacía en su mejilla, desapareciendo la distancia que pudiese existir entre ellos, besando sus labios al moverse puesto que su frente era el lugar donde esperaba besar y un pequeño quejido libero ante ese colmillo que se incrusto ante la mordida de la carnosidad de los labios, saboreando su néctar así como la linfa que se mezclaba, relamiéndose el labio sin decir palabra alguna puesto que si hablaba se notaría la excitación que se sumergía y lo escondió en la copa, bebiendo hasta calmar el afán del placer.

Observándole, las pupilas parecían desaparecer por haberle perdido de vista sus ojos, inclinando un poco más la copa para finalizar tal beso poético, seducido deja la copa sobre la mesa y vas tras él, abrazándole por la espalda y enfocando la mirada en el mismo enfoque que su querube lo hacía, desviando por un momento la mirada hacia su rostro que no espero y beso su mejilla manteniéndole entre sus brazos…
-Tus bellas palabras penetraron en mi piel…dejando su memoria, pienso en amarte eternamente puesto que me canse de escapar de tus encantos, seguirme a donde vaya pues ahora persigue mis pensamientos porque pienso escapar para contemplar el mar…-A pesar de haber dicho eso, sabía que no podía descifrar los pensamientos pero ahora al estar junto a él podría imaginárselos que todos describían su silueta, pues pensando en el mar, dibujo el oleaje de su querubín, capturando las rocas golpeadas y el agua que chisporrotea, sintiendo ese electico encuentro de dos fuerzas, la furia incontenible y natural, el convulso transcurrir de la convergencia, sacudiendo la seducción por el que está entre sus brazos y por el agua luciente que dibuja a la solitaria Luna, escuchando como el agua golpea el barco,  tentando a pedirle revelaciones de sus profundidades…-El mar será nuestro sarcófago ya que pareciese mecernos a un elemental final oscuro, ¿Puedes ver el abismo que transmite el agua? Como si fuese melancolía, un enigma que queda más allá del horizonte porque aunque piense en amor hay una superficie que se agita y en el viento que lo impulsa, como si me revelara  o mejor dicho me previniera de un mal…-los ojos quedaron completamente perdidos en el color del agua, sin figurar pupilas más que una negrura que se incrementaba, protegiendo con fuerzas a su vida, tratando de ignorar esas sensaciones que le hace girar para verle el rostro sin perder su abrazo.-Estoy complacido por amarme, por estas sensaciones que has renacido, por aquellas miradas silenciosas y esos mortecinos suspiros…-aquello le hizo caer en el hondo de su mirada, eso quería solo verle, seguir viendo sus luciente ojos que ofrecen perfectas caricias de tranquilidad.

~ Oscurecido mar que canta intranquilidades, olvidos y a un amante que es fiel a la respuesta de deseo […]


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Mensaje por Invitado Lun Nov 18, 2013 11:42 pm

“Estoy desnudo en inocencia para el alma impura que me mira. Soy la luz en una oscuridad que nos acecha, pero yo te protegeré, te protegeré de todo lo que nos suceda.” 

Era imposible disfrutar de él y el vino al mismo tiempo, porque me sucedía algo ‘lógico’, cuando se trataba de aquel cuervo negro, hermosamente azabache, penetrante e infinito, nada más podía estar en mi cabeza. Y por ello negué, brindando mi mirada atractiva y engatusada a sus ojos de cielo. — Imposible disfrutar de otra cosa cuando estáis vos cerca. — Declaré y la lujuria recorrió mis labios rosados, meneando el sonrojo en un tintineo, que tanto cautivaba al ángel de la perdición. Sin duda alguna había aprendido que cosas eran las que más le gustaban de mí. Una mezcla de pasividad y egoísmo, el último era uno que nunca aprendería a controlar, pero que podía atenuar en los momentos justos, solo para darle pie a que la batalla se libre a las horas siguientes, pero eran batallas de amor las que lograba hacer. En las cuales siempre me aceptaba perdedor, pues no era mi intensión ganar. Ya que la guerra había terminado con mi victoria hacía ya algún tiempo. O al menos  yo lo pensaba de esa forma, me preguntaba qué era lo que el cuervo creía.

—Mi caballero, quiero que luchéis por ello, pero no por mí, sino por vos mismo, sabéis que yo también soy parte de vuestro pilar, para seguir viviendo. Vuestros ojos siempre me han demandado, lo he sentido desde la primera vez. Y prometo que nunca dejaré que os vayáis de mi lado. Jamás. — Sonreí de lado cuando el dulce choque de las copas se terminó y me quedé mirándole, mi poesía barata, aun así él estaba satisfecho. Era porque me esforzaba, intentaba hacerle el amor con palabras, como él siempre me lo hacía a mí. Pero… ¡Ah! Impetuoso este oscuro ángel, que él me podía hacer llegar a un clímax de pensamientos, mientras que yo simplemente podía dejarlo satisfecho. Me sentía triste de no poder estar a su nivel! Pero aun así no dejaría de intentarlo. Y si era necesario, usaría mi fuerza para hacerlo caer en el placer más melancólico que pudiese existir.

Jadeé, podía sentir su aura de excitación y el elixir que estábamos compartiendo se terminó, las estrellas estaban siendo acobijadas por mi mirada, esperando atentas los pasos del inmortal que era mi pareja. Y cuando sus brazos me apresaron simplemente me dejé hacer, sintiendo mi mejilla quemándose, estirándome como si de un pequeño gatito se tratara, ronroneando en su hombro contrario, apretujando mi piel contra la ajena, que me sentía desnudo en la divinidad de la noche, la luna y el ave. —Te seguiré allí entonces… — El viento que eran mis palabras salió como un cántico y me apreté con una mano para que no se logra apartar, dejándolo separarse poco a poco. Era un abismal sufrimiento porque yo, de poder hacerlo, me pegaría en su piel. Lo haría estar conmigo a donde quiera que vaya. Pero no, no debía. Yo deseaba arreglar las alas del ave, permitirle volar nuevamente, que planee en el cielo y que vuelva a mi hombro todas las noches. Ser libres, pero terrenales, ese era mi sueño. Tener un amor romántico, fogoso y sin nunca olvidar la pasión de los golpes y las mordidas, el amor en la cama y en los rincones. El placer carnal era algo que necesitaba, casi al mismo nivel que mi enamoramiento por él.

Me acerqué cuando su cuerpo se dirigió al borde de la proa, me quedé mirando y supe que era hermoso, el agua era algo que me recordaba momentos dolorosos, me hacía marear usualmente, por cuestiones del pasado que no lograba recordar, pero en ese mismísimo instante estaba enamorado de lo que veía y no sentía dolor para nada. Me acurruqué abrazado a su brazo, mirando con curiosidad, intentando encontrar aquello que el cuervo parecía estar examinando. — ¿Melancolía…? ¿Será que véis vuestro reflejo? — Me burlé apenas un segundo y le saqué la lengua. Aún no perdía mi toque de rebeldía y me aprensé a su cuerpo, riendo muy suavemente, cerrando los ojos para volver a intentar ver aquello de lo que él me estaba hablando y de repente lo sentí. Como si un mar de lágrimas estuviesen azotando el océano. Era el llamado de peligro que nos alertaba, como si estuviese por venir una gran tormenta y mi corazón muerto se sintió latir. — ¿Vendrá tormenta? ¡Le tengo miedo a las tormentas! A-ahh… — Sentí el miedo incrustado en mi columna y busqué moverlo para poder abrazarme a su pecho, esconderme del agua que nuevamente empezaba a darme temor y mis lágrimas estuvieron a punto de azotarme las mejillas y recordé que estaba con él. Que no estaba solo y que no lo estaría nunca más, no al menos por mi propia cuenta.  Me aferré fuertemente y escuché sus palabras, las cuales ablandaron mis hombros, dándome la posibilidad de mirarle fijamente a esos ojos, sometiéndolos a mis agujeros negros. Haciéndolo perder en mi abismo.

— Yo te amo, nunca lo olvidéis, di todo por este amor. De verdad lo di todo. Aunque sufrí e hice sufrir a otros. A pesar de que muchas personas intentaron levantarme el ánimo, nunca pudieron. A pesar de que había alguien que quizá era ideal para mí y mis caprichos. Nadie era mi ave. Ninguna de esas personas eras tú. El ser del cual me enamoré con un solo beso y luego sufrí las consecuencias de ello. — Subiendo una de mis manos a sus labios, acariciando estos con sumo cuidado, acalorando mi cuerpo. Sí, efectivamente le había dicho la verdad, podía recordar el tiempo en el que lastimé a un inmortal, lo rechacé cruelmente y me odiaba por ello. Porque mi egoísmo era tan grande que siquiera intenté ser feliz sin el ave. Y ahora, estaba feliz de no haberle fallado a mi corazón.


“Nunca hay que olvidar, que el destino elige nuestro camino, pero nosotros cortamos la maleza en el pasar. Nadie más puede caminar por nosotros.”  
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Miér Nov 20, 2013 7:00 pm

[…]Lento y sensual viento, desear sacar esa caja musical por primera vez y danzar como si fuese el príncipe y su princesa bailando por la eternidad, meciéndose entre las lejanas tempestades que les espera cuando la última melodía fluya…~

Conducido a ser el elixir de su existencia, no deja de desbordar atracción a sus pequeños gestos, esas palabras cantarinas de una perfecta condenación a su aliento, tumbándolo bajo un hechizo, se esconde, zumba y se acerca cada vez más y más a él junto con aquella dulce piel, haciendo que la lengua se deslizara, recorriendo los lugares más deseosos para adorar con caricias que solo este órgano húmedo podía brindar; su cuello, en su mejilla subía la extremidad de esta, delineando la figura del caracol en su oreja…-Recordare siempre esa promesa, jamás me dejes volar porque una vez abrazando la libertad pienso y temo en desaparecer pero me dolería más que olvidaras lo que hemos estado hablando, que cumplas mi petición de matarme si pende tu existencia de la mía, eso sería lo único que desearía obsequiarte, la existencia; si tu existes, existiré, siempre recuerda eso….-con dolor ofrecido en ese aliento dejo que le acariciara por un instante, sin querer soltarle pero el agua seguía intranquila, se había hundido en sus profundos secretos que sin darse cuenta le había soltado, orándole a ese ángel que no le dejara, que siguiera hasta los pensamientos los cuales le están haciendo caer a un infinito pergamino donde no hay salida alguna, como si poseyese un espíritu que va tras el camino resurgido entre la marea que subía y bajaba, creyendo que solo aquella alma imaginaria caminaba pero no, él se movía llegando a la proa donde el sonido del agua golpeada le trajo un repentino recuerdo de un sueño; el sueño de la cristalizada tumba en el fondo del mar, siguiendo fluyendo con una sensación extraña que desnuda a la noche como oscura, muy oscura y debía temerle sabiendo que era imposible temer a esa belleza y la luna que se agita entre desvanecientes agitaciones del agua.
~ Eso aléjalo del agua, aléjalo del mal que se está avecinando […]
Si no hubiese sido por la manera en la que se aferraba su querube, no hubiese querido poseer sus pupilas y se dio cuenta que había dejado de escuchar su melodiosa voz, pero estaba en lo cierto, ese reflejo tétrico era de él, “¿Sera que pudo ver el mismo sueño que tuve?” Pero abandonando ese pensamiento por apreciar a su malcriado amor, sin hablar se guardó esa sensación, abrazándole con fuerza al desear que lo hiciera, que se acercara a abrazarle, que sonriera y jugara con su bello rostro…-Quizás haya una, no tengas miedo, estoy contigo…-sufría por verle de aquella manera, trataba de alentarle, notando el semblante de su rostro que beso ambas mejillas, calmando el intranquilo estado en el que estaba, disfrutando sus mágicos dedos que desprendió un beso a ellos, dejando lentamente que las manos se deslizaran en su preciado templo, alzándole entre los brazos y con la nariz le rosaba su tersa piel…-Jamás lo olvidare pero tus palabras hacen que mis celos broten, el simple hecho de imaginarme que alguien más estuvo a punto de apartarte de mi camino y que quizás lo sigas viendo, me molesta, dime ¿Que no sentías algo por el o por ella, ni que te pudo haber gustado?...-abandonando las caricias que emprende los pasos hacia una banca y toma asiento, posándole en sus piernas, aprovechando la manera en cómo le tenía que le brinda un corto beso para después observarle, rozando con algunos dedos su delicada mejilla y junto con la voz traicionera, delineando con la yema de los dedos sus ojos, invitándole a que caiga a una dulce fantasía, tomando esos labios puros pensando en cómo sabe hacerlo suyo, volviendo a mirarle, siendo las palabras débiles para este cuervo que toma una de sus manos, acariciando su palma con un jugueteo movimiento y la eleva a los labios posando un beso….-¿Te digo un secreto? …-se acerca a su oreja y le muerde con la carnosidad de los labios.- Desde que he escuchado a un pianista, tuve el deseo de compartir mi violín a su lado, quiero hablarle y que me responda entre las notas pero no sé si sea merecedor de tal maravilla…-con tentación las pupilas resaltaron, para quien lo siente ahora mismo podía cerrar los ojos sin temer a que fuese un sueño, sabía que estaría él por siempre, que los cerro recargándose frente con frente , aspirando su exquisito aroma, sin permitirle que se fuera de sus brazos….-Si adivinas en que estoy pensando te daré lo que me pidas…-susurrando las palabras, sin necesidad de liberar la voz con normalidad…”Hechízame con solo una palabra, cae a mi travesía, quiero saber qué es lo quieres, porque al decirme en lo que pienso solo es decirme lo que añoras” Sin abrir los ojos, ocultando la verdad que se podía aclarar si le mirasen, fascinándose por la esplendorosa manera de acariciarle con el aliento de su boca desprendida.


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Un viaje al oriente. [Nicolás] Empty Re: Un viaje al oriente. [Nicolás]

Mensaje por Invitado Lun Nov 25, 2013 1:21 pm

“Escucha el palpitar de un corazón muerto, justo adentrándose en las tinieblas, buscando la tempestad en un hogar siniestro, lleno de la mayor oscuridad jamás descubierta. Un cuervo alado, pero enjaulado, guía su camino.” 

Cosquilleo impetuoso que busca sobrecoger el lugar destinado solo a oír, cubierto por dichosos traqueteos de nervios, que me hacen estirar como un pequeño lienzo mojado. Querer retorcerme como la musa que era, deslizarme en su cuerpo, insistiendo en que no detenga las caricias en mi cuello, en mi oído, que lo sople con ímpetu, para así poder derretirme del más efímero de los placeres. — Os digo que mi existencia es también la vuestra. Si la tuya cae, la mía también. No permitiré que desaparezcas, más que una promesa, es una regla existencial. — Recalqué casi en un jadeo, lleno de dulzura, regocijándome en el placer de tenerlo todo para mí. Disfrutando por unos momentos aquella inmortalidad que me había llevado a conocer al antiguo violinista endemoniado. Deseando escuchar una vez más el sonido de su violín que arrasaba con cualquier otra sensación musical. Él era un verdadero ente, un espíritu maligno capaz de robar almas y devorarlas y la mía estaba allí, en el limbo, entre el robo y el devoramiento.

Fue extraño el momento en el que lo vi tan sumido en su reflejo, celoso del mar mismo. Me aferraba, como si los látigos de agua estuviesen llevándose a mi amado cuervo. Me estaba robando la atención, aquella que debería ser y era toda mía. Estuve varios segundos hasta desligarlo de ello y cuando volví a tener su mirada contra la mía le sonreía, jugando con su piel, con sus cabellos, mirándolo como un pequeño gato que estaba hambriento. Sentir sus brazos rodeándome me tranquilizó, aunque seguía exaltado por la presencia de la alerta y era quizá esa tormenta la que me ponía de tan mal pesar.
— Si estáis conmigo no le temo a nada, ni a nadie… Pero quedaos bien apretado, o moriré! — Quejándome le apretujaba, acomodándome entre sus brazos, hundiendo mi rostro sobre su cuello, buscando refugio en su aroma, que daban ganas de lamer aquella piel que cubría su sangre, sus dichosas venas que estaban plagadas de poderosa energía. Le escuché y mis pensamientos vagaron en ensoñaciones, abrazando aquel cuerpo tupido, con mis piernas me aferraba, y con mis brazos rodeaba su cuello, mirándole gustoso, negando con una dulzura implacable. — Había cosas lindas… Siempre hay cosas interesantes en las personas. Pero me aburre cuando es tan fácil, no siento nada con las otras pieles, solo la tuya hace que me incendie. Hay algunas personas que me devuelven el calor perdido, pero es una sensación de simple cariño, nada como tú… Nadie jamás ha podido ni podrá ser algo cercano a lo que sois vos. Tu melancolía, tu maldita imperfección es como un oasis en medio de un desierto. —

Deseando que el camino a la banca fuese más infinitamente largo, disfrutando el beso que al final se dio, mientras mi cuerpo se posaba en el ajeno, me hacía un pequeño bollo en su pecho, apretaba con fuerzas la tela que le cubría, implorando que no me separe de él. Necesitaba tenerlo tan pegado como fuese posible, mi suave piel se frotaba más en sus manos, rogando como un maldito esclavo que me diera un pedazo de pan, que en mi caso era una pequeña mirada, una pizca de su afecto oscuro. — Nunca vas a entender como me siento, mira mis ojos Monsieur Lenfént…  ¿Eh? Sí, me encantan los secretos. — Inquirí y le sonreí, jugueteando, derrochando mis fantasías en sus labios, en sus manos, en todo aquel ser que me plasmaba completamente mi existencia. Dibujando en la palma cosas sin sentido, mientras dejaba que la risa melancólica que tenía cuando estaba con él saliera por los aires. Mis ojos rasgados se quedaban expectantes a sus palabras, mientras que mi francés algo bruto y descolocado se quedaba en silencio.

Celos, celos y más celos. Sentí que me explotaba el cuerpo cuando aquella mordida se inspiró en cada punto de mi sistema muerto-nervioso. Pero los malditos sentimientos resecos se hicieron presentes y le observé como si fuese la mismísima muerte. Como si se tratara de una bestia a punto de ser despertada. Si estuviese vivo, estaría con mi corazón latiendo el triple de rápido. Tragué algo de saliva y miré a los costados, buscando en mi misma mente qué era aquello en lo que él estaba pensando y no fue hasta sentir su frente pegada a la mía que todo se fue aclarando. Mi adrenalina bajó completamente y mis manos subieron para apoyarse en su pecho. Me quedé quieto y el silencio nos inundó completamente. La felicidad se deslizó por mis entrañas mientras sentía que un escozor se hacía presente en mis ojos, queriendo volcar lágrimas por mi piel. — Nadie podría negarse a ti… ¿Una batalla musical? ¿Q-quizá… conmigo? — Bordeando el miedo que mi rostro se acaloró y casi se sintió el ardor que nos consumía, mientras mis ojos se abrían buscando ver los ajenos. El deseo de poder tocar alguna sonata con él era algo que creía imposible. O quizá lo veía como algo muy a futuro, en años lejanos, en dos eternidades o en diferentes vidas. Mi nivel era bajo, era un novato en lo que a mí me parecía. Aunque mis épocas como profesor de canto y piano me habían ayudado mucho. Me habían hecho mejorar lo suficiente como para presentarme en el teatro, pero jamás lo aceptaría, el sonido de un instrumento me resultaba casi una magia de resurrección como para poder ser invadido por mis manos. Le tomé con ansias de las manos, busqué entrelazar sus dedos con los míos y me escondí por la vergüenza de que quizá me estuviera equivocando completamente y él se podría enojar. Tratarme como la basura musical que era. Temblé y me quedé agazapado, cubierto en el manto de la noche y sus brazos.


“Mi voz es el único método que tengo para ser escuchado. Represento mis sentimientos en el sonar de mi garganta, pero no puedo, ni podré jamás, sentirme útil con un instrumento ajeno a mi cuerpo.”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Sáb Nov 30, 2013 12:54 am

[…]Cuando todo queda en completa soledad, daría mi vida por una canción, yo sé que no podré decir adiós, pero, lo daría todo en cualquier momento, el universo tiene misterios, tus palabras son mis consuelos, podría ser libre con una melodía al ser uno.~

Se acerca una tormenta al cielo de cristal, probablemente será un viento tremendo, la magia está pendiente porque el cielo se ha destrozado y el barco se mece en las aguas intranquilas que danzan conforme el viento las guía, consumiendo la noche en un tétrico paraje, sin que las luces tenues desaparezcan esa tristeza profunda que engendraba, sujetando a esa muñeca entre sus brazos, cuidándole para que su porcelana reluciera suave y hermosa, protegiéndole a lo que le tiene miedo, complacido de que juegue con sus cabellos, con la tersa piel de esta muerta belleza, capturando la más hermosa sonrisa que se pintarrajeaba en su rostro, juguetón como las luces parpadeantes, se remueve en los brazos de este inmortal que solo se dedica a adorarlo, amarlo como lo haría un autor a su muñeca, complacerle en sus sueños, si una caricia pedía debería de ofrecerle un manantial de roces a su dulce candor, obteniendo siempre el mejor regalo de guardar su aliento como un suspiro, hablándole entre promesas y deseos que quizás con solo con un abrazo se realizarían, detonando los sentimiento a flore en el color de esas pupilas, quería sonreír pero solo el brillo de estas lo maquillaban, deseaba llorar pero las lagrimas se escondían en el color oscuro de las mismas, hablando como si la voz no fuese necesaria, puesto que sus labios se movían con una blandura-Mi vehemencia plena, la vitalidad de mi existencia quiero que sea una promesa, engáñame al menos, necesito calmar este desasosiego, cálmame que así será, que cumplirás este afán de mantenerte con vida…

Padeciendo con un extraño provenir, tratando de mitigarlo al tenerlo lo más cerca posible, hurgando las evocaciones desprendidas con su fricción. Admirándole por su valentía de seguir en estos brazos, verle sonreír aunque por dentro sabia que una conmoción le invada, sin detener las caricias, roza con delicadeza su piel que de porcelana siempre lucia, depositando un beso en su mentón, otro más en su nariz y otro en sus carmesís labios, adorándolo en aquella tempestad que permaneciendo a su lado se desvanecía todo y solo quedaba su imagen...-Me es un placer poder mantenerlo entre mis brazos, apretujarle y no soltarle…-Encantado lo abraza en un acto amoroso, le susurra palabras a su oído donde le muerde en poco en poco con la carnosidad de los labios, aspirando su fragancia muy a pesar del aire que se interpone, desprendiendo las caricias más sinceras en sus piernas al sentir como le abraza con ellas, tatuando ese rostro en el cuello permanentemente, esperando que la noche siguiera para no soltarlo…

Posados bajo el cielo horroroso, permaneciendo en la banquilla, continuando con la veneración a su muñequilla, pintando el cuadro de unos amantes que jamás se soltaban, apreciando su palma que ofrecía un iluso cuento de fantasía, quedándose inmóvil con los ojos cerrados esperando un beso de alma- Esperare siempre a ser el único que posee tu amor…-Sin abrir los ojos, sigue hablándole como si un encadenamiento fuese-Quizás jamás nos entenderemos, quizás jamás llegue a comprender ¿Quién eres en realidad? Me haces solo pensar en quererte sobre todas las cosas, seas como seas me he enamorado de ti y quizás no entiendas este amor…-dejando que la nariz le brindara roces juguetones, en la espera de que sean descubiertos sus pensamientos, moviendo con suavidad el rostro, tratando de acariciar su frente sin permitirle que se moviera de esa pose-No me interesa nadie más, me pregunto, si, ¿Podre ser digno de tocar a tu lado?...-lentamente los ojos se abren, entrelazando los dedos como aclamaba, presionándole que si pudiera haber soltado una lagrima lo hubiese hecho.-Una batalla de descifrar las palabras del otro.-Y ahí comenzando a gritar el cielo oscurecido, un trueno resalta en una esplendorosa luz, estaba la frente en la ajena, esperando que descifraran sus pensamientos pero encarcelo a su amado y le atrapo sus labios, soplándole con dulzura mientras abre los ojos y mantiene las pupilas unidas, siendo esta bella noche en la que le sostiene entre sus brazos, envolviéndolo como si el tiempo se detuviera volviéndolo polvo de estrellas, acariciando sus cabellos, le ama que su silueta se quedó en un blanco paisaje, la voz que llegue a cantarle sin que escuche los truenos, abrazándole con fuerzas antes de que las lágrimas caigan por su mejilla, le besa sin poder hacer nada más que consumirlo al estar juntos…

-Mi pequeño demonio…-con un susurro, dejando que el aliento le tocara, rogando al viento que solo escuchara la voz su querubín y se perdieran juntos…-Solo pienso en ti, eres al único en estos tiempos y los que vendrán en querer compartir la música, la melodía de tus dedos solo me cautiva, quedo rodeado por aquel mecánico sonido, cuando te escuche me di cuenta que ya no estoy solo, ya no solo era mi violín y yo, ya alguien más se presentaba cuando interpretaba mi violín, ese pequeño órgano de piano comprueba el latir de mi corazón, el sonido de nuestros recuerdos, tu voz como un eco me alcanza, te suplico que me dejes alguna noche tocar juntos, siempre hablo y hablare de ti con mis deseos escondidos, no creo ser merecedor de tu música…-elevando las manos ajenas a los labios, las alaba con besos y caricias que él mismo se brindaba en las mejillas, gozando de su perfecta suavidad.-Todo de ti me es un maravilloso tesoro que jamás querré perder así te mantenga cautivo, preso de mi temible devoción. -deslizando las manos por su espalda donde delineaba su ralladura, haciendo que se arqueara y bajo el rostro a su pecho, posando la frente por un instante en aquel muerto corazón que soñaba con latir- Jove Jaejoong, ¿Porque le amo demasiado? -cerro los ojos vuelve atraer su rostro- Te amo que me siento perdido, realmente perdido...-y ahí su tristeza, el cielo da vueltas, mientras la boca engendra un secreto más allá de una confesión, allí está dando la vida por él con las palabras quizás tiernas, hundiendo el rostro en su pecho con el pensamiento a flote…”Quiero hundirme en tu corazón, ser tu voz, ¡Quédate conmigo! Perdóname por amarte como un loco, dos templos un destino, la profundidad de mi amor, mi luz, libérame de mi sangre, de una esperanza que me asecha en un silencio”Ahora no podía hacer nada más que pensar, asesinar ese tormentoso sentir, alzándole para unir sus labios (te amo demasiado) le marca en ese beso, estando en sus brazos la luz preciosa, se levanta y emprende el camino hacia el interior del barco, yendo al camarote asignado…


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Mensaje por Invitado Mar Dic 17, 2013 2:47 pm

“Desearía conquistar esa parte tuya, tan escondida, tan inminente, tan sumergida en la roca solida del profundo mar que es tu alma. Tu esencia que me seduce, tus ojos que me derriten, encuentro un mundo de misterios en ti.” 

Que pretextos eran los que usaba mi ave muerta, el egoísmo que relucía de su lengua viperina, pero me hacía flaquear como una bandera meciéndose en la proa. Tenía suerte que en ese instante mi humor era un desasosiego, de miedo, esperanza y vulnerabilidad. Me escondía en su regazo como si él fuese mi cueva. Esperando no escuchar los tormentos de las nubes que se acercaban. Relucientes de esplendor pues los rayos empezaban a quebrar el cielo en mil pedazos. Tragando saliva como si de una vez estuviese temblando, mirando los ojos de un cielo en el amanecer, recordando el sol en los orbes fallecidos de mi amante, que él era el único que me podía ayudar a vivir por siempre. Jadeando con tal necesidad que parecería que mi respiración inexistente se agitaba. — Si deseáis un engaño, puedes tenerlos todos, pero solo viviré para ti. — Recorrí con un dedo inocente la mandíbula marcada del hombre frente a mí. Mareándome de tanta hermosura que caía en la tentación de besarlo infinitamente. Pero eran sus roces intuitivos los que me provocaban retorcerme de un costado al otro, dejando una pequeña risilla salir de mis labios, juguetona como un gatito a punto de arañar. Pasando mis dedos extremadamente largos por su cuello, queriendo poseerlo un poco más. Pero me detenían los ruidos de las botas a unos muchos metros nuestros. Los podía escuchar perfectamente, y es que mi vergüenza y pudor eran más fuertes que la marea que atentaba contra mis sentidos.

— Awnngm!! ¿por qué existen las tormentas? ¿Qué las hace crearse? ¿Son así de necesarias…? — Con unos ojos aguados ante el primer ruido del cielo, que mi organismo saltaba y se abrazaba más a esa finura, frotando mis piernas en su espalda, que me agazapaba de él como un koala en su rama. Jadeando en una mezcla de necesidad y frustración. Mirándole la piel, que lo único que mi mente deseaba era tener un foco en su sonrisa. Sus ojos cerrados eran pálidos y los acariciaba con vehemencia, estirando mi lengua la derramaba en un costado de su piel, buscando su oreja del mismo modo que anteriormente había disfrutado yo de ese cosquilleo tan gatuno que me habían proporcionado. Tironeaba su lóbulo, me derretía del placer, querer seducirle un poco más estaba en mis expectativas, aunque él me decía que no podía, yo creía firmemente en que siempre podía robarme más de sus sentimientos encadenados en el vacío.  No me daría por vencido jamás, encontraría la forma de hacer que su pensar, sea solo en mi rostro. ¿Era el egoísmo tan fuerte en mi interior? No lo veía de ese modo, solo quería que sintiera lo que yo, esa obsesión, que se marcaba en imaginaciones extrañas a todas horas del día. —Soy tuyo… Es lo único que necesitáis saber. Claro que todo lo demás está abierto a tu curiosidad, todo lo que yo sé, está expuesto para ti como un museo de arte. Lástima que no creo que sea igual en ti… — Me quejé intrépidamente, sin hacerlo notar demasiado, pero no quería discutir aquello, no quería intentar sacarle toda esa información que aún me faltaba. Por ello me quedé en silencio, mirando sus labios, acercándome que le mordía el labio inferior, lo tironeaba y succionaba lentamente. Deseando pegarme a su piel.

— Sois digno de hacer lo que te plazca en este mundo…  A-ah!! Umgh… — Di gracias a los dioses en los que no creía cuando sus labios se aferraron a los míos en el trueno arrollador que se presentaba, derramando lágrimas de inocencia, mientras me apretaba como una pequeña laucha a su nicho. Deseando morirme en ese instante, pues estábamos demasiado cerca de aquellos horribles estados naturales. Al separarme de Nicolás, busqué impetuosamente una salida, una puerta para correr y huir de ese lugar, pero sus brazos me mantenían prisionero de él. Y solo pude buscar cubrir mi rostro con su saco, esconderme del cielo en solo miradas. —Ummff, ¡d-descifrad ahora mis sentimientos!  ¡Tengo miedo! — Reclamé llorisqueando y sus palabras dulces me calmaron en poco tiempo. Mi pecho revoloteaba pero aun así le escuchaba en silencio. Sonrojándose mi rostro por su amabilidad que me derretía pensar que yo era alguien valioso a nivel musical para él. Aunque claro, todo se resumía en los sentimientos, ya que sabía que había demasiadas personas mejores que yo. Pero me apaciguaban sus palabras, me ponía tan rosado que el calor inexistente subía por mi pecho y sus besos no hacían más que intensificar aquel calor escondido en nuestra esencia. — Lo estáis diciendo porque me amáis… Tú eres el demonio… “El violinista del diablo, el violinista endemoniado. Sus dedos viajan a través del tiempo y el espacio cuando las melodías resuenan de sus dedos.” Tus rumores… Son los más verdaderos que he oído. — Subiendo un dedo acariciaba su nariz, escondiéndome aún de la tormenta sorpresiva que me exaltaba cada vez que largaba colores o ruidos de su nido que era el cielo.

— ¿Porque soy el único que puede darte lo que quieres…? — Fue más una pregunta para ambos, ¿por qué me amaba tanto? Pues esa era mi única respuesta, así como yo le amaba porque no me daba lo que quería, porque me hacía sufrir en encantos divinos. Así por ello, él me amaba porque yo lo daba todo. ¿O era quizá por mi imperfecta inmortalidad? El deseo de hacer una vida normal, pero que era algo tan imposible como desear que mi corazón latiera. Me preguntaba muchas cosas, igual que él. Pero su beso las resolvió todas, no había respuestas lógicas. Nos amábamos demasiado, tanto que dolía. Y supe que una simple sonrisa nos llenaría de placer, me aprisioné cuando su cuerpo se elevó, me escondí en su cuello que empezaba a besarlo con cuidado, dejándome llevar, sabiendo que solo era una cursilería, pero que la necesitaba más que cualquier otro. — Siempre estaré para ti, cuervo endiablado… — Un murmullo de ángel se coló en su oído y sentir el rechinar de la compuerta hizo que todos mis músculos se relajaran. El sonido de la tormenta estaba lejano y la cama se veía hermosa en mi mirada de refilón. Deseé que me tirara allí para poder hacerlo caer conmigo. Y por ello me abaniqué deseosamente hacia aquello. Tironeando de sus cabellos con una mano, mientras mi lengua se hacía agua con su esencia, mis dedos indecorosos se paseaban por su espalda, aprisionando su piel, bajando que en un jugueteo tomé sus nalgas, apretándolas que todo mi cuerpo se pegaba al otro, se frotaba lentamente, deseando ser poseído por él.


“Es un juego que solo entorpece el pensamiento, pero aclara el corazón y disfruta de la emoción. No te detengas, es nuestro mundo el único que nos hará ser feliz.”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Lun Feb 03, 2014 5:34 pm

L'amour du vampire
Lentamente el vampiro se desnuda, desflorando su piel para que le conozcan porque ni el mismo sabe quién es […] Orando con el pensamiento ofrecido a su salvador; -Deja que la tormenta te esconda en mi esencial real, deja que el amor nos desnude.

Insistente ante una plegaria sin consuelo, esa maldita necesidad de escuchar de sus labios quizás mentiras que no lograban calmar este desasosiego, obtener una promesa donde la luz jamás debía desparecer dejando encontrar la evidencia de que se ha de vivir constantemente en la oscuridad y en las tinieblas, sin objeto y sin fin, formando una triste esperanza que jamás ha de existir, pero como el viento traía su recuerdo esas palabras liberadas se desvanecieron, sin seguir insistiendo dejando a la verdad intacta, sosteniendo su mirada tras sentir una profunda caricia en la mandíbula, guardando silencio en lo que la tormenta gritaba por este vampiro sin saber del porqué de esta sensación que le está devorando la razón.

Pensando en que la luna no se encontraba cerca porque el gato negro estaba temeroso y no tenía ganas de jugar. Observando a ese pequeño como se movía por causa de la tormenta que sin alguna expresión en su semblante en el interior gozaba de esas maldades que sabía muy bien que le provocaban, escuchando trueno tras trueno que le hacían mantenerlo abrazado con fuerzas…-Todo es necesario, así sea una mínima partícula de algo insignificante…-comento tras un susurro, detonando la debilidad que su boca engendraba, sintiendo un dolor intenso en el pecho sin hacerlo notorio, sus palabras tal cual estacas le hacían punzar con un ardor…"Si supiera en verdad quien soy te dejaría conocerme ahora mismo pero no puedo desnudar algo que se desconoce, como un pluma volando por los vientos que no tiene nombre ni destino forjado” Declaraba en silencio tras esa carnosidad ofrecida, sellando los labios con los de él para no hacer más tormentosa la noche en plenas aguas enfurecidas con el barco…

Eclipsando con sus labios, no los suelta, con suavidad presiona de arriba hacia abajo, encantado a su mordida que el dolor era dulce, ahogándose en un breve y terrible absorber simultaneo del aliento, esa instantánea muerte era bella, solo allí había una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, sintiéndole temblar contra el cuerpo como una Luna en el agua, nadie podía matar suavemente de esta manera como aquel muñeco lo hacía, enseguida se capturo la presencia de esas lágrimas, saboreando con el beso que no cesaba,  mostrando que solo añoraba besarle, mantenerlo ocupado en los labios pero no fue seducido por tal toque ya que seguía llorando y gritando el cielo…

Enjaulándole con los brazos, no le permite escapar de este miedo, besando su cabeza con suavidad…- No tengas miedo, hacía mucho que no percibía este temblor en tu cuerpo…-Deleitándose con su piel, el calor que brindaba era acogedor junto con su voz, le elevaban el deseo de seguirlo escuchando, moviendo con lentitud el rostro por ese hermoso dedo que sin más prosiguió en camino, avanzando hacia el nicho donde ha de encontrar la joya más preciosa. Tomando a su amante siempre con cariño, adentrándose al camarote que cerró la compuerta y el susurro le incito a girarse para morder sus labios, viéndole fijo, todo parecía ser un eco lejano de lo exterior hacia las profundidades, sujetándole que negó cayendo a la cama, estando encima de él, comenzó a besar su cuello, siendo demasiado provocado con sus movimientos, reinando el impulso deseo de sentir su cuerpo sin desenfreno-¿Qué hacer? Quiero agitarme impecablemente pero  también crece mis ganas de que tu boca me devore…-formulando caricias en sus piernas, removiéndose contra su bulto al compás de bailoteos candentes, recorriendo su cuello con besos  y lamidas, llegando a su oído que con un sensual vaivén desprendio con la lengua…-Me tientas a querer todo contigo …-atrapando su oreja que la muerde suave, volviendo a seguir con el recorrido en su piel, tomando posesión de su camisa, desabotonándole en lo que baja a su piel apenas descubierta, pegándose, queriendo sentirle por completo…-Desnúdame con rapidez, no aguanto más…-deshaciéndose de su camisa que la deja caer a un lado, relamiéndose los labios por ver ese pezón que le llamo, chupándolo una y otra vez, contorneando su figura y le alza un poco al presionar sus costados, dejando que la extremidad de la lengua siguiera ese pergamino en su abdomen, en lo que le quita el cinturón y baja su braga…-Tienes que hacerte cargo de lo que has provocado, no te dejare hasta que me hagas caer rendido y te costara …-viendo sus destellos, esos ojos radiantes, acercándose a sus labios donde los roza con los propios, incitando un beso profundo…-Te deseo locamente…-con la voz excitada, descontrolando los sentidos como la razón, quería fundirse completamente en él, deshacerse de todo presentimiento con su cuerpo, logrando bajar su pantalón al mismo instante se deshizo de sus zapatos.-Me habéis dicho que puedo hacer lo que se me plazca, solo quiero hacerte el amor en este instante…-subiendo y bajando en lento las palmas de las manos en ese pecho, descendiendo a un costado que muerde con cierta fuerza producida con solo los labios, bajando aún más, hasta llegar a su entre pierna y con la lengua recorrió todo hasta el otro extremo, humedeciendo su piel, gozando de cada acción producida, elevando el mentón a su bulto que le recorrió su tronco e hizo lo mismo, libero el órgano humedecido, lamiendo todo el contorno de su miembro sobre su prenda interior y con cierta travesía mordía juguetón…
"Quiero follar amándote,
solo quiero besarte, tocarte como un amante y extraño a la vez,
quiero tener la fruta mas rica, desposeyendo a mi mismo;
Nuestras bocas se humedecen de un veneno,
solo quiero follar en pleno amorío."


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Mensaje por Invitado Lun Feb 10, 2014 9:44 pm


“Desearía que tomes mi cuerpo y lo que queda de mi alma, lo destruyas con tus propias manos, me revivas con besos apasionados y me desarmes hasta encontrar todas las partes de este rompecabezas que soy yo.”

¿Realmente era tan necesario? Pensé en una fracción de segundo miles de posibilidades y ninguna parecía ser acertada, todas ponían en mala posición a las tormentas, haciendo claro que no eran necesarias, pero Nicolás pocas veces se equivocaba y en cualquier caso, los rayos y truenos no dejarían de existir solo porque no fuesen necesarios en el mundo. Suspiré y me acurruqué en aquel hombre que parecía estar hecho de plumas, lo abracé con desesperación anhelante y derroté las barreras de su boca con terrible necesidad, su cueva era parte de mí, necesitaba saber que estaba allí, siempre para mí. Mis colmillos relucían en la noche y buscaban clavarse y rozar toda piel cercana a ellos. Mis dedos, falanges estiradas y perfectas se enredaban con sus cabellos. Era una característica mía, ser extremadamente suave, como una porcelana recién lustrada, me resbalaba por la ropa ajena como aceite en agua. —N-no me tortures con ello, no lo hagas. Es porque te gusta el sabor del miedo en mi piel, ¿no? — Una mirada llena de temor, mezclado con un amor cancerígeno, un amor que destruye. Esos eran mis orbes oscuros, penetrantes y salvajes. Sabía perfectamente que el cuervo disfrutaba de mi dolor, de mi temblor. Y aun así estaba a su lado, porque el hecho de que alguien sintiera placer conmigo, era suficiente para enamorarme. O al menos en el caso del cuervo, había sido así.

Porque no era mi cuerpo, mi voz o mis encantos comunes los que lo cautivaban, era algo más, como si tuviese un aura ultra poderosa que salía de mi entendimiento y probablemente también del de él. Eso me mantenía fresco, como una fruta madura perfectamente calculada para empezarla a comer. Sus finos pétalos me acariciaban y me retenían, era una tortura silenciosa y yo me dejaba corromper mientras las lágrimas caían espesas sobre mis mejillas, maldecía a los nuevos y antiguos dioses, les imploraba silencio, les imploraba que cese la tormenta que empezaba a hacer que las olas se suban al barco y mojen parte de la proa. ¿Era una llamada al peligro? Probablemente. Pero nada importó cuando la puerta del camerino se cerró, el ruido hizo que todos mis sentidos se dispersaran y solo el latido crujiente de nuestras necesidades se hacía presente. Podía escuchar como el cuervo gruñía convirtiéndose en un leopardo salvaje, mi carne era el plato principal y devoraba mi cuello como un aperitivo de la casa, mi espalda se arqueaba lentamente, mis manos se paseaban por la columna ajena, mientras el jadeo traqueteante vibraba en partículas por la habitación que se sentía tambalear de un lado a otro, acunando nuestras caderas.

—No sé si podría devorarte, si lo hago, no quedará nada de ti, aunque podría revivirte, una y otra vez hasta que llegue nuestro final eterno. — Gimoteaba con un compás alegre y estridente, la circulación de nuestra sangre se hacía presente ante la inminente excitación, mi miembro viril se despertaba perezosamente ante las caricias de la pelvis ajena y yo procuraba estamparlo más, para que los golpes sean duros. Porque de esa forma me gustaba, certero y duro, doloroso y puntiagudo, con él todo era perfecto cuando el dolor se acumulaba en las entrañas. Y mi mirada sofocante lo empezaba a intentar embriagar, mientras arrancaba sus ropas con un extraño cuidado, procuraba no romper, pero si apurar, tiraba las prendas como si no hubiese un mañana y cuando la piel blanquecina de su tórax quedaba expuesta, mis colmillos se hundían en él, escavando hasta sus huesos, perforándolos con insana pasión. Y un gritillo sordo se escapó al sentirle en aquella tetilla rosada y erecta que formaba parte de mí. Mis pies se movieron a un lado y al otro y se detuvieron cuando mi ropa interior empezaba a ser retirada. Benditas eran sus manos que me seducían hasta dejarme desnudo. Un nuevo arqueo predominó en la cama y mordí mis labios con fuerzas, la sangre se escabulló por un costado y los ojos tambaleantes cayeron hacia atrás. Podía verlo, pero era la sombra que estaba debajo de su piel la que me estaba matando.

— Entonces no te detengas y sigue, porque no vas a aguantar de todo lo que puedo darte. Saciaré tu apetito tanto, que quedarás en la cama por el resto del viaje. — Reía caprichosamente, mientras escabullía mis dos manos hacia su entrepierna, la tomaba con algo de brutalidad, con la derecha todo su falo y con la izquierda aprisionaba sus dídimos, los movía mientras mordía mis labios, podía escuchar su interior chocando contra las paredes de su piel y jadeé, moviendo mis caderas contra su mano, viéndole desde arriba cuando su boca empezaba a jugar con mi cuerpo. Sentía tanto calor que mis manos se tuvieron que elevar a su cabeza, sujetándola, sin dejar que se mueva cuando lo tenía dentro, quería más y por eso me apreté, separando las piernas, estiraba los dedos y mis uñas se clavaban en su espalda, salía la sangre en arañones finos y profundos y jadeaba de forma gruesa, buscando más de él. De momento a otro deseé sus labios y fui desesperadamente a buscar un beso, tironeando, para morder sus pétalos rosados, haciéndolos sangrar nuevamente. Mi mirada estaba llena de él. — Me hago cargo de todo, quiero sellar tu boca para siempre. — Le reclamé, tirándome sobre él, quedando arriba porque deseaba tenerlo en mi interior ahora mismo. Pero más deseaba saborear aquel falo eterno, tenerlo entre mis labios hasta sacarle todo el jugo de su interior.

“Una vez probada la manzana, nada puede reemplazarla, solo tú eres digno de mí, así como yo de ti.”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Sáb Feb 22, 2014 1:10 am


Hero mío que me ofreces tu templo,
Sálvame de este tormento,
Déjame caer en la tentación,
Y libérame de mi esencia como así perdona de mis pecados,
a la hora de nuestra unión, amen.

En la espera de que con un beso hicieran el amor, creciendo el deseo por tocarle, besarle como a la rosa que una noche obsequio, ser sangrado con sus espinas que eran para este cuervo sus finos colmillos, sin separarse de ese menguante sobre sus labios, lamia tal cual manzana rojiza y jugosa al morderla, así, poco a poco mamaba una y otra vez la carne, salivando tras sostener su mentón, estaba en lo cierto, le provocaba su miedo, ese temblor era un éxtasis de necesidad por sentirlo por todo el cuerpo, mordisqueando su piel por obtener esta excitación de verle en un tono carmesí, descontrolando la gula engendrada por solo ser él un manjar para este buitre que de huesos ha de aclamar. 

-Devorarme, sáciate de mi cuerpo por completo, pruébame y bebe de mí hasta la última gota, acábame que es lo que necesito de tu cuerpo-caliente, humedecía más esa lengua al invitarle en un bailoteo, jugando tal cual carnívoros mostraban la fuerza de la seducción con la elegancia de un verdadero inmortal a la hora de fornicar. Continuando en el desnudo de la adicción por el placer que se consumía, reconociendo que un beso escondía este sumo amor deleitado por el dolor que solo ambos conocían a la perfección, declarándose en un suave gemido que propagaba las ondas con vibración, sin vuelta atrás, ya era demasiado tarde para alejarse de la tentación.

Cual maldito morboso libera plegarias, orando sobre su cuerpo, añorando con fervor que no detuviera sus movimientos, candente, enloquecedora manera de menearse, estos placeres enfermizos, fugaces en instantes, tras escuchar los gemidos que asesinaban las ondas de la marea, seducir los oídos ajenos por las bestias que están a punto de despertar del letargo sueño humedecido por noches que no se veían llegar. Convirtiéndose en sumiso del placer, agitando las caderas sensualmente, endureciéndose con los roces, amantes que intercambian saliva por un reflejo famélico, desvariando con roces, caricias y presiones que marcaba el pecho sobre el ajeno, ardiente como si fuese la primera noche en poseerlo, endiablando su entre pierna, puesto que sentir su tacto le era adorable…-¿Puedes notar lo desesperado que esta mi falo por penetrarte? …La fricción de esa mano en el falo le produjo un ronroneo, liberando los colmillos al ser privado de disfrutar de su carne., destellando un gruñido intenso que se convirtió en un gemido por las maravillosas uñas que se incrustaban en la piel de manera dolorosa y placentera, percibiendo la caricia producida de la caída de la linfa como hilos, presionando el ancla de sus posaderas, alzándole un poco y bajarlo para dejar que presionara la extremidad del falo y sin más cayó sobre la cama, mordiendo sus labios con fuerzas, esperando sentir con ansias su caliente cavidad…-Que hermoso te ves desnudo encima de mi cuerpo, estas piernas abiertas tan ansioso de ser penetrado, no esperes y no me hagas esperar, hazlo porque estoy a punto de atacarte…-Germinando­ en vocales orgasmos, marcando sus piernas al deslizar las manos hasta llegar a sus caderas, tomándolas que le hizo alzarle un poco y de un empujón le penetro, detonando la locura de estar en su interior, maquillando un gesto doloroso por no entrar el falo en su interior….-mmm, ahorca mi falo, siento como el manantial quiere esparcirse…-volviend­o a repetir el movimiento pero esta vez tomo el miembro con la propia mano, empostrandolo contra su cavidad y le presiono del hombro, brindando un quejido por apenas ser la punta la que haya entrado…

Carne de mi carne,
Sangre de mi estirpe,
La sangre de mi vida.
Levantándose, toma asiento deslizando los dedos en sus cabellos para tirar de ellos a un lado, descubriendo su cuello al cual lame…-Te cortejare mientras meneas tus caderas, lentamente y fuerte, tu y yo en una orgia porque las bestias aparecerán cada vez que te muevas…-ayudando a subir y bajar su cadera, hablándole con agitación y viola su piel con una mordida, incrementando la morbosidad, su mente fantaseaba, expulsando secreciones, explota el interior, goteando por bañarlo en semen, al compás de una soltura, emergiendo ciscos de pleno deleite por su húmeda cueva y la desfachatez que muchos llaman amor y que se reconoce esta noche como el acto de ordenar el desorden de un torbellino de pasiones


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Mensaje por Invitado Miér Feb 26, 2014 10:56 am

“Ensordecedor el sonido que me aclama, titubante hasta el punto de lo desconocido. Sentir tu cuerpo es doloroso como si mis tímpanos se rompieran y placentero al punto de la humillación.”
Gritaba mi piel intensamente por aquel cuerpo, aquella persona que me pertenecía se hundía en mí y aquel cosquilleo titubeante escalaba a niveles desconocidos por dentro y hacía el centro. Me hacía sonreír con aquellas ocurrencias y desearle por sus manos desesperadas. Paseaba las yemas de mis dedos por todo su torso y sus dos puntos rosados y como si con eso no fuese suficiente, me apretaba a él por todos los lados que encontraba vacíos, queriendo rellenarle, quitarle toda la oscuridad de la cabeza para que solo mi luz quede dentro de él. Mi solo recuerdo, que solo me sintiera a mí y a nadie más. Ese era mi deseo supremo, mantenerlo atado, como un demente, como un maldito posesivo. Porque éramos como el cuento de la cabra y el lobo. El lobo ama a la cabra, pero la quiere devorar, porque es su naturaleza, su instinto, matar para alimentarse. Y la cabra ama al lobo y por eso le pide que se la coma para que se salve del hambre. Que cabra obstinada y que lobo tan demente. Pero al final hay uno que siempre cede. Y uno que siempre muere. ¿Quién es la cabra y quien el lobo? Aún me costaba decidirlo, era fácil pensar que yo era la pequeña cabra, pero algunas veces me sentía como un lobo, uno capaz de devorarlo para que solo pueda estar en mí.


— Yo solo puedo notar lo desesperado que estoy por tenerte… Atácame de una vez porque ya no puedo y no quiero esperar más. — Una vergüenza dulce y ligeramente inocente se asomó a mis mejillas, mientras mi cuerpo blanco leche se acurrucaba en el de él, buscando un refugio. Él era mi escondite, donde me podía sentir totalmente seguro, donde nada extraño podía invadirme y molestarme, eso me hacía demasiado feliz y simplemente me provocaba querer atarlo más a mí. La excitación estaba haciendo efecto demasiado rápido en nuestros cuerpos, su falo famélico estaba por deslizándose mi cuerpo. Y yo sin duda alguna quería saciar toda aquella necesidad. Y por ello movía mis caderas, sentir su punta solo aclamaba agonía y el primer nivel de placer que él podía incrementar por mil en mi espalda. Mis dedos se estiraban, tomaban su cuello con necedad y empezaba un baile engorroso y sinfónico.


¿Por qué con él el placer era tan ensordecedor? No lo sabía, pero sin duda, cuando me cargó, cuando mi piel se frotó con la añeja, sentía los rayos recayendo en mis venas. Me recorrían espasmos de placer que tuve que apaciguar moviéndome locamente. Abrazándome mas a sus cabellos, gruñendo por aquel tirón que me daba en la cabeza, me separaban y quería llorar de rabia. Pero aun así no me enojaba, solo buscaba más y más. Sonriendo por sus palabras de querer explotar dentro de mí. Claro que sí, el olor de su sangre también me incitaba a eso mismo. Y me movía intensamente, haciendo golpear nuestros genitales, que me avergonzaba por sentirlo placentero. Era todo demasiado fuerte, la línea delgada entre el dolor y el placer estaba tan marcada que a veces pensaba que literalmente estaba mal ubicada. Mi lengua se estiró y fue a buscar sus labios, los tomó, tironeó de su carne y en aquel mismo instante mis nalgas se afligieron, se apretaron con fuerzas y hasta no sentir que todo en mi interior se llenaba no me detuve.


Pero cuando llegaba el momento algo sucedió, se escuchó un ruido como si hubiésemos chocado, unos gritos que me eran lejanos se aparecieron en mi cabeza. No quería distraerme, no, aún no. Cerré todos aquellos pensamientos, el hecho de que era un rastreador, me hacía tener los sentidos más aumentados de lo normal, por lo que me abracé, lo hice hasta poder correrme, hasta poder besarlo con más ganas. Pero no supe si de verdad había podido descargar. Los golpes en las puertas eran demasiado fuertes. — ¿Q-qué es eso Nicolás? ¡A-ahh…! — Mi espalda se arqueó y sentí dentro su semilla, estaba tan profunda que el placer me embriagó y no pude seguir explicando lo que escuchaba, me aferré con firmeza y el torbellino de personas empezó a aparecer. Venían por nosotros. El olor a inquisición, el olor de la iglesia, era imposible de olvidar. Quise llorar, rogarles que no lo hagan. Pero no entendía las circunstancias, estaba sintiéndome tan bien. Que era imposible para mí, coordinar lo que pensaba, lo que hablaba y lo que hacía. — Te amo, eres lo mejor que le ha pasado a mi existencia. — Susurré, aferrándome, no le dejaría jamás. Tendrían que arrancarme de él para poder llevarme. Las lágrimas empezaban a rebalsar por sobre mi rostro y aún con ello no le sacaba de mi interior, seguía penetrándome, disfrutando de su cuerpo. Si en ese momento moría, lo haría con el placer en mi interior.

“Aún si quieren apagar la noche, para que el día dure por siempre, aun así, seguiremos existiendo, porque es otra cosa el motor de nuestra vida.” 
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Jue Mar 13, 2014 12:03 am

[…]La ultima cena, el animal se quedó con hambre…~

Sin más, el animal eleva su hambre, adora esos meneos consecutivos, la manera sensual de sus des controladoras caderas que se deslizan con excitación, siendo insoportable el sumo placer que irradia en el falo, estallando por añorar ser masturbado con su caliente cavidad, gritando en el interior lo desquiciado que estaba por sentir sus uñas incrustadas en la piel, ser sangrado como el banquete de un vino ofrecido para su “amante”. Seducirse y aumentar el libido con los gruñidos, siendo devorado puesto que era lo que aclamaba; gozar de su fuerza en caricias, sentir esa estirpe de desespero por comer de la carne, terminar simplemente acabado en besos fugases y bailoteos endemoniados como si se tratase de un ritual en el cual se marca el círculo de un orgasmo total.

Tomando impulsos como un lobo asechando a su presa, cautivarle con el dolor causado en su interior, desnudar la carne que enciende y atraerle a que caiga en la tentación, le invita a elevar el grado de los vaivenes, percibiendo como el cuero del grande se humedece, comenzando a oler el sexo fundido en los cuerpos, retorciéndose por lamer, presionar con los labios y liberar las mordidas que guardaban palabras que solo podían ser entendidas por mas deseo… Envenenando los ojos por el morboseo de esos pezones que resaltaban de dureza, hundiéndose en la sonora sinfonía de choques, le extasiaba sentir sus dídimos golpear con los ajenos, ser aplastados en momentos que le causaban quejidos y eran ahogados en un orgasmo armonioso al capturar su lengua e iniciando el dolor en los labios…


Erosionando por el libido demandado, estimulando esa perla preciosa acompañado de burbujas de espumas espesas empujadas en esas secreciones que quema de un frío entre las piernas, libertino se apodera de esas caderas, meneándolas con candente locura, consecutivos bailoteos en la que ambos llevan el mismo movimiento, brindando mas saltos en esos besos de espinas y caricias de plumas que engendran pasión y obsesión por esas manos, enganchándose con sus caderas, germinando en gemidos placenteros por los vaivenes que enloquecían al falo al estirar de su cuero de forma esquiciada, ultrajando de un bocado esos labios, dibujando heridas en el cuerpo siendo la manera enferma de gritarle cuanto le ama y el éxtasis que le brindaba a su existencia,  llevando la consecuencia al estar perdido, dominado por la locura de poseerlo que no percato al instante los pensamientos ajenos, hasta que el gruñido le hizo despertar y liberar las ultimas gotas de semen pero obligaba al templo a que le llenara, correrse nuevamente y empujarle con todas su fuerzas, despedazar su yugular, sin dejar de estar encendido al ser bañado de una leche que calmaría su sed si la bebiese, pero todo fue confuso, un eco se prolongó con la voz de su amado, se enfureció por capturar especies de sombras alrededor, sentía una agonía cuando se aferraba su querubín con fuerzas, descontrolándose, agitándose con ganas porque se vino una oleada de esencia forzada, gruñendo con desespero, un martirio se apodero de su cabeza, perdió el movimiento del cuerpo pero la sensación continuaba en el interior, cayendo sobre las sabanas, perdiendo totalmente la razón,  ya que calmaron al animal y que ingeniosa manera…Tomaron de su mente para terminar todo en un sueño demasiado pesado…



[…]Ha muerto el hambre tratando de cazarlo,

última y fatalmente con el placer perdió todo.~


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Mensaje por Invitado Jue Mar 13, 2014 9:59 pm

“Fue el placer lo que nos llevó al dolor y la separación, lo que nos cegó y ahora obtendremos el castigo”
Me dominaba por completo el cuerpo y el espíritu, sentí que de repente podría salir al sol y todo estaría bien. Su piel, ardiente y deseosa me consumía, mientras los besos lentos y eufóricos se hacían presentes. Entre sonrisas nos amábamos. Nunca podría olvidar esos ojos hermosos que me consumían en desesperación. Me volvía loco con solo una expresión. Cuando sus cejas subían y bajaban al compás de las embestidas me derretía y lo abrazaba como una posesión hereditaria. Todo estaba siendo demasiado perfecto, pensé que al fin tendría mi “final feliz”. Porque todos quieren ser ese cuento de hadas que termina rosa y encantador. Pero esas cosas solo se dan por escrito, lo que puedo asegurar es que había tenido el orgasmo más placentero de los tiempos y que quizá mi final no fuese rosa, pero si rojo. Porque era la mezcla completa de sentimientos puros y fogosos, el ligero amor, la seducción y aquello que uno llamada desesperación o locura por solo “él”.  Enamoramiento completo y quizá más aún. Sin duda seguía sintiendo las yemas de mis dedos sobre la piel ajena, pero cuando las sombras empezaron a abalanzarse fueron segundos los que se tardaron en separarme de él.
Nicolás seguía unido a mí, forcejaba al igual que yo contra aquellos seres que habían salido de la nada. ¿Cómo habían llegado sin ser detectados? ¡Que frustración! El llanto se hizo presente y las personas se llevaron varias patadas en el rostro y cuerpo entero. Pude ver a mi cuervo caer inconsciente, como un saco de papas lo arrastraban hacía la puerta, se lo llevaban dos personas. No estaba lastimado, pero lo habían noqueado. No quería pensar en cómo habían hecho para hacerlo, él era un vampiro antiguo, no era un estúpido joven como yo. Pero habían tenido más facilidad para hacer su trabajo, yo me había podido esconder, había tenido la posibilidad de esquivar dos golpes. —¡Te amo! ¡No! ¡No me separes! ¡Ahhh! — Pero al tercero sentí la sangre congelada corriendo por mi rostro. El medio de mi cabeza estaba roto y mis ojos se nublaban por completo. Cuando me pude dar cuenta mi cuerpo desnudo y blanquecino estaba empapado por la lluvia de la tormenta. La presencia de mi amada mitad había desaparecido. Nos había separado y yo temblaba como un triste gatito. Me envolvía en mí mismo, estábamos en un barco, mis manos y pies estaba atados, apenas podía verme en la total oscuridad. El movimiento me dejaba notar que no estábamos en tierra. Una hora, dos, hasta que ya no pude contarlas, pero pasó más tiempo que alguien abrió la puerta donde me habían encerrado y con una inyección que salió disparada como una bala hacía mi pecho todo se ennegreció nuevamente.
Habíamos llegado a algún lugar, no tenía idea donde, siquiera sabía si habían pasado días, pero lo que era seguro era que Nicolás D’Lenfent no estaba a mi lado y mis lágrimas empezaban a caer nuevamente. ¡Me había separado! Pero, ¿Por qué? No podía lograr entender por qué habían gastado tantas energías con nosotros, eran dos vampiros, solo dos! En Paris hay millones para cazar. ¿Tenía esto alguna relación con La Alianza? ¿Estaba Nicolás metido en alguna corporación y nunca me lo había dicho? Estaba seguro de que los que nos habían capturado eran inquisidores. Su olor era despreciable, la misma aura los distinguía de los demás. No había forma de que me pudiese confundir, no con eso. Pero ya lo sabría, juraba por todo lo que amaba en la vida que escaparía de allí y buscaría a mi hombre, aquel que era el único que realmente me hacía sentir de una vez por todas completo. Él me hacía falta, a pesar de las discusiones, de las peleas que habían hecho salir sangre y sudor.

“Este no es el final, porque dije que estaríamos juntos hasta los ochenta y ocho años.” 


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