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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Deiran Chassier Mar Ene 28, 2014 2:30 pm

La vida es un manantial de goces; 
pero donde la canalla 
deja envenenadas las fuentes.
Friedrich Nietzsche
Horas atrás…
Mi garganta ardía sentía como si el fuego se derritiera por ella. Abrí los ojos en un grito agónico dibujado en mi boca que jamás salió y entonces fue cuando tensé mi mano fuerte contra la otra, una más fina, de mujer, sintiendo la frialdad de su piel. Había pasado la noche revocándose en el dolor de ser transformado en el demonio que ahora era pero el silencio había callado el momento, estaba durmiendo como un bebé recién traído al mundo, mi pecho dolía. La tierra que cubría nuestros cuerpos a tres metros en donde el ocaso daba sus últimos destellos de claridad era pesada, comprimía nuestros  músculos sin dejar movernos pero era claro con solo un tirar de mi cuerpo quedaría liberado. Separé mi mano de la ajena y tiré con fuerza hacía el exterior, el cielo comenzaba a nublarse y la ventisca helada tirando de las pocas hojas que quedaban con el invierno eterno en el que nos encontrábamos me dio la señal de salir de esa oscuridad por segunda vez.
Una de mis manos salió al exterior  empuñándose al instante y después mi cuerpo. Una vez liberado sacudí mis ropas, estaba sin camisa, ella aun la aguardaba y por lo que podía sentir  estaba dormida pero no por mucho tiempo tenía que ser rápido. Me quedé parado frente a aquel agujero observándolo unos instantes y la desesperación se apoderó de mi unos minutos, me sentí irritado, jamás había conocido este sentimiento de esta manera. Dejé el lugar sin decir nada usando toda la velocidad que me era capaz, como si estuviese huyendo del sol o de alguien más que persiguiera mi impía alma. Llegué hasta la mansión y entré como tornado directo a mi habitación solo contaba con un par de minutos. Me tiré sobre la tina no soportaba estar tanto tiempo sucio. Mojé mi cabello y cuerpo y sequé con precisión,  tomé lo primero que encontré en el armario y hablé a mi mayordomo de confianza; Jerome. Hablé con él rápidamente dando instrucciones precisas, el asintió de manera tranquila y fue a hacer exactamente lo que le pedí. Me quedé un rato viendo mis manos y mis puños se tensaron me sentía diferente era algo que no comprendía y tampoco hacía lo posible por intentar hacerlo.
Salí de nuevo como judío errante sintiendo de nuevo dolor en mi pecho, estaba desesperado otra vez, mis ojos ardían cuando chocaban contra el viento; era miedo. Estaba tan molesto por no saber de dónde provenía esto. Tenía un leve presentimiento que pudiese haber salido sin que mi radar la hubiese detectado a tiempo y detenido alguna catástrofe, después de todo era una vampiresa neófita y lo primero que su paladar quisiera probar sería sangre. Mientras iba llegando mi calma fue acrecentándose estaba aún ahí pero no estaba dormida aun así estaba enterrada, comencé a escarbar para sacarle y yo sentía su ira a más de tres metros de distancia. Una sonrisa de dibujó en mi cara podía verla explotando de ira contra mí siendo lo que en su vida de humano siempre había repudiado.
Su reloj se había detenido y con el de ella el mío un nuevo sentimiento nacía desde mis entrañas, era tan fuerte así que dolía. Mis manos con agilidad descombraron cada una de las láminas de tierra que le tapizaban y sus piernas pálidas casi violetas agitándose con soltura. Y entonces me puse de pie pues sabía que después de que tuviera la movilidad necesaria para salir por su cuenta sería una potra rebelde que querría despedazarme, comencé a emocionarme, era tan bipolar. Me quedé parado justo frente a ella y miré su cuerpo ya estirado, lodoso por la tierra. Sus heridas habían cicatrizado y un nuevo brillo apagado yacía en su rostro. Su piel pálida y fresca, sus labios oscuros y cabello perfectamente peinado a pesar del revoltijo de fango a su alrededor. Por eso murmuran que los vampiros son los demonios más hermosos errantes entre el cielo y el infierno.
Aquel maremoto de emociones que antes había experimentado era ahora un mar tranquilo, no podía mostrarme débil ante ella tenía que acelerar su proceso de aprendizaje aunque sabía que era más sencillo no había sido una simple humana la que transformé la noche anterior, era una cazadora astuta, con arte de pensamiento y pelea y eso me facilitaría las cosas pero no por eso tenía que descuidar su inmaduro pensamiento es ahí donde mi enfoque sería recio casi absoluto. —Bienvenida- abrí mis brazos simbólicos a un abrazo sonriendo sabiendo que eso la irritaría y los bajé de inmediato. —Amelia, ¿Cómo te sientes?- la llamé por su nombre antiguo, no el de cazadora, de cierto modo así la sentía más real —Es hora de irnos- mire el cielo y la luna yacía en nuestras cabezas tan majestuosa, era una diosa. —Te ves fatal-mentí —He pedido que tus cosas sean traídas de tu casa así que no habrá problema para cuando llegues a la Mansión, podrás asearte y después tendremos una charla….- miré su rostro —civilizada.- añadí y me giré dándole la espalda —Vas a vivir de ahora en adelante conmigo.- El viento azotó de manera estruendosa y la helada nos acobijó esperaba su voz como un leve llanto aunque si no fuera por un grito que me despertara.


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Mensaje por Leer Kruspe Mar Ene 28, 2014 4:29 pm

Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
Friedrich Nietzsche
Caminaba por un camino de roca, fuego a mi alrededor, las llamas incesantes sacándome un brinco de vez en cuando, a pesar del fuego no sentía el mínimo ahogo sofocador, fruncí el ceño y seguí caminando, llevaba un vestido de manta blanco estilo romano y sin ningún zapato que cubriera mis finos pies, di unos cuantos pasos quería llegar al final del camino pero en lugar de eso este solo se hacía más largo, las llamas crecían a mi alrededor y mi inquietud y desesperación aumentaba, cuando dí  el siguiente paso la roca se quebró haciéndome caer, grité y miré hacia abajo estaba totalmente naranja, un lago de fuego esperaba ansioso por mí, mi cuerpo golpeo el lago pero no estaba caliente, nadé hasta llegar a la superficie y me dirigí a la orilla, me tumbe en el suelo boca arriba y miré hacia arriba, nada, nada y más nada, estaba oscuro y no dejaba entrar ni el mínimo rayo de luz, como un agujero negro que lo absorbe todo y no deja escapar nada, mi estomago ardía, mis pies dolían, sentía mi garganta seca, cuando escuché una voz, rápidamente me levante y miré, era alguien bajo una capucha de monje, negra, no dejaba ver su rostro, su voz era ronca pero nunca la había escuchado –Hola pequeña vampiresa- fruncí el ceño y me puse de pie –¿Vampiresa? Te equivocas no soy ninguna vampiresa- escuché su risa malévola, me incliné un poco hacia abajo para poder ver por debajo de la capucha y entrecerré los ojos –¿Quién rayos eres?- se dejo de carcajear –¿Eso importa?- tragué y alcé mi barbilla –Claro que importa, por eso te lo pregunto si no fuera así no hubiera gastado mi aliento en una pregunta tan estúpida- miré un brillo rojo aparecer de debajo de la capucha como si sus ojos fueran fuego –Hermosa vampiresa, eso no importa, lo que importa es que ahora eres parte de este círculo, de este círculo en donde nosotros somos superiores, los humanos están a nuestra merced, como vacas en un matadero, siendo engordados para satisfacernos- negué –Yo no soy ninguna vampiresa o tu cerebro es del tamaño de una nuez que no entiendes- bufé una risa –Además te ves patético con esa capucha- él se rió de manera malévola de nuevo, me estaba empezando a molestar –Tu primera cena aguarda por ti- indicó con su mano a mi lado izquierdo y miré a John, Francesca, Dimitri y mis padres, estaban apilados uno bajo el otro, sus ojos cerrados, se veían serenos, sus mejillas rosadas, mi estomago se retorció y mi boca se hizo agua –Vamos pequeña neófita aliméntate, está a tu disposición- lo miré fijamente, mi respiración era profunda, el latido de sus corazones retumbaba en mis oídos, tragué fuertemente y di unos cuantos pasos, solo me concentraba en el llamado de la sangre al rozar por sus arterias, de inmediato mi cerebro se despabiló, me detuve en seco y apreté mis manos en puño, respiraba furiosa y la sed se había detenido, cerré los ojos y ardían como si un fuerte viento chocara contra ellos mientras los tenía totalmente abiertos, murmuré –De ninguna manera, no me voy a alimentar de ellos ni de nadie- él se rió –Débil, a este paso morirás pronto- lo miré con furia por encima de mi hombro pero seguía oculto bajo la sombra de la capucha –Vamos Leer, los dos sabemos que te carcome el hambre, vamos princesa- negué y grité -¡De ninguna manera!- él gruño y dio unos pasos hacia mí, cuando estábamos a unos cuantos metros se dejo caer la capucha de la cabeza y miré a John, me sentí confundida ¿Cómo era posible? Él sonrió, esa sonrisa que me derretía –Ven Amelia- me abrió los brazos para que lo abrazara, no esperé y me abracé contra su pecho, él me sostenía firmemente de la cabeza, mis lagrimas escurrían por mis mejillas –Tranquila, tienes que tranquilizarte Amelia- negué –No puedo, soy un demonio- él se separo de mí y me miro a los ojos –No eres un demonio Amelia, nunca lo serás, tú eres diferente y lo sabes- tensé mi mandíbula –¿Tienes hambre?- asentí –Mucha- él sonrió a medias y bajo un poco la túnica de su cuello –Vamos aliméntate- me separé de él y me sentí desesperada –De ninguna manera, no me voy a alimentar de ti- él se acerco un poco más a mí, mientras yo retrocedía –Tienes que hacerlo si no lo haces morirás y no lo permitiré- me sentí asqueada –¡Aléjate!- él siguió caminado mientras yo seguía retrocediendo –Vamos no te hagas del rogar- grité y cerré los ojos -¡Aléjate! ¡No te me acerques! ¡No quiero probar tu sangre! ¡Esto es un maldito sueño, es una pesadilla!-.

Abrí los ojos sentía un enorme peso sobre mí, mi cuerpo dolía con cada movimiento, sentía como si estuvieran cortándome el estomago con un hacha, mi garganta estaba siendo oprimida y sentía como si estuvieran arrancándome las venas y arterias como finos hilos color rojo y azul, para ser utilizados para hilar el demonio que era ahora, mi encía ardía, como si me estuvieran arrancando los dientes con unas tenazas, uno a uno sin anestesia, sin consideración alguna, empecé a convulsionar violentamente, parecía que algo quería salir de mi pecho, como si estuviera golpeando dentro de mi caja torácica por salir y ver la luz, grité de dolor y las lagrimas por el dolor escurrían de mis ojos, enterré mis uñas en el agarré de él y trataba de respirar para calmarme pero no lo lograba, estaba siendo poseída por alguien nuevo, por alguien que sería el dueño de mi vida por la eternidad, por ese demonio que tenía tatuado en la frente “sangre” la vieja Leer pasaba frente a mis ojos a alta velocidad, cada uno de los recuerdos eran sumergidos en las tinieblas que empañaban mi mente, todos estaban siendo guardados en un baúl que decía “Nunca más” y entonces fue cuando deje de retorcerme y solo sentí el desgarro en mi corazón como si me lo hubieran arrancado sin ninguna piedad, suspiré y  volvieron las convulsiones, era una serie repetitiva de los mismos incidentes como un deja vú, un maldito y tortuoso deja vú.

Abrí los ojos lentamente y sentía la tierras invadiendo mi rostro, algunos granos cayeron en mis ojos y la desesperación se apodero de mí, con las manos trataba de quitar todo lo que podía, odiaba los encierros en lugares pequeños, en lugares oscuros, con más fuerza, jadeaba, sentí que me ayudaron a quitarme la tierra de encima, finalmente todo el lodo desapareció de encima de mí, respiraba agitado, mi garganta ardía y mi estomago era un hoyo, cuando lo miré y eso despertó mi furia, pero debajo de toda esa furia había algo que me oprimía el pecho, que me frenaba a quererlo despedazar, pero era algo pequeño que jamás saldría a la luz, en primer lugar porque no me permitiría quedar con vida y segundo jamás me mostraría como realmente soy frente al maldito, empecé a respirar por la nariz hondo y rápido, lo quería despedazar, y cuando lo escuché cerré los ojos, esa llamita se estaba convirtiendo en un incendio dentro de mi cuerpo, un incendio que lo quería dejar atrapado para verlo retorcerse en su propio dolor, me levante y miré que mi vestido se había desgarrado de las piernas, dejando solo cubierta la mitad de mi muslo hacia arriba, me limpié furiosa –¿Qué clase de bienvenida es esa alacrán? ¿Qué rayos me hiciste? ¿Soy un demonio como tú verdad? ¡No sabes lo que has creado!- lo fulminé con la mirada y levanté su camisa del lodo, brincando hacia arriba, lo miré directamente a los ojos y apretaba mis manos en puño hasta el punto que mis palmas sangraron, bufé una risa irritada –¿Cómo me siento? ¿Cómo crees que me siento Deiran? Déjame darte una pequeña pista, el quererte arrancar la cabeza y usar tu sangre para bebérmela es algo muy parecido- mi voz furiosa, me pasé la mano por los labios para quitar la tierra, luego la deslicé por mi cuello con asco, sacudí mis brazos y mis piernas, y en ese momento sentí una punzada, escuchaba todo tan cerca, el cantar de los grillos, el silbido del aire, me doblé un poco hacia abajo apretando mi estomago y gruñí, tensé la mandíbula al escucharlo –¿Mis cosas a tu casa? No soy tu hija desgraciado, no somos nada entendiste, no iré contigo a ningún lado, no hablaremos nada porque tú y yo no tenemos nada de qué hablar ¡Métetelo en la cabeza!- me estaba dando la espalda y me acerque a él con mi temperamento en nivel rojo –No me llames Amelia tampoco, para ti soy Leer, porque para las alimañas como tú esa es la única persona que pueden conocer, Amelia solo es conocida por personas queridas- me crucé de brazos –Y déjame decirte Deiran tú encabezas la lista de las personas que más repudio en este momento- le lancé la camisa a la espalda –Toma tu pestilencia, no quiero tener nada tuyo, no viviré contigo, no creo que quieras tener al infierno bajo tu techo y yo mucho menos quiero vivir bajo el mismo techo que tú- dejé caer mis brazos de manera fastidiada –Me largo antes que maté a algún inocente, no voy a hacerlo, acabas de crear a un monstruo, pero yo esta misma noche voy a destruirlo- esperé que se diera la vuelta para verlo a los ojos y escupirle todo el rencor que sentía, no iba me iba a permitir convivir con él, antes muerta que eso.
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Mensaje por Deiran Chassier Miér Mar 12, 2014 4:12 pm

Se llega a un punto de la eternidad en que todo es intocable, todo es mágico, excelso, efímeramente imposible pero el destino gira a favor o en contra tuya y te encuentras rodeado de una nueva razón aunque por el momento, no sepa qué es lo que se hay que hacer. Mi tés pálida  cansada miraban con fijeza los ojos color carmesí de aquella vampiresa ¿Se daría cuenta de sus nuevos cambios? Tendría ella que verse desde la perspectiva que yo la estaba viendo, era una diabla. Quise sonreír divertido, cosa que no se me daba bien pero es que su volcán, ese que quería hundirme en su lava era apenas un punto de iceberg a mis ojos, por más que escupiera su fuego no podría quemarme pero estaba en todo su derecho, era su verdugo. Me quedé en silencio escuchando su molesta voz pero definitivamente no le estaba prestando atención. Escupía de manera literal su ira y yo estaba concentrado en mis siguientes movimientos, estaba seguro, casi había premeditado todo con respecto a ella pues en estos momentos sin ella saberlo, su mente se abría a mí con tanta facilidad, me escribía con letra de oro cuáles serían sus palabras, sus acciones y más, sus sentimientos. Jamás había percibido nada con tanta intensidad ni siquiera cuando a mis víctimas las tomaba por sorpresa y por hábito malcriado leía sus mentes para saber qué era lo último que se les venía a la cabeza antes de morir.
El lazo que estaba forjado entre ella y yo aunque no lo quisiese era tan fuerte que dolía. Me dolía en los ojos, en el pecho, en la sangre. Todo lo suyo era mío y ella estaba pasando su berrinche sola, hablando de aquí y allá, era incapaz de notarlo. Mi mano se fue hasta mis ojos los cuales fueron fregados un momento por mis dedos y apreté con dos de ellos. Su voz era tan chillona, no la recordaba así. ¿Dónde estaba esa mujer ‘’pacífica’’ y tiernamente cuerda? Al fin y al cabo, humana o vampira, era mujer. Seguía sin musitar una palabra, de cierta manera todo aquel cambio que no había sido solo para ella era nuevo para mí y de una u otra manera mis decisiones no eran tan firmes pero ella no tenía por qué saberlo. Nadie da un manual al creador para saber cómo manejar a su neófita o peor aún si ésta es una potra salvaje difícil de domar.
Tensé mi mandíbula y por fin me decidí a decirle algo, estaba cansado y esto ya rayaba dentro de lo anormal –más de lo que era-. —¿Qué querías?¿Una fiesta de bienvenida?- mis ojos se clavaron en todo su ser, ardiendo con ella de una sola vez —Siento mucho no haberte sorprendido pero vamos, mírate las fachas, no estás lista para un festejo- sonreí tranquilo de manera sarcástica —No necesitas que te explique la condición en la que te encuentras, Amelia. Tú sabes bien lo que eres, ya no perteneces a los vivos, ya no necesitas respirar, así que deja de ahogarte en aire que eso me desespera… Eres una vampiresa y cómo sé que mi sangre te ha encantado- haciendo un enorme énfasis en aquello —A eso se deben tus deseos de querer probarla de nuevo- alcé una ceja, sabiendo que eso no era del todo cierto pero había cierto aire de desesperación en esas palabras.
Una vez de espaldas a ella siguió con su lloriqueo de niña mimada, sí que era un dolor de cabeza, seguía pensando que si realmente me había confundido con ella al crearla madura o simplemente no me ponía en su lugar. Mi transformación –aunque odie hablar de ella- había sido menos traumática con alguien con que yo, me sentí seguro pero mi paciencia se agotaba, ella tenía esa facilidad. —¿Terminaste ya con el berrinche? Porque esto raya en lo absurdo, AMELIA- volvía recalcando su nombre en mi voz —Me gusta más ese nombre, Leer suena demasiado tosco para mi gusto-aclaré —En fin, ese en otro momento será tema de conversación, por ahora tus cosas están en mi casa, no me hagas ponerme de más mal humor. Vas a ir conmigo o tendré que obligarte a hacerlo-hablé siempre de espaldas hacia ella —Estamos por convertirnos en la familia feliz que siempre deseaste, hija querida- mofé con sarcasmo y me giré tomándole de la mano para acercarla un poco más hacia mí y le vi a los ojos —Vamos a hablar aunque no lo quieras, hay muchas cosas que debo explicarte, que necesitas saber y morir o huir no es la solución, porque ahora soy tu sombra, tu yugo y me vas a tener por toda la longeva eternidad- besé el dorso de su mano y le solté de nuevo dándole la espalda y dando unos cuantos pasos hacia el frente —Como tu creador te ordeno que vengas conmigo- musité aquellas palabras sabiendo que no había vuelta atrás con el rabo del ojo logré verla y entonces fue como si hundiéramos nuestros cuerpos en el húmedo verde bosque, pegando el aire en nuestra cara hasta que noté mi aposento a la vista. Bajando la velocidad quizás en el trayecto ella había meditado en un par de cosas y justo en la entrada de la mansión me giré para volverla a ver —Bienvenida.-                                              


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Mensaje por Leer Kruspe Jue Mar 13, 2014 3:24 pm

La bravura de que muchos hacen alarde es un hábil cálculo sobre el miedo que domina a sus adversarios
Honoré de Balzac
¿Qué es lo que pasaba conmigo? ¿Por qué quería llorar? Por dentro era un árbol que ha cedido por los vientos raudos de un huracán castigador pero por fuera era un cumulo de furia, de incesante fuego, de ardiente lava, quería destrozarlo, me había dado una maldición, pero no podía dejarme con vida, ese es el objetivo cuando se encuentra un vampiro, era lo único que sabía a lo que reaccionaba mi cuerpo, una tentación inocente que me cubría con besos apasionados, eso sentía al estar cerca de cazar, cortar cabezas, prender fuego a cuerpos desmembrados, enterrar estacas en el corazón, dar de beber infusiones de ajo y plata a las miserables criaturas de la oscuridad, demonios que son príncipes y princesas abandonados en la inmensidad del mundo, ese demonio ahora me devolvía la vista frente al espejo, sonreía con cinismo, con burla, mofándose de su eternidad adquirida y su humanidad perdida, el sol ya no me calentaría, el frio ya no me mecería con sutileza y seducción, la oscuridad sería mi amiga, la única que sabría de mi existencia, Lilith, Lamia, Empusa, así podría seguir enlistando nombres mitológicos, cuentos sorprendentes, dibujos llenos de cuernos, belleza, fuego, sangre, niños, columnas enormes de libros con una cubierta desgastada llena de fisuras dando un aspecto apergaminado y llenas de polvo, ansiosos por caerme encima y obligarme a aceptarme como lo que era ahora, un maremoto que trataba de ahogar a la vieja Leer para que deje su estoica necedad de no vivir como un ser que se mueve por la sangre, sin importar de quien sea o de donde venga,  dioses que habían aparecido durante años en aquellos libros mitológicos que John me daba todas la noches para devorar, estaban fascinadas porque le daban la bienvenida a una nueva miembro de su miserable descendencia, tragué pesado y mi estomago estaba hecho un nudo desastroso, respiraba hondo y rápido pero sabía que no lo ocupaba, mis pulmones no necesitaban insuflarse y mis células no necesitaban de ese elemento para seguir con vida, ya no tenía vida ¡Era un cadáver que no necesitaba de una tumba para descansar! Tensé la mandíbula y ahogué un sollozo que se asomaba en mi garganta, sentía mis ojos arder, miraba a mi alrededor y podía apreciar todo con un gran acercamiento el polvo de la tierra que flotaba en el aire, alumbrado por la majestuosa luz de luna, el silbido del aire que me daba besos coquetos en la oreja, los grillos parecían cantarme como si fuera una princesa que es recibida con entusiasmo en su reino, di unos pasos dispuesta a golpearlo hasta que me dolieran los nudillos pero me detuve ¡¿Por qué maldita sea?! Otra vez sentí la misma sensación que había experimentado cuando me sacó del agujero en la tierra, algo que parecía provenir desde mi interior, su ubicación era confusa, lo único ostensible era lo que se asomaba dentro de mi cabeza, dentro de mis venas, dentro de mi… pecho ¿Pecho? ¡No, debía ser ahogado en este momento! Dejaría caer todas las imágenes de mis días tomentosos encima de eso, de eso ¿qué era Dios mío? ¿Cómo es posible que me esté frenando si es mi verdugo? Es el puro sentido del masoquismo, debía ser por el estúpido poder que poseían sobre sus creaciones los vampiros ¡SI ESO ES LEER! Cerré los ojos con pesar y bajé la cabeza –No…- mi voz sonó quebrantada, apreté los labios y aclaré la garganta frunciendo el ceño con firmeza -¡No quiero ninguna clase de bienvenida alacrán!- una punzada me recorrió el estomago desde el diafragma hasta el ombligo y se clavaba con intensidad ahí, mi boca era agua, mis ojos quemaban con más fuerza cada vez, como alcohol dejándose caer desde lo más alto en mi rostro, quemando mis globos oculares, tiñéndolos de rojo carmesí, me lleve la mano al pecho y respiré despacio, mis ojos se desviaban constantemente a todos lados en la tierra, viendo los pequeños insectos pasearse frente a mi nueva visión, el viento movía el pasto, parecía flotar, otra punzada, me quejé un poco y doblé hacia adelante, cerré los ojos y me dije a mi misma –Tranquila, debes apagar la sed, debes controlarla, no hemos leído mucho sobre eso pero lo podemos lograr, solo respira ¡respira maldición!- suspiré y me volví a erguir –Eres una alimaña ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! ¡No viviré contigo lo entiendes, jamás, prefiero vivir entre la inmundicia, entre la basura antes de convivir contigo! ¡Me has dado una maldición! ¡Sabes lo mucho que te desprecio! ¡¿Tienes idea?!- lo miraba con furia mis ojos abiertos totalmente y ardían como nunca antes, sentí que escurrió algo por mis mejillas, me lleve los dedos a los ojos y mire el rastro de sangre plasmarse en mi pálida piel, me limpié furiosa con el antebrazo y negué -¿Por qué hiciste esto eh? ¿Qué pretendes? ¿Aumentar el número de tu asquerosa raza? ¡No será así porque no lo permitiré, acabas de crear algo que no quiere compartir contigo nada! ¡Todavía soy una cazadora y no me dejaré viva!- bufé y me crucé de brazos – ¡No tengo deseos de sangre alacrán, mucho menos de la tuya, suena más apetitoso tragarme un puñado de clavos oxidados antes que volver a beber de ti! ¡ME OBLIGASTE A BEBERLA COMO SI FUERA LA CRÍA DE UN MALDITO PÁJARO! ¡No asesinaré a nadie porque la serpiente va a morir por su propio veneno!- mentí estaba muriéndome de hambre, quería salir corriendo de ahí y calmar la sed a como diera lugar, sin importar de donde proviniera o de quien fuera, me estaba desesperando, era hora de irme, debía regresar a mi mansión, Francesca y Dimitri debían estar preocupados y no confiaba en lo más remoto que mi nana hubiera creído los cuentos con los que le fueron para sacar mis cosas, debía ir y mostrarle lo que era, darle una estaca y susurrarle con lastima lo que debía hacer, enterrarla en mí antes de que esto se consumiera, apreté las manos en puño fuertemente –¡Date la vuelta cobarde! ¡Dame la cara! ¡Ten el valor de ver a los ojos a lo que has creado, trae a colación un poco de la supuesta educación que dices poseer!- entonces se dio la vuelta, puse mi mayor esfuerzo en parecer fría, no quería que viera que estaba a punto de gritar con desolación, de llorar como no lo hacía desde hace 10 meses, desde que John murió, las veces que se habían escapado las lagrimas no tenían la intensidad del momento que estaba sintiendo ahora, se abría paso entre mi carne, si mi corazón estaba parado ¿Por qué ahora sentía ese sentimiento tan miserable más vivo que nunca? ¿Podía provenir de esa bomba en reposo, acaso era posible? ¡Lo odiaba! Alcé la barbilla y contuve el aire, no lo estaba conteniendo acepté por fin que no lo ocupaba -¡No me llames Amelia! ¡No me importa que Leer suene burdo para tu gusto! ¡NO ME INTERESA MALDICIÓN!- tragué fuertemente -¡Me tiene sin cuidado ponerte de mal humor, tus emociones son ajenas a mi inquietud, no eres nada frente a mí entiendes! ¡NADA!- de nuevo algo se retorció en mi estomago lo mismo que había sentido hace dos momentos atrás, lo que me estaba frenando a despedazarlo ¿Qué es Dios? ¡Maldición aclara esta niebla! Estaba realmente furiosa conmigo y su actitud caprichosa y empecina a llevarme con él solo atizaba el fuego que me consumía desde mis adentros, cuando escuché lo siguiente no lo soporté, mi nariz se hizo agua y una grieta apareció en el muro impenetrable que había construido –Ca… cállate- bajé el rostro y mire las gotas de lava lavar la tierra -¡Cállate desgraciado! ¡No soy tu hija! ¡No somos familia!- estaba jugando con mis recuerdos acerca de lo que quería para mi vida, con mis papás, sabía que los necesitaba que siempre los necesitaré, me tomó de la mano y acercó a su cuerpo, me tensé y puse mi otra mano en su pecho poniendo distancia, le miré a los ojos con lagrimas que no podía ocultar, quería cercenarme los dedos por estar dejándome ver débil, bajé la cabeza y negué, hablé con voz quebrantada, esa emoción me había tomado como suya en este momento, estaba furiosa, derrotada, y detrás de toda esa maraña de sentimientos hacía acto de presencia uno que no me mostraba el rostro, quería descubrirlo pero era escurridizo, jugaba conmigo y me desesperaba -¡No hablaremos nunca! ¡Déjame ir alimaña!- me besó la mano y rápidamente la pasé con furia sobre mi sucio y desgarrado vestido, se encaminó hacia al frente y decidí salir corriendo, cuando sus palabras me anclaron a sus caprichos, me detuve, mis pies tomaron control, me sentía enferma, como si me estuvieran agarrando del cuello y atándome de manos y cubriéndome la boca para no refunfuñar, lo seguí sin poder detenerme, realmente quería, quería irme pero era imposible, esas pocas palabras me encadenaron a sus órdenes.

Empezó a correr y yo como si fuera su fiel acompañante lo seguí sin detenerme a pensar que no me atraía la idea, su velocidad jalaba de mí y empecé a mover mis piernas más rápido, solo corría como cuando era humana pero el aire azotaba con fuerza mi rostro, todo pasaba a gran velocidad, saltaba obstáculos y esquivaba ramas como si contara con un sexto sentido que me avisaba que ahí había algo que me podía golpear, andaba descalza y las pequeñas piedras que pisaba o ramas que trataban de hacerme caer no me lastimaban  ¿Por qué me estaba empezando a parecer excitante? ¿Era la adrenalina? Odiaba a los vampiros, nunca quise ser una de ellos pero de una forma alterna me excitaba esto que poseía, una nueva y apasionante forma, cada vez que abría los ojos o volteaba para algún lado miraba prácticamente como si no hubiera gravedad lo que ocurría, el volar de un mosquito extendiéndose como una diosa del ballet, los búhos con sus cantares tristes y desanimados, un susurro perturbador a la noche, de repente por mis fosas nasales entró un olor exquisito,  pareciendo un bebé en la plenitud de su nueva vida, dentro de un frasco de perfume que ninguna otra persona antes haya percibido, me dolía, me ardía, me susurraba dulcemente que lo acompañara en su velada, que compartiera mi presencia con él, llegamos a una entrada, era grande, la puerta robusta y refinada, caoba que se imponía ante mi pequeño cuerpo, una estructura bastante delicada y muy bien diseñada se extendía desde la puerta, mármol blanco y acabados que parecían haber sido diseñados con bastante meticulosidad, era su casa, tragué pesado, mis músculos se sentían fuertes pero interiormente estaban ateridos, lo miré con pesadez, afortunadamente las lagrimas no seguían escurriendo de mis lagrimales, solo habían dejado un recorrido rojo en mis mejillas dictando su camino y declarándolo su territorio, decidí poner un poco de suplica ¡Arrancarme la lengua era lo menos sádico que se cruzaba en mi mente debido a lo que iba a hacer! Cerré los ojos brevemente e inspiré un poco –Por favor déjame ir ¡tú no me quieres aquí testarudo! yo no quiero estar aquí- di unos cuantos pasos más cerca de él y le tomé del brazo con fuerza, con tanta fuerza que quería enterrar mis uñas y cortarle como cuchillo caliente en la mantequilla -¡Reflexiona! No conviertas tu vida en un infierno, esto es el infierno, no te pedí que me convirtieras, solo retráctate por el amor a Dios- le miré a los ojos queriendo parecer suplicar pero no lo logré y es que ese sentimiento era tan ajeno a mi vida ¿Suplica, sumisión? ¿Qué rayos es eso? ¡Eso es para animales! realmente estaba molesta, furiosa, deseando tomarle de la lengua y tirar de ella hasta mirar su tráquea y regar las plantas de alrededor con su inmunda sangre cerré los ojos un poco y me calmé esperando derrumbar un poco esa empecinada actitud que me irritaba como nunca antes lo habían hecho.
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Mensaje por Deiran Chassier Mar Mar 18, 2014 3:52 pm

Las mujeres se parecen a 
los caballos en que se burlan del 
que no los sabe domar. 

José de Letamendi
El infierno estaba de fiesta, ¿Qué quería ella?¿Una misiva? Parecía que entre más avanzaban los minutos no caía a la realidad, no estaba pensando claramente, decía cosas irracionales, respiraba como humana. Me sacaba la espina que tenía encarnada en los huesos desde hace tiempo. Quizás mi actitud no era la más comprensible a sus ojos pero qué es lo que deseaba, actuaba por instinto, por experiencia, lo que los años me habían regalado no era unas pequeñas líneas blancas que en mi cabello que jamás aparecieron o una piel vieja y estirada, entendí por primera vez cuánto peso comenzaba a cobrar la longevidad.
Durante sus escenas seguía hundido sin mencionar alguna palabra, todo  ese tiempo lo tomé para mí y tratar de finiquitar qué era lo mejor para ambos. Después de una que otra pelea se hizo todo más fácil una vez usando las ‘’palabras mágicas’’. Ella se había quedado en silencio, solo escuchando el aire de nuestro alrededor tirar con dureza contra los árboles y el canto de las aves nocturnas alertando a sus presas sobre su cacería, todo sería mejor así, la presa sufrida es bien degustada. Mientras los saltos y vuelos eran casi una danza entre ambos estaba pendiente de su ausente mar de palabras, eso me trajo a la cabeza preocupaciones, nada que quiera destruir permanece por tanto tiempo en silencio.
Al acercarnos a la mansión husmeé rápidamente en la cabeza de la servidumbre, había tanta expectativa en el ambiente. Claro, mi llegada con las ropas sucias, ensangrentadas e instrucciones de ir a recoger las cosas de una desconocida que viviría con la otra vampiresa y conmigo no era tan fácil de asimilar, a este tiempo me haría de una guardería privada, el hecho de hacérmelas creer de niñero me irritaba de enorme  manera. Sus cosas estaban en la habitación de al lado a la mía y el diván amplio había sido acomodado en el sótano justo donde dormíamos, esperaba que Etínne el cambiaforma que trabajaba para mí hubiese hecho lo último que le pedí pues lo consideraba lo más importante. De frente a la enorme puerta el choque de sus emociones contra mis oídos aún sin ella escupir una sola palabra me golpearon con dureza la cabeza. –Oh Amelia… Estoy comenzando a disfrutar.- me dije a mí mismo con una sonrisa chocante y su agarre me alertó. Negué con la cabeza, no era una actitud propia de una dama. —Parece que he sido claro contigo- me solté de su agarre bruscamente haciéndole tambalear y viendo sus ojos llorosos con pena continué —Vas a vivir de ahora en adelante, te guste o no. Te sientas cómoda o no. Me odies o no. Esto va más allá de lo que tú o yo deseemos, hija- solté abruptamente de nuevo sembrando la astilla en su piel —Y por el amor al arte deja de rogarme que te ves patética, te necesito fuerte en tus cinco cabales y en tu millón de sentidos-se abrió  la puerta ante nosotros y le hice una mueca para que entrase. —Espero entres pronto porque me estoy cansando de este jueguito y siento que si pierdo un segundo más tendrá alguien que pagar las consecuencias- escupía mi veneno con tanta facilidad hacia ella que dolía ¿por qué? Me hacía sentir molesto —Tengo en mi poder dos seres que pagarán con sangre tus pataleos.. ¿uhm? No recuerdos sus nombres- hice una mueca chocando mi mano sobre mi frente golpeándola y recostando mi cuerpo sobre la enorme puerta de caoba importada —¿Dimitri y… la anciana, tu nana?- cerré los ojos pero no tardé mucho en abrirlos, viéndole de manera insidiosa, hundiéndome en su carmesí obscuro. —Entonces, Amelía, te vas a comportar por tu propia cuenta o me harás ser el padre estricto-  mofé de nuevo resoplando y tirándole de la mano haciéndole pasar.
Una vez la puerta cerrada los veinticinco empleados de mi mansión estaban alineados en dos filas, varones y mujeres  de un solo lado, con sus cabezas agachadas viendo al suelo y esperando las directrices de su demonio. —Bien… Ella es la señorita Amelia Lincoln, una muy querida invitada a esta mansión- estrujé su mano sin tener delicadeza alguna —De ahora en adelante ella vivirá conmigo, toda sus cosas han sido traídas hasta aquí, espero ninguna queja- miré directamente los ojos de la vampiresa —Ella tiene terminantemente prohibido las visitas, a menos que, yo las autorice, no puede salir de los predios de esta mansión, están en el deber de velar por su seguridad así que deberán de informarlo de inmediato a mi persona.- los sirvientes asentían sin musitar ni una sola palabra. Era fácil controlar sus miedos, mi engaño les había encantado el alma, la hemokinesis es muy útil cuando se trata de jurar fidelidad aun así estos bolsas de sangre andantes eran detestables y traicioneros por sí mismos por eso estas medidas. Solté su mano y todos afirmaron con un ‘’Sí, amo’’ al unísono y yo me distraje caminando hacia el fondo de mi oficina pero me detuve en seco, había guardado la mejor parte para el final —Ah, y la joven descansará su cuerpo en mi propio aposento, a mi par, así que no es necesario el otro diván- tiré de la puerta abriéndola de una de las solapas en donde estaban los dos sirvientes de Leer sentados viéndome fijamente y yo con una falsa sonrisa les saludé mirándole fijo a ella después —Entra que vamos a discutir aquí dentro dos cosas más- susurré sabiendo que podía oírme. Miré a la potra salvaje relinchar en sus adentros y no solo eso también hacerlo por fuera, era tan tedioso como divertido pero dolían sus emociones. Una vez ella dentro cerré la puerta y entonces comenzaría la negociación con el demonio.


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Mensaje por Leer Kruspe Miér Mar 19, 2014 11:03 am

Sólo se ejerce una fuerte acción sobre los individuos apelando a sus pasiones o a sus intereses, no a su inteligencia.
Anatole France
Realmente ya no sabía quien estaba a cargo de esta tortura llamada vida, el legislador egoísta que estaba dictando mi destino con gran entusiasmo y excitación me estaba dejando desarmada, pero ¿a qué bando pertenecía ese legislador? Realmente creía en Dios y en el Diablo, que nosotros o por lo menos lo que yo era hace 24 horas atrás representábamos creaciones del ser supremo que lo ve todo desde el Cielo, ahora esa creencia se tambaleaba para caer en un acantilado oscuro y lleno de espinas, romperlo como si fuera cristal, diamante falso que se me había mostrado desde que tenía 6 años, y ahora estaba aquí completamente sola, el tiempo ha escapado de mis manos, está avergonzado de mi existencia, desaparece como la luna en el cielo purpura justo antes del alba, después de la muerte de los tres seres que más he amado en mi vida me había convertido en alguien frio, tenía enfrente a alguien que estaba dejando totalmente exánime al sentido de amor, aún así había algo que me impedía a odiarlo, lo repudiaba ¡Sí! Pero no lo odiaba, ahí estaba el insignificante y a la vez demasiado enorme para mi entendimiento detalle, repudio es sinónimo de odio ¿no? ¡¿LO ES?! ¡Si lo es ¿por qué no lo siento?! ¡Tampoco es cariño, pero mucho menos es ese sentimiento tan egoísta, es algo que me deja en el medio, en la nada, en un desierto de dudas! ¡MOLESTAS Y ESTÚPIDAS DUDAS! Se soltó de mí y tambaleé un poco pero puse rigidez en mi cuerpo para no caer, se abrió la puerta y no dije nada, solo apreté los labios fuertemente y sentí mis ojos arder debido a las arremolinadas lagrimas que nublaban mi visión, lagrimas que quemaban mis mejillas, que odiaba, que eran mías ¡Solo mías! Tensé la mandíbula y gruñí un poco -¡No soy tu hija alacrán! ¡No lo soy!- cerré los ojos brevemente y escuché mi respiración innecesaria, de nuevo mis oídos se embelesaron con los sonidos que me seducían a mi alrededor, me emocionaban, quería caminar a través del sendero y mirar qué criaturas tiernas y tan bien diseñadas los emitían, lo miré con una mezcla de histeria y miedo pensé –¿Miedo Leer? ¿Por qué miedo?- no lo sabía tampoco lo quería descubrir, apreté los dientes hasta que escuché que crujieron y le miré directamente a los ojos, cuando su siguiente oración me hizo despertar del estado dudoso que se estaba entretejiendo en mi cabeza, sus nombres son sagrados para mí y él era tan vil que no merecía decirlos –No te atreves a tocarlos- dije mientras lo miraba fríamente y con un tono demasiado bajo y amenazador, un tono que hacía temblar a mi propia yo, caminé unos pasos más cerca de él y no le bajé la mirada, mis facciones duras y frías, no había una pizca del miedo que había sentido minutos atrás en mí, la fortaleza se estaba construyendo con mayor firmeza, su altura era imponente con la mía pero no me intimidaba, tamaño contra fuerza ¿Quién ganaría? No me importaba solo quería que dejara de hacerme sufrir, que se dejara de sus juegos y amenazas para encadenarme a sus órdenes ¡Qué me dejara en paz! Mi mano en puño se levantó sin yo poder controlarme, pero la misma fuerza con la que tomó control la encadenó a su lugar de nuevo, estaba impotente, se me escapó un quejido y fruncí el ceño con tristeza –No eres mi papá ¡No lo eres! ¡Eres un maniático! ¡¿Quieres que sea tu esclava?! ¡Te equivocaste de creación! ¡Elegiste mal! ¡No somos iguales! ¡No lo somos!- mi última frase solo fue un grito ahogado, bajé el rostro y lloriqueé un poco debido a mi impotencia –¡Deja de torturarme Deiran! ¡Deja esto por la paz! Yo no te buscare, ya no soy una cazadora, me arrebataste lo único que me quedaba, mi calor, mi vida de humana ¿Qué no lo ves? No vendré por ti porque… porque no puedo simplemente ahora hay algo que es más grande que mi sed de venganza, mis demonios me han superado y les estoy mostrando una patética y clara muestra de pleitesía, nunca sabrás de mí de nuevo, abandonaré Paris, nadie sabrá lo que eres ¡lo que ambos somos!- no lo miré porque sus gestos solo me hacían sentirme más maldita de lo que ya era, pero esas palabras estaban más llenas de sinceridad de las que jamás había musitado en mis 18 años, sentí que me agarró de la muñeca y jaló hacia adentro, tensé cada músculo de mi cuerpo y me rehusé a entrar a su casa, pero no funcionó, estaba demasiado débil que mis piernas accedieron sin poner resistencia.
Ya adentro miré a todos sus empleados, parecían un batallón listo para las órdenes precisas de un general demasiado estricto, sentía lastima por ellos porque en mi mansión las cosas eran muy diferentes, mis empleados eran tratados como si fueran de mi propia familia, algo que se me había enseñado desde pequeña, algo que no me molestaba, sostuvo mi mano con mayor firmeza y tensé los músculos de mi cuello, no dije ni una sola palabra mientras miraba aquellas personas que se encontraban frente a mí, realmente me sentí tentada hacía ellos, sus corazones danzantes, esos pequeños tambores que yacían dentro de su caja torácica me excitaban, los deseaba, pero no era un deseo pasional, era el deseo asexual de un ángel, el deseo carnívoro de mi nuevo demonio, todos respondieron con un susurro lastimoso a su “amo” un susurro que hizo que mis entrañas se revolvieran, centré la atención en un joven en particular, fruncí el ceño con curiosidad, le miré directamente a los ojos y de cierta manera él parecía haberse dado cuenta de mi acoso visual, me miraba por debajo de las cejas a los ojos, escuchaba el parloteo de Deiran en segundo plano pero mis sentidos parecían tener un objetivo mayor, mis reacciones viscerales emergieron, tentador ¡Oh Dios sí que era tentador! el aire pareció fragante con su piel salada e intimo y caliente con su aroma dulce, un jadeo de deleite se me escapó, su corazón latía tan rápido y fuertemente que me ardía, quería acercarme a él y besarlo sin consideración hasta hacerlo sangrar, devorar su cuello, llenarme con su calor, sentir su energía burbujeante y brillante frente a mis ojos como una copa del champagne que aborrezco, nunca había deseado probar algo con tanta intensidad, tenía una vitalidad trémula ¡Esto era nuevo! ¡Era un deseo demasiado fuerte y no conocía los tapujos! Esas miradas me dieron ideas, bajé la cabeza y parpadeé concentrándome en la voz de Chassier, fruncí el ceño y agité la cabeza despabilándome, al escucharlo decir que “dormiría” con él me enfurecí, de inmediato las palabras se abrieron paso entre mi garganta -¡NO! ¡NI LO PIENSES! ¡NO TENGO 6 AÑOS, NO DORMIRÉ CONTIGO ALACRÁN! ¡TIENES SUFICIENTE CON MANTENERME ATADA AQUÍ ¡ME CREES TU PRISIONERA! ¡TU ESCLAVA! ¡NO LO SOY! ¡NO LO SOY!- me llevé las manos a los oídos, como si mis gritos fueran demasiado cortantes y lastimosos hasta para mi propio ser, y entonces sus presencias me hicieron estremecer como si fueran una niebla fantasmagórica, mis papás adoptivos, los seres vivos y humanos que más amaba, lo miré perpleja y con el ceño fruncido, su sonrisa me desesperaba -¿Qué hacen ellos acá?- murmuré impotente, Francesca me miraba con los ojos totalmente abiertos y atónita, Dimitri  parecía confundido y tenía el ceño fruncido, un bajón me impactó, me derrumbo, me hizo correr hasta ellos, me arrodillé y puse mi cabeza sobre la falda de Francesca -¡Nana! ¡¿Qué haces acá?!- ella me acariciaba el cabello y escuchaba que decía mi nombre con desesperación y la voz temblorosa, tomé la mano de Dimitri y besé sus nudillos con fervor -¡VÁYANSE! ¡NO PUEDEN ESTAR AQUÍ¡ ¡NO CAIGAN EN SUS JUEGOS!- me miraba débil y patética, realmente no escuché lo que dijeron, estaba demasiado desesperada porque estaban acá, por el hecho que ahora me tenía en sus manos que no concentraba mis demás sentidos en algo que no fuera abrazar fuertemente y besar a aquellos seres que amaba como a mi propia vida, rápidamente fruncí el ceño y levanté mi vista, lo miré más furiosa de lo que jamás haya estado y me fui con velocidad contra su cuerpo, estampé sus hombros contra la pared, apenas abarcaban mis palmas pero mi nueva fuerza me emocionaba y le grité en el rostro -¡DÉJALOS! ¡ELLOS NO TIENEN NADA QUE VER! ¡NUNCA DEBÍ ACERCARME A TI Y SIN EMBARGO AQUÍ ME TIENES MALDITA SEA! ¡ME TIENES A MÍ! ¡TIENES A LEER KRUSPE! ¡MUJER INDOMABLE, LA TIENES! ¡DEJALOS IR DEIRAN! ¡LO HARÁS PAPÁ! ¡¿QUIERES QUE TE LLAME PAPÁ?! ¡BIEN PAPÁ! ¡PAPÁ QUERIDO!- estaba realmente histérica, sentía las lagrimas recorrerme las mejillas, pero esta vez eran diferentes, era la rabia en persona, brotando de mi cuerpo como veneno de los colmillos de una serpiente, una sonrisa malvada mostrando aquellas dos piezas filosas y blancas de mi nueva dentadura se cinceló en mi rostro alcé las cejas y asentí sonriendo histéricamente  –Papá, papá ¡papá! Pongamos las cartas sobre la mesa- susurré y le di un empujón contra la pared, que debido a mi  idiota sentimiento burlón descubierto esta noche no fue tan fuerte como quería, pero si lo suficiente para alertarlo, quité mis manos de sus hombros, di dos pasos hacia atrás, me pasé los dedos por el rostro y miré las lagrimas teñidas de rojo carmesí y solté una carcajada casi diabólica, me pasé los dedos por los labios saboreando un poco mi propio veneno, estaba fuera de mis cabales ¡Oh realmente lo disfrutaba! -¡¿Quieres vivir en un infierno Deiran?! ¡BIEN! ¡Yo te regalaré ese tan deseado infierno que quieres mi papá amado! ¡Tu hija te complacerá!- puse el tono más falso que conocía y alcé una ceja sonriendo de lado, el demonio que se me había revelado el día que mis padres murieron estaba despertando de su sueño congelante.
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Mensaje por Deiran Chassier Vie Mar 21, 2014 6:37 pm

El hombre a quien el dolor 
no educó siempre será un niño.
Nicoló Tommaseo
Si no lo sabía ahora estaba entendiendo de manera súbita lo que estaba pasando y yo viendo el escenario desde aquí era todo un espectáculo prometedor. Fruncí mi ceño al clavarse en mi mente el deseo de sangre de la vampiresa, la lujuria con la que miraba al sirviente, me provocó ira en ese momento, sin saber por qué, lo que me hizo irritarme enormemente. Miré de cerca al tipo, éste capto mi indirecta, podía escuchar sus pensamientos, ¿Qué tan difícil era? Impulsivamente actué, era hora de comenzar a enseñarle modales a la ‘’niña’’ —Desde hoy en adelante los sirvientes empleados de esta casa quedan despedidos, quiero únicamente personal femenino- murmuré molesto viéndole a ella de reojo y posando mi mano sobre el hombro del viejo Etinné susurré —Reacomódalos en los viñedos y tú te quedas conmigo, aquí, necesito una mano de soporte porque esto será el infierno- sonreí de lado abriendo la puerta de mi despacho invitando a la furiosa bestia indomable, que sería como una suave paloma al escuchar el nombre de sus adorados empleados.
Estando dentro y cerrando la puerta, miré el drama montado de Amelia tirándose a los pies de aquellos dos viejos, me quedé ahí escuchándole llorar, quebrándose en sí. Todo iba como lo había esperado, quería que ella se desligara de esos dos lazos que ya jamás volverían a pertenecerle, era una despedida para ella y las bases para la interminable personalidad de hierro que quería para mi descendencia, no toleraba su debilidad o sus redes humanas porque sólo serían un problema en algún determinado momento ella tendría que dar su brazo a torcer. —Ellos se mantendrán con vida tanto como tú así lo quieras. Su vida me pertenece ahora.- sentencie sus palabras y fue cuando enloqueció, tomando fuerza. Al fin, el renacer de la vampiresa, tan sublime y tan excelsa. Su tirón fue impresionante, el demonio carcomía cualquier tipo de recuerdo tras su paso, su racionalidad humana, eso era lo que quería, que se destruyera su tiempo, su lazo, su momento. —No es necesario que me llames así, es una blasfemia, hija- volví a burlarme en su cara mientras sus palabras al llamarme padre me tenían sin cuidado. Me mostró sus dulces colmillos, tales de bebé y el ardor en mi pecho se hizo tan fuerte, era orgullo? Miré al lado y tiró de mi soltándome de su agarre, rodeé la mesa quedándome de pie mirando a los dos viejos, ya no los necesitaba. —Ustedes dos- dirigí mi vista desde mi altura sin ninguna mueca de cortesía —Tienen veinticuatro horas para dejar, París, fuera de esta casa hay una manada de cambiantes, tienen instrucciones precisas de asesinarlos si hacen caso omiso a mi advertencia, de ahora en adelante, esa mujer que ven ahí- le señalé con el dedo el cuerpo de la desquiciada Leer —No tiene ni tendrá nada que ver con ustedes, ella me pertenece, ya no es más quien conoce, es más si se lo ordenase aquí mismo, ella les mataría, succionaría su sangre hasta dejarles como bolsas secas de agua- mirando todo aquel tiempo a la neófita, sentenciándola que un berrinche más de su boca y se lo ordenaría entonces no tendría escapatoria y la poca cordura que aún guardaba, se extinguiría por completo.
Viendo como los viejos empleados de la antes Amelia Lincoln iban dejando el olor en el aire de sus pasos preocupados y que justo como había predicho, la vampiresa se controlaría aunque por dentro estuviera asesinándome una y otra vez me senté en la silla cómodamente no esperando a que ella hiciese lo mismo, tampoco pedía milagros. —Bien Amelia, vamos a hablar sobre cosas más importantes, lo que pasó es pasado- haciendo referencia a lo que había pasado hacía unos minutos. —No quiero ni espero que esto te parezca, ni siquiera que te agrade pero es hora de que te alimentes- susurré viéndole a los ojos —Y sé perfectamente que no quieres hacerlo porque ahora lo sé todo de ti- confesé de manera tranquila —Entonces bien, quiero que elijas tu forma de cacería. Hazlo ahora, aquí, porque si no me veré en la obligación de elegir por ti si no eres capaz de hacerlo- alcé la ceja sonriendo —¿Y bien?- pregunté enseguida viendo el reloj de la habitación que movía con lentitud la segundera. Lo que acababa de hacer, realmente no esperaba que ella lo entendiera ni siquiera debería de ser un tema donde ella pudiese elegir porque esas decisiones me correspondían solamente a mí pero quise hacerle sentir era un poco de ‘’calidez’’ a pesar que estábamos tan distantes como dos témpanos de  hielo.


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Mensaje por Leer Kruspe Sáb Mar 22, 2014 4:14 pm

El ser humano tiene un pie en la tierra y un pie en el más allá, por sus exigencias, su imaginario, en una palabra, por su esperanza.
Armand Abécassis

¿Qué ha pasado con mi sentido de cazadora? Lo he perdido, ese hombre por el que suspiraba Abie y mis primas ¡Tontas ilusas! Me lo ha robado, se ha apoderado de él y lo ha desechado como trapo viejo, realmente quería crear nuevos recuerdos del pasado, escarbar la tierra y sembrar nuevas semillas, negarme a la idea propuesta por Clarke y nunca habérmelo encontrado en la plaza Tertré, todo hubiera sido mejor si esa noche jamás hubiera pedido indicaciones para llegar a Camelia Vins, niego y alejo todo el estúpido melodrama que se entreteje entre mis neuronas, miro como se dirige a Francesca y Dimitri y la furia se apodera con más intensidad y pasión a mi cuerpo, me muerdo la lengua fuertemente para no decir nada, ya había experimentado el poder que tenían los vampiros sobre sus creaciones, éramos sus patéticos esclavos ¡pero ese no sería mi caso! Si él deseaba vivir en un infierno no pondría resistencia, lo quería sacar de sus cabales para que me concediera la libertad y lo lograría, y fue cuando lo sentí, algo que me oprimía el pecho de nuevo que me susurraba que no me debía alejar de él, que tenía que quedarme a su lado ¿Por qué Leer? ¿Por qué Dios? Si en realidad no me has abandonado ¡Dímelo maldición! Respiraba hondo y furiosamente, al escuchar sus amenazas contra ellos realmente esbocé una sonrisa burlona en el rostro ¿Qué creía? ¿Pensaba que los iba a dejar abandonados mientras miraba como mandaba a sus perros sicarios  para matarlos? Negué con la cabeza y sonreí más ampliamente nunca le he temido a los retos, el peligro siempre ha sido lo que mueve mi alma como una abeja a la colmena, ahora debido a los juegos que el caprichoso destino tenía para sorprenderme y concederme una actitud más fría, un tempano de hielo con un fuego en su interior que no lo derrite, podía tomar a quien sea,  si osaba con hacerles daño a esos seres no dudaría en arrebatarles la luz de los ojos al encargado, a sus amigos, todo aquel egocéntrico o lujurioso que se mofara de su eternidad maldita y cruzara por mi camino tratando de hacerme daño o hacerle daño a algo que era mío le arrancaría la cabeza y le metería una soga por la boca sacándola por la parte posterior del cráneo, la colgaría en un árbol mientras con sus ojos aún parpadeando yo desmembraba cada parte de su cuerpo y lo lanzaba a la hoguera, la compasión no era mi mejor amiga a la hora de entablar un acercamiento juguetón con un vampiro, realmente su sangre había traído más sadismo a mis fantasías para asesinar, pero como ya lo he dicho momentos atrás había algo que me frenaba a practicar esas técnicas tan exquisitas y excitantes contra él, realmente me quería dar un tiro en la sien o clavarme una estaca en el corazón debido a la confusión, debido a mis pensamientos llenos de esa niebla cegadora y que se burlaba de mi pérdida de control sobre la situación, mis facciones se volvieron frías, viéndole a los ojos en todo momento, seguía mordiendo mi lengua cada vez más fuerte hasta que sentí el sabor metálico invadirme el paladar, cerré los ojos y gemí suavemente, miré que Francesca y Dimitri se levantaron, de inmediato los abracé y quedé viendo con desdén a Chassier, le susurré en el oído lo más suave que podía a Francesca –Nana ya sabes la contraseña de la caja fuerte, toma todo el dinero y las llaves de la casa en Boston quiero que vivan allá dentro de poco los alcanzaré, sé que esto terminara porque lo hartaré hasta que me quiera arrancar la cabeza, dile a Liam que necesito que venga esta noche tenemos que hablar seriamente, él ya sabe dónde queda esta mansión después de todo- me separé y la miré a los ojos dándole a entender que era de suma importancia eso, ella asintió con los ojos, me dio un beso tierno en la mejilla, se quito un collar del cuello y miré lo que colgaba al final del mismo, era el bendito anillo de compromiso que le había dicho que regalara, el tortuoso anillo de oro blanco con diamantes azules hielo en corte de asscher, era totalmente iridiscente ante mis ojos, la miré con molestia, ella parecía arrepentida, lo deslizó por mi cabeza, Francesca susurró –Je ne pouvais pas me débarrasser de lui, c'est le vôtre Amelia- cerré los ojos con dolor y sostuve entre mis dedos mirando con desdén aquel objeto, asentí y besé su frente con amor, luego me despedí de la misma forma de Dimitri indicándole que debía dejar a un encargado para Insenlum, él asintió y luego los miré escabullirse por la puerta, las lagrimas querían hacer acto de presencia, así que me mordí los labios fuertemente para alejar el dolor, me quedé de espaldas a él tensando la mandíbula, si había algo que aún no entendía y me frenaba a destrozar al que me ha concedido la inmortalidad maldita lo pagaría el tipo que me arrojo a la boca del león, Clarke pagaría por lo que me había hecho, su cuerpo se convertiría en mío, su energía me llenaría de pasión, lo seduciría tanto hasta que me rogara matarlo, le regalaría el momento que tanto deseo desde que me conoció, creyó que caería en su embrujo por su atractivo pero lo que no contaba es que estaba parado frente a una mujer que ya no desea, que su sentido pasional está marchito y enterrado, desde ese primer día su destino se escribió con sangre y ahora lo cobraría como la maldita que era, eso era demasiado fácil lo difícil radicaba en salir de la prisión a la que me habían condenado, el chico con el que tuve el contacto visual había sido despedido y ahora debía idear una nueva táctica para cumplir con mi cometido, mi mente trabaja más rápido estando bajo la incesante presión del momento inminente y yo sabía muy bien con lo que contaba, no me mofaba de mi apariencia pero sabía que no era indiferente a los ojos de los demás, sonreí con malicia y me di vuelta con orgullo y el rostro con la expresión más cínica que conocía, tomó asiento y no quise seguirle en sus movimientos, no tenía ganas de estar frente a él, caminé hacia el fondo del despacho y miré por la ventana, el movimiento de las ramas de los arboles con seducción y entusiasmo por el aire que me llamaba a que le hiciera compañía afuera, que se llenaba con miles de olores exquisitos, unos más que otros, que me llamaba para que calmara la sed y robara mi primer víctima, un banquete castigador y pantagruélico a mi alcance,  sonreí de lado y entrecerré los ojos al ver una ardilla en un árbol, me pasé la lengua por los labios sutilmente y susurré –Esto es increíble, quieres que finja dormir contigo como si fuese una patética niña de 6 años y ahora sales con esto, escúchame bien Deiran ¡Yo no te pertenezco! ¡No eres mi dueño! Almacena esa información en tu cabeza… ahora dime ¿Qué artimaña vamos a poner en práctica ahora?- le miré a los ojos con una expresión burlona, me pasé el pulgar por el labio inferior y miré a otro lado con inocencia –¿Te diste cuenta de mi deseo hacia tu patético empleado eh?  Sí que lo sabes todo de mí PAPÁ  ¿De dónde los sacas papá querido? Tienes buen gusto son realmente atractivos los pequeños- dije con tal sarcasmo que hizo que sonriera sinceramente, nunca me pareció atractivo como hombre, ni él ni nadie, solo me sentí tentada por aquella bomba que le da velocidad a la sangre por sus arterias, negué y mordí mi sonrisa, alcé una ceja y lo seguí viendo con cinismo –Pero no era necesario que lo despidieras, debes confiar en la lealtad de tus empleados Deiran… oh disculpa… papá, estoy segura que no te hubiera traicionado, porque si es que no me falla la memoria ustedes los vampiros vejetes están acostumbrados a usar su sangre para seducir a los humanos…. Ummh interesante papá ¿Me enseñaras? Tu empleado no te hubiera traicionado teniéndolo bajo el embrujo ese del que no estoy muy enterada- sentí algo que me punzó el pecho y esas palabras realmente me hacían sentir incomoda, incluso molesta, lo alejé de inmediato, bufé una risa –Claro si yo no lo hubiera querido porque claramente es un cavernícola lujurioso que solo piensa con la entrepierna- murmuré con burla con mi vista clavada en la ardilla que seguía tentándome afuera, pero internamente seguía sintiéndome incomoda y cada vez más molesta conmigo, incluso como si tuviera un ser que me reprendiera por mi desdén, fruncí el ceño y me mordí el interior de la mejilla repitiéndome internamente –¡Deja eso ilusa!- cerré los ojos y suspiré, me relajé, sonreí ampliamente y señalé a la ardilla desde la ventana -¡Mira papá! Esa ardilla está tentándome demasiado ¿Qué harás al respecto? Vamos ¿no me digas que la mandaras a echar de tus predios también? Eso sería la cumbre de tu control- sonreí de lado y fundí mi vista de una manera incomoda con la de él, escuché su propuesta de caza, eso me tomó por sorpresa me impactó con tentación dejándome sin fuerzas por un breve momento, gruñí y lo quedé viendo con el ceño fruncido, meditando en eso que jamás iba a hacer, nunca iba a beber sangre humana ¡JAMÁS! Aclaré la garganta, recosté mi cuerpo contra la pared y suspiré con cinismo –Papá no quieras ser caritativo conmigo ya que lo sabes todo de mí descubre por ti mismo como quiero cazar, después de todo desde anoche empezaste a juguetear conmigo como si fuera un perro, te metiste en mis recuerdos, jugaste con mis papás con ¡John! Ellos son sagrados para mí Deiran pero veo que no gozas de sensibilidad…. Anda papá entra en mi mente y mira lo que tu hija quiere- susurré, me encantaba decir esa palabra, era como una onda rauda de satisfacción en mi garganta, sabiendo que solo quería irme a quitar estas ropas sucias y darme un baño para limpiar mi cuerpo de toda suciedad sonreí de lado, volví mi vista molesta a la ventana, la ardilla ya no se paseaba seductoramente frente a mis colmillos, los cuales acariciaba con la punta de mi lengua, en ese momento mis ideas se ordenaron y la visión estuvo más clara que nunca, el juego era divertido pero ya no, no cuando sabía que me estaba proponiendo matar a un inocente por subsistir –¿Sabes qué? Dejémonos de juegos, somos dos adultos con raciocinio, el jardín de niños hace mucho lo cursé ¿Cuánto quieres por dejarme en libertad? Sé que no necesitas dinero pero eres un hombre de negocios y todos ustedes son unos avaros, di una cifra y yo te la concederé, te puedo ceder más de la mitad de mi fortuna si decides dejarme en libertad, es demasiado dinero papá- alcé las cejas, sonriendo y asintiendo con orgullo –Vamos no dejes pasar la oportunidad, suficiente dinero para que expandas tu negocio por todo el mundo haciendo temblar a cualquiera que se quiera interponer en tu camino para desbancarte o hacerte competencia- susurré con un tono muy femenino, el dinero no me importaba mucho, hubiera preferido nacer en una cuna humilde antes de ser una huérfana con una inepta fortuna, pero ya qué, era algo que nunca estuvo en mis manos –Entonces dime Deiran ¿hago que mis abogados pongan tu nombre en mis cuentas en el extranjero y mis propiedades en San Petersburgo y otras tres ciudades y a cambio tú mi querido creador me dejas ir?- volví mi vista sombría  a Deiran, no dejé de hundir mis orbes verdes con las de él esperando que su avaricia lo sedujera más que el hecho de tenerme resguardada aquí, aunque muy internamente me sentía ligeramente derrotada y con un terrible y estúpido temor por lo que pudiera decir.
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Mensaje por Deiran Chassier Vie Mar 28, 2014 4:33 pm

"El hombre se diferencia 
del animal en que bebe 
sin sed y ama sin tiempo" 

José Ortega y Gasset 
El juego había comenzado sin dar tregua, solo éramos ella y yo a pesar que en toda la casa hubiese un sinfín de personal que estuviese en riesgo, eran como los peones, yo el rey y ella la reina. Sonreí imaginándome aquello plasmado en un perfecto juego de ajedrez y fue inútil, las habilidades de esa autoridad superaban la belleza y fuerza de la joven dama. En tanto miraba el drama de Leer, la vampiresa fortachona derrumbarse ante sus empleados, que eran más que eso, yo los consideraba una debilidad por eso a toda costa debía de alejarlos de ella, no debía de haber algo que la uniese a su antigua vida, por lo menos no ahora porque era tan frágil e impulsiva que haría cualquier estupidez y no podía ser su perro sabueso toda la existencia, iba a aprender y sabía que tenía la capacidad de hacerlo, ella no era cualquier humana llorona que por capricho le había hecho mi descendencia. Ella llevaba en sus manos la sangre de tantos vampiros, tantos así como los humanos de diferentes edades que yo había arrebatado por casi quinientos años, éramos iguales, nada de santidad en nuestro tiempo, nada de palomas blancas jugando a hacer el bien,  leones hambrientos, aves de rapiña sedientos de sangre y venganza, así o un poco más sencillo podía explicarlo.
París últimamente estaba muy callado y sin darme cuenta las horas habían avanzado, es que el tiempo jamás perdona, avanza sin pedir permiso, esas eran una de las cosas que ni nosotros los inmortales teníamos control, de eso estaba claro. Viendo a la ventana cerré los ojos y pensé en la otra vampiresa a  mi cuidado, ni siquiera había tenido tiempo de explicar qué estaba sucediendo y por lo que me daba cuenta no se encontraba en casa para que conociese a su nueva hermanita. Hasta cierta parte era divertido llamarlo de esa manera pero no éramos ninguna linda familia, sobre mi acababa de recaer enormes retos y responsabilidades de lo que no me encontraba atemorizado, las dudas que con anterioridad me habían hecho vacilar ya no se encontraban, era una roca fuerte, una mano pesada sobre la espalda de aquella neófita que se imponía ante mí viéndose de manera patética. Quedé callado oyéndole otra vez, algo devoraba su alma y debía de salir, pronto o se consumiría, todavía no estaba lista para convertirse en maldad pura, me encargaría que me mantuviera de esa manera, que conservara su lado servil sin ser débil pues con los años no gastaría más que tiempo esperando nada, estando conforme con lo que era ahora.
—¿Terminaste con tu escena?- murmuré viéndole fijo a los ojos sin parpadear, era algo que tampoco necesitaba. —Lo único que tienes que entender es que todo lo tuyo es mío y hasta que no te considere en una vampiresa madura no tendrás autonomía sobre tus decisiones, siempre deberé saber lo que harás y hasta lo que no, por suerte mi querida…- iba a decir hija pero omití el comentario porque no parecía gracioso —Potra Salvaje - concluí  y sonreí divertido observando uno de los costados de la habitación una de las pinturas que me agradaban tanto. Era la un minotauro sacrificando el cuerpo de una mujer que daba de amamantar. —Y haré lo que sea necesario para que dejes esos deseos cargados de libido por la sangre. He de entender que es normal pero desde ahí inicia tu educación, estás en pañales aún Amelia ¿no entiendes?-  le devolví la mirada y me agarra la mandíbula apoyando los codos sobre el escritorio —Eres como un precioso libro abierto que puedo leer cuando quiero, estás abierta a mí sin siquiera poder poner resistencia, por eso sé todo lo que en esa cabeza maquinas-
El tono de mi voz se hacía cada vez más leve, ya no había necesidad de gritar o alterarse, la razón había caído a mí como si me dictara perfectamente lo que debía hacer. Entonces era esto lo que no entendía desde el inicio, sentía sentimientos por esa mujer que despotricaba contra mi nombre, habían nacido casi de inmediato, instantáneo y ese era el miedo que tenía. Saber cómo podría llegar a conservar esto y el miedo de creer que le perdería o verle vulnerable y que alguien más arrebatara en ella deseos, obviamente no carnales, estoy seguro que nadie puede entender de lo que hablo porque yo recientemente lo vengo descubriendo, fue como si mi medio milenio hubiese cambiado de panorama, ya no era yo, era ella y después yo.
El temblor de su voz se relajó y de manera instantánea estaba negociando conmigo, como una bella paloma que se puede tocar sin que se convirtiera en un águila capaz de sacar los ojos. Conocía sus juegos, soy un vampiro, un empresario ¿Me quería dar clases de negocios? Sonreí por cortesía y agache la cabeza negando. —Esto no se trata de dinero y una vez más me estás demostrando tu falta de razón. Nosotros pensamos Amelia, no actuamos por impulso, eso nos diferencia de ellos, no eres más de lo que eras ayer, aprende- colocándome de pie comencé a caminar hasta la habitación —Tus cosas están en la segunda habitación de arriba a mano derecha, ahí están tus cosas, ve a darte un baño, vamos a hablar sobre tu insistente idea de no alimentarte de humanos- abriendo la puerta le hice un gesto con la mano invitándole a salir esperando que ella hubiese entendido que de mí no tendría escapatoria, que estaba sitiada, que mis reglas era por ahora prevalecerán —Te veré en el diván, por hoy hemos terminado- concluí dejando ausencia de ambos en la habitación y con esto la presencia de una nueva Camelia para esta mansión


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Mensaje por Leer Kruspe Sáb Mar 29, 2014 5:48 pm

Amar, dar, perdonar, crear, estas cuatro palabras designan cuatro formas de iniciativa, cuatro formas de inocencia: bajo estas cuatro formas, la conciencia efectúa un movimiento eferente y directo hacia el otro o hacia el objeto, un movimiento sin retorno hacia sí mismo
Vladimir Jankélévitch
Es irónico como el destino puede cambiar de un día para otro, tenerlo enfrente un momento sonriéndote como un ángel y que luego te dé la espalda y obligue a tirarte a tu abismo de fuego, hace apenas unas horas atrás estaba vistiéndome como una dama común y corriente, con atuendos que arrancaban miradas de horror para los ensimismados de los que abundan en París y en todas partes, subiéndome a carruajes y dejando que mi mente se libere con imágenes destellantes, plasmando en ese lienzo que contenía mi cabeza los recuerdos que pasaban frente a mis ojos, dibujando escenas que eran percibidas con una perspectiva ajena, siendo una espectadora entusiasta de las vidas de los demás, algunas más complacientes que otras, algunas más hermosas que sus vecinas, eso era lo que me quedaba porque mi vida no tenía lugar para nuevas escenas, mi libro había llegado a su fin, la palabra estaba plasmada con veneno con un punto miserable a su lado; todo lo que antes me incitaba a no escapar de París e irme a vivir en el Lejano Oriente para salvarme de mi propia amargura y tristeza era el hecho de llenar mi vida con sangre inmunda, con tomar trofeos de aquellas cazas tan sádicas que me atormentaban hasta en los sueños, ahora estaba al otro lado del cristal viendo la vida humana con recelo y un deseo abusivo, me ardía, me dolía, era potente y demasiado instigador, me susurraba que lo acompañase, que compartiéramos la noche juntos como dos amantes en una habitación, dispuestos a descubrir todo el uno del otro, sentía que me tomaba de la cintura con delicadeza y me daba un beso tentador en los labios para que sucumbiera a sus caprichos, era como un amo para mí, un amo vanidoso y orgulloso ¡Ridículamente dominante! ¡Me estaba sometiendo, dejando tatuado en mi piel su nombre! ¡Lo odiaba! quería que apuñalara a la antigua Leer y solamente dejara viva a esta bestia con colmillos y ojos tan vivos como la sangre que corre por los ductos que me perforan, que tomara el control de mi vida y no me detuviera a pensar en que estaba asesinando inocentes para seguir formando parte de esta sociedad tan podrida, una sociedad que hace uso de cualquier clase de artimaña para ocultar los horrores que se llevan a cabo en sus recónditos y oscuros rincones, mi rostro no reflejaba nada de lo que estaba pasando en mi interior de las batallas incansables entre mi yo racional y ese que me susurraba ¡Sal y mata! ¡Vamos solo un poco de sangre! ¡Un poco de eso que ambos deseamos! ¡NO TE RESISTAS! ¡ALIMÉNTAME!  Estaba rugiendo y enterrándome las garras; desgarrando poco a poco mi racionalidad humana, se burlaba de mí ¡Ya no eres humana ilusa! ¡Reacciona y dejemos que el deseo se apodere de tu cuerpo! ¡Dile que quieres beber de todo aquel que se interponga en tu camino! ¡DÍSELO! El ardor empezó a abrirse camino, lo sentía en mis ojos, en mi garganta, en mis colmillos, en mi estomago, en mis dedos ¡Me atraía! cerré los ojos brevemente para enfriar esos pensamientos tan pérfidos a mi lealtad, mis facciones se tornaron tensas, apretaba mis manos en puños y evitaba cualquier movimiento de mi lengua para que mis labios no saborearan esas palabras que significaban muerte, de nuevo sus palabras testarudas, nada de lo mío era de él, por más que escupía mi fuego con un dolor desconocido contra su presencia el sentido racional que trataba de transmitir no llegaba hasta su cerebro, o él no quería verlo de esa forma, fruncí el ceño y negué –Realmente creo que te debo hablar en italiano para que entiendas que no te pertenezco ¿Quién te has creído? ¿Me crees tu bebé? Que paternal eres Deiran me conmueves- hice una mueca tierna pero fingida, negué con una enorme sonrisa y  me golpeé con el dedo la sien -¡NO ERES MI DUEÑO! ¡NADA DE LO MÍO ES TUYO! ¡LA UNICA DUEÑA DE TODA MI EXISTENCIA Y TODO LO DEMÁS SOY YO! ¡TIENE ESTAMPADO MI NOMBRE CON LETRAS DE HIERRO ENTENDISTE! No puedes poner tu nombre en algo que tomaste a la fuerza ¡Me convertiste en contra de mi voluntad Deiran! ¡Te apoderaste de mi vida de humana y la desechaste como si fuera basura! ¡Nunca debí invitarte a cenar! ¡Mi cuerpo sospechaba de ti desde el momento en que me diste las indicaciones para llegar a tu maldito negocio! ¡Y realmente soy tan culpable como tú porque ignoré esas señales! ¡PERO ESTO NO SE QUEDARÁ ASÍ, ALGUIEN VA A PAGAR Y ME INTERESA MUY POCO QUIEN SEA EL QUE DEBA CARGAR CON ESE PESO!- cuando escuché que me llamo “potra salvaje” me enfurecí de una manera divertida, solté una carcajada cínica –No me llames así, no soy un animal, no sé de donde sacas ese apodo tan estú…- apreté los labios y ahogué la palabra –ramplón- murmuré sin despegar mi mirada molesta de él, alcé una ceja y sonreí divertida -¿Quieres tener un corcel? Deiran solo me lo hubieras dicho puedo mandar a traer un puro sangre a Arabia Saudita o a España, vamos pide ¿Qué color lo quieres?- solté una risa y aparté mi mirada de su cuerpo, tomando entre mis dedos el recuerdo de mi compromiso, un recuerdo que odiaba, porque a pesar que amaba a John eso solo me hacía daño, me sentía derrotada al ver que ese plan no había culminado, lo solté fríamente y le volví a ver con altanería, la palabra libido me hizo realmente gracia, arrugué el rostro con cinismo y solté una carcajada -¿Libido?- volví a soltar otra carcajada –¿Qué me crees, una ninfómana de sangre? ¡Estás loco! Ya te dije no somos iguales y yo no comparto esos gustos contigo, mi educación ha concluido con éxito Deiran, siempre fui una excelente alumna déjame decirte- alcé la ceja y sonreí de lado, cada una de sus palabras me irritaban tanto que sentía mis labios palpitar de la furia, al parecer quería verme molesta, no entraba en razón, claramente el raciocinio no estaba en su vocabulario –El único en pañales aquí eres tú mi querido papá, toda esa actitud tuya de mantenerme encerrada aquí parece la de un niño con una granja de hormigas fascinado por el movimiento y el trabajo de aquellos insectos, un niño egoísta es lo que eres Deiran- mordí mi sonrisa y alcé las cejas negando con la cabeza lentamente, restándole importancia a sus palabras que me querían hacer quedar como una insulsa –Me alegra que te parezca interesante Deiran, porque pues no puedo opinar lo mismo de ti, pero el autor de ese libro- me llevé la mano al pecho –está revolcándose en su propia tinta y palabras porque tiene un lector que no sabe leer con una diferente perspectiva, que se deja llevar por las palabras en su sentido más vacío, un novato, un lector principiante que no sabe disfrutar de las metáforas, solamente un iluso que se quiere entretener por un rato y no sabe aprender los sentimientos que se quieren transmitir para engrandecer su sentido de la vida- había puesto tanto veneno a esas palabras que me estaban quemando, realmente había algo que estaba furioso por el desdén que usaba, como si hubiera un demonio fuerte y vengativo que no quería verlo lastimado, me mordí la lengua fuertemente para no caer de nuevo en esos pensamientos confusos.


Esto no era muy diferente a mi vida de humana, los humanos gozaban de destrozar todo a su paso, sus guerras en nombre de un Dios que no era el que mi madre me había presentado, sus matanzas por el dinero, venganzas frías que se construían en su alrededor, que los llenaban como el calor del sol a un lagarto, lo sabía muy bien porque mi vida de humana todavía estaba a flor de piel y ahí quedaría ahora que estaba aquí la perspectiva era igual, quería arrebatar algo que ya no me pertenecía, que él se había robado, tenía celos de los seres de sangre caliente que se paseaban a mi alrededor, no lo iba a discutir con él porque no lo entendería, al ver que abrió la puerta para que al fin pudiera asearme solté un ligero suspiro de alivio ¡Finalmente! ¡Odiaba estar sucia! Le seguí en su gesto pero no por cortesía simplemente fue un acto para mí misma, salí rápidamente con un paso pesado sin verle en ningún momento, me quedé junto a él sin tener el mínimo deseo escuchando sus palabras, cerré los ojos y sonreí un poco, no entendía que no iba a dormir con él, con tono burlón murmuré –Mjum- rápidamente subí y llegué a la habitación que me había indicado, todo estaba impecable, la cama perfectamente arreglada, los muebles sin una pizca de polvo, cuadros colgados en las paredes, un armario robusto y elegante, y el piso alfombrado, cerré la puerta tras de mí y me recosté contra ella, sintiéndome impotente a punto de llorar pero al parecer las lagrimas habían sido drenadas, sentía el ardor en mi pecho pero no había ni una gota que rodara por mis mejillas, miré mis maletas en el piso junto a la cama y puse llave a la puerta colocando la misma en una mesita, tomé una de las maletas y la abrí rápidamente, esperaba que Clarke viniera, tenía que discutir cosas con él, busqué algo para ponerme más no una pijama; en primer lugar mis atuendos eran para dormir sola, sin ningún tipo de acompañante a mi lado y en segundo no iba a dormir con él, empecé a sacar con desesperación las prendas, realmente quería tener a Lorenzo para que pusiera más tela en esos atuendos los cuales ahora quería destrozar, murmuré molesta -¡Maldición Francesca! ¿En qué estabas pensando al empacar? Mejor dicho ¿En qué pensaba yo al indicarle a Lorenzo como quería mi guardarropa?- tomé un vestido de algodón egipcio azul pálido, tirantes delicados, que me llegaba por encima de la rodilla con unas cuantas piedras en el dobladillo de abajo abrí el armario y tomé una toalla, me metí rápidamente al baño y me bañé en agua fría, colocando los aceites y jabones por mi propia cuenta, no tenía criados en esta casa, así que no me competía darles ordenes, aseé mi boca y rápidamente me cambié, no disfruté del baño porque no había razón para hacerlo, ni tan siquiera medité en eso, quizás mi alma estaba ahíta de la amargura y reflexión que me perturbaban todos los días, dejé mi cabello mojado y peinado suelto, y me coloqué unas zapatillas bajas color blanco, me senté en la orilla de la cama buscando la forma de salir de esta prisión, tendría que haber alguna forma, mi mente se desvió a lo que podrían estar haciendo Francesca y Dimitri lo más seguro es que estaban dejando todo preparado para aparentar que todo estaba bien en la mansión y en mi vida, cuando escuché unas voces abajo y rápidamente reconocí la de Liam, me levanté de inmediato y bajé hasta la primera planta viendo a Liam discutir con una de las empleadas, él al verme sonrió y me señaló, la empleada me quedó viendo confundida –Es un amigo mío- ella insistió –Pero Mademoiselle tenemos instrucciones de no dejar que tenga visitas- la miré molesta –No me importan las instrucciones que tienen. Vete y déjame sola- abrió la boca y balbuceó la fulminé con la mirada y de inmediato se fue, devolví mi vista a Clarke –Amelia buenas noches ¿Puedes decirme de qué trata esto?- sonreí de lado –Vamos a hablar Liam, vamos a hablar seriamente- coloqué mi mano en su pecho y lo empujé hacia afuera con delicadeza, cerré la puerta tras de mí –Amelia ¿Qué haces acá?- me crucé de brazos –Dime Liam ¿Investigaste a Chassier antes de mandarme con él?- él frunció el ceño con confusión –Claro Amelia, sé que su familia es de Italia, sus vinos son de los mejores en el mundo y hace poco se mudo a París para expandir su negocio, un tipo común y corriente- negué con la cabeza sonriendo –Eso no es suficiente, eso lo puede descubrir hasta un lisiado mental, tenías que investigar más ineficiente- él seguía con la expresión confundida –¿Qué quieres decir Amelia? ¿Qué está pasando? Te creían perdida hace unas horas y ahora me dicen que vas a vivir con él ¿Qué es esto?-  tensé la mandíbula –Lo que yo haga con mi vida no te incumbe, eres un tonto ineficiente, sabes lo que este exitoso hombre es ¡¿LO SABES?!- él se alarmó por mi conducta –Amelia ¿De qué estás hablando?-  tomé las solapas de su saco acomodando su cuello con coquetería –Liam, Liam, pequeño ingenuo, una vez me dijiste que te interesaba demasiado que jamás dejarías que algo me pasara que veías nuestra relación como algo más que profesional ¿no?- susurré sin verlo a los ojos –Claro Amelia, tú sabes que representas algo más que una jefa para mí- escuché su tono cariñoso, le miré a los ojos y sentí arder, él se asustó y se apartó de mí –¿Ves lo que has hecho Liam?- siguió retrocediendo y lo seguí –Amelia ¿qué.. qué… qué es esto?- sonreí enseñando los colmillos –Esto es lo que soy ahora por tu incompetencia, por tu falta de entusiasmo por investigar ¡Mira lo que has hecho imbécil!- lo tomé del cuello y levanté del suelo, él pataleaba y balbuceaba, mi agarre era fuerte, ahogándolo, dejándolo sin oxigeno para que no abriera su inmunda boca -¡Cállate imbécil! ¡Tus patéticos ahogos me dan jaqueca!- escuchaba su tambor cantar fuertemente -¿Sabes cuánto te deseo Liam? Finalmente lograste que te deseara- junté mi frente con la de él y le di un beso apretado en los labios, el inepto movió sus labios contra los míos pero me quité de inmediato, era un maldito masoquista, sonreí perversamente –Te deseo tanto que me arde la piel- lo solté y tomé del cabello arrastrándolo hasta una esquina de la entrada –Me perteneces, eres completamente mío pequeño idiota- lo tomé de las muñecas y apreté contra la pared, no me importaba si me descubrieran, estaba fuera de mis cabales -¡Mírame! ¡Mira lo que me has hecho!- dije con furia mostrando los colmillos, centré mi vista en su cuello y saboreé mis labios inocentemente ¡Eso es Leer, eso es tómalo, es tuyo, obedéceme! apreté mi cuerpo más contra él impidiéndole expandir el tórax o abdomen –Tu viaje aquí termina mi querido Clarke- agarré con mi mano sus muñecas apenas podía pero ahora era más fuerte y estampé su cuello contra el mármol, ejerciendo tanta fuerza para escuchar sus vertebras crujir, cuando la punzada en mi estomago me alerto, algo gritaba dentro de mí ¡Detente, detente! Parpadeé y bufé debido a la furia, miraba su cara roja a punto de estallarle todas las arterias y vasos del rostro ¡Leer detente, detente Amelia, no te conviertas en esto, hazlo!- finalmente lo solté y lancé a un lado, me doblé apretándome el estomago y gruñí con los ojos cerrados -¡Vete imbécil! ¡Vete!- devolví mi vista a él y lo agarré del cuello enterrando mis uñas en su piel sin cortarlo –¡Ni se te ocurra abrir la boca! no me subestimes, ahora eres mío, si le dices a alguien sobre él o sobre mí iré por ti imbécil y ese día si será el último en que tus patéticos ojos vean la luz, es mejor que huyas de París y por si no te diste cuenta acepto tu renuncia- él seguía con su cara aterrado –¿Entendiste Clarke? ¡Asiente si entendiste!- de inmediato lo hizo y chilló -¡Sí!- lo solté y miré que corrió, me incliné apoyando mis manos en el mármol con la cabeza hacia abajo, realmente me sentía una miserable debido a mi momento de debilidad, me erguí y regresé adentro, detuve a una de las empleadas –¿Dónde están los divanes?- ella me señaló una puerta al fondo, asentí en agradecimiento y me quedé parada frente a la entrada no quería entrar, simplemente no quería dormir ahí con él mi mente seguía ocupada con Clarke y su exquisito cuello, tragué fuertemente, me apoyé contra el marco de la puerta y crucé los brazos, tranquilizándome para no salir huyendo en busca de ese cobarde.
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Mensaje por Deiran Chassier Sáb Abr 05, 2014 4:27 pm

El entusiasmo es el pan diario de 
la juventud. El escepticismo, 
el vino diario de la vejez. 

Pear S. Buck
Cerrando los ojos y apretando el puente de mi nariz apoyé mi cuerpo en la pared dejando atrás a la ‘’potra salvaje’’  miles de pensamientos me golpearon sin saber cuál de todos escucharía primero. Traté de tranquilizarme y sentí la presencia con claridad de la neófita por la casa, sentía cada uno de sus emociones que me dolía una vez más. Cansado por el ambiente de hostilidad y la noche que no la había pasado del todo bien recobré la postura y me deslicé con cautela por la habitación en donde había dos divanes, donde dormía Yuna y yo. Me pregunté por ella de nuevo sin obtener una posible respuesta, quizás no pasaría la noche aquí y lo vi ventajoso, sería un problema más tener que explicar la historia de la ex cazadora y de las razones que me llevaron a transformarla en un demonio, sólo yo las conocía, nadie más tenía por qué saberlos, no en estos momentos donde el terremoto buscaba destruir a su paso todo. Tomando una copa fui hasta el pequeño estante de licores y serví una enorme copa con aquel líquido carmesí. Miré mis brazos y crují mis dedos despacio apretándolos los que tronaron de inmediato era como si una eternidad había caído en ellos.
Senté mi cuerpo en una de las sillas del lugar, la habitación cálidamente decorada no sólo era la morada donde descansaba sino que también era el lugar más privado de la casa, donde sólo nosotros podríamos estar sin ser interrumpidos, los sirvientes tenían terminantemente prohibido entrar y para la limpieza que era algo estricto tenía que borrar sus memorias, no quería que nadie más llevara el recuerdo de dónde se encontraba nuestro cuerpo dormido y débil cuando la luz del día se plateaba. El líquido resbalaba como sangre en mi garganta, la perfecta fermentación y el ácido-dulce suficiente lo hacía ser una exquisitez, ardía.  En la boca del estómago sintiendo un leve fuego me hacía doler los colmillos, necesitaba sangre pero no como una efímera miseria era hambre voraz de otra boca. Mi cuerpo estaba sufriendo cambios y yo sin saber por qué pero era su presencia seguramente no estaba acostumbrado a esta especie de conexión con nadie, ni siquiera con la otra vampiresa, éste lazo era tan delgado pero fuerte que aunque quisiera huir de él no podría. Era desesperante, terminé el vino y dejó una sequía  en mis labios cerré los ojos y el olor de un humano se vino directamente a mi nariz. Frunciendo el ceño miré el reloj de piso y marcaba pasado de la media noche, no era nadie que yo esperaba, entonces mi oído se agudizó y pude oír las voces, lo agitado que estaba el ambiente. Levanté mi cuerpo de la silla y fui hasta la puerta observando desde una de las esquinas todo el melodrama de Amelia con el tal Liam. Mis dientes crujieron y el ardor de ver la sangre de ese humano recorrerme la boca era intenso. Negué sabiendo que no me metería en eso pero había desobedecido una de mis reglas y conmigo no se jugaba, me giré y fui a buscar a la sirvienta que había dejado entrar al humano.
Llegando hasta ella le perforé la espalda sin mediar palabra, las demás mujeres estaban horrorizadas y les fulminé con la mirada —¿Qué dije sobre las visitas para la señorita Kruspe en esta casa?- todas me miraron confundidas y agacharon la cabeza —Nada de ellas- repetí irritado y giré el rostro para verlas —Y si por mala suerte uno se colaba como ese ser que está en mi living- les miré —me lo dijeran… - miré en dirección a donde estaba Amelia —Si por alguna razón esto se vuelve a repetir este corazón que llevo en mi mano será la de alguna de ustedes- aventé el pedazo de carne al lavaplatos y me limpié la mano con una manta —Quiero ver a Bernard, ahora- exigí para ellas y corrieron a hacer lo que les pedí.
El cambiaforma era un fortachón de un poco más de mi edad aparente, tez morena, cabellos negros y bien parecido, con apariencia de sicario de pago pero eso era lo que realmente era. —Ese humano, síguelo y dale una lección, quiero que busques a Imrre- murmuré bajo, una vampiresa que se ocultaba en los bajos puentes de París —Que borren su memoria y todo lo relacionado con Amelia Lincoln- el hombre asintió sin decir una palabra más y antes de que se fuera le detuve con la voz —Que su bello rostro sea una verdadera obra- me giré dirigiéndome hasta donde Leer se encontraba y caminé tranquilo hasta la puerta. Abriéndola  le vi ya de una manera diferente y quedándome de pie justo tras de ella le exigí. —Amelia, entra.- mi voz firme —AHORA- recalqué y comencé a abordar el pasillo que me llevaría hasta la sala donde nuestros aposentos nos esperaría.
Cerciorándome de que ella siguiese mis pasos llegué hasta el lugar y abrí la puerta, esperaba que ella entrara y una vez dentro cerré la puerta quedándonos ambos solos, no iba a mencionar nada con respecto a nadie, no ahora  —Ese es el nuestro- señalé con un dedo el enorme diván blanco con finos acabados en oro, bordes bien pulidos y salientes de unos pequeños diseños color plateado por todo el contexto, dentro  un acolchonado de algodón con una impermeable salida y entrada de luz. —Ese de ahí es el de Yuna, pronto le conocerás- miré el otro diván que era más pequeño pero con suficiente espacio para un cuerpo. Comenzando a quitarme la ropa ignoré las miradas de ella y le di la espalda, no tenía que esconder, ella era mi descendencia casi como un pedazo de mí.  Quedando en ropa interior de la época, unos pantaloncillos largos blancos que daban hasta las rodillas, ceñidos por un elástico  en la parte baja dejé ver mi cuerpo y caminando confianzudamente hasta el diván me recosté apagando las velas a mi paso. —Rápido- susurré una vez dentro cerrando los ojos, sería la primera vez que mi diván ocuparía el cuerpo de una mujer una que estaría llena para la eternidad de sus virtudes.


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Deiran Chassier
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Mensaje por Leer Kruspe Vie Mayo 09, 2014 12:03 pm

Míseros mortales que, semejantes a las hojas, ya se hallan florecientes y vigorosos comiendo los frutos de la tierra, ya se quedan exánimes y mueren.
Homero
Después de haberme deshecho de Liam aún no concientizaba que era esto que sentía, él era tan exquisito jamás me había parecido tan deseable, era como si toda su hermosura escondida debajo de esa piel tan tersa y pálida estuviera emergiendo al igual que un gran ave con grandes alas y hermoso plumaje, Liam no era un tipo poco agraciado, de hecho cuando lo conocí me sorprendí un poco debido a su juventud y el hecho que fuera uno de los mejores en su campo, a menudo llegaban a mis oídos rumores de sus salidas con duquesas y mujeres de la alta sociedad, aristócratas dispuestas a pasar la noche con ese abogado de quinta, Abie se entusiasmaba al escucharle invitarme a cenar o alguna otra actividad de las que pueden ofrecer París según ella “hacíamos una linda pareja” ¡Abie se interesaba por cualquier hombre hasta en este que me acababa de convertir en lo que soy ahora! ¡Es ella la que debería estar en mi lugar! Seguramente no hubiera puesto la mayor resistencia en obedecerle y complacerle en lo que fuera como una patética esclava, bufé, porque ahora él era totalmente exquisito a la vista, toda característica la cual fue pasada inadvertida frente a mis ojos resaltaba, brillaba, burbujeaba, me llamaba, me seducía, quería poseerlo, como si fuera una simple piedra preciosa que está abandonada en una cueva la cual he descubierto por casualidad, claro está que no era un deseo sexual, ese deseo solo se había cruzado por mi mente en una ocasión y de la misma forma en que se había encendido se había escapado de mi percepción, ahora mi deseo pasional era un asexual, un hermoso deseo asexual, un malvado deseo carnívoro y un amo castigador entre ambos, de inmediato fruncí el ceño y recordé sus palabras “Eres como un precioso libro abierto que puedo leer cuando quiero, estás abierta a mí sin siquiera poder poner resistencia, por eso sé todo lo que en esa cabeza maquinas” me quedé inmóvil pensando en el bienestar de Liam, realmente no es que lo quisiera pero tampoco quería verle herido, una equivocación la puede cometer cualquiera, somos seres imperfectos después de todo, ya seamos inmortales o no, él jamás hubiera pensado que este encarcelador era un vampiro, nadie va por la vida preguntándole a los demás si tiene gusto por la sangre, si posee colmillos que arrebatan vidas y sueños y si se es inmortal, iba a ser culpable si le hacían algún tipo de daño ¡¿Leer por qué eres tan tontamente impulsiva?! Centré mi vista en un punto inespecífico y empecé a analizar la situación, debía decírselo y asegurarle que Liam no abriría la boca, que era de mi plena confianza y aunque lo ataqué y quise arrebatarle el calor y la vida él jamás me traicionaría –Liam ineficiente espero que hayas acatado mi orden y huyas porque algo me dice que esto no puede terminar bien- murmuré para mí misma con algo de enojo, negué queriéndome tranquilizar, queriéndome olvidar de lo que acaba de hacer, de ese acto tan imprudente y tonto, cerré los ojos y me llevé las manos al pecho presionando la una con la otra, ningún latido, ningún retumbar, ningún murmullo, un corazón argentado y algente, por primera vez en 18 años no sentía su presencia –No Leer tal vez no se haya dado cuenta, tal vez ya se durmió, recuerda que te tiene aquí solo por capricho, no siempre tus actos serán tan fascinantes- apreté los ojos con dolor y me convencí que lo que acaba de hacer no era tan importante, en ese momento escuché una diatriba en la cocina, caminé con cautela y apoyé mis manos contra el marco de la puerta viendo con un solo ojo la escena, cuando miré a las criadas levantando el cuerpo de la empleada que me dejo sola con Clarke dejando un rastro de maravilloso amaranto y un corazón en el lavaplatos, estaba estupefacta, me llevé las manos a la boca horrorizada y no lo contuve -¡¿QUÉ PASÓ AQUÍ?! ¡¿QUI…QUIÉN HIZO ESTO?!- seguí viendo horrorizada aquella escena, ninguna soltó ni una palabra, solo bajaron las cabezas y se mantuvieron inmóviles, tragué pesado con los ojos totalmente abiertos, ya sabía quien había hecho esto ¡Ah pero no se iba a quedar así! Me giré molesta y con los nervios de punta de nuevo al recibidor, negué y sentí las lagrimas caerme en las mejillas, me limpié con la muñeca furiosa, viendo la luz de la luna entrar sin ningún murmullo a la sala de estar, un dulce ladrón que pulía la madera del enorme piano negro que se anteponía a mis ojos, estrellé mi puño en la pared, de nuevo lo de Liam me impactó los pensamientos ¡maldita zozobra! Me giré de regreso al marco de la puerta y me abracé el estomago, cuando en ese momento sentí un olor diferente y de nuevo la tentación de un corazón fervoroso me estaba dejando desarmada, cerré los ojos y aspiré el olor como si se tratase de un perfume de alta calidad, miré de repente un tipo en la puerta, era alto, fuerte y bien parecido, bajé mi rostro un poco y desde debajo de las cejas lo penetré con la mirada, por un breve momento se cruzaron nuestro ojos, bum bum la bomba que impulsa la sangre en el cuerpo estaba gritando desesperada que probase su elixir, la ingurgitación de su yugular era tan magnífica que me dejaba sin fuerzas, su piel morena parecía miel que me invitaba a que la probase, sus labios exquisitos, su calor tan intimo, su tragar admirable, era una obra de arte andante, una pintura que podía poseer sin necesidad de pagar por ella, un cuerpo en el cual podía cincelar cualquier dibujo caprichoso que se estuviera empezando a sombrear en mi mente, sangre a mi entera disposición, susurrándome que era su dueña ¡Oh Dios el cuerpo humano es la magnífica obra de la naturaleza, la arquitectura más meticulosa que el hombre puede apreciar, belleza en su máxima expresión! ¡Suficiente has ganado! ¡Quieres que nuestro encuentro sea tan rápido, de acuerdo no me detendré! Me pasé el dedo por el labio inferior sonriendo, rozando con la yema uno de mis colmillos y alcé la barbilla, cuando me decidí acercarme a él para atacarlo sin estar consciente de lo que sucedía a mi alrededor miré aparecer a Chassier, solté el aire aliviada por primera vez me sentí contenta de verlo, el hombre hizo una reverencia con la cabeza aparté mi vista de él y escuché el estrepito al cerrarse la puerta, le di la espalda a Chassier y  me llevé las manos a la garganta, mis labios estaban secos, los succioné y humecté, quería beber, las imágenes del cuerpo inerte de la mujer en la cocina con aquel liquido tan vigoroso saliendo de su hermoso cuerpo me aturdían, escenas cortadas en momentos específicos, un divino collage, tragué doloroso y tomé respiraciones innecesarias, apreté las manos en puño y los dientes, el demonio me estaba sometiendo, estaba cobrando intensidad, un huracán dentro de este cuerpo marchito, me mordí la lengua fuertemente y sentí mi propio sabor metálico, un discreto gemido salió de mi boca -¡Maldita sea debes controlarte!- la voz en mi cabeza estaba furiosa, la visión se empezó a tornar decadente, tan excelsa, tan sublime, tan placentera y ahí estaba el demonio ¡Así es Leer! ¡Vamos pequeña neófita! ¡Me perteneces! ¡Lo estás comprendiendo muy bien! Mis manos temblaban ¿Cuánto más iba a durar esta dulce tortura? De nuevo el ardor inundo mis cuencas oculares, lava que estaba quemando mis ojos verde-azulado, haciendo su propio infierno, gruñí un poco y levanté la mano, me miré la muñeca embelesada, mi sangre era tan apetecible como si mi propio cuerpo fuera un banquete pantagruélico y taciturno, me la llevé a la boca y acaricié la piel con los colmillos Así no… ¡Busca alguien más! ¡Ve por Clarke Amelia, él es nuestro, démosle el beso mortal! ¡Un beso exquisito que se clavara en su piel con letras de sangre! Otra vez el juego que se había llevado a cabo toda la noche, mi hambre, mi dueña, mi ama y yo su patética esclava, su juguete, su monigote, cuando su voz me sacó del trance que provocaba mi propia sangre, me di vuelta dándole la cara furiosa –¡¿QUÉ HAS HECHO?! ¡¿QUÉ TE HIZO ESA MUJER ALACRÁN?! ¡ELLA NO TENÍA CULPA SI QUERÍAS CASTIGAR A ALGUIEN ERA A MÍ POSESIVO!- la ira me estaba derrumbando como un dulce maremoto, quería tirarle al suelo y desangrarle por su sadismo, pero eso que jugaba conmigo no lo permitía, no sabía cuánto más lo iba a soportar, no cuando la sed estaba llegando al clímax, no cuando quería alimentarme de quien sea, parpadeé -¡ESTÁS LOCO! ¡ERES UN SÁDICO! ¡NO VAS A LASTIMAR A NADIE MÁS ASESINO! ¡A NADIE! ¡NO LO VOY A PERMITIR!-  sonreí cínicamente y negué -¡Olvídalo! ¡No trato con dementes que matan a su propios empleados por placer!- de nuevo su voz grave y molesta y entonces recordé lo que me había hecho para que lo siguiera hasta aquí, no le permitiría que volviera a tomar control de mi cuerpo ¡JAMÁS! Decidí ir a la boca del león por mi propia cuenta pero no era ninguna liebre asustadiza así que esa retorica era sumamente inverosímil, lo seguí por el pasillo con la cabeza hacia abajo, mirando mis pies pisotear el piso con firmeza, con mi mente vagando a otros mundos y visiones, con mi mente en lo que estaba a punto de convertirse en una batalla de egos, en algo que no me dejaría vencer bajo ninguna índole, de inmediato nos quedamos solos en una habitación que aunque no tenía el aspecto tan meticuloso de la que estaba arriba aún así no estaba mal, lo miré ceñuda y mis ojos siguieron su dedo y vi el diván que era de “ambos” ¡Despilfarrador! ¿Qué se creía? Esto era tan estúpido ¡Era una mujer adulta, una mujer de 18 años, no una estúpida niña de seis! Luego dirigí mi vista al otro diván y escuché que pertenecía a alguien más ¿Yuna? ¿Quién es? ¿Acaso este sádico se dedica a convertir a chicas en sus vampiresas y las colecciona como si fueran muñecas o es su esposa, su novia, su amante, su hermana? ¿Quién es ella? Hice una mueca desinteresada, aunque internamente tenía demasiada curiosidad de saber quién era, resoplé y giré los ojos –Entonces ya que ella no está yo puedo dormir ahí, puedo comprarme mi propio diván, no dormiremos juntos ¡Olvídalo!- de nuevo el vampiro tozudo, era peor que las mulas, no entendía ni por la buenas ni por las malas, se empezó a quitar la ropa y arrugué la cara aguantando la risa, si antes no quería dormir con él en esas ropas en las que se estaba empezando a mostrar mucho menos, realmente le miré sin ninguna malicia, no lo necesitaba, había visto hombres en ropas más ligeras, si es que decir que lo único que los cubría era su propia piel, me encantaba dibujar toda clase de cosas que representaban una exquisitez para mi sentido del arte tan incomprendido pero si debía admitir un gusto culposo era el de pintar personas desnudas ¡En ese momento era una Leer libre y sin tapujos! Sonreí y me crucé de brazos, negué y pensé solo para que se diera cuenta que no sentía la mínima vergüenza  –Tan poco púdico Deiran, tan poco púdico- alcé una ceja y aparté mi vista burlona de su cuerpo, miré que se recostó y nos quedamos en la oscuridad, recosté mi cuerpo contra la pared con los brazos cruzados a la altura del pecho –Olvídalo mi papá tan impúdico, no dormiré contigo y menos en esas fachas- sonreí de lado con mis ojos brillantes en la oscuridad, una braza amenazadora, en ese momento deduje que si no obedecía por las mejores maneras él usaría su poder en mí y eso no debía permitírselo, no le debía dar el gusto, cerré los ojos fuertemente y tensé la mandíbula –Tranquila, tranquila, estamos cansadas Leer, no sigamos discutiendo- tragué pesado y le miré ceñuda en la oscuridad, realmente detestaba esto, yo jamás había dormido con alguien ¡¿Por qué ahora?! ¡¿Por qué precisamente con él?! ¡No quiero! Me senté en una silla y me quité las zapatillas, apoyé mis codos sobre mis muslos y me masajeé la cara ¡Dios ¿qué he hecho yo para merecer esto?! ¡Este castigo es peor que ser azotada por 10 hombres con látigos bañados en plata! ¡¿Qué pecado estoy pagando?! ¡Siempre fui buena alumna, daba diezmos  todos los domingos en la iglesia, no soy ninguna promiscua, no me creo superior a los demás ¿Qué hice?! ¡¿Es por pintar desnudos o es por mi orgullo?! ¡No lo puedo evitar, es parte de mí! ¡El cazar vampiros puede ser algo perturbador pero ya no lo soy! ¡No quiero esta tortura! ¡John estarías furioso de ver lo que soy ahora romántico empedernido! Me cubrí la nariz y la boca con las dos manos mirando con desesperación a todos lados, con el nudo en la garganta, deseando que la luz del alba me arrebatara de este mundo, deseando contar con una estaca para clavármela en el corazón y que todo esto terminara, de esta desesperación que se estaba apoderando de mi vida, pensé –Oh Francesca, no sabes cuánto te necesito nana, necesito tenerte a mi lado, sintiendo tus dedos en mi cabello, escuchando tus palabras comprensivas nana, los necesito, estoy más sola que nunca, tu hija adoptiva está siendo derrotada- me di cuenta que no obtendría una respuesta, y en este momento lo comprendí lo poco que quedaba de Amelia Lincoln había muerto, no quería seguir escuchando ese nombre, ya no lo iba a permitir, era hora que Leer reinara en mi vida, dejar que la frialdad y el desinterés por los demás se apoderara de mi cuerpo, deslicé mis manos hasta mi cuello y recordé sus colmillos clavados en mi piel mientras me dejaba sin mi vida, negué con la cabeza a punto de llorar, había profanado mi cuerpo, estaba perforado por esas dos piezas las cuales yo poseía ahora para la eternidad ¡IRRITANTE! Solté el aire por la boca lentamente y me mordí el labio fuertemente, desvié mi mirada hacia la puerta y pensé en salir pero estaba cansada de escuchar su molesta voz, caminé con un paso cansino al diván, me recosté y le di la espalda, buscando la orilla para mantener alejado mi cuerpo lo más posible del de él, aún así lo sentía cerca y era realmente molesto, no estaba acostumbrada a descansar con alguien más, estaba famélica, su sangre corría en mí y quería tomar más ¡Maldito demonio! Era desesperante, murmuré entre dientes –Deberías de dormir con una camisa por lo menos, ya no vives ni duermes solo papá- con burla dije lo último, sin respuesta –Y por última vez en la noche te repito esto, me llamo Leer Kruspe esa será la única mujer que conocerás, Amelia Lincoln está muerta para ti, así que no me llames Amelia porque la próxima vez que lo hagas no obtendrás respuesta, grábate ese nombre mi creador- fruncí el ceño y cerré los ojos, abrazando mis piernas contra mi estomago, dejando las palabras fundirse con el aire, meditabunda de todos los pasos que me llevaron a esto, quería crear nuevas imágenes, nunca haber regresado de Moscú o tal vez no haber acatado la orden de mi mamá aquella noche y haber muerto desangrada al igual que ella, pero no, la vida tiene muchas vueltas que pueden convertir el viaje en una fascinación o en una vuelta con una oscuridad que nos arrebate para siempre y aquí estaba yo con una nueva naturaleza  y haciendo de esto una nueva experiencia la cual por el momento no entendía en ninguno de sus aspectos, era una ex cazadora convertida en vampiresa, una criatura amante de la sangre, una neófita con la sangre de este ser estancada en las venas, si él quería que fuera su verdugo no dudaría en convertirme en eso, iba a ser toda una carga para él y un desafío que jamás podría vencer, ahora estaba despierta y viva.



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