En medio de la tormenta || Libre

Ahí estaba ella, dando un paso tras otro, la experiencia en fingir le había dado exactamente los motivos necesarios para no tropezar cuando dio el último paso al terminar de bajar las escaleras, no quería estar ahí, por ella hubiera salido corriendo por la puerta para perderse con la noche, dejar que la envolviera e hiciera con ella lo que mejor le pareciera, pero no podía, no debía, quizá esa noche cruzaría la puerta alguien... Pero al momento no estaba así que simplemente exhaló fuertemente mientras miraba a todos los que se encontraban en aquella sala, algunos ebrios otros no tanto, pero todos con aquél olor tan característico, aquél deseo y lívido que se les marcaba en los ojos, las ganas que se quedaban marcadas en los labios mordidos, aquella lujuria que les invadía el cuerpo de arriba a abajo haciendo que cada parte de ellos reaccionara, dejando respiraciones agitadas y miradas cómplices mientras ella simplemente se tensaba más a cada segundo que pasaba, mientras ella contenía las arcadas en su garganta y el llanto que le quería salir, su voz podría sonar quebrada, pero eso era irracional, ¡Tantos años! ¡Tantas veces! Y sí, aún seguía temiendo ser poseída una y otra vez.

-Lizbeth ¡Ven acá!- fue todo lo que escuchó Claudia y a pesar de resistirse por un par de segundos su mirada tuvo que enfocarse en el burdelero y caminar hacia él, sus caderas iban marcando el ritmo que le hacía originar un vaivén dejando que su cuerpo se bamboleara de forma sensual, odiaba ese caminado, pero así fue como llegó a la barra mientras le miraba expectante, esperando que la regañara, pero en contrario de eso, fueron otras sus palabras -La señorita, te ha solicitado- a la cortesana se le fueron los colores de arriba para abajo mientras sus orbes se enfocaban en el hombre, su mano se posó sobre la barra y cuando tomó aire se giró para ver a la mujer que estaba a su lado, no se había percatado de ella hasta en ese momento, en el que tuvo que sonreirle mientras analizaba de nuevo las palabras del hombre -Buenas noches, my lady- la mano diestra de la mujer se estiró hacia el chico que atendía la barra y tomó la copa que le ofreció para después de ello tendérsela hacia la rubia, sus movimientos eran lentos, delicados, precavidos y también miedosos, pero ahí estaba ella, mirando de reojo como los hombres la iban dejando sola con la chica que la había solicitado en aquél momento, así que se paró firme delante de ella.

¿Qué hacer? No sabía, pero para algo la habían llamado así que simplemente se quedó esperando que ella dijera alguna orden, había ocasiones en que los pedidos eran tan extraños que nunca podía decirse que le atinarían a las nuevas expectativas de aquellos clientes, pero algo si sabía Claudia, todo sería nuevo, pues nunca había sido solicitada por una mujer y eso ya hacía todo completamente diferente y desconocido para ella.