Y entonces ¿que pasó? (Ruslan)

por Invitado Mar Mayo 27, 2014 5:01 pm

Nunca confíes en la sombra de quien te sonríe
-Melonee-

Una mañana soleada todos salían de sus hogares a sus trabajos o diversiones matutinas, incluso algunos limpiaban sus establecimientos de toda la guachaca de la noche y otros establecimientos arrojaban borrachos y mal vivientes que buscaban colarse a las habitaciones de las florecitas nocturnas y sus jardineros tenían que cortar esa mala hierba a punta de empujones y palazos...en eso por medio de las calles una jovencita sentada en una banqueta frente a la pileta del centro de la ciudad...su pequeño vestidito color verde agua con zapatitos de charol negro y mediecitas con volados y lacitos verdecitos, un abriguito corto de color negro y una muñeca sin cabeza vestida igual a la pequeña.

Las miradas de las personas iban y venían de la pequeña a su muñeca una pintura fuera del orden social establecido en la ciudad y más en una ciudad como París, la pequeña movía sus piecitos que no tocaban el suelo, su mirada pérdida con una sonrisa en los labios que formaba un pequeño hoyuelo...su cabello peinado medio recogido con una trenza a un lado que termina con una pluma de águila, mira a todos lados a vivos muertos.

Se baja de su asiento sonriendo hacia la nada o mejor dicho hacia alguien que sus ojos miraban, su muñeca sujetada a sus dedos haciendo que los pies quemados de la muñeca rocen el suelo empedrado de la calle central, se acercó hacia la pileta y arrojó a su muñeca ahí mirando a un lado –Señor puede ayudar a matilda no sabe nada y si no sale se ahogará además si no se distrae podría ser usted quien pierda algo- con la sonrisa inocente un hombre mayor toma a la muñeca limpiándola –Pequeña deberías tener otra muñeca esta, está muy sucia y sin cabeza, ven te compraré una nueva muñeca- la niña fue llevada a un taller de muñecas de porcelana con bucles hermosos y pieles tan tersas como la de los vampiros, unos ojos oscuros y muertos con los de los lycans y unas uñitas bien cuidadas como las de ella.

Cuando el hombre compraba la muñeca la pequeña mafiosa sustrajo una agenda y un reloj del bolsillo del hombre que confundía los efusivos abrazos de la pequeña como muestra de agradecimiento por el regalo, para despistarlo tomó a su muñeca rota caminando por todo el taller hasta llegar a la puerta y así como vino salió de ahí con una sonrisa caminando por donde había venido con la libreta y el reloj dentro de su muñeca rota que era una caja para guardar secretos.

Se detuvo en su andar girando su cabeza y la sonrisa en sus labiecitos rosados –Acaso lo que hice está mal- pregunta retomando su caminar como si lo dijera al aire, pero no era al aire, ella sintió y vio a alguien que no veían todos porque no podían ni querían.

por **Lasher** Vie Mayo 30, 2014 11:44 am

Desde su llegada a la capital se había sentido como un extraño, siendo los primeros días los más pesados. Un mundo le separaba de la tierra que le había visto nacer y morir en poco tiempo. Rusia era fría, solitaria, como él pero en París las cosas eran muy diferentes, cada detalle en las calles era hasta cierto punto embriagador. Durante el tiempo que su condición fantasmal le hizo deambular de un lado a otro había sido testigo de una y mil formas de actuar en el raciocinio humano, amantes lejanos, familias separadas por peleas, disputas por herencias, a donde quiera que el volteara se topaba con una gama de comportamientos perturbadores, la contradicción de la que los humanos son presa.

Acostumbraba dar un pequeño concierto en las plazuelas antes de que los últimos rayos del sol murieran en las fauces de una nueva oscuridad. No importaba si los extraños le arrojaban una moneda o no, él tan solo quería ser escuchado, quería que las personas hallaran un remanso de paz en las melodías lúgubres que nacían de su viejo Stradivarius largo. Con la pequeña bolsa aterciopelada colgando en su hombro izquierdo avanzó entre un pequeño tumulto de personas, sonreía cuando se topaba con la mirada de algún chiquillo ingenuo que le saludaba, se mantenía callado cuando la ocasión ameritaba pero normalmente su amabilidad salía a relucir, aún con extraños.

En la distancia notó la peculiar vestimenta de una niña aparentemente sola, estaba acompañada de una muñeca maltrecha, el hecho de que ambas lucieran de forma similar capturó su atención y le obligaron a detener su paso mezquino, el fantasma se mantuvo alejado de ella pero sin apartar su vista fue testigo de aquel pillaje. Una ligera carcajada se esbozó en su rostro, normalmente estaría en contra de lo que había hecho pero semanas atrás había visto a aquel hombre comer sin pagar, así que de algún modo el universo estaba equilibrando las cosas. La pequeña salió de la tienda acompañada de su peculiar juguete y al susurrar una pregunta al aire el fantasma se vio obligado a acercarse un poco más y responder.

-Sabes que creo- sonrió.-Que, esta pequeña no debería hacer cosas como estas a menudo.-

Colocó su mano izquierda sobre la cabeza de la niña, el hecho de que pudiera establecer una comunicación con él le decía que no era del todo común. ¿Una médium o una bruja quizás? Se sentó sobre la banqueta mirando la fuente y regresó la mirada hacia ella después de unos segundos.-

-No deberías estar por acá tan sola, mi nombre es Ruslan, ¿Cuál es el tuyo? –preguntó en un tono dulce intentando conocerla.

Sin apartar la vista cayó en la cuenta de que quizás ella estaba tan ausente y solitaria como él, había charlado ya anteriormente con hombres y mujeres pero era la primera vez que un infante llamaba su atención.

Y entonces ¿que pasó? (Ruslan)

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