Noche de teatro y reencuentros - Privado

por **Arisha Spivak** Mar Sep 09, 2014 7:35 pm

- Dentro de cinco minutos a escena, señorita Strano – dijo la voz del ayudante del director de obra. La mujer que se terminaba de colocar un seductor vestido de satín rojo, con un escote provocativo sin llegar a ser obsceno, miró con desagrado en dirección a la puerta. – grazie… pronto estaré lista – dijo en voz alta. Le era por momentos tan insoportable aquel hombrecillo desgarbado y poco atrayente, que se deslizaba por los pasillos del teatro, escudado en la benevolencia del encargado del edificio que Serene soñaba con sacarlo a empellones de allí. - Sería tan fácil hacerle dejar de sufrir su existencia penosa y miserable – dijo, mientras la posibilidad de hacerlo desaparecer se escurría por sus pensamientos dejando paso a un recuerdo que la dejó helada. Su mirada fija en la capa de terciopelo negro que debía colocarse le recordó unos cabellos del mismo color, oscuros como la noche, unos ojos profundos y aquella voz varonil, que a veces se aparecía en sus sueños y pesadillas, la hizo temblar. Le reprochaba haber matado sin pensar, la miraba con desprecio y por primera vez en su vida sentía que esa sensación le desgarraba el pecho – ¿pero porque? – era una pregunta sin respuesta. Las imágenes en su mente continuaban pasando una tras otra, un pequeño cementerio, una mujer muerta, su boca probando la sangre de aquella muerta y luego una muñeca de piel tan pálida, como la de ella, le ofrecida su liquido virtuoso para así salvarla y a la vez enseñarle que no debía hacer.

Su mano quedó suspendida en el movimiento de cepillar sus largos cabellos color azabache, mientras su mente seguía intentando capturar el nombre de quien era el dueño de esos ojos y esa voz, pero aquello le era imposible, - ¿Por qué no puedo recordar cómo me convertí en esto? – caviló, volviendo a cepillar con movimientos suaves, pero más rápidos, sus delicado cabello.

El sonido de unos golpes en la puerta la sacaron de sus cavilaciones, - un momento, casi estoy lista – contestó, intentando que su voz sonara dulce, aunque de ser aquel hombrecillo le daría una buena mordida. Inconscientemente sus colmillos se extendieron de solo pensar en obtener un poco de ese líquido cálido, ligeramente espeso, que fluía con cada latido del corazón de aquel ser viviente. Inspiró profundamente para hacer que aquellos peligrosos y letales colmillos desaparecieran. Entonces un aroma a rosas inundó sus fosas nasales. – Rosas color de la sangre – se dijo, ella sabía muy bien cómo distinguirlas, eran una rara especie, que solo se daba en aquella delicada isla del Lago Maggiore, creadas por su abuelo, cerró los ojos recordando tenuemente el paisaje dorado y los cielos azules de su querida tierra natal. Esa que nunca más había vuelto a ver luego de convertirse en Vampiro. Su entrecejo se marcó con una pequeña arruguilla, ¿Cómo era posible que no se acordara quién era su maestro, su sire?

Negó suavemente con la cabeza, no tenía sentido pensar en aquello ahora, ya que su vida había vuelto a cero. Sonrió débilmente, - vamos Serene, el show debe continuar - se contempló, alisando algunas arrugas del vestido y colocando la capa sobre sus hombros, para luego abrir la puerta. Tras un breve saludo, dio la indicación necesaria, a su asistente, para que le dejaran las rosas en una pequeña mesilla de café, para disfrutar de ese perfume en la tranquilidad de su camarín. Se dirigió tras bambalinas, había tomado una de las rosas, la llevaría en la mano, dejándola a su lado en el momento en que se sentara cuando la escena así lo requiriera. De ese modo, el caballero que se las había mandado podría saber que las recibía con agrado. Claro, si era un humano, aquella noche podría ser su cena. Sus labios se curvaron de una forma sensual y maliciosa, apretando su mandíbula para que los colmillos no asomaran, pero el destello en sus ojos la delató.

Como siempre espió por el telón, la cantidad de espectadores, los palcos que se habían ocupado, casi todos estaban ocupados, al igual que el del dueño del teatro al que saludó con una leve inclinación, - já quien hubiera dicho que ese hombre era el dueño de éste lugar – caviló moviendo la pesada cortina, cuando algo llamó su atención, en uno de los palcos, un rostro, extrañamente conocido, miraba todo el lugar como examinando la posibilidad de quedarse o irse. Su mente intentaba recordar el nombre de ese extraño, pero le era imposible, como si lo hubiera bloqueado. Tan concentrada estaba que no sintió cuando una de las otras actrices se acercó para advertirle que comenzaría la obra. Hizo un pequeño salto y llevó su mano a su pecho, cosa que podría parecer ridícula para un vampiro que llevaba años con su corazón detenido, - ¿o acaso no era así? - no podía entender por qué a veces tenía esas salidas tan humanas, cuando ella misma pensaba que debía de ser un ser de la noche con varios años o siglos a cuesta, pero la verdad era que no lo sabía, no podía recordar nada más allá del despertar en mitad de los lagos de Italia. Asintió con un movimiento de cabeza mientras volvía a asomarse para contemplar nuevamente al caballero -¿de dónde te conozco? ¿Quién eres? – se dijo en voz baja.

por **Violante** Jue Sep 11, 2014 12:27 am

Aidara, todo giraba en torno a Aidara. El mundo del príncipe tenía como nombre Aidara. Él así lo había querido y así lo aceptó. Por eso, negar que estaban en París por su esposa era un crimen a ese sentimiento que los mortales llaman corazón. Aquella que fuera su esposa como mortal era ahora la dama de compañía de Aidara. Su motivo era muy simple. Aidara quería despedirse de sus padres, no los volvería a ver y en la boda tan sólo fue un hasta luego. El príncipe no se negó, no solamente era el amor que le tenía, sino también el tormento que lo seguía persiguiendo pese a que Aidara aceptaba su nueva naturaleza.

Benelope había propuesto que Aidara se acercara a ellos en la oscuridad, como una cazadora a motivo de poder resistir su sed de sangre. Por ese motivo el príncipe andaba solo por las calles parisienses. Pensativo cruzó la Rue Revoli, había negocios aún abiertos, las cafeterías no tenían lugar a más y él, con su sentido telepata abierto captaba todo pensamiento, en un vano intento de sosegar su tristeza.

Cuando sus pasos lo llevaron frente al Théatre Des Vampires, reflexionó al ver la extraordinario edificación que le pertenecía al teatro. Como inmortal había escuchado que los actores eran vampiros y en su momento le pareció curioso exhibirse como vampiros a los mortales y que éstos los creyeran simples actores mortales. Sonrió planteándose frente, una pareja pasó a su lado pensando en la exhibición de aquella noche y creyó que podría distraer su mente. Así, bajo ese pretexto entró con un ánimo que momentos antes no tenía.

La sala estaba casi llena pero había conseguido un lujoso palco, quizás se trataba de ser reconocido como el príncipe de los Países Bajos, cuyas relaciones son directas con Dragos, pero sobre todo, Amanda Smith. Una vez llevado a su lugar no se le molestó más. Afortunadamente para su estado de ánimo, había llegado tarde y la función estaba por iniciar. De pronto, sintió un pánico, se sintió observado y una incomodidad monstruosa lo rodeó casi sofocándolo. Aterrado se puso en pie decidió a irse, mas no lo hizo; no fue porque alguien externo se lo impidiese, o ese mismo terror. No, fue la curiosidad de saber a que se debía ese impulso humano. Regresó a su asiento y vio una mirada que fue retirada de inmediato, por lo tanto, no consiguió ver a la que supo era una mujer.

El príncipe se acomodó en su asiento como si se tratara de un trono. La función comenzó levantándose el telón. Fue entonces que el miedo se volvió contra él, lo petrificó. Ahí en el escenario estaba Saskia, su primera neófita, la razón por la que él se había jurado no convertir a nadie y se sintiera culpable de romper su promesa con Aidara. ¿Pero acaso Saskia no estaba muerta? Tiare se lo había asegurado. El cuerpo del príncipe se estremeció en acto humano, no, no podía ser ella, tan sólo debía de ser el fantasma de la culpabilidad de lo que había hecho. Saskia no lo perdonó cuando vivía y creía que sucedería lo mismo con Aidara.

por **Arisha Spivak** Jue Sep 11, 2014 2:02 pm

Aun con su pensamiento en el extraño, se encaminó a tomar su lugar en el escenario. Con una mirada de seducción, esperó a que el telón se abriera. Sus partes en la obra eran Protagónicas, su bella figura se encontraba en la marquesina, como su nombre, pero su rostro estaba velado por un antifaz o sombrero de vuelo volcado. Porque su trabajo principal necesitaba de privacidad. El Ángel de la Muerte, no debía ser reconocido por sus posibles víctimas. Por eso, Serene, debía dar la impresión de ser tan dulce e inofensiva como un ángel, como le fuera posible, para luego arrebatarles la vida por transgredir las leyes impuestas por el Clan. Era la muerte para los vampiros que le señalaba su Rey de Corazones, sin importar que se tratase de sus propios conocidos, amigos o parejas, ella sería siempre leal a su Rey. Aunque debía reconocer que amaba su trabajo. Algo que no llegaba a entender, como si en el hecho de segar la vida inmortal de uno de sus semejantes, estuviera cobrando una vieja deuda. ¿Acaso algún vampiro habría jugado con los sentimientos de Serene?, no eso no podía ser posible, ¿quién sería lo bastante tonto o arrogante para herir a la Muerte Enamorada?

En el último acto, se acercó al vampiro que sería sacrificado, buscó la venia de su Rey en los ojos rojizos de Istvan y antes de besar al vampiro recitó unos versos que ella misma había escrito como epitafio para sus víctimas -“Ven amado mío… Contempla con adoración, la mirada de la muerte, aquella que suele ser dulce como la miel… para quien la ha esperado por largo tiempo… deja que te cubra con mis besos… que arranque tu vida, entre suspiros de agonía…”- Sus ojos se volvieron del color del vino rojizo en el momento en que lo besaba con pasión y una gota de sangre cubría su comisura. Recostada seductoramente al lado de su supuesto amante en una shezlong, lo fue llevando a la muerte. El telón cayo y los asistentes se encargaron del vampiro, - llévalo ante el Rey, la tarea está cumplida – dijo con autoridad, mientras, limpiaba con un pañuelo la comisura de sus labios. Debía apresurarse, pronto el telón volvería a subir.

El maldito asistente paso a su lado – madame como todas las noches, su actuación es … magnifica… tan real que me petrifica el corazón – los ojos del hombre se posaban en la boca carnosa de Serene, para descender descardo hasta su escote e intentar adivinar la belleza de aquel cuerpo. Serene sonrió mientras, le propinaba un suave golpe en la mejilla dado con su abanico, - porque mejor no vas a preguntar el nombre del caballero que ocupa el palco contiguo al jefe… - zalamero como era el humano, pronto se alejó en dirección de los palcos principales – dile que lo espero en mi camarín – Tomó la rosa y le dio un beso en los pétalos - entrégasela, asegúrate que nadie lo detenga – enarcó una ceja mientras el engendro se perdía por los pasillos del teatro.

Volvió a colocarse en el lugar adecuado, para la escena de su propia muerte. Una muerte muy romántica, típica de la época y de los deseos del público humano. Ella moría de amor por un hombre que le había jurado amor, le prometiera casamiento y luego la abandonara sin miramientos. Ella moría entre sollozos y dejando que el sol, consumiera su cuerpo. Con una trampilla muy bien disimulada en el suelo del escenario, parecía que era desintegrada por rayos áureos, dejando solo su capa de terciopelo negro como único testigo de su sacrificio por amor. Un última mirada, cargada de amor y sufrimiento había sido dirigida al extraño, antes de desaparecer de escena. Debía lograr que aceptara ir a su camarín y allí sacarle la información que despejara su pasado.

Se dirigió a su camarín,-¿Adónde vas? Todavía falta que saludes – ella no dejó que el director de la obra la tocara, - esta noche no estoy de humor para inclinarme a saludar a míseros mortales – le dijo con desprecio. – Di que me indispuse, recibe tú los elogios – le respondió con sarcasmo, mientras se alejaba apresurada a su refugio.

por **Violante** Jue Sep 11, 2014 11:21 pm

El tormento del príncipe se intensificó cuando salió en escena. Su interpretación no le exigía hablar continuamente, pero aquella voz idéntica a la de Saskia hizo que el terror surgiera nuevamente en él. Percibió esa sensación que él se imaginaba de las bravas llamas sobre un cuerpo o los fulminantes rayos del sol que podían matarle. Entonces se atrevió en penetrar esa mente, comprobar de esa forma que sus ojos estaban bajo un hechizo o sólo era el fruto del inconsciente que no lo dejaba en paz. Se tensó totalmente cuando no pudo leerle la mente, «no puede ser Saskia, no, no es ella, no puede ser» quería creerlo, quería creer por primera vez en las palabras de Tiare, «bloqueo mental, debe de ser eso» se justificaba.

El tiempo no fue generoso con él, la obra que se exhibía delante de él le era totalmente indiferente, sus ojos sólo estaban concentrados en aquella vampiro, en sus movimientos. Se sentía torturado, era como si estuviera recostado en una mesa de piedra, sujetado de pies y manos, totalmente expuesto a la perversidad de la Santa Inquisición. ¿Parpadear? No podía hacerlo, ¿mirar a otro lado? Lo deseaba así como añoraba ponerse en pie e irse, pero no podía. Estaba totalmente petrificado, rendido a la incertidumbre de quien era aquella actriz.

—“Ven amado mío… Contempla con adoración, la mirada de la muerte, aquella que suele ser dulce como la miel… para quien la ha esperado por largo tiempo… deja que te cubra con mis besos… que arranque tu vida, entre suspiros de agonía…”— aquellas palabras que dijese la mujer fueron como una daga a ese corazón que no late. Le dolió, quiso llorar y pensó en Aidara. «¡Dios como pude haberle hecho eso, que la amo!» se reprendió recordando la noche en la que murió Saskia, allá en el Hotel Des Arenes.

Perdido, no se dio cuenta cuando el telón cayó, y mucho menos cuando alguien se acercó a su balcón y rogó porque lo escuchase. —Disculpe señor, vengo en encargo de la señorita Strano— dijo el hombre por detrás, aún oculto en las sombras. El príncipe, totalmente aterrado alzó la mano indicándole que se acercara. —Pide que me acompañe pues quiere entrevistarse con usted en su camarín— su voz sonaba un poco temblorosa, mas eso no le importó en lo más mínimo, él mismo estaba hecho un desastre. Nació entre ellos el silencio y éste se prolongó por un par de minutos. Permanecía callado, no encontraba las palabras para negarse; se sentía acelerado y que el aire le sofocaba pese a que eso era imposible. —Llévame entonces…— dijo con voz severa poniéndose de pie y mirándole con desdén. «¿Por qué había hecho eso?» no lo sabía, era otra incógnita que surgió.

No le interesó el lugar, por ese motivo no fisgoneó entre las bambalinas ni entre los pasillos de los camarines del resto de los actores. Tampoco le interesó saber quienes lo observaban, si lo reconocían, si lo consideraban un extraordinario ejemplar o simplemente sintieran envidia por él. No, su mente estaba ocupada en saber quien era aquella señorita Strano. El asistente llamó tres veces y de adentro se escuchó la voz de la mujer. Violante ingresó luego de que se lo señalase Saskia, no, la señorita Strano.

—Su interpretación ha sido magistral señorita Strano, mas no estoy aquí para elogiarla. No es así…— hizo una breve pausa, —Saskia…— liberó el nombre como si de un verso se tratara. Aquella palabra le quemó la lengua. Sus ojos se perdieron en los de ella sin saber que reacción produciría en Strano, pues, Violante añoraba equivocarse y ella le dijese que su nombre no es Saskia.

por **Arisha Spivak** Dom Sep 14, 2014 9:15 pm

Serene abrió la puerta de su camerin, - Aida, vamos mujer, te necesito – dijo mientras se quitaba las pequeñas prensas que sujetaban su abundante cabello negro. La mujer se acercó con presteza, pero con cautela, todos en el teatro sabían del carácter explosivo de la diva. Aunque nadie se podía quejar de algún acto de injusticia, siempre era recta, alagaba si debía hacerlo y reprendía si era necesario, y la muchacha lo sabía. Con solicitud desabrochó los innumerables ganchillos que sujetaban el engalanado atavió.

La actriz se sintió liberada cuando el vestido cayó a sus pies, - ¡ah! - Exclamó sonriendo de placer, al quedar solo con una semi transparente camisa que cubría en parte la desnudez, - sería feliz quedándome así – convino mientras se sujetaba el cabello con una cinta negra de terciopelo . Su asistente fue mostrándole algunos vestidos colocados sobre una otomana, a los que, Serene, iba aceptando o no, - no, ese no, es muy sencillo… no, ese tampoco, no ves que me lo he puesto para la gala de palacio, ¿Cómo quieres que lo vuelva usar en presencia de un noble? – le dijo, recriminándole sin mucha dureza. Recorriendo el estrecho pasillo de los camarines, se había enterado que el hombre que en minutos estaría ante ella era un príncipe o algo así, en verdad poco le importaba,- todos los hombres son iguales… mentirosos, cobardes, traicioneros – se dijo mentalmente – y más los de cuna noble, creyéndose mejores que los demás – frunció su entrecejo, a lo que luego intentó calmarse, se sorprendió el odio que le inspiraban – ¿porque pensé eso? ¿Acaso alguno me hizo daño?- pero la verdad era que no lo recordaba y por ahora no podría cobrarse una venganza. Volvió a pensar que lo más probable era que se lo habían presentado en palacio, pero no podía acordarse ni del nombre o título nobiliario. - Será por eso que me parece conocido – caviló, recordando que apenas llegar de Italia había sido invitada para asistir al baile de la Primavera – ¿o era de verano? – volvió a interrogarse mentalmente. Negó con un movimiento de cabeza, tanto refiriéndose al vestido que levantaba su asistente, como al hecho de no estar muy segura en donde podría haberlo conocido. Suspiró fastidiada, - ese, si, si, el de azul – indicó con un movimiento de mano. La mujer se acercó a ella, y le quitó la camisa, dejando su cuerpo totalmente desnudo, por un momento, para luego colocar otra prenda mucho más pequeña y que no se vería tras el escote pronunciado que poseía el traje elegido.

Cuando terminó de vestirse, y se contempló, supo que estaba esplendida, no era necesario que nadie se lo dijera, bien sabía ella lo hermosa que era y su gran habilidad para seducir. Se quedó pensativa un segundo, - ¿así habrá sido siempre?- se dijo – bella pero terriblemente sola – cerró los ojos y accedió a que le acercaran el pequeño frasco de cristal de bohemia, que contenía un suave perfume de azahares. Lo tomó con delicadeza, destapándolo para luego colocarse detrás de las orejas, en las muñecas, y en el canalillo de sus senos. La joven la contemplaba fascinada. Serene cerró con ceremonia el pequeño frasco y se lo entregó, - cuando usas una fragancia, no debes ponerte demasiado, solo las prostitutas lo hacen – sentenció.

Acababa de sentarse en un pequeño y coqueto sillón al lado de la mesilla de café, cuando la puerta sonó con tres golpes cortos – ahí llegaron – dijo la muchacha. La vampiro rodó los ojos exasperada – ¿y que esperas, que pasen una tarjeta de presentación por debajo de la puerta?- la reprendió. –Adelante – elevó la voz, mientras su asistente abría la puerta. El caballero entró a su camarín y Serene no pudo dejar de observarlo con mirada inquisidora de arriba abajo, calculando si en verdad lo conocía.

Se levantó y lo esperó, allí, donde estaba. Las palabras del noble la hicieron sonreír, - Serene, mi nombre es Serene… – corrigió, mientras con su mano derecha indicaba el asiento vacío a su lado – tiene razón – con otro ademan indicó a su asistente que se retirara, aunque manteniéndose cerca de la puerta, cualquier inconveniente o si se le ofrecía algo a su invitado, haría sonar la campanilla y pronta abriría la puerta, para atender a la demanda. Cuando quedaron solos, lo contempló entrecerrando los ojos seductoramente, - de seguro, no le he pedido a mi asistente que lo conduzca a mi presencia para que me alague, como la mayoría de los pobres humanos, zalameros y asquerosos que vienen voluntariamente a dejar sus cumplidos – enarcó una ceja – No creo que sea como ellos, ni que esté en sus intenciones cosa semejante – Bajó la mirada a las copas de cristal vacías – ¿desea algo de beber? -. No podía dilatar más la situación, no quería, ni perder el tiempo, ni hacérselo perder al caballero, ya que de seguro sería un hombre demasiado ocupado.

Acomodó algunos pliegues de su falda y clavó su mirada, directo a los ojos del vampiro, - le parecerá extraño, pero creo que nos conocemos, aunque no recuerdo la circunstancias de nuestra presentación – una sonrisa sincera se dibujó en sus labios – así que disculpe si no se bien quién es usted o si por imprudencia le he faltado el respeto, pero en verdad solo sé que es parte de la nobleza… pero no su nombre, ni su título – hizo un mohín mordiéndose la parte interna de su labio inferior, siempre que estaba nerviosa lo hacía y en ese momento no podía comprender por qué sentía una angustia en el pecho, algo que era totalmente humano, que no le había pasado con ninguno de los vampiros o seres con los que se había topado en Francia o Italia, - ¿por qué siento esto, que debería saber de ti, porque me llamas Saskia?- caviló hundiendo su cristalina mirada en los orbes ajenos – ¿porque me llamó Saskia, hace un momento?- le preguntó con total sinceridad y descaro.

por **Violante** Mar Sep 16, 2014 1:04 am

La contempló en todo momento, desde que entró y cuando le corrigió indicándole su nombre; el príncipe sintió un banal alivio por negar el nombre de Saskia. Lo había ansiado, esas eran las palabras que él deseaba escuchar y al haberlas escuchado no hacía falta que siguiera allí «¿O debería de comprobar que no era Saskia?» entró en dilema. —Usted no me puede ofrecer lo que necesito— rechazó el ofrecimiento de su anfitriona disculpándose él con una sonrisa y un gesto.

—El nombre de Serene no me es familiar, bajo ninguna circunstancia conocí a una mujer, sea mortal o inmortal con dicho nombre— enfatizó mostrando seriedad en sus palabras; analizó anteriormente sus gestos, el tono de su voz y la manera en la que se expresaba, directa y sarcástica, justo como Saskia y nuevamente el miedo lo abrazó. —Mi nombre es Violante Vilhjálmur…— se vio forzado a hacer una pausa, no quería que ella percibiera su titubeo, la repentina inseguridad por volver a creer que efectivamente era ella, desvió su mirada fingiendo desdén y lánguidamente regresó su mirada al de la ella. —Príncipe de los Países Bajos, mas no sienta haberme ofendido ya que realmente me importa nada que alguien inferior se dirija a mi— sonrió en su perfecta interpretación del ser que Saskia conoció antes de Aidara, e inclusive antes de Ainara.

No había sido Amanda que alejó a Dragos de él, o Saskia su primer neófita, o Tiare la asesina de Ainara ni siquiera Aidara su actual esposa; Ainara había representado el cambio del príncipe, ella creó al vampiro que Aidara amaba y aunque no lo desease, por siempre se mantendría no en su corazón, pero si en su memoria, para toda la eternidad. Y ahora la presencia de esta mujer que se ufanaba de ser Serene no hacía más que recalcar esa aceptación que no tenía mucho había admitido. —Ahora, su pregunta tiene una sencilla respuesta que usted, bella, magnifica e inteligente Serene ya debió de haber concretado— dejó que las palabras fluyeron y no atacaran de golpe. —La he confundido con otra mujer, que en su tiempo significó mucho para mí…— reflexionó antes de continuar «¿había sido una vil mentira o hablaba con la verdad?» no conocía la respuesta y no tenía tiempo para tenerla.

De pronto le pareció que el tiempo avanzó muy rápido y sin embargo ellos se mantuvieron en un plano donde todo corría bajo una marcha natural. —Su nombre era Saskia… Saskia Bornago, cuando mortal no sólo era una baronesa italiana sino que también era una habilidosa perfumista, no había nadie que la igualara— se noto sonriendo. —Pero un día simplemente desapareció…— continuó, sus gestos se ensombrecieron como si estuviera hablando de Ainara. —No, la asesinaron así como asesinaron a inmortales cercanos a mí…— la miró a los ojos sin apartar su mirada, profundizando para ver si encontraba en aquella alma un rastro de Saskia, con la misma esperanza de antes… No encontrar nada de ella, descubrir que se equivocaba y Saskia estaba muerta tal como lo había dicho Tiare.

—¡Sí, Saskia era cercana a mí…!

por **Arisha Spivak** Mar Sep 16, 2014 11:31 pm

Serene le escucho, tranquila, fría como el tempano que pretendía, siempre ser, elevó una ceja al escuchar su nombre – Vilhjálmur – , su cuerpo se tensó levemente, recordando la noche en que estuvieron reunidos su Rey de Corazones y otros tantos invitados y entre ellos una mujer, un vampiro que, se decía, era la prometida del Rey de los Países Bajos – ¿o acaso ya sería su esposa? – sonrió al escucharle decir que no debía sentirse mal, que estaba acostumbrado a relacionarse con seres inferiores a él – lo lamento, aquí no veo ninguno ser inferior a usted, aunque supongo que creerá que por llevar un título nobiliario lo hace más especial – rio con una risa cristalina – disculpe, es que me parece tan ingenuo de su parte… claro… eso lo vuelve adorable – sus ojos lo recorrieron de arriba abajo, sin tapujos, ni pudor. No se trataba, solo, que deseaba de alguna forma devolverle el insulto, era algo más y ella lo sabía. Cruzó sus piernas una sobre la otra en un movimiento sensual, todo en ella irradiaba esa sexualidad que volvía loco a los hombres y que siempre la ponía en aprietos.

Se retrepó en su asiento, descansando una mano en su muslo y la derecha fue hacia el rostro - Bornago… Bornago… - tamborileó el dedo índice en su mentón – no, ese apellido, como le dije antes, no es italiano… aunque… Saskia… ahora que lo recuerdo… tiene razón, existía una baronesa, si, si, como afirma… solo puede ser esa, dijo con un dejo de desprecio contenido en su voz, la que usted está seguro de haber conocido… lo lamento mucho… - hizo uno de sus mohines burlescos, pues poco le importaba que él hubiera amado, odiado o estimado a esa mujer -pero… murió en los bosques de Lugano… hará... como seis meses… se lo digo porque… fuí testigo de su último suspiro… - el brillo en sus orbes al recordar fue un destello blanco, como pasaba cuando la ira consumía su alma – esa despreciable humana me tenía encerrada, igual que a un ejemplar raro y costoso – su sonrisa se hizo maléfica, cargada de resentimiento – cuando la dejé era solo un atado de inmundicia… Dios, que alivio para la sociedad – dijo en voz alta, recordando a la que se había intentado interponer entre ella y su libertad.

Se levantó, dejando al Príncipe sentado en el sillón, como si éste fuera un simple mortal. Caminó alrededor de él y se colocó muy cerca del respaldo del asiento que ocupaba el vampiro - lamento mucho su perdida… ya que eran tan cercanos… como afirma ¿verdad? - acarició el borde del respaldo, estirando sus dedos, casi hasta rozar el cabello de su invitado. Sonrió, mientras imaginaba la sorpresa en los ojos del inmortal cuando terminara de contarle el trágico final de Saskia – no, en verdad… no lo lamento… si tuviera que matarla nuevamente, lo haría con las mismas ansias como lo hice la primera vez… nadie se interpone en mi camino y sale ileso – sonrió ampliamente, dejando al descubierto sus colmillos.

Entonces ocurrió, algo vino a su mente, cuando lo volvió a contemplar, de perfil, un sonido que le taladró la cabeza, seguido de un dolor en la sien, de pronto la voz que en sus pesadillas se aparecía surgió clara como el agua, -… Finjamos que yo soy alguien común y usted también, finjamos que somos cercanos y no hay normas de alta sociedad como guía...- las palabras salieron de su boca, un escalofrío recorrió su espalda, se sintió débil, e indefensa, ¿Qué era lo que le estaba pasando? ¿Por qué había recordado esa frase? Se tomó con las manos la cabeza, aunque eso fuera inútil, el dolor no menguaba por el contrario. La voz, que en sus oídos susurraba, se hacía cada vez más fuerte, penetrante, - ¿Qué demonios? – dijo antes de perder la conciencia.

por **Violante** Jue Sep 18, 2014 10:10 pm

No era ella, quiso engañarse, los gestos, la manera de hablar, de actuar de no demostrarse inferior, defendiéndose a las ofensas del príncipe eran afirmaciones de la gran posibilidad de que ella si fuera Saskia; sin embargo, no lo quería aceptar.

Soltó un bufido de irritación en su actuación de sentirse ofendido como lo estaría un príncipe, sí ella lo creía o no poco le importaba. —No lo lamente, no me interesan las palabras de una mujer banal— no dijo más, la dejó continuar y después de escucharle hablar sobre la muerte de Saskia él sonrió. —Lo sé, yo conocí a la autora intelectual…— hizo una pausa para que ella siguiera. —¿Y sabes? No me equivoqué, tú eres Saskia — se levantó y la enfrentó con una mirada de desdén. El miedo había desaparecido, ahora era otro sentimiento el que lo embargaba.

—Eres víctima del mismo control que yo tuve por la mujer que te manipula y la cual no conoces su rostro ni su nombre. Pero le dejaré en paz señorita Serene, es mejor que no recuerde, porque en su pasado sólo hay dolor— sus gestos se ensombrecieron, luego, se volvieron tristes. ¿Lo tomaría de a loco? Posiblemente, pero esperaba que Tiare hubiera hecho un buen trabajo con ella, esta nueva vida de Saskia era mejor a la que él le había dado. Le dio la espalda y entonces se reprendió por lo que dijo, ¿acaso no tendrá dudas sobre mis palabras y buscara a esa mujer? Saskia lo haría, con tal de demostrar que el príncipe se equivocaba se aventuraría a hacerlo.

Volvió a mirarle. —Te ruego que no la busques, no la invoques… no te gustará lo que puedes descubrir— le rogó. —Prométeme que no lo harás, no me respondas ahora pese a que tu respuesta sea un no, porque a pesar de lo que digan tus labios, yo la aceptaré aunque nunca, nunca te abandonaré…— sus palabras fluyeron contra su voluntad, era como si deseara que lo hiciera, era como un hazlo dicho entre líneas y él al principio no se dio cuenta, así que cuando reflexionaba apareció nuevamente el terror.

Serene se sumió en un pensamiento. Que idiota era, no sería necesaria la presencia de Tiare o aquella cazadora de cabello rojizo para que ella recobrara su memoria, las mismas palabras que él decía podrían hacerlo. —He sido un estúpido al venir… he vuelto a condenarte…— su mirada no dejó de ser triste, ahora tan sólo le dio la vuelta, no podía quedarse más tiempo ahí, así que salió del camerín aunque no se movió, estaba aterrado de lo que fuera a suceder.

por **Arisha Spivak** Lun Sep 22, 2014 7:00 pm

Lo observó levantarse y caminar hacia ella, enfrentándola no solo con las palabras sino con su mirada. La sonrisa sínica de Serene, la mirada enigmática de la vampiro, se fisuró, al sentir que aquel ser se acercaba a ella. Algo en la forma de contemplarla la hizo estremecer, - que es lo que está pasando – aquella pregunta se repetía una y otra vez en su cabeza, pero no encontraba una respuesta a todo aquello. Volvió a formularla en silencio por enésima vez en esa noche, un frio irracional e irreal en un vampiro, le recorrió el cuerpo. No podía dejar de mirarle, de clavar sus ojos en ese abismo que le parecieron los ajenos.

- ¿Autora intelectual? Creo que se equivoca, la mujer que maté en Italia era un humano… no un inmortal… le vuelvo a decir… usted se equivoca… no soy la mujer que busca, no me llamo Saskia – no podía entender por qué el caballero se esmeraba en convencerla que ella era en verdad esa vampiresa que buscaba, porque no podía ser de otro modo que buscara a una igual, un ser de su misma raza. Pero Serene no conocía a la tal vampiro. Podía recordar con claridad que había nacido y se había convertido en lo que era ahora, en Italia, lo demás era una locura, una ilusión de ese príncipe que estaba en frente de ella.

Dejó que hablara, sonriendo socarronamente, aunque los escalofríos continuaban cada vez que la voz profunda del sobrenatural acariciaba sus oídos. Temblaba, se sentía totalmente insegura, extraña, indefensa. Eso, por supuesto, no le agradaba en absoluto. Lo seguía escuchando, hipnotizada por la voz que extrañamente acariciaba su espíritu. De pronto una frase, la golpeó con la fuerza de un huracán, todo su cuerpo se estremeció, llevó una mano a su pecho, donde alguna vez su corazón latiera. En su mente, una grieta dejó emerger palabras que habían estado dormidas por mucho tiempo –“ lo que haga quiero que sea para obtener de ti lo más valioso que nunca has de abandonar pese a que ya no lata más, pese a que esté ya muerto… tu corazón”- pronunció, en el momento en que el vampiro se lamentaba haber aceptado la invitación y giraba sobre sí mismo para dirigirse a la puerta de su camarín. Algo en ella se resquebrajó, como el hielo cuando el agradable calor de la primavera lo diluye. Sus orbes se llenaron de lágrimas que acompañaban al asombro, al dolor, a la tremenda desilusión.

- Prometiste, permanecer a mi lado, amarme y protegerme – las lágrimas surcaron sus mejillas. No se acercó a la puerta, no lo siguió, no levantó la voz, se mantuvo en su lugar acunando su cuerpo en un vaivén constante, con sus manos una sobre la otra sobre su muerto corazón. – vete, cobarde, vete si no puedes ni siquiera intentar darle una explicación a quien te entregó más que su vida – se dejó caer al suelo, sollozando, la verdad había surgido, devastadora como los desastres de la naturaleza salvaje. Ella no era Serene, o tal vez si lo sería ahora, para siempre, porque Saskia había muerto por el verdugo más antiguo de todos, el desamor.

por **Violante** Miér Oct 15, 2014 5:46 pm

Permaneció por unos instantes del otro lado de la puerta, el suficiente tiempo para escuchar las palabras de Saskia; había despertado y soltó el reclamó que era inevitable diría. El príncipe desvió la mirada, le dolió, «¿cuántas situaciones ocurrieron?, no, ¿a cuánta gente he dañado en más de 235 años?» suspiró, se giró y volvió a entrar. —Saskia…— caminó a ella pero entonces usó su velocidad para sorprenderla y la abrazó, reteniéndola. —Lo siento, cuánto lo siento…— se separó viéndole a los ojos, con dos lágrimas surcando sus ojos. —Te fallé, no puedo culpar a la vampiro que mató a tu familia y te dio una nueva vida, porque desde antes te fallé, te fallé entregando mi amor a Ainara—.

El príncipe desvió la mirada caminando hasta el tocador. —No te pude esperar… No, no te quise esperar. Pero Saskia…— se volteó para verla a los ojos. —Era otro hace un año. Era caprichoso, hedonista, siempre yo y nadie más; tu representaste un capricho, te quería para mí, para amarte como amante— se silenció. —Me arrebataron a Ainara, la mató Saskia y me hicieron creer que a ti también. Pero también destruyó tu familia… ¿cierto? si no me hubieras conocido, si no hubiera entrado aquella noche en tu perfumería, no te hubiera condenado de esta forma— se sintió terrible pero caminó a ella y extendió su mano para acariciar su helada mejilla. —Pese a todo, no me arrepiento de lo que viví contigo Saskia— de pronto observó el anillo que él tenía en su mano, la alianza del matrimonio con Aidara.

—He condenado a otra mujer, no sólo a la inmortalidad sino también a ser mi esposa. Estas palabras no son las que tus oídos le gustarían oír, pero… Ainara fue el amor de mi vida, ahora siento lastima por Aidara y un profundo dolor por ti. nada de lo que pueda hacer puede remediar el dolor que te causé. Pero yo responderé a tus deseos Saskia— dijo en una voz queda pero cargada de dolor, nombrar a Ainara era como clavar una estaca en su corazón, le destruía, o al menos una parte de él. —Saskia, yo cumpliré mi promesa porque ahora que te veo, pienso en aquella noche donde nuestros cuerpos se hicieron uno, no fue Ainara la que me hizo cambiar… fuiste tu. Estas palabras no te sonaran ciertas, pero la verdad es que sigues están en mi corazón y mi desesperado corazón me forza a decirte que te amo, pídemelo y me iré contigo, te daré la felicidad que te mereces, que te prometí— le declaró con una sonrisa y una voz sincera.

Antes de escuchar lo que Saskia tuviera que decir pensó en Aidara y en Benelope. «No importa lo que intente ser, siempre seré un traidor».

por **Arisha Spivak** Lun Oct 20, 2014 7:58 pm

Sintió el abrazo de aquel a quien un segundo atrás había visto dejar la habitación. Su esencia cubrió sus sentidos, como una caricia añorada, el perfume tan característico de ése hombre le colmó los sentidos y tembló de emoción. Cerró los ojos, apoyó su mandíbula en el hombro del vampiro y por un instante pensó que todo podía volver a ser, como en esa noche, cuando le ofreció ser su esposo. Pero el espejismo se rompió en mil pedazos, eso nunca ocurrió, jamás podría confiar en él. Los brazos de Serene caían vencidos a los lados de su delgado cuerpo, parecía tan frágil y a la vez así se sentía. Vulnerable entre esos brazos, pequeña, ante esos orbes que la miraban. Hubiera deseado tener las fuerzas para abrazarle, para rogarle que no la abandonara, pero no podía, no le quedaba ni una pequeña de ilusión.

En su mente giraban imágenes, recuerdos, como la noche en que Violante la mantuvo a su lado cuidándola, prometiéndole no dejarla jamás, esperarla para convertirla en su esposa, pero apenas unas noches habían pasado cuando la abandonó y aunque lo intentó, nunca entendió ese desamor. Creyó que podría seguir con su vida – o debía decir, con ésta muerte – y por Dios que lo había intentado. Recordó como en su tristeza había buscado algo que le devolviera un poco la felicidad. Entonces, Galia había llegado a la mansión con una mocosa que en poco tiempo había curado la herida, convirtiéndose en su ángel.

Pero aquel demonio cayó sobre ellas, no había sido un vampiro, como el príncipe afirmaba. Aunque parecía uno por su impiedad había sido una simple humana, - ni siquiera tú, podrías haber sido tan frío – caviló al ver que se alejaba de ella, para luego excusarse. Si para la antigua Saskia, todas aquellas razones no eran más que inconsistentes disculpas, para Serene, la verdugo, eran tonterías - si me hubieras amado como dices… no me habrías abandonado la noche en que las asesinaron… - susurró, no necesitaba gritarle para que él la escuchara. – Dios, si te supliqué en esa maldita carta, me arrastré dejando a un lado mi orgullo, solo por intentar salvar la vida de mi familia – Suspiró, para luego negar con un corto movimiento de cabeza – pero ni siquiera te dígnate a escuchar – buscó su mirada, la de Serene estaba cargada de dolor - que es lo que buscas,¿ mi perdón?, ¿mi piedad? ¿Acaso tú la tuviste conmigo, con mi corazón, con mi familia? – suspiró y le dio la espalda seguía escuchando, en su cabeza, como él había afirmado, que ya no era el ser egoísta que ella había conocido. El problema consistía en que ella, tampoco volvería a ser Saskia, aquella vampiro había muerto la misma noche en que asesinaron a su hija y su amiga.

Se acercó a Violante hasta que sus cuerpos se rosaron, elevó la mirada para contemplar aquel rostro que por un breve tiempo creyó amar –¿ me quieres? ¿me amas… como dices? – sus manos acariciaron el pecho masculino, se elevaron hasta el cuello, despejo éste de la camisa – si es así, si lo que afirmas es verdad… ven conmigo a donde todo comenzó… volvamos a revivir esa noche, aliméntame, aliméntate de mí, júrame que no me abandonarás – sus orbes brillaron como rubíes, en verdad, no lo creía capaz, pero en el fondo de su alma perdida, deseaba confiar en él.

por **Violante** Lun Oct 20, 2014 9:45 pm

No se atrevió a debatir a Saskia, sabía, que en la mayor parte de su discurso tenía razón. —Nunca recibí esa carta, viaje a los Países Bajos por casi cuatro meses y a mi regresó Tiare había terminado su orquesta infernal— su rostro no expresaba más que una melancolía que le hacía daño, pues siempre en su pasado estaba Ainara. —Pero aunque la hubiese recibido dudo que pudiera hacer mucho… Si, te quiero, te amo, volvamos a revivir esa noche— le dijo acariciándole los cabellos. —Te mostraré que tanto he cambiado, quien soy— acarició su rostro y finalmente le sonrió. —Finjamos esta noche que ayer fue el primer día que pasaste conmigo, deja entonces que te muestre quien soy— le cogió la mano y le besó el dorso.

La observó por un breve lapso, «tan hermosa, como una diosa, ¿por qué no fuiste mi esposa, por qué te hice daño?» no había repuestas y no pretendía anunciarlas a la mujer que pese a dudar de él, cosa que él no juzgaba, parecía querer confiar o quizás tan sólo jugaría con él para vengarse, de ser así él no se resistiría. No mientras no pongan en peligro a Aidara. Como fuere, ahora como actuar. No se atrevía a besarla pese a querer hacerlo, «¿acaso esa no sería mi reacción de antes?» seguía sufriendo, no quería fallarle, no otra vez.

El príncipe le soltó la mano y caminó hasta el tocador del camerín. —Tengo tantos deseos de besarte…— la vio a través del espejo, buscando en sus ojos una ira que no encontraba. —Pero no te quiero ofender Saskia— volvió hacer una pausa y se giró. —No voy a tomarte porque seas un capricho como aquella noche en el hotel. Lo haré porque es un anhelo, porque es la oportunidad que nunca pedí pero que sin duda añoraba— caminó hasta ella.

Acortado ya el espacio entre ellos brindó una caricia a esa mejilla que en su tiempo albergó besos, su mano se desplazó hasta la nuca y le sonrió. —Juro que no te abandonaré, estaré siempre para ti— atrajo sus labios a los de él y finalmente culminó ese deseo que no pidió, pero que yacía implorando en su interior. La besó como solo lo hizo en un par de ocasiones, cuando amo ese cuerpo en su mansión, cuando le pidió fuera más que su amante, su pareja para toda la eternidad.

[/quote]

por **Arisha Spivak** Mar Oct 21, 2014 7:48 pm

Si en esos minutos había recordado en parte su antigua vida, sentir el abrazo, la caricia, aquellos labios rosando los suyos, la mano acunando su nuca. Logró que una febril sensación inundara su corazón muerto, despertando la esencia de aquella Serene que se había desvanecido. No era solo de parte del vampiro, o por lo menos así quiso imaginarlo, creyó que en verdad esa extraña sensación provenía de las almas unidas por aquel pasado devastador, doloroso de un amor contrariado.

No pudo contener sus lágrimas, que salaron sus besos. Aquella antigua Saskia, la perfumista, surgió del oscuro refugio en el que vivió por un año cobijada por el olvido, mientras Serene se hundía por un momento en la inconciencia, superada por la necesidad de creer en, lo que suponía solo era, un espejismo. Pero la vástaga de Violante, necesitaba con desesperación creer en aquellas palabras, en los besos, las caricias. Apretó su cuerpo al ajeno, buscando con ansia y adoración los labios del vampiro. Perdonó toda la traición, el desamor, el olvido, porque necesitaba a su Sire. Desesperadamente suplicaba por sentir que su mundo no se había desmoronado a sus pies. Aferrada a Violante, se sentía segura, a salvo y no permitiría que nadie se interpusiera entre ella y la necesidad de protección. Ni siquiera esa neófita, que había ocupado el lugar que por derecho le correspondía.

En la mente de Saskia, comenzaron a crearse planes, para deshacerse del obstáculo. Pero, Serene resurgió, con la fuerza de lo que ahora era, la verdugo - No!!! Tú no eres así… no lo somos… insensibles, despiadadas…, no permitiré que hagas daño a una inocente… yo soy la verdugo… soy quien decide si un neófito pone en peligro a la comunidad… Nunca permitiré que le hagas mal -, mantenía los ojos cerrados, aquella lucha interna hacía que su aliento fuera forzoso, pudiéndose confundir con pasión por aquel hombre. Por fin, Serene, recuperó el control. Al sentir la pasión que emanaba entre el vampiro y ella, se turbó. Lo empujó suavemente, cautelosa, alejándolo, Intentando que no se notara la sensación de asco, que provocaba en ella. Era tan extraño, dos mujeres coexistían en eses cuerpo, dos verdades, dos vampiros. Por un lado la mujer apasionada, Saskia, quien podía amarlo, perdonándole su traición, suplicándole la amara. Por el otro, la mujer fría, verdugo, justa, Serene, quien desconfiaba de todas las frases melosas, de las lisonjas y quien jamás se rebajaría suplicando un amor que no había prosperado antes. No, ella no dejaría que ese sentimiento de amor, surgiera en su alma. Por el contrario, intentaría odiarle, culparle de lo que ahora tenía que soportar. ¿Acaso no le había convenido seguir viviendo en la ignorancia? Pero ahora ese hombre desbarataba su prolija vida.

Lo contempló, acariciando sus labios que se encontraban algo magullados por el beso apasionado que Saskia le había dado al vampiro, - maldición, vampira desquiciada – se reprendió – no creas que será tan fácil, no permitiré que siempre tomes el control. Dios, estoy en problemas – sonrió, su vida desde hoy iba a ser bastante movida. Entornó sus parpados, mirándolo seductoramente, acercándose de nuevo a él, tomando la mano masculina, - sabes, dicen que algunos vampiros pueden descubrir lo que ocultan los demás, al beber de su sangre – besó con ternura los dedos, la palma masculina – quiero confiar en ti… permíteme intentarlo - dijo en un susurro acercándose a la muñeca. Sin esperar el permiso de aquel hombre, clavó sus colmillos, para luego succionar apenas un poco de sangre, Lamió las pequeñas heridas que había causado las que desaparecieron. Sus labios estaban teñidos con el delicioso elixir, con su lengua los recorrió limpiando cualquier rastro del líquido vital, - aliméntate, permite que reconozcas en mí, a la mujer que desapareció entre las sombras durante todo éste tiempo… esa a la que afirmas amar… dime si aún sigo siendo la misma que aun sin decirte con palabras, la misma noche le propusiste ser su esposo… te había dado la respuesta con cada caricia que te entregó – sonrió con tristeza – vamos… ¿acaso no sabías que los actos dicen mucho más que mil palabras? -.

por **Violante** Jue Oct 23, 2014 5:44 pm

—Por supuesto que lo sé— respondió a lo último y evocó aquella noche en su palacete, quiso suspirar mas no lo hizo. —Comprende que yo deseaba que lo dijeras tu, no me interesaba interpretar, sino que tu te rindieras a mí— desvió su mirada y finalmente suspiró. Entonces se acercó a Saskia y clavó sus colmillos en el terso y duro cuello, los ojos del príncipe se llenaron de éxtasis y el elixir invadió su boca lenta y prolongadamente. En esos momentos vio a la mujer pelirroja, el asesinato a una mujer y una pequeña criatura de dorados cabellos. Al príncipe se le humedecieron los ojos, tornándose rojos; la vio llorando, sufriendo, la sintió impotente y aquella pelirroja disfrutándolo, pero no había rastro de Tiare y no supo si sentirse tranquilo de que no la recordara o preocupado. Así que dejó de beber, beso las heridas hasta que sanaron y contempló los ojos de Saskia.

—Ya no tenga nada que ocultarte, bebe de mi y descubre la verdad por ti misma— le dijo y le ofreció la muñeca para que bebiera de él. Ella no desobedeció y comenzó a beber con avidez. El príncipe cerró los ojos y a él le llegaron las imágenes de Tiare y la pelirroja en el palacete, la extraordinaria estructura ardiendo mientras la hija de los milenios violaba su mente. Después, Benelope informándole de la muerte de Saskia y convenciéndole de la inexistencia de Ainara; luego llegaron las imágenes de Aidara y más tarde Ainara y como Tiare la destruía frente a sus ojos, el príncipe no pudo contener sus lágrimas y las perlas escarlatas surcaron sus blancas mejillas. Pensar en Ainara le dolía, siempre le dolía pero no podía hacer nada al respecto. Pero entonces se presentaron los recuerdos de su boda con Aidara y la conformación de la familia.

Sin que él se lo pidió ella dejó de beber. —Ya lo has visto Saskia— le dio la espalda. —Destrozaron mi vida y yo la tuya… Pero aunque no pueda salvar a las inocentes, si puedo y quiero intentar hacerte feliz— volvió a encarar su mirada. —Sé que no confías en mí, y me alegro de que así sea; pero escucha lo que te digo, yo haré que creas en mí, no con palabras. Porque aquel que enamora con palabras decepciona con acciones y yo ya te lo hice ver— acortó la distancia y acarició su mejilla. —Haré lo que tu hiciste tiempo atrás, mis actos hablarán por mi— y volvió a besarla, colocó sus manos en su cintura y fue caminando con ella en brazos hasta una de las paredes. —Ahora dime que mi beso no es sincero— volvió a acariciar sus mejillas. —Ahora dime que esta caricia no es real—.

por **Arisha Spivak** Mar Nov 04, 2014 5:21 pm

- ¿Mas rendida a tus pies, que aquella noche? – Sonrió con tristeza, - sí, definitivamente has cambiado, ante no te importaba nada y por supuesto, no pudiste ver, cuan entregada a ti estuve – cerró los ojos mientras él se acercaba a su cuello, - te amé, como jamás ame a nadie, a pesar de mis amantes… te llevaste todo – caviló sin decir ni una palabra. Entre abrió los labios al sentir aquella boca y los colmillos clavándose en su piel. Su cuerpo tembló con esa sensación, pues era entregarse voluntariamente al otro, dejar que invadiera su cuerpo, su memoria, sus miedos. No tener secretos, no privarse en la entrega, mucho más íntimo que un encuentro amoroso, y a la vez extremadamente más crudo y cruel.

Cuando sintió el beso, la lengua curando la pequeña herida, abrió los ojos, buscó los ajenos, su mirada era triste, pero a la vez liberadora, - ¿la has visto? – Le susurró, - era mi ángel, mi consuelo a tu ausencia – bajó la mirada, al pecho masculino – pero ya todo es inútil – susurró.

Sus manos recorrieron el pecho del vampiro, frio, aunque ella no lo sentía, para Serene, el calor de un humano era fácil de sentir, la diferencia con su temperatura era lógica, pero en un igual, eso pasaba a ser imposible de detectar, de distinguir. Para Serene, la piel de su Sire era exquisita, atrayente, una droga a la que no podía resistirse. Por supuesto, no al extremo de Saskia, quien se desvivía por alimentarse de Violante, de conocer sus secretos. La verdugo, poco y nada le interesaba, a lo sumo deseaba conseguir información de alguna violación a las leyes vampíricas, si en aquellas visiones podía contemplar a vampiros ejerciendo el poder frente a seres humanos, tendría el poder de acabar con ellos. Pero fuera de ese detalle, nada de lo vivido por Violante le importaba, ni podía herirla. Por eso permitió que fuera Saskia quien tomara el control en ese momento, retrayéndose al oscuro rincón de su alma, donde se mantuvo inconsciente.

La vampiresa, levantó la mirada, sus manos acariciaron el cuello del vampiro, sus ojos pidieron permiso, acercando sus labios a la piel del vampiro, pero él le ofreció la muñeca, - muy interesante, desea que tú te entregues, ¿pero él te mantiene alejada? – en la cabeza de la actriz, la verdugo se rio de Saskia – pobre, enamorada de un cobarde - Cerró los ojos derrotada, Saskia sabía que su otra personalidad tenía razón, por eso al final descendió hasta tomar la muñeca de Violante y acercarla a su boca. Aunque hubiera deseado beber de su cuello, como él lo había hecho, nunca desobedecería. Hundió sus colmillos en aquella piel que amaba, las imágenes llegaban a ella como bocanadas de agua salada, ahogándola, confundiéndola, hiriéndola, intentó no dejar de beber, pero oírle llorar, verlo sufrir, llorar la muerte de otra inmortal que no era ella, la destruyo, comenzó a sollozar en silencio. Saskia fue abandonando el lugar para que fuera Serene quien terminara bebiendo de él. La verdugo, continuó observando las imágenes, escuchando el sollozo del vampiro. Se detuvo, - cobarde, eres ruin y ególatra, no sufres por la muerte de aquella vampiro, al igual que no amas a Saskia, aunque tus palabras infundan esperanzas en ella… sigues siendo el mismo, endemoniado egoísta de siempre – sentenció en sus pensamientos, mientras lamia la herida para curarla.

Las palabras, que Violante le decía, el amor y la felicidad que le prometía, hicieron que el alma de la vampiro vibrara. Mas su personalidad dividida, luchaba en su interior, por un lado, la mujer que deseaba creer en ese hombre que había convertido su existencia de humana a hija de la noche, conquistando su alma y su cuerpo; pero también estaba la otra, aquella que juzgaba y mataba a los de su clase, cuando se burlaban de las leyes vampíricas. Serene deseaba matarlo, no le creía, no lo haría nunca, - tonta, Saskia, sigues siendo una estúpida, crédula mujer, que busca solo, ser amada – gritó en su cabeza, mientras aquel hombre, se acercaba a ella, y acariciaba su mejilla – déjame, que mal puedo hacer, ¿acaso es un crimen desear creer en sus palabras? En sus caricias – sonrió mientras suspiraba al contacto de sus cuerpos, - Deseo creer en ti, solo… no vuelvas a herirme… por favor… - se dejó arrastrar, mientras suspiraba, afirmando con un suave movimiento de cabeza, a lo que él preguntaba.

por Contenido patrocinado

Noche de teatro y reencuentros - Privado

Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado

Re: Noche de teatro y reencuentros - Privado