Luz, misterio & muerte [Privado]

por **Thanatos & Ariadne** Lun Feb 16, 2015 6:58 pm

Ariadne~

El primer recuerdo de un bebe es el latido del corazón de su madre, algunos meses después puede alcanzar a reconocer la voz que cantara para el en las noches para arullarle, la voz que dirá palabras de consuelo en momentos difíciles, que dirá palabras en reprimenda cuando lo merezca al quebrantar las sagradas leyes de dios. La joven pelirroja sensata en la cama no recuerdo la voz de mi madre, es una lastima en verdad.

Desde su lugar puede escuchar el llanto de un infante, su voz pequeña y débil se escucha ronca "¿Qué tendrá?" se pregunta la joven que sentada en la cama mira por la puerta de la habitación en espera de que me llegue la enfermera. Imagina la piel delicada, los labios rojos, las lagrimas cristalinas cayendo por sus redondos cachetes y su débil cuerpo manoteando en busca de alivio. Alza la mano a punto de agitar los dedos conjurando para el pequeño, se siente realmente tentada a ayudar al pequeño que se escucha desesperado y aun se contiene pensando en la propia salud deteriorada con la que carga día a día.

– Sucumbiendo lentamente... permite un poco de alivio al infante que sufre –

El corazón comienza a latir con fuerza sofocándola con rapidez "No entiendo porque continuo muriendo si es inusual que utilice mi magia" comenzando a tocar como si hubiese corrido una larga distancia sin la condición necesarios siente la garganta lastimera e incomoda.

Pasos ajenos se acercan por el pasillo, puede que sea sus hermano que por fin ha ido en su búsqueda después de permanecer realizando los trámites correspondientes a su revisión semanal, sin embargo la pelirroja no reconoce el andar comprendiendo que se trata de otra persona. ¿Un doctor? ¿Una enfermera? ¿Una persona completamente ajena al personal médico que la a escuchado? No presta la debida y suficiente atención ante el inminente ataque de tos que esta presentando.

por **Géraldine O. Chavanel** Jue Feb 19, 2015 11:26 am

Otro día de llantos y desgracias; de dolores y gemidos. El trabajo en el hospital te volvía más frío, más resistente. Lo que al principio la horrorizaba, como por ejemplo tener que asistir la amputación de una pierna a un soldado, con el tiempo se volvía un trámite más. Odiaba tener que admitir que ya los gritos de dolor eran algo normal para ella. Lo que aún le carcomía la consciencia era no poder usar su magia en todos ellos para aliviarlos y curarlos rápidamente. Dos razones le impedían hacerlo. La primera era el gasto de energía que significaría vaciar su magia día tras día en cada paciente. La segunda y más importante era lo extraño que resultaría a la vista de todos que sus pacientes mejoraran de un día al otro por arte de magia. Pronto comenzarían las sospechas y los cotilleos al respecto. Por eso tenía que hacer de tripas corazón y resistir el impulso de ayudar a los enfermos a no ser que estuvieran en el mismo borde de la muerte -y aún así salvarlos a todos era imposible-.

La pequeña en sus brazos se llama Colette y tiene apenas un año. Sus mejillas abundantes y los rulos color chocolate que adornan su rostro inspiran ternura. La infección en sus oídos no será mortal, la bruja ya lo ha decidido, pero sí es dolorosa y podría afectar su audición de por vida. Llora catorce horas al día; difícilmente encuentra consuelo. Aún así la bruja la mece en sus brazos con suma dulzura y, cuando cree que nadie las oye, también le canta. -Shh... querida Colette, calma. Necesitas dormir un poco, bebé. Por favor... -le murmura, aunque su voz se ve apagada por el llanto incesante de su más pequeña paciente.

Los incómodos zapatos que se ve obligada a usar delatan sus pisadas sobre el frío piso de piedra. Sería mucho más fácil quitarlos y ahorrarse el agobio extra, pero era algo indecente a ojos de los mundanos. -Colette, Colette, mi niña, te quedarás sin voz...-. Como si sus palabras hubieran estado envueltas en magia, los gritos bajan de intensidad y en cuestión de segundos la niña a quedado en silencio. Sus ojos verdes siguen enrojecidos y húmedos, sus mejillas empapadas. Mas ya no hay nuevas lágrimas.

Géraldine alza a la bebé frente a sus ojos y la observa con desconfianza. ¿Le está jugando su magia una mala pasada y realmente la ha dejado sin voz? Debe ser graciosa su expresión consternada, con la frente fruncida y los ojos entrecerrados, porque la niña sonríe y suaves sonidos de bebé, como balbuceos, provienen de sus labios. No puede ser. ¡Se ha calmado! Ahora la infante ríe. Encuentra graciosa la gran sorpresa en el rostro de Géraldine, que suele estar en la calma propia de quien vive de ensoñación en ensoñación. -¿Te ríes de mi?-el tono de la bruja se ablanda, conmovida por las primeras picardías que le veía a la niña en días. -Ya verás...-ríe también, en un falso tono amenazante.

Deja a la niña en su pequeña cuna, la envuelve en las mantas y sigue su turno en la habitación contigua. Se ha quedado con ganas de pasar más tiempo con la niña, pero no le pagan por ser niñera. -Buenas noches...-sonríe al entrar en la habitación contigua. Una joven pelirroja que tendría aproximadamente su edad había entrado recién en su lista de pacientes. Aún no la había tratado, pero el ataque de tos en el que se encontraba no parecía algo muy normal.

Cubrió la distancia con rapidez y se sentó a su lado en la cama. Apoyó una mano en su sudorosa frente, un poco más cálida de lo normal. Luego tomó su débil pulso y finalmente apoyó su oreja detrás de su espalda para escuchar mejor la extraña tos. Fue ahí que vio esa palidez verdosa en su aura, que la indicaba como una igual. -Mm... nadie se dará cuenta si te doy un poquito de ayuda extra-le susurró. Apoyó una mano sobre su espalda, donde estaría el corazón y su energía comenzó a fluír de su cuerpo al ajeno, reparando temporalmente ese vacío de vida en la otra joven.

por **Thanatos & Ariadne** Jue Dic 31, 2015 10:57 am

Ariadne~

El primer recuerdo de un bebe es el latido del corazón de su madre, algunos meses después puede alcanzar a reconocer la voz que cantara para el en las noches para arullarle, la voz que dirá palabras de consuelo en momentos difíciles, que dirá palabras en reprimenda cuando lo merezca al quebrantar las sagradas leyes de dios. La joven pelirroja sensata en la cama no recuerdo la voz de mi madre, es una lastima en verdad.

Desde su lugar puede escuchar el llanto de un infante, su voz pequeña y débil se escucha ronca "¿Qué tendrá?" se pregunta la joven que sentada en la cama mira por la puerta de la habitación en espera de que me llegue la enfermera. Imagina la piel delicada, los labios rojos, las lagrimas cristalinas cayendo por sus redondos cachetes y su débil cuerpo manoteando en busca de alivio. Alza la mano a punto de agitar los dedos conjurando para el pequeño, se siente realmente tentada a ayudar al pequeño que se escucha desesperado y aun se contiene pensando en la propia salud deteriorada con la que carga día a día.

– Sucumbiendo lentamente... permite un poco de alivio al infante que sufre –

El corazón comienza a latir con fuerza sofocándola con rapidez "No entiendo porque continuo muriendo si es inusual que utilice mi magia" comenzando a tocar como si hubiese corrido una larga distancia sin la condición necesarios siente la garganta lastimera e incomoda.

Pasos ajenos se acercan por el pasillo, puede que sea sus hermano que por fin ha ido en su búsqueda después de permanecer realizando los trámites correspondientes a su revisión semanal, sin embargo la pelirroja no reconoce el andar comprendiendo que se trata de otra persona. ¿Un doctor? ¿Una enfermera? ¿Una persona completamente ajena al personal médico que la a escuchado? No presta la debida y suficiente atención ante el inminente ataque de tos que esta presentando.

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