Algo perdido y Algo nuevo ( Eduardo Hernandez)

por **Giselle Tyrell** Vie Abr 24, 2015 3:11 pm

Varios recados mecían pasearme por aquellas calles en las que pocas veces había estado.El ajetreo mañanero me mareaba despistándome, todo estaba demasiado alborotado para mi, estaba demasiado acostumbrada al silencio. Aún no podía creer la suerte que tenía de que apareciera aquel hombre y poner mi vida con el contador de cero, pero aunque aquello fuera demasiado otra parte no lo era. Mi otro lado intentaba ocultar mi pasado de cualquier manera, la noticia del encarcelamiento de padre se había hecho publica, además comentaban el incendio de mi hogar con una extraña nota preguntando que había sido de mi.

No pude acabar de leer el articulo y comencé andar por aquellas calles de camino a la tienda donde mi nuevo jefe o lo que fuera me había pedido ciertas cosas, de camino no pude evitar llevarme la mano hasta el cuello buscando el colgante de mi madre. Me llevo un rato darme cuenta de que no estaba ahí y horrorizada sacudí mis ropas para intentar que cayera. Nada. La sensación entonces fue horrible, mi cuerpo temblaba y empecé a notar que me faltaba el aire por la angustia.¡No podía perder aquello! Era demasiado importante para mi... Retrocedí sobre mis pasos con la misma sensación de angustia durante todo el camino, a cada paso que daba sentía como me agobiaba al no verlo. Algunos definirían aquello como un ataque de ansiedad pero yo solo pensaba en el colgante de mi madre, tenía poco valor para cualquier otra persona pero para mi era mi mayor tesoro.

Algunos notaban mi cabeza agachada, sabía que buscaba algo y otros preguntaban. Sin embargo negaba con la cabeza y mentía, no podían saber y no podía decirles nada de lo que había perdido o acabaría quemada cuando supieran mis orígenes, cuando supieran lo que soy.Necesitaba encontrarlo antes de que alguien lo hiciera.

por **Eduardo Hernández** Vie Abr 24, 2015 5:17 pm

Ya habían pasado unos días desde que llegara a Paris. El viaje desde Madrid había sido largo aunque al menos poder salir de su rutina habitual le había animado. Además, siempre era un placer para él poder disfrutar de zonas menos urbanas. Los paisajes de Aragón y el suroeste francés eran dignos de los mejores cuadros sin duda.

Por fortuna la última luna llena antes de partir había ocurrido solo un día antes de su viaje. Por ello, pudo ir tranquilo hasta Francia sabiendo que no tendría su repentina pérdida de conciencia durante el trayecto. Fue solo con dos sirvientes y ligero de ropa. Todo lo ligero que podía ir un hombre de su condición claro está. El resto de su personal ya se trasladaría, trayendo el resto de sus pertenencias en Madrid, si se adaptaba a la vida parisina. Seguramente no tendría problemas teniendo en cuenta que la capital española era un lugar igualmente amplio como París, pero era mejor ser cautos.

De momento se hospedaba en un hotel de bella factura. Sería algo temporal. No podía estar en un lugar donde podría armar mucho revuelo si lo veían transformado. Necesitaba un lugar más discreto donde sus criados pudieran amarrarlo sin que nadie lo viera. Solo pensar en que una chica de la limpieza entrara en su cuarto y lo viera amarrado en su forma de lobo le quitaba el color de su rostro. Eso si alguien no llamaba a la guardia por el escándalo de gruñidos, más propios de una bestia, que provocaría.

De todos modos por ahora era un buen lugar donde pasar la noche aunque esa mañana, después de desayunar, había decidido dar un paseo. Había estado más pendiente de conocer a las personas de la embajada que de visitar la ciudad.

Lo primero que pudo notar al salir del hotel era la gran cantidad de gente que paseaba por las calles. Unos yendo a sus trabajos o recados y otros haciendo lo propio que él. Eduardo prefería que no hubiera tanta gente pero estaba acostumbrado al gentío por su experiencia en Madrid. No había avanzado mucho mientras disfrutaba con la arquitectura de los edificios cuando notó algo en el suelo. Un colgante. -Qué raro- pensó el lobo. -Debe de habérsele caído a alguien y no se ha dado cuenta-.

No tuvo mucho tiempo de preguntarse de quien sería porque prácticamente nada más incorporarse apareció una joven pelirroja. Sin duda el colgante debía ser de ella pues andaba con bastante ansiedad buscando algo en el suelo. Esquivaba las preguntas indiscretas y contestaba cosas aleatorias temiendo algo. Ese algo el lobo suponía que era pero no darle el colgante solo alargaría su temor.

- Creo que esto es tuyo-, comentó a la joven con una media sonrisa y colocando el colgante delante de sus ojos esmeralda.

por **Giselle Tyrell** Dom Mayo 03, 2015 11:20 am

Nada, cada vez que lo buscaba era peor y hacía que me fuera sintiendo peor. Sentía que me faltaba algo, la única parte buena era que nadie sabía que era mío pero incluso eso era peor para mi por todo lo que significaba y si alguien lo encontraba era la prueba palpable de brujería. Eso era muchísimo peor.Una horrible sensación se apodero de mi ¿y si no lo encontraba más? Ese colgante representaba todo lo que yo era y lo que había dentro de mi.
Tenía respirar y concentrarme o al menos intentar calmar mi corazón el cual intentaba salir de mi cuerpo de aquella manera, si perdía aquel colgante no tenía ni idea de lo que pasaría a continuación.

Entonces sacado como de una especie de libro lo vi, un señor incorporándose del suelo con algo entre sus dedos, sin pensarlo dos veces me abalance casi al lugar para ver si lo tenía. Su mirada me confirmo lo que tanto temía mientras lo miraba se me caía el alma a los pies. Me lance y cogí el colgante entre mis manos ocultándolo de las miradas ajenas, si algunos de ellos averiguará el significado podía acabar en la hoguera. Me lo coloqué en el cuello y subí mi mirada hacía el desconocida- Gracias pero no deberíais mostrarlo así señor, podía...podría ser algo peligroso..- Tragué saliva mirándolo.-Por favor no le comentéis esto a nadie- Mi corazón me latía muy fuerte mientras mi mente le daba mil vueltas a lo que pasaría después. Aquellas palabras que habían salido de mi boca más bien parecían una especie de suplica.

por **Eduardo Hernández** Lun Mayo 04, 2015 4:09 pm

- Bueno. A veces el peligro puede ser emocionante bella dama-, comentó antes de guiñarle un ojo. - ¿Y a quien iba a comentárselo? Sabes muy bien que no necesitaba encontrar tu medallón para saber lo que eres-, le susurró la parte final. - Y evidentemente solo con mirarme sabes lo que soy y, por tanto, no ganaría nada inculpándote ¿no? - continuó susurrando.

Se había acercado a la joven para susurrarle y ahora se alejó un poco de ella para evitar miradas indiscretas. Le daba igual que la gente pensara que era un caballero flirteando con una joven de buen ver. Lo que le importaba era atraer la atención de los demás teniendo una conversación tan delicada.

La chica era muy joven. Cuando la vio por primera vez no se fijó bien pero ahora que la tenía cerca pudo percatarse de ello. No tendría más de 20 años. Estaba muy asustada porque supieran lo que era y entendía perfectamente la razón. Ser diferente podía ser muy peligroso y más cuando la inquisición no hacía muchas preguntas. Ellos, por lo general, solo arrasaban todo lo que no fuera humano. Bueno, todo lo que no fuera un humano sin poderes.

- Mi nombre es Eduardo por cierto-, se presentó. El lobo había decidido que era mejor presentarse para tranquilizar a la chica. Si le hablaba de él seguro que ganaría confianza. - Hace pocos días que me he trasladado a París por motivos de trabajo-, dijo sonriente. Luego se dio unos toques pensativos en la barbilla con su bastón antes de proseguir - ¿Y vos? ¿Sois de por aquí? Lo cierto es que no conozco a casi nadie en la ciudad y estaría bien que alguien me guiara. Que le parece. ¿Damos un paseo mientras conversamos? - comentó afable esperando una respuesta afirmativa de la chica.

por **Giselle Tyrell** Jue Mayo 07, 2015 11:41 am

Era raro pues su carácter me hacía sentirme bien, deslice una sonrisa por mi rostro en cuanto vi el colgante, a pesar de que lo tome de forma rápida y lo colgué en mi cuello. Nadie debía averiguarlo. Me sentía mucho más tranquila con mi amuleto en el cuello al fin y al cabo era lo único que tenia de valor tanto monetario como sentimental, ganando terreno este último por supuesto. - No es emocionante cuando peligra con la vida de un ser humano. ¿No creéis?- Me sentía de repente mucho más vida y con mucho más color en el rostro, mis mejillas se sonrojaron cuando me dijo que sabía lo que era y me di cuenta de que el no era un humano corriente. Era un licantropo.

Seguramente antes no me había dado cuenta de todo aquello por mi ansiedad pero ahora lo veía con total claridad y eso me tranquilizaba. Nunca había conocido a ninguno pero estaba totalmente encantada de hacerlo, la angustia y la ansiedad ya no estaba. Me inspiraba confianza, había algo en él que hacía que me tranquilizará. Más atentamente me fije detenidamente en sus ropas, no era alguien con él que se me permitiera hablar, si no alguien que estaba por encima de mi.

- Mi nombre es Giselle, os diría mi apellido pero no os servir de nada saberlo. - Además si leía la noticia sobre el señor Tyrell sabría de quién era hija y eso no me interesaba lo más mínimo. - No creo ser digna de enseñaros la ciudad y no creo que sea apropiado que la gente os vea conversar con alguien como yo, señor Hernández. Si tengo curiosidad por preguntaros de donde venus y como es vuestro país, si me lo permitís claro esta. Se que no debo meterme en asuntos que no me convienen pero mis raíces son Francesas y nunca he salido de aquí.

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