AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Marañas de caminos de un otoño || Privado
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Marañas de caminos de un otoño || Privado
por Tania Fernandez Lun Abr 27, 2015 6:22 am
“¡Ah! ¡Si ella me mirara no sé qué haría con mi alma ni dónde ocultaría lleno de temor mi corazón!”
— Abraham Valdelomar
— Abraham Valdelomar
Los días comenzaban a hacerse largos, el invierno era un ser despiadado que llegaba para matar a cientos de personas. Tania no deseaba ser una de esas que agarraban las enfermedades que venían de la mano del frio. Algunos llamaban la muerte blanca a estos días. Aun no llegaba aquellos días, pero ella no se confiaba y apenas podía cubrirse con ropajes gruesos que pudieran protegerla del frio naciente del día
Los pobres eran lo que más sufrían esos días y ella era uno de esos pobres, aunque a diferencias de muchos, ella tenía donde refugiarse, encontrar calor entre el cuerpo de hombres y mujeres dispuestos a pagar un par de francos por su compañía. Odiaba admitirlo, pero debía aceptar que tenía la fortuna de tener un lugar cálido a donde llegar, no como muchas personas, que terminaban durmiendo en los congelados callejones por falta de espacio y trabajo.
Entro al recinto y un aire cálido invadió su cuerpo, fue como si el lugar la abrazara, la reconfortara y le indicara que aquí siempre iba a estar bien. Que patrañas de la vida, estando en un burdel de mala muerte era mucho mejor que pasar frio y hambre en las calles.
Pidió un trago para calentar su interior.
El cantinero se lo trago, no tuvo que esperar mucho por su pedido, la había reconocido fácilmente, sabía que era Tania y sirvió su pedido al momento. Ella agradeció con una sonrisa mientras disfrutaba su trago que lograba despertar en su interior nuevamente el fuego que la mantenía viva.
Última edición por Tania Fernandez el Sáb Ene 09, 2016 1:16 pm, editado 1 vez
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Re: Marañas de caminos de un otoño || Privado
por Mark Bass Lun Jun 22, 2015 3:09 pm
La noche era fría, la luna estaba en lo alto y las calles estaban tan desoladas que de manera sublime se pudo observar una silueta amorfa detrás de un farol. Era algo vivo pues su respiración se manifestaba con el vapor que salía y debido a las temperaturas fácilmente se podía visualizas; la caminata de éste ser no tardó en empezar... Lenta, segura y llena de misterio que al salir a la luz en vez de resolverse se volvió con más intriga.
Alto, vestido con gabardina oscura y un sombrero de copa. No se veía mucho salvo una piel blanca y unos cabellos negros que parecían ser cortos; en su mirada dos diamantes negros se mantenían firmes y en su rostro la seriedad misma de un demonio sobre la Tierra le hizo perderse entre las calles hasta llegar a la entrada de aquel lugar... "El Burdel"
Un hombre abrió la puerta y al fijarse en el rostro de aquel misterioso hidalgo no tardó en hacerse a un lado, retirándole su gabardina y sombrero para así mostrar la identidad de aquel conocido en el bajo mundo cómo El Mefistófeles -Cuídalo bien- dijo en seco y tajante, ajustando el nudo de su corbata negra que hacía juego con un traje completo de mismo matiz y una camisa blanca. Poco a poco comenzó a caminar hasta llegar a la barra, donde al sentarse justo al lado de una dama observó cómo el cantinero le sirvió sin siquiera preguntar: Whisky, sólo.
Dio un sorbo, sintió el ardor exquisito en su garganta y acarició el mango de su espada, esa fiel arma que pendía de su costado y que era reconocida entre la orden de cacería así cómo de las artes oscuras, ese filo que se dice que si Dios o Satanás se atravesaran en su camino... Ellos saldrían heridos -Otro- susurró al terminar su vaso y sin pasar más de un par de segundos el cantinero le sirvió y decidió dejar la botella, provocando una sonrisa en el Demonio -Bien hecho...- dejando una bolsa con varias monedas cómo pago y propina.
Alto, vestido con gabardina oscura y un sombrero de copa. No se veía mucho salvo una piel blanca y unos cabellos negros que parecían ser cortos; en su mirada dos diamantes negros se mantenían firmes y en su rostro la seriedad misma de un demonio sobre la Tierra le hizo perderse entre las calles hasta llegar a la entrada de aquel lugar... "El Burdel"
Un hombre abrió la puerta y al fijarse en el rostro de aquel misterioso hidalgo no tardó en hacerse a un lado, retirándole su gabardina y sombrero para así mostrar la identidad de aquel conocido en el bajo mundo cómo El Mefistófeles -Cuídalo bien- dijo en seco y tajante, ajustando el nudo de su corbata negra que hacía juego con un traje completo de mismo matiz y una camisa blanca. Poco a poco comenzó a caminar hasta llegar a la barra, donde al sentarse justo al lado de una dama observó cómo el cantinero le sirvió sin siquiera preguntar: Whisky, sólo.
Dio un sorbo, sintió el ardor exquisito en su garganta y acarició el mango de su espada, esa fiel arma que pendía de su costado y que era reconocida entre la orden de cacería así cómo de las artes oscuras, ese filo que se dice que si Dios o Satanás se atravesaran en su camino... Ellos saldrían heridos -Otro- susurró al terminar su vaso y sin pasar más de un par de segundos el cantinero le sirvió y decidió dejar la botella, provocando una sonrisa en el Demonio -Bien hecho...- dejando una bolsa con varias monedas cómo pago y propina.
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Re: Marañas de caminos de un otoño || Privado
por Tania Fernandez Mar Jul 21, 2015 8:49 pm
Cuando el local se llenaba, comenzaba a sentirse pesado el ambiente, en el aire habían una mezcla de ruidos, eran risas coquetas de las prostitutas que trataban de venderse a cualquiera que le prestara un de atención, junto con las conversaciones de los hombres que se habían decidido a relajar con uno que otro amigo de parranda, después de un largo día de trabajo. Todo eso era mezclado con una bullosa música, que invitaba a todos a bailar y hacer cada vez más ruido. Para algunos podría ser la entrada al infierno, la habitación de uno de los pecados capitales; la lujuria.
Para Tania era un lugar en el cual debía pasar gran parte de su vida, por eso había debido acostumbrarse rápido a aquel ambiente descarado y poco recatado que se vivía en aquel lugar. Se había convertido en su hogar y toda la gente que trabajaba en ese lugar, se había convertido en su familia, sin importar las diferencias que podrían tener uno de otro, siempre se intentaba; o al menos las mayorías de veces. Ayudarse mutuamente, así sea dando un pedazo de pan en la mano del otro, podían saber que había alguien a quien podría recurrir.
Fernandez era una de las encargadas que todo estuviera bien en ese lugar, ya eran las veces contadas con los dedos cuando debía abrir las piernas. Común mente lo hacía para conseguir algo en específico o para simplemente no perder la costumbre de hacerlo. Pues para ella el sexo se podía disfrutar, no importaba con quien llegara a estar, siempre podría contar con un techo que te protegería de la noche.
― Oh, Hombre, debería beber un poco más despacio ― De reojo había mirado como el hombre que se sentó a su lado había tomado de forma tan rápida su primer vaso de wisky. Lo primero que pensó fue que no debía meterse en los asuntos de los demás, era problema del hombre no de ella ― Al menos invita un poco antes de que se acabe ― Le guiño el ojo. Su mano alzo su vaso y lo llevo hasta sus labios, que rozaron la orilla de este mismo, antes de lentamente absorber un poco de su líquido. Había humedecido sus labios con licor y se los relamía con gusto
Para Tania era un lugar en el cual debía pasar gran parte de su vida, por eso había debido acostumbrarse rápido a aquel ambiente descarado y poco recatado que se vivía en aquel lugar. Se había convertido en su hogar y toda la gente que trabajaba en ese lugar, se había convertido en su familia, sin importar las diferencias que podrían tener uno de otro, siempre se intentaba; o al menos las mayorías de veces. Ayudarse mutuamente, así sea dando un pedazo de pan en la mano del otro, podían saber que había alguien a quien podría recurrir.
Fernandez era una de las encargadas que todo estuviera bien en ese lugar, ya eran las veces contadas con los dedos cuando debía abrir las piernas. Común mente lo hacía para conseguir algo en específico o para simplemente no perder la costumbre de hacerlo. Pues para ella el sexo se podía disfrutar, no importaba con quien llegara a estar, siempre podría contar con un techo que te protegería de la noche.
― Oh, Hombre, debería beber un poco más despacio ― De reojo había mirado como el hombre que se sentó a su lado había tomado de forma tan rápida su primer vaso de wisky. Lo primero que pensó fue que no debía meterse en los asuntos de los demás, era problema del hombre no de ella ― Al menos invita un poco antes de que se acabe ― Le guiño el ojo. Su mano alzo su vaso y lo llevo hasta sus labios, que rozaron la orilla de este mismo, antes de lentamente absorber un poco de su líquido. Había humedecido sus labios con licor y se los relamía con gusto
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Re: Marañas de caminos de un otoño || Privado
por Mark Bass Jue Jul 30, 2015 1:58 pm
La mirada seria y concentrada de aquel cazador se había puesto en todo el ambiente en general, analizando a los presentes, a las empleadas, notando una que otra cosa tal cómo robos disimulados de mujeres que fingen pasarla bien e imbéciles ebrios que terminan siendo despojados de sus bienes. Por otros lados se ve cómo dos personajes sin importarles mucho terminan fornicando ante todos y no es que el factor sexo le resulte desagradable, pero al menos él sabía bien que la privacidad es algo exquisito.
De pronto una voz femenina interrumpió la bebida de aquel inglés quién giró su rostro y clavó duramente sus ojos en los ajenos, apreciando cómo le que coquetea, algo que no serviría de mucho –Si crees que remojando tus labios me excitaré lo lamento pero necesitas un poco más- vuelve a terminar su líquido para así servirse un poco más -Además... Si quieres de mi Whisky ¿no deberías darme algo a cambio?- anexando tajante y soberbio.
Cómo si la ignorara el de ojos negros prosigue con el análisis del lugar, tratando de reconocer a cada persona y de igual forma muchas le reconocen pues al pasar cerca de él bajan la mirada, desvían su camino o inclusive pareciese que hasta a algunos la borrachera se les espanta. Saben bien que provocar al peor de los demonios no es algo muy inteligente y hasta en aquellos lugares sabían que cuidarse y no molestar a El Mefistófeles era la mejor forma de sobrevivir.
De pronto una voz femenina interrumpió la bebida de aquel inglés quién giró su rostro y clavó duramente sus ojos en los ajenos, apreciando cómo le que coquetea, algo que no serviría de mucho –Si crees que remojando tus labios me excitaré lo lamento pero necesitas un poco más- vuelve a terminar su líquido para así servirse un poco más -Además... Si quieres de mi Whisky ¿no deberías darme algo a cambio?- anexando tajante y soberbio.
Cómo si la ignorara el de ojos negros prosigue con el análisis del lugar, tratando de reconocer a cada persona y de igual forma muchas le reconocen pues al pasar cerca de él bajan la mirada, desvían su camino o inclusive pareciese que hasta a algunos la borrachera se les espanta. Saben bien que provocar al peor de los demonios no es algo muy inteligente y hasta en aquellos lugares sabían que cuidarse y no molestar a El Mefistófeles era la mejor forma de sobrevivir.
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Re: Marañas de caminos de un otoño || Privado
por Tania Fernandez Mar Ago 25, 2015 9:16 am
Apostaba que aquel hombre debía tener muy buenas historias que contar, lo miraba de reojo y su semblante parecía de hielo, nada parecía que lo pudiera sacar de sus cabales, parecía un hombre muy difícil de impresionar. Era alguien que a Tania le parecía que buscaba todo pero a cambio de nada. En su mirada se veía que era alguien inteligente, no como los que frecuentemente se la pasaban por esos lares.
― Si estuviera realmente coqueteándole, ya estuviéramos en la cama, Monsieur ― dejo salir una suave risa mientras el cantinero parecía interesado en el desarrollo de aquel encuentro. La puta frunció su ceño y con un ademan de manos termino espantándolo, pero no antes de darle una pequeña y natural insultada de su parte: ― ¿Qué es lo que miras? Mejor ve a atender a otra parte, idiota ― chasqueo su lengua y miro hacia otra parte, hasta que por el rabillo del ojo miraba como el cantinero bufaba y se alejaba del lugar.
― No todas aquí buscamos acostarnos tan pronto nos señale alguien ― Se alzo los hombros, apoyando su cuerpo en la barra, como si esta siempre fuera a estar allí para mantenerla en su posición ― Pero me da curiosidad… usted ve a todos con cierto aire de superioridad, como si buscara algo o juzgara a alguien por su condición ― analizaba al hombre dejando que su mirada fuera de arriba hacia abajo, mientras ladeaba un poco su cabeza.
― Le debo un beso, a mi parecer así podrá recuperar el licor que utilice para mojarme los labios ― sonrió suavemente. Ella trataba de realmente no beber, pero al ser para el burdel también una parte importante las bebidas, debía incitar a los hombres a beber de alguna forma. ― Si no lo quiere, está bien, yo tampoco quería su bebida ― se alzo los hombros y le dio la espalda, dispuesta a buscar otra vez al chismoso cantinero que le trajera algo de beber.
― Si estuviera realmente coqueteándole, ya estuviéramos en la cama, Monsieur ― dejo salir una suave risa mientras el cantinero parecía interesado en el desarrollo de aquel encuentro. La puta frunció su ceño y con un ademan de manos termino espantándolo, pero no antes de darle una pequeña y natural insultada de su parte: ― ¿Qué es lo que miras? Mejor ve a atender a otra parte, idiota ― chasqueo su lengua y miro hacia otra parte, hasta que por el rabillo del ojo miraba como el cantinero bufaba y se alejaba del lugar.
― No todas aquí buscamos acostarnos tan pronto nos señale alguien ― Se alzo los hombros, apoyando su cuerpo en la barra, como si esta siempre fuera a estar allí para mantenerla en su posición ― Pero me da curiosidad… usted ve a todos con cierto aire de superioridad, como si buscara algo o juzgara a alguien por su condición ― analizaba al hombre dejando que su mirada fuera de arriba hacia abajo, mientras ladeaba un poco su cabeza.
― Le debo un beso, a mi parecer así podrá recuperar el licor que utilice para mojarme los labios ― sonrió suavemente. Ella trataba de realmente no beber, pero al ser para el burdel también una parte importante las bebidas, debía incitar a los hombres a beber de alguna forma. ― Si no lo quiere, está bien, yo tampoco quería su bebida ― se alzo los hombros y le dio la espalda, dispuesta a buscar otra vez al chismoso cantinero que le trajera algo de beber.
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Re: Marañas de caminos de un otoño || Privado
por Mark Bass Miér Oct 21, 2015 4:10 pm
Las palabras de la chica parecían ser los reclamos de un bebé que ansiaba por la atención del profesor o inclusive el juguete que sus padres no querían comprarle. Su argumento absurdo que trataba de hacerle entender a Mark que no todas las putas buscaban sexo lo hizo soltar una carcajada que casi termina por derramar un poco de whisky sobre su pantalón -… Una puta que no busca solamente sexo- un aire increíblemente sarcástico se inyectó directo a la yugular de aquella mujer, mostrando como el de sangre inglesa se burlaba con toda libertad de tan incongruente comentario, obligándolo a anexar -… De no ser así… Para qué demonios se necesitaría una puta?-
Entonces el cantinero se acercó y con una simple mirada el Demonio lo hizo marcharse sin decir nada. Solo basto con su ceño fruncido para que ignorara a la prostituta –Vamos a hacer claros- dice terminando su bebida y colocando el vaso en la barra, girando su cuerpo y quedando frente a frente de ella –Puedo ser quien desees… Soy lo que imaginas… Pero a la vez no… Si quieres besarme, solo hazlo, pero debes saber que las promesas me sirven menos que nada, así que…- Y para antes de acabar su dialogo, el cazador ya tenía una navaja oculta entre su muñeca y dedos cerca de la cintura de la chica, plasmando una sonrisa que por mínimo… Maquiavélica lleva como definición.
-Quieres un trago? Tú lo pagas- rompiendo un poco el vestido de la prostituta, provocando que este muestre un poco más de piel de lo que se suponía debía mostrar y así, el de ojos negros simplemente se acerca a ella para morder su labio inferior lleno de toda confianza.
Entonces el cantinero se acercó y con una simple mirada el Demonio lo hizo marcharse sin decir nada. Solo basto con su ceño fruncido para que ignorara a la prostituta –Vamos a hacer claros- dice terminando su bebida y colocando el vaso en la barra, girando su cuerpo y quedando frente a frente de ella –Puedo ser quien desees… Soy lo que imaginas… Pero a la vez no… Si quieres besarme, solo hazlo, pero debes saber que las promesas me sirven menos que nada, así que…- Y para antes de acabar su dialogo, el cazador ya tenía una navaja oculta entre su muñeca y dedos cerca de la cintura de la chica, plasmando una sonrisa que por mínimo… Maquiavélica lleva como definición.
-Quieres un trago? Tú lo pagas- rompiendo un poco el vestido de la prostituta, provocando que este muestre un poco más de piel de lo que se suponía debía mostrar y así, el de ojos negros simplemente se acerca a ella para morder su labio inferior lleno de toda confianza.
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por Tania Fernandez Sáb Ene 09, 2016 1:15 pm
Aquella persona que se paraba frente a ella se jactaba de tener la más insoportable confianza y altanería, lo que alerto un poco al cantinero, quien se atrevió a acercarse para ver que todo estuviera bien, pero aquel hombre le termino lanzando una mirada que lo congelo; era como si su instinto más primitivo le hubiera advertido que corría peligro. Tania por su parte lo miro de reojo y asintió para indicarle que todo estaba bien, no era necesario que interviniera en ese momento. Volvió su mirada al hombre dejando salir una pequeña sonrisa de sus labios, la cual vino acompañada de un suspiro, demostraba abiertamente su molestia ante los ácidos comentarios del caballero; ya ni se acordaba porque estaba allí. Comenzaba a sentir que no valía la pena debatir ideas con aquel señor.
La actuación del caballero fue tan rápida, que Tania no tuvo tiempo de reaccionar. Por un momento tuvo deseos de gritar; hacer un escándalo como ella sola sabia hacerlos. Pero con la presión de la navaja en su cintura, termino fue tensando su cuerpo, mientras su mirada hacia un recorrido entre el objeto punzante y el inquietante rostro del hombre. La prostituta solo se dedico a fruncir el ceño, prefería mantener la boca cerrada por precaución.
—Tks… ― sintió la rasgadura del vestido, haciendo que su pierna se desliara por la tela y mostrara su tersa piel morena. Había solo un pequeño rasguño que dañaba su perfecto musculo. Pero antes de poder quejarse sintió como sus labios fueron atrapados. Quiso retroceder, pero el agarre del hombre se lo impidió, así que se en vez alejarse se acerco lo que más pudo. Ahora ella tomaba el ritmo del beso, sujeto su labio inferior y mordió lo suficiente como para dejar salir unas gotas de sangre a lo que seguido se apresuro a alejarse.
―!Te lo mereces por dañar mi vestido! ― mascullo dando unos pasos atrás mientras se limpiaba la sangre de su comisura de sus labios, una sangre que no era de ella ― Si no te vas en este momento, llamare a seguridad ― miro al cantinero quien asintió ante su advertencia. Estaba preparado para cualquier orden de la encargada del burdel. ― Para que veas que cualquier puta no soy… ―
La actuación del caballero fue tan rápida, que Tania no tuvo tiempo de reaccionar. Por un momento tuvo deseos de gritar; hacer un escándalo como ella sola sabia hacerlos. Pero con la presión de la navaja en su cintura, termino fue tensando su cuerpo, mientras su mirada hacia un recorrido entre el objeto punzante y el inquietante rostro del hombre. La prostituta solo se dedico a fruncir el ceño, prefería mantener la boca cerrada por precaución.
—Tks… ― sintió la rasgadura del vestido, haciendo que su pierna se desliara por la tela y mostrara su tersa piel morena. Había solo un pequeño rasguño que dañaba su perfecto musculo. Pero antes de poder quejarse sintió como sus labios fueron atrapados. Quiso retroceder, pero el agarre del hombre se lo impidió, así que se en vez alejarse se acerco lo que más pudo. Ahora ella tomaba el ritmo del beso, sujeto su labio inferior y mordió lo suficiente como para dejar salir unas gotas de sangre a lo que seguido se apresuro a alejarse.
―!Te lo mereces por dañar mi vestido! ― mascullo dando unos pasos atrás mientras se limpiaba la sangre de su comisura de sus labios, una sangre que no era de ella ― Si no te vas en este momento, llamare a seguridad ― miro al cantinero quien asintió ante su advertencia. Estaba preparado para cualquier orden de la encargada del burdel. ― Para que veas que cualquier puta no soy… ―
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