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Eres el más bello de mis males (The Phantom) "Los Eternos" C. Le due maschere della notte 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Darkness Severaux Lun Abr 27, 2015 11:58 pm

Una mirada profunda y al mismo tiempo vacía observa quieta e imperturbable el templo donde el arte era resguardado, donde Apolo tocaba su lira en lo alto, de donde provenían el sonido de las cuerdas de los violines, de las teclas de los pianos, los estrepitosos sonidos de las percusiones que se alistaban para la presentación de aquella frívola noche donde finalmente debía encarar el propio destino que en vano había olvidado.
Allí estaba Severaux, con su pálida mano en el pecho en medio del sendero para los asistentes, no importaba si él estorbaba, no importaba cuanta era la gente que quizás se irritaba al interrumpir su altivo paso, el esta inmerso en el pensamiento, en la tortura mísera del dolor, sintiendo el roce del resto de los mortales que vestían de formas excéntricas algunos y elegantes otros, pero era en aquellas telas donde se componía la verdadera sinfonía nocturna, esa música modesta e irritante que le devolvía a la realidad de las luces que provenían del teatro

"-No tiene el menor caso postergar esto más- pensó para si mismo en el envoltorio de los suspiros que salían de lo más profundo del pecho, donde el dolor agudizaba a niveles que ni un simple humano en sus cabales toleraría"

Así, sus pasos lentos y calmados pisaron el dominio maldito según algunos, Severaux no quiso separarse de su capa y era en aquella sala centro de toda mirada, su piel blanca como la luna, el cabello oscuro como la noche desierta de estrellas, su rostro inexpresivo y su vestimenta oscura que arrastraba hasta los suelos forrados de alfombra roja carmín no favorecían mucho a las habladurías de la gente, a el inmortal longevo eso era lo que ya menos le perturbaba, sabía como hacerlos callar, bastaba con pasar por enfrente de ellos, con imponente estampa, su figura firme y su rostro fijo en el frente y altivo, su elegancia hacia de él un caballero, interesante e imperturbable, tomo asiento en su palco correspondiente, dede allí los sentidos absorbieron todo con lujo de detalle, se embriagaba en el aroma de los perfumes caros y de la madera recién pulida, escuchaba el bullicio y las risas, podía percibir los ensayos y los cambios improvisados tras bambalinas, todo esto con sus ojos cerrados, las piernas cruzadas y la espalda recargada al respaldo de su asiento.
Su paz, su exquisito andar silencio e invisible entre los asistentes vio bruscamente interrumpido cuando el telón abrió pomposamente la obra, una soprano pidiendo amor en el aria indicaban la tragedia de Romeo y Julieta, Darkness centro la mirada en el arte, en sincronización y la química de todo un elenco que actuaba con absoluta cautela y precisión, siempre observando el palco frente al suyo, donde las sombras reinaron durante los siguientes actos, se le había dicho que a quién buscaba estaba allí, siempre con ojo asesino, haciendo papel de muerte, trayendo consigo la tragedia al finalizar cada función, pero Darkness permaneció tranquilo, apenas si apartaba su vista del escenario, con los siglos había aprendido a ser sigiloso, claro que vigilaba el palco número cinco con el rabillo de ojo, entonces vio dos rubíes carmín del lado izquierdo de las dianas cortinas persas que contrastaban con el dorado y rojo del recinto.

"-Es él- dijo para si, con la misma postura con la que inicio al ver la obra, con la diferencia que la mano de nuevo yacía en el pecho, extendida, tranquila y fría, el acontecimiento parecía haberle perturbado, pero en su rostro nada podía ser demostrado"

Y a partir de ese momento la sensación que era observado por la nada que estaba en aquel paco pareció aumentar de forma insistente y poderosa, podía contemplar que los rubíes de la nada, permanecían absortos en su persona y que continuarían cuando el intermedio llegará para instalarse breves instantes. Entonces salió girando la perilla redonda y de oro, llevando su larga capa hacia atrás sostenida por su mano, sus cabellos le cubrían los costados del rostro, ocultaban sus ojos de un marrón cristalino, parecido al de un felino salvaje, quería apreciar todo rincón antes de encontrase frente a frente, camino varios pasillos decorados de replicas pequeñas de esculturas históricas de las cuales, el vampiro conocía de propia mano a sus autores, su vida pasaba en fugaces imágenes  que encontraron un brusco termino cuando un pasillo recubierto de espejos dio cuenta a Severaux su aspecto melancólico, oscuro, retraído y severo, observo con movimientos breves cada rincón del largo pasillo, lado a lado fue su vista oso para darse cuanta de cuan alejado estaba ya de su punto de partida, el silencio seguía presente una vez que recobro la consciencia, solo el soplido del viento pareció hacerle compañía junto con el espejo que quedó frente suyo

"-Sabia que eras brillante- hablo apenas separando los labios, su voz lleno los rincones y resonó en los brillantes vidrios enmarcados en oro victoriano -Tanta belleza salida de tu arte, me imposibilita pensar hijo mío que seas el asesino del que me han contado- flexión su mano al frente, intentado acariciar su propio reflejo, tan seco, tan frío, tan oscuro, sin un halo de luz a su alrededor -De ser así- aparto la mirada del espejo -De ser así- prosiguió -Tu serías el más bello de mis males- entonces el sentido advirtió de un aura oscura, fuerte... maligna y amenazante que se aproximaba a él, Severaux levanto su poblada y espesa ceja, su respiración sin embargo era tranquila -Creí que acabaría por terminar de contemplar su opera monseuir-"

Advirtió sabiendo que su destino había llegado a encararlo después de doscientos siglos de olvido e ignorancia fingida.



Última edición por Darkness Severaux el Mar Jun 30, 2015 12:58 am, editado 3 veces
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Mensaje por Phantom Nocte Sáb Mayo 02, 2015 9:33 am

Era de mi total desagrado la obra que se presentaría esta noche, pero fue por la insistencia de Giry que accedí al montaje que se preparó durante una semana entera sin descanso para todo el personal, por las noches les escuchaba desde los recovecos de mis aposentos, pasos desesperados, gritos, ordenes, bailarinas perfeccionándose mientras la escenografía era montada detrás de sus torpes movimientos que se veían obligados a ser perfectos si querían tener la cabeza unida a su cuello, Imogen era una mujer tenaz y de afable inteligencia cuando se lo proponía, era bajo la amenaza del verdugo y ejecutor fantasmal de la opera que propagaba la muerte después de observar el desenvolvimiento del arte en su palco numero cinco que todo aquel alboroto se había ocasionado y en el fondo reconocía que su veracidad no estaba tan alejada de la realidad... esa noche rodarían cabezas, ríos de sangre correrían por los pasillos y suelos alfombrados de aquellos cuya habilidad escénica fuesen de mi desagrado.
Después del plazo dado por Erik Destler, el teatro abría sus puertas esa noche de par en par, con toda vanidad, con toda elegancia y lujo, para recibir al bullicio estridente que era propio entre los asistentes, todo un circo de conversaciones, criticas, ropajes e hipocresías, insignificantes criaturas que ya eran observadas por el ángel de la muerte desde su palco acomodado por Giry.
Era de mi gusto que en el preludio de la obra mis ojos se cerraran, la postura del fantasma se viese perdida entre las sombras del asiento, mientras mi pierna se cruzaba tan plácidamente como mi silueta era recargada en el respaldo de la silla dorada donde mi brazo reposaba tranquilamente en la bracera, mientras mi mano sostenía el mentón acariciando con un solo dedo forrado de negro el resto de la máscara lisa y mis sentidos absorbieran cada exquisito toque melódico de los instrumentos de la orquesta que tocaban de forma dispar, no había cambio en las auras, en las vibraciones que como demonio podía percibir sin dificultad o al menos eso creí en primera instancia.
Al iniciar la ópera era una energía distinta la que me hizo devolver la vista sin el velo de los párpados, escuchaba a los actores pero no era el punto donde mis ojos quedaron fijos, ellos veían con insistencia el palco que estaba delante mío, tratando de escudriñar al ser que en mi causaba tanta inquietud, apenas si la iluminación lúgubre que se escogió para la representación iluminaba débilmente los colores rojos y dorados de los muros que formaban los palcos pero podía contemplarlo con claridad, cabello negro con caída lacia hasta los hombros, ojos marrones y parecía tener una presencia altamente añeja e imponente -¿Quién demonios eres?- pregunte pero el pareció no recibir ningún mensaje claro, se limitaba a observar el escenario y de vez en cuando el rabillo del ojo me confesaba tener un interés particular en mi, seguí entonces vigilando sus movimientos de manera inquisitiva, era un vampiro de aquello no tenia dudas, pero los pocos rasgos que presumía a la vista me resultaban familiares y de pronto fue como sumergirme en el pasado acompañado de la música melancólica del acto, las sensaciones se remolinaron dentro de mi como el día que vi a ese monstruo por primera y ultima vez, aquel que se atrevió a transformarme en esto y luego se marcho sin más para siempre.
Contemple con impaciencia el último acto, ni sus bailes o cantos parecían calmar al ser montaraz, que torvo absorbía las dedicatorias de arte de los participantes, pidiendo clemencia silenciosa al palco donde sabían que la muerte les analizaba para conocer si eran dignos de seguir con vida, cuando todo hubo terminado con honores y aplausos dando inicio al intermedio mi figura envuelta en capa larga y oscura descendió escurriéndose por los pasillos y los muros, buscando la presencia longeva del otro demonio, camine por los pasillos vacíos sin embargo fue por los túneles dentro de las paredes hechos por mi que mis pasos eran disfrazados del sutil ropaje del sigilo, al final, nos encontramos cara a máscara en el pasillo de los espejos, llamado así por todo el personal -No soy hijo tuyo- respondí instantes después de que el hombre se detuviera observando el espejo, tratando de acariciar su reflejo sin tener valía suficiente para conseguirlo -Naturalmente que terminaría de ver mi obra en paz, pero existen ciertos... ruidos... interferencias, que me impiden tener total concentración en lo que escucho, en lo que veo y lo que escribo- mis pasos se centraban en llegar al espejo translucido desde donde pronto le vi cerca, quede paralizado en el refugio de la oscuridad de los muros, le observe absorto por minutos sin poder creer que fuese él a quién veía delante de mi, su cabello, sus ojos, su piel y su rostro imperturbable -Eres tu- dije con sorpresa y molestia, mis facciones ocultas y deformes mostraron odio reprimido, -¡Eres tu maldito infeliz!- exclame en pensamientos -El maldito que decidió convertirme y abandonarme, olvidaría todo hasta el día en que ocurrió pero tu maldito rostro jamás- entonces mi mente comenzó a maquilar una aniquilación fuera de todo programa, tenia que cobrarme de día en día, de minuto a minuto, de respiro a respiro, de siglo a siglo todo cuanto he pasado con creces -¡¿Con que cinismo te atreves a venir aquí estúpido vampiro!?- exclame entonces -¡Olvidaría absolutamente todo menos tu maldito rostro, doscientos años no han borrado la huella de lo que me hiciste infeliz!- acerque mi rostro al espejo frente de él, permití que las velas acariciaran el blanco de la faz,estaba seguro de la aparición de la máscara en el espejo, podía verme dentro de su reflejo y fue eso lo que quizás le hizo retroceder -¡Esto me la pagarás con creces infeliz creador mío!- amenace desapareciendo con sigilo de mi posición, pensando en el siguiente movimiento que diera una muerte lenta y segura.


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Mensaje por Darkness Severaux Sáb Mayo 02, 2015 9:03 pm

El viejo vampiro permanecia en calma, el tono sutil  aunque amenazante de la voz en su creación, en un principio le había inundado el interior de la misma forma en que sucedió hace dos siglos atrás

-Mulheim- susurró entonces, cerrando sus párpados, dejándose envolver por el encanto de la misteriosa presencia cuyo escondite estaba entre muros.

Sus manos se entrelazaron, los dedos jugueteaban entre si, pálidos y largos que con impaciencia rogaban la aparición del bello rostro de ángel que había quedo grabado en la memoria de su dueño justo antes de desaparecer en mezcolanza espesa de los siglos, de la noche, del tiempo que cruel verdugo ni a él le había perdonado cada error cometido, su cuerpo no se movía, estaba envuelto por la larga capa que arrastraba hasta los pisos brillantes de mármol, su mirada imperturbable, el gesto duro, sus ojos fijos en el espejo, analizando su reflejo por instantes sin pensar en que su creado, su eterno hijo respondería de la forma menos inesperada, un máscara, pálida como la esencia fantasmal de las almas en pena irrumpió en su campo de visión, Severaux retrocedió de inmediato, el acto no era inspirado por el horror, por el miedo al que pasará, sino por una fuerza poderosa nacida de su incomprensión ¿Porque debía usar una máscara cuando él era una bella criatura infernal? ¿Porque debía matar de aquella estrepitosa  y desenfrenada manera?, pero en su rostro nada de eso se mostraba

-Me muestro con el mismo cinismo en que vos matáis sin piedad- respondió después al espejo vacío -Te obsequié este don con la idea de que vos alcanzarais la perfección que tanto anhelabas en vuestras noches de encierro...lo obsequie a vos para que todo hombre, mujer y quien se rodeara de tu presencia vos amará para siempre y vos... vos ¡Solo usáis esto para asesinar!- exclamó pero se percato de su ausencia, inspiro profundo, se acerco al espejo.

Lo palpo, lo escruto con la mirada, minuciosamente el marco de oro fue analizado de arriba a abajo, sus ojos iban y venían en movimientos rápidos, como si estuviese leyendo algún manuscrito antiguo, entonces sintió en el hombro una fuerza ejercida que no le detenía, era su cuervo que observaba con la misma insistencia lo que tenía al frente, con los movimientos rápidos de su diminuto cuerpo y cabeza, al sentirlo Severaux paró un momento, volvió a la actitud contemplativa hacia el artefacto cristalino y después con puño cerrado le rompió dejando ver la entrada a un muro entre paredes que llevaba al sitio donde su enmascarado seguramente había escondido el resto de su misterioso cuerpo.
Ya dentro, cuando una pesada puerta sello la entrada secreta, el cuervo de plumaje negro aleteaba como un instinto natural a la fuerte corriente de viento que provenía de las profundidades húmedas de los sótanos, mientras que el vampiro intentaba divisar con ojos apenas abiertos en su totalidad lo que había en el sendero de piedra antigua y polvorienta, su mano seguía en el pecho, impasible e inmóvil ante las trampas que contenía el resto de las cavidades, sogas, fuertes hierros afilados que amenazaban con atravesar a quien cruzase el camino, pudieron haber destruido a cualquiera menos a la sombra, para la que todo fue en vano, el cuerpo envuelto en la capa que ahora se abría de par en par seguía en camino al infierno, al reinado de su ángel maligno a paso lento e incrédulo de lo que sus ojos contaban alrededor.
Sin embargo hubo algo que detuvo sus secos pasos, frente a él todo un tétrico escenario se alzaba orgullosamente, cientos de velas frente a él dejaban poco lugar a las noche y sus misteriosas sombras, las llamas y su movimiento dependían entonces del tamaño de los cirios, había muchas apagadas sin que se hubiesen apagado por propia naturaleza de la cera, otras por el contrario habían obtenido la aparente misericordia de seguir en pie aunque fuese más probable que su muerte llegará prontamente, otras se percibían nuevas

-Por el infierno- penso, negó y continuo descendiendo, observando hacia todas direcciones, su aura era confusa, su creación estaba en todos y en ningún lugar a la vez -¿Quien sos vos?- pregunto al momento -Solo para que os lo sepáis, vuestros juegos tontos me tienen sin cuidado- advirtió severamente -No me asustas, la incertidumbre, la oscuridad y la soledad han sido territorios donde he transitado sin ninguna dificultad- finalmente en medio de toda luz se detuvo -Y más cuando yo fui quien te cree- un leve resquicio de sonrisa victoriosa pareció dibujarse en su pálido rostro -¿Como pensáis aniquilarme ¿Ah?- reto cruzando de brazos -¿Prendiendome fuego?, estoy aterrado- fingió horror -No, no soy tan especial para vos como para que eches a perder todo lo que vuestras manos han construido- su mirada marrón le buscaba, pero aquel no había aparecido ante su presencia, no había dicho palabra alguna -Se que vos estáis aquí- indico -No es necesario que te ocultéis, pues aun esta horrible faceta en que estáis metido no temo de vos, ni lo que vuestros mortíferos pensamientos pueden sugerir hacer conmigo- hablo su voz ronca en matices grises, lejos de emociones o sensaciones -¿Que esperáis? ¡Mostraos!- exigió.

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Mensaje por Phantom Nocte Jue Mayo 07, 2015 10:42 pm

Crei entonces que mi eje de dominación y agonía seria entre los laberintos que yo mismo había labrado no hace mucho, jamás pensé que fuera su osadía hasta el extremo de irrumpir más allá de la cristalina berrera que en momento dejo volvernos a contemplar después de dos siglos de larga ausencia.
Escuche sellarse el muro tras la caída de los cristales rotos, escuche sus pasos cuidados y lentos tras de mí, era ese tortuoso caminar el que me remontaba al momento en que por los mortales fui esclavizado como un animal, eran esos pasos elegantes, pausados y lentos, un pie tras el otro en medio de la noche que me daban la certeza que alguien me quería y prodigaba por vez primera, era cuando la comida y aquel mono hecho de tela y paja aprecian en mi jaula sin autor visible o aparente, como odiaba recordar todo eso, eran espadas que ya hacia mucho que permanecían clavadas en mi pecho y que no dolían mientras les dejará allí, pese al sufrimiento que de a poco me acostumbre a llevar como una larga cadena que apenas si me dejaba en libertad.
La humedad y la ráfaga que yo mismo potenciaba gracias a los sentimientos reprimidos se iban mitigando, por en cambio era el calor y la luminosidad de las velas en aquel recinto lo que comenzaba a sentir a un forrado en capa y telas oscuras, vi los alrededores con mis orbes carmín lastimadas por la efímera luz, era en este recinto quizás el mejor lugar para agradecer al viejo demonio todo lo que su pequeño regalo me había dado, todo lo que su abandono había ocasionado, era en este lugar donde las almas vivían y morían a voluntad donde le aniquilaría para unirse al vals de la muerte roja.
Me oculte entonces en un lugar donde la oscuridad había sido respetada al menos en parte, aún a la vista del incomodo visitante quizás tendría el privilegio de mirar desde aquella prodigiosa vista el filo de la máscara pálida -¿Ha perdido pues, sus modales de buen caballero monseuir?- cuestione en vez de responder todo lo que dijo, probablemente en el afán de provocar o de insultar -El poco tiempo que le conocí jamás había faltado así a los valores inculcados por la antigüedad de los tiempos, eso explica la imprudencia cometida contra mi hace... ¿Dos siglos?- entable comunicación desde la oscuridad del alejado rincón junto al pie de unas escaleras, donde un altar mayor parecía ser más imponente, por contener dos velas en un extraño candil -Después de tanto tiempo creo que nuestro reencuentro no debe comenzar así de hostil- mencione con suave y trémulo acento -Déjeme darle la bienvenida a lo que llamo con afecto el pozo de las almas perdidas, un recinto que nadie había tenido el privilegio de observar hasta esta noche- tranquilo y pasivo continúe la fluidez del habla, aunque la amenaza silenciosa no dicha de pronto iba surgiendo desde lo más profundo de mi garganta -Sabrá bien que simplemente por esto, no lo ha visto todo durante su maldita existencia, faltan cosas por conocer mi querido ángel caído y puede que las aprenda conmigo- asentí observando con curiosidad aquel miserable emplumado que no se separaba del hombro cuya mano adornada con un anillo de oro y perla negra reposaba en el tranquilo pecho del hombre que detestaba, del ser que no tenia expresión alguna en el rostro, era así como le recordaba -Y también que por eso quizás no debería lanzar juicios premeditados, es probable que mis juegos le sorprendan- sentencie con cálida voz, con tono torvo a la par -En estos juegos más allá de que sea especial o no, la agonía y el sufrimiento deben ser lentos y prolongados para mi deleite, estará de acuerdo querido creador que las llamas de estas hermosas ceras amarillentas y blanquecinas terminarán de forma instantánea con usted- inspire -Por eso odio los colmillos,las habilidades y los poderes que da su presente, la rudimentaria arma natural de los que son de naturaleza vampírica resulta aburrido a mis ojos, no importa a quien desee destruir- había algo que llamaba mi atención de forma insistente, era en su brazo izquierdo lo que me inquietaba, desde que le conocía jamás le vi el brazo de ese extremo, siempre estaba cubierto ¿Porque?, fue el misterio que nunca pude desenmarañar -Es parte de mi juego también- proseguí sin embargo -Que no desee mostrarme ante usted ¡Porque nadie me ordena lo que debo hacer o en que momento aparecer al menos que sea el demonio o la muerte misma!- exclame desde el empedrado y húmedo rincón -¿Acaso olvida usted que soy el ángel de la muerte?, porque a mi jamás se me olvidado una a una las palabras de su carta- brame entre dientes -Además ¿Para que mostrarme si busca darme muerte con el metal que percibo debajo de la capa que inútilmente le cubre, tal ineptitud no es digna de mi presencia, los demonios, los hijos del diablo, los ángeles de la muerte no perecemos con un maldito metal bendito o la armeria arcaica de una fantasía parroquial y religiosa- una mueca de alegre ventaja pareció dibujarse bajo la faz de porcelana -Anda, responda a eso- exigí con la misma insistencia desatada con la que él había llegado a retarme en mi propio recinto.


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Mensaje por Darkness Severaux Dom Mayo 10, 2015 9:01 pm

¿Cuando se había visto que Dios Misericordioso baje a contemplar con divinos ojos a toda una creación que tardo solo siete días en formar? ¿Cuando era que el rey abandonaba su trono para contemplar al sirviente? ¿Cuando fue el día en que se observo que el amo había rebajado su estatus y soberbia para socorrer al esclavo?, jamás en los anales de la historia se escribieron hazañas como aquellas, ningún hombre de gran poder se rebajaba para descender al terreno donde sus hijos vástagos o pródigos habían visto la luz del infierno o la gloria del cielo por primera vez, pero Darkness sería la excepción a la regla, en que su espíritu supero a la mente, donde el remordimiento supero al poder infinito del que provee la sabiduría de los siglos, conocimientos que se negaba a ver y a escuchar atentamente, experiencias que le decían a gritos testarudos que debía partir tan pronto de las fauces de Luzbel o por el contrario si decidía quedarse sería solo para matar al hijo del diablo, aniquilar a su único primogénito de sangre maldita, más no lo hacia estaba estupefacto en medio de todas las ceras, bajo el calor de todas las flamas que bailaban a ritmos impares, absorbiendo las palabras engendradas en un ángel caído por el odio y la ira, que en el parecían no surtir efecto alguno, por el contrario solo inspiraba, suspiraba, acariciaba e veces a su cuervo y otras tantas al ropaje que cubría su pecho, su mirada entonces quedo prendada de la máscara, observando la desgracia, la maldición, la infelicidad y la desdicha, sea por eso tal vez que ni Dios, ni el Rey, ni el Amo dejaron sus tronos, para no ver con el ego roto lo que su imprudencia y su ambición hicieron de las criaturas que bajo su custodia y decisión alguna vez estuvieron sometidos.
-¿Habéis terminado ya vuestro discurso?- irrumpió el milenario vampiro -No he olvidado los modales que durante siglos respete- contesto fríamente -Pero bien es cierto que con vos todo formalismo siempre parece quedar obsoleto, ¿acaso no sabéis que como tu creador siento lo que hacéis en todo momento?- cuestiono, eran con sinceridad sus frases, no eran engaños, no eran juegos para querer preservar su vida, para intentar acercarse de forma pacifica, durante años parecía tener las más horripilantes pesadillas durante su sopor diurno, a veces por las noches veía sucesivas e instantáneas imágenes de muertes trágicas e inconclusas, que a veces le llenaban de culpa, por momentos decidía atribuirlas al castigo que tenia aquella peculiar manera de matar, igual de soberbia, pero no tan cruel como las imágenes que a él llegaban o al menos era así como lo consideraba, tales delitos le hacían dudar de su proceder como asesino, en ocasiones llegaba a la única conclusión lógica de que el era autor de todos los sangrientos relatos pero siempre la ausencia de su cuervo volvía a intranquilizarlo, sospechando en él, en su extraño Mulheim, más nunca lo considero por ser al momento de su primer encuentro solo un alma noble, de buen corazón que anhelaba respuestas, amor, compasión y libertad, noches en ese sillón de respaldo rojo, rígido y duro viendo tales ilusiones, su presa a su pies y la sangre en su copa de cristal ahora simbolizaban los vanos esfuerzos por negarse a creer que al vio siempre era a su hijo y que esa noche quedaba escrito en sangre que la verdad que el pudo detener años atrás siempre fue mostrada a modo de avisos, de presagios -Conozco de memoria vuestras acciones y juegos- agrego con el arrastre de voz tan característico del vampiro -Vuestros mortíferos discursos se quedaron aquí- su blanquecina mano señalo y reposo en la cien izquierda -Aquí, están grabados con el mismo fuego de vuestro infierno- vio a su alrededor de pronto, desprendiendo a regañadientes la vista de aquel oscuro rincón -"Infierno"- susurró -¿Esto es lo que significa este lugar? ¿Son estas llamas las almas del purgatorio?- pregunto con insistencia mientras se dirigía a donde una vela estaba ya en la agonía lenta que le proporcionaba su custodio, su palma hizo contacto, desde lejos sintió el placentero dolor que le producía el calor -Nunca he olvidado lo que aquella carta contenía The Phantom, porque sé que ahora ese es vuestro…vuestro nombre- asintió con amarga seguridad -Más no por eso debisteis tomar todo de manera tan fiel- dio la espalda, absorbiendo los colores  de las frías paredes de piedra agrietada, la luminosidad hostigosa  que las ceras desprendían -Toda cicatriz duele, pero se debe aprender a sobrevivir con el dolor acuestas, encararlo si es preciso… no tomarlo como excusa y aniquilar a una humanidad de la que no todos son culpables…- menciono enfurecido, con tono sin tinte, sin contrates -No hay vampiro que haya sido creado en circunstancias felices, no sois el único, todos compartimos la misma característica ¡Todos somos ángeles de la muerte, dignos de ocupar vuestro trono!- señalo tosco y agresivo el asiento enmarcado en oro, que se erguía en el centro de la cámara -Todos siempre llevamos una cicatriz interna o externa- del envoltorio que su capa oscura la proveía, emergía de la oscuridad, algo hecho con metal, mover aquella secreta careta ocasionaba un ruido ensordecedor para el humano, lo que fuera chillaba con fuerza, mientras él sentía la vibración del artefacto desde su codo al cuello, entonces de su capa emergió pues una estructura emulando los huesos que conformaban los brazos, una perfecta estructura que buscaba vanamente sustituir la extremidad perdida de la criatura de antaño,mostraba su secreto, mostraba la parte del cuerpo que sello en un circulo perfecto el viejo codo de su propietario mientras la correa de cuero gastado sostenía toda peso sin inercia ni control del propietario -¿Este es el metal al que vos referís?- cuestiono secamente -No- movió la cabeza levemente -Como veréis esto… están reverentemente inútil, de usarlo sería yo el primero en perecer- la tomo entonces con delicadeza en la mano cuya piel, movimientos y tacto estaban completos -Este artefacto quizás lo habéis sentido cuando a vos proporcione el abrazo de la muerte, vos sabéis de mi pequeño secreto siempre como yo os he sabido los vuestros, estamos unidos pequeño mio por un lazo indestructible de sangre-.
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Mensaje por Phantom Nocte Dom Mayo 17, 2015 11:26 am

-Imbécil- reclame de inmediato -Dime tú, con que descaro vienes a refutarme de toda la sangre que en mis manos ha sido derramada, siendo que lo sabias y no solo eso ¡Lo permitiste! ¿Y dices que yo soy el asesino?- negué pronto -Lo dudo mucho y en todo caso que lo sea, no lo hice solo ¿O sí?- encare sus estúpidos alegatos, inservibles, llenos de blasfemias, no podía creerle ni una sola palabra, ni su sentimentalismo que aunque no parecía ser demostrado ahora, parecía resaltar entre frase y frase suya dicha por sus labios apenas abiertos, a menudo se me figuraba ver en su forma de hablar la técnica de un ventrílocuo, siempre hablando entre dientes -Si conocías ya mis métodos, mis mortíferos juegos, si es que siempre ha existido tal vinculo mencionado por ti ahora ¿Por que no hiciste nada ah?- asentí sonriendo tras de la máscara de porcelana, entre el contraste de las velas y el negro velo de las sombras, mi silueta entonces deicidio obedecer a la razón y comenzó a mover sus pies lentamente, la mirada desprendida apenas unos segundos del desgraciado creador, volvieron a posarse en él intimidante antes de llegar a donde las velas tocaban un poco más la vestimenta, donde su baile temeroso inspirado por la ráfaga helada que ordenaba a los infiernos hacer crecer lograba inclinarlas para dejar a su contemplación la estatura de su pequeño experimento, el destello de los ojos carmín, el forro oscuro de las manos, el blanco de la piel descubierta adornada de la mascada de seda bordada y oscura -No me vengas a reclamarme ahora amado creador- recalque con furia aquella ultima palabra -¡No vengas a invadir mi vida!- espete furioso sin importarme en nada que su desgracia, su marca me fuera revelada, ese frío metal, ese sonido infernal, no me importaban absolutamente nada, no habían logrado mover ni un ápice de sentimientos encontrados, de compasión, de entendimiento por su padecer, por el contrario me llenaba de jubilo, de regocijo y de extremo placer, aunque en el fondo un poco apocado por que hubiese querido ser yo el autor de semejante horror, aunque si así hubiera acontecido dudo mucho que viviera para contarlo, es más su cuerpo miserable y viejo lo calcinaría, lo destazaria, lo dejaría irreconocible, mientras su sangre quizás resbalaba por mi rostro, por la mascara, por las manos… Exquisitez de fantasía que se originaba en mi mente de tan solo contemplarlo, sus mechones cubriéndole la cara, su pajarraco en el hombro, su mano escondida de nuevo entre las capas que igual a las mías llegaban al piso y en su caso formaban algo parecido a las alas de los murciélagos, con su pasiva mirada, su boca tensa, su atención puesta en mis próximas jugadas, en las siguientes palabras, después de un momento de silencio pensando en todo aquello agregue -El que te hizo aquello en el brazo es un idiota- declare pasivamente aun cuando en mi cabeza todo un revuelo sangriento estaba aconteciendo al mismo instante en que le confrontaba de aquella manera, con voz serena, casi tan grave y áspera como los ecos de los que estaba prodigada el pozo de las almas perdidas, pera tan suave y confortable como las más finas sedas -Lo que debió haberte hecho era arrancarte de un solo tajo la cabeza de tu cuerpo o en su defecto romperte el cuello y después quemar tu restos, hubiera hecho un gran favor a esta humanidad que cada vez más esta llena de escorias e inmundicias como tu- guarde silencio puesto que sus palabras volvían a resonar en mi cabeza, la furia volvía a desatarse, poco a poco iba in creccento -¿A que día te refieres?- le pregunte con saña después -¿Será acaso aquel donde su noche seria la entrada al infierno… ¡Ese maldito día!, en que un monstruo disfrazado de buen samaritano me dio de beber de su jarrón ¡Sabiendo que en vez de agua contenía veneno!- el sonido de mi cólera dejada libre iba y venia en los ecos de los rincones vacuos del lugar, incluyendo entre cada una de las velas, cuya flamas intensificaban su movimiento al ser el viento más violento -Ese cianuro que enveneno el amor de todos a los que quise para mi, que mato el alma, que mato al hombre… que solo dejo esta repulsiva cascara longeva que noche a noche danza entre las llamas del averno…. si a esa noche te refieres- suspire, con la mandíbula tensa y la respiración liberada entre dientes -Si a ese fatídico día te refieres, por supuesto que me acuerdo- el ceño se frunció entonces -¡Como recuerdo tu abandono, tu maldito miedo, tu hipocresía ante semejante acto de caridad según tu criterio pero que en realidad contenía una doble moral y vanidad, característica natural de cualquier infeliz humano!- agregue con fingido olvido -Ahhh…y ¡tu nota infantil con excusas mediocres!- refute entonces -Pero…. también es cierto que tuviste tus aciertos- volvió la calma a mi voz -Por ejemplo haberme dejado en un lugar como este, en un país donde la cultura, las artes y la música siempre están latentes, pequeñas estrellas que buscan el esplendor en medio del oscurantismo que la edad mediad dejo, que me hayas abandonado aquí… donde he podido desarrollar mi genio y arte con los cuales he creado todo lo que viste allá en el escenario y todo lo que contemplas ahora, con lo cual me lleva a contestar tu interrogante- la mano enfundada en guante oscuro emergió de las recónditas y silenciosa sombras, señalando relajada todo en rededor -Las ceras aquí encendidas representan el halo mortal de cada ser en París, obsérvalas con detenimiento creado maldecido… aquellas- señale entonces las que se hallaban en un costado de su lado izquierdo -Las ceras más nuevas representan a las crías humanas recién nacidas, la niñez parisiense… las que se consumen- señale a su otro extremo del lado derecho -Son los jóvenes y adultos de estas tierras- mi dedo firme guío su vista hacia su espalda -Esas, las que están por terminarse son los ancianos y…- dije con emoción basta -Las que están apagadas sin que su ciclo natural termine en cada uno de los grupos, son las almas que he arrancado abruptamente de sus cuerpos- culmine con orgullo -Cada una Severaux, me llenan de placer…observa su fragilidad, contempla su miedo en el baile que ejecutan ante mi presencia- el sonido de mi voz además de tenue se movía de nuevo, perdiéndose en las ventajas que brindaba aquel lugar tan profundo, tan intimo, tan mío -Todo París reunido aquí- susurre, cruzando mis brazos, observando el esplendor que destilaba mi creación, la única que implicaba en su haber algo de luz -Este es mi reino Severaux visto desde la perspectiva del ángel de la muerte, en este lugar no hay vampiros, no hay sobrenaturales representados, solo humanos… una prueba por demás tangible que la muerte tiene también un orden y en ese sentido creador infeliz debo decir que nadie es el ángel de la muerte más que yo, por la simple razón que pese a todo, sean vampiros transformados en circunstancias felices o no, no tienen las agallas de hacer exactamente lo que yo realizo, nadie mata, nadie extermina, nadie asesina por asesinar… nadie deja los cuerpos como yo, ni siquiera tu y menos con tu inútil brazo de porquería, que atañe a una pregunta ¿Como has sobrevivido?- le observaba, me daba la espalda, parecía seguir embelesado con las llamas inquietas que le señale momentos atrás -Yo solo sé como es ser amado por la muerte y ser adoptado por el demonio ¿Sabias también que siendo esto en lo que me transformaste logre venderle mi alma?- volteo alarmado al parecer -No tienes de que sorprenderte- declare, sentado ya en el trono de oro y piel que surgía de lo alto de unas rocas apiladas y elevadas en medio de las velas, con postura erguida, recargada en el respaldo, los brazos relajados reposando en las braceras, las piernas cruzadas, la gabardina arrastrándose en el piso empolvado, sin mosaico, la máscara y el rostro tras de ella observando altivamente con sus ojos rojos encendidos -Si es por lo que acabas de ver, por este aspecto físico, en vez de tales exclamaciones corporales deberías agradecerme con tu voz opaca y sin tintes de que te estoy mostrando mi mejor faz, pero si es por el demonio, de cualquier forma no deberías temer, solo seguí tus ordenes como el joven infeliz y dócil que envenenaste, tus palabras exactas en la carta fueron “Te salve de un infierno pero te metí en otro” - encogí mis hombros -Por tanto me adapte al nuevo averno, busque a su rey y tras varios sangrientos y oscuros métodos y favores, me volví príncipe del nuevo purgatorio al que me condenaste de por vida-. suspire -Como intuirás no soy tu pequeño, no hay lazo de sangre que nos una ¡No soy vampiro!, solo soy el hijo del Diablo- amenace con recelo.


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Mensaje por Darkness Severaux Sáb Mayo 23, 2015 3:36 pm

Un resquicio de su inflexible rostro pareció moverse discretamente, un indicio de melancolía parecía dibujarse en su entrecejo con forme a las palabras de sus labios iban brotando, letras afiladas, pensamientos mortales que atravesaban su pecho con afiladas puntas de flechas antiguas, aunque su creado lo ignoraba sin hacer movimiento alguno lo estaba matando, les estaba prodigando de una agonía lenta… dolorosamente lenta, podía imaginarse que así se sentían los condenados por la Iglesia a morir en la hoguera, se imagino siendo uno más en la procesión de herejes que ya percibía a distancia el aroma desprendido de la madera incinerada, que escucha la voz de los tumultos del pueblo, del verdugo, The Phantom, su carcelero y asesino.
Ese hombre, ese ángel, ese demonio que sabia en el fondo lo que hacia, saboreando con divino placer el juego del que se hacia amo y señor, observando quizás tras lo que parecía ser una máscara de palidez absoluta aun hombre impasible con un cuervo en el hombro, estático, atento, con la mirada serena afianzada de la suya, misma que después recorrió punto por punto todos los rincones que le eran señalados, Severaux no podía negar que aquella visión resultaba perdurablemente hermosa, la analogía de las velas con la llamarada viva de la vida, el orden establecido de acuerdo a su desgaste, era un universo de almas tintineantes, inquietos espíritus que eran contemplados por un hombre creyendo ser ángel de una forma que ni siquiera a él se le había cruzado por la cabeza, entonces su mano en el pecho se aferro de los ropajes oscuros, elegantes prendas propios de los caballeros de la época pasada, ¿Era cierto lo que sus oídos captaban?, ¿En verdad había hecho él, ese pacto infernal?, sintiendo insoportable la idea, la imagen recreando la escena, volteo bruscamente dispuesto a refutar, más lo que encontró detuvo todo impulso, el estaba fuera de las sombras, tan sereno, sentado en su trono, con la pierna entrelazada a la otra, con las manos forradas en piel oscura descansado tranquilamente en las braceras de oro, con sus capas parecidas a las suyas, cayendo como cascadas de densa oscuridad hasta el piso, ante tan imponente visión el corazón del milenario vampiro se agito de formas en que ni siquiera con los humanos había sentido justo al momento en que la última gota de sangre era arrebatada, Severaux estaba rendido ante él, era su presencia, su esencia lo que lograba abrumarlo como cuando lo encontró en el circo, sintió que su mano de carne petrificada en mármol se levantaba en dirección de aquel que allí en ese trono lucia más que inalcanzable, como en el principio fue su voz la que lo atrajo, ahora al verlo ataviado así lograban llenar de bruma lógica, movimientos, sentidos -Eres en verdad bello- susurro, mientras su mirada daba un último recorrido por sus hombros anchos, por el rostro cubierto, por los ojos carmesí que ahora no daban más miedo como lo fue en el inicio de su tiempo eterno, sus pasos se dirigieron ciegos hasta el primer escalón de esa larga subida al trono del príncipe de los infiernos, se detuvo entonces, su mano regreso lentamente a su cuerpo, la decepción por si mismo había retornado de nuevo, se sentía sucio por dentro, la tinta de esa historia hecha hombre allí arriba se derramaba empapando todo con su sanguinario color rojo, regreso la melancolía con la que había iniciado, su rostro dejo de brillar ante el encantamiento nato de su creación par opacarse de un momento a otro -No debiste hacerlo… Bastante tenias con la condena que yo os di sin que me la pidieras- suspiro con la pena acuestas -¡¿Porque The Phantom?! ¡¿Que tenia de diferente el infierno que no tuviera la noche, que no tuviera lo que el don oscuro os ofrece?!- sus exclamaciones no eran reproches, era la impotencia personificada, la desesperación de saber que no podía retroceder el tiempo y reescribir la historia -¿Sabéis por no hice nada contra lo que vos hacíais?- interrogo con voz debilitada, como si con los gritos anteriores la garganta se le hubiese desgarrado -Yo os conocíais, pensé que lo sabía, vos te recuerdo tan diferente, con corazón puro… dolido si, pero puro, vos erais un infante cuando os conocí, teníais tantos sueños, tantos anhelos blancos, buenos… sabia que valdría la pena concederos mi naturaleza para que sin dificultad los alcanzarais… espere entonces a que crecierais más para que fuerais tan fuerte para soportar lo que os daría- movió la cabeza a modo de negativa -Cuanto os transforme pensé que seriáis un hombre de bien, que encantaríais a todos con vuestro talento, con vuestra apariencia, con vuestra voz que incluso a mi me hechizo, pensé que seguiríais por ese camino- cerro los ojos, froto su metálica mano contra ellos -Por eso me negué a creer que las visiones de las que sufría eran por vuestra causa, creí incapaz a vos de hacer algo como aquello tan horripilante- añadió -Si de algo soy responsable no es por la muerte de los que en vuestras manos han perecido, sino de lo que sos ahora, el amor me cegó, idealice a mi Mulhehim y he aquí- extendió la mano pálida señalando a todo los alrededores -He aquí el resultado- muy en el fondo aquel vampiro podía sentir lo que el enmascarado expresaba con sus palabras, el odio, la ira, el dolor que solo las grietas de un alma de cristal rota podían expresar, Severaux se sintió morir -Sin embargo no me quedo más remedio al final, me vi obligado a creer, de aceptar que erais vos… un año buscándote, siguiendo la pista de vuestros pasos, enterándome de que vos… ¡vos erais un asesino!- proclamo con dolor -El incidente en el teatro, ese que leí en el diario inglés nocturno me hizo imaginar que vos erais una víctima, más las visiones y este infernal escenario al final me confirman que vos fuisteis el verdugo… ¡vos!- el eco de su sonara exclamación pareció llenar cada recoveco del empedrado y húmedo lugar -Y esto me obliga a sacaros de vuestro error, al menos será lo único que bueno que lograré hacer por vos- suspiro y un extraño brillo pareció inundar sus ojos, quizás podía haber aun una escapatoria y él… ese que le ha declarado la guerra sin que su apreciada creación lo supiese perdiera todo interés en destruirle, Darkness tenia muy clara su misión y aunque una parte estaba ya perdida, le quedaba el consuelo de que podía salvarle del peligro en el que se encontraba ya expuesto—Aunque bello es este pensamiento- señalo la velas de su alrededor, recobrando la firmeza de su postura la seguridad de su voz -Debo deciros que vos no eres el ángel de la muerte… eres un vampiro, eres tal como yo soy- intento subir un escalón más, ignorando todas las advertencias -Tengo cientos de años vagando por esta tierra y no sos el único que mata a sangre fría- intento sacarle de su errónea idea aunque en realidad era él quien quería tapar la luna con los dedos, sabia perfectamente que no había hasta el momento inmortal más mortífero, cruel y despiadado que él, Severaux, aunque extraño y tortuoso era su método, no mataba solo por matar, el mataba para sobrevivir, aunque lo que hacia era tan parecido a el enmascarado que tenia por el frente, disfrutaba de la dolorosa agonía con la que colmaba a sus víctimas en ocasiones le costaba gano parar y evitar matar solo por volver a sentir tan sagrada sensación -Que hayas vendido tu alma al mejor postor no significa nada- desprendió su mirada de él, la fijo en sus manos, el cuervo empezó a aletear con fuerza, el animal estaba inquieto pero a Severaux paso por alto todo movimiento, todo sonido salvo el de aquella voz que seguía hipnotizando de manera desconocida su razón y observando el movimiento de sus manos -Creedme, eres un vampiro- subió un peldaño más -No me obliguéis a mostraros que lo eres… porque no os gustará la manera en que lo haré- amenazo con su voz gruesa, rasposa, expulsada entre dientes con acento lentamente marcado, con la vista hacia el trono, imperturbable, serena, con el ceño tan inflexible como la ha sido en un principio.


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Mensaje por Phantom Nocte Miér Jun 17, 2015 8:58 pm

-¡¿Que tenia de diferente el infierno a ti?!- proteste al instante, golpean con fuerza desmedida la bracera derecha del trono de oro -¿Acaso pretendes burlarte de mi mísero vampiro?- me puse en pie abruptamente -¿Acaso eres tan idiota como para que no veas lo más obvio?- negué marcadamente, mi cabeza iba y venia marcadamente mientras una deforme mueca de burla se iba dibujando entre la escasa piel que cubría mis labios -¡Me dio lo que tu por cobarde me negaste, me arrebataste!-exclame con eco estridente -Tu poder, ese que tanto jactas en haberme heredado no significo nada para mi, fuiste tu quien me demostraste que ni toda la belleza del mundo plasmada en una faz, ni toda la magnificencia de la presencia de un vampiro pueden atar alguien a tu lado, no compra amor, no inspira compasión- mi respiración comenzaba a tener otros tintes más coléricos, mi lugar demoniacamente sagrado había sido profano y ni conforme con esto, ahora reclamaban el porque de mis actos -Ni tu ni el mundo antes y después de ser esto ¡Tuvo compasión de mi!... excepto la muerte, excepto el demonio, a él no le importo quien era, la forma de mi rostro ¡El color de mis ojos!- refute entre dientes -Ninguno de los dos salieron por la puerta tan pronto me vieron, ellos me dieron poder, dominio, control y una extraña forma de amor... me regalaron vidas, me regalaron sangre fresca, me regalaron el horror y un lugar dentro de este teatro donde como sabrás mi querido creador soy amo y señor- el color de mi voz era tan cambiante como las notas que procedían de una melodía de Mozart, violenta en algunas partes, tranquila y educada en otras, mis manos fueron de a poco a colocarse debajo de la barbilla, mis dedos delgados se entrelazaron, le observe meditabundo, recopile de mi cabeza palabras suyas, su compás muerto y gris no dejaba de sonar en mi cabeza, hubiese reído de no ser por que al levantar la vista y observarle de frente mis ojos dieron cuenta de su insolencia, no conforme con profanar mi espacio ahora pretendía ascender a mi trono -Si no significara nada la venta de mi alma, jamás hubieras dado con mi paradero, sino significara nada supongo que hace más de un siglo que estaría hecho cenizas- se desprendió de mi una carcajada macabra que rompió los esquemas del silencio con los ecos entre muros, en vez de una muestra de diversión, a mi alrededor mil más me secundaron -Al parecer vampiro idiota nada de mi muy a pesar de todo lo que presumes... te jactas y reprochas de lo más oscuro que mi alma ha inspirado pero que hay de aquello que es tan gris como tu inservible presencia, no sabes nada de mi desgracia, de mi desdicha... ¡¿Que reclamas infeliz?!-eleve mi voz de nuevo -¡¿Que reclamas maldita sea?!, si los brazos, la guía, el amor que creo obtendría de ti, que creí haber inspirado a mi maldito salvador tuve que buscarlos por otros sitios... sino me hiciste feliz no reproches mis actos, ¡Yo no quería belleza, yo no quería inmortalidad, no quería perfección solo quería atención, compañía, paz, amor!... ¿De que sirve la eternidad sin todo eso ah?... ¡¿Acaso no lo pensaste?!... ¡arruinaste mi vida!- baje de las escaleras hechas en piedra tan rápido como mi naturaleza lo permitía, muy pronto centímetros nos separaban y en medio de los dos la corriente helada y húmeda del resto de los sótanos pasaba por en medio de los dos, el cuervo se alerto y empezó a graznar, mi pecho se movía de manera rápida, los labios los sentía diminutos, mis puños se contraían y no faltaba mucho para que la brutalidad asesina que sentía aprisionaba mis orbes carmesí se desencadenará sobre de él... eso era lo que me inquietaba, lo que no entendía, pese a mis deseos mis extremidades no respondían ¿Que diablos me pasaba? -Te diré una sola cosa- amenace entre dientes -¡Una sola!... dices lamentarte por la ola de muerte que he arrojado en contra de la maldita escoria humana, te lamentas de que sea un asesino cuando tu eres peor que yo...- mi mano paso por delante suyo, señalaba con palma abierta cada rincón a mi alcance sin perderlo de vista -Yo asesino gente y condeno almas… pero ellas siguen viviendo en el infierno, tu asesinas almas y condenas vidas vacías al este inmundo pedazo de tierra… contempla tu obra asesino de almas ¡Asesino de Mulehim!- lleve mi mano a mi pecho, un gesto de aflicción -Ya me aburriste- declare a el tiempo que mi mano cogía de entre mis ropajes un lazo de punjab que puse rápidamente en su cuello, apreté el nudo y con toda mi fuerza lo empuje hacia el muro que estaba enfrente del camino, sus huesos se escucharon golpear contra el muro, su mano helada intentaba quitar las mías del lazo, el cuervo también acudió a su defensa pero como si fuese un insecto indeseable otra de mis manos lo hizo volar fuera del contexto, mi sonrisa incrementaba al ver en su rostro el desconcierto, la jale de nuevo, esta vez en dirección a las velas más próximas -¡Soy el maldito ángel de la muerte, soy el hijo del diablo!- exclame llevándolo a rastras por delante de mi pendido del cuello -Y como tal cobrare tu vida como la muerte misma y veré con satisfacción como te conviertes en cenizas bajo las llamas tortuosas de mi padre- sonreí con malévolo beneplácito al contemplar la proximidad de su cabello oscuro y grasiento cerca de las flamas danzantes de las ceras.


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Mensaje por Darkness Severaux Lun Jun 29, 2015 8:02 pm

No había más palabras que agregar... todo se había confesado y era aún peor de lo que él se había imaginado, en medio de su estática y atónita posición los párpados intentaban cubrir a sus ojos de la oscura realidad que albergaba lo que sus oídos captaban, sus orbes se cerraban cada vez con más fuerza, pero esto no debía ser interpretado como un gesto de desespero, de represión, era sufrimiento en su expresión más pura, el disfraz y la máscara de un hombre más resistente, de un hombre recto, firme y frío se había hecho añicos o quizás se había abrazado en medio de todas esas llamas desprendidas no solo de las velas, sino del odio de su propio hijo de sangre.
Severaux trastabillo una vez hacia atrás, cada palabra parecía amenazarle al desvanecimiento de su cuerpo y la perdida total de la consciencia, la sensación era tan nítida como su aun tuviese la existencia humana entre sus manos -Basta- insistió con agitación reservada -Para- volvió a decir entre dientes como su habitual costumbre al hablar, pero su pequeño Mulehim seguía llenándolo de palabras aquí y allá, frases que hacían encoger su cuerpo discretamente, la mano en el pecho pronto se vio acompañada de la otra, mientras las capas largas permanecían con su caída natural en fresco y húmedo piso de piedra antigua -Nunca lo pensé así- reacciono de un breve instante, su cabeza permanecía fija hacia su costado izquierdo, con los ojos cerrados en una agria mueca de agonía -Os creí diferente Mulehim, yo te veía en esa jaula, un pobre ser humano maltratado simplemente por ser diferente, atrapado en su mundo, inmiscuido en la genialidad de tu intelecto que podía ofrecer al mundo las piezas más prodigiosas, yo os vi, yo os vislumbre así... ¡Y no para mi maldito orgullo sino para el de vos!- intento recobrar la calma mediante un suspiro -Pero no culpo a vos, debí permanecer con vos hasta asegurarme que estaríais bien- negó sacudiendo su cabeza de un lado a otro, con sus cabellos negros acompañando su movimiento -Debí de quedarme con vos y  enseñaros la regla más importante de todo ser no importando vuestras condiciones, vampiros o humanos, nacen solos y viven solos... ¡no necesitan matar medio París para cambiar algo que no se puede alterar!- exclamó y abrumado dio media vuelta, de pronto tuvo la sensación de que las ceras giraban entorno a él, que los muros se hacían dobles, que las grietas eran borrosas... respiraba con dificultades y su mano se estiraba en busca de algo en que sostenerse, la culpa lo hundía y lo mataba a la vez << Arruinaste una vida Severaux >> repetía su sutil pensamiento -Me equivoqué- rezo de pronto, volviendo su concentración al sitio que ahora ante su visión estaba fijo y nítido, tomo su capa con ambas manos y dio vuelta de forma brusca, para su sorpresa Mulehim iba ya hacia él con un extraño laso que no tardo en rodear su cuello, Darkness intento quitárselo de encima, no porque este lo asfixiara conforme su creación iba moviendo el nudo de violenta manera sino porque esto lo inmovilizaba manteniendo a su ahora oponente fuera del agarre de sus manos, el hijo de sangre resulto más fuerte que él para tener la misma complexión y altura, las suelas de los zapatos se resbalaron y cada vez estaban más cerca de las llamas intermitentes... Darkness luchó pero finalmente fue doblegado, su espalda se arqueo como un palo de metal lo hace en manos de un herrero.
Pero esta derrota no se debió en primera instancia a la debilidad de Severaux, al menos no a la física, el se había jurado no hacerle daño y protegerlo de ellos, quería a ese vampiro que ahora no le provocaba más terror, ni escalofríos por su rostro, por sus ojos... lo amaba y en ese inexplicable amor enfermizo que renació de tan solo verlo, con poderío y presencia inmortal, lo único que buscaba era acercarse a él de la forma en que debió haber sido siglos atrás -Cuidaos- espeto con dificultad, sus manos temblaban ante el esfuerzo al tratar de alcanzarle la cabeza -¡Cui-d-a-os!- volvió a advertir exclamando, celebrando cuando la mano metálica y la de porcelana se aferraron a sus escasos cabellos con la fuerza que había disminuido en Mulehim, lo mantuvo unos momentos tomado del cabello, después lo empujo hacia atrás como si de un bulto se tratase -Te dije que no debías obligarme...-  dijo tras varios jadeos, quitando de su cuello el laso que lo inutilizo -Yo no...- tomo su propio cuello, sobando la parte irritada -Yo no quería demostrarte que eres un vampiro tan vulnerable como cualquier otro a tus años- se acomodo las ropas, observándole con altivez por encima del hombre.
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Mensaje por Phantom Nocte Miér Sep 16, 2015 6:45 pm

Esa maldita canción regresaba a mi cabeza, un tortuoso eco que me atormentaba dejando sin retaguardia y a merced del infeliz de mi creador -¡La odio!- espete con furia – ¡La odio!- volví a exclamar para abrir los ojos y darme cuenta que mi teatro había desaparecido y que me encontraba en un sitio que extrañamente se me hacía familiar, explore cada rincón con mis ojos carmín, el lugar era tétrico y frio, la noche y su oscuridad abarcaban cada rincón desplazando la luz pálida de la luna a los recónditos lugares donde todo era polvo y más polvo -¡Bastardo!- le llame montado en cólera, si lo veía frente a mi estaba seguro que no habría piedad para él, lo mataría peor que aun perro, lo torturaría, lo desmembraría vivo, no sin antes haberlo desollado con mis propias manos, escena exquisita que en mi mente se dibujó un par de minutos tratando de luchar con la voz que cantaba esa odiosa melodía que tantas veces como idiota había tarareado sin sentido esperando que eso llamará la atención de quién había ido a visitarme.

-¡¿Qué me hiciste bastardo?!- pregunte girando sobre mis mismo a todas direcciones sin obtener respuesta, solo había el más profundo de los silencios en ese sitio y la oscuridad devorando todo mi cuerpo, era increíble que por primera vez la intensidad de las sombras me hiciera rehuir de ellas, mis manos a la par alcanzaron mis oídos tratando de acallar la voz que incesante seguía con su infernal canto, descubriendo para mi desgracia que la voz estaba al interior de mi cabeza -¡Cállala ya, cállala ya!- ordene como siempre lo había hecho pero él siguió sin acudir a mi llamado -¡Infeliz, pagarás por esto y todo cuanto me has hecho! ¡Yo mismo me asegurare que te pudras en el infierno! ¡¿Me oyes?!- brame intentado encontrar una salida pronto de aquel sitio, mis manos tocaron todas las paredes pero no había ni una sola puerta -¡Soy el ángel del infierno que puede descender a sus llamas y encargarme de lo que te he jurado!- el entrecejo se había fruncido y mi respiración se volvió entrecortada, mi corazón daba vuelcos ante la desesperación que cada vez me unía más a los barrotes gruesos de una ventana a mi costado donde nada veía excepto la luna y la mitad de las estrellas, de nuevo la sensación de que conocía ese paisaje me resulto insoportable y viejas heridas se abrieron desenterrando recuerdos de un pasado que me empeñaba en olvidar bajo el éxtasis de la sangre, un niño pequeño salió de entre la profundidad de las sombras en uno de los muros más cercanos, era diminuto para su edad, llevaba en las manos sucias y enlodadas un pequeño mono de paja con dos metales fungiendo el papel de dos platillos, el menor continuo su recorrido hacia mí, cada vez fue retrocediendo más hasta que trastabille con la pared, esa máscara… ese pedazo de tela raída y sucia, maloliente a distancia –No, aléjate de mí- suplique -¡Aléjate de mí!- refute y el niño se detuvo pero no porque yo se lo haya suplicado, sino porque alguien entro a la oscura habitación, jaloneo al niño y comenzó a golpearlo sin razón alguna en su espalda desnuda, latigazos van, golpes vienen y de pronto todo era sangre y llanto –Basta- y descubrí que mi voz apenas eran un hilo en el silencio, cerré los ojos y al momento siguiente la imagen había cambiado, estaba en la jaula del circo gitano, observando como todos los demás que reían y maldecían al pobre deforme, cuyo único pecado fue haber sido diferente, la canción volvió a sonar en mi cabeza, me obligo a retroceder y dejarme caer finalmente de rodillas en piso  

“Niño de la tierra salvaje,

Nacido en el vacío

Aprende a estar solo

Aprende a encontrar tu camino en la oscuridad..”

Cantaba la insistente voz invisible de mi creador, le recordé entonces cuando en sus brazos encontré el confort y en sus palabras el apoyo que necesitaba para soportar las crueldades de mi destino, volví a vivir la sensación de su salvación y la seguridad de que él se quedaría conmigo, como tantas noches en que cantaba la misma tonada, no importaba cuanto había crecido, él seguía haciéndose presente en mi jaula entre las sombras por medio de su fría voz cantándome desde cerca….

“¿Quién estará allí para ti?

¿Quién te confortará y cuidará de ti?

Aprende a estar solo

Aprende a amar la vida que se vive a solas”

Termino su cántico y débil permanecí en el piso con los ojos cerrados y los puños cogiendo la tierra húmeda de un lugar al que no me atrevía a observar, preferí quedarme allí sintiendo el estremecimiento de mi cuerpo mientras mi mente seguía evocando la imagen del pequeño, la imagen de mi desdichada niñez -¡¿Desde cuándo bastardo?! ¡¿Desde cuándo me estuviste vigilando para después arrancarme las alas de tajo?!- sentencie con la voz tensa que salía arrastrada entre mis dientes apretados.


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Mensaje por Darkness Severaux Jue Sep 17, 2015 12:46 pm

El vampiro exhalo profundo tan pronto tuvo el cuello libre de ataduras, busco apoyo en una de las paredes calizas de las profundidades y los pasadizos secretos que conformaban el esqueleto del teatro, el hogar del fantasma, el reinado del atormentado Mulehim, acto seguido Severaux contemplo al vampiro sometido por encima del hombro, vio a su pequeño gitano retorcerse en el suelo y estremecerse con lo que parecía ver dentro de su cabeza, en un principio gritaba encolerizado, maldiciendo e insultando entre dientes para que después suplicará al final apenas con el resquicio de su voz potente y masculina.

Vio las lágrimas galopadas en el ojo libre de tapujos del enmascarado y después le vio de rodillas aferrándose al piso sin estar consiente que seguía siendo el mismo lugar, en el mismo siglo y dentro del Teatro de París, comprendió entonces que su toque había sido aún más mortífero que el estrangulamiento por parte de su propio hijo de sangre y que ahora estaba profundamente hipnotizado por las imágenes mentales que podía dibujar con su poder.

Por un momento se preguntó qué era lo que veía, que, de toda esa infancia infeliz era lo que le obligaba a taparse sus oídos, a retroceder con horror, a derramar lágrimas cual si fuera un pequeño atrapado en el pavor que le dejo un terrible escenario onírico, tuvo la necesidad de correr hacia donde finalmente se había agazapado para consolarle de algún modo, quizás había ido demasiado lejos con ese pequeño acto en su defensa, debió de haber previsto que las visiones serían más tortuosas por su mismas que por real influjo y efecto de su poder, tuvo la necesidad imperiosa de cubrirlo con su capa y aguardar junto con él un momento de calma para apaciguar su espíritu herido de nuevo por su creador… sin embargo se contuvo, no podía mostrar que se había vuelto blando con la situación, bastante tendría ya que hacer cuando conociera a la vampiresa de la que se haría cargo –Si eso ha pasado con Mulehim gracias a mi presencia en su vida, no me quiero imaginar a la otra neófita miserable- gruño dentro de sí, permaneciendo en su sitio.

-Tenía que hacerte entender quién eres de una buena vez- siseo el vampiro una vez que distinguió que su poder estaba liberando al otro poco a poco  -Veréis, vos no sois el único en este miserable planeta que torturáis antes de dar muerte- señalo en tono autoritario –Existen varias formas de hacerlo y vos acabáis de conocer la mía… a veces de las criaturas sin importar su naturaleza, es la cabeza y no el corazón su mayor debilidad- aconsejo, haciendo alarde de su experiencia a la par que contaba uno de sus secretos más preciados, nadie, excepto Cetanu conocía que a pesar de todo el antiguo conserva cierta monstruosidad antes de unirse y después de partir de la Secta de los “Eternos”, amaba torturar mentalmente a las victimas antes de darles muerte, amaba que le rogaran que las imágenes pararan o a veces dejaba que la locura los alcanzase, para él semejante espectáculo era todo un deleite y resultaba útil para los que sirvió durante un tiempo, admiraban de Darkness su violencia al matar, era un ser que  poco le importaba el dolor físico o psicológico de quienes caían en sus garras con tal de conseguir su propio placer, sin remordimiento alguno se marchaba consumado el acto.

-Quizás vuestra malicia proceda de herencia, mi pequeño Mulehim- inspiro profundamente –Y vuestro retorcido pensamiento proceda de todo lo que os ocurrió en mi tiempo de ausencia, pero aun entonces debéis recordar que vos erais un hombre cuando vos te cree, no descendéis de los infiernos y no sos el hijo del diablo… solo sos un vampiro, un hombre que vive en otra piel, fría y muerta, en una poderosa piel pero que jamás dejará de ser hombre- sacudió la cabeza, dejando atrás su soberbia, viéndole con una expresión indescifrable en su rostro –A vos lo podéis destruir el fuego o el sol, podéis terminar con vos con los artilugios de la iglesia, como podréis ver, no sos indestructible… en cambio el ángel de infierno, de la muerte o del hijo del diablo dudo mucho que esas sean sus debilidades- sentencio con voz fría –Eres hijo de mi sangre, solo eso… y es mejor que lo tengáis en cuenta puesto que ellos os persiguen- observo a la criatura arrastrarse, tratando de incorporarse y refutar, pero estaba débil aún, Severaux tomo sus precauciones y su cuervo por detrás estaba listo a atacar –Haberte creado fue un completo error- se dijo a si mismo con la culpa creciendo en su interior –Tus imágenes…- reparo al verlo luchar por ponerse en pie –Son vuestras, yo no puedo detenerlas, solo mi poder… mi poder de controlar mentes, les hace ver lo que vivieron o lo que desean según sea el caso- añadió entonces con paso lento –Tenia que enseñaros vuestra frugalidad porque esto será lo mínimo que os harán los que vos perseguirán un día no muy lejano de seguir así- añadió lentamente arrastrando las palabras haciendo de su voz un susurro opaco y duro
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Mensaje por Phantom Nocte Sáb Oct 10, 2015 10:39 pm

-Te has vuelto reverencialmente loco- decía mientras el mundo daba vueltas a mi alrededor y las imágenes entraban en pugna contra la voz de ese infeliz que escuchaba a las lejanías, ese sonido oscuro e incoloro que poco daba margen para algo más en lo cual concentrar mi atención, cuanto era el deseo entonces de mandarlo directo al infierno, arrancarle la cabeza si tenía al menos la oportunidad.

Poco a poco trate de reincorporarme cuando me di cuenta que seguía dentro uno de los sótanos del Teatro, con mis manos aferradas a una tierra invisible y mi cuerpo tratando de refugiarsee y resguardarme de un peligro inexistente, de un niño que no existió más que en la imaginación mía, lo mismo ocurrió con la jaula y el encierro previo a mi esclavización, ¿Cómo pude haber caído en semejante bajeza? ¿Cómo no me di cuenta de que en realidad todo era una vil treta de ese amargo vampiro? De ese ser de mirada severa, de seriedad solemne…. De ese ser que en su momento fue como un Dios para mí, que ame y que anhele mantener a mi lado cuando fui rescatado en sus brazos, de ese que hoy no le veía absolutamente nada de ese viejo esplendor, de esa luz en mi oscuridad, ahora en él solo veía más oscuridad, una sombra densa de gran tamaño y con una apariencia física que bien no era tan agraciada aun con el Don oscuro acuestas –También- le dije con la respiración entrecortada y las manos alcanzando algún muro que me ayudara a volver en pie –Deberías usar una máscara- sonreí con malicia –Ahora, a pesar de este mundo revuelto te veo, te contemplo y me pregunto ¿Qué diablos pude verte?.... He conocido a otros como nosotros- proseguí jadeante –Y a pesar de la lejanía ellos eran perfectos, ángeles, querubines…. Serafines, Arcángeles del demonio esculpidos por sus manos, bellas estatuas de mármol… bellas…- susurre asintiendo –Tu… tu… no eres ninguna de esas cosas, eres solo un hombre desagradable que quizás debió verse en el espejo antes de traicionar a este su servidor, quizás debiste pensar mi querido creador de que si en ti, la sangre maldita no obró grandes cambios, en mi con menores razones lo haría- mascullaba entre dientes, arrastrando las silabas, respondiendo al dulce dolor de todo mi cuerpo, saboreando el esfuerzo de mis piernas que luchaban por sostenerme de nueva cuenta -¿Cómo Darkness…? ¿¡Cómo diablos se te ocurrió transformarme!? ¿¡Cómo demonios se te ocurrió abandonarme!?- exclame con los puños cerrados, temblando en el afán de calmar mi furia contenida, estaba consciente de lo que él me había hecho y de la enorme desventaja en la que él me había dejado… al menos por el momento - ¡¿Cómo demonios se te paso por la cabeza compadecerte de esta faz que solo infecta la buena intención de cualquiera que le ve!?- el eco hizo más estridente y repetitivo mi lamento, le observe con el rabillo del ojo, percatándome que no había hecho movimiento alguno salvo ponerse de nuevo en guardia, extremando precauciones por si su letal acompañante no había aprendido la lección –A este rostro- continuaba los reclamos –Que fue rechazado, que causo el terror de un madre…- apenas mi voz parecía escucharse, era un susurro del moribundo Mulehim que inspiraba sus últimos soplos con el pie del diablo aplastando su cuerpo como el de un miserable insecto – De un hombre que recibió una máscara como su primera prenda…- le di la espalda, por algún extraño motivo sabía que no haría más en mi contra, sería quizás porque su mirada estaba baja, evitaba a toda costa contemplarme y no sabía si era porque ese viejo podría estar doblegándose ante mis palabras… si eso era, si estaba clavando aún más una estaca invisible en su pecho, si le estaba desgarrando el alma, sería el más profundo de mis placeres -¡La compasión y el arrepentimiento llegan muy tarde!- clame para entonces volverme a él -¡Mírame a los ojos cuando te hable!- ordene -¡Porque esta cara a la que ahora rehúyes! ¡Este adefesio, es la cadena más pesada a la que has encadenado a toda la humanidad! ¡Una eternidad de esto frente a sus ojos!- espete con violencia.

Recobre el aliento y supe que todo el mundo había vuelto a estar en su lugar, había recuperado la fuerza suficiente para contratacar con más armas que simples palabras que no me dejaban contemplar el carmesí de la sangre, el cadáver de un vampiro, la venganza anhelada, pero lo haría con el sigilo y el silencio de una serpiente –Deberás estar satisfecho por lo que me hiciste, no debes mostrar arrepentimiento…. Después de todo he asesinado como lo claman las leyes de la noche, con la diferencia claro esta… que la sangre en que me baño solo es el sustituto del rescoldo placer del amor y la carne que me negaste…- eran mis pasos como los cascabeles de la serpiente, lentos me guiaban hasta mi trono de donde caí con brusquedad gracias a un miserable que valía tan poco como la escoria humana, de todos los sobrenaturales que he visto, probablemente sea él, que pese a su mirada intimidante, físicamente sea más cercano a ellos –Ahora- proseguí amenazante, hurgando entre los instrumentos que siempre estaban al pie de mi pequeño altar –Ya que te muestras tan cooperativo…. Ya que quieres enmendar las cosas- me volví a él, sin la menor muestra de inhibición ante su omnipotente presencia, lleve a la base de mi cuello un fino violín, todo recubierto de negro, desde el arco hasta las cuerdas, la intensidad del color era tal que brillaba con el baile de las flamas de cada vela dentro de aquel santuario –Tu puedes sacrificarte en su lugar… puedo dejar de asesinar, si te logro matar a ti primero- sentenciaba mientras afinaba una a una las cuerdas del extraño instrumento recargado con el más sumo de los cuidados en mi hombro –¡Paga sus pecados!- gritaba al tiempo que el violín en mis manos subió hasta una nota tan alta que apenas era soportable para mí, el cuervo fue el primer desgraciado en morir y del vampiro, de ese bastardo solo vi tapándose oído a oído –No importa lo que haga Monsieur, tarde o temprano estallarán sus tímpanos- me eche a reír por encima del sonido que cada vez se hacía más agudo –Esto que oyes Darkness, esta tortura que emana de las cuerdas es el lamento del alma de tu pequeña abominación que fue vendida a un mejor postor… esto es el contenedor de mi alma subastada al demonio- hice alarde, caminando hacia él -¡Escúchame llorar mi desventura! ¡Escucha llorar al vampiro, escucha llorar al ángel del infierno y báñate en sus lágrimas como él lo hizo en sangre!- exclame entre carcajadas, cuando percibí el sonido de su cuerpo caer –Parece que alguien sabe que puedo defenderme solo… él que me desafié muerto de alguna manera termina- deje el violín de lado, corriendo hacia él para tomarlo por el cuello –Si alguien me busca y si tú sabes quién es, dile que las puertas del infierno están abiertas- sise mientras lo tome con fuerza tronando los huesos que quedaban a mi alcance.


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Mensaje por Darkness Severaux Dom Oct 11, 2015 1:48 am

El antiguo jamás estuvo consciente hasta qué punto Mulehim podía soportar una tortura mental como aquella a la que lo sometió, era quizás a su vista un vampiro indefenso por que la imagen de un pequeño gitano tratado de la manera más despiadada por las vicisitudes del destino y los prejuicios de la sociedad ante lo diferente siguió durante siglos atormentándolo, era ese pequeño con la cara sucia entre paja y fuertes barrotes hierro lo que veía al frente suyo y no al vampiro que creo, que tuvo la fuerza suficiente para mantenerse en pie buscando el apoyo de los muros que en un principio de poco le ayudaban si el fallo estaba en sus piernas.

Darkness quiso asistirlo, pues si el efecto de la amarga pesadilla estaba pasando era porque no soporto verle sufrir y suplicar, no tuvo el valor para seguirlo viendo a sus pies, no tuvo la suficiente entereza para recuperar con violencia uno a uno los recuerdos guardados en su mente donde la escena presenciada en el ahora tantas veces se repitió en el pasado con frecuencia, ni siquiera el mismo tolero la miserable canción con la que solía calmarlo hasta que durmiera, se vio obligado entonces a levantar todo poder del pobre hijo perdido de los caídos de Satán y pese a todo se detuvo, eran aquellas berreras impuestas para todos incluyendo para sus creaciones los impedimentos reales de su acercamiento con el resto que le rodeaba, el viejo condenado también tenía una historia detrás, susurros milenarios que le fueron destruyendo de poco en poco hasta que finalmente la mirada y la estela con la que siempre cargaba se hizo insoportablemente helada, tantos son sus complejos que aún hoy en día él se cuestionaba porque razón Cetanu lo amaba, porque en su momento estuvo obsesionado por él, si de todo lo que obro el don oscuro sobre sí no logro gran cosa por su apariencia, en lugar de volverlo bello y con luz, lo volvió oscuro y de porte intimidante.

Aunque conocía aquello de antemano no soporto que su creado le fuera recordando cada defecto, odiaba que le compararan con el hombre, con el simple mortal al que tanto detestaba y también al igual que The Phantom los torturaba a su manera, comprendió en ese momento que a la par que eran iguales, también resultaban tan diferentes uno del otro, sintió de nueva cuenta esa opresión en el pecho, ese dolor profundo que solo se intensifico con las palabras de ese pobre ser, tuvo que llegar a reconocer al final que nunca se perdonaría el haber arruinado sin excusa razonable la vida aquel desdichado, fue su error… quizá el error más cruel cometido contra los suyos, contra el hombre y contra él y contra el propio Mulehim.

Soporto todo tipo de insultos sin decir una sola palabra, su mirada impasible observaba atenta como el resto de los sentidos que de igual manera poco a poco se fueron relajando con el simple hecho de verle reincorporado y en dirección al trono de esa tétrico reino de vidas figuradas y sin embargo también representadas analógicamente con las ceras que había por doquier, sin embargo jamás espero que de él viniese el contra ataque y sin saberlo con aquello aún sin haber sangre derramada en el piso, su creación le daba el tiro de gracia, ese maldito violín negro que llamo su atención y cuya finalidad no podía comprender ahora lo estaba derrotando sin necesidad de otra cosa más que ese agobiante lamento nacido del rencor del otro, era un eco de muerte y la última voluntad de un moribundo gitano, ese que sin más preámbulos y luego de embelesarlo con los sonidos suaves al afinar el delicado instrumento, lo torturaba con lo que en imágenes le platico en su cabeza, voces casi secretas que empezaron a ejercer fuerza en su contra, haciéndole cómplice de un breve relato de doscientos años de existencia –The Phantom solo fue víctima de las circunstancias… él es inocente- concluyó cuando las secuencia de recuerdos dolorosos llego a su fin, las piernas no pudieron responderle más por la impresión, se desplomo contra el muro golpeándose en la nuca.

Aun aturdido y comprendiendo el error cometido le escuchó atentamente y su mirada volvió a absorber las imperfecciones del piso agrietado, la cabeza le daba vueltas y las luces de las velas le resultaban ser molestas solo porque las veía extremadamente borrosas, cerro pues los parpados y con la respiración entrecortada le respondió – Yo no puedo pagar por los pecados del resto, lo mortales no me interesan en lo más mínimo, tampoco me interesan otros de mi misma estirpe y por ellos excepto por ti voy a responder os guste o no en el momento en que las circunstancias nos vuelvan a juntar en el camino… creo que eso será más pronto de lo que pensáis en realidad- dijo el antiguo asido de los brazos de su hijo de sangre –Quizás deberíais considerar en la real amenaza que representa el hombre para vosotros, porque sin importad en gran medida los poderes que tengáis ellos siempre pondrán destruiros, no por nada los que buscan a vos luchan por tener el secreto de vuestra existencia fuera del alcance mortal, ellos siendo presas del pánico os darían matanza a todos durante las horas del alba… yo también odio al vivo tanto como vos, pero estoy consciente que resulta un riesgo siempre- sentencio sin apartar la mirada de los ojos carmín que alguna vez provocaron dentro de si el horror que le orillo finalmente a abandonarlo a su suerte.

Arqueo su ceja en forma desafiante, sintiendo en su sien punzadas estridentes como resultado de la tortura musical pasada –Nadie puede destruiros según tú y no es cierto que ese miserable cazador casi lo hace solo porque en el momento vuestra lealtad estuvo concentrada en salvar a una mujer- sintió de a poco que la fuerza con que era sostenido disminuyo considerablemente –Quizás él ser indestructible solo funciono cuando eras solo vos y nada más… pero ahora, debéis poner por encima de todo a vuestra mujer e hijos, ellos son tu debilidad ahora, lo queréis reconocer o no… el vampiro que odia mortales termina amando a tres con toda su alma- menciono divertido ante tan contradictorio hecho -Al menos que los asesines para asegurar vuestra propia integridad, lo que sería indicativo de que nunca los amasteis- dijo firmemente, observando el cuerpo sin vida de su cuervo  -Debo marchadme ya… solo quería veros y comprobar por mis propios ojos lo que tantos incluyendo mi conexión con vuestra existencia me contaban sin poder creer nada, mi mano queda extendida para cuando llegue el momento de que ellos están próximos a ti..- desprendió casi en un susurro –Por el momento estas advertido y si verdad amáis a tu familia, cuidarás de ella… todos corren un grave peligro… todos- dicho esto infringió en su amado Mulehim un poco de dolor, logrando escapar de su agarre, para desaparecerse a través del espejo, cegando todo sentimentalismo que le hiciera retornar –Aun no es el momento- reflexiono saliendo del teatro del Fantasma de París.
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Mensaje por Phantom Nocte Vie Oct 23, 2015 1:05 am

No fue su mirada fría y casi asesina la que me obligo a retroceder unos pasos hacia atrás y liberar su cuello de mis garras tan fácilmente, fue la amenaza alrededor de lo que más amo en este mundo lo que ocasiono que temblara de furia y estremecer cada rincón de mi piel marcada por las llamas hambrientas de los infiernos, era un escalofrió que recorrió rápidamente mi espalda y cada una de mis vertebras como la haría la sangre caliente manando de un ser agonizante e inferior a mí.

No podía coordinar ningún pensamiento claro con el que me pudiera excusar ante semejante acusación, sabía que de abrir la boca solo quedaría aún más humillado de lo que ya me encontraba, diría maldiciones y escupiría espuma por la boca como un estúpido perro rabioso, quería preguntarles quienes eran aquellos a los que se refería pero no me atreví, yo era el que debía procurar por los míos y no un idiota que solo vino con lamentaciones a reparar lo que ya no tenía remedio y empeorar la situación en nuevos términos que podían haberlo llevado a la muerte en cuestión de minutos, pero la idea de mi Selena muerta fue más que el impulso del ofendido demonio, simplemente guarde silencio una vez más y era con seguridad la primera vez que alguien me había dejado sin nada a refutar.

-Yo sabré como encontrarlos y yo sabré como destruirlos si le tocan un solo cabello a mi mujer, mientras que mis hijos estarán cubiertos por mis alas y si tu estas entre los que quieren hacer pagar justos por pecadores te juro por el infierno que no tendré misericordia de ti- señale con voz cada vez más altanera y amenazante, al fin logre formular algo coherente en mi boca -No sé cómo te has enterado de mi familia, pero no quiero verte cerca de ellos porque no me va a temblar la mano por defenderlos así sea de ti o del mismo Dios, de Belial o del hombre- sentencie con firmeza- Porque lo creas o no a veces los demonios tenemos más corazón que aquellos que nos llevaron al infierno por la fuerza… a veces los subordinados del diablo aman pero Satán les prohíbe demostrarlo, si yo rompí esa regla entonces la guerra es conmigo y no con los que he decidido mantener en resguardo- furioso volví a azotarle en contra del muro, mis ojos que reflejaban brutalidad no dejaron de estar atentos a su mano, eran mis orbes el disfraz perfecto a la genuina confusión que por dentro me estaba abatiendo -Y he aquí la razón por la que no he de asesinarte aún- me acerque lentamente a su oído, asido de sus ropas oscuras, susurrando a su oído –Si me has dicho esto es no solo porque te has enterado Darkness Severaux… sino porque seguramente, vampiro sin vergüenza, has de trabajar para ellos, nadie abre la maldita boca solo por sentir el impulso inspirado por un hervidero de especulaciones- respire entrecortadamente, con el aliento tibio cerca de su lóbulo, asentí sacudiendo la cabeza mientras indicaba –Escúchame bien tu a mi esta vez- ordene con tono de toda autoridad y supremacía –Tu que trabajas para los traidores, lleva el siguiente mensaje, asegúrales que el hijo de diablo los espera con los brazos abiertos en su teatro o donde así lo prefieran… diles que la guerra está declarada contra ellos, no porque amenacen a mi familia o porque tienen planeado importunar mi paz- agregue volviendo mi mirada hacia el resto de su cuerpo –Diles que estoy aburrido y me hace falta arrancar cabezas y aplastar cuerpos bajo mis pies, diles que Leviathán Shadow, mi odiado hijo me dejo en su guerra ese mal hábito…. Y ya que quieren jugar conmigo y todo cuanto he tocado pretenden manchar de muerte y carmesí, que me traigan en bandeja de plata la cabeza del maldito cazador, no importa que tan podrida este…. La quiero en mis manos- clamaba en voz alta mis más retorcidos deseos para finalizar.

Antes de que pudiera decir algo, el muy infeliz de mi creador logro infligirme dolor en todo el cuerpo y cientos de espasmos me rodearon imposibilitando mover los miembros de mi cuerpo, era como si mi cuerpo estuviese atado cientos manojos llenos de espinas -¡La guerra también cimbrará sobre ti Darkness Severaux... me debes muchas vidas y debes demasiadas muertes! sise entre gritos mientras él se retiraba, observe el cuerpo de del animal muerte y solo con la mirada le encendí fuego –Mi Selena, mis hijos….- gemí entre pensares –Si es preciso, daré mi vida por ellos- asentí, mientras mi cuerpo de apoco lograron hacer un esfuerzo para ponerme en pie –Mi Selena, mi amada rosa, solo yo debo ser el único con el poder de arrancar tus pétalos, solo yo… - susurre, arrastrándome abatido por el dolor por entre los muros hasta alcanzar las escaleras a mi trono, tomé asiento y desde allí observe la luz centellante de las ceras, tras el chasquido de mis dedos, una brisa fría invadió el lugar hasta que finalmente varias flamas se apagaron al instante, esta noche el ángel del infierno había sido molestado… hoy habría ríos de sangre por toda la ciudad en venganza y en aviso a los que pretenden arrebatarme lo que es mío.


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