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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Lauritz Koning Sáb Mayo 02, 2015 7:54 pm

Aquella mañana estaba bastante atareado, no había parado siquiera, yendo entre el almacén y el estudio donde tenía montado también un taller de costura. Aquel día tenía que estar todo perfecto, Caroline, una de mis mejores clientes y de alta alcurnia, además, venia expresamente a mi hogar para probarse un vestido que había encargado hecho a medida. Solo a las clientes más distinguidas e importantes se las recibía en mi residencia, sino, en la fabrica ya tenía una zona de tiendas y un despacho bastante confortable donde atender adecuadamente a quien viniese pidiendo calidad.

De igual forma, Caroline no era solo cliente, era también una buena amiga y ciertamente no podía negar tampoco, que aquella chica era capaz también de activar mis sentidos más primarios, era increíble como algo tan simple como su perfume me hiciese imaginar lujuriosas y perversas escenas en mi cama. No había sido la primera vez ni sería la última que tuviese que controlarme y no pasarme en mi magia, aunque alguna que otra vez… debía admitir que quizás me aproveche un poco de mi poder y me permití alguna que otra sonrisa picara… nada grave, miradas furtivas, era algo normal en mi trabajo, ver mujeres y maravillarme ante aquellos bellos cuerpos de porcelana.

El maniquí estaba ya preparado con un pomposo y ornamentado vestido a la última moda, hecho con los mejores materiales de Paris. No me había enterado del todo en qué ocasión iba a utilizarlo, pero después de aquello estaba seguro que vendrían muchísimos encargos relacionados, la baronesa era alguien muy conocida en la alta sociedad parisina y muchas chicas la imitaban, para mi… era una mina de oro, puro fuego.

Estaba ya todo listo, solo faltaba que llegase Carol. No tardo en ser anunciada, el mayordomo me comunico su llegada, así que baje al vestíbulo a recibirla. Se encontraba radiante como siempre, me acerque a ella y besé su mano junto a una leve reverencia, aun siendo amigos, ella ostentaba mayor rango que el mío y aun así me gustaba comportarme frente a tan interesante dama.

-Bienvenida seas a mi casa, siéntete como en la tuya. Si eres tan amable de seguirme te enseñare tu nueva adquisición.

Dice el dicho que el roce hace el cariño y en este caso, cariño no, pero sí que habíamos llegado a tutearnos, lo cual entre hombre y mujer de diferente alcurnia era algo realmente difícil. Subimos las escalinatas de mármol hasta el primer piso, allí se encontraban los dormitorios y mi estudio, al cual invite a pasar a mi acompañante.

El estudio era amplio, la luz se colaba en su interior a través de un gran ventanal que daba a la parte de atrás de la villa, había un escritorio junto a una mesa de dibujo, varios maniquís y una infinidad de telas de todo tipo de artesanía. No obstante, el lugar estaba impoluto, si había trabajado allí antes, no se notaba.

Me dirigí hacía donde estaba el maniquí donde había colocado el vestido (Eres libre de decidir color, forma…), aplané un pliegue de la falda y la miré a los ojos, me había pasado días pensando en cómo se amoldaría este a su cuerpo y la verdad es que cuanto más se acercaba mejor veía que le quedaba.

-Adelante, acércate… He utilizado los mejores materiales, como siempre… Me he asegurado de hacer algo nuevo, casi rompedor, que perdure en la memoria de la gente.


Realmente me había esforzado, Caroline muy buena amiga y no podía negar que pagaba bastante bien, aunque había llegado ya a un punto que ganar o no ganar dinero poco me importaba… Mi contable llevaba todo eso y me había dicho que tenía para vivir sobradamente yo y varias generaciones futuras. Me acerque y recogí el vestido de manera delicada, salió fácilmente ya que el corsé lo había dejado desatado, se lo entregue a su legitima dueña.

-Puedes probártelo si quieres, está hecho a medida, no suelo fallar pero… nadie es perfecto, aunque bueno, difícil será ver algo malo una vez colocado en tu precioso cuerpo.

Además que me encantaría vérselo puesto,Caroline debía de estar espectacular.


(La historia transcurre primeramente en mi hogar, posteriormente se pasa al puerto)
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Mensaje por Caroline Sforza Sáb Mayo 02, 2015 8:53 pm

Comprobó una última vez que todo quedaba en orden antes de abandonar su mansión. Los criados le acompañaron hasta la puerta, asegurándole insistentemente a la señorita Sforza que no tenía nada de lo que preocuparse. Sabía que podía confiar en ellos. Después del incidente del robo, Caroline se había asegurado de que nadie pudiese entrar en su hogar que no fuese digno de su confianza. Tras el castigo ejemplar al traidor sus trabajadores se mostraron mucho más serviciales y cautos. Le gustaba saber que tenía la situación perfectamente controlada - regresaré antes de mediodía - les aseguró, aunque era consciente de que en ocasiones sus visitas se alargaban más de lo estrictamente necesario. Se subió a su carruaje y partió hacia la casa de Lauritz.  

El cochero la dejó frente a su puerta. Descendió con elegancia por las escalerillas metálicas que facilitaban la bajada. Hacía un buen día y el sol le sacaba destellos a su rubio cabello. Ella caminó hasta situarse frente al recibidor. Asió la aldaba y llamó con tres golpes secos como siempre acostumbraba a hacer; ni uno más ni uno menos. Desconocía si el resto de sus clientes se personaban de aquella manera, pero Caroline era una mujer de costumbres. De ese modo le proporcionaba a su amigo una forma de saber que era ella incluso antes de abrir la puerta.

Le dedicó una sonrisa a Lauritz cuando sus ojos se toparon con los del diseñador - que alegría verte - le dijo en un tono alegre, estirando su mano para que él se la besase - no dudaba de tu palabra, pero estaba inquieta por poder ver el vestido en persona - confesó mientras atravesaba el umbral y seguía al chico hasta su estudio. Era un lugar acogedor a pesar de su amplitud, y la diversidad de telas allí expuestas lograba que Caroline pensase en otros vestidos futuros. Siempre se quedaba un rato contemplando los tejidos, acariciando las sedas y los encajes, pero en aquella ocasión fue diferente. Su atención se centró en la obra de arte que él había realizado bajo su encargo. Se acercó, boquiabierta, sin terminar de creerse la perfección con la que Koning había logrado plasmar sus pensamientos -vaya...- caminó formando un semicírculo - es precioso, de verdad - sonrió de oreja a oreja. Sin duda el muchacho tenía talento.

-Está bien, lo probaré- tenía bastante tiempo y prefería saber que efectivamente no tenía que hacerle ninguna modificación más a su vestido. Hubiese preferido marcharse a un cuarto en el que poder cambiarse sola, pero eso simplemente no era posible. Los corsés que llevaba la baronesa por norma general ataban a la espalda, y necesitaba la ayuda de sus criados para poder liberarse de ellos. Se mordió el labio inferior -...¿te importa? - le preguntó a Lauritz con cierto tono de inseguridad. Se acercó a él y se puso de espaldas, tratando de sostener su cabello con ambas manos para facilitarle la tarea al chico. No había nada de raro en aquel gesto, seguramente él le hubiese desatado las lazadas a millares de chicas, pero aún así no pudo evitar sentirse un poco nerviosa.

Esperó a que lo hiciese y le dio las gracias con cortesía, intentando que no se le notase en el rostro lo que acababa de sentir. De nuevo permitió que su cabello cayese en cascada sobre su espalda de un modo natural, formando ligeras ondas - ya puedes retirarte - le dijo en un tono medio imperativo, dejándole entrever que se sentiría incómoda si siguiese allí mientras se cambiaba.


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Mensaje por Lauritz Koning Dom Mayo 03, 2015 8:10 am

La reacción era del todo esperada, quizás incluso mejor que eso, parecía encantarle el vestido y aquella sinceridad en los ojos, valía más para mía que cualquier alago. Sonreí enormemente al comprobar su reacción, realmente la opinión de Caroline me era muy importante ya que era una gran entendida en moda y equivocarme podría ser garrafal.

La joven decidió probárselo allí mismo, era bastante habitual que las mujeres que allí venían se lo probasen antes de llevárselo por si había que hacer algún arreglo. La chica se giro pidiendo que le desatase los fuertes lazos que llevaba su corsé, era cierto que sin ayuda de nadie era bastante complicado, sonreí levemente y procedí a desatar las lazadas lentamente, apoyando mi mano libre en su cadera. Respiraba suavemente, aquello era agradable, al finalizar de desatar subí mi dedo lentamente por su espalda terminando en su nuca, una débil caricia que seguramente debió de notar en su tersa piel.

-Ya está.

Tras darme las gracias, prácticamente me ordeno retirarme, no me importaba… era obvio que no iba a cambiarse frente a mi ni mucho menos, aunque la tentación de convencerla mediante magia seguía allí, pero entonces ¿Dónde estaría la gracia? Guiñe un ojo a la joven baronesa y salí fuera del estudio, no sin antes darme la vuelta y preguntar.

-¿Llamo a una de mis sirvientas para que te ayude? Avísame cuando estés.

Finalmente salí fuera del estudio, me quede mirando por la ventana los jardines, Arnault, el jardinero estaba podando uno de los arboles. Miré mi reloj de bolsillo y me di cuenta que era demasiado pronto para comer y demasiado tarde como para ir a la fabrica y organizarme allí, así que me pareció buena idea dar un paseo después de que mi joven amiga se terminase de probar el vestido, aunque de momento ansiaba poder ver cómo le quedaba. Me quedé pensativo mientras esperaba, ya puestos podríamos comer también juntos, ella siempre era una agradable compañía.
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Mensaje por Caroline Sforza Lun Mayo 04, 2015 1:31 pm

Caroline aceptó su ofrecimiento. Le resultaba complicado vestirse sin ayuda de una sirvienta - de acuerdo, he de admitir que me vendría bien otro par de manos - le guiñó un ojo a su amigo y esperó a que él le diese órdenes a la muchacha de acudir a su estudio. La mujer no tardó en aparecer. Rondaría la treintena, pero saltaba a la vista que todavía conservaba gran parte de su encanto. Se acercó a ella obedientemente - sujetadme esto, por favor - permitió que las mangas de su vestido se deslizasen por sus hombros, cosa que le resultó bastante sencilla teniendo en cuenta que Lauritz se había encargado de la parte más tediosa. Se lo entregó a la criada en cuanto hubo terminado de quitárselo.

Sin él parecía mucho más pequeña. Se podía apreciar mejor la forma de su cuerpo, la curvatura de su delgada cintura, el tamaño de su cadera... Se acercó hasta el maniquí con los pies descalzos. Había dejado sus zapatos colocados de forma alineada en la base del mismo - espero que me quede bien - comentó en voz alta, compartiendo su pensamiento más consigo misma que con la mujer que le acompañaba. Esperó a que ésta lo retirase de donde estaba expuesto y con sumo cuidado Caroline fue metiéndose dentro. No quería estropearlo antes de haberlo estrenado.

La primera impresión que tuvo del mismo fue que pesaba más de lo que le gustaría, pero era consciente de que no podría ser más liviano teniendo en cuenta el tipo de tela usada - apretad un poco más - le dijo a la sirvienta. Le gustaba que los corsés le ajustasen un poco más de lo debido. Recordaba las palabras de su madre mientras intentaba contener el aliento "para presumir has de sufrir, jovencita".

Era un vestido verde. Pomposo y elegante. Tenía un lazo justo en donde acababa su escote, y una botonera delantera le daba un toque distinguido. Sonrió, girando sobre sí misma. Le encantaba. Todavía de puntillas se acercó hasta la puerta y la abrió, sin esperar a que fuese la sirvienta quien lo hiciese. Fue en la búsqueda del rubio y lo encontró mirando el paisaje a través de una ventana -¿Y bien? - se sujetó la parte delantera de la falda por comodidad y rotó un poquito para que pudiese verla - ¿qué te parece? - quería que él le diese su opinión, pues sabía que siempre era sincero y bastante crítico con sus propios trabajos - es para el baile que ha preparado la embajada- le explicó, no recordaba si ya se lo había comentado - te llevaría conmigo si no fuese uno de esos eventos en los que a los pocos minutos todo termina girando en torno a aburridas charlas sobre política - podría sonar disparatado, pero siempre había considerado a Lauritz una buena compañía; o al menos una con la que pasar un rato agradable. Las reuniones de sociedad le gustaban, pero siempre había un tensión diluída, como si se tratase de una partida de ajedrez, en la que todos tenían que pensar muy bien qué pieza moverían a continuación. Con él esa tensión parecía desaparecer.  


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Mensaje por Lauritz Koning Lun Mayo 04, 2015 6:34 pm

La espera se me antojaba eterna, me gustaba ver como quedaban mis creaciones, pero aquella vez era algo especial, no era cualquier cliente quien se estaba probando el vestido, se trataba de Caroline Sforza… probablemente la mujer más bella de todo París y aquello era algo que a la vista saltaba, era evidente que el hecho de verla con uno de mis vestidos era para mí algo especial, único y maravilloso. Además, con aquel cuerpo, siempre hacia que mis piezas luciesen mejor de lo que acababan siendo.

Solía tener buena mano con mis diseños y normalmente sabia ver que era aquello que querían, pero a veces no podía estarse del todo seguro… ¿y si no le gustaba? Empezaba a estar nervioso y a decir verdad aquello en mi era un tanto raro. Seguía mirando por la ventana cuando oí abrirse la puerta y apareció ella, era como ver un ángel, la perfección terrenal, le quedaba tan bien aquel vestido y lucia de tal forma en su cuerpo, que era difícil sacarle la mirada de encima.

Me acerque lentamente sin poder articular aun palabra, estaba analizando como había quedado finalmente el vestido, me arrodille ante ella y pase mi mano por varios pliegues de la falda y mirando que los bordes hubiesen quedado perfectos. No había nada que resaltar, estaba impecable y no podía quedarle mejor.

-Caroline, está perfecto, aunque eso es gracias a la modelo.

Volví a levantarme y di varias vueltas a su alrededor mientras me explicaba para que ocasión era.

-Si, está perfecto… Estoy seguro que brillaras frente a toda la embajada.

Me quede parado frente a ella, la miraba a los ojos, era realmente bellísima… De no ser por mis poderes sobrenaturales, pensaría que ella me estaba hechizando, pero sabía que no, era simplemente algo natural. Sonreí al escuchar que me llevaría de no ser porque es un evento de tipo político. ¿Bueno, y? Lo bueno de ser yo es que gracias a mis poderes, podía convencer a la gente de muchas cosas, tanto dinero no se ganaba solo vendiendo vestidos.

-Bueno… no te mentiré, me encantaría poder acompañarte… ya sabes que disfruto allá por dondequiera que este a tu lado…

Retire levemente la mirada, me daba algo de corte decir depende que cosas.

-Aunque bueno… seguro que ya debes de tener acompañante…

Sonreí, a veces no sabía muy bien porque me hacia ilusiones, de cualquier manera podía convencer de lo que quisiese a cualquiera y si quisiese ir con ella, hubiese sido fácil… pero no quería que fuese así.

-Aunque ya sabes que estoy enterado de todo lo que sucede en París. Si se mueve un Franco, sé cómo, donde y cuando, incluso si se ha movido legal o ilegalmente, además… que tampoco eres la única de alta cuna entre mi cartera de clientes.

Y era cierto, vestía a muchos otros nobles, entre los cuales había también hombres de alto rango e importancia.

-Si que es cierto por eso que tu eres especial ¡claro! y nadie más lleva vestidos como los que hago para ti.

Efectivamente, Caroline era mi musa, mi modelo, mi inspiración y muchas veces fantasía, aquello se notaba muchas veces en el pulcro y fino trabajo que llegaba a realizar por ella.

-Bueno, no creo que haga falta retocar nada, está listo y ya te lo podrías llevar a casa. Um, por cierto, ¿tienes algo que hacer ahora después?

Sonreí de oreja a oreja.

-Como no es muy tarde ni muy pronto, había pensado en que podíamos pasear y luego comer juntos. Aunque entiendo que puedes tener la agenda bastante apretada, no pasa nada.

De hecho deseaba poder pasar más rato a su lado, me sentía afortunado al poder escuchar su voz y disfrutar de su perfume y estaba seguro que no era el único hombre que disfrutaba con aquello.
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Mensaje por Caroline Sforza Lun Mayo 04, 2015 7:42 pm

Se sonrojó al oír su comentario. Caroline estaba acostumbrada a escuchar cumplidos, pero él parecía tener un don para sacarle los colores - oh vamos, no necesitas adularme, sabes que soy una clienta fiel - bromeó. En el fondo le encantaba que lo hiciese.

Cuando se puso frente a ella no pudo evitar devolverle la mirada. Resultaba sencillo perderse en el océano de sus ojos si no se andaba con precaución. Tragó saliva en el momento en que se vio reflejada en los mismos, y se obligó a fijar su vista en otra cosa. A través del ventanal pudo contemplar los jardines. Le incomodaba la proximidad del chico, y sin embargo por alguna razón que no llegaba a comprender deseaba que no se alejase. Era magnético y eso le aterrorizaba. Se alejó un poco con la excusa de poder ver mejor aquellos setos con formas redondeadas que el jardinero se había molestado en podar.

Frunció el ceño cuando Koning le recordó que no tenía acompañante, sintiéndose ligeramente mareada. Esperó que él no se diese cuenta y se aferró al marco de la ventana con la mano derecha. Se le revolvía el estómago cada vez que pensaba en el vampiro. Temía lo peor y la preocupación se dejaba entrever en su rostro. Cerró sus ojos y tomó aire - lo he comentado de verdad, simplemente no me esperaba que aceptases...pero deseo que vengas conmigo al baile - le dijo al hechicero con un tono de voz dulce. Sabía que de ir juntos se esparcirían rumores sobre ambos, pero a la baronesa le era indiferente lo que la gente pensase. La gente siempre hablaría hiciera lo que hiciese.

Se mordió el labio inferior y negó con la cabeza- me encantaría, pero lamentablemente ya se ha hecho bastante tarde, y les mandé aviso a mis criados de que llegaría en un par de horas - se acercó un poco y le colocó los cuellos de su camisa - tal vez en otra ocasión - dijo algo apenada y se dio media vuelta, en dirección hacia el estudio de Lauritz - voy a cambiarme - le informó - le dejaré el vestido a tu criada para que me lo envuelva para el viaje.

Le alivió poder quitárselo. Era precioso, pero increíblemente incómodo, al igual que el resto de ropajes de gala que acostumbraba a ponerse. Se sintió ligera como una pluma cuando la mujer, que se había quedado esperando su regreso, le ayudó a sacárselo. Nuevamente se puso la ropa con la que había venido. Era mucho más simple, pero no le disgustaba en absoluto. El corsé le hacía el busto lleno, y la sombrillita de mano era un complemento bastante acertado. Sin duda hubiese sido una buena ropa de paseo. Lástima que no tuviese tiempo , pensó.

De vuelta con el rubio sacó su pequeño bolsito y comenzó a rebuscar el monedero. Lo encontró en cuestión de segundos. Tenía el clásico cierre mecánico que impedía que se abriese si ella no lo accionaba. Con sus dedos índice y pulgar logró que éste hiciese un "click" y miró a Lauritz, a la espera de que le dijese la cantidad - sabes que me gusta pagar al contado - sonrió levemente - ¿Cuanto será?


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Mensaje por Lauritz Koning Mar Mayo 05, 2015 6:46 pm

Ya sabía que no necesitaba adularla, que le gustaba mi trabajo, pero es que simplemente me encantaba hacerlo. Me parecía una fantasía hecha realidad y estaba en la obligación de hacerle saber que aquel cuerpo no había podido ser creado por otras manos que no fueran las de un dios.

-Pero lo digo en serio, dudo que pudiese haber otra mujer a la que le quedase tan bien lo que hago.

La baronesa pareció perderse durante un tiempo en el jardín, era cierto que el trabajo que realizaba Arnault era exquisito, pero sabía que la mujer no estaba pensando precisamente en aquello, algo más le daba vueltas en su cabeza, pero no sabía el que. Note no obstante como frunció el ceño al dar por hecho que tenia acompañante, no sabía muy bien si en ese momento la había ofendido o tal vez algo le había molestado, no era para nada mi objetivo… Me daba que alguien acababa de quedarse sin baile.

La verdad no me quedo muy claro esto último, me decía que realmente quería que la acompañase al baile, pero por otra parte su semblante parecía preocupado a la par que entristecido, como un eclipse en un día soleado… En ocasiones las mujeres podían llegar a ser tan raras ¿Sería por mi culpa que estaba así? Y pese a todo, que la acompañase me lo había dicho de una forma tan dulce, que realmente me hacia andar muy confundido.

Pero a quien quería engañar, aquel tono que había utilizado y aquella carita era suficiente para que yo cayese rendido donde fuese que ella quisiera, realmente a veces no estaba muy seguro de que no poseyese ningún tipo de magia.

-En ese caso, estaré encantado de acompañarte, tan solo dime donde, cuando y como y allí estaré.

Sonreí de felicidad, sabia de sobras lo que solía significar acudir de acompañante con una mujer a un baile y aquel hecho significaba más y era aun más importante cuanto mayor condición social tuviese la dama, en este caso, baronesa.

Había acabado de retocar el vestido, aunque realmente no le hacía falta nada más, también pregunté si tenía algo que hacer con toda la felicidad del mundo y su respuesta no fue la que me esperaba aunque pagaría lo que hiciese falta para que se volviese a morder el labio de aquella forma, una fuerza momentánea se apodero de mi gritándome que fuese yo quien mordiese aquel carnoso y sensual labio.

Para colmo la joven se acerco para colocarme bien el cuello de la camisa, aquella mujer quería matarme de un infarto en aquel momento, tuve que hacer grandes esfuerzos para no acercarme más a ella, me encantaba que estuviese cerca de mí, poderla sentir. No me dejo demasiado tiempo para reaccionar, cuando quise darme cuenta volvía a estar fuera de mi estudio esperando a que se quitase el vestido. ¿Qué diantres me pasaba aquel día?

Una vez salió fuera ya sin el pomposo vestido, nadie podía negar su belleza, había venido más sencilla pero aun así lucía de una elegancia digna de reina, claro que aquel también era un vestido mío. Observe como se sacaba un monedero, estaba seguro que si no llevaba allí dentro papel moneda o una letra de cambio, no le cabrían las monedas suficientes como para pagar, no obstante así se ofreció. Me acerque donde estaba ella y le susurre en el oído, lenta y suavemente.

-Son 7800 francos… Pero te he de aplicar el descuento de amiga y creo que nuestros contables pueden entenderse mejor que nosotros con las monedas… Deja que ellos se encarguen.

Sonreí nuevamente al retirar mi cabeza de su oído, seguía bastante cerca y me había propuesto pasar la mañana con ella.

-Caroline, ¿de verdad no hay nada que pueda hacer para retenerte un poco más conmigo? Mis sirvientes pueden comunicar a los tuyos que me estas acompañando y ya te llevaría mi cochero de vuelta a casa… Soy tu pareja de baile, debemos de conocernos un poco más, ¿no?

Sonreí ante la pequeña broma, realmente me gustaba tenerla conmigo y disfrutaba de su compañía.

-Tal vez te apetezca bailar o pasear, ya que te retengo contra tu voluntad, te dejo decidir... me gusta pasar el rato contigo...

Esperaba que realmente se lo tomase a broma y que no se sintiese incomoda por insistir en que se quedase conmigo, a veces no sabia controlarme demasiado.

-Podríamos comer juntos también, no digo que mis cocineros no cocinen bien, pero conozco un nuevo restaurante que te va a encantar.

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Mensaje por Caroline Sforza Miér Mayo 06, 2015 2:44 pm

La fecha y el lugar era algo que concretaría con él más adelante - será dentro de dos semanas, enviaré a uno de mis criados con más información tan pronto como pueda. Por ahora es todo lo que te puedo decir - le habían informado del baile, pero todavía no contaba con demasiados detalles del mismo. Sabía que era importante y que requería ir de etiqueta. Miró a Lauritz y omitió toda esta información. Era lo suficientemente inteligente como para saber que se trataba de un evento a destacar, y lo suficientemente elegante como para que ella confiase en su criterio sin necesidad de remarcarlo.

Un escalofrío recorrió toda su espalda cuando el rubio se le acercó para susurrarle algo al oído. Sonrió de medio lado y terminó por asentir - Tienes razón, quizás sea mejor que ellos se encarguen del tema - sabía que su amigo le había ofrecido un precio justo, elevado, pero completamente merecido. De todos modos el dinero no era algo que le preocupase en demasía. Aprovechó la proximidad del muchacho para dibujar una finea línea que ascendía desde la parte baja de su cuello hasta su mentón. Con este gesto le obligó a mirarle - Quizás sí puedas hacer algo para retenerme... -acortó un par de centímetros entre ellos y esta vez fue ella quien le susurró algo - acompáñame al puerto.

El puerto.
No era exactamente el paisaje bucólico en el que hubiese soñado pasar la tarde, pero aquel lugar era para Caroline algo "prohibido" y emocionante. Estibadores, marineros, prostitutas...daba igual a donde mirases, allí jamás verías a alguien perteneciente a la realeza. Los pocos nobles que osaban pasearse por el puerto eran aquellos que tenían negocios en alguno de los barcos. Corrían los rumores de que algunas personas pertenecientes a la flor y nata parisina estaban involucrados en tráfico ilegal de armas, y ella deseaba saber si esas habladurías eran ciertas. Sabía que, de descubrir algo, esa información podría usarla en su beneficio. El cuando y el dónde no importaban.

-Se que es algo peligroso...- continuó - pero será un paseo corto y después podremos ir a donde tú quieras y yo no pondré objeción alguna - su tono de voz sonaba esperanzado. Realmente esperaba que él no rechazase su propuesta. El rostro de la chica estaba enmarcado por dos mechones de rubio cabello - ¿qué me dices...? ¿tenemos un trato? - dudaba que Lauritz se negase después de todo lo que había insistido para que ella cambiase sus planes para disfrutar de su presencia - será algo diferente, y además - su voz sonaba casi como un ronroneo - ...a mí también me gusta pasar el rato contigo - confesó. Era una mujer dulce y ardiente. Contaba con una apariencia inocente, pero poseía el férreo espíritu del mejor de los gobernadores. Cuando estaba en confianza decía las cosas tal y como las pensaba, y aquella había sido una verdad. Una verdad que ni siquiera ella había esperado admitir.




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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Lauritz Koning Miér Mayo 06, 2015 4:49 pm

Decía que ya me enviaría más información, en aquel momento no sabía demasiado, pero que ya me enviaría un criado cuando supiese los datos. A mí ya me iba bien, solo por el hecho de aparecer a su lado en una ocasión como esta, ya estaba más que feliz, sabía que aquello significaba mucho.

-Me parece que iré de acuerdo al vestido que he hecho, a la mañana siguiente les dará igual de quien era la fiesta, solo hablaran de nosotros. Ya verás!

Le guiñe un ojo, de hecho ya estaba imaginándonos perfectamente como quedaríamos los dos como pareja, era un buen pensamiento. Logre convencerla de dejar el asunto económico a nuestros administradores, no me gustaba tratar con el dinero directamente, había algo sucio en aquello que no me acababa de gustar, prefería leer los números en un libro de cuentas.

Acto siguiente ella me pillo desprevenido, acercándose, tocándome el cuello y susurrándome al oído, un sentimiento muy agradable se apodero de mí, me encantaba que se tomase aquellas confianzas conmigo, que traspasase mi espacio personal tal y como yo había hecho con ella. Me sorprendió no obstante lo que me acababa de decir ¿Qué se le había perdido al puerto? No era el mejor lugar por donde pasear, era incluso peligroso aparecer por allí… solían juntarse la flor y nata de los bajos fondos, si podía evitaba estar por allí y muy pocas veces iba.

No iba a decirle que no, iba a acceder a quedarse conmigo si yo la llevaba por allí, valía la pena por tal de estar más rato a su lado.

-Donde yo quiera… ¿Aunque sea al burdel?

Solté una risotada, obviamente ni se me ocurriría pasarme por allí, pero había dicho que donde yo quisiese ¿Mi cama también valía? Me convenció finalmente cuando me dijo que también disfrutaba a mi lado. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo e instintivamente ante aquello me acerque y le di un leve beso en la mejilla, cariñoso, inocente.

-Está bien, vamos al puerto, pero… ¿cual es tu interés en ir allá? No es precisamente donde me imagino encontrar a una baronesa.

Cogí mi americana, el sombrero de copa y le ofrecí mi brazo para dirigirnos al coche, Caroline había admitido que disfrutaba estando a mi lado y además iba a ir a acompañarla al baile, tal vez aquello significaba algo más, aunque no quería tampoco hacerme falsas ilusiones y si sucedía algo, no quería que fuese por mis poderes.

-Si que será diferente el paseo de hoy, si…

Llame a mi cochero para que trajese uno de los carros haciendo especial mención en que no trajese el más lujoso, no era necesario llamar la atención, aunque ya de por si tal y como vestíamos ambos ya lo haríamos. Subí al carro y desee que aquel día no hubiese demasiada gente con malas intenciones por allí.

Estuvimos un rato para atravesar parte de la ciudad hasta llegar al puerto, no podía negar que poder estar junto a la joven hacia de aquel viaje muy agradable aunque no dejaba de estar nervioso por aquello.

-Me vas a deber una grande, ehhh…

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Mensaje por Caroline Sforza Jue Mayo 07, 2015 5:53 pm

No le disgustaba la idea de ir conjuntados - seguro que sí, ya verás - sonrió con dulzura. Nunca había llevado ropajes a juego con los de otra persona, aquella sería la primera vez, pero estaba acostumbrada a ver a parejas que acudían de aquella manera a las reuniones de sociedad, claro que ellos no eran pareja. Pensó que igualmente podría ser divertido. Si en alguien podía confiar en lo que a atuendos se refería, ese era Lauritz.

Rodó los ojos cuando él sugirió que podrían continuar su cita en el burdel - ¿en serio? - se rió - ¿de todos los sitios a los que desearías que te acompañase lo primero que se te pasa por la cabeza es el burdel? - chasqueó su lengua con reproche - he de admitir que preferiría no tener que presenciar tus visitas clandestinas a locales de alterne- intuía que estaba bromeando, pero no pudo evitar que un sentimiento extraño le recorriese todo el cuerpo. Estaba celosa, celosa de su amigo, y no lo entendía. Cuando él le besó en la mejilla sintió que se relajaba un poco y volvió a morderse el labio inferior - te lo contaré por el camino.

Se metió en el discreto carruaje. No era demasiado amplio, pero haber elegido uno superior les habría delatado incluso antes de llegar. Tomó asiento al lado de Lauritz y colocó ambas manos sobre su regazo, con los dedos enlazados en una cómoda postura - llevaba tiempo sin verte - dijo finalmente, intentando romper el silencio sepulcral - ¿cuando fue la última vez? ¿Enero? - apoyó su cabecita en el hombro del muchacho - soy consciente de que ha sido mi culpa...pero creo que no deberíamos permitir que nuestros encuentros se distancien tanto en el tiempo - disfrutaba de su compañía y odiaba que los asuntos palaciegos le mantuviesen alejada de todo. A veces ni siquiera lograba sacar un poco de tiempo para leer, y a ella le encantaba perderse entre libros polvorientos. Permaneció unos minutos callada, limitándose a escuchar lo que él le decía- ah, cierto, lo del puerto - bajó la voz aunque fuesen los dos únicos pasajeros - ¿has oído algo últimamente sobre el tráfico ilegal de armas? - el hechicero solía sociabilizar con muchas personas, tal vez estuviese al tanto, pero de todos modos le explicó un poco por encima la situación- tengo entendido que Von Riethelston y sus amigos tienen algo que ver en todo eso, y quiero ir a comprobarlo - cruzó sus piernas - tan solo un paseo con los ojos bien abiertos. Si vemos algo bien, y sino, no pasará nada, de todos modos tenía ganas de despejar la cabeza -admitió.

Después de una larga caminata llegaron al puerto. Le tomó del brazo mientras contemplaban el gran puerto. Había embarcaciones de todos los tamaños, y las redes de pesca se enmarañaban en el muelle. Al aire libre los ojos del rubio destacaban todavía más, y Caroline le miró de reojo en un par de ocasiones, tratando de no ser demasiado descarada - parece que todo está tranquilo - dijo mientras analizaba con disimulo todos y cada uno de los cargueros - demasiado tranquilo - se asustó cuando una gaviota alzó el vuelo al pasar a su lado, extendiendo sus alas para poder coger altura y planear sobre las aguas en busca de alguna presa - malditos pajarracos - refunfuñó en voz baja, algo avergonzada por la situación.

Siguieron paseando con tranquilidad y fue entonces cuando lo vio: Riethelston vestía un traje aterciopelado de color azulón, con botones en dorado. Una chorrera colgaba sobre su pecho, y sus mangas también eran bastante estrafalarias - bingo - susurró en voz baja con una sonrisa y empujó con suavidad a Lauritz hacia una de las paredes - esperaremos aquí unos minutos - dijo mientras colocaba una de sus manos sobre sus hombros, prácticamente rozando su cuello - infórmame si ves algo...interesante - le dijo mientras enterraba sus dedos en el cabello del chico. Nadie se repararía en una pareja que buscase un poco de intimidad alejados del centro de París. A ella se le daba condenadamente bien actuar, y mentiría si dijese que no estaba disfrutando de aquel momento. La cara de desconcierto de Konin le resultó de lo más divertida - como te quedes mucho más rato con el rostro desencajado creo que se darán cuenta de que algo está pasando - se rió.  


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Mensaje por Lauritz Koning Vie Mayo 08, 2015 7:59 am

No pude evitar reír cuando vi que rodo los ojos ante mi comentario, claro que estaba bromeando. A decir verdad nunca había pisado un burdel y esperaba no hacerlo nunca, aunque sí que era cierto que alguna que otra vez había ido al cabaret, claro que aquello estaba más relacionado con el arte y el teatro en sí, aunque habían mentalidades más cerradas que no lo veían así.

-Tranquila, no deberás presenciar nunca tal visita porque no suelo ir, aunque si quieres puedo enseñarte mi habitación y puedes acompañarme a hacerle una visita a mi cama...


Seguía sonriendo y con el mismo tono bromista, era obvio que no pretendía acostarme con ella, no al menos en aquel momento ni de aquella manera ¿Me gustaría? Sí, claro, pero la valoraba demasiado, para mi ella era especial y por ello si alguna vez sucedía, debía de ser especial.

La joven de vez en cuando se mordía el labio, aquello provocaba en mí una sensación excesivamente fuerte por abalanzarme sobre ella y besarla, me era muy difícil controlarme, sacaba mi instinto más básico. Siempre había pensado que mi amigo Eduardo, Diplomático de las Españas, debía de sentirse así antes de convertirse en bestia las noches de luna llena.

Caroline no quiso contarme en aquel momento porque quería ir al puerto, decía contarme por el camino, aunque al subir al carruaje empezó a hablar no precisamente del porque sino del tiempo que llevábamos sin vernos. No pude evitar una sonrisa tímida, incluso note como se me sonrojaban levemente las mejillas mientras hacía grandes esfuerzos para que no se me notase, no pensaba que realmente ella pudiese echarme de menos de la manera que yo la echaba a ella, pero aun así era agradable.

Iba a abrir la boca cuando me quede sin palabras, se apoyo en mi hombro ¿Era aquello una señal de algo? No se me daba bien interpretar señales, normalmente lo que quería lo conseguía con casi chasquear los dedos mediante mi magia así que a veces me costaba, especialmente con las chicas, no así no podía negar que mi cuerpo en aquel momento estaba relajado, cómodo, era una sensación extraordinaria el sentir a otra persona lo suficientemente relajada y confiada como para apoyar su cabeza en mi hombro.

-Si, tienes razón… hacia mucho que no nos veíamos, últimamente solo vienes a visitarme cuando necesitas algún vestido especial. Pero da por hecho que voy a empezar a enviarte cartas para quedar más a menudo, no quiero excusas, que tu lo has dicho.

Sonreí al decir aquello, simplemente tenía confianza en ella y pese a que hacía tiempo que no nos veíamos, esa sensación de estar frente a un amigo, alguien en quien confiar no se había desvanecido.

La joven procedió entonces a hablarme sobre el motivo para ir a un lugar tan extraño como el puerto, al parecer quería información sobre el tráfico ilegal de armas… Si ella supiese todo lo que se trae en el puerto, yo mismo alguna vez había traficado con oro de las Américas españolas en uno de mis barcos cargados de algodón, gracias a cierto diplomático conseguí una carta de comercio falsa, era habitual llenar el barco de material sin valor por el que no se pagaban aranceles y realmente ir lleno de algo mucho más caro, si bien no podía negar que era realmente muy rentable.

-Bueno, algo sé, estoy al día de ello y sé que el gobierno francés esta algo preocupado ante todas las mercancías ilegales que últimamente llegan de fuera, especialmente las armas, ya que al entrar así no pueden mantener un control.

Von Riethelston, ese nombre me sonaba muchísimo, sabía que no era uno de mis clientes, pero aun así lo había oído más veces lo que en aquel momento no caí en ello, no obstante sí que me sorprendió que la baronesa tuviese tal información entre sus manos, aunque no fueron sus manos lo que me acabo llamando la atención sino el cruce de piernas que realizo que me dejo durante un momento embobado, aunque creo que supe disimularlo bastante bien.

El puerto estaba como siempre, sucio y mugriento, lleno de utensilios de pesa con ahí y barcos en el agua, realmente no era un lugar en exceso agradable a la vista. Todo estaba tranquilo, la gente parecía faenar tranquilamente, incluso parecían no percatarse de nuestra presencia, aunque sí es cierto y la joven se percato de ella, el puerto estaba demasiado tranquilo. No pude evitar reír al notar como la rubia se asusto ante el aleto de una gaviota, a mí también me había pillado desprevenido, pero no hasta el punto de asustarme.

-Pobre pájaro, seguro que solo quiere comer algo y no quería asustarte.

Obviamente bromeaba, realmente lo que hiciese el animal me daba bastante igual, aunque desde que ley que existían cambiaformas, que los veía diferentes… cualquier animal podría ser alguien espiándonos y nosotros sin darnos cuenta.

Seguimos paseando, lentamente, como una pareja que estaba mirando que barco adquirir hasta que por fin localizamos el objetivo. No llegue a ver demasiado porque me vi empujado hacia una pared, aquello sí que no me lo esperaba, el calor empezó a embargarme, especialmente cuando coloco su mano en mi hombro rozándome el cuello… Me estaba martirizando de esa forma. Asentí cuando me dijo que estuviese atento, no era capaz tampoco de articular palabra y si bien era cierto que me costaba muchísimo mirar más allá de la joven, estaba muy tentado a poder perderme en aquellos maravillosos ojos cálidos.

Von Riethelston parecía tener un librito en la mano y esperar algo, no paraba de mirarse el reloj de bolsillo y el horizonte, hasta que pareció percatarse de mi furtiva mirada y se giro hacia nosotros. En ese momento mire a los ojos de la rubia y sin pensármelo demasiado intenta pasar desapercibido… la bese y he de decir que no me estuve de ello, la bese de la manera más apasionada que sabía, caliente, húmeda, sin control ni respiración, fugaz y pasional. Realmente aquellos labios que tanto había deseado sabían a gloria y aunque aquel beso no fuese real, sino por disimular, pese a todo, no pude evitar sentir que dentro de mí se estaba generando algo más, un sentimiento especial a partir de aquello.

Abrí los ojos para volver a mirar por encima, el noble ya no nos miraba y seguramente que tardaría un rato en volverse a girar, me separe de ella y volví a mirarla a los ojos.

-Se había girado e iba a pillarnos si no hacía nada, ya no mira… está esperando algo, parece que un barco… perdona por el beso, no queria importunarte.

Realmente no lo sentía en absoluto, me había gustado besarla y lo volvería a hacer si pudiese.
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Mensaje por Caroline Sforza Vie Mayo 08, 2015 1:49 pm

Lauritz tan solo confirmó la información que ella ya tenía, sin llegar a aportarle ningún dato que le pudiese ser útil para avanzar en su investigación. Ella tenía informadores en varios puntos de la ciudad que controlaban los movimientos de aquellas personas en las que la baronesa no terminaba de confiar. Si detectaban algo inusual le redactaban una misiva y se la enviaban a un punto diferente a su domicilio habitual. Ninguno sabía para quién estaba trabajando, pero ella sí que conocía sus rostros. En varias cartas se repetía el mismo nombre: Von Riethelston, aunque no era el único. También salían varias veces repetidas notoriedades de la talla de Greenstall y Saint-Exupery.
Caroline se preguntó si su acompañante sabría en realidad más cosas de las que le estaba contando - eso tenía entendido - comentó con tranquilidad- pero ya sabes como son las cosas... todos se preocupan pero nadie mueve un dedo para tratar de solucionar el problema.

Ya en el puerto sus ánimos se calmaron a pesar de las miradas furtivas que le lanzaban a ambos los estibadores que allí trabajaban - ¡no te rías de mí! - se quejó tras el incidente con la gaviota - tú también te has asustado, lo que pasa  es que te niegas a admitirlo - le dio un golpecito en el brazo a modo de castigo . Miró al frente y continuó caminando a su lado - es tan solo que este lugar no me termina de gustar. Estoy inquieta y deseo acabar cuanto antes para que nos podamos marchar de aquí.

Lo que vino a continuación le pilló desprevenida. Sabía que iban a actuar, y que deberían de disimular si no querían llamar la atención todavía más, sin embargo jamás se hubiese imaginado que aquella escenificación llegaría tan lejos. Cerró los ojos y le siguió el beso a Lauritz. No fue un beso tímido y fingido, sino todo lo contrario. Dejó que sus sentidos se perdiesen y sacó su lado más salvaje y pasional, permitiendo que sus labios se buscasen con la misma ansiedad con la que el moribundo intenta capturar un aliento más para poder sobrevivir. Le rodeó con sus brazos, atrayéndolo hacia sí, prolongando aquel beso, buscando su lengua. Por un instante todo dejó de tener importancia, el paisaje se difuminó a su alrededor y lo único en lo que pensó fue en él.

Todavía sentía el hormigueo en el estómago cuando Lauritz se separó.

Le miró con el corazón desbocado. Sus mejillas estaban sonrojadas, y algunos mechones de su cabello se habían soltado aquí y allá. Escuchó la información sobre el noble y asintió - n...no pasa nada, no tienes porqué disculparte - también ella había tenido parte de culpa, sería injusto acusarle. Al fin y al cabo dos no se pelean si uno no lo desea; lo mismo sucedía en el amor, aunque fuese un amor ficticio y pasajero - esperaremos a que llegue y después nos iremos, si te parece bien - evitaba mirarle a los ojos.

El susodicho barco no se hizo de rogar. Un fuerte silbido se escuchó en todo el muelle. Se aproximó con lentitud para poder atracar relativamente cerca de donde ellos se encontraban. Caroline estaba nerviosa, pero no acababa de adivinar si esos nervios eran debidos a su impaciencia o a lo que acababa de suceder. Von Riethelston miró a ambos lados, ignorándoles por completo, y comenzó a hacerle señales a un par de mozos. Ellos subieron al Tourbillon VI , que así era el nombre que recibía la embarcación, y descargaron un par de bultos de aspecto sospechoso. El noble obligó al más bajito que se detuviese, y levantó la tela, descubriendo lo que Sforza intuía que debía de ser un revólver de importación - vaya vaya... - al parecer su instinto no le había fallado- creo que ya nos podemos ir, tengo todo lo que quería - sonrió de medio lado, con superioridad. Ahora que habían descubierto aquello, sabía que solo era cuestión de tiempo que aquel imbécil terminase quedando en evidencia.

Le encantaba recolectar información, y se le notaba en el rostro de satisfacción. Confirmar un rumor era algo útil. La gente no tenía ni idea del poder de las palabras, pero ella sí. Su mejor arma era su lengua viperina, el chantaje, y las amenazas bien dirigidas - ¿y bien? ahora permito que seas tú el que elija nuestro próximo destino - se obligó a sí misma a volver a mirar a Lauritz, y al hacerlo la imagen de su beso volvió a atravesar su mente. Todavía no comprendía cómo había podido dejarse llevar de aquella manera - ¿dónde deseas continuar nuestra extraña cita?


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Mensaje por Lauritz Koning Vie Mayo 08, 2015 6:37 pm

Debía admitir que realmente me encantaba pasearme por allí al lado de la joven por el simple hecho de que todos al vernos pensasen que éramos pareja. A veces me parecía curioso pensar que no dejábamos por eso de ser una amistad extraña, ella era de alta cuna y yo un burgués, que aunque mi madre ostentaba también una baronía allí en Dinamarca, algo me decía a mí que no llegaría a verla y mientras fuese así yo no dejaba de ser un simple burgués, alguien normal, rico, mucho más que la gran mayoría de nobles, pero para muchos… de segunda clase.

Pese a todo allí me encontraba, apenas acababa de darle un beso que cualquiera tildaría de prohibido y ahora estaba haciendo esfuerzos a horrores por hacer como que no había pasado nada y aquello era normal… no, aquellos labios no eran normales, eran la fuente de la perdición y yo quería volver a navegar entre ellos y buscar su lengua.

No pude evitar percatarme pese a todo, que evitaba mirarme a los ojos, decidimos esperar a que llegase el barco, pero yo en aquel momento tenía mis pensamientos en otro lado, no era esa mi preocupación. Tal vez le había importunado y no quería volverme a ver de aquello y por eso no me miraba a los ojos… Solo yo podía meter la pata de aquella manera.

Vimos como el navío llego a muelle y empezó a desembarcar, entre aquellos bultos uno nos llamo especialmente la atención, el noble hizo levantar la tela y allí pudimos ver un revolver, más concretamente un Colt americana, de la cual yo no sabría el nombre de no ser porque sabía quién las vendía y donde… Tuve que hacer un esfuerzo por no soltar un ruidito de sorpresa al identificarlo.

Al parecer la baronesa ya había obtenido la información que necesitaba, pero yo aun tenía más información que dar, pero aun así yo estaba demasiado desconcertado, mientras volvíamos al carro no era realmente capaz de pensar en otra cosa que en nuestro beso. Ella en un momento volvía a mirarme para comunicar que ya podíamos ir donde quisiera, pero ¿y si estaba forzada y no quería ir conmigo a ningún sitio? Buf, que duro, a veces creía que me hubiese resultado muy útil poder leer pensamientos. Por suerte para mi, Caroline dijo algo que me hizo sonreír de la emoción, había utilizado la palabra cita… si, ya sé que junto a “Extraña”, pero la palabra para definir aquello era cita… CITA! ERA ALGO!

La ayude a subir al coche y me coloque a su lado, notaba cierta tensión, no sabía que decir, ni si quiera sabia donde ir así que me quedé como un tonto admirándola hasta que mis neuronas volvieron a conectarse para decir algo con sentido.

-¿Sabes? He estado pensando sobre lo que ha pasado antes… Sí, me refiero al beso… aunque también tengo información sobre la mercancía de Riethelston que puede interesarte, pero antes quería comentarte que, aunque no haya sido de verdad y para ser nuestra primera cita… pese a lo raro, me ha gustado.

Ueeeehhh, bravo Lauritz, como hacer que una mujer salga huyendo de tu coche, primera parte. Por suerte había tenido la precaución de haberle dicho que tenía información interesante, tal vez aquel era el motivo por el que estaba aun allí.

-Da la casualidad que he reconocido ese revolver y solo se vende en un único sitio en todo Paris… pero no es un sitio donde recomiende ir y menos así vestidos.

Realmente no era adecuado presentarse en los bajos fondos así, no si uno no quería volver sin nada en los bolsillos... era un lugar problemático donde era muy difícil no utilizar la magia para defenderse.

-Si quieres podemos volver a casa… comemos, nos cambiamos y te llevo, creo que tengo ropa para prestarte, aunque a lo mejor después de lo de antes no tienes ganas…

No le había explicado como sabia aquello, esperaba que no me preguntase, era evidente que si lo sabía era porque había tenido que ir por allí... Era el único lugar donde conseguir libros sobre magia.
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Mensaje por Caroline Sforza Sáb Mayo 09, 2015 7:04 pm

Tan pronto como la puerta del carruaje se cerró Caroline se percató de que tal vez quedarse a solas con él no había sido la mejor de las ideas. La tensión en el ambiente era más que palpable. Todavía se sentía avergonzada por lo sucedido. ¿Qué pensaría Lauritz de ella? Había sido demasiado vehemente. Cualquier persona con un mínimo de educación sabría que una dama jamás debería de comportarse de un modo tan impulsivo. Miró a través de la ventana. Ni siquiera habían comenzado a moverse.

¿Le había gustado? Sonrió, aliviada -¿de verdad? - le preguntó con timidez, parecía sincero en sus palabras. "De mentira". También ella lo había considerado irreal, irreal por la situación, pero también irreal por lo perfecto que había sido. Tomó las manos de él entre las suyas y le miró a los ojos. Por primera vez estaba viendo a Lauritz de un modo diferente al que siempre lo había visto. Se fijó en su rostro anguloso y en cómo llevaba la barba recortada, en la forma de sus hombros, en lo bien que le quedaba aquel traje...

Se acercó un poco más a él. El espacio de la cabina ya era de por sí reducido, pero a pesar de ello sentía que había un abismo de distancia entre ellos. Acercó sus labios hasta su oreja, prácticamente rozando su lóbulo - a mí también me gustó - confesó en apenas un susurro. Deseaba volver a besarle. Tragó saliva, pensando que tal vez se estuviese excediendo en sus actos, pero era consciente de que deseaba a aquel muchacho, y sabía lo que pasaría a continuación. Acarició su rostro, leyendo su piel con las yemas de sus dedos - ...demasiado - se inclinó suavemente sobre él y le dio un segundo beso, muy diferente al que habían compartido en el puerto. Había dulzura y cariño, pero también parte de sensualidad. Se separó un poquito para poder hablar - he de admitir que no soy partidaria de las cosas falsas, de modo que prefería quedarme con el recuerdo de algo verdadero.

Le pareció un buen plan el que Lauritz propuso -¿es muy peligroso? - quiso saber - me gustaría continuar con las indagaciones, pero preferiría no terminar asesinada en los bajos fondos de la ciudad - se rió. Tenía algo de hambre, no se había llevado nada a la boca desde primera hora de la mañana - me parece una idea excelente, creo que mis tripas ya empezarán en breves a rugir como no intente calmarlas con algo de comer.

Partieron de nuevo hacia la casa de Koning. Por suerte su pequeña escapada había sido todo un éxito. Tardaron un buen rato en llegar, y cuando lo hicieron Caroline se detuvo unos instantes para poder estirar un poco las entumecidas piernas. Nunca le habían apasionado los paseos en carruaje, el traqueteo le resultaba demasiado molesto, pero los prefería a tener que ir andando a todos lados - creo que esta será la primera vez que no entre a probarme un vestido - bromeó , continuando su camino a través de los jardines, ya dentro de la propiedad.

____________

-¿Has encontrado algo? - le dijo apoyada en el marco de la puerta.  Lauritz era un buen diseñador, y el tipo de ropa que estaban buscando no era precisamente alguna que él pudiese haber confeccionado - se me hará extraño tener que vestir harapos - frunció el ceño. Se dejaba entrever su pertenencia a la realeza en comentarios como aquel. Le parecía indigno, pero sabía que era necesario por asuntos de seguridad - prométeme que no te alejarás en ningún momento - en el fondo tenía algo de miedo. Jamás había pisado los barrios bajos, pero había oído hablar de todo lo que allí había. Se preguntaba cómo él estaría tan bien informado, pero prefirió no preguntar nada al respecto.


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Mensaje por Lauritz Koning Dom Mayo 10, 2015 9:04 am

Tímidamente me pregunto si era cierto lo que acababa de decir, asentí levemente con la cabeza sin dejar de mirarla a los ojos. La rubia  era realmente encantadora y explosiva en un perfecto equilibrio de belleza real, podría perderme por siempre en aquellos cálidos ojos. Note la suave calidez de sus manos cuando cogió las mías, fue una sensación genial, de golpe toda la tensión se había desvanecido con aquel simple movimiento.

Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo al ver como se acercaba lentamente a mi oreja, el olor de su perfume me embriagaba de una manera tan dulce que me hacia paralizar. Simplemente no sabía qué hacer, estaba en un punto total de descontrol y aquello lejos de desagradarme, era raro en mí ya que siempre intentaba tenerlo todo controlado.

Se había acercado aun más, sentía la presión de su cuerpo contra el mío y yo tonto de mi no era capaz de actuar, simplemente me deshice al escuchar que a ella también le había gustado aquel beso tan improvisto. No me creía mi suerte, le gustaba, a Caroline la baronesa de alta cuna le gustaba y había sido sin necesidad de utilizar mis poderes, le gustaba tal y como era yo, sin importar mi estirpe ni nada más que yo.

Lo que paso a continuación fue simplemente mágico, todos mis sentidos trabajaban simplemente para disfrutar de aquello, de aquel segundo beso esta vez real, verdadero. Este fue más lento, cariñoso, pero no desprovisto sensualidad, claro que aquello venia solo si de quien venía recibido era alguien como Caroline. Se separo lo suficiente para conseguir hablar, aquello sería sin duda un recuerdo que grabar a fuego en mi cabeza.

Aproveche aquello para devolverle el beso, pase mi mano por su cuello y detrás de la oreja por el nacimiento del cabello, lentamente, casi imperceptible pero suficiente. Quise mezclarme con ella en aquel momento, quería dejarle claro lo que sentía, que me gustaba y que deseaba estar a su lado y acompañarla donde quiera que fuese.

-Soy todo tuyo, Caroline.

Hice un gesto al cochero indicándole que volvíamos a casa. Al realizar el trayecto la rubia se preocupo por la peligrosidad del asunto. Algo de peligro había pero este disminuía si nos disfrazábamos con el atuendo adecuado para aparecer por allí.

-No te preocupes, si nos disfrazamos nadie acabara en el fondo del rio Sena, bueno… al menos ni tu ni yo. Pero antes, vamos a comer algo.

Sonreí, estaba realmente cómodo a su lado y me sentía bien por poder ayudarla gracias a los pocos conocimientos que tenia por aquel lugar. Cogí la mano de la joven y la sostení prácticamente el rato quedo de viaje, siempre me aburría cuando viajaba en carro, pero aquella vez me era imposible, iba flotando en una nube.

-Bueno, sí que vas a probarte un vestido, aunque no es precisamente a lo que estés acostumbrada. –Bromee.

Tras la comida, algo ligero y rápido, subimos al estudio, allí tenía una infinidad de vestidos, ropas y telas que podríamos utilizar. Estuve rebuscando en un baúl, sabía que por allí tenía ropa “normal” y en efecto encontré una camisa un tanto amarillenta junto a unos pantalones marrones de lo más tristes junto a un vestido de algodón blanco, que pese a todo tenía un escote bastante bonito. La joven se encontraba apoyada en el marco de la puerta, me pareció una imagen muy sensual y agradable a la vista.

-He encontrado esto, no se parece en nada a lo que estas acostumbrada a llevar, pero creo que dará suficiente el pego.

Le entregue el vestido y sonreír al escuchar que no la dejase sola, no pensaba hacerlo.

-Te lo prometo, no dejaré que te pase nada, perooo…

Me dirigí un momento a mi escritorio, di un golpe seco con la palma de la mano en la mesa y tras un clic, abrí un cajón de donde saqué dos revolvers de plata y le entregué uno a la noble rubia.

-No preguntes…

Me acerque un armario, lo abrí y saque de allí una liga de cuero ajustable y se la entregue también.

-Espero que no tengamos que usarlas pero prefiero prevenir.

Sonreí levemente y empecé a cambiarme allí mismo, me quite primero la camisa y mientras me la iba desabotonando no me di cuenta de que estábamos los dos allí. La mire fijamente entre una sonrisa.

-Esto… perdona, no me había dado cuenta con la emoción, ya salgo fuera y así te puedes cambiar.
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Mensaje por Caroline Sforza Dom Mayo 10, 2015 7:08 pm

"Soy todo tuyo, Caroline". Las palabras flotaron en el aire durante unos segundos, en los que la baronesa no pudo oír nada excepto el eco sordo de su voz y el sonido de sus acelerados latidos. ¿Había sido eso una declaración? Le miró, ruborizada, escudriñando su rostro, intentando averiguar si lo que él decía era cierto, o si tan solo estaba bromeando - Lauritz... - comenzó a hablar, sin ni siquiera saber qué decir. ¿Cómo continuaría la frase? Ni siquiera tenía claro lo que sentía. Un fuerte revoloteo en el estómago ahogó lo que dijo a continuación - creo que hemos vivido bastantes cosas juntos, y poco a poco nuestra amistad se ha ido estrechando hasta el punto en que... - tomó aire lentamente - en que desearía poder volver a robarte besos furtivos a cada minuto.

Lo había dicho, había cierta inocencia en todo aquello, como el romance de unos chiquillos que todavía han empezado a amar. Temía que él se alejase después de oírlo. Que se bajase de ese carruaje y únicamente se dirigiese hacia su persona cada vez que tuviese que hablar de negocios. Por un instante creyó enloquecer, pero había algo en el modo en que él le había colocado el cabello, en la forma en la que la miraba, que le decía que estaba muy equivocada cuando pensaba que no sería correspondida.

______________

-¿Un revólver? - observó el arma, confundida - ¿crees que será necesario? - siempre le había tenido respeto a las armas. La sujetó con firmeza y guiñó un ojo, apuntando con ella a un lugar indeterminado de la habitación para intentar familiarizarse - espero que no tengamos que usarlos - dijo volviendo a bajarla. Le resultó gracioso que además de la ropa también le entregase una liga. No se le habría ocurrido, pero tenía que admitir que estaba bien pensado, podría ocultarla bajo la ropa y nadie se enteraría. Cuando se volvió a mirar a Lauritz no pudo evitar asombrarse - puedes quedarte, de todos modos sabes que necesito ayuda - "y mejor la tuya que la de cualquier sirvienta" , pensó.

Esperó a que él le echase una mano con el vestido y le dedicó una sonrisa pícara. No iba a ser tan descarada, por lo que se dio media vuelta para cambiarse. Se enfundó en aquel vestido de algodón. Era sencillo, mucho más de lo que ella estaba acostumbrada, pero por lo menos se intuían sus curvas. Odiaba las prendas sin forma. El vestido se le ajustaba, y el escote le pareció un tanto excesivo, de modo que tiró un poquito hacia arriba para intentar que le cubriese un poco más - ya casi estoy - le informó. Cogió la liga y pasó la pierna a través de ella, ajustándola con fuerza a su muslo. Metió allí el revólver y se giró - Lauritz, ¿crees que pasará desapercibida? - quiso saber, no estaba del todo segura de si el arma quedaba completamente disimulada. Caminó alrededor de él en semicírculo, esperando su opinión.

-En caso de que pregunten... yo me llamo Anne, y tú serás - le miró de arriba abajo - James - sonrió, James era un nombre que siempre le había gustado - ¿hay algo más que deba de saber antes de que partamos hacia allá? - puso sus manos sobre las caderas, estaba algo nerviosa por su aventura, y se notaba que deseaba tenerlo todo planeado.


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Mensaje por Lauritz Koning Dom Mayo 10, 2015 8:15 pm

Tras aquel beso solo me faltaba decir una cosa.

-Es lo que más deseo a cada momento, a cada mirada… Poder seguir besándote sin preocuparme de cómo ni cuándo, robarte besos hasta el infinito para poder recordar cuando no te tengo como es pasar cada segundo a tu lado.

Ella era esa chica a la que siempre definen en los libros y que nunca llegas a creerte que existe, esa mujer especial por la que lo dejarías absolutamente todo simplemente para poder ver un día más su sonrisa. Es tierra, es mar y es paraíso, es simplemente la princesa de un cuento de hadas que para mi suerte, estaba destinado a ser leído y escrito por mí.

-No puedo evitar pensar que no puedo pasar ni un solo día más sin saber de ti, que necesito poder mirarte a los ojos y perderme en tu mirada – Le cogí de las manos – Necesito que seamos algo más que amigos, tan solo dime si estas dispuesta a ello…

---------------------------------------------------------------------------------------

Acababa de entregarle la pistola y pese a parecer extrañada al principio, debía de admitir que realmente le quedaba muy bien el arma en la mano, casi podría decir que era incluso sexy verla en aquella pose de disparo. Sonreí de oreja a oreja cuando por esta vez sí que me dejo quedarme en la habitación con ella. En unas horas toda mi vida había cambiado enormemente, aquella chica rubia a la que siempre había mirado con admiración y deseo desde la lejanía, estaba a mi alcance y yo no había tenido que utilizar nada más que mi forma de ser.

Me acerque a ella para ayudarle desenlazar el corsé, con la diferencia que esta vez me paraba en cada nudo más de lo debido ya que aprovechaba para ir acariciándole la espalda. Cuando quise darme cuenta, estaba de espaldas a mi sin nada, había echado una mirada furtiva aprovechando el momento y pese a lo efímero del recuerdo, aquella figura femenina era digna de ser esculpida y recordada para la eternidad, aquella blanca piel marmolea junto las curvas de infarto, hacía de ella una obra magistral de arte, una delicada flor que contemplar y eso que estaba de espaldas.

Apenas tarde nada en cambiarme, necesitaba no pensar en nada durante un momento ya  que me había subido demasiada sangre a la cabeza. La mire de arriba abajo, no se notaba para nada que en el muslo llevaba una pistola. Pese a la ropa diferente que llevaba en aquel momento, todavía tenía aquel porte noble y casi ostentoso que hacia distinguida a la baronesa y es que a ella todo le quedaba bien.

-El revólver no será un problema, pero si puede serlo tu belleza…


Aquel cumplido era un arma de doble filo, obviamente la joven estaba radiante y al llevar algo más simple, sus encantos brillaban aun más al no verse en parte apagados por un llamativo vestido y ese era el problema, aquella rubita iba a ser el centro de todas las miradas en los bajos fondos.

No pude evitar sonreír al escuchar los nombres, así que ella iba a ser Anne y yo James, estaba bien me gustaba como nos quedaban.

-Vale, seré James, pero solo si podemos hacer ver que estamos casados.

Sonreí, si que era cierto que quizás debía de prevenirla de algo más, por aquellos lugares era habitual encontrarse todo tipo de gente y al sitio donde íbamos, en aquel sótano, se debía de ir siempre con ojo.

-Primero, no debes de mirar a nadie a los ojos, pueden tomárselo como una ofensa o entender que eres una buscona y que te increpen. Segundo, vamos a los bajos fondos, concretamente un edificio que es una antigua sala de subastas, no te fíes de nadie, pueden parecerte majos pero seguramente estarán pensando en cuanto pueden pagar por ti en un burdel…- Quizás aquí me pase, no quería bajo ninguno de los conceptos que nada le pasase y quería que entendiese la situación – Y tercero… Si me pasase cualquier cosa, corre y ponte a salvo, no te preocupes por mí, nos encontraremos aquí. Bien, cogeremos el mismo carro y nos dejará unas manzanas alejadas de allí.

Si en algún motivo podía pensar o creer que Caroline iba a estar en peligro, no dudaría en ningún momento en usar magia, ella era lo más importante y valioso que tenia. El cochero asintió cuando le dije el lugar, no era la primera vez que íbamos para allí, mientras duraba el trayecto aproveche para explicarle un poco más a mi acompañante.

-En el sótano de aquella casa suelen encontrarse todo tipo de artefactos, joyas y libros extraños que no encontrarías en ningún otro lugar, prácticamente todo es ilegal… No toques nada, lo que toques deberá de ser comprado y…  Bueno, estoy seguro que la persona a la que vamos a ver, sabe todos los planes que nuestro noble amiguito tiene pensando, donde y como quiere llevar a cabo cada compra y que provecho saca de ello.

El cochero nos dejo dos manzanas más allá de nuestro destino, el paseo hacia allí no fue agradable, pese al disfraz, íbamos excesivamente limpios y los lugareños eran capaces de percatarse de ello, así que no era santo de mi devoción el que nos fueran mirando mal o las sucias y lascivas sonrisas que le dedicaban a la rubia, pese a todo no le solté la mano ni un momento y siempre intentaba que estuviese cuanto más cerca de mí, mejor.

Al llegar delante de la antigua casa de subastas podía observarse que efectivamente, estaba abandonada pero se notaba la opación y que allí había mucho movimiento, a parte de percibir que nada de lo que allí se cocía podía ser bueno, más bien parecía una casa encantada. Nos quedamos un momento frente a la puerta, era de madera, ya desgastada por el tiempo y carcomida. Me gire hacia Caroline antes de entrar, la mire a los ojos y la bese, aquello me daría fuerzas para poder actuar sin que se me notase.

-Bien, Anne, cariño… mira a ver si hay algo que te gusta y veré que puedo hacer para que sea tuyo.


La actuación había empezado y con suerte, saldríamos de allí con más información y sin un rasguño.


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Mensaje por Caroline Sforza Lun Mayo 11, 2015 2:02 pm

Se dio un pequeño pellizco en el brazo, simple y llanamente para asegurarse de no estar soñando. Las palabras que Lauritz le dedicaba lograban derretir la forteleza de hielo que durante tanto tiempo Caroline se había esforzado por mantener erguida. Poco a poco, letra a letra, gota a gota. Sintió que una sensación de calidez la invadía - Me cuesta creer que esto sea real - dijo en voz baja - temo despertar en cualquier momento  - sus ojos se perdieron en los del chico mientras él le preguntaba si estaría dispuesta a compartir con él algo más que una amistad. Ansiaba decirle que sí, pero era una persona cautelosa, por lo que temía hacerlo. Regalarle su corazón a Lauritz significaría volverse vulnerable. Resulta sencillo frenar un ataque a las puertas de una ciudad, ¿pero cómo podrías detenerlo cuando el ejército ya se ha logrado colar en la misma?. Tragó saliva. Había permanecido un par de segundos callada - lo estoy - sonrió y se abalanzó sobre él para abrazarle - lo estoy - repitió - seré tu Annabel Lee - le dijo, haciendo referencia a uno de sus poemas favoritos - Edgar Allan Poe - explicó, y a continuación lo recitó de memoria - "But we loved with a love that was more than love".

____________________________

Caroline escuchó sus consejos con atención - de acuerdo, nada de mirar a nadie a los ojos, nada de tocar objetos... - repetía lo que él le iba explicando mientras llevaba las manos a su recogido para quitarse las horquillas que le sujetaban el cabello. Con el pelo suelto tenía un aspecto más natural y aniñado - no pienso abandonarte a tu suerte - protestó al oír el tercer punto y comenzó a caminar hacia la salida - estaré contigo pase lo que pase. Puede que no sea tan fuerte como un hombre, pero te sorprendería saber de lo que soy capaz.

Le sujetó la mano con fuerza a Lauritz mientras caminaban entre el gentío. Todavía acababa de llegar pero ya odiaba aquel lugar. Agachó su cabeza y apresuró el paso. Podía sentir las miradas de lascivia que le dirigían. A pesar de ir vestidos de un modo acorde a la situación tuvo la sensación de que todos allí eran conscientes de que ellos no pertenecían a los bajos fondos. Alzó su rostro hacia Koning, mirándole a través de una fina cortina de cabello - me odiaré por decir esto, pero no te sienta nada mal esa ropa - bromeó y acarició la mano del chico con el pulgar en un gesto cariñoso y prácticamente imperceptible para cualquiera que no fuese él.

Se subió al pequeño escalón de la entrada que daba paso a lo que en algún momento había sido una casa de subastas. Allí beso a Lauritz. Le rodeó con sus brazos por el cuello aprovechando la altura que le ofrecía su posición y le regaló un beso cargado de pasión y deseo - Oh querido, ten por seguro que encontraré algo , ya sabes como somos las mujeres - le dijo en un acento cantarín. La función acababa de comenzar.

Se adentró en la casa. Todo allí parecía mugriento. Los estantes estaban repletos de objetos de lo más variopinto, la mayoría de ellos ilegales o robados. Había joyas que brillaban a pesar de la capa de polvo depositada sobre los mismos, descartando así cualquier idea de que las piezas fuesen falsas. Sonrió mientras analizaba un anillo de rubíes - cariño ¿qué te parece este? - le preguntó a su "marido" en voz lo suficientemente alta para que el hombre de detrás del mostrador la oyese. Era bastante bonito, le dedicó medio minuto de su atención antes de posar su mirada en un Magnum del 44. No dijo nada, pero sus ojos brillaron al ver los relieves en dorado. un arma letal y extrañamente femenina - ¿tu padre no tenía uno de estos? - cruzó sus brazos bajo el pecho y lo realzó sutilmente con el gesto. Caroline Sforza probablemente fuese una de las mejores actrices de la época, resultado de años dedicados a las intrigas palaciegas - creo que me vendría bien, aunque a saber de dónde es esto...seguramente ya tenga el tambor algo jodido. Tengo entendido que no daban muy buen resultado - tan pronto como terminó su particular crítica pudo observar por el rabillo del ojo que aquel hombre con aspecto de pocos amigos se les acercaba - "¿Qué queréis saber?" - preguntó en una voz grave y rasgada. La clase de voz que únicamente conseguirías si malgastases la vida abrazado a una botella.

Había mordido el anzuelo.


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Mensaje por Lauritz Koning Lun Mayo 11, 2015 5:19 pm

Lo estaba, estaba preparada para dar un paso más allá y desde aquel momento simplemente habíamos pasado de ser una buena amistad a no sabía muy bien cómo llamarlo, pero imaginaba que la palabra era… Novios. Oficialmente, sería la primera y esperaba que la ultima.

Sonreí al escuchar el poema recitado, lo reconocí, era precioso aunque un tanto triste.

-“With a love that the winged seraphs of heaven, coveted her and me.” Aunque también te digo que espero que no te pase lo mismo que le pasa a ella, no podría soportarlo… te acompañaría donde fuera que vayas.

----------------------------------------------------

Por supuesto que la joven saldría corriendo si era necesario, no había usado magia frente a Caroline, ni esperaba tener que utilizarla con ella… pero de darse el caso lo haría y tendría ordenes de marcharse de allí, no iba a ser yo no obstante quien le negase el poder decir que no iba a marcharse.

-No lo dudo, pero por si un caso, no lo pienses…

Levante la ceja de forma bromista al escuchar que no me quedaba mal la ropa del populacho, sin ningún tipo de estilo. Bueno, realmente me agradaba saber que pese a todo, Caroline me veía bien llevase lo que llevase.

-Tu tampoco estas nada mal.

Continúe mientras sentía la suave caricia en  mi mano, yo le apreté levemente de forma cariñosa la suya y devolviéndole la caricia con el pulgar. Allí acabábamos de empezar la actuación.

Entramos a aquella casa semiabandonada, todo era tal y como se apreciaba desde fuera, destartalado. La rubia detecto rápidamente el objetivo, un hombre mayor pero de aspecto ágil que tenía un montón de interesante mercancía de gran valor, incluido un revolver como el que habíamos visto en el puerto.

Primeramente me enseño un anillo de rubíes y llego incluso a preguntarme qué tal ese, aunque pude observar no sin antes hacer gran esfuerzo, ya que aquella actuación era muy buena, que el anillo no le importaba en absoluto, sino el revólver que allí vendían, estaba ya pensando en comprarlo y todo. Reí levemente ante mi inocencia.

Soltó con voz cantarina que si mi padre no tenia uno así, aunque yo poco caso le hice, se había cruzado los brazos subiéndose el pecho de aquella manera y tras una mirada furtiva y grandes esfuerzos logre volver a mirarla a la cara y posteriormente a la pistola, aquella mujer era una locura de sensualidad.

-Uhm… tienes razón, no sabemos si funciona ni nada por el estilo.

La rubia consiguió con sus comentarios que el vendedor se nos acercase, señale el revólver y le increpe.

-Mi mujer –¡Oh, sí! que bien sentía eso aunque fuese una actuación – Se ha interesado por ese cacharro, lo que queremos saber si funciona y de donde procede.

Como ya me imaginaba, el hombre se negó a decir nada, simplemente recito el precio e insistió en que estaba en perfecto estado. Mire a Caroline nuevamente y me acerque a aquel hombre, le puse la mano en el hombro y al mirarlo lo hice mío mediante magia, por suerte al haberme situado de espaldas a la rubia, no debía de haberse percatado de nada.

-Venga, va, estoy seguro que quien quiera que lo venda sabrá recompensarte si le hacemos un gran encargo y le decimos que vamos de tu parte.


Al principio se quedo en silencio y luego lo empezó a largar todo, al parecer aquel revolver  era comerciado por el mismo noble que nos habíamos encontrado en el puerto. Utilizaba un piso franco desde donde otra gente se encargaba de pasarlos junto a otras armas, al parecer tenía un negocio bastante lucrativo e ilegal. Lo que si fue más importante era que no era el único, estaba unido junto a más gente pero aquel hombre no sabía nada más, era increíble cómo podía llegar a ser de fácil depende que cosas gracias a mis poderes.

Le entregué a aquel hombre lo que pedía por la Magnum y la guarde. Estaba deseando Salir de allí cuanto antes así que la cogí de la mano y prácticamente al arrastre fuera de allí. El efecto no le dudaría demasiado a aquel hombre y cuando volviese a recuperarse, seguro que se enfadaría bastante por haber largado aquello.

-Ya tienes lo que buscábamos, amor mío.


Dije haciendo ver que me refería al revolver pero dejando entrever que realmente me refería a la información. Aquella tarde había tenido suerte, no había nadie que yo conociese, ni mucho menos aquel viejo hechicero al que le compraba libros. Volvimos a subir al carro, rumbo a casa.

-Que amable el hombre, tenía ganas de hablar. Ha dicho que no era el único metido, que había más gente… sería interesante saber quiénes, eso podría hacerte ganar mucho poder.

Bese nuevamente a la joven, no me cansaría nunca de aquello, disfrutar de sus labios de aquella manera.

-He de admitir que actúas muy bien… aunque de tan bien lo haces que a ver si no voy a saber ver lo que dices por mí.

Aquellos besos no se daban a nadie que no te gustase, pero aun así me tome la libertad de bromear. Quizás era pronto pero me estaba enamorando de ella tan rápido como tardaba la luz de un rayo en atravesar el cielo y caer al suelo y pese a ello, estaba dispuesto a ser vulnerable porque por Caroline, merecía la pena.
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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Caroline Sforza Miér Mayo 13, 2015 6:25 pm

Asintió mientras Lauritz hablaba, como dándole veracidad a sus palabras con ese gesto - Lo que yo creo es que tratáis de darnos gato por liebre - le dijo con un acento pueblerino. Quería parecer una de ellos, y de camino a la tienda de subastas se había fijado en que la entonación de los transeúntes era ligeramente diferente a la habitual. Terminaban las palabras alargando las sílabas. Bastante molesto al oído, pero sencillo de imitar.

Se agachó para poder contemplar más de cerca lo que parecía ser un frasco de ¿veneno? un líquido verde que recordaba a la absenta. "No toques nada" . Sentía curiosidad por ver la parte trasera del cristal, pero las palabras del rubio le vinieron a la mente y decidió que lo mejor sería seguir sus consejos. Para cuando se hubo incorporado de nuevo aquel dependiente estaba cantando todo lo que sabía. Cruzó con Lauritz una mirada de confusión. No comprendía ese cambio en la actitud del hombre. Simplemente no se esperaba que conseguir esa información les resultase tan fácil.

Se fueron del local tan pronto como él hubo pagado el revólver. Sentía que se tenían que largar de aquel antro de mala muerte cuanto antes. No opuso resistencia cuando su "marido" la sacó de allí - tienes razón, ya tengo lo que deseo - dijo con una media sonrisa. No se refería al revólver, y tampoco a la información. Se refería a él y solamente a él. Se volvieron a subir al carruaje y allí hablaron sobre lo que acababa de suceder- he de admitir que hasta a mí me extrañó. Al principio parecía bastante reticente - comentó pensativa- pero bueno, mejor así. Hemos descubierto cosas...jugosas por así decirlo - Le devolvió el beso. Le resultaba divertido el comportamiento de Koning. A pesar de caerle en gracia su relación siempre había sido bastante distante, limitándose prácticamente a los negocios. Sin embargo, ahora no podía mirarle durante más de dos segundos sin notar cómo el calor le subía hasta las mejillas - lo cierto es que quiero poder. Quiero demostrarle al mundo quien es Caroline Sforza. Quiero ser temida y admirada a partes iguales.

Ella se rió al escuchar su pequeña broma- ¿crees que realmente actúo bien? - posó una de sus manos sobre la pierna del chico y le miró - lamento decirte que ni habiendo conseguido robarle el talento a todos los artistas de París lograría fingir tan bien un sentimiento - había sinceridad en sus palabras - no se como, ni porqué, pero si algo puedo asegurarte es que cada escalofrío que logras arrancarme es real.

La frenada fue bastante brusca, tanto que se tuvo que sujetar a una de las asideras laterales que sobresalían de la tapicería aterciopelada - ¿qué ha pasado? - quiso saber, y descorrió las cortinas para poder mirar desde la pequeña ventana - ¿hemos llegado? - le parecía demasiado pronto, y tampoco reconoció el paisaje. Jamás había visto aquellos árboles. Lo único que alcanzaba a contemplar eran un par de casitas de aspecto humilde a unos cuantos metros del camino en el que se habían parado. Miró a Lauritz y negó con la cabeza - ¿estamos perdidos? - no se lo podía creer ¿cuántas cosas más podían pasarles aquella tarde? Soltó un bufido. Lo único que ansiaba era un poco de paz. Se sentó de medio lado para poder admirar mejor al diseñador - seguro que no ha sido nada, Charles nos avisará de cualquier cosa ¿Verdad? - pidió su confirmación. Charles era el cochero. Tenía tantos años como arrugas en su rostro, y sus manos curtidas habían sometido a una cuarta parte de los caballos de Francia. Caroline confiaba en él.

Se acercó un poco más hasta Lauritz, lo suficiente como para poder llegar a besar su cuello. Deslizó sus labios por su piel y terminó propinándole un pequeño mordisquito. Cualquier problema disminuía de tamaño si él se encontraba a su lado. Le embriagaba su aroma, le perdía su belleza. Se separó unos centímetros y entonces pudo ver en el cristal opuesto unos ojos rojos que los miraban fijamente. Abrió la boca para avisar a Koning, pero apenas lograba articular palabra- t..tenemos que irnos, tenemos que irnos de aquí ahora - señaló hacia el lugar, pero allí ya no había nada - ¡CHARLES! -no quería parecer una histérica, pero sabía que aquello no había sido producto de su imaginación. Hizo la señal de la cruz, tocándose con dos dedos en la frente, sobre el corazón y en cada uno de los hombros. Por primera vez en mucho tiempo Caroline Sforza estaba verdaderamente aterrorizada.


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