Aljeñique || libre

por **Aishe Barrul** Vie Sep 11, 2015 8:50 pm

El alba comenzó cerca de una hora atrás, y la gitana se encontraba despierta desde mucho antes aún dando vueltas sobre las mantas que la cubrían en sueños, salió corriendo de casa de Finn cuando aún era la noche la que acariciaba la tierra y el viento frío jugueteaba con la hierba y a la paciencia e su cuerpo se acababa mientras la desesperación de su mente aumentaba.

Se tardó cerca de cuarenta minutos en llegar a la laguna atravesando el campo cercado y una vez allí, frente al agua cristalina, se hincó en la orilla a contemplar su reflejo; la imagen que le ofrecía era la de una muchacha jovial mirándola con curiosidad en la mirada, y ella solo regresaba inquisitivas ¿es que nunca encontraría un lugar para llamar hogar? estaba sola, y aún le costaba.

Se quedó así unos minutos, justo antes de que el sol comenzara a iluminar el cielo y a pintar las nubes con colores naranjas dándole un nuevo enfoque al panorama, el agua cristalina y obscura de pronto pareció prenderse en fuego por las tonalidades del cielo mismo. La gitana se levantó y comenzó a deshacerse de su ropa dejándola en la roca mas cercana, caminó hasta la laguna dejando que el agua helada acariciara primero sus tobillos antes de continuar adentrándose en el agua y dejar que esta la cubriera por completo.

Su respiración se entrecortó al sentir la opresión del frío en el pecho, cerró los ojos, respiró profundo y se sumergió, unos cuantos segundos antes de salir nuevamente a la superficie jalando aire obligando a sus pulmones a expandirse a pesar del frío, movió los brazos para nadar un poco mas adentro pero sin alejarse demasiado de la orilla, el silencio que le rodeaba era casi tan reconfortante como la energía inyectada en su cuerpo, se colocó de espaldas sobre el agua obligando a su cuerpo a flotar, cerró los ojos y comenzó a tararear una canción.

A pesar de que el agua cubría sus oídos y su propia voz formaba un eco dentro de su cabeza, sintió que en ese momento... ya no estaba sola, y se incorporó dentro del agua rozando con la punta de los dedos el fondo de la laguna —¿Hola? - preguntó con voz clara pero suave mientras sus ojos rebuscaban por la orilla del lugar alguna imagen que le hiciera notoria la presencia de alguien mas.

por **Berger Reifenhelm** Vie Oct 02, 2015 2:05 pm

El día se estaba tornando aburrido para Berger, quizás predecible y en cierta manera le enojaba, su vida siempre había sido así, "interesante", por así decirse, el estar tanto tiempo con una misma asignación le ponía un tanto de mal humor. En esos momentos lo que más le gustaba era escapar de todo y de todos. Hacia apenas unas horas que había pasado por el lago y lo había desestimado por no importunar a una pareja de enamorados haciendo el "tonto". Haciendo el "tonto" para él, como el ser huraño que era, aquello le parecía una total pérdida de tiempo. Aquellos dos sujetos parecían extremadamente acaramelados y, tras ver cómo ambos empezaban a desvestirse, sin pudor ninguno, había huido del lugar. Sólo de recordarlo sus mejillas se encendía con un tono escarlata y sacudía la cabeza sacando esa conducta indecente de su ya capitidisminuida mente.

Tras ese inicio de mañana había decidido acudir a otro lugar menos concurrido y dónde estaba seguro de que no vería nada que le sacudiese los nervios, al menos no había ocurrido nunca antes. El rugido descendiente del agua impactando con las rocas y el pequeño afluente de agua que seguía el curso de aquel río le tranquilizaba. El lugar estaba muy protegido de los vientos y rodeado por el frondoso bosque, cuyos árboles llegaban hasta la misma orilla; la costa era llana y las cumbre de los montes se alzaban alrededor, al fondo, en una especie de anfiteatro. Dos riachuelos, o mejor, dos aguazales, desembocaban lentamente en una especie de pequeña laguna, y la vegetación lucía un verdor desteñido.

El cazador caminó un poco más hasta encontrar el mismo lugar de siempre. Había bajado la guardia. Allí se quitó las botas, dejó el zurrón en el suelo junto a su pesado cinto y se repantigó sobre una raíz saliente a los pies de un peculiar árbol del que la similitud de su obertura en la corteza le recordaba a un semblante aullante, dantesco, al que prefería no mirar. Justo al bajar la curva de su sombrero para descansar un rato escuchó el chapoteo del agua delante. En ese momento se levantó como un resorte de la raíz cuando la femenina voz le confirmó sus sospechas, no se encontraba sólo en aquel lugar... Pero no fue hasta que vio la figura humana que el cazador se quedó tan boquiabierto y arqueó tanto las cejas que se le puso cara de zapatilla.

- ¡No, verá, señora o señorita, perdonar mi osadía - repuso -. Lo lamento, y os imploro perdón de corazón. Pero ha ocurrido que, estaba en mis cosas y distraído y os encontrabais bajo las aguas no os había visto. No era mi intención molestaros!

Sus azulados ojos miraban en rededor mientras que sus manos, alocadas por inercia del nerviosismo, intentaban explicar lo que con su boca apenas podía. Por nada del mundo pretendía que lo tachasen de pervertido ni degenerado; podía ser un mentiroso, un ladrón, un asesino pero nunca un pervertido.

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