Todo secreto sale a la luz [Privado]

por **Fabrice Laurent** Vie Mar 25, 2016 10:04 pm

El tiempo a su alrededor parecía haberse detenido, la mirada de Dylan se mantenía fija en la entrada del burdel y de hecho, podía jurar que el corazón dejaría de latirle en cualquier segundo. Esa era la primer vez que el investigador se encontraba tan nervioso al llevar a cabo un trabajo. ¿La razón? Simple, nunca antes un trabajo fue tan personal. Un suspiro salió de sus labios y sus pies comenzaron a llevarle en dirección a la entrada de aquel establecimiento donde se enfrentaría a una mujer que probablemente cambiaría su mundo, para siempre.

Laurent se pasó gran parte de su vida evitando conocer aspectos de su propio pasado, en especial todo lo relacionado con su madre; la mujer que decidió abandonarle cuando era apenas un chiquillo, provocando que su padre se quebrara por semanas. Claro que cuando su padre se recompuso, Dylan nunca tuvo de que quejarse, su padre después de todo, era el mejor. Aun así, pese a desear jamás saber nada de su progenitora, en un giro del destino, terminó inmerso en una investigación que le revelo algo que jamás creyó posible, ni en sus más remotos sueños ni en sus peores pesadillas. La mujer que debía cumplir con él un rol de madre, no solo le abandono a él y a su padre sino que además, llevó al mundo a otra criatura inocente, una niña; fue entonces que por primera vez en la vida, Dylan se sintió realmente curioso por conocer algo sobre él mismo.

Al investigador le llevó exactamente dos semanas y muchos favores, conseguir la información necesaria sobre la mujer que compartía su sangre, llevándole aquellas pistas al burdel de París. Saber que su media hermana se encontraba en un lugar como aquel fue un completo shock para él, tanto que le costó tres días y cuatro tragos de whiskey de una taberna cercana el atreverse a estar frente a las puertas del burdel, decidido a entrar y conocer a la susodicha.

Apenas ponía de hecho un pie dentro del burdel, cuando un grupo de mujeres con ropa demasiado escasa comenzó a rodearle y a ofrecer sus servicios. Laurent no podía observarlas mucho tiempo sin pensar en la probabilidad de que alguna de aquellas pudiera ser su hermana, así que tratando de centrarse en mirar las caras de las féminas y no sus cuerpos, sonrió.
– La verdad es que estoy buscando a alguien – las prostitutas a su alrededor lucieron algo decepcionadas y al ver que algunas estaban por irse, carraspeo, dándose el valor necesario para preguntar – ¿Se encuentra Ninon? – A su pregunta, únicamente respondió una de las chicas, que señalo en dirección a una mujer que ya se encontraba cerca de un par de hombres. Sin sentirse completamente seguro de acercarse a ella, sostuvo el brazo de la que antes le resolviera la duda – ¿Puedes hablarle por mi y decirle que un cliente que planea pagarle muy bien le busca? – aquello era una mentira, pero era mejor intentar a no hacerlo y solo al soltar el brazo de la joven, le ofreció un par de francos por su servicio. La prostituta le sonrió, alejándose para ir en dirección a Ninon. Las cartas habían sido lanzadas, ahora correspondía esperar.

por **Olympe Sinclair** Miér Abr 06, 2016 11:32 am

¿Qué clase de educación estaría recibiendo por parte de aquellos homicidas? ¿Comía a sus horas? ¿Qué cosas nuevas había aprendido el día de hoy?

Eran preguntas que en más de una ocasión resonaban en su mente. Una y otra vez no podía evitar sentirse impotente ante dichas circunstancias impuestas por quienes se habían convertido en sus verdugos. Pues a pesar de ser una organización, no perdían en ningún momento dicho apelativo, seguramente no tendrían reparo alguno en envenenar la mente de su pequeño tarde o temprano. Sabía que tarde o temprano se tenía que armar de valor para enfrentarles y de este modo recuperar su vida, una vida refundida en la miseria de esas cuatro paredes.

De manera mecánica, un par de lágrimas brotaron de sus ojos, que ahora vislumbraban una mancha borrosa sobre los colores amortiguados que sobresaltaban en su habitación. Pasó sus dedos ligeramente por sus parpados ya ennegrecidos por el maquillaje, en un par de horas daría inicio a la faena ya común para escalar un peldaño más hacia su libertad. De entre un par de mantas maltrechas acarició los bordes de una caja diminuta, donde usualmente guardaba un par de francos extras y las cartas que su hijo le escribía y que de vez en cuando leía a escondidas.
El pequeño tenía la edad de 6 años. Su ingenuidad resultaba un punto a favor de Ninon, ya que no sospechaba en lo mínimo sus constantes ausencias.

–Falta poco mi amor, falta poco–

Acomodó nuevamente el objeto tan preciado y se levantó de su tálamo. Un último vistazo a su imagen frente al espejo y la ya cansada sonrisa que le llenaba de remordimientos mostrar ante desconocidos. No resultaba una sorpresa saber que más de un hombre aguardaba verle esa noche. Había aprendido de manera estricta el arte de llevarse a la cama a cualquier rufián, a servirles en el capricho más mínimo e incluso reducir su dignidad a cenizas cuando se lo pedían. Ver nuevamente a su hijo y a Alekséi era motivo suficiente para armarse de valor y servir con su cuerpo.

Se dejó envolver por las caricias ajenas. Habría cedido ante sus encantos, de no ser por la interrupción oportuna de otra mujer que le susurraba información e indicaba con sus ojos la presencia de un hombre bien parecido en la entrada del burdel. Ninon sabía que una noche sin clientes resultaba un atraso en sus planes, únicamente cedió a los mismos esperando que encontrara algo mejor en el caballero que preguntaba por ella. Se encaminó hacia el umbral y con una sonrisa por demás sutil le invitó a sentarse con ella en una de las mesas contiguas.

–Bonsoir Monsieur, soy Ninon– susurró para después guiñarle –Seré su compañía esta noche–

Terminó de presentarse para servir un poco de whisky en el vaso del hombre.

por **Fabrice Laurent** Lun Abr 25, 2016 11:56 pm

No existía secreto que no saliera a la luz tarde o temprano, así como tampoco existía manera de evitar la realidad por mucho tiempo una vez que ese secreto se revelaba. Dylan lo sabía muy bien y todo gracias a la experiencia que llevaba a cuestas con su oficio de investigador. En esa noche en particular se encontraba en el burdel, pero no era un simple espectador de los acontecimientos como en tantas otras ocasiones, esa noche, él era el protagonista.

El investigador estaba por primera vez realmente interesado en algo que tenía que ver con su propia historia, si es que se le podía llamar historia a una media hermana que se mantenía con vida y que además, trabajaba de prostituta; ese detalle no le agradaba demasiado al Laurent, pero no podía juzgar a alguien que no conocía, al menos no aún. Con decisión hizo que una de las prostitutas del lugar llamaran a la mujer que respondía al nombre de Ninon, aquella que según tenía entendido él, llevaba su misma sangre. De manera paciente e inmóvil prácticamente en la entrada, Dylan aguardo hasta ver como es que la mujer a quien enviará susurraba algo al oído de Ninon, para casi de inmediato, observar la manera en que ella se despedía de sus acompañantes y se dirigía en dirección a él. Ninon se acercaba de manera ingenua hasta él, creyendo que era un cliente más al que debería atender aquella noche, eso podía verlo el investigador en la mirada femenina. ¿Cómo iba a decirle que no era simplemente un cliente? ¿Qué palabras usar para hacerle saber que él, era su hermano? Sacudiendo la cabeza de un lado a otro ligeramente y pensando en que ya saltaría ese obstáculo cuando llegase a él, respondió con una sonrisa a quien le invitaba de manera sutil a tomar asiento con ella en una mesa disponible.

El nerviosismo se acrecentaba con cada segundo que transcurría, Dylan podía sentirlo en la boca del estomago, en la manera en que sus manos sudaban y la dificultad que experimentaba para encontrar las palabras adecuadas hasta para presentarse.
– Dylan – mencionó su nombre de manera escueta, tomando asiento frente a ella antes de mirarla a los ojos y ver como es que ella le guiñaba. La incomodidad que aquel gesto le hizo sentir fue tal, que Laurent se vio en la necesidad de tomar rápidamente el whisky que le era servido. Necesitaba calmarse, tratar aquella situación tal y como trato tantas otras; pensado entonces en eso, los ojos del investigador se posaron de manera fija en ella – Lamento haberla llamado de una manera tan abrupta, pero necesitaba un momento a solas con usted ya que tenemos que tratar un asunto importante – le sonrió, tratando de no hacer del ambiente algo incomodo para ella, aunque claro, para él su lo era –Ninon, tengo una pregunta que hacerle antes de explicar que es lo que me ha traído aquí esta noche – mirando aquel rostro que poseía ciertas facciones similares a las suyas, cuestiono – ¿No le parece familiar mi rostro? ¿No sabe quién soy? – no creía que ella tuviera la más mínima idea de su existencia, aún así, necesitaba cerciorarse para no sentirse después un completo estúpido.

por **Olympe Sinclair** Mar Abr 26, 2016 12:05 pm

La mirada de la francesa escudriñaba con suma cautela la fisonomía de aquel hombre. Una y otra vez aunque con diferente acompañante, Ninon se preguntaba qué era lo que realmente orillaba a sujetos como el que ahora compartía un trago con ella, a terminar en un lugar como ese. Aceptaba su realidad consciente de que se hallaba a merced de la organización y por ende, de los caprichos de los asesinos que pudieran estar encubriendo la desaparición de Alekséi. Había demasiados factores en juego y necesitaba apresurar su investigación para dar con su paradero y rescatar de las garras de aquellos monstruos a su pequeño, pues tras la magia negra del espeso maquillaje y exquisito aroma de un perfume, se hallaba la incertidumbre de una madre que aguardaba mejores días para aquellos a quienes amaba más a que a su propia vida.

Si el encuentro fortuito con este joven no resultaba en algo productivo a su beneficio, tendría que despedirse de él a pesar del bien parecido que poseía.

–Encantada Dylan–

Respondió mientras servía un trago para ella.

Existía cierto nerviosismo, una barrera impalpable entre ambos y que a primera vista parecía ser la razón de incomodidad en el otro.

–No hay prisa alguna Monsieur, tenemos la noche entera para conocernos–

Bromeó debido al movimiento inesperado de Dylan.

–Descuide, nada importante se ha interrumpido ¿De acuerdo?–

Sonrió con tranquilidad para romper esa brecha, sin embargo, el semblante de la bella mujer cambió ligeramente cuando el hombre había énfasis en la importancia de esa velada. ¿Acaso aquellos bastardos habían enviado un chivo expiatorio? No le sorprendería que lo hicieran. Era solo que no estaba preparada para afrontar una situación como esa, estando sola. El trago semi amargo de la bebida laceró ligeramente su garganta, ávida por saber que era aquello a lo que se encaminaba su oyente.

Y fue hasta entonces, que Ninon reparó en su perfil, las cejas pobladas y la manera en la cual un par de gesticulaciones se asemejaban a las propias. Los cabellos de ébano y cierta entonación al final de cada oración, significaban piezas por armar en ese rompecabezas que se construía ante sus ojos.

–Me temo que habla con la persona incorrecta Monsieur, no estoy segura de haberle visto anteriormente–

Lo último que pasaba por su mente era hallar a un hermano perdido. Uno que nunca había conocido debido a las condiciones bajo las cuales Jeane y su padre sobrellevaron una relación clandestina y por demás tormentosa. El temor de estar siendo vigilada por la organización aun dentro del burdel le provocó titubear en su discurso y levantarse de su lugar, pues lo que menos necesitaba en ese instante era tener que lidiar con un problema más.

–Monsieur, siento que esto suceda, pero debo atender otro cliente, la bebida corre a mi cuenta no se preocupe–

No fue sino hasta ese momento antes de marcharse, cuando el hombre le tomo de la mano para evitar que se fuera y ella se sintió extrañamente familiarizada, su corazón latía con fuerza y un extraño presentimiento invadió sus sentidos.

por **Fabrice Laurent** Sáb Sep 03, 2016 10:21 pm

Su nombre en los labios de quien sabía era su hermana resultaban agridulces. Por un lado le hacía sentir una familiaridad enorme, una que sabía que era meramente su imaginación y por la tanto, sufría. Aquella mujer frente a él era su hermana y por motivos que él aún desconocía se encontraba en aquella situación, vendiendo su cuerpo a hombres que probablemente nunca le darían el valor que realmente tenía o más bien, el que para Dylan ella comenzaba a tener.

Ninon le aseguraba que tenían toda la noche para conocerse y eso de cierta manera le causo gracia al investigador, ya que si ambos estaban dispuestos tendrían toda una vida para conocerse y no como ella pensaba.
– Me gustaría pensar de la misma manera que usted, de verdad que si – Y decía aquello porque de ese contacto inicial dependía casi en su totalidad que ella decidiera seguir en contacto con él o el olvidarse completamente de su existencia, aunque él sabía que una vez que los secretos familiares surgieran, sería imposible para cualquiera de los dos el olvidarse.

Controlando los nervios lo mejor que podía, Laurent comenzó a interrogarla. Necesitaba cerciorarse de algunas cuestiones antes de entrar de lleno al tema primordial que le llevó a entrar en aquel lugar en primera instancia. Con cada palabra que salía de sus labios era capaz de notar como el temor y la inseguridad volvían su presa a Ninon. También era capaz de percatarse a la perfección de la manera en que los ojos de la castaña recorrían con insistencia sus facciones y parecía ser que cada vez que ella notaba alguna familiaridad, su semblante se ensombrecía más y más.
– No me sorprende en lo más mínimo que diga que no me ha visto, sin embargo, puedo notar por la manera en que me mira que en realidad ha descubierto en mi algo que le resulta familiar – hablaba como si estuviera trabajando, eso porque hablar de esa manera le hacía sentirse seguro de lo que estaba haciendo y le ayudaba a no dudar, a no levantarse de aquel lugar y decirle a Ninon que olvidara todo.

Los ojos de Dylan permanecían fijos en los ajenos, siendo el momento en que la prostituta se levanto abruptamente cuando el vinculo creado por la mirada de ambos se rompió. Su hermana se disculpo y de una manera bastante ridícula trato de dejarlo ahí. El investigador sabía que si la dejaba marcharse todo terminaría. No sería capaz de volver a verla y hablarle nunca más, algo que no estaba dispuesto a aceptar. Con firmeza su mano sujeto la de Ninon y cuando ella le miró una vez más, de los labios de Dylan emergieron las palabras que cambiarían completamente la vida de ambos, para siempre.
– Laurent. Mi nombre es Dylan Laurent – tragó saliva antes de continuar – ¿Sigues pensando que nada en mi te resulta familiar…. Hermana?

por **Olympe Sinclair** Sáb Dic 31, 2016 4:02 pm

Cuánta razón existía en lo expresado por aquel hombre. En realidad si había notado cierta familiaridad, quizás de manera inmediata no se percató de ello porque su mente y su manera de actuar siempre se centraban en otra cosa. Pero el detalle en este encuentro radicaba en que no estaba tratando con un hombre común, eso estaba por descubrirlo aún. Ninon se caracterizaba por ser una mujer que siempre enfrentaba con entereza cada circunstancia que daba color a su rutina, incluso cuando supo que estaba embarazada no decayó en el intento por salir adelante, bajo amenaza de muerte y contra quien se atravesara en su camino, la francesa continuó con la farsa para saldar cualquier deuda que Aleksei pudiese tener con aquellos asesinos. No obstante, esta nueva batalla, este nuevo designio le descolocó completamente.

El apretón sobre su muñeca por parte de Dylan le obligó a voltear nuevamente. Iba a decir algo con afán de evitar el forcejeo pero ese intento quedó abolido en cuanto él retomó la explicación. Ninon quedó absorta, inmóvil. De entre muchos otros lugares en el mundo, jamás pensó que aquella noche el único vínculo familiar que aun poseía regresaría hasta ella de ese modo. En otro momento, quizás bajo otras circunstancias ella se hubiera desmoronado de inmediato para abrazarlo y zanjar sus dudas posteriormente. Trató de no verse afectada aunque fue en vano. De su diestra resbaló el recipiente de cristal que causó un ligero alboroto en el lugar, dando paso a los murmullos y a las miradas lacerantes sobre ambos. Una de las camareras se aproximó de inmediato a ellos pasando sus manos por los hombros de la prostituta. Susurró algo a su oído a lo que Ninon respondió.

–Descuida, no es nada grave, solo me distraje yo limpiaré el desorden–

Un par de lágrimas rodaron por las mejillas y con un semblante de niña asustadiza miró nuevamente a quien hasta hace un par de segundos atrás era solo un desconocido, un cliente más.

–Dylan… yo–

Llevo su mano hacia su boca para sofocar un par de sollozos.

–Perdón, es sólo que… no lo entiendo ¿Cómo es que esto pasó?–

Fue presa de sentimientos encontrados. Un ápice de alegría y curiosidad se abría camino en medio de muchas otras cosas. ¿Por qué su madre nunca le había mencionado sobre la existencia de Dylan? ¿Había más cosas que desconocía? ¿Qué juicio tenia ahora aquel hombre sobre ella hallándola en un lugar como ese? Limpió sus ojos y respiró hondo antes de volver a hablar.

–Acompáñame por favor–

Ordenó con suavidad para guiarle a su habitación. La prisión de cuatro paredes que compartía con sus amantes en turno. Debía ser meticulosa en su actuar, pero el sentimiento le doblegaba por completo nublando su juicio. Ahí, en ese preciso instante apenas cobijados por la tenue iluminación del lugar la francesa se abrazó a él, dejó de ser la mujer valiente y seductora para dejarse ver como la niña indefensa que necesitaba de la comprensión de su hermano. No hizo más preguntas, su instinto, que nunca le fallaba le indicaba que él no estaba mintiendo, que Dylan en realidad era un hombre en quien confiar, el hermano mayor que había llegado a su vida esa noche para aminorar el dolor de su existencia.

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