Bloody Party [Privado]

por **Rayda Rennoir** Dom Ene 15, 2017 7:45 am

Odiaba las fiestas del Palacio Royal, las odiaba con todo su ser. Pero era una de las consecuencias de pertenecer a la clase alta de la gran ciudad. Toda aquella falsa modestia y falsas apariencias la asqueaban, plantando un semblante serio en su rostro. El carruaje la dejó delante de la entrada al palacio, el cual observó a través de la ventana.
-Mi señora, no tiene que asistir si no lo desea. -el esclavo que conducía el carruaje habló mientras le abría la puerta. Rayda miró a su lacayo con ojos penetrantes.
-Es mi deber como miembro de la alta sociedad. Debes aprender cuál es tu lugar. -apartando la mirada de él, bajó del carruaje, agarrando su vestido para no arrugarlo. Portaba un elegante vestido de color morado con toques de color negro, su pelo estaba suelto, mostrando unos rizos perfectos.

Se hizo paso hasta la sala principal, dónde le fue entregada una copa de vino. Los presentes charlaban sobre temas banales, sin importancia para los oídos de Rayda. Algunos de los socios interesados en la empresa de la vampira se acercaron con sonrisas falsas hacía ella, intentando hacer negocios con la supuestamente joven dama.

El tiempo pasaba y nada parecía mejorar en aquella lamentable fiesta. El baile había empezado y ella se limitó a observar como los humanos disfrutaban de sus delicadas vidas, pensando en qué tan fácil sería destrozar aquel espejismo de felicidad que desprendían los ojos de todos los presentes. De repente, un aura llamó la atención de la vampira, haciendo que buscase con la mirada el dueño de dicha aura. Un hombre con melena y algo de barba estaba apoyado en el umbral de uno de los arcos que separaban las salas, observando la escena con una copa en la mano. Supo al instante que se trataba de un licántropo. Los ojos de Rayda se centraban en él, siguiendo cada movimiento que hacía sin perderlo de vista. El licántropo salió al balcón bajo la atenta mirada de la vampira, que le siguió y observó como miraba la luna.
-Hoy hace buena noche para dejar a los perros atados fuera. ¿No cree? - habla mientras se mantiene en la puerta de cristal que separa la sala principal del balcón.