Pasado, presente... apenas... un breve segundo del tiempo - {Privado}

por **Claudine Millet - Doga** Mar Mayo 23, 2017 7:31 pm

No pudo resistirse a la tentación, deseaba pasear por el Museo desde hacía tiempo atrás. Aun recordaba, esas contadas ocasiones cuando paseando por el museo, en compañía de su madre, ésta le contaba como era aquel lugar legendario, desde donde habían llegado sus antepasados. Aún resonaban en sus oídos, las historias de nobles militares, señores feudales, quienes luchaban por su rey. Uno de ellos había sido su tatara tatara abuelo, éste había dejado todo atrás, para entregar su vida al servicio de la Santa Iglesia, abandonando sus creencias, su amor por aquella entrañable tierra, para enseñar en el arte de la guerra, en la lucha, a esos nuevos soldados que como su padre, intentaban salvar las almas de los humanos, de las garras de aquellos seres infernales.

Caminó por los pasillos y galerías que la fueron conduciendo al ala donde se exponía el arte Oriental, piezas de invaluable riqueza se presentaron ante sus ojos, al igual como paisajes de grandiosa y simple belleza. No supo por que razón, un vacío en mitad del pecho le hizo abrazarse a si misma, como si la tristeza, la nostalgia de un bien perdido la invadiera, quiso contener las lagrimas, pero éstas no lograban detenerse, alzó su mirada y volvió a contemplar esa antigua armadura, - la Yoroi - que alguna vez perteneciera a su familia, y por un segundo se creyó capaz de distinguir el rostro de su antepasado, esa mascara que como si se tratara de un ser aterrador, permitía al guerreo, provocar el mas profundo terror, al convertirse en verdaderos demonios.

Sus manos, acariciaron aquella armadura, de hierro fundido y cuero endurecido, la que en su mente recobro la vida y le permitió sentir la tristeza y el remordimiento que su tatara tatara abuelo había sentido, la últimas vez que la uso. Supo así, que la vida de un guerrero, está cargada de perdidas y tristezas, de valor y arrepentimientos, pero que siempre debe mirara hacia adelante, pues el pasado ya es irreparable. Sus ojos volvieron a cubrir se de lagrimas, - Cuanto dolor cargas, cuanta tristeza llevas - susurro, mientras se alejaba lentamente, para tomar asiento e intentar calmar su espíritu.

por **Amadeus Oberlin** Jue Mayo 25, 2017 8:41 am

Para Amadeus ir a sitios públicos le ponía feliz, pues podría llamar la atención de todos y así ganar fama en París, ¿Quién no quiere fama en París? Todo el mundo la quiere, así su negoció también prosperaría mucho más rápido, además... Los museos le encantaban, allí todo tenía su lógica, todo era perfecto...

Amadeus se vistió, desayuno bastante bien y pidió un carruaje, ese carruaje azul tirado por cuatro corceles blancos de los mejores que encontró, esos carruajes eran dignos de la realeza, y obviamente el era el Barón de Inglaterra.

Al llegar al museo se bajo con su bastón de plata, perfectamente vestido y con una sonrisa maliciosa en el rostro.

—El museo debe temblar... He llegado yo...— Dijo mientras entraba dentro del museo.

Amadeus se encontraba viendo una armadura, esa armadura estaba perfectamente colocada. Después la tocó y le dio un par de veces con el bastón discretamente para comprobar la calidad de está, después se giro en redondo y fue hasta una mujer, tenía pinta de saber de esa armadura, sobre todo por como la miraba.

—Mis saludos Madame.— Fue lo que dijo con una sonrisa dibujada en el rostro.—¿Conoce la historia de esa armadura?— Preguntó Amadeus con la sonrisa más encantadora y desinteresada que pudo fingir.

Amadeus se sentó al lado de la mujer y se puso a observar sus alrededores, todo parecía precioso, magnifico, impenetrable. Seguro que habían matado a muchas personas con esa armadura.

—Soy el barón de Inglaterra, soy Amadeus Oberlin.— Dijo mientras sonreía de nuevo a la mujer, le gustaba mostrarse amable con los desconocidos, la primera impresión siempre contará, además parecía ser de clase alta por su vestido, Amadeus reconocía un buen material al verlo.

por **Claudine Millet - Doga** Lun Jun 05, 2017 7:35 pm

Tan ensimismada se encontraba en sus pensamientos, en sus recuerdos, que no prestó atención al muchacho que entraba al salón de exposición. Eso le pasaba por haber tocado aquella armadura, su poder de reminiscencia, había hecho que mucho del sentimiento de tristeza, ira, soledad, se apoderó de ella. Visiones, llegaban a su mente, como un sueño que no podía controlar. Su semblante, su mirada, mostraba la tristeza que la embargaba, -¿tanto dolor cargaste sobre tus hombros, todo ese tiempo? - Pensó, mientras su mirada se dirigía de forma lenta, como si el tiempo transcurriera con la velocidad de una pluma al caer al suelo, sus ojos, encontraron los ajenos y fue entonces que sus oídos pudieron reconocer las preguntas que el caballero le estaba haciendo.

Fue en el momento que se dio cuenta que se había dejado llevar por sus poderes, que se levantó lo mas rápido que pudo, para corresponder al saludo, con una inclinación propia del protocolo que debía realizarse, frente a un miembro de alguna casa real europea, - Barón, buenas tardes, mi nombre es Keiko Rein, soy la encargada de ésta muestra, espero que sea de su agrado - dijo, un tanto cohibida por haber sido sorprendida en un momento tan inoportuno, en verdad, esperaba que el caballero no se hubiera percatado de sus poderes, que simplemente creyera que se trataba de una joven demasiado distraída.

Por una milésima de segundo intentó pensar cual sería la mejor manera de tratar a un personaje como el señor Oberlin, sonrió dulcemente, mientras se acercaba nuevamente a la armadura. - Ésta es una armadura de mediados del siglo XVI, perteneció a uno de los nobles Japoneses, llegados a Europa, para enseñar el arte de la Guerra, según la visión de los nobles asiáticos - comenzó diciendo, mientras volvía a admirar aquella pieza de museo.

por **Amadeus Oberlin** Dom Jul 16, 2017 3:58 pm

Amadeus admiro la armadura, era preciosa, parecía que habían ganado muchas batallas con ella, era digna de dioses.

—¿Me puede explicar más Madame?— Pregunto con mucha caballerosidad.—Me apasiona saber del pasado.— Amadeus sonrió.

Amadeus amaba la historia, bueno a veces, otras no, pero aún así le parecía perfecto el hecho de que alguien supiera de esa obra de arte, el también guardaba una espada familiar que perteneció a un antepasado suyo, su nombre era George Oberlin III, Hijo de Katherine Oberlin I y Gustave Oberlin IIII, fueron los más poderosos y conquistadores, Katherine contaba con una belleza imposible de igualar... mejor que pensar su historia... mejor contarla.

—Mis antepasados del siglo XVI eran pocos, pero aún así eran de los mejores conquistadores que me hablo mi padre, ellos eran Gustave Oberlin IIII y George Oberlin III, eran muy ricos y tenían muchas tierras, se hablaba de que eran infinitamente bellos y su mujer Katherine era muy bella y envidiada por muchas nobles, pues ella hizo que cambiara todo para los Oberlin pues gracias a que ayudo a montar una estrategia a mi antepasado George, su hijo y un montón de gente más lograron ganar una batalla, pero esto a principios del siglo XVI, sin duda fuimos una buena casa real en esa época.— Amadeus le sonrió a la joven.—Yo guardo la espada con la que George luchó, y también un brazalete de Katherine, a la pobre la encontraron ahorcada cuando su marido murió asesinado en la guerra, pero su hijo se caso con una rica y tuvo diez hijos por suerte y continuamos nuestro linaje.— Amadeus pensó en que se quedaría él solo, sin descendientes, ¿Sería ese el final de los Oberlin? Amadeus debía al menos conseguir una esposa y con suerte se quedaría embarazada de otro hombre y Amadeus podría decir que era su hijo o algo así para continuar con el linaje, aunque no tenía prisa aún por casarse, diecinueve años era demasiado pronto.—¿Y tú? Tienes buenas ropas, Madame Rein, se nota a simple vista que eres de buena familia, ¿Qué historias guardas y esperan ser contadas? De ese siglo, y puedes saltarte los escándalos amorosos.— Amadeus sonrió, el muy bien sabía que su familia tenía escándalos, su madre por ejemplo salía con una mujer loba, eso nunca se lo ha contado a nadie pero lo saben algunos, o su misma antepasada Katherine decían que tenía varios amantes, y su antepasado Gustave también decían que no fue muy fiel.

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