Defendiendo al inocente -libre-

por **Fagan Walsh** Miér Ago 22, 2018 8:36 am

Con la espalda contra una pared, Fagan observaba con atención a las personas ir y venir. Era uno de esos días en los que terminaba temprano sus obligaciones y sin más que hacer, se ponía a caminar por las calles ya algo olvidadas de París. Estaba esperando a Ninel, como fuera desde que la encontrará y aunque sabía que ella llegaría más tarde, el lobo no perdía la esperanza de verla llegar antes.

París era una ciudad peculiar. Existían momentos donde se podía ver e incluso creer que nada espectacular sucedía y sin embargo, la ciudad poseía un lado oscuro, uno donde las pesadillas o los sueños se volvían realidad convirtiéndolo todo en una maravilla; con todo y eso, el licántropo se encontraba observando una ciudad demasiado tranquila para su gusto, siendo ese el motivo por el que la visión de una persona de aspecto humilde haciendo señas contra las mujeres dentro de una tienda llamó su atención. La escena que era algo llamativa, hizo que Fagan se acercara a ver que sucedía llevándolo incluso a preguntar si es que podía ayudar en alguna a alguno de los involucrados en el problema.

Apenas se acercó todos comenzaron a hablar y Fagan comenzaó a desesperarse. De un segundo a otro tomo a la empobrecida persona y alegando que todo estaría bien, se alejó del grupo de adinerados que agradecían su atención y su buen juicio al hacerse cargo de las molestias; pero una vez lejos, soltó a la persona y le sonrió.
–¿Todo bien?, la gente de clase alta puede ser muy engreída, así que lo mejor es que tengas cuidado con ellos y te mantengas al margen.

por **Wenkyel Enhydra** Miér Ago 22, 2018 1:46 pm

Quizá la ciudad de París parece a veces un lugar tranquilo, incluso romantico, pero aquellos que no pueden ver entre la niebla, para los que si ven más alla vera que la noche en París puede ser tan oscura como la mas retorcida de las pesadillas, solo pensar que en cualquier callejón alguien de piel palida cuan difunto, puede robarte la sangre y la vida en el proceso daría escalofrios a más de uno, hombres aparentemente normales hasta que la luna se muestra en su esplendor y entonces aullan, crecen, musculan, les crece pelo, garras y colmillos afilados, luego tenemos a los entes incorporeos que habitan casas abandonadas segun las leyendas, no tiene por que ser asi realmente, los hombres bestia tambien son curiosos sin duda alguna, y luego los hechiceros...esa habilidad para manipular de una forma que los demás no pueden. Y ese mayormente era el repertorio oscuro que París ofrecia a los seres de naturaleza sobre humana, hijos de la noche a veces los llamaba la pelirroja.
Quizá en un día buscando algo de diversión y se dejó llevar por esta, entrando en antros de mala muerte, lugares poco convencionales para una dama de alto rango, donde una dama asi no debiera estar, pero la bruja era caprichosa y esta noche la caza era algo de diversión.

Unas copas de más y una trifulca que acabó con sus ropas algo rasgadas y dando su aspecto a uno de una mujer de alta cuna, a quizás de una mujer de poca capacidad economica, a menos a simple vista, para quien se fijara con algo más de atención vería que eran ropas caras, solo que algo estropeadas por algun entuerto, más el entrar en una tienda para comprar hizo que creara cierta incomodidad al tomarla por alguna joven mujer de baja clase, lo cual desencadenó una discursión absurda en el que la pelirroja se preguntaba por que se empeñaba en seguir hablando con ese tipo de gente que si no ibas impecable te observaban con sumo asco, cosa que exasperó a la joven hechicera que bufaba con desesperación mientras buscaba los restos de polvora que tenía entre los ropajes.

Fue entonces cuando se vió apartada de esos estirados sin puntos de miras. Fue llevada fuera y lejos de esos escandalizados ricachones, mientras miraba al hombre que se había tomado esa molestia, ladeo la cabeza clavando sus claros ojos en los ajenos, mientras ladeaba la cabeza, más no se iba a mostrar malhumorada como realmente estaba. -Sí lo sé, a veces la etiqueta es lo que ven y yo he sufrido un pequeño percancer...- Comentó con un marcado acento procedente de Irlanda mirando su vestido y despues a él. -Aunque mantenerme alejada no se si será tan posible como me gustaría, ¿a que se debe su amabilidad caballero?- Preguntó de una forma algo directa, la bruja estaba demasiado mal acostumbrada al descaro, pero realmente sentía curiosidad por el hombre que la había sacado del entuerto.

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