[Priv]Un cambio inesperado [Priv][Noah]

Caminé sin detenerme por aquel bosque algo oscuro y solitario. Parecia que nunca escarmentaba. Era un desastre. Después de lo que me pasó la noche de Kate debería haber aprendido la lección y no haber vuelto a andar sola por un lugar cuando es de noche.

Pero aquí me encontraba sola, con unas plantas medicinales que me habia hecho buscar la señora Claire, y andando sola por medio del bosque oscuro y tétrico que habia a las afuera de París. Sabia que debía de haberme ido y haber vuelto mientras el sol aun asomase entre las copas de los arboles. Pero tuve que acabar unas tareas antes de venir y a parte me habia entretenido con aquella colección de libros sobre leyendas y plantas que tenia la mujer que me habia proporcionado las plantas medicinales. Definitivamente nunca escarmentaba. Esperaba de corazón que hoy no me ocurriese nada pues Kate andaba de viaje y Tyler estaba lejos en la casa donde trabajaba y en un bosque oscuro y de noche sospechaba que nadie podría venir a ayudarme. Por lo que más me valdría llegar cuando antes a la casa de los señores Quatername. O al menos a las calles más iluminadas.

Y por si fuera poco llevaba un buen rato sintiendo que me seguían. Pero cada vez que paraba y miraba a mi alrededor no veía anda. Cosa que no era de extrañar pensando en las tinieblas que me rodeaban. TEmia que fuesen varias cosas, un bandido, un señor corrupto, un asesino, un ser peligroso, un animal….Rezaba por que no fuesen más que imaginaciones mias. Causadas por el miedo y el cansancio.

Pero por desgracia para mi fue lo primero.

Auuuuuuuuuuuuu!......
.
El sonido de un lobo rompió el silencio del bosque. Los habia escuchado antes pero nunca fue tan cerca. Daba la impresión de que se encontraban encima mia. Y eso era lo que más temia. Los lobos eran seres salvajes que no dudarían en despedazarme para comerme y no podía permitirme eso. Miré atrás al escuchar algo moverse en la maleza parecía que no eran imaginaciones mias. Unos ojos amarillos, unos ojos de lobos me observaban y andaban veloces dispuestos a incarme el diente y acabar conmigo para que ellos pudiesen saciar su hambre. Pero en ese momento vi que no venia solo. De su cuello salía una correa y si seguías esta llegabas a un hombre. O eso pensé que era. Me miraba riendo e incluso podría afirmar que andaba relamiéndose los labios. Creo que de nuevo me encontraba en un grave peligro.

-Vaya una pequeña, tierna y joven presa. No la dejemos escapar.

Me di la vuelta sin pensármelo dos veces. Comencé a correr por medio del bosque lo más rápido que pude. Maldije en bajo ahora añoraba con fuerza los pantalones que usaba antes para trabajar. Pero a faltas de esto no podía más que levantarme el vestido y correr, rezando par ano caerme.

Los sentía a ambos lobo y dueño seguirme feroces y salvajemente como si yo no fuese más que una presa cualquiera. Mis pulmones iban a estallar y no veía bien con la oscuridad. Pero de momento todo…escuché un disparo y como algo caliente recorría mi pecho. Grité sin pretenderlo más involuntariamente que otra cosa. Cai al suelo, pero me puse en pie veloz con un enorme esfuero y no cesé de correr, a pesar de que empezaba a ver borroso y de que estaba segura que esta vez nadie podría venir en mi ayuda. Debia intentar salvarme llegar a la ciudad. Cualquier cosa. Además seguía sintiendo a ese algiuen observarme y no era el lobo ni su amo. Era alguien más. Ayudeme. Grité en mitad de mi frenetica carrera. Era mi única esperanza.

Aquella tarde alguien había contactado con él. De nuevo, desde las altas esferas alguien requería de sus servicios peculiares. Como era de esperar, el contacto no había surgido mediante vía directa, pues había encargos que eran preferibles de mantenerse a la sombra y lejos de cualquier posible vinculación hacia las partes interesadas.
Pero aquella petición… era distinta. En la clase alta se tenía información acerca de quienes resultaban los mejores “intermediarios” para cualquier tipo de situación, y Noah había sido el tipo de persona que no aceptaba un encargo por dinero (al menos, no con frecuencia) sino que lo hacía dependiendo de las intenciones de su contratista. Aquella vez le habían ofrecido algo de vital importancia para él: información.

− Puedes aceptar el trabajo o rechazarlo. No habrá consecuencias, pero mi Señora teme que el pago le resulte desagradable.

Esas palabras bastaron para despertar su curiosidad y perturbar su calma del mismo modo. El “pago” no era más que un leve indicio que le confirmaba las sospechas que había tenido durante décadas.

− Thera ha sido vista en esta ciudad, aunque responde a otro nombre y ha cambiado mucho...

Aquello fue determinante. Thera… su hermana, a quién él asesinó bajo el influjo del sufrimiento de la primera Luna… o así le recordaba su cansada mente, pues su maldita memoria no quería ceder unos recuerdos tan valiosos y permitía que su dueño se atormentara por lo sucedido.
Si Thera estaba viva… no podía significar otra cosa: se había convertido en una lícana. De ningún otro modo sería posible que aún permaneciera viva tras varias décadas, menos aún si aquella fatídica noche sufrió de dolencias físicas.

Aceptó el trabajo, algo contrariado por saber que aún había algún que otro linaje que conocía de su familia olvidada. Consistía en velar por la seguridad de una damisela que había ido a realizar algunos encargos. Por lo que el mensajero le dio a entender, la salvaguarda de dicha persona era de vital importancia para la contratista.

Pero no todo era tan fácil. Le habían informado de su “trabajo” bien entrada la tarde, y el paradero de su protegida se hallaba en la otra punta de la ciudad. Irónicamente, aquella noche habría Luna llena. Lo podía sentir demasiado bien, padeciendo el doloroso hormigueo que le causaba en sus venas al recordar lo que sucedía en aquellas noches.

El cielo se hallaba parcialmente despejado, lo que dificultaría levemente la capacidad de autocontrol que poseía si se alternaban las transformaciones. Pero lo que resultaba fatídico era que, si no había ninguna nube en el firmamento cuando estableciera contacto con la que era su protegida, no podría comunicarse de modo alguno.

Apenas había entrado al bosque cuando el sol se desvaneció por el firmamento. Negándose a tomarse un respiro, subió con un ágil salto a las ramas bajas de un roble y fue saltando de árbol en árbol, sin que sus movimientos se vieran entorpecidos por el claro abultamiento de sus músculos, que pasaban a ser recubiertos por pelos de ónice y de rubí; su rostro viéndose ligeramente alargado, dando paso a una faz de características lupinas con unas mandíbulas y un porte amenazantes pero majestuosos; todo ello rematado por las enigmáticas pupilas añiles que Noah poseía en su forma humana.

Maldición. Se iba adentrando más y más en aquél bosque, ya perdida su grácil forma humana y ahora atrapado en aquella amalgama medio bestial que muy pocos licántropos parecían poseer, relegándose en mayor parte a un aspecto primordialmente más feroz y primario, perdiendo parte de su versatilidad al dejar de moverse sobre dos extremidades. Cualquiera lo podría confundir con un ser extraño, pero realmente su aspecto distaba mucho de ser un lobo, haciendo honor a la verdadera naturaleza, y significado, de lo que significaba ser un hombre lobo.

Inconscientemente, aulló de frustración por no poder localizar a su objetivo. Un fuerte aullido que de buen seguro que resonó con virulencia por entre toda la arboleda. Al coger aire tras aquél estruendo, su aguzado olfato pudo captar el aroma de quién tenía que buscar junto con otros olores que se le antojaban peligrosos. Comenzaba a tener un mal presentimiento y aún se hallaba algo lejos de donde estaba su protegida.

Se desplazó entre las ramas de los árboles frenéticamente. Olía a lobo y no precisamente del tipo que suelen comportarse de forma decente, sino de los más ruines y toscos que preferían dedicarse a ser burdas mascotas para seres despreciables que se regocijaban en el sufrimiento.
Se acercaba a su objetivo cuando un doloroso fogonazo resonó en su cabeza y casi le precipita hacia el suelo del bosque en una caída vertiginosa. Alguien había abierto fuego. Eso ya fue el detonante para él, pues parecía amoscarle que tuviera algunos sentidos tan bien desarrollados que hasta un sonido podía causarle dolores de cabeza… pero en esta ocasión, le sirvió para aumentar su velocidad.

Al fin pudo ver a su protegida. Por desgracia, por el aroma de sangre que se respiraba en el ambiente, la habían alcanzado, pero no la habían abatido y se esforzaba por alejarse a toda costa de sus perseguidores. Apenas alcanzó a ver cómo aquél abominable varón, con un Lobo como mascota, apuntaba de nuevo a la joven. Ella parecía histérica, suplicando a gritos por ayuda, y la verdad es que no le faltaba razón.

Se dejó llevar por sus instintos, abrazando por primera vez en mucho tiempo su verdadera condición. No sabía si aquello le repercutiría más tarde o no, pero ya ajustaría cuentas con su moral.

Un latido; sus manos, ahora convertidas en garras, destrozaron el cañón con el que el varón apuntaba a la joven.

Dos latidos; viró su cuerpo por completo, golpeando con una de sus extremidades inferiores el torso del varón oponente, causándole un profundo corte en diagonal por su pecho. Una herida letal, que incapacitaría al hombre pero no le permitiría tener una muerte rápida e indolora.

Tres latidos; usó la facultad especial que tenía en su mirada, su as en la manga, para atacar al Lobo donde no se lo esperaba, anticipándose a sus movimientos. Era un método ruin y zafio, pero ahora no estaba para sandeces.

En tan sólo cuatro latidos de corazón desde que saltó de la rama, la amenaza había quedado reducida a cenizas. Ahora quedaba el mayor problema, pues ningún licántropo podía establecer una comunicación directamente verbal con sujetos que no fueran de su propia especie. Y la Luna parecía ser reacia a querer ocultarse tras ninguna nube, así que lo tendría algo difícil para llegar a un entendimiento esclarecedor.

La joven reducía su carrera, seguramente causada por la herida. Noah creía que si se acercaba a su protegida, ella saldría corriendo, completamente atemorizada. Optó por usar una vez más su don, volviendo su mirada hacia el cuerpo de la damisela. Ella misma se vería corriendo a través de los ojos de otra persona. Vería como se iba alejando, cada vez más débil, pero se entendía que quién la estaba observando se limitaba a eso: no le iba a dar caza. Además, no consideró apropiado mostrar la imagen de los dos cadáveres que se hallaban a escasos metros del licántropo, pues eso despertaría la desconfianza.

Noah permaneció ahí, sobre sus extremidades inferiores en una postura prácticamente par a la del ser humano, empleando la Visión Compartida y sin poderse comunicar de forma efectiva. Se negaba a aullar a la Luna pero se dispuso a seguirla sin emprender una persecución. La habían disparado y por el olor que desprendía, la herida era peor de lo que parecía a simple vista. Era grave. Demasiado grave.

Continué corriendo, pero cada vez respiraba peor, veía más borroso y notaba el regusto a hierro de la sangre en mi boca. Pero no podía parar…o moriría…Si no iba a hacerlo ya…Notaba mis pulmones estallar, notaba mi cuerpo entero estallar. Tenía la cara llena de cortes, producidos por las ramas que ni siquiera me había molestado en apartar para poder seguir corriendo y perder el mínimo de tiempo.

En ese momento me fijé. Nadie me seguía. Al menos…no escuchaba al hombre ni al lobo. Era como si alguien hubiese acabado con ellos. No creía que ellos fuesen a darse por vencido en una caza que estaba ganada. Quizás todo fuese una trampa. Quizás querían que me confiase. Pero…quizás no…

Pestañee confusa, viendo algo extraño en mi mente. Como si fuesen sueños….Me veía a mí, corriendo veloz por este bosque, alejándome y como cada vez aminoraba más el paso agotada. Era…extraño… ¿Cómo…como iba a verme a mí misma? Agudicé el oído. Solo escuchaba mis pasos sobre la hierba nadie me seguía. Eso era un alivio. ¿Me habría ayudado el ser que me observaba? Porque estaba segura que no podían ser imaginaciones mías…o si quien sabe.

Ahogué un grito y fui dejando de correr hasta caer bajo el tronco de un enorme árbol. Intenté incorporarme ponerme en pie y continuar corriendo. Pero fue imposible. Los músculos casi no me respondían. Estaba sin aire, sin fuerzas, atemorizada, sintiendo como la muerte quería llevarme con ella. Y además… la herida…estaba perdiendo mucha sangre. Tosí, ahogada por la falta de aire y el sabor a sangre. Rogaba que no me hubiesen alcanzado en los pulmones. O entonces no tendría ninguna salvación.

Con esfuerzo me senté apoyándome en el árbol. Suspiré gimiendo de dolor, cerrando un segundo los ojos. Tanteando el lugar de la herida. En el pecho quizás algo más abajo. Estaba segura que donde fuese no había sido un buen lugar. Sangraba demasiado y el dolor era terrible. Además el sobre esfuerzo de mi carrera había aumentado la cantidad de sangre perdida a causa del bombeo frenético de mi corazón. Extraño que una chica pobre supiese tanto, pero los libros enseñaban mucho pensé…

Tosí de nuevo, no podía más…Además…Ahora...lo entendía todo. Como no me di cuenta antes. Las imágenes seguían en mi mente. Cuando yo había caído, me había visto a mí caer, cuando había buscado la herida, me había visto. Todo indicaba una sola posibilidad. Debía ser eso o que la herida me hacía ya delirar. Alguien de una forma que aun no comprendo detuvo al hombre y al lobo. Salvándome la vida y justo después me había vigilado. La razón no la sé. Quizás me había visto herida, quizás quería matarme también, quizás quería ayudarme….Quien sabe. Pero tenía que ser eso. Eso o estaba delirando.

Fuese cual fuese la verdad. Fuese quien fuese el ser. Necesitaba ayuda. Iba a morir. Apenas tenía fuerzas para ponerme en pie y menos para llegar a la mansión Quatername. Él era mi única salvación. Fuese bueno, fuese malo. Me salvaría, tendría una oportunidad que consideraba nula de curarme y salvarme de la muerte o me mataría y acabaría con el sufrimiento al que estaba expuesta. No me importaba. Pero deseaba ayuda…no deseaba, necesitaba ayuda.

Busqué con la mirada, hasta mirar al lugar del que veía las imágenes. Debía estar allí. Fuese quien fuese.

-Se que estás...ahi...-Cogí aire. Ahora veríamos si mi teoría era cierta.- Ayúdeme…por favor…

Suplique…Si! Supliqué! Nunca pedía nada, me ganaba todo con sudor. Pero ahora…ahora era consciente de que yo sola no podría hacerlo. Necesitaba pues ayuda inminente.