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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Arlette Sáb Feb 18, 2012 12:42 pm

¿Cuánto tiempo había transcurrido desde el último “buenos días, cariño… descansa.”? Lo cierto es que había perdido la noción del tiempo y cuando abrí los ojos me sentí tan cansada como si hubiese corrido durante siglos sin descansar… no, ni siquiera así. Era una sensación más… ¿humana? Algo somnolienta llevé mis manos a mis párpados, restregándolos para expulsar el sueño de mí. Junto a mí, un plácido durmiente llamado Jerarld, descansaba todavía enredado entre las pulcras sábanas del lecho grisáceo. Tras depositarle un suave beso sobre sus labios, salté de la cama y me tambaleé por primera vez en casi un milenio. ¿Cuándo había perdido el equilibrio? Jamás tras mi conversión, eso estaba claro. Y aunque me sentía extraña en mí misma y pese a que en mi cabeza todo parecía confuso, mi rutina no cambió ni un ápice, llevándome mis pies descalzos hacia la ventana con la clara idea de contemplar la oscura noche que de seguro reinaba en el exterior de aquél apartamento situado en un paraje espléndido de los Países Bajos. Pero entonces, cuando mi mano retiró las cortinas, una radiante luz iluminó el dormitorio y cegó mis ojos tan acostumbrados a la noche. Y como un acto reflejo, me lancé hacia una esquina de la sala para protegerme de sol, temblando levemente y farfullando cosas que ni yo entendía. Pero al alzar la vista, comprobé que la piel que había sido expuesta al día no había sido carbonizada. Olisqueé desconfiada mi brazo sin hallar otro olor que el de Jerarld, que aun impregnaba con su esencia todo mi ser. Aquello me hizo recordar que mi marido aun descansaba en el lecho y la cortina desplazada, permitía que el paso de la luz se posara sobre el rostro del vampiro sin que ese hecho terminara de despertarle. Mi ceño se frunció y me puse en pie con una lentitud a la que no estaba acostumbrada.

- ¿Jerarld? Despierta, cariño…- le susurré intentando controlar un tono de voz que rozaba el histerismo y la alarma.

Zarandeé uno de sus hombros desnudos y mientras esperaba a que reaccionara, un sonido proveniente de mis tripas me recordaba las ansias de alimentarme. ¿Y si fuera eso? ¡Claro! Quizás habíamos dormido tanto tiempo… que nuestro organismo se había debilitado demasiado. Sonreí ampliamente para mí misma, obviando el hecho de que el sol ya no me quemara la piel. ¿Sería cosa del tiempo? Quizás los vampiros milenarios desarrollan con el tiempo alguna clase de escudo contra el sol… Y mientras pensaba en voz alta, mis pasos me condujeron hacia la cocina, abriendo la nevera para extraer de ella una bolsa de sangre con una pajita ya incrustada a través de su plástico. Cerré la puerta con uno de mis pies y me dirigí hacia el enorme salón, tumbándome en el sofá de piel de color arena, pues seguía algo debilitada. Sólo cuando posé mis labios sobre la pajita y sorbí con ansias, dejando que el sabor de la sangre inundara mi boca y bajara por mi garganta… supe que algo en mí había cambiado.

- ¡Aaaargh!- vociferé con verdadera repugnancia, lanzando incluso la bolsa de sangre lejos de mi, exactamente contra el cristal de la sala y que dejaba entrever el mar y la cala de la que gozábamos como propiedad privada nuestra.

¿Qué diablos me ocurría? ¿Desde cuando no me gustaba la sangre? Sabía que era fresca, reciente, en buen estado. Entonces… ¿por qué? De pronto, unas fuertes náuseas me llevaron a tomar un espléndido jarrón de coleccionista y… sí, vomitar dentro de él. Y todo cuanto saqué fue sangre. ¿Mía? Quizás, aunque probablemente era la misma que acababa de consumir. Tras apartar ese jarrón, limpié los resquicios de sangre que se agolpaban en las comisuras de mis labios usando el dorso de mi mano, pues sólo vestía un finísimo y corto camisón de seda y tirantes, y que dado que había funcionado tan bien como arma de seducción la noche anterior, no deseé mancharla. De hecho, olisqueé la sangre de mi mano y me produjo cierto mareo.

Y justo cuando unas lágrimas de confusión empezaban a conquistar el terreno de mis mejillas y mis dedos se enredaban en mi alborotado cabello con la firme intención de tirar de él por si así despertaba de aquella pesadilla… Jerarld apareció sobre el rellano de las escaleras, mirándome, probablemente, del mismo modo en el que le contemplaba yo… con terror.

Mis tripas rugieron de nuevo.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Sáb Feb 18, 2012 7:08 pm

Un profundo cansancio, como hacia siglos que no sentía me impedía abrir los ojos. Hasta que de pronto alguien me empezó a mover…

-“No…aun es pronto…seguro que no son ni las diez de la noche…”pensaba mientras me encontraba en ese estado de duermevela. Sin embargo hice un esfuerzo y abrí los ojos pesadamente, mire el techo con los ojos medio cerrados y comencé a palpar a mi lado buscando a Eyra. Iba a girarme, a abrazarla por la espalda y a seguir durmiendo quizás unas cuantas horas mas, sentía que lo necesitaba y era extraño. Ni siquiera cuando me iba de viaje, viajes que solían durar bastante y en los cuales muchas veces no dormía más que dos horas al día, me solía sentir tan cansado como ahora lo estaba. Pero mis dedos no hicieron más que topar con las frías sabanas. Fue entonces cuando abrí los ojos totalmente y me fije realmente en la claridad.

-Cuanta luz…mmm…luz? Gire mi rostro con rapidez sobre la almohada y mis ojos se encontraron cegados por los rayos de sol que caían sobre mi rostro y pecho.
-¿¿¿Pero que!!!??? Subí instintivamente los brazos del rostro, si me iba a quemar prefería que fuesen los brazos a los ojos! Gire sobre la cama arrastrando las sabanas conmigo, y rodé hasta caer violentamente de la misma, aun tapándome la cabeza cuanto podía. Respire agitado, y espere sin remedio el mas profundo dolor de la piel quemándose viva, sabiendo que ahora mismo debería de tener gran parte del cuerpo dañada por el mismo sol, y entonces espere…y espere...
Baje mis brazos al cabo de unos segundos y los mire estupefacto, contemple entonces mi pecho pero todo seguía como siempre, palpe mi cara y el cuello y estaba bien, seguía teniendo piel, seguía como si nada. ¿Como era posible??? ¿Estaba bien? ¿Seria luz artificial quizás?...Parpadee confuso, no podía haber luz artificial allí. Estábamos en el décimo piso, de nuestro edificio privado. ¿Que iba a haber delante? ¿Una grúa? ¿Un foco gigante? Sentado en el suelo, enredado entre las sabanas como había quedado, me puse de cuclillas para girarme y aun agachado subir poco a poco la cabeza usando la cama como si fuese un muro de protección. Mire por la superficie de las mismas sabanas revueltas y me encontré de frente con la luz,contemple sin creérmelo.¿Era real?…Fue entonces cuando una gran angustia bajo por mi garganta y llego a mi estomago.

Eyra! ¿Eyra...cielo?... Mire a todos lados desesperándome un poco, ¿donde estaba? ¿Le habría pasado algo? Me puse de pie y note cierto tambaleo.
-Mmmm…Será que estoy adormilado aun…Tome una de las sabanas y la ate precipitadamente alrededor de mi cintura. Camine por la estancia aun mirando con el ceño fruncido la luz de la ventana, como si temiese una emboscada o una broma pesada. Después de todo, era posible. Aunque una broma ...¿de quien? Y porque?...pero sobretodo ¿como? …
Llegue al salón y mire a Eyra que con el semblante pálido me miraba con los ojos llorosos y gesto de confusion. Al parecer no era el unico que no entendia nada.

-Oh cielo...estas bien. Desvié un instante la mirada hacia los ventanales. El amplio y moderno salón recubierto de cristales dejaba ver las preciosas vistas de la zona alta de Ámsterdam, vistas que ahora se mostraban deslumbrantes ante nosotros, la luz del sol mostraba un paisaje demasiado nítido e iluminado. De hecho tanta luz volvió a cegarme, pero no hice caso. Intente mirar a Eyra y avance hacia ella sin ver una pequeña mesita auxiliar que había entre nosotros.Me di contra el dichoso mueble sin darme cuenta, asi que lo empuje con el pie para hacerme sitio y pasar. Arrugue el ceño y parpadee intentando mirar bien, e hice una mueca ante mi patosidad, Al menos con aquella tontería parecia haber calmado un poco a Eyra, tomé sus manos y le miré preocupado. Pues sus ojos estaban algo llorosos y ella intentaba decirme algo pero parecía confusa,y miraba aquel jarron de coleccion como si intentase entender algo de él. tome su rostro y lo sostuve mientras le miraba intentando que se calmase, tratando de leer su mente, para saber que queria decirme.Pero no pude escuchar nada…Quizás ella había cerrado su mente…

Tranquila nena…ya veras q…mmmm me molestaba un poco donde me acaba de dar con la mesita, pero me aguante y lo ignore. Eyra me abrazo y yo le apreté contra mi, sin embargo su rodilla choco contra la mía haciendo que profesara una sarta de improperios en noruego que hicieron que Eyra se apartase y me mirase arqueando una ceja sorprendida. Me agache para frotarme la pierna mientras aun sujetaba uno de sus brazos sin intender que diantres acababa de pasar, aparté la sabana y me mire. Una delgada línea rojiza comenzó a marcarse bajo mi rodilla derecha, el borde de cristal de aquella mesita me había cortado. Fruncí el ceño mientras palpaba el fino corte y espere un instante a que se cerrara. Pues no debería tardar mucho en aparecer una cicatriz para finalmente desaparecer. Sin embargo pasaron los segundos y unas cuantas gotas comenzaron a manar del corte, todo seguía igual, de hecho me atrevía a decir que me dolía más que antes.

-no se cierra…Sera...que tengo hambre.comente quitándole importancia, mientras me erguía para limpiar una lágrima que se deslizaba por la calida mejilla de ella, que seguia igual de estresada sin poder pronunciar nada aun. Deje mis dedos sobre su rostro y le contemple perplejo.

-…querida…estas…calida. Una sonrisa nerviosa y diría que demencial se escapo de mis labios. Ambos nos miramos en total estado de shock, podía existir algún cambio en nuestro organismo que nos hiciese resistir la luz, podía haber algún motivo para que no me regenerase, quizás solo se trataba de alimentarse, comenzaba a sentir bastante hambre ahora que lo pensaba…Pero la calidez…eso era definitivamente imposible.
Tome su rostro con ambas manos aun sin creerme lo que sentía, deslicé mis dedos hasta sus hombros y deslice con calma mi mano derecha hasta posarla sobre su corazón a la vez que ella hacia lo mismo conmigo, Ambos nos miramos ceñudos y nos quedamos un tiempo indefinido asi, sin decir nada, simplemente con las manos posadas sobre el corazón del otro.
En aquel instante sus latidos golpeteaban contra su pecho cada vez mas rápido al estar ella agitada y aquello simplemente no podía ser.

-Es imposible…Es como si fueses…como si fuésemos…Evite decir la ultima palabra y entonces estalle en una carcajada. ¿Seria que habia perdido el ultimo tornillo de cordura que me quedaba? Ahora mismo pensaba que si.


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Mensaje por Arlette Dom Feb 19, 2012 7:47 am

- Humanos.- musité en un hilo de voz antes de quebrárseme y obligarme a tragar saliva, pues mi boca yacía tan seca como un desértico páramo.

Pero… ¿era eso posible? ¿Cómo? ¿Cuando? La incertidumbre asfixiaba mis pulmones y mis atronadores latidos resonaron con fuerza en mis oídos, conduciendo mi sangre por cada rincón de mi anatomía. La humanidad… fue el aspecto de mi vida al que rechacé cuando la locura me condujo al abismo de la Muerte. ¿Por qué ahora se me daba una segunda oportunidad? Y lo más importante… ¿qué haría con ella? ¿Estaba dispuesta a envejecer? ¿A herirme y sufrir? ¿A igualarme con los mortales a los que siempre había menospreciado? ¿A poder vivir con el temor de no abrir mis ojos una buena mañana?

Probablemente Jerarld me leía la mente, dado que su semblante pareció afligirse a cada transcurso de los segundos. Quise calmarle, necesitaba abrazarle y suplicarle que me despertara de aquél mal sueño. Anhelaba que sus manos se amueblasen a mis caderas y me estrechara fuertemente contra su pecho, así yo escondería mi rostro entre su pelo y él me susurraría al oído que todo iría bien, que me cuidaría siempre. Pero ambos permanecíamos rígidos y estáticos, mirándonos como si nunca nos hubiésemos contemplado antes, como si ya no fuésemos los mismos. ¿Y si no lo fuéramos?

Con los ojos inyectados en puro terror, me alcé del sillón y dejé a Jerarld allí, sangrando sin cesar… pero necesitaba verme. Bajé unos escalones y un par de puertas más allá se encontraba el lujoso baño que disponíamos. Cerré la puerta y con la respiración entrecortada, miré de reojo el enorme espejo que adornaba la estancia. Era la primera vez en mi vida que sentía miedo de no reconocer mi reflejo. Tomé una bocanada de aire y me despegué de la puerta con las manos titubeantes, avanzando mis pies descalzos hacia el centro del marco. Subí mi mirada desde la parte inferior del espejo, contemplando una mujer de complexión delgada y acentuadas curvas que vestía un provocativo camisón que recordaba a un corsé negro de cuero. Sus brazos mantenían la firmeza y suavidad de una muchacha veinteañera, algo que me alivió en cierto modo. Su cuello era esbelto y su rostro… había perdido aquella luz inmortal que propiciaba que sus rasgos fueran idealizados a los ojos humanos, aquella belleza que casi dolía en los ojos, aquella envidia que provocaba el solo pestañeo de sus ojos o el gesto de relamerse los labios. No, ahora sólo podía ver el rostro de una simple mortal que me miraba con bolsas en los ojos como si no hubiera dormido durante días, con los pómulos algo más sobresalientes debido a su delgadez y sus cabellos alborotados cayéndole por su espalda y pechos, dotándole de una imagen un tanto desastrosa. Aquella era yo, mi yo humana. Aquella niña de ojos tristes que había ahogado en el fondo de mi alma cuando Bernard me hincó el diente hacía ya un milenio. Y ahora, aquella muchacha había vencido a Eyra y era quién había renacido.

Las tripas volvieron a rugir e instintivamente, me llevé una de mis huesudas manos hacia el estómago, quién parecía estar un tanto revoltoso, algo lógico si teníamos en cuenta que hacía mil años que no me alimentaba de comida humana propiamente, lo que explicaría mi desnutrición. Necesitaba comida humana y pronto. Pero antes…

Caminé paulatinamente hacia el salón dónde se hallaba Jerarld, apoyándome en las paredes cuando el equilibrio flaqueaba. Le miré desde la entrada y sin mediar palabra, lo comprobé. Focalicé todas mis energías y concentración en su rostro desencajado y… nada, simplemente, nada. Y unas frías lágrimas recorrieron mi rostro, recordándome ahora que ya no era nadie, que todo cuanto había sido había desaparecido aquella fatídica mañana. Ahora era una mortal y como tal, era frágil y débil.

Pero no podía flaquear, no ahora. Con el dorso de mi mano limpié aquél llanto silencioso y deambulé hacia la cocina en busca de alguna botella de alcohol que en ocasiones guardábamos para los invitados de Jerarld. En uno de los armarios localicé una flamante botella de cristal de Fée Verte, exactamente un Pernod Fils de absenta.Suspiré y tras abrirla y beber un par de tragos que me hicieron toser y sentir mi interior arder a fuego lento, me alcé pues me encontraba acuclillada y tras un pequeño mareo, volví en busca de mi marido, quién parecía todavía algo contrariado. En silencio me arrodillé frente a él y aparté la sábana que cubría hasta sus tobillos, examinando con cuidado su herida de la que manaba sangre que ahora ya no me atraía en absoluto. Sin anticiparle, vertí el alcohol sobre su herida y tras dejar la botella sobre la mesa contigua, desgarré la tela que ocultaba sus extremidades para así envolver su pierna con ella e impedir que siguiera perdiendo sangre, aunque la herida no parecía grave.

- ¿Y ahora qué?- susurré débilmente a Jerarld sin poder siquiera mirarle a los ojos mientras anudaba la sábana y retomaba la botella para beber de ella sin importarme el ardor que me consumía por dentro y que ahora, me recordaba que estaba viva.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Feb 19, 2012 10:30 am

Sentado en aquel cómodo sofá, me quede un instante contemplando los ventanales que ahora dejaban entrar la luz como si nada, observe los arboles que se mecían con la brisa, el cielo, y aquellas nubes claras que se despejaban para dejar el día aun mas soleado aunque estuviésemos en invierno.

Y si fuese cierto? Y si fuésemos humanos?...Aquello suponía una opción, la opción. Lo que siempre había querido. Seguir con mi vida humana como si nada, solo que en aquel entonces cuando yo lo era,estaba solo y deambulaba sobre todo por Europa buscando algo que ni siquiera tenía nombre…y ahora. Ahora le tenía a ella a mi lado, le había tenido a mi lado casi doscientos años, habíamos formado una familia, habíamos superado un sinfín de adversidades y ahora…ahora estábamos aquí, y por un momento existía la posibilidad de tener una vida junto ella como la que siempre desee. Aquello me sorprendió.

Eyra llego ante mí con el gesto notablemente contrariado y angustiado, parecía decaída y cansada. Me mordí los labios y apreté en un puño ambas manos cuando ella vertió aquel líquido sobre mi pierna. Note como mi corazón golpeteaba fuertemente contra mi pecho. Qué raro era sentir aquello…Un corazón que palpitaba con fuerza, con demasiada fuerza, me hacía sentir como si tuviese un peso en el pecho. Supongo que en el fondo había olvidado lo que significaba tener un corazón vivo.

Mire a Eyra, tome la botella que ella sostenía para beber y se la arrebate con calma.
-Cielo esta no es la mejor forma…Olisquee la botella y el solo aroma, tan fuerte como alentador me hizo pensar que era mejor dejarla de lado por ahora. Esto te sentara mal cariño…Deje la botella a un lado y le ayude a ponerse en pie.
-¿Y ahora? Comente repitiendo su pregunta…Ahora…supongamos que ahora somos…sopese mis palabras pues me parecían tan irracionales…pero no podía negar el hecho de que había un corazón palpitando con fuerza dentro de mí, además de un estomago que no dejaba de rugir. Supongamos que somos humanos, puede que solo sea un estado temporal o quién sabe, no te preocupes, estoy contigo, estamos juntos. Acaricie su mejilla yo cuidare de ti…Baje un momento la mirada hacia aquel vendaje improvisado…Si no me mato antes claro está. comente bromeando notando como una pequeña sonrisa brotaba en sus labios. le robe un beso antes de continuar. Ahora, vamos a darnos una ducha e iremos a comer algo por ahí en la ciudad…Vaya…Siempre quise invitarte a cenar o a comer por ahí…Comente sin poder evitar sonreír con aquella bobada, habían muchas cosas que nunca habíamos podido hacer, y ahora surgía un pequeño abanico de posibilidades…

Sujetando su mano le lleve conmigo hasta el decorado baño, las luces se encendieron al entrar y entonces contemple mi reflejo notando como retrocedía sin darme cuenta. Ese hombre ojeroso, pálido, con los pómulos y la mandíbula demasiado marcados parecía recién salido de una guerra, como si hubiese estado enfermo o hubiese pasado hambruna. Mis ojos parecían cansados, pero me llamo más la atención una extraña sombra en mis mejillas, mentón y cuello. Solté a Eyra y me acerque al espejo para acariciar mi rostro que ahora raspaba.
-Vaya por dios…si tengo barba!...comente perplejo sin poder evitar reír ante aquella tontería, pues llevaba más de siete siglos sin afeitarme. Extendí mis cabellos desordenados hacia atrás y contemple a Eyra, que ponía a funcionar la enorme bañera. Ésta se llenó rapidamente de agua templada y burbujas de jabón, haciendo que todo se llenase de vapor, un cálido vapor que comenzó a inundar el baño.
Ella se deshizo de aquel camisón tan sexy para comenzar a meterse, pero su cuerpo se tambaleo y yo me apresure a sostenerla. Parecía mareada, muy mareada.

-cielo?...Ella asintió intentando darme a entender que no pasaba nada…oh cariño cuantas nauseas…no me digas que has cogido un resfriado o que estas embarazada! Comente bromeando como solía hacer. Sin embargo mi sonrisa se borro al recordar el extraño estado en el que ahora nos manteníamos. Negué con la cabeza y descarte la idea totalmente, no era posible. Le ayude a meterse en la bañera mientras sujetaba sus manos para unirme a ella...


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Mensaje por Arlette Dom Feb 19, 2012 12:24 pm

Adoraba sentirme el centro de atención y cuidados de Jerarld, pero eso no implicaba que me gustase que él me viera flaquear por debilidad, así que asentí con la cabeza cuando él me sostuvo antes de que pudiera caer de la bañera humeante y de pompas de jabón formándose que bailoteaban por aquella cálida atmósfera. Y mientras él bromeaba sobre su barba, los resfriados y embarazos que… un momento… ¿embarazo? Jerarld podría haber seguido hablándome, que mi mente ya no se hallaba junto a él. Vagaba ahora en los fuertes pálpitos que martilleaban mi pecho y me recordaban que ahora era un ser vivo, con las posibilidades que eso implicaba. Mareos… náuseas… ¿era posible que…? Busqué con la mirada algo que me indicara el día en el que nos encontrábamos, algún calendario o teléfono móvil al que pudiese acudir, pero no había nada a mi abasto que saciara aquella incertidumbre. Aunque lo cierto es que aunque supiera el tiempo que habíamos permanecido dormidos, de poco me serviría, pues ya no disponía de un ciclo menstrual que contabilizar. Sólo había una forma de saber qué ocurría conmigo… aunque eso fuera ir a una Farmacia. ¿Al médico? ¡Para nada! ¿Y si al hacerme el análisis necesario para determinar mi caso… se daba cuenta que aquella joven paciente que tenía frente a él era en realidad milenaria? No podía arriesgarme de semejante modo, así que sólo podía recurrir a la tecnología más a mano que pudiese tener. Eso si, a Jerarld ni una palabra. Le conocía lo suficiente como para saber que ante la simple duda planeando por mi mente era motivo suficiente para que él entrara en shock, y lo cierto es que le necesitaba lúcido.

Así, intenté mantener mi semblante relajado, escondiendo mi cuerpo desnudo entre la espuma de jabón y la cortina de vapor que empañó el cristal hasta que dejó de convertirse en nuestro único testigo. Entrelacé los dedos de mis manos con los dedos de mi marido y sonriendo le guié para que su cuerpo ahora desnuda, ya sin la sábana enrollada en su cadera ni la venda en su pierna, se acomodara sobre el mío en un abrazo dulce y natural. Cerré los ojos y aspiré el aroma que se desprendía de sus cabellos húmedos mientras con una de mis manos acariciaba su espalda con suavidad y lentitud, dejando que el jabón se deslizara por su piel con total libertad y descaro. Y de vez en cuando, Jerarld alzaba su mentón situado sobre mi pecho y me sonreía antes de besarme y aferrarme con fuerza contra él, empezando un pequeño juego basado en caricias, risas, cosquillas y chapoteos.

Lo cierto es que nunca me había sentido tan viva haciendo algo tan monótono como bañarme con mi pareja. Fue simplemente como una experiencia nueva, quizás porque nunca me había detenido a valorar aquellos pequeños momentos que él me brindaba con su presencia. Quizás porque siempre aspiraba a lo más alto sin deleitarme con un simple despertar junto a él.

De cualquier modo, el tiempo transcurrió con rapidez, como si ahora que la mortalidad había regresado a nosotros, el concepto temporal nos importara levemente, como si ahora naciera la nueva necesidad de aprovechar cada minuto que la vida nos regalaba junto a cada latido. Y Jerarld tenía razón, no sabíamos cuánto duraría aquella ilusión. Quizás unas horas, quizás días, meses… o años. Meneé entonces la cabeza, pues no quería pensar ahora en cómo sería mi muerte convertida ahora en una humana más. Ahora sólo quería aprovechar aquél día, aquél despertar… con el hombre de mi vida.

Así, salí de la bañera y envolví mi cuerpo en una toalla de color rubí, dejando que Jerarld me imitara mientras usaba un peine para esclarecer mis largos cabellos. Aquél día no usaría el secador, pues adoraba sentir la humedad de mi melena salpicar mi espalda o mis mejillas cuando la brisa la mecía como en una nana. Le dediqué un efímero beso a mi esposo y ascendí las escaleras que me llevaban hacia el dormitorio, donde ahora la luz parecía menos cegadora que antes. ¿Se estarían acostumbrando mis ojos a ese nuevo ver? Lo cierto es que había perdido reflejos y las cosas ya no me parecían tan detalladas como antes. Era como si un finísimo velo cubriera mi mirada. No obstante, esa certeza no me molestó ya, pues significaba que aquella curiosidad por las cosas perdida tras mi conversión, ahora volvería a mí y me transformaría en aquella niña preguntona que siempre fui en mi vida humana. Una sincera sonrisa se dibujó en mis labios mientras abría el armario y buscaba algo de ropa que ponerme, decantándome finalmente por una ceñida camiseta roja palabra de honor y una cortísima falda blanca conformada a partir de múltiples pliegues que resaltaban mis largas y esbeltas piernas. Me alboroté un poco el cabello que empezaba ahora a tomar formas ondeadas y me senté frente al tocador para perfilar mis ojos y colorear mis labios, alistándome finalmente cuando dispuse un deje de perfume sobre mi cuello. Justo cuando tomaba mi bolso de cuero y me giraba hacia la puerta para salir, me di cuenta que Jerarld ya se encontraba allí, recostado sobre el marco de la puerta con lso brazos cruzados a la altura de su pecho y una sonrisa traviesa posada sobre su boca. El destello de sus gafas de sol me arrancaron una carcajada y mis pies ahora calzados con unos delgados tacones de color rojo corrieron hacia él y me abalancé sobre sus brazos para cubrirle de besos.

- ¡Pero qué guapo estás, cariño!- admití moviendo una de mis cejas de forma juguetona.- Entonces… ¿a dónde me lleva, caballero?- reí mientras pasaba uno de mis brazos por el suyo, esperando que él me guiara hacia el restaurante al que hacía tiempo sabía que quería llevarme.

Ahora era la ocasión perfecta para vivir un día humano y ninguno de los dos pensábamos desaprovecharla.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Feb 19, 2012 2:54 pm

Mientras Eyra se marchaba para vestirse y acomodarse yo me quedaba en el baño rebuscando entre los cajones, hasta que encontré una de esas dichosas cuchillas de afeitarse. Arquee una ceja, aquella cosa era extraña, en mis tiempos se usaban navajas pero bueno, ¿que mas daba? Me apresure en enjabonarme el rostro y note que afeitarse de ese modo que era incluso más rápido de lo que yo suponía.

-Vaya…al final van a ser útiles estos trastos…comente mientras la tiraba a una papelera. Me peiné y marche hacia mi vestidor. Tome ropa cómoda poniéndome con rapidez una camiseta negra y unos tejanos negros también.calce unos zapatos cómodos y pase a mirar las prendas del vestidor, buscando una chaqueta o un abrigo para decantarme finalmente por una chaqueta de cuero negro. La tome y me la puse mientras caminaba hacia uno de los espejos.

-Wow…si parezco joven y todo…Abrí uno de los cajones del vestidor y mire la hilera de gafas que se hallaban allí. Me decante por unas ray ban de estilo aviador que tome y me puse. Los humanos solían usar esas cosas para que no les molestase el sol. Mire hacia la ventana para comprobarlo y asentí, la verdad es que servían bastante bien.
Fui a buscar a Eyra y le observe con una sonrisa mientras contemplaba como ella se maquillaba y se arreglaba frente al espejo,aunque no necesitase ponerse nada para estar preciosa siempre. Vino hacia mí y yo sostuve su brazo, encaminandome con ella hacia la salida.

-Tu si que estas guapa!... Recuerdame que te acompañe a todas partes. comente sin querer en modo celoso. Deguste sus labios un instante y pensé en su pregunta. Donde le llevare?...Pues depende de la hora que sea…al acércanos a la salida tome las llaves y el móvil que se había dejado allí cuando habíamos llegado el día anterior. Lo tome para ver la hora y me quede confuso con la fecha…19 de febrero?...Dice que es 19 de febrero. Comente mientras le enseñaba a Eyra…Pero si hemos llegado ayer y ayer era...día uno. Le observe y ambos nos quedamos un poco contrariados. Eso significaba que debíamos llevar casi tres semanas durmiendo. –Puede que no esté bien, estos trastos no son de fiar tampoco. Volví a mirar la pantalla y vi que indicaba las dos de la tarde.

-Vamos a comer, que te parece? Tome su mano y nos encaminamos, saliendo de aquella planta y bajando en el ascensor para salir cómodamente de nuestro recinto privado. Caminamos por las calles mientras el sol caía sobre nosotros. Refrescaba bastante pero no nos importo, porque incluso eso, nos hacía sentir como hacía siglos no nos sentíamos.

-Sientes eso?...hace frio! Reí alegre mientras abrazaba a Eyra por la cintura y ella se agarraba a mi cintura.
Nuestra residencia se encontraba cerca del centro, y no tardamos en topar con las gentes que parecían tomar una pausa y de niños que caminaban junto a sus padres ataviados con pesadas mochilas de colegio.
El día se presentaba hasta ahora esplendido, ¿serian todos los días así de buenos? Ambos íbamos alegres, caminando deprisa, divertidos ante aquella extraña situación, notando como a pesar de que ya no éramos inmortales, seguíamos haciendo que las miradas se girasen para vernos pasar. Puede que después de todo siempre fuésemos “extravagantes y llamativos” incluso en nuestra época humana.

Entramos en un lujoso restaurante del centro y el maître nos recibió con una ligera reverencia respetuosa. Parecía que en aquel instante éramos los primeros clientes del día. Le acerque mi tarjeta y este observó con un asentimiento.

-Vera primero que nada desearía que tuviésemos algo de privacidad. Con eso le estaba pidiendo directamente que se cerrase el local solo para nosotros dos. Deseaba aprovechar mis privilegios como miembro de la realeza aunque solo fuese un día.
El buen hombre asintió con una sonrisa y nos condujo hacia una de las mejores mesas. La vistas de la ciudad quedaban expuestas ante nuestros ojos mientras nos acomodábamos y aceptábamos las cartas. El maître hizo una seña a algunos camareros y en pocos segundos se encontraban en fila a la espera de las órdenes.
Tome la carta, la abrí y sonreí como un niño pequeño ante un montón de juguetes envueltos en papel de regalo…Mire a Eyra y sin poder evitarlo, porque siempre había querido decirlo,comente…

-Tráiganoslo todo.. Si, ha escuchado bien. Vera, queremos degustar todos los platos…Somos indecisos. Indique con una sonrisa, mientras Eyra se tapaba los labios y reía en silencio. Comencé a pasar las páginas de la carta sin poder evitarme sonreír con tal situación. Oh pero si es tan amable, podría empezar trayendo una degustación de postres?.No todos, solo los que tienen chocolate. señale con una amplia sonrisa mientras pasaba la carta a aquel hombre. El chocolate siempre había sido algo que me había encantado, quería averiguar si ahora seguía siendo igual.
Observe el semblante de Eyra, parecía muy divertida con todo aquello y la verdad es que la situación lo era.

–Oh querida, disculpa mis modales…querrás beber algo? Comente poniendo cara de seriedad mientras intentaba reprimir la carcajada mordiéndome los labios...


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Mensaje por Arlette Lun Feb 20, 2012 1:57 pm

- Me apetece tomar una Coca-Cola, con hielo y limón, gracias.- le pedí al camarero tras la sugerencia de mi marido, al que, cuando el hombre se fue, le susurré.- Hace tiempo que sentía curiosidad por probar esta bebida burbujeante… su tonalidad es parecida a la sangre.

Le guiñé el ojo y solté una disimulada carcajada mientras me deleitaba de sentir los rayos del sol envolver la piel de mis brazos, expuesta aun estando tras aquél ventanal que nos dejaba ver la calle abarrotada de gente y unas vistas de la ciudad de día que nunca antes habíamos gozado. Me había distraído, sin duda, pero los inestables pasos de otro camarero trayéndonos la bebida me recordó el plan que desde casa llevaba inscrito en mi cabeza. Así, fingiendo un torpe movimiento por mi parte, la servilleta cayó al suelo, por lo que me agaché a sabiendas que mi ajustada camiseta marcaría mis dotados senos, algo con lo que contaba ya cuando el camarero llegó a nuestra mesa y nos ofreció la bebida, quedado ensimismado en mi delantera de tal forma, que los vasos flaquearon y líquido carmesí oscuro salpicó mi camiseta, manchándola muy visiblemente. Como acto reflejo, me alcé del asiento y meneé la cabeza hacia el pobre muchacho que ahora tenía la sangre colapsada a la altura de sus pies, nervioso y en trance. En mis adentros, sonreí ampliamente, aunque tuve que disimular cuando mis ojos buscaron a Jerarld.

- Cielo, debo cambiarme. Estaré en el baño.- me disculpé tras soplarle un beso y sin mediar más palabra hacia el camarero que ahora se acuclillaba para limpiar el suelo mientras se disculpaba con mi marido, yo caminé deprisa hacia la puerta del local que justamente estaba escondida tras una enorme y extensa planta de flores blancas.

Minimicé el sonido de la campanilla al cerrar la puerta y asegurándome de no pasar frente a la ventana dónde nuestra mesa estaba orientada, caminé deprisa hacia la primera farmacia que encontré, situada a un par de calles del restaurante. Por suerte, no había demasiada clientela, por lo que pronto me dispuse frente al farmacéutico de marcadas arrugas y gafas redondas tras las cuales unos ojos verdes de anfibio me miraban de arriba abajo esperando mi solicitud con impaciencia.

- Un test de embarazo, por favor.- murmuré desviando la mirada hacia un armario que contenía potes de papilla infantil.

El hombre vaciló un segundo, pues parecía absorto en la mancha de mi camiseta, y alargó la mano hacia un cajón para ofrecerme una caja de color azul con el dibujo de una niña sonriente. Resoplé de forma disimulada y tras pagar en efectivo, salí de allí de vuelta al restaurante, calculando mentalmente cuánto tiempo había hecho esperar a mi marido. Muy sutilmente abrí la puerta y me cercioré de que nadie me veía entrar, desplazándome de puntillas al baño para realizarme la prueba. Una prueba cuyo resultado quise llevar a Jerarld, quién me aguardaba con una sonrisa impaciente al verme llegar y cuya expresión fue adoptando la de sorpresa al identificar aquél objeto que llevaba entre manos y que ahora le mostraba con tranquilidad.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Feb 21, 2012 10:30 am

Mientras Eyra se marchaba y el camarero más pálido que un papel se excusaba, yo le indicaba que se tranquilizara. Pero de pronto deje de prestarle atención para fijarme en las mesas correderas que los camareros empezaban a sacar con las más increíbles delicias. Y haciendo caso a mi petición, habían empezado trayendo los postres.

Mis ojos contemplaron curiosos aquellos dulces y aunque quería esperar a Eyra no pude evitar tomar un pequeño trozo de bombón de chocolate con leche que decorando uno de los postres parecía incitarme a probarlo. Tome aquel dulce con calma y lo mire, analizándolo por un momento como si fuese una pequeña joya, lo olfatee, y sonreí. ¿Cuanto tiempo hacia que no “masticaba” una pieza de alimento propiamente dicho? demasiados siglos para hacer cuentas ahora. Le di un pequeño mordisco y deguste aquel pequeño dulce algo extrañado, sin embargo la combinación de sabores se mezcló en mi paladar y yo me quede por un instante rigido ante la atenta mirada de los camareros que esperaban sin que yo me diese cuenta mi reacción.

Oh my God! søt glede av gudene! Comente en noruego sin poder evitarlo pues me salió del alma. Los camareros me miraron confusos sin saber que diantres habia dicho. Les mire parpadeando y simplemente sonreí mientras tomaba el trozo restante de entre mis dedos para comérmelo. Ellos sonrieron entendiendo que me habia gustado y marcharon en busca de los otros platos.
Y pensar que llevo todos estos siglos sin degustar esto…jajaajajajaa cuanto tiempo perdido… Comente en voz baja mientras Eyra aparecía caminando hacia mí con calma. Su ropa aun seguía manchada por aquella bebida oscura y burbujeante, que por cierto, también deseaba probar.

Estaba a punto de preguntar que era aquella cosa que traía entre sus manos hasta que lo reconocí. Era uno de aquellos aparatos para saber si una mujer estaba…
Camine hacia ella y tome el test que ella me ofrecía. Lo mire frunciendo el ceño y mire la marca.
Pero esto dice que…Subí la mirada hacia ella. Y después una vez más al test aquel. Como queriendo comprobar que mis ojos no me engañaban. Pero…De verdad?...En serio?....Pero si …Yo pensaba que habíamos llegado ayer, pero al parecer era cierto, habían pasado tres semanas…Significaba eso que llevábamos tres semanas durmiendo y que ahora que éramos humanos Eyra estaba….Ella estaba…!!! Le mire atónito y entonces una sonrisa de oreja a oreja me inundo mientras le abrazaba con fuerza contra mi, girando con ella y levantando sus pies del suelo por la emoción de aquel momento.

-Oh dios mío!! Estas!...tú!….vamos a tener!...Comente de forma totalmente incoherente mientras la abrazaba y reía junto a ella que simplemente sonreía como nunca antes le había visto hacer. Pero le deje con calma y entonces le mire. Hacía más de doscientos años que no ejercíamos de padres, sin embargo todos los hijos que habíamos tenido habían sido adoptados…Como seria en esta ocasión? Esto era algo totalmente nuevo para ambos como pareja, una pareja que hasta hacia tres semanas eran inmortales. Y si cambiaba todo? Y si volvíamos ser como éramos antes? Cuanto tiempo nos mantendríamos así? Y si volvíamos a ser inmortales dentro de unas horas? Aquellas dudas me angustiaron por un momento pero no deje que Eyra lo viese, simplemente le sonreí y bese sus labios con dulzura y con calma. Porque durase lo que durase aquel momento, sabía que lo recordaría por el resto de lo que fuese mi eternidad.

-Oh ven. Siéntate!, indique mientras le tomaba de la mano para conducirla conmigo. Tienes que probar eso! Indique mostrándole los dulces. te encantaran!…me acuclillé delante de ella aun demasiado extasiado con la idea, como para bajar de la nube y volver a la realidad. Acaricie su abdomen y sonreí mientras negaba con la cabeza… Así era…Definitivamente me hallaba muy muy lejos de la realidad.


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Mensaje por Arlette Miér Feb 22, 2012 2:28 pm

- ¿Sabes? En mi vida humana, solía comer primero el postre.- comenté a Jerarld mientras me sentaba cuidadosamente como si ahora fuera una muñeca de porcelana, tan frágil que un suspiro podría romperme en mil pedacitos. – Siempre pensé: ¿Por qué esperar, si puedo morir mientras como el primer plato y siendo el postre lo que más anhelo?- reí melódicamente, transportándome un momento a mi adolescencia vikinga.

Tras relamerme los labios ante el majestuoso banquete de postres disperso por aquella mesa, saqué mi parte más curiosa y golosa pese a permanecer frente a la atenta mirada de mi esposo, acuclillado junto a mí.

- Veamos… ¿qué podría probar primero?- murmuraba para mí misma mientras mis ojos divagaban de un plato a otro.

Finalmente, tomé lo que parecía una pequeña magdalena de chocolate y la olisqueé muy disimuladamente, antes de cerrar los ojos y morder con fiereza, pues realmente sentía hambre. Fue tan a presión, que el chocolate escondido en su interior explotó en mi boca y la inundó de su dulce sabor, percatándome entre carcajadas que aun caían resquicios por las comisuras de mi boca. Entonces recordé lo infantil que me comportaba cuando comía dulces, como si el azúcar sacara esa parte tan oculta en mí. Y me reía, me reía sin remedio ni antídoto aparente, olvidándome por unos momentos del lugar en el que estábamos, el momento, la situación que vivíamos. Ahora solamente disfrutaba de aquél pequeño placer de la vida… humana. ¿Cómo había podido ser tan estúpida de apostar por la inmortalidad? ¿Cómo pude no valorar la mortalidad como un abanico de posibilidades? Pero ahora tenía la oportunidad de volver atrás, de revivir aquellas sensaciones y con él, con la persona que más amaba y a la que, ahora, jugando, había manchado la punta de su nariz con el chocolate de aquél cremoso soufflé. Y volvíamos a envolvernos entre carcajadas, jugando con la comida a veces, degustando en otras. Probé un par de cerezas caramelizadas posadas sobre distintas tartas de chocolate blanco, chocolate con leche, chocolate negro (que por cierto, no me gustó), galletas de chocolate y caramelo, barquillos de chocolate, un brownie de chocolate con una bola de helado sabor a vainilla, un pudin de chocolate, turrón de chocolate y arroz, la mitad de un flan recubierto de chocolate, varios bombones de chocolate con licor, otros de crema, más de caramelo…. ¡incluso probé la famosa fondue francesa!

- ¡Uuuufffff…!- suspiré tras horas de comer y degustar y saborear.- ¡Estoy llenísima!- exclamé riendo, señalándole a Jerarld mi abultado estómago.- Deberíamos hacer algo para digerir todo esto…- comenté, llevándome un par de dedos a la altura del mentón como gesto que evocaba a la reflexión.- ¡Oh! Hay un lugar al que me hubiera gustado ir de ser humana.- admití, ignorando las miradas extrañas entre los camareros que venían a llevarse los platos vacíos hacia la cocina.- ¡Quiero ir a un parque de atracciones!- grité con efusividad, alzándome incluso del asiento para estirar los brazos hacia el techo y ensanchar una sonrisa visiblemente ilusionada y es que, puede que para muchos fuese una tontería, pero el hecho de pasar la tarde en una feria como aquella, poder comer una nube de azúcar o quizás unas manzanas caramelizadas, pasear del brazo de mi flamante marido entre las gentes, animarle cuando intentara ganarme un oso de peluche en una de aquellas casetas de dardos, el subirme junto a él en una cesta de la noria y así contemplar el anochecer y las vistas desde las alturas… era algo realmente de ensueño.

Y ahora, ese sueño podía ser realidad. ¿Lo cumpliría Jerarld?


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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Mar 13, 2012 2:16 pm

Turrones, pasteles, dulces de milhojas, tartas de frutas, galletas, brownies, sirope, caramelo, nata, vainilla, biscochos, pudín, crepes, gofres, muffings, profiteroles …y chocolate negro, chocolate blanco, chocolate con leche, chocolate con nata, chocolate sin refinar, chocolate picante, chocolate con almendras, chocolate con avellanas, chocolate, chocolate, chocolate CHOCOLATE!!! Hasta la saciedad!!!

Herregud jeg er så glad jegkunne dø akkurat nå!!!!!
Eyra rió de buen gusto al escuchar esa frase tan carente de sentido como sincera. Pues era algo así como… "oh dios mío soy tan feliz que podría morirme ahora mismo"!!!!! Y es que si algo había olvidado es lo mucho que me gustaban los dulces.

Nos levantamos ante las miradas ciertamente curiosas de quienes nos atendían, porque a pesar de nuestros aspectos bastante glamurosos y refinados, ambos nos estabamos comportando como si no tuviésemos modales; desordenados, demasiado alegres, e infantiles, como si fuesemos niños revoltosos ante una tienda de dulces…aunque en este caso era casi literal. Salvo por que estos niños tenían un milenio de edad, pero eso era irrelevante.

Me acerque sonriente a Eyra cuando acabamos de comer y limpie su labio con el pulgar, ante la pequeña gota de chocolate que aun resbalaba por sus labios carnosos. Contemple con agrado su mirada dulce e ilusionada como no había visto en ya demasiados años.

Aquello era extraño, volvíamos a ser humanos y a pesar de lo vulnerables que eso nos hacia, de alguna forma era también genial. No solo por el hecho de esos pequeños placeres como comer, sino también porque ahora era como si todo fuese nuevo. Un nuevo mundo lleno de cosas que explorar. Como si de alguna forma hubiésemos vuelto a nacer...

Las palabras de Eyra me sacaron de mis divagaciones. Le escuche atento y parpadeando ante su sugerencia.
Un parque de atracciones? Siii!! los humanos siempre dicen que se divierten en esas cosas extrañas que giran y las cestitas aquellas tan monas…Rei de buen gusto ante el recuerdo que tenia de aquel lugar. Y es que sonaba divertido.
Los camareros nos miraban curiosos, ahora no podía leer sus mentes, pero no hacia falta para ver que seguramente no entenderían absolutamente nada de lo que decíamos…porque, además de pensar que éramos seguramente unos extravagantes, pensarían que se nos iba la cabeza. Pero eso no importaba mucho tampoco.
Nos despidieron con una amplia sonrisa ante la monumental factura y correspondiente propina que cargaron en mi tarjeta y ambos salimos sonrientes, tomados de la mano y caminando mientras el sol nos daba de pleno en el rostro. La brisa fresca agitaba nuestros cabellos y yo contemple extasiado a Eyra que se veía radiante, fresca, tan alegre, tan esplendida y tan viva…y ahora con aquella noticia que me había dado antes del banquete. Simplemente me hallaba en una nube, aunque aun así me preguntaba: ¿donde había estado esa Eyra todos estos años, ¿o es que era yo el que había estado cegado por la misma oscuridad de la noche?...
No importaba ahora, solo importaba que íbamos a compartir una tarde juntos, y que éramos “los niños” mas felices del mundo.

Llegamos hasta el parque de atracciones y entramos mirando todo con una amplia sonrisa, mientras ambos lo señalábamos todo atropellándonos nosotros mismos con lo que decíamos.

Oh mira eso!, las cestitas, y los puestos, nono eso primero. Anda…una montaña rusa y esa cosa cae en caída libre….Oh no, esa mejor no…Eyra me miro con gesto de completa consternación e interrogante. ¿Vamos cariño….Montañas rusas y luego que? ¿Puenting?…Ambos nos quedamos en silencio y parpadeamos pensando lo mismo….básicamente porque…¿y porque no? Pero intente sacar esas ideas de mi mente.
Oh Vamos cielo, no, no me mires asi…tengo que cuidaros! Comente mirándola a ella y posteriormente su abdomen…Pues era cierto, ahora tenia que cuidar de ambos. Eyra comenzó a mirarme poniendo ojillos dulces y como sabia que no podría resistirme a esa táctica de combate,pues era francamente un golpe bajo, simplemente desvíe la mirada, percatándome de los típicos puentecillos de juegos en los que la gente consigue premios y juguetes… y esos ositos tan graciosos que a la gente le gustan tanto.
Oh vamos por ahí! indique mientras tiraba de su mano, esperando que la idea de las atracciones más fuertes saliesen de su mente, aunque conociéndola, sabia que seria difícil.

Me quede curioso frente a una de las casetas mientras uno de los hombres me alentaba a jugar y me indicaba que tenía que lanzar unas pelotas para hacer que se cayese una diana colgada a unos cuantos metros. Al lado de la misma, un juego similar tenia una escopeta de perdigones que era dejada por un jugador con poca suerte. Sonrei ante aquel pequeño "reto" y tome las pelotas ante la mirada divertida de Eyra.
Me puse en posición, mirando bien para acertar. Lance la primera bola, dando esta en un borde de la diana, lance la segunda, dando esta en el borde opuesto de la misma…lance la tercera sin tener ninguna suerte y entonces arquee una ceja con cierta incertidumbre. Con esos lanzamientos, debería haber dado a la diana en el centro y haber atravesado la pared de hormigón cargándome parte de ella tambien!….Pero claro ahora era humano, con lo que ello implicaba...
Hice una mueca de disgusto y tome el arma de perdigones de la caseta de al lado, mientras me subía ágil al mostrador y me ponía en posición, mirando por la mirilla del arma. Ante la sorpresa del hombre que me indicaba que esa arma era de otro juego y que tenia que dejarla donde estaba. Metí la mano al interior de mi chaqueta y le lance un fardo con billetes sin mirarle mientras volvía a concentrarme en la mirilla y disparaba se forma seguida, cargándome la diana y dejando unas bonitas marcas en la pared cuando esta se cayo al suelo destrozada.
Mis músculos no estaban en plena forma, pero pensaba arreglarlo. Sin embargo seguía teniendo buena puntería con las armas, después de todo llevaba siglos practicando con ellas.
El hombre se cruzo de brazos con claro disgusto. Alegando que era yo un tramposo. Le apunte con el arma de perdigones…

-Vamos déle el osito…DELE EL OSITOO!!!! El hombre hizo una mueca y le extendió el osito blanco a Eyra mientras se negaba a mirarnos con claro enfado ante mi forma de jugar. Por otro lado Eyra reía con mi escándalo sujetando el peluche, a la vez que yo me bajaba del mostrador, pensando firmemente que tenia que apuntarme a un gimnasio…


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Mensaje por Arlette Lun Jun 11, 2012 3:54 pm

Reía sin cesar mientras me llevaba a Jerarld lejos de aquella caseta en la que ya eran muchos los curiosos que chismoteaban a nuestro alrededor, señalándole casi como si un Hulk se tratara... bueno, en tal caso, era mi adorable y travieso Hulk.

Con el osito a cuestas, pasamos la tarde yendo de aquí para allá, subiendo a un tren dónde había una supuesta bruja que te azotaba con su escoba, conduciendo unos autos de choque hasta que nos echaron por crear accidentes, Jerarld me llevó a la noria desde la que avistamos la playa y entonces, quise cambiar de paraje, marchando justo hacia allí mientras usaba mi teléfono móvil para pedir cierto encargo a nuestros siervos. Sonreí ampliamente y ocultando mis intenciones a mi marido, le vendé los ojos con un pañuelo que adornaba mi cuello y le guié lentamente hacia la costa, quitándole los zapatos para que sus pies desnudos sintieran la arena de forma más intensa, más humana. La brisa del atardecer era fresca, suave, erizando mi piel a su contacto de una forma placentera, casi. El olor del mar pronto impregnó mis pulmones y los ensanchó como si los mismos necesitaran respirar aquella naturaleza.

Dejé el osito de lado y me posicioné tras Jerarld, contemplando el horizonte y la obra que mis siervos habían construido tan sólo por el hecho de cumplir mis deseos. Sonreí y llevé mis manos al pañuelo para devolverle la visión a mi marido, esperando encontrar en él una reacción propia de ese momento.

sorpresa:


- ¡Sorpresa!- grité eufórica, rodeando su cuello con mis brazos en un abrazo sincero, fuerte y del que destilaba la ternura que a menudo contenía por simple orgullo o rutina.- Hoy tenemos mucho que celebrar, ¿no crees?- comenté, posicionandome ahora frente a él, manteniendo el abrazo y la sonrisa antes de depositar sobre sus labios un efímero y dulce beso, de aquellos inolvidables.


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