Un Nuevo Comienzo - Privado - Ruslana -

Desde arriba de los arboles, miró extrañado, allí por el camino en medio de la noche y en completa soledad, una mujer se dirigía no importaba adonde, pues en su sed de sangre, el calor que manaba aquella criatura lo llamaba como a un sediento que en medio de un desierto logra divisar un esplendido oasis. La observó unos minutos y por el cambio que pudo oler de la sangre dentro de aquellas azules venas, pudo distinguir claramente que la mujer se encontraba sobresaltada, asustada y hasta podría decir que perdida. Además, el coche en el que seguramente viajaba se notaba que había sufrido una seria avería. Sonrió pensando en como la desgracia de algunos puede ser la fortuna de otros.


Sabía que uno de sus fieles servidores no andaría lejos de donde él se encontraba, pues le había ordenado que tomando el camino del bosque se dirigiera a la academia y que lo esperara allí hasta que él decidiera volver a la mansión. Lo llamó mentalmente – Dumas, ven, debes recogerme de inmediato – le ordenó de forma cortante. Luego fue bajando lentamente entre los arboles cercanos a una curva y esperó paciente a que su cochero le encontrara. Miró hacía uno de sus lados y distinguió un cervatillo que con sus ojos curiosos y vivaces lo escudriñaba. Él en verdad, no era adepto a la sangre de animales, pero no deseaba clavar sus colmillos apresuradamente en el fino cuello de ninguna damisela, por eso se acercó lentamente, utilizando sus poderes para que su pequeña presa no escapara. Cuando la tuvo al alcance de la mano y en un movimiento certero y veloz lo atrajo hasta él y bebió del cuello del animal, arrugó su nariz pues el sabor de aquel líquido le parecía que tenía mucho que ver con lo que cada ser utilizaba para alimentarse y ese pequeño se alimentaba aun de leche y de hierbas. En su interior, el Wladimir que de pequeño amaba los animales se revolvía ante lo que estaba haciendo y tal vez por ello o por que al final de cuentas la ternura y la compasión no habían desaparecido de su alma en tantos siglos, lo soltó. Había bebido lo suficiente como para saciar su apetito pero no tanto como para matar al animal, que con dificultad y a trompicones se perdió en la espesura de la vegetación.


Un hilo de sangre fresca, resbalaba por la comisura de sus labios cuando el coche se detuvo a sus pies, Sin levantar la vista hacia el cochero y sin esperar que éste abriera la puerta, se introdujo en el interior del vehículo, donde unos asientos mullidos y amplios lo esperaban. En un sector, se encontraba un pequeño compartimento donde había un botellón de agua, una toalla y una pequeña fuente, donde él lavó sus manos y se enjuagó la boca, para que en su aliento no quedara un rastro metálico. Luego se sirvió una generosa medida de Coñac y se dispuso a esperar que el camino lo llevara hasta su próxima presa.


No fue necesario mucho tiempo, ni distancia ya que apenas unos metros, el coche pasó por el lado de aquella mujer y del desastroso carruaje. Wladimir con su bastón golpeó el techo, solo por hacer algo, ya que con sus poderes le había dicho al cochero que se detuviera y éste cual un autómata lo había obedecido.


Abrió la portezuela del Carruaje y Descendió majestuoso nadie podría objetar que se trataba de el hijo de un rey, aunque su reinado y sus tierras hubieran quedado perdidas en el tiempo y la distancia. - Os podemos ser de alguna utilidad, ¿mi criado y yo? – dijo mientras se acercaba a la muchacha, mirándole a los ojos y sonriendo levemente en una sonrisa entre dulce y tímida. No deseaba utilizar poder alguno sobre aquella bella criatura y simplemente esperó ver su reacción, además se percató que en el interior del carruaje se encontraba una mujer mayor la cual descansaba plácidamente.