Entre las sombras... ||LIBRE||

por **Marthina S. Lanteygne** Jue Mayo 02, 2013 2:48 pm

Bastante complicado fue el encontrar las calles correcta para salir de ese lugar. Aunque no sé si "Lugar" era la palabra adecuada para el entonces.
Retirada un poco de las calles iluminas, alejada de las multitudes eh inmersa en pensamientos propios sus pasos resonaban contra el asfalto. "Clack, clack, clack" era más bien un ruido ahogado que se adueñaban de sus propios pensamientos y no la dejaban dar fé de hacia donde iba o que hacia. Fue así como se vio prontamente en un largo callejón, escaso de luz y de algún tipo de presencia humana. ¿Que era lo mejor en esos momentos? Pues, lo mejor para ella, era aprovecharse de esa soledad. Fiel amiga, intima e incomparable, no había mejor definición cuando se trataba de ese gusto enorme que tenia a la desolación, al alejamiento, al retiro, la incomunicación hacia sus pares.

Dio marcha a uno de los portales que daban a senderos mas oscuros, allí de seguro no le encontrarían, aunque ¿De que se escondía? Nada más que sus sirvientes notarían la ausencia en el hogar, pues más no tenia a su lado; Aunque de solo pensar en aquello le hacia sonreír de forma torcida. No necesitaba amigos, no necesitaba sentimientos ni personas de las cuales depender, ni mucho menos que dependieran de ella.
Fue lo mismo que la animo a sacar un poco de tabaco, un papelillo y comenzar a formar su propio cigarro artesanal. Se lo había enseñado un viejo, años atrás, quizás era el único sentimiento latente que tenia hacia alguien que no fuese su difunto padre.

El viejo solía decir una frase muy poco común "Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor". Siempre lo tomaba con el mismo significado ¿Una chica se veía bella fumando? Quizás no, gran parte de los conocidos decía que no... Pero ¿A quien le importa?
Con una gran calada, el humo paso a tomar gran parte de su interior, cerrando los ojos y disfrutando de esa sensación logro oír a lo lejos un par de pisadas. No altero su posición, al contrario solo se hizo a un lado para que esa persona que deambulaba a sus cercanías se diera paso directo por su lado. Pero lo extraño comenzó a tomar parte del ambiente, los pasos se habían detenido a sus espaldas y este personaje no avanzaba.

Retirando el cigarro de entre sus labios, dando un suave toque a este para que las cenizas se perdieran en el suelo, tomo una bocanada de aire limpio y mascullo entre dientes -¿Le he dejado poco espacio para continuar su camino?- Inquirió sin siquiera dar vuelta en eje para ver de frente a la persona que le había hablado.

por **Beatrix Cross** Miér Mayo 08, 2013 6:42 pm

-Solo el suficiente. -Respondió tras un segundo aquella voz suave y misteriosa a espaldas de la pelirrubia. Aquel extraño que avanzaba en medio de las sombras no era otro que una mujer cuya pesada capa de fardo negro se hallaba manchada de fango del cementerio. El olor de jazmines y heliotropos besaba su piel mientras las lumbreras lejanas de la calleja apenas delineaban sus facciones ocultas por la capucha sobre su cabeza. -Sin embargo, mi señora, no hay razón para avanzar con prisa. ¿Acaso le molesta la compañía de una extraña?-Una suave risita fue exhalada con desgarbo mientras la figura oscura avanzaba un par de pasos, rodeando a la extraña del cigarro liado con destreza.

Nadine Cross había llegado hacia un par de noches a la ciudad de Paris, su visita a aquel lugar tan problemático respondía meramente a un rumor que a sus oídos había llegado. Bien sabía que los rumores iban y venían por doquier, pero cuando los rumores tenían que ver con viejas costumbres y poderes antiquísimos de la muerte no había nada que pudiese detener la curiosidad de la antigua noble. Así pues, aquella noche solitaria y silenciosa la hermosa mujer de ojos traslucidos se encontraba recorriendo las inmediaciones del campo santo en busca de aquello que en las sombras había oído susurrar. En su búsqueda infructuosa había sido consciente de la presencia de otro ser y siendo fácil de distraer le había seguido un buen trecho cual una sombra.

Frente a la desconocida, Nadine se tomó un segundo para contemplarle a su placer. recorriéndole desde la cabeza a los pies con una rápida y escrutadora mirada, bajando la capucha descubrió su faz y largos cabellos dorados. -No deseo ser impertinente, pero he de admitir que me encuentro un tanto perdida... desorientada en las sombras de la ciudad. Usted parece de este lugar y su compañía, por breve que pueda ser, será un aliciente para mi terror nocturno. -Las palabras eran suaves, una caricia desconcertante. El tono de la voz era de un correcto francés con un marcado acento extranjero. Nadine sonreía mientras las luces titilaban en la lejanía.

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