Una noche de malicia, una noche de muerte... | Libre

por **Tiare** Jue Ago 15, 2013 1:28 am

La griega arrastraba el cadáver demacrado de un joven malandrín que había osado en robarle. Mas ese no fue el motivo por el cual Tiare llegó a tales extremos de torturarle y mutilarle ciertos miembros, no, él sólo había sido un desafortunado que se entregó sin saberlo a un juego de la malvada vampiro. El moral así como el inmoral sabía perfectamente que lo que la hija de los milenios había hecho al joven no era para nada justo, se trataba de una villanía imposible de justificar y a ella nadie podía pararla, ni siquiera la propia institución de la Inquisición de la cual era miembro, al menos de título porque ella no trabajaba para esa casa de locos, lo que era ironía porque ella no demostraba precisamente cordura en sus acciones. Tiare había conseguido inmunidad en la inquisición, inmunidad que muchos hijos de la noche desearían y que nadie, absolutamente nadie había logrado de la forma en que ella lo hacía. ¿Cómo lo había conseguido? Era un secreto que ella había ocultado muy bien en su mente y a nadie, absolutamente a nadie confesaba, recelaba tanto de ese secreto como del hecho de no ceder su sangre a nadie. Ella creía que hacer creaciones tras creaciones le quitaban poder lo que Tiare no permitiría, ya no.

El cadáver estaba totalmente sucio y la sangre ya se había combinado con el lodo y demás porquerías del pantano, el camino que dejaba el desdichado sería el camino que Tiare tomaría para regresar, aunque ese no fue el propósito de llevarlo arrastrando desde que lo mató. Ella tenía la idea de que sus almas permanecían en la tierra y podían ver lo que sucedía en el entorno de los vivos, por lo tanto, seguir torturando a un muerto era una burla a ese espectro cosa que aunque Tiare no lo veía lo disfrutaba.

Dos horas antes en un rincón abandonado de París...

La vampiresa caminaba sin apuramiento, aún no se alimentaba y no tenía intenciones de dejar vivo a quien tuviera la desgracia de caer en las manos de ella, de la muerte encarnada en la maldad de su belleza. Iba maquillada y ataviada con un vestido café, llevaba consigo un abrigo de un tono más claro y unos guantes para soportar el frío invernal; por supuesto, ella no necesitaba ninguno de esas prendas para sobrevivir al invierno más cruel. Se había paseado desnuda por Suecia y Rusia para que un pequeño aire frío la intimidara, no, a un bebedor de sangre el clima era lo de menos, claro, el nocturno.

De pronto, en esa noche solitaria captó unos pensamientos y posteriormente escuchó unos pasos a su espalda. Se trataba de un hombre con intenciones perversas... ¿más perversas que las de la hedónica Tiare?, era obvio que no podrían rivalizar la malicia de un mortal con la de un no muerto y humano que osará llamarse el más malicioso en la faz de la tierra era evidente que no conocía a Tiare. La vampiresa no miró atrás, sólo dejó que el pobre hombre se acercará más a ella, se dejó embriagar por el ritmo del corazón malvado y los pensamientos degenerados de quien pensaba robarle y ultrajarla. —Lindura que no sabes que la noche por estos lugares es peligrosa— Tiare sonrió y actuó como lo haría una mujer mortal, apresuró el paso, los tacones de sus zapatillas opacaron los pasos del hombre y cuando pretendió echarse a correr el hombre la cogió del brazo, Tiare aflojó su cuerpo para que él pudiera sin mucha dificultad voltearla. –Si no es más que un joven... já y pensaba que sería un hombre maduro, obeso y con la barba descuidada– mas ella no expresó sus pensamientos. Fingió estar aterrada y trató de luchar con los juveniles pero fuertes brazos. —Pues yo te enseñaré que cometiste un error al caminar sola— y llevó a Tiare hasta un muro, las manos fuertes tocaron los pechos de la vampiresa y los ojos jovenes brillaron con depravación.

—No por favor, no me hagas nada, por favor— imploró de tal manera que excitó aún más al joven, la actuación de Tiare era magistral. El joven rió y abrió la camisa de Tiare dejando al descubierto sus pechos desnudos, como un can se abalanzó sobre ellos. Por su parte, Tiare gritaba y pedía ayuda. —Que hermosa piel... tan blanca... tan fría...— y se silenció, sus ojos mostraron terror pues en su mente había descifrado que aquella mujer no era más que un monstruo de la noche. Tiare comenzó a reír tan malvadamente que hizo estremecer al mortal, éste la miró directamente a los colmillos que se asomaban entre la risa. El joven dio dos pasos atrás e intentó huir, Tiare se abotonó la blusa y se lanzó hacía él, le cogió por la espalda y le enterró los colmillos. Un ahogado grito fue consumido por la sangre que Tiare bebía. La vampiresa no lo vació, de hecho, lo dejó con la fuerza suficiente para que tratara de huir, para que sintiera dolor.

—Por favor... no me mate— sollozó y tartamudeó cual niño, Tiare rió e intentó de nuevo escapar, ahora, la inmortal saltó hacía él y lo golpeó en las costillas tan fuerte que se las rompió y del impacto lo estrelló en el muro a su izquierda. El muchacho emitió un grito de dolor y se levantó como pudo, Tiare se acercó con lentitud y antes de que pudiera correr infringió dolor por medio de su mente, el joven cayó y se retorció olvidándose del daño en sus costillas. Allí permaneció torturado bajo la mente de Tiare y cuando estuvo a punto de perder la consciencia Tiare se detuvo. El joven lloraba desconsolado pues ya entendía que moriría. Entonces, la hija de la noche lo cogió del cuello y lo levantó, volvió a morderlo mas no bebió de él, en vez de eso fracturó el hombro derecho. El muchacho chilló y volvió a intentar huir cuando Tiare lo depositó en tierra y tan pronto lo vio alejarse volvió a abalanzarse sobre de él, esta vez le enterró sus uñas por la espalda y desgarró no sólo la camisa, sino también la piel que sangró, el hombre gimió y su llanto no era suficiente para alimentar el dolor que Tiare provocaba, el joven cayó en sus cuatro extremidades y con una patada fracturó la rodilla derecha impidiendo que se pudiera levantar, luego, tomó una de sus manos y dislocó el brazo para después arrancarle la mano. Y cuando el muchacho estaba por perder el conocimiento ante tanto dolor, Tiare lo levantó del cuello, lo besó en la comisura de los labios y susurrándole le dijo —yo soy dueña de la noche... y ahora seré la dueña de tu alma— y le quebró el cuello.

En el pantano, dos horas después...

—Este es el lugar perfecto— dijo al fin y miró el cadáver sucio, ya no mostraba rastros de quiern era, la porquería de ese ambiente lo había desfigurado cosa que no le importaba a Tiare, tan sólo le importaba deshacerse de ese cadáver y encontrar a alguien más para cubrir su apetito. La hija de los milenios alzó la muerto mirándole por última vez y lo arrojó a las aguas pantanosas, el cuerpo poco a poco se fue hundiendo hasta desaparecer. —Espero que no les provoque indigestión a los animales marinos— rió unos instantes y se dio media vuelta contemplando el camino que había dejado el cadáver, pero no se movió, se quedó ahí como si alguien también estuviera presente.

por **Elijah Fray** Miér Oct 09, 2013 9:32 am

“La oscuridad se aproxima… Ya no se ve nada… Pero yo todavía puedo verlo…”

Había caminado durante quizás horas, ya no lo sabía. Se perdía en cada instante y simplemente se dejó llevar por el camino…Sin embargo los hilos del destino darían su puntada haciéndole crecer una pequeña chispa de curiosidad en su marchitado corazón, quizás fue el destino, quizás la casualidad, el azar…nunca comprenderá porqué pero sus sentidos le advirtieron de una presencia familiar.

Pudo escuchar un grito, aquel grito de cuando se parte el alma, el grito de la muerta. El cual es antecedido por aquellas oraciones que los creyentes de la fe repetían creyendo que realmente existía algo que los escuchaba, como si realmente una entidad pudiese recibir todas las plegarias y cumplir las que tuviese la gana de cumplir…quizás hasta hubiese deseado que fuese de esa manera.

Los sentimientos eran algo que afloraba demasiado rápido, siempre que una persona sentía algo lo comunicaba, era imposible negarlo. Así como cuando se enamoran dicen sentir mariposas, o cuando sienten odio quieren destruir, gritan y golpean cosas…Ellos están presentes en todos y no pueden evitarse. Ni siquiera los vampiros pueden escapar de su placer y tortura eternos…A menos que los escondas, ignores sus susurros y comprendas que algunas cosas son mejor sin ellos.

Llamó enteramente su atención, la curiosidad lo hizo seguir aquel pedido de auxilio. La vio pero ya era demasiado tarde como para siquiera pensar en salvar al chico. ¿Lo habría salvado? Seguramente hubiese dependido de su humor. Decidió que no había mucho para hacer aquella noche y lo consiguiente seguiría al vampiro en cuestión.

Así fue como permaneció al margen, observando como aquella arrastraba el cuerpo del joven sin vida por el pantano deformando sus facciones, o lo poco que quedaba de ellas. Le parecía gracioso ver aquello, sentía como si se encontrase frente a una vampiresa muy impulsiva, vengativa, loca. Loca era la palabra adecuada con la que él la describiría.

Se detuvo, y apareció la hora de darse a conocer… ¿Qué tendría de interesante ésta vampiro? Lo averiguaría en ese mismo instante. El viento daba señas de su llegada siendo como siempre un aliado traicionero una leve brisa inundó el lugar, este viento llevó su presencia y la paseo por todos lados marcando su llegada.

-Es interesante lo que hiciste con ese cadáver...- Se limitó a decir.

Una noche de malicia, una noche de muerte... | Libre

Una noche de malicia, una noche de muerte... | Libre

Re: Una noche de malicia, una noche de muerte... | Libre