Comida francesa a domicilio (Libre)

Ahí estaba ella, de nuevo llegando a París, alguna vez cuando era pequeña había vuelto y hoy se reencontraba con aquella ciudad. La noche ya reinaba por el rumbo y sus manos se encontraban cobijadas en el abrigo color beige que portaba, los cabellos le bailaban delante del rostro y se dedicaba a observar la luna buscando respuestas a preguntas que no había formulado.

Se encontraba parada en el balcón del hotel en donde había pedido que se le alojara por un par de días en lo que localizaba alguna residencia decente para ella, pero todavía eso no era de primera necesidad, sus dedos escaparon de la prisión que le habían puesto y se posaron en el metal que la protegía de cualquier accidente, por mucho que ella intentara no había forma de encontrar el calor que había perdido siendo humana, la torpeza que la caracterizaba cuando pequeña se había disipado, pero había sido la misma que la había orillado a tener que vivir de noche.

Entró a la habitación dejando la ventana abierta y las cortinas bailando ligeras con el viento, por ahí sería su entrada cuando llegara por la madrugada, suponía que en ese momento tendría que alimentarse, debía hacerlo antes de volverse loca, podía sentir como la garganta le raspaba y si se topaba con alguien al día siguiente con aquella sensación seguro que no se fijaría si alguien la veía o no, simplemente actuaría, lo cual sería una verdadera desgracia para ella y  para los de su especie, poco a poco había entendido que era aquello que llamaban "sentido de supervivencia"; no tenía otra opción más que seguir con la eternidad que había elegido para ella.

Salió a toda prisa del hotel y comenzó a vagar, la realidad es que aún no sabía a donde o por qué, sólo sabía que tenía que empezar a confundirse con las sombras que se dibujaban en aquellas aceras y eso fue lo que comenzó a hacer, no sólo vagaba su cuerpo, también su mente, ella había bloqueado la propia por cualquier cosa que pudiera encontrarse en el camino, pero se estaba dedicando a inspeccionar la de los demás con detenimiento, aún no sabía bien que era lo que la hacía beber de determinada persona, por el momento sólo buscaba que ese "algo" apareciera detonando por completo su sed y entonces poder jugar al gato y al ratón, tal como a ella le agradaba, sonrió para sí misma con la sola idea.

Se había ido a meter a sitio que "no debía" se notaba por el aroma diferente, pues olía a podrido, a orín, a basura, la oscuridad era mucho más marcada y el silencio completamente sepulcral, aquello era un buen sitio para algún "animalillo" que se perdiera, vería quien podría llegar a ser su primer presa, esperaba con ansias mientras bajaba un par de escalones con cuidado, observando a su alrededor, esperando que de algún modo el silencio fuera su cómplice.