Las oraciones cultivan nuestra salvación || Annette/Ricardo Père-Lachaise

Entonando el último susurro del crepúsculo, rezo para poder salvar mi alma que en estos días estoy maldita con aquello a que le llaman inmortalidad…aunque no sea del todo una inmortalidad perpetua. Llevo encima una maldición que otros consideran quizás como una bendición. Las marcas de mi lado derecho se reparten por mi cintura, espalda y glúteo que me recordaría aquella noche, cada vez que me bajo la cremallera del vestido, cada vez que me quite el corsé, cada vez que tenga enfrente un espejo y vea esas marcas, recordaré la noche en la que morí y reviví como alguien diferente. Parecen rayos que caen y mi cuerpo es la amplitud del cielo. Mis ojos azules son las estrellas donde nacen aquellos tormentos en los que caen lágrimas que se tornan en una lluvia torrencial, cayendo a través de la fría y pálida tez de mi cuerpo, pero mis cabellos son oscuros, suaves y lacios que se pueden moldear con facilidad con un poco de paciencia, unas horas, quizás roda la noche mientras dejo mi mente en blanco e intento soñar plácidamente. Tengo unas pecas que me dan un toque dulce conforme a lo que se refiere la gente, mis mejillas se ruborizan continuamente o con cualquier halago que pueda recibir de un cumplido aunque en invierno, se enrojecen igualmente al igual que mi nariz. Me dicen Rudolph, es un apodo que tengo en invierno, en primavera es aguanieve, en verano soy ojos como el océano, o sea “Sea” y en otoño, me llaman sunshine.

Soy lo contrario a mi hermanita –Sonríe-

Lo primero de todo. No soy un monstruo, solamente un alma atormentada por dentro, pero por dentro tengo la bendición de los genes de la familia. De aquella que me vio nacer y de la que mi hermana pequeña, Annette disfruta ahora. Mis cabellos son rizados, oscuros y con algún toque rubio oscuro por parte de madre –quizás- Mis ojos son azules como los de mi hermana, mi padre, mi madre, etc, toda mi familia en verdad. Hemos salido igualitos, aunque mi prima de sangre es rubia y de ojazos verdes. Como dicen, siempre alguien tenía que ser la oveja negra de la familia, pero es solo una broma para romper el hielo. Mi tez es pálida aunque cubierta con una espesa barba morena al igual que el tono de mis cabellos. Siempre una sonrisa llevare puesta incluso en los tiempos que corren de tanta malicia que hay. Mido 1,80m, llevo una talla “M” aunque eso poco importe mucho la verdad. Me gusta tener mi ropa hecha a medida. Sé que es un gasto de un noble, quizás un capricho, pero para Anni y para mí, es necesario. No me gusta vestir con colores llamativos, puede que en alguna fiesta me vista con tonos borgoñas o algún tono ocre, pero en lo que a ropa respecta, no me suelo preocupar mucho, Annette tampoco suele hacerlo a menudo.

Annette es la reencarnación de aquello que nadie ha tocado, olido o ni siquiera degustado con la vista o el gusto de sus labios. Mi hermana es sin querer, la que ejerce una extraña influencia sobre cada hombre normal o sobrenatural del clan o no. Cuando llegué a Paris de nuevo, sé que algo había en ella que la agobiaba, un secreto que ahora lo evita y evita decírmelo. No le gusta que la agobien en cuanto se trate a guardar secretos, es muy callada la mayoría del tiempo, muy devota a Dios, dulce, atenta, algo ingenua, creyéndose cualquier cosa, pero siempre estoy a su lado por si me necesita alguna vez o la mayoría del tiempo en busca de consejo. Se nota un poco solitaria solamente con mi compañía, es muy modesta, gentil y bastante humilde.

A mi hermano, tan solo le describe una palabra y es obsesión. Su manera de cuidarme es entendible por lo que nos pasó con el clan al que ahora estamos, pero somos un poco más independientes, con gente de fiar. Ricardo tiene la tendencia de ir las noches con sus armas y practicar a disparar, a luchar con la espada o algún que otro arma. Me da miedo que haga esas cosas, las puede hacer de día, no me importa, pero él insiste en que no debo ver estas cosas ya que pueden hacer estragos en mi mente. Me suele proteger, y creo que protegería bastante bien a aquella persona con la que mi hermano estuviera predeterminado a estar. Pero es cabezota, bufa demasiado, se frustra con facilidad hasta puede coger odio rápidamente. Yo le digo que respire lentamente, pero en ello es bastante independiente. También es bastante devoto a la palabra del señor –se hace un evangelio- como yo, creyendo en él hemos conseguido salir adelante, yendo por el buen camino que nos guía la luz del señor.

Son dos personas que han permanecido desde siempre en Paris. Nunca han conocido nada más aparte de las calles, lagunas o bosques que Paris pudiera brindarle. Han crecido, Ella, Ricardo y su hermano menor Pablo. Los tres vivían con sus padres. Eran una familia y aún siguen siendo muy devotos hacia Dios y hacia la salvación que aquello pudiera darles. Se sentían a salvo. Ricardo se fue con el ejército a la edad de 26 años justo cuando Annette tenía quince años y Pablo tan solo 8 años. Annette sintió mucho la partida de Ricardo para cuando se fue hacia la guerra. Sujetaba con fuerza el cuerpo de 8 años de su hermano para que no llorase y fuera hacia el carruaje que lo llevaría hacia allá, hacia algún lugar alejado de la mano de Dios. Desde que aquel día, ella creció bastante favorable a manos de su padre y ella cuidaba de su hermano pequeño. Su madre había desaparecido, nadie sabía de ella desde la noche que fue a cenar con sus amigas a su club de la iglesia. Días después, todo se resolvió.

Todo parecía haber dado un giro de 180º sin que nadie lo quisiera. Su madre había sido encontrada muerta en una esquina de un callejón de parís, muerta, desangrada y dios sabe si también la violaron por las pocas ropas que encontraron con ella. La noticia que fue a llegar a los oídos de Pablo, era la de que: “Mamá, se fue unos días fuera de la ciudad, con unas amigas. Volverá” Ya claro que esta, que habían encontrado a todas las mujeres violadas, entre ellas su madre. Todo iba de mal en peor. Comenzaba a pensar si sus oraciones estaban comenzando a cansar a su señor Jesucristo, pensó también si había cometido algún error, pero, no sabía cuál. Las cosas que ella amaba, se estaban alejando cada vez más y más de su lado. Su hermano en la guerra, ya hace un año que no lo ve, ella ya está por cumplir 16 años, están en la víspera de su aniversario y algunas penas han sido olvidadas con positivismo.

Tenían un amigo de la familia el cual era muy cercano a los Pêre-Lach, alguien que había cuidado de los pequeños Annette y Pablo cuando los señores no estaban presentes. Les leía cosas de la biblia, les decía que no se tomaran tan a pecho todo pero que si creyeran. Escucharon de una cofradía, una santidad que obtenían la ayuda de aquellos que se hacían llamar inquisidores, personas que se dedicaban a buscar a herejes entre los fieles, infieles que no siguen la palabra del señor,  que no creen en lo que su señor Jesucristo creo con su fe. A Annette aquello le parecía sacado de una fantasía ¿De verdad existían? ¿Se ocupaban de eso de verdad? Su hermano pequeño, Pablo, en cambio el no parecía compartir la misma opinión, sino una más sombría, escondido entre el abrazo que le daba su hermana. La última noche que hablaron con ese amigo de la familia, les conto sobre peligros que últimamente estaban a la orden del día, peligros que solamente los inquisidores y unos malos cazadores de poca monta podrían hacerse cargo.

Entonces se preguntó cómo le estaría yendo a su hermano Ricardo. En su última carta, había escrito muy pocas letras, palabras apenas legibles a causa de la tinta húmeda y borrosa quizás por haberla escrito en mitad de una noche de lluvia. Habían pasado varias noches en las que todo había concurrido con tranquilidad. Aquel amigo jamás volvió a aparecer ya que su padre apenas salía de casa si no era con una botella de vino recién bebida antes. Ahora, era de noche, y estaban los tres en la sala de estar. Annette estaba con el punto de cruz y Pablo leyendo lo que su hermana le había dado, un libro de pocas hojas pero de una temática que a Pablo le interesaba, y de repente, llamaron a la puerta. Ninguno fue a abrir hasta que su padre decidió hacerlo, ellos se quedaron atrás y Annette tuvo un presentimiento. Aparto a Pablo de en medio para ponerlo a salvo, y cuando su padre abrió la puerta, esta vio a un lobo entrar en la casa, atacar a su padre, matándolo frente a los ojos de ellos dos. ¿Qué era esto? ¿Quién era la gente que había en la puerta? No se habían dado cuenta, pero había más personas, entraron de repente, uno la tomó de las manos para atárselas y atar esas ataduras a un saliente de la pared que iba en pico y colgarla, no era demasiado alto así que podía tocar el suelo con los pies, grito el nombre de su hermano, que corriera inmediatamente, pero fue atrapado antes que pudiera hacer nada, no podía hacer nada, ella estaba atada y sin poder evitarlo, vio cómo su hermano era asesinado, vio como le rebanaban el cuello.

-¡NOOOO! –Annette grito intentando soltarse de su agarre, pero no podía, estaba llorando sin evitarlas, vio a uno de ellos como se acercaba a ella para acariciarle la mejilla con cierto morbo, ella le mordió la mano, este la aparto y la abofeteo, la tomo de las caderas y la levanto a la altura de las caderas de este-…No…no por favor…-murmuro mirando con gran tristeza hacia el suelo, sintiendo en su centro la erección del otro bajo los pantalones.

-Caballeros…-rio aquel que la tenía presa de las caderas, que comenzaba a rozar su erección contra su sexo-…..Vamos a necesitar un momento a solas…-levanto ambas cejas a la vez que sonreía victorioso, moviendo más y más sus caderas, vio el rubor de la joven, con una mano libre casi arrancó el escote de su vestido si no hubiera sido por aquel que se había unido tarde a la celebración.

Annette había salido ilesa de una posible violación.

Ricardo había llegado de la guerra unas semanas antes de lo previsto. La había salvado a ella, pero no a su padre ni a su hermano – Ricardo…-murmuro mirando con lágrimas en sus ojos a su hermano mayor, suplicándole que le desatara, pero no le hizo falta humillarse más, el mismo lo hizo, le quito las vendas y solamente miro a los demás mientras abrazaba a su hermana – Fuera…-murmuro mirando a los dos que aún seguían en la casa. Tomaron al que estaba inconsciente en el suelo, se fueron, se quedaron…completamente solos.

A partir de esa noche, las cosas habían cambiado en aquella familia. Annette era cuidada por su hermano, ella acotaba todo lo que le decía, y lo seguía al pie de la letra, sonriendo algunas veces otras no. Ahora rezaban por toda su familia. Ricardo no se movió de Paris ni un día para poder perder a su hermana. Estuvo a punto de hacerlo, pero no, aquello no llego a pasar. Ambos eran una pareja de hermanos que se cuidaban entre sí, Annette iba casualmente a la iglesia, era más devota de lo que era su hermano que tenía reuniones secretas con el sacerdote y un gremio de licántropos al que ahora pertenecían. Para poder tener una salvación a su alma, se aliaron a unas personas que les gustaba cazar sobrenaturales. Entonces volvieron a ver a aquel amigo de su padre a quien dejaron de ver. Ambos le contaron lo que paso aquella noche, Annette lo recordó y se puso a llorar. Ricardo la animaba cuando podía, todos los días la llevaba flores.

Pero un día, cuando estaban Ricardo y ella volviendo de la iglesia yendo a su nuevo hogar, fueron atacados por varios del clan en el que se habían metido, atacados por seres a los que se les conoce licántropos. Volvieron a huir, fueron a una mansión abandonada la cual era ahora su hogar permanente. Consiguieron recuperar pertenencias, lo demás lo quemaron. Ahora comenzaban una nueva vida, en la que esperaban a un futuro mas brillante.

☻ Annette le gusta pintar en carboncillo
☻Le gustaria tener una mascota, pero su hermano no quiere animales en casa.
♠ Ricardo protegerá a su hermana, no quiere que la hagan daño nuevamente.
♠ Ricardo ama practicar con sus armas dia si y dia también.