La bestia contra la inmortal. [Privado]

Mis manos se agarraban a las cuerdas que conformaba el ring. Ojos cerrados, respiración tranquila. Sentía la presión sobre mis hombros... No era por mi rival, no... El mundo ya había entrado en mi ring, estaba cerca de ganar lo que necesitaba para enfrentarme a ese hombre de nuevo. Estaba ansiosa, había pasado ya mucho tiempo desde que probé el amargo sabor a la derrota y solo una cosa era segura, no quería probarla de nuevo. Los sueños de mucha gente también estaban en juego si perdía, confiaban en mi y en que dejaría todo sobre el ring con tal de entregarles lo que necesitaban. Ese era mi trabajo, esa era mi vida ahora. Es cierto, había tomado un rumbo bastante distinto y ahora...

La campana sonó y mis ojos se abrieron como los de un tigre con la vista fija sobre su presa. El hombre que tenía frente mio... Un español, de contextura gruesa, era todo músculo y me doblaba en todo. Cualquiera pensaría que estaba a punto de presenciar mi muerte, pero ya sabía como iban a ser las cosas. Íbamos a tocar fondo, el más fuerte quedaría de píe como el ganador. Era hora...

(…)

Estaba agotada... Ya había pasado el límite de mi resistencia física. Todo mi cuerpo pesaba, pero mi mirada seguía firme y asesina a los ojos de mi rival. Ambos estabamos furioso, podía comprender que el estuviera aún más. Ser ridiculizado por una mujer, en esa época y en un lugar donde solo los hombres más fuertes se atreven a entrar. La esquina del ring estaba a mi espalda, estaba acorralada. Todo el público me pedía que saliera de ahí, pero sabía que había solo una forma de escapar. Mis brazos se pusieron una vez más en guardia, pero fui demasiado lenta un golpe duro en el rostro basto para dejarme inconsciente...

¿Por qué tenía que seguir peleando? ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué si quiera había pensado en enfrentarme a ese hombre?...

– 5, 6, 7... – Podía escuchar una cuenta... ¿Había caído otra vez?... Podía ver a alguien en el suelo... Espera... ¿Lo noquee? Si, no se como, pero el estaba en el suelo y yo de píe. Sentí como la sangre comenzó a hervir nuevamente. La rabia comenzaba a llenarme por completa. No podía recordar como lo había noqueado, no sabía con que puño lo había tirado al suelo.

– 8... – El hombre parecía estar levantándose y para sorpresa del público mi puño golpeó con fuerza la esquina donde me encontraba. – ¡Levantate niñita, mandaré tu dolido trasero de vuelta a España! – Estaba furiosa, el público guardó silencio. Era primera vez que me veían así. El hombre se puso de guardia y apartando al referí con un puño comence a golpearlo como un toro sin frenos. Izquierda al rostro, derecha... Lo tenía contra las cuerdas. – ¡Hora de decir adiós maldito! – Volví a gritar y una mortal izquierda en el rostro fue lo suficiente para lanzar a mi oponente fuera del ring. ¡Victoria!

(…)

Así acababa la noche. Ahora salía de las zonas abandonadas, a paso lento y pesado. No quería encontrarme con nadie. Estaba en pésimo estado, sentía el mareo de los golpes aún, lo que entorpecía bastante mi equilibrio. Llegué a los bosques cuando sentí que alguien me perseguía. ¡Maldición! No me iban a dejar tranquila... Por unos minutos pensé que era Vibeke, pero la inmortal estaba ocupada con otros asuntos esa noche.

Me di la media vuelta y pude ver a cinco hombres. Cada uno con palos y mirada desquiciada. Los conocía, era la misma pandilla que comenzó a golpearme desde que estaba en el orfanato. – La basura nunca aprende... – Dije molesta. – No estas en condiciones de responder, preparate Fergie. Aquí se acaba todo – Dijo uno de los sujetos que se avalanzó sobre mi levantando su arma, alcancé a esquivarla, literalmente por los pelos. Durante la pelea reciente un golpe en la ceja hizo que sangrara y ahora con el roce de la madera volvía a sangrar.

Parecía ser realmente mi fin... No podía ver un carajo por el ojo izquierdo y eran cinco contra una. La rabia volvió a flor de piel. Simplemente no tenían cojones, me atacaban cada vez que estaba en las peores condiciones. – ¡Ahora si los mato! – Grite con furia.

(...)

La pelea casi duro 15 minutos, pero ya había sido. Solté al último de ellos que había quedado en píe. Estaban todos inconscientes ya. Debían agradecer que no me convertía en un asesina aún, a pesar de que muchas veces mi vida había corrido peligro. No tenía aliento para hablar, los píes me pesaban mucho más que antes. No podía llegar a casa así. Una ceja sangrante, llena de moretones en los brazos y espalda. Tss... Esos malditos si me dieron una buena paliza esta vez.

Seguí avanzando, aunque ya era puro instinto. Escuche agua correr cerca mío, estaba sedienta... Comencé a correr hasta el río bastante torpe. Con el dorso de mi manga logre quitarme la sangre de la cara para ver que mis oídos no me estaban engañando. Si había llegado al río. Me senté sobre mis nalgas y me di tiempo para disfrutar de la brisa. Por fin, paz...

Mi puño se apretó cuando miré hacía el cielo estrellado y una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Lo había conseguido, me había hecho más fuerte. Ya estaba enfrentando al mundo, primero un estado unidense y ahora un español. Estaba cerca de conseguir lo que quería y no iba a permitir que nadie se interpusiera en mi camino. Suspiré cuando mi visión comenzó a nublarse de nuevo. La sangre seguía corriendo y seguramente había dejado un rastro bastante grande en el camino. Negué con la cabeza y me incliné hacía el agua para tirármela en la cara.

Se sentía bien a pesar del frío de la noche. Aunque no detenía del todo el sangrado iba disminuyendo. También intentaba en vano limpiarme la ropa, había sido mucho lo que había perdido. ¨No más peleas por hoy...¨ Pensé para mi misma, estaba agotada y necesitaba descansar, al menos pasaría unos tres días en cama. Un muy merecido descanso sin duda alguna.

Sudor... Por más que intentaba pasarme la tela ensangrentada pude notar como no sacaba más sudor de mi cuerpo ni de mi cara... Malas noticias para cualquier luchador, tanto fuera como dentro del ring. Mi mirada se agudizo bastante en la tela, solo húmeda por la sangre que me había quitado recientemente. Las peleas del tipo que tenía, sabía como funcionaban... Más músculos significaba más fuerza, para emplear más fuerza se necesitaba más sudor y mientras sudara significa que aún me quedaba resistencia física. Había tenido muchas noches como esta, pero estaba al límite, solo podía hacer dos cosas para seguir adelante... Una era dejar de luchar, lo cual claramente estaba fuera de discusión; no rotundo. La segunda opción era subir de peso y transformarlo en músculos. Para una mujer sobre todo en aquella época significaba un desafío enorme.

– Tss... Así es como será entonces... – Me dije a mi misma, acostumbrada a hablar en voz alta cuando estaba sola y sumida en mis pensamientos. El propio sonido de mi voz no me permitió escuchar la piedra que mi supuesta victimaría había lanzado y agarrado con la palma de su mano. Solo pude darme cuenta de su presencia cuando lanzó la piedra al río. Una rápida mirada a este y ya la tenía frente mío, a una distancia que pocos golpes de los que podía lanzar se denominarían como destructivos de no querer utilizar contragolpes, el problema de estos últimos es que se basaban en el ataque del oponente. Hasta entonces si no era por mi instinto no podía percibir sus intenciones.

La vi moverse y caminar hasta mi mientras hablaba. No podía negar su atractivo, aunque sea por el lado sentimental, no quería admitir que era parecido al de la mujer que ya me había entregado. Además percibía en ella algo mucho más peligroso... Sabía que Vibeke podría haberme matado cuando quiso, pero ahí estaba viva... Lo que sentía con esta mujer era distinto. De no haber sido por lo que había vivido hasta entonces seguramente habría corrido o me habría dejado llevar por la inocencia... Empero había algo... Oscuro, malvado... En cierta forma lo entendía, pero no quería aceptarlo.

Así como estaba no podía hacer nada más que fruncir el ceño cuando sentí su helado dedo pasar sobre mis cejas y dejar que jugase con mi cabello, dándole a entender que realmente le pertenecía, mas no había hecho nada para merecerlo. Hasta el momento solo podía sacar dos conclusiones... Era una inmortal como Vibeke y Alexalmo o tan solo era una desquiciada que se llenaba solo con el sufrimiento ajeno... Cualquiera fuese el caso debía irme con cuidado. Algo me decía que mis conclusiones no eran erróneas, mas mi mayor temor era que las dos fuesen correctas. ¿Podrían serlo?...

Sentí el golpeteo en mi cabeza y casi al unisono me levanté con ella. Mas mi testarudez me hizo acercarme a una distancia aún menos prudente. Mi mirada se mostraba llena de odio. No podía soportar de forma alguna a la gente como ella, mas el mero hecho de no estar en condiciones para hacerle frente no podía hacer más. De ser inmortal sabía que solo buscaba una cosa... ¿Saldría viva de aquello si se la daba tan fácil?... No tenía como adivinarlo, mas no podía hacerlo. Me había entregado en cuerpo y alma a una mujer, aunque esta tampoco pudiera serme leal yo estaba convencida de que si podía serlo con ella y la que tenía en frente no tenía merito alguno para tomar mi sangre. Solo se estaba aprovechando de mi condición actual.

– De haberme seguido por más tiempo habrías entendido que esos sujetos solo duraron en píe lo que duraron porque... – Me detuve unos segundos a pensar... Los moretones que tenía no me lo habían causado ellos, si no el español que enfrente sobre el ring. ¿Debía darselo a entender? ¿Tendría clemencia alguna conmigo? Sacudí la cabeza... ¨No seas estúpída Fergie, ya esta teniendo bastante, sabes como son las cosas fuera del ring mejor que nadie...¨ Pensé para mi misma. Era cierto, de querer matarme ya lo habría conseguido, solo quería jugar conmigo. Lo que debía hacer era mi mejor esfuerzo para mantenerme con vida... No podía hacer nada más, el momento para levantarse y golpear no era ese. El hecho de que mi sudor se había acabado lo decía. Mientras más pudiese descansar mejor. – Me pasee el día entero peleando... No estoy en condiciones, si lo que quieres es pelear puedes buscarme luego y lo arreglamos en el ring... – Dije segura... No tenía miedo, solo estaba siendo cuidadosa, aún cabía la posibilidad de que fuese inmortal y solo quisiera mi sangre. De ser así ya no me quedaba de otra que entregársela aunque no quisiera.

– No voy a combatir en otro lugar que no sea ese... – Fui bastante honesta al decirlo. Si seguía peleando en las calles no era nada más porque mi vida dependía de ello y lo que ganaba cada vez que salía victoriosa en el ring me hacía comprender muchas cosas, crecer como persona y querer seguir viva a toda costa. Entendía quizás aún mejor que la mujer que tenía enfrente como se arreglaban las cuentas en la calle. Vida o muerte, no había más que eso, era el límite. El más fuerte sobrevivía. Estaba agotada de eso, por eso me subía al ring, porque mis puños valían mucho más que seguir viva y el público a pesar de lo que diga cualquier aficionado era eso lo que aplaudía; entrenar duro para ganar y mostrar lo que valía, no solo como luchadora sino también como persona.

Me acerqué más a ella... ¿Por qué seguía mostrándome desafiante? Sabía que no era bueno... Mis vista se agudizo aún más al verla directo a los ojos, como si intentara ver a través  de su alma. Era un desafío como solo los valientes se atrevían a aceptar. De no aceptarlo... ¿Qué debía hacer? No podía valerme de mis puños entonces, de no aceptar el desafío estaba frente a una mujer que no iba a dudar en matarme si lo deseaba, frente a una mujer que no significaba nada la vida de cualquier ser. De ser así... Realmente tendría mucha suerte de salir con vida... Mis puños se apretaron con fuerza, tenía un desafío frente a mi mucho más grande del que pudiese imaginar y planeaba enfrentarlo como la campeona que quería ser. No iba a retroceder un solo centímetro ante ella. Si quería mi sangre tendría que ganarla. El haberme enfrentado ya a un inmortal y haberme entregado a una... Me decía que había mucho en juego entonces, pero que si debía perder mi vida en el intento al menos debía perder con la cabeza en alto, como siempre había vivido y como realmente quería morir.

Sentí la fuerza más que controlada con el primer empujón de la mujer. Retrocedí medio paso, cambiando de píe de apoyo y poniéndome en guardia por mero instinto. Mis pupilas casi se dilatan al escuchar las palabras de aquella mujer, miedo y sorpresa a la vez. Era una desquiciada, realmente lo era... Conocía muy bien ese tipo de gente, me había enfrentado a uno en el ring y la cosa no resulto muy bien. ¿Qué debía hacer?... No podía correr, tampoco iba a hacerlo... Solo había una salida de aquella situación. Sus manos comenzaron luego a tocar mi rostro. Era un frío conocido, bastante. Ya había cedido una vez contra una inmortal. Aquella especie aún era desconoocida para mi, pero sabía de lo que se alimentaban y que poseían una fuerza sobrenatural bastante difícil de corromper a puñetazos limpios. Empero... Alexalmo... Cierto, mis puños si eran capaces de noquear a un inmortal... Aquel golpe fue suficiente para hacer que tambaleara, luego fue todo cosa de seguir golpeando. El cerebro de un vampiro seguía siendo frágil como el de un humano cualquiera, el verdadero desafío era alcanzarlo y golpear lo suficientemente fuerte como para hacerlo flaquear.

En eso pensaba cuando sentí sus fríos labios sobre mi frente mientras me abrazaba... ¿Realmente tuve suerte al noquear a ese vampiro que no quería pelear? ¿Podía también hacer lo mismo ahora?... No estaba segura aún de que aquella mujer lo fuese, a pesar de que fuese solo una humana desquiciada, sabía muy bien que en el estado que me encontraba debía irme con cuidado o todos mis esfuerzos habrán sido en vano. No podía morir ahí... No sin haber derrotado a todos mis rivales en el ring y sentirme de una vez por todas satisfecha.

Sentí entonces la fuerza con la que me sujetaba la cintura, pero mis nervios eran de acero y no permitirían que el miedo fuese a paralizarme. ¨No vayas a dejar que ese falso orgullo te destruya de nuevo, quiero disfrutar golpearte una y otra vez pequeña insulsa...¨ Un leve brillo de coraje se pudo notar en mis ojos cuando escuche esas palabras en mi cabeza. Eran las palabras de aquel hombre que fue capaz de derrotarme en el ring, aquel por el cual perdí todo y jure a mi misma nunca tocar fondo de nuevo. Debía luchar, lo sabía... No podía dejar que aquella mujer tomase posesión de mi y menos después de haberme entregado a otra.

Mi sangre comenzó a correr con fuerza, cuan río salvaje busca desembocar en el mar durante una tormenta sin fin. Sabía muy bien que estaba pasando, no entendía muy bien el peligro, pero eran mis deseos de seguir con vida. Explosivo, brutal y salvaje fue el puñetazo sorpresivo que se lanzó por mero instinto. Una izquierda que nunca dio aviso, simplemente salió para impactar entre las cejas de Leer y aprovechar el momento para salir de entre sus brazos.

Entendía muy bien lo que pasaba... Ya no importaba que tan canasada estuviera, que tan mal herida me encontrase. Podía mover más de un músculo. Así mismo ella podía romperme todos mis huesos, pero mientras pudiese mover una sola parte de mi cuerpo... Con eso bastaba y tendría deseos de sobra para tomar en cambio su vida. – No te has ganado ni ganarás esos privilegios... – Respondí en tono agitado, estaba realmente molesta y sentía como algo más quería despertar dentro de mi... Algo que nadie hasta entonces había conseguido ver.

– Más te vale marchar por donde has venido o no dudare un segundo en golpear cada parte de tu miserable ser – Amenace mientras mi cuerpo entero comenzaba a prepararse para el último esfuerzo de la noche. Matar... La rabia... Podía sentirla hervir en mi sangre, ya no había nadie que pudiese detenerme, estaba consciente de ello mas no me interesaba el resultado final de aquel encuentro. Solo había una cosa que podía hacer entonces y estaba más que determinada a hacerlo.

Ya no podía entrar en razón. El acto de la inmortal simplemente no servía de nada, estaba segura de que era una sádica desquiciada, un ser repugnante y que no tenía respeto alguno por su oponente. Parecía más bien una niña mimada en el cuerpo de un adulto, eso pensaba cada vez que seguía su actuación. Mi golpe fue efectivo y por un segundo me creí que había logrado aturdirla, pero el hecho de que se acercase cada vez más a mi me hizo retroceder al menos un paso. Mas entonces temí el no sentir la verdadera fuerza de ella.

Sentía que poco a poco me iba quedando sin respiración. Era una pesima actriz más lo compensaba con esa fuerza, bastante similar a la de Vibeke o Alexalmo y ninguno había recibido un entrenamiento tan duro como el mío. ¿Cómo era posible que seres tan fuertes existiesen? No podía tolerarlo pero tampoco tuve tiempo para reaccionar. Entonces sentí que mi sangre se escapaba por las uñas de ella y sin darme cuenta ya estaba luchando por mantenerme a flote sobre el agua. Sentía un gran cansancio y como el cuello me ardía, pero debía moverme rápido o terminaría ahogada. No quería que mi vida se terminase así, era muy pronto. A penas escuchaba las palabras de ella, pero cuando ya no las escuche basto muy poco para encontrarme bajo el agua colgando mis brazos sobre su cuello. No pude evitar sonrojarme cuando puso su dedo sobre mis labios. Después sentí como agarraba mi nuca. Comprendí que era lo que quería... Era lo que necesitaba para salir con vida de esa y mi cuerpo de pronto se relajo a pesar de la falta de aíre.

Los colmillos de una inmortal nuevamente se clavaron en mi cuello y como si de una droga se tratase me deje llevar por aquel sentimiento. El que mi vida dependiese de una extraña solo lo hacía más agradable y tentador. De súbito la escuche hablar de nuevo y negué con la cabeza, entendía muy bien ya que no estaba en posición de golpearla, debía hacer como ella decía y cumplir sus caprichos si quería volver a los brazos de Vibeke. Aquello era todo nuevo, por primera vez en mi vida a pesar de haber crecido en la calle sentía miedo por mi vida, que estaba desamparada y a la merced de la mente desquiciada de una extraña. Lo había conseguido, finalmente me había doblegado y era eso lo que más me dolía en ese momento.

Debía controlar mis impulsos y siguiendo su voz dejé que me sacase del lago. El hecho de que le gustara me dejaba algo más tranquilo, pero aún no cumplía ninguno de sus caprichos y eso era lo que más temía. Una vez libre de moverme la escuche hablar y asentí a cada pregunta que me hacía. No podía hacer más, menos sangrando y luego de haber descubierto de que clase de ser se trataba. Sabía que no tenía oportunidad alguna, no en ese momento.

Me acerqué a ella con la cabeza gacha, mostrando algo de arrepentimiento, aunque no fuese el que Leer quisiera ver de mi, me daba igual. Solloce un poco, la falta de aíre me había afectado más de la cuenta. – Lo siento. No volvere a tocarte... – Dije entre lágrimas y la mire a los ojos. – Soy Fergie...   –  Me mordí los labios, no quería decirlo pero debía hacerlo... - Para servirte...

Solo hasta entonces que la adrenalina de la noche comenzaba a reducirse comencé a notar el cansancio que me había estado aguantando desde que me baje del ring. Era increíble y a la vez un tanto decepcionante ver toda la gente que aún me faltaba por enfrentar en Francia cuando el mundo ya había comenzado a tocar mi puerta. Lo más decepcionante de todo era que toda esa gente buscaba ver mi lado sumiso y la mujer con la que trataba no era la excepción.

Deje que hablara y me regañara sin mirarle a los ojos. No quería que notase el cansancio que sentía mi cuerpo, ante todo siempre era testaruda y mi estilo de vida simplemente me prohibía mostrar debilidad alguna. No quise responderle menos cuando pregunto si estaba cansada, la adrenalina aún seguía a flor de piel y no podía perder el control ahora. Sabía que no tenía posibilidad alguna contra una mujer como Vibeke, eran más fuertes y por naturaleza, aún no podía competir con eso. Trate de relajarme el momento que tomo mi mano, pero solo pude tragar saliva por los nervios. No sabía en que momento iría ella a castigar mi imprudencia. Empero no fue así, sus caricias siguieron y hasta me abrazo de forma bastante posesiva. Mis brazos se movieron pero luego quedaron colgando ante su advertencia. Tampoco tenía ganas de tocarla, sentía que algo malo me iba a pasar y más si usaba la fuerza. Hacía mucho ya que no sentía este tipo de miedo...

Mis mejillas no pudieron evitar sonrojarse al sentir el frío de las ajenas, era algo que ya me estaba gustando, algo bastante similar. En cierto modo estaba consiguiendo darme la calma que estaba buscando. Sentía como el aíre que escapaba de sus labios llegaba hasta mis oídos, aquello no solo consiguió estremecerme sino también soltar un leve gemido. Me estaba entregando a ella y poco a poco comenzaba a gustarme. Cuando se separo de mi me mordí levemente el labio... De pronto ya no quería estar lejos de la inmortal.

El sonrojo en mis mejillas se hizo aún más notorio al recordarle decir que le gustaba. ¿De qué forma? El deseo de que me tomase e hiciese lo que quisiera conmigo comenzó a invadirme de a poco. La curiosidad me carcomía, ¿qué era lo que buscaba de mi? Pero entonces vino algo que no me lo esperaba para nada.

Me estaba ofreciendo su sangre... Lo hizo verbalmente y ahora lo estaba haciendo de forma literal, así como ella probó la mía ahora quería que hiciera lo mismo con la de ella. Eso era algo morboso... ¿Qué debía hacer? Vi como se mordía su muñeca y la sangre comenzaba a correr de esta. Si no obedecía estaba muerta... Debía beber su sangre, simplemente no podía darme el lujo de morir ahí. Aquello se sentía casi como firmar un pacto con el mismo diablo y estaba por sellarlo.

Cerré los ojos algo nerviosa y acerqué mis labios por donde caían las gotas de sangre, dejando que estas lo hicieran entre mis labios y sumisa comencé a beber de su sangre sin saber porque lo hacía. Me había entregado al diablo por supervivencia, no había nadie más y ni yo misma podía evitarlo. Lo único que podía hacer era seguir esperando ordenes de ella y que hiciese conmigo lo que le diese la gana.