[LIBRE]Mi futuro parece un gran pasado

por **Mieri G. Milanova** Mar Jun 16, 2015 3:18 pm

El sol se trasladaba lentamente en su viaje diario hacia el horizonte, para dar paso una vez más a una noche fresca pero agradable. Me encontraba dando una de mis habituales caminatas por el bosque en busca de flores y frutos o piñas guardándolas en la cesta de mimbre que llevaba conmigo, allí reposaban también mis zapatos.

Era agradable sentir la tierra, la hierba…la naturaleza en general bajo mis pies descalzos, relajante a la par que estimulante. El alegre canto de los pajarillos que se dirigían a sus nidos con sus pequeñas crías llenaban el lugar y la suave brisa arrastraba aromas que embargaban a los sentidos. Cerré los ojos escuchando con atención todo lo que me rodeaba, sin prestarle verdadera atención a ninguna cosa en particular.

Los últimos haces de luz dorados del gran astro se antojaban suaves y delicados, haciendo contraste con la sofocante calor de las primeras horas de la tarde, parecían una despedida…una caricia como diciendo “Hasta mañana”. La naturaleza…el mundo que nos rodea…en verdad esta rebosante de belleza, tan solo hay que saber dónde mirar.

por **Anges Østergård** Vie Jun 26, 2015 11:02 am

Corre, corre lo más lejos que puedan antes que te encuentren. Muchas veces había intentado escapar sin éxito alguno, ya que Damien era excelente encontrándola. En ocasiones parecía que esos ataques de ansiedad le llegaban en ciertas temporadas, al parecer cuando en su mente recordaba; gracias a la estación del año tal vez. Algún evento importante que hubiera marcado de alguna forma su vida, en tal caso era muy común que intentara escapar cuando era el cumpleaños de su hija. Gracias a la práctica y el error comenzaban a ver los momentos más probables en donde su necesidad de ir hacia el mundo exterior aumentaría y habían aplicado la técnica de utilizar diferentes distracciones para mantenerla tranquila y sumisa.

Odette, era la fiel cuidadora de Anges, antes había vivido en una pequeña cabaña en un pueblo cercano de la mansión en donde habitaban actualmente. Cuando su esposo murió termino mudándose para poder cuidar a madame Østergård. Nunca pensó que tal tarea seria ardua, pero gracias a lo largo de los años comenzaba a ser la única que la mujer pudiera atender y hacer obedecer.

Habían aprendido que no debían negarle nada, pero tampoco darle todo. Por eso cuando estaba tan ansiosa la dejaban salir a buscar flores o simplemente caminar hasta que sus pies se cansaran. Era un poco problemática, por eso siempre había mas de una persona vigilándola mientras junto con Odette se proponían a disfrutar un poco de la naturaleza. Como siempre estaba funcionando, hasta habían podido hacer un picnic. Anges se estaba portando de maravilla.

La oscuridad comenzaba a invadir el lugar, como si se tratara de una gran plaga ― Ohh que lastima, ya el día se esta acabando, es mejor ir caminando a casa para que no nos arrope la noche, querida ― Dijo calmadamente Odette, mientras veía como aun Anges saltaba aun como si su energía no se agotara.

Detuvo por un momento su andar, para girar su cuerpo y mirar a su compañera ― ¡Pero Odette! ― reprocho dando unos pequeños saltos ― Aun tengo tanto que ver ― chillo para volver a darle la espalda y seguir su camino apresurando el paso para dejar atrás a la señora que intentaba captar su atención sin resultado alguno.

por **Mieri G. Milanova** Sáb Ago 15, 2015 9:49 am

Mieri se agachó a los pies de un árbol que descansaba junto a un no tan acaudalado rio, a su lado dejó el cesto casi repleto de frutos y flores que harían un buen juego con la mesa del hostal y se ajustó las mangas de su vestido para remojar sus manos en la fría y agradable agua que manaba de aquel paradisíaco lugar. Mieri entonces recordó lo ocurrido al ver las marcas en ambas palmas de sus manos, marcas de quemaduras de cera hirviendo. ¿Quién le había ocasionado aquello? Uno de los clientes que se hospedaban en la casona en la cual ella trabajaba a la par que vivía ya que no estaba bien ver a una muchacha viviendo de gorrón en un lugar donde la gente tenía que pagar por una cama y comida caliente; pero eso no era suficiente para el señor que llevaba allí al menos una semana y que aún no se disponía a dejar el alojamiento por el bien de los que allí trabajaban. Quería una sonrisa, más que eso en realidad, Mieri sintió una mano tantear el final de su espalda así que vertió el contenido del cucharón encima de los pantalones del hombre en lugar del plato donde debía estar.
A resumidas cuentas, el hombre la castigó sujetando en ambas palmas un par de velas hasta que éstas se consumieran. El dolor fue horrible, pero una vez renuncias a él, nada más importa.
Mieri escuchó un fuerte ruido por lo que se sobresaltó y se apuró a colocarse en pie para ver qué era lo que ocurría. La chica dejó escapar todo el aire que sus pulmones retenían y negando con la cabeza, mostró una dulce e innata sonrisa.
- ¿Va todo bien, señora? – Dijo en voz lo suficientemente alta como para que llegase a los oídos de aquella figura femenina que se iba acercando sin haberla visto aparentemente, mientras se ajustaba las mangas de su vestido y así ocultar aquellas feas marcas que no merecían la pena demostrar. Otra mujer le seguía, pero aún así estaba lejos de la primera, algo que la recordó a cuando las mujeres de alta sociedad eran perseguidas para ser encorsetadas en la estricta sociedad y simplemente se echó a reír.

por **Anges Østergård** Mar Sep 08, 2015 8:13 pm

¿Cómo no volar cuando sientes que tus alas perciben el viento de la libertad? Anges no miraba hacia atrás, ella seguía, trataba de alejarse de todo lo malo que había vivido todos estos años. Tenía cierta esperanza de poder lograrlo; si las esperanzas se van, el alma se muere. Había dejado atrás su cuidadora, ahora Anges caminaba sola, entre pequeños caminos que se formaba, se unían y dividían. Realmente no sabía a dónde iba a parar, pero tampoco le importaba, con tal de saber que iba a ser lejos de aquello que le habían querido decir que era su hogar, pero de lo que siempre se había tratado era de una cárcel.

Ahora escuchaba con fascinación el sonido de la naturaleza, la belleza de la flora. Estaba ahora siendo drogada por esa emoción que recorría todo su cuerpo, lo hacía de tal manera que no se fijo cuando otra persona estaba al frente de ella, ni de sus movimientos, si no hasta que hablo en voz alta. La mirada de Anges de volvió al cuerpo aun lejano de lo que parecía ser una joven.

— ¿Conoces? — se detuvo bruscamente. Era notable que se tratara de una sorpresa para la joven. Se veía como si estuviera tratando de retroceder y al mismo tiempo preguntarle algo: — Damien… ¿lo conoces…? — esperaba que la entendiera. No sabía si la escuchaba, pero no quería acercarse más sin que antes respondiera a su importante pregunta.

por **Mieri G. Milanova** Lun Sep 14, 2015 10:24 am

Mieri ahora podía ver con nítida claridad los rasgos de aquella mujer. Parecía fruto de una mente maravillosa, que descansaba con solemnidad en el lienzo de un artista. Era hermosa, pero claramente sus rasgos denotaban cansancio, aunque en realidad aquella mujer despidiese un claro aroma a juventud.
Luego aquello le hizo recordar, era como si aquel recuerdo no le perteneciese en realidad, pero éste al ser tan nítido la hizo perderse en un horizonte ilusorio. Solo vió una calle oscura, una mujer corriendo sin su vestido, ataviada con una mera pieza de ropa, luego de ello la imagen cambió y una luz cegó de pronto, se trataba de un hombre que corría unas cortinas para que no molestase a la enferma, una mujer acompañada de un jarrón de Lirios que no volvería a ver el sol jamás. Parpadeó un par de veces para volver en sí y mostrar nuevamente una sonrisa amable a aquella mujer que sin pretenderlo se había convertido en una nueva y grata compañía.

Disculpe mi señora… no conozco a ningún Damien.

Y era totalmente cierto. Mieri no tenía conocidos más allá del frutero y la panadera, sin contar con aquel joven que conoció meses atrás llamado Emhyr. La muchacha sacó del cesto una pieza de fruta recién conseguida; un aterciopelado melocotón, que no dudó en tender a aquella misteriosa mujer.

Si me da algún detalle más, podría ayudarla a encontrarle. Es más, tengo todo el tiempo del mundo. – Amable como siempre, Mieri no era más que una muchacha dispuesta a encontrar a cualquier aguja por muy escondida que esté en éste gran pajar que era París.

por **Anges Østergård** Miér Jun 01, 2016 8:22 pm

Las palaras parecieron resonar en su conciencia y aunque una persona común y corriente; con algo de astucia. Estuviera todavía dudando, para ella era solamente necesario que le dijeran que no lo conocía para sentirse aliviada. Pronto su rostro cambio, ahora se veía más relajada y fresca, hasta pudo lograr dibujar una sonrisa en sus labios

— Discúlpeme — susurro suavemente. No quería quedarse mucho tiempo en un solo lugar, prefería seguir caminado hasta estar lo más lejos posible del lugar que había estado encerrada por tantos años que ya no sabía exactamente cuánto tiempo — Desearía no encontrarme otra vez con Damien — miro hacia los lados. Estaba temerosa de que apareciera en algún momento, cuando menos se lo esperaba — ¿Usted ira hacia un pueblo cercano? Quisiera irme lejos de aquí… lo más pronto posible —

Dio unos pasos más hacia la joven y con voz temblorosa termino suplicando — Por favor… se lo suplico — los sollozos amenazaban en pasar dejar unas lagrimas — Deseo alejarme de este lugar… lo más pronto posible…— no sabía cómo explicarle lo que sucedía en su interior. Su mente había sido dañada, destrozada, todo por culpa de aquel personaje que nombraba como“Damien”.

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