El gran escape [Libre]

por **Sabrina Bélanger** Dom Oct 28, 2012 12:45 pm

La fría brisa comenzaba a despertar mis sentidos lentamente, alcé la mirada y por un momento me dejé envolver por la oscura y solitaria noche, ¿cuánto tiempo quedaba antes de amanecer? cuatro horas como máximo y ni una miserable alma se había cruzado por mi camino aún, la necesidad de alimentarme era cada vez más fuerte. Miré a mi alrededor intentando familiarizarme con el paisaje, esperaba encontrarme con un mundo totalmente nuevo y fascinante, rebosante de energía, toda una sociedad tentándome con sus misterios. Fue un error dejarme llevar por mis ansias de libertad, en mi desesperación por huir no tomé en cuenta el hecho de que no habría nadie a tan altas horas de la noche, no habría nadie de quien alimentarme y el volver a beber sangre animal era la última de mis opciones.

En la huida, utilizando mis ultimas fuerzas, logré llegar hasta un paraje desolado, lúgubre y, aparentemente, inmune al paso del tiempo... un cementerio. Reí, posiblemente bajo tierra en algún lugar estuviera enterrada mi estirpe, los mismos que me rechazaron y me negaron, pero yo aún estaba viva mientras ellos se pudrían dentro de sus tumbas. Fui bordeando las desgastadas lápidas adentrándome en esa villa de muertos, que hacían aflorar el sentimiento de que debería estar junto a ellos y tener mi propia tumba, de seguir el camino de la vida o la muerte en mi caso. Me limité a preparar un plan de emergencia que me mantuviera viva al menos hasta la noche siguiente y que me ayudara a recuperar fuerzas, me encontraba resignada a conformarme con un gato si no me cruzaba con un humano. Mi estado era claramente lamentable, vivir prisionera no entregaba muchas comodidades, necesitaba encontrar calzado y un vestido si esperaba pasar desapercibida ya que el actual se había reducido a mugrientos harapos, necesitaba a su vez un refugio si no quería enfrentarme cara a cara con la luz de la mañana.

Me encontraba ensimismada en mis pensamientos cuando una presencia llamó atención, a lo lejos entre las tumbas y envuelto en la bruma se percibía una silueta humana. En ese momento ya no importó cuan débil me sentía, que planes tenia, ni siquiera qué era exactamente lo que estaba apunto de atacar, todo se transformó en una sola necesidad: Sangre.

-Perfecto, una presa fácil- susurré mientras me escabullía sigilosamente hacia mi víctima. Mis sentidos se encontraban en su máximo esplendor, era fantástico, casi como estar viva otra vez.

Solo unos metros me separaban de probar sangre fresca y ,debido al estado éxtasis en que me encontraba, no advertí que el extraño era consiente de mi presencia sino hasta que estuve frente a frente, pero ya no había marcha atrás, la decisión había sido tomada, tomé impulso y me abalancé sobre él dispuesta a matar.

por **Shana Winslett** Mar Oct 30, 2012 8:55 pm

La mujer suspiró mientras el aire frio envolvía su cuerpo, igual que la oscuridad, abrazándola. Varios mechones de cabello escaparon de su complicado peinado cuando se agachó junto a una tumba, daga en mano, para desenterrar una planta. Normalmente no salia, mucho menos a un lugar como ese cementerio, pero por alguna razón esa noche se había sentido inspirada para pasear entre las tumbas, aprovechando para buscar algunas plantas que solo crecían en lúgubres lugares como este. La oscuridad no facilitaba su tarea, pero no podía arriesgarse a ser descubierta de día o portar una antorcha. Para bien o para mal, debía mantener su reputación de joven y decente viuda. Y necesitaba esas plantas con algo de urgencia. En una ocasión común, habría enviado a su criada, una muchacha gitana que la acompañaba desde antes de alcanzar la pubertad. Sin embargo, la mujer llevaba varios días en cama con gripe.
Finalmente se levantó, dejando la planta en una pequeña cesta, mientras se lamentaba sobre el destrozo que la tierra debía estar haciendo en sus cuidadas manos y uñas. Sin embargo, mientras lo hacia la asaltó una visión, algo innato en ella y que le ocurría casi desde su cuna. Se vio a si misma, en el estrecho abrazo de una mujer de una hermosura casi sin igual. Y eso la habría hecho feliz, salvo por la clara marca de colmillos en su cuello, y la sangre escurriendo de la boca de la otra joven. Esto no terminó de complacerla, y entendió de pronto que esa imagen, si ella no hacia nada por evitarlo, seria una realidad en muy poco tiempo. Se levantó deprisa, casi enredando sus pies en el vestido, cuando la vio.
Una figura humana, delgada, se distinguía a varios metros delante de ella, recortándose negra contra la tenue penumbra que llegaba desde las afueras del cementerio. Trató de hacer un plan de escape, pero fue demasiado lenta, y notó la tensión de la figura, tensión que reflejaba que su presencia ya había sido descubierta. Se puso en guardia, sujetando la daga con fuerza, a pesar de saber que nada de esto la ayudaría. Solamente deseo poder ahuyentar a quien quiera que fuera -la vampira- que la acechaba.
Cuando finalmente la mujer se abalanzó contra ella en la oscuridad del cementerio, blandió su daga, dejando apenas un corte superficial en el hombro de la vampira. La fuerza del impacto la hizo dar un paso atrás, pero sus pies se enredaron con su vestido y cayó, su espalda golpeándose contra una lapida. Un jadeo de dolor escapó de su garganta y miró a la mujer, que había caído encima de ella.
-En otra situación, esta posición realmente me resultaría placentera, pero me temo que no es el caso, lady -dijo ella, sujetando con fuerza la daga frente a la cara de la vampira.

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