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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Astor Gray Lun Jul 20, 2015 11:21 pm

Elevar las esperanzas es arriesgarse a que caigan desde un lugar más alto.
Anthony Doerr


Deseó tanto regresar a París. Italia era un sitió hermoso y de hecho creía fervientemente que por eso era que Gianna era tan bella; si bien amo aquel país, hizo todo lo que estuvo en su poder porque la misión a la que fue enviado, terminase antes. Durante su corta estadía en Italia, Gray estuvo planeando lo que se suponía que diría a la inquisidora en el momento que la viera. Resultó obvio cuando se despidió de ella, que abrirse sentimentalmente a los demás no era lo suyo, así que lo mejor sería simplemente dar a entender las cosas como mejor sabía hacerlo, con acciones y las palabras brutas que pudieran fluir de sus labios. No era la mejor decisión pero confiaba en que encontraría la manera perfecta de hacerse a entender por ella y de no ser de esa manera, pensó incluso terminar siguiéndole a donde quiera que la italiana planeara irse, todo con tal de demostrarle que ella no era como las demás. Gianna era una mujer todo lo opuesto a lo que solía buscar y quizás por eso era que desde que la vio supo que era la indicada para él.

Con orgullo consiguió que todo llegara a una conclusión satisfactoria, con tiempo de sobra para el viaje de regreso, pero el hecho de que en esos días apareció el peligro de la luna llena fue un detalle que le impidió salir de Italia el día que se había propuesto a hacerlo. Afortunadamente para Astor, fue capaz de llegar justo en el ultimo día que Gianna prometió estar en París. Las pocas cosas que llevó a su misión, fueron dejadas de paso a en su hogar y sin más demoras, se dirigió directamente al hogar de la inquisidora, utilizando el carruaje que la inquisición había prestado para su transporte hasta París. El camino hasta el hogar de la inquisidora le había parecido terriblemente largo y tortuoso. Por la manera en que había analizado a Gianna durante su servicio como soldado, Gray confiaba en que cumpliría su promesa, la italiana no era de aquellas que faltaban a sus promesas y la preocupación de Astor era más bien porque él era quien tenía el tiempo encima. Llegar en el ultimo día definitivamente no había sido lo mejor, pero resultó mejor que no haber regresado nunca. Cerca del hogar de Gianna, había optado por abandonar el carruaje y llegar a pie, ya que no deseaba hacerla enojar y mucho menos que los demás miembros de la inquisición se dieran cuenta de a quien iba a visitar. No planeaba mantener en secreto mucho tiempo su interés por la inquisidora, pero hasta que ella no se diera cuenta de lo que Astor deseaba de manera sincera, no quería que nadie más los viera. Sintiéndose sumamente relajado toco a la puerta de la fémina, simplemente para recibir como respuesta el completo silencio. Dentro del hogar de la italiana no fue capaz de escuchar nada y atreviéndose a usar parte de lo aprendido en la inquisición para entrar a los hogares ajenos, Astor irrumpió en la casa de la italiana, solo para notar como casi todo se encontraba perfectamente empacado y listo para el viaje pero únicamente había cosas, pues la italiana no se hallaba por ningún sitio. Llenó de rabia, había abandonado aquel hogar y partido al suyo, siendo en la soledad de su casa cuando comenzó a analizar verdaderamente la situación, notando algunas inconsistencias en la manera de ser de Gianna si es que había partido y esos detalles que fue capaz de notar, fueron los que le invitaron a visitar los días siguientes, el hogar de la italiana.

Desde su llegada a París desde Italia ya habían pasado diez días; periodo durante el cual había visitado la casa de Gianna diariamente, entrando en ella como si fuera la suya. Con cada día que pasaba, la frustración y preocupación del licántropo iban en aumento, pues si bien podía creerse que la inquisidora abandonó París con prisa, la verdad era que para esos momentos las cosas de la italiana ya deberían hacer sido enviadas a cualquiera que fuera su nuevo destino, sin mencionar además que en los cuarteles de la inquisición no parecía saberse tampoco nada de ella.  Aquel día, era entonces igual a los anteriores. Astor iba a los cuarteles de la inquisición, cumplía con lo que le pedían y por la tarde, ya casi entrando la noche, se dirigía al hogar de la italiana, esperando que en el momento menos pensado apareciera alguna pista del paradero de la inquisidora y aquel día aunque igual a los anteriores, tenía una sorpresa muy diferente para Astor.

Con calma, Astor revisaba nuevamente las cosas en las casa de Gianna, justo como lo estuvo haciendo los días anteriores, como si de un segundo a otro fuese a aparecer algo que antes no estaba ahí y que terminaría por guiarle hasta la italiana. Fue justamente mientras estaba en la cocina y cuando dejaba una de las tazas que habían usado el día que Astor fue a visitarla por primera vez, que la puerta de entrada indicó la llegada de alguien y Gray se mantuvo inmóvil, esperando por saber de quien era la compañía que tendría y que olía ligeramente familiar para él pero al mismo tiempo, completamente diferente de todo aquel que antes oliera.


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Mensaje por Gianna Castiglione Dom Ago 09, 2015 7:38 pm

Y al final, uno siempre vuelve a ese lugar donde se hizo pedazos

La vida de la italiana se había derrumbado como si fuera una casa hecha de naipes. Sus planes habían caído a la basura, se iban al abismo en medio de burlas y vergüenzas en las que no quería reparar, aunque no lo evitaba. Su viaje a Francia había sido como declarar la maldición sobre su vida; primero fue la traición y asesinato de su prometido, luego caer en la trampa de la atracción de Gray y finalmente y peor que las anteriores, el haber sido convertida por Roland Zarkozi en un licántropo.

Durante mucho tiempo, Gianna se cuestionó sobre el cómo sería su vida si fuese transformada. De manera accidental podía ser licántropo, de manera más planeada, vampiro. No obstante, cuando contemplaba la idea de cambiar como gaje de su oficio, jamás llegó a creer que la maldición del cambio podía traerla alguien cercano a ella misma, jamás un amigo, menos un condenado.

La maldición llegó a su vida de forma inesperada, causada por el descuido tanto de ella como de Roland, y había proseguido cuando despertara más agresiva que nunca en la casa que antes perteneciera a Gregory Zarkozi, uno de los más certeros inquisidores que tuviera la inquisición francesa años atrás. En ese lugar, y al principio en contra de su voluntad, permaneció durante varios días. Ella no podía contarlos, ni siquiera podía pensar en que su desaparición sería sospechosa y que aquellos que la esperaran en Alemania se quedarían plantados hasta cansarse. En su casa, la mayoría de sus pertenencias estaban empacadas, aguardando a que la gente que había contratado para la mudanza trasladara sus cosas a su señal. Pero Gianna no pensaba en ellos, ni en la inquisición a la que servía y que teóricamente no tendría idea de su paradero. Tampoco lo hacía con su familia, y mucho menos con Gray, que seguiría su vida como siempre. Para ese momento, la italiana sólo tenía mente para ella, para pasar tiempo devanándose los sesos acerca de su condición, e intentando que la agresividad que sentía dentro de sí fuera controlada para no terminar matando a nadie.

Nada era sencillo, el dolor de las lunas llenas siguientes a su transformación pareció cobrarle cada vida arrebatada por la razón que fuera. Los huesos se quebraban, la piel se estiraba completa y en apenas minutos, un cambio brutal tomaba posesión de ella. Era el peor dolor que pudiera sentir cualquiera, incluso romperse las piernas cien veces no se igualaba con la agonía de pasar a ser un licántropo. Roland estuvo presente, claro, pero sólo cuando ambos eran humanos, no tenía otra opción porque terminarían matándose. La ira en ella hacia él tuvo que mermarse, porque en el fondo sabía que en esa condición no se tiene dominio de uno mismo; pero no era tan fácil, jamás lo fue y menos cuando terminaba exhausta en el momento justo de volver a su forma humana. Su cuerpo se habituaba y por lo mismo, no era tan fuerte como el de la mayoría de la especie, no por ahora, no mientras aprendía.

Con el paso de los días y no sin exigirlo lo suficiente, pudo retirarse de los dominios de la familia Zarkozi y encaminarse hacia su propia casa. Por suerte, la propiedad en la que viviera le pertenecía y por tal razón era que sus cosas aún permanecían intactas en el lugar. Durante el camino tuvo la mente prácticamente en blanco, estaba ensimismada, enfrentando al mundo lejos de la humanidad que hasta hace poco conociera. Sin más ideas que esa, tomó las llaves y abrió la puerta, entrando sin querer percibir nada y recargándose en la madera una vez cerró. No obstante, aunque no quisiera, su olfato reaccionaba de inmediato, como independiente a los deseos de Gianna. Alguien estaba en casa, pero como era de esperarse, era un olor que no conocía en esa nueva condición. Como si no fuera un licántropo, sacó el arma que le fuera devuelta y avanzó con lentitud hacia donde el olor la dirigía, iba a disparar si era necesario, no por nada alguien se escondía en un lugar como ese.


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Mensaje por Astor Gray Jue Ago 20, 2015 10:15 pm

Este lugar inhumano hace monstruos de los humanos.
Stephen King


Había regresado a París llenó de expectativas sobre lo que podría suceder con la inquisidora y con el pasar de los días, aquellas expectativas se volvieron nada ante la ausencia de Gianna. La ira que sintiera en un inicio se transformó en una duda que le carcomía por dentro. La manera en que la italiana desapareciera de su vida le parecía demasiado extraña y por eso era que visitaba diariamente el hogar de la fémina en busca de pistas sobre su paradero. Miles de ideas cruzaron por la mente de Astor, quien no se aferró a ninguna de ellas o al menos no lo haría hasta tener alguna pista que le llevara de manera inevitable a hacerlo; de manera curiosa, aun pese a la enorme cantidad de ideas que llegó a tener, nunca cruzó por su mente la realidad de lo que a Gianna le había sucedido.

En casa de la inquisidora, andando de un sitio a otro y revisando tanto como podía era la manera Astor se pasaba las tardes y parte de las noches, siendo que justo cuando creía que aquella visita sería tan infructuosa como las anteriores, el sonido de alguien y un olor desconocido aparecieron para alertarle. El licántropo permaneció inmóvil unos segundos, tratando de recordar donde es que había captado ese aroma con anterioridad pero sin obtener respuesta a esa interrogante. Una vez que estuvo seguro de que no era capaz de dar con quien olía de aquella manera, opto por salir a averiguarlo además de que necesitaba interrogar a quien quiera que hubiese entrado, ya que algo le decía que de esa manera averiguaría sobre el paradero de Gianna. Con paso lento y cuidadoso, el licántropo avanzó hasta la entrada de aquella cocina, donde se mantuvo con la espalda contra la pared, aguardando porque quien entrara en el hogar de la italiana se acercara hasta su ubicación. El aroma cada vez se volvía más intenso y familiar, provocando que Astor se cuestionara mucho más a si mismo sobre lo que estaba por hacer pero en una situación como la que se hallaba no existía lugar para las cavilaciones, debía reaccionar y atacar, aunque bien sabía que era probable que saliera herido si es que quien entraba en el hogar de la inquisidora era alguien con intenciones dudosas.

El silencio que reinaba en aquella casa no duró mucho más tiempo pues apenas aparecía parte de una figura humana por la entrada de la cocina cuando Astor ya se había movilizado para atacar. Su mano se cerró con fuerza sobre la muñeca ajena, un gruñido salió de su garganta y sus ojos se encontraron con un rostro que no esperaba ver en ese momento.
Gianna… – el nombre de la fémina salió en un susurro de sus labios, su mano soltó la muñeca femenina y su mente entró en un estado de confusión total. La mujer a quien tanto había deseado ver, volvía a aparecer frente a él pero de una manera completamente diferente. Teniéndola a la vista y bastante cerca, fue que Astor se dio cuenta del motivo por el cual, el aroma que antes percibiera le era tan familiar y a la vez tan diferente; Gianna era una licántropo. Deseando que aquello que captaba fuera una mentira, el lobo olisqueo el aire solo para después de hacerlo fruncir el entrecejo, mostrar los dientes a la inquisidora y hablar con la voz cargada de una ira como la que nunca antes en la vida sintiera – Castiglione… ¿Quién demonios te ha mordido? – respiraba lento y profundo, tratando de relajarse a si mismo aunque al parecer eso no le funcionaba. Le era necesario saber quien había osado morder a la italiana, necesitaba conocer la identidad de la persona que lo hiciera para de esa manera, poder aniquilarle.


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Mensaje por Gianna Castiglione Dom Sep 20, 2015 10:23 pm

Ella creía que ya no podía enamorarse de la vida.
Ni de nadie.

La licantropía lograba radicales cambios en sus víctimas. No sólo cambiaba sus cuerpos, sino que también la manera de ver las cosas, de sentirlas y de vivirlas al transformar también su carácter. Y Gianna, a pesar de haber sido una mujer de convicciones fuertes, no estaba exenta de tal modificación.

Había permanecido airada mientras permanecía bajo los cuidados de Roland y toda la gente que tenía para ayudarle. Y continuaba molesta aun cuando llegaba a su casa luego de tantos días afuera. La mente le daba vueltas, el terror de la aparición de la segunda luna llena le ocupaba la mente y la idea de alguien indeseado en casa la ponía aún peor. Por lo mismo, avanzó decidida y con el arma en la mano, hasta que pronto tuvo la muñeca atrapada con fuerza por alguien que ya conocía.

La italiana agitó con fuerza la mano y ambos se miraron con un sentimiento que a primera vista parecía odio. El hecho que Astor le enseñara los dientes y gruñera como un animal, enfureció más a Gianna, que también gruñó de modo inconsciente pero amenazante. Él era más fuerte que ella, pero poco le importaba aquél asunto. Esa era su casa y su vida, él apenas era un desconocido que aparecía luego de haberle calentado las sábanas por una noche. Por lo mismo y sintiendo que Gray la invadía sin que ella realmente le importara, fue que lo empujó con todas sus fuerzas, esas que le otorgaba ahora su nueva condición. El cuerpo de Astor impactó contra la pared tras él y las marcas quedaron en la misma
—Ese no es su problema ¿A qué vino? ¿Por qué entra en mi casa sin permiso y me ataca como si invadiera la suya? No voy a dejar que se me acerque de nuevo Gray. Sus intenciones son tan asquerosas como las de cualquier otro hombre, o incluso peores. Déjeme sola, no tengo humor para tolerarlo como siempre—.

Dicho esto, avanzó hacia su habitación, esperando que realmente Astor se fuera, sin indagar en la verdad que le había dejado un recuerdo hecho cicatriz en un costado y que impactaba sobre su vida misma. No quería sentir los ojos del otro licántropo que siempre lo cuestionaban todo. Allí, tenía claro que estaba sola y que de ese modo tendría que enfrentar su realidad. Para ella, Gray seguía siendo el mismo de siempre, el mujeriego, el dominante, el prepotente y el soberbio que cree poder tenerlo todo bajo su mando. Ella por el contrario, ya no era la paciente de siempre, la que buscaba contrariarlo con argumentos fuertes y la que en algún momento esperara algo de él. Quizás Gray pudiera notar que Gianna estaba siendo dominada por la ira porque no había aprendido a controlarla. En esos primeros días, la mayoría de licántropos sentían que les hervía la sangre y reaccionaban brusco ante la menor molestia. Por eso era que Gianna le había dado la espalda a Gray y buscaba internarse en su privacidad perdida durante varios días. Él no podía ayudarla, nadie podría hacerlo más que ella misma. O eso le decía su reformulada autosuficiencia.


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Mensaje por Astor Gray Mar Oct 13, 2015 10:31 pm

Los hombres siempre dicen te quiero como una pregunta.
S.J. Watson

El repentino encuentro con Gianna pareció desarmarle. Encontrarla de aquella manera era algo que en definitiva imaginado, ni en sus más imposibles escenarios mentales. El gruñido de parte de ella le divirtió pues demostraba que pese al cambio que había sufrido, seguía siendo la misma mujer fuerte y luchadora de siempre; demostrando justamente eso fue que ella le empujo contra la pared que se daño levemente al recibir el impacto del cuerpo del inquisidor. Ambos sabían ahora que la fuerza de la italiana era superior a la que tuviera en sus años como una simple humana pero Astor además sabía que debía estar pasando por un momento complicado. Descubrirse a uno mismo con una naturaleza diferente no era nada sencillo y a todos les costaba trabajo aceptar las nueva vida que se les ofrecía por eso era que no le parecía extraño que ella respondiera de aquella manera a la preocupación y molestia de parte de él.
Vine porque teníamos una promesa Gianna y porque nadie sabía de ti. Desapareciste sin explicaciones o indicios de tu paradero así que tu casa era el único lugar que podía brindar pistas de tu ubicación – enarcó la ceja y cruzó los brazos acercándose de nuevo a ella – No te hubiera atacado de saber que eras tu, pero hueles diferente y es obvio que no te iba a reconocer en la manera en que has regresado – con la mirada recorría el cuerpo de Gianna, en busca de heridas o algo que pudiera indicar que era lo que la italiana había atravesado en aquellos días.

Ante las ultimas palabras de la inquisidora, Gray se quedó inmóvil. ¿Intenciones asquerosas? Bueno, en años anteriores y con muchas otras mujeres no podía negar que sus intenciones eran de esa clase, pero para Gianna no existían esas intenciones. Astor no planeaba jugar con ella, de haber sido de esa manera jamás le hubiese prometido regresar a su hogar para hablar de manera seria con ella y mucho menos se hubiera roto la cabeza tratando de descubrir como es que debía expresarle a Gianna todo aquello que le provocaba. La italiana estaba molesta, algo normal para los licántropos pero necesitaba aprender a controlarse y si pensaba que en aquellas circunstancias Astor iba a abandonarla, estaba sumamente equivocada. El licántropo era terco y no planeaba dejarla ahora que la veía nuevamente, estaba dispuesto a pelear con ella hasta hacerla ver que estaba equivocada respecto a él.

Antes de que la italiana se alejara mucho más, Astor la tomo del brazo y tiro de ella con la fuerza necesaria para poder hacer que le observara. Él sabía a la perfección lo que debía estar atravesando la fémina, así que en aquellos momentos y aunque a ella no se lo pareciera, debía ser la mejor compañía que Gianna pudiera desear.
No voy a irme de este lugar Gianna, no hasta que hables conmigo – le miro con seriedad, abandonando su típica cara de que nada le importaba porque nuevamente estaba hablando de algo serió – ¿Quién te mordió Gianna? ¿Cómo es que te descuidaste de esta manera? – apretó más la muñeca femenina – Y responde lo que te preguntó tratando de estar tranquila, alterarte no te servirá de nada y será peor para las noches de luna llena – lograr que ella se tranquilizara y hablara con él iba a ser todo un reto, pero incluso si tenía que contenerle durante días, no iba a permitir que la italiana lo alejara.


Última edición por Astor Gray el Mar Dic 15, 2015 10:35 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Gianna Castiglione Lun Nov 16, 2015 12:29 am

Había dejado de creer en monstruos, hasta que me miré al espejo.

Una promesa, claro, una que ella había olvidado por completo dada su situación. Aunque, a decir verdad, nunca la hubo creído. —Ah, olvidé darle explicaciones a usted— respondió de mala gana, intentando encubrir el silencio que había extendido para todos. Gianna no le había dicho a nadie de muchos de sus movimientos porque esperaba que todo lo que venía viviendo fuera suficiente motivo para excusarla. Pero para Gray, nada parecía suficiente. —Me empiezo a cansar de su bendita manía con los olores ¿A qué viene todo eso? ¿Por qué nunca se va en lugar de quejarse? — estaba siendo grosera y lo sabía, pese a que a su favor, diría que no tenía ni idea de las verdaderas  intenciones del licántropo. Él parecía obsesionado con la manera de oler de Gianna y, de cierto modo, era increíble que notara incluso sus cambios emocionales y físicos a través de aquél sentido. No obstante, el hecho de admitir algo así sonaba aterrador.

Esa noche habría regresado con las mismas ropas con las que estaba cuando fue atacada. Sin embargo, el abrigo que dejara en principio en casa de Roland le había sido devuelto y con ello cubría la ropa rota en la zona mordida y además la cicatriz, que parecía no desaparecer, sino definirse aún más. Por obvias razones, ella no se retiraría esa prenda hasta que estuviese completamente sola. Aunque a decir verdad, deseaba retirarse todo y darse un baño que durara horas de una vez por todas.

Con fuerza intentó retirar el brazo que Astor sostuviera de pronto, impidiéndole alejarse. Su mirada denotó la molestia que sentía, pero la verdad es que se sentía impotente al no poder controlar su carácter. Él no tenía la culpa, pero tampoco era inocente de todo lo que sentía Gianna para ese momento.
— ¿Usted queriendo hablar? ¿Está bien? — la italiana seguía siendo tan sarcástica como siempre, con la diferencia que la antipatía le rezumaba de modo casi incontrolable. — ¿Qué importa quién me mordió Gray? Eso no va a cambiar nada, no voy a volver a ser humana. Y de verdad, lo que menos quiero es cantaleta— masculló, negando con la cabeza, intentando de verdad permanecer calmada, hasta que agitó la mano más fuerte para liberarse — ¿Y cree que me voy a calmar si me agarra así? ¿Qué quiere? ¿Lo enviaron a vigilarme? No entiendo qué hace aquí. Si vino a regañarme puede irse, no tengo ganas de escucharlo. Diga que ahora soy un licántropo y que luego me presentaré ante ellos. Ahora no tengo ganas de contarle nada a nadie— eso último sonó más cansado que airado y pretendió continuar su marcha. Necesitaba su cama, sus ropas, su descanso hasta que la luna llena llegara.

Sin embargo, en el fondo seguía la duda ¿Cumpliría realmente él su promesa? Había quedado en decirle algo al regreso de su misión, algo que quizás era lo suficientemente importante como para que le pidiera a Gianna no viajar hasta escucharlo. Pero por ahora, y en medio de ponerle siempre a Gray sus propias teorías, seguía pensando que había sido enviado por la iglesia. En principio, no había ninguna otra razón que explicara su presencia en el lugar.


Última edición por Gianna Castiglione el Sáb Ene 02, 2016 6:11 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Astor Gray Mar Dic 15, 2015 10:38 pm

Era como intentar mover una ficha de ajedrez después de un jaque mate.
George Orwell


No te pido explicación alguna pero no sabía que ibas a regresar de esta forma – su mano señalo de arriba a abajo el cuerpo femenino en manera de desaprobación a lo que la inquisidora ahora era – así que no me hables de esa manera que no he actuado mal – dijo más como una exigencia que como una petición. Bien sabía él que lo ocurrido a Gianna debía ser complicado de aceptar; un accidente que le cambiaría la vida a la italiana por completo. Y a diferencia de lo que ella pensaba, Astor aún no pedía verdaderamente explicaciones aunque pronto querría saber cómo es que ella fue tan descuidada para terminar en aquella situación. La italiana era una inquisidora, una mujer preparada para cualquier inconveniente que pudiese surgir y de esa manera evitar situaciones como la que ahora enfrentaba. Para Astor claro eso fue diferente, él había sido un hombre sin conocimiento alguno de defensa contra sobre naturales cuando fue mordido y eso de cierta manera le daba un grado de perdón que su mente no era capaz de otorgar a la italiana. Sonrió de medio lado, las palabras que salían de los labios femeninos le resultaron más divertidas que groseras, probablemente aún no era capaz ella de notarlo por completo, pero su olfato sería uno de los sentidos más beneficiados gracias a la licantropía – No es una manía, es la manera en la que nosotros reconocemos mucho mejor las cosas, es un sentido básico y muy fuerte en licántropos pero para que te lo digo si pronto lo descubrirás por ti misma – estaba muy cerca de ella, invadiendo el espacio personal de la inquisidora – aunque… creo que ya te diste cuenta de ello, de otra manera no puedo explicar que te dieses cuenta de mi presencia – le decía aquello para que notara que habían dejado de ser tan diferentes, para bien o para mal, ella entraba al mundo del cual Astor llevaba formando parte desde hacía ya varios años.

Astor apretó con mayor fuerza el brazo de Gianna pues no tenía pensado dejarle escapar con todo lo que tenía para decirle. El licántropo quería hablar de su sincero interés por ella como algo más que una compañera de misiones o de cama pero también quería saber la identidad de quien se atreviera a morderla pues aunque trataba de mantenerse calmado por el bien de ambos, la verdad es que por dentro se encontraba frustrado y furioso.
Te dije que hablaría contigo así que deja de actuar de esa manera Castiglione y responde primero a lo que estoy preguntando – frunció el ceño antes de continuar – No va a cambiar ese hecho, lo sé, no soy un idiota pero quiero saberlo, necesito saberlo – iba a ser incapaz de mantener su poca paz mental si es que no eliminaba a aquel o aquella que convirtiera a Gianna en uno de los suyos. Ante el movimiento ahora más brusco por parte de la inquisidora y su intención de alejarse en dirección a la habitación, Astor le tomó ambas manos, las cuales apretó entre las suyas con demasiada fuerza, como si Gianna se tratase de un enemigo y no de la mujer a quien quería poseer de toda manera posible – ¡CON UN DEMONIO, DIME QUIÉN TE MORDIO! – su voz sonó mucho más fuerte y un gruñido salió de su garganta, al tiempo que estrellaba el cuerpo de la inquisidora contra la pared más cercana, colocando también las manos femeninas por sobre su cabeza.

Castiglione pero que tonterías estas diciendo – su expresión se ensombreció por la molestia que le generaba lo que la inquisidora decía. Gray nunca había seguido ordenes de la inquisición al pie de la letra y definitivamente no estaba ahí para vigilarla por ordenes de nadie, así que nuevamente el hecho de que ella pensará cualquier cosa sobre él, lo enfurecía – ¿Cómo quieres que te agarre si no dejas de evadirme y tratar de irte? Y nadie me envió a vigilarte, de hecho en la inquisición no se hicieron preguntas sobre tu paradero ya que al parecer a nadie le interesas – hizo una pausa entonces y un nuevo gruñido se escucho en su garganta, sus ojos observaban fijamente los de la inquisidora y con la furia pero la seriedad en su voz prosiguió – soy el único que se ha preguntado todo este maldito tiempo que ha sido de tu vida, él que ha venido a ver esta casa diariamente en busca de pistas sobre tu paradero, eres la única a la que le he cumplido una promesa… ¿No te dice eso algo del motivo por él que estoy aquí, Gianna? – tan cerca de ella como estaba no fue capaz de contenerse y la beso con desespero y deseo, sin impórtale un demonio si es que ella se enojaba o no. La italiana lo exasperaba y él lo único que quería de ella era monopolizarla. La presencia fuerte de Gianna y la dificultad que significaba poseerla habían llevado al licántropo a sentir por ella, algo que en otros tiempo creyera una perdida de tiempo.


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Mensaje por Gianna Castiglione Sáb Ene 02, 2016 7:42 pm

Tonto es quien prefiere la mentira por encima del dolor.

No, claro que nadie sabía que Gianna regresaría a casa siendo un licántropo. Ni ella misma en sus peores pesadillas imaginó algo así. Incluso para ese momento, luego de que pasara más o menos una semana desde lo ocurrido, no era asimilado ni controlado por ella, que permitía que su carácter tomara las riendas de cada una de sus respuestas. Sin embargo, quiso replicar de nuevo, porque el hecho de haber llegado tan distinta, no justificaba la intromisión de Gray en su casa. No obstante, no dijo nada al respecto. Quizás las intenciones de él no eran del todo malas, o, tal vez, el mal humor de Gianna, le impedía hablar sobre asuntos que harían las veces de monólogo. —Ya lo sé, pero no soy un perro para olfatear a cuanta persona se me pasa por el frente— refutó, manifestando esa molestia tan tremenda que le producían esos comentarios de Astor al respecto. Pero él no aprendía, pese a que la italiana le había exteriorizado tal inconformidad en repetidas ocasiones. Por lo mismo, lo empujó apenas para evitar sentirse presionada. Gray casi le controlaba el perímetro e incluso parecía acecharla con tal de obtener de ella información. —Sí, claro que me di cuenta, pero no por eso manifesté haber “olido su presencia” — casi pareció imitarlo en esa última parte, logrando que incluso le causara gracia a ella.

Pero la presión en su brazo vino de nuevo ¿Por qué necesitaba tenerla más cerca? Estaban dentro de su casa, no había demasiado espacio para huir de él y mucho menos para dejar de escucharlo. Pero parecía que él no era capaz de entenderlo. Caso contrario, hacía que ella se molestara aún más.
—Bueno, estamos hablando, pero no necesita estarme sujetando de esa manera todo el tiempo. Y tampoco es lugar para ordenarme, no estamos en ninguna misión y fuera de ella estamos en un mismo punto. Además, no entiendo porque se altera tanto por mi cambio, no comprendo en qué le afecta algo así— se quejó Gianna, con el ceño fruncido y con una postura que parecía indicar que estaba dispuesta a enfrentarse a él. Aquél encuentro distaba mucho de una pelea, pero ella no tenía disposición alguna para soportarlo, ni Astor el carácter para mostrarse más tranquilo y buscar información de mejor manera. Y lo demostró cuando le tomó las manos tan fuerte. Si Gianna aún fuese humana, se habría quejado seguramente de tal presión; pero ahora su cuerpo y su ira le hacían soportarlo aún más. Sobre todo, considerando que el grito de Gray la enojó todavía más — ¡No fue su maldita culpa. Déjeme en paz ya, Gray! — gritó también, a la cara, manteniendo oculto todavía el nombre de quien la convirtiera. Además ¿No era tan hábil con el olfato? Las ropas de Gianna debían de estar impregnadas del aroma de Roland. Había permanecido mucho tiempo en su casa, el necesario como para que Astor identificara en ella el aroma de alguien más, de un hombre al que ya se había cruzado durante varias ocasiones dentro de la inquisición.

— ¡¿Irme a dónde?! — Gritó de nuevo, exasperada — ¡No, no me dice nada porque no lo conozco! — Prosiguió, hasta que el beso desesperado que le diera le acallara las palabras. Por un instante, ella respondió, como si sus instintos fueran más fuertes que siempre y necesitara hacerlo. Pero no era del todo débil y descontrolada, y casi contra ella, lo apartó con fuerza de sí en un solo empujón — ¡Basta! ¿Quiere que le diga lo que sé de usted? Sé que se ha acostado con una buena parte de las mujeres de la inquisición y otras más que no pertenecen allí. Sé que todas esperaron sus promesas vanas y ninguna obtuvo nada. Sé lo único que busca en las mujeres y por eso es que no entiendo qué hace aquí. Por eso lo quiero lejos Gray, entiéndalo— su voz sonó baja pero firme. Declaraba por fin lo que había callado y lo que él con su actitud lograba que Gianna escupiera con molestia. Necesitaba que dejara de querer engañarla o controlarla. Quería la soledad en lugar de la farsa y provocarla en ese momento era lo peor que Astor podría hacer. A pesar que él se mostrara tan reacio a entenderlo. —Es mejor que se vaya, Gray. No soy tan ilusa como para creerle nada—.


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Mensaje por Astor Gray Mar Ene 19, 2016 12:13 am

Tengo un surtido de miles de promesas rotas y otras cosas averiadas
Nathaniel Hawthorne


Los años transcurridos desde que fuera mordido habían hecho que Astor aceptara ya con naturalidad el ser más un animal que un humano, aspecto que Gianna aún era incapaz de comprender y mucho menos de aceptar; de hecho, aún para él era sumamente difícil aceptar que ella ya no era una humana sino una licántropo. Fue precisamente esa dificultad para aceptar la situación de la inquisidora, la que llevaba a Astor a tomar más libertades de las que le correspondían y exigir a su manera explicaciones que no merecía. Aún así, pese a toda la molestia y frustración que sentía, no pudo evitar que una sonrisa ligera se mostrara en sus labios al escucharle referirse a lo que ambos eran con la palabra perro.
No lo eres – cierto tono de burla inundaba sus palabras – pero deberías aprovechar la ventaja que te da tu olfato – adaptarse a los cambios y a esa nueva manera de percibir todo era muy complicado pero él sabía que era simplemente cuestión de tiempo para que eso sucediera, aún así, se encogió de hombros de manera despreocupada y volvió a hablar – pero bueno, si no te gusta que hable de tu aroma ni nuestro olfato, mejor responde lo que te pregunto – al decir eso, la sonrisa y el tono burlón abandonaron a Astor, sumergiéndole de nueva cuenta en la seriedad de la situación.

Sujetando de manera firme el brazo de Gianna y sin intención alguna de dejarle, Astor la miraba de manera fija.
Así no es como quería hablar contigo, tenía otros planes para el momento en que nos encontrásemos nuevamente y si no te suelto es porque sé que trataras de escapar de mi – mencionó con una total seguridad, solo para después negar ante lo que ella decía que lo alteraba. No le molestaba en si que ella fuese un licántropo. La ira y frustración venían de hecho de que en primera, Gianna se hubiese ido sin dar explicación alguna y en segunda, de que conociera a su atacante, a aquel o aquella que había maldecido su vida para siempre y aún así pareciera excusarle, defendiendo sus actos salvajes con un “No fue su maldita culpa”. Una carcajada salió de los labios masculinos y sus ojos se centraron en los ajenos – Fue su culpa, como también ha sido la tuya por exponerte de esa manera sabiendo que era luna llena, pero dime ¿Quieres tanto a la persona que te mordió que le excusaras de todo y te culparas únicamente a ti? – soltó aquella pregunta y sujeto con mayor firmeza las manos femeninas por sobre la cabeza de ella. Su incapacidad tanto para mostrar como para decir todo aquello que sentía y pensaba, lo llevaron a expresarse torpemente sobre lo que se convirtió en su ritual diario  durante la ausencia de la italiana, así como de lo equivocada que estaba ella al creer que solo la vigilaba. Ante aquellas confesiones y el ver como sus palabras no parecían alcanzar a la licántropo, Astor buscó acallarle las dudas con un beso.

Por unos breves segundos, su beso fue respondido por ella, haciendo que Gray creyese que finalmente, todo lo que sentía por ella la alcanzaba. Sin embargo fue el empujón y las palabras que le siguieron lo que hicieron que la mirada del licántropo se ensombreciera y todo se volviera simplemente ira. Fue un salvaje durante años, un mujeriego y un hombre que no cumplía sus promesas, pero cuando estaba dispuesto a cambiar todo eso y dejar esa disipada vida tras de si, la mujer a quien le ofrecía todo cuanto era y poseía lo tiraba todo a la basura sin más (o así se lo parecía). Un gruñido fue emitido por el inquisidor mientras que sus ojos se mantuvieron fijos en los ajenos.
¿Eso es lo que quieres? Bien – sus pasos entonces ya no fueron más en dirección a la italiana, sino que se dirigieron a la salida de aquella casa – No debí perder mi maldito tiempo preocupado por una mujer como tu, Castiglione – aseguró sin volver la mirada hacía atrás, siendo el momento en que tomó la manija y abrió la puerta cuando volvió a mirar a la inquisidora – y pensar que estaba dispuesto a renunciar a mi vida actual por un futuro contigo – se burló de si mismo abiertamente. Fue un iluso que creyó posible una vida mejor al lado de una mujer que para él, era como ninguna otra. Mujer que ahora solo le rechazaba – que completo idiota – y tras esas últimas palabras, salió la residencia de Gianna y cerró la puerta tras de si. Ella había dejado las cosas claras y él no estaba dispuesto a rogarle a ninguna a mujer. Un nuevo gruñido fue emitido ahí, a las afueras de la casa de la inquisidora, justo antes de que los pies de Astor comenzaran el trayecto de regreso hasta su hogar pues en la casa de la italiana, no había nada más que hacer.


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Mensaje por Gianna Castiglione Dom Mar 06, 2016 2:04 pm

Había alcanzado la felicidad para perderla en un parpadeo

Todo parecía indicar que Gray pretendía que la italiana actuara como un licántropo experimentado, cuando en realidad apenas si podía asumirlo. El proceso no era fácil y el aprendizaje no lo sería tampoco. Pero él parecía olvidarlo, como si sus exigencias para ella le sobrepasaran la razón o incluso los recuerdos de sus propios inicios como un sobrenatural. — ¿Cree que tiene derecho a exigirme algo, Gray? Sus ínfulas de superioridad no es algo que tolere ahora. Ya no me causa gracia, como tampoco lo hace que haya dejado de ser humana ¿Cómo más le tengo que decir que no me tolero ni a mí misma? — la verdadera razón salió a flote con desespero, brotó de los labios de Gianna con indignación y quiso largarse de una vez por todas de ese lugar, de esa presencia que la confrontaba con lo que ella no quería responderse.

— ¿Otros planes? ¿Qué pretendía? — en la mente de la inquisidora no había otra cosa distinta que interés. Para ella, Astor no podría buscar otra cosa diferente a la satisfacción de sus instintos en cualquier cama. Quizás no era así, pero ya no importaba nada, sobretodo porque ella ya no razonaba como antes. La presión la alteraba, las preguntas tan punzantes la provocaban más y, pronto, podría perder aún más el control —Sí, fue mi culpa por olvidar la maldita luna llena y aceptar una invitación que creí más calculada. Fui a ver a Roland Zarkozi ¿Feliz? Fui a su casa a verle a él y no pensamos en nada más. Ahora ya puede dejarme en paz— La mujer escupió las palabras con ira, con el deseo de terminar de una vez por todas con ese molesto encuentro. La atracción que Astor pudiera generarle antaño ahora no le importaba, porque se sentía juzgada en lugar de apoyada. Era un asco necesitar una guía con respecto a eso y, por lo mismo, no lo manifestaría nunca; que Gray entendiera de eso lo que se le diera la gana. No obstante, él pareció no escuchar y la besó con fuerza. La ira de Gianna fue la que respondió con fuerza, como si necesitara de pronto poseerlo con toda su nueva naturaleza, con más deseo y con más instinto. Sin embargo, sabía que no debía darle ese gusto a él, y lo apartó de sí a las malas, porque no había otra manera.

—Hasta que por fin lo entiende. Déjeme sola de una vez y deje de mentirme, porque usted no se preocupa por nadie. — farfulló apenas antes que la puerta se cerrara en un golpe seco. De inmediato, Gianna caminó hacia la cocina y abrió la nevera en busca de algo que mantenía siempre disponible: Plata líquida. Como si de eso dependiera todo, la vertió en un recipiente de metal y la puso al fuego para disminuir su espesor. Debía ser rápida en su intento de suprimir la licantropía, aunque en el fondo, sabía que si aquello le salía mal, terminaría el experimento con un involuntario suicidio. Las palabras de Gray le resonaron en la mente mientras destapaba una botella de whisky y bebía un trago largo de la botella a modo de aliciente, y su corazón latía con fuerza mientras disponía una sola jeringa metálica para poner allí algo de plata e inyectársela de un solo tirón en el torrente sanguíneo. Estaba cometiendo una completa estupidez que no quería asimilar, estaba demasiado mal y lo suficientemente sola como para pensar las consecuencias dos veces. Y así, en menos de cinco minutos, tenía todo preparado y la punta de la aguja sobre su brazo izquierdo, mismo que en un instante, fue perforado y se sintió arder, igual que el recorrido que fue tomando la plata mientras Gianna intentaba no gritar. Las lágrimas se escaparon de sus ojos sin pedir permiso, el dolor era demasiado, algo que no había imaginado y que ya no podría revertir, pese a que no había sido capaz de inyectarse todo lo preparado, sino apenas la mitad.

La jeringa cayó al piso y Gianna apenas dio un par de pasos. Pronto, su cuerpo se dejó caer en el suelo de la sala, justo frente a la puerta por la que hace unos minutos acababa de salir Gray
—Qué demonios hice…— susurró ella con desespero, queriendo arrancarse el brazo allí mismo, de no ser porque sentía el calor insoportable ya llegándole al corazón.


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Mensaje por Astor Gray Sáb Mar 26, 2016 8:59 pm

Se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón,
sino con otro olvido más cruel e irrevocable que él conocía muy bien,
porque era el olvido de la muerte.
Gabriel García Márquez


Sí, Astor creía que tenía derecho a exigir a Gianna explicaciones por el simple hecho de que estaba enamorado de ella. La inquisidora no había escuchado de sus labios aún aceptar aquello y mucho menos escuchó lo que él pensaba pedir ese día, y la razón era que todos los planes que Gray llevaba se hicieron añicos en el preciso instante en que olió a la nueva Gianna. La ira, la frustración, su incapacidad para expresarle debidamente sus sentimientos, todo conspiraba para hacerlo ver ante los ojos de la  inquisidora como un monstruo incomprensible, un hombre con el que sencillamente era imposible razonar.
Eres fuerte, aprenderás a ser un licántropo – su voz era dura, debido a que no toleraba escucharla tan diferente, tan rendida de cierta manera a la primera dificultad que se le presentaba – Además nadie dijo que fuera sencillo convertirse en sobrenatural, ni siquiera de manera voluntaria – Aquello lo había visto con sus propios ojos, pues aquellos soldados inquisidores que decidían que como inmortales o licántropos servirían más a los ideales de la iglesia, terminaban en su mayoría decidiendo acabar con su vida o sufriendo terribles consecuencias por sus decisiones, ser sobrenatural era cosa de fuertes y los débiles tenían la entrada prohibida a ese selecto circulo, sin embargo, Gray no veía a la inquisidora como alguien débil sino que la observaba como una mujer confundida, dolida y por supuesto incomprendida.

Observando fijamente a la mujer a quien decidía entregarle el corazón, soltó un suspiro.
Nada, no pretendía nada así que olvídalo – aquella en definitiva no era el mejor momento para expresarle sus sentimientos, no con ella más incrédula de lo normal y con esos deseos de aniquilar todo a su alrededor que eran tan notorios en su mirada. De un momento a otro la italiana le escupió el nombre de quien termino por convertirla, maldiciéndola de esa manera por lo que le restara de vida. Los ojos de Astor se mantuvieron fijos en ella, su mandíbula demostraba la furia que estaba conteniendo y su entrecejo se mantenía fruncido. Roland Zarkozi, el maldito mocoso impertinente que parecía sentirse más que todos solo debido a que su padre fue parte de los altos mandos – De él puedo comprender que no pensará nada, actúa con mucho corazón aunque diga lo contrario; de ti, eso no puedo aceptarlo – le era imposible aceptarlo, pues los sentimientos que durante tanto tiempo se esforzó en suprimir, salían a flote cerca de ella a quien deseaba proteger por encima de todo, algo que evidentemente no consiguió, haciéndole molestarse no únicamente con ella, sino más que nada, con él mismo. Y ahí tan cerca de ella como estaba fue que lo que llevaba dentro de le exploto. Astor se aferró a Gianna con desesperación, con necesidad siendo únicamente falsas esperanzas y un firme rechazo lo que recibió de ella, ahí fue donde él alcanzo el límite y entre palabras que realmente burdas y confesiones a medias, abandonó la casa de la italiana, escuchando mientras se alejaba lo último que ella tenía para decirle.

Gray se había preocupado por ella y que recibió, ofensas y malos tratos así que volvería a ser el mismo de antes, interesado exclusivamente en satisfacer sus necesidades y deseos, cerrando una vez más su corazón y sentimientos. Claro que decirlo o pensarlo era mucho más sencillo que hacerlo, ya que apenas se alejaba unas cuadras de la casa de la inquisidora cuando se detuvo en seco, siendo un gruñido lo único que advirtió de su furia, la que fue traducida en golpes a la pared más cercana. Poco le importaba que alguien saliera de alguna casa a ver que sucedía, o el que dañara propiedades ajenas, él tan solo se enfoco en golpear la pared aquella sin pensar absolutamente en nada. Fue hasta el momento en que notó la frustración y la rabia ceder un poco que se detuvo, la pared mostraba signos evidentes de que algo no humano había estado golpeándole pero sus nudillos no mostraban daño, irónico que en aquellos momentos fuera quizás su corazón lo que se encontraba más dañado. Un suspiro salió de sus labios y sus pensamientos viajaron nuevamente a la inquisidora. Astor podía comprender a la perfección que era lo que ella atravesaba, una transformación no era algo sencillo pero él se había preocupado y enfurecido tanto y por tantas cosas, que ahora que se encontraba lejos de ella era capaz de analizar más detenidamente la situación y darse cuenta de que fue un completo idiota.

Lo más prudente hubiera sido irse tal y como se lo expresara a Gianna al salir de su casa pero la verdad es que no podía. Se había dicho a si mismo segundos atrás que lo mejor era alejarse de ella y olvidarse de todo lo que le provocaba, pero iba a ser sencillamente imposible debido a que ella le había marcado de manera profunda y a que rendirse, nunca había sido una característica de su personalidad. Prefería entonces regresar como un vil perro arrepentido a la casa de la inquisidora a dejar que las cosas terminasen de esa manera; le tocaría aceptar que fue un idiota, un monstruo incapaz de volverse empático con ella pero no iba a darse por vencido aunque ella le echara fuera, o le dijera que lo odiaba. Para el licántropo en aquellos momentos, solo la muerte podría hacer que se alejara de ella.

Volviendo entonces sobre sus pasos, Gray esperaba encontrar el hogar de Gianna tal y como lo dejó; con una mujer confundida y dolida en el interior, en una calle donde no existía mucho ruido y todo era aparentemente tranquilo, sin embargo pronto descubrió que eso no era lo iba a encontrar. Cerca ya de la casa de la inquisidora pudo ver como un grupo de personas parecían estar entrando en la propiedad, algo que le hizo a él gruñir y andar con mayor velocidad en dirección al hogar de la italiana. Cerca ya de la casa, veía a las personas entrar y salir, hablando entre sí en italiano; eso encendió una alarma dentro de su mente que le llevó a caminar buscando la manera de entrar en la residencia, a pesar de que escuchaba las voces a su alrededor no muy contentas y fue ya cuando estaba demasiado cerca de la casa cuando una mano se posó en su pecho y un gruñido salió de sus labios, el licántropo bajo entonces un poco la mirada para encontrarse con una mujer que le observaba retadora.
No puede entrar, no tiene el permiso para hacerlo – la voz fue fría y el acento italiano, pero la mujer hablaba en un perfecto francés.
Conozco a la dueña de la casa, vine a ver que es lo que ha pasado – respondió con la misma frialdad femenina – así que hazte a un lado, voy a entrar – pensaba que quizás tendría que usar algo de fuerza para poder ingresar en la residencia de la italiana y estaba dispuesto a hacerlo con tal de verla.
Querrá decir que conocía a quien fue la dueña de esta casa –y toda resolución de entrar sin importar nada, se desvanecio ante esas palabras. Astor se mantuvo inmóvil y con la duda escrita en el rostro, observó los ojos de aquella mujer que de manera inexplicable le hacían sentirse odiado – En esta casa, se llevo a cabo un suicidio… – a partir de ese momento, su mente se bloqueo y Astor no escuchó nada pero sintió todo.


FINALIZADO


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