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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Severian D´Angelo Dom Oct 04, 2015 12:07 am

-Esto es peor que un conclave- maquilaba la cabeza del inquisidor mientras caminaba hacia su próximo destino del que tanto aparentaba quejarse, aunque desde el punto de vista de ese hombre era más la costumbre de arremedar que porque realmente sintiera una verdadera incomodidad.

De haber podido hubiese mandado a cualquier otro representante en su lugar, pero consideró que lo prudente era mantener a sus hombres por los alrededores y unos cuantos a pocos metros de donde se llevaría acabo la reunión que él mismo convocó. Cita que solo involucraba la presencia de tres personas además de él, personas que le hubiese gustado ver pero en otras circunstancias menos penosas y arriesgadas como las de aquella noche.

Una noche normal de invierno para todos los habitantes de aquella ciudad, guarida sagrada de la religión católica y el último sitio donde Belial se atrevería a esconderse, una tierra que dormía plácidamente bajo sus techos desprovistos de estrellas tan nítidas como las que se cernían sobre la cabeza de aquel hombre de edad respetable que en aras de tranquilizar sus pensamientos oraba en silencio con la cabeza baja.

Aquella noche tomó por bastón al señor para poder seguir andando, para poder seguir escuchando los ruidos casi imperceptibles de las criaturas noctambulas que no necesariamente eran producto de la simple naturaleza creada por Dios como los hombres, ellos... todos los condenados y los hijos de las tinieblas estaban por allí muy cerca y podía sentirlos, podía olfatear su malicia en medio de una callejuela empedrada desprovista de toda luz lunar y de toda vida con sangre y alma, tal parecía que solo el silencio reinaba por aquellos lares santos donde San Pedro fue crucificado de cabeza para evitar ofender a su Señor, hazaña que ni el mismo Ser supremo debía recordar porque ahora en esa tierra hijos contra hijas se hacían la guerra y otras criaturas malignas como las que armaron una catástrofe indiscreta en París caminaban y se cazaban entre ellos, mientras que solo un puñado de jesuitas bajo su mando peleaba contra ellos, una lucha silenciosa que solo daba pie a pensar que allí como en cualquier lugar del planeta había una Ciudad sin Dios.

A su vista un complejo religioso aguardaba en silencio su arribo y el de su acompañante, esa noche soldados jesuitas se hallaban alrededor del edificio en estado de guardia ante cualquier eventualidad puesto lo que allí se discutiría era tan delicado que hasta los oídos más sensibles podían enterarse y ofenderse, así mismo sus perseguidos podían estarlos espiando desde lo más profundo de la oscuridad y la maleza que envolvía un pequeño jardín pulcro y silencioso. Su ayudante que venía detrás de él en su sepulcral silencio se adelanto unos pasos para abrirle la puerta en la que nadie debía pasar hasta pasada las tres de la madrugada. Los guardias al verlo retrocedieron dejándolos pasar y poniéndoles sobre aviso que nadie más había llegado -Era de esperarse- se dijo con frustrado humor -Después de todo ellos vienen desde París- se encogió en hombros y continuo por un pasillo plagado de pinturas con temática religiosa, crucifijos y otras curiosidades más de la religión católica que estaban acorde con el frío de la atmosfera y los ecos repetitivos del paso de ambos.

Detuvieron su paso hasta topar con una puerta de detalles exquisitos como solo el Vaticano y el europea sabían elaborarlo, el sirviente volvió a abrir la puerta causándose molestia a si mismo por el rechinido de los goznes. Severian comprobó que efectivamente la sala estaba vacía y las sillas de la gran mesa rectangular de mármol, estaba desprovista de ceras y llamas –Será mejor que te sientes Aramis- indicó al pequeño a su lado -Ellos tardarán como siempre- resopló con resignación acercándose a las velas para encenderlas de una en una con ayuda del instrumental que allí se encontraba exclusivamente para ello –Solomon siempre se tarda lo suficiente para lograr exasperar mi paciencia- explicó mientras terminaba y tomaba asiento cerca del fuego diminuto y destellante de las ceras blancas –Solo Dios sabe porque hizo de mi hermano un reverendo impuntual- como era de esperarse el niño no respondió y ciertamente Severian no esperaba algo más, ese muchacho no hablaba más que para lo esencial, ya se había acostumbrado a su escrutinio y a la vaga respuesta que podía brindarle, era como entablar una charla con la pared o los Arcángeles hechos en distintos materiales a su alrededor.

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Mensaje por Aramis Alighieri Dom Oct 04, 2015 11:12 am

El niño contemplaba con atención la pose del caminar de quién tenia por delante, el adulto estaba tenso y el por alguna extraña razón lo sabía y por eso mismo decidió mantener distancia y silencio siguiéndolo simplemente como una sombra difusa entre los caminos por los que andaban a altas horas de la madrugada. Aramis no tenía ni una pizca de sueño, de hecho no lo había tenido desde hace meses cuando las cosas empezaron a ponerse turbias, él intuía como con la pronta muerte de sus padres algo andaba mal por aquellos lares y no tardó mucho en descubrirlo por su propia cuenta.

A veces la persona más callada no es por ende la más tímida, en ocasiones se trata simplemente de una mente despierta que causaba a veces conflicto y ruido para quien la posee y el pequeño Aramis era una fiel copia a esa regla, como pudo y de la manera en que se las ingenio logro conseguir los diarios que tanta agitación habían causado entre los miembros de la orden, miembros, incluyendo a Severian los mantuvo alertas y en continua vigilancia. Aramis todavía no asimilaba tan bien las cosas por entonces, no entendía que tenia que ver un incendio y otro después en París con los que estaban persiguiendo desde hace muchos años antes de que llegara por forma accidental al grupo de "vida y muerte" como usualmente lo llamaba por la variante que la Secta dirigida por su padre adoptivo dirigía, allí entre ellos había inmortales y mortales, había ángeles y también demonios, pero no cualquier tipo de demonios... la única consigna para ser aceptados era sentir arrepentimiento cada vez que ejecutaban con la muerte un vals distinto cada noche. Fue la noche anterior que gracias a su lógica en desarrollo y estimulo pudo ir atando los cabos sueltos, ellos estaban alertas porque sabían que el enemigo al sentirse con la suficiente fuerza para castigar a propios y a extraños por infringir sus leyes, estos salieran a la luz publica a raíz de arreglar el pequeño inconveniente. Lo sabía, sabía que Cetanu estaba cerca y más amenazante que nunca. No le fue difícil llegar a esa conclusión tan pronto, a veces le dejaban salir para acompañar a los miembros a un lado en especifico y después podía escabullirse y regresar antes de que se dieran cuenta, fue uno de esos días que sin más fue a la librería y vio el texto de Archibaldo de La Cruz en el español original de la obra y no pudo evitar comprarlo y leerlo en un santiamén. Las cosas tenían sentido de ser ciertas las relatadas en cada página que le guio durante el penoso asunto del teatro y el incendio de una mansión alejada en París, fue un enfrentamiento abierto a mortales y ellos, los que se hacían llamar "Los eternos" intentarían imponer un castigo  como Severian y la Orden habían pronosticado.

No dejaba de pensar en aquello mientras atravesaban la sepulcral plaza de San Pedro en absoluto silencio sin dejar de observar al hombre de tosco sayal que estaba ya apunto de toparse con la primera puerta y los guardias que la custodiaban, Aramis se adelanto unos pasos para poder abrirla de par en par -Señor- pronunció en su lengua nativa, dibujando una leve reverencia adentrándose  y continuando el recorrido por un pasillo estrecho y frío que llevaría al Salón de los Arcángeles.

Otra puerta abierta que guardaba detrás más figuras y artes pictóricos religiosos, una sala amplia, donde se llevaban a cabo importantes reuniones con el papa o simplemente entre inquisidores y sus distintas subdivisiones autoimpuestas como era el caso de su padre adoptivo, juntas que eran de extrema delicadeza para hablar en publico, ni el mismo Santo Padre se fiaba de los que podían rodearle, las paredes tienen oídos de vez en cuando.

Aramis volteó de un lado a otro mientras las ceras eran encendidas, escucho sin ver mucho tiempo a Severian, sorprendido y atónito por el arte tan fino y lujoso que el hombre podía hacer en el nombre de Dios –También en su nombre se hacen cosas buenas- pensó aguantado la necesidad de dibujar media sonrisa de satisfacción en su rostro severo e infantil, a lo demás solo asintió con obediencia pero no contestó ni con media palabra.

El niño recorrió silla por silla repasando cada detalle de los respaldos y las braceras con la misma maravilla con que se ve algo por primera vez y con una curiosidad ávida como solo Aramis poseía, aunque tal comportamiento no tenía cabida puesto que en los recintos de la Secta donde residía con los jesuitas la decoración no era muy distinta de aquella, era como un pequeño Salón de los arcángeles instalado en una residencia discreta.

Tomó con cuidado una silla al costado de la mesa y frente a su padre adoptivo que no dejaba de escrutar sus movimientos atentamente, correspondió el pequeño su mirada solo por breves instantes y después la volvió hacia la puerta que se abría lentamente, era claro que otro a la reunión había llegado
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Mensaje por Darkness Severaux Dom Oct 11, 2015 3:55 pm

Pensando en ella partió con rumbo a su nueva misión con los Estados Pontificios, trataba de calmar su carácter volátil con la simple idea de haberla dejado bajo la custodia del fiel mayordomo de Leviathán, él único hombre que parecía dar la vida por ella en su ausencia.

Arribó al anochecer a la llamada tierra santa, recorriendo inmediatamente sus callejuelas para llegar al punto de reunión acordado días atrás por correspondencia. Cada callejón estrecho y oscuro o cada calzada amplia distaba mucho de como las recordaba cuando el servía en otra orden para el Vaticano por un muy corto tiempo, la plaza del apóstol San Pedro era tan diferente, el aire y la misma noche también se habían transformado en algo que se dificultaba reconocer, solo el silencio con su imperturbable quietud parecía continuar con su esencia habitual entre los discretos sonidos de los animales nocturnos o el ladrido de los perros en la lejanía de las residencias. Ante semejante visión el antiguo oso en preguntarse así mismo ¿cuanto había sido el tiempo de reclusión, des cuando había rechazado el tiempo y lento pero marcado andar, cuando había renunciado a ver con ojos discretos la destrucción de las épocas que él conoció y vivió durante su inmortalidad?

Poco rato después sus pasos se detuvieron justo frente al pasillo que lo llevaría a su destino que durante un tiempo parecía ignorar, pero que en el presente era inevitable si quería evitar a toda costa la muerte de los que más amaba.

El salón de los arcángeles se alzaba orgulloso y discreto entre un estrecho pasillo custodiado por guardias de carne y hueso y otros más de yeso y oleo, arte religioso que decoraba los muros sin llegar a caer en la exageración, testigos mudos de cientos de reuniones celebradas al final del camino, mártires viendo al cielo o al que pasaba con la melancolía dibujada en el entrecejo, las lágrimas falsas de aquellos brillaban con las ceras coladas entre cada uno de los candiles que pendían del techo, otros como Santa María simplemente contemplaba a su hijo en la cruz o lo acunaba entre sus brazos una vez muerto en la crucifixión, los cristos de allí y de acá tenían los parpados cerrados yacidos muertos u otros agonizantes, diciendo las siete ultimas frases autorizadas por la Santa Iglesia como fidedignas.

El largo recorrido al final del pasillo oleos del viacrucis anunciaban ya su pronta llegada y San Miguel Arcángel con otros detrás vencían al demonio permanentemente para toda la eternidad, retablos frente a ellos y muebles de valor considerable se hallaban haciendo el contraste con las alfombras largas y rojas que el antiguo tenia debajo de sus zapatos negros. Semejante decoración en otros tiempos hubiese maravillado al vampiro de forma notable, tomando nuevas inspiraciones para sus creaciones arquitectónicas, pero en el presente sus prioridades eran otras y por si fuera poco llevaba un ligero retraso, algo por demás inusual en él.

Subió una larga escalera de piedra dividida en dos y en cada nivel su fuerza y su seguridad parecían disminuir de a poco gracias al pensamiento hostigador que le perseguía como su propia sombra, había dejado a su amada completamente sola y eso lo abatía, la idea de que Cetanu pudiese estar rondándola era casi imposible de soportar –Esto debe ser conciso y rápido, tengo que regresar y permanecer a su lado- pensó sin caer en la cuenta de que se había detenido en el último escalón, observando con desinterés la puerta que separaba su intranquilidad y la seguridad y protección que podía conseguir para The Phantom y Montserrat.

Con grandes dificultades logró reincorporarse y reponerse de su trance mental, alzo las manos para alcanzar las maderas de aquella vieja habitación. Al abrirla poco a poco, con absoluta discreción quedo a su vista cuatro muros de piedra natural de gran altura y profundidad basta que le permitía albergar una mesa rectangular estrecha y larga de caoba negra con varias velas sostenidas por artificios de oro y al frente justo arriba de una gran chimenea un altar dedicado al jefe supremo de las tropas celestiales.

Dos pares de ojos suspendidos en la oscuridad le miraron atentamente desde sus sillas correspondientes, uno de ellos se le hizo familiar y no pudo evitar devolver ese escrutinio silencioso, ese pequeño lo observaba con curiosidad y el antiguo no sabía si era producto de su atormentada mente que le vio dibujada media sonrisa en su faz, de pronto una voz les interrumpió de su trance, dando la bienvenida y vitoreando su llegada.
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Mensaje por Severian D´Angelo Dom Nov 08, 2015 10:05 am

Los ojos celestes del inquisidor se perdieron pronto entre las llamas de unas cuantas ceras gastadas a su alrededor. Por un momento pensó que pasaría si Aramis lograra reconocer entre sus invitados a la secreta reunión a aquel que le salvo la vida, quiso saber si el lazo que dejo aquel inmortal en el pequeño era tan fuerte para lograr que se reconocieran sin necesidad de tener gran contacto –Dios mío- susurró entre un suspiro y otro que iban dirigidos exclusivamente a la imagen del arcángel Gabriel -Ayúdalo y ayúdame a mí- pronunció en su pensamiento con fervor recargando sus codos en la mesa para encontrar sus palmas juntas –Padre mío, hágase tu voluntad... pero no demores más la agonía de esta tu Orden- rezó -Facilita el camino a tus soldados y protege al demonio que de alguna manera regresa al redil de tu rebaño- insistía en su oración cuando sintió la mirada penetrante del niño que tenía al frente suyo, ni la capucha logró que esa sensación de sentirse observado hubiese desaparecido. Severian no tenía miedo de la profunda mirada del niño, tan reservada y astuta, tan evaluadora, lo que provocaba verdadero pavor era su silencio sepulcral que solo era roto para pedir cosas, favores o brindar cortesías como su sirviente.

A punto estaba de decirle algo para romper el hielo cuando la puerta de aquel Cuartel anunciaran la presencia del que menos esperaba a que arribara primero. D´Angelo volvió su mirada detenidamente, lo evaluó de arriba a abajo con la mirada, brotando de sus labios una ligera sonrisa. El condenado no había cambiado en nada durante los últimos cuarenta años, vestimenta oscura, capa larga y su gesto severo, su mirada tenía la misma historia... seguía siendo fría, vacía y sin embargo parecía tener un brillo distinto, el semblante del hombre lucía preocupado, pálido y aparentemente demacrado ¿Era posible que el señor seriedad, como Severian le decía a burla de su comportamiento, de pronto pudiese sentir, preocuparse por el otro?.

-Bienvenido seas Darkness- celebró incorporándose y haciendo caso omiso de la conversación muda entre Aramis y el inmortal -Creí que junto con mi hermano habías perdido tu camino- sentencio acercándose prontamente para alcanzarlo con su mano estirada, dirigida a su hombro –Vamos, no te sientas intimidado, este niño tiene la costumbre del escrutinio silencioso- volvió la mirada al niño con intenciones de reprimenda -Y tu Aramis Alighieri, no te he dicho que si no eres llamado no veas de esa manera- frunció el ceño que marco aun más las arrugas del entrecejo –Ahora- indico con voz autoritaria –Vuelve a tu libro, que el Vaticano no gasta francos en vano para literatura mundana mal aprovechada- como era de esperarse el pequeño volvió a su lectura sin discutir o retar –A veces hay que tratarlos de manera férrea- inquirió con media sonrisa.

Cuando su mano se prostró en su hombro le observo un momento antes de continuar –Esto si que es una visita grata, supongo que es un milagro obrado por las manos del Señor- sonrió amablemente –Algo muy malo o muy bueno tiene que estar pasando para que hayas decidido retornar a las viejas andanzas Severaux, además tu semblante cambió bastante ¿Qué te ocurre?- pregunto pero el vampiro no respondió -Muy bien- asintió -De cualquier forma, deberás perdonarme- pronunció sincero -Creí, al ver que no llegabas habías tomado la resolución de declinar, después de todo y hasta donde yo me quede, llegar tarde no es tu estilo- agrego –Pero de igual forma con o sin ti mis hombres y yo pronto dariamos con el paradero de ese maldito, venir o no, no iba lograr esquivarnos por más tiempo- inspiro –En fin- se encogió de hombros, retornando sus pasos junto al impasible inmortal que era estrechado por su brazo derecho –Vamos, siéntate aquí, mi querido hermano siempre tarda en llegar, ser puntual nunca ha sido una de sus virtudes ¿Sabes?, además viene desde París y acompañado por el espía demoniaco- advirtió pero su escucha se quedo parado a medio camino observando al niño detenidamente –Si Darkness- asintió sin entender a bien si su mirada le preguntaba lo mismo que él pensó al principio –Es él- rio secamente –No quiero sonar del tipo paternal ni nada de esas tonterías, pero a veces ese muchacho me recuerda mucho a ti... A veces y perdón por decirlo e incomodarte, pero imagino que sería tu criatura si hubiese vivido- dijo por lo bajo para que solo ellos dos escucharan.
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Mensaje por Darkness Severaux Jue Dic 03, 2015 3:08 pm

Escuchó todo con atención y no emitió ningún juicio al respecto, tenía demasiadas cosas en que pensar para encima responder preguntas que les vio una nula utilidad en todo ese asunto, además estaba irritado por la interrupción entre las miradas calladas entre él y el niño, quién aún cubierto hasta la cabeza con una indumentaria parecida a la utilizada por los frailes podía sentir su fuerza y su vívida curiosidad. Darkness más allá de sentir algún tipo de desagrado y repulsión por aquella extraña forma de comunicación, le seguía el juego tratando de penetrar en su mente frágil y aparentemente infantil de la que se vio privado cuando la mano del inquisidor le alcanzó el hombro. Darkness gruñó con el toque, nadie exceptuando a Montserrat quizás podía tocar esa zona, allí donde debajo de la capa se escondía su brazo de metal, allí donde otra cicatriz más quedó marcada para el resto de la eternidad.

Junto con el inquisidor siguió sus pasos hasta intentar llegar a las sillas de amplios respaldos oscuros y de braceras doradas que apenas si se dibujaban a la luz de la luna, Severaux volteo de un lado a otro, observando los muros, los altares y los artilugios que había dejado atrás hace aproximadamente cincuenta años cuando renunció a la Orden y dio paso a su propia reclusión para soportar amargamente en soledad el cambio de los siglos y el término de varias épocas, hasta que, sus ojos marrones volvieron a centrarse en el pequeño que leía con afable atención una página y luego otra rápidamente sumergiéndose en la lectura, perdiéndose aparentemente de aquello que le rodeaba, incluyendo la mirada atenta del milenario a sus espaldas.

-En primer lugar- dijo entonces Darkness con aire hosco –Dudo mucho que este encuentro sea obra del Señor- rompió el sepulcral silencio que hasta ese momento lo gobernó –Este asunto, incluyéndome a mí tiene demasiados tintes oscuros y sombríos para considerarse un milagro... eso no existe ni en vuestro léxico ni en el mío y eso lo sabes bien- puntualizo con desdén -Segundo, no es de vuestra incumbencia lo que me aqueje o me suceda, deberéis bastaros con que este de vuestro lado- frunció el ceño, siguiendo estático en el lugar donde súbitamente y sin previo aviso había detenido su andar –Tercero, para vuestra maldita suerte, tengo una razón y un motivo lo suficientemente poderoso para estar haciendo esto, mi intención no era bajo ninguna circunstancia volver a estas andanzas, mucho menos enterarme como el mundo ha cambiado desde entonces- bramó indignado –Cuarto, quizás sin mi ayuda vos y vuestros hombres hubieran llegado hasta ellos, pero... ¿En cuanto tiempo y cuantas muertes más?- dijo hiriente –Decidme ¿Cuántas bajas más ibas a poder soportaros por parte de la Orden y la propia inquisición? ¿Cuántos condenados de cada facción esperabais sacrificar?- interrogo con la ceja arqueada -¡Es Cetanu, con un demonio!- exclamo por lo bajo –Quinto, nadie podrá jamás remplazar a mi hijo y vos como cualquier otro no tiene ningún derecho de traerme en cara mi pasado- arrastro la voz y hablaba entre dientes –Y sexto, me interesa un bledo quien sea, lo que no me parece adecuado es que siendo vuestro sirviente no tengas un ápice de consideraciones... de la humildad se hace un buen gobernante, un buen amo... por si no os habéis percatado vuestro niño esta temblando de frío- se soltó del agarre del inquisidor que permaneció atónito ante lo que escuchaba. Por su parte Darkness tomó una de las ceras del rincón más cercano para arrojarlas luego a la madera de la chimenea –Tu, niño- lo llamó con despreció -Acercaos aquí, antes de que enferméis- invito con frialdad y apuro.
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Mensaje por Aramis Alighieri Sáb Dic 05, 2015 2:07 am

Aramis no pudo evitar mirarlo detenidamente –Es él- se dijo internamente en una mescolanza entre espanto y sorpresa. Por un lado le causaba terror la manera tan fija que tenía el vampiro para observar, era como si quisiese leer la mente de quien estuviese frente de él y esa actitud acompañada de su estatura considerable y de su complexión delgada ataviada negro no ayudaba mucho a que el chico se desinhibiera y por otro lado la emoción regocijaba su pequeño pecho al reconocer al que alguna vez le salvó la vida de morir en las manos de otros de su propia estirpe. Cuantas ganas tuvo de correr y abrazarlo pero a juzgar por su aparente seriedad y retraimiento, el pequeño intuía que cualquiera que se acercase de esa forma a él terminaría muerto en el sentido literal o figurado del asunto.

Cuando fue reprendido seriamente por su amo Aramis regreso a las lecturas de lo que Severian y la iglesia llamaban "literatura mundana", sino fuese por su apatía para hablar, él se hubiese defendido del comentario de Severian atribuyendo que todo ese dinero había sido bien invertido, ese era su quinto libro en el mes que corría. De hecho no era tan sorprendente si él lo hubiese señalado, era bien sabido por todos los que rodeaban al pequeño que para rehuir de su realidad y evitar la incomodidad del los juicios por su silencio absoluto, utilizaba la lectura como único medio, podía leer desde novelas de ficción, hasta textos complejos sobre lógica y filosofía, ciencia o teología, otra razón por la que resultaba alguien bastante inteligente y sabio hasta donde su mente alcanzaba a comprender.

Sumiso aunque enojado el niño bajo la mirada cuando el señalamiento se hizo más evidente, conocía a Severian que era, tan buena gente como malvado si se le desobedecía, por lo que prefirió hacer lo que se indicó para evitar enfurecerlo.

A simple vista parecía estar prestando atención a la lectura e inmerso en letra por letra de los reglones impresos de la obra de < Summa Theologiae > de Santo Tomás de Aquino, sin embargo estaba atento a todo lo que acontecía a su alrededor, intentaba con grandes dificultades escuchar la conversación de los adultos, sobre todo de aquel de aspecto frívolo. Capto como las palabras se arrastraban entre sus labios y la forma en como protestaba, le pareció una táctica sutil que quizás algún día debería poner en práctica.

Pronto se dio cuenta de que el hombre llamaba su atención, la chimenea estaba encendida para él y no pudo evitar agradecerle el gesto con una tímida sonrisa. La verdad es que efectivamente se estaba muriendo de frío, con los pies helados bajo los zapatos y un dolor de estomago terrible, quizás algo de fuego calmaría sus malestares. Cerró entonces el pesado libro de un solo golpe volviéndose hacia su amo -¿Puedo?- pregunto dubitativo, Severian asintió amablemente. El infante dejo su asiento y con vacilación finalmente llego al fuego y a esa presencia llena de misterio que le intrigaba en demasía.

-Le estoy muy agradecido Monsieur- habló para sorpresa del inquisidor que estaba a sus espaldas –Soy Aramis Alighieri, Monsieur- reverenció -Estoy a su servicio- indico educadamente. El vampiro debería verlo igual que su amo, un esclavo sin titulo, un sirviente ilegitimo y sin paga, probablemente el mismo  inmortal lo odiaría de ahora en adelante, Severian no debió de haberlo comparado con una figura tan fraterna como un hijo perdido, además que podían tener en común además de la vestimenta negra que llevaba bajo su capa?
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Mensaje por Solomon Vasari Vie Dic 25, 2015 7:41 pm

Un no muy convencido Vasari había partido con rumbo al Vaticano des hacía tres días. El no era un hombre convencional y quizás era por esos que había llegado por sus propios medios hasta el punto de la reunión algo fastidiado por la imposibilidad que implicaba su pierna lastimada de por vida. Su caballo en contraste se encontraba en optimas condiciones a pesar de sus años a cuestas, estaba bien alimentado a últimos tiempos gracias a que su hija le había tomado un aprecio especial y considerable al equino marrón de crines azabache que su padre tenía como algunas de las posesiones invaluables de sus años como cazador.

A la par y unos cuantos pasos detrás iba ya también el otro inquisidor que por azares del destino había conocido cuando estaba al mando del cazador enmascarado un año atrás. El destino era sorprendente y su encuentro como su compañía mutua lo ponían de manifiesto, ninguno de los dos supuso que pertenecían a la misma Orden que Vasari junto a su hermano habían fundado con anterioridad. La Orden de la Rosa Escarlata siempre conto con miembros brillantes en sus distintos ramos pero jamás el viejo cazador supuso que Gideon Stark fuese uno de ellos, es más fue tan astuto que jamás se percato de hecho que, no estaba fungiendo como simple peón de Leviathán sino que estaba allí como espía de los de su propia Orden dirigida por Severian.

Sin embargo y al paso que el camino se iba haciendo más oscuro entre neblina azulosa y destellos brillantes en lo alto del cielo noctambulo su preocupación iba creciendo. Palabra tras palabra de una carta enviada por una caligrafía extraña seguida por una confirmación de su hermano llamaron a una reunión urgente, se hablaría sobre Cetanu, uno de los vampiros con que Solomon tuvo un par de encuentros no muy agradables. Ese vampiro era el egocentrismo inmortalizado sin poder definirlo de otra forma, él y nada más que él se había nombrado en el verdugo, jurado y juez de todo el mundo inmortal que se dedicara a infringir las normas impuestas por el mismo contra los humanos y cualquiera que pusiese en peligro el secreto de su existencia, además de hacer ciertas prácticas poco agradables a descripción contra los mortales. El viejo cazador comenzaba a atar cabos y no le gustaba el rumbo donde estos se dirigían... Hace unos días una reunión de extraña causas los había reunido en  las afueras de París.

Spencer Reid y los otros caídos se habían sentido acosados y perseguidos por algo que no supieron describir pero que de igual forma no había logrado su objetivo de matarlos. El culpable bien podía ser Cetanu Vasili y sus "Eternos", después de todo tanto The Phantom como Leviathán Shadow rompieron en su momento las reglas que él estipulo y ambos debían pagar por ello, a su vez humanos y otras criaturas sabían demasiado sobre los vampiros y como tal debían desaparecer de alguna forma. Solo un punto quedaba sin resolver, todos estaban ocultos en distintas partes del mundo y Archibaldo que había escrito la historia estaba... estaba desaparecido ¿Cómo pudo haber dado con ellos?

Solomon se detuvo a la entrada que separaba a Severian y a él, una fracción de segundo y su tranquilidad de la que tanto había gozado se iría al fango, sin más remedio entro con Gideon detrás, sus pasos  pararon en seco apenas cruzo la entrada, allí además de Severian y su sirviente había otro hombre que el reconocía perfectamente. Solomon lo fulmino con la mirada sin antes escrutarlo de arriba abajo, era la pareja de su hija. Solo Gideon y Spencer que sabían la verdad le insistían que solo eran celos de padre pero nada fuera de normal, sin embargo él se conocía bien y todo aquello que sentia por dentro iba más allá de lo que se considerará paternalismo, el sujeto simplemente no le daba buena espina -¿Qué hace usted aquí?- espeto con violencia hacia el vampiro de aspecto serio.


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Mensaje por Severian D´Angelo Lun Ene 04, 2016 1:49 am

-Si Solomon a mi también me alegra verte- interrumpió Severian, conocía a su hermano mejor que al mismo y por su mirada juzgaba al hombre que tenía de su lado izquierdo -¿Tan rápido has olvidado tus modales ya?- rio apenas –La edad no esta sentando nada bien hermano mío. Yo recuerdo en los viejos tiempos, mi madre se enorgullecía por tus dotes de caballerosidad y cortesía... ¿o solo fue para ella y para Anne semejante galantería?- alzo una mano avanzando hacia los recién llegados –Vamos hombre- dijo tranquilamente –No te ofendas, Anne esta en mejores manos ahora igual que nuestros padres, a los que por cierto les debemos honrar y vengar su injusta muerte- recalco en tono ameno, posando su mano en el hombro –Si te molesta que este hombre este aquí lo siento en verdad- se disculpo con una sonrisa forzada, él no estaba acostumbrado a pedir perdón a cualquiera ni siquiera a su hermano que lo veía con indisimulado disgusto, Severian era una criatura orgullosa por naturaleza –Bien sabías que en la Orden debía involucrar, igual que el Vaticano a hecho, a vampiros y otras criaturas interesadas en la caza de los suyos por razones especificas o que simplemente no quisiesen estar bajo las ordenes del Sumo Pontífice- asintió -Lo sé, es un vampiro.... pero hay que afrontar nuestros miedos y rencores para hacerlos nuestros aliados, esta es una guerra sin cuartel y cierto es que en estos momentos nos vendría bien toda la ayuda posible, en especial cuando estamos pisando los talones de Cetanu y compañía- inspiro mientras empujaba a su hermano dentro casi a rastras.

-Este hombre, que por lo visto ya conoces, sirvió a nuestra orden durante unos treinta o cuarenta años y tiene relativamente muy poco que se acaba de retirar de entre nuestras filas por cuestiones extrañas e incomprensibles sobre pensamientos de antiguos vampiros- frunció el entrecejo viéndolo con rareza –La cuestión es... que este hombre a regresado por los buenos caminos del señor y fue el quien escribió junto conmigo las cartas que recibiste, seguramente la caligrafía debió darte un indicio preciso de su antigüedad milenaria- levantó su mano libre de toda estrechez y señaló acusándolo -Él sabe que hará Cetanu y cuando se mostrará para consumar una venganza muy poco justa desde mi punto de vista.... ese rubio esta irritado por que pasaron por alto todo cuanto su grandeza había estipulado- explicó -Y tal como lo dice Darkness Severaux, ese ha sido su mayor error, su cólera lo esta cegando y lo está colocando en nuestra disposición- puntualizo –Así que no le guardes rencor por el amor de la Beata María y muéstrate más cortés hermanito- sonrió para él guiñándole el ojo.

Retornó junto a la chimenea cerca de Darkness y Aramis que en vano intentaba volver a su lectura, veía entre una mescolanza de fascinación y timidez al vampiro que muy amablemente había encendido las velas para él, a la par el inmortal no dejaba de ver a Solomon y este le sostenía la mirada entorno al imponente silencio que se hizo de pronto. Su hermano seguía desconfiando del hombre ataviado de oscuras ropas.

Por el momento no le convenían ese tipo de asperezas y al ver que Aramis había descubierto que fue Darkness el vampiro que le salvó la vida en manos del viejo Cetanu, añadió un poco más levadura a la conversación, sabiendo bien las consecuencias que eso ocasionaría en el pequeño Aramis –Este hombre es bueno dentro de lo que podría esperarse Solomon- comentó reflexivo –Darkness Severaux salvo la vida de este pequeño... Él fue el vampiro que lo protegió de Cetanu y que ahora lo protege del frío prestándole su capa y encendiendo fuego para mantenerlo en calor- añadió, observo de soslayo a Darkness que lo asesinaba con la mirada y al pequeño de pronto le vio un brillo inusual en los ojos apartados completamente de la lectura y dirigidos a el inmortal con esperanza.
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Mensaje por Gideon Stark Lun Ene 04, 2016 3:13 am

-Bueno eso no es de sorprenderse- interrumpió el religioso al ver discretamente las reacciones de un  Solomon impávido y sin habla –Tu nunca has cuidado de esa criatura de Nuestro Señor como él manda y pide- subrayo saliendo de un rincón oscuro al lado de las bisagras viejas del Salón donde se había detenido al entrar, permaneciendo ajeno a todo el encuentro familiar entre ambos Vasari, aunque Severian no quisiese reconocer ni su apellido ni procedencia –Sabes bien que un niño y más si es que profesas las leyes cristianas no debe estar obligado a trabajos forzados ni servirle absolutamente a nadie salvo a si mismo y a Dios Todo Poderoso, pero... estar frente a la orden parece que provoco al igual que Solomon olvidaras tus modales y buenas costumbres- pasó al lado de Solomon y continuó hasta toparse con el sillón que sostenía al pequeño que de pronto miraba con más interés al inmortal – Este niño en todo caso y si de leyes y reglas se trata debería servir a Severaux y no a ti Severian- miro al infante sonriéndole cuando le vio con una expresión de sorpresa y alegría que ilumino por completo su rostro infantil –Esta en nuestras reglas y lo sabes- siseó volviendo su mirada al hermano de Solomon -Darkness ha regresado y por tanto el recatado debe volver con su inquisidor o condenado que le haya salvado la vida, decidiendo lo correcto para mejorar sus suerte- insistió. Gideon que siempre había sido un vampiro callado y solitario, resultaba una tumba abierta cuando se cometía abuso contra un niño o un animal, la Biblia lo estipulaba y Jesús había dicho que dejaran que los infantes se acercaran a él por que criaturas como ellos estaba lleno el reino de los cielos. La palabra de Dios y de su hijo inmaculado debía hacerse respetar entonces.

-Por otro lado- aclaro la voz con la firme intención de cambiar abruptamente de tema –Solomon conoce a este hombre de unas semanas atrás- dijo entonces el vampiro señalando al hombre alto y de piel pálida como la suya –Como te informe en días anteriores, los " Caídos" tuvimos una reunión en las afueras de Londres para ponernos sobre aviso unos a otros sobre el peligro inminente de un acosador o de varios que cuentan con la firme intención de matarnos por algún motivo en específico y pienso en sospechar y culpar a Cetanu Vasili por esto, pero Darkness estaba allí entre nosotros acompañando a su mujer- rectifico de inmediato al ver la cara que Solomon le blindaba -De la hija de Solomon- sin embargo, creyó cometer una indiscreción, aunque el inquisidor lo dijo sin considerar que Vasari quisiera guardar el secreto hasta con su propio hermano, que tenía de diferente que Severian lo supiese ahora o después, en algún momento él también debería informarlo como parte sus actividades en la Orden –Solomon- reparo después de un breve instante, tomando su extraño crucifijo en las manos –En algún momento tu hermano lo sabría, si debía darlo como informe, no me quedaría otra opción que hacerlo, además está en desventaja... por muy poco pero lo está, necesitará a varios su lado si quiere sobrevivir- advirtió el condenado con aire serio y frío.




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Mensaje por Darkness Severaux Lun Ene 04, 2016 10:28 pm

-Te prohibo terminantemente que la llaméis débil ¿Entendéis?-Severaux intervino haciendo uso de su mirada y voz más amenazante que poseía -No tenéis ni la mínima idea de lo que esa mujer ha cambiado desde que vosotros junto con Leviathán cayeran ante The Phantom- frunció el entrecejo y continuó -Cierto es y he de admitir que yo suponía lo mismo, pero era al igual que vos y muchos de los condenados que conformaron esta orden una más de las victimas de la irresistible seducción del Don oscuro una vez que se tiene en las venas o de quienes por desgracia fueron convertidos a la fuerza... ¿Acaso debo recordar como vos sufrió en los bosques la localidad en la que vivía, de como vos te aferrasteis a Dios con tanto fervor que al principio intentaste matarte de hambre, que rezabais para enfrentar tus tentaciones y tus más grandes miedos que únicamente se fueron cuando fuisteis torturado en el circo abandonado... ¿Y eso hace cuanto fue? Hace un año exactamente, me parece ¿No?- arremetió contra el inquisidor con suficiente violencia que cualquiera podría que asesinaría a alguien en aquella sala solitaria y repleta de altares y velas encendidas dedicadas a San Miguel Arcángel y todos los ejércitos celestiales –Ella lo hizo en un dos años pasada su transformación... es más fuerte de lo que crees, que este ciega parcialmente no es ningún maldito impedimento para que pueda defenderse por si misma- insistió bastante alterado.

-En cuanto a vos- volvió la mirada a Solomon Vasari con la misma fuerza y seguridad con que se encontraron al principio de la reunión cada uno de sus respectivos orbes –Soy alguien importante para vuestra hija, debía estar allí para apoyarle de ser necesario. Todos los caídos la tenían en mal concepto ¿Qué queríais que hiciera? ¿Dejarla sola?... No creo que entendáis lo que significa para un medievo como yo mantener una relación como la nuestra y no creo que sepáis que mis sentimientos siempre se han caracterizado por ser lo suficientemente intensos como para atreverme si quiera a lastimarla. A estas alturas, he movido todo para remendar el error cometido- asintió convencido, ignorando el hecho de que el cazador no sabía a que injusticia acometida contra Montserrat se refería –Tenéis razón en desconfiar de mi –dedujo por la mirada y algo más de aquel hombre, decidiendo aclarar todo cuanto antes -Después de todo, he hecho cosas de las que no puedo estar orgulloso, pero lo pasado queda para bien o mal en los anales de la historia que escribimos y que no puede ser borrada ni alterada... misma historia, mismos actos que hoy me hacen venir aquí y proteger a tu hija de todas las maneras posibles del peligro que se avecina- advirtió, removiéndose incomodo ante la mirada perdida del niño que tenía a su lado –Si, fui yo- también hablo para él -Yo lo salve porque era mi deber hacerlo, además se de lo que Cetanu es capaz, yo lo conozco y antes de que penséis mal Vasari fue él mi creador... esa maldita bestia me creo- sus ojos frios se encendieron destilando rabia por todos los rincones de su mirada y de sus puños contraídos -Lo rescate, porque se perfectamente lo que hace con ellos... o los mata o los vuelve esclavos de sangre y sexuales si le apetece cuando pasan de los dieciocho años de edad- bramo perdiendo cada vez más la paciencia que se derramaba a cuenta gotas.

El metal de su mano también correspondía a su furia, contraía su puño y lo volvía a relajar –Y vos- señalo al niño con brusquedad –Regresa a vuestra lectura, esto no es una niñeria- para sus sorpresa el niño le sonrió con más confianza obedeciendo al instante la orden.


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Mensaje por Severian D´Angelo Jue Ene 14, 2016 7:23 pm

-Calma- puntualizó Severian con tranquilidad –Creo que todos estamos tensos por los recientes sucesos y esta reunión se hizo para informar y planear no para pelear- reflexionó –Pónganse a pensar por un momento que si esto se divide Cetanu tendrá probabilidades serias y reales de acabar con todos, incluyendo con Darkness que esta haciendo un sacrificio arriesgado y peligroso para proteger a mi.... ¿Sobrina?- interrogo de pronto -¿Cómo Solomon? ¿Cómo es posible que tenga una sobrina? ¿Le fuiste infiel a Anne en algún momento?- pregunto con curiosidad a su hermano, quien parecía haber despertado del trance después de escuchar los reclamos furiosos en la voz opaca y lúgubre con la que contaba Darkness.

A la par se mostraba sorprendido por la actitud de obediencia y sumisión de Aramis, quien leía con entusiasmo y una media sonrisa dibujada en el rostro, sobresaliendo incluso del anonimato del que su capa le prodigaba. No se sintió celoso o enojado si quiera, conservando las palabras de Gideon, supo que había llegado el momento de devolverle a Severaux all niño para bien o para mal, pero eso, seria al final de lo que esa noche se debatiría.

-Si Solomon- prosiguió con educación -Darkness ha estado con nosotros de un tiempo a la fecha… bueno.. casi hasta nuestros días- media sonrisa se dibujo en sus labios delgados y marcados por el paso de los años que no da tregua a cada centímetro de la piel humana si no se cuenta con el maldito elixir de la inmortalidad -Tuvimos, algunas fallas técnicas con él, es propio de los antiguos como ya sabrás- puntualizo de forma burlona ante la mirada casi asesina que el vampiro le propinaba de forma intensa con aquellos ojos marrones desprovistos de alguna tipo de furor o de vida ajena a la que arrebataba con seguridad cada noche -No te ofendas Darkness pero sabes que así es- explico con un suspiro prologado y encogiéndose de hombros.
Camino pues de regreso a su cómoda silla en el extremo izquierdo de la mesa mientras continuaba explicándose -De hecho Solomon, Gideon, les complacerá saber que gracias a él parecemos tener a Cetanu Vasili en nuestras manos. Fue, su valiente decisión por proteger a los que ama del infeliz- asintió y volvió la cabeza hacia el inquisidor -Si, Gideon todavía existen actos como ese aunque ya no se sea mortal-.

Su cabello cano brillaba y contrataba entre la luz y la sombra que producían las velas cuyo silencio solo hacia más profundo los pasos lentos y calmados de Severian al caminar, a través de sus ojos corrían la visión del resto del lugar, de los muros marrones y de los altares provistos de todo lujo para alabar al Señor del que dudaba que tanta ostentación pudiera generar en el Ser Supremo alguna tipo de gracia, pues era la humildad uno de los principales preceptos que se intentó inculcar -Ahora, callen y dejen que nuestro querido Severaux nos diga todo lo que sabe planea hacer el enemigo… ¿poblar al mundo de vampiros podridos hasta la médula como solo ellos lo saben hacer?- se sonrió para si mismo de su pequeña broma, aquel era solo uno de los tantos defectos o bendiciones que tenía aquel inquisidor ante el peligro inminente que veía venir siempre.


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Mensaje por Darkness Severaux Jue Ene 28, 2016 1:00 pm

Severaux tenía que reconocerle demasiadas cosas a Solomon Vasari, aunque no lo conocía mucho, era su hija quien en ocasiones le platicaba sobre él de una manera que creyó la vampiresa exageraba cegada por el amor hacia ese ser que describía como maravilloso e inteligente, lo que en efecto era. Eso en realidad era lo que más admiraba de ese hombre, su paciencia pero sobre todo su inteligencia, no necesitó de mucho para sospechar de él y no le costó demasiado tener la paciencia suficiente para tener la calma y no romper de un tajo el corazón de Montserrat ¿Seria acaso que le estaba dando el beneficio de la duda?. Pero Darkness también era un hombre sagaz e inteligente al que pocos detalles se le escapaban, no era beneficio ni tiempo lo que le estaba proporcionando, solo esperaba un motivo que pareció quedarse en el vuelo cuando defendió tan fervientemente a su hija de las creencias y habladurías de otro cuando, de ser enemigo nada le hubiese importado.

Sintió la urgencia de aclarar todo de un solo golpe, tenía que hacerse entender aunque no fuese su costumbre, pero que, de todo lo que había estando haciendo hasta la fecha tenía algo que ver con lo que se hubiera esperado de él en otras ocasiones cuando sirvió a “Los eternos”.

-Monseuir Vasari, no pretendo ofenderme por vuestros reclamos, por el contrario, admiro y agradezco todo cuanto pueda hacer por ella- reparo el medievo sin retirar sus ojos que de pronto y sin más se había encontrado con los del cazador -Y hacéis bien en sospechar de alguien como yo, que he sido de cierta forma el culpable de vuestros problemas, incluyendo los vuestros Gideon- meditó antes de continuar, tratando de hacer un esfuerzo por no dudar al último instante de sincerarse, de imaginar las reacciones que ellos tendrían de solo saber su más grande y oscuro secreto -Si, no me miréis con esos ojos de incredulidad, fui yo quien… quien creo a The Phantom y fui yo él que también los entregue a Cetanu- el ceño de ambos parecía cada vez más enfadado y su gesto más frío, pero eso, no inmuto al vampiro del que ya estaba acostumbrado a que sus actos provocaran todo tipo de dolores y malestares en el otro -Yo, yo fui quien lo hice y fui el primero en arrepentirme de haberlo realizado. En ese entonces solo defendía a The Phantom, intentaba compensar todo lo que cause en su vida… era eso lo que peligraba, su existencia- comentó sin apuro, lúgubre era su tono al hablar, sin embargo podía creérsele quizás si cada expresión de su rígido rostro era analizado con el cuidadoso escrutinio con  que Solomon Vasari lo estuvo observando desde el momento mismo en que llegó al recinto -Pero vuestra hija y mi soledad hicieron de mí algo que ni yo ni el mismo Cetanu esperaba, fue un veneno que me obligo a retroceder, a cambiar el objetivo de la misión a la que había sido conferido tras varias amenazas que hicieron nada comparado con todo aquello que nació desde lo más profundo de mi alma agrietada… fue ella, ella mi razón desde el mismo momento en que la conocí, es ella la razón de mi presente y la razón de que haya decido encarar al pasado para poder protegerla y de cierta forma a The Phantom también-.

Desvió la mirada hacia otro punto, olvidando por breves instantes lo que diría a su defensa -Fue por ello- retomó la idea antes de que volviera a abandonar su atormentada cabeza
-Que estaba allí, con todos vosotros en los calabozos, la cuido y al hacerlo sé que también estoy defendiéndolos a vosotros. Cetanu me hubiese matado a mi primero al verme en vuestras filas y saber que conspiré en su contra puesto que mi papel había concluido para aquel entonces en que se habían reunido. Sabia que yo podía ser el señuelo que necesitaban, eso, les daría tiempo suficiente para reaccionar y atacarlo como se merece-.


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Mensaje por Gideon Stark Dom Ene 31, 2016 6:15 pm

-Te enamoraste del enemigo- interrumpió el religioso una vez que depuró de su cuerpo toda rabia con que estaba juzgando a Severaux. Podía ser que Gideon odiara a los vampiros, paradójico por ser de la misma estirpe, pero bien era cierto que más de una vez lo escuchó mencionar entre los soldados de la Orden y de hecho había sido el propio Gideon quién  ocupo la vacante cuando él se marchó sin dejar nada en claro sobre sus motivos hacia los demás, haciendo de su salida un misterio más que agregar a todos los que encerraba ante el ojo ajeno.

-Por eso la defiendes tanto ¿No es así?- asintió con paciente vehemencia -Por eso la defendiste de Leviathán. Aún recuerdo esa forma tan extraña, tan obsesiva, era por eso que cuidabas de sus pasos… tú y nadie más que tú estaba atento de lo que podría ocurrir y era el único que con certeza sabía que de suceder algo serías el primero en perder la vida- repaso todo con absoluta incredulidad -Me cuesta creer que algo así venga de ti, de ti que pareces el sujeto más serio que haya conocido alguna vez, de ti que se cuentan entre los miembros maravillas y enigmas sobre ti, me cuesta creer que entre nosotros haya personas que aún sean capaces de amar- se detuvo entonces negando marcadamente con la cabeza de un lado a otro -Pero… no entiendo- inspiro -¿Como fue que creaste a algo o alguien como The Phantom? ¿Como, cuando en las reglas según encontradas por alguno de los nuestros estaba prohibido convertir a cualquiera que fuese indigno del Don?… Tú siendo antiguo debiste saberlo perfectamente, ¿Que fue lo que sucedió en realidad?- comentó con aprensión sin quitar de encima sus ojos que después de tanta insistencia y penetrante fijación lograron captar la atención del mayor -¿Porque sigues vivo si rompiste una ley?… ¿No se supone que eso hacen “Los eternos”? No se supone que castigan y matan si lo creen necesario…-.

-Si- asintió con ferviente seguridad -Yo lo sé, lo sé porque como tu estuve infiltrado entre sus tropas, Severian y el Vaticano necesitaban información sobre el paradero que nunca logramos encontrar, sé que castigan, torturan, matan y otras cosas iguales o peores que estas en donde no cabe una mente sana, por describir de alguna manera a la mía- y entonces calló, unos pasos venían con absoluto apuro entre los pasillos de la guarida en la que se habían alojado aquellos tres hombres, solo esos que representaban a alguien de cada secta en que estaba dividida la orden. Gideon repasó la sala con pulcritud y discreción, nadie más faltaba o al menos eso creía hasta que observo como la postura del inquisidor se modificaba bruscamente -¿Invitaste a alguien más?- cuestiono  más que con curiosidad, Gideon parecía molesto -¿Que no me has dicho Severian? ¿Que otro secreto aparte de Darkness has escondido? ¿Que más?- aclamo impaciente -¡Vamos!- insistió
-Dime de una buena vez que más  me atreví a ignorar tras mi experiencia-.




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Mensaje por Kida Sarene Lun Feb 15, 2016 8:57 pm

-Lamento llegar tarde- comento la joven un cuanto agitada, azotando las puertas de la entrada sin detenerse a preguntar si estaba bien la presentación poco educada que había hecho. Tres hombres estaban casi frente a ella y de ese trio ella sabía algo, Gideon Stark o los ojos de Severian en París, Darkness Severaux de quien jamás lo tomo como fuente de traición a Cetanu Vasili y luego Severian, la única gran debilidad que poseía, de la que tenía miles de razones y ahora una más se sumaba a la lista para poner sus ojos sobre de él y sentirse abatida con su sola presencia.

-De verdad lo lamento- reitero, por alguna razón sabia que no era del todo correcto haber acudido, los miembros de la Rosa Escarlata sabían lo suficiente para desconfiar de ella y Severaux del que no había vuelto a tener noticias suyas durante más de cuatro años también la conocía, tenía conocimiento de lo que era capaz de hacer, conocía la naturaleza de cada uno y ese quizás era su mejor virtud, la única que lo mantenía con vida en los terrenos que pisaba constantemente. Severian le advirtió por supuesto sobre alguien que finalmente tenía razones suficientemente fuertes para apuñalar por la espalda al mal llamado “pintor de Dios” pero jamás se le ocurrió pensar que ese podría ser el culpable de ello. De cualquier manera se sintió aliviada cuando de entre las sombras además de la suavizada mirada de un niño resultó resurgir otra de un hombre mayor, ella no quería hacer suficientes conjeturas aún pero tal parecía que la miraba de un modo un tanto paternal, era obvio que jamás se habían visto y dudaba mucho que él supiera sobre su existencia o lo que había hecho en ambos bandos. Fue  un bendito bálsamo aquel gesto que le daba la bienvenida con tranquilidad a diferencias del resto de las posturas tensas de los cuerpos masculinos a su alrededor y las miradas recelosas de cada movimiento incluso de su exhalo y su suspiro.

-¿No les has contado nada verdad?- se dirigió hacia Severian que opto por ignorarla con la mirada, se mantuvo callado sin decir ninguna palabra -Antes de que piensen asesinarme quiero aclarar que he venido a ayudar y no a pelear- negó con su cabeza recubierta de colores extraños en sus puntas -Hoy no Darkness, esta noche no Gideon- puntualizó y mostró una ligera sonrisa nerviosa -Vine a decirles que la situación es peor de lo que creen- intento acercarse un poco más, pero entonces el hombre de piel pálida y ojos gélidos y oscuros como su cabello se interpuso en su camino -Darkness, por favor- imploró buscando una mirada compasiva -Tienes que creerme, tienes que hacerlo si quieres salvarla, si quieres salvarlo…- advirtió -Cetanu no está nada contento con ella a tu lado, como tampoco lo estuvo tu capricho por convertir a Mulehim en uno de los nuestros… ¿No lo ves?- cuestionó con desespero -Solo estaba buscando una excusa y la encontró, Leviathán le dió la bienvenida a ese mundo lleno de sombras que no podía invadir sin mérito tras la falta de pruebas, ahora están publicadas para el colmo de los males y yo soy la única que sabe que tanto es lo que se planea entre los “Eternos”- pero la mirada de su oyente ni siquiera se inmutó o cambió ligeramente el semblante. Por dentro ella se decepcionaba, Severian, el que creía su Severian, no había hecho nada para secundarla, no quería ver que la realidad podía ser que ella de alguna modo solo fue un medio, un mero instrumento para conseguir aliados dentro del enemigo.


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Mensaje por Darkness Severaux Miér Feb 17, 2016 12:13 am

Severaux había sacado de entre su larga capa oscura la mano metálica, discretamente él apuntaba hacia el pecho de la antigua Kida, ella era una adolescente cuando Cetanu la acogió entre sus tropas, como a todos los reclutados le había cambiado el nombre y el apellido, él la vio crecer entre los “Eternos” a la lejanía, lamentando el destino que le deparaba siempre que iban en la búsqueda de un nuevo “culpable” al que aniquilar, esa niña había aprendido lo suficientemente bien el arte del engaño y su inteligencia solo fue el complemento para potenciar su famosa habilidad para mentir y engañar. Severaux sabía que ella podía o no ser fiel de acuerdo a sus intereses -Una vez traicionaste a los “Eternos”- pronunció arrastrando las palabras de su voz grave -¿Porque habría de creer ahora en vuestra ayuda?- cuestionaba y a la par la miraba por encima del hombro, si se pudiera seguramente del hielo en el abismo negro de su mirada podía haber salido fuego, uno tan mortal como solo el odio reprimido podía llegar a inspirar.

Él parecía no escucharla, salvo el “ella y él”, eso era lo único que causaba revuelo en su cabeza -Sé a que os dedicáis- prosiguió el milenario cuyo semblante era igual de duro y sin señal de cambio como siempre -Sé que sois espía para Cetanu Vasili, sé que pertenecéis a su circulo selecto de personas allegadas a él, lo sé porque yo le vi acogeros y criaros, yo lo vi desprenderos de vuestro nombre y vuestra historia, yo lo vi enamoraros como muchas otras y como esas otras idiotas, darías lo que fuera por su amor- su cuerpo alto y de complexión media parecía tensarse a medida que las palabras iban saliendo disparadas cual veneno por su boca -No se que pretendéis con mencionarlos aquí o ponerlos como excusa para justificar vuestra presencia, pero solo una cosa pretendo advertiros- de sus ojos un brillo de malicia pareció asomarse de la nada -Si le pasa algo a cualquiera de los dos, creedme que nada ni nadie me impedirá volver a mis viejas practicas y vos sabéis a lo que me refiero- advirtió irritado sin dejar de lado ese brillo en la mirada y su dedo metálico apuntando directamente hacia la mujer de la que no sabia que interpretar de su actitud o de su reacción aparentemente inmutable -No me temblara la mano, como lo he sostenido varias veces, lo haré si lo creo necesario Kida- la muchacha vacilo en seguir adelante, se atrevió a dar un siguiente paso, pero Darkness la volvió a interceptar -¿A donde queréis llegar?- apremió con voz burlona entre los matices grises y deprimentes que podía tener su voz apagada -Anda, dadme un motivo y os juro que haré lo que os he dicho hace un momento, no me importa quien o quienes estén presentes aquí, ya habrá tiempo de sobra para explicar con lujo de detalle tan extremada medida- añadió por entonces sin reparar en su alrededor -Por una vez en vuestra maldita vida deberíais aprender a mantener la boca sellada al menos conmigo-.

Tal daba la impresión de que, discretamente Severaux estaba fuera de sí y del todo era correcto, ella le debía más de lo que cualquiera se atrevía siquiera a imaginar, su traición fue alta y pese a todo Cetanu la había perdonado, eso el milenario podía dar fe certera a una sola explicación, el mal llamado “dibujante de Dios” la necesitaba para algo en especifico de lo que todavía no lograba discernir con total claridad, había algo… era otra cosa para lo que ella fue designada en todo aquel enredo y que estaba dejando para ayudar a alguien. Era lógico. Viendo hacia donde quería dirigirse se podía suponer que Severian era el único capaz de invitar y confiar en ella tal y como lo había hecho con él a ultimadas fechas -¿Para que fuisteis enviada realmente?- cuestiono con seriedad.


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Mensaje por Aramis Alighieri Lun Feb 22, 2016 1:35 pm

Aramis estaba fascinado con todo lo que sucedía, varias fueron las veces que intento prestar atención al libro que portaba en las manos sin conseguir la concentración absoluta que él siempre buscaba. En otros casos se habría irritado e incluso azotado contra la pared más cercana, el pobre apenas si conocía la manera de reconocer sus emociones y como manifestarlas, olvido todo eso cuando sus padres finalmente perecieron en manos de los que ellos nombraban enemigos pero se mantuvo quieto, fingiendo que le prestaba atención a las letras entintadas de negro por la imprenta local, ni los cuentos escritos por Poe lograban enfrascarlo porque la voz de ese lúgubre sonar acaparaba todo, retumbaba en su cabeza como un eco estridente que no molestaba y que por el contrario solo aumentaba su curiosidad hacia él.

Lentamente se giró sobre si mismo en el sillón frente a la chimenea, sintió el calor en la espalda y sus rodillas reposando en el mullido asiento de su lugar, dejo a un lado, en la bracera su fiel compañero recubierto de hojas y echó un vistazo. Allí estaban todos, expectantes y atentos al dialogo del otro que cubría a la nueva integrante con su figura imponente y recta, firme y segura que intimidaba a cualquiera sin que tuviese los ojos encima de quien lo viera. Escuchó y no dijo nada, vio y todos estaban inmersos de forma discreta en la conversación pero sin que nadie dijese algo con respecto a como él hablaba y atacaba, a como defendía y se aferraba a promesas mortíferas que decía abiertamente y sin decoro, Aramis en silencio lo admiro y lo aplaudió -Algún día quisiera ser tan seguro como él- inspiro y continuo escuchando desde su lugar estratégico.

Notaba algo raro en Severian que desviaba la mirada cada vez que la mujer intentaba tener un contacto con él -Eso no es propio del Amo- sugirió en su mente, aunque estaba acostumbrado al lío de faldas que siempre llevaba aquel inquisidor por detrás, prestó más atención, pero por más intentos en reconocerla no tuvo éxito, simplemente el rostro estaba fuera del mapa y ninguna dibujo realizado a grafito por sus manos parecía revelar un rostro tan peculiar y tan joven.

La voz del hermano del Amo parecía tomar palabra con toda la calma posible y no con el odio que parecía contener desde un principio. Todos lo estrecharon con miradas de manera apremiante porque ninguno alcanzó a descifrar lo que dijo para él mismo o quizás hacia los demás sin la suficiente seguridad para gritarlo si era necesario o quizás en el fondo aquel cazador hizo de todo para poder contener y frenar a tiempo al vampiro que cada vez parecía fuera de si, a su modo de ver y aún cuando era en demasía pequeño, sabía que esa había sido una forma inteligente de calmar las tempestades de las olas de odio y furia que chocan entre si cada vez con más fuerza en más de un corazón de los presentes.


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Mensaje por Kida Sarene Miér Feb 24, 2016 1:08 pm

-Yo…- trato pero no pudo articular más, estaba allí delante del caballero sin saber que hacer con exactitud, de hecho y para ser sincera jamás supo que hacer si aquel sujeto se salía de sus casillas. Agradeció que aquel hombre postrado entre las sombras hubiese interrumpido exitosamente los argumentos repletos de violencia escondida de Severaux. Ella sabía que se los merecía y que no era de fiar para alguien como él, después de haberlo entregado cuando sucedió aquel enamoramiento en el cabaret y por ello casi le quitan la vida, jamás pudo verla de otra forma más que con odio y ella lo sabía. No lo culpaba pero tampoco justificaba que en ocasiones su lenguaje filoso y la forma de comportarse rayara en el más absoluto de la descortesía y la grosería, más sin embargo supo resistir, pensando que argumentar a su defensa.

-Yo…- y esta vez sonó con más fuerza -Yo fui enviada por Cetanu para… para… ganarme la confianza de Montserrat- continuó esperando que la voz siguiera con aquella fuerza hasta el final -Como te dije a él no le parece que mantengas a alguien cerca de tu vida y también me envió para entablar una charla con The Phantom- añadió ella con gran nerviosismo -También lo quiere a él en bandeja de plata, quería que yo fuera con él y de alguna manera me ganará su respeto y hacerlo unirse a los Eternos, solo para matarlo después igual que a su familia- intento mantener la calma -Créeme,los planes de Cetanu no contemplan la misericordia para ninguno de los dos como él te hizo creer- miraba de forma en que silenciosamente suplicaba misericordia, misma que no recibiría nunca por su parte -Lo siento Darkness- le observó y luego sus orbes se dirigieron a otra dirección -Sé que debí de haberte pedido perdón mucho antes que todo esto y sé que lo hecho por Vasili no tiene justificación ni remedio- trato de forma fallida ver el brazo mutilado, no tuvo valor -Pero trato de compensarte con la vida a salvo de la neófita y con tu hijo de sangre, tengo una deuda de muerte contigo Severaux- asintió penosamente liberando de si un suspiro profundo -Yo sé que los amas, sino de que otra forma estarías aquí- sonrió forzosamente alzando la vista en un esfuerzo por ver a Severian, que fingía mirarla indistintamente.

Avanzó por entre los presentes que tenían ante su presencia distintas miradas y formas de vigilar cada paso. Fue para ella mucho trabajo el acostumbrarse a que le viesen así, nunca antes parecía sentirse tan incomoda ante la sensación de poco recibimiento -Estoy consciente de lo que hice- repuso a la nada -Pero tienen que creerme, yo soy su única salida, yo porque soy parte de las filas de Cetanu y aquí- sacó entonces de un pequeño bolso viejo un par de pergaminos -Aquí está todo lo que necesitan saber sobre una emboscada en los bosques dentro de pocas semanas- extendió los viejos manuscritos que no fueron tomados por nadie, estaban allí al aire. Sentía derrumbarse ante la desconfianza y sería quizás porque había madurado un poco más pero de pronto parecía importarle lo que los demás pensaran de ella, dentro una especie de remordimiento empezó a enraizarse con espinas y veneno que jamás había sentido, hasta que al final se percató que alguien sostenía el otro extremo del papel -La situación es peor de lo que creen, quieren matarlos a todos sin excepción, ni siquiera Severaux se ha salvado de la decisión de Cetanu- sus ojos grises se fijaron en aquellos puritanos iluminados de un color turquesa tan claro y profundo como los que una sola vez vio en los de Montserrat, estos no dejaban de brindarle calidez y ternura en un sentido paternal aparentemente. Esos iris que pronto la sacaron de su ensimismamiento.


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Mensaje por Solomon Vasari Jue Feb 25, 2016 12:53 pm

Al fin, Solomon había dejado de susurrar palabras y frases, pensamientos hacia lo ocurrido, que, aunque fueron inteligibles lograron calmar la tempestad que se alzaba contra la chica -No te fuerces más- dijo Solomon con absoluta calma -Has dicho lo que piensas y has mostrado con más acciones lo que pretendes, al menos yo no tengo argumentos para dudar de ti- contemplo a Severian con curiosidad y a Darkness con recelo para dirigirse a ellos después con respetuosa pero férrea voz -Como sabrán, creo que yo puedo ser imparcial ante el caso de esta mujer puesto que, yo no comparto con ustedes ninguno tipo de pasado con ella- clamó -Tengo décadas fuera de esto, de tu circulo Severian- calló al susodicho con tan solo pronunciar su nombre de manera enérgica sin hacer distinción de sangre o hermandad -Mismos años que me han dado la experiencia de forma aislada cuando alguien miente y cuando alguien no lo hace de la forma en que todos ustedes están pensando con juicio nulo y carente de argumentos en el tiempo presente- inspiro alzando su mano para tomar el hombro de la dama y encaminarla a un asiento próximo en la mesa, de su otro costado llevaba el pergamino que hasta ese momento no había ocupado de manera protagónica su atención -Y tu te quejas de mis nuevos modales- repuso una vez ofrecido el lugar a la mujer.

Solomon era inteligente y también intuitivo, algo que en su juventud no se le daba de todo a la perfección, podía conocer a las personas pero no suponer lo que significaban sus gestos o sus silencios, en cambio ahora tenía una ligera sospecha de que si su hermano había perdido el habla era a causa de ella, porque ni siquiera se atrevía a verla con otros ojos que no fueran aquellos omitiendo su presencia.

Lo conocía y sabía que probablemente aquella joven no era otro más que un lío de faldas con los que siempre podía contarse de D´Angelo -Deberías defenderla- añadió desenvolviendo el papel para ocultar su rostro entre las letras que daban forma a un francés extraño que solo un antiguo podía manejar con semejante mescolanza -Al menos sería una forma de agradecerle lo que esta haciendo por ti Severian- pronunciaba mientras empezaba a caminar de un extremo a otro del salón principal donde se hallaban reunidos, ignorando cuales eran las expresiones de su hermano o las que el gesto duro de Darkness podía desprender -Esto lo escribiste tu, oyéndolo del propio enemigo ¿Verdad?- volvió la mirada a la joven que de manera discreta parecía mostrarle su gratitud al creer aunque fuese una mínima parte según la consideración de ella que Solomon confiaba, entonces los ojos y el rostro temeroso de la mujer le dieron a entender que  sí.

Tardó un tiempo en volver de regreso su cansada vista al amarillento papel que yacía en sus manos repletas de arrugas y cicatrices de guerra, volvió a analizarlo con detenimiento y entonces se detuvo de pronto, todos sus amigos, su hija y Darkness estaban escritos en una lista de gente en espera de ser hallada y aniquilada por los “Eternos” tal y como la chica le había anunciado.

-Eres muy listo Severaux- recalco sin desprenderse del papel ni de lo escrito entre lineas -Mi hija me lo había advertido, pero creía que solo exageraba por enamoramiento- levantó el entrecejo
-Gracias a ti, Cetanu espera a todos, menos a ustedes Severian… los considera perdidos o muertos, piensa que los “caídos” estamos solos-.


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Mensaje por Severian D´Angelo Lun Feb 29, 2016 2:09 am

-Jamás he dudado de capacidad de Darkness, Solomon- rompió su propio silencio aquel inquisidor que quedo sin palabras cuando vio a Kida penetrar por la puerta de la forma tan poco habitual en la que siempre estaba acostumbrada a anunciase. Aunque ya había pasado tiempo entre ellos y las sábanas de un frío hotel en el Vaticano, él la seguía percibiendo como una mujer hermosa de la que nada podía decir o hacer para defenderla porque no podía delatarse a si como un traidor a la Orden, quien no lo conocía quizás podía creer que se enredó con ella en el cumplimiento de una misión pero allí todos de alguna manera sabían o intuían que su silencio podía deberse a algo más complejo.

-Si Cetanu nos considera muertos es porque él así lo ha hecho creer- acarició su barbilla suavemente -Tiene unas habilidades tácticas magnificas de acuerdo a lo que se le ordene a hacer y también si es desafiado sabe jugar su papel excelsamente- inspiro el viejo inquisidor con media sonrisa dibujada en su rostro -A él le debes que nosotros estemos involucrados en esto independientemente de los intereses que representa para nosotros la cabeza de Cetanu Vasili- asintió despreocupadamente observando a su hermano divertido -Solicitó nuestra ayuda encarecidamente siendo él quien nos desapareció del mapa para nuestra comodidad, me informo de ti y de los caídos en las dos máscaras de la noche, me dijo sobre Leviathán y tu papel protagónico en un intento por derrotar a su hijo de sangre, lo que me lleva a señalar- bajo sus brazos que hasta ese momento los mantuvo cruzados -Que él ya sabía que Cetanu lo traicionaría con respecto a sus falsas promesas- continuo arrogante, deteniéndose frente a la chimenea donde Aramis fingía leer con interés que estaba más presto en la conversación de los adultos.

-Pero sabes algo, estoy de acuerdo contigo hermano mío- afirmó despacio -No podemos juzgar a nadie en esta sala, porque, además de nuestros modales, también todos estamos aquí buscando la redención de algo, de uno o varios errores que parecen imperdonables a los ojos de Dios- pronunciado esto, nadie hizo más comentarios al respecto, sí, los había lastimado quizás sin intención, asintió en silencio.

Unos minutos pensativo, con la mano sobre la barbilla poso su vista alejado de la multitud que lo observaba con absoluta quietud -En cuanto a Kida, Darkness- repuso al tener las palabras exactas en la boca -Se debe a que necesitábamos a otro informante, alguien que estuviese casi las veinticuatro horas del día con Cetanu o al menos que tuviera noticias por sus allegados- inspiró torciendo sus labios ligeramente -Ella fue una Profeta Darkness, en su momento y volverá a serlo- sentenció con mordaz acento clavando los ojos en aquella mujer que bajo la cabeza -De hecho…- dudo y continuo, necesitaba decir con cautela y destreza las disposiciones que había planeado para las nuevas divisiones de la Orden, mismas que no solo fueron diseñadas solo por él, el sumo pontífice tuvo mucho que ver -No suelo meter al Papado en mis asuntos, pero soy un inquisidor aunque me cueste aceptarlo y como tal y debido a que no formo parte del espectáculo horroroso de la tortura justificada con la cruz, me vi obligado a informar del gran hallazgo de nuestra Orden para probar nuestra utilidad- alguien rió con sarcasmo, más no le presto atención al culpable
-Los Profetas volverán a existir dentro de nuestra Orden, eso implica que sus funciones estarán instauradas y justificadas ante la iglesia, pondremos a sufrir a Cetanu mucho antes de lo que el planea con la ayuda de todos ustedes, mis espías que aún en el bando de los caídos estén tendrán la misma función que el resto-.


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Mensaje por Gideon Stark Jue Mar 03, 2016 3:09 am

-¿Estas loco Severian? ¿Acaso has perdido completamente el juicio?- inquirió Gideon, tan consternado y sorprendido por aquella extrema decisión -¿No te es suficiente con las muertes que los condenados tenemos que cargar?- señalo moviéndose entonces entre el resto de los presentes -Si tu extinguiste a los Profetas por eso mismo, por la violencia injustificada, por la forma en como acababan sus miembros después de unos años, los que eran humanos terminaron en hospicios para enfermos mentales y los que somos inmortales simple y sencillamente acabamos con más culpas que las que teníamos de siglos anteriores- negó rotundamente con la cabeza a modo de desesperación -¿Que se supone que sucederá entonces?… ¿Terminarás condenando a los demás a un infierno seguro y soltando a los lunáticos de los hospicios?, ¿Ese es tu brillante plan para derrotar a los “Eternos”?-.

Se cruzó de brazos y trató de mantener la calma, imploró al Señor omnipotente todo tipo de fuerza y entereza para no caer en la brusquedad que inspiraba a otras cosas más violentas y peligrosas si se llegaban a descontrolar, necesitaba paz, lo que necesitaba era como siempre, dejar de recordar -No puedes hacerlo- prosiguió sin dar tiempo a que alguien más le dijera alguna justificación tonta a su punto de vista -¿Te has puesto a pensar cuantos muertos más habrá?, Cetanu no se va a quedar con los brazos cruzados y atará cabos al instante, pondrás en serio peligro la integridad de Darkness y de la propia Kida, pondrás en la mira a medio París que ya de por si es un mar de especulaciones con respecto a la existencia de los vampiros. Cetanu matará humanos en venganza de nosotros, de nuestra falta de cautela- advirtió de manera tal, que tal sentía un dolor en la garganta que de a poco quería impedirle el habla -¿Los caídos?… Los caídos ya tienen suficiente con las secuelas de todo esto, no están acostumbrados a la muerte ni a las bajas ni a las guerras sin cuartel. Estoy completamente seguro que no soportarían otra revuelta igual, terminarían matándose por si solos una vez que todo haya concluido.-

Advirtió que Severian no escuchaba con gran atención sus palabras, algo que irritó al condenado que de pronto sentía perder los estribos, recuperando la calma por momentos cortos, dando vueltas a sus sentimientos y acusándolos de ser erróneos. No era propio de un religioso perder la calma y entregarse a la violencia, no era, en lo más mínimo de la gracia de Gideon sentir vuelcos en su estomago tras la rabia contenida por no poder hacer más por los que estaban lejos en París, superando aún hoy la pérdida de vidas ajenas o de las propias, ellos eran guerreros, pero no para aquel tipo de asunto belicoso -Además, de Leviathán no sabemos con exactitud donde estén sus lealtades, ha cambiado en demasía y en eso el veneno de The Phantom tuvo mucho que ver, no confío y por mucho me temo que es el principio del surgimiento de un monstruo y en ellos, en las bestias poco hay que confiarse… ¿Quién crees tu entonces que ocupará su lugar como cabecilla? ¿Quien va liderar a los profetas también?- señalo inquisitivo con su delgado dedo color de mármol
-Que Dios me perdone, pero esta vez ni el Papa supo que hacer con nosotros. Admítelo estamos en desventaja-.




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