La fragil línea entre los monstruos humanos y las bestias animales [Privado]

por **Carleigh Altdorfer** Sáb Nov 19, 2016 5:30 pm

12:00 AM
Zona acordada.
Jardín Botánico.

Saludaba con elegancia a algunos paseantes que se cruzaban en su camino, por aquel lugar la mayoria era gente de clase alta, sobretodo a esas horas, que disfrutaban de un paseo mañanero sin preocupacion alguna, porque para ser sinceros la mayoría de los presentes no sabía ni lo que era la palabra trabajar, seguro que no habían tenido que ganar su pan de manera honrada nunca. Los pensamientos de Carleigh empezaron a deribarse hacia lugares que no le gustaban. No estaba bien criticar a las personas, a pesar de que él trabajaba duro cada día por convertir el mundo en un lugar mejor, había crecido en el seno de una familia acomodada. Llevó la mano hacia su pecho de forma disimulada, donde tras la ropa descansaba la cruza de plata e hizo presion con su mano. Volviendo a centrar su mente.

Ya estaba llegando al jardín. De vez en cuando, los miembros de la inquisicion, en vez de realizar reuniones en la base, las realizaban fuera de ellas. Acordaban lugares estrategicos, y horas concretas para que no supusiera ningun problema. Estas reuniones les permitían conocer a sus compañeros en un ambiente más distendido y a la vez compartir informacion crucial para sus reuniones, evitando el tráfico de gente que solía haber en la base. Vamos, que les daba intimidad y espacio. A pesar de todo, él no había entrado a la Inquisicion para hacer amigos, el se limitaba a preparar y llevar acabo sus misiones, era raro que en las reuniones y charlas se extendiese más alla de eso.

Se adentro en el lugar y camino alrededor de cinco minutos hasta el punto estratégico de encuentro. Observó el arco que había encima de él y miro a su alrededor, las flores y plantas, una pequeña fuente no muy lejos. Todo realmente bonito, pero no era algo que a él le interesase, hasta casi se sentía un poco fuera de lugar en aquel entorno. Él no tenía para nada algo bonito en él, no se trata del físico, eso es cuestion de percepcion, él iba más alla. Su vida no era de flores y fuentes bonitas, su alma no se acercaba ni por asomo a aquello. Pero la carta era clara. Ambos inquisidores debían encontrarse allí. Conocía a la mujer que debía aparecer. De la familia von Angelucci, muy conocidos en la sociedad romano germánica por su contribucción con la iglesia. Ambos se habían conocido hace años, durante un evento festivo, debido al renombre de sus familias ambos habían charlado un rato. Después de eso no la había vuelto a ver hasta hace una semana, cuando ambos se encontraron examinando a una nueva iniciada de la inquisicion.

Se miro sus propias prendas, se sentía siempre raro cuando no llevaba armas al descubierto, era como si le faltase una parte de él, por otro lado le reconfortaba saber que las ocultas permanecían allí y a mano. Dudaba que tuviera que usarlas en aquella ocasion, por la mañana la mayoría de las criaturas no aparecían, y las que lo hacían no causaban problemas. Era como un tiempo de descanso, que a la vez venía muy bien para ese tipo de reuniones. Debían tratar el caso de una serie de asesinatos que se habían estado dando en la ciudad desde hace un par de semanas, debían descartar si se trataba de una de sus presas o era un asesino humano, en cuyo caso sería asunto de las autoridades intervenir. Esperaba que fuese un monstruo. Cazar le ayudaba a liberarse, y la cercanía de la luna llena no pasaba desapercibida.