AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El placer es tuyo (privado)
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El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Dom Oct 01, 2017 1:10 pm
Recuerdo del primer mensaje :
¡¿Esto era una puta broma?!
Enarqué una ceja cuando Höor aseguró que prepararían en las mazmorras una jaula pertrechada para mi segunda trasformación en licántropo.
¿Que pasa? ¿me veían cara reo? Últimamente pisaba mas las mazmorras que los bosques y eso que me habían trasformado en un infame demonio peludo.
Señalé a la hija del rey de Rumanía abriendo los ojos como platos sorprendido porque nadie hablaba de meterla a ella entre rejas.
-¿que me he perdido? Esa no os huele como yo a perro mojado.
Höor aseguró ante la risa de su ejercito de vástagos bárbaros, que Elaine podía ir al bosque junto a las manadas, que era bien recibida, pero que yo era su responsabilidad, al menos mientras estaba allí, que mi apellido podía desatar una guerra en caso de bla, bla, bla, bla, bla, bla...al final la misma mierda, que me iba a las mazmorras por mi seguridad ¡y una mierda, me llevaban a las mazmorras por su seguridad!
Me resigné a mi suerte, así que por la tarde, antes de que anocheciera, sintiéndome mucho mas exaltado de lo normal y conscientes de que era mi segunda trasformación, me bajaron a las celdas.
Gruñí cuando uno me tocó para indicarme por donde avanzar, la zona era húmeda, piedra gris por todos lados y muchas celdas distintas todas ellas llenas de barrotes.
Mis ojos se centraron en una mujer, como no, morena, con cara de pocos amigos, no la culpaba, es mas, en la celda no le veía ninguno, que me miró de soslayo.
-Lo que yo te haría preciosa, pero me pillas ocupado -le dije guiñándole un ojo.
Y tan ocupado, como que en unas horas estaría aullando a la luna llena como un verraco.
Una vez en la celda, se ocuparon a conciencia de encadenarme pies, manos, el cuello y tras tirar de las cadenas para ver que estaban bien afianzadas a la celda decidieron largarse por la puerta cerrándola a Cal y canto.
-Nada chicos, que paséis una buena noche -les dije a modo de sarcástica despedida moviendo la mano para decirles adiós mientras las cadenas tintineaban.
La dama que estaba en frente parecía entretenida por tan aparatoso encierro.
-Soy un asesino en serie, muy peligroso y con las mujeres soy una bestia, me las monto haciéndolas gritar de placer..es normal que no me dejen en libertad -dije con aire engreído mientras la miraba -¿y tu? ¿que haces aquí ademas de admirarme?
¡¿Esto era una puta broma?!
Enarqué una ceja cuando Höor aseguró que prepararían en las mazmorras una jaula pertrechada para mi segunda trasformación en licántropo.
¿Que pasa? ¿me veían cara reo? Últimamente pisaba mas las mazmorras que los bosques y eso que me habían trasformado en un infame demonio peludo.
Señalé a la hija del rey de Rumanía abriendo los ojos como platos sorprendido porque nadie hablaba de meterla a ella entre rejas.
-¿que me he perdido? Esa no os huele como yo a perro mojado.
Höor aseguró ante la risa de su ejercito de vástagos bárbaros, que Elaine podía ir al bosque junto a las manadas, que era bien recibida, pero que yo era su responsabilidad, al menos mientras estaba allí, que mi apellido podía desatar una guerra en caso de bla, bla, bla, bla, bla, bla...al final la misma mierda, que me iba a las mazmorras por mi seguridad ¡y una mierda, me llevaban a las mazmorras por su seguridad!
Me resigné a mi suerte, así que por la tarde, antes de que anocheciera, sintiéndome mucho mas exaltado de lo normal y conscientes de que era mi segunda trasformación, me bajaron a las celdas.
Gruñí cuando uno me tocó para indicarme por donde avanzar, la zona era húmeda, piedra gris por todos lados y muchas celdas distintas todas ellas llenas de barrotes.
Mis ojos se centraron en una mujer, como no, morena, con cara de pocos amigos, no la culpaba, es mas, en la celda no le veía ninguno, que me miró de soslayo.
-Lo que yo te haría preciosa, pero me pillas ocupado -le dije guiñándole un ojo.
Y tan ocupado, como que en unas horas estaría aullando a la luna llena como un verraco.
Una vez en la celda, se ocuparon a conciencia de encadenarme pies, manos, el cuello y tras tirar de las cadenas para ver que estaban bien afianzadas a la celda decidieron largarse por la puerta cerrándola a Cal y canto.
-Nada chicos, que paséis una buena noche -les dije a modo de sarcástica despedida moviendo la mano para decirles adiós mientras las cadenas tintineaban.
La dama que estaba en frente parecía entretenida por tan aparatoso encierro.
-Soy un asesino en serie, muy peligroso y con las mujeres soy una bestia, me las monto haciéndolas gritar de placer..es normal que no me dejen en libertad -dije con aire engreído mientras la miraba -¿y tu? ¿que haces aquí ademas de admirarme?
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Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Mar Ago 21, 2018 9:26 am
Enarqué una ceja cuando la picara saltó como un resorte al ver que mi padre iba a abandonar la estancia, al parecer pedir dinero para esa mujer era una constante.
-¿y el honor? ¿No has salvado mi vida porque soy un inocente al que no deberías dejar morir?¿no hubiera hecho yo lo mismo por ti? -pregunté hundiendo mis ojos en los pardos de la ladrona -ademas, técnicamente fue Sirius quien nos rescató a ambos -aseveré ladeando la sonrisa.
Padre, sajó con una daga la cuerda que amarraba el saco de monedas a su cinto y se lo tendió a la embustera.
-Hay quien lucha por la gente sin esperar nada a cambio y quien por contra lo hace por dinero como los mercenarios, supongo que el hambre consigue convertir a personas en monstruos. Os agradezco haber salvado la vida de mi “hijo” y ahora divertiros.
Fruncí el ceño cuando “padre” salio de la estancia con Ulf, como siempre los problemas asolaban Akershus, así que ambos con semblante serio iban hablando sobre técnicas de batalla para detener a Randulf.
-¿Siempre eres así? -pregunté mirándola con fijeza -¿mi vida vale esa bolsa de monedas?
Negué con la cabeza con un deje de sarcasmo.
-Deberías haber ofrecido mi cabeza a Randulf, te hubiera doblado la suma de ese saco – dije guiñándole un ojo antes de salir de allí para reunirme con el resto en el lago.
Todos se reían dando buena cuenta de las botellas que llevaban, me sorprendía el modo en el que se tomaban la vida teniendo en cuenta que la muerte en cualquier momento podría dar con ellos, no era un creyente, ni del dios de mi madre ni de los que profesaba mi padre, pero por contra todo Akershus era fiel a las tradiciones.
Hakon me echo el brazo por encima de los hombros pasándome una botella y señalándome arriba.
Ubbe se había apostado con Niels que saltaría desde la zona mas alta sin cagarse. Elevé la mirada hacia el acantilado.
-¿Como de borrachos van? -pregunté en tono perspicaz.
Synnobe se acercaba para tirar del brazo de Hakon, iba muy animada y quería bañarse en el lago.
La gata hablaba con Arturo, un invitado de padre en la orilla bebiendo ambos y riendo mientras Freya desde abajo animaba a Ubbe y Niels a saltar.
-¿y el honor? ¿No has salvado mi vida porque soy un inocente al que no deberías dejar morir?¿no hubiera hecho yo lo mismo por ti? -pregunté hundiendo mis ojos en los pardos de la ladrona -ademas, técnicamente fue Sirius quien nos rescató a ambos -aseveré ladeando la sonrisa.
Padre, sajó con una daga la cuerda que amarraba el saco de monedas a su cinto y se lo tendió a la embustera.
-Hay quien lucha por la gente sin esperar nada a cambio y quien por contra lo hace por dinero como los mercenarios, supongo que el hambre consigue convertir a personas en monstruos. Os agradezco haber salvado la vida de mi “hijo” y ahora divertiros.
Fruncí el ceño cuando “padre” salio de la estancia con Ulf, como siempre los problemas asolaban Akershus, así que ambos con semblante serio iban hablando sobre técnicas de batalla para detener a Randulf.
-¿Siempre eres así? -pregunté mirándola con fijeza -¿mi vida vale esa bolsa de monedas?
Negué con la cabeza con un deje de sarcasmo.
-Deberías haber ofrecido mi cabeza a Randulf, te hubiera doblado la suma de ese saco – dije guiñándole un ojo antes de salir de allí para reunirme con el resto en el lago.
Todos se reían dando buena cuenta de las botellas que llevaban, me sorprendía el modo en el que se tomaban la vida teniendo en cuenta que la muerte en cualquier momento podría dar con ellos, no era un creyente, ni del dios de mi madre ni de los que profesaba mi padre, pero por contra todo Akershus era fiel a las tradiciones.
Hakon me echo el brazo por encima de los hombros pasándome una botella y señalándome arriba.
Ubbe se había apostado con Niels que saltaría desde la zona mas alta sin cagarse. Elevé la mirada hacia el acantilado.
-¿Como de borrachos van? -pregunté en tono perspicaz.
Synnobe se acercaba para tirar del brazo de Hakon, iba muy animada y quería bañarse en el lago.
La gata hablaba con Arturo, un invitado de padre en la orilla bebiendo ambos y riendo mientras Freya desde abajo animaba a Ubbe y Niels a saltar.
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Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
por Dahlia Lun Sep 10, 2018 3:24 am
-Me gustan.- dije, al dejarme caer sobre la hierba, con la botella en mano destapé la misma observando a aquellos que llamaban Ubbe y Niels en lo alto del acantilado. Entre bromas y algunos empujones, ambos se desafiaban el uno al otro acerca de cuál se lanzaría primero. -Van a lo que van sin pensar en las consecuencias, y te apostaría quien sé que va a saltar primero.-
Ladeé la sonrisa antes de tomar un trago de la botella, podía identificarme con esa actitud, sin dejar de mirar hacia arriba observé al par que se sacaba la camisa con rapidez y se acercaba a la orilla.
Me dejé caer sobre los codos y desvié mi mirada hacia las estrellas. -¿No es esa Orión?- Me eché a reír al ver aquel grupo de estrellas en el cielo, resultaba bastante gracioso de una forma irónica que fuera esa constelación precisamente la que brillaba al mirar hacia el manto oscuro.
-Aparentemente para tu padre soy un monstruo, fue la definición literal que salió de su boca.- Me enderecé de nuevo y me acomodé colocando brevemente la botella a un lado mío. Lo dije con actitud casual, aunque las palabras del amo de la fortaleza dieran vueltas en mi mente, no había cambiado de opinión sobre él. Desde la noche en la que no dio de comer a los prisioneros que estábamos encerrados en la celda, hasta el momento en el que buscó a regañadientes el saco de monedas que no debía suponerle un gran gasto, su actitud me decía que era un tacaño, aparte de que juzgaba a los demás con rapidez mirándolos por debajo de su nariz.
-Tú padre y tú tienen una manera curiosa de hablar de honor.- ¿Qué noble no daba hasta el castillo entero para recompensar la vida de su hijo? Ante mis ojos era algo justo, además estas monedas serían útiles, de una manera en la que ni el padre ni el hijo comprendían.
No sé por qué reparaba entonces en que el conde me llamase monstruo… Sonreí alzando la botella en el aire para brindar por ello. -Skol.-
Regresé a sus palabras anteriores. -No tengo idea de si hubieras hecho lo mismo por mi. ¿No eras tú el que casi me mata la noche pasada?- Estaba siendo sincera, sus palabras no tenían sentido al reprocharme con dedo acusador. -Eres un hombre lobo.-
¿Se olvidaba de que en luna llena mataba a sangre fría a quien se le pusiera en frente? -¿Cómo fue que te convertiste en uno de todas maneras?- Giré el rostro para mirarlo, preguntándome si se tomaría la molestia de responder, era un experto en eludir respuestas y no aclarar nada de lo que podías preguntarle.
Antes de que me respondiera el chico de piel morena se acercó a darle un pequeño golpe detrás de la cabeza y echarle el brazo por los hombros para señalarle como los vikingos estaban a punto de saltar.
Tomé un trago largo achicando la mirada al ver las aguas del acantilado y me puse de pie de un salto decidida a arriesgarme y divertirme de paso. -El que no arriega no gana.- Le pasé la botella que tenía antes de comenzar a correr. -¡Dime la respuesta en cuanto salga del agua!-
Continué el recorrido sacándome los zapatos y a continuación la ropa para quedar solo en la interior y de esa manera alcanzar a los primeros que se lanzarían. –¡Abrid paso! ¡Estáis muy lentos!-
Pasé en medio de ellos como una flecha desafiando a lo que pudiera encontrarme allí abajo al tiempo que la brisa acariciaba mi cuerpo y la adrenalina corría en mis venas. Llegué a la orilla y sin detenerme tomé impulso y salté hacia el vacío montando el viento nocturno mientras gritaba mi nombre.
Ladeé la sonrisa antes de tomar un trago de la botella, podía identificarme con esa actitud, sin dejar de mirar hacia arriba observé al par que se sacaba la camisa con rapidez y se acercaba a la orilla.
Me dejé caer sobre los codos y desvié mi mirada hacia las estrellas. -¿No es esa Orión?- Me eché a reír al ver aquel grupo de estrellas en el cielo, resultaba bastante gracioso de una forma irónica que fuera esa constelación precisamente la que brillaba al mirar hacia el manto oscuro.
-Aparentemente para tu padre soy un monstruo, fue la definición literal que salió de su boca.- Me enderecé de nuevo y me acomodé colocando brevemente la botella a un lado mío. Lo dije con actitud casual, aunque las palabras del amo de la fortaleza dieran vueltas en mi mente, no había cambiado de opinión sobre él. Desde la noche en la que no dio de comer a los prisioneros que estábamos encerrados en la celda, hasta el momento en el que buscó a regañadientes el saco de monedas que no debía suponerle un gran gasto, su actitud me decía que era un tacaño, aparte de que juzgaba a los demás con rapidez mirándolos por debajo de su nariz.
-Tú padre y tú tienen una manera curiosa de hablar de honor.- ¿Qué noble no daba hasta el castillo entero para recompensar la vida de su hijo? Ante mis ojos era algo justo, además estas monedas serían útiles, de una manera en la que ni el padre ni el hijo comprendían.
No sé por qué reparaba entonces en que el conde me llamase monstruo… Sonreí alzando la botella en el aire para brindar por ello. -Skol.-
Regresé a sus palabras anteriores. -No tengo idea de si hubieras hecho lo mismo por mi. ¿No eras tú el que casi me mata la noche pasada?- Estaba siendo sincera, sus palabras no tenían sentido al reprocharme con dedo acusador. -Eres un hombre lobo.-
¿Se olvidaba de que en luna llena mataba a sangre fría a quien se le pusiera en frente? -¿Cómo fue que te convertiste en uno de todas maneras?- Giré el rostro para mirarlo, preguntándome si se tomaría la molestia de responder, era un experto en eludir respuestas y no aclarar nada de lo que podías preguntarle.
Antes de que me respondiera el chico de piel morena se acercó a darle un pequeño golpe detrás de la cabeza y echarle el brazo por los hombros para señalarle como los vikingos estaban a punto de saltar.
Tomé un trago largo achicando la mirada al ver las aguas del acantilado y me puse de pie de un salto decidida a arriesgarme y divertirme de paso. -El que no arriega no gana.- Le pasé la botella que tenía antes de comenzar a correr. -¡Dime la respuesta en cuanto salga del agua!-
Continué el recorrido sacándome los zapatos y a continuación la ropa para quedar solo en la interior y de esa manera alcanzar a los primeros que se lanzarían. –¡Abrid paso! ¡Estáis muy lentos!-
Pasé en medio de ellos como una flecha desafiando a lo que pudiera encontrarme allí abajo al tiempo que la brisa acariciaba mi cuerpo y la adrenalina corría en mis venas. Llegué a la orilla y sin detenerme tomé impulso y salté hacia el vacío montando el viento nocturno mientras gritaba mi nombre.
Dahlia- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Lun Sep 10, 2018 4:48 am
La morena juzgaba con premura, demasiada, hablaba de que mi padre la consideraba un monstruo peor creo que ella no lo veía mejor hombre en ningún caso.
Tomé la botella para darle un trago mientras miraba a esos dos pazguatos haciendo el tonto allí a lo alto, ladeé la sonrisa cuando aseguró ella sabía con sus dotes de vidente quien saltaría primero.
Pues seguramente cualquiera porque eran ambos bastante caóticos, iban medio borrachos y tras un par de tragos si no se lanzaban yo mismo me adelantaría y lo haría, tampoco había que ser un pájaro para dejarse caer al agua desde lo alto.
La chica alzó la mirada hasta la cúpula de estrellas para señalar la constelación que llevaba mi nombre.
-A madre le gustan las estrellas, así que me llamó Orion y a mi hermano Sirius, a ella le debemos nuestros nombres, como ves padre es mas dado a los nombres nórdicos.
La joven parecía mofarse del honor del que yo hablaba y del que hacía gala, enarqué una ceja al escuchar que estuve cerca de darle muerte.
-Era una de mis primeras trasformaciones, no controlo lo que hago al ser un licano y aunque eso no es excusa, soy un asesino, mi intención nunca fue hacerte daño ni matar a aquella mujer, por eso estaba encadenado en las mazmorras, escapé.
La chica quería conocer mi historia, peor me limité a devolver la mirada hasta donde esos dos pazguatos se desnudaban.
Hakon llegó junto a una animada Synnobe para hacerme mirar a su hermano y el mío saltar, cuando Dalhia salio corriendo escalando a toda velocidad.
Al final es ella la que se adelanta volando como un pájaro hundiéndose en las claras aguas, ladeé la sonrisa mirando a Hakon que me dio una palmada en el pecho, les gustaba la chica y para que mentir también a mi.
Di un par de tragos rápidos y me quité la ropa para ir con los hermanos al lago.
Las aguas no tardaron en volver a abrirse ante la caída simultanea de los dos vikingos que iban gritando y empujándose en el aire.
Cuando la morena emergió la atraje de la cintura para mirarla de frente.
-¿y si te lo cuento que vas a darme a cambio? -susurré acariciando con el vaho de mi aliento bañado en alcohol sus labios -ya tienes las monedas de mi padre, quizás yo pueda pagarte de otro modo.
Mi verga pulsaba llena de sangre rozando con mi glande su muslo desnudo mientras nos mirábamos como cíclopes demasiado cerca como para fingir que el deseo no era un arma poderosa.
Ladeé la sonrisa al escuchar el rápido latir de su corazón.
-¿es deseo o miedo? -pregunté rozando sus belfos.
Tomé la botella para darle un trago mientras miraba a esos dos pazguatos haciendo el tonto allí a lo alto, ladeé la sonrisa cuando aseguró ella sabía con sus dotes de vidente quien saltaría primero.
Pues seguramente cualquiera porque eran ambos bastante caóticos, iban medio borrachos y tras un par de tragos si no se lanzaban yo mismo me adelantaría y lo haría, tampoco había que ser un pájaro para dejarse caer al agua desde lo alto.
La chica alzó la mirada hasta la cúpula de estrellas para señalar la constelación que llevaba mi nombre.
-A madre le gustan las estrellas, así que me llamó Orion y a mi hermano Sirius, a ella le debemos nuestros nombres, como ves padre es mas dado a los nombres nórdicos.
La joven parecía mofarse del honor del que yo hablaba y del que hacía gala, enarqué una ceja al escuchar que estuve cerca de darle muerte.
-Era una de mis primeras trasformaciones, no controlo lo que hago al ser un licano y aunque eso no es excusa, soy un asesino, mi intención nunca fue hacerte daño ni matar a aquella mujer, por eso estaba encadenado en las mazmorras, escapé.
La chica quería conocer mi historia, peor me limité a devolver la mirada hasta donde esos dos pazguatos se desnudaban.
Hakon llegó junto a una animada Synnobe para hacerme mirar a su hermano y el mío saltar, cuando Dalhia salio corriendo escalando a toda velocidad.
Al final es ella la que se adelanta volando como un pájaro hundiéndose en las claras aguas, ladeé la sonrisa mirando a Hakon que me dio una palmada en el pecho, les gustaba la chica y para que mentir también a mi.
Di un par de tragos rápidos y me quité la ropa para ir con los hermanos al lago.
Las aguas no tardaron en volver a abrirse ante la caída simultanea de los dos vikingos que iban gritando y empujándose en el aire.
Cuando la morena emergió la atraje de la cintura para mirarla de frente.
-¿y si te lo cuento que vas a darme a cambio? -susurré acariciando con el vaho de mi aliento bañado en alcohol sus labios -ya tienes las monedas de mi padre, quizás yo pueda pagarte de otro modo.
Mi verga pulsaba llena de sangre rozando con mi glande su muslo desnudo mientras nos mirábamos como cíclopes demasiado cerca como para fingir que el deseo no era un arma poderosa.
Ladeé la sonrisa al escuchar el rápido latir de su corazón.
-¿es deseo o miedo? -pregunté rozando sus belfos.
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Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Dahlia Jue Oct 04, 2018 11:38 pm
Lanzarse al agua desde lo alto del acantilado era toda una experiencia. Algunos se detendrían a hacer los cálculos, asegurarse de adonde iban a saltar, adonde había más rocas que evitar, cuál era el mejor estilo para lanzarse, pero a mi todo eso me valió, simplemente salté y pronto me vi recompensada. Caer en picada hacía que el corazón se te volcara en el pecho, sintieras una sensación de vacío en su lugar y la adrenalina se agitara furiosa antes de perderte en el agua.
Regresé a la superficie con un grito triunfal, las gotas de agua escurrían por mi húmedo cabello, por mi rostro y por mi piel. El agua estaba fría, pero chapoteando me acostumbré rápido y el agua junto a la temperatura bastante fresca logró hacerme recordar lo viva que estaba. Supongo que así era yo, imprudente, bastante guiada por el instinto, no me detenía demasiado con las consecuencias de lo que hacía.
El par de vikingos ya se había lanzado al agua por lo que lancé un grito animándolos en su trayecto antes de que sintiera como el chico alzó un brazo para alcanzar mi delgada cintura en el agua y atraerme hacia su cuerpo con un rápido movimiento, en cuanto entramos en contacto el roce de nuestros cuerpos lanzó una extraña corriente entre nosotros a través del agua.
-¿No te han enseñado a no tocar sin permiso eh?- El olor a hidromiel en su aliento se hacía bastante evidente, supongo que en el mío también. Lo miré con la barbilla en alza sin amilanarme. ¿Que qué iba a darte a cambio? ¿Pagarme? -¿No es así como se le habla a las prostitutas? ¿Me estás comparando con una?-
Lo dije medio en tono de mofa, medio indignada. Lo siguiente que sentí fue la evidencia de su glande en mi muslo, algo que me tomó por sorpresa, no tanto porque sucediera si no porque no se anduvo por las ramas. -¿Por qué tiene que ser lo uno o lo otro?- respondí cuando preguntó si tenía miedo o deseo. -¿De qué voy a tener miedo? - Me eché a reír divertida. -Se me olvida que eres el gran lobo feroz.- Puse dos dedos sobre sus labios para separar nuestras bocas, ya le había dado a entender que no me gustaba besar a nadie pero era insistente y se lo pasaba por alto.
Nos mantuvimos en ese espacio unos segundos, lo suficiente para sentir el calor de la piel del otro y percatarme de que una sensación inusitada de deseo se expandía en mi cuerpo. Inusitada e incitante. -Pero no soy caperucita lobito, no le temo a tus grandes orejas…- Alcé una mano para tocarle una. -Ni a la mirada de tus grandes ojos- expliqué mientras los míos bailaban siguiendo a los suyos, -ni a tus grandes colmillos.-
Lo siguiente que hice fue colocar un dedo acusador sobre su pecho. -¿Sabes que pienso? Pienso que eres un niño de papá. Crees que te las sabes todas pero no es así, bastardo o no la tienes muy fácil. No has visto el resto del mundo y no niegues que para ti no soy más que una rata de alcantarilla.-
Retiré mi dedo, no me gustaba la sensación debajo de este. Orión era arrogante, no respondía nada, no se dejaba conocer, parecía estar acostumbrado a tomar todo lo que se le antojara. Por supuesto debía salirse con la suya con una sonrisa entre arrogante y seductora y su rostro atractivo.
Escuchamos varios chapoteos, Niels y Ubbe nos habían dado alcance y nos lanzaban agua. Hasta nosotros llegó la voz de la chica de pelo corto que se acercaba preguntando con interés que habían sentido al lanzarse y yo me fui alejando del grupo con una sonrisa bastante divertida al mirar por encima de los diversos hombros.
La mirada de Orión se encontró con la mía y desde mi posición le lancé un beso en el aire antes de que uno de los vikingos le echara el brazo sobre el hombro y lo hundiera en el agua, eso era lo más cerca que iba a estar de mis labios.
Giré para comenzar a nadar y continué durante varios minutos, perdiéndome entre diversas rocas y la frondosidad de plantas, sonriendo al pensar que si me apresuraba lo suficiente esta vez si lograría desorientarlo, no siempre iba a poder seguirme el rastro.
Regresé a la superficie con un grito triunfal, las gotas de agua escurrían por mi húmedo cabello, por mi rostro y por mi piel. El agua estaba fría, pero chapoteando me acostumbré rápido y el agua junto a la temperatura bastante fresca logró hacerme recordar lo viva que estaba. Supongo que así era yo, imprudente, bastante guiada por el instinto, no me detenía demasiado con las consecuencias de lo que hacía.
El par de vikingos ya se había lanzado al agua por lo que lancé un grito animándolos en su trayecto antes de que sintiera como el chico alzó un brazo para alcanzar mi delgada cintura en el agua y atraerme hacia su cuerpo con un rápido movimiento, en cuanto entramos en contacto el roce de nuestros cuerpos lanzó una extraña corriente entre nosotros a través del agua.
-¿No te han enseñado a no tocar sin permiso eh?- El olor a hidromiel en su aliento se hacía bastante evidente, supongo que en el mío también. Lo miré con la barbilla en alza sin amilanarme. ¿Que qué iba a darte a cambio? ¿Pagarme? -¿No es así como se le habla a las prostitutas? ¿Me estás comparando con una?-
Lo dije medio en tono de mofa, medio indignada. Lo siguiente que sentí fue la evidencia de su glande en mi muslo, algo que me tomó por sorpresa, no tanto porque sucediera si no porque no se anduvo por las ramas. -¿Por qué tiene que ser lo uno o lo otro?- respondí cuando preguntó si tenía miedo o deseo. -¿De qué voy a tener miedo? - Me eché a reír divertida. -Se me olvida que eres el gran lobo feroz.- Puse dos dedos sobre sus labios para separar nuestras bocas, ya le había dado a entender que no me gustaba besar a nadie pero era insistente y se lo pasaba por alto.
Nos mantuvimos en ese espacio unos segundos, lo suficiente para sentir el calor de la piel del otro y percatarme de que una sensación inusitada de deseo se expandía en mi cuerpo. Inusitada e incitante. -Pero no soy caperucita lobito, no le temo a tus grandes orejas…- Alcé una mano para tocarle una. -Ni a la mirada de tus grandes ojos- expliqué mientras los míos bailaban siguiendo a los suyos, -ni a tus grandes colmillos.-
Lo siguiente que hice fue colocar un dedo acusador sobre su pecho. -¿Sabes que pienso? Pienso que eres un niño de papá. Crees que te las sabes todas pero no es así, bastardo o no la tienes muy fácil. No has visto el resto del mundo y no niegues que para ti no soy más que una rata de alcantarilla.-
Retiré mi dedo, no me gustaba la sensación debajo de este. Orión era arrogante, no respondía nada, no se dejaba conocer, parecía estar acostumbrado a tomar todo lo que se le antojara. Por supuesto debía salirse con la suya con una sonrisa entre arrogante y seductora y su rostro atractivo.
Escuchamos varios chapoteos, Niels y Ubbe nos habían dado alcance y nos lanzaban agua. Hasta nosotros llegó la voz de la chica de pelo corto que se acercaba preguntando con interés que habían sentido al lanzarse y yo me fui alejando del grupo con una sonrisa bastante divertida al mirar por encima de los diversos hombros.
La mirada de Orión se encontró con la mía y desde mi posición le lancé un beso en el aire antes de que uno de los vikingos le echara el brazo sobre el hombro y lo hundiera en el agua, eso era lo más cerca que iba a estar de mis labios.
Giré para comenzar a nadar y continué durante varios minutos, perdiéndome entre diversas rocas y la frondosidad de plantas, sonriendo al pensar que si me apresuraba lo suficiente esta vez si lograría desorientarlo, no siempre iba a poder seguirme el rastro.
Dahlia- Humano Clase Baja
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Vie Oct 05, 2018 4:43 am
La ladrona parecía ser de esas que saqueaban con facilidad pero que se guardaban bien aquello que otro queráis tomar. Mis labios se habían acercado peligrosos rumbo a su boca cuando interpuso sendos dedos parando mi avanzadilla mientras como cíclopes nos mirábamos y ella sonreía.
-Vamos, lo deseas tanto como yo, no te hagas la estrecha, no te pega -aseguré calcinando la yema de su dedo con mi aliento bañado en alcohol.
Calor, el agua estaba congelada y sin embargo el roce de nuestros cuerpos parecían lograr que hirviera . Contemplé su turbia mirada mientras aseguraba no temer al lobo feroz, tocó mi oreja con un desafió claro, siguió mi mirada con aquellas dos tormentas que bailaban hasta mi boca y ahí estaba el juego del gato y el ratón, uno viejo en el que el depredador se volvía cada vez mas ansioso mientras la presa escapaba sutil de sus zarpas, dejándose cazar a veces, mas no lo suficiente, para saciar al otro.
Mis manos se deslizaban por su cintura pegándola mas a mi cuerpo, ansioso de ella, ladeé la sonrisa cuando hundió su dedo en mi pecho llamándome niño de papa.
-Puede que sea eso o quizás todo lo contrario ¿por que no me conoces?
Su rostro mostró un claro pasotismo, no le interesaba y esa era su manera de dejarme claro que eramos el día y la noche, ella una rata de alcantarilla y yo el niño rico del norte.
No era un bastardo, pero claro, era mas fácil explicar eso que un viaje en el tiempo que venía a buscar a su hermano.
-Vale, soy un bastardo, mi madre es otra mujer y no la mujer de Höor Cannif -concluí en una medio verdad medio mentira -y ahora ya podemos... -la empujé contra mi verga completamente enardecida y palpitante cuando a nuestras espaldas escuchamos el chapoteo de mis hermanos que se acercaban.
La ratera quitó su dedo de mi pecho y antes de poder evitarlo de nuevo se había zafado de mi para alejarse nadando aprovechando que llegaban mis oportunos hermanos.
Por encima de sus hombros la busque para recibir como premio de consolación un beso lanzado al aire acompañado de su risa.
Mis hermanos me sumergieron en el agua y pasamos un buen rato jugando los tres, bromeando y hablando de todo mientras seguíamos emborrachándonos.
Ubbe y Niels se quedaron hablando con unas chicas que calientes como estaban no dudaban en acercarse a ellos mas de la cuenta.
Así que acabé siguiendo el rastro de mi pequeña ratera, mi olfato no fallaba pese a que iba bastante embriagado y nadando a braza la seguí hacia una zona rocosa algo mas alejada del resto.
La morena estaba tumbada sobre una roca, secándose ajena a todo, ladeé la sonrisa aproximadamente despacio como el depredador que era sumergido bajo el agua y antes de que abriera los ojos me abalancé sobre ella subiendo a la roca cubriendo su cuerpo caliente con el mio gélido.
La morena dio un respingo por la diferencia de temperaturas, las gotas de agua resbalaban de mi rostro vertiéndose sobre el ajeno mientras esta me pegaba manotazos para que me bajara maldiciéndome.
-Te pille -dije enredando las palabras.
-Estas borracho -musitó la chica interponiendo sus manos entre ella y mi pecho.
-Un poco ¿y? -mi mirada se centró en sus labios -¿es también eso un problema? O el problema es que soy el hijo de papa, empiezo a perderme entre tanto inconveniente -dije echándome a reír.
-Vamos, lo deseas tanto como yo, no te hagas la estrecha, no te pega -aseguré calcinando la yema de su dedo con mi aliento bañado en alcohol.
Calor, el agua estaba congelada y sin embargo el roce de nuestros cuerpos parecían lograr que hirviera . Contemplé su turbia mirada mientras aseguraba no temer al lobo feroz, tocó mi oreja con un desafió claro, siguió mi mirada con aquellas dos tormentas que bailaban hasta mi boca y ahí estaba el juego del gato y el ratón, uno viejo en el que el depredador se volvía cada vez mas ansioso mientras la presa escapaba sutil de sus zarpas, dejándose cazar a veces, mas no lo suficiente, para saciar al otro.
Mis manos se deslizaban por su cintura pegándola mas a mi cuerpo, ansioso de ella, ladeé la sonrisa cuando hundió su dedo en mi pecho llamándome niño de papa.
-Puede que sea eso o quizás todo lo contrario ¿por que no me conoces?
Su rostro mostró un claro pasotismo, no le interesaba y esa era su manera de dejarme claro que eramos el día y la noche, ella una rata de alcantarilla y yo el niño rico del norte.
No era un bastardo, pero claro, era mas fácil explicar eso que un viaje en el tiempo que venía a buscar a su hermano.
-Vale, soy un bastardo, mi madre es otra mujer y no la mujer de Höor Cannif -concluí en una medio verdad medio mentira -y ahora ya podemos... -la empujé contra mi verga completamente enardecida y palpitante cuando a nuestras espaldas escuchamos el chapoteo de mis hermanos que se acercaban.
La ratera quitó su dedo de mi pecho y antes de poder evitarlo de nuevo se había zafado de mi para alejarse nadando aprovechando que llegaban mis oportunos hermanos.
Por encima de sus hombros la busque para recibir como premio de consolación un beso lanzado al aire acompañado de su risa.
Mis hermanos me sumergieron en el agua y pasamos un buen rato jugando los tres, bromeando y hablando de todo mientras seguíamos emborrachándonos.
Ubbe y Niels se quedaron hablando con unas chicas que calientes como estaban no dudaban en acercarse a ellos mas de la cuenta.
Así que acabé siguiendo el rastro de mi pequeña ratera, mi olfato no fallaba pese a que iba bastante embriagado y nadando a braza la seguí hacia una zona rocosa algo mas alejada del resto.
La morena estaba tumbada sobre una roca, secándose ajena a todo, ladeé la sonrisa aproximadamente despacio como el depredador que era sumergido bajo el agua y antes de que abriera los ojos me abalancé sobre ella subiendo a la roca cubriendo su cuerpo caliente con el mio gélido.
La morena dio un respingo por la diferencia de temperaturas, las gotas de agua resbalaban de mi rostro vertiéndose sobre el ajeno mientras esta me pegaba manotazos para que me bajara maldiciéndome.
-Te pille -dije enredando las palabras.
-Estas borracho -musitó la chica interponiendo sus manos entre ella y mi pecho.
-Un poco ¿y? -mi mirada se centró en sus labios -¿es también eso un problema? O el problema es que soy el hijo de papa, empiezo a perderme entre tanto inconveniente -dije echándome a reír.
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Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Dahlia Vie Oct 19, 2018 8:44 pm
Sonriendo aún por haberlo despistado mientras sus oportunos familiares lo distraían continué nadando para alejarme. Si no quería que alguien diera conmigo tenía mis formas de escabullirme, el problema es que, en el caso de este norteño, tenía el olfato tan desarrollado como su larga lengua y no todo el tiempo me topaba con un hombre lobo.
De todas maneras, disfruté de mi nado y terminé nadando un buen rato, dando brazadas y moviéndome estilo mariposa. Después de todo ¿por qué no disfrutar del rato?
Luego de transcurrido un tiempo encontré unas rocas y me dirigí a ellas, trepé ágilmente y tomé asiento sobre una de ellas. Ya era muy tarde como para aventurarme a regresar, no era idiota, sabía bien que para hacerlo tenía que atravesar zonas adonde los soldados del rey solían patrullar y no tenía ganas de exponer el pellejo innecesariamente. Así que terminé tumbándome para secarme.
Cerré los ojos estando medio amodorrada y viajé a ese estado que te lleva entre estar despierta y soñar un poco, la suave brisa movía mi cabello y acariciaba mi piel, era agradable, me sentía muy relajada.
Hasta que repentinamente, algo cayó encima mío acorralándome contra las rocas. El factor sorpresa y lo malditamente sigiloso que su naturaleza le permitía ser jugaron a su favor. Abrí los ojos espantada por la sorpresa para toparme con el rubio. -¿Qué diablos estás haciendo?-
Mi cuerpo se tensó consciente de su peso y le di unos cuantos manotazos para que se bajara, pero como respuesta se mantuvo muy tranquilo y campante encima mío. -¡Joder! ¡Estas muy frío!- Me sentí, indignada, fastidiada, pero que maldita manía la suya de rastrearme todo el tiempo! Aaaargh, tenía ganas de hacer una pataleta como una niña.
El norteño se convirtió en cárcel de piel y huesos y comencé a ser consciente de ello. Me sentí oprimida y con el contacto el calor comenzó a viajar por mi piel terminando por provocar una intensa sensación de sofocamiento. -Quita esa maldita sonrisa tuya de autocomplacencia.-
Mis labios se pusieron rojos, exhalé entre ellos, sentía su piel desnuda, mojada y fría. -¡Vete a la mierda! Estás hecho un tempano de hielo y además estás borracho.- Mi mirada deambuló inevitablemente por él, ¿qué otra cosa iba a ver si lo tenía encima?
Gotas de agua se escurrían por su rostro, por su cuello, sus brazos y su torso desnudo, corrían por su piel para alcanzarme. Caían sobre mi liviana camisola que usaba como ropa interior y que era lo único que llevaba puesto además de mis bragas. Las gotas viajaban desde él hasta mi, caían sobre mi cuello y continuaban sus ondulaciones perdiéndose cuesta abajo para deslizarse sobre la v que formaba mi camisola y llegar entre medio de mis pechos. Algo de lo que me daba cuenta y que me hacía respirar más rápido.
-No me gustan los niños de papá.- Resoplé y me quedé mirándolo unos segundos.
Como no se quitaba mis pezones se fueron endureciendo para ejercer presión contra la tela, erectos se vislumbraron a través de ella puesto que él ya con su torso desnudo me había mojado toda. Me retorcí y sentí como al hacerlo mis astas le rayaban el pecho.
Jadeé, demonios, el forcejeo solo logró que mis piernas se abrieran. Largas, bronceadas y esbeltas se visualizaban al ser apenas cubiertas hasta medio muslo por la camisola. Lo sentí encajarse entre ellas y aplastar allí su sexo.
Sentí toda su virilidad contra mi, me quedé quieta y respiré pesadamente. -No te engañes, no podrías excitarme aunque quisieras.- Lo desafié con esas palabras.
De todas maneras, disfruté de mi nado y terminé nadando un buen rato, dando brazadas y moviéndome estilo mariposa. Después de todo ¿por qué no disfrutar del rato?
Luego de transcurrido un tiempo encontré unas rocas y me dirigí a ellas, trepé ágilmente y tomé asiento sobre una de ellas. Ya era muy tarde como para aventurarme a regresar, no era idiota, sabía bien que para hacerlo tenía que atravesar zonas adonde los soldados del rey solían patrullar y no tenía ganas de exponer el pellejo innecesariamente. Así que terminé tumbándome para secarme.
Cerré los ojos estando medio amodorrada y viajé a ese estado que te lleva entre estar despierta y soñar un poco, la suave brisa movía mi cabello y acariciaba mi piel, era agradable, me sentía muy relajada.
Hasta que repentinamente, algo cayó encima mío acorralándome contra las rocas. El factor sorpresa y lo malditamente sigiloso que su naturaleza le permitía ser jugaron a su favor. Abrí los ojos espantada por la sorpresa para toparme con el rubio. -¿Qué diablos estás haciendo?-
Mi cuerpo se tensó consciente de su peso y le di unos cuantos manotazos para que se bajara, pero como respuesta se mantuvo muy tranquilo y campante encima mío. -¡Joder! ¡Estas muy frío!- Me sentí, indignada, fastidiada, pero que maldita manía la suya de rastrearme todo el tiempo! Aaaargh, tenía ganas de hacer una pataleta como una niña.
El norteño se convirtió en cárcel de piel y huesos y comencé a ser consciente de ello. Me sentí oprimida y con el contacto el calor comenzó a viajar por mi piel terminando por provocar una intensa sensación de sofocamiento. -Quita esa maldita sonrisa tuya de autocomplacencia.-
Mis labios se pusieron rojos, exhalé entre ellos, sentía su piel desnuda, mojada y fría. -¡Vete a la mierda! Estás hecho un tempano de hielo y además estás borracho.- Mi mirada deambuló inevitablemente por él, ¿qué otra cosa iba a ver si lo tenía encima?
Gotas de agua se escurrían por su rostro, por su cuello, sus brazos y su torso desnudo, corrían por su piel para alcanzarme. Caían sobre mi liviana camisola que usaba como ropa interior y que era lo único que llevaba puesto además de mis bragas. Las gotas viajaban desde él hasta mi, caían sobre mi cuello y continuaban sus ondulaciones perdiéndose cuesta abajo para deslizarse sobre la v que formaba mi camisola y llegar entre medio de mis pechos. Algo de lo que me daba cuenta y que me hacía respirar más rápido.
-No me gustan los niños de papá.- Resoplé y me quedé mirándolo unos segundos.
Como no se quitaba mis pezones se fueron endureciendo para ejercer presión contra la tela, erectos se vislumbraron a través de ella puesto que él ya con su torso desnudo me había mojado toda. Me retorcí y sentí como al hacerlo mis astas le rayaban el pecho.
Jadeé, demonios, el forcejeo solo logró que mis piernas se abrieran. Largas, bronceadas y esbeltas se visualizaban al ser apenas cubiertas hasta medio muslo por la camisola. Lo sentí encajarse entre ellas y aplastar allí su sexo.
Sentí toda su virilidad contra mi, me quedé quieta y respiré pesadamente. -No te engañes, no podrías excitarme aunque quisieras.- Lo desafié con esas palabras.
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Miér Oct 24, 2018 4:50 am
Pegado a su cuerpo, completamente mojado era capaz de sentir como el ajeno me estaba calentando, mi sonrisa ladeada la crispaba, gruñó pidiéndome que la borrara de mi cara y de paso que me bajara porque estaba congelado.
Me relamí los labios, las gotas de agua escurrían por mi rostro muriendo en el suyo, su aliento emergía en un blanco vaho que ocupó la escasa distancia que quedaba entre nuestros labios.
-Bien, a mi no me gustan las ladronas, peor puedo hacer una excepción contigo, estas muy buena -aseguré empujando con mi pelvis para que sintiera mi abultada verga. Solo la tela de su camisa, y las bragas negras separaban mi miembro caliente del centro de la morena.
Ladeé la cabeza en un gesto muy lobuno cuando aseguró que por mas que lo intentara era incapaz de excitarla, no había nada peor que desafiar a un vikingo y eso era exactamente lo que era yo, un bárbaro.
Mis labios se entreabrieron ligeramente, ahora mi aliento golpeó con el ajeno, choque de trenes, de miradas furtivas que si bien se centraban en los ojos del otro descendían a los belfos para ascender de nuevo.
-Quieres besarme -aseguré enredando las palabras -no te gustan los niños de papa, pero conmigo harás una excepción ¿verdad?
Nuestra nariz se rozaba, eramos cíclopes, tan escasa era la distancia que respirábamos el mismo aire, uno lleno de matices a alcohol.
Sus piernas se abrieron encajando entre ellas mis caderas, sus bragas mojadas por la fricción de ambos nos delataba y ella me buscaba lo hacía aunque no lo admitiera.
Frio, quizás era eso lo que endurecía los pezones contra mi pecho, pero en el forcejeo raspo mi torso volviéndonos a ambos locos.
-Estas cachonda, como yo, solo nos diferencia una cosa, que yo estoy borracho y que tu eres capaz de negarlo.
Mi frente cayó sobre la suya unos instantes mientras mis manos dibujaban su figura, una que la tela estropeaba arrugándose entre mis dedos.
-Eres preciosa -susurré mientras el matiz de mis ojos cambiaba, definitivamente creo que puedo olvidar que no me gustan las ladronas -susurré tomando su boca de golpe, bebiendo de ella y colando a través de sus belfos mi lengua áspera por el alcohol, me daba igual si me llevaba un guantazo o dos, pero estaba muy puesto en ese momento.
Me relamí los labios, las gotas de agua escurrían por mi rostro muriendo en el suyo, su aliento emergía en un blanco vaho que ocupó la escasa distancia que quedaba entre nuestros labios.
-Bien, a mi no me gustan las ladronas, peor puedo hacer una excepción contigo, estas muy buena -aseguré empujando con mi pelvis para que sintiera mi abultada verga. Solo la tela de su camisa, y las bragas negras separaban mi miembro caliente del centro de la morena.
Ladeé la cabeza en un gesto muy lobuno cuando aseguró que por mas que lo intentara era incapaz de excitarla, no había nada peor que desafiar a un vikingo y eso era exactamente lo que era yo, un bárbaro.
Mis labios se entreabrieron ligeramente, ahora mi aliento golpeó con el ajeno, choque de trenes, de miradas furtivas que si bien se centraban en los ojos del otro descendían a los belfos para ascender de nuevo.
-Quieres besarme -aseguré enredando las palabras -no te gustan los niños de papa, pero conmigo harás una excepción ¿verdad?
Nuestra nariz se rozaba, eramos cíclopes, tan escasa era la distancia que respirábamos el mismo aire, uno lleno de matices a alcohol.
Sus piernas se abrieron encajando entre ellas mis caderas, sus bragas mojadas por la fricción de ambos nos delataba y ella me buscaba lo hacía aunque no lo admitiera.
Frio, quizás era eso lo que endurecía los pezones contra mi pecho, pero en el forcejeo raspo mi torso volviéndonos a ambos locos.
-Estas cachonda, como yo, solo nos diferencia una cosa, que yo estoy borracho y que tu eres capaz de negarlo.
Mi frente cayó sobre la suya unos instantes mientras mis manos dibujaban su figura, una que la tela estropeaba arrugándose entre mis dedos.
-Eres preciosa -susurré mientras el matiz de mis ojos cambiaba, definitivamente creo que puedo olvidar que no me gustan las ladronas -susurré tomando su boca de golpe, bebiendo de ella y colando a través de sus belfos mi lengua áspera por el alcohol, me daba igual si me llevaba un guantazo o dos, pero estaba muy puesto en ese momento.
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Dahlia Vie Nov 16, 2018 12:24 am
Podía decir con rotundidad que me exasperaba su sonrisa de niño bien, era de ese tipo del que creía que se las sabía todas. Frente a mi tenía un experto en decir nada, ¿qué sabía sobre él? Que tenía una numerosa familia, que el conde le favorecía, que andaba libre pese a ser un licántropo y mejor no me detenía a pensar en eso último.
Su sonrisa se expandía como si fuera el dueño del mundo, como si pudiese manejarlo todo a su antojo, como le diera la gana… era atractivo y como lo sabía la arrogancia al respecto se le subía a la cabeza. Fruncí el cejo cuando dijo que no le gustaban las ladronas pero que conmigo podría hacer una excepción. -No te estoy pidiendo una.-
-Es más, ya basta de esto.- Me removí otra vez debajo de él con el deseo de sacármelo de encima, el problema fue que no le daba la gana de moverse un ápice. Seguía sintiendo su virilidad encajada entre mis piernas, a pesar de estar mojada y aterida por culpa de él, pude sentir su calor pulsando contra la ridícula barrera que resultaban ser mis bragas.
Me sentía demasiado al tanto de él, si me movía no dejábamos de friccionarnos y sentía toda su virilidad, toda. Apenas un roce y no pude evitar que me recorriera un estremecimiento, sentí curiosidad, mirando hacia abajo, obviamente no veía nada porque me tenía apretada contra la roca.
Su siguiente comentario me hizo volver a alzar la mirada y arquear la ceja. -Quieres besarme… conmigo harás una excepción.- Aparentemente su arrogancia se había disparado por los cielos. -¿Cuántas botellas más tomaste después de que nos separamos?-
-Lamento llevarte la contraria, pero lo que estoy es congelada, ya me empapaste y si me entra una pulmonía, tú serás el responsable.- No estaba negando nada, ¿negar qué? -Te has equivocado de chica.- Yo no era del tipo que comenzaba a temblar y se mojaba con una mirada que le dedicase un tipo atractivo.
Lo siguiente que hizo fue bajar la cabeza y presionar mis labios sin permiso, me quedé paralizada. Acababa de hacer precisamente lo que le dije que no hiciera, besos no… los besos no eran lo mío.
Su lengua sin embargo estaba bastante decidida, apreté los labios pero esta se deslizó por ellos, lamiendo, repasando mi inferior y el superior, como si quisiera convencerme, tuve una sensación de ahogamiento al sentir como los humedecía y los entreabrí apenas lo suficiente como para que sin rechistar su lengua se colase adentro de mi boca.
Me sentí indignada y extasiada a la vez, mantuve mis brazos a ambos lados de mi cuerpo, abriendo y cerrando mis dedos, la electricidad que sentí me persuadió a alzarlos y deslizarlos por su espalda, mi cuerpo comenzó a llenarse de calor y mi lengua comenzó a responder y enredarse con la suya. Sucumbí al momento antes de que la realidad de lo que hacía me hiciese recuperar la cordura y lo siguiente que hice fue darle un empujón.
Yo era un alma libre, andaba de un lado a otro. Fornicar era una cosa, no involucraba ataduras de ningún tipo… los besos por otro lado, involucraban otra cosa, eran algo más íntimo. Respiré de nuevo en cuanto cayó a un lado sin saber qué le había acontecido. -Los besos están fuera del límite.-
Su sonrisa se expandía como si fuera el dueño del mundo, como si pudiese manejarlo todo a su antojo, como le diera la gana… era atractivo y como lo sabía la arrogancia al respecto se le subía a la cabeza. Fruncí el cejo cuando dijo que no le gustaban las ladronas pero que conmigo podría hacer una excepción. -No te estoy pidiendo una.-
-Es más, ya basta de esto.- Me removí otra vez debajo de él con el deseo de sacármelo de encima, el problema fue que no le daba la gana de moverse un ápice. Seguía sintiendo su virilidad encajada entre mis piernas, a pesar de estar mojada y aterida por culpa de él, pude sentir su calor pulsando contra la ridícula barrera que resultaban ser mis bragas.
Me sentía demasiado al tanto de él, si me movía no dejábamos de friccionarnos y sentía toda su virilidad, toda. Apenas un roce y no pude evitar que me recorriera un estremecimiento, sentí curiosidad, mirando hacia abajo, obviamente no veía nada porque me tenía apretada contra la roca.
Su siguiente comentario me hizo volver a alzar la mirada y arquear la ceja. -Quieres besarme… conmigo harás una excepción.- Aparentemente su arrogancia se había disparado por los cielos. -¿Cuántas botellas más tomaste después de que nos separamos?-
-Lamento llevarte la contraria, pero lo que estoy es congelada, ya me empapaste y si me entra una pulmonía, tú serás el responsable.- No estaba negando nada, ¿negar qué? -Te has equivocado de chica.- Yo no era del tipo que comenzaba a temblar y se mojaba con una mirada que le dedicase un tipo atractivo.
Lo siguiente que hizo fue bajar la cabeza y presionar mis labios sin permiso, me quedé paralizada. Acababa de hacer precisamente lo que le dije que no hiciera, besos no… los besos no eran lo mío.
Su lengua sin embargo estaba bastante decidida, apreté los labios pero esta se deslizó por ellos, lamiendo, repasando mi inferior y el superior, como si quisiera convencerme, tuve una sensación de ahogamiento al sentir como los humedecía y los entreabrí apenas lo suficiente como para que sin rechistar su lengua se colase adentro de mi boca.
Me sentí indignada y extasiada a la vez, mantuve mis brazos a ambos lados de mi cuerpo, abriendo y cerrando mis dedos, la electricidad que sentí me persuadió a alzarlos y deslizarlos por su espalda, mi cuerpo comenzó a llenarse de calor y mi lengua comenzó a responder y enredarse con la suya. Sucumbí al momento antes de que la realidad de lo que hacía me hiciese recuperar la cordura y lo siguiente que hice fue darle un empujón.
Yo era un alma libre, andaba de un lado a otro. Fornicar era una cosa, no involucraba ataduras de ningún tipo… los besos por otro lado, involucraban otra cosa, eran algo más íntimo. Respiré de nuevo en cuanto cayó a un lado sin saber qué le había acontecido. -Los besos están fuera del límite.-
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Vie Nov 16, 2018 3:44 am
Me enseñaron que era mejor pedir perdón que permiso, la mujer se resistía a mis encantos, pero aunque sus labios aseguraban que era todo lo contrarío a lo que le gustaba, sus ojos decían algo muy distinto.
Mi boca se abrió paso contra la suya, en inicio el beso distó mucho de ser correspondido, es mas sus manos trataron de apartarme empujándome del pecho, mas la aferré de las muñecas para que se dejara hacer.
Nuestros cuerpos húmedos y temblorosos por el gélido frio del norte friccionaban calentándose mas de lo debido y fue entonces cuando su boca cedió, abriéndose para dar paso a mi húmeda lengua bañada en alcohol, ambas sin hueso se acariciaron intercambiando fluidos, solté sus manso y estas treparon tímidas por mis costados hasta mi espalda donde con tímidas caricias contó mi columna vertebral.
Jadeé por la intensidad que tomaba el beso, ahora húmedo, tórrido y necesitado de llegar a mucho mas, sonreí cómplice contra sus labios preparándome para decir seguramente la siguiente estupidez del día, pero no fue posible porque de un empujón la ladrona me tiró a un lado frunciendo de inmediato el ceño para decir no se que mierda sobre los besos.
-¿Demasiado que? -pregunté sin comprender mientras hundía mis lobunos ojos en sus pardos -no te pido matrimonio, solo un polvo -alegué en mi defensa con el orgullo tocado.
Bufé porque esa mujer empezaba a hacerme perder dos cosas y no sabia cual era peor, el juicio porque me gustaba mas de lo que estaba dispuso a asumir y la paciencia porque llegar a ella era como lanzarse ebrio desde un precipicio, nunca sabías como podías caer.
Me alcé de su lado tambaleante en bolas, la chica me miró de reojo tratando de fingir que poco o nada le importaba me quedara o me largara.
-Quedate a disfrutar de tu soledad, se te da bien -con una sarcástica risa volví por donde había venido, no la entendía y borracho tampoco pretendía hacerlo, así que me uní a los juegos del resto de mis “hermanos” y a los placeres que las norteñas si parecían mas que dispuestas a darnos.
No dejé de pensar en esa maldita mujer, gruñí frustrado mas de una vez y cuando de nuevo apareció en escena seguramente para pedirme explicaciones sobre lo que hacia tonteando con una morena, me giré malhumorado.
-¿que cojones quieres ahora mujer?
Mi boca se abrió paso contra la suya, en inicio el beso distó mucho de ser correspondido, es mas sus manos trataron de apartarme empujándome del pecho, mas la aferré de las muñecas para que se dejara hacer.
Nuestros cuerpos húmedos y temblorosos por el gélido frio del norte friccionaban calentándose mas de lo debido y fue entonces cuando su boca cedió, abriéndose para dar paso a mi húmeda lengua bañada en alcohol, ambas sin hueso se acariciaron intercambiando fluidos, solté sus manso y estas treparon tímidas por mis costados hasta mi espalda donde con tímidas caricias contó mi columna vertebral.
Jadeé por la intensidad que tomaba el beso, ahora húmedo, tórrido y necesitado de llegar a mucho mas, sonreí cómplice contra sus labios preparándome para decir seguramente la siguiente estupidez del día, pero no fue posible porque de un empujón la ladrona me tiró a un lado frunciendo de inmediato el ceño para decir no se que mierda sobre los besos.
-¿Demasiado que? -pregunté sin comprender mientras hundía mis lobunos ojos en sus pardos -no te pido matrimonio, solo un polvo -alegué en mi defensa con el orgullo tocado.
Bufé porque esa mujer empezaba a hacerme perder dos cosas y no sabia cual era peor, el juicio porque me gustaba mas de lo que estaba dispuso a asumir y la paciencia porque llegar a ella era como lanzarse ebrio desde un precipicio, nunca sabías como podías caer.
Me alcé de su lado tambaleante en bolas, la chica me miró de reojo tratando de fingir que poco o nada le importaba me quedara o me largara.
-Quedate a disfrutar de tu soledad, se te da bien -con una sarcástica risa volví por donde había venido, no la entendía y borracho tampoco pretendía hacerlo, así que me uní a los juegos del resto de mis “hermanos” y a los placeres que las norteñas si parecían mas que dispuestas a darnos.
No dejé de pensar en esa maldita mujer, gruñí frustrado mas de una vez y cuando de nuevo apareció en escena seguramente para pedirme explicaciones sobre lo que hacia tonteando con una morena, me giré malhumorado.
-¿que cojones quieres ahora mujer?
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Dahlia Lun Dic 10, 2018 1:29 am
-No te pido matrimonio, solo un polvo – Lo miré en silencio cuando dichas palabras salieron de su boca, la sola mención de matrimonio hizo que un escalofrío me recorriera la columna rechazando la palabra, antes que considerar la posibilidad de casarme preferiría meter la mano en un panal poblado de abejas asesinas.
Lo siguiente que hizo fue alzarse tambaleante, vaya que andaba borracho como una cuba, por lo cual no se podían tomar en serio sus acciones, así que no tenía que darles demasiada importancia. Además, los polvos de una noche eran nuestro credo, sobre todo cuando el alcohol comenzaba a calentar el organismo, bastaban un par de jarras para calentar las vergas de los vikingos.
Volví a dejarme caer sobre la roca, dejando escapar el aire. -Quédate a disfrutar de tu soledad, se te da bien - ¿Y ahora? ¿Se enojaba porque no le respondí como quería cuando claramente le dije que se bajara? Francamente…
-¡Eso estaba haciendo precisamente hasta hace un momento!- Grité por encima de mi hombro observándolo marcharse. Refunfuñé al tenderme nuevamente sobre la roca, por su culpa estaba empapada y ahora con el viento soplando a mi alrededor no tenía precisamente posibilidades de volver a secarme. -Pero qué caradura.-
Tras unos minutos decidí que mejor me calentaba con más hidromiel así que me levanté y me dirigí hacia donde estaba el grupo para agarrar una botella. No me había percatado de que Orión se encontraba mezclado entre la gente hasta que un par de chicos se movió de lugar dejándome notar que estaba con una morena.
-¿Qué cojones quieres ahora mujer?- Alcé la ceja antes de fruncir el ceño. -No sabía que eras el dueño del lugar. Pensé que el honor pertenecía únicamente al conde tacaño.- Caminé entre ellos ignorando su exabrupto, alcancé la botella, la mecí ante él para que la viera bien y pasé de largo dirigiéndome a unos cuantos metros de distancia adonde me dejé caer sobre el césped al lado de la chica del cabello corto.
-¿Es tan difícil de entender que no me gustan los besos?- Me sentía tan fastidiada que no lograba atinar a agarrar bien el corcho de la botella para destaparla. -Son demasiado, es preferible un polvo sin ataduras y ya.-
La chica me miró sorprendida, alargó la mano para tomar mi botella y la destapó. -No sé mucho sobre el tema, paso mi tiempo en el templo consagrada al servicio de Gefjun y me está prohibido yacer con otros.-
-¿Lo dices en serio?- Por un momento pensé que me tomaba el pelo mientras tomaba la botella que me regresaba. -Mi más sentido pésame.-
Negó con la cabeza antes de reír entre dientes. -Oh, no te preocupes… no es algo que extrañe…-
Alcé la ceja al oírla. -Pensé que eras la amante del general.-
Llevaba su jarra a la boca y escupió todo el contenido al oírme. -Qué va…- Comenzó a toser atragantándose. -Es mi padre.-
La miré sorprendida y me acerqué para darle unas palmadas en la espalda al ver como le corrían las lágrimas por las mejillas. -Perdona, yo asumí…-
Siguió un momento de incomodidad entre ambas antes de que nos mirásemos a los ojos de nuevo y terminásemos soltando la carcajada al mismo tiempo.
No tardé en volver a sentirme relajada y tomar otro trago. -¿Pero virgen para siempre? ¿En serio? Vas a marchitarte si no puedes…-
La vi encogerse de hombros. -Estoy acostumbrada a no pensar en ello, nunca me fijaría en un hombre de todas maneras.-
Fruncí el ceño un momento. -No podría vivir en un templo.- Sentí un escalofrío en todo el cuerpo. -Además los rayos de Thor me expulsarían quemándome el trasero, los dioses me tienen ojeriza.-
-¿No te ha contado Orión que lo salvé de un ogro?-
-No, ¿de veras?- El árbol acogió nuestra risa y ambas descorchamos otro par de botellas.
Lo siguiente que hizo fue alzarse tambaleante, vaya que andaba borracho como una cuba, por lo cual no se podían tomar en serio sus acciones, así que no tenía que darles demasiada importancia. Además, los polvos de una noche eran nuestro credo, sobre todo cuando el alcohol comenzaba a calentar el organismo, bastaban un par de jarras para calentar las vergas de los vikingos.
Volví a dejarme caer sobre la roca, dejando escapar el aire. -Quédate a disfrutar de tu soledad, se te da bien - ¿Y ahora? ¿Se enojaba porque no le respondí como quería cuando claramente le dije que se bajara? Francamente…
-¡Eso estaba haciendo precisamente hasta hace un momento!- Grité por encima de mi hombro observándolo marcharse. Refunfuñé al tenderme nuevamente sobre la roca, por su culpa estaba empapada y ahora con el viento soplando a mi alrededor no tenía precisamente posibilidades de volver a secarme. -Pero qué caradura.-
Tras unos minutos decidí que mejor me calentaba con más hidromiel así que me levanté y me dirigí hacia donde estaba el grupo para agarrar una botella. No me había percatado de que Orión se encontraba mezclado entre la gente hasta que un par de chicos se movió de lugar dejándome notar que estaba con una morena.
-¿Qué cojones quieres ahora mujer?- Alcé la ceja antes de fruncir el ceño. -No sabía que eras el dueño del lugar. Pensé que el honor pertenecía únicamente al conde tacaño.- Caminé entre ellos ignorando su exabrupto, alcancé la botella, la mecí ante él para que la viera bien y pasé de largo dirigiéndome a unos cuantos metros de distancia adonde me dejé caer sobre el césped al lado de la chica del cabello corto.
-¿Es tan difícil de entender que no me gustan los besos?- Me sentía tan fastidiada que no lograba atinar a agarrar bien el corcho de la botella para destaparla. -Son demasiado, es preferible un polvo sin ataduras y ya.-
La chica me miró sorprendida, alargó la mano para tomar mi botella y la destapó. -No sé mucho sobre el tema, paso mi tiempo en el templo consagrada al servicio de Gefjun y me está prohibido yacer con otros.-
-¿Lo dices en serio?- Por un momento pensé que me tomaba el pelo mientras tomaba la botella que me regresaba. -Mi más sentido pésame.-
Negó con la cabeza antes de reír entre dientes. -Oh, no te preocupes… no es algo que extrañe…-
Alcé la ceja al oírla. -Pensé que eras la amante del general.-
Llevaba su jarra a la boca y escupió todo el contenido al oírme. -Qué va…- Comenzó a toser atragantándose. -Es mi padre.-
La miré sorprendida y me acerqué para darle unas palmadas en la espalda al ver como le corrían las lágrimas por las mejillas. -Perdona, yo asumí…-
Siguió un momento de incomodidad entre ambas antes de que nos mirásemos a los ojos de nuevo y terminásemos soltando la carcajada al mismo tiempo.
No tardé en volver a sentirme relajada y tomar otro trago. -¿Pero virgen para siempre? ¿En serio? Vas a marchitarte si no puedes…-
La vi encogerse de hombros. -Estoy acostumbrada a no pensar en ello, nunca me fijaría en un hombre de todas maneras.-
Fruncí el ceño un momento. -No podría vivir en un templo.- Sentí un escalofrío en todo el cuerpo. -Además los rayos de Thor me expulsarían quemándome el trasero, los dioses me tienen ojeriza.-
-¿No te ha contado Orión que lo salvé de un ogro?-
-No, ¿de veras?- El árbol acogió nuestra risa y ambas descorchamos otro par de botellas.
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Lun Dic 10, 2018 7:57 am
La ladrona tenía muy malas pulgas, enarqué una ceja cuando me mostró la botella, eso era lo que había venido a hacer, al parecer por ella podía hacer lo que se me antojara.
Gruñí de forma ronca, la rabia me consumía y el alcohol que corría por mis venas calentando mi verga no ayudaba a dar con la calma.
La morena se encargó de sacarme la verga, nuestras bocas colisionaron y pronto ambos nos enzarzamos en una batalla épica bajo las gélidas aguas.
Saciado me despedí de la chica y salí en busca de mis hermanos que bebían frente a una hoguera, Niels hablaba de su última batalla, animado por el alcohol contaba en pie pero tambaleándose espada en mano como venció a varias bestias de Randulf, las mujeres lo vitoreaban, tenía que reconocerle el merito a mi hermano.
Ubbe se mofaba con Aren de lo borracho que iba su primo descojonandose tumbados en la arena y Hakon y Synnove discutían como de costumbre, me dejé caer al lado y cogí una de las botellas para tomar un trago mientras con la mirada buscaba mi ropa, juraría que la había dejado por allí tirada.
Freya hablaba animada con la invitada de honor, pero yo ya estaba a otras cosas y pronto me uní a la conversación de Ubbe y Aren que ahora iba por otros derroteros, al parecer en la frontera norte estaban teniendo mas problemas de lo habitual y el conde los iba a mandar a aplacar un poco la tempestad.
Niord y Ragnar tenían trabajo en las tierras de las amazonas, según decían varias bestias estaban masacrando las aldeas y las leyendas corrían raudas, ellos debían investigar la certeza de las mismas.
A mi me tocaba irme con la ladrona a su campamento para ver las necesidades de los bandidos que se dedicaban a asaltar caminos, bufé jodido, sin duda la mejor parte me la iba a comer yo, prefería ir a luchar como el resto y no a parlamentar con ladrones.
Pasamos allí horas sin parar de beber y reír, tenía que reconocer que mis primos y hermanos sabían pasarlo bien, los juegos empezaron pronto, al parecer este trataba de lazar los escudos e ir saltando encima, tratando de derribar al contrarío, el que quedara arriba ganaba.
Empezó Niels y Hakon, iban tan borrachos que ya de por si les costaba mantenerse en pie, sobre los escudos trataban de correr para empujar al otro y derribarlo mientras el resto jaleábamos sus nombres animándolos.
Gruñí de forma ronca, la rabia me consumía y el alcohol que corría por mis venas calentando mi verga no ayudaba a dar con la calma.
La morena se encargó de sacarme la verga, nuestras bocas colisionaron y pronto ambos nos enzarzamos en una batalla épica bajo las gélidas aguas.
Saciado me despedí de la chica y salí en busca de mis hermanos que bebían frente a una hoguera, Niels hablaba de su última batalla, animado por el alcohol contaba en pie pero tambaleándose espada en mano como venció a varias bestias de Randulf, las mujeres lo vitoreaban, tenía que reconocerle el merito a mi hermano.
Ubbe se mofaba con Aren de lo borracho que iba su primo descojonandose tumbados en la arena y Hakon y Synnove discutían como de costumbre, me dejé caer al lado y cogí una de las botellas para tomar un trago mientras con la mirada buscaba mi ropa, juraría que la había dejado por allí tirada.
Freya hablaba animada con la invitada de honor, pero yo ya estaba a otras cosas y pronto me uní a la conversación de Ubbe y Aren que ahora iba por otros derroteros, al parecer en la frontera norte estaban teniendo mas problemas de lo habitual y el conde los iba a mandar a aplacar un poco la tempestad.
Niord y Ragnar tenían trabajo en las tierras de las amazonas, según decían varias bestias estaban masacrando las aldeas y las leyendas corrían raudas, ellos debían investigar la certeza de las mismas.
A mi me tocaba irme con la ladrona a su campamento para ver las necesidades de los bandidos que se dedicaban a asaltar caminos, bufé jodido, sin duda la mejor parte me la iba a comer yo, prefería ir a luchar como el resto y no a parlamentar con ladrones.
Pasamos allí horas sin parar de beber y reír, tenía que reconocer que mis primos y hermanos sabían pasarlo bien, los juegos empezaron pronto, al parecer este trataba de lazar los escudos e ir saltando encima, tratando de derribar al contrarío, el que quedara arriba ganaba.
Empezó Niels y Hakon, iban tan borrachos que ya de por si les costaba mantenerse en pie, sobre los escudos trataban de correr para empujar al otro y derribarlo mientras el resto jaleábamos sus nombres animándolos.
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Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Dahlia Vie Ene 04, 2019 6:22 am
-Será el alcohol o no tengo claro cuál es mi hogar.- Las palabras provinieron de la chica después de que tomamos varias botellas.
-Supongo que el mío me espera en el campamento.- No sé de dónde salían repentinamente estas reflexiones, las dos sabíamos que no estábamos borrachas, pero era más fácil aducirlas al alcohol.
-No sé… ¿qué es el hogar después de todo? ¿No es el lugar que te ha tocado?-
La chica se encogió de hombros. -He pasado más tiempo fuera de el, ahora por causa del templo… de chica mi padre me envió a Paris.-
-¿A Francia?-
Asintió. -No odio el lugar, al inicio me daba temor estar rodeada de extraños pero luego aprendí a apreciarlo.-
La contemplé en silencio, había algo en el modo en que lo dijo…. me la podía imaginar de niña en una ciudad extraña.
Descorché otra botella y tomé un largo trago. -¿Sabes que eres la primera que me sigue el paso con el alcohol?- Me eché a reir. -Justo esta noche comenté que solo alguien con mis genes podría hacerlo. - Me tomé con humor la ironía de que mis palabras fuesen desmentidas poco después.
Miré a nuestro alrededor, los vikingos se entretenían bastante bien, el lobo no era parte del grupo, no me costó deducir el por qué, pero dejé escapar el aire con lentitud.
-Tengo que admitir que son divertidos.-
La mirada de la chica se desplazó sobre los jóvenes Cannif. -Son buenos, a veces... la empatía llama más que la sangre.-
Asentí despacio, creo que lo decía más para ella misma que para mi aunque podía comprender el sentimiento. Me puse en pie, un par de ojos me miraban desde hace rato y la mano de su dueño alzó la jarra en mi dirección invitándome. Me despedí de la chica y caminé en dirección del norteño, al cabo de un rato ya no estábamos con los demás.
Para cuando regresé con el grupo el alcohol había ganado a la mayoría, me aproximé a Ubbe quien dormitaba sobre su escudo y extendí la mano para cobrarme las monedas de nuestra apuesta.
Sintiéndome con ganas de descansar me dirigí al castillo, me habían prestado una habitación así que pasé allí la noche, caí rendida y dormí hasta el amanecer.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
-¡Dahlia!-
El sol estaba en lo alto cuando la pequeña voz alcanzó mis oídos, corrí hacia su dueño y al reunirnos nos fundimos en un abrazo. El par de ojos vibrantes me miraba con desaprobación. -Has tardado mucho esta vez.-
-Lo siento Hauk.- Lo abracé con más fuerza. -No pretendía estar lejos tanto tiempo, no volverá a suceder.- No mencioné que tuve que recuperarme el día anterior en la clínica de Akershus y que por ende tuve que pasar después allí la noche, no quería preocuparlo.
-¿Vienes sola?- Asentí, al hijo del conde le ocuparon de emergencia, algo con respecto a necesitar que se uniera a sus hermanos en sus investigaciones sobre los peligros de un par de aldeas.
-Y traigo regalos.- Le guiñé el ojo viéndolo saltar de entusiasmo, ya me conocía muy bien. Sonreí y solté la carcajada.
-Supongo que el mío me espera en el campamento.- No sé de dónde salían repentinamente estas reflexiones, las dos sabíamos que no estábamos borrachas, pero era más fácil aducirlas al alcohol.
-No sé… ¿qué es el hogar después de todo? ¿No es el lugar que te ha tocado?-
La chica se encogió de hombros. -He pasado más tiempo fuera de el, ahora por causa del templo… de chica mi padre me envió a Paris.-
-¿A Francia?-
Asintió. -No odio el lugar, al inicio me daba temor estar rodeada de extraños pero luego aprendí a apreciarlo.-
La contemplé en silencio, había algo en el modo en que lo dijo…. me la podía imaginar de niña en una ciudad extraña.
Descorché otra botella y tomé un largo trago. -¿Sabes que eres la primera que me sigue el paso con el alcohol?- Me eché a reir. -Justo esta noche comenté que solo alguien con mis genes podría hacerlo. - Me tomé con humor la ironía de que mis palabras fuesen desmentidas poco después.
Miré a nuestro alrededor, los vikingos se entretenían bastante bien, el lobo no era parte del grupo, no me costó deducir el por qué, pero dejé escapar el aire con lentitud.
-Tengo que admitir que son divertidos.-
La mirada de la chica se desplazó sobre los jóvenes Cannif. -Son buenos, a veces... la empatía llama más que la sangre.-
Asentí despacio, creo que lo decía más para ella misma que para mi aunque podía comprender el sentimiento. Me puse en pie, un par de ojos me miraban desde hace rato y la mano de su dueño alzó la jarra en mi dirección invitándome. Me despedí de la chica y caminé en dirección del norteño, al cabo de un rato ya no estábamos con los demás.
Para cuando regresé con el grupo el alcohol había ganado a la mayoría, me aproximé a Ubbe quien dormitaba sobre su escudo y extendí la mano para cobrarme las monedas de nuestra apuesta.
Sintiéndome con ganas de descansar me dirigí al castillo, me habían prestado una habitación así que pasé allí la noche, caí rendida y dormí hasta el amanecer.
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-¡Dahlia!-
El sol estaba en lo alto cuando la pequeña voz alcanzó mis oídos, corrí hacia su dueño y al reunirnos nos fundimos en un abrazo. El par de ojos vibrantes me miraba con desaprobación. -Has tardado mucho esta vez.-
-Lo siento Hauk.- Lo abracé con más fuerza. -No pretendía estar lejos tanto tiempo, no volverá a suceder.- No mencioné que tuve que recuperarme el día anterior en la clínica de Akershus y que por ende tuve que pasar después allí la noche, no quería preocuparlo.
-¿Vienes sola?- Asentí, al hijo del conde le ocuparon de emergencia, algo con respecto a necesitar que se uniera a sus hermanos en sus investigaciones sobre los peligros de un par de aldeas.
-Y traigo regalos.- Le guiñé el ojo viéndolo saltar de entusiasmo, ya me conocía muy bien. Sonreí y solté la carcajada.
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Re: El placer es tuyo (privado)
por Orión Cannif Vie Ene 04, 2019 9:34 am
La noche pasó sin pena ni gloria, la bella ladrona parecía mas interesada en Freya la oráculo que en mi al menos y yo me entretuve bebiendo con mis hermanos hasta que completamente borracho toqué retirada rumbo a mi cuarto si es que lo encontraba.
Tras tropezarme con todos los muebles del castillo de mi “padre” como si fuera un reto para no dejarse ninguno alcancé mi cuarto.
Me dejé caer en la cama, clave mis vidriosos ojos en el techo, era extraño estar en tierras norteñas. Höor era mi padre en la otra realidad, pero este vivía en París con madre, ambos tenían serios problemas con la inquisición, en eso se parecían al Höor de este mundo, ambos siempre andaban metidos en líos, en gestas imposibles, derramando sangre, aunque allí era madre, una bruja poderosa quien le salvaba el culo cada vez que este cometía una de sus ideas suicidas.
Sabía que debía volver, peor quería conocer mas a mi hermano, eso era lo que me obligaba a mantenerme en Akershus, eso y esta vida, admito que el norte me gustaba, los vikingos, parte de mis raíces venían de estas tierras gélidas.
Mis ojos empezaban a cerrarse, bostecé, estaba cansado, la noche había sido intensa y yo iba muy borracho, así que mi cabeza no tardó en ceder contra la almohada y en sentir los brazos de Morfeo.
Con las primeras luces del alba desperté, tenía un considerable dolor de cabeza, algunos lo llaman resaca y yo pensaba que siendo lobo no gastaría de eso, pero las espadas ya golpeaban con los estridentes ruidos metálicos en el patio de armas, así que ladeé la sonrisa sentandome en la cama, debía reconocer que Akershus me gustaba.
Tras tropezarme con todos los muebles del castillo de mi “padre” como si fuera un reto para no dejarse ninguno alcancé mi cuarto.
Me dejé caer en la cama, clave mis vidriosos ojos en el techo, era extraño estar en tierras norteñas. Höor era mi padre en la otra realidad, pero este vivía en París con madre, ambos tenían serios problemas con la inquisición, en eso se parecían al Höor de este mundo, ambos siempre andaban metidos en líos, en gestas imposibles, derramando sangre, aunque allí era madre, una bruja poderosa quien le salvaba el culo cada vez que este cometía una de sus ideas suicidas.
Sabía que debía volver, peor quería conocer mas a mi hermano, eso era lo que me obligaba a mantenerme en Akershus, eso y esta vida, admito que el norte me gustaba, los vikingos, parte de mis raíces venían de estas tierras gélidas.
Mis ojos empezaban a cerrarse, bostecé, estaba cansado, la noche había sido intensa y yo iba muy borracho, así que mi cabeza no tardó en ceder contra la almohada y en sentir los brazos de Morfeo.
Con las primeras luces del alba desperté, tenía un considerable dolor de cabeza, algunos lo llaman resaca y yo pensaba que siendo lobo no gastaría de eso, pero las espadas ya golpeaban con los estridentes ruidos metálicos en el patio de armas, así que ladeé la sonrisa sentandome en la cama, debía reconocer que Akershus me gustaba.
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Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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