El coraje de un amor sin fin (privado)

con la fuerza de mi corazón:

Lejos de todo cuanto amé,
en tiempos oscuros vivo hoy, sin ti.
Pero aún queda un suspiro de honor,
como aliado de este gran amor.

Hay un lugar mucho más allá del sol,
donde mi reino acaba en tu corazón,
donde los sueños se hacen realidad,
y una leyenda nació clavada a fuego en mi piel.

Con la fuerza de mi corazón,
y el coraje de un amor sin fin,
me armaré un día de valor,
y volveré a conquistar lo que perdí.
Con la fuerza de mi corazón,
lucharé hasta recuperar,
cada instante que pasé sin ti,
en el destierro de un lejano adiós.

Cuando la noche llega a hacer que esa luna
que brilla para los dos,
marca el destino que será,
y en tus labios siempre escrito está.

Mil ilusiones rotas sin razón,
son el legado de la envidia y el poder.
Pero la esperanza nunca muere porque sé
que te llevo muy dentro de mí, en mí.

Con la fuerza de mi corazón,
y el coraje de un amor sin fin,
volveré a conquistar lo que perdí.

Más de veinte años habían pasado desde aquella pequeña trattoria italiana de París donde Damon le pidió matrimonio con un anillo en la mano. Vainte años de lucha, de coraje, de ilusiones rotas una y otra vez que les tocó recomponer a base de valor y voluntad. Veinte años para recuperar cada instante que les había sido robado en un destierro lejos uno del otro.

Frente a ellos una nueva vida al alcance de la mano, sólo tenían que estirarla y cogerla como una fruta, morderla y saborearla. Por fin, todo aquello que habían deseado en largas noches de ausencia se iba a hacer realidad, aunque eso implicase responsabilidades y tormentos variados por parte de la corte y la nobleza, su amor rebrotaba con la fuerza de los primeros días. Siempre unidos, nunca vencidos, habían conseguido llegar juntos hasta ese punto en el que el destino por fin les concedía lo que merecían. Pero no estarían completos hasta que se produjese esa boda, la coronación, y lo más importante: la transformación de Brianna.

Lo habían hablado muchas veces pero ella tomó la decisión antes de saber que su vida iba a dar ese vuelco con la desaparición de la reina. La luna llegaría en dos días y estaba preparada. Había visto cómo era cuando Damon salvó a Elaine de las garras de la muerte. Lo había visto con Lobbo y con Velkan, como mandaba la tradición. Lo vio incluso con Orion, cuando por accidente Velkan lo mordió...y sabía que era un trance complicado, doloroso y lleno de angustia, pero estaría Damon a su lado y la ayudaría a superarlo. Después de eso, sería como toda su familia y envejecería como ellos. Estaba nerviosa, pero dispuesta a correr todos los riesgos, era la hora de abrazar su destino como esposa del alfa y como reina de Rumanía.

Habíamos luchado contra todo y contra todos, 20 años en los que nuestro amor había tenido que ser fugaz, furtivo y demasiado complicado para ser comprendido. Yo era el rey, desposado con una mujer a la que no amaba por un reino que no había pedido ,pero que si me necesitaba.
La reina era una hechicera oscura y sus planes llevaban a Rumanía a la extinción, una mujer sin escrúpulos que no dudó en atentar contra la única mujer a la que amaba, Brianna, eso me llevó a tomar una complicada decisión, alejarla de mi, durante todo este tiempo Oltería se transformó en su hogar y la distancia en nuestra maldición.

Ahora todo quedaba atrás, por fin podría convertirla en mi esposa, en mi mujer pero antes la tradición imperaba y debía convertirla en  lo mismo que yo era, que era nuestro hijo Velkan y Lobbo..Era el momento en el que Brianna dejara atrás su parte humana y comulgara con la licantropía.
No iba a ser fácil, las fiebres, el dolor, pero estaría a su lado, estaríamos a su lado todos. Brianna se había ganado el cariño de Rumanía, el respeto de mi manada y mi corazón.

Me adentre en nuestra habitación, Brianna frente al espejo cepillaba u larga cascada parda, elevó sus dos esferas que se clavaron en mis ojos a través del cristal.
Mi sonrisa se ladeo mientras caminaba hacia ella, el tirante del camisón de seda blanca resbalaba por su hombro dotándola de un aspecto muy sexy.

Ya no eramos esos jóvenes que se conocieron en París, el tiempo había pasado inexorable para ambos, y aun así, frente a mi tenia a la mujer mas bella del mundo, a la que deseaba con la misma pasión que el primer di que pude hacerla mía.
-Estas preciosa -susurré dejando un beso en su hombro desnudo, trepando por su piel por mis labios hasta perderme en su inmaculado cuello -te deseo, mi reina.

Su sonrisa se ensanchó en el espejo, la mía contra su piel.
-¿estas nerviosa? -pregunté contra su piel.
Entendía sus miedos y estaba allí para abrazarlos.

Claro que lo estaba, era un paso muy grande, no exento de riesgo, algo que la cambiaría para siempre. Dejaría de ser como había sido hasta entonces para convertirse en otra cosa. Pero había aprendido a amar y respetar la naturalezade los lobos que la rodeaban, a entender sus reacciones, sus instintos y sus dificultades. Ella había ejercido de la voz de la cordura cuando a veces el exceso de instinto generaba problemas domésticos, y ahora ella misma podría pasar a protagonizar alguno de esos episodios. Rezaba para que todo fuera bien y que su lobo interior no se volviera loco cuando despertase.

Elevó la mano y acarició la mejilla de Damon, al que veía reflejado en el espejo, sus ojos depredadores siempre la habían atraído y desmontado a la vez.

—Un poco...pero estoy lista.

Cogió la mano que le ofrecía Damon y se levantó del tocador caminando ambos hacia la balconada donde la luna que estaba casi llena brillaba con fuerza. Sabía cómo le influía eso al rey, la inquietud, la furia creciente, el dolor de cabeza...pero esta vez sería diferente porque a la noche siguiente sería mordida y la luna llena la transformaría por completo.

— Aprovechemos hoy porque mañana tendré mucha fiebre y después me crecerá pelo hasta en los lugares más insospechados...— sonrió trivializando el tema para quitarle hierro al asunto y besó sus labios, afianzando las manos en su cintura. No sólo iban a compartir la vida, el cargo y los hijos, también iban a quedar indisolublemente unidos por la marca del lobo. No veía formas humanas de unión más profunda. Los papeles no valían nada, las promesas se las podía llevar el viento, pero lo que sucedería al día siguiente era el acto de más valor y entrega que conocía, quería hacerlo y se había preparado para ello.

Los besos subieron de intensidad y pronto la ropa quedó en el suelo abrazándose y compartiendo el abrigo de piel. La noche se tornó cómplice de sus caricias, jadeos y murmullos, emergiendo al día bien entrada la mañana. Comprobaron que todo estuviera listo y Brianna se dio un baño, vistiéndose para la ocasión. Todos los miembros de la manada estaban reunidos en el gran salón, Mildred los miraba con orgullo con esos ojos rodeados de arrugas. Llevaba toda la vida al servicio de Damon y había visto nacer y crecer a sus hijos, los había apoyado en los momentos de mayor necesidad y su lealtad inquebrantable era uno de los pilares de Brianna, que se había visto en multitud de ocasiones abrumada por el entorno.

Saludó a cada uno de ellos con afecto, se fundió en un abrazo con Mildred y con cada uno de sus hijos y se colocó al lado de Damon.

— Siempre habéis sido mi familia, os he sentido cerca y apoyándome incluso en las horas más oscuras. No hay suficientes palabras de agradecimiento con las que os lo pueda pagar, pero quiero deciros que estoy muy orgullosa de convertirme en una de los vuestros. Es para mí el momento más importante de mi vida porque valoro y respeto lo que significa formar parte de una manada. Unidad, valor, honor. Esas son vuestras señas y también las mías desde hoy. Disculpadme ya de antemano si cometo errores, no tengáis reparos en regañarme si así lo creéis conveniente.

Aunque la tranformación se produjera luego en sus aposentos sólo rodeada de Damon y sus hijos, quería hacer partícipes a todos ellos de esa ceremonia, pues iba a pasar a formar parte de la manada Landvik y debía ser así.

La dama blanca estaba casi completa, al día siguiente mi cuerpo mutaría como cada mes sucedía convirtiéndome en mi otro yo.
Para mi la antropológica jamas fue una maldición, en mi familia, pese a nacer humanos como todos los mortales eramos educados desde que pisábamos este mundo para convertirnos en lo que siempre fuimos, lobos.
Nací una noche de luna llena, mi madre me parió en su forma lupina, me amamantó y me calentó en el bosque, nunca tuve miedo a los lobos, siempre me creí uno de ellos y mi momento mas feliz fue el día que mi madre llevó a cabo la ceremonia de mi transformación.
No solo ofrecería Gaia a su único hijo, al heredero de la manada y el condado de Italia, ofrecía al alfa que un día guiaría a los suyos con orgullo y tesón.

Desde ese día, siempre actué en consecuencia para con los míos, anteponiendo el deber a mi bienestar y la vida me había recompensado tarde, pero lo había hecho. Brianna era todo cuanto amaba, ella me había regalado un hijo propio, fuerte, sano, un alfa y hoy, mi amante, amiga y pareja abrazaría la licnatropia para convertirse en mi mujer, en mi compañera inseparable de viaje.

Desnudos nuestras pieles fueron lamidas por los haces platas de nuestra madre, hicimos el amor entre gruñidos y jadeos, acariciando cada parte de nuestro cuerpo, sintiendo la magia que corría por nuestras venas cada vez que me hundía en ella.

La ceremonia estaba preparada, ante todos los nuestros Brianna aferrada a mi mano cruzó el pasillo custodiado por licanos que a su paso bajaban la cabeza en señal de sumisión, de respeto.
Ella se había ganado con creces que los míos la amaran como a su reina y sin ser loba nadie cuestionaba su valía, menos lo harían cuando por sus venas corriera la ponzoña de los lobos.

Nuestros hijos miraban a su madre hablar sobre lo orgullosa que se sentía de formar parte de esta familia. Tan humilde como siempre, agradeció a todos su apoyo y se disculpó por aquellos errores que seguro cometería.
No me equivoqué con ella, ese ida en el parque supe que era una gran madre, lo que no imaginé nunca es que también seria una gran mujer.

-La conocí entre palas y rastrillos. Mi vida era un desastre, me mantenía en pie porque mi madre me enseñó a caer y a levantare, pero como hombre había muerto, solo era un alfa, el vuestro.
Ella me dio esperanza, ilusión, se convirtió en madre para Lobbo y confidente para mi hasta que..una noche vine herido a casa, esa noche descubrí que no quería se fuera de mi lecho, que mi dolor encontraba paz con su diestra sobre mi pecho.
Cuidó de mi, bajo mis fiebres y desde entonces hemos pasado mucho ambos ¿que os voy a contar que no hayáis vivido con ambos?
Brianna es una mujer fuerte, valiente, que ama mis tradiciones y que como alfa cuidará de todos los presentes. Brianna es la mujer que me ha convertido en padre, la que ha llevado en sus entrañas a vuestro futuro líder. Lo educado con inteligencia, con valor y con coraje, allá donde todo estaba en su contra le dio un giro y lo convirtió en aliado.
Brianna es la mejor líder que he encontrado y sin duda es la mujer que amo.
Hoy ella será uno de los nuestros, la decisión ha sido bien meditad, ella desea tanto como yo que esto pase, hoy la luna hará nacer a vuestra alfa.

Los aullidos de la manada hicieron retumbar los pilares de la casona que pronto por nosotros sería abandonada.
El castillo se convertiría en su nuevo hogar, nos desposaríamos y ella pasaría a ser mi reina.

Para la manada había preparado un banquete en el salón, donde los licores, los dulces y todo tipo de viandas de celebración estaban expuestas sobre blancos manteles. Ellos comerían, reirían y celebrarían mientras Brianna era mordida y sucumbía al fiebre, al dolor y la oscuridad que ello comportaba. Se retiraron a sus aposentos para tener ese rato de intimidad y que la transformación sucediera entre los suyos. Sus hijos y Damon la rodearon y la llenaron de abrazos y ánimos y cuando la luna llena hizo su aparición, Damon hundió los colmillos en su cuello transmitiéndole la maldición (o la bendición, como lo llamaba Elaine).

Sintió el veneno correr raudo por su organismo y de pronto la temperatura se elevó hasta 42 grados. Se sentía arder, como si se quemase desde dentro y las náuseas llegaron a su garganta, pero aguantó con la mano de Damon enredada entre la suya. La acostaron en su lecho, tratando de rebajar el malestar de la fiebre con un paño húmedo sobre la frente, pero bien sabían todos que eso no hacía nada, era un noche en la que lucharía a vida o muerte contra el lobo y quien ganase se quedaría con ella. Las venas de los ojos prontop se tornaron rojas, los huesos comenzaron a dolr, de nuevo como si los calcinasen desde dentro, y no pudo soportarlo, gritó de dolor, las lágrimas rodaron mejilla abajo, Damon la tranquilizó, le prometió que eso pasaría pronto, que no debía preocuparse. Pero la luna parecía reacia a aflojar su influjo sobre ella. Afuera los aullidos celebraban el "nacimiento" de una nueva alfa y sentía vibrar el mundo en su pecho. Los sentidos se agudizaban a la vez que aumentaba el dolor, y hasta un ratón corriendo por la paredes del caserón dolía en los tímpanos.

A ratos se revolvía, enajenada, queriendo arrancarse la piel, destrozar el lecho o simplemente destruir todo a su paso. A ratos su respiración se tornaba superficial y rápida, emitiendo un leve quejido, sucumbiendo a la invasión del mal del lobo. En algún momento llegó a perder la consciencia, sobre todo después de que los huesos se rompieran y se abultaran dando paso a una forma lupina de negro pelaje, tan oscuro como el de Damon. Elaine era más parda, Velkan entre negro y marrón. Pero ella, Lobbo y Damon eran negros como la noche. ¿Quién decidía eso? nadie lo sabía, era la luna la que elegía a sus hijos y a Brianna la había pintado con los colores de los alfa Landvik.

Aquel ritual era sagrado y por todos esperado, para mi completaba el ciclo de l oque pronto sería consumado con nuestro matrimonio, aquello que esperé ya por demasiado tiempo.
Habíamos ido envejeciendo juntos, afrontado el peso de un reino y la crianza de tres hijos y cuanto mas la miraba mas veía en ella la belleza serena de una reina.
La conocí en un parque, entre cubos y rastrillos y la amé con el tiempo entre bibliotecas y pasillos, ella se convirtió en mi amiga, mi confidente y sin duda la que mas se dejó la piel para que mi manad,a mis hijos y mis propias obligaciones salieran adelante.
No conocía mujer mas buena, mas comprometida y menos egoísta que ella y hoy demostraba con su acto que me amaba, que nos amaba pues pronto sería una mas de la manada, al reina, la alfa.

Hundí mis colmillos en su piel, la ponzoña emergió pasandole la maldición de la licantropía, aunque para mi no era tal, mas bien era algo que nos colocaba en otro lugar.
Las fiebres llegaron, el dolor sobrehumano, la lucha contra y para la bestia.
Aferraban is manos, lloraba, gemía y gritaba mientras la dama blanca no le daba tregua y cuando estuvo en lo alto del cielo, coronado aquella ventana todos cambiamos a licantropos, por fin la familia la estaba completa.

Restregué mi hocico contra el de ella, era preciosa en ambas formas, un pelaje negro tupido como el mío y un tamaño considerable era lo que la luna le había regalado a mi futura esposa.
Aullé informando a los míos que su alfa había nacido y la manada correspondió congratulándose con la familia.
Velkan y Elaine pronto restregaron su pelaje contra el de su madre, le di esa intimidad con ellos, esa que sabía era valiosa para mi hembra mientras los observaba orgulloso de mi linaje.

Cuando llegó el momento me acerqué, un par de mordiscos al aire marcaron a mis hijos que era el momento de las despedidas, era mi tiempo, quería estar a solas con ella, la deseaba como bestia tanto como hombre y esa noche ambos dejaríamos que el bosque nos envolviera.
Brianna estaba especialmente nerviosa, no se controlaba, pero todo le seria mas fácil a mi lado, junto a su alfa, cazaríamos, nos alimentaríamos y fornicaríamos hasta que nos encontrara la mañana como la tradición mandaba.

Una noche dura, llena de nuevos sentidos que jamás había experimentado. Era como si el mundo estuviera más vivo, como si pudiera ver, oler y ecuchar cosas que no estaban antes ahí, porque como humana no podía percibor todo eso y ahora le parecía un mundo paralelo dentro del que ya conocía.

Damon la llevó al bosque, juntoz cazaron, corrieron y aullaron a la madre luna dejando que Brianna completase la transformación y se fundiera con el lobo interior. Se aparearon como las bestias que eran, a dentelladas y mordiscos y el amanecer los encontró entrelazados sobre un lecho de hojas secas. Estaba agotada, no había una fibra de su cuerpo que no le doliese, pero a la vez se sentía más viva que nunca. La transición podría haber sido terriblemente agónica pero Damon hizo que todo fuera fácil. Ahora podía entenderlos mejor a todos ellos, sus emociones, sus reacciones, y estaba feliz por haber dado el paso y no morir en el intento.

Desplegó sus frondosas pestañas recibiendo el hiriente rayo de luz vespertina y se acurrucó contra Damon. Nunca se sintió de otro hombre, pero ese día amenecía estando completa del todo, encajando con él como una pieza de puzzle. Estaba hecho, el último paso personal había sido dado. Aunque se casasen o le dieran una corona, no se sentiría tan unida a él como en ese momento, el verdaderamente importante y que les pertenecía sólo a ellos. Deslizó la mano por su torso suspirando.

— Aún recuerdo tu pinta de ir perdido en ese parque... no sabías ni limpiarle los mocos a Lobbo...— sonrió ampliamente, porque en esa época Elaine estaba muy enferma y ella muy triste, había sido la luz que llegó a su vida.— quién me iba a decir que serías tú mi amor, mi compañero para toda la vida...

Durante 20 años todo les fue negado, la ausencia fue su constante, el echarse de menos y no tenerse, su rutina, y por fin todo eso quedaba atrás y los días de felicidad para ellos comenzaban con un buen pistoletazo de salida.

— ¿es normal que me duelan hasta las pestañas?.— preguntó acomodándose suavemente sin intención de levantarse aún aunque estuvieran desnudos sobre el suelo.


En la casona de Oltenia la fiesta se había prolongado hasta altas horas, pero los lobos eran muy diligentes y para garantizar la seguridad de su alfa, su rey y la esposa de éste, habían organizado un dispositivo de seguridad enorme.

Elaine, Lobbo y Velkan desayunaban en el comedor con las pintas de quien no ha dormido mucho. Sus respectivas parejas descansaban aún y los hermanos se habían levantado a regañadientes, pues querían recibir a sus padres como se merecían, en familia.

— Tú no necesitas esto ni yo tampoco, porque Thea ya es una loba y Sirius no puede ser convertido. Pero tú quizás sí, ve tomando nota.— el comentario de la loba hizo a Velkan atragantarse.

Las luces del alba nos encontraron enredados sobre la hojarasca de un bosque silencioso.
Ladeé la sonrisa al ver como sus dos esmeraldas buscaban mis azules y sus dedos se paseaban despacio por la piel de mi pecho. La temperatura de ambos ahora se había igualado, eramos lo mismo, no solo nos unían unos hijos, pronto un reino, o la corona del mismo, si no nuestra condición de licanos, de alfas, de manada.
-No sabía limpiarle los mocos pero le hubiera estampado con gusto el rastrillo a ese niño gordo que quería robarle a Lobbo la pala.

Brianna se echo a reir, de no ser por nuestros hijos nunca nos hubiéramos conocido, ella llegó a mi vida como un manantial de aire fresco, todo lo que acontecía en ella era un verdadero infierno. Me dejo mi prometida, mi hermano y su fallecimiento, la responsabilidad de un niño..todo me venía grande y lo peor es como alfa no podía permitirme mostrarme débil frente a los míos
-Admito estaba desesperado, eras mi única esperanza -reconocí, así que cuando me dijiste que podrías dejar el trabajo donde estabas vi la luz -puse cara confesarle el mayor de los secretos -creo te hubiera pagado lo que me hubieras pedido a cambio de hacerte cargo de Lobbo -reconocí mientras ella mordía mis labios y negaba la cabeza con diversión.

Me eche a reir cuando me preguntó si era normal que le doliera cada musculo.
-Si, y que te sientas tremendamente atraída por tu alfa, tanto que sientas la arrebatadora necesidad de necesitar que de nuevo te cubra, no descartes que tengamos mas hijos, ahora tu vida se prolonga -bromeé con un deje picaro que como respuesta tuvo un manotazo en mi estomago.

Nuestros hijos nos esperaban en casa para desayunar, así que para mi fastidio y no porque no intente que colara lo de volver a hacerlo ahora mismo, acabamos vistiéndonos con ropa que habíamos dejado preparada para el momento y volviendo a casa.
Velkan se había atragantado por una broma de su hermana, Lobbo se burlaba divertido de la situación mientras este reconocía que dudaba mucho que la marquesa cediera al respecto.

Según Velkan ella era una mujer de fuertes convicciones, no había mostrado mayor interés por conocer el don de la licnatropía ni jamas se había interesado en conocer nuestras costumbres. Velkan se sincero, eso le preocupaba, sabia que la joven tenía propuestas de otros “aristócratas” y de algún príncipe como él, así que lo de la licantropía restaba a su parecer mas que sumaba.

Regresaron a la casona, Damon tenía pinta de estar más fresco que una lechuga, por el contrario Brianna estaba agotada, pero eso no borraba su sonrisa. Entraron en el comedor, despeinados y hambrientos, pero a la vez satisfechos y se fundieron en una abrazo familiar. Para los lobos la manada lo era todo: unidad, núcleo, familia. Ellos ya lo eran y juntos tenían la misión de sacar a Rumanía de las sombras, de los siglos de dominio de vempiros y brujas  que amenazaban continuamente la población y el rumbo del país.

Desayunaron entre risas bromas que iban casi todas dirigidas a Lobbo y Velkan, y éstos a su vez cargaban contra Elaine recordándole que se había ido a vivir a un país de pulgosos bárbaros.La joven encajaba las bromas con humor, siempre fue muy familiar, quería a su madre profundamente, aquella que sacrificó toda su vida por ella y que se mantuvo fuerte en los momentos oscuros; a Damon que le regaló de nuevo la vida, y a sus hermanos que eran la alegría de la casa y sus mejores amigos. Pero Sirius era la luz de sus ojos y lo seguiría hasta el fin del mundo aunque eso la alejase de su familia. Tras desayunar se tomaron la mañana libre para que cada cual hiciera lo que quisiera.

Brianna tenía que preparar una boda, Damon y Velkan andaban de aqui para allá con sus secretos, al parecer padre e hijo estaban tramando algo contra las brujas que aún quedaban pululando por el territorio y asegurar que no serían una amenaza para ellos. El dispositivo estaba montado y pronto las cosas darían un vuelco, un giro inesperado.

Se bañó, se arregló y ya más descansada bajó de nuevo a tomar posesión de las riendas de su casa, a sumergirse otra vez en las labores de su cargo pero completamente feliz de tener a sus hijos consigo y al que por fin sería su marido en los papeles, con la ley de su parte. Comenzaban otros tiempos para todos y estaba lista para abrazar su destino.

Madre estaba pletórica, feliz de ser una licano como sus hijos y mi padre, rey de Rumanía ahora tenía que organizar su propia boda. Damon necesitaba cuanto antes tener estabilidad, que el reino tuviera una reina a la que amar y formalizar del mismo modo mi potestad como príncipe.
Los tiempos andaban revueltos, pero mi padre y yo íbamos a reducir a cenizas a los brujos si estos no reculaban ante su actitud de volver a instaurar el anterior trono de oscuridad que la reina bruja ostentaba.
Mi plan había sido tenido en cuenta, creo que aun siendo arriesgado era lo mas coherente. Dasha me apoyaría con parte de su ejercito y yo iría con un pequeño séquito que si bien arriesgaría la vida del heredero serviría para poder dar paz a esa boda que mi madre merecía por todo lo alto.

Partí ese mismo día, mi padre me pidió calma y astucia para enfrentar al enemigo, me pidió que fuera consciente de que mi vida valía demasiado para Rumanía, era futuro y si bien era cierto no podíamos permitir que los brujos hicieran de las suyas, era necesario que volviera vivo.
Nos despedimos posando la frente de uno en el otro y con un beso lo hice de Dasha, en aquel entonces no sabía que esta sería la última vez que la viera con vida.

El sonido de los cascos retumbó en Olteria, el polvo se elevó como despedida, sabía que madre sufriría pero ya era un hombre y tenía que asumir el riesgo de mis propias decisiones, así puse rumbo a enfrentar mi propio destino.