Blanco Nieve, Rojo Sangre (priv)

por **Yara Argent** Lun Mar 04, 2019 12:57 pm

Corría como un gamo, su corazón desbocado latía con fuerza queriendo salirse del pecho, impidiendo que el aire ocupase su lugar, obligándola a respirar por la boca desprendiendo un vaho blanquecino que refulgía en las escasas luces de la noche. Podía sentir los pasos tras ella, el ansia asesina, el olor de la venganza y el verdugo, en definitiva… escuchaba la hora de su muerte acercarse irremediablemente. ¿Pero qué narices le pasaba a ese tipo? La abordó en una fiesta sin más, intentó asesinarla y regresaba a por más, alegando que ella era de sangre Argent, algo sin ningún fundamente, porque ella había estado buscando sin cesar alguna respuesta para tantas preguntas y no había hallado nada.

Alcanzó el alto de un terraplén, colina abajo se encontraba el parque de las Tullerías en su lado septentrional, tendría aproximadamente un kilómetro de distancia para recorrerlo antes de poder encontrar un refugio seguro, aquello era campo abierto y tenía las de perder, pero corría por su vida, corría hasta exhalar su último aliento y no dejaría de correr mientras hubiera alguna oportunidad. Descendió rauda escuchando los pasos aproximarse de nuevo, veloces, sonoros, un gruñido animalesco rasgó el aire y se estremeció a pesar de que iba tan rápido como sus piernas le permitían, si le ponía la mano encima podía darse por muerta.

La hierba estaba recién cortada, los bancos estaban desiertos y lo que de normal era un fresco paseo para familias, niños y amantes ahora se le antojaba el lugar más solitario y horrible para morir, sin darse cuenta metió el pie en un socavón y rodó estrepitosamente por la explanada. En ese momento supo que estaba todo perdido, que acababa de firmar su sentencia de muerte.

por **Mikaela** Lun Mar 04, 2019 1:51 pm

Una voz emergió de la nada, unos pasos livianos se acercaron a Yara y cuando ésta levantó los ojos se encontró con un rostro ovalado y de facciones suaves, rizos apretados y mirada líquida.

— ¿Se encuentra bien?

La voz de la desconocida tenia algo tranquilizador, como si su mera presencia fuera a disipar el peligro que en ese instante corrían ambas. La rubia iba a hablar, con el rostro desencajado por el esfuerzo y resollando como una mula de tanto correr, cuando otra voz emergió de entre las sombras.

— Tranquila, no te va a seguir persiguiendo, yo me encargo.— Una mujer bajita y fibrosa, de larga cabellera negra dio unos pasos en dirección al terraplén y de pronto casi desapareció a su vista. ¿Qué había sido eso? ¿se había desintegrado? ¿Se había movido tan rápido que el ojo humano no lo había podido captar? ¿qué diantres estaba pasando allí?

La chica de los rizos le tendió la mano y la ayudó a levantarse del suelo, mirando con atención por si la rubia estaba herida o tenía algún zarpazo proveniente de las garras de un Acer, eso significaba la muerte segura.

— parece que estás entera… tranquila, Anya se encarga, con suerte no pasará nada más esta noche.

— ¿qué…? ¿por qué…?.— Yara no sabía ni qué preguntar, múltiples interrogantes flotaban por su cabeza, ¿quiénes eran esas mujeres? ¿qué sabían de su perseguidor? ¿y por qué estaban tan seguras de que aquello quedaría en nada?. Ella lo había visto transformado y no tenía ningún interés de verlo de nuevo con las fauces abiertas tratando de sajarle la yugular.

por **Anya** Lun Mar 04, 2019 3:39 pm

— Es un vampiro, y una de las buenas, lleva dos mil años cazando y asesinando todo tipo de seres. Quien te persigue no es su objetivo, es más quizás pueda ayudarnos en una cuestión, pero todo esto te debe estar sonando a chino…¿por qué no empezamos por el principio? Yo soy Mika, ella se llama Anya y el que te persigue es Metztli Acer, un licántropo.

Licántropos, vampiros, persecuciones, acuerdos extraños en la noche cerrada… todo le parecía surrealista. Iba a contestarle algo pero entonces apareció la morena, iba sola y sin un rasguño. Se acercó con movimientos indolentes como los de un gato perezoso, sin duda estaba muy entrenada y se notaba en la seguridad de sus movimientos.

— No vendrá ahora, se ha retirado.

— ¿Pudiste darle el mensaje?.— la asesina asintió. Yara observó con cierta ansiedad por encima del hombro de Anya, todavía esperaba ver resurgir los ojos ambarinos del lobo tras ella, y la vampiresa levantó la mano en señal de que parase.

— Tranquila, no vendrá. Ya no eres su objetivo número uno. Verás, Mika no te habrá contado todavía de qué va esto, pero necesitamos tu ayuda.

—¿Mi ayuda? pero… si yo no…— la morena le hizo un gesto de silencio.

— Supongo que ya lo habrás adivinado pero te encuentras en medio de una guerra de sangre, hay varios bandos sobrenaturales enfrentados y el resumen es que su señora, que es la que me paga a mi, está desaparecida junto a otras mujeres relevantes, creemos saber dónde se encuentra, retenida por Caín, y que los licántropos, los enemigos naturales de mi raza, tomen el sótano del Châtelet y nos la devuelvan. A ellos les interesa por varias razones y a nosotros también.

Yara escuchaba con atención, todo le sonaba a pesadilla de novela, pero había visto lo suficiente para saber que aquello tenía una verdad difícil de digerir que sustentaba esa locura.

—¿Y qué pinto yo en esto?

— ¿Eres una Argent?

— No. Bueno… no estoy segura.

— Eres una Argent, de no ser así ese licano no te perseguiría. Pues preparáte pequeña, porque necesitamos tus dones.

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