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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Gabriél Délvheen Miér Jul 25, 2012 7:30 am

...Corrí por el jardín del castillo haciendo chirridos con mis zapatos mojados, antes de tomar la cuerda que había dejado atada por la ventana de mi habitación
Comencé a trepar con cuidado, fijándome en mis manos en medio de la oscuridad lo mejor que podía, ya que aquella noche me había dejado las gafas en casa y ahora las estaba echando de menos.

Suspire mientras seguía subiendo poco a poco por el muro de piedra. Y es que tenia que volver a casa a las cuatro de la madrugada y ya eran las cinco y quince…No había ni una pizca de sueño, ya estábamos acostumbrados al horario nocturno, pero papá me había pedido que volviese pronto aquella noche, pues él tenia que salir de viaje otra vez y quería poder despedirse. Así que comencé a subir mas rápido, -dándole un pequeño tirón a la cuerda- para llegar pronto y que él no notase mi ausencia. Pero al hacer ese movimiento la cuerda se soltó y yo ahogué un grito hasta que algo impidió mi caída.
Mire hacia abajo, percatándome de que estaría a unos diez metros…Si me caía desde allí, me iba a doler estaba seguro, pero entonces cuando eleve el rostro para ver que había impedido mi caída encontré el rostro sereno de mi padre, que con toda la calma del mundo se encontraba sentado en el borde de la ventana, con la cuerda en una mano y con mis gafas en la otra.

Ejeje…Buenas…buenas noches papá!...Me he retrasado porque tenia una cita, y no salió muy bien, y bueno nos caímos al rio, bueno en realidad nos empujo el tipo que quería pegarse conmigo, bueno..quería decir que en realidad fue un accidente pero…AAAAH NO MUEVAS LA CUERDA NO MUEVAS LA CUERDAAAAAAAA!!
Grite mientras él reía divertido dándome un pequeño susto antes de tomar mi brazo y alzarme como si fuese una pluma para dejarme dentro de mi habitación.
Es que iba a acompañarla a su casa, ella se había escapado, pero de pronto salió su hermano, era un gorila! y no le vimos entonces aquel tipo quiso pegarme y yo pensé que no llegaría a tiempo hoy y cuando vi la hora pensé que te enfadarías y tenia esa cuerda de emergencia y…
Le comente atarantado, atropellándome en mis palabras y con prisas a mi padre, mientras él me ponía las gafas, apartaba mis cabellos de mi rostro y suspiraba negando con la cabeza.
Pero entonces antes de que pudiese seguir hablando, mi padre saco su reloj de bolsillo, hizo una mueca de desesperación, y me miró. Parecía que llegaría tarde, asi que se apresuro en darme un apretujado abrazo, luego un beso en la frente y salio de mi habitación a paso rápido, haciéndome respirar aliviado, me había librado de las represalias…

Ya hablaremos cuando vuelva jovencito! Cuida de tu hermana!!! Se escucho su voz por el pasillo, perdiéndose mientras él se marchaba.
No…no me libraría de las represalias.

Una vez solo en mi habitación pensé en Elle, seguramente andaría por ahí, así que no le molestaría con mis problemas –aun-
Me quite la chaqueta y comencé a desabrochar mi camisa, dejándola a un lado cual empapada que estaba antes de tomar una manta y posarla sobre mis hombros para entrar un poco en calor.
Entonces camine por mi gran habitación y me senté en el diván, chocando mi espalda contra algo. Moví mi mano hacia atrás y tome aquello para apartarlo, percatándome de que era un osito de peluche bastante viejo, suspire.

Bueno…Ya que papá se ha ido y Elle…Quizás ni esta, voy a contarte mi noche y tu luego me aconsejas…o te quedas en silencio y simplemente escuchas. ¿De acuerdo?
Deje el peluche en la mesita auxiliar mientras me extendía en el diván y comenzaba a hablar, como si me encontrase en la consulta de un psicólogo o un psiquiatra y el osito fuese mi “profesional y eficiente" medico particular.

Ais…Vera doctor osito…
La noche comenzó tan bien…
cenamos...
charlamos...
reímos...
dimos un paseo…
Hasta que de pronto su hermano nos interrumpió, alguien le había dicho donde estábamos y se puso hecho una fiera! Dijo que si yo estaba utilizando a su hermana, y que le habían dicho que yo era buscado por la policía, que si tenía el perfil de psicópata y no se cuantas estupideces mas…
Nunca había escuchado tantos desvaríos juntos, pero él parecía muy convencido! Sin embargo ella tampoco le creyó a su hermano, y cuando este se la quiso llevar a la fuerza yo me interpuse y este quiso ensañarse conmigo, aludiendo que las zanahorias no debían rechistar!. Te puedes creer!
JÁ! ZANAHORIAS!!!!

Ehem…Disculpe doctor osito, es que aquello me irrito mucho, entonces me apresure en darle un puñetazo, pero después de eso el muy gorila me empujo y ella me sujeto, y ambos nos desestabilizamos…

Es una bonita época para nadar en las aguas del Sena, aunque no lo parezca. Y bueno…podría haber sido peor, aunque en realidad, cuando salimos del agua ella me cruzo la cara y así se acabo la vel…la velad…..
*ATCHUUÚSS!*


Entonces cuando empezaba pensar que era la persona mas desafortunada del mundo, una risilla llego a mis oídos, haciéndome entender que todo siempre se puede empeorar un poquillo mas.


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Mensaje por Roxanne Miér Jul 25, 2012 9:13 am

Agudicé la voz, probando qué tal se escuchaba mi tono desesperado. Miré al cielo, sonriente, guiñándole el ojo a las negras nubes que descargaban iracundas sobre mis hombros, empapando mis cabellos y haciéndome tiritar de frío. Sólo entonces llamé a la gran puerta con mis nudillos, vociferando la urgencia de mi visita.

- ¡Monsieur Kurtz, monsieur Kurtz! ¡Por favor, ábrame, es importante...!

Antes de que pudiera seguir gritando, la puerta se abrió con vehemencia y el golpe y la presencia que apareció ante mis ojos, me cortó la respiración por un momento, tragando saliva ruidosamente antes de retroceder un paso, desarmada por el aspecto de aquél enorme varón de cejas rectas y duras que enfatizaban una mirada pétrea, gélida y amenazante, quizás por su color azabache. Su prominante nariz, sus labios finos, sus rasgos marcados y las cicatrices en su rostro y pectoral, mostraban un hombre hecho para dar guerra. Contemplé un momento más su torso desnudo y los amplios pantalones que vestía, pues probablemente, su costumbre era ir en paños menores por su casa.

El hombre ladeó la cabeza, irritado seguramente por mi intrusión a aquellas altas horas de la madrugada pero, antes de que pudiera echarme de su porche, me lancé a sus pies y empecé a fingir un llanto desesperado.

- ¡Oh, mi señor Eddard, la desgracia ha recaído sobre su inocente hermana! ¡Oh, Dios, que alguien la salve de las garras del Zanahorio!- grité, tirándome de los cabellos al alzar la vista hacia él, cuyo ceño se frunció.- ¡Aquél hombre la ha secuestrado, mi señor! ¡Su intención es casarse en secreto con ella para despojarla luego de todas las riquezas que su familia ostenta, monsieur Kurtz! ¡Es un pobre y amargado loco, un psicópata!

Entonces, Eddard me tomó de los hombros y como si no pesara más que un cabello, me alzó aprisionando sus manos contra mis brazos, acercando su iracundo rostro al mío para exigirme una explicación para tanto balbuceo.

- ¡Yo fui una de sus víctimas, señor! ¡Me sedujo para casarse conmigo y luego robar a mi familia! ¡Y entonces me abandonó! ¡Sí, señor, como lo oye! ¡Con nueve hijos a mi cargo, ahora vivo en la calle! La policía le busca... ¡es peligroso! Y ahora... huye con su hermanita Eleonore... si sale ahora, mi señor, ¡les alcanzará!

Tras un sonoro gruñido, me dejó caer al suelo y empezó a correr hacia la dirección que le indiqué, contemplando cómo su agigantada figura se perdía entre la tormenta. Suspiré, aliviada ante la idea de que él pusiera fin a aquella estúpida cita de mi hermano, aunque siempre me sentía mal por ello, pues de ese modo, boicoteaba sus citas y no le permitía ser feliz con ninguna muchacha. Pero el egoísmo siempre me vencía.

Me puse en pie y sacudí el barro que había manchado mi vestido negro, recogiendo mis pasos hasta llegar al castillo, al que entré por la ventana de la cocina. Pedí a una de las siervas que me trajera una toalla para secarme y en la soledad y penumbra de la cocina, me deshice del vestido quedando en ropa interior, secándome el cabello húmedo todavía. No dejaba de preguntarme cuánto tardaría Biél en llegar a casa frustrado como cada noche. Entonces, papá se dirigió a mí con sigilo, comentándome que mi hermano ya había regresado y se encontraba en la habitación. Se despidió de mí y prometió traerme algún souvenir de su viaje. Besé su mejilla, le abracé y dejé que se fuera antes de escuchar el portazo que anunciaba la soledad del castillo pues, para mi suerte, May y Néphtys se encontraban en el internado que padre encontró para ellos, Johannes estaba de viaje por unas excavaciones en África y la harpía se había ausentado toda la semana, pues parecía querer preparar algún extraño ritual al que ni atención ni curiosidad presté. Así, aquella noche sólo nos encontrábamos Biél, algunos siervos y yo. Un relámpago me sacó de mis cavilaciones y decidí abandonar la cocina llevándome conmigo aquella toalla.

Desde las escaleras por las que ascendía con parsimonia, pude escuchar las palabras que mi hermano dedicaba a un oso de peluche, arrancándome una carcajada cuando, apoyando mi costado contra el marco de la puerta, pude contemplar aquella escena digna de ser emmarcada para la posteridad, quizás para un humorístico anuncio publicitario de una nueva compañía de psicólogos.

- Tonto... cogerás frío.- comenté con una sonrisa un tanto burlona, depositando la toalla sobre sus cabellos humedecidos y cerrando la ventana que había dejado abierta.- Quizás tu destino te tiene preparada una muchacha más hermosa que Eleonore, no te preocupes. Ella se lo pierde.- añadí intentando animarle, sentándome junto a él en aquél diván y dedicándole una radiante sonrisa que pronto le contagió.


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Mensaje por Gabriél Délvheen Jue Ago 09, 2012 5:07 pm

La toalla cayó con todo su peso por mi cabeza, arrastrando consigo mis gafas y mis cabellos desordenados por mi cara de jugador de póker.

Solté un resoplido, la terapia había acabado, y ahora era turno de los “electroshocks” eso habría dicho el osito de haber podido hablar.
Por lo que deje las gafas a un lado y tome la misma toalla para secar mis cabellos, sin poder evitar contagiarme con la sonrisa de Elle, que siempre intentaba animarme a pesar de mi mala suerte en los asuntos amorosos. Quizás le haría gracia tener un hermano tan patoso en esos ámbitos, después de todo. Nuestra familia tenia una extraña fama de “Casanovas”… Bueno, no es que la familia fuese buscando lios, pero tanto papá, como nuestro tito, o Johan, e incluso Néph iban rompiendo corazones a su paso aunque ni se diesen cuenta. ¿Que pasaba conmigo? ¿Sería la genética? ¿Había salido defectuoso??
¿¿¿Porqueeee!!!????

Oh Elle…Menuda noche, ha sido un desastre total. Hoy acabe en el Sena, ¿que será lo siguiente? ¿Que me persigan terroristas, ninjas, japoneses?...Rei a gusto, parándome de pronto. Pues ahora que lo pensaba, papá conocía a unos hombres que tenían un aspecto bastante sospechoso…¿Serian de la mafia japonesa? Tragué saliva y mire a Elle, entonces, poniéndome a gatas avance por el diván hacia ella hasta acercarme lo suficiente a su rostro como para susurrarle.

Si alguna vez desaparezco misteriosamente…No fue un accidente….Fueron mis enemigos –sean quienes sean- explique. Así que…entonces tome sus manos entre las mías, como si hiciera una plegaria.
Véngame Elle! Hazlo por la familia y por el honor….y si nunca encontráis mi cadáver…cread una tumba! Hacedla en el cementerio de los Délvheen e id a dejarme flores todos los domingos de cada mes…Entonces desvié la vista trágicamente hacia el infinito, como si hablase con un ser superior, aun con sus manos sujetas a mi pecho, pensando en lo triste que sería mi corta vida. y las palabras que pondrían en mi lapida.

"...Gabriél Harald Délvheen Lautrec…
Joven promesa, adorado hijo y hermano, adicto al chocolate, heredero del trono de Akrum…"


Ya lo visualizo Elle… Sera la triste historia de un alma cándida, que murió a causa de manos enemigas, sin poder cumplir sus sueños como joven promesa en el campo de la arquitectura…ni tampoco ser el sucesor del trono del tío Jäerger… Y entonces, me marchitare en el olvido y mi historia se acabara…Comente trágicamente, antes de girarme hacia Elle y sonreír como si no hubiese pasado nada.
Bueno, ahora que el asunto de mi muerte está aclarado, voy a secarme un poco, indique con calma ante sus carcajadas mientras me ponía en pie para caminar hacia el armario, desabrochando del todo y quitando mi camisa a la vez que me dirigia hacia atrás de uno de los biombos, para continuar desnudándome detrás de el mientras seguía charlando con mi hermana, cuya sombra podía visualizar detrás del vestidor.

¿De veras crees que encuentre una muchacha más hermosa?...quién sabe, quizás me convierto en un solterón atrapado entre planos de edificios y lápices comente con una sonrisa amarga, pues la verdad es que lo pensaba, aunque intentaba hacerme a la idea de que quizas no se estaba tan mal de esa forma....Pero entonces recordé su aludido a Eleonore, y deje atras mis funestos pensamientos para hacer memoria, pues no recordaba haberle contado nada sobre ella.

Por cierto, ¿conocías a Eleonore?..
Comencé a ponerme un pantalón de pijama, y me quede vestido solo con eso, descalzo incluso, puesto que me encontraba mas cómodo de ese modo.
Me quede pensativo. Quizás Elle le conocía, las chicas solían ser muy charlatanas, quizás mis planes se habían difundido por ahí.
Hice una mueca, quizás mi mala suerte era sabida por los alrededores.


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Mensaje por Roxanne Vie Ago 10, 2012 1:02 pm

Y mientras mi hermano se escondía tras el biombo para deshacerse de la ropa húmeda, yo me tumbé en su lecho para jugar con mi mechón de mis cabellos, distraída en mis pensamientos sobre aquella noche cuadno la pregunta de Biél me desarmó y rompió la burbuja de mis ensoñaciones.

- ¿A Eleonore? No, no la conozco de nada.- respondí, intentando controlar el tic de la comisura de mis labios que solía traicionarme cuando escondía un secreto o mentía.- Aunque no me extraña que su hermano os cazara, ¡siempre llevas a tus citas a pasear por el río Sena! Deberías cambiar de escenario, para variar.- añadí con cierto deje resentido, siguiendo mi pequeño monólogo como si sola me encontrara.- ¿Eddard no te hizo daño, verdad, Biél?- le pedí de repente, con un tono alarmante y la preocupación cruzando mi rostro, dando un brinco desde la cama para caminar hacia el biombo y espiar su espalda desnuda, libre de magulladuras o heridas.

Suspiré aliviada, sonriendo para mí misma cuando él se giró y me contempló allí, con los ojos abiertos de par en par y cierto rubor en mis mejillas. Me giré, escondiendo mi rostro entre mis manos y mi piel ardía poco a poco, tartamudeando mi voz cuando quise disculparme por no darle la intimidad necesaria para cambiarse de ropa. Y es que, aunque nos habíamos criado prácticamente juntos, nos habíamos bañado juntos y demás, ahora algo había cambiado, y ambos habíamos empezado a respetar la privacidad del otro. Quizás habíamos crecido, o madurado o simplemente, aquello era una tontería monumental.

Y cuando ya mis pasos me alejaban de él y mi intención era esconderme en mi habitación hasta que se me pasara el sonrojo y la niebla que empañaba ahora mi mente, su voz me lo impidió, clavándoseme los pies a aquél parqué en cuanto fui consciente que mis palabras me habían delatado: Biél nunca dijo el nombre de aquél que se interpuso en su cita con Eleonore. La única forma de que supiera aquella información era que yo hubiera estado presenciando aquél espectáculo... o fuera el soplón que hubiera indicado a Eddard dónde se encontrarían Biél y la muchacha. Sin darme cuenta, había cabado mi propia tumba y ahora, mi boca se había secado y una diminuta herida se había abierto en mi labio inferior por habérmelo mordido con tanta presión.

- Lo siento, Biél, ella no es buena para tí.- concluí con un hilo de voz antes de arrancar a correr por aquél pasillo, abriendo la puerta de la sala que contenía la piscina interior de la mansión, cerrándola tras de mí y colocando una silla que impidiera abrirse.

Me deshice del corsé y lo lancé lejos de mí, refunfuñando cosas sin sentido a las que ni yo misma prestaba atención ni coherencia, decidiéndome, una vez desnuda, a lanzarme al agua de cabeza, salpicando todos los alrededores de la piscina de ambientación árabe, suspirando en cuanto salí a la superficie en busca del oxígeno. Llevé mis manos a mis cabellos y los peiné hacia atrás para que la humedad no los pegara a mi rostro, despegando ahora mis párpados y contemplando, tras un efímero y agudo grito de sorpresa, la presencia de Gabriél frente a mí, acuclillado en el borde de la piscina, mirándome de un modo extraño que erizó mi piel. Odiaba que se enfadara conmigo... aunque en aquella ocasión, sabía que merecía su desprecio. Tragué saliva y nadé hacia él parsimoniosamente, deteniéndome a escasos centímetros de su rostro, esperando con el corazón en un puño, la retahíla de reproches.

Pero como el silencio seguía posado sobre sus labios y la inquietud subía ya por mi espalda en forma de rabiosos latigazos, mis manos tomaron las suyas y ante su desconcierto... le estiré hacia mí hasta que su cuerpo quedó sepultado bajo el agua y las burbujas subían a la superficie en la que ahora, cruzada de brazos a la altura de mi pecho, esperaba impaciente su reacción, un tanto más cuerda que la que había obtenido mediante su silencio.

- ¿Tardarás mucho más en odiarme?- protesté malhumorada.


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Mensaje por Gabriél Délvheen Jue Ago 30, 2012 7:21 am

Elle siempre hacia lo mismo…Cuando se enfadaba se escondía en alguna de las estancias grandes del castillo. O en la biblioteca, o en la sala de los tesoros, o fuera en alguno de los laberintos o sino…en la piscina.
Por lo que no tarde mucho en llegar hasta ella. Simplemente di unos cuantos empujones y patadas a la puerta hasta que esta cedió y me adentre en la piscina interior, mirando ceñudo como mi hermana nadaba cual sirena bajo el agua. Hasta que me vio a mí en el borde con cara de pocos amigos.
...
Oh maldita sea Elle!...Comente después de que me tirase a la piscina, mientras retiraba el pelo que me impedía mirarla. Entonces le lance agua con las manos dándole la espalda un momento.
Lo cierto es que me disgustaba haber averiguado que ella se metía en medio de mis cosas. Pues yo siempre había respetado su espacio. A pesar de que la idea de que tuviese pretendientes también me disgustaba profundamente.
Cuantas veces has hecho lo mismo?...Pregunte girándome poco a poco entre las aguas para mirarla, mientras ella desviaba la mirada. Por lo que entendí que habían sido unas cuantas. Asi que sin dudarlo nade hasta ella intentando agarrarla mientras ella retrocedía.
¡Ooooh pero serás hereje! ¿En serio? ¡Tu has…oh dioses! Comencé a nadar tras ella, con la intención de alcanzarla. Pero ella se mordió los labios, pues aguantaba una sonrisa. Que a pesar de mi disgusto…me contagio.
Ven aquí Elle Arlene! Como has podido! Replique mientras le tomaba por un brazo, tirando de ella hacia mí para posicionar mis manos sobre sus hombros, hundiéndola, mientras ella hacía lo propio, sujetando mi cabeza para que no pudiera salir a la superficie y es que ahí estábamos. “Discutiendo como adultos” intentando salpicarnos y ahogarnos mutuamente entre risas que se transformaron en carcajadas, como siempre que discutíamos. Hasta que finalmente logre sostenerla en un abrazo forzado por la espalda,sujetando sus manos y brazos delante de su pecho, impidiendo que pudiese chapotear y escapar de mi agarre.

Y entre el forcejeo y el pataleo llego la calma y el silencio, pues ahí en medio de la piscina, ninguno de los dos dijo nada…Además tampoco podía ver su rostro, aunque intuia que seguramente querria volver a huir de mi.
solté un resoplido.

Sabes que no puedo odiarte ni enfadarme contigo…Pero me ha dolido. No pensé que tu interferirías para que las cosas me salieran mal…
Podría esperarlo de cualquiera pero no de ti…

El silencio se hizo de nuevo y entonces, mientras le sujetaba en mi abrazo, caí en un pequeño detalle que hasta entonces no había percibido. Habia demasiada suavidad en aquel abrazo, demasiada calidez...

Elle… ¿estas…

Desnuda?





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Mensaje por Michelle Délvheen Vie Ago 31, 2012 9:08 am

- Uno, dos… ya viene por ti. Tres, cuatro… cierra la puerta. Cinco, seis… mira el crucifijo. Siete, ocho… no duermas aun. Nueve, diez… ¿cómo seguía?- le pregunta a su muñeca de trapo, zarandeándola riendo al detener sus brincos.- [clor=white]Nueve, diez… ¡No despertarás![/color]- exclama, alzando los brazos al completar un juego que sólo se encuentra en su cabeza demente.- Te has portado mal. Voy a castigarte para que así te aprendas la canción.- susurra de repente, frunciendo el ceño a su muñeca, su única compañera.- Sí, sí, te ahogaré hasta que cantes bajo el agua y de tu boca salgan muchas burbujitas, como las pompas de jabón que se hacen grandes para luego hacer un… ¡pop! y desaparecer… No, no, tú no desaparecerás. No todavía. Quizás cuando yo haga ¡pop! te lleve conmigo, pero no antes, que si no estaré sola en esta bola gigante que gira, y gira, y gira, y gira y…

Detiene su avance al percatarse de que la puerta que da a la piscina interior de la mansión está abierta, por lo que se acerca de puntillas, riendo contenidamente para no hacer ruido. Pegada al marco de la puerta, mira por la rendija y observa la situación que viven los gemelos, divertida y entretenida.

- ¡Juguemos, juguemos!

Concentra sus poderes en la pareja que en el agua juegan ajenos a los retorcidos planes de la bruja, quién les escruta antes de llevar a cabo un hechizo que pretende modificar cada palabra dicha, por lo que, aunque uno diga blanco, su interlocutor escuchará negro si eso es lo que el hechicero desea que escuche. Kalíophe ríe, empezando así, aquél juego del que Elle y Biél son sus piezas.

- Sabes que no puedo odiarte ni enfadarme contigo… Pero me ha dolido. No pensé que tú interfirieras para que las cosas me salieran mal… Me alegra saber que no soy el único que no desea verme con otras mujeres que no seas tú.

La bruja ríe sin contenciones, aun sabiendo que ya no le pueden escuchar y ni siquiera ver, pues ha creado, alrededor de los jóvenes hermanos, una burbuja dentro de la cual se sentirán más cómodos que nunca, en un ambiente cálido y relajante, perfecto para que se diera rienda suelta a los sentimientos que Kalíophe sabía que a ambos les embargaba.

Elle pareció tensarse un poco ante unas palabras que su hermano nunca había llegado a decir realmente, de hecho, había dicho que sus actos le habían herido y no lo esperaba de ella. Elle, sin embargo, escuchó aquello que Kalíophe quiso que ella escuchara. Y surgió efecto, dado que la joven se sonrojó y, cuando quiso añadir algo, Biel se adelantó para preguntarle si realmente, se encontraba desnuda. Kalíophe se preparó para intervenir ahora en el diálogo que Elle pudiera ofrecer a su hermano, realmente divertida con los hilos que movía alrededor de los gemelos.


¿Que querias decirme papaito?:
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Mensaje por Roxanne Vie Ago 31, 2012 9:14 am

La sangre corría ahora hacia mis mejillas y ruborizaron mi semblante. ¿Cómo pudo decirme esas cosas? ¡Era mi hermano! Pero lo cierto es, que me alivió saber que aquello que me pellizcaba el vientre cada vez que le imaginaba con otras muchachas, era correspondido. ¿Qué significaba aquello? Meneé la cabeza con la intención de aclararme las ideas que empezaban a tomar extrañas formas en mi cabeza, girando mi rostro hacia él para mirarle cara a cara, contemplar sus ojos y ver su mismo sonrojo como reflejo del suyo, aun manteniendo sus manos abrazadas a mi anatomía desnuda.

- Si agachas la mirada me verás desnuda, sí.- reí ante sus últimas observaciones, quedándome un largo instante hipnotizada por su mirada, tan cercana, tan clara y profunda, tan nítida y pulcra… estaba tan cerca que casi podía contar las diminutas pequitas que adornaban su nariz, compartiendo la misma respiración, tragando saliva casi al unísono, despegando entonces mis labios para añadir algo más que se evaporó al instante, igual que mis pulsaciones y el resto del entorno que, sin explicación, pareció ser un lugar nuevo, idílico, perfecto para una situación como aquella, acogedoramente íntimo y relajante, sintiendo cómo poco a poco, el nerviosismo y el autocontrol, iban desapareciendo de mi ser.- Deberíamos… salir del agua, ¡sí! Esto… empieza a resultar un tanto raro y… Deberíamos… igualar las condiciones, ¿no crees? Desnúdate conmigo…

Pasé mis manos por el cuello de él en un abrazo fraternal, intentando así calmar los latidos que a él se le aceleraron sin motivo aparente. ¿Seguiría molesto conmigo? Debía sosegarle y un abrazo solía conseguirlo aunque, en aquella ocasión, parecía que provocó lo contrario, pues al menos su respiración se detuvo. ¿Sería por mi desnudez? ¿Desde cuándo le importaba eso?

Me separé unos milímetros de él, suficientes para contemplar su semblante pétreo y descompuesto, frunciendo entonces mi ceño por la preocupación, sin soltar el enredo de mis manos alrededor de su cuello.

- ¿Va todo bien, Biél? ¿Es que no me quieres, Biél?- murmuré, curvando las comisuras de mis labios como en un puchero, pues estaba claro que seguía molesto conmigo.- ¡Te compensaré! Pero perdóname… odio que no me hables. ¡Lo hice por nosotros! Pero si no me quieres, si no me deseas… Entonces, ¡dímelo! - añadí, agachando mi cabeza y soltando su agarre, aunque mis manos se deslizaron muy parsimoniosamente por sus pectorales, quedándome anonadada por un momento de más.

¿Qué me sucedía con él? ¿Por qué esa sensación de que alguien me empujaba a su boca? Tragué saliva ruidosamente y sentí mi rostro hervir.


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Mensaje por Gabriél Délvheen Vie Ago 31, 2012 12:32 pm

Parpadee confuso. ¿Desnudarme?...
Vale, cuando éramos pequeños y acabábamos embarrados hasta los ojos por jugar con los charcos de los jardines, no nos importaba dejar atrás los trapos para seguir con aquellas batallas de lodo como si nada. Pero ahora… ¡Ahora no era lo mismo!
Sonreí negando con la cabeza, mi hermana estaba como un cencerro.

Pero que estás diciendo! No voy a desnudarme!
Es cierto no estamos en igualdad. Desnúdame tú!

Reí e intente quitar algunas gotas de agua que se agolpaban en mis ojos y pestañas de forma molesta, aun sujetándola con un brazo.
Lo cierto, es que empezaba a tener el corazón desbocado y necesitaba calmarme. Aquel abrazo había sido grato, pero me había sentido incomodo con las palabras de mi hermana…Incomodo pero aun así expectante… Como si me agradara lo que escuchaba, como si siempre lo hubiese esperado…¿Qué demonios ocurría conmigo? Quizás me había golpeado la cabeza al caerme al rio horas antes, quizás con alguna piedra del fondo…Era posible.

Entonces, soltando un suspiro nade con ella hacia uno de los bordes, procurando no bajar la mirada para no ver nada que no debía ver. Por lo que simplemente le mire a ella, percatándome de su rubor y de aquella mirada cristalina como las aguas del más puro lago, notando de pronto como la extraña tensión que se había formado en todo mi cuerpo parecía irse de pronto, pues me sentía reconfortado como si una extraña y cálida niebla nos rodease y todo estuviese en un punto de perfección extrema, el ambiente, la cantidad de luz de la estancia e incluso la cercanía de ella, -a la que aun tenia sujeta-, salvo por la temperatura del agua que parecía haber bajado de pronto, por lo que inconscientemente acerque de Elle hacia mi, rodeándola y apretándola un tanto mas con mi abrazo para sentir su calor.
A ese paso íbamos a terminar cogiendo un resfriado de los buenos. Por lo que mire a Elle y haciendo una mueca deslice una mano hacia su mejilla, acariciándola con suavidad, aparando algunos mechones humedecidos que se cruzaban rebeldes por su semblante, dejando mi mano allí al percibir su rostro tenso.

Va, olvidémonos de todo esto y hagamos como que nunca ocurrió… No vale la pena enfadarse por esta tontería.
Claro que te quiero, con todo mi corazón y con toda mi alma…Tu eres el motor de mi vida lo demás son solo tonterías.
Después de todo no me ocurrió nada, ¿estoy de una pieza, no? Vamos, salgamos de aquí y vamos a divertirnos por ahí.
He intentado olvidarte todo este tiempo, ¿es que no lo ves? no he podido, oh no sabes amor mío cómo y cuanto te deseo…

Entonces me acerque un poco mas después de hacer las paces y apoye mi mentón sobre su hombro, acariciando su espalda con suavidad. Sonriendo y negando con la cabeza, ¿cómo era posible que se hubiese lanzado desnuda la piscina?

Saldré yo primero y te traeré una bata…
Bésame ahora hasta que diga basta…

Me moví ligeramente rozando su mejilla contra la mía. Iba a salir de la piscina, pero algo me lo impidió, y de pronto un enorme calor me rodeo. Era como si quisiera salir y soltarla, pero como si algo me impidiese hacerlo. Así que simplemente me quede ahí, abrazándole y deleitándome con el calor de su mejilla contra la mía, esperando que mis sentidos reaccionaran lo suficiente como para poder pensar con claridad lo que tenia que hacer.


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Mensaje por Roxanne Vie Ago 31, 2012 6:23 pm

Lo que en un principio había jurado y perjurado, era una broma de mal gusto por parte de mi hermano, se volvió sinceraridad cuando siguió hablando, abrazándome posesivamente contra su cuerpo sin que yo entendiera ya nada, simplemente, dejándome abrazar, sintiendo su aroma, su calor y su ropa pegada a su cuerpo, recordando su sugerencia de desnudarle, mordiéndome el labio inferior antes de deslizar mis dedos por su pecho, bajando hasta tropezar, bajo el agua, con los pantalones que mantenían a salvo su desnudez completa, deshaciéndome de ellos con unos movimientos rápidos de mis extremidades, contemplando cómo las ondas de la piscina hacían el resto del trabajo y la tela ascendía hacia la superficie, permaneciendo allí, flotando a nuestro alrededor de forma incómoda.

Mis manos volvieron a su cuerpo, abrazando su cuello y mermando las distancias que nos separaban, buscando sus ojos aun ruborizada, aunque excitada por aquella electricidad que recorría nuestra respectiva piel.

- Demuéstramelo. Divirtámonos.- susurré sensualmente sobre los labios de Biél, enredando mis dedos en sus cabellos, alzando la vista a sus ojos de vez en cuando, alternando con la nerviosa mirada que me empujaba a sus labios, tan cerca de los míos ahora, tan carnosos, húmedos, suaves y... ¿a qué sabrían?- Te quiero, Biél. Más de lo que debería.- admití en un suspiro, dándome entonces por vencida para sucumbir a mis ocultos deseos femeninos, buscando entonces su boca para depositar sobre ella un sutil y efímero beso, a penas un roce inocente.

Me alejé unos centímetros, nerviosa por si lo había hecho mal, por si él se reiría ahora de mí, por si su rostro desencajado se volvía iracundo sin motivo aparente. Pero nada sucedió y la ausencia de reacción fue lo que me impulsó de nuevo a sus brazos, devorando ahora sus labios con avaricia, con ferocidad, con desespero y una pasión desmedida que se me fue de las manos, descontrolando mis movimientos hacia él, acelerando más si aun cabía la intensidad del beso más voraz que jamás robé a nadie, enredando mis piernas a su cintura y mis manos posándose férreamente a su rostro, mordiendo salvajemente sus labios hasta querer desgastarlos.


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Mensaje por Gabriél Délvheen Sáb Sep 22, 2012 4:20 pm

Sostuve sus hombros, mirándole realmente confuso, sin entender nada, sintiendo que cada musculo de mi cuerpo se había tensado, mientras le miraba respirando agitado, un tanto horrorizado ante lo que acababa de ocurrir. ¿Era real lo que había pasado o simplemente mi mente me jugaba malas pasadas? .
Comencé a retroceder en las aguas, sujetando el pantalón que aun flotaba cerca mi, aun mirándola como si no la conociera. ¿Dónde estaba mi hermana?...¿Dónde estaba aquella a la que adoraba en cuerpo y alma, aquella que se sonrojaba cuando le decía que se veía hermosa y a la que me encantaba hacer reír buscándole cosquillas?...

Me gire para darle la espalda sin entender nada, dejando el pantalón en el borde de la piscina, alzando los brazos para salir de esta, pero entonces algo me hizo resbalar, sin poder alzarme de entre las aguas.
Parpadee confuso.

¿Que esta ocurriéndome…?Pensé mientras intentaba pensar con claridad, saboreando mis labios inconscientemente, pues aun tenía su sabor…un sabor dulce y suave, que me hacía pensar en que había besado a una flor, un sabor exquisito que simplemente me fascino, a pesar de que la propia idea me traumatizaba a la vez. Y es que aquello no podía ser, mi hermana me había besado, y aun así, su sabor me había encantado…

-Porque te preocupas tanto?....
-Como no preocuparme? Es mi hermana! Pensé, mientras mi mente comenzaba a formular preguntas.
-No deberías preocuparte…¿tú la quieres no…?
-Claro que la quiero…como no iba a quererla? La adoro
-Entonces….porque no corresponderla?...ella te quiere…tú la quieres…os deseáis…no existen límites…solo los que vosotros pongáis..
Pero yo no debo…No debería, ella…
-Deber…o querer?...Se valiente…reclámala…Sabes que no hay nadie más…que ella es la única,buscas en otras lo que solo ella posee, siempre lo has hecho, lo sabes aunque lo niegues…
- …
-No existe el miedo, ni el bien, o el mal…Solo el amor…el amor que sentís…el amor que os profesáis...

Aquella extraña voz, “la voz de mi conciencia” Parecía estar más perspicaz que de costumbre…Pero no me importó, de hecho nada me importaba. La neblina que nos rodeaba era cada vez más cálida y relajante. Por lo que me giré y mire a Elle ahí frente a mí.
Sus ojos dulces parecían preocupados, y ella me miraba con una mezcla de vergüenza y temor a mi reacción, rasgos que le hacían parecer extremadamente tierna y sugerente. Como si fuese una delicada flor, que ahí en medio de las aguas me miraba con los cabellos pegados a su rostro y cuello, mientras las infinitas gotas de agua caían sin cesar por sus mejillas, llegando a su mentón, cayendo por su delicado cuello para perderse en aquel pronunciado escote, resbalando por las perfectas curvas de su anatomía hasta volver a fundirse con las aguas. Le mire sintiendo mi rostro enrojecer, ella era tan hermosa, y a la vez tan…atrayente…que ya no sabía lo que sentía, sin embargo otra oleada de calor comenzó a bajar por mis hombros y luego por mi columna y espalda, como si suaves y cálidas manos me dieran un masaje que me hizo relajarme hasta el extremo de que cerré los ojos y me deje hundir poco a poco, manteniendo solo el rostro sobre las aguas, entonces escuche el murmullo de la misma, por lo que abrí los ojos pesadamente. Elle estaba frente a mí y me miraba con cierto deje asustado, parecía intrigada.
Entonces le mire, fijamente, escrute sus ojos con seriedad, perdiéndome en ellos, y percibiendo su rubor al mirarla de esa forma. Ella desvió la mirada y yo nade un poco hasta acercarme aun mas a ella. Alce mis dedos hacia su mentón y le obligué a mirarme sin decir nada, baje la vista hacia sus labios y me mordí los míos, deseando volver a degustarlos…Parpadee aun con dudas, pero todas ellas se evaporaron al encontrarme con su mirada nerviosa, ella se veía tan sensual y sugerente que simplemente elimino cualquier apice de duda en mi. ¿Como no desearla...como no amarla? Ella era perfecta.
Sonreí y entonces alce mis brazos hacia ella, tomándola de los suyos con cierta ansiedad, acercándola a mí para así poder tomar su rostro y juntar mis labios con los suyos, en un nuevo beso ansioso, apasionado, en el que jugué con mi lengua que ahora buscaba la suya, mientras una de mis manos bajaba para apegar su cintura a la mía, instándola a que se agarrase a mi mientras yo estrechaba las distancias tanto como podía, con el corazón desbocado, y los sentidos expectantes a cada caricia y roce que su piel me brindaba, sintiendo como la necesitaba más que nunca, tanto o más que el mismo aire que respiraba, y es que el mundo había dejado de existir, y me había perdido en su beso, en su eterno beso...


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Mensaje por Michelle Délvheen Sáb Sep 22, 2012 5:19 pm

La joven hechicera no oculta sus bostezos, llevándose una de sus manos hacia los ojos con un frustrado intento de expulsar el sueño que escondido en ellos se encuentra, haciéndola suspirar cansada y somnolienta.

- Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos, como nace un deseo sobre torres de espanto; amenazadores barrotes, hiel descolorida, noche petrificada a fuerza de puños. Ante todos, incluso el más rebelde, apto solamente en la vida sin muros. Corazas infranqueables, lanzas o puñales, todo es bueno si deforma un cuerpo; Tu deseo es beber esas hojas lascivas o dormir en esa agua acariciadora. No importa; Ya declaran tu espíritu impuro. No importa la pureza, los dones que un destino levantó hacia las aves con manos imperecederas; No importa la juventud, sueño más que hombre. Placeres prohibidos, planetas terrenales, miembros de mármol con sabor de estío, jugo de esponjas abandonadas por el mar, flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre. Soledades altivas, coronas derribadas, libertades memorables, manto de juventudes; Quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua, es vil como sombra de rey arrastrándose a los pies de la tierra para conseguir un trozo de vida. No sabía los límites impuestos, límites de metal o papel, ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta dónde no llegan realidades vacías. Leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos. Extender entonces una mano es hallar una montaña que prohíbe, un bosque impenetrable que niega, un mar que traga adolescentes rebeldes. Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte, ávidos dientes sin carne todavía amenazan abriendo sus torrentes de otro lado, vosotros, placeres prohibidos, bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita, tendéis en una mano el misterio. Sabor que ninguna amargura corrompe, cielos, cielos relampagueantes que aniquilan. Abajo, estatuas anónimas, sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla; Una chispa de aquellos placeres brilla en la hora vengativa. Su fulgor puede destruir vuestro mundo.

Toma de los cabellos aquella sucia muñeca de trapo y sin preocuparse de cerrar la puerta tras su sombra, sus pasos desnudos la guían por el pasillo en penumbra, mermando el hechizo que sobre los gemelos había vertido ahora que Orfeo decide llevarse a la hechicera a los fantasiosos y lejanos parajes del sueño, acompañándola con una nana que logra sosegar su dequiciada mente una vez bajo las sábanas se halla, cerrando ésta sus parápados hasta dormirse profundamente, ignorante de aquello que había hecho despertar a los gemelos y cuyos placeres prohibidos les envolvían entre las aguas, propiciando así, un notable cambio en sus vidas mortales.


¿Que querias decirme papaito?:
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Mensaje por Gabriél Délvheen Vie Oct 12, 2012 5:36 pm

Le sostuve entre mis brazos, apartándome un poco de ella, mirándole y tragando saliva.
Su semblante parecía angustiado, y pude ver en sus ojos el mismo miedo que seguramente mostrarían los míos. Y es que ahí delante mío, le tenia a ella…Mi hermana, aquella que a la que ahora sujetaba de una forma “poco apropiada” apegándole hacia mi, sin poder soltarla y a la vez sin poderla dejar marchar.
En mi garganta se acumulaba un enorme nudo, y en mi estomago una sensación que no podía describir, pero lo único que sabia con certeza es que algo se había encendido aquella noche, algo había nacido entre ambos cambiándolo todo. Una nueva chispa surgía de una forma mágica sin dejarnos escapar.

Junte mi frente con la suya y observe su mirar, suspirando, notando como su mirada me relajaba. Podía verle y notar su sonrisa cálida, y sus manos que ahora rodeaban mi cuello, podía ver a la mujer y también podía ver a la niña, a mi mejor amiga, a aquella que me consolaba, aquella que me hacia rabiar, a quien incordiaba con mis proyectos de arquitectura, y a quien ayudaba con sus investigaciones cuando se traía algo entre manos, aquella a la que siempre había cuidado y encubierto en cuanto a trastadas se trataba…Podía ver tantas cosas en ella, que me había asustado la idea de destruir aquel vinculo, pero algo en su tacto, en su cercanía e incluso en sus ojos me hizo entender que no podía ser así, que lo que sentía no podía cambiar las cosas entre nosotros,algo me hizo entender que el cariño y el amor que nos teníamos superaría lo que se interpusiera.

Y entonces, aquella sensación de relajación que nos invadía como el mismo vaho en la piscina pareció descender poco a poco volviendo a tornarlo todo como antes, y me entro la vergüenza, una que jamás imagine, una que me hizo bajar la mirada, enrojeciendo enormemente pues… Le deseaba. Le deseaba tanto que me escandalice a mi mismo, por lo que pasaron unos momentos en los que ambos estuvimos en silencio, hasta que me atreví a subir la mirada para contemplarle poco a poco, apreciando su semblante enrojecido también…
¿Por qué nos preocupábamos tanto?...

Elle…
Ella subió poco a poco la mirada, y entonces sonreí, ya no quería preocuparme ni avergonzarme, por lo que me perdí en sus ojos sin mas miedo, sintiendo que la seguridad volvía, por lo que deslice mis manos por su espalda delicadamente, sosteniéndole de la cintura, sujetando con cuidado sus caderas y acomodándola suavemente contra mi, moviéndome en las aguas y apreciando como el roce de nuestros cuerpos comenzaba a hacerse presente de una forma excitante y desconocida, tensándome por momentos, por lo que intente seguir respirando, para así bajar una de mis manos hacia mi entrepierna, sujetando mi miembro, exhalando el aire y tomando aliento una vez mas antes de acomodarme en ella, comenzando a invadir sus rincones de la forma mas suave que pude, aquellos rincones que prohibidos y secretos se sorprenderían de encontrarme haciendole estremecer entre mis brazos, apreciando como Elle escondía su rostro en mi cuello, aferrándose fuertemente con sus manos a mi nuca, mientras yo ahogaba un gemido, mordiéndome los labios tan fuertemente que me hice daño por la tensión contenida, notando como el cuerpo de ambos se tensaba músculo a músculo, mientras yo rodeaba ahora su tórax, sujetando su espalda con firmeza y posesividad, notando mi corazón desbocado, por lo que ambos empezamos a tomar aire ante aquel primer contacto, el primero de nuestras vidas y el primero entre nosotros, uno que acabábamos de empezar y que ya lo cambiaba todo…

Ya no había vuelta atrás.


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Mensaje por Roxanne Vie Oct 12, 2012 6:33 pm

Nunca había pasado tanto miedo, auténtico terror, en tan poco tiempo, apenas unos minutos, suficientes para que por mi cabeza cruzaran ideas catastróficas para mi vida, todo lo que conllevaría el rechazo de Biél: ¿distanciamiento? ¿trato hostil? ¿odio? ¿crueldad? ¿vacío? ¿ignorarme? ¿reproche? Intenté imaginar entonces una vida sin mi hermano y sentí cómo mis piernas temblaban y mi alma se desquebrajaba en millones de retales cristalinos capaces de arañar mi interior hasta ahogarme en el excéntrico sabor de mi sangre, fruto de las heridas de un corazón sin rumbo que tomar pues su dueño lejos de él estaría.

Pero entonces, en un parpadeo, mis labios tropezaron con los suyos y su saliva sanó aquellas heridas hipotéticas, bañándome en su calidez, en su dulzura, en su amor. Me perdí en lo recovencos de su ser y me aferré a él de forma posesiva, luchando para que nada ni nadie me arrancara de aquél beso intenso y eterno cuyo fin no deseaba conocer. Pero acabó y con él y las distancias que Biél tomó, titubeando probablemente por lo ocurrido, el miedo se apoderó de mí.

Pensé entonces, en hacer gala de mi don interpretativo. ¡Aun podía arreglarlo! Podía decirle que era todo una broma, una prueba infantil, un juego sin reglas... Suspiré, dándome por vencida porque lo cierto era, que no pensaba disculparme. No por amarle.

Su voz susurró mi nombre con sosiego y dulzura, instándome a alzar la vista hacia sus grandes ojos almendrados. Su pupila azabache centelleaba enmarcada por el iris grisáceo, robándome el aliento y mis latidos. Sus ojos me atraparon sin darme cuenta, sin poder ni querer evitar caer en su embrujo. Sus cabellos húmedos goteaban de vez en cuando sobre su frente ahora perlada. Seguí el trayecto de una de ellas, pues descendió por su infantil nariz redondeada hasta posarse sobre aquellos labios rojos, carnosos y suaves como el más preciado pétalo de la flor más hermosa. Aquella boca compuesta por tejidos atrevidos como un libro de aventuras que puso ante mis labios tanto locura, aquella boca que dejó mi boca derretida, sofocándome en cuanto su magia llegó a mí.

Y es que no pude evitar sonreír en mi interior, riendo realmente, al percatarme que por más que intentara ganarle al tiempo aquella batalla, su boca siempre prepararía una emboscada. Y allí estaba, felizmente enredada en su red.

Sus manos, suaves como una brisa de primavera sobre mi piel, se deslizaron por mi espalda desnuda hasta asentarse a la altura de mi cadera, instándome a recortar distancias, cediendo hasta enlazar mis piernas alrededor de su cintura, agarrando mis manos a su cuello. Bajé la mirada hacia él, que tomaba aliento antes de, sin esperarlo, sentir cómo mi entrepierna era descubierta por mi hermano; descubierta y explorada suave y lentamente, robándome un pequeño gemido que no controlé, cerrando por un segundo de más mis ojos, mordiendo mi labio inferior de forma inconsciente, acelerándoseme los pálpitos en cuanto los segundos transcurrían y Biél retrocedía parsimoniosamente su miembro para volver a inmiscuírse en mis entrañas de nuevo, ésta vez, más profundamente, quejándome un poco por ello aunque suplicándole, entre susurros, que no se detuviera.

- Hazme tuya... Biél.- balbuceé un tanto jadeante junto a su oído izquierdo, arañando su hombro y enterrando mi cabeza contra su cuello, arqueando mi espalda ante una de sus sutiles embestidas que lejos ya de producirme cierta molestia al ser aquella su primera incursión en mi cuerpo, ahora despertaba de nuevo aquella excitación inicial, aquél deseo desmedido, aquella chispa lujuriosa que me había conducido hasta sus brazos.

Así, eché mi cabeza hacia atrás y entre gemidos y movimientos pausados, mis manos viajaron hacia su pecho, sintiendo bajo la palma de mi mano los desbocados latidos de mi hermano, sonriendo por ello antes de ascender, en una caricia larga y relajada por su piel, hasta llegar a los contornos de su semblante, percatándome de una pequeña herida en su labio inferior, acercándome a su boca para lamer su sangre, sonriente, naufragando en el mar de sus ojos una vez más, sintiendo cómo el calor me abrigaba entre aquellas aguas y la pasión se apoderaba de mí, buscando ahora con desespero, aquella boca que me hacía perder la cabeza, devorándola con ímpetu, enredando mis dedos en sus cabellos húmedos, pidiéndole mi propio cuerpo, que sus movimientos pélvicos fueran ahora tan salvajes como los instintos que acrecían en mi interior.


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Mensaje por Gabriél Délvheen Vie Oct 12, 2012 8:43 pm

Temí dañarla, temí lastimarle con mi intrusión y eso me carcomió por dentro, ya que la sola idea de provocarle algún pesar, me perturbaba hasta un límite que no podía siquiera visualizar, pero no fue así. Mi miedo fue infundado, y de ese modo sus labios encontraron los míos, así como su lengua lamió aquella gotas de sangre que emanaban ahora por mi labio inferior debido a mi mordedura, estremeciéndome por la sutileza con que su lengua relamía mi contorno, despertando con aquel gesto una excitación que empezaba a crecer por momentos.

Lleve mis manos por sus costados, tocando cada una de las costillas que se marcaban en ella, dirigiéndome hacia aquella estrecha cintura antes de seguir bajando con las yemas de mis dedos hasta topar con su cadera nuevamente, sosteniéndole y conduciéndole, caminando por las aguas hasta que ambos llegamos hasta el borde de la piscina, donde aun sosteniéndole y haciéndole apoyar su espalda contra una de las paredes de la misma, comencé a embestirle de forma mas constante, aun perdido en sus labios, y en sus manos que sostenían mi rostro apegándolo hacia ella, sin liberarme, y sin desear que lo hiciera.

Entonces baje con mis besos por su mentón, bajando paulatinamente por su cuello, el cual bese y lamí, deseando absorber de ese modo su sabor, su aroma y aquello que ella emanaba y que me acercaba aun mas hacia el abismo de la locura.
Subiendo con mis manos por su bajo vientre, escalando con sutileza por su abdomen para reseguir con cuidado el contorno de sus pechos, sosteniéndoles desde abajo, acariciándolos y dándoles formas con mis dedos, masajeándolos mientras abría los ojos encontrándome con los suyos, unos que con su brillo parecieron iluminarme como si contemplase la luz del sol por primera vez, tan tiernos como sugerentes, tan nítidos y limpios como hipnotizantes. Fue esa mirada felina y lujuriosa la que despertó aun mas mis sentidos, que ahora se centraban en ella y solo en ella, instándome a embestirla ahora mas rápido, notando como mi respiración se entrecortaba al igual que la suya, y es que pequeños gemidos escapaban ahora de mis labios ante mi intrusión, por lo que le comencé a invadir hasta el fondo, de forma constante, con impaciencia y necesidad, estremeciéndole y notando como mi propia espalda se arqueaba, haciéndome cerrar los ojos por un momento, con los labios entreabiertos, respirando con dificultad, aun con sus manos sujetando mi rostro, mientras mis cabellos húmedos caían sobre mi frente, pegándose a mi piel debido a la humedad y al sudor que nos invadía ante el calor del momento. Baje el rostro pegando mi frente a la suya, rozando su nariz contra la mía, respirando agitadamente contra sus labios, percibiendo sus largos cabellos pegándose a mi torso, sintiendo que cada caricia suya, así como cada beso era el aliciente para seguir y continuar, sin ellos nada tendría sentido, ahora era una certeza.

Acababa de convertirme en un adicto a su ser, estaba perdido… y me encantaba.


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Mensaje por Roxanne Miér Nov 14, 2012 4:51 pm

Mi espalda tocó la pared de la piscina y a penas fui consciente de ello, demasiado extasiada con aquello que tenía entre mis brazos: él. Juntos habíamos iniciado una danza cuyos protagonistas sacábamos a la pista de baile movimientos y gemidos que entre nosotros dinamizábamos a la perfección cual obra de teatro meticulosamente sincronizada.

Sujeté entonces los níveos muslos de Biél con fuerza y entre movimientos intentaba acercar aún más el cuerpo de él contra el mío. Quería sentirle cerca, muy cerca, dentro de él incluso, paradójicamente hablando. Anhelaba aquellos roces que me enloquecían, quería más roces entre las dos caderas y sus respectivos dueños en busca de perder así la razón y conocer al fin el cielo que sus ojos siempre me habían mostrado sin ser capaz nunca de desearlo con suficiente fervencia.

Biél me embistió sin piedad alguna mientras que mi cuerpo se estremecía y sufría escalofríos producto del choque de nuestras respectivas anatomías. Con su boca recorrió todo mi húmedo cuello y mis pechos firmes y excitados, quedándose siempre con un sabor de boca que lo obligaba a volver a por más, perdiéndose bajo las sábanas del agua que sin quererlo, se había convertido en nuestro único testigo.

En un momento dado, tomé su nuca con fuerza, tirando de su pelirrojo cabello para, después, dejando su blanca garganta a la vista, morder su cuello cuál auténtico vampiro. Después, todavía sujetándole, le besé con una pasión desmesurada y descargando dentro de su fría boca todos los jadeos que la mía había intentado controlar mientras ambos nos devorábamos mutuamente. Con cada gemido propio, notaba que mi garganta cedía un poco más pero que a la vez deseaba volver a ser arrasada con otro de sus desesperados besos. Y con cada gemido ajeno, mi cuerpo respondía con un nuevo ataque de caderas, pues la pasión era parte del combustible que aquello necesitaba, siendo los gemidos su complemento perfecto.

Pasados los minutos notaba cómo sus fuerzas iban mermando poco a poco, pero no me quedaría sin ellas tan fácilmente, por lo que tomé impulso y le giré para dejarle ahora apegado entre la pared de la piscina y mi cuerpo ardiente, echando la cabeza hacia atrás por esa nueva descarga de placer que inundó sin piedad mi cuerpo, arrancándome otro gemido más y un suspiro posterior a él. Sus brazos entonces abrazaron mi frígido cuerpo con cariño y Biél me apretó para acercarme más a él y así después comenzar a acariciar mi figura con delicadeza y ambición por igual. Pero eso fue al principio. Conforme mis gemidos al aire se complementaban con los que él escuchaba justo en su oído, nuestra tensión muscular aumentaba provocándonos reacciones diversas. Quizá la más notoria fue la necesidad de recorrer el cuerpo de él con mucha más insistencia que antes, utilizando la punta de los dedos y la palma de las manos sin cuidado, apretando sus hombros y sus nalgas con fuerza y posesión.

No tenía cabeza para pensar en otra cosa que no fueran él y su cuerpo.


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Mensaje por Gabriél Délvheen Sáb Dic 01, 2012 4:55 am

Bese su cuello con ferocidad,como si deseara devorarlo, mordiéndole, dejando que mis besos recorrieran su piel para llegar a aquellos labios carnosos que me reclamaban como dueños completos y totales de todo lo que era.
Estremeciéndome ante su contacto y ante la danza entre ambos, que continuaba sin deseo alguno de parar.

Momento en que le alce en mi brazos,sonriendo al ver su mirada centelleante y quizás algo sorprendida, notando como sus manos se agarraban a mi nuca mientras yo me aproximaba mas a ella, soteniendole por la cintura para volverla a dejar contra la pared de la piscina, alzándole mas aun para sentarle en el borde de la misma.instante en que mirándole hacia arriba, pude contemplar poco a poco su desnudes así como aquellas curvas por las que me perdí, recorriendo el sendero desde el que bajaban aquellas gotas de agua que caían por sus cabellos,goteando y resbalando por sus mejillas, deslizándose por su mentón y escote,cayendo algunas de ellas sobre mi pecho, como si quisieran recalcar la sensualidad que de ella emanaba,una sensualidad que parecía crecer por momentos, -como si algo así fuera posible realmente-

Entonces me agarre en el mismo borde, sujetándome a cada lado de su cadera,mientras me erguía para sacar poco a poco mi cuerpo de las aguas, elevándome sobre ella para ser yo quien ahora le miraba hacia abajo, empapandole, sobretodo con mis cabellos,riendo al hacerlo antes de que ella retrocediera y yo saliese completamente del agua junto a ella, apoyando mis brazos a cada lado de su cuerpo, sin tardar en recostarme sobre sus curvas, ya sin la interrupción de las aguas,siendo su piel lo único que ahora me abrigaba.

Por lo que al fin me deleite con el calor de su cuerpo. Deslizando mis manos por sus costados para avanzar y subir hacia sus senos,siguiendo el recorrido y continuando el avance de mis manos por su cuello y rostro, acariciándole con suavidad antes de derretirme con aquella mirada, sintiendo como mi corazón golpeteaba con fuerza contra mi pecho al percibir lo que un simple pestañeo de sus ojos significaba para mi.
Hasta que mis manos se deslizaron por sus hombros y brazos llegando hacia sus muñecas, las cuales sostuve con firmeza entre mis manos, sujetándolas arriba de su cabeza,como si quisiera inmobilizarle de ese modo. Torciendo una sonrisa al ver sus ojos un tanto confusos.

...Ya no puedes moverte.
Yo siempre gano...

Susurre sobre sus labios sin tocarlos aun, bromeando, como siempre hacíamos cuando jugábamos a intentar reducir al otro, acomodándome encima de cuyas curvas estremecían cada fibra de mi ser, mordiéndome los labios al apreciar como la excitación crecía aun mas ante aquellos juegos, que ya no eran tan infantiles...


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Mensaje por Roxanne Vie Dic 07, 2012 6:38 pm

Las gotas de agua resbalaban por sus cabellos pelirrojos hasta caer sobre mi rostro, deslizándose hasta enredarse entre mi pelo, arrancándome una sonrisa absurda mientras mi mirada se veía reflejada en los cristalinos ojos de Biél quién, atento a cada gesto mío, mantenía su mirada escrutándome milímetro a milímetro, manteniendo aun mis manos férreamente agarradas a las suyas y aquella sonrisa suya de triunfo que siempre me derretía, sintiendo cómo mi piel ansiaba fundirse con la suya, en busca de su calor y su cariño.

Enredé entonces mis piernas alrededor de la cadera de él, torciendo una sonrisa divertida cuando usé todas mis fuerzas para intercambiar ahora los papeles, quedando mi anatomía sobre la suya y su rostro desconcertado. Me encogí de hombros ante su semblante estupefacto y me incliné sobre su cintura, extendiendo mis manos sobre cada uno de sus muslos, deslizándose lentamente por su vientre, abdomen y pecho, dejando que mi piel rozara la suya, que cada fibra de mi ser buscara la sincretismo de él, restregando mis senos por su pecho mientras mi entrepierna rozaba la suya, riendo, siendo mis manos las que ahora se enredaban en su pelo y no aquellas gotas de agua de quién aun sentía celos por impregnarle con su esencia pura, empapando cada poro de su piel desnuda.

Su boca dejó escapar un lamento placentero que pronto fue sofocado por mi beso, por mi lengua ansiosa que buscaba la suya para explorar juntos los recovecos de aquella cueva repleta de secretos y de una sabia que anhelaba sentir en mi paladar, degustando su saliva como el más exquisito de los néctares, buscando desesperadamente la magia que en su interior había vislumbrado con su simple cercanía aquella noche, encontrando los suspiros de su alma atormentada quizás por permanecer tanto tiempo como la mía amarrada con las cuerdas de la cordura, surcando entre caricias la llave que abriera su cerrojo, liberándola de la mano de la lujuria que ahora nos consumía poco a poco, como si yo fuera la vela y él mi luz. Una grisácea luz que emanaba de sus ojos, alumbrando la distancia entre ambos, llenándome de esperanzas. Aquella luz capaz de recomponer lo que componía en un abrazo añil un lienzo sobre mi cuerpo cuya pintura no era más que caricias y besos sin fin.

Mi amor por él se desbocaba, provocado por su boca sedienta de mis labios, por su aroma que había hipnotizado ya mi corazón, por los roces que nos conducían de a poquito a la más dulce de las locuras. Una espiral eterna compuesta por pedacitos de él, pedacitos de mí, retales de su voz, de mi andar, de cada despertar, del reír, de los susurros, del sentir, de aquél amor del que ahora éramos esclavos.

Y yo deseaba ser la dueña de sus noches, aquella que le entregaría cada pétalo de amor, aspirando cada despertar a las sonrisas con su sabor, el mismo del que ahora nadaba en el mar de su boca. Lo quería todo de él… y regalarle todo de mí.

Podría engañarle si se me hubiera dado bien mentir, pero no pude. Sé que no debía enamorarme de él, no permitir adueñarme de sus besos, de su camino. Pero me dejé querer, aun deseando que me odiara sin piedad…

- Si siempre ganas… encuéntrame.- le reté entonces, soltando una carcajada que disipó todas mis dudas, poniéndome en pie ahora para, tras acariciar suavemente su mejilla, arrancar a correr rumbo la puerta de la piscina, cerrándola tras de mi mientras aun con la adrenalina disparada en mi sangre, buscar un escondite , como hacíamos desde que éramos pequeños, como un juego infantil en el que para mí, si no me hallaba, si no me buscaba ahora, significaba que sus miedos le habían vencido, que la cordura había vuelto a él y aquello había terminado, lo cuál lo prefería mil veces antes de que mis ilusiones tomaran forma en mi cabeza y en mi pecho y entonces fuera demasiado tarde para arrancarlo de él, aun y sabiendo en mis adentros, que aquello que ya sentía por Biél era irremediable.

¿Me encontraría? Ojala que su brújula siguiera los pálpitos de mi corazón…


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Mensaje por Gabriél Délvheen Sáb Dic 08, 2012 4:10 pm

Me quede estirado boca arriba, parpadeando, por un instante confuso, por un instante con el gesto de un jugador de póker. Intentando respirar, a la vez que miraba el techo decorado y lleno de frescos, intentando sosegar mi respiración aun agitada ante el recuerdo de su cercanía…

Empecé a sentarme poco a poco, sintiendo que un escalofrió recorría mi piel…Sin su calor volvía a tener frio. Sin embargo, al fin, en aquel momento de soledad, volví a centrarme. Apreciando mi reflejo en la superficie de las aguas. Mirando mi semblante y mis ojos, que ahora parecían vacios de brillo alguno.

¿Por qué?

¿Porque nada tenía sentido ahora?...
Tan solo pasarían unos cuantos minutos en los que estuve allí, solo, en silencio. Y fue más que suficiente como para percibir la vida como si fuera un terrible tormento si no le tenía a mi lado. Y es que todo carecía de sentido, todo era insulso y oscuro sin ella.
Dudas, podía haberlas, pero mi corazón parecía hablar fuerte y claro, golpeteando con fuerza, alardeando de lo que sentía, como si quisiera gritarme o zarandearme...

“...La vida puede presentar muchos momentos difíciles, entre los que te debatirás y no sabrás que hacer…
Sin embargo, nunca es tan difícil como parece…
...No olvides que solo hay dos letras de diferencia entre razón y corazón…”


Sonreí ante el recuerdo de aquella frase que me había dicho mi padre, y solté un suspiro al pensar en lo que podría pensar él de mi si ahora supiera que pensaba seguir a mi corazón. Lo cierto es que no sabía qué ocurriría si el descubría lo que pasaba, lo único que sabía es que ahora, más que nunca, estaba seguro de lo que quería y nada me podría impedir ir a por ello.

Mire mi reflejo una vez más y le saque la lengua a ese chico de ojos tristes. Pensaba dejar a ese reflejo allí, lamentándose solo. Yo no tenía tiempo para él.
Me levante de un brinco, con agilidad, y comencé a trotar hacia la puerta, la cual abrí y deje abierta sin que me importara, para comenzar a correr por el pasillo en dirección a su habitación, abriendo su puerta, -con la respiración agitada por el trote que había dado- y la cerré con cuidado, apoyándome en su respaldo por un instante. Sonriendo ante su habitación a oscuras.
Comencé a caminar hacia su escritorio, contemplando sus papeles, y las carpetas de sus investigaciones, así como un fotografía mezclada entre las hojas, una en donde ambos, con once años recién cumplidos, reíamos a carcajadas, embadurnados de barro por completo al habernos caído minutos antes de que nos hicieran la que tenía que ser una foto seria…

Recuerdo…
Que siempre te escondías bajos las mantas…

Comente dejando la foto allí para desplazarme por la habitación.
Y que cuando no querías que te viesen, te metías bajo la cama…
Pero luego crecimos y era más difícil meterse ahí.
Comente sonriendo y bajando la cabeza ante aquellos recuerdos aun nitidos en mi cabeza.
Por lo aunque nunca me lo dijiste…Siempre supe que te metías aquí. Indique mientras caminaba hacia uno de los muebles de la pared, abriendo una de las puertas de los armarios, en donde ella se hallaba sentada, sujetando sus rodillas, ahora mirándome al abrir la puerta. Mientras yo le contemplaba sosegado, negando con la cabeza.

No vuelvas a dejarme… Susurre tragando saliva ante su mirada que ahora parecía angustiada.

En aquel instante le mire sintiendo que una extraña paz me rodeaba al sentirle cerca, una paz que se rompía si ella no estaba. Las gotas de agua que aun me quedaban, caían por mi rostro, haciéndome gotear, haciendo que de pronto sintiera frio y que mi piel se enfriara, pero nada de eso me importo, solo me importaba ella. Lo sabía, nunca podría sacarla de mi mente y mucho menos de mi corazón o de mi alma y es que tampoco quería hacerlo.
Por lo que me acerque a ella, tomando su mano y ayudándola a salir de allí, envolviéndole en mi abrazo con posesividad. Sintiendo la calidez de su mejilla contra la mía mientras susurraba en su oído.

No vuelvas a dejarme nunca…Te necesito…Te necesito mucho más de lo que imaginaba...Entonces me aparte ligeramente de su rostro para juntar mi frente con la suya, mirándole hacia abajo mientras sus ojos brillantes me contemplaban en silencio, en la penumbra, derritiendome y haciéndome sonreír.

¿Te he dicho alguna vez… Lo mucho que te quiero…?


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Mensaje por Roxanne Dom Dic 09, 2012 5:51 pm

- ¿Que me quieres… qué? ¿Comer? ¿Me quieres comer?- reí entonces, arrugando mi nariz ante tal gesto, perdiéndome por un momento de más en el centello de sus ojos grises, robándole un beso.- Si no quieres dejarme, sígueme.

Le guiñé el ojo y tomé su mano, entrelazando mis dedos con los suyos, saliendo de mi dormitorio para descender escaleras abajo, conduciéndole hacia la cocina, tenuemente iluminada por momentos debido a la tempestad que azotaba los cristales de la estancia, con aquellos relámpagos que en un segundo destellaban la oscuridad.

Indiqué a Biél, aun riendo tontamente, que se sentara en una de las sillas que rodeaba la enorme mesa vacía, soltando su mano para dirigirme hacia un armario y extraer de éste una vela medio consumida y una caja de cerillas, prendiendo una de ellas para usar la vela y que su luz iluminara la estancia, colocándola en la mesa, justo frente a mi hermano.

Mordiéndome el labio inferior ante el juego que se me había ocurrido le di la espalda, empezando a buscar cachivaches entre armarios y cajones, prendiendo el fuego y el material necesario para empezar a cocinar en silencio, dejando que el aroma impregnara los pulmones de Biél e hiciera agua su boca mientras mis manos se movían veloces hacia los palillos en los que ensarté varias fresas, apagando luego el fuego y vertiendo su contenido en un cuenco que llevé a la mesa junto con las fresas. Me senté frente a Biél y riendo, le pedí que cerrara sus ojos y abriera la boca.

- Por algo se empieza.

Mojé la fresa que sujetaba en aquél recipiente que contenía chocolate deshecho, aun humeante, acercando ahora la fruta dulcificada hacia los labios entreabiertos de mi hermano, riendo cuando jugué con aquella situación, deslizando la fresa por el labio inferior de él, sin dejar que éste pudiera aun hincarle el diente, quedando su boca cubierta de chocolate. Me relamí y la tentación de comerle la boca me hizo estremecer de placer, solamente por imaginarlo. Pero me contuve, dejando al fin que su lengua lamiera el chocolate antes de devorar la fruta, masticando entre carcajadas, manchándose el pecho con una gota de chocolate.

Aun con sus ojos cerrados, yo incliné mi cuerpo sobre la mesa, apoyando en ella mis codos y luego mis brazos, avanzando por ella hasta colocar mis rodillas y quedar ante él a escasa distancia, momento en el que le tomé del mentón y le obligué a que me mirara, ahora sí, despegando sus párpados.

La yema de mi dedo índice se posó precisamente en la mancha de chocolate, ascendiendo hacia su nuez hasta apartar mi dedo de su piel, llevándolo a mi boca, ahora ardiente en deseos, lamiendo aquella dulzura con una sonrisa visiblemente excitada.

- ¿Te quedaste con hambre?- musité sobre su boca con voz sensual y siempre provocativa, lamiendo del mismo modo algunos restos de chocolate que se hallaban en las comisuras de su boca.- Ven a por más.- le reté, despegándome de él aunque gateé hasta el borde de la mesa dónde Biél se hallaba sentado, abriéndome de piernas y colocando un pie por cada uno de sus muslos desnudos, inclinándome de nuevo hacia su rostro, tentándole al más jugoso de los pecados.


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