De un sueño a la realidad (libre)

por **Esmeralda Nightleaf** Dom Jun 28, 2015 9:00 pm

Enemistándome con todos los gitanos de mi campamento me voy en busca de algo que hacer y que pueda valerme por mi misma. Siento que mis pies están flojos de tanto andar pero que le puedo hacer si he recorrido kilómetros y kilómetros, una distancia absurda y simplemente disparatada.

Anduve por más de una buena distancia y pare a cuidar parte de mis pies, demostrando que cuidaba de mis pies, los moje en agua del rio que estaba cerca de mi recorrido, llevándome a un sinfín de tranquilidad de mi arduo trabajo de viaje. Después veo a uno de mis compañeros colocándome una bolsa roja en la cabeza, noto manos tocándome el cuerpo entero. Han debido seguirme desde que deje el campamento.

Pude notar como se saciaban mutuamente, levantaban mi falda y me sujetaban los brazos por arriba, dejándome indefensa y sin poder hacer nada en absoluto, uno me separaba las piernas, quería pedir ayuda, pero estaba ocupada teniendo la cara cubierta por la bolsa roja en la que solo no estaba cerrada - ¡NO! –Me resistía a ser violada por los de mi campamento, pero note las manos en mi sexo, violentamente introduciéndose dentro, sabía que no podía, estaba ya gimiendo en contra de mi voluntad, me abren más las piernas, noto una lengua sabia dándome el más extremo placer y gemidos, para finalmente como uno me penetraba en todo mi sexo.

Por mucho que gritara, ninguno hacia nada excepto crear risas y forzarme más, me rompieron el escote en donde mostraba mis senos formados y perfectos, mientras me violaban los masajeaban sin demora, sabía que me los tocaban con ansia, los apretones eran notorios, demasiados. Quería que me dejaran en paz, pero finalmente, me quitaron la bolsa roja de la cabeza pero me pusieron una venda en los ojos. No, no y no. Yo quería ver quien me estaba violando, quien me estaba destruyendo y quitándome mi virtud.

-¡NO! ¡NO! –Enseguida grite, me golpeaban en el brazo y me decían - ¡DESPIERTA ESMEE! –Grito uno del campamento y desperté en mi cama de siempre, rodeada de gente preocupada, cubierta con mi camisón de siempre y las sabanas que me cubrían del frio.

Había sido una pesadilla.