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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Claudia De Lioncourt Lun Mayo 23, 2016 10:33 am

Caía la noche y desperté luego de una serie de crueles pesadillas, corrí con esfuerzo la tapa la tumba en la que me había metido. Pensé que debía conseguir un ataúd de madera y meterlo dentro de esta tumba de piedra, así no tendría que colocar la pesada tapa y todo sería más sencillo.

Me quedé sumergida en el silencio y la oscuridad, jamás había estado tan sola. Cuando mi ataúd parecía inmensamente grande y vacío o cuando tenía alguna pesadilla, solía meterme en el ataúd de mi querido Louis, ahí entre sus brazos se sentía a salvo, nada podía dañarme, me sentía amada. Ya no extrañaba tanto a mis padres humanos, pues Louis y Lestat se encargaban de que tuviera todo lo que necesitaba y hacían que mi cariño por ellos incrementara cada día.

Hoy no hay nada, ellos no están a mi lado y solo siento como la brisa primaveral se cuela por el mausoleo. No quiero estar aquí, no me gusta, deseo regresar a Nueva Orleans con ellos. Antes de que la tristeza hiciera presa de mi, he decidió levantarme y salir. Lestat solía decir que las lágrimas no arreglan nada, se ponía de muy mal humor cuando algo así sucedía y decía que era suficiente con los lamentos constantes de Louis.

Al correr la puerta, el olor a muerte del cementerio chocó contra mi rostro. Es simplemente repugnante, veo mis ropas llenas de polvo y las sacudo. Es la primera vez que estoy tanto tiempo con un mismo vestido y no me gusta. En mi hogar podía cambiarme las veces que quisiera, pues mis padres se ocupaban de que tuviera las mejores ropas, los mejores accesorios y, por supuesto, los más delicioso perfumes.
Caminé sin rumbo fuera de aquel horrible cementerio y, por fin, pude ver mi reflejo en una de las grandes vitrinas del centro. Me repudié a mí misma, tenía un aspecto mugroso e inaceptable. No podía entrar a una tienda y simplemente tomar un vestido, pues no tenía como costearlo, aunque tal vez con mis encantos consiguiera que una vendedora quisiera regalarme uno. Mientras esta idea transcurría, un ardor recorrió mi garganta, conocía este reclamo de mi cuerpo, tenía sed.

Mientras sopesaba mis opciones, la caravana del circo apareció y no pude evitar sentirme atraída. Ansiaba ver el espectáculo, nunca había ido, pues mis padres preferían la opera o el teatro. Solían decirme que no había nada que admirar ahí, pues era un espectáculo vulgar, insulso y solo se burlaban de las personas deformes. Pero mi curiosidad por los colores, los animales y toda esa algarabía me empujaba. Vi a varios niños que suplicaban a sus padres llevarlos a la función y eso me dio una idea ¿qué mejor lugar que el circo para alimentarme y podre obtener ropa de uno de esos niños? Acaba de tener una idea estupenda, así que sin pensarlo seguí al circo.


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Mensaje por Erlend Cannif** Mar Mayo 24, 2016 3:20 am

Hacia unas noches que algo daba vueltas por mi cabeza, para que mentir, era lo único en lo que era capaz de pesar.
Aquella mujer que conocí en esa taberna era la replica exacta de Katherin y necesitaba saber en que punto el destino de ambas mujeres estaba unido y porque el mio se entremezclaba inevitablemente con el de ellas.
Sabia de la existencia de seres capaces de conocer el pasado, capaces de ver más allá de nuestro mundo, y quizás eso pudiera ayudarme ahora en este futuro oscuro que se adueñaba de mi.

Cabalgue sin prisa sumido en mis pensamientos hasta ese tal circo, donde una anciana de el barrio parisino de los pintores, me había advertido de la presencia de alguna de aquellas brujas. Puede que no quisieran ayudar a alguien como yo, que portaba la muerte en sus alforjas, pero, tenia que intentarlo y a las buenas o las malas obtendría la información que necesitaba.

Allí solo encontré luces y colores, música, y niños felices tirando de la mano de sus padres excitados por la proximidad del espectáculo que estaba por llegar.
Deje escapar el aire cansado
-¡perfecto, tanta felicidad me asquea! -musite entre dientes dando un salto de mi montura y siguiendo así mi camino a pie.

Inmerso ya entre las carretas, comencé a ver animales enjaulados, la verdad, no eran tan diferentes a mi. Ellos presos por unos barrotes y yo...por un pasado que no me daba tregua.
Mis ojos se hundieron en los de un león que daba vueltas hambriento en aquella minúscula jaula y que al verme rugió desafiante tratando seguramente de mostrar la poca dignidad que aun le quedaba.

No se bien porque lo hice, supongo que porque si, porque podía, pero camine seguro hacia la jaula y rompí el candado que le privaba de su libertad, sonreí de medio lado cuando la compuerta rechino para abrirse.
Los ojos de la bestia ahora libre volvían a ser los de un depredador, saque mis dientes mostrándoselos con descaro mostrandole asi que de ambos yo seguía siendo el monstruo mas fuerte.

Un salto y este se perdió por las calles, creando el caos en aquel colorido y feliz circo. Ladee la cabeza al percatarme de que la escena había sido presenciada por una pequeña de pero ondulado que me miraba divertida con sus dos ojos azules. Pronto olfatee su inmortalidad, no podía estar sola.
Endurecí el gesto tratando de hallar pista alguna de sus padres vampiricos, que en cualquier momento aparecerían y no sabia con que intenciones.
Más allí no había presencia alguna, solo ella. Seguramente seria el capricho de alguno de estos inmortales que dejados llevar por los vestigios de su humanidad creaban niños de su especie sintiendo que así suplantarían a los perdido, unas añoranzas que jamás culminaban con buen fin.

Allí estaba con un vestido andrajoso y sucio y un lacito en la cabeza, hambrienta, podía percibirlo desde allí mismo.
-Hola pequeña -susurre dejándome caer de rodillas para no ser tan intimidatorio y así poniéndome a su altura le pregunte -¿te has perdido?


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Mar Mayo 31, 2016 11:22 am

Seguí la caravana del circo, con una extraña emoción que no solía producirme la algarabía. Mis padres me habían cultivado gustos particulares por las bellas artes, así como el arte del engaño y la matanza. Un poco contradictorio, pero ¿acaso la mayoría de los poemas, las pinturas y las grandes obras no trataban sobre tragedias?

Lestat, solía llamarme “La Muerte Joven” y me encantaba, me fascinaba ser la pesadilla de los mortales. La excitación, el deseo y la perversión que implicaba la caza eran cosas que me habían enseñado a amar. Como siempre, con cabeza fría ya había hecho un plan y tenía claros mis objetivos. Primero debía confundirme en la multitud de niños, luego atraería a una niña, con un hermoso vestido, hacia mí y la mataría.

Al llegar al circo, miré con asombro la imponente carpa que se alzaba ante mí, no recordaba haber visto cosa igual, poseía brillantes colores, banderines y parecía moverse al son de la música. No había una arquitectura elaborada, no existía una rica y sofisticada decoración, parecía algo más rudimentario, pero igual poseía su encanto.

Puse en marcha mi plan y me confundí con los mortales, como era de esperar nadie reparó en mi presencia, tan solo era otra niña mortal ansiosa por la función. Como nos suele ocurrir a los vampiros, muchas veces me descubrí a mi misma atrapada por el encanto de las luces de colores y las extravagantes ropas que utilizaban los artistas, tuve que poner mucho de mi fuerza de voluntad para aparatar la mirada de estas cosas e imitar la actitud de mis semejantes.

Mientras estudiaba a las niñas que se hallaban a mí alrededor, buscando un vestido decente, pues aquí no había ropa demasiado sofisticada, se me acercó un payaso. Su aspecto me recordó a los mimos y bufones que había visto en Nueva Orleans, pero en una imitación burda ¿Por qué actuaba de esa manera tan estúpida? No entiendo ¿qué obra interpretaba? ¿Por qué me hacía morisquetas sin sentido? ¿Sería por esto que a Lestat y Louis no les gustaba este tipo de espectáculo? Me aparté de ese humano y seguí mi trayecto.

Me separé de la multitud y me sumergí en el refugio que ofrecían las sombras. En mi andar llegué a un lugar lleno de jaulas, la vista que se ofrecía en este sitio era bastante deprimente y nada tenía que ver con la parte delantera del circo. Aquí solo había animales encerrados, encadenados y cubiertos por el olor pestilente de las heces que se encontraban muy cerca. Aquel circo, no era más que una farsa.

De pronto, pude percibir una presencia sobrenatural muy cerca de mí. Me escondí detrás de una de las jaulas y observé con cautela a la criatura que se aproximaba. Era un hombre alto y fornido, por lo que alcanzaba a mirar. Un león al sentirse amenazado por su presencia le rugió con ferocidad y aquel vampiro le devolvió el rugido, cosa que me pareció bastante graciosa ¿será que aquel inmortal buscaba su alimento entre los animales?

Una vez, Lestat me había comentado que podíamos sobrevivir de esa manera, si es que no teníamos otra opción. Recordé que me contaron la época en que mi querido Louis se había alimentado de ratas ¡Puaj! Aquello era repugnante de solo pensarlo. Seguí escrutando al hombre con la mirada, mientras éste procedía a acercarse a la jaula y romper el candado que mantenía cautivo al animal.

Me acerqué un poco más, pues me causaba curiosidad ver cómo se comería a semejante a animal. Por supuesto, nadie es oponente para los de nuestra clase, pero sería un espectáculo divertido de observar. Entre ambos se mostraron los colmillos y el león salió despavorido. Pensé que el vampiro lo seguiría, pero no ocurrió de esa manera. Solo se limitó a ver y gozar del terror humano, esto me provocó mucha gracia.

Me distraje por la conmoción que estaba causando el fiero animal y fui descubierta. Error, que gran decepción se hubiesen llevado mis padres si supieran que me dejé descubrir tan fácilmente. Me tensé al ver como el inmortal se aproximaba a mí, pero guardé la compostura y sin dejar reflejar el miedo en mi rostro me limité a escucharlo.

Buenas noches, señor  – Me dirigí hacia él con toda cordialidad, como me sabía hacer.

¿Debía confesarle tan pronto que estaba perdida? Había aprendido a desconfiar de todos, así que mentí.

No, mis padres se encuentran muy cerca – en caso de que quisiera atacarme, esta mentira me daría algún tiempo para huir.


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Mensaje por Erlend Cannif** Mar Mayo 31, 2016 2:28 pm

La pequeña mintió descaradamente en mi cara, más confieso que aquello me resulto francamente divertido.
Supongo que al fin y al cabo esa era nuestra naturaleza, supervivientes natos, hacíamos todo cuanto hiciera falta por mantener nuestra nefasta no vida.

Posiblemente ella aun no supiera que la suya seria trágica, pues por el capricho de unos inmortales, la habían condenado a una vida eterna en el cuerpo de una niña.
Su mente crecería, y con ella sus deseos mas básicos, pero su cuerpo por el contrario siempre permanecería así.
Encerrada en una jaula de cristal le esperaba la locura, o algo peor.

Hundí mis ojos en los suyos, planteándome si quizás lo mejor era terminar con su sufrimiento.
Su olor me indicaba que hacia tiempo que no estaba con ningún vástago.
Olía a podredumbre, suciedad, y quizás a cementerio.
Su ropa, más harapos en aquel momento que un vestido, y su lazo perfectamente colocado, mostraba lo sumamente caprichosos que eran aquello inmortales que posiblemente la cargaban de grandes galas y joyas. Su trofeo que exhibir, allí abandonado ¿no lo creo?
Ellos no estaban allí, pues si no jamas hubieran permitido tal atuendo.

Sonreí de medio lado mirando aquel rostro angelical, mientras me acercaba a ella lentamente, casi decidido a terminar con su no vida.
La imagen de mi hijo, fue lo que me detuvo, mi rostro se tenso por un momento y dejando escapar el aire volví a ponerme a su altura

-Se que tus padres no están aquí -asegure con tranquilidad -no voy ha hacerte daño pequeña.

Un silbido y mi montura apareció de la nada, la mire de reojo viendo su carita de ilusión al ver tan salvaje corcel.
-¿vamos a cazar algo que comer? -pregunté guiñándole un ojo -luego nos ocuparemos de esas ropas.

Supongo que por el momento era todo cuanto podía hacer por ella, yo no era una buena compañía ni para mi mismo, imagina para criar un niño vampiro.
Sonreí divertido ante mis propias ideas esperando su respuesta.


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Lun Jun 06, 2016 1:42 pm

El hombre me miró directamente, sus ojos era profundos y oscuros; por un momento sentí terror, un miedo que intentaba con todas mis fuerzas de ocultar. Yo misma, como  cazadora, sabía que lo peor que podías hacer en estas circunstancias era dejar que tu incertidumbre saliera a flote en momentos como este. Respiré profundamente y trate de tranquilizarme, pero aún recordaba aquellos vampiros que atacaban a mis padres tratando de asesinarme.

Sabía que aquel ser estaba sopesando sus posibilidades, luego me sonrió de medio lado y comenzó a acercarse. Él había tomado una decisión sobre mi ¿sería bueno? ¿Tendría que huir o tratar de defenderme? Lo miré con atención, mientras decidía qué debía hacer. El vampiro se detuvo, se tensó y comencé a analizar mis posibles opciones.

Cuando el hombre estuvo a mi altura, di un paso hacia atrás y escuché lo que decía. Sus palabras colocaron una alarma en mi mente, me había descubierto, mi mentira no duró mucho. Dijo que no me haría daño, pero ¿debía creer en su palabra o solo era un truco para hacerme confiar? No me gustaba estar en esta situación era sumamente frustrante.

De pronto, el vampiro silbó y un gran caballo apareció. Era majestuoso, recio e imponente ¿cómo hacía para que le obedeciera? Generalmente, los animales no se acercan a nosotros pues saben qué somos y nos temen. Mientras miraba al animal, me llegó la voz tranquila del inmortal invitándome a comer, a lo que respondí con una gran sonrisa, ya que tenía sed, mucha sed y con un adulto siempre era más sencilla la caza, pero ¿sería divertida con él?

Sí, quiero cazar – el miedo había pasado y ahora estaba ansiosa al saber que posiblemente tendría un nuevo vestido - ¿cómo te llamas? Yo soy Claudia De Lioncourt – pronuncié mi apellido con gran orgullo, como solía hacer Lestat.


Mientras esperaba su respuesta, extendí mis brazos hacia él en espera de que me cargara y me ayudara a montar el corcel. Siempre lo hacía de esta manera con Louis.


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Mensaje por Erlend Cannif** Mar Jun 07, 2016 5:50 am

Sonrisa escapo de mis labios frente a la la alegría de la pequeña, era curioso cuan rapido desaparecían todos los malos pensamientos de las mentes inocentes de los niños, y aunque intuía que aquella niña distaba mucho de ser una de esas mentes inocentes infantiles, aun y pese a su inmortalidad, guardaba los rasgos y las actitudes de cualquier niño normal.

Extendió sus brazos hacia mi, emocionada al ver aquel corcel negro, salvaje, de largas crines. Podía oler su ansia por montarlo y no pude evitar que aquella sonrisa permaneciera en mis labios cuando la alcé y la deposite con suavidad sobre mi montura.

Su nombre y apellidos fue dicho con orgullo, posiblemente como lo había oído decir tantas y tantas veces.
De un salto subí tras ella, acercando mi cuerpo al suyo para evitar que cayera cuando empezáramos a galopar.
A fin de cuentas, mi caballo era de todo menos tranquilo, supongo que en eso nos parecíamos ambos.

-¡Bien Claudia! -dije tras de ella -tienes que cogerte fuerte a sus crines, a nuestro amigo no le gusta llevar riendas, ni silla, así que no sera como cuando montabas con tus padres.

Compre aquel corcel hace ya unos años, francamente lo pensaban hacer carne pues decían que era imposible de montar.
Su espíritu salvaje nunca permitió ser domado, así que por unas cuantas monedas me hice con él.
Pase semanas hasta lograr poder acercarme lo suficiente para que no me pegara una coz, mas con tiempo fuimos llegando a pactos. No presumiré de que lo dome, mas bien fue todo lo contrario.
No acepto, silla, ni riendas, ni atadura alguna, así que se podía decir que ambos aprendimos a respetar la naturaleza ajena, y ahora eramos mas compañeros de viaje, que amo y montura.

Apreté las rodillas y tras un ligero trote el corcel adquirió un veloz galope, pase mi mano por la pequeña cintura de la niña y nuevamente sonreí junto a ella.

-¿Sangre humana? -pregunté -intuía que de eso se alimentaba, pero no estaba seguro de como sus padres se la ofrecían, si estaba preparada para una sanguinaria caza o mas bien todo lo contrario.


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Mar Jun 14, 2016 2:14 pm

Me habían ensañado a no confiar en nadie, pues el mundo estaba lleno de personas traicioneras que sin pensarlo destruirían aquello que les es desconocido, pero nuestra especie ¡Ah! Éramos mucho peor, pues teníamos el derecho de juzgar las vidas de cualquier raza.

Este vampiro parecía bueno, hasta el animal confiaba en él ¿será que yo debía hacer lo mismo? Su sonrisa era bonita y parecía sincera. Por ahora, me sentía a salvo. El inmortal me habló y obedecí, entrelacé mis dedos en las crines del cabello y me sujete. Aunque no entendí ¿cómo que al caballo no le gusta? Que comentario tan raro.

Entonces, el corcel comenzó a trotar con paso ligero. No parecía difícil o diferente. Luego, comenzó a tomar velocidad y tuve que sostenerme con más fuerza. Vaya, ni en el animal se podía confiar, él también era traicionero. Aún así, me sentí tranquila pues el vampiro me sujetó, por lo que ahora no tenía posibilidades de caer.  


Aún no me has dicho tu nombre – Exclamé al hombre, mientras la suave brisa acariciaba mi rostro. Este encuentro pronosticaba algo emocionante, por lo menos la noche de hoy estaba haciendo algo que no había realizado nunca, como era montar el caballo con un extraño.

Con la pregunta de la sangre, no puede más que relamer mis labios – Por supuesto ¿acaso hay otra mejor? – Desde mi punto de vista, la sangre humana era la más deliciosa y me brindaba una vitalidad que me fascinaba.


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Mensaje por Erlend Cannif** Miér Jun 15, 2016 6:59 am

Observé en silencio mientras el cabello dorado de la niña bañaba mi camisola con sus rizos perfectos aunque ligeramente desaliñados jugueteando con ella. La pequeña Claudia reia divertida sintiéndose sana y salva entre los brazos de un inmortal posiblemente demasiado peligroso como para que alguien experimentara tal sensación a su lado.

-Erlend -respondí ante la pregunte espontanea de la niña, que miraba emocionada todo a su paso, como si fuera totalmente nuevo para ella.
Cada ruido le llamaba la atención, miraba con esa mezcla de desconfianza y alegría casi a partes iguales que se dibujaban en su rostro, tan perfecto que parecía esculpido con un cincel.

No pude evitar sonreír cuando me pregunto si había mejor sangre que la humana. Y mas aun cuando se relamió imaginándola resbalar por sus labios, aquella pequeña era muy divertida.
Sus facciones parecían norteñas y no pude evitar con ello recordar los prados de mi tierra natal, llenos de niños como ella inocentes y exponentes corriendo por ellos y jugando espada en mano a convertirse en hombres.
Un día yo también fui uno de esos niños que soñaba con atravesar el mar en uno de nuestros afamados barcos para saquear París junto a mi padre.

Acaricie su pelo casi de forma instintiva como tantas veces lo había hecho mi madre conmigo tratando de repeinar aquel pelo imposible de domar.
-Te enseñaré a cazar de dos modos, el fácil y que mas éxito te dará para alimentarte a diario y el difícil pero mas divertido sin duda – susurré divertido en su oído sin perder el galope del caballo que ya se acercaba a la zona centro de París.

Esperaba que con eso al menos fuera capaz de mantenerse con vida hasta que u otro inmortal se encaprichase de ella, o hasta que se hiciera con un esclavo de sangre que la protegiera a cambio de alimento.
Supongo que esas eran sus dos únicas oportunidades de subsistencia, al menos en un periodo corto de tiempo.


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Lun Jun 27, 2016 10:15 am

Después de un breve momento recibí la respuesta a mi pregunta, aquel vampiro se llamaba Erlend. Que nombre tan raro ¿de dónde sería?

Tienes un nombre raro. Eres la primera persona que conozco que se llama así – exclamé con toda naturalidad.

Ahora comenzaba a preguntarme, sí él se llamaba así ¿cómo se llamaría el caballo? También tendría un nombre extraño o acaso sería un nombre gracioso como Alma Negra o algo así. Umm… tal vez. Pronto iba a tener que aclarar esa duda.


El corcel iba muy rápido eso me encanaba, la velocidad era casi alucinante aunque yo podía correr más rápido. Louis nunca dejaba que el caballo fuera tan rápido porque se podía volcar el carruaje. Todo esto parecía una aventura salvaje. Recordé un viejo cuento sobre un hombre que se aventuraba a la selva y tenía grandes aventuras, algún día yo también tendría miles de aventuras.

Una mano inmortal se paseó por mis rizos y sentí un extraño escalofrío. Me habían enseñado que una dama solo deja que cepille su cabello aquel que consideraba digno de su amor. Traté de mantenerme impasible y seguí observando todo. Algunos humanos nos observaban como si estuviéramos haciendo algo mal, luego del escape y la conmoción que había causado el león, ahora aparecían dos personas cabalgando a toda prisa y sin consideración. Nos alejábamos del circo, por un lado lo lamenté pues quería ver el espectáculo, por otro me sentía eufórica porque iríamos de caza y eso siempre me emocionaba.

Yo sé cazar y me gusta mucho – No me gustaba que pensaran que era una pobre desvalida, mis padres me habían enseñado bien y haría que Lestat, sobre todo, se sintiera orgulloso de mi.


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Mensaje por Erlend Cannif** Lun Jun 27, 2016 1:58 pm

La pequeña emocionada por la novedad de todo lo que acontecía sonreía sin parar, es mas, se atrevió a decirme muy segura que era una experta cazadora.
Sonreí frente a aquel comentario nada desdeñable dada su naturaleza sin dejar de avanzar hacia la zona mas pobre de la ciudad, donde los callejones abundaban así como la gente que trapicheaba en ellos. Allí se gestaban todo tipo de negocios, la mayoría ilegales, por supuesto, pero en este caso la clandestinidad de sus actos y la oscuridad de sus calles poco iluminadas nos ofrecían el marco perfecto para mostrarle a la pequeña Claudia como llevar a cabo una cacería de forma satisfactoria.

Detuve mi montura unas cuadras mas allá de donde mi agudo oído escucho la voz de posiblemente dos tipo de una edad similar a la mía y que olían a sangre por todos lados. Me aseguré muy mucho de que el alcohol no abundaba en su sangre, no quería tener una pequeña niña ebria entre mis manos.
Al parecer hablaban sobre un barco pesquero que llegaría a puerto en unas horas y que traía ciertas armas de Inglaterra, supuse que algo relacionado con la piratería, mas para el caso me daba lo mismo.
Tome la mano de la niña y camine tranquilo hacia el callejón donde los forajidos no nos esperaban.
Me detuve justo enfrente de ellos con una sonrisa ladina en mi rostro antes de agacharme para nuevamente posicionar mi rostro de frente de la pequeña niña.
-¡Tu, imbécil, sigue tu camino! -me ordenó uno de aquellos tipos que pronto desenfundó una pequeña navaja que hacia bailar entre sus dedos como si ese acto por si mismo pudiera hacerme cagar de miedo.
-Bien pequeña -le dije muy calmado y sin perder la sonrisa, algo que creo que exasperó aun mas al nervioso hombre que ya caminaba ofuscado hacia nosotros.
-Primero has de matar al que se te ponga mas chulo, sin duda es el fanfarrón del grupo -añadí con toda la calma posible para que a la niña mis explicaciones le sirvieran de algo -alce la mano en dirección al caballero que se nos acercaba para que se detuviera- necesitaba ver en la mirada de la niña la aprobación de mis palabras.
Mas el tipo no se detuvo, una lastima pues alzándome y con un golpe seco en el pecho saje su piel incrustando la mano a través de su esternón hasta alcanzar su palpitante corazón que arranque de cuajo sosteniéndolo entre mis manos.
Volví a agacharme sonriente frente a la niña.
-¡Bien!, continuemos ¿por donde iba? Ah si, una vez muerto el mas chulo viene la hora del cobarde -alce la mirada y mire a nuestro nuevo amigo que corría callejón abajo.
-¡Si!, correrá asustado, tanto que no se percatara que esta calle no tiene salida -añadí dejando caer el corazón que aun sujetaba en mis manos.
No tardamos en llegar frente a él, sonreí de forma ladina antes de con un rápido movimiento engancharlo por el pelo y arrastrarlo hasta la altura de la niña.
-Muerde -ordene mas que sugerí ofreciendole el cuello de aquel tipo


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Jue Jul 07, 2016 2:37 pm

A un ritmo acelerado nos alejamos del circo, pronto las luces, los olores y la gran carpa quedaron ocultas en las tinieblas de la noche. Algún día me sentaría a mirar la función, tal vez hubiese algo bueno, aunque en realidad presentía que el león había sido lo mas emocionante.

Pronto llegamos a un lugar bastante feo de la ciudad, pero que se parecía a calles donde había estado antes. Sabia que se trataba de una zona pobre, no me gustaban esos lugares la gente era mala y rara. No había nada bonito por ahí que fuera digno de ser apreciado.

El caballo se detuvo y, al igual que hacia el vampiro, escuche con atención las voces humanas que se encontraban cerca. Escuché algo sobre un barco y me emocione, eso era lo que necesitaba para regresar a Nueva Orleans y reencontrarme con mis padres inmortales, claro que antes tendría que saber si Erlend sabia manejar un barco, yo no tenia idea.


El  vampiro me tomo de la mano y ambos caminamos hacia un callejón apestoso y oscuro. Pronto, el vampiro quedo a mi altura, creo que se proponía a darme instrucciones cuando fue interrumpido por uno de los humanos. Vaya molestia, estos humanos no tenían un ápice de educación. Pude ver como sacaba una cosa pequeña que centello a la luz de la luna, era como un cuchillo pequeño. Que tonto al creer que algo así podría hacernos daño.


Erlend no se inmuto ante las amenazas del hombre y prosiguió dándome instrucciones. Escuche con atención, como solía hacer cuando Lestat me enseñaba, tenia que poner todo mi empeño en hacer las cosas bien, pues era cuestión de sobrevivir, así me lo habían explicado. Por ello, escuche con atención y sin chistar, asentí solamente cuando fue necesario.


Pero el humano era tonto e insistente con su mala educación, así que continuo molestando, por lo que el vampiro se molesto y lo mato. No me sorprendía, a veces Lestat también perdía la paciencia con los humanos. Lo que no pude evitar fue la risa que me provoco el crujir de los huesos cuando fue arrancado el corazón, además, el olor a sangre hizo que volviera a arderme la garganta. La quería, necesitaba esa sangre en mi boca.


Fuimos por el cobarde, aunque note que el inmortal era mas rápido que yo. Esto no debía sorprenderme, Louis y Lestat también lo eran, supongo que cuando me haga mayor yo también seré muy rápida como ellos. Uno segundo después estuve con el vampiro y me di cuenta que tenia razón, la calle no tenia salida, pero el humano aun no lo sabia, que bobo.


Entonces, con su fuerza Erlend hizo caer de rodillas a aquel feo y tembloroso humano y me ordeno morderlo. En realidad, era la primera vez que clavaria mis colmillos en una piel tan mugrienta y apestosa.  Dude un poco, antes de hacerlo, generalmente solía cazar gente de alta sociedad, me gustaba. Mientras me decidía, escuchaba el corazón temeros que latía con fuerza dentro de su pecho, la adrenalina del momento hacia que la sangre corriera con velocidad y su vena palpitaba reclamando el abrazo mortal.



Acerque mis manos al rostro humano que me miraba con incertidumbre, como siempre nadie espera nada malo de una niña, acaricie las mejillas sudorosas y pegostosas, le sonreí dejando ver mis colmillos. Pude percibir el pánico que ahora era una alarma ruidosa en todo su ser. Aquel hombre busco rebatirse en las manos del vampiro sin éxito. En aquel momento, acerque mis labios hacia su cuello y lo mordí, tuve bastante cuidado para que fuera un ataque limpio y no se desperdiciara la sangre.


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Mensaje por Erlend Cannif** Vie Jul 08, 2016 8:39 am

La pequeña Claudia jugueteo con los dedos incrustandolos en la cara del tipo antes de lentamente acercar sus pequeños labios contra el cuello de aquel humano y entre risas hundir allí sus colmillos.
Hasta para alimentarse era presumida la niña, lejos de beber como una bestia lo hacia con una elegancia inusual, desde luego había sido educada por vampiros de clase alta, que posiblemente cuando se cansaron del capricho la dejaron ir condenandola a su suerte.
Parecía tan hambrienta, bebía sin desperdiciar ni una sola gota tratando de comportarse, pero por el tono rojizo de sus ojos y la palidez de su piel se notaba que llevaba demasiado tiempo sin disfrutar de la sangre.
Espere a que se saciara y apartara sus labios del cuello de aquel tipo que ya había perdido la mitad de su sangre y tras ella hundí yo mis colmillos acabando el restante.
Lance su cuerpo inerte de refilon sobre unos cubos de basura que reposaban en el lateral del callejón de ladrillo rojizo en el que nos encontrábamos.
Estos acogieron el cuerpo emitiendo un ruido metálico al chocar entre ellos cayendo al suelo con un fuerte estruendo.
Me agache nuevamente buscando la mirada de la pequeña que ahora si sonreía tranquila y con el estomago lleno.
-Esta es mi forma de cazar, pero para ti hay otra mas fácil...ve a cualquier zona de gente rica y finge estar perdida y cansada, lanza los brazos arriba cuando alguna señora o señor se detenga para socorrerte y tomada en brazos ya sabes lo fácil que es morder un cuello humano.
No era la manera divertida, mas trataba que fuera capaz de al menos sobrevivir un tiempo.
Tome su mano enlazándola con la mía y camine despacio para sacarla de aquel callejón, nuestra primera misión estaba completada, ahora venia la segunda, que se pudiera lavar y adecentar.
Desde luego no tenia nada de ropa que ponerle a una niña, mas eso era algo fácil de remediar, nuestra siguiente parada la maldita zona comercial compraría lo primero que viera en el escaparate o mejor dicho, lo tomariamos prestado pues dudaba que a esas horas de la noche la tienda la abrieran para mi.
Sonreí de medio lado mirando a la pequeña.
-¿Vamos a por un vestido? -pregunté casi arrepintiéndome al instante al ver como se le iluminaba la cara.
Seguro que esa niña me iba a obligar a recorrer mas de un escaparate para elegir el adecuado.
Deje escapar un suspiro seguido del silbido para llamar a mi negro corcel.


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Vie Jul 22, 2016 12:00 pm

A medida que la sangre corría hacia mis labios, podía sentir como el calor impregnaba mi cuerpo, mientras un cosquilleo divino se apoderaba de él. Era algo fantástico que solo podía sentir en estos momentos, así que pronto olvidé que se trataba de un hombre mugriento y con recuerdos bastante feos. Su vida se desvanecía entre mis manos, casi que podía sentir como si se derritiera ante mí.

Escuché el corazón humano que palpitaba con fuerza, era como un tambor tum tum tum tum… resonaba en mi cabeza, pero pronto nuestros latidos se fusionaron y aquel órgano dejó de luchar. Entonces, el ritmo de aquel tum tum tum comenzó a disminuir, se daba por vencido, pues sabía que no podía ganarle a la muerte. En aquel instante me aparte, jamás se debe beber sangre muerta, pues hace daño. Erlend aprovechó el instante para sorber las últimas gotas de vida y así condenar al humano a la muerte de una vez por todas.

Me causó gracia cuando lo arrojó hacia los cubos de basura y deseé tener su fuerza. Deseaba tanto poder hacer cosas así. Al encontrar la mirada del vampiro, le sonreí. Nuevamente, me sentía fuerte, rozagante y llena de energía. Quería correr y saltar, aunque sabía que esas no eran cosas que haría una dama, pero sentía tanta vitalidad.

Negué ante las palabras del inmortal y me expliqué – No, los humanos son selectivos con las personas que ayudan. Cuando vas a un barrio rico con estas ropas – señalé mi vestido polvoriento y roto- te ignoran y te vuelves una peste. Claro, que si me miran así… - me callé antes de decir que entraba a sus casas y los mataba, nadie despreciaba a Claudia.

Cambié el tema y proseguí – en los barrios bajos, la gente es fea como ese humano. Están sucios y su sangre no es muy buena… - Está bien que ahora no tuviera a mis padres, pero a mí me habían enseñado a tener lo mejor y no me iba a permitir menos.

Después de un momento, el hombre me tomó de la mano y me propuso una idea maravillosa, iríamos de compras ¡Oh! Me sentía aún más feliz, si, si quería a comprar. Le sonreí y respondí con toda emoción.

Sí, vamos, vamos – luego, volví a recordar que no debía comportarme así y corregí – umm… Estaré encantada en acompañarle – sí, eso sonaba más adecuado y formal, como debía ser.


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Mensaje por Erlend Cannif** Dom Jul 24, 2016 3:40 pm

Como me temía las palabras de la niña acompañaban a su gesto de felicidad desbordante, mas dada mi palabra, supuse que no me podía echar atrás, así que rehaciendo nuestros pasos con la pequeña de la mano, volvimos unas cuadras mas allá, donde mi corcel negro nos esperaba.
La subí con suavidad, asegurándome que agarrara con fuerza sus crines y tras ella de un salto me encarame yo.

Pronto el corcel golpeo al trote con sus cascos el suelo poniendo rumbo hacia la zona comercial, donde sin duda encontraríamos un vestido limpio que la pequeña pudiera usar para como bien decía ella lograr que la gente de los barrios ricos la tomaran en cuenta y no la patearan como a la pordiosera que hoy por hoy parecía.

Detuve a mi montura cerca de las apagadas y poco transitadas calles comerciales que por su nocturnidad quedaban en aquello momentos mas que desérticas.
Caminamos observando los escaparates, mas que caminamos yo camine tras una niña que pegaba su rostro con efusividad a cada cristal en el intento de vislumbrar lo que según ella era un vestido digno de su condición.
Sabia que me arrepentiría de mis palabras, mas lo que no sabia es que lo haría tan pronto.
Apenas habíamos empezado y ya estaba deseando acabar con aquello.

Tras recorrer todos los puñeteros escaparates de esta calle y las siguientes dos cuadras me hizo volver al primer escaparate donde había visto un vestido que según ella hacia juego con sus ojos. Juro que le hubiera rebanado el pescuezo allí mismo, mi paciencia tenia un limite y esa pequeña estaba acabando con toda ella en una sola noche.
Con su pequeña mano esta vez tirando de la mía con energía desmedida corrimos de nuevo hacia la tienda elegida por la pequeña.

Volvió a pegar su rostro en el escaparate, se ve que aun deseaba analizarlo un poco mas, a este paso nos pillaría el solo mi mal humor que era infinitamente peor e iba increscendo.
Deje escapar el aire mientras admiraba una diadema, unos guantes y me decía no se que de que en la tienda de la ultima calle había visto una tiara ¿que cojones era una tiara?

Un golpe seco contra el cristal y un gruñido creo que fue lo que le indico que mas le valía coger lo que quisiera de esa tienda porque mi paciencia había llegado al limite, y con ella o sin ella pensaba marcharme de allí.
El cristal se desquebrajo por el impacto haciéndose mil añicos, y pronto todos los vestidos y complementos quedaron a merced de sus pequeñas manitas, que cogían todo cuanto podían cargar a toda velocidad mientras me veia empezar a caminar hacia mi corcel por le rabillo del ojo.

Reí por lo bajo, en el fondo era muy divertido verla cargar mientras refunfuñaba porque yo me marchaba sin darle mas tiempo para elegir y verla como fruncía el ceño me forzó a soltar una sonora carcajada que creo aun la enfureció mucho mas, pues oía su pequeña vocecita maldiciéndome, aun asi entusiasmada por toda la compra realizada.
Tome mi montura y me acerque a ella, para tomar su mano y junto a ella todos aquellos objetos que cargaba cual pequeña urraca.
Pronto el galope del caballo nos alejo de la zona marcada por cristales rotos y un hurto en pequeña escala.








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Mensaje por Claudia De Lioncourt Lun Ago 08, 2016 12:11 pm

El rostro del vampiro me causaba gracia, pues parecía que se había metido en un problema del cual le sería difícil escapar. Pero esta era mi oportunidad, podía regresar a las clases altas y tal vez conseguir una familia humana temporal, tendría que pensar muy bien en cómo conseguiría que me brindaran todo lo que necesitaba sin que me consideraran un monstruo.

Pronto estuvimos galopando nuevamente sobre aquel lindo caballo, en estos instantes me sentía como la doncella de un cuento de  caballería. Por primera vez, desde que había llegado a este país no me sentía triste, sino que parecía que las aventuras estaban a la vuelta de la esquina. Cuando regresara con mis padres, podría pasar horas contándoles todo lo que había vivido. Claro, Lestat seguro haría su gesto de fastidio, pero Louis seguro que me escucharía con gran atención.

Cuando llegamos a la zona comercial, todo parecía muerto ¿qué hora sería? Normalmente, siempre era un lugar concurrido, pero hoy todo estaba cerrado. Me acerqué a algunas vidrieras y detalle la ropa que ahí se exhibía. La emoción me invadía, aunque me hacía falta el consejo de Louis diciéndome qué me quedaba mejor y a Lestat tratando de vestirme como muñeca. Siempre me habían resultado divertidas esas compras, aunque, al final, optábamos por escoger diseños, combinarlos y mandar a hacer los mejores trajes.

Traté de que Erlend sintiera la emoción de las compras, el juego y la diversión, pero al parecer le costaba entender estas cosas. Corrí por todas las calles vacías sin importarme nada, todo se exhibía ante mí esperando paciente a que me decidiera.  Mientras observa un bello vestido, miré de reojo al vampiro y, por primera vez en la noche, caí en cuenta de su vestuario, no parecía afincarse mucho en él.

Luego recordé un vestido hermoso de color azul cielo, color que resaltaba mi piel pálida y hacía que mis ojos parecieran piedras preciosas. Entonces ¿qué mejor que una tiara para combinarlo? Además, sería un atuendo perfecto por si decidía “perderme” en el teatro. Mientras le comentaba todo esto, el inmortal pareció perder la paciencia y dio un golpe seco al cristal del escaparate. Menos mal que mis reflejos eran rápidos y pude apartarme antes de que cayeran los vidrios. Que pocos modales.

No era para nada la forma en que planeaba esta salida de compras, pues cuando solíamos salir en las noches nos “escabullíamos” dentro que eran donde estaban las mejores cosas y escogíamos. Esta vez, me tocaba agarrar las cosas de la vidriera que normalmente, tenían algún defecto, no eran de la talla que necesitabas o habían adquirido la forma del maniquí, pero era eso o nada.

Suspiré con algo de desilusión y tomé cuanto pude, me lamenté de que mis manos no fueran más amplias o de tener donde meter aquello. Además, Erlend ni me ayudaba, que poco caballero era. Eso me tenía un tanto molesta. Cuando ya no pude cargar más corrí detrás de él y se carcajeó por todo lo que había pasado ¡Ush! Este vampiro conseguía irritarme.


Por fin, se decidió a colaborar con las cosas, aunque tenía serias dudas de cómo acomodaríamos las cosas en el caballo. Una vez todo listo, emprendimos la huida y me vi obligada a reír por lo bajo, ya que parecíamos unos criminales.


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Mensaje por Erlend Cannif** Mar Ago 09, 2016 3:52 am

No tardamos en emprender la huida mientras la pequeña que sujetaba entre sus pequeñas manos aquel preciado tesoro reía divertida.
No pude evitar que su risa contagiara la mía, ahora tenia que decidir que haría con ella, faltaba poco tiempo para que la noche terminara, y desconocía, aunque imaginaba que si, que esa niña tendría algun lugar donde pasar las horas de luz.
Aunque claro viendo su aspecto, juraría que ese lugar no era el mejor ni para una niña ni para nadie.

-Claudia ¿quieres venir a pasar el día conmigo y una amiga a una cabaña cerca de la playa?

De nuevo las palabras salieron de mi boca casi sin pensar, no puedo decir que me arrepentía de ellas, mas estaba claro que me estaba involucrando mas de la cuenta en esa pequeña niña de ojos claros y cabello rizado.
Mi vida no era fácil, era un desastre, yo solo era un mercenario incapaz en muchos casos de cuidar de mi mismo, ser padre se me antojaba un deber demasiado grande, mas que podía hacer ¿abandonarla? Quizás tenia que haber acabado con su misera existencia cuando me la encontré, mas ahora, allí, con la pequeña apoyada sobre mi pecho y escuchando aquellas risotadas se me hacia imposible.
Sabia que cuando el tiempo pasara y ella no cambiara ni un ápice, cuando descubriera que estaba encerrada en ese pequeño cuerpo para toda la eternidad quizás desearía poner fin a su sufrimiento, mas hoy por hoy, la realidad era otra.

Espere su respuesta mientras me encaminaba hacia la zona mas profunda de los bosques a paso lento, la pequeña admiraba todos los trofeos obtenidos aquella noche que son duda debía ser de las mejores que había tenido en mucho tiempo.
-Si lo prefieres puedo llevarte a otro sitio.

Esperaba que no me pidiera que la llevara con sus padres, pues de sobra sabia que de haber querido ellos dar con ella ya lo hubieran hecho. Estaba prácticamente seguro de que había sido abandonada, convirtiéndose así en un pobre juguete roto.

-¿Sabes? Quizás te guste conocer a Moira, el al vampiresa que vive en esa cabaña, creo que le encantara ese vestido que llevas entre las manos, yo como habrás podido comprobar no soy muy bueno jugando a princesas, mas seguro que Moia te peina, te lava y te deja preciosa.

Sobre todo te lava, pensé divertido, tiene una obsesión por desnudar cuerpos y lavarlos, quizás algún trauma pasado, pensé divertido mientras esta vez sin esperar respuesta ponía a mi montura al galope en busca del refugio que la cabaña de Moira me había ofrecido en los últimos meses.


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Mensaje por Claudia De Lioncourt Lun Ago 15, 2016 10:27 am

Mi risa se hizo más sonora al recordar estas raras “compras”. No me gustaba sentirme una criminal, pues me habían educado para ser una dama, pero aún así la situación me causaba gracia. Sostenía las cosas lo mejor que podía mientras el caballo corría a gran velocidad. Por un momento imagine que era una pirata y llevaba un gran botín.


Mientras seguía en mi sueño de piratería, escuché la voz del vampiro invitándome a la playa. Pensándolo bien, creo que no recordaba si alguna vez había ido, pero si había leído historias que se desarrollaban en ese ambiente. Rememoré el mausoleo mugriento y frío que me esperaba en el cementerio e hice una mueca de asco.

Sentí un escalofrío y, nuevamente, la tristeza amenazaba con hacerme su presa. No quería sentirme sola, no quería pensar que ellos no estaban conmigo, no deseaba saber nuevamente que estaba perdida y que tal vez más nunca los volvería a ver. Quería a mi familia y ni mil vestidos me harían tan feliz como regresar con ellos. Sin intención me acurruqué un poco contra el pecho de Erlend.

No puedes llorar, no llores, tienes que ser valiente, recuerda que eres un ser superior, mira todas las cosas bonitas que este vampiro ha conseguido para ti – eran los pensamientos de los que trataba de convencerme -.  Me quedé observando mi pequeño tesoro, tratando de concentrarme en eso. Al levantar la vista me di cuenta que nos encontrábamos en una zona boscosa, estaba bien. Me restregué un poco los ojos para apartar algunas lágrimas que deseaban escaparse sin mi permiso.

Respiré profundo, entonces un pensamiento vino a mi mente, sí íbamos a playa, seguro había un puerto cerca. Sí, tal vez los vampiros pudieran ayudarme a regresar a Nueva Orleans y encontrar a Louis y a Lestat. Sí, era una estupenda idea. Entonces sonreí.

¡Si! Vamos a las playa – nuevamente me traicionaba la emoción, así que tuve que corregirme otra vez – digo, estaré  complacida de acompañaros.

Entonces, me habló de una vampira llamada Moira. No había conocido muchas vampiras, así que verla sería un descubrimiento. Sí, quería verla. Me sorprendí cuando dijo “, yo como habrás podido comprobar no soy muy bueno jugando a princesas” y reí, reí fuerte.

Quiero conocerla – giré mi rostro hacia el inmortal y le sonreí.


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